Nada hay nuevo debajo del sol

Cuando se aproximan las elecciones la política entra en celo y los políticos se animalizan y no atienden a nada que no sea el orgasmo electoral.

Porque nos puede servir de contexto, mis valedores. Dicho hace seis años en nuestro programa Domingo 6 (Radio UNAM),  ¿difiere de lo que hoy se afirma o se niega en la estridencia verborreica del gradualismo, del  cortoplacismo? Juzguen ustedes.

Y cuántos barriles de tinta, cuántos charcos de saliva se arrojan en el análisis del tinglado que el Sistema de poder la levantado para remachar la manipulación de unas masas ávidas, dependientes y desprotegidas, con nuevas paladas de carbón a la caldera politiquera  que acaben de  enfervorizar a los esperanzados a favor de este y en contra de aquél de los cinco candidatos no de todos nosotros, sino del Poder. El enajenado con la política de corto plazo:

– ¿Para ti quién ganó el debate? ¿Afectó la ausencia de López Obrador? ¿Y las propuestas de Campa, de Patricia Mercado,  de Calderón? ¿Tú le crees a Madrazo?

Al hipotético preguntón le respondo: ¿qué dice, al respecto, la historia? ¿Del primer Nopalito al actual se ha producido ese cambio que de aquel Pascual al  Vicente de hoy día prometieron a las masas sociales? ¿De Ortiz Rubio a Fox cuánto se ha depreciado el poder adquisitivo del asalariado y crecido el de los Slim? Los candidatos, ¿son nuestros candidatos, líderes naturales que  desde la fábrica, la oficina, el pequeño comercio o el agro, han venido trabajando con nosotros en la tarea de modificar para el bien colectivo las condiciones dificultosas del paisanaje? ¿Los candidatos, por contras, no lo son de los partidos políticos? ¿Son de la base social de los tales partidos o de la cúpula? ¿El Poder es aliado nuestro en la tarea de lograr ese cambio histórico que con tanta urgencia necesitamos, o es enemigo histórico de ese cambio, que significaría sustituirlo por un gobierno al que habremos de obedecer como sus mandantes? Ese cambio, ¿es tarea del Sistema o de todos nosotros? El insistente:

– ¿Pero en el debate del pasado martes quién resultó vencedor?

– Pregúntele a su vecino, a su pariente, al compañero del taller o la oficina.

– ¿El tiene cultura política y está autorizado para darme una respuesta satisfactoria?

–  El sabe tanto como usted mismo, pero escuche su respuesta y sabrá que su criterio político, como el de todas las masas del país, está perfectamente moldeado,  modelado y condicionado, por los voceros oficiosos de radio, medios impresos y, sobre todo, de Televisa y TV Azteca. Pero eso sí: cada uno de los que den a usted su opinión van a estar convencidos de que tales son sus opiniones, no las de los enajenadores de radio, periódicos y televisión.

– Bueno, sí, pero el debate.

– Copia de prácticas gringas, que una claque política tan mediocre como la mexicana no es capaz de crear, además de que la condiciona su vocación colonial.

– Pero la votación…

– La votación. Los votantes tenemos plena libertad de elegir al candidato que nos ofrezca los mejores proyectos de gobierno, pero no el poder para obligar al  candidato a que  cumpla sus compromisos de campaña. ¿Qué nos dice la historia en torno a promesas y realizaciones de LEA, JLP, el primer mediocre de las cejas alacranadas (De la Madrid) y Salinas, Zedillo, Fox?

Pero el esperanzado irredento: Bueno, sí, pero con AMLO va a ser distinto. O con  Madrazo, Patricia Mercado, Campa Cifrián. ¡Con el chaparrito Calderón ya la hicimos! Tan buena gente como parece…

Es México. (Mi país.)

El orgasmo del voto

En las elecciones los políticos mexicanos creen que pueden ganar, y el olor de la victoria los empuja a arrollarlo todo. Buscan con desesperación el orgasmo de los votos, y como se están disputando a la hembra electoral, rechinan los dientes amenazantes, lanzas acometidas salvajes y tiran zarpazos sin recato alguno.

(L.M. Anson, citado por F. Arreola.)

