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Señores justicias
En mundos y tiempos de fábulas existió un avaro que en buen escondite atesoraba alteros de monedas de oro y en la cocina tres cachos de queso y uno de pan, provisiones que, magras y ruines, vivían siempre expuestas a la voracidad de un hervidero de ratas que infestaban el tugurio del avaro aquel. A la vista del poco queso y poco pan siempre mordisqueados se desesperaba el ruincejo, y qué hacer. ¿Trampas en las que tuviese que malgastar rajuelas de queso? ¡Nunca dispendio tal! ¿Un gato? ¡Menos! ¿Los resecos trozos de pan y los míseros cachos de queso exponerlos también al gato? ¡Nunca! ¿Custodiar en persona las provisiones a costillas del sueño y las horas dedicadas al deleite onanista de cachondear, flor de tacto, las amarillas rodelas? ¡Jamás! Pero entonces qué hacer…
El avaro se devana los sesos piensa que te piensa, trama que te planea, pero no hallaba la solución. Y así se pasaba los días de claro en claro y de turbio en turbio las noches, y de congoja en congoja su vida entera, penduleando de la depresión al insomnio, y de ahí a la angustia. Pero aquel día, de repente:
– ¡La solución! (Tomar nota, señores justicias.)
Y ocurrió que con paciencia y salivita, como es fama se logra todo en el salivero mundo de ratas, avaros y señores justicias, el codicioso ejecutó la primera parte del plan, que fue armarse de paciencia y de una escoba y apostarse cerca del agujero que daba al bajo mundo de los roedores. Y a esperar, vigilar, contener el aliento, hasta que de repente cayó una rata.
Y a encerrarla en una jaula de alambre, y a dejarla sin comer. (¿Captan el plan?)
Y ocurrió que al paso y peso del tiempo (que todo lo cura, lo enferma, lo agrava y agravia) la rata bufaba de hambre, brincoteando y acalambrándose. El avaro, entonces, le fue cebando cachos de carne fresca, con la que le amansó el hambre. Pero a ver: ¿un avaro derrochando en filetes? Carne era, sí, pero de una rata que acababa de asesinar a escobazos. ¿Pescan ustedes la idea?
Y así los siguientes días: tres rajuelas de carne de rata le amansaron el hambre, pero luego a cerrar la despensa, y hasta más ver. ¿La siguen pescando, señores justicias? A carne de rata sobrevivió la reclusa, y le fue tomando sabor y le agarró el gusto, pero al suspendérsele todo era bufar y convulsionarse. ¿Adivinan ustedes el resto?
Exacto: con la roedora en delirio por un ayuno de días, el avaro aprontó la jaula a la boca del agujero que hervía de ratas, abrió la reja y dejó escapar el famélico animal, que de ahí en adelante inició una terrible devastación y una mortandad espantosa entre los roedores, que devolvió la calma al ruincejo después de que aquel su ingenio le hubo ahorrado el gasto del gato y el queso en la ratonera. Y aquí mi mensaje: señores justicias.
Ratas ya tienen en su poder, civiles y de uniforme que conocen el mundo del narco y el del perseguidor. Presas como las tienen en celdas de alta seguridad, tales ratas andan a estas horas como perros del mal, espuma en la boca y bilis desparramada. Bilis negra. ¿Y si se decidieran ustedes, señores justicias? Ya vejaron a esas ratas, las maltrataron y enfurecieron al máximo. Una argolla de control y a soltarlas allá por los rumbos de Michoacán, Sinaloa, Chihuahua, todo el país…
¿Será más mortífera esa contienda que la abominable guerra particular del devoto Verbo Encarnado? A no ser que tema alguno de ustedes que tras de las confidencias de algún roedor venga la DEA y les pise la cola. Pudiera ser. ¿Que no? ¿No es México? (En fin.)
Mediocridad
Las masas sociales, mis valedores. Por demás elocuente el dilema que se les planteó a principios del mes, cuando los medios de condicionamiento las pusieron a escoger, en la misma noche, entre un partido futbolero y varios partidos políticos representados por sendos aspirantes a la presidencia del país. Rudo y permanente dilema, que esta vez se resolvió en una especie de empate entre la demagogia y el esférico. ¡Gooo!
Dilema rudo, en verdad. ¿Qué habrá resultado más provechoso para quienes tuvieron que elegir entre el debate entre las patadas en una cancha de futbol y las patadas de los candidatos del Poder? ¿Cuál de ambas opciones dejó una migaja de beneficio para el individuo y para las masas sociales? ¿Cuál beneficio, cuánto de beneficio? Al final del encuentro pelotero o de la pelotera de los políticos, ¿qué de provecho le quedó al espectador de la «democracia» o del encuentro futbolero? ¿Algunos grados habrá escapado de la mediocridad, del intolerable subdesarrollo mental en que lo ha mantenido la calidad de la educación que imparte esa altanera Gordillo que hasta al de mecha corta acaba de doblarle el filo? Pero sí, aquí el beneficio que a las masas les dejó el dilema: ya en futbol tienen sus milagrosos «Santos», como en mes y medio tendrán su «santo» milagroso que les va a conceder el prodigio de transformar el país gracias a que el día señalado trazaron a su favor una equis en la papeleta electoral. Así de fácil. Así de milagroso. Los santos sexenales, en tanto…
Esos en brama hoy día, a estas mismas horas, quemando copal al santito de la papeleta electoral. Esos, en la industria del chiqueo y la alabanza a unas masas a las que ensalzan de viva voz, en persona y en anuncios publicitarios desde todos los medios de condicionamiento de masas. Esos, al clamor y el juramento de ver por «los más necesitados», porque «primero los pobres; haré más por los que menos tienen». La náusea. Mis valedores:
Esa es la industria que más dividendos aporta al fascismo y demás sistemas de poder. Oigan, si no, pero sin darles crédito, los juramentos de amor y devoción de los candidatos del Sistema a «los que menos tienen», gente pobre (pobre gente) acarreada al olor del refresco y el taco hasta el templete del santo demagogo que clama, palabras al viento, ventosidades:
«¡Nunca más un México sin oportunidades! ¡Nunca un México sin justicia, sin respeto a la ley, sin respeto a los derechos humanos!» Ante un contingente de gente pobre acarreada hasta el templete del santo de su devoción: «Los desheredados de la fortuna son mi interés. Yo, de contar con su voto, he de rescatarlos de situación tan atroz». De pie, índice en alto, frente al grupito de indígenas que se logró acarrear: «Nunca un México sin sus comunidades autóctonas integradas al desarrollo nacional!» Ante los campesinos: «Voy a reactivar las luchas agrarias». ¿Jóvenes «nini»? «¡Seré el presidente del empleo!» Frente a los trabajadores arremolinados en el zócalo el Día del Trabajo: «Seré el abanderado de todos ustedes, el sector obrero!»
