Santa simplicidad

La historia y sus enseñanzas, mis valedores. Desdeñada o, tanto peor, ignorada por los movimientos que protestan contra el Sistema de poder, las lecciones de la historia ahí están, permanentes en su elocuencia, para quien desee aprovecharlas. Y tantos movimientos de protesta contra el Poder pudiesen encontrar en ellas la guía para crear las tácticas adecuadas en el logro de sus propósitos. Pero para ellos, por sus acciones, poco o nada significa la memoria histórica.

El Mexicano de Electricistas, pongamos por caso. Siendo tan nobles los objetivos de su  lucha contra el Sistema, como tan justas las demandas del sindicato de Mexicana de Aviación, las del movimiento estudiantil Yo soy 132 y ahora las de los maestros de la Coordinadora, ¿no son sus tácticas una reiteración de las mismas que a los movimientos de médicos, maestros y ferrocarrileros llevaron a fracasar en los años de fines de los 50s? El resultado fue el fracaso definitivo  por una sola razón: contra el plantón y la toma de la vía pública ya el Poder había sintetizado el antídoto, que décadas más tarde, neutralizadas ya semejantes tácticas, revelaría  Salinas:

– Ni los veo ni los oigo.

Sin más, y háganle como quieran, dice el Poder a los movimientos de protesta que no trascienden este nivel. «Sí se puede», repetía yo desde la radio comercial. Demostrémosle al poder que sí se puede. Ya ustedes conocen el resultado de la frase cuando la mediocridad se la apropió. Es México.

Crear estrategias de lucha. Tal es la prerrogativa del idealista contra la mentalidad rutinaria de todo mediocre,  que se empeña en transitar, una y otra vez,  los caminos trillados, y esto  porque carece de ese poder de autocrítica que le haga entender que sus tácticas son obsoletas. Y si no, mis valedores: ¿las formas de lucha que ayer aplicaron electricistas y hoy los maestros de la CNTE redituaron ganancias a médicos, maestros y ferrocarrileros? Y si tal despliegue de energía social fue un desperdicio por las tácticas que ellos aplicaron hace más de sesenta años, ¿adoptarlas hoy día? ¿Pueden observar ustedes una táctica novedosa en estudiantes y sindicalista el día de hoy? ¿No insisten hoy día, a estas mismas horas y para desgracia de sus buenos propósitos, en esas añejas formas de lucha que hasta la saciedad han demostrado su obsolescencia e ineficacia total frente al Sistema? ¿Venirlas repitiendo a lo largo de sesenta años de ineficacia evidente?

¿Recuerdan ustedes, a propósito, el fracaso estudiantil del más reciente movimiento de protesta en la UNAM, el del Moshe de 1999-2000, cuando Barnés de Castro era rector? ¿Recuerdan la protesta estudiantil que la precedió, que encabezaron Carlos Imaz y varios más? Tales fracasos se explican al contrastar sus tácticas y estrategias con las del movimiento estudiantil de 1968, cuyos logros enumeré ayer aquí mismo, junto con los logros y enseñanzas que nos legó el movimiento obrero-estudiantil de 1968, logros que Echeverría distorsionó y arrancó de una memoria colectiva tan endeble como la de las masas sociales.

Por si a alguno llevara al ya casi olvidado ejercicio de pensar, de reflexionar y de ejercer la autocrítica, aquí habré de transcribir los documentos de un luchador civil que fue actor y testigo del movimiento desde sus orígenes en los años 30 hasta la tarde y noche del Dos de Octubre, fecha luctuosa que no fue, ciertamente, ni el principio ni el final del proceso, como los voceros oficiales y oficiosos del Sistema han hecho creer a los pobres de espíritu. (Vale.)

Vientos electrizados

Manifiesto a la Nación 2 de Octubre: Las perspectivas que se ofrecen al movimiento consisten en organizar, a niveles cada vez más elevados, la protesta y la oposición a un régimen cada vez más renuente a satisfacer las justas reivindicaciones populares. En adelante y para ser eficaz  esta organización deberá contar no sólo con los estudiantes, sino sobre todo con los sectores productivos de nuestra sociedad.

Así es, mis valedores. Las aguas bajan turbias. Como en 1968, como después del 2 de julio del 2006, las masas se polarizan, se radicalizan, y un ambiente electrizado presagia tormenta, que ojalá no rebase los límites del presagio. A propósito:

En Tlatelolco-1968 la vertiente proletaria-estudiantil fue capaz de crear unas formas de lucha que nos redituaron avances sociales, desde sindicatos independientes hasta la edificación de vivienda popular y una efectiva unión de diversos sectores productivos. Iba a ser LEA, iba a ser el trabajo sucio de los colaboracionistas destructores del Comunista Mexicano los que lograrían destruir los logros del 68. Pero hoy los aires de Tlatelolco soplan, ominosos, y el conflicto de la CNTE con el Poder electriza el ambiente. Viene aquí, en documentos de época, la herencia proletaria-estudiantil del 68.

Una de las tareas básicas del movimiento estudiantil es aunarlo con el movimiento obrero en las fábricas, sindicatos y empresas, por lo que esto ha de representar en el proceso democrático del país y como estímulo para otros movimientos de carácter igualmente popular o gremial.

Han funcionado las brigadas políticas en las escuelas y facultades, que informan  directamente a la población, por medio de volantes, publicaciones y sencillos mítines, del significado del movimiento y acontecimientos que se vayan sucediendo a lo largo del proceso, a fin de contrarrestar la campaña tendenciosa en relación al propio movimiento que llevan a cabo los medios de condicionamiento de masas, la gran prensa al servicio de los diversos intereses de la burguesía en el poder.

Los comités de Fábrica o de Sindicato de ayuda al movimiento estudiantil ha sido otra de las formas de actuar de los jóvenes. Los comités se integran con grupos de obreros de las propias factorías o agrupaciones gremiales, las cuales mantienen informados a los agremiados del carácter y fines del movimiento, ya sea por medio de volantes y de manera oral. En ocasiones son los propios estudiantes quienes explican a los obreros en las fábricas o en los sindicatos, acerca del objeto de su lucha y la razón por la que todo el pueblo debe participar, de forma preponderante la clase obrera.

La acción del estudiantado ha centrado su expresión en las brigadas políticas, en los comités de fábricas y sindicatos, en los comités de defensa y autodefensa, etc.  Infinidad de brigadas en toda la ciudad, realizan una intensa campaña de difusión del movimiento  por medio de mítines relámpago de 150 brigadas políticas formadas por estudiantes de todas las escuelas en paro.

Del Manifiesto a la Nación 2 de Octubre: Los estudiantes nos aliaremos de manera definitiva a los sectores productivos,  destinados a promover los cambios en verdad revolucionarios que nuestra patria requiere. La organización estudiantil debe concluir necesariamente en la organización popular que, oponiéndose a las trabas que frenen el desarrollo histórico del país, convierta en realidad el objetivo de nuestro movimiento.

Objetivo que sintetizó el clásico: un gobierno al que obedecer como sus mandantes. Sin más. (Vale.)

¿La masacre y no más?

Pero no, mis valedores, el movimiento de 1968 no se reduce a la tarde y noche  del 2 de octubre en Tlatelolco. Quien la circunscribe a tal fecha luctuosa traiciona, por ignorancia o por mala fe, el movimiento histórico del 68. Este proceso, estipula el análisis del maestro,  es la síntesis de la acumulación de experiencias en el desarrollo político, ideológico y organizativo del pueblo mexicano. En el movimiento del 68 lograron triunfos históricos las formas políticas, las estructuras organizativas y  la ideología de verdadera izquierda, esa que tiene como base fundamental la ética política y el compromiso con la lucha por la defensa de los derechos del pueblo. Transcribo.

Durante el movimiento de 1968 se rescató la concepción más avanzada del movimiento obrero en materia de huelga: la huelga en movimiento que supera cualitativamente a la huelga parada; se rescata la soberanía constitucional y nuevamente es ejercida por las bases sociales y no por las cúpulas de los corporativos;  se implanta la revocación, automática, del mandato (a los dirigentes que fueron cooptados por el enemigo automáticamente se les destituyó del cargo y se desconocieron sus acuerdos); se crea la forma mexicana de lucha popular revolucionaria: brigada-comité de lucha-consejo (esta forma rompe con los criterios de atomización de las bases sociales y genera órganos colectivos con estructuras y responsabilidades cualitativamente superiores al esquema de muchedumbres); se combate los aspectos negativos de la democracia representativa (que da el poder a la cúpula) y se sustituye por la democracia participativa con lo cual el poder y la soberanía vuelven a las bases.

