¡Somos (?) campeones!

Llegó el alimento, mis valedores. Ha llegado el maná para esa  Perra Brava que se agostaba por falta de su sustento espiritual. Porque hasta ahora bastimento y opiáceos que la mantenían con vida (vida es un decir) eran los jeringazos de escándalo (Lady Profeco, Granier, Góngora, Romero Deschamps y nieto del Murillo titular de la PGR)  y la lavativa de hemoglobina (la nota roja, “reina absoluta del réitin”) que le embombilla la pantalla de plasma. Pero ahora llegó la comida (el bodrio)  para los pobres de espíritu. A la regazón de cadáveres se añadió  el clásico pasecito a la red que les  ha aprontado el duopolio de la TV. Banquetazo de pan y futbol,  muy  poco de lo primero, pero del otro hasta reventar, por más que de calidad ínfima. Ah, Perra Brava

Decir Perra Brava es remitirnos a la manipulación de esas masas enajenadas que el domingo pasado,  más allá de la carestía de la canasta básica, pagaron el costo de su boleto, atascaron el Goloso de Santa Ursula y practicaron ese lóbrego onanismo mental que consiste en vivir peripecias ajenas y tomar como propias las “hazañas” de unos alquilones del balompié que por practicarlo cobran altísimos sueldos. El fanático, en tanto…

Mírenlo ahí,  aplastado a dos nalgas en el graderío, calientes cabeza y garganta y las tripas empantanadas de agave y lúpulo, fanatismo en que caen también los compadres frente al televisor. Miren la cáfila de  enajenados jugando a ser  héroe por delegación: lonjas y  vientre fofo  a la mitad de su edad, esos no juegan, no saben jugar, no tienen condición física para correr unos cuantos kilómetros, pero qué  forma exaltada de vibrar y sentir como propias las acciones de los alquilones. “¡Ganamos! ¡Goleamos”. “Perdimos por ese árbitro vendido».

¿Ganamos? ¿Perdimos? ¿Nosotros, ustedes? Ridículo. Y si no, juzguen ustedes el mensaje que llegó a mi correo. Ya a punto de borrarlo le eché una ojeada, y válgame con los alardes del fanático. Aquí, respetando mayúsculas y sintaxis, va la parte sustancial del mensaje del ingenuo que asumió como propias las “hazañas” ajenas:

“¡Ya lo pueden gritar Este título es nuestro y no lo íbamos a regalar. La afición respondió como lo que es. ¡Somos campeones! Millones festejan, millones lloran, millones se abrazan…

somos: CAMPEONES.

El primer tiempo fue duro, difícil, peleado, intenso y sin goles…

Y sucedió, ¡la gente lo empató! Sí, lo empató con ese apoyo impresionante que le enchinó la piel a todos los presentes. La gente empató el marcador con goles de (aquí un par de nombres) en cuestión de pocos minutos…

En el aire se podía respirar el gol, ese gol que habíamos esperado nada más que 13 años y que estaba aguardando porque alguien se pusiera el traje de héroe para anidarlo en las redes y hacer que medio país gritara ¡CAMPEON!

Todo una fiesta, todo un carnaval que a muchos nos durará toda la vida. El himno del equipo se tocó una y otra vez, cada una de ellas coreada y cantada por todos los presentes, al igual que el Dale campeón, dale campeón, seguido del ´Palo palo palo, palo bonito palo ehh, ehh ehh ehh somos campeones otra vez…

La fiesta no terminó y no terminará durante mucho tiempo. El América ES CAMPEON, Y AHORA SÍ, ¡¡¡Haber (sic) quién nos aguanta!!!

VENGAN CAMPEONES, FESTEJEN QUE ESTE TITULO YA ES

NUESTRO!!! EL NUESTRO, EL MÁS GRANDE!!! 13 TITULOS Y HABER QUIEN NOS ALCANZA!!! GRACIAS A TODOS LOS QUE NOS DIERON ESE TITULO!! ¡¡¡YA SON HÉROES..!!!»

Ah, los mediocres. Ah, los pobres de espíritu. Ah, los… (Seguiré con el tema.)

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