Marta, Fox…

No quisiera más ventura – ni más dicha merecer – que de tu boca a la mía – no cupiera un alfiler…
Observo la foto de hace 10 años. Veo a la pareja trenzada de brazos, sonriendo al mirarse a los ojos, pura mielecita en penca. Miro en sus rostros ese amor senil, y tan joven, que es el  de Fox y su Marta, cuyo matrimonio cumplirá mañana 10 años de edad.
Me gusta hablar del amor; declarar el amor; proclamarlo, gozarlo, sumergirme en él. Fue por ello que cuando Fox se casó con su Marta y vi en las fotos sus bocas unidas, quise alabar cumplidamente al varón. Sin asomo de sarcasmo, sin ironía. “Pero no azozobrarse”, aclaré para evitar suspicacias. No me he vuelto de los intelectuales orgánicos que viven de culimpinarse ante el Poder. Yo nunca. Mi loa sin reticencias, dije, va para ese varón que, según todos los indicios, padece de cierta dolencia en su corazón que de corazón le alabo, dolencia común y tan poco común entre los humanos. Vicente Fox está enamorado hasta el tuétano y vive ese estado de gracia que es el amor. Yo, y por esto ya puedo morir en paz, años y felices días he padecido tal achaque en la carne viva de la viva entraña de cada telilla del corazón. Cómo no entender los desplantes de Fox frente a su amantísima…
Los entiendo y aplaudo: a mí tiempo me falta para proclamar mi amor por la Nallieli amantísima. Por ello alabo al enamorado, pondero a ese amador al que el fervor amoroso le brota en el rostro como esplendorosa erisipela. Por contras…
Pienso, por contras, en esos sórdidos chismes de amoríos clandestinos de tantos de los antecesores de Fox. López Mateos. Carisma, juventud, coche deportivo, buen físico y el prestigio presidencial. ¿Resultado? Un garañón insaciable en cachonderías de entrepierna. Eso sórdido, grotesco, que fueron los amoríos de un adefesio todo dientes y jetas, un Díaz Hordas que a espaldas de doña Guadalupe se refocilaba con los silicones, las cirugías y lo del  todo  postizo,  incluyendo los lunares, de cuanta bataclana accedía a soportar, por amor al billete, que el hocicudo me la dejara toda embijada de sangre fresca (Tlatelolco) donde hubiese puesto las manos: tetas, glúteos, entrepierna y anexas. Grotesco.
¿Que fue alharaquiento el amor de Fox? Compárenlo con los amoríos de un morueco y burro manadero, de un padrillo y garañón que ante familiares y públicos funcionarios se vació en una descabellada compulsión por todo lo que oliera a pompa(s) y circunstancias, ese López Portillo que con su instrumento rojo (el teléfono)  de Los Pinos hizo leonera, y que a familiares y colaboradores se les caiga de vergüenza.  (No cito, porque no me consta, los chismarajos que aluden a De la Madrid.)
Feo, pelón, chaparrín, orejudo  y cascorvo,  tipluda vocezuca de pito de calabaza: como aspirante a las lides de amor, ¿habrá ente más desdichado que él? Pero qué maquillista no será el dinero para una ambiciocilla que a la hora de la intimidad cierre los ojos y las apriete, refiérome a las quijadas. ¿Cuánta estrellita de buen canal (el de las estrellas) no se involucró con el que se decía de Agualeguas?
Frente a tanta indignidad y cachondería de compra-venta y trasputín,  ¿no son admirables las muestras de amor que San Cristóbal cobija a estas horas, 10 años después? Muy cierto, esos amores nos costaron joyas, viajes, tráfico de influencias, cuenta secreta (Vamos, México).  ¿Y los amoríos de los otros qué?
Si Vicente quiere a Marta – y ella es todo su querer – ya la besa, ya la exalta – ya no sabe ni qué hacer.  (Nallieli.)

La mala fe y el candor

Exigimos un Plan de Emergencia Nacional de atención a la juventud para garantizar el acceso a una educación pública, gratuita y de alto nivel académico para todos, así como empleo digno. (J. Sicilia.)
Voy a crear fuentes de trabajo, con empleo bien remunerado y cercanas al domicilio del recién egresado del centro de estudios. (L.F. Bravo Mena.)
Promesas inauditas, delirantes demandas. ¿Quién, quiénes guían a las masas sociales en este país? ¿Con qué luces del pensamiento científico y la  ciencia política? Las promesas de campaña, ¿cuánto nos salen costando? ¿Y  nosotros, en tanto? ¿Ni  todo lo que pagamos por las promesas siempre incumplidas nos fuerzan a pensar, a reaccionar? Mis valedores: este fenómeno sólo se explica, a mi juicio, por la vía de la educación que se imparte en México, de la cual van aquí algunos indicios:
Sobre el nivel de lectura en diversos países que acaba de publicar la UNESCO, cifras comparativas entre Japón y México: el hábito de lectura de los japoneses es de 91 puntos; el de los mexicanos, de 2 puntos. Horas efectivas dedicadas a la educación: 1,195 en Corea; 562 en México. Al ritmo que avanza en materia de calidad educativa, para alcanzar el nivel promedio de los demás países de la OCDE nuestro país va a tardarse alrededor de 50 años; para igualar al de Shangai, nada más 327 años. ¿Pero nosotros, en cambio, cuántas horas entregamos de forma domesticada, servil, al aparato de televisión que nos proporciona los opiáceos para que esta sociedad enferma continúe mansa, domesticada, apática, dependiente y renuente a pensar?  Bailes de niñas en pantaletas,  telenovelas,  los “reality shows”, que dicen los gringos de segunda y, sobre todo, el clásico pasecito a la red, con el que los gritones de la TV manipulan a tantos, y enfervorizan.
Tienden los comentaristas a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas como hablarían de una escuela pictórica, pero no debemos engañarnos: tan sólo se trata de crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Simulan un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar aparte de algunas elementales reglas de juego.
Mis valedores: ¿con semejante material radiactivo alimentar nuestro espíritu? Ah, entonces sí merecemos las promesas de los Erubiel y congéneres  y la exhibición  de la “ciencia política” que a estas horas exhiben los bien intencionados, supongo,  Eduardo Gallo, Isabel Miranda,  Alejandro Martí, Emilio Alvarez Icaza y Javier Sicilia, esa “ciencia política”, que no rebasa la exigencia de que todo el gobierno de gatos, por amor a Ratolandia, se vuelva vegetariano. Tal es la teoría política que los guía  en su justísima lucha por encontrar,  en la almendra viva de la corrupción, ese fruto dulcísimo que es la justicia. En los terrenos del Sistema de poder, imagínense…
Y así, a contracorriente del pensamiento científico, vámonos a organizar movimientos espontáneos, esos tan bien trovados por los intelectuales orgánicos, voceros de un Poder al que los “activistas” toman por aliado de las masas sciales. “Así, poeta, vas bien. Tú puedes. Por ese camino vas a encontrar la salida del laberinto”. Todo con el estilo cursilón, falsamente poético, que  en su momento caracterizó al Subcomandante Marcos en los inicios del difunto EZLN. Y qué hacer, si  nosotros nos negamos a pensar, a convertir nuestro pensamiento en acción, a todo lo que no sea reniego, exigencia y TV. Ah, México. (Qué país.)

¡E-xi-gi-mos!

Sicilia acordó con Calderón instalar una comisión de seguimiento con la Secretaría de Gobernación y reunirse en tres meses para evaluar en qué medida se cumplió el pliego petitorio. De antemano, la respuesta de Calderón volvió a ser un no regreso del Ejército a sus cuarteles.
El surrealismo en pleno, mis valedores. Eso que acaba de suceder entre un periodista y el de Los Pinos me parece muy a propósito como para leer entre líneas. Esa entrevista del pasado jueves encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál? Piénsenlo.
Al leer la crónica de lo ocurrido en el Palacio de Chapultepec se me vino a la mente, oportuna como nunca antes en la historia reciente del país, la fábula de cierta comunidad de ratones que se habían dado un gobierno de gatos, los que desde el Poder depredaban la ratuna población. Aquel día, cansados de servir de alimento de unos gatos atrabiliarios, se les enfrentaron con una exigencia: que dejaran de  asolar a la comunidad. Con la debida atención, los gatos escucharon a la comisión de ratones y le prometieron una rápida enmienda. Qué bien. Exultantes, los parlamentarios salieron a comunicar la buena nueva a la ratona comunidad. Perfecto.
Perfecto, sí, pero no por ello los gatos se quedaron sin comer…
Ante los nulos resultados de su demanda,  en las siguientes elecciones votaron ya no por los gatos negros, sino por los gatos blancos, y cuando se desencantaron de los blancos decidieron elegir a unos gatos moteados de blanco y negro, maniobra de alta política a la que denominaron coalición. Todo fue en vano. Los gatos en el gobierno seguían comiendo ratones. Extraño, ¿no les parece?
Aquel día, ya cansados de las tropelías del nuevo gobierno, algunos de los ratones decidieron confrontarlos una vez más, y descubrieron que los gatos se mostraban anuentes al diálogo, y entonces los encararon, les exigieron, les demandaron de forma enérgica y altisonante. Los gatos concedieron y prometieron, tomaron nota de los resolutivos y fijaron con la comisión de ratones la fecha de la próxima reunión. Todo un logro para la población de ratones. Los gatos, porque era la hora de comer, procedieron de acuerdo a su naturaleza: se echaron sobre los parlamentarios y vivos se los tragaron. Y a esperar la siguiente reunión entre los comisionados de la población ratonil y la de los gatos en el gobierno. En Ratolandia después de aquella entrevista, retoñaba la esperanza. ¡Si se puede! Y aquel optimismo…Y hasta aquí la elocuencia de aquella fábula que concluye con la prisión del ratoncillo que se atrevió a proponer:
¿Y si nos diésemos un gobierno de ratones..?
Elocuente la fábula, pero nosotros, impávidos. Una realidad sustentada en el surrealismo puro y en el  puro esperpento explota ante nuestros ojos, pero las legañas nos impiden percatarnos de tal evidencia sobre el estado de crisis al que entre todos hemos reducido nuestra casa común. ¿Acaso no somos capaces de oír las públicas voces cuya clarinada nos advierten la profundidad del barrancón en el que hemos caído? ¿Hay sordera en nosotros frente a la estridencia de dos corrientes principales de voces públicas, las más elocuentes, las de mayor estridencia? ¿Cuáles voces?  Por una parte, las de los candidatos a puestos de elección popular: una innoble verborrea de promesas;  por la otra, la cargazón de demandas con las que algunos “activistas”  han encarado a los del Poder. ¿Cuáles en esa verborrea, retrato hablado de nuestro país hoy día, serán las más desproporcionadas? (Esto sigue mañana.)

