¿Todos ellos son Abarca?

Porque ese es el salto de calidad, mis valedores. A lo largo de su existencia y a los ojos de todos nosotros el Sistema de poder ha venido utilizando, a modo de aceite para el motor o tabiques para el edificio, una ostentosa corrupción lucrativa e impune que abarca la totalidad de la pirámide gubernamental, desde el titular del Ejecutivo hasta el suplente de Rezagos varios. Nosotros, en tanto, hemos hecho de la resignación o la indiferencia una segunda naturaleza, y a manera de respuesta seguimos practicando una corrupción personal dentro de los estrechos márgenes de nuestra influencia particular. Ese es, ante el mundo,  nuestro signo de identidad.

Por cuanto al salto de calidad: desdc los tiempos del general Humberto Mariles, que un  día 7 de diciembre de 1972 amaneció muerto en la prisión parisina de La Santé,  fue del dominio público la revelación de que el narcotráfico había permeado los espacios de los políticos, o los políticos los del narcotráfico, pero ese conocimiento fue aceptado por las masas como lo más natural en México.

Ochenta, 100 mi cadáveres arrojó a los panteones y fosas clandestinas la guerra particular de Calderón, y nosotros, impávidos. Durante algún  sexenio anterior todos supimos de la existencia de la casona que se había mandado edificar José López Portillo. Y nosotros, resignados ante una realidad que creíamos fatal e inevitable en las altas esferas politiqueras,  reaccionamos de manera juguetona, burlesca e irónica ante el mote que le endilgaron al caserón: “Colina del Perro”.  Mis valedores:

Corrupción en la esfera política siempre la ha habido, pero aquí el salto de calidad: la indiferencia que en las masas produjo la Colina del Perro hoy se resuelve en iracundia ante la existencia de ese modelo de corrupción y arribismo rastacuero que hoy se conoce por su alias de la Casa Blanca, ostentosa evidencia de la descomposición que exhiben los inquilinos de la residencia oficial de Los Pinos. Las masas, exasperadas, ¡e-xi-gen! justicia con la renuncia de Peña y los funcionarios de su gobierno. Y el comentarista Gustavo Esteva:

“Es inútil sustituir al capitán del barco si el barco mismo es el problema. Y se está hundiendo”.

El salto de calidad.  Frente a la apatía con la que las masas reaccionaron ayer ante la masacre de 72 humanos en San Fernando, Tamps, el día de  hoy, ante la desaparición de 43 normalistas (por más que todas fueron vidas de equivalente valor)  se rebelan y ¡e-xi-gen! justicia, y aquí el salto de calidad: enormes contingentes humanos toman la calle y, en una especie de metástasis, en muchas ciudades del exterior se rebelan contra una corrupción que brota en Los Pinos, cuando desde Miguel Alemán hasta hoy el latrocinio ha sido interés fundamental en el ejercicio politiquero de la oligarquía.. Pensemos tan sólo en un Carlos Romero Deschamps que, a decir de la reportera Patricia M. Ríos, tiene pendientes 37 averiguaciones previas y 3 órdenes de aprehensión sin que esa fosa séptica nos hiera el olfato.

Hoy el salto de calidad se ha producido en México. La jerarquía más alta de la pirámide política está en entredicho y en la picota; carga sobre sus lomos arrobas de exasperación y odio popular. Pues sí, pero por nuestra renuencia a pensar  y a ejecutar un ejercicio de autocrítica esta exasperación de las masas se manifiesta sólo en esos movimientos espontáneos, sin estrategias, sin la táctica adecuada y sin esa vanguardia que les proporcione el pensamiento científico. Y así qué podemos hacer. (Lastima.)

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