Y terminaron por aplaudir esos mal llamados «sindicalistas», el pecho forrado con la camiseta de este partido o del candidato aquel, que a simples productores de votos los ha reducido el Poder. Mis valedores:
¿Llegaremos a entender algún día que esos candidatos son del Sistema y no de todos nosotros? ¿Seguiremos soportando la democracia representativa, que usurpó la soberanía que nos corresponde a través de la democracia participativa? (Lástima.)
La fe del carbonero
Cuando el nivel de educación de la población no es el adecuado, el candidato que más promete tiene altas probabilidades de ganar una elección, sabiendo que no podrá cumplir y termina por defraudar a quienes a lo ingenuo confiaron en él (…) Con el tiempo la gente aprenderá las lecciones de la historia y terminará por votar conforme a sus más profundas convicciones y no de acuerdo a sus emociones motivadas en discursos demagógicos y vacíos de sentido».
(M.A. Bovero, Univ. de Turín, citado por el articulista.)
El proceso «electoral» y las masas sociales. En relación a los candidatos presidenciales una mayoría de votantes se prende a la esperanza del santito sexenal y no admiten disidencias ni herejías de ningún tipo. A mí, que no manifiesto efervescencia por ninguno de los presuntos, quienes ponen su esperanza en Peña me tachan de obnubilado, y de obtuso los esperanzados en López Obrador. A la hoguera el relapso. Y cómo no, si en mi periodismo no doy trazas de depositar mi esperanza en ninguno de los presuntos. Los obcecados tienen razón: a quemar al réprobo.
La tienen, porque para mí ninguno de los candidatos del Sistema de poder, que no de nosotros, las masas sociales, es el santito sexenal que interceda ante Dios para que nos mande la lluvia o nos detenga la inundación. Yo cómo pudiese proceder de ese modo, si me apoyo en la historia, esa estrella polar de todo analista objetivo y carente de mala fe. Yo con sus enseñanzas compruebo que los intereses que se juegan hoy no son los de las masas sociales, sino de forma exclusiva los del Sistema de poder, como lo fueron los del anterior sexenio y los de sus predecesores. En por ello que ni tengo preferencia por ninguno de sus candidatos ni me aferro al recurso del pensamiento mágico que se tornó dogma indestructible, calcárea sobrevivencia de un mundo de magia y encantamiento del hombre de la caverna prehistórica. ¿Sabía alguno de ustedes que en las sequías recurrentes que azotan la región de Jalisco los feligreses de la Virgen de Zapopan pasean a la Generala por las riberas del lago de Chapala?
Y a esto quería yo llegar. Una vez que el candidato nos ha fallado en proyectos, compromisos y promesas de campaña, a demandar de inmediato su cumplimiento con el recurso de la marcha, el plantón y las concentraciones de multitudes que han tomado la calle y ¡e-xi-gen que se produzca el prodigio. ¿Qué ocurrió con las multitudes que en el 2006 e-xi-gían a gritos el recuento voto por voto y casilla por casilla? ¿Qué resultado benéfico para los partidarios del candidato derrotado (por las buenas o por las malas) acarreó la toma del Paseo de la Reforma? Yo (mírenlo en la página valedor. org), palabras más o menos dije a López Obrador en la fabulilla correspondiente publicada en la fecha: «Ya mostró usted sus armas, y son las del derrotado». Acerté, y no porque sea profeta, sino porque estudio y asimilo las lecciones que ofrece la historia. Sin más.
Pues sí, pero esas desaforadas ganas de creer, de no perder una desfalleciente esperanza. En la compulsión por adecuar al candidato de su preferencia a sus propios deseos y a sus necesidades, los del fervor inducido no advierten o no quieren advertir que su santito de yeso trae su propio proyecto de gobierno, personal y de grupo, y que ese proyecto no es el de los votantes, y aun resulta contrario al interés de todos nosotros. ¡Malhaya sea el pensamiento mágico de unas masas que por no confiar en sí mismas delegan en el santito de terracota! Es México. (Nuestro país.)
Medieval
Surgida de varias iniciativas, México aprueba la Ley General de Víctimas, que servirá para facilitar los trámites a los afectados y a sus familiares.
«¿Así que exigir no produce buenos resultados, mi valedor? ¿Qué me dice ahora de la estrategia aplicada por Sicilia en su Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad?»
Leí el donaire en mi correo electrónico. Pensé unos instantes y luego, del respectivo librero, tomé el ejemplar de El Conde Lucanor, escrito en 1335 por el Infante Don Juan Manuel, en donde el Conde de marras, enfrentado a algún problema del diario vivir, consulta con su ayudante Patronio, que por medio de ejemplos le resuelve la situación. Aquí un problema apócrifo y una respuesta real. Habla el Conde:
«El despotismo del monarca sexenal y su corte es ya intolerable. He comprendido que la comunidad necesita un cambio, pero radical, a fondo. ¿Para lograrlo los paisanos deberemos plantarnos ante el palacio real y exigir ese cambio que precisamos? La respuesta de Patronio:
«Señor Conde Lucanor, una zorra entró una noche en un corral donde había gallinas y tanto se entretuvo en comerlas que, cuando pensó marcharse, ya era de día y las gentes estaban en las calles. Cuando comprobó que no se podía esconder, salió sin hacer ruido a la calle y se echó en el suelo como si estuviese muerta. Al verla, la gente pensó que lo estaba y nadie le hizo caso.
Al cabo de un rato pasó por allí un hombre que dijo que los cabellos de la frente de la zorra eran buenos para evitar el mal de ojo a los niños, y, así, le trasquiló con unas tijeras los pelos de la frente.
Después se acercó otro, que dijo lo mismo sobre los pelos del lomo; después otro, que le cortó los de la ijada; y tantos le cortaron el pelo que la dejaron repelada. A pesar de todo, la zorra no se movió, porque pensaba que perder el pelo no era un daño muy grave.
Después se acercó otro hombre, que dijo que la uña del pulgar de la zorra era muy buena para los tumores; y se la quitó. La zorra seguía sin moverse.
Después llegó otro que dijo que los dientes de zorra eran buenos para el dolor de muelas. Le quitó uno, y la zorra tampoco se movió esta vez.
Por último, pasado un rato, llegó uno que dijo que el corazón de la zorra era bueno para el dolor del corazón, y echó mano al cuchillo para sacárselo».
¿Que qué? ¿El corazón? ¿Cómo que el corazón? Todo le aguanto a los lugareños: que me forjen marchas, plantones y huelgas de hambre. Me entrevisto con Sicilia y sus marchantes y les apruebo las leye que e-xi-jan. Todo les doy, incluyendo elecciones con candidatos donde escoger. Total, que se trata de mis candidatos. Eso y más. Lo que quieran les doy. ¿Pero un verdadero cambio en el Sistema de poder?
