De burladero, la banda presidencial

Los técnicos que instalan en la página de El Valedor el material de nuestro espacio comunitario de Domingo 6,  que se transmite por Radio UNAM, se encuentran entrampados para el efecto. Aquí reproduzco, por ello,  la parte inicial de lo dicho el domingo anterior sobre un tema que considero de requemante actualidad. Juzguen ustedes.
Horroroso el panorama político de nuestro país, que una lengua pronta, lengua suelta, ha convertido en olla de aguas sucias y revueltas, de inmundicia y basural. Una vez más, como a resultas de la guerra de lodo que aplicó en el proceso electoral del 2006, sus palabras reviven la lastimadura que dividió la comunidad en dos gajos irreconciliables, laceración que no acaba de cicatrizar. De súbito y sin motivo aparente el temerario de mecha corta aviva la hornaza con un arranque no de estadista, ni siquiera de político, ni aun de funcionario gubernamental: de burócrata que haiga sido como haiga sido se metió en Los Pinos, y que hoy se vale de la banda tricolor (escudo y burladero) para lanzarse de picapleitos, mascafierros,  tragaldabas dañero para nuestra vida pública. Y a propósito…
Después de una votación traumática, que envenenó el clima político  y dividió en dos bandos a 110 millones de mexicanos, ¿merece el país un gobernante como ese? Claro que sí, por supuesto que lo merece. Recordémoslo si alguna vez lo supimos y ya lo habíamos olvidado: nosotros somos los propietarios de la casa común, las escrituras guardadas en el 39 constitucional. Los encargados de  contratar servidores para las tareas de nuestra casa común somos nosotros. ¿Entonces?
Los responsables de los servidores que contratamos, ¿no somos nosotros?  Y no diga alguno que no había más opciones que esos que nos aprontaron en julio del 2006. ¿Los propietarios de la casa tienen que ser forzados a escoger a sus trabajadores? El que paga, ¿no escoge a su satisfacción a quienes va a emplear en el servicio de su finca? Para comprender verdades elementales como esta se precisa el ejercicio de pensar y la capacidad de crear las tácticas y estrategias adecuadas para nuestro propósito. Pues sí, pero por eso mismo, mis valedores…
A  nosotros, renuentes a pensar, ya nos tomaron la medida; nos vencen por nuestra pura ignorancia y por nuestra pura ignorancia nos tornan colaboradores del enemigo histórico.  Pero, refractarios  a la autocrítica,  a seguir, mansos y domesticados, consumiendo en la TV los opiáceos que nos administran los contratados para el servicio de la casa común. Pero no escarmentamos; una y otra vez tropezamos con la misma manipulación…
Fueron millones quienes en julio del 2006 tropezaron hasta caer, arrastrándonos a todos en el azotón, todo al conjuro de “Un peligro para México”, que para espantarnos con el petate del mediocre tramaron el español Antonio Solá y el gringo Dick Morris. Hoy mismo, a lo temerario, el de Los Pinos se atreve a injuriarnos una vez más (¡con apenas el 45 por ciento de aceptación popular!) Mis valedores: ¿qué se precisa para reabrir una matadura no cicatrizada y esa división ciudadana que provocó su llegada a Los Pinos, haiga sido como haiga sido y por la puerta de atrás? Cuando menos Alejandra Sota, encargada de la oficina presidencial, ¿podría, querría, contratar como consejeros a Fox y Juanito para que guiasen al de Los Pinos, y que  no acabara de rematar lo que resta de su gobierno sin rematar lo que resta del país?  Nosotros, en tanto, ¿qué hacer con nosotros? (Es México.)

¡Tierra a la vista!

Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas quel Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana….
Y lo que vido, mis valedores, fue nuestro mundo “nuevo”,  la América Mestiza en la que sobrevivimos apenas. A penas. La hazaña del Almirante aquel 12 de octubre, ¿fue todo un descubrimiento, un encuentro, un encontronazo? Fobias y filias lo discuten hoy todavía y otra vez hoy, y no pueden, no quieren ponerse de acuerdo. Ellos siguen  buscándole a la historia reversa, como si, a fin de cuentas el resultado no fuésemos todos nosotros, mestizos de víctimas y genocidas por igual, y herederos de una esplendorosa cultura…
En fin, que, rabiosos,  dos mundos se machihembran y terminan pariendo mestizos, estos que hoy todavía no acaban de asumirse de tales, y entonces cómo lograr la identidad como pueblo único e irrepetible entre los del orbe. En fin. Las primeras impresiones del Descubridor:
Ellos andan todos desnudos como su madre los parió (…) muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras (…) Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron mucho placer…
Pues sí, pero también iba a advertir las piezas de oro que los isleños llevaban en la nariz, y entonces: “No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no le falle adonde nace (ese oro)”.
¿Alucinación del Almirante? “Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí (…) Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas (…) De los atomientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) El oro es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso…”
Los fulgores del oro: semejante alucinación iba a propiciar el mayor genocidio que registra la historia del mundo. El tamaño de la devastación la entremiramos en la tremebunda requisitoria del benemérito De las Casas, Protector de las Indias: “La causa porque han muerto y destruido tan infinito número de ánimas los Cristianos, ha sido solamente por el oro y henchirse de riquezas en muy breves días”.
Colón, esclavista: “Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen sería mejores (…) que otros ningunos esclavos…”
Las Casas, una vez más: Andaban los Españoles con perros bravos aporreando los indios, mugeres y hombres. Una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como lo hacían a los otros, tomó una soga, y atóse al pie un niño que tenía de un año, y ahorcóse de una viga; y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros, y despedazaron al niño: aunque antes que acabase de morir lo bautizó un fraile.
En la Visión de los vencidos se recoge el lamento de nuestra raíz indígena, masacrada por nuestra española raíz:  “Y fue nuestra herencia una red de agujeros”. Pues sí, pero “Mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan”. Tal es su destino, sin más. (México.)

Del mundo mágico

Cuando ellos llegaron nosotros teníamos la tierra y ellos la Biblia. Cierren los ojos, nos dicen. Cuando los abrimos ellos tenían las tierras y nosotros la Biblia…
La leyenda lo atribuye a los indígenas mapuches (Chile),  pero es común a toda nuestra raíz aborigen de la que el genio americano, denominó la América Mestiza. Martí.
Y un Debate Electoral Colombiano, que afirma la condición indígena de unos pueblos que ya dilapidaron identidad y conocimientos, pensamientos y formas de ser y vivir que guardaban hasta la llegada de “tan crueles y despiadados conquistadores:
Vimos llegar tres enormes embarcaciones cargadas con nuestro porvenir. No han parado de ir y venir desde entonces. Así lo contaba el mito de los tradicionales de nuestra tierra, quienes lo leyeron en las mismas estrellas que orientaban a los navegantes hacia América. Ahora cuentan que cumplimos doscientos años de la independencia. Pero nuestra memoria tiene miles de años, recuerda que el territorio no se llamaba como hoy, ni hablábamos como hoy, y comíamos otros alimentos, y pasaban las cosas de otra forma. Estamos acá y somos millones, es el grito de los indígenas de toda nuestra América que construyen hoy el territorio tradicional superando la sociedad del mercado, levantados sobre los propios pies y renovados del mito que avisó lo que la historia nos ha traído, así como su terminación.
Visión y versión de Marx y Engels:
El descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición…”
¿Fue Colón el primer visitante de nuestros antepasados indígenas? Malqueriente de su gloria, M. André: “En Porto Santo Colón conoció por casualidad a Alonso Sánchez, que había desembarcado, moribundo; lo llevó a su casa y se enteró por él de que la Antilia, de donde él retornaba, existía en realidad (…) Desde ese momento el objetivo principal de la vida de Colón fue descubrir la Antilia y las otras tierras de la parte occidental del océano. Pero no quiso que se dijese con fundamento que había seguido los pasos de otros, que no había descubierto, sino simplemente encontrado lo descubierto por otros”.
Por conocer algo más del alumbramiento dificultoso del “nuevo mundo” aquí un esbozo de la aventura de lo real maravilloso que  a lo largo de 33 días iba a recalar en la isla de los “arruacos”, Guanahní, en retacillos que entresaco de libros diversos. La revelación que el sacerdote egipcio hiciera a un Solón apabullado ante una cultura de Egipto que a la de Atenas exhibía en pañales (en Platón las tierras del Mundo Nuevo se columbran, se insinúan apenas entre las nieblas de la fantasmagoría y el realismo mágico):
Las escrituras dicen que una gran fuerza domeñó en cierta época vuestra ciudad (Atenas); esta fuerza se dirigía osada a toda Europa y Asia desde el mar Atlántico. Delante de su desembocadura, que vosotros llamáis Columnas de Hércules, había una isla mayor de Libia y Asia juntas, desde la que se abría a los navegantes el paso a las otras islas, y desde estas islas, a todo el continente de allende este verdadero mar…
(El “descubrimiento”, mañana.)

