¿Brujo mayor, bruja blanca?

El ignorante vive en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos y temores y de vanas esperanzas. Es crédulo como el salvaje y el niño.

Y esas supersticiones, pústulas purulentosas, revientan en todo tiempo y lugar, pero es en estos días de fin de año cuando sueltan toda su virulencia Es hoy cuando el vividor, el embelecador y toda suerte de charlatanes, se dan a medrar con la ignorancia la credulidad y la irracionalidad de esos pobres de espíritu que, en un intento de reforzar su desfalleciente sentido de la vida y una vez que les ha fallado la fe en su Dios, en los políticos y sobre todo en sí mismos, depositan toda la carga de su irracional esperanza en el licor, en la droga o en Saturno y Plutón. Y vengan sobre los lomos del crédulo el ensalmo y la limpia, el sortilegio y el talismán, y a echarle dinero bueno al malo, y a cebar los ahorros de los picaros de la engañifa y la estafa.

Desde la fe,  semanario católico: “La astrología, creencia antigua planteada en nuestros días como ciencia, es pura charlatanería Si fuera científica, si fuera cierta, si fuera ciencia arrojaría predicciones con cierto grado de precisión, como las ciencias naturales, para un mismo signo en un mismo día vemos que no es así”.

Simón Bolívar: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción. Los ignorantes adoptan como realidades lo que son puras ilusiones”. Y La Biblia: “No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los consultéis ensuciándocon ellos (…) No serás practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos, ni quien pregunte a pitón ni mágico, ni quien pregunte a los muertos. Es abominación a Jehová cualquiera que hace estas cosas».

Desde la Fe: “El pretender conocer el futuro mediante el horóscopo lo único que se consigue es poner la vida en manos de simples suposiciones”. Y esta verdad, para que la mediten esos “religiosos” practicantes de una fe meramente milagrera: “Ni siquiera Dios quebranta la libertad, mucho menos lo pueden hacer un planeta o una estrella».

Una que en la radio comercial se enjaretó el alias de  “bruja blanca”:  La Luna entró en su signo a las 22 horas y eso ha exaltado tu tenacidad en el terreno profesional. (Bueno…)

¿Una ciencia astrología? El científico: “Según ella el sol, la luna, las estrellas y los planetas, pueden influir en lo que sucede en la tierra, pero las propiedades zodiacales de las diversas constelaciones son pura imaginación. Los astrólogos primitivos no sabían nada de Urano, Neptuno o Plutón, que fueron descubiertos cuando se inventó el telescopio. Entonces, ¿cómo se trató de sus influencias en las tablas astrológicas trazadas siglos antes? Además. ¿por qué debería ser buena o mala influencia de planetas, cuando la ciencia sabe ahora que los planetas son acumulaciones de rocas o gases inanimados en viaje por el espacio?  ¿Por qué debería ser buena o mala la influencia de planetas, cuando la ciencia sabe ahora que todos son básicamente acumulaciones de rocas o de gases inanimados en viaje por el espacio?”

La astrología y el científico: El tiempo del viaje del Sol entre la constelaciones como hoy lo ve un observador en la Tierra está atrasado por más de un mes de lo que era hace dos mil años, cuando se trazaron las tablas astrológicas. La astrología no tiene, no puede tener base racional ni científica.

La ciencia. ¿Con semejante ignorancia qué tiene que ver la ciencia? (¿Qué?)

Los muladares de la superstición

El ignorante vive en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos y temores y de vanas esperanzas. Es crédulo es como el salvaje y el niño.

Y esas supersticiones, pústulas purulentosas, revientan en todo tiempo y lugar, pero es en estos días de principios de año cuando sueltan toda su virulencia Es ahora cuando el vividor, el embelecador y toda suerte de charlatanes se dan a medrar con la ignorancia, la credulidad y la irracionalidad de esos pobres de espíritu que en el  intento de reforzar su desfalleciente sentido de la vida y una vez que les ha fallado la fe en su Dios, en los políticos y sobre todo en sí mismos, depositan toda la carga de su irracional esperanza en el licor, la droga, Saturno y Plutón. Y vengan sobre los lomos del crédulo el ensalmo y la limpia, el sortilegio y el talismán, y a echarle dinero bueno al malo, y a cebar los ahorros de los picaros de la engañifa y la estafa.

El hombre no necesita, para avanzar, las muletas de ninguna superstición. Las supersticiones nos hacen retroceder en razón inversa a nuestra capacidad de vivir. En razón directa a nuestra propia mediocridad. Todo progreso moral es el triunfo de una verdad sobre una superstición.

Las fuerzas morales emancipan al humano de ese yugo nefasto. El varón de ideales concilia sus sentimientos con su razón a tenor del aforismo clásico: no hay religión más elevada que la verdad.  Y que todo progreso moral presupone el triunfo de la verdad sobre la superstición. Y la síntesis de eso horroroso que ocurre en los muladares del pensamiento mágico: la ignorancia, el dogma, el prejuicio, la debilidad. Año nuevo, vieja superstición. Lástima.

Es así, por “arte de magia”, como en un terreno abonado por la ignorancia retoña una vez más y florece y echa vaina la industria del fraude que perpetran brujas y brujos, zahoríes y augures, hechiceros y ensalmadores, el falso adivino y los embusteros del arcano, los arúspices de la irracionalidad y toda la cáfila de charlatanes de la falsa esperanza. El arranque del año es la edad de oro de pícaros buscavidas peritos del fraude y de la engañifa, cuyas víctimas se encuentran entre los cándidos, los ignorantes y los analfabetos funcionales, y aún más doloroso: entre los débiles, los angustiados y los desprotegidos, tan pobres de espíritu como de bienes terrenales. Y rápido, a comprar  zarandajas “mágicas…”

Hoy les propongo, mis valedores, que hablemos de brujos, santones y merolicos; de pícaros, de videntes, de vividores que medran con la neurosis de los angustiados. Hablemos esta vez del pensamiento mágico, ese universo de embuste,  fantasmagoría y esperanza irracional en que se refugian los pobres de espíritu cuyo carácter encanijado se deja vencer por una realidad objetiva que los rebasa en el áspero oficio del diario vivir una vida dificultosa.  Hablemos de los embelecos del pensamiento mágico que florecen en estos días iniciales del año, cuando en algunos aflora lo que guardamos de crédulos e inseguros, que nos  fuerza a refugiarnos en lo pretendidamente sobrenatural. El pasado oprime a los débiles y los ata a dogmas que otros forjaron; los muertos se imponen a mortecinos en razón inversa a nuestra capacidad de vivir. El pensamiento mágico.

No, y los fementidos horóscopos. De Acuario afirma en la radio una tal “bruja blanca”, negociante de basura “mágica”:

Católicos y charlatanes

Las supersticiones perpetúan el odio y la injusticia. Son residuos fósiles de creencias ya extinguidas; del remoto pasado, inmenso sepulcro, se levantan sus fantasmas para cruzar el paso a los que investigan la verdad. Son males que en el porvenir no tendrán remedio si es irreparable la mentira que esclaviza a los hombres y la ignorancia que los domestica.  (J. Ingenieros.)

La industria de la superstición, mis valedores, esa plaga recurrente,  grotesca superchería que vive su época de oro a principios de cada año, tiempos en que florece y echa su fruto mostrenco. ¿Los logreros? Los de cada día y  cada año: brujas blancas, brujos “mayores” y el engaño de los «mensajes estrelleros».. ¿Sus víctimas? Los pobres de siempre, sobre todo de espíritu, que se niegan a crecer, a madurar y, criaturas irremediables, andan en busca de la teta materna. Son esos crédulos que,  impotentes para enfrentar por sí mismos los coletazos del áspero oficio del diario vivir, buscan la protección de la “limpia”, el tarot y demás zarandajas (amuleto, talismán) de las que medran los charlatanes.

Pero lo que más admira es que  las víctimas voluntarias de las «brujas blancas» se asuman católicos. Cómo admitir que quienes tengan como guía las enseñanzas bíblicas puedan creer en semejantes supercherías. ¿No, acaso, se los prohíbe la Biblia, y el Papa y los cardenales? ¿Qué clase de catolicismo es el ésos que así recurren a aberraciones tales como el ensalmo y los amuletos de brujos, videntes y demás charlatanes? La religiosidad del católico: ¿creer en su Dios, confiar en él o en Venus cuando anda en la cuarta casa de Júpiter y demás embustes? ¿Qué dice, al respecto, la Biblia? Leo, en el Levítico (si el católico quisiera entender):

“No os volváis a los encantadores y adivinos: no los consultéis ensuciándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios”.  en Crónicas, el caso del crédulo, ignorante rey de los descendientes de Abrahám:

“De 12 años era Manasés cuando comenzó a reinar, y 55 años reinó en Jerusalén. Mas hizo lo malo en ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las gentes que había echado Jehová delante de los hijos de Israel. Porque Manasés (…) adoró a todo el ejército de los cielos, y a él sirvió (…) Y miraba en los tiempos, miraba en agueros, era dado a adivinaciones, y consultaba pithones,  Consultaba y encantadores, y subió de punto en hacer lo malo en ojos de Jehová para irritarle”. (Si el católico entendiera los conceptos vertidos en el semanario Desde la fe, vocero oficial del Episcopado Mexicano:

«El acudir a prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurarle su salud, además de ser gravemente contrarias a la virtud de la fe, son un fraude».

Un fraude, delito en el que caen esos charlatanes que como las «brujas blancas» desde la radio, la televisión y los medios impresos inducen al de carácter endeble y temple de jericalla a creer en los astros, someterse a “limpias” y, por salir del bache económico hundirse más al echarle dinero bueno al malo. En el Código penal: «Fraudes». En su artículo 386: “Comete el delito de fraude el que engañando a uno o aprovechándose del error en que éste se halla se hace ilícitamente de alguna cosa o alcanza un lucro indebido”.

Y que ese delito se castigará  con penas que van de la multa en metálico a los días, meses o años de prisión. (Sigo mañana.)

¡Vive!

(Aquí, memorioso, mi saludo anual.)

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre.- A ella le dijeron: tendrá suerte – Alguien me habló todos los días de mi vida – al oído, despacio, lentamente – Me dijo: ¡vive, vive, vive! – Era la muerte. (Sabines.)

Las obligadas reflexiones que en el espíritu sensible provoca el fin de año, mis valedores. Reflexiones filosóficas como esta otra, paralela a la anterior:

Un día tu alma caerá de tu cuerpo, y serás empujado tras el velo que flota entre el universo y lo cognoscible. No sabes de dónde vienes. No sabes a dónde vas. Mientras tanto… ¡sé dichoso!

El Rubaiyat, de Omar Khayyam, poeta “de la brevedad de la vida, el absurdo del mundo y la fugacidad del placer, consuelo único del hombre”. La suya es  poesía  (Persia, mediados del siglo XII) parida por una civilización de refinamiento, decadencia y acentos nuevos, deslumbrantes, desesperados. Esta de Khayyam es una sucesión de conceptos filosóficos armados en el molde del poema que aluden al tiempo en cuanto demoledor de la vida y los goces de los sentidos. Agridulce, directo y desnudo de galas se nos entrega el verso, que para el fatalista del desencanto y la sensualidad machihembrados no existe más placer que el de los sentidos, ni más vida que la del instante; que la naturaleza sigue su curso muy por encima de nuestros pequeñajos dramas personales y de la angustia vital ante el tiempo que pasa. Que es vano empeño la rebeldía ante el dolor y la muerte, y no nos resta más que exprimir el jugo de la uva (eso dice) y existir dentro de la almendra del instante, y no más; que a manera de las mejores voces del Siglo de Oro  español, la existencia del hombre  no es más que sueño, polvo, sombra, olvido. Nada, pues.

“Cuando hayamos muerto no habrá ya rosas ni cipreses, ni labios rojos ni vino perfumado ni auroras ni crepúsculos. Mira, escucha. Una rosa tiembla por la brisa y el ruiseñor le canta un himno apasionado; una nube se detiene. Olvidemos que la brisa deshojará la nube que nos brinda su sombra”.

Soñemos, alma, soñemos, dice Segismundo,  y Torres Bodet: ¿Para qué contar las horas? – No volverá lo que se fue, – y si lo que ha de ser ignoras, – ¡Para qué contar las horas! – ¡Para qué!

Atienda alguno (uno, aunque sea) la escena antigua y actual que ahora les ofrezco, frutilla madura de la literatura oriental. Ya después todos ustedes a seguir con su trajín:

“Señor, no sirvas todavía el vino, que acabo de reflexionar. He aquí que ha llegado el momento en que los comensales están menos alegres, en que la risa duda; el instante en que las danzarinas vacilan, en que las peonías se deshojan. He aquí el único instante en que el corazón habla con sinceridad.

Señor: tú posees palacios, guerreros, vino perfumado. Yo no tengo más que mi laúd, que canta amargas canciones a la hora en que las peonías dejan caer sus pétalos. En esta vida, señor, sólo tenemos una certidumbre: la muerte. Estas bocas que nos besan estarán un día llenas de tierra. Este laúd que vibra bajo mis dedos servirá para refugio de las gallinas. El tigre saltó a los valles donde en otros tiempos erraba el pez Mrang. El coral tapiza los torrentes donde florecían antaño las violetas. Escucha allá lejos, en la montaña blanca de luna; escucha a los monos que lloran en cuclillas, sobre tumbas abandonadas…

Ahora, señor, ya puedes llenar nuestras copas…»

Mis valedores:  a vivir. Qué más. Qué mejor. Vivir, que es más tarde de lo que suponemos. Y el aletazo del tiempo, y este resfrío y este estremecimiento. (Vivir.)

La sirena de la mar

Los leales quieren que  Calderón y Zavala estén cerca en el debate sobre la reforma a los documentos básicos del PAN y que acudan a la Asamblea Nac. Extraordinaria en marzo del 2013. Que Margarita busque la Presidencia del PAN a finales del 2013 y que encabece los esfuerzos que deberán tener resultados concretos en las elecciones federales del 2015 y el 2018. (A. Aguirre M., 19-XII-12.)

Pero no, se esfumó el peligro. El hechizo quedó atrás. La sirena que intentaba enredarme con sus cantos se alejó de mi nave. Yo, con la tripulación, a salvo. Ella, la cautivadora, como a Odiseo la sirena del mito, intentó enredarme con el embrujo de sus tonadas. Yo, a la manera del héroe, me hice atar al palo mayor y así  pude sortear el peligro de caer en el hechizo de su reclamo musical. Ella me tendía sus redes y de  carnada aprontábame una imagen no hermosa,  pero sí  hermoseada al tanto por ciento por sus voceros oficiosos desde la industria del periodismo. La hechicera me guiñaba un ojo. Cerrando los ojos la dejé pasar. En el aire del país quedó, basurilla en el viento, la frase de Calderón (¿Lo recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlo?)

Margarita tiene los méritos  para  aspirar a la grande en el 2018.

¿El síndrome de la Sahagún? (Me estremecí.) Margarita. Miro su foto en el diario reciente, pero una foto que tiene el tufo de la prehistoria. La observo hasta bizquear. En ella advierto la imagen de una matrona más bien madura, rostro como desbastado a hachazos. La recuerdo tanteando el terreno para ganarse el afecto de las masas sociales, algo que no pudo lograr. ¿Se arriesgaría a ser en el 2018 una Vázquez Mota de pacotilla?

Pero no. Margarita no le iba a seguir el juego a  Calderón.  Seria y ponderada la advertí en el pasado sexenio como para abstenerse de aspirar seriamente a sacar de Los Pinos a un PRI que su marido dejó entrar por su endeble personalidad de mediocre y «apenitas» en todo, menos en el demencial derramamiento de sangre y muerte en todo el país. ¿Margarita se tanteaba con la suficiente autocrítica como para no ir a caer en los alardes baratos, carísimos para mí y los demás, de nueva rica, en que se hundió la Sahagún? ¿Seguiría siendo la ecuánime y ponderada de siempre ya con la presidencial cruzada a los pechos? ¿No perdería cordura y decoro, y que en ella aflorase como en la Sahagún una codicia desbozalada y una rampante vulgaridad? ¿Qué tal si ya en pleno deslumbramiento y como compensación de nunca haber sido buscase tener? Sus derroches los pagaría yo mismo, con  la multitud de aturdidos que hubiésemos caído en su hechizo. ¿Qué nueva catástrofe pudiese o pueda ocurrir si le brotan, salpullido de la mediocridad, esos instintos pedestres de la arribista, y a lo compulsivo regresa al rejuego politiquero y  le da por figurar, por atragantarse de protagonismo? De ponderada y prudente proyectó durante seis años su imagen ante las masas, pero no olvidarlo:  para que aflore lo peor de una personalidad mediocre hay que dotarla de poder.

En fin. El peligro de Margarita parece haberse desvanecido. Que por más manipulaciones que el marido  intenta a estas horas nunca retorne al bataclán politiquero  por supuesto, lo que es por mi voto ella nunca va a uncirse a la lucha por el poder en el 2018, por más presencia e imagen que a su hora le hayan elaborado los serviles que medran del negocio de relujar y maquillar «primeras damas» y por más que a estas alturas semblantee la situación el beato del Verbo Encarnado.  Cuidado, pues. (Vale.)

Es México

(Por que no se nos muera la memoria histórica.)

Fue el 23 de diciembre del 97 cuando Acteal amaneció grifo de cadáveres. A la vista del almácigo de víctimas de paramilitares priístas se alzó la palabra viva del profeta Samuel Ruiz, que en su Carta Pastoral de Navidad clamó, y muy pocos lo escucharon (no la justicia ni el alto clero católico):

“Por si acaso hubiéramos olvidado que la verdadera Navidad se da en un contexto trágico de opresión y dominio, de inseguridad y puertas cerradas, de persecución y exilio, y aun de verdadero genocidio, los acontecimientos de estos días en Chelalhó nos lo vienen a recordar. La dicha más grande que el mundo ha conocido, el nacimiento de nuestra carne del Verbo de Dios, irrumpe en medio de la más densa niebla. La Navidad de este año es para el pueblo cristiano de nuestra Diócesis, de nuestro estado y del país entero, una Navidad luctuosa. No sólo es ignominioso el número comprobado, hasta el día de hoy, de muertos (45) y de heridos (25), muchos de ellos menores de edad, sino sobre todo el clima de violencia creciente e impune denunciado a las autoridades que lo podían haber frenado con anterioridad a este indignante desenlace.

Son tantas las circunstancias agravantes que hacen de este doloroso acontecimiento un verdadero crimen contra la humanidad: el hecho de que el ataque fuera perpetrado por hombres adultos, armados, contra un grupo mayoritariamente de mujeres y niños desarmados; que ese grupo victimado (“Las Abejas”) sea uno que ha hecho profesión pública y desde hace tiempo de su opción por los medios civiles, pacíficos y no violentos para la consecución de sus demandas, aun cuando viven y trabajan en el corazón de una zona donde la violencia se ha enseñoreado hasta el punto de ser obligados a abandonar sus casas y poblaciones, pues en Acteal se encontraban ya en calidad de desplazados; el hecho de que el ataque se haya verificado en el momento en que estaban reunidos en la ermita del poblado, orando por la paz; y seguramente orando por quienes les perseguían. Conocemos que tal es la calidad cristiana de esos hermanos y hermanas.

¡Qué horrible paradoja que el mismo día en que pudieron ser abiertas algunas ermitas que habían estado cerradas y ocupadas por grupos armados de civiles y de policías, en una ermita de Los Altos hayan sido masacrados todos estos cristianos! En el espacio de lo sagrado irrumpe la violencia. ¡Y para este pueblo tan hondamente religioso! Toda la tradición judeo-cristiana de que los templos son Santuarios para los perseguidos, aquí ha sido pisoteada. A muy temprana hora de hoy  las autoridades del estado han ordenado recoger todos los cadáveres, quizás con argumentos jurídicos o sanitarios. Ello es un agravio más a los sobrevivientes de la masacre. Ellos han venido hasta nosotros, suplicantes:

– ¡Queremos enterrar a nuestros muertos. No dejen que se los lleven!

Quien conoce el alma indígena sabe hasta qué punto es existencialmente indispensable hacer el duelo, llorar a los muertos. ¿Será que hasta ese consuelo les van a quitar? Sólo la fe y con ayuda de la revelación podemos comprender que así es la Navidad verdadera.  Esta, y no la de la sociedad de consumo es la que permite entender el misterio de la Encarnación. Aquí, en Chiapas, algo nuevo está naciendo, y no concluirá el parto sin estas dosis estrujantes de dolor…

Cuánto trabajo nos cuesta, en este momento, decir: ¡Feliz Navidad! A nuestra sensibilidad humana nos parece que el Niño nace muerto”.

(El resto, Dios, es silencio.)

Aleluya

(Para todos ustedes, a modo de rito anual, el presente retablillo navideño.)

– Por fin has vuelto, José. Toma mis manos…

Sobre la paja, María la doncella se cimbra a los espasmos de las entrañas, tiritando al viento decembrino que se cuela por entre las piedras mal asentadas. Belén.

– Cuánto tardaste, José…

– Perdonarás la tardanza, mujer. Los pies se me fatigaron  buscando en el tianguis objetos exóticos:  el arbolillo de Navidad,  musgo y escarcha, luces y esferas. Los ojos se me iban tras de confites y canelones, y cacahuates y colación, y un par de regalitos, el tuyo y el del que está por llegar. Pero María, si hubieses visto los precios. ¿Pues a qué ciudad de rapaces hemos venido a parar? ¿En manos de qué mercachifles vino a caer el misterio santo de la Navidad? ¡Precios en dólares, moneda nacional de este desdichado país!

– Siéntate aquí. Pon mi cabeza en tu pecho, tú que aguardas con júbilo la llegada de Jesús.

– ¿Por quién, si no por ustedes dos, intenté entibiar este pesebre? Por ti, María; por él, para que no se hiciera una idea demasiado lóbrega de esta que vendrá a ser su tierra hasta el día del Carmelo.

– El frío para las carnes desnudas del que está por llegar.

– Y ni cómo proporcionarle una chispa de calor. No en esta ciudad.

– Pon aquí tu mano. ¿Sientes la llegada del Niño? ¡Está por llegar! Creo que voy a gritar un poco. Quedo…

– Animo, aprieta mi mano, resuella hondo, llámalo por su nombre.

Jesús, Unigénito…

– Y ni para un pobre nacimiento pudieron alcanzar los dineros. ¿Pues qué fue de Galilea, que así se ha dejado absorber por el Imperio Romano? ¿Qué ralea de desnaturalizados es esta, que así han vendido o dejado que les enajenen su tierra? Dios…

– ¡Jesús, Jesusillo, ven con los tuyos! Allá en las alturas,  suspensa en ese raigón de cielo, la estrella del Oriente aguarda por ti, y por ti tronos y potestades afinan arpas y cítaras. Ven, y en tu busca llegarán los cristianos a la gloria de Dios.

– No, María, de los “cristianos” ya nada esperes. Entre ellos el espíritu de la Navidad se ha trocado en el espíritu del vino. Con los vapores vinosos qué puede interesarles un simple recién nacido entre paja y pasturas de un pesebre de Belén.

– ¡Ya llega, José! ¡Ya el Ungido se acerca!

– Mira a lo lejos el reguero de luces: Belén. Música, luz, alegría (embotellada). Una piquera estallante de alcoholizados.   ¿Valdrá Galilea  una gota de tu sangre, Jesús?

– Está por llegar. Ya llega. Siento que toda mi carne se transfigura…

– Ya los cielos afinan celestas y virginales y flautas dulces. Arcángeles y serafines se aprestan a entonar la gloria del que se desasosiega en tu vientre; del León de Judá, que viene a instaurar en las Galileas de este mundo la Palabra Nuevay el amor de todos por y para todos. ¡Hosanna en las alturas!

– Ah, los desgarramientos…

– Animo, María, respira hondo, llámalo por su nombre, ayúdalo a bien nacer como a bien morir habrás de ayudarlo.

Jesús, hijo, pequeñín. ¡Hijo del Hombre! ¡Jesús..!

¡Cristo ha nacido! ¡Aleluya! ¡Dios con nosotros! Y el milagro: ¿los oyes? Por los caminos resuenan los guaraches de pastores y rabadanes, y vagamundos y trashumantes. ¡Vienen a la adoración!

– Por qué tan pronto esas lágrimas, Niño…

Indios salvajes

Por que no se nos muera la memoria histórica: fue un 22 de diciembre de 1997 cuando paramilitares priístas masacraron a 9 varones, 15 niños y 21 mujeres, cuatro de ellas embarazadas. Los noticiarios hablaban de muertos a pedradas y machetazos, cosa de indios salvajes. «Falso, afirmó el periodista Hermann Bellinghausen. El trabajo de exterminio fue eficiente, y a su manera, limpio”.

A modo de antecedente aquí la exigencia de un Luis Enrique Grajeda, por aquel entonces director del Centro Patronal de Nuevo León:

En Chiapas deben ser desarmados los grupos paramilitares y zapatistas sin importar que mueran miles de personas, pues su presencia ha dañado seriamente el prestigio internacional de México y propiciado que se vaya un mundo de dinero de inversión extranjera a otros países. Si se van a morir miles de gentes, que se mueran. De adoptarse esa decisión no habrá ningún riesgo para la población civil. Que salgan de Chiapas los que así lo deseen, para que cuando se entre con todo el ejército en Chiapas se actúe contra quien se tenga que actuar. Si se van a morir ahí miles de gentes, pues que se mueran, pero están afectándonos muy seriamente en las relaciones internacionales, en nuestro prestigio internacional, en la cuestión de inversión extranjera. ¡Se está yendo un mundo de inversión extranjera a Venezuela y Brasil!

Ya perpetrada la carnicería, la organización Las Abejas denunció que el presidente priísta de Chenalhó “se ha dedicado a organizar a los grupos paramilitares y obligan a las comunidades a cooperar económicamente para liberar a los presos y apoyar la cancelación de las órdenes de aprehensión liberadas contra los autores de la masacre. Así provoca más conflictos y división entre las comunidades, y luego nos culpa de lo que él mismo está provocando”.

Para que la memoria de Acteal no se nos diluya, aquí algunos párrafos del reportaje que Hermann Bellinghausen publicó dos días después de la tragedia:

“En los lugares donde ha estado la muerte, se siente su fuerte presencia. Aquí acaba de suceder la mayor masacre de mujeres y niños en la historia moderna de México. En esta hondonada rota, surcada de huipiles ensangrentados y toda la destrucción de una horda, apenas antier se asentaba un campamento de 350 refugiados. Sus casas, antes de ser destruidas, quedaban en Quextic, barrio de Chimix. Hasta hace un mes. Los hoy muertos y heridos se encontraban aquí, a orillas de Acteal, rezando. Estaban rezando. Así, de rodillas, los cogieron por la espalda desde los cerros circundantes los disparos de armas de alto poder. Y así se fueron muriendo hasta sumar 45.

Una mujer aprieta entre las dos manos el blanco rebozo ensangrentado de su hija Susana, muerta. Un hombre relata sollozante. Se murieron en la balacera todos sus hijos, y con su nieto. Seis de familia perdió, dice el traductor. Rosa Gómez estaba embarazada cuando cayó moribunda en la explanada del campamento. Sus asesinos llegaron hasta ella para rematarla Y uno de ellos, “con un cuchillo -relata un testigo y hace un ademán de puñalada que inmediatamente reprime con un temblor-, le sacó su niño y lo tiró allí nomás”.

Entre las víctimas mortales, los padres de Zenaida,  de apenas 4 años. Ella recibió un disparo en la cabeza que la dejó ciega.

Lloro cuando recuerdo a mis padres”, al reportero.

– ¿Qué le pedirías a la sociedad?

Que me apoyen para poder recuperar mi vista.

¿Qué te gustaría estudiar?

Quiero aprender de todo. Lástima que no veo.

Mis valedores: es México. (Este país.)

La masacre de Acteal

Y ocurrió, mis valedores, que en agosto del 2009 fueron ya liberados veinte de los paramilitares que purgaban condena como presuntos asesinos de nueve hombres, quince niños y veintiín mujeres, cuatro de ellas embarazadas, en la comunidad chiapaneca Las Abejas, de Acteal, municipio de Chenalhó. Los paramilitares quedan libres, declara la SCJN, no porque sean inocentes, sino porque los expedientes adolecían de irregularidades diversas. En los tales expedientes salen a relucir los nombres de un presidente de México (Ernesto Zedillo), un Abogado de la Nación, Jorge Madrazo, un gobernador de Chiapas, Julio César Ruiz Ferro, y autoridades de la procuraduría estatal. Porque la memoria histórica no se nos muera con las víctimas de Acteal, aquí el testimonio de los protagonistas y víctimas de la masacre, con esa sintaxis que le confiere autenticidad:

“Cada noche el dolor terrible, implacable, de la muerte, le provoca pesadillas a Rosa. En medio de la oscuridad despierta llorando la pequeña niña tzotzil. Sus gritos rasgan el nocturno silencio que se cubre con un lamento callado que se deja oír como imitando el sonido que produce el agua de un río.

A sus dos años, Rosa es perseguida por el insomnio desde el día que sobrevivió a la matanza en Acteal. El recuerdo de aquellas horas en que estuvo entre los muertos le hizo perder el sueño, de la misma forma súbita en que su familia fue arrancada de su lado por las balas asesinas.

La madrugada del día veintidos llegó hasta el campamento José Méndez y nos contó que los paramilitares planeaban atacarnos como a las ocho de la mañana. Eran las 2 de la tarde cuando nos dio aviso.

Esa noche el mencionado José Méndez había estado presente en una reunión de los paramilitares en La Esperanza. Había sido detenido por ellos horas antes en Chimix por violar la disposición de los priístas armados que impide a los campesinos de Chenalhó vender el café que cosechan en la zona. José fue trasladado a su pueblo y ahí fue obligado a participar en una reunión de los paramilitares de Chimix, Acteal Quextic y Pechiquil,”.

Vicente Luna Ruiz, sobreviviente de la masacre. “Protegido por el cauce del manantial que se abre entre los cafetales, primero pensé que yo era el único que se había escondido cerca de los agresores, pero no, la mayoría de la gente se refugió en el arroyito bien cerca de la ermita, hasta ahí fueron a dispararles. Todos pensamos que no nos iban a matar, por eso nos fuimos a quedar nada más ahí en la barranquita. Yo quedé como a ocho metros de donde murió la mayoría.

Los agresores se acercaron hasta cuatro metros para disparar. Algunos con los pelos cortados como militares, unos vestidos de azul, otros de negro con un pañuelo rojo en la cabeza y otros venían de civil.

Lo que más se escuchaba, además de los tiros, eran los gritos de los niños y mujeres. Hicieron mucha bulla. Se escuchaban disparos muy fuertes y otros no tan fuertes y los niños lloraban y lanzaban alaridos. Lloraban desconsolados mientras los mataban en el arroyito. Todos estaban en el arroyo amontonados. Donde estaban los muertos murió mi hermana con su bebé, cayó la mamá muerta por las balas, aplastó a su hija al caer”.

Ocho años más tarde, el testimonio de una de las víctimas que logró sobrevivir. Acteal Alto:

Zenaida es una niña triste, condenada a la orfandad y a las sombras por las armas de los paramilitares. Hace ocho años era una niña normal, pero el veintidós de diciembre de 1997 su vida dio un giro brutal». (De ello hablaré mañana.)

Desobediencia civil

A ver si el jefe del Ejecutivo logra mantener en alto el buen porcentaje de bateo que ha lucido desde el inicio de su administración. (Reforma, 17-XII-12.)

Así es, mis valedores. Hoy mismo, a unos días de que se terciara la banda presidencial, entre Peña y los «medios» todo es miel y azucarillos. Lo que se temía, lo que se esperaba, se ha consumado en el gobierno del país. Las mayorías se impusieron, y las minorías no han tenido más recurso que resignarse. Achaques de la democracia, y qué hacer.

Ahora que si nos avocamos a sumar y restar, ¿fue acaso la mayoría la que regresó al Tricolor a Los Pinos? Los millones de votos del triunfador no alcanzan la cifra de los que recogieron Vázquez Mota y López Obrador. Por cuanto al voto de las minorías pensantes, ¿en qué proporción se ubicó frente al voto duro, cautivo, corporativo, que llevó a Peña al poder, como fue el de los obreros, campesinos y organizaciones populares encuadrados en la CTM, la CNOP y la CNC? Porque  así es la democracia a la mexicana: al priísta lo encaramó al Palacio Nacional el  voto de los mexicanos menos favorecidos por la economía y la educación, como también el sufragio inducido desde los púlpitos, los grandes dineros y la industria del periodismo.  Ese voto duro, cautivo, corporativo, constituye la base y la estructura de todo sistema fascista como los que hicieron erupción en la Europa de entre-guerras de los años 1918 a 1939. Democracia.

Hoy esa es la realidad: Peña es el presidente del país. De mi persona, inclusive, y qué hacer.  Hoy, ese PRI del autoritarismo y la delirante corrupción  retorna al gobierno. Hoy todos los medios impresos y electrónicos se empalagan en loas a «nuestra democracia» y al triunfador. Los millones que votaron por el candidato en tantas formas vinculado a ese Arturo Montiel sospechoso de riqueza ilícita,  ¿sabrán lo que hicieron en nombre de una «democracia» que tal vez no conocen más que de oídas? Lástima.

Peña encuevado en Los Pinos.  ¿Que resta a unas minorías que sumado su número resultan ser mayorías? Muy atrás y en olor de cadaverina ha quedado la propuesta de alguno de los candidatos perdidosos, que como respuesta que anulase el dictamen del TRIFE, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, proponía la desobediencia civil. Pues sí, pero no, que ya lo advierte la teoría política: ninguna estrategia como la del boicot, la movilización de masas o la desobediencia civil rebasarán el nivel de lo espontáneo efímero si no tienen como cimiento la fuerza de una verdadera organización como es la de los comités celulares de autogestión. Pero en fin…

¿En qué consiste la estrategia de la desobediencia civil? Antecedente ubicado en el terreno del mito (y tan actual)  lo muestra Sófocles en la figura trágica de la hija incestuosa de Yocasta y Edipo: Antígona.

Habiendo creado el rey Creón una ley que  penaba con la vida (ser enterrado vivo) la inhumación de Polinice, adversario muerto en la guerra de Tebas, la hermana del guerrero manifestó su propósito de desobedecer una ley promulgada con destino a un enemigo político. En uno de los parlamentos de la obra teatral Creón la increpa: «¿Por qué desobedeces mi ley?» «Porque es  injusta. Sobre tu ley están las de los dioses, que me ordenan sepultar a mi hermano». «Si desobedece mi ley serás enterrada viva». «Hazlo. Tú cumples con tu deber y yo con el mío».

«¿Te atreves a desobedecer las leyes del TRIFE? ¿No temes ser enterrado vivo?»

En el de alta seguridad. (Seguiré con el tema.)

López Obrador

Y qué endemoniado santo o demonio seráfico protege al afortunado López Obrador. Porque,  mis valedores, como «derrotado» en las elecciones del 2006 su fama pública como titular del Ejecutivo permanece limpia e incólume,  pero de haberse terciado la banda tricolor… (me permito internarme en el inexistente terreno del «hubiese»), ¿el tabasqueño hubiese tenido que penetrar al palacio legislativo por un acceso excusado y salir por el mismo sitio excusado para de ahí entrar a la historia por el fondo a la derecha?

Ya terciada la banda presidencial que una mafia de picaros le agenció con argucias de mala ley, ¿comenzar a tragar sapos, y  crudos, y en ayunas, y sin hacerles gestos, porque había llegado el momento de pagar facturas a los facinerosos que lo encaramaron en el Poder? Sí, los Azcárragas y Gordillos, Obamas y mega-ricos, sotanas y púlpitos y Vaticanos…

¿Cargaría de por vida el baldón de espurio, impostor e impuesto a la fuerza por los verdaderos factores de poder? ¿Sería repudiado por medio país y tan sólo despreciado por la otra mitad? ¿El terror a enfrentar las aclamaciones populares lo hubiese llevado a convertir en bunker la residencia oficial, de la sala principal a los servicios excusados?

¿De su bunker no hubiese salido sin el arropo y la protección de  escuadrones de guardias presidenciales movilizados con vallas, tanquetas y rifles de alto poder? Si su carácter de presidente lo obligase a viajar por el territorio del país, ¿cuántos elementos del Estado Mayor Presidencial y congéneres se le echarían por delante (y por detrás, por los flancos, por arriba)  para contener la iracundia de unas masas exasperadas porque “López, el mediocre dipsómano”, le robó la presidencia al “legítimo” y como presidente nos resultó un émulo del “Nopalito” Ortiz Rubio?

¿De tal calibre el odio y el aborrecimiento que provocase en los mexicanos, que en su visita a cada ciudad tuviesen que desplazar divisiones, escuadrones y pelotones de sardos, marinos  y policías que acordonaran decenas de colonias en derredor del sitio convertido en bunker donde el tabasqueño fuera a permanecer el tanto de cinco minutos porque los reclamos, silbatina y huevazos  de los asistentes lo forzaran a abandonar la reunión por la puerta del sitio excusado?

¿Qué medidas hubiese tomado al intentar la empresa imposible de «legitimarse»? ¿Un gasto aberrante de millones y millones de dólares, nuestra moneda nacional, en millones y millones de anuncios publicitarios que día y noche  aturdieran a las masas sociales? ¿Escogería decretar una guerra particular que convirtiese el territorio patrio en un descomunal camposanto donde identificar y dar sepultura a los cadáveres que corrieran con suerte, y a la abrumadora mayoría de ellos abandonarlos a su suerte y a sus posibilidades? ¿O la compulsión por despojarse del sambenito de espurio hubiese llevado al de Tabasco a aplicar ambas medidas, guerra y «spots» de manera simultánea?  ¿Quién, quiénes pagarían la factura de los millones de balas y «spots»?

Para regir un país el estadista se rodea de colaboradores de primera. Para que no le hagan sombra, el funcionario de segunda se apoya en individuos de tercera. ¿Qué gabinete hubiese elegido López Obrador?

Crisis, pandemias, muertes de colaboradores, ¿sería la mala fortuna seña de identidad del tabasqueño? ¿A modo de compensación por su complejo de mediocridad utilizaría todos los «medios» para alabarse y presumir logros de gobierno que sólo en su mente existieran? (Esto sigue después.)

Por qué llora el niño

Esta vez la canción de cuna, mis valedores, esa azucarada tonadilla, suma y síntesis de amor, ternura y besos, que  la madre modula a media voz en tanto se filtra, por la ventana entreabierta, la luna llena. Allá, en los bajíos de la comba tenebra, desflórase de repente aquel silencioso desparramadero de estrellas errantes. La madre, pupilas de luz, formula un deseo por la dicha del molotito de carne que se acaba de dormir. La fabulilla:

Erase que se era, allá en tiempos y regiones de los sueños color de rosa y en el lacerado corazón del basural,  un reino feliz, con un caserío al que cariñosamente nombraban ciudad perdida. Y ocurrió que una noche, en su Disneylandia de láminas y cartón, dormitaba un querubín: vientre  rebosante de esos bichitos que se crían en tales reinos de encantamiento: amibas, lombrices, salmonela, estafilococos. Poéticos nombres…

He ahí al querube, que lloriquea y se remueve en esa adorable muestra de la artesanía popular: un huacal aguacatero forrado con páginas “sociales”.  En eso, que entra al castillo el rey, y que al llanto del heredero se descarga del negocio que lo trajo de esquina a esquina durante el día: una caja de chicles y tarugaditas de plástico made in Hong-Kong, para luego acercarse a la cuna de tules y gasas de color azul (cachos de periódico):  “¡Cuñá, cuñá!”

– ¿Por qué llora, mi hijo?  ¿Los cólicos, las chinches, la chinche hambre?

– ¡Cuñá, cuñá, cuñá!, el serafín redobla sus lloros.

– Duérmase, mi niño, que voy a contarle un cuento de cuna. De huacal.

Y ahí, en la noche del mundo feliz, la voz abrojuda tartajea el cuento infantil.

“Escucho a todos los jóvenes y a todos les aseguro una cosa: Vamos a seguir construyendo este país en democracia». ¿No te alegras, mi hijo? Y otra más: “Somos una nueva generación, no hay regreso al pasado. Mi gobierno tendrá puesta su visión en el futuro, en el México de grandeza y esperanza que todos queremos y anhelamos”. Hijo, ¿no aplaudes?

Y el prodigio del cuento de hadas: el bibelot de viva carne comienza a acallar sus lloros, a amainar el hipo, a entrecerrar los párpados. El cuentecillo infantil: “Yo quiero un nuevo país, un país exitoso que reconozca el potencial y talento de cada mexicano».

Lástima, que a la alcoba entra la reina del castillo,  en sus manos la ropa recién lavada, ropa ajena. “Pero viejo, qué le estás contando a mi niño. Arrúllalo  con un cuento dulce, no con ese, macabrón».

– Haiga sido como haiga sido Juancito Popolo se durmió, ¿no?

– Pero, viejo, que un cuento de ese tamaño me lo  puedes traumar. Si a mí, que soy una adulta, con solo oírlo declamar me soltó el estómago…

– Se durmió, ¿no?

Sh…lástima; a la voz destemplada del rey la criatura entreabrió los párpados y el chillido, el alarido del querube: “¡cuñá, cuñá!”, con todo el desconsuelo que produce el  testerazo contra la realidad: el hambre, los bichos, el cólico. “¿Ves, mujer, por tus escrúpulos de conciencia?”

– Pero viejo, comprende que ese cuento es para arrullar  domesticados, no a una criatura como mi bebecito…

– Se había dormido, ¿no? Así que va el cuento otra vez.

– Atúrdelo, pues. Atarántalo como a cualquier mexicano, y que  Dios nos  perdone.

«Las expresiones de la sociedad han tomado nuevo impulso en la voz de los jóvenes. Comparto sus anhelos, comprendo sus reclamos».

Es noche cerrada en el reino mágico que nombran ciudad perdida, noche lacerada a los alaridos del querubín, y qué hacer. ¡Peña, Mancera, más cuentos, que el angelito no cesa de llorar!

(¡Cuñá..!)

Nuevo gerente general

«¡Somos una nueva generación, no hay regreso al pasado. Mi gobierno tendrá puesta su visión en el futuro, en el México de grandeza y esperanza que todos queremos y anhelamos!»