Movimiento estudiantil:

Ya desde 1966 se alcanzó la Reforma Universitaria, uno de cuyos  logros fue el pase automático de los alumnos de bachillerato a la UNAM.

Para principios de los 70s se generaron movimientos de rechazados lográndose que la mayoría ingresara a la Universidad.

La matricula en la UNAM se triplicó.

Se crearon las Preparatorias Populares dando educación media-superior a decenas de miles de estudiantes marginados de la educación por sus escasos recursos. Hoy existen decenas de miles de profesionistas egresados de las Preparatorias Populares.

Se multiplicaron las casas de estudiantes que daban albergue a miles de estudiantes de escasos recursos.

Se expandieron las preparatorias, las escuelas, facultades y doctorados de la UNAM. También se crearon nuevas carreras y especialidades.

El Politécnico logró avanzar en el mismo proceso.

Se crearon los Colegios de Ciencias y Humanidades

Se creó la Universidad Autónoma Metropolitana

Los logros anteriores son los más relevantes, pero no los únicos.

En el movimiento sindical se creó el Sindicalismo Independiente. Los sindicatos nacen con estructuras y concepciones basadas en la democracia participativa y en la ideología que defiende los intereses del trabajador.

La incapacidad gubernamental de brindar  transporte urbano induce a la proliferación de los tolerados,  que dan el servicio con las unidades de que disponen en ese momento dando origen al concepto de peseros.

El movimiento campesino independiente

Se ejecutan las sentencias de la Sec. de la Reforma Agraria en materia de reparto de latifundios a los ejidatarios. Por muchos años las autoridades emitían sentencias que no ejecutaban. Con ello chantajeaban al latifundista al amenazarlo con la ejecución de la sentencia y mediatizaban al campesinado diciéndoles que “ya mero” se les entregará la tierra. (Después.)

Tlatelolco

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. ¿A dónde vamos? ¡Oh amigos! Luego, eso fue verdad. Ya abandonan la Ciudad de México. El humo se está levantando. La niebla se está extendiendo…

Fue un día como hoy, pero de hace 45 años, cuando Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, anocheció empantanada de sangre recién derramada, para que al día siguiente amaneciera pulcra y bien relujada, como si horas antes no la hubiesen crispado de cadáveres. ¿Cuántos civiles asesinados? Doscientos, según documentos desclasificados en Washington, por más que muy otra es la historia oficial. A propósito:

Ocurrió en  1978. Los reporteros se acercaron al Gral. José Hernández Toledo, jefe que fue del Batallón Olimpia la tarde de Tlatelolco:

– General, ¿realmente falleció el número de personas que se afirma murieron el 2 de octubre del 68?

Rotunda, la respuesta del  militar: “No, miren, en Tlatelolco no falleció ninguno”.

La historia oficial, ese interesado manipuleo de la crónica que viene desde Tlacaélel en una tradición que han mantenido los alquilones al servicio del Poder, como aquel de nombre Rafael Solana, hoy difunto y ya desde antes muerto en vida, una vida que dedicó a quemar incienso a los premios literarios, al presidente en turno y a la belleza de la que fuese “primera dama”. De la masacre (¡no genocidio!) de Tlatelolco lo publicó el Solana de marras:

– Ganas de exagerar que tiene la gente.  El 2 de octubre fue una catástrofe de muchísimas menores proporciones que un accidente de aviación no muy grande, o que unas vacaciones de Semana Santa en las carreteras del país, mucho menor que el incendio de un teatro, ¿y a eso se le ha pretendido  dar dimensiones de epopeya? ¿Y se ha llegado a la exageración ridícula de decir antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco? Pero cómo, ¿acaso, cuando el choque de trenes en Topilejo, se llegó a decir antes de Topilejo y después de Topilejo? Qué ganas de exagerar…

Que Tlatelolco nunca más. Hoy, cuando aquí, allá y en todos los rumbos de la rosa se encienden los focos rojos, cuando las aguas bajan turbias y parece que el Poder intenta despertar al México bronco, vale decir desde lo íntimo del cogollo del espíritu:

Que Tlatelolco nunca más. Nunca…

Pero lo que es el poder de los medios de acondicionamiento sobre unas masas domesticadas:  en el sangrante amanecer de Tlatelolco la ciudad capital amaneció  en brama olímpica, colguijes y banderitas  tremolando al viento como signo de confraternidad, mientras el represor autócrata, manos tintas en sangre, clamaba ante la rosa de los vientos:

– ¡Todo es posible en la paz!

Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos; con esa lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados

Bueno, sí, pero más allá de la historia oficial,  ¿qué fue lo que realmente se perpetró en Tlatelolco? ¿Cuáles fueron sus antecedentes, y qué consecuencias produjo en nuestro país? Lo apuntaba The York Times hace unos años:

“Si la historia la escriben los ganadores, la de México podría sufrir una importante corrección. Una Comisión de la Verdad sería ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política. De ser abierta, podría destruir al Revolucionario Institucional, que durante 71 años de dominio en México controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos”.

Mis valedores: es  Tlatelolco. Es México. (Es nuestro país.)

El poeta y el campo militar

Sabrás del hombre y el sudor colmado, – polvo en el polvo rendirás tributo, – y procrearás un hijo asesinado…

Los poetas esta vez, mis valedores, esas torres de Dios que crispan su voz frente a las masacres de Tlatelolco, Rivera de San Cosme, Aguas Blancas, Acteal. Digo Tlatelolco y quiero decir masacre,  carnicería, Campo Militar y represión, y memoria histórica lacerada, distorsionada, asesinada por el Sistema de poder. Es Tlatelolco, es el matancero, es México, nuestro país.

Poetas.  Horacio Espinosa Altamirano. ¿Alguno de ustedes lo conoce, lo habrá oído mentar?  Su obra, ¿alguno la habrá leído? Leerla deja un regusto ácido, amargoso, y con razón: el poeta malvivió toda su vida tiempos anubarrados, que culminaron con la represión que a los poetas se infirió a consecuencia de lo ocurrido en Tlatelolco hoy hace ya cuarenta y cinco años. Un pedazo de su biografía  personal lo vivió –lo pudo sobrevivir- empozado en alguna de las celdas  del Campo Militar No. 1, que el Sistema de poder mantenía para alojamiento de descontentos del régimen.  Los poetas,  pongamos por caso.

Tiempo después, ya en libertad,  a  modo de purga con qué eliminar toxinas de aquella malaventurada experiencia, el varón enterizo se dio a la creación de su Códice Mayor, donde en un abundoso borbollón de metáforas vació su experiencia bajo la bota y el espadón al servicio de aquel PRI-Gobierno autoritario y represor que sembró de víctimas Tlatelolco. Y un detalle más, para mí doloroso porque Horacio fue amigo mío: antes de tiempo se nos vino a morir (la muerte siempre llega antes de tiempo). Desde allá, de por los rumbos donde el poeta se había refugiado, sus familiares me comunicaron la ruda noticia: el varón de virtudes y luchador social incorruptible abandonó esta vida apenas, a penas, hacía un par de días. Hoy, para el huésped del campo militar, y a su memoria, aquí algunas de sus referencias poéticas al Dos de Octubre, por cierto:

¿Siempre –ayer, ahora y siempre- Tezcatlipoca, Espejo de la Muerte, – ordenará el festín, la necrofagia – con la carne y el espíritu del Hombre?  ¿El genocida siempre –ayer, ahora y siempre? – ¿El códice hablará de la serpiente alada – porque la mano – tiembla ante el tatuaje sanguíneo y homicida?

Fue aquel Dos de Octubre, mis valedores…

Que la memoria histórica no se nos borre ni se nos diluya,  que se mantenga en nosotros viva y actuante;  que seamos capaces de aprender y aprovechemos las lecciones que nos legó la vertiente obrero-estudiantil del proceso que se inició mucho antes de 1968. Mientras tanto, los rastros del matancero en el aviso suele aparecer en los matutinos años con año,  su redacción casi siempre idéntica:

El Gobierno del Edo. de Puebla, familiares, amigos y colaboradores del Sr. Lic. Don Gustavo Díaz Ordaz, Pres. de México 1964-1970, le invitan a la ceremonia conmemorativa de un aniversario más de su fallecimiento, que tendrá lugar el próximo día 15 del presente a las 11:00 hrs. en el Panteón Jardín de esta Ciudad.

Semejantes nostálgicos, sin importarles las ampollas que puedan lastimar en quienes conservan intacta la memoria histórica (muy pocos, lástima), se congregan en un aquelarre anual y a discursos prosopopéyicos  ofician el rito del responso y las exequias ante los podridos despojos mortales del matarife que valido de sus cuarteleros ametralló, masacró, encarceló e hizo desaparecer a luchadores sociales. Es Díaz Ordaz. Es México, nuestro país.

Horacio Espinosa Altamirano. (A su memoria.)

¿Qué ocurrió en Tlatelolco?

Hoy, a 45 años de la masacre, no tengo todavía, por tener tantas a mano, una respuesta oficial que pueda considerarse válida frente a tantísimas interrogantes acerca de víctimas y verdugos de aquella fecha funesta. Pero, “si la historia la escriben los ganadores (The New York Times), la de México podría estar a punto de sufrir una importante corrección”. Sí, que según el diario, “Cuando candidato,  Fox prometió una Comisión de la Verdad”. Ah, cándido neoyerkino: ¿cuál, de los miles de promesas que Fox desperdigó cuando candidato, ha cumplido como presidente del país? Sigue el diario:

La Comisión de la Verdad podría ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política. De ser abierta, podría destruir al PRI, que durante 71 años de dominio en México, controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos».

Algunos vislumbres de la verdad se columbran en ciertos documentos que el Secretario de la Defensa Nacional cuando Díaz Ordaz, el Gral. Marcelino García Barragán, reveló a Javier García Paniagua, su hijo, y que el periodista Julio Scherer recoge en su libro Parte de guerra. Tlatelolco, 1968. Según tales revelaciones, “los habitantes de Tlatelolco estaban predispuestos contra el gobierno, en primer lugar por las repetidas veces que terroristas habían ametrallado la Vocacional7, poniendo en peligro la vida de los habitantes de dicha unidad. Esos terroristas eran oficiales del Estado Mayor Presidencial, que recibieron entrenamiento para este tipo de actos, concebidos y ordenados por el entonces jefe del EMP., el Gral. Luis Gutiérrez Oropeza. Para ello se brincó la autoridad del superior inmediato porque recibió la orden directamente del jefe supremo del ejército, el presidente del país”. Y como para leer entre líneas y entresacar conclusiones, esta otra aseveración del susodicho García Barragán en su libro:

“Entre las siete y las ocho de la noche del 2 de octubre, recibí una llamada telefónica de Gutiérrez Oropeza: Mi general, yo establecí oficiales armados con metralletas para que dispararan sobre los estudiantes, todos alcanzaron a salir de donde estaban, sólo quedan dos que no pudieron hacerlo, están vestidos de paisano, temo por sus vidas. ¿No quiere usted ordenar que se les respete?”

Con los susodichos dispararon también contra las fuerzas del ejército. La historia, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia. La historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. Tlatelolco

El Gral. Gutiérrez Oropeza también escribió su libro de memorias, titulado Gustavo Díaz Ordaz. El hombre. El político. El gobernante, donde se destaca la consigna que, dice, recibió directamente del matarife de Tlatelolco:

“Coronel, si en el desempeño de sus funciones tiene usted que violar la Constitución, no me consulte, porque yo, el Presidente, nunca le autorizaré a que la viole; pero si se trata de la seguridad de México o de la vida de mis familiares, coronel, viólela, pero donde yo me entere, yo, el Presidente, lo corro y lo proceso, pero su amigo Gustavo Díaz Ordaz, le vivirá agradecido».

¿Comisión de la Verdad? ¿Conoceremos algún día toda la verdad sobre la carnicería del 2 de octubre en Tlatelolco? The New Times: “Hay verdades que pueden matar un país, y la de Tlatelolco podría implicar a toda una generación de líderes del pasado, entre ellos a algunos ex presidentes…”

Tlatelolco nunca más.  (Es México.)

¡Gasolina!

Así encendieron la mecha de la bomba que explotó en Tlatelolco:

¡Cristianismo sí, comunismo no! Y al pregón los fanáticos encendieron en Tlatelolco la hornaza de la matanza descomunal. Fue en septiembre cuando los reaccionarios perpetraron la manipulación de unas masas que, ánimos en llamarada, habrían de caer en la bestialidad del linchamiento en San Miguel Canoa, Puebla. El comentarista:

El régimen político silenció a la generación del 68 no sólo con represión, sino también con la imposición, a través de un sistema de medios subordinados, de un discurso de la realidad que convirtió el movimiento estudiantil en una amenaza para la patria, que debía ser aplastada.

¿Hoy no ocurre algo semejante, toda proporción guardada, ante los conflictos del Mexicano de Electricistas, los maestros de la Coordinadora y demás víctimas directas del Poder? Por cuanto al atroz linchamiento que les aplican los medios de acondicionamiento social, ¿no fue el mismo rasero el que aplicaron contra los estudiantes en el 68? Los medios, ante el movimiento estudiantil. Lo proclamaba, triunfal, El Heraldo, de memoria infeliz:

¡Manifestación Anticomunista en la Plaza México! Cerca de 12 mil ciudadanos y jóvenes se congregaron ayer para realizar un acto de desagravio a nuestros símbolos nacionales, que derivó en una exacerbada manifestación anticomunista. Gritando: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, comenzaron a llegar, desde las once y media de la mañana, en compactos grupos que antes habían participado en otra manifestación en la Basílica de Guadalupe. A las 12 horas, 3 mil mujeres, jóvenes y ancianos, habían extendido numerosas mantas y exhibían pancartas: ¡Comunismo en México, jamás! Cristo Rey, tú reinarás, Contra los traidores, ¡Muera la bandera rojinegra, Dios, patria, familia, libertad, Cristianismo sí, comunismo no, Apartidas comunistas fuera de México!

El organizador dirigía las porras: ¡México nunca será comunista! ¡Viva México! ¡Mexicano! ¿Estás dispuesto a defender a tu patria? Los gritos, las porras: ¡México, México!, subrayadas por el rítmico chocar de las manos de los asistentes: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera Castro Ruz! Cuando ya había allí cerca de 12 mil personas, los dirigentes de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales dieron la orden y un grupo de muchachos salió al ruedo con un monigote hecho de cartón que representaba a los guerrilleros: gorra cuartelera, camisa y pantalón verde, luengas barbas, en las manos un libro nefando: el diario del Che.

El vocerío creció; gritos exasperantes exigían: ¡Quémenlo, quémenlo, quémenlo!, y quienes tal pedían subrayaban su exigencia con enérgicos ademanes, con el pulgar tenso, apuntando hacia la arena. Aguerrebere, desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: «¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apartidas!, volvió a gritar, y la multitud respondía exaltada: ¡Mueran! Alguien, en la arena, junto a un camión en el que había unas mantas con las siglas del MURO, exigía nervioso: ¡Gasolina, dónde hay gasolina!» Otros acercaron cerillos al guerrillero y, segundos después, todo allí era fuego, gritos incontenibles, casi histeria. Los presentes entonaron nuestro sagrado Himno Nacional.

Mantas, pancartas: El comunismo destruye a la familia, Comunismo en México nunca, Muera el comunismo, Dios, patria, familia y libertad. ¡Viva México! ¡Muera el comunismo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!

Es México. (Nuestro país.)

Vientos electrizados

Así es, mis valedores: las aguas bajan turbias y aborrascadas ante la cercanía del ritual del 68, que tenemos ya a tiro de piedra. ¿O de arma de fuego oficial? Hoy día, tal como sucedió en 1968 y a resultas del 2 de julio del 2006, las masas se polarizan, se radicalizan, y un ambiente electrizado presagia tormenta, que ojalá no rebase los límites del presagio. A propósito, el Manifiesto a la Nación que dio a conocer por la rama obrero-estudiantil del movimiento, muy distinta de la democracia burguesa y la pequeña burguesía que de forma limitada actuaron con la protesta estudiantil:

Las perspectivas que se ofrecen al movimiento consisten en organizar, a niveles cada vez más elevados, la protesta y la oposición a un régimen cada vez más renuente a satisfacer las justas reivindicaciones populares. En adelante y para ser eficaz, esta organización deberá contar no sólo con los estudiantes, sino sobre todo con los sectores productivos de nuestra sociedad.

Porque en las ruinas de Tlatelolco-1968 la vertiente proletaria-estudiantil fue capaz de crear unas formas de lucha que nos redituaron avances sociales, desde sindicatos independientes hasta la edificación de vivienda popular y una efectiva unión de diversos sectores productivos. Echeverría, cuando presidente, iba a tramar el trabajo sucio que a lo subrepticio perpetraron los cooptados colaboracionistas del Comunista Mexicano, que lograrían destruirlo como también los beneficios obtenidos  del movimiento obrero-estudiantil. Es México.

Pues sí, pero hoy los aires del descontento social soplan ominosos, y las reformas impuestas por el sucesor de Calderón, potenciadas por el conflicto del Poder y la Coordinadora de Maestros,  electriza un ambiente ya encrespado de por sí por el deterioro en el nivel de vida de las mayorías. Viene entonces, pertinente, la herencia proletaria-estudiantil del 68. Si maestros y electricistas quisieran, pudieran, pensar, y apoyándose en las enseñanzas que ofrece Tlatelolco (más allá de la tarde aquella de la matanza atroz) aceptaran estudiar y aprovechar los documentos del 68 para rebasar en su movimiento la protesta multitudinaria…

«Una de las tareas básicas del movimiento estudiantil es aunarlo con el movimiento obrero en las fábricas, sindicatos y empresas, por lo que esto ha de representar en el proceso democrático del país y como estímulo para otros movimientos de carácter igualmente popular o gremial. Lo más apremiante ha de ser estudiar las formas más adecuadas para articular de manera estable la acción de los estudiantes y la de los obreros». (No a lo multitudinario, digo yo.)

«Han funcionado las brigadas políticas de cada una de las diversas escuelas o facultades, cuya misión es informar directamente a la población, por medio de volantes, publicaciones y sencillos mítines, del significado del movimiento y acontecimientos que se vayan sucediendo a lo largo del proceso, a fin de contrarrestar la campana tendenciosa en relación al propio movimiento que llevan a cabo los medios de condicionamiento de masas, la gran prensa al servicio de los diversos intereses de la burguesía en el poder.

Los comités de Fábrica o de Sindicato de ayuda al movimiento estudiantil ha sido otra de las formas de actuar de los jóvenes. Los dichos comités están constituidos por grupos de obreros de las propias factorías o agrupaciones gremiales, las cuales por medio de volantes o de forma verbal  mantienen informados del carácter y fines del movimiento al resto de los agremiados». (Sigo después.)

De buena intención

Por si de algo pudiera servirles, compañeros marchantes.

Ocurrió que transitaba yo por los rumbos de Tacubaya cuando en eso el embotellamiento. Ahí, por la avenida, la marcha de protesta: “¡Duro – duro! ¡Exiii..! ¡gimos!” Agrias voces de mujeres, niños, adultos. “¡El pueblo! ¡Unido! ¡Jamás será…!” Un lento desplazamiento por la avenida, y yo, con la urgencia de llegar y meterme al bañito. Necesidad menor. Animas. Pregunté a uno que llevaba en alto su pancarta y él, carbonoso:

– ¿Pues qué no lo está viendo? Marcha de protesta de damnificados de la Ingrid. Venimos a presionar y a llegar a sus últimas consecuencias.

Ah, iracundia magnífico de las masas. La señora del suéter magenta:

– ¡Y eche para  allá su cucaracheta, ¿no ve que esta estorbando la protesta? ¡El pueblo… unido! ¡Avancen ésos, no se me cuelguen!

Como avanzar, pura Tula que avanzaban (Tula es mi madre). Intenté recular, pero cómo, si los marchantes todas las salidas me había copado. (Y aquella urgencia.) En eso, de pronto, contra mi tímpano izquierdo, el altoparlante: “¡Damnificados, pero no vencidos! ¡No venimos a pedir! ¡Exiii! ¡gimos! ¡Protestando y avanzando por ái!

Ellos, qué lentitud; yo, qué urgencia. Tensa la voz, a ese que iba pasando: “Oiga, ¿de dónde vienen ustedes a protestar?”

El aludido, el frenón: “Pues qué no esta viendo? Damnificados del pinchurriento huracán”.

– Ay, compadre, dijo el de atrás. Qué repegón le fui a dar, que hasta se nos trabaron, o sea las pancartas. Avise si va a frenarse, digo.

– No es que me agraden sus repegones. Es que el guey este es de  Radio Universidad y puede difundirnos la bronca, ¿no, bigotón? Mire: somos paisas  en problemas, y eso que nuestras viviendas estaban sólidamente construidas con cartón y lámina acanalada de la mejor calidad. Los tormentones damnificaron no sólo al país, sino también las exigencias de los maestros de la Coordinadora, ¿No, tú, máistro  Jiotes?

– Sí pues, pero no pudieron resistir las patadas de mula de la mula avalancha de aguas broncas, o sea.

– ¿Con una marcha calculan conseguir que les atiendan su exigencia?

– Me canso de que nos la atienden, ¿pues qué no ve tamaños machetes en alto? Y  aquí el compita Rutilo ya lleva preparada su jeringa.

– Ah, drogadicto.

– ¡Jeringa para desangrarse! ¡Para escribir nuestra justa demanda con hemoglobina de sus propias venas! Y si no hay de otra aquí llevamos el último recurso. (Y se las palpaba, se las toqueteaba. Carnosas, que ni las damnificadas de la señora Alejandra Guzmán.)

– ¡Cómo! ¿Sangre de sus venas? ¿Hasta ese grado piensan llegar?

– ¡Y hasta bajarnos los calzones delante de la dependencia oficial para enseñarle nuestras intenciones. Porque el mexicano, cuando se decide…

Yo, aquella urgencia que crecía de pancarta a pancarta. ¡Mi reino por una nica! Dije: “¿No es frente al palacio de gobierno de Chilpancingo donde deben protestar? Porque aquí, en Tacubaya…”

– ¡Aquí, en Tacubaya, señor! ¡Frente al meteorológico!

–  No entiendo. ¿Contra qué, quién o quienes traen su demanda?

– Contra el propio meteorológico, señor. ¿Pues qué, acaso no se atrevió a pronosticar más tormentas en los próximos días? ¿Se le hará poco la tizna de la actuales? ¡Que el meteorológico cambie su pronóstico o se atenga a las consecuencias! ¡El plantón será permanente toda esta semana! A ver, compañeros: ¡Duro, duro!  ¡El pueblo – unido – jamáse-ráven-cido!

Mi vejiga, que se dejaba vencer. Intenté salir por la lateral. Sudaba frío, y de repente…

¡E-xi-gi-mos! Ah, México. (Mi país.)

Angel fumigador

De la plaga de cucarachas que infestó mi cocina le hablaba ayer, señor Peña, cocina pulquérrima que a la invasión de los bichos más parecía jacalón de San Lázaro, guarida de Nueva Izquierda, bunker de canacos y concanacos o cártel de los Templarios. Consciente de que es mi sino combatir cucarachas comencé con periodicazos. Como sus congéneres de dos patas, las cucas resultaron inmunes a tal medida, como también a los polvos venenosos que les espolvoreé sobre cachos de queso gruyere; las muy ladinas se comían el queso y me dejaban los polvos; más tarde les deposité los polvos sobre queso del país; las cucas, burla sangrienta,  devoraban los polvos y me dejaban el del país. Yo, al teléfono, y el fumigador:

– Se las exterminamos, claro que sí. Ora que acabar con el cucarachero le va a costar uno y la mitá del otro,  como si dijéramos. ¿Cubre los gastos?

IVAs y cargos, recargos y sobrecargos, y qué hacer, sino resignarse a impuestos y sobreimpuestos. “Tendremos que desocupar el depto. durante unos días”, advertí  a mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que tengo de arrimado en mi depto.

Y allá vamos a casa de un mi pariente por parte de madre, que con abrazos salió a recibirnos y en 48 horas y mentando madres ya nos había corrido 6 veces. Y a Cádiz.

Inquisitivo, fui abriendo la puerta. ¡Genocidio descomunal! ¡Ni las hordas de Obama, Premio Nobel de la Paz! Un tendedero de cucas damnificadas, señor Peña, que haga de cuenta las víctimas del modelo neoliberal: fallecidas por aquí, muertas de hambre por allá, rigor mortis por dondequiera, y  aquel hedor. Fui y abrí las ventanas, y que entra a borbotones el otro hedor: smog y materias fecales suspendidas en el aire, que alborotaron los restos del tóxico mientras yo me ponía a barrer. La cocina, otra vez pulquérrima. Bien.