Machismo y sotanas

El alto clero católico, mis valedores. ¿Cuál de estas declaraciones, a juicio de ustedes, se apega más al espíritu cristiano? Siglo XVIII: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, que puede ayudarnos en nuestras tribulaciones”.
Del tiempo actual: “El Vaticano tiene conocimiento de procesos contra curas pederastas mexicanos. Lo hicieron, dice, por ignorancia, y puede aplicárseles el precepto de Jesús: perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”.
Mientras, “Los obispos mexicanos piden perdón a sus víctimas de violación sexual, ya que sus problemas, consideran, vienen del contagio del libertinaje sexual en que vive la sociedad”.
Del arzobispo de Hermosillo, Son., en el 2002:
Sí hay curas pederastas en México. No somos ángeles. Aunque hombres de Dios… también somos hombres. ¡Y muy hombres..!
Profetas y sacerdotes. Que los primeros no buscaron el título de profetas, pero lo fueron. “El profeta no debe callar”, clama ahora Norberto Rivera asumiendo el papel de profeta. Todo esto, mis valedores, encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál?
Detrás de sus propios fines de dominio y control de las multitudesl los curas aplican las ideas y doctrinas de quienes con ellas transformaron su tiempo y su mundo: Jesús, Isaías, Lao Tzé, Buda, Sócrates, que vivieron y murieron fieles a las ideas que predicaron, lo que les confiere permanencia y  vitalidad. ¿Los usufructuarios de tales ideas? Ellos,  a conveniencia, a manipular su “rebaño” con una doctrina que despojaron de verdad y autenticidad para dejarlas en meras fórmulas. ¿Pobreza en labios de Onésimos y Riveras? ¿Castidad en los curas Nicolás Aguilar y compinches? ¿Al César sólo lo que es del César? Por el 2001 manipulaba a su grey un Jerónimo Prigione, nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país:
– El pueblo de México debe perdonar al ex-presidente don Carlos Salinas. Se le guarda una profunda gratitud por todo lo que hizo de positivo para el país, que ahí queda.
Tal dijo “en medio de champaña europea y vino blanco importado, bocadillos de salmón, ostión y carnes frías. El nuncio descartó que la pobreza debilite la fe, y oró porque la recuperación económica alcance a las clases más desprotegidas”. Suertudas: oró por ellas entre eructo e indigestión.
¿Qué ocurre, entretanto, con los católicos, el 85% del país?  Católicos son, ¿pero religiosos? Católicos, sí,  ¿pero cristianos? ¿Aman al prójimo como a sí mismos, con hechos? ¿Conocen la distancia que va de la doctrina de Isaías a la que en 2001 les predicó desde el púlpito un cierto Onésimo, empresario taurino y golfista, bon vivant acusado de un desfalco de 135 millones y en sus ratos perdidos obispo de Ecatepec?
– Ni Calles, ni Cárdenas, ¡ni siquiera Díaz Ordaz! Hasta llegar a Salinas no llegó a haber una democracia real, pues había unas concesiones sencillas, pero no una real democracia. Hasta Zedillo no hubo una real democracia. Yo no creo en las democracias anteriores. No las hubo. Nos estamos haciendo guajes. ¿Candidato presidencial? Yo no tengo ninguno, porque todavía todos son pollos…
Maricones, maiceo a la SCJN por parte de “el loco del DF”: Cardenal Sandoval Iñiguez, descargado por Fox del expediente que lo acusaba de colusión con el narcotráfico. Sacerdotes del César.  (Dios.)

Señor del Gran Silencio

Nuestros logros siempre serán pequeños en contraste con nuestras ansias de plenitud y de justicia…
Echeverría, mis valedores. La ruina que resta del multi-asesino intelectual de Tlatelolco y la guerra sucia de los 70s. Personaje de extraño perfil psicológico, el de San Jerónimo anocheció mudo y discreto en su guarida de Gobernación para, ya sucesor de Díaz Hordas, amanecer gárrulo, desatado, verborreico, hiperkinético, mesías de masquiña que después de sus seis años de gloria iba a tornar a ese silencio del que nadie lo saca ni a chicotazos de ley y de reglamentos. Echeverría, el artífice de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados que, documento oficial de la ONU (así lo soñaba él), vendría a revolucionar el planeta. LEA, indice en alto:
A problemas de siglos, o problemas creados recientemente en México por el afán de justicia de muchos grupos, encontraremos soluciones estables y verdaderas sólo por el camino del Derecho…
Hace algunos ayeres fue requerido por las autoridades que investigaban los crímenes del pasado para que contestara un centenar de preguntas. No lo hicieron hablar. Yo, entonces, le envié el siguiente mensaje que hoy, a 42 años de distancia de Tlatelolco,  he de reiterar: Señor, ruina moral de usted mismo:
¿No le arden los oídos las proclamas de deudos y víctimas del 2 de octubre? ¿Se calla hoy ante quien ayer torturaba? ¿Qué tan cierto es, señor, que el silencio en que se escuda es una artimaña, porque usted supone que al callar será imposible probar de forma contundente su responsabilidad en los crímenes que le imputan?
El Poder Ejecutivo, lejos de sentir que va de salida, considera de su deber hacer todo lo posible en todo momento, hasta el último día de su Gobierno, para continuar en una obra de justicia transformadora…
Justicia transformadora. Señor: ¿por qué ahora se niega a hablar? Allá por la década de los 70, ¿no fue su pasatiempo favorito? ¿Pues qué cambio es ese, tan radical? ¿Ya se le retiraron las ganas de lanzarse con aquellos monólogos de horas, por no decir de días?
Que por aquel entonces fue gárrulo, me consta; que lo sufrí cuando se atragantaba de cámaras y micrófonos, en vivo y a todo color, de costra a costra y de frontera a frontera, ventoseando, a lo demagógico:
Pensemos que si hacemos bien, si hacemos cada día mejor lo que sea nuestro quehacer, estaremos contribuyendo a ese bien colectivo, a que nuestra patria vaya hacia arriba y adelante, porque eso es lo que importa por sobre las circunstancias o los problemas o los sueños o las aspiraciones de cada quién…
¿Y ahora, de pronto, se acoge al dicharajo aquel de que en boca cerrada no entran víctimas? ¿Y antes?  ¡Con la participación de los sectores más amplios de nuestra sociedad, con la práctica de una nueva moral revolucionaria, moral de congruencia entre las palabras y los hechos, entre los principios y la conducta, México continuará avanzando en el futuro, hacia una democracia social en que la justicia se realice en libertad..!
Señor del Gran Silencio: Hoy mismo, su abogado defensor, resentido porque usted se niega liquidarle sus servicios profesionales, lo acusa de haberse enriquecido hasta la náusea. Usted, lo que queda de usted, sordo y mudo, que cuando poderoso, índice en alto clamaba: Cualquier mexicano preferiría morir antes que pedir perdón y, en primer lugar, el Presidente de la República…
Señor Echeverría, lo que quede de usted: ¿qué decía de la Justicia en libertad?     (Agh.)

Política de miércoles

Hoy, miércoles, finalizo la crónica de una noche de miércoles en que me entrevisté con cierta licenciada de miércoles para conocer su opinión sobre el papel de la mujer en ese pantano de miércoles que es la política nacional. De repente el llanto de una criatura que resultó forrada de miércoles. “Ay, bárbaro, qué batidillo andas haciendo. Qué regazón la tuya, Felipito.  ¿A usted no le llega el jedor? Ahora le cambio sus pañalitos”.
Traído de la recámara, boca arriba lo tendió en el sillón y le abrió las zanquitas. “Qué mal te sentó la torta, Felipín, que tu pancita no la digiere. Se te indigestó la torta, Felipin.
– Que la mujer invade terrenos políticos antes reservados al varón…
Aquel hedor. “¡Pues claro que estamos capacitadas! ¡Desde  diputación hasta Los Pinos, pregunte a la Vázquez Mota, a Bety la fea, a la Gordillo. Páseme esos pañalitos, mire”.
– Que en el terreno político la mujer…
– Al tú por tú con los lics. ¿Y por qué no podríamos nosotras brincar desde una curul hasta sentarnos en la mera punta, la de Los Pinos? Total, con robarse una elección. Una base, quise decir. Pero permítame, ¿sí? Ay, Felipito, qué batidillo el que andas haciendo con tu gobierno ilegítimo (no es cierto, eso no lo vaya a publicar). Mira que andas forrado de poposín hasta los talones. Qué pestilencia, Felipín…
Con dificultad manipulaba pañales. “Por qué la andas regando. Ya te embijaste hasta las nalguitas, los sobaquitos y el pipicín. Le decía: la mujer ya está preparada para cualquier puesto público: Secretaria de Estado, gobernadora, y si tantito me apura…”
– Por mí no hay prisa, señora. Licenciada, quise decir.
– Si tantito me apura, hasta Los Pinos. Porque una, ya encarrerada y con tantito que se pique…
¡Se picó! Y aquel chillido, y el pulgar a la  boca; lo chupó,  escupió sobre la alfombra, con uno de los minusculitos color mamey se limpio la lengua, se sobó el pulgar, dudó, se inmovilizó, quedóse viendo al vacío.  Y fue entonces…
Despacito, muy despacito, la licenciada alzó sus dos manos,  observó como le quedaron luego del manoseo con el Felipín: forradas hasta los codos de eso color mostaza con tafiletes verdiamarillos. En el pulgar un lloraderillo de sangre. El imperdible, que había pinchado, y no en hueso. Y semejante pestilencia. La licenciada me miró a los ojos.
– Diga usté en su entrevista, y que quede muy claro: en materia política las mujeres estamos al par con los licenciados. Categórico.
– ¿Por qué lo afirma, señora, quise decir licenciada?
– ¿Cómo de que en qué por qué, bigotón? ¿Pues qué no lo está viendo?
– No doy. ¿Por qué ustedes al par con sus colegas?
– ¡Porque metemos las manos donde ellos las meten!
– Perdón, pero no…
– ¡Míremelas! ¡Nosotras traemos las manos atascadas de la misma caca que nuestros colegas! ¡Huélamelas! ¿No las traemos con la caca hasta los codos como cualquier caca del PRI, del PAN o de las cacas amarillas de Nueva Izquierda? ¡Míremelas! ¿Ve? ¡Caca con sangre de narcos y daños colaterales. ¡Huélamelas! ¿No apestan a lo que las manos del Verbo Encarnado?
Y me las aprontaba a la cara. “¡Licenciada, que de aquí voy salir oliendo a político!”
Resollé de ladito, y en mis manos el hedor. Del domicilio de miércoles salí corriendo, me trepé al volks y llegando a mi depto. me las refregué con lejía, pero mis manos como las de lady Macbet: en las suyas la sangre del crimen y en las mías la caca del Felipín resistían jabón, lejía, detergente, piedra pómez.  (¡Agh..!)

¡Vamos, México!

Aquí termina,  mis valedores, el mensaje que inicié el viernes pasado, en el que pedí perdón a la señora Marta por toda clase de ofensas que le endilgué  cuando su estancia en Los Pinos. Sra. Sahagún:
Perdone la bilis negra con que escribí en el periódico y vociferé ante un micrófono en el corazón del espanto que me produjo la posibilidad de que  usted heredara el puesto de su marido en Los Pinos. Perdone, por vida suya, recados como este que enviaba a mis valedores:
“¿Recuerdan ustedes aquel rebumbio, el del batacán, el del rataplán, y el boato, la estridencia, la prepotencia, la ostentación y el brillo postizo de una Sahagún que anocheció Cenicienta y amaneció reina de utilería en una corte de los milagros en donde todo existía, menos decoro? Soberana de sololoy y reina de hojalata, a la buena Marta la enloqueció una abyecta adulación, hermana mostrenca de lo estridente, vacío y ostentoso, tanto más sonoro cuanto más vacío (de tales destinos Shakespeare nos dejó constancia; de las abruptas mudanzas de la fortuna y de las metamorfosis que, al modo de Samsa el kafkiano, perpetran en el carácter débil, para perderlo, el poder excesivo y el dinero fácil.) Preguntaba a mis valedores:
¿Recuerdan ustedes su Vamos México, su Guía de Padres, sus apariciones en el cinescopio, su pepena de toda la morralla que produjo el “redondeo” en los servicios de bancos y  supermercados? Marta Sahagún el ama de casa acalambrada de protagonismo que amaneciendo encabezaba una ceremonia cívica para al mediodía presentarse ante sus aliadas Televisa y TV Azteca y a media tarde encabezar un mitin político. Qué tiempos aquellos, calamitosos para las masas…
¿Recuerdan a la Marta aquella que cuando andaba en sus días, en su periodo (en su sexenio, con Fox)  no remendó  sus faldillas, pero sí la Carta Magna para inventar “la pareja presidencial” y engullir los titulares de todos los diarios, y parchar con su vera efigie las primeras planas, y tomar de las barbas la TV, y atragantarse con las revistas de modas, las de sociales y celebridades, en papel couché? Gárrula, extrovertida, diarreica en su compulsión por las candilejas, yo la soñaba, pesadilla atroz, con sus dos reales en el sillón que Fox le había calentado durante seis años justos, los más injustos de que se tenga memoria hasta que llegó el actual. Marta, salida de una farmacia veterinaria. Tornadiza que es la fortuna”.
En fin, que en el 2006 pregunté a mis valedores: ¿Qué fin tuvo la Evita Perón de masquiña, petate, hojalata y cartón? ¿Líder del cartel de San Cristóbal? ¿Regresó a su ocupación de vendedora de supositorios para cuinos y talachones?  Ah, las mudanzas que se le ocurren a la caprichosa Moira, que así gusta poner a prueba al humano por ver si en la repentina bonanza, más que en la adversidad, se mantiene ecuánime o si pierde cabeza y estribos y se despeña en el hondón de lo nefasto, ridículo, desbozalado, esperpéntico. (De esto mucho sabían Dostoievsky, Balzac, Shakespeare, léanlos.)
Tal dije, señora, y hoy me arrepiento en el alma y le pido perdón. Fruncido el ánimo deseé que mi país no corriese el riesgo de que fuera usted, trepadora insigne, a treparse hasta el sillón de Los Pinos. Hoy, desesperación y angustia impotente, al despertar cada día me pregunto: con usted como titular del Ejecutivo,  ¿estaría mi país en peor condición y más desgarrado de lo que haiga sido como haiga sido me lo tiene el Juanito del Verbo Encarnado? Señora Sahagún, ¿me perdona? ¿Sí?  (Y es cuanto.)

¿Presidente, una mujer?