A tiro de piedra, mis valedores. Nuestro voto se ubica a la distancia de cinco días del siguiente domingo, cuando todos los votantes vamos a sufragar. A cruzar una papeleta, y ya. Es todo. Ahí termina el papel activo de las masas sociales en el terreno del ejercicio político que se rige por el sistema de la democracia representativa. De ahí en adelante el  triunfador en los comicios va a mandar sin obedecer, y los votantes a obedecer sin mandar. Democracia representativa.

En fin. La caldera político-electoral se requema en plena ebullición, con una presión tal que  la  aguja marca la línea roja. Ya irá cediendo de manera paulatina y aminorando los hervores, y lo inevitable: muchos de los votantes caerán en la exaltación y otros tantos en la inconformidad o la resignación.  Qué más. Qué otra cosa se puede esperar de esa maniobra ambigua que los mercachifles nos han vendido,  carísima, por democracia.

Eso, a partir del domingo próximo. Por hoy, mientras tanto, el ánimo colectivo  anda a estas horas bailando al son que le toca la diarrea de opiniones, consideraciones  y puntos de vista que se generan en radio, televisión y medios impresos, y al ritmo del son verborreico la masa social ya se alegra o se enfurece, ya se alienta o desanímase, sin detenerse a reflexionar en qué medida piensa con cabeza propia o ajena, y que el suyo puede ser un estado de ánimo inducido por intereses ajenos; contrarios, incluso, a los de las masas sociales.

Hoy, por lo pronto, padecemos el tiempo de las encuestas, imitación servil de sistemas políticos como el del vecino imperial. A estas horas nuestro país se estremece y convulsiona al sonoro rugir de la encuesta de opinión. «¿Qué opina usted de..?»  Esto, cuando otra debe ser la pregunta fundamental: «¿Sabe usted algo del tema?» Y una más: «¿Usted qué sabe del tema

Pero no. Nuestro amor propio nunca se privaría de contestar cualquiera de las preguntas de cualquier entrevistador sobre el más abstruso, el más complicado de los temas propuestos. «Yo opino que…»

Las encuestas. En torno a la escandalosa proliferación de encuestas que se han perpetrado, sé lo que digo, se escandaliza el matutino español:

«Los medios mexicanos están completamente inmersos en la batalla de las encuestas (…) Desde la campaña presidencial de 2000 -que acabó con Vicente Fox como ganador y supuso la alternancia de Gobierno- las encuestas electorales comenzaron a vivir una edad dorada que en la campaña de este año se ha convertido casi en una fiebre. Según los últimos datos del IFE, entre el 12 de abril y el 26 de mayo se publicaron 680 encuestas. Una media de catorce al día«.

Pues sí, pero la plaga de las encuestas no viene sola, que la acompaña un achaque más: el debate. Tres se han ejecutado, y alguno de los candidatos, al pretexto de que ese ejercicio representa un muy valioso material para que el votante posea materia de juicio a la hora de cruzar la boleta electoral (algo por demás improbable), ¡pedía una docena!

El debate. A propósito y a modo de comparación muy a propósito como para leer entre líneas: uno de los debates del sexenio anterior, AMLO ausente… (Sigo mañana.)

La fe del carbonero

Cuando el nivel de educación de la población no es el adecuado, el candidato que más promete tiene altas probabilidades de ganar una elección, sabiendo que no podrá cumplir y termina por defraudar a quienes a lo ingenuo confiaron en él (…) Con el tiempo la gente aprenderá las lecciones de la historia y terminará por votar conforme a sus más profundas convicciones y no de acuerdo a sus emociones motivadas en discursos demagógicos y vacíos de sentido».

(M.A. Bovero,  Univ. de Turín, citado por el articulista.)

El proceso «electoral» y las masas sociales. En relación a los candidatos presidenciales una mayoría de votantes se prende a la esperanza del santito sexenal y no admiten disidencias ni herejías de ningún tipo. A mí, que no manifiesto efervescencia por ninguno de los presuntos, quienes ponen su esperanza en Peña me tachan de obnubilado, y de obtuso los esperanzados en López Obrador.  A la hoguera el relapso. Y cómo no, si en mi periodismo no doy trazas de depositar mi esperanza en ninguno de los presuntos. Los obcecados tienen razón: a quemar al réprobo.

La tienen, porque para mí ninguno de los candidatos del Sistema de poder, que no de nosotros, las masas sociales,  es el santito sexenal que interceda ante Dios para que nos mande la lluvia o nos detenga la inundación.  Yo cómo pudiese proceder de ese modo, si me apoyo en la historia, esa estrella polar de todo analista objetivo y carente de mala fe. Yo con sus enseñanzas compruebo que los intereses que se juegan hoy no son los de las masas sociales, sino de forma exclusiva los del Sistema de poder, como lo fueron los del anterior sexenio y los de sus predecesores. En por ello que ni tengo preferencia por ninguno de sus candidatos ni me aferro al recurso del pensamiento mágico que se tornó dogma indestructible, calcárea sobrevivencia de un mundo de magia y encantamiento del hombre de la caverna prehistórica. ¿Sabía alguno de ustedes que en las sequías recurrentes que azotan la región de Jalisco los feligreses de la Virgen de Zapopan pasean a la Generala  por las riberas del lago de Chapala?

Y a esto quería yo llegar. Una vez que el candidato nos ha fallado en proyectos, compromisos y promesas de campaña, a demandar de inmediato su cumplimiento con el recurso de la marcha, el plantón y  las concentraciones de multitudes que han tomado la calle y ¡e-xi-gen que se produzca el prodigio. ¿Qué ocurrió con las multitudes que en el 2006  e-xi-gían  a gritos el recuento voto por voto y casilla por casilla? ¿Qué resultado benéfico para los partidarios del candidato derrotado (por las buenas o por las malas) acarreó  la toma del Paseo de la Reforma? Yo (mírenlo en la página valedor. org), palabras más o menos dije a López Obrador en la fabulilla correspondiente publicada en la fecha: «Ya mostró usted sus armas, y son las del derrotado». Acerté, y no porque sea profeta, sino porque estudio y asimilo las lecciones que ofrece la historia. Sin más.

Pues sí, pero esas desaforadas ganas de creer, de no perder una desfalleciente esperanza. En la compulsión por adecuar al candidato de su preferencia a sus propios deseos y a sus necesidades, los del fervor inducido no advierten o no quieren advertir que su santito de yeso trae su propio proyecto de gobierno, personal y de grupo, y  que ese proyecto no es el de los votantes, y aun resulta contrario al interés de todos  nosotros.  ¡Malhaya sea el pensamiento mágico de unas masas que por no confiar en sí mismas delegan en el santito de terracota! Es México. (Nuestro país.)

Ya nos tomaron la medida

Fue noticia en el matutino del domingo pasado:  «En México, tres de cada diez mujeres votan por quien ordena su pareja. Los estados con mayor porcentaje de ciudadanas que piden permiso para decidir por quién votar son Chiapas, San Luis Potosí, Durango, Coahuila e Hidalgo».

Para certificar la noticia: en las pasadas elecciones el reportero recorrió diversos puntos de la ciudad y entrevistó a diversas mujeres, entre ellas una vecina de por el Centro Histórico: “Señora, ¿fue usted a sufragar en las pasadas elecciones?”

– ¿Yo? No, fíjese que yo no fui a votar, lástima. Es que vi que ya iba a ir mi marido, y entonces le dije: “yo le voy al que tú escojas, total, de todas maneras va a ganar el de siempre, ¿no? O sea el PRI”.

Mis valedores: ¿para semejante cultura política tanta alharaca de IFEs, TRIFEs, debates, encuestas, «spots», y nosotros paguemos una factura de decenas de miles de millones? Ya nos faltaron al respeto. De la cultura del voto: ¿a cuánto ascienden las cifras del abstencionismo y el voto anulado en cada proceso electoral? Qué elocuente, al respecto, la citada encuesta con amas de casa en distintos puntos de la ciudad: “Señora: ¿votó usted el pasado proceso electoral?”

– Bueno, no, yo no fui a votar, la verdad.

– ¿Por qué no fue a cumplir con un deber y un derecho cívico del ciudadano?

– Porque el domingo me tocó lavada. Pero para el próximo domingo, primero Dios, no voy a fallarle a las elecciones. Me voy a dar un tiempito.

A una vecina más: “Señora: ¿usted votó en las pasadas elecciones?”

– ¿Votar yo? ¿Para  traer todo el día mi pulgar amarillo? Mire mis manos: limpiecitas.

A una joven: «Señorita, ¿fue usted a votar?»

