Aquí las honro

Son  Angela Merkel y Dilma Russeff, varonas cuya reacción ante el espionaje de EU. debería dar verguenza al gobierno mexicano. Con ellas, en estos días de la muerte,  honro a Isabel Ayala Nava, viuda del guerrillero Lucio Cabañas, ultimado hace 39 años por las fuerzas del gobierno. Isabel fue asesinada junto con Reyna, su hermana, por un comando armado que en julio del 2011 las balaceó en Xaltianguis, Gro.. ¿Cuántas muertes más?”, clama Micaela Cabañas, huérfana de Isabel. Y Sara Lovera, periodista:

¿Fue una casualidad? ¿Un mensaje? ¿Es parte de la confusión política y social en la que vivimos? ¿Sólo se trata de algo más de violencia en Guerrero?

A saber. Polvos de aquellos lodos ensangrentados, tal vez. Pero semejante atrocidad exhibe la inutilidad de enfrentar con las armas el Sistema de poder, cuando es factible y urgente para nosotros darnos un gobierno aliado con sólo aplicar esa estrategia adecuada: la organización celular autogestionaria. Aquí el testimonio de alguno de esos magníficos delirantes que apuntan el arma contra el Poder:

 “Te vendan los ojos. Toques de picana. Prueban los límites de tu resistencia con días sin dormir, y el pozo y golpes hasta dejarte sin aire para de inmediato sumergirte la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Te cuelgan de helicópteros. Para tí es mejor que te maten, pero no te dejan morir. En la tortura te matan muchas veces”.

¿El provecho que el guerrillero, equivocado magnífico,  reporta a las masas populares? ¿El destino que le aguarda?  Terminar como Lucio Cabañas, profesor rural caído en un enfrentamiento con fuerzas del ejército el 2 de diciembre de 1974. Del rebelde sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal, una estatua de bronce y el rito de las honras fúnebres.

En Atoyac de Alvarez, una tarde de diciembre del 2002, nostálgicos fieles del insurgente inhumaron sus restos y los fueron a depositar en el punto en que se alzaba el tamarindo a cuya sombra el combatiente se manifestaba contra el gobierno.  Y no más, que tal es el destino del guerrillero que en su impaciencia porque cambien las condiciones calamitosas del país toma un arma y se remonta a la sierra, donde habrá de enfrentarse a un Poder que lo rebasa en violencia armada, y que mañana lo va a bajar en una bolsa de plástico, si no es que lo arrojen en un hoyo de la tierra bruta, y del generoso insensato nadie conocerá el rastro.

Ante la guerrilla urbana el régimen desarrolla un aparato policíaco basado en Inteligencia Militar que funciona con los métodos usuales de la contraguerrilla urbana: tortura en cárceles clandestinas, desapariciones y muertes “aleccionadoras”: los cuerpos de guerrilleros aparecen terriblemente torturados. (ORPC, 1968-1985.)

Pero los matanceros de ayer serán las reses de mañana, y el tiempo coloca a los hombres en su lugar. Treinta años después de asesinado  Cabañas, dos de los generales que lo  persiguieron descalificándolo de bandolero, delincuente y criminal, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quiróz Hermosillo, fueron encarcelados por delitos de narcotráfico. Hoy el maestro y luchador civil se mira de frente, en el bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A 39 años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica. Y la paz.

La paz, sí, pero hoy, mientras tanto, ¿cuántos muertos más?

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, Arturo Gámiz, Lucio Cabañas, Isabel y Reyna Anaya. (A su memoria.)

Morir, y no más

(Aquí, para ustedes, mi recordación anual de La Descarnada.)

Me gustaría vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: – ¡Tan­ta vida y jamás! – Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre!

Porque, a querer o no, mis valedo­res: se impone hablar de la muerte; tener­la presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condi­ción es la muerte nuestra segunda natu­raleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de sa­lud. Nada importa nada frente a la muer­te que, dice el filósofo, siempre es posi­ble, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siem­pre, no importa a qué edad sobrevenga,  y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este nuestro tiempo de vi­da. Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no so­mos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de noviembre. Memen­to homo…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida. Aprende a morir y vivirás, porque na­die aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, despreocúpate: la na­turaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto.

A todos ustedes invito a recordar a nuestros difuntos; los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desafora­da carrera rumbo a ninguna parte, y me­ditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo: para morir sólo se necesita es­tar vivo, y sólo está vivo quien sabe que habrá de morir, y créanme, es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearía­mos tantos…

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poe­sía – y de crímenes, y de odio, y rabia y lá­grimas.

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre to­do quienes ya andamos doblando el Ca­bo de Buena Esperanza. Pues no, pero habrá que morir. «Hay que morirse: – hay que irse muriendo a piedra y lodo. – A soledad, a gritos, a poemas: – hay que morirse. Nada más. A secas». M. Guardia, y Sabines:

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. – A ella le dijeron: tendrá suerte. – Alguien me habló todos los días de mi vida – al oído, despacio, lentamente. – Me dijo: ¡vive, vive, vive! – Era la muerte.

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa, y Paz: Para el mexica­no moderno la muerte carece de signifi­cación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra. Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indi­ferencia ante la vida.

Pero fuera tristuras, arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, porque nosotros,  lo jura el Popol Vuh, somos los vengadores de la muerte. Nuestra estir­pe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana.

Porque muerte y lucero están ahí nomás, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos  todavía vivos. Vivir hasta atragantarnos cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el “siem­pre” sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. Vivir sin obsesionarnos a lo necrofílico por esa muerte propia y particular que vive dentro de cada uno de nosotros. Vivir de punta a punta la vida. «Porque  vida y muerte son uno, como lo son el río y el mar», y porque habrá que morir. Sin más. (Memen­to mori.)

Ignominia

Es un nuevo atentado contra la Constitución de parte de quienes protestaron acatarla, encabezado por el  Ejecutivo y apoyado por quienes en las cámaras han manifestado ya su disciplinada sumisión, pero ahora en un asunto de gravísima importancia: la modificación de los artículos. 27 y 28 de la Carta Magna, esenciales para nuestra seguridad energética, para nuestra seguridad nacional y por ente para nuestra soberanía.

El memorial de la ignominia, titula Jiménez Espriu su reciente crítica  de esa reforma energética de Peña que apoyan los «chuchos»  del PRD. Eso, aunado a la propuesta gubernamental de que se echara tierra al tema del espionaje contra el de Los Pinos (en las antípodas de la digna, decorosa reacción de estadistas como Angela Merkel y Dilma Russeff) me motiva para traer ante ustedes la parte medular de La compra de la  República, ¿la conocen ustedes? Se trata de una «fantasía» de Papini que sin mucha dificultad imagino protagonizada por Obama y el Peña cuyo proyecto, afirman quienes de esto conocen, fue redactado en Washington. La «fantasía» publicada en Gog:

“He comprado una República. El Presidente tenía el agua hasta el cuello y su ministerio, compuesto de ineptos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; imponer  nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbe de todo el clan que había tomado el poder. Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York; en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares y asigné al Presidente, sus ministros y  secretarios, unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía, sin que el pueblo lo sepa, las aduanas y los monopolios. Además, el Presidente y sus ministros han firmado un contrato secreto, que me concede prácticamente el control sobre la vida de la República. Aunque yo, cuando voy allá, parezca un simple huésped, soy el dueño del país. En estos días he dado una nueva subvención para la renovación del material del ejército. Me he asegurado, a cambio, nuevos privilegios…

El espectáculo me divierte. Las Cámaras continúan legislando libremente (en apariencia). Los ciudadanos siguen imaginando que la República es autónoma e independiente. No saben que todo cuanto se imaginan poseer –vida, bienes, derechos civiles- despende de un extranjero desconocido para ellos: de mí. Mañana mismo puedo ordenar la clausura de las Cámaras, una reforma constitucional, el aumento de tarifas de aduanas, la expulsión de mi país de los emigrados. Podría, si lo quisiera, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante, y derribar al Gobierno, desde el Presidente hasta el último secretario. Y no me sería difícil obligar al país que tengo bajo mi mano a entrar en una guerra que no le incumbe. Esta facultad oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir los fastidios de la comedia política es una fatiga bestial, pero ser titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento al observar que los del clan siguen actuando su papel de jefes legítimos«.

Mis valedores: ¿México ante los Estados Unidos? Qué país éste, qué país aquél. ¿Y nosotros? ¿Nosotros qué? Los «dueños» del energético temiendo y orando (yo no) ante la proximidad del México-Nueva Zelanda mientras que el de Los Pinos…

Ah, México, nuestro país. ¿Nuestro? (Lóbrego.)