Existen mujeres inteligentes, eficaces, expertas, de gran valía, que podrían nutrir con su visión, capacidad y talento la política mexicana. (Gómez Granados.)
A propósito, mis valedores: fue cierta noche de miércoles. Anochecía cuando llamé a la puerta de aquel departamento de lujo. Un timbrazo, dos, y al tercer toque (de timbre), la puerta se abrió el tanto de los diez centímetros que permitía la cadena de seguridad. De atrás de la puerta un ojo me inspeccionaba. Dije al ojo la frase de rigor: “Perdone, señorita”.
– Si vende, no compro, si compra no vendo, dinero no presto, recomendaciones no doy. ¿Es usted limosnero?
– Soy el Valedor, señorita.
– Licenciada, aunque se le atragante. ¿Y qué con que sea ese pseudo-neo-comunistoide?
– Mi llamada telefónica para una entrevista. “La mujer en el ejercicio de la política”, ¿recuerda? Concertamos una cita para esta noche. Me recomendó con usted mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins.
– Uh..ta. Bueno, pues ya ni modo. Pásele, pero antes se me limpia sus choclos.
Quitó la cadena. Abrió. Ella por delante y yo en su seguimiento caminamos hasta el sillón de la estancia. “Me agarró en camisón. Pero en fin, a su edad…”
Nos sentamos. Ella en el sillón. Yo en el taburete. “Así que es usted el catastrofista amarguetas, perdonando la sinceridad. Es que yo no tengo pelos. No en la lengua”.
Yo, mirando aquellas formas a través de una tela sutil, y luego el tiradero aquel sobre los sillones, esas sedas color mamey, con esos calados, esos deshilados, esa tira bordada, semejantes adminículos así de minusculitos, con su moñito a la altura del…
– ¡Eitale, qué fisgonea! ¿No le da pena? Ahora voy a recoger, y es que me acabo de echar un regaderazo. Porque venía uh…ta, toda sudada, ¿usted pasa a creer? Con eso de que me zampé todo el santo día en pleno acelere detrás de Betty la fea, Beatriz Paredes allá por los bebederos de Peña Nieto. ¿Un mezcalito, una  cacardiosidad..?
Abstemio soy, tuve que confesarlo. Adentro, el llanto de una criatura. “La mujer en la política”, señorita. Licenciada, perdón. ¿Ya está plenamente capacitada, a juicio de usted, para ocupar puestos públicos de primer nivel? ¿Podrá con esa responsabilidad Josefina Vázquez Mota o la propia Beatriz Paredes?
– Óigame bien: ¡nosotras las licenciadas a pura praxis política, aquí y en Brasil  le hemos demostrado a nuestros colegas machines que histórica, biológica, mental, intelectual y hasta moral y éticamente, si es que esa antigualla cupiera en política, somos tan capaces como ellos para ejercer la política como Dios manda. Paso a demostrarle mi tesis.
El llanto arreció. “Es mi nenecín. Le han de estar chillando de hambre las tripitas, pobre. Todo el santo día sin probar más que media torta, y de barbacoa. A lambidas, todavía no le brotan sus colmillitos.  Péreme, voy por él.
Penetró por esa puerta y  regresó con el mamón en los brazos. “¿No es lindo mi Felipín? Hijo natural de licenciado legítimo. Priísta aliado estratégicamente al PANecito de la Patylú.  ¿No es lindo mi Felipillo santo? ¿En honor de quién cree que le puse Felipe?”
– Por cuanto a su tesis de que la mujer,  en el ejercicio de la política…
– Ah, sí. Mire: la mujer invade cada día zonas de la política tradicionalmente reservadas a los licenciados. Con los pelos en la mano se lo demuestro.
Pelos. Algo olió mal. “Y cómo carambas no, si ya el nanecín se nos zurró en el pañal. Ay, Felipín, qué feo que la andas regando”.
(La regazón, mañana.)

Sra. Marta Sahagún:

Por la presente le pido perdón. De corazón me arrepiento, pero antes de exponerle el motivo de mi ardimiento permítame recitarle la retahíla de vejaciones de que la hice objeto mientras usted ocupaba Los Pinos, y mi admiración ante el decoroso silencio y el bajo perfil que mantiene desde que al término del 2006 abandonó esas cabañas  y se fue a refugiar a  San Cristóbal. Me impresiona su prudencia frente a la verborrea del su marido, señora,  que ya cantinflea vaticinando el próximo triunfo del  Revolucionario Ins  como pega escandaloso reculón y asegura que no, que su intención sólo fue motivar a los blanquiazules para que continuara el gobierno del Verbo Encarnado. Señora Sahagún:
Meses antes del proceso electoral del 2006 dos personajes punteaban en la preferencia de las masas sociales, según diversas encuestas de opinión: López Obrador, con diez o quince puntos de ventaja sobre su más cercano perseguidor. ¿Madrazo, Rincón Gallardo, Creel? Usted, señora, nada menos que usted. Me acuerdo, y este arrepentimiento…
Sí, porque entonces, con espeluznos ante la posibilidad de que en último momento un golpe de timón presidencial desplazara al lógico candidato y así  en el gobierno siguiera “la pareja presidencial”, hablé en el periódico, escribí en la radio, o al revés, mostrando mi espanto ante la posibilidad de que fuera usted a heredar el puesto de su marido. Taquicardia y las manos sudadas, al susodicho acudí con la súplica: Señor gobernante…
Por la presente y a título personal comparezco ante usted para suplicarle, demandarle, exigirle: alto ahí, no seguir adelante, no permitir que Marta continúe con su delirio de sucederle en el cargo. ¿O qué: dinastía real? Como gobernante, usted mismo no ha dado a sus electores lo que ellos, huerfanitos de cultura política, esperaban de usted. ¿O acaso no es orfandad habérselo dado, me refiero al voto, sin ponerse a sopesar sus cualidades de estadista, de político, de gobernante? ¿No se percataron de que usted no es un estadista, ni un político siquiera, ni cuando menos un funcionario, sino tan sólo un gerente,  un empresario, vale decir: un  enemigo de esa misma clase social que votó por quien ahora,  lógico, gobierna no para las masas sociales,  sino para la clase empresarial? Ah, si esas masas se interesaran por la cultura política  una mínima parte de lo que les apasionan el clásico pasecito a la red y las idas y venidas de pantaleta y recámara de aventureras públicas que las dan a desear desde el cinescopio (hoy, la pantalla de plasma)…
A usted una alianza de fuerzas distintas lo trepó hasta el puesto para que ya encaramado allá arriba  traicionara a todos. Su obra proclama que  de estadista no tiene un pelo, ni aun de político regular, sino de lo que siempre ha sido: un gerente de aguas negras, sin más. Un asomo de político que hubiese en usted, y aun de cívico y patriota, le impediría continuar esa farsa (trágica farsa porque afecta a millones)  que la “pareja presidencial” está viviendo hoy, hoy. ¿Así que legar el cargo a la Marta de sus (segundos) amores? ¿Pues qué? Por más que simple empresario metido a político, ¿no hay amor por el país, mi señor? ¿No hay una pizca de recato, decoro, altivez, reflexión, autocrítica? No los hay, que por salud pública y salud mental cortaría las desatinadas aspiraciones de la Marta de marras.  O a ver: ¿ella qué méritos muestra para sucederlo, señor?  (Señora Sahagún: el lunes  seguiré con mi imploración.) (Mira, mira.)

¿Teatro, cine? Los amo

Por eso no voy al teatro ni voy al cine. Al teatro, porque al actor que más grita le dan su premio. ¿Al cine? A ver. Fue hace años; tras una ausencia de lustros retorné al cine. La sota moza que me concede la gracia de su intimidad me pidió que viéramos una cinta que parecía dedicada al par: el triángulo amoroso y el drama pasional “Quien tú ya sabes salió de viaje, ¿Vamos?”
Fuimos. Con la esperanza de que el cinéfilo de mi país se hubiese civilizado me arriesgué a regresar; pero Dios, qué regreso: yo, el ánimo encogido a la pesadilla de las mega-marchitas, salí de casa con tres horas de anticipación, y sí, tránsito embotellado, desvío de vehículos, cierre de avenidas, el caos. Abandoné el volks y  (los compas taxistas conocen de atajos y contraflujos) tomé el ecológico. Ya cuando los marchantes coparon el taxi, porque no me coparan a mí (la “o” convertida en “a”),  pagué la dejada y a trotar, o del triángulo pasional alcanzo nomás el triángulo. Al trote corto llegué a la taquilla, me reuní con la dama, y al salón, y qué  cambio respecto al viejo concepto de cine que me había forzado a huir…
Ahora ya no los dos pisos del galerón monumental sino la salita íntima, lujosa, confortable. Aquí ya no desleídas cortinas de rojo terciopelo que se remecen a los embates de La Boa, sino  un cortinaje flamante que se convulsiona al estrépito del ponchis-ponchis gringo. No, y los asistentes: ya no la plebe que devastó la dulcería: paletas, pepitas, muéganos, palomitas de maíz. Ahora palomitas de maíz, refrescos de cola, chocolatines de importación. Se me encogieron. ¡Por no convivir con la plaga de los traga-palomitas, había desertado del cine! Intenté recular. Mi nena me oprimió el brazo: valor…
Al  ponchis-ponchis siguió una hora de anuncios comerciales,  vertiginosas imágenes a 10 mil decibeles,  y por fin el drama de pura estirpe bergmaniana: ella, él y el otro, a sufrir, y yo con ellos. Drama, tragedia, desgarraduras: triángulo pasional. Yo, por penetrar en el mundo mágico del arte, trataba de salir del mundo ramplón de los traga-palomitas. Imposible; los ávidos trapiches a lo estridente remolían pistaches y eructaban aguas negras, y yo pregunto, mis valedores: ¿se puede alimentar con el arte el espíritu y al propio tiempo la tripa con palomitas? Y un cambio más: ahora ya no el ruidajo de los comentarios con acento arrabalero, sino el ruidajo con sonsonete de pirruris. Y de repente, friégale: plaga que no imaginaba, el celular.  “Le apagas la tele, le das su merienda y lo duermes. Si llega el señor le dices que…”
Celulares. Un enjambre, entre tufo de chocolatines de importación. Mi acompañante, por darme valor,  me oprimía la diestra y, tal si tratase de amenguarle temblorina y sudoración, se la colocaba aquí, allá, acullá, sudorosa también. Y el clímax de la tragedia pasional…
En la pantalla, rincón de una cafetería penumbrosa; mesita y florero, platillo de galletas y la taza de café desdeñada en el clímax del drama. Ahí el rostro agónico de dos amantes que ante la inminencia del suicidio  se miran por última vez. Yo, atragantado de tensión, mirábame en tal espejo cuando, de súbito, Dios,  la pareja de junto:
– ¡Mira, vieja, galletas marías..!
Magia, tensión, angustia, todo se me chorreó, todo se lo llevaron las galletas marías de una cafetería penumbrosa de alguna ciudad nórdica. “¡Nena, escapémonos!”
Nos escapamos. Juré que cine nunca más. Lo he cumplido. Mis valedores: ¿nuevo cine mexicano? Tal vez. ¿Nuevos espectadores? ¿Qué me contestan? (Dios.)

Reculón

Los que creen que van a ganar, arreglemos la casa y te llevas el poder y además gobiernas muy padre y muy cómodo…
Este es un recado, mis valedores, que dedico al autor del epígrafe, Vicente Fox. Señor ex-presidente de México:
Admiro de veras la contestación de panistas como César Nava y congéneres a lo expresado por usted el pasado viernes. Tal respuesta constituye, a mi juicio, un alarde mayor que el de Champollion,  quien logró descifrar los jeroglíficos egipcios de la piedra Roseta. ¿Pues ellos cómo pudieron decodificar sus conceptos, señor, y responder con aquello de que su afirmación de que el Tricolor regresa a Los Pinos es pesimista?
Señor: ¿la intención de usted fue revelar que en el proceso electoral del 2012 es posible que el Revolucionario Ins regrese a Los Pinos? De ser así qué perspicacia la de Nava al asumir tal aserto, cuando lo que usted expresó, según el reportaje de García Soto en el matutino, fue lo siguiente:
–  Cada quien va a hacer su lucha y otra vez va a ser una lucha que si bien divida electoralmente, conjunte en un proyecto sexenal cuando menos. Cada quien juega sus canicas a su manera, no todo lo que se ve es lo que sucede.
Lamento, repito, que la suspicacia y la miope visión de Nava hayan desperdiciado la invaluable lección que usted ha aportado al análisis de eso que constituye el ánima y el estilo del mexicano en lo que respecta a su forma de comunicarse, o casi, con los demás: el lenguaje. Esto es más valioso que la proeza de leer entre líneas y asumir que el significado de sus conceptos, señor, fue declarar el retorno del Tricolor a Los Pinos. ¿En que se basó el Nava de marras para refutar sus conceptos, señor?
Usted, ex-presidente, ha aportado al análisis del alma nacional una soberbia muestra de un  verbo que, procedente de México, resulta tan significativo que se encaramó en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Cantinflear. Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada”. Su cantinfleo, señor, ¿cómo lo descifrarían los panistas..?
El lenguaje es un vehículo del pensamiento. Si falsificas el lenguaje, falsificas el pensamiento. (Noam Chomsky.)
Porque, Sr. Fox: ora sí que como si dijéramos, ¿verdá? “Tiene” como vamos a decir diez años de que, ¿cómo se llama?, para esto,  usted era un político que,  lo que sea de cada quien, prometía, la verdad, pero de hecho,  este, de repente, digo, como que usted, o bueno, que se aparece con ropa casual, y a la brevedad, ¿verdá?, pues que por angas o por mangas, ¿sí?, porque cómo puede ser, y nomás no, o sea. ¿Me explico? Porque si son peras o son manzanas, y que esto y que lo otro, y que como puede que sí, puede que no, y usted, pues como que no, ¿verdá? Claro,  “lucía como” que iba a ir, ¿no?, usted me entiende, pero pues vaya,  cómo decirlo, porque a ese nivel, digo,  porque hablando se entiende la gente, y como que pues claro, ¿no, señor Fox?
Pero, acertijos aparte,  los panistas protestaron, forzándolo a pegar el reculón, y esto fue remachar su verba florida:
– No vaticino, ni mucho menos aseguro.
Que gradación, señor. ¿Así que es mucho más difícil asegurar que vaticinar? “Llamo la atención de mi partido, estamos a tiempo de trabajar, resolver, unir y ganar la confianza”. ¿La confianza de quién, señor? Qué pena me doy, cuanto me averguenza que yo, con más de cien millones de iba a decir aturdidos, haya permitido que un cretino de la alzada de usted se haya encaramado en Los Pinos. Es cuanto, y vale. (Puagh.)

Iztapalapas del pobrerío…

Y un nuevo retardo, dije a ustedes ayer, significa el desempleo, y el desempleo recurrir al burladero de las cuatro esquinas a ofrecer a esas tarugaditas de plástico que nadie quiere comprar, y entonces cómo llevar el gasto de la única y los chamacos. Ustedes, los de todos los puntos de la rosa, recomendé apenas ayer, no vengan a la ciudad capital. Si vieran ustedes las tensas miradas del vendedor de las cuatro esquinas que, a cielo abierto, en la media calle y toreando Jettas se enfrenta a las jetas malhumoradas del gordo del Neón  y le apronta sus aguacates, los del huicolito, y el paquete de chicles y esas tiznaderitas de artesanía popular de Taiwán con que el 50 por ciento de mexicanos sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. Ojos tensos, ojos ávidos, que van desalados detrás del marchante, del cliente potencial de aquella mendicidad disfrazada de limpiador de parabrisas…
Si ustedes pudiesen mirar el mirar de aquéllos que faltos de un empleo fijo miran el amanecer recargados en las rejas de catedral (aunque de esto no estoy seguro de que aún lo permitan los de verde fosforescente), la caja de herramientas al pie (fontanero, yesero, albañil, electricista, milusos, todólogo), a la espera del trabajo eventual que permita llevar el mantenimiento de la amantísima y los chamacos que aguardan arrejolados en la casucha de la ciudad perdida allá, en lo sobrante de la ciudad. Paisas:
Si pudiesen observar ojos del automovilista que intenta rebasar la luz preventiva y cuidarse de la patrulla azul, esa cueva de ladrones con torreta y altoparlante. Si vieran al que detrás del volante estira el cogote tratando de descubrir la causa del embotellamiento en que se fue a atascar, y el huequito a la orilla del pavimento donde deshacerse del volks y, porque se tiene prisa, seguir a pie, o se frustra la cita, o se va el avión, o se derrumba el negocio, o lo peor: que por culpa de la mega-marcha no avanza esta madre, y yo ya no puedo con esta vejiga estallante, válgame.
Ah, los ojos de aquellos que desde hace dos horas y cuarto siguen en la fila frente a la ventanilla de Rezagos Varios, en la mano el original con las ocho copias y en la mente la sospecha de que les van a solicitar ese comprobante que cómo diablos se nos vino a extraviar. Si vieran la mirada de quienes abandonan la ventanilla padeciendo en carne propia, viva carne, la tarascada del aumento en el recibo de pago, esta vez inflado con tantos ceros…
Vinieran a ver –mejor no vengan- los ojos del ama de casa (Iztapalapa, las Iztapalapas del pobrerío) mientras hace cola frente al hidrante que, viejo de próstata enferma, ya puras gotitas. En fín. Antes de empacar todo su mundo en una caja de cartón, pregunten por los ojillos de esos muchachejos que, por cerrarlos a una realidad asesina y seguir viviendo, se dan respiración de boca a boca con la boca de la bolsa del cemento, con la bolsa del thiner, y entonces sí: a flotar, a lo sonámbulo, fuera del mundo que así los masacra…
Si antes de acomodar la caja de cartón donde cabe su mundo, paisanos de aquellos lares, pidiesen ver mis pupilas mientras esto redacto. Si vinieran a ver estos ojos, los míos, mientras escribo el mensaje: rabia, asco,  exasperación impotente frente  a la corrupción lucrativa, galopante e impune de los bribones enriquecidos hasta la náusea mientras los castrados señores justicias de pege-erres y cortes supremas, la  Función Pública y el de Los Pinos, miran hacia otro lado. Y  qué hacer. Es México. (Nuestro país.)

Violencia, neurosis, depresión

“Los habitantes de las ciudades densamente pobladas son por lo general irrespetuosos, agresivos, que se molestan por cualquier cosa. Son, en suma, neuróticos e irritables”.
Y que la intolerancia del capitalino es el resultado de su angustia constante ante el temor de  ser asaltado o de que alguno, en alguna forma, se va a aprovechar de él. Que semejante estado de ánimo le impide vivir tranquila y cabalmente. Lo reconoce, por otra parte, Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo: “Tengo que admitir que aún no se recupera la totalidad de los empleos perdidos en la pasada crisis”. Y es que no rebsasan  los 800 mil, y existe un déficit de 3 millones. Lóbrego, mis valedores, a menos que entre ustedes exista alguno que crean en la nota optimista del de Los Pinos:
– La recuperación de la economía está en marcha. Tiene una inflación que se financia a largo plazo.
¿Recuperación? Por medio de gráficas y datos duros lo afirma A. Damm Arnal, analista del tema: en la actividad económica marzo, abril y mayo registraron un menor crecimiento en los recientes seis meses. Junio sufrió un crecimiento negativo. Total, que a modo de conclusión, la pregunta del analista: “Con esos resultados, ¿qué tan firme resulta la recuperación de la actividad económica?
Esa es las realidad objetiva, mis valedores, y es que, de acuerdo al lugar común, para algunos la realidad no es más que una alucinación producida por la abstinencia del licor. El de Los Pinos tiene que doblegarse ante la terca realidad: “Falta crear muchísimos empleos para la gente que lo necesita. Falta crecer más económicamente…”
Carencia de empleos; lo dije alguna vez, y hoy lo reitero: cuánto me gustaría que este recado llegara a todos los puntos de la rosa, que entonces podría alertar a tantos y tantos de todas partes de la república que a estas horas empacan todo su mundo en una caja de cartón y en plan de sobrevivencia se disponen a arrojarse a la aventura hasta esta ciudad capital. Hoy, sobre todo, si pudiesen calcular las difíciles condiciones en que mal vivimos apiñados en este hormiguero descomunal, que tal cargazón de humanos ha tornado inhumana, rudo contrasentido. Si hoy calculasen esta carencia de espacio vital y de seguridad pública que en los capitalinos se resuelve en ira, temor, ansiedad, angustia, neurosis, paranoia, según el retrato hablado que sobre los habitantes de esta ciudad traza la psiquiatra Elsa Rubinskis, y que cité a modo de epígrafe.
Por eso mismo y por desalentar a mis paisanos de la provincia que, sometidos a los agobios de una sobrevivencia ya casi imposible, piensen en esta ciudad como en su tabla de salvación y su clavo ardiendo, aquí continúo con el catálogo de achaques que el capitalino pobre, pobre capitalino, carga sobre sus lomos. Paisanos de Puebla, Durango, Oaxaca, mi Zacatecas: ya no imaginen la ciudad capital como el refugio y la solución a su miseria económica.
Ah, si pudiesen mirar las miradas de la empleadita de Rezagos Varios de la burocracia nacional, que desde el microbús estira el pescuezo por la ventanilla porque el tránsito, porque el micro, porque el mundo se arrastra a vuelta de rueda, en tanto el perverso reloj checador, a contracorriente del mundo, avanza con velocidad de vértigo, y estamos apenas a medio camino, y nos quedan 12 colonias por atravesar, y enfrente sólo se mira…
Se mira enfrente un retardo más en la entrada de la oficina, y un nuevo retardo significa… (Eso, mañana.)

Leña verde

¡Mírenlos todos, que a rastras y encadenados los traen al patíbulo! ¡Escuchen la grita, la befa, el insulto y los amagos de linchamiento que mal contiene la fuerza pública! Reos de muerte los tales, ante una  muchedumbre frenética son exhibidos en la altitud de la plataforma que se alza al final de la plaza pública. ¿Ven ustedes? Los atan a los postes del patíbulo con haces de leña a sus pies. Leña verde. Véanlos todos. ¿Los reconocen? Sí, que de otra manera  no los señalarían con el índice, el puño, el clamoreo que exige la muerte de  tales tartufos del Verbo Encarnado. ¿El agravio reciente? Uno que ya no pudimos soportar:  la mojiganga que armaron para deleite de pobres de espíritu. ¡Tres mil millones, la factura que nosotros pagamos. ¡Patíbulo!
Observen el espanto de la ralea de mediocres cuyos ojos amenazan con saltar de sus órbitas. Son los rapaces arrancados a la impunidad y juzgados en tribuna popular por el primer gobierno que el pueblo se ha dado, este que manda obedeciendo. Los sinverguenzas fueron hallados  culpables y sentenciados, sentencia popular. ¡A quemarlos vivos! Helos ahí, a la espera del destino final. Media mañana estallante de sol.
A quemarlos vivos, clama la multitud. A arrasar con los tales, a borrar sus rastros, a derramar sal sobre su memoria y luego a recomponer la heredad.  ¡A la quema! ¡Con leña verde!
Mírenlo ahí, apergollado en el poste central. Cómo iba a faltar ese mismo que proclamó el estado de Derecho mientras que su gobierno y a lo descarado solapaba a los corruptos y a lo descarado y a la vista de todos protegía las espaldas de los cínicos que hoy van a morir. El, que “haiga sido como haiga sido”, laceró y hasta hoy seguía lastimando a todo un país, si se exceptúa al alto clero político, el duopolio de TV y los del gran dinero que lo encaramaron en el poder. ¡A quemar al protector de bergantes! ¡A achicharrarlo con todo y sus alcahuetes de las instancias justicieras. A todos.
La muchedumbre contempla el abyecto muestrario de la corrupción productiva e impune. Ahí el hato de sinverguenzas.   ¡A quemarlos vivos..!
Es la hora de la justicia para un paisanaje que ha sido capaz de darse un gobierno aliado y una Constitución a la medida de todos. Vean ahí. Los agraviados han tendido ese cordón de pólvora desde la leña hasta acá, hasta la plataforma donde el juez, hachón en mano, aguarda las campanadas de las doce en punto del medio día. La muchedumbre, un soterrado rumor. Y de súbito…
Ahí resonó la primera campanada, y la segunda, y con la última resuena la hora de la verdad. Al reventar el último bronce el juez juntó hachón y mecha de pólvora, y la flama corrió por el cordón rumbo a los postes donde se contorsionan los condenados a las vivas llamas. La muchedumbre, el corazón en el gañote y la excitación en unas pupilas lumbrosas de sol. Pues sí, pero, en eso: ¿y eso? ¿Qué ha sido, quién fue el temerario insensato?Y es que a paso cojitranco esa anciana acaba de apagar la mecha. Estupor…
Y fue entonces: la multitud, engarrotada en el silencio, escuchó la vocezuca de la anciana, cascada voz:
– Sin pólvora, que no la merecen. A fuego lento, manso, y no tan de prisa. ¡Volvamos a comenzar..!
Esta escenilla me fue sugerida por una que tuvo de actores a Hitler y cómplices, y que para desdicha de tantos fue, como la mía,  imaginaria. Tal vez el Fuhrer no mereció la quema, ¿pero el de lentes y cáfila de mediocres, de protegidos y solapados tan sólo por ser amigos del Verbo Encarnado?  ¿Y estos? En fin, es fábula. (Pues sí, pero…)