¿Bien? ¡Madres! Muy poco me duró el gusto, porque a la siguiente noche la primera sobreviviente del Hiroshima doméstico cruzó en tizniza  frente a mi chipocle ya enfrijolado, y detrás otra, y otra más, y docenas de ellas. “Mexicano tenía que ser ese ángel  exterminador para salirme tan pacotón». Y que me prendo al teléfono, y que miento leyes y madres, campechaneadas, y que el técnico en fumigación se apersona en el lugar de los hechos:

– ¿Y cómo se las  voy a exterminar, si el de junto se las redama para acá?

– ¡Pues que al de junto se las fumiguen!

– ¿Y no siguen  vivas las del restorán de la esquina, que es el que lo surte de cucas, y al restorán la bodega de junto, y a la bodega el sanatorio, y al sanatorio la estación policiaca, que recibe las cucas del burdelito de aquí a la vuelta, atascado con el animalero que le llega desde la sacristía de San Ramón Nonato, que nomás imagínese si hubiera nacido?

– No entiendo qué quiere decir.

– No entiende porque se hace pendejo. ¿Acaso no sabe que México entero está infestado de cucarachas?  Ciudad por ciudad, barrio por barrio, casa por…

– ¡Bueno, pues, déjeme solo con mi animalero de miércoles! (Era jueves.)

Y ya, señor Peña. Yo, infestado de cucarachas, nomás me quedé pensando: ¿podría alguno como usted exterminar el cucarachero de los cuerpos policíacos? ¿El de los poderes de la Unión, los partidos políticos, la industria del periodismo y el alto clero, el gran capital, los «sindicatos» y unas masas sociales donde el que tiene más saliva traga más pinole? ¿Usted, al que la Padierna acusa de haber rendido  una declaración patrimonial amañada,?  Suspiré, qué más. (Ah, México.)

¿Y su declaración patrimonial?

¿Y los saqueos de Fox y Bribiesca a las arcas públicas? ¿Y los de  Sahagún y Montiel, Sr. Peña? ¿Y los  Salinas, Romero Deschamps y compinches? Por si algo pudiese sugerirle aquí le envío la crónica de cierto incidente casero que me ocurrió tiempo atrás, cuando mi única, telilla del corazón, andaba bebiéndose el agua, las frutas, los aires del Istmo de Tehuantepec. Fue entonces cuando los  huéspedes repugnantes invadieron mi depto. de Cádiz y se instalaron en él. Asqueroso.

Porque ocurrió que cierta noche andando yo preparándome un par de huevines con bayos gordos  en esa cocina limpísima que dejó mi Nallieli antes de echarse a los caminos del sur –sureste-, vi que en eso, de repente, ¡tíznale!, ¿y eso? Frente a mis niñas, las de mis ojos, cruzó en tizniza, sobre la blanca tersura de mi trastero, el de la cocina, aquella a modo de cáscara de palo viejo, que en carrera de vértigo se fue a perder en alguna hendeja del tinajero. Extraño.

Mera ilusión de óptica, pensé entonces, y a los bayos agregué una raja de piquín, dos rodajas de cebolla y tres barañas de orégano del cerro, y a la boca. Bien.

Pero ándenle, que las ilusiones de óptica, con patas y barbas de este tamaño, miren, de un día para otro crecieron y multiplicáronse a lo tropical, de modo tal que en cosa de días se habían posesionado de mi cocina, qué desesperación. Chinches bichos, pensé entonces, ¿cómo darían conmigo esas cucarachas? ¿Por qué invadirían mi cocina, su Iraq particular? Medité, me puse a reflexionar, y entonces caí en la cuenta.

El inquilino recién llegado, sí, que con su equipo de sonido monumental y su monumental gusto pésimo para la música había acarreado, con  su menaje de casa, las primeras crías. Tal como el conde don Julián, agraviado porque el rey Rodrigo le violara a La Cava, abrió a los moros las puertas de España, así el vecino abrió el edificio de Cádiz a  invasión de las cucarachas. La náusea.

Y así pasaron los días, y las noches llegaron, y así ocurrió que este desdichado, al disponerme a preparar la merienda típica del mexicano bajo el modelo neoliberal, galletas de animalitos con café negro, todo era encender la luz y… ¡llévame la refregada con la estampida de cucas!

Y nada, señor Peña, que me senté así, mire, en la postura de El Pensador, meditando que tal es mi destino en el mundo, combatir cucarachas de todo tipo, alzada, peso y color. Y a delinear la táctica e iniciar la madre de todas las batallas…

Primero, como acostumbro con cucarachas políticas, periodicazos; pero no, que como con sus congéneres pri-panistas-nuevaizquierderos, con las de mi cocina fracaso total, que el cucarachero resultó inmune al cuarto poder, ya ahora el primero en México con el duopolio sobrón. Lástima.

Segunda etapa de la estrategia: polvos venenosos. En un principio se los disimulé con queso gruyere; las cucas devoraban el queso y, burla cruel, dejábanme los polvitos. Luego, cuestión de gastos, los polvos los espolvoreé con queso del país. Las cucas, mofa sangrienta, se comían los polvitos y desechaban el queso aborigen, y seguían creciendo, multiplicándose con afán y mandándose hasta la cocina.

Yo, aquel terror a la metástasis, y que zona de trabajo, habitación y cuarto de servicio los fuesen a tomar de Líbano, Iraq o Afganistán; un terror que se transformó en instinto criminal; de asesino, de genocida, de un Obama cualquiera, Premio Nobel de la Paz. Al más puro estilo del Pentágono gringo recurrí al de grueso calibre, el exterminador de plagas domésticas. (Mañana.)

Muerte viva

(Mi retablillo anual)

¡Libérame de la muerte viva! ¡Libérame de la vida en la muerte, libérame de la vida y de la muerte!.

Y otro día amaneció esta ciudad. Fue un día como hoy, pero de hace 28 años, cuando esta nuestra casa común amaneció a ser lo que desde entonces ha sido: la herida que no cesa, y el llanto y el duelo colectivo por la tragedia descomunal. Que la memoria histórica permanezca. La memoria de los caídos. De todos ellos.

Hoy se me viene a la mente Agadir, la ciudad de Marruecos a la que un sacudimiento telúrico arrancó desde sus cimientos porque hace décadas fue remeci­da por un sismo mortal de necesidad. El México nuestro sobrevivió en­tero, más entero que antes, que la sobrevi­vencia es su signo. Mientras el mundo per­manezca no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan.          Agadir fue destruida, pero esta nuestra ciudad se irguió, su­turó sus mataduras y siguió su destino: al­tiva, inmutable, eterna. Es México, la capital. Mis valedores:

Hoy, como año con año, evoco la trage­dia de Agadir, que sobrevive en el testimonio del poeta Arthur Lundkvist, quien logró salvar la vida en el drama sís­mico que arrancó del mapa aquella ciudad. Días después, ya vuelto a Suecia, su tierra, so­bre la experiencia traumática del fallecimiento de Agadir creó un extenso poema, vivido, lírico y visceral, “para cum­plir un deber para conmigo y con los de­más, tanto para con los supervivientes co­mo con sus muertos”.  Hoy, con fragmentos del citado, me propongo recordar, honrar, testi­moniar mi homenaje a tantos que sucum­bieron bajo las furias del sismo que aca­lambró los entresijos de nuestra ciudad capital. Por cuanto a Agadir, la desventurada, aquí diversos fragmentos del poema, que invito a pronunciar. En silencio.

El cielo era de un azul duro, de éter y acero, – el sol era un horno abierto y el día una piedra blan­ca laminada por lenguas violeta, -las nubes llegaron como hu­mo de carbón. – De repente el suelo se sacudió, profundos estremecimientos recorrieron la tierra – los perros contestaron de todas partes con au­llidos prolongados, y un lamento sordo sur­gió de las gentes.