Como a menores de edad

Noam Chomsky, mis valedores, el lingüista norteamericano que en sus ensayos nos planta enfrente el espejo donde podamos reconocer las estrategias con que el Sistema de poder nos mantiene mansos y dependientes, medidas de manipulación mediática que a la mayoría nos pasan inadvertidas. De las 10 más evidentes comencé ayer a enumerar las 4 primeras; ahora habré de llegar al final. La quinta de las tales estrategias de control mediático, que copio tal cual:
Tratar al público como menor de edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes, entonación  infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono digno del niño. Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestión, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de un menor de edad.
6.- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores y compulsiones, o inducir comportamientos.
7.-Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para sus control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales “inferiores” debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma tal que la distancia de la ignorancia que  planea entre las clases “inferiores” y las de las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores”.
8.-  Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9.- Reforzar la auto-culpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él es culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto-desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y sin acción, ¡no hay revolución!
10.- Conocer a los individuos mejor de lo que se conocen ellos mismos.
En el transcurso de los últimos 50 años los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y los de quienes que poseen y utilizan las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “Sistema” ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él mismo se conoce. Esto significa que en la mayoría de los casos el “Sistema” ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
¿Y qué? ¿Nos miramos en ese espejo? ¿Nos reconocimos como entes domesticados por un Sistema de poder que nos mantiene mansos y aletargados(no a mí) con la fascinación de la TV? Esto que escribió un lingüista de Estados Unidos, ¿vale o no vale para nuestro país? (Mis valedores: ¿me lo creerán? Esto es México.)

El verdadero opio del pueblo

Noam Chomsky, mis valedores. ¿Lo habrá leído alguno de ustedes? ¿Lo habrá oído mentar? El norteamericano es el linguista contemporáneo de mayor lucidez y compromiso, cuyo pensamiento ha marcado de forma fundamental diversas ramas del pensamiento científico: teoría política, filosofía, antropología, etc. Ensayista demoledor, Chomsky ha develado trampas y engañifas con las que el Poder somete a las masas sociales a la mansedumbre y las mantiene domesticadas e inertes, pero eso sí, boca abierta y divertidas con opiáceos atroces como la TV.  Leer al intelectual  es descubrir esas estrategias de manipulación con las que el Poder tiene mansa a la gente, aturdida, encandilada e incapaz de pensar. Aquí, 10 de sus trampas más socorridas.  Al ir leyendo podrán descubrir ustedes las medidas que aquí mismo nos aplica el Sistema, siempre apoyado por la industria del periodismo. La primera de tales medidas, y yo transcribo tal cual:

1.- La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención pública de los problemas importantes y de los cambios operados por las élites políticas y económicas mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en  el área de la ciencia, la economía, la psicología, etc. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Tenerlo siempre ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”.

2.- Crear problemas y después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar, por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que sea el público el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. (¿No, Sicilia?) O también crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3.- La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos (gasolinazos). Es así como condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios,  que hubieran  provocado una revolución si hubiesen sido aplicados de una sola vez.

4.- La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado de inmediato; después, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejor mañana”, y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo de acostumbrarlo para cuando llegue el momento. (Sigo mañana.)

Usted no puede morir

(A su hora me informaron que mi padre había muerto allá, en su nidal zacatecano, pero juro que está vivo todavía, o qué hiciera yo sin esa estrella polar. Aquí, el retablillo anual a Dn. Juan, mi padre.)

Aquí le hablo, señor, a usted que es como la patria: inaccesible al deshonor, y de quien se aprende (con el ejemplo) valores morales de los que norman la humana conducta: justicia, verdad, libertad, amasijo que da sustancia a la varonía. Porque usted fue (es) decencia, dignidad y humanitarismo en todos sus actos de cada día. Porque tan comprensivo fue para con los demás como severo con usted mismo. Porque valedor lo fue de todos, y generosidad y humanismo en el trance en que hay que abrirse las telas del corazón. Filósofo de lo fugaz, del fatalismo suave y sin estridencias, usted se mantuvo tan ajeno al ruiderío como aledaño de la sonrisa y el buen humor. El  pudor y el decoro, la vergüenza y la dignidad, padre Juan.

Lo miro y miro de ojos adentro a tal varón de virtudes, pura reciedumbre y verticalidad, y una conciencia que en la humana conducta sólo un par de colores distingue: el blanco y el negro, sin más; el de la dignidad y el de su contraparte; sin medias tintas y sin matices, sin disculpas ni tartufismos. Y ya.

Miro esos ojos donde se columbran, machihembrados, mansedumbre y rebeldía, severidad y comprensión, la tolerancia, la gravedad y el humor juguetón, como también  una que otra lagrimilla de las enjundiosas, todo a su hora. Porque claro, usted tiene el don de las lágrimas, y ese don me lo enseñó a practicar con mesura; con decoro, aclaro; con claro decoro. Mis valedores:

Zapatero de nacimiento, o casi, don Juan fue cristiano en el mejor, en el único sentido del vocablo, el de la obra de amor a sus semejantes; religioso y creyente fue, pero sin fanatismos, sin sectarismos, sin dogmatismos, y tan respetuoso del ajeno derecho, la disensión y la disidencia, como de lo propio y natural. Mi padre, filósofo sin tratados de filosofía, antes de echarme su bendición porque la vida nos separaba me dijo cosas: que si habrá que volar sobre el vocerío y la estridencia, y volar tan alto como lo acepten las fuerzas; que apartar de sí la quincalla y moldear el espíritu; que, rebelde a toda mediocridad, “álzate, vuélvete pura ánima y después de encomendarte a Dios, el tuyo; sé siempre varón a los ojos de tu conciencia, tu único juez”. Y me echó encima su bendición, y con ella (sé que alguno me va a entender) me tornó indestructible, invulnerable con su bendición. La de don Juan, mi padre…

Óigame, usted que me hablaba quedo y sonreía:  frente a mi zozobra lo miro todo el tiempo, y de tarde en tarde frente a mi paz interior, cuando  emparejo mis hechos a mis proclamas. Lo tengo enfrente, donde quiera que estemos usted y yo, y sonríe, y sé entonces que para mí nada está perdido. Eso es todo, padre Juan. Con mi amor, el testimonio: usted es la sabiduría que encamina, el consejo que guía, la ponderación que sosiega,  el ejemplo que incita, la ausente presencia que sanciona mis actos y el impulso para poner la proa hacia esa estrella inasible. La conciencia de mi conciencia. Usted, padre…

Muy cierto, señor; ya lo veo, incómodo, menear la cabeza. Decirle esto que le digo salía sobrando, y en público, más aún; pero cuántos de quienes el domingo anterior celebraron, uncidos al calendario del comercio y más allá del regalito, tienen seco el corazón para la figura del padre. Algo podrá decirles esto que le digo a usted, padre Juan. Y la paz. (Vale.)

¿Lamebotas castrista?

Leo en El Comercio, el diario que superó todas las formas de la infamia en su campaña contra Ollanta Humala, un editorial escrito con gran moderación y, se diría, con entusiasmo, por la política económica que Humala se propone aplicar en Perú”. (M.Vargas Llosa, en Reforma del domingo anterior.)

Y que ahora lo alaban también jerarcas diversos de la iniciativa privada.  “¿Qué ha ocurrido para que todos se volvieran humanistas de pronto?” Mis valedores: tal es mi oficio de periodista, esa es la fascinación que en tantos colegas provoca el Poder. Yo, cuando me iniciaba en la radio, la TV y la prensa escrita, observé a los del oficio, y lo que vi me llevó a postular en ocho palabras el lema de mi actividad periodístaca: “Ni un ataque gratuito ni un elogio pagado”. Y hasta la fecha. A propósito…

Ahora que prácticamente pasó inadvertido un tal día de la libertad de prensa recuerdo aquel material atroz que ante el estallido del 68 en Tlatelolco exudaban algunos medios de condicionamiento de masas, como aquel hoy difunto sin que de él sobreviva memoria ni de su nombre, y que a resultas de la masacre de Tlatelolco en 1968 clamaba en su sección editorial:

“Transformados en opulentos burgueses, algunos montaron una grotesca conspiración golpista para derribar al gobierno y montar la dictadura marxista. Se estrellaron contra el Sr. Presidente Díaz Ordaz, a quien apoyó resueltamente el ejército. Sólo contaron con la militancia aborregada de la clase social más fácilmente manipulable por su inexperiencia e inmadurez: algunos estudiantes de universidades dominadas por la caterva intelectualoide del marxismo.

Utilizaron a su santón y lamebotas castrista: Lázaro Cárdenas, quien montado en el toldo de su auto, en el zócalo capitalino, arengó a una masa de gritones para ocupar Palacio Nacional. La respuesta de los motineros enemigos de México: ‘¡Revolución Sí, Olimpiada No!’ Pero obreros,  campesinos, clases medias y la Nación entera les dieron la espalda.

El 2 de octubre los traidores lanzaron a las juventudes a su última trampa sangrienta. Su estrategia: provocar a nuestras Fuerzas Armadas. Nuestro Ejército no cayó en la trampa. Nuestros soldados fueron agredidos por los francotiradores terroristas que previamente se habían escondido en lo alto de los edificios. El Ejército protegió a los civiles que se vieron envueltos en la balacera. El complot traicionero de la antipatria roja fue aplastado y el Ejército salvó a nuestra nación Si México es libre es gracias a la valerosa y fiel acción del Ejército Mexicano, que afrontó la guerrilla del golpismo extranjerizante, fundado en las férreas y patrióticas voluntades del Presidente Díaz Ordaz.

Al designársele embajador en España Díaz Ordaz recordó en una entrevista de prensa que si de algo se sentía orgulloso era de su conducta en los trágicos meses del 68, pero más de sus acciones el 2 de octubre. ‘Puse todo en la balanza, mi seguridad, mi nombre, mi honor, mi vida misma, pero al fin salvé a México de haber perdido nuestra libertad’.

La conjura comunista fue la gran derrotada. México y sus libertades los ganadores, gracias a la firmeza patriótica de Díaz Ordaz y nuestro Ejército Nacional.¡Y que sigan chillando los huérfanos del Kremlin!”

El periodismo, mi oficio. En 1999 Mario R. Méndez en la revista Por Esto: Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Me tocó de qué?  / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún. / Me empezó a sonar familiar la voz. / ¿Quién habla? Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio, y me entera que Carlitos M. Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo”.

El  periodismo, mi oficio. (Dios.)

