Destino de pueblos débiles

Así que ya hay sucesor en Los Pinos. El PRI-Gobierno regresa, quién lo dijera. El Tricolor, ¿un partido de Estado, como en los tiempos antiguos? ¿Dictadura perfecta, una vez más? ¿De quién es el mérito? ¿Culpa de quién o de quienes? Porque de lo ocurrido debe haber responsables. Las masas sociales, por supuesto. Todos nosotros,  a querer o no.

En fin, que el país tiene ya  sucesor, un Peña incoloro, desdibujado, del que por ahora  poco hay qué comentar. Tarea va a ser de los medios de condicionamiento de masas forjarle carisma y una estatura de estadista que va a durarle seis años, y yo digo a los abatidos por los resultados de la votación:

Otro debió ser el elegido, a juicio de tantos, pero ánimo, no lacerarse en demasía, consolarse con la reflexión: ¿el desteñido sucesor podrá y  querrá sobrepasar el tope de los más de 60 mil cadáveres del Verbo Encarnado?

Y ya puestos en plan de especulación: ¿vuelve la dinastía tricolor? ¿Tapado, dedazo, delfín? Pienso, al respecto, en los comentarios entre burlescos y escandalizados que la sucesión presidencial provocaba en los observadores extranjeros. En el hispanófobo  Samuel P. Huntington, pongamos por caso:

 “Los presidentes mexicanos son seleccionados a través de un complejo y misterioso proceso dentro del partido oficial, al que se le denomina auscultación. Aquí entran recomendaciones, consultas, discusiones y el consenso general del actual presidente, quien desempeña el papel principal”

La revista Look:  “Este arrogante cambio de un gobierno nacional tiene lugar dentro de uno de los instrumentos políticos más deformes e intangibles, pero disciplinado y efectivo que haya ideado hombre alguno: el PRI.

La revista francesa América Latina: “La diversidad de las corrientes políticas que se sienten en el seno del PRI no impide una absoluta solidaridad en el momento de decisiones capitales. La nominación de un candidato es hecha en forma ardua, proceso que provoca muchas veces profundas tensiones internas. Pero cuando la decisión se ha tomado, la unidad se acentúa en torno del hombre que deberá ser el candidato del PRI a la presidencia de la república».

Y otra más. ¿Peña el borroso logró reunir los requisitos básicos de un aspirante presidencial? «El candidato debe contar con la aceptación del presidente en turno.

Deberá encontrarse en perfecto estado de salud y no ser violentamente feo. A pesar de que se le considere muy hombre no deberá ser muy macho. Será un hombre de familia, con una esposa que se interese en los asuntos públicos y políticos del país, pero sin interferir de forma decisiva en ellos. No ha de ser  extranjera. Norteamericana, mucho menos.

La religión del presidenciable podrá variar del catolicismo romano a la del libre pensador; pero en forma alguna ser un fanático.

Deberá ser conocido nacionalmente, y tener el consenso de los principales grupos políticos y sociales del país. No podrá identificarse profundamente con alguna de las alas extremistas del PRI, la derecha o  la izquierda.

Al joven mexicano que diga: quiere ser presidente algún día, se le juzga no como un patriota, sino como un idiota. Si abriga esa ambición debe disimular sus pensamientos, ingresar a la burocracia del PRI, trabajar con obediencia y confiar en la suerte».

Mis valedores: ¿han vuelto esos tiempos que imaginábamos en el desván de la historia? ¿Eso, y no más, merecemos? ¿A un Peña incoloro, quintacolumnista de la televisión en Los Pinos?  Destino de pueblos débiles, que se niegan a pensar. (Trágico.)