Al ver que Jesús fue condenado, Judas se arrepintió, y presa del remordimiento, a los sumos sacerdotes devolvió las treinta monedas de plata…
Pero no, que de acuerdo a cierto evangelio apócrifo en el que me baso, Judas no tuvo tiempo de devolverlas. A la presencia del Maligno que se le había enroscado en el corazón, otro más, y aun más mortífero, se le atravesó en el camino que lleva al Campo del alfarero, a donde se dirigía, soga en mano, a cegar su existencia ¿El nombre del susodicho?
– Barrabás es mi nombre, y soy uno al que la democracia electoral ha salvado la vida esa democracia que deja libres a los bellacos y crucifica a los inocentes. Detente y óyeme, Judas.
Este se detuvo, oyó, se dejó convencer de aquel Barrabás que estaba señalado por la Justicia Hace un momento, al ir destrabándolo de sus hierros, los guardias se lo advertían: «Cada uno de tus delitos merece patíbulo: robos, asaltos, asesinatos, violación de leyes, y de doncellas. La democracia electoral de los judíos te salvó esta vez, pero cuídate, que te vamos a vigilar. Un paso en falso y regresas a esta mazmorra y no habrá democracia que te salve por segunda vez». Y de mala gana lo arrojaron a la libertad.
Ya viéndose libre, Barrabás fuése directo hasta cierto escondite de las goteras de la ciudad, y convocó a los compinches, y les repuso recomponer la pandilla y volver todos juntos a la vida delictiva, pero los malvivientes: «Con nosotros no cuentes. La justicia de Poncio te trae vigilado».
Barrabás se vio solo y su alma Y qué hacer…
Salió a la calleja y escuchó la grita del populacho contra aquél al que llevaban a cargar una cruz y corona de espinas. El bergante bendijo la democracia electoral, que a unos eleva por sobre la chusma y a ésta la clava en la cruz. La voluntad popular lo había beneficiado, por más que en lo más soterrado de la conciencia percibía un amago de compasión por el que llevaban al tormento, y de ahí a la cruz. Pero Barrabás, como el propio Judas, traía al Maligno enroscado en las tripas, y fue el Maligno el que le inspiró el perverso plan y lo llevó a hacerse el encontradizo con Judas, y entonces:
– Detente. Te traigo una propuesta con la que habrás de rehacer tu vida
Catadura de poseso en delirio de alborotadas greñas y en las crispaciones del rostro unos ojos enfebrecidos que pugnaban por saltar de las cuencas, el Izcariote siguió su camino.
– Judas, hermano, detente y escúchame
– ¡Suelta no tuerzas el curso de mi destino!
Y siguió rumbo al Campo de los Alfareros. Un cordel llevaba en la diestra Barrabás, admonitorio:
– Mira que quitarse la vida suele resultar mortal. Oye mi plan, hermano. Pura vida pura felicidad…
– ¿Felicidad? ¿A uno como yo? ¿Ya viste a dónde se llevan a Jesús? ¿Viste cómo lo llevan? Al humano que es suma y síntesis de la divinidad, al divino humanísimo, ¿por culpa de quién lo están haciendo garras..?
– Bueno, sí, pero ya te arrepentiste, y tu víctima si es como dices que es, ya te habrá perdonado. Tú tienes pleno derecho a la felicidad, a una vida de regalo que te va a durar toda la vida..
Otra de sus frases. Mis valedores:
Fue Satanás. El Maligno hermanó a los dos execrables. Cómo entender, si no, que Judas se detuviese y diera oídos al plan de Barrabás. Cómo entender que se arrimaran al árbol aquel y que Judas, en vez de pasar la cuerda por una de sus ramas, se sentara al pie y con Barrabás se pusiera a echar cuentas, a sopesar los pros y los contras del plan. «Pero eso es ir contra la ley». «Pero eso es ir a donde la ley protege a los Judas y Barrabás. Allá los jueces están comprados, y los procuradores, vendidos». El Maligno triunfo, y entonces:
¿Cómo fue? ¿Una nueva maniobra del mal Espíritu? Porque ahí nomás, ya residentes de las nuevas tierras, Judas y Barrabás se dieron a invertir las 30 monedas de la alta traición, y cómo supieron hacer que les alcanzara para tantos negocios, sépalo Belcebú, que les gestionó el apropiado tráfico de influencias (las del poder tras el trono del Herodes cimarrón, o sea cierta Herodías que protegía al par de corruptos). Y hasta donde yo la conozco, así va la historia con las treinta monedas que tanto y tanto se multiplicaron y dieron de sí: comercios, industrias bienes raíces, ne-, gocios con PEMEX, y en el Infonavit 3 mil casas compradas a 3 mil pesos y vendidas en 300 mil. Y avión, y mujeres, y disipación. Herodías, feliz. Barrabás engordaba..
¿Que nunca han oído unos industriales de nombre Judas y Barrabás? Será porque operan a base de alias. ¿Qué alias? Averigüenlo ustedes. (En fin.)