México y el imperio

Vecinos distantes. California, EU. El pasado martes un conductor ebrio, a exceso de velocidad y que hablaba por celular, ocasionó la muerte de una familia de 5 mexicanos. La madre de la familia estaba embarazada de 7 meses. 

Y es que el extranjero, según la analista Julia Kristeva,  no significa más que una boca de sobra, una palabra incomprensible, una forma de ser y una conducta no apegadas a la norma. Como trabajador ilegal es un desollado. Ese extranjero sangra de cuerpo y alma, humillado, depreciado en una situación en la que sirve de criado(a) a los otros, que molesta si enfermo; es el enemigo, el traidor; la víctima, después de todo.

Y si inmigrante, peor todavía, y si mexicano, trágico, y si en Arizona, siempre al riesgo de cárcel y deportación a un país que lo trató de entenado y donde ni cómo lograr la sobrevivencia. Destino de pueblos débiles, que nunca quisieron escuchar las advertencias del Conde Aranda, de Marinello y Bolívar, del genio americano, José Martí.

El DIF local recibió a la niña Elizema, de 18 meses de edad, que sobrevivió a las altas temperaturas del desierto de Arizona, una vez que su madre Yolanda G. Galindo, de 19 anos de edad, falleció por deshidratación en el intento de pasar a EU. de manera ilegal.

Este 28 de octubre, en tanto, The New York Times pidió al presidente Obama no deportar ni un sólo inmigrante más, si es que éste no ha cometido un crimen o sólo es culpable de una falta menor. Su gobierno mantiene “la tasa frenética” de deportaciones, de 400 mil personas expulsadas en un año, basado en decisiones políticas y no de seguridad pública.

A Tacho y a Quetita los asaltaron en el desierto de Arizona. A él lo mataron y ella regresó a su pueblo para enterrarlo.

Los peligros que enfrenta el ilegal: muros, rangers, ku-klux-klanes y pandillas de xenófobos como un tal Grupo de Resistencia Aria Blanca (WAR), que ha llegado a azuzar de esta forma a los granjeros de Arizona: “¡Si no es blanco deséchalo! ¡Detener la avalancha de lodo o ahogarse! Necesitamos una frontera de verdad. Primero agarramos a los hispánicos, luego a los asiáticos y a los negros. Deportación. Todos se largarán a casa. ¡Violencia contra la avalancha de lodo que nos llega del Sur!”

Mis valedores: ¿han visto Historia Americana X? Como sacado de la película el dirigente de WAR defiende el genocidio de Hitler, aplaude el terrorismo y celebra que más de 10 millones de africanos hayan contraído el SIDA. Por cuanto al mexicano:

“Moreno y mañoso, nos chupa como una garrapata. Cruza la frontera sin un centavo; los gringos le compran la comida. No quiere aprender a leer, pero tiene los güevos para garabatear nuestras paredes. Reza a Dios noche y día, pero roba todo lo que puede. Basura de raza, logra reproducirse rápidamente porque sus mujeres ya nacen embarazadas. ¡A detener esos millones de animales color lodo que sólo saben reproducirse!»

Desafortunadamente, los hombres blancos se han vuelto cobardes. La salvación de la raza blanca depende de las mujeres. Quizá no tengan la fuerza para blandir un bat de beisbol, pero sí para comprar una lata de gas lacrimógeno para cuando vean un animal de color de lodo. ¡Sálvate de esos buitres come-frijoles!

Laredo, Texas: Tres mexicanas agonizaban en pleno desierto, con temperaturas de hasta 44 grados centígrados. Se preguntó a los migrantes cómo lograron sobrevivir a la insolación: “Sobrevivimos bebiéndonos nuestros propios orines”.

Mis valedores: esto es USA, esto es México.  (Esto es nuestro país.)

Al sonoro rugir del balón

Sigo la crónica del chiverío que enajenó al mentecato que fui de joven, y la reanudo con el recuerdo del Tigre Sepúlveda, que en la defensa central ganaba contiendas con la pura estampa de una camiseta a rayas, unos mostachos aguamieleros y un mirar así, miren, de fiera en brama. Y a palidecer, esos margaritones del Atlas, que allá viene el Tigre.

Te honro a la vuelta de tantos ayeres,  zambo aborigen genial,  pesadilla de rivales, honra y prez de Atemajac. ¡En la defensa izquierda Jamaicón Villegas, y ya!

Nuño: sacrificio, entrega, dinamismo puro y puro pundonor. No, y aquel inolvidable… ¿cómo se llamaba el inolvidable tirador de media distancia? Qué  inolvidable zurdo era ese que se me olvida, que manera de avanzar: pique, freno, descolgadas escalofriantes y el sonoro rugir del balón al ángulo superior de la portería. ¡Y autogol del inolvidable! «Mis» chivas…

Como si lo estuviera viendo: Marimbas Vidrio mentado. Me acuerdo que cuando en el área chica se picaba con el balón… Un momento; el Marimbas Vidrio no, que ese era de los otros, de los mediocampistas del Atlas. Es que de aquello hace ya tantos abriles, diciembres…

Pero tú cómo te me ibas a olvidar, símbolo garrochón de mi juventud primeriza. De pie te saludo, chiva grande, tú al que así anunciaban todos los altoparlantes de todos los estadios donde se practica el futbol:

“¡En la portería de las Chivas… Jaime… Tubo… Gómez!»

Palcos, sombra preferente y sol general se cimbraban y se venían, aunque nomás de chiquitibunes. ¡Ah, Tubo de mil batallas, espejo y flor de «mi» chiverío desde  chivito de las fuerzas inferiores hasta llegar a chivón! Ah, Tubo afamado que por el honor del Rebaño Sagrado salías a partírtela (la madre nomás); Tubo que fuiste honra y prez del club rojiblanco cuando no era propiedad de algún mercachifle, sino de un consejo de beneméritos  que ni dueños parecían. El Guadalajara de los Colomitos lejanos, allá por los rumbos de Zapopan, por aquel entonces todavía limpio de narcos. De los Colomitos fragantes

Dije Colomitos y de golpe se me viene el paisaje sombreado del que fue establo del chiverío y querencia de mis años nuevos, los que se me murieron en olor de virgen zapopana y de primerizo amor: Con la ilusión de que volvieras – mi corazón abrió la puerta – y tus pisadas confundí – con el latir – del corazón. (Me los estoy sintiendo mojados; los ojos…)

Al filo de la nostalgia, mis valedores, me he puesto a rememorar el perfil de «mis» campeonísimas Chivas de los años 60, cuando no había en todo sol general un fanático más entrañudo que yo, pobre de espíritu y mentecato héroe por delegación que con otros tan mediocres como yo juraba que “jugamos bien, no fallamos a la hora del escopetazo. ¡Goleamos!”

Mis valedores: a esto quería yo llegar. Como alguno de ustedes, dipsómano que logró la curación,  como el vicioso que con su puro par de redaños venció el cigarrito, así yo; enajenación futbolera nunca más. Crecí, maduré mentalmente, ejercité el oficio de pensar y el de la autocrítica, me libré del cretino que fui por aquel entonces, el idiota útil al que Televisa manejó como le dictaron sus electrónicos compañones. Yo abandoné la exaltación inducida e impuesta que me traía delirando; me lavé de la mugre mental que me engarrotaba en la enajenación, la pasividad y la dependencia. Los aborrecibles futbol, cigarrito, licor y televisión nunca más. De amores el libro y unas faldas de mujer (no pantalones). Es cuanto. Y ya. A vivir. Qué más. Qué mejor. (Vale.)

¡Hay Guadalupana!

¿Por qué no «pudimos» ganar? ¿Por qué no «logramos» definir, por qué «se nos» negó el gol?  ¿No «tuvimos» actitud, no «estuvimos» motivados? ¿En el repechaje «podremos» ganar? ¿»Nos» ganarán? ¿No «tenemos» Guadalupana?

Así me habría dirigido a ustedes para enajenarlos un poco más y tornarlos aún más dependientes de once alquilones del futbol y reforzarles su actitud pasiva de héroes por delegación en provecho de mercachifles que mueven masas como marionetas. Pero no. Una moral personal, una ética periodística me impide inferirles un agravio de ese tamaño.