Un discurso reciclado que parece la pura verdad y un periodismo que aclama esas frases altisonantes que rebrillan en un discurso cuajado de oropeles y buenas intenciones. Hoy asistimos al nacimiento del país. Es el ritual. Es la ceremonia. Es la vigencia del rito. Es México. Con la llegada del Nuevo Sol se genera el prodigo, una vez más. El mundo meshica sobrevive a la frustración del sexenio con la llegada del Nuevo Sol. El cambio de gobierno se ha consumado, una vez más, como viene ocurriendo desde 1828, cuando Guadalupe Victoria entregó el gobierno a Vicente Guerrero, primer impostor en la historia de México, (Los votos señalaban a Manuel Gómez Pedraza como el triunfador.) En las masas sociales, expectativas de mejoría. Esa resbaladiza esperanza…

Los Pinos amanece con nuevo inquilino. El delirante gobierno del beato aprendiz de brujo propició la vuelta del viejo PRI-Gobierno de la autocracia, el autoritarismo y una alucinante corrupción. Doce penosísimos años de ese neo-panismo que reprodujo todos los vicios del Tricolor le han regresado el poder y un cementerio de cadáveres. Mis valedores:

Hoy se fumiga el país. Se purga de los últimos restos del nefasto sexenio de Calderón.  Con el cortoplacismo se prende, enhiesta, la consabida esperanza del nuevo sexenio.  Como no había ocurrido en los seis años de un calderonismo en que los voceros oficiosos del sistema acusaban el síndrome de la abstinencia, hoy, al igual que en los viejos tiempos de un PRI-Gobierno que retorna con impulsos de garañón, los «medios» inician el torneo del halago,  la alabanza y el copal que se quema ante el nuevo santón. Como en las mejores épocas del Tricolor, que fueron las peores para las masas sociales, horrible contrasentido.

«Mi gobierno se reflejará en una estrecha relación con las organizaciones de la sociedad civil, con los medios de comunicación».

Expectación, esperanza, cautela y un minucioso espulgar de conceptos y ocultos significados en un viejo discurso que aparenta juventud. Ya vendrá el tiempo (6 años, a más tardar) en que los vocingleros tendrán que recular, hacer leña del árbol etc., y enderezar sus halagos al nuevo santón de la liturgia sexenal. Hoy, por lo pronto, el incienso, el copal, el voleo de campanas. Ah, México

“¡Sólo unidos prosperamos. Es la hora del cambio para convertir a México en el país que está llamado a ser!”

(Este se me coló. No es de Peña, sino de Calderón, aunque después de todo cuál diferencia.)

Y en el discurso oficial arrójese la turbamulta de ejes, pactos y decisiones, pero a propósito: ¿alguno de los optimistas que se engancharon en el trepidante discurso oficial se habrá puesto a pensar en que el margen de acción del nuevo gobierno va a estar severamente acotado por cuestión de los tantos tratados, acuerdos y convenciones firmados con organismos internacionales? Pensar en las consabidas cartitas de intención remitidas a ese Monetario Internacional que establece las directrices de la política económica y financiera que el Ejecutivo habrá de aplicar en el gobierno del país. ¿No es por tal dependencia del agio internacional que el de Los Pinos ha quedado reducido a la categoría de gerente general de una matriz ubicada en Washington?

Yo también quiero un nuevo país, un país exitoso que reconozca el potencial y talento de cada mexicano».

(Bueno…)

¡Línchenlos!

San Martín Texmelucan, Pue. Sept., 2012. Un hombre falleció y otro resultó herido por las agresiones que  sufrieron por parte de la población al ser señalados como presuntos responsables de violación contra un menor de edad.

Y algunos a esto le llaman justicia; a acciones que son sólo reacciones de odio y rencor individual y colectivo. Porque quienes así satisfacen su exasperación vengativa  exhiben tan solo su total ignorancia entre los vocablos venganza y  justicia, ese valor máximo de toda comunidad. Porque la justicia constituye el elemento vital para la vida de una comunidad, dentro de la cual  coexiste en el orden con justeza, equilibrio y armonía. La sangre de una comunidad, su savia y su oxígeno: eso  es, mis valedores,  la justicia.

Pues sí, pero para desdicha de pueblos y de individuos gobernados por regímenes injustos es la injusticia su segunda naturaleza, que los acompaña hasta que dejan de ser. Es en la injusticia donde afloran los peores instintos de la comunidad, que entonces mal sobrevive en el miedo y el rencor, carente de un aliciente, de un proyecto de vida, de un mañana que le otorgue confianza y seguridad. Es entonces cuando esa comunidad es capaz de descender escalones en la escala de lo humano y caer en el linchamiento, patología de la venganza que los que viven ajenos al fruto dulcísimo de la justicia nombran, a lo aberrante, «hacerse justicia por propia mano». No saben lo que hacen. La justicia.

Tan altivo concepto evidencia la suprema aspiración del humano, que en su universo  de cotidiana  injusticia la añora, la invoca y aun la llega a imaginar en comunidades ideales donde sus moradores se alimentan con ese fruto dulcísimo. Así las utopías de Platón y Tomás Moro, de San Agustín, Campanela y Fourier, o esas antípodas que son las «distopías» de los infiernos terrenales  imaginadas Orwell, Huxley y tantos más, donde el santo y seña de la comunidad es la injusticia, la opresión y la represión de un Sistema de poder autoritario. (Entre nosotros regresa, a propósito, el PRI-Gobierno.)

Es la justicia «el principio filosófico, el conjunto de reglas y disposiciones escritas aplicadas por jueces para que se mantenga el orden social». Muy sencilla la definición del filósofo y muy a la mano,  porque el discurso oficial la convoca a diario y la invoca ante las masas sociales,  y esto en mayor medida y con un énfasis creciente cuanto más injustos son sus acciones.

“Ese vocablo es de los más difíciles de definir. Filósofos, juristas, escritores, entre otros, han tratado de dar su concepto pero, ninguno se ha considerado como universal. Es por ello que se mantiene en pie la pregunta: ¿Qué es la justicia?» El jurista:

No hubo pregunta alguna que haya sido planteada con más pasión, no hubo otra por la que se haya derramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimas como por ésta; no hubo pregunta alguna acerca de la cual hayan meditado con mayor profundidad los espíritus más ilustres, desde Platón a Kant. No obstante, ahora como entonces la interrogante  carece de respuesta.

¿Qué ocurre, qué puede ocurrir y qué ocurrirá en una sociedad como la nuestra, que padece por parte del Sistema las más injustas y desbozaladas formas de corrupción lucrativa e impone? Esa justicia tan difícil de definir (y de aplicar, sobre todo), ¿qué significa hoy mismo para las masas sociales? ¿Por qué allá linchamientos y acá acciones de protesta como las del movimiento «Yo Soy 132″?  Mis valedores: esto es México. (Nuestro país.)