El futbol, mis valedores

Nacido inglés en las piernas de la nobleza y de inmediato desechado por indigno de nobles botines, fue a recalar en práctica deleitosa de los obreros en su tiempo libre, y  aquello era sudar, eliminar toxinas y liberar endorfinas. La gloria.
La gloria, sí, pero una gloria  sopesada por el patrón, que calculó los botines que le reportarían unos botines alquilados,  y fue entonces:  no fatigarse, muchachos, no maltratarse las espinillas ni ponerse en riesgo de una pierna rota. Voy a pagar a algunos que jueguen por todos ustedes, que cómodamente pueden disfrutar del futbol.
En eso quedamos. Y fue así como el obrero, de asumir su participación personal en el juego, pasó a delegar en los alquilones, y pagó por verlos, y propició el negocio descomunal de TV y similares. Lástima, porque el futbol es práctica deleitosa y saludable, que libera tensiones y confiere un estado de paz y relajamiento físico tanto como mental. Hermoso juego el futbol, que cada fin de semana practiqué allá por los llanos del oriente de la ciudad. Piedras, hollancos, yerbajos y polvaredas. Al final, la paz. ¿Hoy día  sentarme a dos nalgas frente a la TV y escuchar los aullidos histriónicos con que los merolicronistas manipulan masas cándidas? No he logrado vivir carretadas de tiempo para terminar en  eso. A propósito:
El pasado lunes un encabezado de la sección deportiva prendió mi atención: ”Curiosidades de nuestro futbol”. Leí tres párrafos y me quedé pensando…
Que equipos como “Puebla, Atlas, Estudiantes y Atlante, afirmaba un Miguel España, son  ejemplo de la inestabilidad”. Que “pudimos comprobar las situaciones especiales o extrañas que suceden en nuestra Liga”, y que a tales equipos “los traen dando tumbo en el campeonato”, y en el pie de plana la afirmación de un Eduardo Brizio: “En un futbol altamente comercializado no es extraño que los jugadores carezcan de identidad y cambien de equipo como de calzones”. Que alguno de ellos, afirma, han militado en casi todos los equipos del balompié mexicano, y pone el ejemplo de un Carlos Ochoa:
“Debutó en el Necaxa, luego se fue a Tigres, cruzó el charco para enrolarse en el Osasuna de Pamplona. Regresó de nuevo con Tigres para emigrar a Gallos Blancos. Después se fue con los Jaguares, para luego enfundarse en la camiseta (sic) de los Rayados de Monterrey. De ahí pasó al Rebaño Sagrado, para que tras una escala en La Laguna regresar con los chiapanecos”.
Yo, leído lo anterior,  aconsejo a quien corresponda: ¿Pues qué? ¿Los entrenadores de los equipos que son “modelo de inestabilidad” no han pensado en integrar coaliciones, como los equipos modelos de inestabilidad PAN y “Nueva Izquierda” que, por no descender a la segunda división, a base de darse una  mutua respiración de boca a boca han logrado sobrevivir en el marcador? Otra más:
Si en un futbol altamente comercializado “existen jugadores carentes de identidad”, ¿por qué los equipos coaligados no los postulan como capitanes comunes? ¿Que ignoran cómo manipular la futbolera maniobra? Pero si es muy fácil: con tan sólo contratar al técnico especializado en compra-venta de equipos sin estabilidad y jugadores carentes de identidad. A ese lo han alquilado Los Pinos, Gobernación, el PAN, gobernadores diversos y algunos patrones de la iniciativa privada. ¿Cómo localizar al alquilón?  Que el interesado en sus servicios alce el puño con un buen fajo de dólares, y listo. Con precaución, aclaro, que la tarascada del chucho es mortal. ¿El alias? Ortega.  (¡Jesús!)

Y mi palabra es la ley…

Señores de las diversas organizaciones que se disputan la plaza: son ustedes, en estos momentos, las autoridades de facto en esta ciudad (porque ) el primer mandatario, para conseguir la legitimación que no obtuvo en las urnas, se metió -sin una estrategia adecuada- a una guerra contra el crimen organizado sin conocer además las dimensiones del enemigo ni las consecuencias.
Y que cuando candidato el de la  legitimidad imposible se comprometió  “a implementar mecanismos que protejan a los periodistas”. ¿Y..?
Mientras tanto, el editorial de El Diario de Juárez, dirigido a las verdaderas autoridades de esa ciudad,  ya habrá sido leído en el resto del mundo y afianzado la opinión de que en México el Estado no controla cabalmente el territorio nacional. Mis valedores…
Yo, nacido y residente de este país hace carretadas de décadas, ¿soy, debo ser, debo sentirme orgullosamente mexicano? ¿Orgulloso de que en mi país el Estado se agoste, se angoste y se achique por culpa de algún devoto del Verbo Encarnado que “por conseguir una legitimación que no obtuvo en las urnas” apile en su guerra particular un cerro de 30 mil cadáveres? ¿Orgulloso integrante de 110 millones (hoy día dispersos en átomos)   que ante una situación nacional de emergencia se niegan a pensar, a autocriticarse y a  crear (ellos mismos, que nadie lo va a hacer por ellos) las estrategias para lograr ese cambio de estructuras que requiere el país? ¿Orgulloso de que esos millones, como adolescentes, sigan  la guía dañina de pastores religiosos y traficantes de “medios” que les ofrecen como solución  pedir a Dios y exigir al gobierno el milagro del cambio? Tales masas sociales, renuentes a asumir, delegan, y entonces piden y exigen. ¿Yo, orgullosamente mexicano? Por cuanto a los dueños del poder…
Los capos del narcotráfico, mandones de los carteles del Golfo, de Juárez, de Sinaloa y la Familia, que malviven de traicionarse, vengarse, cobrarse afrentas, y masacrarse unos contra otros, todos contra todos, solos o con la ayuda de sus aliados de uniforme en su cotidiano pleitar contra los uniformados a los que aún no han podido o querido cooptar para reforzarse en sus rudas contiendas contra los de la CIA que, encubiertos o a la descubierta, entre nosotros combaten a los Barbis de la droga…
Vidas hazañosas. En la cárcel algunos, prófugos los más, o escondidos, cuando no bajo tierra o en manos del gringo, donde los fueron a depositar los Judas al servicio del Poncio imperial. Los Pelones, los Zetas, los Kaibiles de Guatemala, vidas dañeras, azarosas vidas, corazón bandolero de quienes se juegan su resto al águila o sol de la cotidiana violencia. Porque en la disputa de territorios su sino y su signo son las ráfagas de plomo, ya en descampado, a la vuelta de la encrucijada o la plaza mayor. Hoy día,  mis valedores, los narcos pelean en distintos frentes y, siempre contra la ley, imponen la ley de la selva, la del más fuerte, la del mejor armado, del mejor protegido por el policía, el comandante, el gobernador. El Diario de Juárez…
Así es el tráfico de la droga para nuestro país. Con esta mano el veneno  y con esta otra las divisas que mano a mano con PEMEX y las remesas del indocumentado nivelan su economía y le dan de comer. Y que envenene a las nuevas camadas, las encargadas de rescatar el Estado…
¿Ellas y el narco? Florence Cassez, La Lore, la Reina, celda con celda de su rival, Cantalicia. Qué nombres para un corrido. (Seguiré después.)

Torres gemelas, tragedias gemelas

La humana condición, mis valedores. La masacre de Nueva York ya la lloramos al unísono de los deudos norteños. Sobre los miles de  víctimas que sucumbieron al par de las Torres Gemelas ya nos dolimos. Ya maldecimos un terrorismo que así laceró a la comunidad del vecino del norte, vecino imperial. Qué bien. Pero, a propósito, así como oficiamos el rito anual de la tragedia que azotó a una sociedad anglosajona aquel 11 de septiembre, ¿nos dolimos en su momento, nos enfurecimos contra el invasor de nuestra América Mestiza, que esta vez desgarraba la carne viva de la hermana república de Panamá, masacrada por los marines en la invasión de 1989? ¿O para los nuestros no alcanza la compasión..?
Justicia enclenque (que no es justicia), nauseabunda manipulación. ¿Quién, de los plañideros del 11 de septiembre lamenta (recuerda, al menos,) la matanza de 1989 en Panamá, que dejó un amontonamiento de seis, siete mil cadáveres de la población civil? Es la humana condición. Es el Imperio, es el compinchaje de todos sus medios de condicionamiento de masas. La nota de prensa:
“Activistas de derechos humanos y familiares de víctimas de la invasión gringa (demandan que el 20 de diciembre sea declarado duelo nacional), desatada a sangre y fuego por fuerzas de Estados Unidos con el pretexto de derrocar y apresar al general Manuel Antonio Noriega, exigen al gobierno panameño que se cree una comisión de la verdad. En la fotografía, una panameña lleva flores a la tumba de su padre…”
Leí la nota de prensa,  me quedé pensando y me acordé de Plutarco y sus Vidas paralelas. Porque vidas paralelas son las víctimas del Pentágono: Panamá, Afganistán, Iraq, Cisjordania, la Franja de Gaza, El Líbano, en fin. ¿El pretexto? Combatir a los “enemigos” de EU. ¿El resultado? Miles, decenas de miles de cadáveres sembrados en Panamá, en Afganistán, en Iraq, en Palestina la mártir. Es el imperio…
Apenas anteayer, digo, fue un Manuel Antonio Noriega, compinche de Estados Unidos y por aquel entonces presidente de Panamá. Hoy es Osama Bin Laden, antiguo aliado de Washington, entrenado (entenado) por la CÍA. En Panamá, el genocidio fue conocido con el alias de Causa Justa-, ayer, en Afganistán, con el de Libertad Duradera. Hoy mismo, en Iraq, el genocidio no tiene nombre, por más que los asesinos y torturadores gringos regresan, gacha la testa y las manos vacías. Es la historia.
En la invasión armada contra el presidente Noriega, de Panamá,  el Pentágono desfogó toda su furia con 10 mil invasores contra la población civil. Más tarde iba a descargar una fuerza descomunal, desproporcionada, sobre la población civil de Afganistán. Ahora tocó el turno a Iraq. ¿El pretexto? ¿Cuál..?
Aquí una somera reseña de la carnicería que Estados Unidos, en su papel de gendarme universal, perpetró contra la población civil de Panamá poco antes de la media noche del 19 de diciembre de 1989, y esto con el pretexto de capturar (muerto o vivo, un millón de dólares por él) al Bin Laden de masquiña, el tal general Noriega, presidente al servicio de Panamá y narcotraficante al servicio de Estados Unidos.
Año de 1989. Desde 1972, cuando menos, el gobierno norteamericano tenía conocimiento de las actividades ilícitas de  Manuel Antonio Noriega, pero mientras su aliado  le fue útil lo mantuvo en su nómina.  Con el antedicho pretexto de capturarlo, marines de Estados Unidos  irrumpieron en forma violenta en la república panameña. (Sigo después.)