«Viendo la zorra que le querían quitar el corazón, y que si se lo quitaban no era algo de lo que pudiera prescindir, y que por ello moriría, pensó que era mejor arriesgarlo todo antes que perder ciertamente su vida. Y así se esforzó por escapar y salvó la vida». Mis valedores:
¿Entendimos la moraleja? ¿Será el propio Sistema de poder el que haga por nosotros ese cambio por un Sistema aliado nuestro, que significaría la muerte del actual? La raposa, ¿suicidarse por amor a nosotros? «E-xi-gir-me, y no más. Yo les proporciono cuantas leyes, placebos y chiqueadores de ruda me e-xi-jan. Pero hasta ahí».
El final de la nota de prensa, con esa sintaxis: «De cualquier manera, la Ley General de Víctimas aún no cuenta con recursos económicos para instalar los mecanismos ‘que contempla’«. Es México. (Mi país.)
Esperpéntico
Favorable, el saldo económico. Las generaciones me recordarán por haber combatido al narco. Actué a tiempo. La lucha va por buen camino.
El ser y sus desviaciones. ¿Alguno de ustedes conoce el caso de San Simón Estilita, que vivió en lo alto de una columna? ¿Alguno habrá leído Bartleby, donde Melville narra el caso del escribano aquel que cierta mañana, al recibir de su jefe la orden: “Copie estos documentos”, “preferiría no hacerlo”, contestó? De ahí a su desastroso final se mantuvo en su extraña actitud de resistencia pasiva. Léanlo. ¿O «preferiría no hacerlo»?
Cierta comedia de un Jardiel Poncela que no respeto como escritor consigna el caso de Edgardo, cincuentón que un mal día, al resultado de una decepción amorosa, decidió nunca más levantarse de la cama, donde llevó a cabo su vida de todos los días, hasta que cierta noche…
Leí de la chifladura del sabio aquel, personaje incidental de Mascaró, el cazador americano, novela de Haroldo Conti, que lo llevó a perfeccionar una bicicleta voladora con la que se dio a vivir en las alturas y desde su eminencia regodearse en orinar a los viandantes. Y qué decir del protagonista de El barón rampante, novela de Italo Calvino, al que pega la chifladura de vivir trepado a los árboles del bosque cercano a la ciudad, y ahí llevar una vida social «normal”, sin nunca volver a poner un pie en tierra. Excéntrico.
Oskar, personaje de El tambor de hojalata, de Günter Grass; un día a sus diez años de edad, decide nunca crecer, y es así como de adolescente transcurre su tiempo vital. En plena chifladura, El licenciado Vidriera, de Cervantes, se cree forjado de vidrio, y toda su vida se cuida de que nadie lo vaya a romper. Y a esto quería yo llegar.
A ese otro, mis valedores, yo no le pido que de repente se sienta de vidrio y viva temeroso de que algún desesperado me lo vaya a quebrar. Cómo pedirle que se encarame hasta la punta de una columna y ahí se engarrote, de hinojos y en oración, hasta que muera. No le voy a pedir que de súbito decida atornillarse a su cama y que desde la cama contemple el transcurso de los episodios nacionales, sin más. No le habré de suplicar que se encarame en algún armatoste volador, porque desde allá arriba seguiría emporcándonos con sus desechos corporales. No. Yo, del tal…
Del tal sólo hubiera querido que, al modo de Bartleby, y tan medianejo como él, tuviese los ríñones que de pronto le salieron al escribano, de modo tal que cuando el gringo le impuso esa Iniciativa Mérida, los agentes de la DEA o los contratos en PEMEX él, de repente varón de tamaños, a las exigencias de Washington hubiese replicado: “Prefería no hacerlo”.
De él quisiera que, al contrario de El barón rampante, ya se bajara de la copa, la de Los Pinos, que no están para sus pinitos políticos, y que por fin dejara de andarse por las ramas. Y lo mejor de lo mejor:
Que al igual que los monjes cenobitas, de aquí a diciembre hablara con las neuronas, no con las glándulas salivales. Que por aquello de que ya nadie lo toma en cuenta dejara de hacerse notar opinando, declarando, recalando, reculando, acosando, acusando, atacando, atracando, desdiciéndose. Que pensara para hablar y no hablara para pensar y darnos a todos en qué pensar, y alarmarnos, y detestar esa salivosa diarrea que a todos salpica. Que resistiera la compulsión. ¿Imposible? Ariel, mi hijo psicoanalista, pudiera auxiliarlo. Ansiolíticos retroalimentados. Una trepanación, cuando menos. Silencie esa vocecita, que su tiempo ya feneció. (Cállese.)
Programa Domingo 6 – 20 Mayo 2011
Holocausto
Marcelo Ebrard esta vez. El jefe de gobierno del DDF y los corralones (¿de su propiedad?) donde va a caer el vehículo al que pescaron descuidado. Mi volks. fue uno de ellos. Ayer mismo corrí a pagar una fianza altísima y logré liberarlo de esa prisión de alta seguridad que es el corralón. Amarga la boca, desparramada una bilis negra y bebiendo una de valeriana para amansar el cableado nervioso, dejé el volks. reponiéndose en la cochera (ya con antecedentes penales, fichado y con su expediente abierto) e inicié el ejercicio de un inútil onanismo mental. Don Marcelo:
¿Ha leído El Proceso, de Kafka? Peor es la burocracia con que se manejas los corralones. ¿Ha visto en una película esa fila de prisioneros judíos a los que (desnudos, un jabón en la mano) encerraban en galerones con duchas que soltaban gas venenoso? Lo que no ha visto, o tiene de piedra el corazón, es esa fila de desesperados que avanzan a dos, tres por hora rumbo a la covacha donde se atejona un blue demon para arrebatarnos la fianza con qué sacar un ánima del purgatorio. Anima de cuatro ruedas. Señor:
¿Un solo cobrador? ¿Un solitario blue demon atejonado en aquella covacha ya oscura al punto del mediodía, cuando la cola avanza a dos, tres víctimas por hora, bajo el rayo del sol? ¿No alcanza el presupuesto para conchavarse uno más, encuevarlo en otro cuartucho y que de manera menos tardada (menos abominable) nos hiciera pagar lo que no debemos? ¿Nuestros impuestos, 18 o 20 mil millones con los que le hacen propaganda al valido de los dos Salinas, el orejón y el de lentes, no alcanzan para un verdugo más? (Aquel jovencillo que no alcanzó a cubrir el total de la fianza: «¿Puedo mirar mi moto?» «Pero no se le arrime demasiado, jovenazo». De lejos la contemplaba, y lo que es el amor: a un lado dos motos grandes, potentes, pero para él su motoneta era el más hermoso adorno de un lóbrego corralón.). Y la viva metáfora de la burocracia, señor Casaubón:
La joven que recibió mis originales y les sacó copias me veía la cara, miraba la foto, me volvía a mirar («¿le cái que es usté? Se ve rete cachetiado, qué distinto en la foto». «Es que me la tomé ya hace un par de semanas»); ella hacía su labor en una silla de ruedas mientras que acá, a la intemperie, una treintena de víctimas me antecedía y otra treintena sentía yo detrás de la cola, qué feo se oyó. Con cada víctima se tardaba el blue demon el tanto de 20, 30 minutos; y en la cola, señor Casaubón, aguardaban mujeres con sus criaturas, mujeres embarazadas, un hijo con la madre llorando a lágrima viva (era al revés). Una guera robusta, único ser que protestaba:
– ¡Ya mero me exigen mi acta de defunción!