Me oí gritar en sueños (nunca podré saber qué grité) – mientras el terremo­to crecía, irresistible – y las sacudi­das se hacían más fuertes, más violentas, parecían venir de todas partes al mismo tiempo. Una revolución surgía de las entrañas de la tierra,  – un trueno de las pro­fundidades, abrumador y pesado, -un estallido de paredes, un agrietamiento, un desmoronamiento…

¡Libérame de la muerte viva! – Más insoportable que la locura es esta tum­ba en las tinieblas, – las piedras me cu­bren y me rodean, -no hay aire suficiente ni para que respi­re una rosa; – ¡asfíxiame de una vez, como unas manos estranguladoras! – ¡Ahógame, aplástame con un bloque de piedra! – Todo menos esta tortura en el ara del sacrificio. -¡Arranca ya el corazón de la víctima, cla­va el cuchillo de piedra!

Agadir, nunca más, – Agadir, para siem­pre en nosotros, ciudad de la vida y de la muerte, vida y muerte unidas, – Agadir, hundido ya en el pasa­do, espejismo eterno ante nosotros, – Agadir, preparación, advertencia – de lo que quizá nos espera: la gran aniquilación, – el mundo en ruinas, la tierra desolada, sólo el humo de la muerte desvaneciéndose en el espacio, nunca más, – para siempre – Agadir”.

Hoy todos ellos, o aún mejor: todos ustedes, los caídos del Jueves Negro en la ciudad capital,  presencia en la memoria colectiva. Ustedes todos.  (A su memoria.)

Patishtán y justicia basura

Así titula Hermann Bellinghausen su artículo editorial del pasado lunes en La Jornada, donde alude al caso del maestro Alberto Patishtán, encarcelado en alguna prisión chiapaneca bajo acusación de un crimen del que presuntamente es inocente, y que ya ha levantado voces en España y otras naciones en demanda de su pronta libertad. Justicia basura.

Pero basura cara, mis valedores. Los ingresos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación han sido hasta hoy de 714 mil 576 pesos mensuales, pero ahora se aumentan en 30 mil  y se les agrega una compensación garantizada, prima vacacional, aguinaldo (24 mil 211 de aumento) y otros tantos por seguro de separación individualizado y 14 mil 286 como «estímulo» por antiguedad. Así cobra la justicia basura de nuestro país. Es México.

La justicia no es, en ningún modo, obra de la ley. (P.J. Proudhon).

Semejante valor es la suprema aspiración del humano, la máxima virtud de toda comunidad, su elemento vitad, que es decir su sangre, su savia, su oxígeno. Cuando en esa comunidad existe la justicia las masas sociales coexisten ordenas y son, por lo mismo, justas, armónicas y  equilibradas. Cuando los miembros de esa comunidad perciben que esa justicia  existe son capaces de la epopeya. La larga marcha de Mao, el corte de caña y la campaña alfabetizadora en Cuba, y en México la expropiación petrolera, con la gente poniendo en manos de don Lázaro las joyas de la familia. Cuando percibe que no existe la justicia, esa comunidad se agosta, se erosiona, se resquebraja y termina en cínica tal como ocurre el día de hoy. Sin más. Mírenlo ustedes en derredor.

Yo, declaro, que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte. (Platón).

Tan escasa resulta entre los humanos, y tan apreciada, que la imaginación le ha ideado mundos ideales, utopías imaginadas en razón directa de nuestra imperfección como entes humanos. Semejante aspiración es un hecho fehaciente en tales mundos imaginarios, donde existe una justicia perfecta:  El Edén, La Antártida y La República,  La Edad de oro, la Ciudad del Sol, La ciudad de Dios, La Utopía, El Falansterio y el socialismo ideal. Lástima que no sea verdad tanta belleza…

(De la justicia los mexicanos muy poco sabemos, pero con la injusticia sí estamos familiarizados, que de ella existen entre nosotros al menos un par de testigos: la víctima y el victimario.)

Hay en la vida una justicia inmanente, que se cumple con lentitud, pero sin fallar; en ella dejo toda mi esperanza. (Rilke).

Sin  justicia la comunidad habita en el miedo y el rencor, carente de un mañana que le dé confianza, seguridad, certidumbre. ¿Y siendo así qué no ocurre, qué no puede ocurrir en una sociedad como la nuestra, que de forma simultánea padece una falta total de justicia, una nota roja que crispa los noticiarios y proyecta en la comunidad un miedo y una zozobra generalizadas,  y el flagelo de la más desaforada corrupción lucrativa e impune? Porque cuando carece de justicia y sobrevive en la inseguridad y la incertidumbre esa comunidad ha perdido la fe en sus valores establecidos y en las instituciones del Estado. Tal es el retrato hablado (escrito) de México, nuestro país.

Hacer depender la justicia de las convenciones humanas, es destruir toda moral». (Cicerón)

Y como la injusticia y la desigualdad son elementos presentes en el ente humano desde su nacimiento hasta que deja de ser, mis valedores: ¿más justicia basura para el maestro Alberto Patishtán? Ah, México.      (Este país.)

Dinastía de chaparros

A quien(es) corresponda:

El legendario comunero potosino Pedro Jasso, 91 años de edad, marcha una vez más rumbo al Distrito Federal.

Paradigmática se tornó la marcha-plantón de don Pedro Jasso hace  algunos ayeres, ¿la recuerdan ustedes? ¿Se acuerdan de aquellos plantones épicos que mantenía el potosino para ¡e-xi-gir! justicia de las autoridades correspondientes con la devolución de unos terrenos que atrabiliarios rancheros de la región le habían arrebatado en alguna ranchería de San LuisPotosí? A propósito:

Por exigencias de justicia, repito,  don Pedro se desplazó ¡a lomos de burro! desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital.  Sus plantones en el corazón del  zócalo causaron expectación, y lo más llamativo: que el comunero se hacía acompañar del Chaparro. No, no uno de los 118 millones de chaparros que sobrevivimos en este país, sino un burro con ese nombre: el Chaparro. ¿Resultado de la gestión de don Pedro Jasso,  que en plantón resistió en el corazón del zócalo capitalino  a lo largo de meses, de años, soportando a pie firme y a veces pandeándose  lluvias, calores, neblinas y fotografías de morbosos turistas? De justicia, don Pedro nada consiguió,  pero sí la muerte del muy pollino Chaparro que, tal vez columbrando la inutilidad de la táctica impuesta por el comunero, no pudo sobrevivir al enésimo plantón. Muerte heroica como había sido su vida.  Ya el Chaparro descansa en su paz.

Lástima de años de plantón,  sí,  y lástima de su muerte, pero como ese fruto dulcísimo de la justicia no se lograba, ni la autocrítica funcionó en el protestante don Pedro, los plantones siguieron una y otra vez, meses y años hasta que al Chaparro primitivo lo relevó el Chaparro junior, y más tarde el nieto de el Chaparro original. Muchas marchas-plantón, sí, ¿pero la justicia? De justicia, ni sus luces,  y al paso del tiempo, de don Pedro Jasso y dinastía de chaparros nada se volvió a saber. Y así hasta el día de hoy. De la nada habían salido y a la nada volvieron a dar. Vidas inútiles.

Pero no, mis valedores, que Jasso y chaparros una buena herencia legaron para quien quiera entender; para quien logre el ejercicio, tan dificultoso, de  pensar,  y en un sano ejercicio de autocrítica logre aplicar  para sí la  moraleja adjunta.

¿Esos compañeros que a su hora realizaron su propia marcha-plantón ya lograrían entender? ¿Lograrían escarmentar en burro ajeno? ¿Lograrían entender que la marcha-mitin-plantón es solamente un medio de dar a conocer nuestro problema, y que de ahí hay que pasar a la siguiente etapa en las  formas de lucha contra el adversario histórico? ¿Atenderían las lecciones que imparten la historia, la realidad objetiva y la experiencia propia sobre la táctica de una marcha-mitin-plantón que es necesaria, pero insuficiente; que siendo un medio no hay que convertirla en un fin, porque entonces exhibe sus inutilidad? ¿Y así persistimos en los movimientos multitudinarios? ¿Y así intentamos salir del laberinto de Creta donde nos encerró un Sistema de poder al que tomamos por aliado nuestro hasta el grado de amorcillarnos en la exigencia de que el Minotauro abandone su naturaleza carnívora y por amor a nosotros se torne vegetariano?

Aquí, destinada a quien(es) corresponda, la noticia que apareció un día cualquiera en este país: “Integrantes de organizaciones campesinas (u obreras, de maestros o estudiantiles) se manifiestan frente a la Secretaría correspondiente exigiendo justicia”.

Mis valedores:  todo esto es México. (Nuestro país.)

¿Dónde está México?

             Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre.

