La iglesia de los pobres

 La visita del Papa a México es utilizada por fuerzas y “medios” de derecha. Ellos son los que instrumentan figura y mensaje papal. Los sectores conservadores de la Iglesia en México siempre tratarán de ganar para sí el mensaje del papa. La ambigüedad papal deja las puertas abiertas.

Y que cuando un Sistema de poder, por privilegiar el interés de unos cuantos, perjudica el bien común, la Iglesia no sólo debe denunciar la injusticia, sino enfrentarla. Para liberarla de las ataduras temporales con el Poder ha de separársela del Estado. Ello la hará más libre de compromisos y mostrará que para realizar su misión, afirman los teólogos de la Iglesia de los pobres, confía más en la fuerza del Señor que en la  del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados, sus inquietudes y sus luchas.

Pero ello empuja a los teólogos a la confrontación con inquisidores y nuncios apostólicos, situación agravante «porque, consideramos un derecho y un deber denunciar como señales del mal la injusticia salarial, las privatizaciones del pan cotidiano, la explotación del pobre y de la nación y la opresión de la libertad».

– Nadie debe dejarse intimidar por esos  “celosos” de la “pureza” y la “dignidad” de la acción sacerdotal religiosa, que tachan de “política” tal intervención de la Iglesia. Tan falso celo encubre la intención de imponer la ley del silencio cuando urge prestarles voz a quienes sufren la injusticia, y es apremiante desarrollar la responsabilidad social y política del pueblo de Dios y ayudarle a liberarse de las esclavitudes a que lo tiene sujeto la injusticia y el odio, la ignorancia y el pecado, el hambre, la miseria, la opresión…

La teología de la Liberación, esa Iglesia de los pobres que Karol Wojtyla y Ratzinguer trataron de asesinar, sigue viva con la guía y la mística del Evangelio. Tras el fracaso del desarrollismo los inconformes se lanzaron a la guerrilla, que se frustró junto con  la «vía electoral». Entonces surge con fuerza esa corriente viva del Evangelio en la que seglares y sacerdotes, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de una Iglesia que rompa su complicidad con un orden social injusto. En una renovada fidelidad al Señor  se comprometen con el Evangelio y vinculan su suerte con la de aquellos que sufren miseria y opresión. La iglesia de los pobres.

Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, intentan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al Evangelio que ella predica, comparta su suerte con la de aquellos que sufren miseria y despojo. En fin.

Súbita e inesperada fue la decisión de Ratzinger. Renuncia a la silla de Pedro para irse del mundo y refugiarse en algún antiguo convento de monjas dentro de la ciudad de El Vaticano. Ante esa ocurrencia inédita el mundo aguarda al sucesor. ¿Un reaccionario al tamaño de los dos anteriores? ¿Un cristiano de la talla de Juan XXIII, el «Papa bueno» del Concilio Ecuménico con el que intentó sacudir  a la Iglesia  de su polvo medieval? ¿Alentará la labor de la Iglesia de los pobres que a su hora mantuvieron  viva  los Casaldáliga, Cámara y Boff,  y acá entre nosotros  don Sergio Méndez Arceo y el «Tatic» Samuel Ruiz García, que a su muerte dejó como  heredero de su apostolado al obispo Raúl Vera? (Beneméritos.)

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