– Con dos copias, señito -el blue demon, alzada la visera del casco. Y el de la fila: «Eso, si no alcanza a llegar con vida hasta la puerta del cobrador».
Yo, como los demás aguantando a pie firme, pero como los demás ya aflojando el derecho, que la pierna se me acalambró, ya el izquierdo, en el que comencé a perder sensibilidad. Me recargaba en la pared, intentaba ponerme en cuclillas, agitaba esta zanca, no fuera la gangrena. Observé a la señora que, acá bajita la voz, con el rosario en la mano imploraba el milagro de que avanzara la cola. Y la media tarde, con un firmamento que amenazaba lluvia…
Un tejabán, señor jefe del DDF. Unas cuantas butacas, unas bancas de madera, unos tabicones que sirvan de asiento a quienes miré a punto del desmayo. Los niños, señor, las criaturas…
(Más de la atrocidad, un día de estos.)
Programa Domingo 6 – 13 Mayo 2012
Taller de Lectura – 13 Mayo 2012
Taller de Lectura – 06 Mayo 2012
Caí en los infiernos
Fue ayer a media mañana, y aquí mi recado para el Diablo mayor. Señor Casaubón:
Acabo de bajar a los apretados infiernos. ¿Son de su propiedad, don Marcelo? A mí no me consta ni tengo pruebas para afirmarlo; sospecho que quienes le atribuyen la posesión de los susodichos tampoco tienen las pruebas. En fin. Sea como sea, señor jefe de gobierno del DDF., quienes planearon y ponen en operación los corralones de esta noble y vial qué poca Tula tuvieron para celebrar el jueves pasado. Muy poca madre, de veras.
Yo el día de ayer me vi forzado a invertir una buena parte de mi tiempo vital (mala parte para quien tiene la desgracia de caer en esa trampa donde se degrada la humana dignidad. Las pruebas, más adelante); de mi tiempo vital, repito, en arrancar mi voks. cremita de las garras de una famélica jauría de blue demon armados con fauces de alto poder. Ah, la humana condición. La humana miseria y sus víctimas…
De no creer, si no las hubiese padecido, esas humillantes condiciones en que opera un corralón del DDF (¿suyos, mi buen don Marcelo?) en un país al que el padrino de Peña embombilló a la fuerza en la OCDE, y que ahora presume de formar parte del G-20. Háblenle de OCDE y G-20 al trabajador de salario mínimo a la hora de la comida con la única y los chilpayates mientras oyen al Zurdo del Verbo Encarnado alabarse por su política financiera, que mantiene al país arañando los niveles económicos del Primer Mundo. Ah, México.
Puros embustes, señor don Marcelo. Puras engañifas. Más allá de éxitos económicos de hojalata y masquiña, el tamaño de país que se torna cada día más rabón por culpa de Calderón y congéneres exhibe su retrato hablado en aquel corralón atascado de coches en reclusión con derecho a fianza excesiva, motos amontonadas y motos de pupilas rebrillosas después de la violación de mi volks cremita, que hasta me lo despatarraron. Y aquí ya lo oigo decir, don Marcelo (al infeliz gobernado le hablan de tú):
– Tú tienes la culpa, por qué lo dejaste mal estacionado.
Para qué jurarle por mi santa madre que no fue así. Ya oiría su réplica:
– No, si todos los criminales juran ser inocentes.
De acuerdo, señor. Criminal soy yo. ¿Pero las condiciones infrahumanas, infra-bestiales, violadoras de la humana dignidad, que los blue demon del corralón aplican al criminal para, luego de someterlo a pruebas que Hitler, Stalin, Nazar Haro y Eisenhower nunca hubiesen imaginado, permitirle reencontrarse con el delincuente de cuatro ruedas, tratar de calmarle su sistema nervioso y después de inyecciones y lavativas de gasolina (¡ah, los gasolinazos del Verbo Encarnado!) volverle el alma al cuerpo con la promesa de la vuelta al hogar? Señor jefe de gobierno:
Si en la propiedad de los corralones de esta ciudad no tiene cola que le pisen, ¿podría un día de estos probar la cola de quienes aguardan llegar a la boca de la covacha donde pagar, y muy caro, la osadía de haber estacionado el cremita en una ración de vía pública, patrimonio común, donde no existía aviso oficial alguno eque lo prohibiera?
Horas y horas bajo el rayo del sol. Un solo blue demon recibiendo los documentos originales y las copias que sostenía yo en la diestra, con los dos billetes de 500 en una mano siniestra que me tembloriqueaba. No sé que aversión me provoca esa zurda desde que a mi país le cayó el mal fario, la salación y la mala sombra de ser gobernado (es un decir) por una mano siniestra. Señor Casaubón: ¿ya en su cartera mis dos billetes? (Las pruebas de tal horror, mañana.)
Pensamiento mágico y Minotauro
¿Y entonces, mis valedores? ¿Radio y televisión nos enfervorizaron al máximo? ¿Traemos en calidad de obsesión a los cuatro magníficos, preguntándonos cuál de los cuatro será el mejor? De ser así, y por aquello de normar nuestro criterio: ¿existe entre ellos diferencia alguna en relación a planes, promesas y compromisos? ¿Qué diferencias advierten ustedes en ese catálogo de buenas intenciones? ¿Y entre las propuestas de los cuatro de hoy día y las del sexenio anterior, y entre aquellas y las de los predecesores, hasta llegar cuando menos a Pascual Ortiz Rubio? ¿Qué fue de las propuestas de campaña de Ortiz Rubio y siguientes, hasta llegar al cuarteto de los actuales? ¿Nos sirvieron tales compromisos? ¿De qué nos sirvieron? ¿Hoy con alguno de los cuatro de marras todo va a cambiar, todo va a ser distinto? ¿Por qué? ¿Creer en alguno de esos cuatro no significa transitar por los terrenos de la milagrería y el pensamiento mágico? Y otra más:
A lo largo de sus fulgurantes procesos electoreros, ¿qué ha ocurrido con este país, que más allá de las altisonantes promesas de cambio las naciones que traíamos a la zaga nos han rebasado por culpa de un mediocre progreso obstaculizado por la descomunal corrupción y una educación pública cuya estatura se mide por la de su líder moral, la Gordillo?
Por cuanto a los «medios» , ¿hay alguna diferencia entre el manejo actual del proceso y el de anteriores sufragios? ¿Las hay entre las épocas previas a un proceso electoral y las de unos juegos olímpicos, una pelea de box o un encuentro Chivas- América? ¿Seguimos en la ignorancia de que al permitir que radio y televisión nos utilizaran sin protección ya padecemos el síndrome de inmuno-deficiencia adquirida, esa que nos imposibilita para pensar con cabeza propia? (Pensar, por ejemplo, a quién o a quienes benefician y a quién o quiénes perjudican las descomunales campañas de condicionamiento, manipulación y enajenación de masas, que a todos nos salen costando decenas de miles de millones de pesos.) Mis valedores:
Los cuatro candidatos, al igual que los siete partidos del Estado que los proponen, ¿lo son de todos nosotros? ¿No son parte intrínseca de esa Super-estructura que detenta el poder? De ser así, ¿los intereses de los candidatos serán los nuestros o los del poder del que forman parte? ¿Vale seguir delegando en ellos? ¿Seguiremos creyendo que por amor a las masas ese Sistema va a propiciar que el poder pase a nosotros, que es decir a un gobierno aliado de todos nosotros?
Las masas sociales, en el laberinto, deambulamos en busca de esa salida que nos urge encontrar porque en el corazón del susodicho nos acosa un Minotauro hambriento, feroz. ¿Cuál de los aspirantes al puesto de Minotauro irá a ser aliado de las masas? ¿Alguno de ellos, convertido ya en Minotauro, nos sacará del laberinto, que significaría su extinción y la de todo el Sistema? ¿Exigirle que nos conduzca a la salida, lo que supondría su muerte por inanición? Tenerlo presente, mis valedores: los votantes obedecemos sin mandar, y el Minotauro manda sin obedecer. Sin más. Sufragar, sí, pero al propio tiempo organizarnos en comités autogestionarios con los que logremos ese gobierno al que obedecer como sus mandantes. (Tan fácil como parece. Por culpa nuestra, tan difícil.)
Pero eso sí, por supuesto, ese día, a su hora, vamos a votar. Ejercemos un derecho y cumplimos una obligación cívica. ¿Cómo, por quién, por cuál vamos a sufragar? Prerrogativa de cada quién. (México.)
Maestros dogmáticos
El dogma y las luchas magisteriales. Ocurrió en 1997. Con las manos vacías regresaron a casa los contingentes de maestros que habían efectuado su concentración anual en el DF. A modo de despedida, su comunicado de prensa, de dar verguenza:
Los trabajadores de la educación del DF, organizados en la Sección 9 del SNTE, reconocemos el apoyo que los habitantes de la Cd. de México nos brindaron durante el paro indefinido (sic) de labores, el esfuerzo de miles de maestros, padres de familia, alumnos, pueblo trabajador todos (resic), no fue suficiente; marchas, mítines, cierres de escuelas y plantones sólo lograron arrancar al gobierno priísta una mínima respuesta a nuestro pliego petitorio. La incapacidad (¡!) del gobierno neoliberal de Ernesto Zedillo requiere ser enfrentada por una fuerza mucho mayor a la desplegada hasta ahora…
Eso, en 1997. Ya antes había sucedido el incidente de los mentores frente a las puertas cerradas de Televisa, 1989. Yo, a la vista de ese contingente de mentores a los que el Sistema traía a mal traer les envié este mensaje del que, según los resultados, ni siquiera tuvieron conocimiento:
Compañeros de la Coordinadora Nac. de Trabajadores de la Educación: se enfrentan ustedes al Sistema y sus voceros oficiosos, esos «medios» que malinformaron sañudamente a las masas sobre el conflicto magisterial, siempre parciales en contra de ustedes. Ah, esos comentarios editoriales, esas caricaturas de caricaturas, esos noticieros de Televisa, esos…
Tanta saña exudaron sus informaciones que el tres de mayo (1989), miles de ustedes tomaron los alrededores de Chapultepec 18 y pusieron sitio a las instalaciones del consorcio donde se «perpetran» los noticiarios. Ustedes exigían (ojo: exigían) enmendaran el trazo y proporcionaran al paisanaje una información objetiva, oportuna, veraz e imparcial de los sucesos tocantes a su movimiento disidente.
¿Eso hicieron, maestros? ¿Y la conciencia de enemigo histórico? El diario: “Tras una manifestación de tres horas, de tapizar con carteles las paredes exteriores del inmueble y de una clausura simbólica de la empresa comunicativa por su parcialidad informativa, Alemán ordenó abrir las puertas de Chapultepec 18 para dialogar”. Con unos cuantos.
Y las pancartas: “Jacobo necesita aumento, pero en sus lentes, para que cuente bien a los maestros”. Y que hay una materia que no aprobó, la gris, y lo bochornoso: “Amador Narzia, de Televisa, ingresó por la puerta trasera, copada por los maestros. Piden sólo un minuto, un minuto para decirle… Narzia hizo como que no oía para colarse por una rendija abierta”. Y dejar a los maestros con la palabra en la boca.
“Nosotros sólo queríamos decirle que no diga mentiras. Que nos escuche”. Dejo de lado la vergüenza, propia y ajena, que su actuación me produjo, compañeros maestros, para decirles lo que, según todos los indicios, ustedes no han querido entender. En la lucha social existen dos vías: una es exigir; la otra, asumir. La primera, la más socorrida, resulta inútil. Asumir es la opción valedera. ¿Ustedes exigiendo? ¿Quedándose ustedes con la palabra en la boca? ¿Sólo a 12 de ustedes permitió hablar Alemán? ¿Eso a integrantes del organismo corporativo de control de maestros más grande de Iberoamérica? ¿Eso a ustedes, que en conjunto tienen una influencia directa y total en millones de alumnos, y a través de ellos en millones de familias, que es decir en todo este país? ¿E-xi-gien-do ustedes a su enemigo histórico? Ah, maestros, ah, México. (Este país.)
Las manos vacías
¡Lucha frontal contra la condición de apóstoles! Sí, contra la versión de un apóstol sufrido y candoroso que soporte tranquilo la miseria y el hambre, porque cuanta más hambre y miseria más diáfano será el apóstol: he ahí un ideal del maestro mexicano que la burguesía tiene particular interés en difundir. (Aníbal Ponce: Educación y lucha de clases, 1937)
La lucha magisterial, mis valedores, desde aquellas fragorosas contiendas que al final de la década de los 50s. sostuvo el magisterio lado a lado con médicos, telegrafistas, ferrocarrileros y otros gremios descontentos. Las causas de esa lucha son válidas y legítimas, por más que para el Sistema, bien lo asentaba Aníbal Ponce hace ya 75 años, en directo contacto con las masas populares sería peligroso que el maestro llegara a comprender que también es un obrero como los otros, explotado y humillado. ¡Qué procedimiento más refinado, en cambio, convertir su propia miserable situación en la virtud más excelsa de este venerable «instrumento del Eterno»!