Activismos y caravanas

El activismo social, mis valedores. La Caravana del Consuelo culminó su recorrido por la Ruta del Dolor,  a todas horas custodiada por el ejercicio “sublime” de un contingente de “sacerdotes cívicos”. Ahora, con la dicha Caravana del Consuelo ya ubicada en el Vértice o en el Vórtice del Dolor, según la expresión del reportero, sus dirigentes han firmado el Pacto Nacional por la Paz, en el que exigen, entre otras demandas a cual más de “realistas”, la revocación de funcionarios corruptos, la vuelta inmediata del ejército a sus cuarteles y juicio político a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, y al presidente Calderón. Para hoy mismo, jueves, está programada la entrevista que sostendrá el repentino activista Javier Sicilia con los dos condenados al juicio político, surrealismo esperpéntico.
La Caravana del Consuelo contó con el apoyo de diversas organizaciones no gubernamentales y grupos sociales agraviados en su persona, en sus hijos, en sus familiares, por el gobierno del Verbo Encarnado. Y aquí lo asombroso, y lo lamentable también, a reserva de juicios en contra:
Por estos días he escuchado en la radio las opiniones políticas de los activistas Eduardo Gallo, Isabel Miranda, Alejandro Martí y Javier Sicilia. Al oírlos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y, en general, la cultura política, con la certidumbre de que  no se adquieren de forma automática porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado. Y el elemento hepático, visceral:
“Nunca había llorado tanto”, confesó Emilio Alvarez Icaza, defensor de los derechos humanos, al final de la Ruta del Dolor, tan emotiva resultó la multicitada caravana. Tales palabras me llevan a reflexionar en la síntesis del verdadero revolucionario, y no pienso en armas de fuego: “caliente el corazón, pero fría la cabeza”. Pero aquí lo asombroso y, a mi juicio, trágico:
A la susodicha caravana, según informaciones y crónicas periodísticas, se ahijaron también algunos representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. De no creerse: aquel primero de enero de 1994 el EZLN se levantó en armas contra el gobierno neoliberal de Carlos Salinas y la entrada del país al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. El propósito era cambiar de raíz y  con la fuerza armada las estructuras de un Sistema de poder negativo para las masas sociales, cambio que habría de rebasar el carácter de coyuntural y constituirse en un cambio histórico, cuya estrategia sintetizó en media docena de palabras: “nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución”. Nada más, pero nada menos. El Sistema, de forma automática, se convirtió en el enemigo histórico de dicho cambio. La empresa, para los  encapuchados: derrotar  o ser derrotado por el Poder, porque al  enemigo se le vence, no se le exige.
De no creerse: un EZLN  que arma en mano intentó el cambio de estructuras en el país ahora marchaba con el resto de la caravana a lo largo de la  Ruta del Dolor exigiendo a ese mismo Poder al que años antes había declarado su enemigo histórico. Mis valedores:
Un ejercicio de pensar y de autocrítica sobre el resultado que han arrojado  nuestras estrategias frente al gobierno en turno  nos llevaría de manera lógica a la conciencia de que no han sido las adecuadas porque encaramos no a un Poder aliado sino a uno que medra de nuestra debilidad, y que  ha sintetizado el antídoto contra esas formas de lucha. (Seguiré con el tema.)

Escuelas de Jornada Ampliada

Los maestros deben perseguir la formación de seres humanos competentes para desarrollar un pensamiento alternativo y hacerlo realidad. (Silvia Shmelkes.)

La educación pública, mis valedores. Van aquí, en contrapunto con el dicho presidencial (“en la última década México avanzó de manera inédita en educación”), las opiniones de una educadora que ha pasado en el aula escolar el tanto de  35 años.

La necesidad de preparación continua para docentes se realiza a través de cursos de actualización que anteriormente se impartían los sábados o en vacaciones. Hoy, en las escuelas del Edo. de México (no tengo noticias de otros Estados), en el año escolar se ha logrado el diplomado mediante la suspensión de labores dos o más días casi cada semana. Los alumnos se quedan sin clases recibiendo en casa la “educación” de la TV.

Ya que es obvio que el combate al rezago escolar no es prioridad de las autoridades educativas,  tendríamos que asumirlo; si no lo hacemos es, en principio,  por la falta de preparación, ya que el nivel académico en las escuelas Normales va en declive constante. “Las Normales deberían transformarse en escuelas de turismo”, declara la líder del SNTE, y eso nos comprueba que para la SEP no es prioridad  mejorar el nivel académico de los maestros y, por ende, el de los alumnos.

Un tema coyuntural: el grupo parlamentario de cierto partido político solicitó a la SEP que haga público el padrón de maestros comisionados al SNTE, en el que según la Auditoría Superior de la Federación, 10,279 profesores están comisionados por la SEP para tareas sindicales, pero 5,145 de ellos realizan actividades no gremiales. El hecho de que la presidenta vitalicia del SNTE tenga un partido político hace suponer que se trata de inducir, desde esos puestos de poder, a votar en el sentido que a ella le convenga, dando a cambio algunos privilegios para quienes se apeguen a sus intenciones.

Lo anterior no exime al magisterio de la responsabilidad por el lamentable nivel educativo del país. Los maestros somos responsables de a) Permitir que nos impongan planes y programas para adaptar a las nuevas generaciones a las exigencias de las reglas que  la globalización impone, en lugar de promover en nuestros alumnos la formación de un pensamiento crítico. b) De aceptar migajas a cambio de seguir al pie de la letra los lineamientos que en forma vertical nos imponen las autoridades  c) De no tener conciencia de clase porque nuestra cultura política es la que nos imponen, sin pensar que son los asalariados quienes nos pagan, y a quienes  traicionamos cuando omitimos hacer lo que nos corresponde. d) De ser reiterativos en estrategias desgastantes que conducen al menosprecio de la sociedad por nuestra labor, sin considerar alternativas que nos acerquen más a los que pagan nuestros servicios, y f) De no dar importancia a la preparación académica y política que es indispensable en nuestro trabajo.

Carezco de muchos detalles acerca del pobre estado de nuestra educación pública.  Otros colegas, con base en su propia experiencia, podrían enriquecer estos apuntes. Finalmente, creo que debemos empezar a adquirir conciencia social y asumir nuestra responsabilidad como educadores, o la sociedad seguirá criticando nuestro fracaso educativo, del cual somos parte integrante.  El hecho de persistir en nuestra propia ignorancia nos convierte en cómplices. Sin más. ¿No le parece?

Y yo pregunto, mis valedores: ¿con los gobiernos del Verbo Encarnado México ha avanzado de manera inédita? (¿Sí?)

La educación en México

¿Cuál es el dictamen de algunos organismos internacionales, la OCDE entre ellos, respecto a la educación pública que se imparte en nuestro país?  ¿Qué afirma, a su vez, el presidente de México? El pasado miércoles, al poner en marcha cierto programa de Escuelas de Jornada Ampliada, lo afirmó, categórico, el de Los Pinos: En la última década México avanzó de manera inédita en educación.