Yo fui un manipulado más. A mí también me devoró el Tigre Azcárraga de aquellos tiempos. Sin nunca hasta entonces haber tocado un balón y a dos nalgas frente al cinescopio, me posesioné de las hazañas deportivas del equipo de mis amores, y con las hazañas de los alquilones, mentecato de miércoles, fui héroe a trasmano, como tantos de hoy.  Yo fui uno más, pero de esa la mugre me lavé a tiempo como también del licor, el cigarrito y el clásico pasecito a la red en plan de mirón. Y a vivir.

Hoy, ante el espectáculo de unas masas sociales a las que duopolio y demás mercachifles me lo  traen a estas horas como agua en batea, he vuelto a pensar en los tiempos, qué tiempos aquellos, en que fui  uno más dentro de ese escalofriante negocio. Yo, fanático del futbol. Qué tiempos…

Hoy mismo, al filo de la nostalgia,  me he puesto a rememorar el perfil de las campeonísimas Chivas de los 60s, cuando no había en todo sol general un más delirante fanático, ni un más gritón ni un más alborotero, en la zurda el cigarrito y en la diestra en lúpulo.  ¡Y salú por «mis» Chivas! Lóbrego.

El Guadalajara, mis valedores, aquel rebaño sagrado de las fragorosas contiendas contra los margaritones del Atlas, los  mulos del Oro o el aborrecible América. Presentes tengo en la mente a los once símbolos del chiverío de mis amores, de mis amores de la primera juventud (hoy vivo la 5a., pero a todo pulmón). Aquellos  mis héroes tenían los tamaños de un Héctor Hernández, canela pura, goleador de veras. Ah, driblador de prosapia; aquella su suavidad para manejar el esférico, burlar al contrario y lanzar el trallazo que va a tronar en el mero corazón del marcador. ¡Héctor Hernández, me estoy poniendo de pie!

Recuerdo a «mi» Chava Reyes, el cabeza de melón: fino a la hora de esconder el esférico, pasarlo, desmarcarse, recibir como mandan los cánones, fusilar y ¡el Guadalajara se trepa en el marcador! «Mis» chivas…

Bujía del equipo, batallador incansable, te recuerdo ahora, Chololo Díaz; largos calzones guangoches y esa tu marunga que hoy apodan chanfle, y que en las manos del guardameta rival fue brasa y pólvora, para enseguida…¡gol! Isidoro Díaz. El Chololo…

Fino porte, señorío, verticalidad; chiva por antonomasia, el capi Jaso postulaba en cada disparo al arco su filosofía futbolera: fuerte, raso y colocado. ¡El capi Jaso toma el esférico, se pica por el área central, dribla a un contrario, dribla a dos, dispara y …¡gol de la chiva contra los Cremas de Televicentro!

A ti te miro en mi mente, Chuco Ponce mentado, constructor de juego y habilitador de unos pases en profundidad que se encargaba de convertir en anotaciones aquel afamado Mellone Gutiérrez. Y quién no se alza escuchando tu nombre, pasta de inmortal Mellone, que burilaste aquel gol que te iba a convertir en ídolo de todo San Juan de Dios y anexas, gol anotado de nalga; la zurda, para más mérito. Mellone Gutiérrez y… ¡Goool! (Gañote enronquecido,  sigo mañana.)

Instrumento del Eterno

¡Lucha frontal contra la condición de apóstoles! Sí, contra la versión de un apóstol sufrido y candoroso que soporte tranquilo la miseria y el hambre, porque cuanta más hambre y miseria más diáfano será el apóstol: he ahí un ideal del maestro mexicano que la burguesía tiene particular interés en difundir… (Aníbal Ponce: Educación y lucha de clases, 1937)

La lucha magisterial, mis valedores. Leo en el matutino del pasado martes: «Protestan maestros en las oficinas del INEGI. Cientos de maestros rodean las instalaciones federales, por lo que se encuentran distribuidos en vialidades diversas.En la manifestación participan docentes de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chipas y Veracruz, quienes llegaron en operación hormiga del campamento de la CNTE en el Monumento a la Revolución»

Pero a contracorriente de la historia y de la realidad objetiva semejantes formas de lucha no son únicamente del pasado martes. Ya en octubre, como ahora, pero del 2006, “ante el temor de ser desalojados de los inmuebles del SNTE, los maestros de la Coordinadoracolocaron trincheras con bultos de arena y estructuras metálicas frente al inmueble sindical”. Se trata, por supuesto, del grupo que permanece es esta ciudad, porque la mayoría de mentores han regresado a sus lugares de origen. Con las manos vacías. Como siempre, desde hace ya medio siglo; desde aquellas fragorosas contiendas que al final de la década de los 50s. sostuvo el magisterio, lado a lado con telegrafistas, ferrocarrileros y otros gremios descontentos.

Las causas de su lucha son válidas y legítimas, por más que como bien lo asentaba Aníbal Ponce hace ya 76 años, en directo contacto con las masas populares sería peligroso que el maestro llegara a comprender que también es un obrero como los otros, explotado y humillado. ¡Qué procedimiento más refinado, en cambio, convertir su propia miserable situación en la virtud más excelsa de este venerable “instrumento del Eterno!

Decirlo más claro, imposible. Pero entonces, siendo su condición así de marginada, y así de justa su lucha por reivindicaciones de todo tipo, ¿por qué ese estreñimiento mental de los mentores a la hora de crear estrategias válidas, efectivas? ¿Por qué reducir toda su táctica a la mega-marchita, que, lo han probado los movimientos de fines de los 50s, no generan un logro así de pequeño para el movimiento magisterial? Busqué en mi archivo y me topé con este espléndido estudio donde la analista apunta la razón: la desmemoria; la carencia absoluta de memoria histórica.

“En los movimiento sociales ni los propios grupos que fungieron como actores principales escapan a estas carencias y deformaciones. A través de contactos personales con maestros de primaria del DF me he convencido de que ignoran -los jóvenes, sobre todo- lo sucedido hace unos años y que sus juicios al respecto, cuando los tienen, generalmente carecen de sustentación y se limitan a manifestar su simpatía o antipatía para con los líderes del movimiento».

Y que tal situación es de veras lamentable, si se toma en cuenta que cualquier intento serio de democratización dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) “se enfrentará en gran parte a los mismos obstáculos que se encontraron en 1958 y que, por lo tanto, la previa asimilación de la lucha que entonces se desarrolló se torna no sólo deseable, sino necesaria”.

Pues sí, pero ahora los profesores disidentes e-xi-gi-rán a Televisa un espacio para exponer sus exigencias contra la reforma educativa.  (Esto sigue después.)

Ocurrió hace cuatro años

Sigo aquí, mis valedores, con las reflexiones que  en el 2010 me provocó un Cayetano Cabrera, ingeniero del Sindicato Mexicano de Electricistas, al que con otros 42 mil trabajadores Calderón aventó al desempleo,  y que al intento de recuperar la plaza perdida o conseguir el patrón sustituto se arrojó a la huelga de hambre en el zócalo. Los conceptos de Gladis Cabrera, la hija del ayunante:

Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir…” Y mi respuesta meses después de la extinción de la Compañía de luz y Fuerza del Centro, cuando Cabrera y varios más iniciaban su huelga de hambre:

Su señor padre  se equivocó de país, Gladis Cabrera. Se está dejando morir en un estricto estado de derecho, repito,  donde la ley se respeta y se hace respetar o no fuese estado de derecho. Se equivocó de estrategia en un estado laico gobernado por beatas del Verbo Encarnado.

Qué distinto hubiera sido llevar a cabo su terrible determinación en una «dictadura feroz» como la de Cuba, pongamos por caso, donde algunos inconformes con el régimen castrita se mantienen en huelga de hambre. Dictadores y sátrapas han demostrado en los hechos que son sensibles ante una justa demanda que apuntalan, como aquí el ingeniero Cabrera, a lo largo de  80 y tantos días de ayuno. Los sátrapas no tienen la condición ni la respuesta de un gobernante democrático (beato del Verbo Encarnado, además)  ante un desempleado cualquiera que pretenda  abollarles el principio de autoridad.  Compañera Gladis Cabrera:

Mucho tengo que decir al respecto al electricista y cofradía de ayunantes. ¿Querría usted transmitirle el mensaje que en trance tan riguroso y de acuerdo con enseñanzas de mi maestro de teoría política  me propongo redactar? Se trata de indicaciones diversas extraídas de la Historia sobre cómo se  triunfa sobre el enemigo histórico.

Pues sí, pero no, que ni su señor padre Cabrera ni los dirigentes del sindicato  van a leerlo, y de leerlo no lo van a entender, y de entenderlo no van a  atenderlo, y mucho menos a ponerlo en práctica. Y es que así de castrante es el dogma, y de arrogante y  burriciego. Porque a los compañeros del Mexicano de Electricistas, como al gremio de los maestros, el dogma los mantiene en la creencia de que el triunfo sobre el Sistema se enraiza en la espectacularidad y el protagonismo de una muchedumbre eufórica, la del plantón, la mega-marchita y las consignas»mágicas» gritadas a todo pulmón.

