Con la iglesia topamos…

México, 1º. de noviembre. La Pastoral Castrense del Consejo Episcopal Latinoamericano se reúne en el país para replantear su estrategia: que el Ejército les abra las puertas y evitar que los soldados caigan en la corrupción…

Así es, mis valedores: las aguas bajan turbias. Anubarrado se advierte el horizonte, y en la pradera soplan vientos electrizados. Tan ominosa turbulencia tiene su gestación en etapas de conflicto que desde tiempo añejos vive el país, y que entran en crisis por el vacío de poder que se origina en Los Pinos. Hoy, por ejemplo, el ejercicio de una política corrupta contamina la religión, y un ejército corrupto de esa religión contamina la política a un grado tal que entre ambas nulifican la aplicación de la justicia y desacreditan el ejército nacional, última institución que aún logra conservar cierto margen de prestigio y respeto de las masas sociales.

¿El nivel de eficacia que alcanza hoy el quehacer político? Fácil empresa rastrearlo: con que calibremos los beneficios que ha producido en las mayorías y el grado de paz y orden social que prevalece en el territorio. La influencia del clero político se puede captar en la “moral pública” de unas masas que en su aplastante mayoría se declaran católicas. Por cuanto a la justicia…

La acción de la justicia en las masas resulta muy difícil de rastrear. Conocemos la corrupción que genera el Estado, y ahí donde existe la corrupción no hay cabida para la justicia, como ahí donde existe la justicia no cabe la corrupción. Entre nosotros un elemento coexiste, familiar para todos y que todos conocemos: la injusticia. Todos, o casi todos, podemos hablar de la injusticia porque de ella siempre hay un testigo, que es la víctima. Por cuanto a la justicia, esa desconocida, constituye el supremo valor del humano y de la comunidad y la clave para alcanzar el máximo de felicidad en el máximo de humanos. Como virtud social busca que las libertades y la repartición de bienes sean las adecuadas. Así se alcanzarían la felicidad y una vida digna para la comunidad aquí y ahora, no en otros mundos, tan improbables, ya que no existe un testimonio veraz, uno solo, que, más allá de la pura fe, certifique su existencia. Mis valedores…

Siendo la justicia aspiración suprema del hombre, es la injusticia su segunda naturaleza La desigualdad está presente desde el nacimiento del humano y lo acompaña hasta que deja de ser. Sin la justicia en la comunidad afloran los peores instintos y se cae en la aberración y el linchamiento, esa patología que la ignorancia nombra “justicia por propia mano”. Mediocres caídos en el más bajo nivel de bestialismo, los linchadores no distinguen entre justicia y venganza. Si lo proclamaran: “es venganza, pero con todo conocimiento vamos a perpetrar el linchamiento”, no sería tan terrible esa que constituye la más baja y salvaje manifestación de animalidad. A propósito:

¿En la turba de linchadores podríamos imaginar a un catedrático rociando con gasolina a un humano agónico? ¿Encendiendo el cerillo para que la carne humana arda hasta la muerte? Esa animalidad, ¿justicia? En el México de una política religiosa, una religión política y un ejército que se desacredita, ¿justicia?

México, 25 de octubre. La Iglesia Católica quiere poder político. Impulsa una iniciativa para cambiar el 24 constitucional e introducir el concepto de “libertad religiosa”, con la que podrá ser votado y ocupar puestos públicos, y definir a qué partido o candidato apoyar.

(Dios…)

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