Categórico. Pues sí, pero siendo tan justas sus demandas en cuanto gremio trabajador, ¿por qué ese estreñimiento mental a la hora de crear estrategias válidas, eficaces, para conseguir sus reivindicaciones de clase? ¿Por qué reducir sus tácticas a la mega-marchita que, según lo dejaron probado de forma fehaciente sus movilizaciones de fines de los 50s., no producen logro ninguno para las bases sindicales del magisterio? A propósito: en mi archivo encontré un espléndido estudio donde la investigadora apunta la razón: la desmemoria; la carencia absoluta de memoria histórica. Su dicho:
“En el caso de los movimiento sociales ni siquiera los propios grupos que fungieron como actores principales escapan a estas carencias y deformaciones. A través de contactos personales con maestros de primaria del DF me he convencido de que ignoran casi completamente, sobre todo los jóvenes, lo sucedido hace unos años y que sus juicios al respecto, cuando los tienen, generalmente carecen de sustentación y se limitan a manifestar su simpatía o antipatía para con los líderes del movimiento”.
Situación en verdad lamentable, si se toma en cuenta que cualquier intento serio de democratización dentro del Sindicato Nac. de Trabajadores de la Educación (SNTE) se enfrentará en gran parte a los mismos obstáculos que se encontraron en 1958 y que, por lo tanto, la previa asimilación de la lucha que entonces se desarrolló se torna no sólo deseable, sino necesaria. Claro, sí, pero el dogma…
El incidente ocurrió hace algún tiempo, pero qué lección para los maestros que quieran avocarse, siquiera por una vez, al ejercicio de pensar:
Los mentores disidentes que a la advocación del Día del Maestro se congregaron en esta ciudad (¡esa rutina!) regresaron a sus lugares de origen. Con las manos vacías, como viene ocurriendo desde 1958, y eso que por aquel entonces se apalancaban en la insurgencia de médicos, telegrafistas y ferrocarrileros. Esta vez tornaron a Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Zacatecas. Antes de irse y a modo de despedida hubieran podido, una vez más, publicar su desplegado de prensa de junio de 1997 que, con ánimo de que capten ustedes la «eficacia» de la estrategia magisterial, copio aquí en su parte medular, con esa sintaxis y con esa lógica: yo te exijo; tú ignoras mi exigencia; yo me regreso con las manos vacías, ergo: tú eres un inepto. Ah, mentores. El texto, con su redacción:
A los ciudadanos del DF. Al pueblo trabajador .Al magisterio nacional del DF. (Mañana.)
¿Y yo por qué?
Chicago, ciudad capital de un imperio naciente. El burbujeante Chicago de la Ley Seca, la Cosa Nostra y la Depresión. Unas flappers ahijadas del gangster pespuntean la noche a los contrapuntos del charleston. Madrugada de un 27 de diciembre. Esta es la noche. Adormilada, la víctima; en desvelo, el hampón. He ahí al victimario, encuevado en un búnker en cuyos muros resuenan los acordes de la tonada napolitana. De repente, aquel secuaz de sombrero de fieltro y cara cortada, qué horrible lugar común:
– Jefe: el negocio de su competidor en el norte de la ciudad sigue prosperando, pero él se niega a pagar la cuota y compartir las ganancias.
¿Que qué? ¡Porca miseria! Suelta el hampón terrible manotazo sobre base de la victrola, que hace pujar y soltar rechinidos a O sole mio. Quitándose de encima el asunto que traía entre manos (corista ella, pelirroja y querendona), remuele el cigarro puro que mascaba entre dientes:
– Pronto, juntar a los muchachos! ¡Hay acción!
Y rápido: siniestras siluetas en la madrugada, diversos vehículos erizados de gángsters erizados de ametralladoras enfilan rumbo al norte de la ciudad. Madrugada. Aire resfriado. Zona norte. Chicago.
Tras de cruzar la ciudad con los faros apagados, los Ford han frenado a lo sigiloso frente al jacalón en penumbra. Al arropo de las sombras esas sombras sigilosas a señas se comunican y van rodeando la edificación. ¿Destilería clandestina? ¿Policías en un operativo contra una banda de hampones? ¿Detectives antinarcóticos? ¿Los intocables de Eliot Ness? Su atuendo es de simples paisanos, ¿pero paisanos con estuches de violín en las manos? ¿Músicos, tal vez, otro horroroso lugar común? En el interior del inmueble, ¿lo escuchan? Algún aparato de radio (¿del vigilante, del velador?) zangoloteándose al ritmo de un fox-trot. De repente, enérgicos ademanes y el cigarro puro en los belfos, Al Capone: (¿de lentes? En fin.)
“¡Contra ellos! ¡A tomar las instalaciones, caiga quien caiga, caiga lo que caiga, caiga como caiga y caiga donde caiga!”
Cayó el estado de derecho, pero eso a quién le importa. Cayó entre una escandalera de ametralladoras cuya ventosidad corrompió los vientos nocturnales. A los golpes cayeron las puertas, las ventanas fueron derribadas, y acribillados los equipos de transmisión, y destruidas las instalaciones, y hecho garras el estado de derecho. Entre el fragor de las balas y la hedentina a pólvora, la pandilla de hampones se ha posesionado del jacalón, alineados contra la pared a los vigilantes y… Chicago, Día de San Valentín, que esta vez cayó en la madrugada de un 27 de diciembre del 2002. Al Capone.
Misión cumplida. La acción del comando armado ha sido un éxito para el gangster. A punta de ametralladora y con la justicia en la mera punta de una antena metálica, ley, códigos y reglamentos son habilitados como papel sanitario para limpiarse el Chiquihuite (un cerro ubicado en el norte de Chicago). Los de la banda silencian armas, en sus fundas de violín guardan las ametralladoras y se apiñan en torno a un Al Capone que, sonriente, se encara a los reporteros que acudieron al estrépito de las balas. De cara a Chicago y a la nación, el de la masacre del Día de San Valentín decembrino, Al Capone Salinas Pliego, lo afirma:
-¡Hemos tomado las instalaciones del Canal 40 para preservar el Estado de Derecho, con mayúsculas. TV Azteca seguirá actuando, como hasta hoy, en el marco de la ley! ¿No, señores míos, Fox y Calderón?
Ellos aplaudieron. (Es México.)
Tula, mi madre
Nueve de mayo. Noche cerrada. De milagro alcancé el metro Indios Verdes en su corrida final. Acunado en mi asiento me deleitaba a la idea de tenderme en la cama y morirme unas horas. Bostecé, desplegué el vespertino. “Este año generación suficiente de empleos», el de Los Pinos. Qué bien. Música para mis oídos. Me adormecí. Y aquella música. De cámara. Barroca. ¿Una romanza medieval? Hice un esfuerzo y fugándome del sueño los entreabrí. No, no era música producida por el optimismo oficial ante el empleo floreciente, sino por esos músicos ambulantes. ¡Y ejecutaban aquella dulce balada de la Europa medieval! Me espabilé.
