Madre de héroes, heroína

A 25 años de la desaparición de Alaíde Foppa, traductora y feminista, poeta, y critica de arte, secuestrada en la ciudad de Guatemala el 19 de diciembre de 1980, los culpables del crimen permanecen impunes…

Yo conocí a Alaíde Foppa, mis valedores. Hoy, a 25 años y 7 días de su secuestro, voy a traer hasta aquí la memoria de la luchadora civil. Trasterradade su Guatemala por afanes de defensa de la mujer indígena, conmigo vino a compartir micrófonos y cabina de Radio UNAM. Un día, de repente (la nostalgia, que suele ser mal consejera), se atrevió a retomar, de entrada por salida, a aquella su Guatemala tan apacible que «se oye cuando una garza cambia de pie», pero trampa mortal para quien osara enfrentar a los Romeo Lucas García y congéneres de uniforme que la malgobernaban, esos de quienes clama el poeta a quien arrancaron la existencia en plena tortura:

¡ Ay, Guatemala, ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte..!

Fue un diciembre como este, pero de hace ya todo un cuarto de siglo. En algún punto de la ciudad, Alaíde subía a su automóvil cuando acribillaron al chofer, y a ella se la llevaron para nunca más. No se volvió a saber de su paradero, y hasta el día de hoy, en que acá, en el México de los exiliados guatemaltecos, aún recordamos a la cálida voz y, según la evoca A. Rossi, «aquel hermoso rostro melancólico de grandes ojos castaños que se iluminaban con su espléndida sonrisa y revelaban su luz interior». Alaíde Foppa.

Fue un 19 de diciembre, y de eso hace ya 25 años y una semana, y como si fuese apenas ayer, cuando por los pasillos de aquella nuestra Radio UNAM.. .

Tal es la seña de identidad de Alaíde y sus hijos, a tres de los cuales la dictadura forzó a convertirse en guerrilleros al igual que a Otto René Castillo, Rodrigo Asturias, Danilo Rodríguez, amigos míos de cuando exiliados.

Ay, Guatemala – cuando digo tu nombre retorno a la vida – Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa…

Hoy, aquí, frente a todos ustedes, me he puesto a recordar a esa Hécuba de su Guatemala: el temple, la mística, la heroicidad, y con ellos la lucha, la cárcel, la sangre. Alfonso, el marido de Alaíde, y el hijo Juan Pablo, y más tarde Mario, y la propia luchadora civil, de la que nunca más se ha sabido. De Alfonso y Juan Pablo yo poco sé. Por cuanto a la muerte de Mario lo revela cierta asociación guatemalteca de periodistas democráticos:

«Mario Solórzano murió asesinado. Nada se supo de su muerte porque el régimen de Romeo Lucas García ocultó la información por conveniencia política. Pero Mario Solórzano fue descubierto por las fuerzas represivas del régimen en un apartamento de la ciudad capital. Acorralado, sin oportunidad de escapatoria y ante la disyuntiva de entregarse o morir, optó por la resistencia hasta el fin, sabiendo de la brutalidad con que sería torturado. Su decisión evidenció, además, su firmeza de resguardar, a cualquier costo, la vida de compañeros suyos en la vida revolucionaria y, sobre todo, la información que el enemigo requiere para golpear las organizaciones del pueblo».

Vámonos, patria, a caminar, yo te acompaño – Yo me quedaré ciego para que tengas ojos – Yo me quedaré sin voz para que tú cantes – Yo he de morir para que tú no mueras -Tiene que ser asi, indiscutiblemente…

«Es un hecho que la familia Solórzano Foppa ha entregado a la causa libertaria del pueblo de Guatemala el generoso sacrificio de varios de sus integrantes. Juan Pablo, hermano de Mario, había muerto combatiendo contra el ejército de la tiranía en El Quiché. Meses adelante, Alaíde Foppa, madre de ambos, sería capturada y desaparecida en la ciudad capital por agentes de la sección de inteligenciadel Ejército.

Luego de la muerte de Mario Solórzano Foppa vemos con gran esperanza que la lucha del pueblo se agiganta cada día, se generaliza y se profundiza, incorporando alas amplias masas de obreros, campesinos e indígenas. También observamos que la crisis económica y política de las clases dominantes en el poder se agudiza irresolublemente, a pesar de las maniobras del presidente norteamericano por paliar la inestabilidad del régimen y contener los avances de la guerra popular revolucionaria, proceso que se ha consolidado con la unidad de las cuatro organizaciones político militares y con la definición de los cinco puntos programáticos del futuro gobierno revolucionario, patriótico, popular y democrático.

Mario combinó la máquina de escribir y el libro con el fusil. Hay seres que nunca mueren. Mario, por ejemplo, Juan Pablo, Alaíde». Pero la hierba renace de los carbones – y el héroe nace cuando muere…
(A su memoria.)

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