Para desmentirlo o certificarlo me arrimé a la maestra Graciela Cárdenas,  educadora que ha dedicado su vida a la enseñanza pública en el aula escolar, y que así me responde:

A lo largo de 35 años de trabajo docente en escuelas primarias y secundarias del DF veo la problemática de la educación en nuestro país me doy cuenta de que las situaciones difíciles a las que me enfrenté son cada vez más graves. Como se concluye en el estudio de la OCDE, Organización para la cooperación y el desarrollo económico, el bienestar de los niños mexicanos está muy por debajo del observado en los 34 países que pertenecen a esta organización. De los 45 indicadores evaluados, en 7 de ellos nuestro país ocupó el último lugar, como son los relacionados con la atención médica y mortalidad infantil, oportunidades de estudio, aprovechamiento escolar, embarazos de menores e inequidad social.

Tomando en cuenta que la construcción de la inteligencia se basa en la combinación de la genética y el medio ambiente, podemos comprobar que con estos indicadores no tenemos buenas expectativas para su desarrollo. Empezamos con números negativos, y los maestros no estamos preparados para revertir esta situación social adversa, aparte de que contamos con escaso apoyo institucional.

Hay que agregar, además, la violencia social en la que se encuentra México. Según el estudio mencionado, más de 700 niños son asesinados al año; 3.5 millones de menores trabajan para ayudar al gasto familiar; hay niños involucrados en más del 70 por ciento de los hechos delictivos; la tasa de suicidios de niños se ha duplicado en 20 años y 21 millones de ellos viven en la pobreza extrema.

Por otra parte, la violencia social se refleja en los alumnos en formas diversas que van desde depresión, ansiedad, falta de atención y desinterés por aprender, hasta conductas de agresiones verbales y físicas que llegan a causar daños graves. La falta de preparación del maestro para atender estos conflictos provoca  que se agraven aún más, pues en la mayoría de las veces se  recurre al castigo o a la expulsión en lugar de aplicar medidas que demuestren la forma racional de solucionarlos.

Tocante a indicadores relacionados con la familia también tenemos datos negativos: uno de cada 10 niños no cuenta con el material necesario en su casa para hacer la tarea. Tenemos la tasa más alta de desnutrición infantil entre las naciones de la  OCDE, y nuestro país ocupa el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años a manos de sus padres.

Como en las familias existen carencias culturales muy graves, la limitación en el lenguaje impide la comunicación clara de sus ideas y, por desgracia, los maestros somos también el resultado de esa sociedad, de esas familias y de esas escuelas. Es por ello que sólo podemos transmitir eso mismo que aprendimos, aunque hay quienes, conscientes de esas carencias, buscan opciones para superarlas. La necesidad de preparación continua para docentes se realiza a través de cursos de actualización que anteriormente se impartían los sábados o en vacaciones. Hoy día…

(Esto sigue mañana.)

Nostalgia

Pobre era México, mis valedores, hasta que el Cordero de Hacienda lo ubicó entre los países de clase media. Ayer tarde, a propósito,  regresé a la calle que habité hace unos años, varias cuadras de casonas porfirianas con recios portones que recordaba siempre cerrados, pero caramba, lo que ahora me vine a encontrar: setos parduzcos, banquetas destartaladas, cacarizos muros con tatuajes de grafitos, perracos en brama, cinco deyecciones por cada animal. Frente a mí, brazos abiertos, apenas la sombra de aquel José de los años viejos. En silencio nos abrazamos. Alguno suspiró. En el viento otoñal, tufarada de mal aliento, el trío de voces tipludas, amelcochadas: Eres la gema que Dios... “Extraño sitio donde me fuiste a citar”.

En el zaguán de la casa una mesa con su mantel, cuatro sillas, una cafetera doméstica, cucharas, azúcar, y una mesera que resultó ser… “Oye, ¿no es doña Nilda, de los Montalbán?”

Ella, sí, que a pasitos contados llegó, llenó las tazas, y paso a paso se alejó por el corredor. “Aristócratas víctimas de la crisis. Ahora verás lo que queda de la calleja. Vamos a casa. ¿Sabes que quiero poner mi propio changarro?”

Dejé unas monedas sobre el mantel. Ya en la calle, y según caminábamos: Dios, que en la zona de casonas porfirianas, afrancesadas, cortadas a la medida de las añejas familias de la aristocracia de principios del XX, contemplé el espejo de mi México actual, el del Verbo Encarnado: vejez, incuria, abandono. Conforme avanzábamos:

– ¿No es esta la residencia de los Aréchiga, caballeros de Colón?

El ánimo contristado leí en la ventana, detrás de unas rejas de mucho primor, el letrerito pudoroso: “Clases de piano. Ropajes de niños dios. Se preparan niños para la primera comunión”.  A poco andar, en otra casona un nuevo letrero: “Se renta pieza a dama de buenas costumbres”, y allá, enfrente, ¿qué utilidades  puede reportar a los Gálvez de Céspedes la venta de cochera? Observé la ringlera de “jeans” y chamarras de medio uso, tenis todavía de buen ver, camisetas. Para atraer clientela,   un radiecito con música a medio volumen. Boleros. Y a esperar marchantes.

– No, y los apretados Orendáin, ¿ves?

Ellos, que ya habilitaron uno de los cuartos que dan a la calle, y en la ventana han colocado ringleras de yerbas de olor; sin letrero ninguno, que el pudor mantiene la vendimia en una discreta exhibición. “¿Te acuerdas de la señorita Gracia, la solterona que fue sobrina de curas diversos? La vas a ver”.

La vi. Una puerta que nunca se había abierto, cierta mañana se entreabrió, y ahora así vive, entreabierta –entrecerrada, más bien-, y la Gracia solterona tras una mesita con mantelito de mucho primor, y encima envoltorios diversos con su leyenda: moles, pipián, estofado, tamarindo, jamaica, guajillo y cuaresmeño. Y camarones secos y hojas de infusión. Como a lo furtivo,e silla de bejuco, la solterona. José me hizo señas para cambiar de banqueta. “La narcotiendita de la Nena Durán. Pocas ganancias, que todas se la llevan los de la patrulla”. Y cuando rebasamos un nuevo negocio familiar (antojitos mexicanos, comidas corridas): “Aquí es. En el quinto piso”.

¿Un departamento este huevito? “¿Y tu casona porfiriana?” “Vino el remolino y me la alevantó. Cartera vencida”.

Atardecía. Desde el quinto piso contemplé la ciudad; sentí su pulso, su arritmia, su taquicardia. Marchas, asaltos, plantones, levantones, atorones, el aullar de  ambulancias como mujeres en parto. La calle nuestra, México nuestro, el de la clase media en versión del de Hacienda. (Lóbrego.)

Dolor, consuelo, demandas

La Caravana del consuelo, mis valedores, que en Ciudad Juárez remató su recorrido por la Ruta del dolor con la firma del Pacto ciudadano que exige al Estado, entre muchas otras demandas, la cancelación inmediata de la Iniciativa Mérida, juicio político al de Los Pinos y al titular de Seguridad y exterminio total de la corrupción pública. Así de fácil. Así de sencillo. A la estridencia de la caravana y la desmesura de las demandas, expuse ayer aquí mismo la conciencia y la falta de conciencia de enemigo histórico, teoría que he venido expresando ante todos ustedes con la analogía del tigre y los lugareños. Ahora pronto la fábula de Ratolandia, que imaginó el político canadiense Tommy Douglas y transcribí en este espacio hace algunas semanas, ilustra a cabalidad el concepto de enemigo histórico: según ella las masas sociales somos una comunidad de ratones que se ha dado un gobierno de gatos. Mis valedores:
Ratolandia está gobernada por una gavilla de gatos. Ahí es donde se ubica la conciencia de enemigo histórico. ¿Si estuviésemos conscientes de situación tan calamitosa para todos nosotros seríamos tan insensatos como para exigir a los gatos que muden de naturaleza y por amor a nosotros se priven de su alimento, que somos los integrantes de la comunidad? ¿Exigirles, demandarles, como sí se  exigiría, para provecho común, a un gobierno nuestro, un gobierno aliado, al que obedecer como sus mandantes? ¿Apuntalar nuestra exigencia con la táctica del plantón, la caravana y la mega-marchita, cuando es tarea y obligación perentoria de todos nosotros encontrar las tácticas efectivas, sin salirnos de la ley,  para desplazarlos y darnos un gobierno aliado? Y el final de la fábula:
Cansados de probar un gobierno de gatos negros, que al resultarles dañeros cambiaron por un gobierno de gatos blancos, y luego estos por uno de gatos pintos, maniobra que denominaron coalición, a alguno de los ratones se le ocurre la idea: “¿Y si para |finiquitar de raíz esta situación calamitosa para todos nosotros, integrásemos un gobierno ya no de gatos, sino de ratones?”
¿Ah, con que intentando  subvertir el orden? Y al calabozo. Y a continuar Ratolandia e-xi-gien-do al gobierno de gatos, y a forjarle caravanas por la ruta del dolor. A propósito:
Ayer dije que acabo de escuchar en la radio las opiniones “políticas” de los activistas Isabel Miranda,  Eduardo Gallo, Alejandro Martí y Javier Sicilia. Este último, en especial, surge de la nada como un personaje de arrastre en unas masas sociales laceradas por el Verbo Encarnado,  y válgame, que me alarmé; al escucharlos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y, en general, por la cultura política, con la certidumbre de que  no se adquieren de forma automática porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado, y de que quien posee el don de congregar multitudes adquiere, de forma correlativa, la obligación de estudiar la historia, la realidad objetiva y la teoría política. ¿O un ciego guiando  una comunidad de ciegos?
Recuerdo, a propósito de líderes, muchedumbres y memoria histórica, aquello horroroso que perpetraron Cuauhtémoc Cárdenas en agosto de 1994, repleto el zócalo de descontentos por el triunfo de Zedillo en las urnas,  y A.M. López Obrador, zócalo lleno y Paseo de la Reforma tomado, después de la privatización personal de Los Pinos por parte de algún hijo desobediente del Verbo Encarnado.  (Pero de esto hablaré después.)

Sicalíptica

¿Me atreveré a comunicar a ustedes mi tragedia personal, con semejante tufillo a desvergüenza y cinismo? Aquello fue embarazoso en verdad: tener que usar a mi vieja, cuando ya ni ella ni yo estamos para tales excesos.

Todo eso me sucedió una noche de miércoles.Yo ya me había acostumbrado a la joven recién llegada. Cuando me vi precisado a requerir los servicios de la vieja, válgame, que ni los iniciales manoseos la hacían entrar en calor. Seca, reseca, sin gota de lubricación, que al tentalearla percibía sus articulaciones reumáticas. “Anímate, viejita, tú puedes”. Y dale con las dos manos, e inténtalo con los dedos, pero ella, nada, que a estas alturas de su vida se me ha vuelto insensible a cualquier incitación, así las yemas de mis dedos toquetearan sus puntos sensibles, ahora tan, pero tan insensibles. Y ni cómo revivir un cadáver. (No que más antes, ella y yo, vibrando al unísono. Qué tiempos.)

Insensible, sí, pero no por culpa suya, sino de este insensato, que por la recién llegada la abandoné durante años. Si la pobre hubiese sido estimulada de vez en cuando no porque me proporcionase placer sino por que no se marchitase del todo, ahora, tal como cuando era joven (cuando éramos jóvenes), podría dar de sí; no que ahora me estaba dando de no; y qué hacer. Derrotado en mis intentos, pensé, con Neruda:  “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Melancólico.

