La Carta Magna

Los trabajos que culminaron con su promulgación el 5 de febrero de 1917 se iniciaron en la antigua Academia de Bellas Artes de la ciudad de Querétaro la mañana del 21 de noviembre del año anterior y ahí mismo  finalizaron en la tarde del 31 de enero de 1917, con sendos discursos del derechista  Gerzain Ugarte y de  Francisco J. Múgica,  representante de las izquierdas, que cerró la sesión.

«Señores diputados, comenzó Ugarte: felizmente para la República, hemos dado cima a la trascendental obra que nos encomendara el pueblo mexicano. Nuestra Constitución de hoy, para lo futuro, va a ser el lábaro de nuestras libertades y el principio -así lo anhelamos ardientemente- de la reconstrucción nacional, sobre la base de la libertad y el respeto al derecho de todos. No nos queda por hacer más que, al abandonar esta histórica ciudad, ir, como heraldos de la nueva Constitución, a hacer que sus doctrinas y sus principios libertarios, que contienen las enseñanzas salvadoras que lleva para el pueblo en lo que respecta al derecho ajeno, sean para el alma nacional el nuevo horizonte de su vida política futura».

Y el final del discurso de Mújica: «Recuerdo a los compañeros que han muerto y quiero que por mi voz hablen a esta asamblea y le digan que los diputados al Congreso Constituyente, al consolidar en la forma de principios constitucionales la cuestión agraria, que los diputados del Congreso Constituyente, al darle forma en la ley constitucional a la ley obrera, que los diputados al Congreso Constituyente, al matar sin clemencia y de una manera completa la obra del clero, cumplieron con su deber al interpretar los pensamientos de los hombres  que cayeron en el campo de batalla y de otros que ocupan ahora los puestos más altos del Ejército.

Señores constituyentes: yo que he oído de vosotros un aplauso para los que firmaron el Plan de Guadalupe os correspondo de la misma manera y con el mismo entusiasmo os digo que habéis cumplido con vuestro deber y os exhorto a que caigáis en el campo de batalla defendiendo esta Constitución de la misma manera que aquéllos cayeron en el campo de batalla, tuvieron esa honra, defendiendo las cláusulas del Plan de Guadalupe».

Vivas y aplausos estruendosos. Se procede a firmar la Constitución. Pasan, por orden alfabético, los diputados. La pluma del Plan de Guadalupe les sirve para rubricar la nueva Constitución. Se advierte el regocijo de los diputados y se escuchan las exclamaciones de entusiasmo:

– ¡Viva la Constitución de 1917!  ¡Viva el Primer Jefe! ¡Viva Obregón!

La sesión permanente, iniciada el día 29, se levanta a las 3.45 p.m. del 31 de enero. A las 4.30 volverán los diputados para la sesión solemne de clausura. La Carta Magna se promulga el 5 de febrero.  Y ahora, como para pensar y reflexionar, como para leer entre líneas y buscarle la moraleja:

La Constitución de 1824 descartó todo tipo de legislación extranjera y estableció el ejercicio absoluto de la soberanía y de la autodeterminación del pueblo mexicano.

La Constitución de 1857 fue un elemento jurídico en la defensa ante los extranjeros. Tuvo vigencia plena tras la expulsión de los franceses y ermaneció en vigor hasta 1917. Hoy mismo, vigente la Constitución de 1917 y según nota publicada en su aniversario No. 96, el gobierno de Estados Unidos  (que más tarde iba a desmentir  tal versión) vetó  al Gral. Moisés García Ochoa como posible titular de la Sec. de la Defensa Nacional, cuyo nombramiento decretaría el presidente mexicano.

Mis valedores: es México. (Qué país.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *