¡Sálvanos, oh Dios!

Sálvanos, salud nuestra. Júntanos y líbranos de las gentes…
-Crónicas. 16,35-

El caso que ahora les cuento, mis valedores, es de un salvajismo atroz, pero puede entenderse, aunque nunca justificarse, porque en aquel tiempo y lugar no habla autoridad, leyes ni instituciones, como si existen entre nosotros, para nuestra fortuna. Allá, ante la demencia de una violación tumultuaria que terminó rasgando la vida de la víctima, el marido agraviado no tuvo más recurso que el que ahora van ustedes a leer en un episodio bíblico que así se inicia:

«Hubo un levita que había tomado mujer de Beth-Lehem de Judá. Y ella se fue a casa de sus padres, y levantóse el marido, y siguióla, para hablarle amorosamente, y volverla, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos. Y viéndole el padre de la moza, salióle a recibir gozoso, y detúvole en su casa.

Al cuarto día se levantaron de mañana y partieron, y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho,- y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vamonos. Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros; pararemos hasta Gabaa.

Pasando, pues caminaron, y púsoseles el sol junto a la Gabaa, de la tribu Benjamín. Y apartáronse del camino para entrar a tener ahí la noche en Gabaa,- y entrando, sentáronse en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa para pasar la noche. Y he aquí un hombre viejo que a la tarde venía del campo de trabajar y moraba en Gabaa.

Y alzando el viejo los ojos, vio a aquel vigilante en la plaza de la ciudad, y díjole: ¿A dónde vas, y de dónde vienes? Y él respondió; Pasamos de Beth-Lehem de Judá; y voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en casa. Y el hombre viejo dijo: Paz sea contigo, tu necesidad toda sea solamente a mi cargo, con tal de que no tengas la noche en la plaza.

Y metiéndolos en su casa se lavaron los pies, y comieron y bebieron. Y cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, cercan la casa, y batían las puertas, diciendo al hombre viejo dueño de la casa:

– Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.

Y saliendo a ellos aquél varón, amo de la casa, díjoles,- No, hermanos míos, ruegos que no cometáis este mal, pues que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad . He aquí mi hija virgen, y mujer de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas, y haced con ellos como os pareciere, y no hagáis a este hombre cosa tan infame.

Pero aquellos hombres no le quisieron oír: por lo que tomando aquel hombre su concubina, sácosela fuera: y ellos la conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y dejáronla cuando apuntaba el alba. Y ya que amanecía, la mujer vino, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

Y levantándose de mañana a su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su
camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Y él le dijo: levántate y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, levantóse y fuese a su lugar.

Y en llegando a su casa, toma un cuchillo, y echa mano de su concubina, y despedázala con sus huesos en doce partes, y enviólas a las doce tribus de Israel. Y todo el que lo veía, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo que los hijos de Israel subieron a la tierra de Egipto hasta hoy. Considerar esto, dar consejo, hablad.

Entonces salieron todos los hijos de Israel, y reunióse la congregación como un solo hombre (…) Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros? Entregad pues ahora aquellos hombres, hijos de Belial, que están en Gabaa para que los matemos, y barramos el mal de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los hijos de Israel.

Entonces, levantándose todo Israel (…) vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos en todo Israel, y la batalla comenzó a agravarse: mas ellos no sabía que el mal se acercaba sobre ellos (…) Y los hombres de Israel tomaron a los hijos de Benjamín, y pasáronlos a cuchillo, a hombres y bestias en la ciudad, y todos los que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban.

En esos días no había rey en Israel…»

En México, mis valedores, ¿hay rey? Los deudos de las víctimas y nosotros todos, ¿terminaremos por adoptar la estrategia del israelita? Es México. (Este país.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *