¿En este pueblo no hay ladrones?

Aquí no hay ninguno. De Salinas a Fox, ninguno. De la Sahagún a Angélica Rivera y Margarita Marlene Rojas,  ninguna.  El este país todos los depredadores de los dineros públicos resultan ser inocentes, y  al parejo disfrutan de su libertad y de los dineros públicos que privatizaron para su provecho personal. Es México.

Entre esos ladrones inocentes ahora se incluye al Raúl Salinas de los cientos de millones de billetes verdes, émulo de ese hermano que, según acusación del expresidente Miguel de la Madrid, cuando titular del Ejecutivo se robó la mitad de la cuenta secreta. Hoy día, limpio de culpas, el inocente Raúl se va a  Europa de vacaciones, a comerse el botín que logró acumular en los seis años en que el otro inocente saqueó el país. Se va de viaje luego de que a resultas de la sentencia absolutoria dictada por el Tercer Tribunal Unitario Penal del DF, ahora habrá que reintegrar al inocente sus cuentas depositadas en diversos bancos, además de otras 49 propiedades. Fortunosos, algunos mortales (mortales de necesidad).

Hace 20 años ese inocente  Raúl aún era culpable y purgó una condena en el penal de alta seguridad del Altiplano, pero como lo jura el lugar común, no es lo mismo Los tres mosqueteros que Veinte años después. Hoy, todo ha sido aclarado, y Raúl Salinas exonerado del fraude a la Conasupo y muchos otros ilícitos. La lista de los inocentes  se agranda con  Peña y su Angélica, Jesús Valencia, delegado de Iztapalapa, y su Margarita Marlene Rojas, propietaria de una mansión en el Pedregal de San Angel, como en los hechos han sido también declarados libres de toda culpa Carlos Romero Deschamps, Arturo Montiel, Fox, la Sahagún y los hijos de toda su reverenda Marta. Mis valedores:

Ya nos tomaron la medida. Ya nos faltaron al respeto. Nos vencen por nuestra propia ignorancia, por nuestra apatía, por las tácticas obsoletas que aplicamos cuando nos decidimos a ¡e-xi-gir!  que los residentes de esa descomunal Casa Blanca que es el Sistema de poder  nos hagan justicia. Que a las masas ya nos tomaron la medida se  advierte  en la forma discrecional, avorazada, en que a la vista de todos nosotros se roban los dineros públicos,  nuestros dineros, con absoluta impunidad, y al final se declaran entre ellos legalmente inocentes.  Semejante atrocidad la cometen la presidencia,  los magistrados y legisladores, los gobiernos locales, los municipales. Todos los cargos públicos, vale decir. ¿Y mientras tanto nosotros?

El ejercicio de la política es esa rama de la moral  que procura el bien colectivo con el expediente de resolver los problemas que plantea la convivencia de los hombres libres que integran una sociedad libre también. Actividad noble por excelencia, la política se avoca al provecho común con el expediente de  crear y ejecutar un entramado de leyes que procuran la aplicación de la justicia y la adecuada distribución de los bienes que producen las masas. Todo esto en teoría; ya  en la realidad objetiva de un país cuya seña de identidad es la corrupción generalizada, la conducta de la burocracia política se aparta 180 grados  de la definición clásica y con sus acciones se acarrea el desprestigio y la mala voluntad de unos gobernados que observan, impotentes por la ignorancia en que los mantienen ese mismo Sistema, cómo esos que integran el gobierno anteponen su interés personal a los intereses colectivos. Y ya.

Pero, mis valedores,  aquí no hay ladrones. No, cuando menos, entre los funcionarios públicos.  Es México. (Qué país.)

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