¡Voto a tal…!

A la advocación del alucinante Alucinado de la Triste figura y los molinos de viento me acojo, vale decir: caballo tordo, duro metal la armadura, lanza en astillero, venablo, lanzón y la espada, La espada, naturalmente, esa que, como la Excalibur del adulterino amador de la reina Ginebra es el arma de combate de todos los héroes de los tiempos idos, adalides que, brazo esforzado, la blanden contra sus propios molinos de viento. La espada.

Siglos y siglos más tarde, la del Magno de Macedonia, la Tizona del De Vivar y demás legendarios aceros de hazañosos que cabalgaban, todavía hoy, en olor de leyenda y en los bajíos del mito, la fantasía y la realidad, nefastos algunos de ellos, como el Rodrigo violador de la Cava, que por ello perdió el reino y que, cuando roto y desecho tras la derrota se acerca a la confesión, los monjes le dan como penitencia convivir en tumba abierta con bichos y ofidios, «Ya me comen, ya me comen por do más pecado había».

La tizona, supremo símbolo del poder, la hidalguía, la nobleza, la justicia y el honor. Una espada pronta a acorrer viudas, huérfanos y demás desvalidos; la de poderes mágicos, conquistadora de mundos en la diestra del torvo Cortés, esa con la que el padre de mestizos (a querer o no), impondría esclavitud, mestizaje, religión, todo, o casi. Esa espada que, tinta en sangre de sus víctimas, víctima caería en estertores a los tempranos fogonazos de la bombarda, el mosquete, la culebrina, y así hasta hoy.

Hasta hoy que, caída en desuso la espada de mi Dn. Quijote (casi tanto como el propio visionario del ideal, del vuelo, de la alucinación, del espíritu), ambos renacen de sus cenizas y se rehabilitan en nuestro país y con nuestra gente. El Quijote no tanto, y muy mucho su acero, redivivo en las manos de esos esforzados que se confrontan a estas horas con la ralea de los rapaces hidrópicos. Sí, los «Altermundistas». ¡Helos, helos por do vienen, adarga y espada el frente, redivivos quijotes de la triste figura! Espléndido.

A ver, a ver: ¿espléndido? ¿Con la exigencia y la mega-marchita como estrategia para lograr la utopía? (¡No a la privatización del agua! Que renuncie Pancho Salazar! ¡Que Mario Marín renuncie! ¡E-xi-gi-mos!) ¿Con la espada en la diestra, cuando su enemigo histórico maneja, como arma menor, la AK-47? De la estrategia del foro, la demanda, la «movilización» y la mega-marchita, ¿qué resultados benéficos para los intereses del paisanaje, más allá de crear conciencia del problemón, arroja la «exigencia» y la toma de calles y plazas públicas? Ayer mismo se burlaba Salinas: «Ni los veo, ni los oigo…»

Y hoy: «Desoye Bush repudio global a la invasión en Irak».

Ahí, el antídoto contra la mega-marchita como fin, cuando debe ser, un medio, no un fin en sí mismo, como al son de «¡Este puño sí se ve!», y «¡El pueblo-unido-jamáseráven-cido..!» lo quieren convertir los profesionales de la toma de calles. A estos modernos quijotes, alucinados con la Justicia, pero que intentan conseguir con la espada las exigencias y mega-marchitas, ¿qué dicen los resultados, que a fin de cuentas son los que cuentan? Hoy, ayer, hace años, décadas, ¿qué cuentas benéficas para los justos y legítimos intereses del paisanaje arrojan la exigencia y la toma de calles y plazas públicas? A los modernos quijotes, encandilados con el deleitoso fulgor de la Justicia pero que la intentan a exigencias y mega-marchitas les falta el atributo principal del revolucionario, o no lo es: la autocrítica De tenerla se detendrían a analizar un hecho fehaciente: para sus estrategias de lucha el enemigo histórico ya sintetizó el antídoto: «¡Ni los veo ni los etc.!» Aquí, allá, en Davos, en Génova, en Monterrey, Cancún, Mar de Plata, D.F. «Ni los veo ni los etc», y ahí terminó la eficacia de la «movilización». Digo aquí a los altermundistas:

– Su campaña de protestas contra la privatización del agua es muy justa. ¿Con qué estrategia quieren lograr su noble propósito?

– Con una espada mejor. Tenemos preparada una más grande que la de ayer, de un acero mejor, y de este tamaño, calcúlale.

¿Espada contra pólvora, compañeros? ¿Así defenderán sus justísimas causas para rendir buenas cuentas a un paisanaje que, renuente a la acción, delega en ustedes? El revolucionario primero piensa, desecha luego arma y estrategias ya obsoletas, y luego crea las formas de lucha para las que el enemigo aún no tenga el antídoto, que entonces habrá de cambiar. ¿Si ustedes juntaran autocrítica y enseñanzas históricas? Al exigir, ¿con qué poder real exigen, más allá del poder de enloquecer el tránsito y hacerse aborrecer de los automovilistas? ¿Leyes, dicen, Justicia, soberanía popular? ¿Podrá lograrlas una muchedumbre de átomos en movimiento espontáneo? Al enemigo no se le exige Se le vence, sin más. A menos que crean que La Casa Blanca, Los Pinos, los grandes capitales y la TV son aliados nuestros. ¿La espada? (Paisas…)

El sí indestructible

Todo lo que México no haga por si mismo para ser libre, no debe esperar ni conviene que espere que otros Gobiernos u otras naciones hagan por él. Auxilios negativos son los únicos que puede damos Estados Unidos, como el que nos fusile por la espalda..

México, 21 de marzo de 1806- 21 de marzo de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Que la memoria histórica no se nos muera, porque quien extravía su pasado pierde el futuro. No olvidar que fue un día como hoy, pero de hace 200 años, cuando nació en la población de Guelatao el oaxaqueño que iba a ser testigo y actor principalísimo de una de las épocas más conflictivas, de la más decisiva, tal vez, en la historia de nuestro México.

El Benemérito. Veintiuno de marzo de 1806-18 de julio de 1872. En estas dos fechas cabe toda su vida. Y no más. Sesenta y seis años, y no más, fueron los de don Benito Juárez, pero 66 años que marcaron señas, rumbos, derroteros en la historia de este país, una historia de claroscuros: lo mismo de lucha contra «soberanos» de pacotilla que de una extrema crueldad para con los soldados vencidos, y así unas luminosas Leyes de Reforma como también un Tratado McLane-Ocampo que, en apariencia, cedía parte del país a los Estados Unidos, cesión que, para fortuna nuestra, aquel gobierno supo desdeñar. Es la historia Y hablando de historia:

Fue en abril de 1997. Legisladores del PRI, PRD y PT en la Cámara de Diputados condenaron y rechazaron las declaraciones del dirigente panista en el Edo. de México, Noé Aguilar Tinajero, en las que asegura que Benito Juárez traicionó a México. Las tres fracciones advirtieron que no permitirán expresiones que pretendan dañar la imagen y el legado histórico del Benemérito de las Américas. Lo afirmó el diputado oaxaqueño José Antonio Hernández Fraguas: «Es criticable la postura del panista que pretende desprestigiar a Benito Juárez como pretexto para cambiar la nomenclatura de diversas calles en el Estado de México».

Y el diputado priísta José Carmen Soto Correa «Noé Aguilar Tinajero es acólito del partido del campanario».

La historia México, 1997. Salvador Abascal Carranza, asambleísta del PAN, quien se autodefine como humanista y de centro, hace una severa crítica a Da Benito Juárez: «El engañó a los indígenas expropiándoles sus tierras, pero no sólo eso: yo considero que la personalidad del Benemérito de las Américas ha sido sobre-valorada por el sistema político mexicano. Sugiero la necesidad de redimensionamiento de su verdadero papel histórico…»

Ahí fue la protesta de los príistas, los mismos que años atrás así se expresaron del defensor de la República «¡Compañeros! ¡Aquí don Alfonso Martínez Domínguez es el Benito Juárez de los burócratas! ¡Don Alfonso, como el Benemérito, surgió de la humildad! ¡Don Alfonso es nuestro Benito Juárez, el benemérito de los burócratas..!»

Lo escribía Santiago E Fuentes: Los libros de historia se han convertido en los mejores aliados de los políticos mexicanos a la hora de explicar o justificar sus acciones. Santiago Oñate, Secretario de Trabajo y orador en la ceremonia juarista aprovechó ayer el 189 aniversario del nacimiento del benemérito para, en un forzado paralelismo, comparar a Juárez con el presidente Zedillo. «Bien sabía Da Benito Juárez de los riesgos de la suspensión de pagos. Fidelidad a lo pactado en el exterior (…) El sacrificio del pueblo mexicano, necesario para salir de la crisis. No es permisible postergar el desarrollo en la justicia de millones, a cambio de transitorios alivios. Lo sabía el Presidente Juárez. Lo sabe el Presidente Zedillo…»
Dn. Benito Juárez frente al gobierno (neo)panista «Cd. Camargo, Chih. «Una grave tensión política se suscitó el 12 de julio (de hace unos años), cuando la alcaldía panista realizó la demolición de una estatua de Dn. Benito Juárez para poner en su lugar la del fallecido panista Carlos Chavira..»

Aguascalientes, Ags., marzo de 1997. El alcalde panista de esta ciudad, Alfredo Reyes Velázquez, decidió entrar en la posteridad e impuso su nombre a una calle que antes se llamó Benito Juárez. La vía pública que rendía tributo a Juárez tiene ahora una placa con el nombre del alcalde». Informa el regidor Miguel Juárez. «No se conformó con nada más registrar su nombre para la posteridad, sino que también puso el de los panistas Manuel Gómez Morín, Miguel Ángel Mérida y Efraín González, a calles de la misma colonia, San Francisco…»

No se me oculta, ni trataré de disimular, que la situación actual es complicada, difícil y tal vez peligrosa…

Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Es México (Este país.)

¡Qué joven fui una vez..!

Así se duele, en Hiroshima, mi amor, la protagonista de la antañona película. ¡Qué joven fui una vez! Y es que el tanto de muchas horas ha estado rememorado el tamaño de su existencia, dulzor y dolorimientos, y concluye con la certidumbre de que la vida se le ha escurrido entre las manos. Al oír su expresión preñada de tristuras recordé a Job: «El hombre nacido de mujer, corto de días y harto de sinsabores: que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece (…) Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza». Qué joven fui una vez…

Estoy mirando estas fotos extendidas sobre mi mesa de trabaja En la primera me veo en plena juventud, una de mis primeras juventudes. Me observo grifa de pelos la testa, frescas facciones y fresca la piel del rostro. Unos ojos reventando fulgores, hoy apenas rescoldo la brasa de las pupilas. Me miro, me observo y pienso en la crueldad de mi padre Cronos: qué manera de tragarse a su hijo. Y qué hacer, sino poner mis niñas, las de mis ojos, en la segunda de las fotos. ¿Saben de quién es la tal? Macabrón….

La foto, foto reciente, es de un reciente Carlos Salinas, ya decrépito. Y no es que el tal haya envejecido, ni que él sea el culpable de semejante rostro de rasgos esperpénticos. No. Si en la foto se advierte ridiculamente orejón, narigón hasta límites de lo grotesco, un calvario la testa y una crucifixión los rastros de un rostro como desbastado a hachazos por un ciego histérico, no es suya la culpa, sino de los fotógrafos. Por qué no han renovado su equipo fotográfico, me pregunto. ¿Cómo es que de 1988 a 1994 los del oficio sacaban tan espléndido material gráfico, que al hermano de los transas Adriana, Sergio, Raúl y Enrique el difunto, le captaban un rostro a la pura medida del bronce y el mármol, con unos rasgos enérgicos, visionarios, mezcla de Alejandro el Grande y Napoleón el Pequeño? ¿Por qué apenas ayer estatua y hoy estantigua? ¿Qué aconteció a los del periodismo gráfico? ¿Les tiembla la mano, que así de esperpéntico fotografían a Salinas? ¿O era entre el 88 y el 94 cuando les temblaba? Y para qué hablar de las caricaturas. Cómo ha cambiado el trazo de los caricaturistas, que así dibujan al «compatriota» de la «mothemización» (fui el primero que acuñó el terminajo, Trino) como un engendro de Cuasimodo y Frankenstein, pero sin perder su catadura de ahijado del Diablo, que es decir de Córdoba Montoya Cruz, cruz…

La tercera foto: tan dueña y señora que parecía en un principio, tan esforzada en sus intentos desesperados por deshacerse de su pasado veterinario y parecer y aparecer elegante dentro de esos trapos de marca y de firma, trapos carísimos que a todos los mexicanos salen costándonos un huevo de la cara Miro su foto de hace apenas tres, cuatro años, cuando la polémica dama corría una carrera parejera con López Obrador rumbo a la presidencia del país y se dejaba querer de unas masas debidamente manipuladas por el duopolio de la televisión. Ah, rostro visionario, revoltura de Juana de Arco, Teresa de Ávila, Evita Perón y la madre Teresa Hoy, cuando jura que «es anticonstitucional la comisión para investigar a mis hijos», todos los años se le han subido al rostro y se le resuelven en arrugas que un desesperado maquillaje mantiene y contiene en precario equilibrio, y en ojeras, boqueras, rasgos crispados y una mirada que parece columbrar el penal de La Palma. Porque, mis valedores, Marta Sahagún bien conoce que no sólo sus hijos están a estas horas en entredicho, y la investigación no se reduce a los hijos de la., señora Foto elocuente la del matutino…

Ahí mismo, Dios: ahí lo que queda de lo que fue un presidente de México: Vicente Fox, Hamlet de pacotilla que murmura entre dientes: «No hallo este mundo tan atractivo». Lo veo al caminar, desgarbada estampa de humano en derrumbe: hombros caídos, paso cansino de donde ha huido todo rastro de prestancia, vigor, fortaleza Veo un rostro de rasgos adormecidos al arrullo de las pastillas tranquilizantes, rostro que es espejo donde se miran la dolencia de espinazo, el cansancio del diario vivir una vida arrastrada y las pasioncillas mediocres: la envidia el rencor impotente, la angustia, el miedo, el susto, la desesperación, el pánico. Quién te mira y quién te vio, y así pasan las glorias de este mundo, glorias efímeras, espejismos creados por los medios de condicionamiento de masas. Y en el matutino: «Piden abrir ficha clínica del Ejecutivo». Su salud física y mental, en entredicho, válgame…

Acá, por contras, observo este cascabelito cascabelero, síntesis de Salinas y Fox en sus años de «gloria». Firme, seguro, categórico, «indestructible». ¿Me dará Dios licencia de mirarlo ya cuando él, AMLO, se convierta en un pobre remedo de Fox, que arrastre su carga de frustración y de desprestigio? «No, no aceptaría la reelección». ¿Se derrumbará? ¿No? ¿Lo veré? ¿No? (A ver.)

Del arrabal

(Pienso, al redactarlo, en un setentón don José Espinosa, que, viudo y agobiado por la tristeza y la soledad, acaba de quitarse la vida.)

Canto aquí la trova del parque público, mis valedores. Con tonada de organillo entono el elogio de ese cuadro de verdes cenicientos que, ayuno de agua, abono y los más mínimos cuidados, a lo heroico florece en la viva entraña del arrabal y acoge, benemérito de la misericordia, a todos quienes hasta allí vamos a recalar por los motivos más contrapunteados: al solitario que vaga, vago el aspecto y la mirada vagorosa, lo mismo que al payo recién desgajado de su tierra ausente que se cimbra a golpes de nostalgia y al jubilado del vivir que, mentón apalancado en el bordón, mira pasar la vida mientras algo muy escondido le rebulle en amagos de nostalgia. (Esa pelota llegó rodando hasta el arbolillo, y tras de la pelota el niño, y la madre detrás, que tal es el destino de pelotas y madres: rodar delante o detrás de un niño…)

He pasado por la senda – y en un banco he visto a un viejo – dejándose acariciar -por el sol tibio y enfermo – Y me he internado en el triste – jardín.

El cuadro de verdes acoge lo mismo al que busca el vigor y el oxígeno que a ése que, atejonado detrás de un arbusto, se intoxica sañudamente al aspirar el cemento con que construye sus castillos en el aire, donde se construyen los castillos más sólidos. Más allá, esos empleadillos de salario mínimo a los que, media hora en el reloj checador, congrega la sacrosanta torta del medio día, de la media tarde. (No lejos los observa, aire de derrota, ese desempleado que va a matar el tiempo que lo mata a él.)

El parque acoge también, generosa guarida, al raterillo en fuga o al que se apresta a asaltar, o al ratero uniformado y poquitero que se agazapa tras el aroma de los billetes de baja denominación no lejos de los bien acompañados, bien hayan en ella y él que, machihembrados boca a boca, piel a piel y carne encabritada, rebrincan en acezantes, incesantes espasmos.

Pinta el crepúsculo mujeres por el cielo – ¡Y duele el corazón, como en el desengaño -inmenso y sin consuelo – de un amor otoñal jamás existido…!

Tal es el parquecillo de aquí a la vuelta, mis valedores, donde me refugié ayer tarde, ya al pardear, a rumiar abandonos, tristuras y suspirillos. Alma mía de mi ausente, y ojos que te vieron ir. Luego de amansar el ánimo me sequé los lloraderas de humedad, compuse una figura apachurrada y maltrecha, y a la espera de las sombras para tornar a mi depto. de abandonado me puse a observar el espíritu de aquel almácigo de ánimas en pena(s): «Los parques solitarios en que se pasean las desgracias – con la cabeza baja – y los sueños se sientan a descansar – mientras la sirena de la ambulancia da la hora – de entrar a la fábrica de la muerte…»

Yo, el ánimo contristado y una melancolía que se me ha aquerenciado, «lloro porque a mí me dejas – herido del corazón». Y qué hacer. Pero ánimo, arriba corazones; disimula, que esa señora (lentes oscuros el acompañante) te observa de ganchete. ¿Pero no es, acaso, la vecina, esposa de..? Sí es, que en el parque da sus primeros pasos en las artes del adulterio,
malos pasos deleitosos. Y la vecina me ha visto, y se asustó de que yo la viera, y se escurre con el de anteojos oscuros por el oscuro sendero y se esconde tras del macizo de arbustos donde ya empezó a oscurecer. Y válgame, que fue entonces. Ahí, asordinadas, esas voces que no me son del todo desconocidas. A ver, a oír…

¡Pero si es nada menos que La Macarena, trabajadora doméstica del edificio de Cádiz! ¡Y el galán es el Síquiri, que me la tiene en tres y dos e intenta tenerla en cuatro! Ya consiguió tenderla en la lona -en el pasto- y la tiene inmovilizada, que sólo faltan las tres palmadas del réfere. Cuatro manos, en estampida, ya se trepan, ya se bajan, ya se meten, ya se salen mientras el Síquiri, la lengua más rápida del oeste, ya le trova, ya le jura, le recita, le promete que ándale, para darte tres regalos, son el cielo, la luna y el mar…

¡Peligro! Ante la erguida trompeta del Josue jarocho las murallas de Jericó están a punto de venirse abajo. Y que mire, que yo soy cumplidorcito, y que usté sea buenita, que yo le pienso cumplir. Y las murallas cuarteándose. Pero no, que de súbito la muralla se da el levantón, y el bajón la trompeta:

– Y tú que dijistes, esta mensa ya cayó, y esta torta me la ceno. ¿Ah, sí? Pos fíjate que ni madres. ¿O te figuras que soy como toda la mexicanada, y que tú me llegas con la lengua por delante y me sueltas tu rollo, y órale? ¿Y ya que te echaste mi torta qué? ¿Puros tacos de lengua? ¿A lengua y saliva vas a cumplirme, estilo Fox? ¿Crees que ya me la creí, y que contigo mañana va a ser mejor que ayer? ¡Toma tu torta, güey! ¿Piensas que te las vas a echar a puras promesas como las del Peje y FeCal? ¿A Madrazos? ¡Sácate al..!
– ¡Bien, Macarena!, grité. ¡A la… verno los lenguaraces estilo Fox! (Ay, perdón…)

Y en Panamá, ¿el olvido..?

Nueva York. Las obras para construir el memorial de las víctimas del 11/9 en la zona cero (se) iniciaron ayer rodeadas de polémicas…

Y como todo lo que cada día producen las tripas del imperio gringo, la noticia acapara espacios en todos los medios de condicionamiento de masas de unas colonias siempre pendientes de su metrópoli. Y yo digo a propósito mis valedores: ¿qué memorial, qué monumento alusivo, qué atención pública merecieron de los «medios» mexicanos los miles y miles de civiles que asesinó el Pentágono cuando, en diciembre de 1989, invadió al pueblo hermano de Panamá? Esa mente colonial…

De esa invasión del imperio a la comunidad panameña hablé de ustedes ayer, y comparé su destino con el de Afganistán e Irak, masacrados con un pretexto semejante e igualmente trivial, que fue atrapar a un par de aliados del imperio: en Panamá, a Manuel Antonio Noriega, y a Osama Bin Laden en Afganistán e Irak. ¿El costo de la triple invasión? Miles y miles de cadáveres regados en la geografía de esos desdichados países. De lo ocurrido en Panamá:

El coronel retirado David Hackworth, ex-comandante de combate: «La operación fue técnicamente eficiente, pero a mi juicio cien muchachos de las Fuerzas Especiales hubieran sido suficientes para capturar a Noriega. Esta operación descomunal fue un intento del Pentágono por impresionar al Congreso justo cuando está comenzado a efectuar recortes en el ramo militar».

Diversas declaraciones públicas añaden credibilidad a tales reflexiones del militar, incluyendo El informe Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca presentado al Congreso en marzo de 1990. El recuento final de la masacre de civiles inermes deja un reguero de hasta siete mil muertos y desaparecidos y más de 600 fosas comunes. Pero el objetivo de la intervención armada de los diez mil infantes de marina contra la comunidad panameña se cumplió cabalmente al capturar a Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA, aliado de la Casa Blanca y principal traficante de estupefacientes, situación que el gobierno de la Casa Blanca conocía desde 1972. «No obstante, lo mantuvo en su nómina mientras le fue útil», señala el historiador.

Ahora tocó el turno a la población inerme de Irak, y el pretexto fue paralelo al de Panamá: capturar a un antiguo aliado de Washington al que la CIA entrenó para enfrentarlo, con sus fuerzas de Al Qaeda, contra la extinta Unión Soviética Hoy, derrumbada la tal, Osama Bin Laden, como Noriega años antes, ya no es de utilidad para los intereses de Estados Unidos. Material desechable, Washington hace que hace intentos desesperados para deshacerse de él. Lástima que el precio de la maniobra sea otro reguero de sangre derramada Sangre inocente. Es la historia de los imperios, esos depredadores…

Pero en fin, por que frente a miles de muertes no se nos muera, con ellos, la memoria histórica, a la distancia de tres años de la reiterada invasión a Irak y a 17 de la masacre perpetrada por Washington contra el pueblo de Panamá, aquí y ahora asiento retazos de la crónica respectiva El testimonio del averno denunciado por Olga Mejía, defensora de derechos humanos en Panamá:

«Ellos convirtieron este país en un laboratorio del horror. Aquí, primero experimentaron con métodos de estrangulación económica, después utilizaron con gran éxito una campaña de desinformación a nivel de internacional. Pero fue en la aplicación de la más moderna de las tecnología de guerra donde demostraron maestría infernal. Los refugiados de El Chorrillo fueron victimas de un baño de sangre durante y después de la invasión. Ellos vieron a los tanques norteamericanos pasar sobre los muertos. Fuentes de la Universidad de Panamá calculan 5 mil muertos, por lo menos. Condenaron el control de hierro del ejército de EU, que no permite el acceso a ninguna institución panameña para descubrir el número exacto de víctimas, que pudiese ascender a 7 mil…»

En carta pastoral en donde condenaban la interferencia de EU en los asuntos internos del país, obispos católicos denunciaron la invasión como «una verdadera tragedia en los anales de la historia panameña». Su protesta no fue escuchada en Washington. En los meses siguientes el genocidio se borró de la atención del gobierno de EU, que proclamaba la libertad y la democracia panameñas. Los obispos estimaron en 7 mil los muertos de la invasión. Y Vicky Peláez, defensora de derechos humanos: «El mundo continúa en la ignorancia sobre cómo murieron miles de víctimas de la invasión de EU a Panamá y del tipo de armas que usó, ya que el Fiscal General del país deniega el permitir la investigación de los cuerpos enterrados en las fosas comunes».

Panamá, Irak, Afganistán. A los miles de cadáveres que el predador imperial ha sembrado en las naciones victimas, ¿un memorial? ¿Nomás al 11/9? Los ojos de las colonias, ¿tan sólo en NY? Vergonzoso.(¿O no..?)

Panamá, Irak, Afganistán

La nota mis valedores, tiene fecha de apenas ayer:

En su mensaje, que coincidió con el tercer aniversario de la invasión estadounidense a Irak, el presidente G. W. Bush no hizo precisiones sobre la cantidad de soldados estadounidenses que permanecerán en Irak, ni durante cuánto tiempo…

Leía la noticia y me quedé pensando, y me acordé de Plutarco y de sus Vidas paralelas. Porque, mis valedores: vidas paralelas son las víctimas recientes de Washington: Panamá, Afganistán, Irak ¿El pretexto? Combatir a los «enemigos» de Estados Unidos. ¿El resultado? Miles, decenas de miles de cadáveres sembrados en Panamá, en Afganistán, en la mártir Irak. El imperio…

Apenas ayer fue un Manuel Antonio Noriega, compinche de Estados Unidos y presidente de Panamá. Hoy es Osama Bin Laden, antiguo aliado de Washington y entrenado por la CIA. En Panamá, el genocidio fue conocido con el alias de Causa Justa, ayer, en Afganistán, con el de Libertad Duradera Hoy, en Irak, el genocidio no tiene nombre. En Panamá, el Pentágono descargó toda su furia con 10 mil invasores contra la población civil de Panamá. Más tarde iba a desatar su fuerza descomunal, desproporcionada sobre la población civil de Afganistán. Ahora tocó turno de Irak.

¿El pretexto?

Hoy, como ayer, como siempre, el pretexto se embroca la máscara de esos vocablos grandilocuentes, altisonantes, con los que el histrión prepotente y gesticulador se llena la boca Justicia Democracia Libertad, Derechos Humanos. Atejonados detrás del maquillado parapeto, los verdaderos motivos de la depredación y el genocidio: los intereses estratégicos del capital-imperialismo. Sin más. Y que corra la sangre, sangre inocente. La Casa Blanca impávida Esa historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor…

Pues sí, pero la propia historia lo certifica carcomidos por su contradicción, que es la opresión del hombre, todos los imperios están destinados a la destrucción y a ser arrasados de la faz de la tierra Sí, para ceder el lugar a nuevos imperios. Mis valedores…

Ya que miento la historia va aquí una somera reseña del genocidio que Estados Unidos, en su papel de gendarme universal, perpetró contra la población civil de Panamá poco antes de la medianoche del 19 de diciembre de 1989, y esto con el pretexto de capturar (muerto o vivo, un millón de dólares por él) al Bin Laden panameño, el tal general Noriega presidente de Panamá y narcotraficante al servicio del gobierno de Estados Unidos. La crónica:

1989. Con el antedicho pretexto de capturar a Manuel Antonio Noriega ex agente de la CIA y acusado de tráfico de drogas, Estados Unidos invadió Panamá. El gobierno norteamericano tenía conocimiento desde 1972, cuando menos, de las actividades ilícitas de Noriega pero mientras le fue útil lo mantuvo en su nómina La invasión dejó un saldo de siete mil muertos y desaparecidos, así como pérdidas millonarias en la economía del país. Actores y testigos del genocidio dan su testimonio:

La Comisión de Derechos Humanos de Panamá, en colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica,con sede en Costa Rica lo expresa en su informe del 23-30 de marzo de 1990:

‘Los costes humanos de la invasión son substancialmente más elevados que las cifras oficiales de los Estados Unidos, de 202 civiles asesinados, alcanzando de 2 a 3 mil, de acuerdo con estimaciones conservadoras. Testigos presenciales señalan que helicópteros de los Estados Unidos lanzaron su fuego a edificios ocupados solamente por civiles; que un tanque de los Estados Unidos destrozó un autobús público matando a 26 personas; que residencias civiles fueron quemadas, y que esto resultó en la destrucción de muchos apartamentos y la muerte de muchas personas; que tropas norteamericanas negaron el acceso a la Cruz Roja dispararon a ambulancias y mataron a heridos, a algunos con bayonetas».

La iglesia Católica y Episcopal consideraron las estimaciones de la invasión en más de tres mil muertos, según cifras conservadoras, porque Washington impuso una rigurosa censura..

Y el título del informe: «Panamá. Más que una invasión… una masacre»; una más del Pentágono, desproporcionada y descomunal como la que años más tarde iba a perpetrar en Afganistán e Irak, y al pretexto del terrorismo («un terrorismo al por menor, contestatario, contra el terrorismo de Estado que ejerce Washington, como afirma el norteamericano Noam Chomsky) lanzar toda su fuerza contra los pueblos inermes de Afganistán e Irak, y a probar en ellos las nuevas armas de guerra Pero el tema da para más. (Mañana)

¿Cómo, cuándo, porqué…?

Esta vez los enigmas. Los misterios insondables. Tú te acuestas a meditar y la reflexión te espanta el sueño, pero el misterio, incólume. A la mente se me viene Agustín el de Hipona, que vagando a la orilla del mar se esforzaba en la empresa imposible de descifrar el misterio de todos los misterios: cómo carambas tú, Dios, si eres tres entes distintos, resultas un solo Dios verdadero. Así yo la mañana de ayer. El obispo en la playa y yo en plena pista de caminata, allá en el bosque de Tlalpan. Cuándo, cómo, por qué. Era de la madrugada cuando yo, trote corto y la rienda recogida fui entrando en calor. A mi vera muchos pans iban, venían, me encontraban, me alcanzaban, me rebasaban. Ese tullido de la silla de ruedas hasta volvió el rostro, y sonreía. Yo, a resoplidos, abrumado al misterio que me sanchochaba los esos -los sesos, quise decir, es que hablar entre resoplidos-, mal podía gozar con mi madre, me refiero a Madre Natura: el vientecillo, los eucaliptos, la escoleta de las aves desde los eucaliptos, la rata gigante que me ciscó en la curva y resultó ser ardilla Yo: por qué, cómo pudo ocurrir semejante fenómeno, y jadeaba, resoplaba, aventaba uno que otro (borbollón de toxinas en el sudor). A la pareja de jóvenes, ella y él, sí los rebasé. Y cómo no rebasarlos, si ellos dos como a cien avanzaba, cien metros por hora, y cómo avanzar más aprisa, si ellos dos, fuera del mundo, labio a labio iban al rojo vivo soldados, y saliva a aliento, lengua y quejido, brazos a piernas, manos a torsos, todo a la intención del injerto, de la machihembradura Bien hayan los amorosos. Suspiré.

Y entonces, mis valedores, me percaté del fenómeno: pista a la derecha, pista a la izquierda, los cientos, trotones y caminantes, avanzaban como ánimas, como zombies, ajenos a vientos y aromas, resinas y pájaros, y trementina Ellos ajenos a la contemplación del boscaje avanzaban así, miren, autómatas que hablan solos, como en monólogo, en soliloquio. Cientos de ellos. La meditación del enigma se me espantó al oír al de la sudadera guinda: «Y como te vuelvo a repetir, tú cotízale con un 15 por ciento de aumento, ¿sí? a ver si no se no cai el pedido, ¿ves? ahí a ver como nos lo cuenteamos (pausa). Sí, claro, porque como te vuelvo a repetir…» (Ah, el celular…)

Avancé. Una vez más maromenado en mi mente, que hagan de cuenta calzón en la lavadora, el enigma El sol, como que salía, como que reculaba. De repente que toma vuelo y ándenle, a lo confianzudo se aventó sobre medio mundo. La de las bermudas se me emparejó, celular soldado a la oreja: «No me lo vas a creer, mana, que entonces la muy bruta: ay, señito, me dice, mi hijo era un bagazo, pero ya no, bendito sea Dios. No, mana no bagazo de caña, vagazo con ve de vaca, aunque él es rete güey, y yo con las prisas, y ella con su rollo, y yo ánimas que esta aborigen se calle y me dé el desayuno, ¿y qué crees? Que estaba contenta porque el vagazo de su hijo ya encontró chamba en una farmacia Que le dijeron: Su Rafáil es fármaco-dependiente, ¿tú eres?»

Miré en derredor: los madrugadores trote, caminata, sentadillas, lagartijas, abdominales, celular. La ventruda de los mallones color mamey: «Agarras el camarón seco y lo pones a cocer. Ay, m’hija, pos en la de aluminio. Mientras, vas preparando tus especias. Cómo de qué cuáles. Ay, Lizbeth, te me voy a morir y tú no vas a saber ni pelar un chile, con razón el Rodrigo… olvídalo, se me chispó, no quise decir que tu tuviste la culpa El, que es un nalga-fácil. A los hombres se les agarra por el vientre. Ay, hija, vientre de comer, no de cosas ora sí que sicalípticas. Oye, voy a colgar porque aquí se me encuató un ruco ora sí que medio sospechosón Chao, bai».

Me alcanzaron dos con pinta de burócratas. Una resoplidos al viento, la otra resoplidos al celular: ‘La verdá, digo, el de rezagos es vaya que bien lanzado, pero discretón no que el oficial mayor, oye, tampoco, ése es un acoso sexual bien descarado. Yo me recuerdo que de recién entrada, uh, qué te cuento…» Vi venir a la de pans de estallante magenta y rostro de rasgos crispados. Contra el celular, sollamadas palabras como flamazo de tragafuegos:

– ¡Entiéndeme, Víctor, es mi hija también, legalmente te la puedo quitar! ¡No, no soy ninguna puta, qué te pasa Tú, en cambio ¿qué hacía la Chiquis en tu recámara, Víctor? ¡Los vecinos los vieron, para qué lo niegas! ¡Tú y ella, la muy pu…tancona! ¿Ese es el ejemplo que le das a nuestra hija? ¡No te atrevas, no me vayas a col..! ¡A la tuya.!»

Yo lo apreté, el paso; lo aflojé, el cuerpo, y corriendo yo por la pista y por mi pelleja el sudor. Me desvié por una vereda y me extravié en el boscaje y en aquella obsesión, y el enigma aquel me las jurguneaba, las sienes: ¿cómo vino a ser, de resultar cierta la nota del matutino, que el dueño de Telmex, Carlos Slim, obtuvo en el 2005 ganancias por 7 mil millones de dólares? ¿Cómo puede ser que sea ya el tercer hombre más rico del mundo? ¿Cómo?
(En fin.)

Histeria, neurosis, depresión…

Cuánto me gustaría que mi voz alcanzara a todos los puntos de la rosa para poder prevenir a tantos y tantos que a estas horas empacan todo su mundo en una caja de cartón y en plan de sobrevivencia se disponen a arrojarse a la aventura hasta esta ciudad capital. Hoy, sobre todo, si pudiesen calcular las difíciles condiciones en que mal vivimos apiñados en este hormiguero descomunal, que tal cargazón de humanos ha tornado inhumana, rudo contrasentido. Si hoy calculasen esta carencia de espacio vital y de seguridad pública que en los capitalinos se resuelve en ira, temor, ansiedad, angustia, neurosis, paranoia, aquí, el retrato hablado sobre los habitantes de esta ciudad traza la psiquiatra Elsa Rubinskis:

«Los habitantes de las ciudades densamente pobladas son por lo general irrespetuosos, agresivos, que se molestan por cualquier cosa. Son, en suma, neuróticos e irritables». Y que la intolerancia del capitalino es el resultado de su angustia constante ante el temor de ser asaltado o de que alguno, en alguna forma, se va a aprovechar de él. Que semejante estado de ánimo le impide vivir tranquila y cabalmente Lóbrego.

Por eso mismo, y por desalentar a mis paisanos de la provincia que, sometidos a los agobios de una sobrevivencia ya imposible piensen en esta ciudad como en su tabla de salvación y su clavo ardiendo, aquí continúo con el catálogo de achaques que el capitalino pobre, pobre capitalino, carga sobre sus lomos. Paisanos de Puebla, Durango, Oaxaca, mi Zacatecas: ya no piensen en la ciudad capital como el refugio y la solución a su miseria económica

Ah, si pudiesen mirar las miradas de la empleadita de Rezagos Varios de la burocracia nacional, que desde el microbús estira el pescuezo por la ventanilla porque el tránsito, porque el micro, porque el mundo se arrastra a vuelta de rueda, en tanto el perverso reloj checador, a contracorriente de este mundo, avanza con velocidad de vértigo, y estamos apenas a medio camino, y nos quedan 12 colonias por atravesar, y enfrente sólo se mira…

Se mira enfrente un retardo más en la entrada de la oficina, y un nuevo retardo significa el desempleo, y el desempleo significa recurrir al burladero de las cuatro esquinas, a ofrecer a tsurus y caprices estas caprices tarugaditas de plástico que nadie quiere comprar, y entonces cómo llevar el gasto de la única y los chilpayates. Si vieran ustedes, paisanos de la provincia, las tensas miradas del vendedor de las cuatro esquinas que, a cielo abierto y a pura garganta, a media calle y toreando jettas se enfrenta a las jettas malhumoradas del gordo del volks, y le apronta sus aguacates sin semilla (los del hüicolito), y el paquete de chicles, las toallas higiénicas y esas tiznaderitas de artesanía popular de Taiwán con que el 50 por ciento de mexicanos sobrevive vendiéndolas a la otra mitad de paisanos. Ojos tensos, ojos ávidos, que van desalados detrás del marchante, el cliente potencial de aquella mendicidad disfrazada de limpiador de parabrisas…

Si ustedes, paisanos, pudiesen mirar ese mirar de quienes, faltos de un empleo
fijo, miran el amanecer recargados en las rejas de catedral, la caja de herramientas al pie (fontanero, yesero, albañil, electricista, milusos, todólogo), a la espera del trabajo eventual que permita llevar el mantenimiento de la amantísima y los chamacos que aguardan, arrejolados en la casucha de la ciudad perdida allá, en las orillas, en lo sobrante de la ciudad. Paisanos:

Si pudiesen observar esos ojos, los del automovilista que intenta rebasar la luz preventiva y cuidarse de la patrulla azul, esa cueva de ladrones con torreta y sellomáticas. Si vieran al que va detrás del volante estirar el cogote tratando de descubrir, cuadras adelante, la causa del embotellamiento en que se fueron a atascar, y el huequito a la orilla del pavimento donde deshacerse del volks y, porque se tiene prisa, seguir a pie, o se frustra la cita, o se va el avión, o se derrumba el negocio que significa la sobrevivencia como clase-mediero del automovilista de marras. (O lo peor de lo peor: por culpa de la mega-marcha no avanza esta madre, y yo ya no puedo con la vejiga estallante.)

Ah, los ojos de aquellos desde hace dos horas y cuarto siguen en la fila frente a la ventanilla de Rezagos Varios, en la mano el original con las ocho copias y en la mente la sospecha, casi certidumbre, de que les van a solicitar ese comprobante, ese certificado que cómo diablos se nos ocurrió dejar en casa. Si vieran la mirada, tan peculiar, de quienes abandonan la ventanilla padeciendo en carne propia, viva carne, la tarascada del aumento en el recibo de pago, que esta vez salió inflado con tantos ceros, si vinieran a mirar esta mirada, la mía, cuando esto redacto: náusea, exasperación frente a esa corrupción galopante de los Bríbiesca, Sahagún, Mario Marín, Carmen Segura, Estrada Cajigal y compinches. Pero el tema merece más
comentarios. (Un día de estos.)

Epopeyas estériles

Y allá se acerca la «Caravana del Hambre», la de los mineros de Nueva Rosita y familiares -niños, mujeres, 5 mil en total- que, en huelga y ante la cerrazón de los patrones yankis, marchan a la ciudad capital. ¡Justicia! El contingente avanza a 25 kilómetros por día Imperturbable. Disciplinado. Silencioso. Digno. Al frente, una bandera nacional Ahí fue de los tremendos fríos de enero y los pies ampollados, partidos, hinchados. Incapaces de soportar los zapatos, los pies desnudos iban dejando rastros de sangre en la carretera Nadie dejó la columna..

Cinco de febrero, 1951. En Saltillo, el gobernador López Sánchez intentó un arreglo con la empresa transnacional, que puso condiciones inaceptables. El párroco, ante la «Caravana del hambre»: «Si éstos son comunistas, yo también lo soy». Y bendijo a los marchistas…

En Monterrey, agentes provocadores que buscan el desorden y la deserción, tratan de distribuir botellas de tequila entre los caravaneros. La comisión de vigilancia frustra sus intenciones. El gobernador Morones Prieto: «La caravana no sale de Nuevo León sin que se haya arreglado el asunto». El y los gobernadores de Coahuila y Tamaulipas hicieron gestiones ante el presidente Alemán. Todo fue inútil. «Este es un estado de derecho…»

Cd. Victoria Tamaulipas: Todos los niños de la escuela en formación y con sus autoridades al frente, salen al encuentro de los mineros. Se cuadran ante uno de los líderes de la caravana y le entregan los ahorros escolares: diecisiete pesos con cincuenta centavos. En tal momento cargado de emotividad, cuentan las crónicas, los niños se alzaron, serios y solemnes como adultos. Estos, en cambio, como niños, imaginen el resto…

Y la caravana llega a Taxquillo, Hidalgo, y los nativos salen a recibirlos. Avergonzados, unos caravaneros cuya pobreza era opulencia junto a la de los habitantes de El Mezquital, les entregan sus víveres…

Siglos más tarde -después de mil 500 kilómetros a pie-, la «Caravana del hambre» hizo su entrada en la ciudad capital. Era un sábado, 10 de marzo de 1951. Aquí comenzaba el lado ácido, amargo, para los compas mineros: enfrentarse al «estado de derecho» de Miguel Alemán.

Primera medida le solicitaron audiencia Justicia, buscaban. Alemán no los recibió. «Tengo muchos otros asuntos importantes que tratar». Acudieron a los líderes sindicales. Nada Miedo al «Señor Presidente». Los mineros de Nueva Rosita fueron sacrificados. No en un tiro de mina como antes de ellos, en la antigua Rosita, ciento y tantos mineros, casi tantos como los de Pasta de Conchos, muchos años después. No. Ellos fueron sacrificados por la mala voluntad del gobierno. El dictamen de la comisión oficial:

«El conflicto dimanó de la resolución dictada el 2 de octubre (¡el símbolo de las fechas!) de 1950 por el Grupo Especial No. 4 de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, por el que se tiene por no presentado legalmente el pliego de peticiones y por no hecho el emplazamiento de huelga en contra de las Compañías Carboníferas de Sabinas, S.A y Mexican Zinc, And Co».

Lo que les ofrecía el gobierno era sin más, la ventajista propuesta de los yankis de la ASARCO. Rechazaron el ofrecimiento. El jefe de la policía, GraL Otón León Lobato, comunicó a los mineros que a partir de ese momento les quedaba prohibido abandonar el campo «18 de marzo». Habían caminado a pie 1.500 kilómetros para demandar justicia A cambio, con Miguel Alemán perdían sus derechos civiles y se les privaba de la libertad. El campo fue cercado por la policía y llamado por los mineros «Cárcel Miguel Alemán».

La huelga se había perdido.

Para regresarlos a Nueva Rosita el gobierno les ofreció un tren, resultó ser un transporte de ganado. «En esas jaulas nadie se va», contestaroa La mañana de un 5 de abril de 1951 la caravana regresó en camiones, derrotada El tren de carga, que procedía a los mineros, descarriló. ¿El gobierno les había preparado la «Solución final»? Aquí, mis valedores, la conclusión:

Tras la tragedia colectiva, la colectiva vergüenza Cinco mil derrotados, cinco mil dramas y traumas personales. Lágrimas de amargura al saberse traicionados por sus hermanos de clase, vendidos por su gobierno, humillados en su propia tierra frente al extranjero orgulloso. Y la moraleja enseña la Historia que epopeyas del calibre de la Nueva Rosita -dolor, sacrificios y lágrimas- producen resultados positivos para causas tan justas como las de los compas mineros sólo cuando se planean y ejecutan con la estrategia adecuada. Movimientos espontáneos sin una vanguardia que los encauce con base en el conocimiento científico están condenados al fracaso: como los de Rosita y Barroterán, Nueva Rosita y Pasta de Conchos. Es la Historia Es México. (No soltaré el tema)

La caravana del hambre

Les hablé ayer, mis valedores, de las fotos a las que los diarios acaban de dar la primera plana. En ellas se advierte el tamaño del dolor, la indignación y la rabia empozada en los deudos de esos 65 mineros que tomaron de camposanto una de las minas de Germán Larrea (ese al que a estas horas y mientras «el asunto se enfría», las autoridades mantienen en un discreto segundo lugar. Es México). Pero «nada hay nuevo debajo del sol», jura el Cohelet en El Eclesiastés, y el lugar común: «la Historia, cansada de crear, se repite». Por ilustrar estos dichos ayer transcribí una noticia que hoy repito para compartir con ustedes mi asombro: ¿no es verdad que refleja lo que ocurre hoy día, cuando la agresión de la patronal y la Secretaría del Trabajo, su cómplice, ocurrió en 1950, contra los mineros de Nueva Rosita? La referencia:

Después de haber intervenido sin recato en la vida interna de la organización, de haber dividido al sindicato e impuesto con apoyo de la fuerza pública un comité espurio, la Secretaría del Trabajo, cínica, declaró: «Siendo el gobierno muy respetuoso de la ley, no podemos intervenir en el conflicto».

Esto mismo, tal cual, pero a 56 años de distancia, ¿no acaba de ocurrir entre los líderes mineros y el titular del Trabajo? Sigo aquí, por que no muera del todo la memoria histórica, con el relato de la epopeya de Nueva Rosita, que se inició con el estallido de la huelga un 16 de octubre de 1950, y lógico:

Se suspendieron las garantías individuales. Las patrullas federales, armadas con ametralladoras, recorrían día y noche las calles de la ciudad. Los grupos de más de tres personas eran disueltos a culatazos. «Este es un régimen de derecho». Impotencia y odio contra líderes traidores y autoridades atrabiliarias. La comunidad estaba con los mineros: «Si los abandonamos, nos habremos traicionado a nosotros mismos»:

Se organizaron colectas para auxiliarlos, colectas que no rebasaban el plano de lo simbólico. La comisionada para llevar lo recaudado hasta los huelguistas de Nueva Rosita fue Esperanza López Mateos, pero esto resultó «sospechoso» para la cúpula militar, aliada de la transnacional yanki. Un general Pliego Garduño mandó llamar a Esperanza, y ella:

– No sabía que la línea divisoria de mi país se hubiese corrido tanto hacia el sur, y que yo estuviera pisando suelo extranjero…

Tiempo después, en alto la enseña patria, las mujeres de los mineros se enfrentaron a las bayonetas. Una Blanca de los Santos logró penetrar en el despacho del general Pliego Garduño. La relación de los sufrimientos de los huelguistas «arrancó» lágrimas al militar, que se disculpaba: Yo sólo obedezco órdenes». «Desde entonces les perdimos el miedo a los uniformes. Comprendimos que, en el fondo, ellos son tan humanos como nosotras».

Pero en las minas la producción era insuficiente. La empresa comenzaba a resentir las pérdidas. Entonces decidió «comprar» mineros, y así surgió un negocio de mucho jugo: la empresa pagó fuertes sumas a los comisionados que lograban convencer a un minero de que debía volver al trabajo. Hubo huelguistas con poca conciencia de clase. Muchas familias expulsaron del hogar a los esquiroles y hubo disolución de numerosos matrimonios.

Pasó el tiempo. La ayuda solidaria era insuficiente Niños y mujeres se iban al rastro de la ciudad a recoger del suelo tripas y sangre de los animales sacrificados. Esa bazofia, hervida, era su único alimento mañana, tarde y noche. Y mis valedores: fue entonces. Un 20 de enero de 1951, precisamente…

En vista de que el tiempo pasaba, con el conflicto en un ser, los mineros decidieron emprender una marcha de protesta desde Nueva Rosita, Coahuila, hasta la Ciudad de México. A pie. Casi cinco mil huelguistas, sus mujeres, sus criaturas, todos. Fue aquella una marcha que, en proporción, me recuerda la Larga Marcha del pueblo chino para liberar su país de manos de yankis y sus colaboracionistas nativos. Aquí, algunos incidentes que consignan las crónicas:

Al enterarse de la «Marcha del Hambre» un Francisco Solís, del Comité de Huelga, que se encontraba en el DF, corrió al encuentro de la caravana, tratando de detenerla. Ahí se adelantó Consuelo Bonales, su compañera:

– Pancho, ¿vienes a dirigir la caravana o a regresarla? Si es esto último, aquí nos separamos. La caravana no se detiene, y yo me voy con ella.

Solís tuvo que tomar su puesto a la cabeza del contingente…

Ahí se manifestaron los medios de condicionamiento de masas: «¡Esos son un grupito de agitadores!» «Son agraristas y campesinos pagados». «Vienen cometiendo toda clase de tropelías, robando gallinas, escandalizando». «Los líderes viajan en autos lujosos, los mineros a pie». «Un grupo de pistoleros mantiene a la caravana por el terror. «La caravana ya se desintegró». Pero la caravana «desintegrada» avanzaba rumbo a la ciudad capital. Era la «Caravana del Hambre». (Sigo mañana.)

La epopeya del carbón

Estoy mirando las fotos en primera plana de todos los diarios. De casi todos los diarios. En ellas contemplo bocas crispadas, ojos rasos de lágrimas y arrobas de odio y desesperación que se empozan en esos rostros de niñas y madres, del padre, el hermano, los familiares. Advierto que el río de dolorimiento fluye, jadeante, por las callejas de San Juan de Sabinas. Leo que entre súplicas, imprecaciones y un desbordado dolo colectivo, los dolientes manifiestan su reclamo por que les sean entregados los restos humanos del padre, el marido, el hermano, el hijo sepultado, hoy todavía, en algún tiro de mina que masacro a los mineros del carbón. (Encuevados en la impunidad, los autores intelectuales, lo único que tienen de intelectual: Fox, Salazar el del Trabajo, Germán Larrea, dueño de minas, vidas y haciendas. Es México.) Algo acá, muy adentro , se me atraganta. Pienso y medito en la tragedia descomunal de Pasta de Conchos, y entonces?

Y vengo entonces a comprobar cuán cierto es aquello de que la Historia, cansada de crear, se repite, y que se repite para advertir que la letra de sus lecciones, cuando se desdeñan, con sangre entra. Aquí, por revivir una memoria histórica cuya importancia mal apreciamos, va un retazo, dolorido en verdad, de la epopeya que los mineros de carbón supieron escribir para ejemplo de masas abúlicas. Porque ellos, mis valedores, ellos sí, estaban cortados a la medida de la epopeya. Transcribo, del documento que tengo enfrente:

??Después de haber intervenido sin recato en la vida interna de la organización, de haber dividido al sindicato e impuesto con apoyo de la fuerza pública un comité espurio, la Secretaria del Trabajo, cínica, declaró: ??Siendo el gobierno muy respetuoso de la ley, no podemos intervenir el conflicto?.

¿Lo declaró Fox? ¿Salazar, posiblemente? Lo dicho: fatigada de crear, la Historia viene a advertirnos que lo ocurrido hace algunas semanas en San Juan de Sabinas ya había acontecido cincuenta y seis años antes, con mineros también y también en una mina de carbón y en las mismas tierras agujereadas de Coahuila; vida y muerte paralelas: Pasta de Conchos y Nueva Rosita. Porque el párrafo anterior no se redactó hace una veintena de días sino hace cincuenta y seis años y describió la situación que sufrían los mineros de Nueva Rosita, Ante el contubernio del Francisco Salazar de aquel entonces con el Germán Larrea de Nueva Rosita, que explotaba a los mineros hasta la ignominia, los explotados determinan estallar su huelga, lo que vino a ocurrir a las doces horas del 16 de octubre de 1950.
??¡A la huelga?!?

Y los primeros barruntos de la epopeya: cierta doña Adela Ochoa, esposa de un minero y madre de otros tres, recorrió el contingente de los mineros. Matrona espartana, hablo y dijo a los huelguistas:

-No veo entre ellos a uno de mis hijos, pero yo les aseguro que si no secunda el movimiento no volverá a poner los pies en mi casa?

La larga marcha de los mineros, esa epopeya que para nuestro mal ya olvidamos, vendría después?

Nueva Rosita fue declarada en estado de sitio. ??Este es un régimen de derecho?, declaraba el presidente Alemán, y sonreía?

Dicen las crónicas que los trabajadores del mundo acudieron en ayuda de los huelguistas, una ayuda que se traducía en obras ??Porque?; dijo el minero Abdenago. Frausto, las palabras son hembras, y los hechos, machos?. La única empresa que estuvo en contra de los mineros fue la Mexican Zinc And Co., subsidiaria de la American Smelting an Refining Co. (ASARCO), transnacional yanqui y patrona de los mineros en huelga. La ciudad era gobernada por Henry J. Sanford, gerente de la Mexican Zinc. Mr. Henry J. Sanford, antiguo capataz y ahora gerente de la Nueva Rosita, alguna vez pisoteó, a la vista de todos los nativos, la bandera de México (Este país)

Para someterlos por hambre, la empresa imperialista, apoyada por las autoridades mexicanas, congeló los fondos del sindicato, cerró la Cooperativa de Consumo y la Clínica Medica al tiempo que la correspondencia de los mineros era censurada y los bancos locales negaban todo trato profesional con los huelguistas. Y como los niños, privados de alimento y atención medica, enfermaban por centenares, la compañía transnacional amenazo a los médicos privados para que no intentasen con ellos ninguna forma de curación. De las escuelas fueron expulsados mientras que desde lo alto del púlpito el Onésimo Cepeda de aquel entonces, un cura Pedro C. del Real, español , azuzaba a sus feligreses en contra de los mineros en huelga, ??esos réprobos? a los que con todo y sus familiares negaba la impartición de cualquier sacramento y a los que amenazaba con excomunión. Nueva Rosita, entretanto, en estado de sitio. ??Un estado de derecho?, repetía , sonriendo, el presidente Alemán. (Sigo mañana.)

Y tu mamá también

No, por supuesto, no estoy enfadado con alguno de ustedes. Lo que ocurre es que voy a referirme a la industria del cine mexicano, esa a la que le he seguido la pista desde los tiempos aquellos en que tenía prestigio de Santa hasta que fue a derrumbarse entre Amores perros y similares. El cine mexicano. ¿Recuerdan ustedes el nacimiento y primeros pasos de la «industria del celuloide»? Provinciano de nacimiento, su niñez fue vivida al amor de un viejo casco de hacienda y en la benévola compañía de muías, pencos, cabritos, cabros de los ya añejones y uno que otro viejo güey.

Rústico, sí; cerril, pero de buenas hechuras y modales comedidos; cerrero, pero de sangre liviana y una salud de cuerpo y una salud mental que se traducían en su mirada fresca, franca, derecha. Mocetón fue cándido, ingenuo, pura serenata al pie de la reja, donde una pudorosa Crucita mordía el rebozo ante las romanzas de Tito Guízar (¡No me corrijas, computadora estúpida. No se trata de guisar, sino de Guízar!)

Pero ándenle, que el cine empacó su cámara y ya en esta ciudad capital, la emplazó entre las colonias Roma y Polanco, y a vivir y sufrir amores y amoríos ya de dintel adentro, ya de traspatio y de pica y huye, por más que «no tiene la menor importancia», juraba un Arturo García que se hizo pasar por Arturo de Córdoba. Ah, y el escándalo, la escandalera porque a la sufrida Marga López, católica de aquí a la basílica, el felón de su marido (horror) le acaba de pedir el divorcio. (No lejos, en la panza del cabaret, con luz neón su nombre de combate, la rumbera, fondo de bongoseros, saca chispas y rebabas al ritmo del son montuno. Y todo a media luz: «Vendo placer a los hombres que vienen del bar…» El cine aún lograba reprimir su vocación de crápula Todavía no viajaba hasta los rumbos de Atlampa el Tenampa la Juan Polainas. Aún guardaba las formas, las formas ubérrimas de Maritoña y la Amalia Aguilar. Pero entonces, al extinguirse el último retumbo del bongó y la tumbadora..

Entonces llegaron las huestes del Güero Castro, y el cine tricolor se nos fue degradando hasta degenerar en putañero y se mudó a vivir al burdel, de plano, y ya nada lo satisfizo que no fuese la amable compañía de ombliguistas, striptiseras, tabledanceras de tubo encebado y nalgaduras de todo tipo y calibre, traficantes de chicharrón con pelos que -enfermedad venérea de toda ciudad- pululan en esta aldea capital. La Sasha y otras de monte negro hicieron de la sala de cine un congal, y el cine: crudo cuando no borracho, grifo, y no precisamente de espinas, adicto a la nieve, y no, por cierto, de limón, y cruzado de cacardí y anfetaminas. El cine mexicano, por aquel entonces la náusea

¿Ustedes irían a verlo? ¿Lo vieron en la sórdida compañía del brassiere y la trusa bordada de esas güilas de la vida arrastrada que mal viven -para vivir bien- de azuzar, con el meneo de las gelatinas arriba y adelante y los aguayones cuates cuesta abajo y atrás, a viejitos, impotentes, muchachos de primeras espinillas y demás reprimidos, oprimidos sexuales? El nido de los amores, frente a la baba del respetable, como las olas del mar: va y viene, viene y va Y el impaciente, que logra venirse entre el griterío del «respetable»: «¡tubo, pelos..!» (Hasta ciertas regiones aún no llegaba la industria del depilado.)

Burdelero salió el cine nacional, quién lo dijera devoto de la pantaleta, la nalga pura y la nalga pública; del tráfico calzonero y la mancebía, caifán vetusto, wi-wi y quelitón de leoneras y hoteles de paso; ya sesentón se nos volvió alcahuete, proxeneta procaz y desvergonzado, mal aliento en la boca y un solapado goterón allá donde las arañas hacen su nido; calza arrugas y lonjas, pero es cada día mejor traficante de pornografía y onanismo mental y manual. Tal es el retrato de un cine perdulario del que me desentendí hace ya muchos años, que para vergüenza ajena no ganaba yo ni el salario mínimo. El alcahuetón decrépito cuanto logrero, entretanto, se vivía (se vive, según sé) de explotar a lo impune los instintos más bajos, rastreros y deleznables de un paisanaje zafio, mediocre, reprimido sexual, formidable devorador de palomitas entre buches de aguas negras. Tal para cual. Allá ellos. Yo, con alejarme de ese cine nacional que, me dicen, ha derivado en Amores perros. Yo paso. Paso sin ver. ¿Pero pudiesen ustedes creerlo, o imaginarlo siquiera?

Cuando yo suponía que el cine tricolor ya no podría degradarse más, ahora en Reforma del pasado lunes (¡en primera plana!) vengo a enterarme de que un espécimen del surrealismo tropical y esperpéntico ofrece a Vicente Fox, todavía hoy presidente de México, que actúe en una cinta basada «en los logros de su sexenio». Fox, que salía de misa, remitió al delirante con algún coordinador de la Presidencia ‘Yo le digo a Ramón que te llame». ¿Aparecerá Fox en la cinta con traje de campesino, de penado, de prófugo? El escenario de la película ¿San Cristóbal o el penal de La Palma? (Seguiré con el tema)

¡Rameras, gracias a Dios..!

Noche de ayer. Altiva, garbosa, ama y señora, soberana del callejón, la daifa (mini y escotes) lanza sus redes, pescadora de noctámbulos. Yo, agazapado tras del farol, me admiré del milagro: en qué poco tiempo logró reponerse del sofocón. Y es que hace rato le hicieron talco autoestima, respeto propio y orgullo de la profesión. La vi derrumbarse en la banca del parquecillo como queriendo llorar, y así fue a encontrarla esa de la peluca tordilla güila pasada de kilos, años, engaños y desengaños, hogaños y amaños.

– ¿Y ora tú? ¿Tan temprano cerraste el changarro?

Silencia Un suspirillo. Al rato: «Quisiera irme, dormirme. Escrúpulos».

Y es que hace rato, a la luz del farol, un niño que iba pasando observó a la buscona: «Mami, ¿qué es esa del vestido rabón?» «¡Un cáncer de la gente de bien! ¡Apártese de semejante basura, mi hijo!» La «basura» se crispó, se arrugó. Gacha la testa se fue a desmoronar en la banca, y así la vino a encontrar la veterana. «¿Escrúpulos? ¿Y ya fuiste con la doctora?»
– «Yo con escrúpulos. Como cualquier doncellita. De no creerse-.

– Cuidadete, manita La Gladis anduvo así el mes pasado y así tuvo que talonearle Unos ardores, y aquellos quejidos, ay, ay, y los clientes, felices. Ya aliviada tuvo que seguir con los ay, ay, ay, pero chafas. Mal acostumbró a los clientes. ¿Y a ti cuándo,dónde te pego el ardor, mana?

– Cuál ardor. Escrúpulos, pero no de entrepierna; de conciencia De repente este asquillo por la forma de ganarme la vida, ¿tú crees? Oye, pues qué: ¿tan sucia es nuestra profesión, que así provoca asco en la gente de bien?

– Yo a la gente de bien me la paso por aquí, mira, donde las arañas hacen su nido. Donde a la Gladis se le inflamaron los de estos.

– Este oficio debe ser una cochinada, para que la gente nos trate como redrojos humanos. Qué tan puerco no será, que le provoca asco a una gente que lee medio libro al año y alimenta su espíritu con la programación de la tele. ¿Pues qué, tan bazofias somos tú y yo, que hasta a gente sin valores morales les provocamos repugnancia? ¿Está bien lo que hacemos, mana?

– Que si está bien. ¿Por qué crees que los clientes regresan? ¿Crees que de majes nos buscarían, nos pagarían y hasta dejarían propina? ¡Por supuesto que está bien! Tú, de lo tuyo, sabes lo tuyo y tantito más. Vaya si lo sabes.

Silencia Luego, en el vientecillo, la tonada barriobajera. Por la banqueta, un briaga Un perraco. A lo lejos, la sirena de alguna ambulancia. A lo lejos. ‘Tara que te cures esa gonorrea escrupulosa: ¿sabes lo que somos nosotras?»

«¿Qué son?’, se me chispó, y lo que oí «¡Nosotras somos rameras, gracias a Dios! ¿Te imaginas que en lugar de prostis hubiéramos sido yo el presidente del país y tú la «primera dama»? ¿Cómo te sentirías a estas horas? ¿No andarías con el rabo entre los escrúpulos? ¡Nosotras somos taloneras, no de esas que cargan encima el odia el desprecio de 103 millones de paisas. ¿O te imaginas si trajeras encima el descrédito de Arturo Montiel..?’

– Dicen que el tal es hijo de una colega, ¿será?

– El Manolo Bribiesca, su hermano Jorge, su tío el Guillermo Sahagún, el Khoury cómplice de ellos, ¿sentirán el orgullo que tú y yo a estas horas?

– Pues sí, pero una puta vil…

– Viles esos, no tú. ¿Preferirías ser un vil Kamel Nacif, un vil Mario Marín, un líder vil como Napoleón Gómez, un vilísimo Germán Larrea matador de mineros o un vil Carlos Abascal o Francisco Salazar, alcahuetes de Larrea?

– Pero qué pensará de nosotras Diosito, que está en el cielo.

– ¿Pensará algo peor de lo que piensa del pri-panista Onésimo Cepeda, empresario taurino, golfista amante de vinos y comelitones, alias «obispo»?

– Pero el castigo de Dios, el fuego de los apretados infiernos.

– Tú eres talonera y de talonera chambeas; nunca has hecho una cosa predicando la contraria. Que a los infiernos les tema Norberto Rivera, ese al que su chofer y en camioneta de lujo lo lleva a la catedral a predicar la pobreza. O en todo caso Godinez, obispo que purifica los dineros del narco, ¿pero tú?

– ¡Pos ultimadamente tienes razón! ¡Soy talonera, y a mucha honra! ¡Puta soy, pero no un Mariano Azuela culimpinado a las órdenes de Fox, él mismo culimpinado a las de Bush! ¡Yo cobro por darlas, pero lo justo! ¿Y Luis Carlos Ugalde y compinches del IFE? ¿Yo tengo mis cuentas congeladas en Suiza y un prestigio de ladrón, como los de Salinas? ¿Soy, como Adrianita, una..?

– ¡Cierto! -no pude contenerme- «¡Bravo!», y saliendo de mi escondite le aplaudía. Ella, agradecida, sangre liviana y buen corazón: «¿Y ora éste? ¿Por qué las porras? En fin, ya que me aplaudió, véngaseme Pa usté, cachuchazo». Mis valedores: ya me iba sobre la oferta de sexo gratis cuando ándenle tuve que recular y perderme en las sombras. Es que al buscármela, nada. La de Viagra. (Lástima.)

Ya voy de alivio…

Que anteayer tarde, rumbo a mi depto., leía el vespertino, les dije ayer. ¿Su material? Por supuesto, textos y grandes fotos a todo color de los Montiel, Nazif, Mario Marín, los Bribiesca Sahagún, los Bribiesca Jiménez, Fox. «Si seguimos por este camino…» Por calmar el temor ante el helicóptero y los cuerpos policíacos que me observaban, sospechoso como el resto de mexicanos, disimulé leyendo en el diario: «No, pues mira nomás la chingadera que escribió». «¿Qué escribió esa cabrona…?» Pero entonces: ¿y este mosquero? Qué audacia de las pantconeras, que ya me perdieron todo el respeto. Para espantarlas sacudí el diario, y sí: las moscas, como los zopilotes, volaron un trecho, se posaron a unos metros de distancia, regresaron al esternón, los omóplatos, el vespertino. Me empecé a cabrear, y las espantaba. En vano. Volaban, sí, pero planeaban en derredor y planeaban de nuevo en mi suéter, en el chaleco, en mi piel, en el periódico. Haya cosa…

Me la olisqué, esta axila, y esta otra, y la tercera, y las cuatro manos. Examiné mis botines, pobres botines míos, porque botines, lo que se dice botines, los de el trío de las fotos. En fin. Mis botines, rechinando de limpios. ¿Entonces? ¿Por qué este mosquero? En las planas del vespertino, abiertas, como portaaviones gringos patrullando las aguas territoriales del mundo para apuntalar en Abu Graib y Guantánamo la democracia, la soberanía, la independencia y la libertad (y de paso el petróleo del mundo, su estaño, su plata, su cobre, su PEMEX). ¿Pero qué fenómeno era el de los moscardones, cuál la explicación’ ¿Yo, a tan temprana edad, ya apestando a muerto fresco? ¿A recién resucitado? Miré a los que iban pasando por ver si la plaga de moscas, como la de langostas en Egipto, alcanzaba a todos, pero no. Ellos, en paz. El mosquero, sólo encima de mí y de las páginas, atacadas de viruela negra, negra viruela de moscas y moscardones que arribaban con sonoro rugir del motor, se posaban en las fotos, seguían batiendo sus alas. Espantado, observé los mofletes (como nalgas) del Manolo Bribiesca garapiñados de moscas, como también la naricísima de Montiel y a Mario Marín, rostro como desbastado a hachazos. ¡Y el fenómeno paranormall «Biz, biz, acá, biz, acá».

¿Acá? ¿Oí bien? ¿Acá, dijo? «Acá, digo, y acá también, biz, biz. Mmm, qué rico sabe el Bribiesca. Pura miércoles». ¡Virgen de lo trascuerdos, Señor de las moscas, Belcebúi El vespertino, infestado de esas moscas que, Antorcha Popular de las planas centrales, invadía las fotos de la mafia Bribiesca, de la mafia Montiel, de los pedófilos que en Puebla la hicieron de pedofilo. «Biz, biz, acá, manitas, Manolo apesta más sabrosón. A pura alcantarilla. Mmm, a popó tres equis, biz, biz». «Acá, Mosqueda, biz, biz. La de Montiel sabe a roquefort, y a gruyere la de Los Pinos, su foto. A mingitorio de pulcata, biz, biz, a diarreíta, biz, biz». Yo, manoteando, a los viandantes: «¡Las moscas hablan!»

-¿Y a ese ruco qué mosca le picó, tú? Te lo vendo, al güey.

– ¡Las moscas huelen la de Bribiesca y se la chupan, su foto! ¡Mírenlas, saboreándose sobre la de Fox..!

Dos ancianas, 80 años sobre los lomos: «Apriételo, Rafita, que ese nos puede violar». (El paso.) «¿A su edá? Anda chemo,tizo, pasto. Y a su edá…»

– ¡Señoras mías, que las moscas hablan! (Ellas, los chupetones en vera efigie de la señora:

«Acá, Moscatel, biz, biz, puro estiércol, abono para Los Pinos, biz, biz». «Ay, no, fúchila. Damas no. Ya sabes mi preferencia sexual. Yo prefiero darme las tres con el Manolita Bribiesca. Lindo jedor, biz, biz…»)

Dios de fe. ¿Perdí la razón, la he recobrado? «¡Vengan a olérselo al Madrazo!» «No, fúchila, yo me clavo en la de Margarita López Portillo! Huele a pura nica de tres días, biz, biz…!» Sentí que se me iba, que me venía. Uno, al pasar: ‘Tíznale, el Valedor se anda pandeando, chócalo». «No la. ¿Le llegaron al precio, tú?» «Pandeándose de pandearse, no de ir a Los Pinos a dárselas al gobierno por una estrellita en la frente. Ha de ser la mucha edad…»

Como en sueños vi pasar a aquellas monjitas. «Ese prójimo ya se insoló. ¿Lo auxiliamos, madre?» «¡Lo auxiliamos madre, yo no hago ronda con pseudo-neo-comunistoide!» Mi razón, mi delirio, las moscas: «Animas que el bato este le cambie de página, biz, biz». «Ay, sí, a ver si salen fotos de Francis,bis,bis…» Me apoyé en la pared. Me abracé de un pirul, pero mi mala estrella: el pirul era poste de luz, con varios cables pelones. Me cimbré, arañé la pared, musité: «Las moscas», y la del chongo canoso: «Ay, Chonina, se infló coñá del de Mario Marín. Y ni una patrulla desocupada que se lo cargue a la carcelita clandestina de aquí a la vuelta…» «Señoras, las moscas…»

No recuerdo más. Alguien me arrastró hasta mi depto., porque al despertar, mi Nallieli me daba a oler árnica. Dije, todavía atarantado: «Mmm, huele a Marta. ¿Sabes? Las moscas…» Cerré la boca. Total.

Es México. (Mi país.)

¿La ruta de los Bribiesca Sahagún..?

Y como nos ven mansitos ya nos tomaron la medida; porque conocen nuestra infinita capacidad de olvido, que si no, ¿se arriesgaría Roberto Madrazo, saqueador del erario público cuando candidato y ya como gobernador de Tabasco, a exigir que se investiguen los dineros con que López Obrador financia su campaña? Por revivir la memoria histórica: en 1994, AMLO presentó 12 cajas de documentos originales que certifican: en su campaña política Madrazo gastó no los 5 millones que le autorizaba la ley, sino más de 241 millones.
Y la secuencia de aquel escándalo hoy piadosamente olvidado:

Villahermosa, Táb., nov. de 1995. «Los archivos del PRI con los que se acusó a Roberto Madrazo de excederse en su campaña electoral en más de 235 millones de nuevos pesos provinieron de la casa de Ana Berta López Aguilar, directora de contabilidad en la Sec. de Finanzas del PRI. La mayoría de las facturas tienen su firma y la de Oscar Sáenz Jurado, titular de esa Secretaría:

Y el cínico: «Insiste el Gob. Madrazo: «Soy el más interesado en que la averiguación se resuelva conforme a la ley y con la mayor agilidad posible».

Y se inició la maniobra de la impunidad: Villahermosa, Tab., junio de 1997. «El juzgado segundo de distrito defirió (sic) una audiencia constitucional que se realizaría este lunes sobre el amparo que interpuso ante las federales del PRD, para que sea reabierto el Tabascogate. La audiencia no se realizó porque la procuradora general de justicia de Tabasco, Patricia Pedrero Iduarte, no envió toda la documentación correspondiente…»

Sobre las críticas al cierre del expediente del «Tabascogate» contestó el procurador Gral. de Justicia de Tabasco, un Andrés Madrigal Sánchez: «La actuación de esta Procuraduría no responde a caprichos ni es arbitraria. «El dictamen de la PGR respecto al presunto exceso en el gasto de campaña de Roberto Madrazo es una apreciación errónea de la propia PGR, y en caso de que hubiera ocurrido, no constituye delito alguno». Y Madrazo, gobernador. «Tabasco ha hecho un compromiso: nada ni nadie por encima de la ley. Todos y todo nuestro esfuerzo de levantar una muralla de legalidad ante la acechanza, ante el rumor, el engaño, la mentira, que tratan de debilitar la vida de las instituciones de la República, en nuestro estado».

Villahermosa, Tab., junio de 1996. Pedro Jiménez León, líder del congreso local, rechazó la creación de una fiscalía es-pecial que investigue los gastos de campaña del gobernador Madrazo. «La gestión del Sr. gobernador está muy bien, y las acusaciones del procurador general de la República es algo que no nos preocupa, que no nos quita el sueño, no hay delito que perseguir. Por eso vienen las cajas para Tabasco, porque no hay delito que perseguir. El gobernador Madrazo tiene el apoyo del presidente Ernesto Zedillo…»

México, julio de 1996. La Procuraduría General de Justicia del estado de Tabasco dio por concluidas las diligencias relacionadas con la denuncia que por supuestos excesos en los gastos de campaña presentó el perredista López Obrador en contra del gobernador Roberto Madrazo, pues determinó que los hechos asentados en ésta no son constitutivos de delito alguno, y por lo tanto decidió no ejercer acción penal contra el mandatario estatal. Dado el carácter atípico de los hechos denunciados, se desprende la inexistencia de los delitos de peculado de recaudación fiscal y uso indebido de atribuciones y facultades.

México, marzo de 1999. Ordena la Presidencia investigar a Madrazo por evasión. El desvío llegaría a 200 millones, según denuncia del exdirector general de gobierno de Tabasco Emmanuel Ruiz Subiatur. Del texto presentado ante la oficina de la Presidencia y de la Sec. de Gobernación: ‘La Secretaría de Finanzas de Tabasco también evade al fisco al no gravar compensaciones de los empleados estatales, las nóminas secretas y al declarar cantidades menores a las retenidas a los burócratas. La evasión podría llegar a los 200 millones de pesos desde 1997, dinero que Madrazo ha utilizado para sus aspiraciones políticas. Sr. Presidente: No enterar a la SHCP sobre el dinero producto de la retención de impuestos al salario (ISPT) es un delito grave. Pero aun si dicho dinero retenido es jineteado por trimestres o semestres, y mil veces más grave si es reiterada la práctica nociva de evadir al fisco».

Lo aseveró en 1998 el Gob. Madrazo: «Toda autoridad tiene la responsabilidad de actuar siempre con rectitud, transparencia, honorabilidad y limpieza. El pueblo no consciente la desviación o la ineficacia». Se revelaba, en tanto, que él aparece en la 2a. lista de beneficiarios del Fobaproa. Interrogado en 1999 sobre el Tabascogate de 1994, responde: El caso está cerrado desde 1996. Esos ya son casos muy viejos...

¿Esa ruta, la de la impunidad, será la misma que van a transitar los Bribiesca Sahagún y los matadores de los mineros? Mis valedores: esto es México. (Mi país.)

Por ellos, por los mineros…

No podemos dejar de votar, pero cómo podemos pensar que sólo votar, mientras la gente se sigue muriendo de hambre, es un hecho democrático…

-Marcos Roitman, investigador-

Y la pura «democracia electoral», que en nuestro país no pasa de electorera, ¿ha evitado las condiciones de pobreza, explotación e inseguridad de los mineros que acaban de tomar de camposanto la mina carbonífera que, propiedad de todos los mexicanos, el gobierno privatizó en provecho de los Larrea? Mis valedores…

¿Conocemos el verdadero significado del concepto democracia, sin adjetivos? ¿Y el del vocablo populismo, que le provoca vómitos al presidente del país? ¿En qué consiste, bien a bien, el populismo? Yo, por entender el par de conceptos, me he acercado a los especialistas del tema, y por ellos me percato de lo resbaladizos, gelatinosos y elusivos que son los significados exactos de populismo y democracia sin adjetivos, esa que luego de la caída del muro del Berlín sirve lo mismo para un barrido que para un fregado; para los millones de fregados a los que se les ha hecho creer que esto que vive hoy el país es democracia, y que el terminajo les va a resolver todos sus problemas, comenzando por los económicos. El vocablo democracia, entonces, por machacón y reiterativo se nos ha tornado tótem, fetiche, objeto de culto y veneración. El Sistema de poder nos la vende, carísima, como la panacea, el ungüento cúralo-todo, el bálsamo de Fierabrás. Mexicanas y mexicanos: democracia. Y ya.

Una tan dúctil y elástica «democracia», que a estas horas y a escala mundial constituye la enjundia, el tuétano y el espinazo de to-da ideología que no se respete, sea de derecha o de izquierda, y así gobierne el país un régimen monárquico, socialista, capitalista o republicano. El discurso de todos ellos se erige sobre la base de una de-mocracia de la que sus pregoneros ocultan mañosamente el significado. No dicen a las masas, para comenzar, que existen muchos modelos de democracia, comenzando con la democracia liberal impuesta en los Estados Unidos y por los Estados Unidos en el resto del mundo. Mucho menos van a aclarar esa interrogante de cómo puede ocurrir que en los países capitalistas una clase fuertemente minoritaria, la burguesa, gobierne por medio de formas democráticas, siendo que el capitalismo y la democracia son agua y aceite…

«Democracia», mis valedores, es una de las palabras claves del discurso ideológico contemporáneo, a pesar o tal vez precisamente a causa del hecho de que se le ha dedicado tan poco estudio serio, profundo. ¿Por qué, entonces, la Casa Blanca fuerza a sus gerentes enquistados en el palacio de gobierno de los países del mundo, al estilo de Vicente Fox en Los Pinos, a machacar con el estilo de democracia? Ello es, lo afirman los analistas, porque la república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capital-imperialismo, que nos da gato neoliberal por liebre democrática. Cuándo esos gerentes de Washington van a confesar a las masas que detrás de la palabra «democracia» se esconde ese tigre de papel (de papel moneda) que se nombra «libre mercado», el capitalismo salvaje, darwinista, donde el monopolio grande se come al chico. Y yo digo, mis valedores: ¿cómo es que esa versión de la democracia -burguesa, liberal, neoliberal- ha unificado sospechosamente a todos los regímenes, para que así la exalten los jefes de Estado de todo el mundo, vale decir los gerentes de Washington…?

En México, por ejemplo. El país está cada vez más empobrecido, sí, pero con democracia. En el presente sexenio se han deteriorado el empleo y el poder adquisitivos del salario, pero eso sí: con democracia. El incremento en el ingreso per capita es uno de los más bajos en la historia del país, pero con una democracia rechinando de limpia Y es como para preguntarse por qué millones de mexicanos han huido de la democracia, por qué cientos de ellos han perdido la vida en el desierto de Arizona mientras buscaban la sobrevivencia en un país no sólo extraño, sino hostil, como es el de los Bush y Schwarzenegger. ¿Será porque en el país de Bush y Schwar-zenegger existe más democracia que en el país de Fox, Marta y Guillermo Sahagún, Jorge y Manolo Bribiesca, Arturo Montiel, sus hijos, la madrastra de sus hijos, Kamel Nacif y su «gober» precioso, Mario Marín? Sólo que sea por eso. Mis valedores…

La «democracia» constituye una excelente cortina de humo para ocultar las sinvergüenzadas sexenales ante los ojos de unas masas ávidas de creer, de esperar contra toda esperanza, ellas que buscan siempre el apoyo de fuerzas externas, y a veces contrarias a sus propios intereses, debido a que no confian en sí mismas, y entonces… (Por los mineros asesinados se-guiré con el tema.)

¡Gana el Lobohombo!

Y que el perdidoso, en este caso, es Gobierno del DF, que se inconforma por los 13.6 millones que tendrá que pagar a Alejandro Iglesias por la expropiación del predio en donde hasta el 22 de octubre de 2000 estuvo la discoteca que se incendió, y donde murieron carbonizadas 22 personas. «Las muchachas salían traumadas, llenas de sangre, quemadas, sin zapatos…»

Leo, azozobrado, la noticia alusiva al siniestro que en su momento conmocionó al país, y que hoy apenas ocupa un rinconcillo de las páginas interiores. Porque, mis valedores, así de vidriosa es la memoria histórica, así de endeble y de quebradiza. Y sí, muchos millones a la cuenta de un pájaro de cuenta como ese Alejandro Iglesias al que yo reputaba de criminal y prófugo de la justicia ¿Ocurrirá algo semejante con la tragedia de los mineros enterrados en vida -en muerte- en tierra de Coahuila? ¿Se terminará indemnizando a un tal Germán Larrea, dueño de vidas, minas y haciendas, por las molestias que le causaron 65 difuntos al tomarle de camposanto su propiedad? Es México.

Recuerdo aquel 22 de octubre del 2000. Yo, aturdido ante la catástrofe, algo quise decir, o escribir, o callar o, por no seguir lastimándome, pasar de largo, pero reflexioné: las víctimas eran jóvenes y andaban ahogadas de alcohol, esa droga aborrecible que entre adolescentes y jóvenes se incrementa cada día, y relacioné la hornaza del Lobohombo con la del caso aquel:

«Coche accidentado. Seis heridos graves. Conductor y acompañantes, todos menores de edad, iban ebrios. Rafael A.H., que manejaba el vehículo, cuanta con 16 años de edad. Grave, permanece hospitalizado…

Yo, padre de un hijo de la misma edad, la mente encendida al recuerdo de un Lobohombo en llamas dije y digo al caído en desgracia, la del licor:

En leyendo la noticia, Rafael, redacté unas líneas zumbonas contra borrachos y teporochones, pero después de pensarlo… Has de saber (me permites el tuteo, ¿verdad?) que de pronto se me prendió una punzadilla acá, mira, del lado cordial; porque yo tengo un Ariel de tu misma edad, y eso vino a quitarme las ganas de forjar donaires con tu desdicha. Porque desdicha es, y grande, que habites en un país que es manadero de borrachos porque las agencias de publicidad se viven sembrando en radio, TV y periódicos esas minas antipersonales que son los anuncios que exaltan el consumo de alcohol y el cigarrito. «¡Chupe, sorba, fume, viva!» Abyecto…

Denuncia el especialista: «Una publicidad desaforada e irresponsable encauza al país hacia el alcoholismo. La afición por el alcohol se incrementa entre los jóvenes, los adolescentes y los estudiantes universitarios…»

Tú, Rafael, de seguro eres estudiante, como mi Ariel, y como joven que eres, qué voy a reprocharte, si es el Sistema de poder que los adultos nos dejamos imponer el que permite, alienta, fomenta que las agencias de publicidad, al amor de las ganancias, manipulen a las masas -¡a los adolescentes!- a punta de campañas tan aviesas como efectivas. Qué voy a reprocharte, si viniste a nacer en un país patrocinado por las firmas cerveceras.

Malhaya esa promoción alcoholera que así se ceba en los jóvenes, Rafael, que
mantiene a flor de labio la cebada, la uva y el lúpulo, y el mezcal, el agave y la caña, por que angoste y agoste el espíritu y ablande conciencias y reblandezca la resistencia del joven -¡del adolescente!- frente a un Sistema que así oprime y, en su caso, reprime. La cultura del licor, a estas horas enhiesta

Y es que los alcoholeros y sus pregoneros, Rafael, son como el cinescopio: apartidas, amátridas y huérfanos de hijos como tú o el Ariel, donde pudiese dolerles los daños que causa el alcohol. Si seré candido, ¿no, Rafael..?

Te imagino días antes del accidente, tú y tus 16 años encima Flamante todavía como recién salido del nidal. Te imagino emulando al publicista cervecero, la vía para el tequila, el ron y drogas que los acompañan. ¡Ah, Rafael, como si te llamaras Ariel y fueras mi sangre, y fuera esa sangre la que no cesara de manar mientras yo, desalado, me lanzara al de primeros auxilios, a aferrarme a ese tu cuerpo todavía tan muchacho y ya así de lastimado! Dios…

Ya nosotros, los adultos, no pudimos con la propaganda del licor. No quisimos poder. Apatía desidia, sed de licor en algunos. El hábito no hace al monje, dice el lugar común, y yo digo: mucho menos el hábito del alcohol. Y ya que nosotros no, a ver si todos ustedes, la nueva generación, cuando sepan organizarse no en muchedumbre, no en logreras ONGs, sino en células autogestionarias, donde reside el poder popular. Repito: candido de mí, Rafael.

Lobohombo: «Sólo una mujer logró identificar a su hijo, lo reconoció por los frenillos de la dentadura». Hoy, apenas 5 años y meses después, todo olvidado, y aquí en el Lobohombo no ha pasado nada como nada pasará después de los 65 mineros enterrados en vida. En muerte. Es México. (Este país.)

¡Ay de ellos..!

Clama, a siglos de distancia, el clásico: «¿Quién es la víctima, quién es el verdugo?’ ¿Quién, yo pregunto, quién es el verdugo en la tragedia de los sesenta y cinco mexicanos que fueron sepultados en vida dentro de los entresijos de una mina de carbón? Las víctimas ahí continúan a estas horas, siete días después del holocausto. Los verdugos ahí siguen, y ahí van a seguir, sin que la muerte de esos mexicanos modifique un milímetro los métodos de explotación del hombre por el hombre. ¿Quién es la víctima, quién es el verdugo?

Y es como para preguntarse, mis valedores: desde fines del siglo XVIII y a partir del descubrimiento de la máquina de vapor, que propició el auge de la revolución industrial, ¿cuántos y qué portentosos avances tecnológicos ha experimentado la industria minera? Por otra parte, y desde la revolución industrial hasta el día de hoy, ¿cuánto se ha avanzado en la seguridad, el bienestar, las mejoras económicas y la calidad de vida del minero y su familia? ¿Quién es la víctima, quién es el verdugo..?

El ciudadano, disminuido por los rigores del mercantilismo a simple individuo, y más tarde reducido por el capitalismo a sólo un «hombre económico»; el hombre no un ente humano como el propietario de la fuente de producción, sino sólo un elemento alienado del capital para la generación de utilidades, de ganancias, de riqueza descomunal ¿Pues qué. el hombre es el lobo del hombre, como afirmaba Hobbes? Mis valedores:

¿Quién es la víctima, quién es el verdugo..?

Los mineros sepultados en vida allá en la mina de Pasta de Conchos, en San Juan de Sabinas, Coahuila, son algunas de las más recientes víctimas modelo económico neoliberal que nos impone el capital-imperialismo, ese que en nuestro país tiene de personero a un relevante exgerente de la Coca-Cola, habilitado de gobernante, que en modo alguno de estadista, porque la calidad de estadista no se impone desde Washington. Un gerente de La Casa Blanca que a demandas concretas de los mexicanos en general, y en particular de los familiares de los mineros enterrados en vida, responde con ofertas abstractas. La demanda de los familiares de los obreros del carbón:

– ¡Queremos vivos a nuestros hombres!

Y la respuesta de Fox:

Nuestras oraciones y nuestros buenos deseos son para los mineros y sus familiares. Estamos pendientes, los tenemos muy presentes, uniendo nuestras oraciones y nuestros buenos deseos a los familiares de esos mineros…
Sesenta y cinco mexicanos sepultados en vida Mis valedores: ¿quién es la víctima, quién es el verdugo..? Ellos, ahí donde permanecen, disfrutan -aún me niego a utilizar el tiempo pasado-; ellos disfrutan, repito, con sus 400,600 pesos de salario semanal, de esa flamante democracia que trajo Vicente Fox a los 103 millones de mexicanos que integramos el país. Mexicanos de dos, de tres salarios mínimos como vía de sobrevivencia, pero eso sí, herederos de una democracia flamante, recién desempacada; y a propósito: el forjador de nuestra «democracia»; ese,» entretanto, un día suelta las lágrimas y el vómito al siguiente día Allá en algún lugar de Chihuahua lo proclamaba Fox el pasado lunes, 20 de febrero:

– ¡Mi gobierno vomita la demagogia, el populismo, el engaño, la mentira.!

Y al pie, la nota de prensa «Al menos 730 mil adultos mayores en el país están en condiciones de recibir el apoyo de 500 pesos bimestrales, 250 al mes, que les promete la administración federal como parte del programa social Oportunidades. Se invitará a los adultos mayores a invertir una parte de esos recursos en una cuenta individual de ahorro para el retiro…»

Contra gesticuladores y profesionales del embuste como Isaías, el profeta: «¡Ay de los que llaman al mal bien – y al bien mal – Que dan oscuridad por luz -Y luz por oscuridad – Que dan amargo por dulce – Y dulce por amargo – Ay de ellos..!»

Ay de los que manipulan a las masas con un lenguaje gangrenado. El presidente del país, por ejemplo, ese que entre el vómito y las lágrimas se consuela cantándole loas y trovándole romanzas a la democracia, esa de la que los mineros de carbón son herederos legítimos. Y yo digo, mis valedores: ¿Conoceremos el verdadero significado del concepto «democracia»? ¿En qué consiste la «democracia» sin adjetivos? ¿Y ese vocablo «populismo», que produce los vómitos en el presidente del país? En la mente la tragedia de sesenta y cinco mexicanos sepultados en vida, seguiré con el tema. Es México. (Este país.)

Cándido que no fuera…

Lo ingenuo que era yo por aquel entonces. Miren que escandalizarme de la corrupción que permeaba el aparato de gobierno del país allá por los sexenios de Zedillo y el «compatriota». Yo escandalizarme hasta el grado de tramar una fabulilla que es hoy, hoy, hoy, en el gobierno del «cambio» cuando adquiere su peso exacto y su real dimensión. Y si no, júzguenla ustedes. Decía:

Pero qué virus me habré tragado y por dónde, que ayer, a la media tarde, así me cimbraron aquellas visiones de una mente desbozalada. La crónica:

Barrio de Mixcoac, mi barrio. Tranquilo mi ánimo y el vespertino acunado en el nidal del sobaco caminaba yo rumbo a mi depto. de Cádiz. Los pulmones se me hinchaban con el aire de la ciudad, esta mi amadísima que venía contemplando al andar, y percibiendo su pulso, su señorío, su calma, su paz, su quietud. Apenas allá, en Insurgentes, un discreto embotellamiento de siete cuadras, y acá un borbollón renegrido en los chacuacos de la fábrica transnacional de asbestos cancerígenos y plásticos no biodegradables, y en la esquina de mi barrio los restos mortales de tres narcos que cayeron en el ajuste de cuentas del día, y más allá el ulular de patrullas y ambulancias, y en el límpido firmamento ese que se nos ha tornado ángel guardián; el helicóptero policíaco, pajareando los pasos de todos los paisas, sospechosos de culpabilidad mientras no demuestren ser inocentes. Mi ciudad. Me detuve a observar el contingente de motos que en sus motos se dirigían a Insurgentes. De súbito el de casco y forifai, que me la interpela:

«¡Ese del chalequito de pelos, qué hingaus fisgonea pa’ acá, circule!»

Y con cuernos me apuntaba, cuernos de chivo. Yo, el terror, el pánico, las ganitas de desaguar por todos los orificios. Por disimular el calambre en el bajo vientre, entre duodeno e intercostales, hice como que no escuchaba al moto de la moto y traté de disimular el miedo chiflando; pero yo, cómo chiflar, nada chiflo, que nomás la riego, o sea la saliva. Buscando el auxilio del Señor de los cielos (no el que murió, sino el que todavía vive, espero) alcé los ojos, y el del helicóptero policíaco que se nos ha tornado ángel guardián:

«¡Ese con facha de neo-comunistoide, qué nos ve! ¡Indentifíquese!»

Santo Dios. Por disimular desplegué el vespertino en la sección de nota roja, una sección que abarca de la primera plana a la final, pasando por la sección del clásico pasecito a la red, la del santoral y el horóscopo, el obituario y la página cuic, la de los corazones solitarios -mi preferida-, la de las puterías de las estrellitas de gran canal en el Gran Canal de las estrellas, clon del gran canal del desagüe. Y qué de fotos, qué de tetas, qué de pubis, qué de cóccix, qué de nalgas, qué de válgame. Yo, deletreando la noticia, de ganchete observaba la calle, sin apenas imaginar que media cuadra más adelante, ¿qué creen? ¡El delirio! Porque ocurrió que iba yo examinando el periódico, que es decir la nota roja, que es decir las fotos de Madrazo, de Vicente Fox, de Montiel, de los hijos de Montiel, de los hijos de toda la… señora, de Guillermo, el hermano de la señora, y del resto de su parentela. Ante las fotos de los sinvergüenzas mal contenía el vómito. De ganchete, por aquello de las moscas, observaba Afis y Zetas que pasaban por la calle, y fueron ellas, las moscas, y con ellas el delirio. Y yo, que no creo en fenómenos paranormales…

Las moscas. ¿De dónde salieron? ¿De dónde se me vinieron encima? ¿Del muladar de la calle? ¿De las bolsas de basura apiladas en las esquinas? ¿Del agua estancada en el charco aquel, que al paso del tiempo se tornó verdosa y malparió ajolotes oscuros y verdes moscones que vuelan en derredor con ese zumbido lóbrego? Ah, pestilentes miasmas que genera ese charco cuyas larvas habitan, cohabitan en latas vacías de cerveza, en ese tenis roto, ese pomo, ese corcho flotando entre lama, esa almohadilla jaspeada de algo cafioscuro, esa popocina, esos… (Y lo que es la inocencia infantil, lo que es el milagro de una imaginación todavía muchacha, todavía no muy echada a perder por la programación del Gran Canal y TV Azteca: el chavito aquel, semiencuerado por la deuda externa y el Fobaproa zedillista, echaba a navegar, en las aguas corrompidas, su barquito de papel, ágil velero que viento en popa a toda vela surca los lomos del glauco mar. Boga, boga, marinero; boga, boga, bogavante. La imaginación todavía flamante, recién estrenada apenas. A penas…)

De súbito, en el eje vial, los motos acelerando sus motos, y las patrullas, las ambulancias, los altoparlantes: «¡Abran cancha! ¿Qué no oyen? ¡Rápido…!»

Yo, disimulando el temor, abrí el vespertino de par en par, y claro, por supuesto, cómo pudiera ser de otro modo: ahí, a toda página, la diabólica trinidad: Montiel, Bribiesca, Marín. Y en el reportaje: «¿Hablaste con Conrado o no? ¿Con el puto ese? Hijo de su reputa madre. Esos periodistas, pinches hijos de su chingada madre». En el arroyo vehicular, patrullas. (Sigo el lunes.)

Hágase la voluntad de Dios

Pero en los bueyes de mi compadre, dice el clero católico, que así se expresaba hace tiempo: ¿Pederastia entre los sacerdotes? Nosotros no somos jueces, y el que esté limpio de pecado que arroje la primera piedra…

Ayer, frente al caso «Martín-Succar-Nacil», el cambiazo: Todo aquél que cometa pecado mortal, como los pederastas, debe ser castigado por la ley y excomulgado. (Esa doble moral.)

Miro esa foto, a propósito. En ella observo a cierto individuo de unos 25 años. El ánimo fruncido pienso y medito: horror, que uno como ese pude haber sido yo a tal edad. Dios, el destino, la moira, el azar o mi buena fortuna me libraron de tal maldición. La foto está fechada en un rinconcito donde hacen su nido las olas del mar…

Miro la foto hasta bizquear: El individuo, joven aún, ya se advierte fofo de carnes, mofletudo y rollizo bajo su vestidura blanca con motivos religiosos: la cruz, la paloma, el alfa y la omega, el pez. Un sacerdote, sí, un paidófilo más, éste, recién descubierto en la Sierra Norte de Veracruz. Por los bebederos del arpa, la jarana vozarrona y la guitarra de son, pariente..

¿Los hechos que incriminan al curita y jarocho, trovador de veras? Una historia vulgar: con el pretexto de impartir clases de catecismo, y como los servicios de culto requieren de monaguillos, el religioso convocaba a niños de la localidad, y ándenle: que te voy a enseñar ajedrez, que te acompaño en tus juegos y te ayudo en la tarea escolar, pero sé buenito conmigo, y ándenle…

– El padre me empezó a besar en la boca, me metía la lengua, me abrazaba Que me quería mucho, y se me restregaba..

La historia de siempre, vulgar y tan conocida el ministro de culto, entera su potencia sexual e incapaz de domar su propia naturaleza, desfoga los impulsos de libido con quienes (en quienes) supone que menos se compromete y peca menos escandalosamente: «dejad que los niños venga a mí…»

– Me acostaba en una cama de la casa parroquial, y yo sentía su miembro. Me apretaba y me lo refregaba en mi cuerpo Me besaba el cuello y me acariciaba las piernas y brazos, diciéndome que me quería mucho. Luego tomaba mis pantalones y…

La escena de siempre, encubierta hasta que afloró la suciedad de los padres Maciel legionarios de Cristo y colegas involucrados en prácticas de pederastia Y esto, digo yo, es comprensible. ¿Pues qué? Sacerdotes son, pero humanos también, y algunos sin la fe, la vocación, la mística, el temple y la fuerza de voluntad para sublimar su libido y mantenerse en sañuda castidad, ese estado anti-natura en el que en el siglo XII los fue a arrojar a don Hildebrando (Gregorio VII). Y ahora, mis valedores, lean algunas variaciones sobre un tema que traté aquí mismo el pasado mes, y que hoy cobra relevante actualidad.

Sabio mi Dios, y tan comprensivo. Yo pasé por el seminario y vestí la sotana Iba a ser sacerdote y a reprimir en mí los instintos que me obsequió mi Madre Natura Aun antes del seminario conocí el claustro donde me preparaban para monje capuchino, espejo y flor de los franciscanos más cercanos al Seráfico de Asís. Yo ahí, fundamentalista (principios, valores y convicciones), me silicié y sometí a privaciones y disciplinas en verdad espartanas, hasta que mi sistema nervioso tronó y fui rescatado e internado en el seminario: estudio, cantos, recreo; vida, pues. Pero bondadoso, comprensivo que fue Dios conmigo (o el hado, la moira, el azar), porque entre más lo pienso…

De haber llegado a los votos, ¿qué sería yo a estas horas, infeliz de mí? ¿Un cura que predicase el desprendimiento de los bienes terrenales mientras viviera la vida opulenta de los Onésimo Cepeda? ¿Uno que proclamase que al César lo suyo y a Dios etc. mientras anduviera embombillado hasta la tonsura en la politiquería, como el pri-panista Norberto Rivera? Amador irredento de la mujer y oficiante de esa expresión máxima de la humana libertad que es las cultura del erotismo, ¿habría yo logrado domar a Madre Natura, o habría caído a impulsos de una sexualidad sesgada, torcida, morbosa? ¿Habría yo tornado adúltera a «mi más efusiva penitente», que dijo el poeta? Semejantes transgresiones a la castidad, ¿me producirían a estas horas espeluznos en la conciencia? ¿Viviría condenado en vida? El hado fue conmigo benévolo, mis valedores, porque en verdad digo a los creyentes…

En el proceso de salvación del ánima, el buen cristiano suele iniciar, como Agustín el de Hipona, una vida de disipación y pecado, pero a tiempo enderezar el rumbo. María Egipcíaca comenzó trepando a todos los lechos de todos los libertinos y acabó trepándose a los altares. Pero, por contras: «el que de santo resbala, hasta el infierno no para». Hasta pedófilo, Dios. ¿Ese sería mi destino, de haber profesado como sacerdote! (Cruz, cruz…)