¿El por qué de mi asombro? Por la metamorfosis que se puede advertir en el arte musical dentro del metro. En anteriores sexenios, el viejo resquebrajado con una ciega guitarra, o al revés, voz de gargajo: “Gabino Barrera – no entendía razones – andando en la…” Sexenios más tarde, el desempleado, haciendo de tripas acordeón: “Ay, quiéreme – porque ya logré ponerte…” Sexenios después (la necesidad), dos estudiantes, flauta y guitarra: “El cóndor pasa”. Y después el trío, el cuarteto. Hoy, con el presidente del empleo, todo un conjunto de cámara, con director, ejecutantes e instrumentos de época. Hasta parecen del Conservatorio, pensé, y al de la batuta. “¿Pueden ejecutar algo de Bach?” El del violín, arete en la oreja: “No le haga caso al bigotón, maestro, que hasta con la batuta puede perder. Mire, la gente se baja sin cooperar”.
– Y en pleno vagón del metro utilizan violín y clarinete.
– Clarinete el que nos dio Feli-pillo, que nos pintó violín.
– Y ese instrumento antiguo. Hermosa siringa.
– Siringa la que nos vino a acomodar, que al concertista profesional lo botó a botear en el metro. ¿Sabe a dónde vamos en esta medianoche? A una serenata de día de la madre, y tocar para una madre ajena me sabe a madres. Todo por llevarle unos cobres a la madre propia. ¿Qué le parece la madriza que nos acomodó el hijo de su madre?
Ah, pues ya va a amanecer el día del comercio, del festejo inducido y el beso, el abrazo y el regalo en papel celofán. Yo, que no acostumbro festejar a mi madre, cuándo iba a imaginar que hoy, al trascuerno y muy temprano, me la iban a celebrar. «Así que van a una serenata». Vivo de genio, el de la viola da gamba: “¡No le haga plática al bigotón! Ya mero debemos bajarnos, y hay que estar puntuales, acuérdese”.
-Y esa flauta dulce -dije-. Ese corno. Bella rondalla.
– Nosotros no hicimos rondalla con ese hijo de su bandurria que de promesas nos dio mucha flauta dulce, pero de empleo, puro corno. (Ah, las tristuras del desempleo.) Al de la batuta, el del violín: “¡Maestro, todos se nos fueron sin su cooperacha! Ya estamos solos en el vagón y a saber en qué estación andamos. Todo por su plática con el bigotón, maestro”.
¿La estación en que andábamos? El de overol y aceitera en mano nos sacó de la duda: “A ver, no estorbar, que ando midiendo el aceite”.
Me azoré. ¿Y este? ¿Un mecánico? El de la zampoña: “¿Ve, maestro? Ya estamos en el depósito, en el taller del metro. Nos fuimos en blanco porque usted se puso a echar plática con el bigotón. ¿Y ahora cómo nos regresamos a la serenata? ¿Gastar en taxi lo que no recolectamos?”
Válgame. Lo aplaqué: “No importa. ¿Cuántos son ustedes? ¿Once? Aquí tienen”. Puse en sus manos dos pesos con treinta y cinco centavos. “Todo suyo. Se lo reparten como hermanitos”.
Fue entonces, mis valedores: entre todos los músicos, ejecutantes profesionales, muy de madrugada me la festejaron. A Tula, mi madre. (Fin.)
Ya nos tomaron la medida
Fue noticia en el matutino del domingo pasado: «En México, tres de cada diez mujeres votan por quien ordena su pareja. Los estados con mayor porcentaje de ciudadanas que piden permiso para decidir por quién votar son Chiapas, San Luis Potosí, Durango, Coahuila e Hidalgo».
Para certificar la noticia: en las pasadas elecciones el reportero recorrió diversos puntos de la ciudad y entrevistó a diversas mujeres, entre ellas una vecina de por el Centro Histórico: “Señora, ¿fue usted a sufragar en las pasadas elecciones?”
– ¿Yo? No, fíjese que yo no fui a votar, lástima. Es que vi que ya iba a ir mi marido, y entonces le dije: “yo le voy al que tú escojas, total, de todas maneras va a ganar el de siempre, ¿no? O sea el PRI”.
Mis valedores: ¿para semejante cultura política tanta alharaca de IFEs, TRIFEs, debates, encuestas, «spots», y nosotros paguemos una factura de decenas de miles de millones? Ya nos faltaron al respeto. De la cultura del voto: ¿a cuánto ascienden las cifras del abstencionismo y el voto anulado en cada proceso electoral? Qué elocuente, al respecto, la citada encuesta con amas de casa en distintos puntos de la ciudad: “Señora: ¿votó usted el pasado proceso electoral?”
– Bueno, no, yo no fui a votar, la verdad.
– ¿Por qué no fue a cumplir con un deber y un derecho cívico del ciudadano?
– Porque el domingo me tocó lavada. Pero para el próximo domingo, primero Dios, no voy a fallarle a las elecciones. Me voy a dar un tiempito.
A una vecina más: “Señora: ¿usted votó en las pasadas elecciones?”
– ¿Votar yo? ¿Para traer todo el día mi pulgar amarillo? Mire mis manos: limpiecitas.
A una joven: «Señorita, ¿fue usted a votar?»
– No, yo no fui a votar. A mí me cae bien el del PRD, pero ni de chiste que iba a votar por él. Estoy tan salada, dije, que voy, voto por el perredista, y lo más seguro es que pierde las elecciones o los del PRI le hacen tablas el triunfo. Ya sabe usted: urnas embarazadas y esas cosas. Entonces mejor seguí con mi quehacer.
El reportero se acercó a una señora que iba pasando:
– No, no fui a votar. ¿Y sabe por qué no fui? Por consejo de mi confesor. A mí me dijo el padre de mi parroquia: “No votes, hija, mejor arrodíllate y pídele a Dios que mejor salve a este desdichados país”. Me hinqué a rezar por México. Fue mejor que votar, ¿no?
Interrogada otra «ciudadana»: «No, fíjese que ese día me fui de día de campo allá por el Desierto de los Leones. Encontré una casilla y quise votar, pero no me dejaron. Querían que fuera a votar a la casilla que me corresponde, y no, apoco me iba a regresar hasta la San Juan de Aragón, donde vivo con mis suegros».
– ¿Por qué no se regresó a la casilla correspondiente y hubiese cumplido con un deber de todo ciudadano.
– ¿Y regresar con toda la comida ya preparada?
Finalmente la respuesta de una vecina de la Martín Carrera:
– Fui, pero no me dejaron votar.
– Hicieron mal. Así que no le permitieron emitir su voto.
– No, ¿usted cree?
– ¿Por qué no la dejaron votar?
– Porque no me admitieron mi credencial.
– No entiendo, ¿en la casilla correspondiente no le admitieron su credencial de elector?
– No, bueno, es que no era precisamente la credencial de elector, pero sí era mi credencial de LICONSA, para comprar la leche a precio especial. ¿Usted cree?
La encuesta finalizó, y a propósito: ¿sabemos en qué consiste la democracia? La democracia liberal en sus vertientes social, formal, participativa, ¿la conocemos? Lo dicho, mis valedores: ya nos tomaron la medida. (Es México.)