Esa noche la requerí, y por principio de cuentas me la acerqué al pecho, la sobé con mis manos y válgame con mi vieja, qué respuesta frustrante: ella reseca, impaciente yo; ella insensible, yo con los entusiasmos que de tan ruda manera se me iban enfriando. (Y qué hacer, sino…)

Pero yo soy tenaz, y andaba excitado. Cuando me convencí de que con la vieja todo era inútil pensé en la práctica de mi juventud, y a echar mano de la técnica manual. A mis años. Muy animoso comencé, pero no, que al esfuerzo me fui desinflando, lástima.

Total, que ni con la vieja ni a lo manual, y ahí el dilema ¿renunciar al intento, cuando las imágenes excitantes me acalambraban la mente? Con brusquedad hice a un lado a la estéril y también renuncié al intento manual. Qué desaliento, qué sentimiento de frustración. En la penumbra del íntimo recinto de mis escarceos permanecía en silencio, respirando gordo, aguardando una mejor ocasión. (Qué pena, no debería ser tan explícito, pero en fin.)

Recordé: tengo una amiga ducha en estos menesteres, ¿la llamaré por teléfono? Pero ella, a estas horas ya a punto de ir a la cama (a su cama), qué puede hacer. Tengo también un amigo,  ¿pero llegar al extremo de molestar a un varón, sabiendo que en el trance en el que me encuentro nadie, que no sea hacerme la labor por propia mano, lo puede llevar a cabo por mí? Mis valedores:

Fue así como descubrí mi inutilidad para escribir a mano después de comprobar cuánto se ha deteriorado mi vieja máquina de escribir, que el tanto de décadas me acompañó en el oficio de escritor, y cuánto dependo de la recién llegada computadora. Esa noche me fui a la cama, y herido por la frustración, pensaba: ¿en un país civilizado dejarían a toda una colonia inutilizada horas y días por falta de luz? Y sin energía eléctrica qué pudiesen hacer mi amiga y mi amigo, técnicos en electrónica.  Total que ayer, a media mañana…

Dos de Luz y Fuerza se estacionaron enfrente, y trépate a la escalera, y el tanto de tres minutos jurgunearon cables, y  hágase la luz. “Un papalote trasroscó los cables”. Y el remate nacional: “Ai pal chesco, ¿no?” (Ah, mi país.)

¡E-xi-gi-mos!

El activismo social, mis valedores. La Caravana del Consuelo ha culminado su recorrido por la Ruta del Dolor,  siempre custodiada por la “sublime” acción de un contingente de “sacerdotes cívicos”. Ahora, con la dicha Caravana del Consuelo ya situada en el vértice y en el vórtice del Dolor, donde la ubicó un cierto comentarista, sus dirigentes han firmado un Pacto ciudadano en el que exigen al de Los Pinos, entre otras demandas a cual más de “sensatas”, “cancelar la Iniciativa Mérida, fin inmediato a la estrategia de guerra, desmilitarizar el país, retiro del fuero militar y que el ejército regrese de inmediato a sus cuarteles”. No más.
Y qué decir de “juicio político al de Los Pinos, al Secretario de Seguridad Pública y al de la Secretaría del Trabajo”. ¿Qué no fue suficiente? Al documento se le añadió “la explicación de las fortunas de individuos como Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo y la resolución inmediata de todos los casos pendientes de asesinatos y desapariciones forzadazas de luchadores civiles”. Fácil. Factible. Mis valedores:
En la anterior emisión de nuestro programa Domingo 6, de Radio Universidad, me referí a la conciencia de cambio histórico que precisamos, que sólo nosotros lo podemos y debemos llevar a cabo, y del enemigo histórico de ese cambio, que es el Sistema de poder. El famoso “nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución”, del EZLN. Cité, para ejemplificar el concepto de “enemigo histórico”, la fábula de Ratolandia, del político canadiense Tommy Douglas, que reproduje aquí mismo hace varias semanas, donde una comunidad de ratones se dio un gobierno de gatos, y con todo y lo que los tales devastaban a la comunidad, por falta de conciencia de enemigo histórico los ratones seguían considerándolos sus aliados, votaban por ellos, les exigían que dejaran de depredarlos y para presionarlos se vivían forjándoles  plantones,  caravanas y mega-marchitas que tanto la historia como la realidad objetiva les juraban a gritos que el gato en turno en Los Pinos “ni los veo, ni los oigo, ni los siento. No se puede, y háganle como quieran”. Pero para un roedor es tan difícil pensar. Mis valedores:
Un ejercicio de autocrítica sobre el resultado que han arrojado  nuestras tácticas y estrategias frente a los gatos nos llevaría de manera lógica a la conciencia de que no han sido las adecuadas porque no enfrentamos un gobierno aliado, sino al del Sistema de poder. Y aquí un hecho que me parece trágico: por estos días he escuchado en la radio las opiniones políticas de los activistas Sra. Miranda de Wallace, Eduardo Gallo, Alejandro Martí y el propio Javier Sicilia, y créanme: oyéndolos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas, con su catálogo de “buenas intenciones”, y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y la cultura política en general, con la  certidumbre de que  no se adquieren de forma automática, al modo de la ciencia infusa,  porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado.
Así que en el recién firmado Pacto, mis valedores, “contralorías ciudadanas para el revocamiento de mandato de todos los funcionarios corruptos y plantones frente a las instancias con exigencias correctas”, Dios.
Pero ahí, de repente,  surge como elemento alentador un vocablo en verdad contundente: boicot. Y qué efectivo resultaría si las masas sociales, más allá de la multitud, de la muchedumbre espontánea, estuviesen ya organizadas en unidades autogestivas, con verdadera fuerza popular. (Sigo después.)