A los simpatizantes de los electricistas, en tanto, qué nos queda por hacer, sino resignarnos a contemplar las ruinas del movimiento que habrá fallecido de erosión en el zócalo, rumbo a Los Pinos o frente al Jacalón de San Lázaro. En plena vía pública, sí. “¡E-xi-gi-mos!” Es el dogma. Y qué hacer.

Sintetizo, pues, compañera Gladis, la tesis del maestro sobre cómo han de proceder los electricistas para sobrevivir a la extinción de Luz y Fuerza del Centro, maniobra que ha dado al de Los Pinos, esto dicho por algún periodista rastrero, “un enorme prestigio popular”. Le adjunto, asimismo, la táctica con la que su padre y colegas sindicalistas habrán de resistir ese feroz  linchamiento que el del “prestigio popular” ha orquestado por manos y boca  de sus comentaristas de casi todos los medios de acondicionamiento social.

De inicio Calderón y sus asesores sopesaron las fuerzas a su favor y las que actuarían en defensa del Mexicano de Electricistas.

(Eso viene  después.)

Cayetano Cabrera

Los electricistas esta vez, mis valedores. Hoy mismo, al cumplirse el 4o. aniversario de que Calderón asesinó Luz y Fuerza del Centro y echó a la calle a 42 mil integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, los sobrevivientes «realizan tomas simbólicas de instalaciones que fueron estratégicas de la paraestatal (¿?). Bloqueos, plantones y movilizaciones han dado resultado para que el conflicto trascienda las fronteras del País. Estamos a la espera de que la CIDH saque una solución viable del conflicto», celebró Héctor Becerra. (Ausentes en la nota de prensa la sintaxis y la identidad de las siglas y del citado Becerra, lástima.)

Así que bloqueos, plantones y movilizaciones. ¿Y la huelga de hambre que sostuvieron varios electricistas? ¿Algo benefició a su causa? A uno de ellos recuerdo, yaciente en su tienda de campaña después de días, semanas y meses de no probar alimento, según lo juraban los ayunantes. Dije a ustedes en julio del 2010:

Cayetano Cabrera es su nombre. ¿Lo conocen ustedes? ¿Alguno lo ha oído mentar? El patronímico corresponde a la persona de un cierto ingeniero electricista, 46 años de edad, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas al que con otros 42 mil trabajadores el de Los Pinos aventó al desempleo el 11 de octubre del año pasado. Por intentar la recuperación de la plaza de trabajo para sí y los compañeros de infortunio,  hace 80 días corridos que junto con un apretado grupo de electricistas se arrojó a la  huelga de hambre. ¿Las condiciones para dejar de arriesgar la vida? Ante el articulista  Rodríguez Cortés:

Calderón, vayámonos a medias. Tú ya conseguiste la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Ahora cédenos el patrón sustituto, la recontratación colectiva y el respeto a los derechos de nuestros jubilados. Así resuelves el conflicto y evitas un muerto.

Eso, o hasta la muerte por inanición. Por cuanto a la familia del ayunante. ¿Qué opinan sus padres, su mujer y sus hijos?

– Todos ellos me apoyan hasta del final. Que no claudique, me piden. Mi padre es jubilado del ferrocarril y luchó al lado de Demetrio Vallejo. Mis hijas sufren, sí, pero no quieren que me rinda. Gladis, de 18 años, la más chica, me manda muchas cartas de apoyo.

El ayunante se incorpora con dificultad en el catre, de entre las ropas saca un cartoncillo y lee: “Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir».

Y yo aquí, mis valedores, digo a Gladis Cabrera:

Que su padre es un varón poderoso, tal vez; que es un hombre de excepción, lo acreditan sus hechos; inteligente puede ser, pero aquí equivocó la táctica, y antes de que se enfade, compañera Gladis, permítame la razón de mi dicho:

¿Calderón resolver el conflicto? ¿Sensible a una víctima del ayuno?  Un fallecido, dos, 25 mil, ¿qué significan para él más allá de un daño colateral? Su señor padre, Gladis Cabrera,  ha evidenciado, junto al carácter y el temple, una ignorancia en el tema de la teoría política que lo llevó a tan lamentable equivocación. Varón de entereza, convicciones y determinación, no supo calcular la respuesta que su sacrificio pudiese repercutir en un estado de derecho como es el nuestro (¿?)  Ochenta días de iniciado el ayuno, ¿qué resultados, más allá de la indiferencia, ha logrado del de Los Pinos y el clero católico, del cuerpo diplomático, la industria del periodismo y los  miles de viandantes que a diario atiborran la plancha del zócalo? ¿Qué?

(Sigo después.)

Lo comentamos todos

El clásico pasecito a la red, mis valedores. Lágrimas, ira y desesperación provocó la reciente derrota de «su» selección ante la de Costa Rica, por más que el triunfo del conjunto gringo vino a revivir la esperanza de la fanaticada tricolor. Todo por la ruda manipulación que aplican los   merolicronistas contra el pobre de espíritu. Y a modo de ejemplo:

En aquella ocasión el Tricolor fue vencido con un penal, y el merolicronista (para eso le pagan) derramó sus lágrimas de glicerina:

Los dramáticos perfiles del futbol -triunfo y derrota, sudor y lágrima, plenitud  y sufrimiento- se sucedieron ayer, como el deshojar de los árboles en el pálido otoño. Crepitación de anhelos y angustias, clamores rotos por la emoción, sentimientos tan claros como el agua y tan profundos como el abismo; voces argentinas y cascadas en un mismo orfeón; el penaltie, verdugo implacable; el gesto del vencedor, el visaje del derrotado; la tristeza, mohín insoslayable; el gol, ese martillo que hecho grito penetra el cielo. En los jugadores distinguí una lágrima…»

Y el manipulado, a llorar…

“Tienden los cronistas a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas, pero que no nos engañen: intentan crear una seudocultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Hacen un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar aparte de algunas elementales reglas de juego».

Leo Zuckermann: “La televisión ha convertido el futbol en una gran telenovela. Cada equipo es una telenovela. Es una historia interminable sin final feliz o triste. Hay momentos de alegría eufórica y de angustia depresiva».

Lo asegura el psicólogo social: El futbol es un medio de despolitización de  masas, un señuelo para alejarlas de la cultura política. El menosprecio hacia el fanático se evidencia hasta en las condiciones inhumanas que se le hacen sufrir en los estadios, que son lo más parecido que existe a un campo de concentración, donde ni siquiera falta el alambrado de púas.

Y que la comunicación que se provoca en el futbol es del tipo de las multitudes espontáneas que se forman en ocasión de un linchamiento. No es de extrañar que suele terminar en  violencia.

De súbito, desde las galerías rompen a rodar las pasiones crispadas y los insultos, los frustrados deseos semanales. La turba de aficionados sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente.

La verdadera pasión es fría. El entusiasmo es, por el contrario, el arma de los impotentes.

Porque para el pobre de espíritu tal significa el clásico pasecito a la red: una locura colectiva mañosamente inducida por los logreros de la televisión. Que el martes pasado, como en encuentros previos, el Tricolor se exhibió de  irremediable mediocre con su futbol de masquiña, de pacota vil. ¿Y? ¿De sus millones de fanáticos quién le está exigiendo calidad? En este país la reacción de un enajenado del futbol es la del esperanzado de cada seis años, siempre  renuente a pensar: «bueno, sí, el presidentito del haiga sido como haiga sido valió pura madre, como Fox y los anteriores,  pero estoy seguro de que con Peña Nieto ya la hicimos».

Esas  ganas de creer. ¿Alguno de ustedes se ve en ese espejo?

Abandonados, desatendidos por el gobierno, los pobres han caído en manos de la televisión.

“Más allá de lo estrictamente deportivo, este evento tiene implicaciones económicas muy importantes”.

(Esto sigue después.)

¡Sí existe la Virgen de Guadalupe!

El hincha del futbol, mis valedores. Va aquí un esbozo del retrato hablado de ese pobre de espíritu que,  siervo obediente de la  televisión,  la noche del pasado martes padeció hasta límites del odio, la rabia y la desesperación para, repentino milagro de las piernas norteamericanas, esperanzarse una vez más. Ahora ese mediocre tiene la oportunidad del repechaje con Nueva Zelanda. «Acudiremos a la fiesta máxima del futbol. ¡Sí existe la Guadalupana!»

Así pues, «nosotros perdimos» con Costa Rica,  pero «seguimos vivos». La Morenita se dolió de nuestra necesidad. «En el repechaje tenemos que ganar, si queremos acudir a la fiesta futbolera de Brasil».   «Nosotros», héroes por delegación…

Afirma el estudioso que el entusiasmo o la decepción por los resultados que obtiene en la cancha «su»  equipo futbolero, al igual que el uso de unas insignias y un determinado color o los gritos coreados por la fanaticada, son una compensación para aquél cuya vida, en lo social e individual, es de vacío y lobreguez porque una sociedad opresiva ha despojado de todo significado su insignificante existencia. El psicólogo social:

“El hincha es casi siempre un asalariado. Por ello mismo  mantenido siempre al margen del poder y que formó su propia élite de pequeños fracasados e impotentes:  la élite de los hinchas”.

«Tiene el orgullo apasionado del mediocre». Al antisemita lanza Jean-Paul Sartre esta frase que con toda propiedad puede aplicarse al hincha de un equipo de futbol. El orgullo del mediocre. Ganamos, anotamos un gol, dice el tal, y no se ha movido del graderío, o sentado a dos nalgas frente a la de plasma observa la danza frenética de los jugadores. Hace algunos ayeres el merolicronista (sin temor al ridículo, que para eso le pagan):

“A casi 200 años del movimiento encabezado por Miguel Hidalgo, con el estandarte de la Virgen de Guadalupe por delante, los cruzazulinos siguen su ejemplo para vencer a sus rivales. La unidad, la fe y la solidaridad se debió en gran parte al catolicismo que practican y su creencia en la Virgen Morena. ‘Como todos los mexicanos, nosotros somos guadalupanos’. El gol regresó desde que la Guadalupana está formada entre ellos al entonar el Himno Nacional. ¡Cruz Azul llegará a la final gracias a la Virgen de Guadalupe!”

Pero lo grotesco no es monopolio del Cruz Azul:  “Esperamos que Dios sea atlantista”, y el Atlante fue vencido por el equipo rival, cuyo entrenador, exultante: “¡Dios sí existe. Dios está con nosotros!”

La manipulación. Se dolía, aspaventero, el merolicronista: “Manojo de interrogantes bañado por la cristalina corriente de la esperanza… Dubitativos, los verdes han causado enfado … y triviales, conducen a la angustia… válgame Dios, que de ahí al llanto existe sólo una lágrima…(Mira, mira.) El director técnico tiene fe y la distribuye … con palabras que desbordan las márgenes del río de la seguridad para bañar las riveras del optimismo… Se sueña con el gol. Está por venir, confiamos, un instante de luminosidad…”

Y sí, uno de los alquilones anotó el gol, y el de Ovaciones:

“Parpadeo de luz. El gol. El triunfo. Los brazos al cielo. El gracias Dios mío… Instante de luminosidad. El alarido, aquí, el abrazo, allá. El gozo, global. Al fin .. fueron noventa minutos de angustia… Un instante de luminosidad. Un parpadeo de luz. El gol, el triunfo. La felicidad es hoy, verde…” (Andale, pues.)

Por cuanto a los merolicronistas de los medios de acondicionamiento social: «Tienden a acentuar el carácter estético…» (Mañana.)

Santa simplicidad

Por mensajes como el siguiente, todo un catálogo de buenas intenciones que acaba de llegar a mi correo, cada día más me convenzo de que resulta indispensable  nuestro Taller de Teoría Política que se imparte los sábados, de 11 a 13 hrs., en el centro cultural El Juglar.  Irrealizable, el mensaje de Mauricio Iturriaga D. exhibe la exasperación de las masas ante el Poder. Su propuesta de solución es pertinente, pero irrealizable, porque una comunidad atomizada carece del poder necesario para llevarla a efecto. Palabra a palabra, el mensaje titulado «Una muy buena propuesta».  Júzguenlo ustedes.

¡Tenemos que cambiar esta democracia nada democrática de México!  SI ESTÁS DE ACUERDO, ¡¡¡ DIFÚNDELO !!!  Soluciones a la crisis:

SI HAY QUE CORTAR… ¡CORTEMOS!

¡¡¡Ojo!!!: en Bélgica llevan casi un año sin gobierno y están en la gloria, muy contentos!!! EL SISTEMA FUNCIONA SOLO CON UNAS BUENAS leyes.

¿No crees que ha llegado el momento de coger al toro por los cuernos?

SOLUCIONES:

ELIMINAR EL SOBRANTE EN EL SENADO Y EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE MÉXICO.

NORUEGA, SUECIA, DINAMARCA, NO TIENEN SENADO, ALEMANIA SÓLO 100 SENADORES, EE.UU, UN SOLO SENADOR POR CADA ESTADO.LOS GRANDES TEÓRICOS DEL DERECHO INTERNACIONAL Y CONSTITUCIONAL (DUVERGER, JELLINEC, ETC.) OPINAN QUE ES UNA CÁMARA INNECESARIA, PRESCINDIBLE Y QUE ESTÁ EN EXTINCIÓN. ¿ENTONCES POR QUÉ TENEMOS QUE MANTENER A TANTOS SENADORES Y DIPUTADOS ZÁNGANOS EN MÉXICO?

PIENSA: ¿DE QUÉ HAN SERVIDO LOS PLURINOMINALES? PARA MEDRAR Y SANGRAR EL PRESUPUESTO DEL PUEBLO. ELIMINEMOS LA PENSIÓN VITALICIA DE TODOS LOS DIPUTADOS, DE TODOS LOS SENADORES Y DE TODOS LOS DEMÁS PARÁSITOS, «PADRES DE LA PATRIA».

REVISAR Y DISMINUIR RADICALMENTE LOS SUELDOS DE ESTOS FUNCIONARIOS ABUSIVOS, DE POCA IMPORTANCIA, QUE SE PONEN LOS SALARIOS QUE SE LES DA SU GANA.

CAMBIAR LAS LEYES Y METER A LA CÁRCEL A LOS LADRONES, OBLIGAR A QUE TODO EL DINERO QUE HAN ROBADO LOS POLÍTICOS Y DEMÁS «ADJUNTOS» LO DEVUELVAN A LAS ARCAS DE DONDE HA SIDO ROBADO.

Eliminar todos los coches oficiales. Anular todas las tarjetas DE CRÉDITO oficiales, que cada quien pague con la propia y lo mismo sería con los seguros de gastos médicos MAYORES. Que acudan al IMSS o al ISSSTE como todos los mortales asalariados. Poner en la calle a TODOS los de «cargos de confianza». Tenemos funcionarios de sobra para encargarse de esas labores.

Rebajar un 30% las partidas y los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO (transferencias a GENERAR LOS FONDOS QUE RECIBEN Y QUE NO MERECEN. ES UNA FORMA DE VIVIR que han desarrollado ESTOS PARÁSITOS que se autodenominan «políticos».

Tiene razón el FMI cuando dice que «un buen plan de ajuste podrí­a incluso acelerar la actividad económica». CON LA MITAD DEL DINERO QUE EL ESTADO SE AHORRARÍA CON ESTAS MEDIDAS AL RECORTAR EL DINERO PARA PARTIDOS GRANDES y «partiditos» de comparsa del PRI, como el «verde ecologista de méxico» y al IFE, SE ACABARÍA LA CRISIS EN MÉXICO.

Ojalá este correo lo lea mucha gente. Ojalá de la vuelta al mundo, aunque me temo que se quedará perdido en el inmenso océano del internet. También podría suceder que este correo se expandiera por la red, que los mexicanos lo enlazaran a través de facebook o twitter, que se difundiera por mail y llegara a todos los rincones del mundo. ¡Eso ya lo dejo en sus manos!

«Santa simplicidad», clama Juan de Hus en la hoguera, y el Segismundo de Lope:  «Soñemos, alma, soñemos».  Mis valedores: a despojarnos del candor. A estudiar teoría política. ¿O seguir con mensajes como…? (En fin.)

Peña, estadista

Del relojito que me obsequió mi Nallieli como regalo de cumpleaños hable con ustedes ayer. Flamante mi Cartier, joya esplendente de  carátula blanca y números romanos que apenas me lo abroché (en la muñeca)  arrancó a caminar con ritmo acompasado, y que haciendo honor a su origen tepiteño a las seis, siete horas de marcha,  su andar se desconcertó y después de desmayos y  taquicardias cayó in articulo mortis. Y qué hacer, sino marcar el teléfono del relojero, y entonces:

– En un par de días se lo dejo andando como relojito, mi estimado.

Mexicano que no fuera y, como mi Cartier, tepiteño:   tres meses más tarde me lo vine a abrochar (el reloj) en la muñeca, y desastre completo. Epiléptica resultó mi molleja, con injertos de bipolaridad.

– ¿El funcionario que habita en Los Pinos es una medioc

ridad o un verdadero estadista? Juró decir la verdad, acuérdese.

«San Juditas Tadeo, ilumíname». Y me iluminó. «El sucesor de C

alderón nos resultó un verdadero estadista, enérgico y decidido. Su  mano firme se ha dejado sentir desde los primeros meses de este sexenio».

– ¿Con sus medidas de gobierno marcha bien el país? La verdad, acuérdese.

– Extraño. Desde el exterior observamos un presidente mediocre, gris, irresoluto, pero en fin. ¿Su Pacto por México? ¿Sus proyectos de reformas fiscal, hacendaria,  laboral, educativa? ¿Su política antiimperialista? ¿Peña (así se apellida, ¿no?) defiende la soberanía nacional? ¿Qué tan cierto es que su proyecto de reforma energética se redactó en Washington? ¿Cómo funciona?

– Como relojito. Como mi Cartier, se lo juro. Si quiere, beso la cruz. (Un golpecito y las manecillas se estremecieron.)

– Increíble, pero en fin. La campaña anticorrupción, ¿efectiva? ¿A la captura de la maestra Gordillo seguirá la de Romero Deschamps?

– Y la de Salinas, Montiel, Fox, Bribiesca, Sahagún y demás sinverguenzas. Con Peña qué duda cabe. La campaña anticorrupción haga de cuenta el funcionamiento de mi Cartier.

– Entonces va a resultar que Peña es todo un estadista.

– Y tan amado por nosotros que después sus reformas, sobre todo la energética, ya andamos en agencias de reelegirlo en el 2018. Por mí que siga de por vida en Los Pinos.

– El juramento, acuérdese. ¿Con Peña se preserva el estado de Derecho?

– Y la soberanía y la  independencia. Peña nos hace avanzar como relojito.

Di unos discretos manazos a mi molleja, que se acababa de atascar. «Como este, como mi Cartier».

–  No bromea, ¿verdad?  El juramento.

– Peña vino a salvar nuestro petróleo. Su gobierno, un relojito.

Me atraganté, tosí, me metí dos dedos; y es que con los manazos al tepiteño para hacerlo avanzar se le habían cuatrapeado las manecillas y caído en la taza el segundero, que luego del trago al café me lo fui a sacar de la epiglotis. Disimuladamente me zafé el mollejón, bajé la mano y acá bajita la mano lo dejé caer en la escupidera. (Total…)

¿Peña Nieto? Como relojito…

Malhaya sea mi costumbre de cumplir años, hábito pernicioso que va a dar conmigo en la tumba. Fue el 21 de septiembre. Nallieli ciñó en mi muñeca un hermoso ejemplar de Cartier, tepiteño de origen: “Para que mires la hora en que te sigo amando, mi valedor”. Ella, mi única…

Y qué bello aspecto del Cartier, y qué precisión con la que arrancó a galopar, precisión que sostuvo el tanto de seis, siete horas, porque ya después… Acudí al relojero, y él: “En dos días lo va a tener marchando como relojito”.

Tres meses después pude abrochármelo (el reloj) en la muñeca. Pues sí, pero tras un arranque indeciso, el tepiteño ya atrasaba, ya adelantaba, ya se negaba a dar un paso más, hasta que en mala hora dejó de funcionar. Yo, por teléfono:

– ¡Se me paró, señor! ¡A las 11:43!

Y que lo viera por el lado positivo. “Un par de veces al día, a las 11:43 de la mañana y a las 11:43 de la noche, su mollejón va a darle la hora exacta. Algo es algo, dijo el diablo, y… ¿Se sabe el albur?”

Colgué. Pero yo no soy de los que se rinden. Ahí me tienen con el cebollero en la diestra (cachicuerno, 16 pulgadas de largo, con un letrero que dice: “Yo soy como el camalión, chiquito pero cabrón”). Y esto fue menear resortitos, jurgunear engranes, ajustar áncoras, bornear manecillas y enchuecar espirales, hasta que el diminuto universo volvió a caminar. Perfecto. Como caminar, mi molleja camina, sí, pero ya adelanta, ya acelera, ya recula, ya trota o se frena, ya galopa o gazapea, o se para de pronto para luego pegar el súbito arrancón, en estampida; luego avanza a media rienda corcoveando como cuaco pajarero, y se adormece y se muere para revivir con una marcha pareja, uniforme. Sí, pero todo esto en reversa, reculón que no fuera. Ah, pero qué hermoso mirábase ceñido a mi zurda, con su legión de romanos (los números), su carátula de un blanco marfil y su hechura escandalosamente nacional. Y “Lo echo enM exico esta vie necho“…

Ayer fui requerido para una entrevista de prensa con cierto corresponsal extranjero de apellido Yoshio, Tétzu, Matzumoto, Matzutula  o Tulas de esas. Fanático de la puntualidad, llegué a la cita con hora y cuarto de retraso, y es que el mollejón me juraba ser ligeramente pasado el mediodía, cuando el mediodía estaba más pasado que chavo con bolsa de chemo en mano. Impaciente, el nipón susurró algo en su lengua; por aquello de las dudas se lo reviré en la mía. Y que enciende la Sonny, y que arranca la entrevista.

– ¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

Por mi Tula madre tuve que jurárselo, y  Matzumecha: “¿Peña ha cumplido a los mexicanos todas  sus promesas de candidato?»

Tragué saliva. Lo notó Matzurita. “El juramento, acuérdese. ¿Con la captura de la Gordillo Peña inició esa verdadera campaña anticorrupción que precisa el país? ¿Abarcó a otros sinverguenzas como Deschamps, Salinas, Fox, Montiel, la Sahagún y los hijos de toda su reverenda Marta o fue sólo un vil ajuste de cuentas?  Decir la verdad, acuérdese.

¿Decir la verdad? Por decirla me  chisparon de TV., radio y periódicos, que sólo con un cachito de Radio UNAM me he quedado. Pero cómo zafarme del juramento. Seguí chiquiteándome aquel negro fuerte y bien caliente (el café). Y qué hacer. Ilumíname, San Juditas Tadeo. Y sí, me iluminó. De ganchete observé mi Cartier. «¡La campaña anticorrupción de Peña  marcha como relojito! Como este, mire».

– ¿Por su madre lo jura?

– Y por la suya. ¿Geisha, sigue ejerciendo?

(Después.)

¿Ladrón político, político ladrón?

El voto de todos nosotros no hace de cada ladrón un político. Hace de cada político un verdadero ladrón.

La fascinación que el ejercicio de la política provoca en el ente humano, mis valedores. ¿A qué se debe el apasionamiento con que se busca ejercer la política? ¿Cuál es el interés principal del ejercicio político, por qué la disputa por ocupar un lugar en el organigrama gubernamental? Dejando de lado la creación de leyes que no han de cumplir o la expresión de frases grandilocuentes en tanto vacías, como «el bienestar de la ciudadanía», «la prosperidad de los compatriotas»,  «hacer más por los que menos tienen», «un lícito afán de servir» y zarandajas por ese estilo, hojarasca y heces, y no más, una y única es la razón de esa rebatinga política que en ocasiones puede llegar hasta el derramamiento de sangre; esa razón es el manejo de los dineros públicos, tantas veces discrecional. Piensen ustedes en esa cuenta pública no sujeta a comprobación de la cual, a decir de Miguel de la Madrid, Salinas se robó la mitad cuando titular del Ejecutivo. Es por ello que en este país sigue vigente la acusación de Emilio Portes Gil, que fuera presidente interino de este país:

Cada sexenio arroja comaladas de millonarios.

Sin más. Porque en el ejercicio de la administración pública la clave de los problemas políticos se encuentra en el elemento crematístico, lo venal, el dinero. Porque detrás de un muy cuestionable interés político se advierte de inmediato el verdadero y profundo motivo de esa compulsión que ataca al personaje por incrustarse en la plantilla de colaboradores de la burocracia política.  Ese motivo es la participación en actividades que presuponen el manejo de los dineros públicos. Aun en el caso de que algún político fuese idealista en sumo grado, aun cuando toda idea de venalidad se hallase distante de su ánimo y forma de ser, por fuerza tendría que manejar intereses, bienes, dinero público.