Ese era el 13 que yo conocí
El que conocí fue el verdadero Canal 13, donde yo laboré, y aquí y ahora digo, nostálgico: quién te mira y quién te vio. Lo conocí todavía estatal y aún no contaminado de sífilis: talk-shows, noticiarios, academias y Salinas de toda ralea. Por aquel tiempo le conocí foros, cabinas, bodegas; le vi de frente todas sus cámaras, y con todas sus cámaras me vio la cara en aquellos programas que inventaron a Jorge Saldaña. ¿La calidad de mi periodismo? Estoy fuera de radio y televisión. No existe una estación de radio que se interese por mis servicios. ¿Agregar algo más?
Por que adviertan ustedes la distancia que media entre un Canal 13 que fue de todos nosotros y uno que terminó siendo tan sólo de unos Salinas como sañudo instrumento de enajenación, aquí lo esencial del documento que las autoridades del Canal 13 estatal publicaron en 1979.
La televisión estatal no debe ser un instrumento para fomentar el consumo indiscriminado o para vulgarizar los patrones culturales nacionales, ni para ofrecer una visión simplista y deformada de los problemas de México y sus soluciones. Sus objetivos evitan que se caiga en una visión puramente competitiva con la televisión comercial, ya sea a través de medidas como los ratings (sic) o de las utilidades que se puedan obtener a través de la venta de tiempo de transmisiones”. En esencia, sus fines: 1) – La difusión pública, o sea la necesidad y la obligación gubernamental de dar a conocer informaciones sobre la sociedad y sobre la propia gestión del gobierno. 2) – La utilización del medio masivo que es la televisión para propósitos de difusión de cultura y recreación popular. 3) – La utilización de la TV para influir en los hábitos sociales, en las formas concretas de comportamiento, de manera tal que la TV estatal no sea un instrumento más de fomento al consumo indiscriminado o a la vulgarización de nuestros patrones culturales, o a la visión simplista y deformadora de nuestros problemas y de sus soluciones. (Bien.)
En vez de esto la televisión estatal puede actuar como un vocero explícito de la sociedad entera, que se expresa a través de su más legítimo representante: el Gobierno de la República, que utiliza este medio para convertirse en guía que trata de inducir el paso de lo trivial a lo profundo y de estimular el análisis activo, la participación popular consciente, en vez de condicionar y aprovechar mercantilmente la respuesta pasiva. Esto no como un mecanismo de simple propaganda gubernamental, que no funcionaría por la previsible reacción de desinterés del público televidente.
Difundir cultura popular sin caer en el extremo de una programación que sólo interesara a reducidos grupos intelectuales, ni en el de producir lo que venda en forma más fácil, aunque ello implique una programación vulgar e insulsa, o una manipulación de los sentimientos de los espectadores.
Y que su costo no debe computarse como una pérdida para el canal y un subsidio en que el Estado incurre para compensar esa pérdida. “Se trata del costo que el estado legítimamente cubre para atender parte de sus funciones. Como la programación prevista permite que buena parte de ella se comercialice dentro de las políticas que el Consejo de Administración dicte al respecto, el Canal 13 no dependerá sólo de recursos fiscales, sino que podrá hacer una efectiva contribución a su auto-mantenimiento. Mis valedores:
Ese era, ese fue el Canal 13 que yo conocí, todavía del Estado. Ya después entraría la mafia de Salinas, y entonces… (Agh.)
TV Azteca
– ¡No debemos permitir que las ambiciones políticas de unos cuantos echen al basurero de la historia la lucha de millones de mexicanos por conquistar la libertad de expresión! (R. Salinas Pliego, propietario de TV Azteca.)
Diez y nueve años de radiación, de contaminación, de ataque a todo lo que se ubica en terrenos de lo espiritual: valores, principios, cultura, sentimientos, todo. Diez y nueve años en los que las vivas aguas del caudal humano de las masas sociales vienen recibiendo, metafóricamente, desechos de fosas sépticas, albañales y ríos de aguas negras de TV Azteca. Diez y nueve años en que los vientos han venido diseminado las miasmas del fecalismo a cielo abierto, como a cielo abierto se amontonan los tiraderos de basura que inficionan los aires de la ciudad. Diez y nueve años cumplirá a mediados de este año esa fuente de contaminación espiritual. Mis valedores: es México.
Millones de millones ha acumulado su propietario; y es que TV Azteca, lo afirmaba Florence Toussaint, catedrática, “es el mejor negocio que ha hecho Salinas Pliego. Lo que pagó, fue después de que le hicieron una rebaja; cantidad que, por cierto, aún no liquida. TV Azteca tiene un tipo de información de nota roja, básicamente, y en un estilo de tratamiento superficial y chismoso”.
Gabriela Aguilar, periodista: “Hombre peculiar, apoyador del PRI, no cree en la democracia y piensa que ésta no existe en México. Añora haber vivido en tiempos de la conquista, no como indio; como conquistador. Cuando juega en Las Vegas, lo hace sin perder más de un límite de diez mil dólares”.
Lorenzo Meyer, catedrático: «La TV es un medio de información y formación de opinión pública demasiado importante para ser dejado en manos de gente como Salinas. La opinión pública mexicana es hoy una opinión desinformada, tal y como la requiere el sistema en que vivimos”.
Salinas Pliego: «PRI, PRD y PAN pretenden imponer su visión a los millones de mexicanos en los contenidos de los programas de televisión».
Por cuanto al tal: su discurso es deplorable. Meyer: «Como persona privada, Salinas Pliego tiene derecho a sus opiniones, por disparatadas y absurdas que sean. El está en su derecho de considerar que la mujer no puede ser la igual del hombre, sino un complemento, o que la TV es básicamente un instrumento con el que la gente se distrae y se relaja. Pero cuando alguien recibe y asume la responsabilidad de explotar una concesión que le hace la sociedad para bien servir al interés colectivo, entonces lo que hace y dice en público deja de ser un asunto meramente de opinión para convertirse en algo más serio: materia de interés público y de debate”.
Sartori: «Los noticiarios de la TV ofrecen al espectador la sensación de que lo que ve es verdad, que los hechos vistos por él suceden tal y como él los ve, pero no es así. La televisión puede mentir y falsear la verdad, exactamente igual que cualquier otro instrumento de comunicación. La diferencia es que la fuerza de la veracidad inherente a la imagen hace la mentira más eficaz y, por lo tanto, más peligrosa».
Salinas Pliego: «¡Las empresas de televisión mexicana exigimos que el presidente del país garantice el pleno ejercicio de la libertad de expresión!»
Libertad de expresión. «Laura Bozzo regresa con su talk show. Feliz, anuncia el nuevo formato: «Hay nuevas secciones como el hecho de que yo voy con cámara hasta el hotel o el lugar donde se encuentren los infieles y los cacho, y esto hace más interesante al programa”.
TV Azteca, Salinas Pliego. (México.)