Mr. Rick Birch, o como se escriba

Felicidades. Ya cobró, ya le pagaron, ya se habrá vuelto por donde vino. Cumplió ya con el encargo de atarantar nativos al  precio de 3 mil millones de pesos (calculó su equivalencia en dólares y vio que el atole con el dedo resulta ser buen negocio si se sirve en jarrito adornado con papel de china). Ya logró atascar una vía pública con baratijas de papel picado, serpentinas y un espectáculo hollywoodense como los de Mayami que los nativos ven en la nodriza natural de los naturales, la TV. Felicidades. Atrás quedaron los ojos de asombro,  los vendavales de aplausos, las bocas abiertas y los “oh”, “”uh”, “ah”, de unas masas mansas y encandiladas con el espectáculo (show, perdón, Mr. Rich Birch) del mexican folklore.     Perfecto, Mr. Rich Birch.  Se lució con el hollywoodense “chou” de la luz, el estrépito y la estridencia, maquillaje inigualable para disimular la osamenta de un gobierno mediocre hasta el tuétano. Mago importado  para la ocasión, en siete días creó un surrealista universo a la altura de país tercamente mediocre. Alguno que presenció la mojiganga disneyana me  jura que a punta de tamborazos logró usted aturdir a unas masas ubicadas en el sentimiento trágico de la vida y urgidas de fugarse de una realidad que rebasa sus fuerzas. Felicidades, pues, Mr. Birch.
A precio de oro (de dólar), usted ya cobraría el montaje de una ruidosa escenografía de esperpento y huarachazos, tan estridente como embustera, montada para el asombro barato (carísimo), el aplauso facilón y el placer solitario de unas masas que por esas arrobas de confeti, serpentinas, pólvora y disfraces coreográficos pagó a mercachifles y truchimanes una factura de 3 mil millones de pesos, peso a peso liquidados a base de 3, 4, 7 salarios mínimos. Tal mundo real de pesos pagó por un mundo de fantasía levantado por truchimanes que, a su vez, le pagaron con espejitos de vidrio, abalorios, artesanías de papel, mojigangas y  monigotes de cartón pintado. (Al siguiente día, sólo arrobas, toneladas de basura que el viento se encargó de desbalagar.  Es México, Mr. Rich. Nuestro México de siempre, y qué hacer.)
Por cuanto a ustedes, mis valedores, ¿qué? ¿Les divirtió el de Mr. Rich? Sus gritos y sombrerazos, sus tamborazos y huarachazos, modelo perfecto de la rampante mediocridad, ¿lograron su cometido de conjurar, así fuese el tanto de una noche de alcohol, serpentinas, papel picado y papel higiénico, una realidad que rebasa las fuerzas del salario mínimo, pero que a fuerza de impuestos costea una realidad tan efímera como multicolor y escandalosa, al tamaño de la que vino a embombillar a las masas sociales el hijo de toda su reverenda Australia? ¿Fueron ustedes  las masas de siempre, aturdidas una vez más a gritos y  tamborazos?  Porque ponderan las crónicas, temblorosas de emoción, el montaje estallante de fuegos efímeros, de juegos fatuos y auroras boreales de utilería, que mantuvieron embobadas, ojos desorbitados y boca abierta de par en par, a unas masas dóciles e impresionables hasta el delirio y el éxtasis con visitas papales, concentraciones en la explanada de la basílica y desfiles de mojigangas danzantes…
Conclusión, mis valedores: el tanto de una tarde, una noche y un nuevo día, las masas vibraron a la emoción visceral de sentirse patriotas, “nacionalistas” y herederas de unos héroes de bronce que les troqueló una convenenciera  historia oficial. Calderón, mientras tanto… (Seguiré con el tema.)

Que hablen los volcanes

Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre…
Aquí finaliza, mis valedores, el documento con que la voz cubana de  Celia Hart irrumpe en las fiestas patrias del que nombra “México inmutable y eterno”, para repasar vínculos históricos que, más allá de gobiernos proyankis,  mantienen a México y Cuba amarrados con nudo gordiano. “Con ñudo ciego”, como allá decimos:
– La revolución mundial le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en el país, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.
Ahora, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate?  Está en el alma de mestizos. Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo: Muero por la revolución.
México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. (Yo, además, en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer…)
Los sucesos recientes, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del ese que por horror a la corrupción de sus partidos sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo, comienza a exigir altura a sus gobernantes. (Y por ahí anda quien fue su alcalde que aún hoy puede convertirse en un verdadero líder de América. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán si, finalmente, merece o no merece participar con México en su porvenir.)

Los últimos incidentes con Cuba fueron protagonizados por cualquier otro, pero nunca por un auténtico mexicano. El de Los Pinos  nunca será un mexicano. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperen que los volcanes hablen!
Pero México se renovará. No podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible. Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 de septiembre y todos los días del año. El grito del padre Hidalgo fue nuestro grito.
¡Viva la independencia revolucionaria de este México lindo y querido que todos los americanos estamos necesitando..!”
México, Cuba, país uno y múltiple. (Nuestro país.)

¿México? ¿Dónde está?

José Martí amaba a México, su segunda patria, la de Zapata, Villa, Juárez y Cárdenas. Hoy,  ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate? No, esta vez no está en Los Pinos. Está en el alma de mestizos.
Muy cierta, a mi juicio,  la expresión de Celia Hart, escritora cubana que con nosotros celebra las que la voz oficial ha dado en llamar fiestas patrias. “Porque México es un país de revolución. Pertenece a la élite de pueblos revolucionarios. Con Francia, Haití, Cuba, EU y otros pocos más. El actual gobierno mexicano le está extirpando el aire con un servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de Don Benito y Don Lázaro. (¿El presidente aludido? ¿Vale la pena aclararlo? En fin.)
El documento fue publicado por Celia Hart un 16 de septiembre de hace años allá en La Habana, donde los cubanos festejan nuestras fiestas patrias. La escritora aludió al festejo, y lastimada por la política internacional de los gobiernos del Verbo Encarnado que así zarandean la tradición diplomática del país y la roqueña  hermandad de nuestros dos pueblos, alzó su voz  para manifestar su amor a México y su rencor por quienes hoy se  han encaramado en Los Pinos:
– Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar. Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.
El Grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía estúpida y sórdida y que sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres. La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre.
En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la frontera de Nuestra América con los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los EUA. ser más tolerantes con la nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.
¡José Martí no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que “ya los mexicanos sabían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras” y que “ya hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu”.
¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío necesario para declararse libre? ¡Más ha hecho México en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron!”
De hoy en adelante México girará a la izquierda  para no enderezarse jamás. Y que Moctezuma, Hidalgo, Don Benito, Madero, Zapata, Villa, los cadetes de Chapultepec, Don Lázaro, los invencibles estudiantes del 68 y tantos y tantos que no alcanzan las palabras, empiecen a gritar desde sus siglos y sus tumbas. América gritará junto a ellos.
(Mañana, el final.)