Aquí finaliza, mis valedores, el documento con que la voz cubana de  Celia Hart irrumpe en las fiestas patrias del que nombra “México inmutable y eterno”, para repasar vínculos históricos que, más allá de gobiernos proyankis,  mantienen a México y Cuba amarrados con nudo gordiano. “Con ñudo ciego”, como allá decimos. Celia:

– La revolución mundial le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en el país, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.

Ahora, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate?  Está en el alma de mestizos. Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo: Muero por la revolución.

México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. (Yo, además, en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer…)
Los sucesos recientes, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del ese que por horror a la corrupción de sus partidos sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo, comienza a exigir altura a sus gobernantes. (Y por ahí anda quien fue su alcalde que aún hoy puede convertirse en un verdadero líder de América. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán si, finalmente, merece o no merece participar con México en su porvenir.)

Los últimos incidentes con Cuba fueron protagonizados por cualquier otro, pero nunca por auténticos mexicanos. Los de Los Pinos  (Fox, Calderón) nunca serán mexicanos. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperen que los volcanes hablen!

Pero México se renovará. No podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible. Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 de septiembre y todos los días del año. El grito del padre Hidalgo fue nuestro grito.

¡Viva la independencia revolucionaria de este querido México lindo que todos los americanos estamos necesitando!

México, Cuba, país uno y múltiple. (Sin más.)

Del México mestizo

Programo para fecha posterior la crónica de la invasión que contra nuestro país perpetró el gringo en el XIX, que el 16 de septiembre de 1847 iba a rematar con la bandera invasora ondeando en el zócalo capitalino. Hoy, la voz cubana que alude al México nuestro, a lo que queda de él.

José Martí amaba a México, su segunda patria, la de Zapata, Villa, Juárez y Cárdenas. Hoy,  ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate? No en Los Pinos. En el alma de mestizos.

Muy cierta, a mi juicio,  la expresión de Celia Hart, escritora cubana que con nosotros celebra las que la voz oficial ha dado en llamar fiestas patrias. “Porque México es un país de revolución. Pertenece a la élite de pueblos revolucionarios. Con Francia, Haití, Cuba, EU y otros pocos más. El actual gobierno mexicano (Fox, Calderón) le está extirpando el aire con un servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de Don Benito y Don Lázaro«.

El documento fue publicado por Celia Hart un 16 de septiembre de hace años allá en La Habana, donde los cubanos festejan nuestras fiestas patrias. La escritora aludió al festejo y, lastimada por la política internacional de los gobiernos de Fox y el sucesor, que zarandearon la tradición diplomática del país y la roqueña  hermandad de nuestros dos pueblos, alzó su voz  para manifestar su amor a México y su rencor por los panistas que lograron encaramarse en Los Pinos:

– En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical. Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar. Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.

El Grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía estúpida y sórdida y que sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres. La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre.

Tengo la premonición de que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la frontera de Nuestra América con los EU, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los EU ser más tolerantes con la nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.

¡José Martí no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que “ya los mexicanos sabían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras” y que “ya hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu”.

¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío necesario para declararse libre? ¡Más ha hecho México en subir donde está, que los EU en mantenerse decayendo, de donde vinieron!”

Hidalgo, Don Benito, Madero, Zapata, Villa, los cadetes de Chapultepec, Don Lázaro, los invencibles estudiantes del 68 y tantos y tantos más, comiencen a gritar desde sus siglos y sus tumbas. América gritará junto a ellos.

(Mañana.)

Perros de guerra

La invasión de marines gringos a nuestro país, mis valedores. Aquí mismo, hace un año, les recordé la expresión dolorida del historiador B. Delorme:  ¿Habrá tarea más dolorosa que consignar los episodios de traiciones, indignidades y derrotas que oscurecen la historia del país?

Y si se trata de lamentar tragedias descomunales:  el pasado miércoles mexicanos sumisos ante los medios de acondicionamiento social conmemoraron  la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York; se dolieron una vez más, como año con año, a la nostalgia de la tragedia ocurrida en el Imperio del Norte que conmovió al mundo aquel 11  de septiembre del 2001. Violencia inaudita del terrorismo internacional, según aleccionamiento de todos los «medios». ¿Aclararon también ante ustedes que existen dos clases de violencia: la violencia causa y la violencia efecto? ¿Especificaron que uno es el terrorismo  de Estado, que perpetra el gringo invasor, y otro, infinitamente menos dañino por sus efectos, que es el terrorismo contestatario, terrorismo «al por menor», como llama Noam Chomsky a las acciones terroristas de los patriotas lacerados por los crímenes del gringo invasor? (¡Siria, cuidado con el Premio Nobel de la Paz!)

Durante la sangrienta invasión que siguió al 11 de septiembre  lo afirmaba el entonces presidente de EU G.W. Bush:  “Los americanos luchamos no para imponer nuestra voluntad, sino para buscar la paz”.

Tragedias y manipulación. ¿Cuál fue la reacción de tantos de ustedes ante la efeméride de la tragedia provocada por el gringo R. Nixon un 11 de septiembre de 1973 contra don Salvador Allende, Presidente Constitucional de Chile, que en el cuartelazo perdió la vida? Los tantos que ayer  amanecieron con las entrañas empapadas de compasión por los gringos sacrificados en las Torres Gemelas, ¿dedicarían hoy un recuerdo a las víctimas de las tropas gringas que invadieron nuestro país y provocaron una mortandad en el asalto a Chapultepec el 13 de septiembre de 1847, entre ellas algunos cadetes del Colegio Militar y la totalidad del Batallón de San Blas, con todo y su comandante, Santiago Xicoténcatl? Mis valedores:

¿Somos manipulados o no? ¿Somos o no somos víctimas del acoso de radio y televisión? ¿No les hemos permitido que nos secuestren el pensamiento, el lenguaje, la acción? Aquí la somera reseña de aquello, atroz, perpetrado por el gringo invasor contra los antepasados de estas masas desmemoriadas a las que los voceros oficiosos del Poder les ha arrancado la memoria histórica:

“Los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec pisoteando cuerpos de héroes, y la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre aquel memorable lugar después de que los alumnos del Colegio Militar hubieron dado su vida por defender el último reducto de la Patria. El 13 de septiembre las tropas del Gral. Scott se adueñaban de la capital de la República. ¡El 16 de septiembre de 1847 la bandera del invasor ondeaba, airosa, en el Palacio Nacional!” (B. Delorme.)

¿Lo recordaron ustedes, lo habrán tenido presente? ¿Ustedes, más allá de manipulaciones de casi todos los «medios», conmemoran aquello atroz ocurrido un día como hoy, pero de 1847? Al amanecer de esta fecha hace 166 años,  tenerlo presente, el pabellón de las barras y las estrellas ondeaba en el Palacio Nacional de nuestro país. Más de un siglo y medio después iba a ocurrir la catástrofe de las Torres Gemelas, que aquí todos tienen presente. Ah, masas, ah, México, mi país.

(Seguiré el lunes.)

Perros de guerra

Barack Obama, mis valedores, el gendarme mundial. Leo puntos de vista de analistas diversos sobre la posibilidad de que el Premio Nobel de la Paz invada Siria  y del papel que en ello desempeñan Rusia, China, y La Gran Bretaña, aliada principal de los  Estados Unidos a la hora de la invasión, así para justificarse recurran a datos falsos como los que pretextaron para tasajear Iraq y apoderarse de su petróleo. Pero entre esos puntos de vista no descubro uno solo que se refiera a la desmesura imperial. Leo, a propósito, a E. Weinberger, ensayista estadunidense:

“Hace 2 años Bush necesitaba una salida para la crisis de su gobierno, sobre todo ante la recesión económica. Esa salida fue la guerra en Afganistán y luego en Iraq. ¿Qué sigue? ¿Una nueva guerra? No se puede subestimar la amnesia colectiva inducida por el sensacionalismo de los noticiarios que transmiten las 24 horas, ni el talento de Bush y sus consejeros para manipular la prensa».

¿La prensa de los Estados Unidos?  «No contar la verdad, afirma Noam Chomsky, sino servir al sistema. Tal es la función de la prensa norteamericana. El Pentágono no sólo ha desarrollado armas cada vez más complejas para los campos de batalla en el extranjero, sino que también ha perfeccionado su propaganda para granjearse la opinión pública en su propia casa y a escala mundial. Para eso, la prensa norteamericana”.