– No, yo no fui a votar. A mí me cae bien el del PRD, pero ni de chiste que iba a votar por él. Estoy tan salada, dije, que voy, voto por el perredista, y lo más seguro es que pierde las elecciones o los del PRI le hacen tablas el triunfo. Ya sabe usted: urnas embarazadas y esas cosas. Entonces mejor seguí con mi quehacer.

El reportero se acercó a una señora que iba pasando:

– No, no fui a votar. ¿Y sabe por qué no fui? Por consejo de mi confesor. A mí me dijo el padre de mi parroquia: “No votes, hija, mejor arrodíllate y pídele a Dios que mejor salve a este desdichados país”. Me hinqué a rezar por México.  Fue mejor que votar, ¿no?

Interrogada  otra «ciudadana»: «No, fíjese que ese día me fui de día de campo allá por el Desierto de los Leones. Encontré una casilla y quise votar, pero no me dejaron. Querían que fuera a votar a la casilla que me corresponde, y no, apoco me iba a regresar hasta la San Juan de Aragón, donde vivo con mis suegros».

– ¿Por qué no se regresó a la casilla correspondiente y hubiese cumplido con un deber de todo ciudadano.

– ¿Y regresar con toda la comida ya preparada?

Finalmente la respuesta de una vecina de la Martín Carrera:

– Fui, pero no me dejaron votar.

–  Hicieron mal. Así que no le permitieron emitir su voto.

– No, ¿usted cree?

– ¿Por qué no la dejaron votar?

– Porque no me admitieron mi credencial.

– No entiendo, ¿en la casilla correspondiente no le admitieron su credencial de elector?

– No, bueno, es que no era precisamente la credencial de elector, pero sí era mi credencial de LICONSA, para comprar la leche a precio especial. ¿Usted cree?

La encuesta finalizó, y a propósito: ¿sabemos en qué consiste la democracia? La democracia liberal en sus vertientes social, formal, participativa, ¿la conocemos? Lo dicho, mis valedores: ya nos tomaron la medida.  (Es México.)

El minotauro y las masas

¿Y qué, ya la olla en pleno hervor? ¿Ya lograron obsesionarnos con los cuatro magníficos? ¿Ya andamos obsesionados por dilucidar el dilema: cuál de los cuatro será el mejor? Vale, entonces, la pregunta fundamental: ¿existe alguna diferencia entre propuestas, promesas y compromisos de los cuatro candidatos del Sistema de poder? ¿Qué diferencias se advierten entre los proyectos de este frente a los de aquél?  Un Peña que a metros de distancia de sus adversarios ha enumerado propuestas a metros de distancia del candidato de la Gordillo, pongamos por caso. ¿No es el de Quadri un catálogo de buenas intenciones semejante al de Peña y al de los otros dos? ¿Y entre los cuatro de hoy y los de anteriores sexenios se advierte alguna diferencia?

Mis valedores: ¿qué fue del catálogo de buenas intenciones de Ortiz Rubio en 1930 y los subsiguientes, hasta su actual copia al carbón y  los candidatos? ¿De ahora en adelante, con alguno de estos cuatro vamos a mejorar? ¿Por qué? ¿Creer en ésos no significa transitar por los terrenos de la milagrería, la bruja blanca y el pensamiento mágico? Más allá de promesas de cambio en los procesos electoreros que van de 1930 a la fecha, ¿qué ha ocurrido con este país, cuando naciones que avanzaban a la zaga del nuestro nos han rebasado?

Por cuanto a la maniobra que ante el proceso electoral ejecutan por estos día todos los medios de condicionamiento de masas, ¿hay alguna diferencia entre el manejo actual del proceso y el de anteriores sufragios? ¿Y entre las épocas previas a un proceso electoral y las de unos juegos olímpicos, una pelea de box o un encuentro futbolero? ¿No es la credibilidad de las un síndrome de inmuno- deficiencia adquirida que nos pone en manos de los manipuladores de los medios impresos y electrónicos, comenzando con la televisión? ¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar a quién o a quienes benefician y a quién o quiénes perjudican las descomunales campañas de promoción, de manipulación, de enajenación, que a las masas nos salen costando decenas de miles de millones de pesos?