Pero, si nos atenemos a los hechos que muestra la realidad objetiva, tan sólo del sexenio de Miguel Alemán (1946-1952) a los siguientes inquilinos de Los Pinos, y  hasta el día de hoy, el erario viene siendo manejado por verdaderos sinverguenzas, depredadores que a lo cínico y en provecho personal, familiar y de grupo, han venido saqueando los dineros de todos nosotros, que deberían ser empleados para beneficio de nosotros todos, los dueños de los tales dineros. Aberrante.

¿Culpa de quién, de quienes, tan horrorosa situación de saqueo y depredación del erario público? De los dueños de la soberanía nacional, por supuesto, que en el 39 Constitucional lo asegura:

«La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tienen todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno».

¿Entonces? Nosotros, dueños de la casa común, que supuestamente contratamos a los servidores que le han de dar mantenimiento y servicio, ¿vamos a culpar a «nuestros» malos sirvientes? ¿Al que por codicia se tornó tigre y depreda a los lugareños vamos a seguir «exigiéndole» que por amor a nosotros se vuelva vegetariano? A los sucesores de los Salinas, Montiel,  Fox,  Bribiesca, Sahagún, Nava, Aldana, Romero Deschamps y demás sinverguenzas metidos a lo impune y a lo descarado  en los dineros públicos, ¿seguir entregándoles, a lo pasivo, dependiente y domesticado,   nuestro voto tri-anual, el voto sexenal? Ah, masas. Ah, México. (Nuestro país.)

Octubre, mes de la mujer

Esta vez, mis valedores, tomo los datos de reciente explicación de Manuel Añorve, doctor metido a político, respecto a octubre como el mes dedicado a la atención de la mujer en cuanto al cáncer de mama y demás afecciones. Y si hablamos de mujeres, lo afirma Marx, categórico: La relación más directa, natural y necesaria es la de un hombre con una mujer.

Y F. Engels:

La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos (…) La primera opresión de clases coincide con la del sexo femenino por parte del masculino.

La mujer. Una de ellas reclama a los machos, sus victimarios:

– ¿Así que ustedes respetan a la mujer? ¿Cómo, si  el  machismo sigue existiendo? En México jamás serán iguales los derechos de la mujer aunque ella siempre haya sido más inteligente, más fuerte, más autosuficiente. La mujer siempre ha estado y estará relegada. Ustedes siguen creyendo que la mujer sirve sólo para tener hijos y quedarse en su casa. ¿Y así se llenan la boca exaltando nuestros derechos? Cada día veo una ciudad donde las mujeres nos tenemos que cuidar de los cuerpos represivos oficiales, de los rateros, los asaltantes y violadores, donde se torna más agresiva la convivencia social. Y así, ¿todavía se atreven a exaltar unos pretendidos derechos de la mujer?

Ella. Su lucha se desplaza a flujos y reflujos que desmayarían a quien no fuese mujer y no tuviese su temple. Mis valedores: ¿ha avanzado la lucha de la mujer por emanciparse de su macho atrabiliario, prepotente y sobrón? De avanzar, ¿cuánto ha avanzado? En busca de respuestas me topo con el ensayo que sobre el machismo publicó hace algunos ayeres Rosa Marta Fernández: “Hemos vivido por siglos en una cultura sexista, discriminatoria de la mujer, creada por una sociedad patriarcal que se originó en las primeras divisiones del trabajo y se consolidó al surgimiento de la propiedad privada”.

Van aquí algunos botoncillos de la abrumadora cultura sexista con la que La Biblia, Sófocles, Esquilo, escritores de tanto respeto como Tertuliano y San Jerónimo y, lo inaudito: diversas mujeres, denostan y “justifican” la opresión de la mujer. Así, Octavio Paz:

“Prostituta, diosa, gran señora, amante (…), en un mundo hecho a la imagen de los hombres, ella es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos. Pasiva, se convierte en diosa,  amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo: la tierra, madre y virgen».

Virgen y madre. San Jerónimo: “La mujer es la fuente de todos los males, porque por ella entró la muerte en el mundo».

Y detrás de tal dogma, tan difundido cuanto embustero, se manifiesta Tertuliano, el defensor de la tolerancia, y válgame: “¡Mujer! Tú deberías vestir siempre de luto y llevar harapos, deberías mostrarte siempre a nuestra vista cual penitente que purga con sus lágrimas la falta de haber causado la perdición del género humano! ¡Tú eres, en fin, causa de la muerte de Cristo!»

Tufaradas de mal aliento de machos como la sexista psicología de Weininger: “La mujer se consume en la vida sexual, en la esfera de la cópula y la multiplicación; en sus relaciones como esposa y madre. La mujer no es otra cosa que sexualidad; el hombre es un ser sexual, pero también es algo más. La mujer es sólo sexual, el hombre es también sexual. El hombre tiene un pene, pero la mujer, vagina (¡!). Las mujeres no tienen existencia, ni esencia; son nada. Se es hombre o se es mujer, según se sea o no se sea”.

Execrable, ¿o no? (Volveré con el tema.)

Mi retablillo anual

La realidad histórica innegable es que el descubrimiento-encuentro protagonizó invasiones, masacre, saqueo, esclavitud, sometimiento, racismo, deculturación, matanzas de millones de indígenas, humillaciones sin cuento y brutales genocidios. El mestizaje, tantas veces enarbolado y ponderado, no se dio por trato civilizado y comunicación humana, sino por infinitas violaciones, donde nuestras antecesoras fueron humilladas, y sus retoños menospreciados y oprimidos. Y los países hijos de ese mal matrimonio (la espada y la cruz)  son todos tercermundistas y notoriamente corruptos. (M. Rodríguez Estrada: El miedo a la verdad,)

Y todo esto ocurrió con nosotros, y comenzó todo con la hazaña del Almirante aquel 12 de octubre de 1492, cuando dos mundos se machihembran y acaban pariendo mestizos de víctimas y genocidas por igual, mestizos «con mucho de europeos por educación y casi nada de indios» que no acabamos de asumirnos como tales, herederos de una esplendorosa cultura que mal conocemos  o desconocemos del todo, lástima.

Las primeras impresiones del Descubridor:  “Ellos andan todos desnudos como su madre los parió (…) muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras (…) Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron mucho placer».

Pero también iba a advertir las piezas de oro que los isleños llevaban consigo, y entonces: “No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no le falle adonde nace ese oro”.

¿Alucinación del Almirante? “Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí: Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas (…) De los atomientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) El oro es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso».

Los fulgores del oro: tal alucinación iba a propiciar el mayor genocidio que registra la historia del orbe. El tamaño de la devastación la entremiramos en la tremenda requisitoria del benemérito Las Casas, Protector de las Indias: “La causa porque han muerto y destruido tan infinito número de ánimas los Cristianos, ha sido solamente por el oro y henchirse de riquezas en muy breves días”.

Colón, esclavista: “Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen sería mejores (…) que otros ningunos esclavos».

Andaban los Españoles con perros bravos aporreando los indios, mugeres y hombres. Una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como lo hacían a los otros, tomó una soga, y atóse al pie un niño que tenía de un año, y ahorcóse de una viga; y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros, y despedazaron al niño: aunque antes que acabase de morir lo bautizó un fraile.

En la Visión de los vencidos se recoge el lamento de nuestra raíz indígena, masacrada por nuestra española raíz:  “Y fue nuestra herencia una red de agujeros”. Pues sí, pero “Mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan”. Tal es su destino, sin más. El nuestro. (México.)

¿Santo Juan Pablo II?

Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al Evangelio que ella predica, comparta su suerte con la de aquellos que sufren miseria y despojo.       Espléndido, porque hoy mismo, en  la crisis actual de la Iglesia Católica, donde filtraciones del mayordomo vaticano dejaron al descubierto pedofilia, pederastia, lavado de dinero, complicidad con el narcotráfico y planes de asesinato por rebatinga en los cotos de poder, qué bocanada de aire purificador significa el reconocimiento (reticente, pero en fin)  del Papa Francisco al apostolado de los sacerdotes que ejercen su ministerio dentro de la Teología de la Liberación, que es decir dentro del Evangelio no sólo en su letra, como lo predica la Iglesia tradicional, sino sobre todo en su espíritu.

Teología de la liberación. Satanizada apenas ayer  por los Ratzinger y Wojtyla, en la crisis actual resurge con fuerza mayor esa corriente viva de la Iglesia Católica que intenta hacer realidad la palabra viva, la buena nueva del Evangelio.

Liberación de las masas. Surge el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizarlas. Nada. Se intenta la cuestionable vía electoral. Nada tampoco. Surge entonces la opción de un apostolado que con frecuencia empuja a  los teólogos a  la fricción y confrontación con obispos locales y nuncios apostólicos,  situación que  tiende a agravarse porque “consideramos un derecho y un deber denunciar como señales del mal y del pecado la injusticia salarial, las privaciones del pan cotidiano, la explotación del pobre y de la nación, la opresión de la libertad. Un hombre nuevo y una nueva sociedad no pueden buscarse a través de vías capitalistas, porque los móviles inherentes a todo tipo de capitalismo son el lucro privado y la propiedad privada para el lucro”.

– Nadie debe dejarse intimidar por esos  celosos de la “pureza” y la “dignidad” de la acción sacerdotal religiosa, que tachan de “política” tal intervención de la Iglesia. Tan falso celo encubre la intención de imponer la ley del silencio cuando urge prestarles voz a quienes sufren la injusticia, y es apremiante desarrollar la responsabilidad social y política del pueblo de Dios,  a quien hay que ayudar a liberarse de todas las esclavitudes a que les tiene sujetos el pecado y la injusticia, la ignorancia y el odio,  el hambre, la miseria y la opresión.

Por eso mismo es prioridad separar la Iglesia del Estado, para liberarla de las ataduras temporales y de la imagen que exhibe de su vinculación con el poder. La hará más libre de compromisos y más apta para hablar, y mostrará que para realizar su misión confía más en la fuerza del Señor que en la  del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados, sus inquietudes y sus luchas.

Y que cuando un Poder,  por privilegiar el interés de unos cuantos,  desdeña el bien común, es deber ineludible de la Iglesia no sólo denunciar la injusticia sino atenerse al espíritu del Evangelio. Y pensar que en la crisis actual de la Iglesia Católica Ratzinger motejó de  pseudo-teólogos a los Cámara, Boff, Gutiérrez, Casaldáliga y Vera. Siglos atrás ese inquisidor  los hubiese quemado en la hoguera. Leña verde. Hoy, por fortuna, el combustible se le ha agotado. En tanto, mis valedores,  Juan Pablo II, ¿santo?

Dios!)

Cadáver lleno de mundo

(“Ahí estamos los tres. Nostálgicos. Reverentes. En el muro, un cartel con la vera efigie de la inmarchitable juventud. Rostro iluminado. Luminosas pupilas siempre abiertas a la luz. Gorra guerrillera  con esa estrella en la frente: Sierra Maestra, Bolivia…”)

Ernesto Guevara, mis valedores. Su vida toda cabe en dos fechas  próximas entre sí, que tal cuadra a un varón de combate como el Che Guerrillero: mayo de 1928 y octubre de 1967; sus andanzas de varón hazañoso caben, al propio tiempo, en dos nombres geográficos: Rosario, Argentina; La higuera, Bolivia. Y no más. El Che Comandante.

Ideólogo, político, militante de la Revolución Cubana y alto funcionario del gobierno de reconstrucción nacional, hace 46 años lo asesinó  la CIA norteamericana con la mano del gato militar boliviano. Yo, que abomino el culto a la personalidad y que siempre rechacé la táctica del «foquismo» y la guerrilla en general, admiro la generosidad de iluminados tales como el Che Guevara, que echaron por delante la vida detrás del ideal. Patria o muerte. Venceremos. Libre,  Cuba venció. Aquí y ahora traigo ante ustedes la vera imagen del único héroe a la altura del arte, del tiempo, de nuestra aldea global. De acuerdo a la crónica y las fotos correspondientes ahora recuerdo al guerrillero tendido en la tierra boliviana, bolivariana, y con César Vallejo,  el poeta, digo de Ernesto Guevara:

Su cadáver estaba lleno de mundo…»

Al guerrillero argentino-cubano lo asesinaron en  alguna escuelita perdida en La Higuera, tierras bolivianas. Tenían miedo del eco que su voz hubiera levantado desde la sala de audiencias; tenían miedo de comprobar que el hombre que ellos odiaban era querido en todo el mundo. Ese miedo contribuirá a perpetuar su leyenda; y a una leyenda no le entran las balas. Un  milico lo remató, tenientito borracho y pusilánime. Mario Terán se llamó en vida, aunque dudo que nunca haya vivido. Dudo que viva todavía. A la hora del asesinato lo vieron acobardarse. El héroe:

–          Póngase sereno y apunte bien. Va a matar a un hombre.

La Habana. La imagen  y los recuerdos de Ernesto Guevara siguen presentes en el lugar donde se localizó su cadáver, que se ha convertido en una especie de santuario debido a que decenas de turistas y admiradores han llegado a la localidad de Vallegrande, en el sudeste de Bolivia, para depositar una flor, encender una vela o recoger como recuerdo un poco de tierra de la fosa común donde de halló al Che y otros seis guerrilleros.

Jóvenes, mujeres y hasta niños encuentran el modo para bajar a la fosa y llevarse algo de la tierra donde estuvo por casi 30 años el cadáver del guerrillero. Manos anónimas colocaron una cruz de madera con una sola inscripción: “El Che vive”.

Vive, sí,  por supuesto, por más que el guerrillero había aceptado morir en cualquier instante, y aun solía asegurar que su sacrificio nada iba a significar, que no sería más que un accidente en el curso de la revolución mundial, y que  dependía de cada uno de nosotros hacer de su sangre simiente. «Hay hombres todavía más peligrosos muertos que vivos, aun si aquellos que les tienen miedo cortan las manos de su cadáver, incineran su cuerpo, esconden sus cenizas. Así era él…»

Para nosotros  el Che empieza ahora a vivir…

“Hombre nuestro que estás en los cielos – del estaño y del cóndor – santificado sea tu nombre, venga a nos tu reino – de paz, de pan y de justicia – hágase tu voluntad de hombre vivo – porque no podemos tenerte muerto. No”.

Y la paz. Ernesto Guevara. (A su memoria.)

Teología de la Liberación

El entrevistador: ¿Considera justo que el papa Wojtyla excomulgase y combatiese a los lideres?

Francisco: Ciertamente le daban un sesgo político a su ideología, pero muchos de ellos eran creyentes con un alto concepto de humanidad.

La Buena Nueva,  mis valedores. Eso viene a significar el Evangelio, base y mística y rumbo de  la Teología de la Liberación, tantas veces golpeada por Juan Pablo II y la Inquisición camuflada de Congregación para la Doctrina de la Fe, con Joseph Ratzinger cuando inquisidor. Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nuevamente la desaparición de la benemérita Teología de la Liberación. En el espectáculo, impío para la catolicidad, de un ojeroso, tembloroso pontífice al que acosan denuncias, acusaciones y la fuerza de la ley, nunca más oportuna la noticia anunciada hace dos, tres años, por  Elio Masferrer, especialista en temas de religión.

La Buena Nueva es que la Teología de la Liberación resurge en México  y en toda nuestra América Mestiza.  Y cómo pudiera ser de otro modo, si quienes intentaron masacrarla, tanto el que falleció como el que mal sobrevive, soportan sobre sus lomos el descrédito de pontífices que en su momento solaparon el delito de pederasta y paidofilia en curas y obispos de multitud de países. Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nueva cuchillada a la Teología de la Liberación. Cómo, en qué forma volver a los  tiempos del anticomunista furioso Juan Pablo II, con Ratzinger el inquisidor motejando a los impulsores de la Teología de la Liberación  de pseudo-teólogos, y cuántos sacerdotes de tal tendencia religiosa fueron afectados: el brasileño Leonardo  Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez, y Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Raúl Vera y tantos más. Horroroso.

Por que nos quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los satanizados por Ratzinger han proclamado en esta nuestra América Mestiza “que aún reza a Jesucristo y aún habla en español” (todo con sus asegunes), aquí sintetizo voces, historia, mensajes, definiciones del Evangelio, la Buena Nueva para los jodidos de siempre, palabra del dueño de Televisa y  de un entrenador de futbol. Los jodidos de México, el México de los jodidos, Dios.

Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50) que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de la economía capitalista lleva al establecimiento de  un centro y una periferia, y simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva catequesis, porque, asegura el teólogo:

“Caracterizar a América Latina como un continente dominado y oprimido conduce, naturalmente, a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que lleva a ella. Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre latinoamericano”.

Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizar a las masas. Fracaso total. Dígalo, ni no, la estrategia de Ernesto Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable “vía electoral”. Tampoco. Otra opción:

Cada vez más sacerdotes y religiosos buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia.

(Sigo mañana.)