Engaño, manipulación. Los maestros a sus alumnos en escuelas de los EU: “Cuando pienses en talibán, piensa en los nazis. Cuando pienses en Bin Laden o Saddam Hussein, piensa en Hitler, y cuando pienses en Afganistán (ahora, en Iraq), piensen en los campos de concentración».

Y es que una superpotencia que se erige en gendarme de las relaciones internacionales tiene la precaución de avituallarse de los instrumentos que le permitan solucionar  los conflictos de forma tal que no se ve posteriormente obligada a hacer la guerra para eliminarlos. (El Premio Nobel de la Paz, por ejemplo,  si se decide a iniciar la masacre en Siria.)

A propósito: justos conceptos, según lo prueba la historia, son estos que expresó en Le Monde Diplomatique el general israelí Matitiahu Peled hace tres lustros: «No se precisa ser historiador para comprender que la crisis se remonta a 1980, es decir, a la invasión de Iraq a Irán. Tal recuerdo, no obstante, incomoda a los políticos europeos y norteamericanos, que por aquel entonces no hicieron esfuerzo alguno para que el Derecho Internacional o la Carta de las Naciones Unidas se respetara y sí, en cambio, para armar al agresor».

Y el dato ilustrativo de los perros de guerra: “En cuanto a la enorme concentración de tropas en Arabia Saudita sorprendió la conducta de  los EU. Hoy se sabe que fue la Casa Blanca la que pidió a Arabia Saudita, a pesar de sus reticencias, a aceptar este despliegue militar. Para vencer sus objeciones, los EU utilizaron de incentivo un contrato de venta de armas por 25 mil millones de dólares, clásico espejo que refleja los apetitos de esta clase de regímenes”. Y que si en la Guerra del Golfo subsiste todavía algún misterio, ese es el de la razón por la que los EU decidieron perpetrarla (sé lo que digo) a pesar de que la retirada iraquí de Kuwait hubiese podido lograrse por otros medios».

Chomsky: “¿Motivos para el control de Iraq? Controlar ese país pone a EU en una posición muy poderosa para extender su dominio sobre las mayores reservas estratégicas de petróleo del mundo. No es una razón pequeña».

Hoy Siria  está en la mira del Premio Nobel de la Paz. (Aberrante.)

A su memoria

Los aviones iban directo al blanco. Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Luego las calles vacías, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

Pero no equivocarse, mis valedores, que yo no soy de esos manipulados del fervor inducido por el atentado a las Torres Gemelas de N.Y. que olvidan lo que en verdad debería interesarles. Yo, a salvo de la manipulación imperial. Que las entrañitas sensibles caigan en la trampa del duelo colectivo al que los incita el Imperio. Once de septiembre, Torres Gemelas, miles de víctimas. No conmigo, que a mí me nace conmemorar el daño inconmensurable y la herida que la perversidad del gringo perpetró en un país hermano como es la República de Chile, con el sacrificio y la muerte de don Salvador Allende, su presidente constitucional, y los miles de chilenos que murieron o tuvieron que conocer la tortura en celdas de castigo y sufrir el gobierno de un dictador.  Después de esto, ¿Las Torres Gemelas como prioridad, como exclusividad? Bah.

En Chile, país hermano  miro un palacio de gobierno en llamas, con Washington de victimario. Los aviones, directo al blanco. “La historia, cansada de crear…”

Chile, 11 de septiembre, 1973. R. Nixon tramó el magnicidio, la CIA como cerebro de la acción terrorista. De brazo ejecutor, un  Pinochet que antes de fallecer viejo, achacoso, con fama pública de multiasesino y corrompido hasta el tuétano de un alma en ruinas, susurraba, vocecilla de vahído y desguanzo:

– Pido perdón si es que en aquel entonces cometí algún error

El 15 de septiembre de 1970 R.M. Helms, entonces director de la CIA, fue llamado por Nixon, quien  le ordenó la operación encubierta en Chile. Tenía que evitarse que el marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿Cuántos habían visto a un presidente de EU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar la orden rabiosa de Nixon:

– Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile! Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario,  ¡pero haz chillar la economía!

Santiago de Chile. “Existían muchos intereses económicos. Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de EU que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno los militares quebraran el régimen democrático e impusieran la dictadura”.

Tiempo después, un 11 de septiembre también, pero del 2001, se dolía G.W. Bush, protector de halcones israelíes genocidas, que en los sucesos de las Torres Gemelas encontró el pretexto perfecto para invadir Irak, asesinar a Saddam Hussein y apoderarse del petróleo del país invadido:

«¡No sé por qué nos odia todo el mundo. Estoy asombrado porque sé lo buenos que somos!»      “No, Sr. Presidente, le refutó R.M. Bowman, ex director de la Guerra de las Galaxias. Ni somos buenos ni usted le dijo la verdad al pueblo de EU de por qué somos blanco del terrorismo: ¿porque representamos la democracia, la libertad y los derechos humanos en el mundo? ¡Mentira! Porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas”.

El 11 de septiembre, mis valedores,  ¿qué significa para todos ustedes? ¿Nueva York o Santiago de Chile? ¿Allende o Bush? Don Salvador. (A su memoria.)

Fracaso educativo

Los maestros deben perseguir la formación de seres humanos competentes para desarrollar un pensamiento alternativo y hacerlo realidad. (S. Shmelkes.)

La educación en México, mis valedores. En contrapunto con el dicho de Calderón de que “en la última década México avanzó de manera inédita en educación”, van aquí  las reflexiones de Graciela Cárdenas Flores, mentora con 35 años en el aula escolar.

«La necesidad de preparación continua para docentes se realiza a través de cursos de actualización que se impartían los sábados o en vacaciones. Hoy, en las escuelas del Edo. de México (no tengo noticias de otros Estados), en el año escolar se ha logrado el diplomado mediante la suspensión de labores dos o más días casi cada semana. Los alumnos se quedan sin clases recibiendo en casa la “educación” de la TV.

Ya que es obvio que el combate al rezago escolar no es prioridad de las autoridades educativas,  tendríamos que asumirlo; si no lo hacemos es, en principio,  por la falta de preparación, ya que el nivel académico en las escuelas Normales va en declive constante. “Las Normales deberían transformarse en escuelas de turismo”,  se declaró alguna vez  en el SNTE, y eso nos comprueba que para la SEP no es prioridad  mejorar el nivel académico de los maestros y, por ende, el de los alumnos.

Un tema coyuntural: el grupo parlamentario de cierto partido político solicitó a la SEP que haga público el padrón de maestros comisionados al SNTE, en el que según la Auditoría Superior de la Federación, 10,279 profesores están comisionados por la SEP para tareas sindicales, pero 5,145 de ellos realizan actividades no gremiales. El hecho de que la que fue líder   del SNTE tuviese un partido político hace suponer que se trataba de inducir, desde esos puestos de poder, a votar en el sentido que a ella conviniera, dando a cambio algunos privilegios para quienes obedecieran sus intenciones.

Lo anterior no exime al magisterio de la responsabilidad por el lamentable nivel educativo del país. Los maestros somos responsables de 1) Permitir que nos impongan planes y programas para adaptar a las nuevas generaciones a las exigencias de las reglas que  la globalización impone, en lugar de promover en nuestros alumnos la formación de un pensamiento crítico. 2)  De aceptar migajas a cambio de seguir al pie de la letra los lineamientos que en forma vertical nos imponen las autoridades  3) De no tener conciencia de clase porque nuestra cultura política es la que nos imponen, sin pensar que son los asalariados quienes nos pagan, y a quienes  traicionamos cuando omitimos hacer lo que nos corresponde. 4) De ser reiterativos en estrategias desgastantes que conducen al menosprecio de la sociedad por nuestra labor, sin considerar alternativas que nos acerquen más a los que pagan nuestros servicios, y 5) De no dar importancia a la preparación académica y política que es indispensable en nuestro trabajo.

Carezco de más detalles acerca del pobre estado de nuestra educación pública.  Otros colegas, con base en su propia experiencia, enriquecerían estos apuntes. Creo, finalmente, que debemos empezar a adquirir conciencia social y a asumir nuestra responsabilidad como educadores, o la sociedad nos seguirá criticando un fracaso educativo del cual somos parte integrante.  Persistir en nuestra propia ignorancia nos convierte en cómplices. Sin más. ¿No le parece?»

Mis valedores: ¿con los gobiernos del PAN y del PRI «México  ha avanzado de manera inédita?» ¿Con los de algún otro color avanzaría? ¿Sí? (En fin.)