Activismos y caravanas

El activismo social, mis valedores. La Caravana del Consuelo culminó su recorrido por la Ruta del Dolor,  a todas horas custodiada por el ejercicio “sublime” de un contingente de “sacerdotes cívicos”. Ahora, con la dicha Caravana del Consuelo ya ubicada en el Vértice o en el Vórtice del Dolor, según la expresión del reportero, sus dirigentes han firmado el Pacto Nacional por la Paz, en el que exigen, entre otras demandas a cual más de “realistas”, la revocación de funcionarios corruptos, la vuelta inmediata del ejército a sus cuarteles y juicio político a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, y al presidente Calderón. Para hoy mismo, jueves, está programada la entrevista que sostendrá el repentino activista Javier Sicilia con los dos condenados al juicio político, surrealismo esperpéntico.
La Caravana del Consuelo contó con el apoyo de diversas organizaciones no gubernamentales y grupos sociales agraviados en su persona, en sus hijos, en sus familiares, por el gobierno del Verbo Encarnado. Y aquí lo asombroso, y lo lamentable también, a reserva de juicios en contra:
Por estos días he escuchado en la radio las opiniones políticas de los activistas Eduardo Gallo, Isabel Miranda, Alejandro Martí y Javier Sicilia. Al oírlos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y, en general, la cultura política, con la certidumbre de que  no se adquieren de forma automática porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado. Y el elemento hepático, visceral:
“Nunca había llorado tanto”, confesó Emilio Alvarez Icaza, defensor de los derechos humanos, al final de la Ruta del Dolor, tan emotiva resultó la multicitada caravana. Tales palabras me llevan a reflexionar en la síntesis del verdadero revolucionario, y no pienso en armas de fuego: “caliente el corazón, pero fría la cabeza”. Pero aquí lo asombroso y, a mi juicio, trágico:
A la susodicha caravana, según informaciones y crónicas periodísticas, se ahijaron también algunos representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. De no creerse: aquel primero de enero de 1994 el EZLN se levantó en armas contra el gobierno neoliberal de Carlos Salinas y la entrada del país al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. El propósito era cambiar de raíz y  con la fuerza armada las estructuras de un Sistema de poder negativo para las masas sociales, cambio que habría de rebasar el carácter de coyuntural y constituirse en un cambio histórico, cuya estrategia sintetizó en media docena de palabras: “nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución”. Nada más, pero nada menos. El Sistema, de forma automática, se convirtió en el enemigo histórico de dicho cambio. La empresa, para los  encapuchados: derrotar  o ser derrotado por el Poder, porque al  enemigo se le vence, no se le exige.
De no creerse: un EZLN  que arma en mano intentó el cambio de estructuras en el país ahora marchaba con el resto de la caravana a lo largo de la  Ruta del Dolor exigiendo a ese mismo Poder al que años antes había declarado su enemigo histórico. Mis valedores:
Un ejercicio de pensar y de autocrítica sobre el resultado que han arrojado  nuestras estrategias frente al gobierno en turno  nos llevaría de manera lógica a la conciencia de que no han sido las adecuadas porque encaramos no a un Poder aliado sino a uno que medra de nuestra debilidad, y que  ha sintetizado el antídoto contra esas formas de lucha. (Seguiré con el tema.)

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