¿Vale la pena seguir delegando en el Sistema porque seguimos creyendo que por amor a nosotros ese Poder va a ceder Los Pinos a algún aliado de todos nosotros? Los cuatro candidatos, al igual que la partidocracia que los propone,  ¿son nuestros candidatos o lo son del Sistema de poder? ¿Esos no forman parte esencial de la  super-estructura que detenta el poder? De ser así, ¿los intereses de los candidatos serán los de las masas sociales o los del Sistema del que forman parte?

Cautivas y extraviadas en su laberinto, las masas sociales deambulan en busca de la salida. Les urge encontrarla, ya que en el corazón del laberinto las reduce a la pobreza un Minotauro hambriento y feroz. ¿Cuál de los aspirantes al puesto de Minotauro (ese que de nuestro cautiverio recibe su vida y razón de ser) será el que nos muestre esa salida que nos urge para dejar nuestra condición de víctimas de los Minotauros del poder? ¿Alguno de los cuatro nos sacará del laberinto, que significaría su extinción y la de todo el Sistema?  ¿Exigir al Minotauro, a la manera de los integrantes del movimiento de Paz con etc., que realice esa maniobra? Tenerlo presente, mis valedores: los votantes obedecemos sin mandar, y el Minotauro manda sin obedecer. Siniestro.

Pero sí, el 1o. de julio vamos todos a votar. Ejercemos un derecho y cumplimos con una obligación cívica.  ¿Cómo vamos a sufragar, por quién, por cuál? Esa es una prerrogativa de cada quién. (México.)

¿Tontos los televidentes?

Los medios apodados de información, mis valedores. De comunicación. Vivimos en el país un tiempo de efervescencia politiquera que se agudiza conforme se acerca el proceso electoral del 1º. de julio. Entre los protagonistas centrales de este ambiente electrizado se cuentan los “medios”, con predominio de los audiovisuales, que moldean el criterio de unas masas sociales no siempre conscientes de tal fenómeno, de manera que toman como suyas opiniones y decisiones que se les imponen desde los dichos  “medios”.

Pues sí, pero que nadie critique tal situación, porque los conductores de la programación televisiva: “¡No tomen por tonta a la gente!” Y un López Dóriga, conductor de alguno de los más exitosos programas de Televisa:

– Quien diga que manipulo la información no solamente me falta al respeto sino al público en general. Si alguien es verdaderamente profesional para ver televisión en México es la misma gente, detecta inmediatamente cuando se le engaña! (Sic.)

Y el “verdaderamente profesional” se cree la engañifa. Aquí, porque pudiesen alertar a algunos, cito opiniones de analistas diversos sobre el fenómeno de la manipulación, con una pregunta previa: ¿ustedes cuántas horas de su diario vivir dedican a la televisión? ¿El domingo pasado cuánto tiempo permanecieron frente al cinescopio o la de plasma? ¿Cuántos libros habrán leído durante el 2011? ¿Y así se escandalizaron ante la ignorancia que exhibió algún atolondrado candidato presidencial? ¿Saben ustedes qué factor los motivó a reaccionar a lo desmesurado? ¡Los medios audiovisuales, sin más! Los analistas:

“No existe la información por la información. Se informa para orientar en determinado sentido a las diversas clases y capas de la sociedad y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas. Es decir se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total”.

Por otra parte, “el grueso de las ganancias de los ‘medios’ no proviene de la ‘venta de noticias’, sino de las ventas de espacio para otras empresas,  principalmente al gobierno. Ellos le darán o negarán subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida en que prensa escrita, radio y televisión defiendan los intereses de los anunciantes”. Sin más.

“En tanto instrumentos, los ‘medios’ no juegan otro papel que el que les asignen sus dueños. Es así como pueden ser instrumentos de cultura o de incultura, de dominio o de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para elevarlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quiénes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social”.

De qué clase social. Mis valedores: ¿calculan ustedes el monto de la inversión que representan  el duopolio de TV, una estación de radio o los medios impresos? ¿De qué clase social estarán al servicio? ¿La respuesta no es obvia?

“Al seleccionar las noticias que apoyan su propia política y omitir otras, los ‘medios’ producen en la mente de las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, lo cual se realiza dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. Por interés económico, para privilegiar el de los patrocinadores y someter al usuario, el dueño lo atiborra de nota roja y escándalos, sexo y telenovelas, futbol y todo lo demás que alimenta a las masas sus bajos instintos”.  

La manipulación de los ‘medios’ da para mucho más. (Volveré con el tema.)