Patishtán y justicia basura

Así titula Hermann Bellinghausen su artículo editorial del pasado lunes en La Jornada, donde alude al caso del maestro Alberto Patishtán, encarcelado en alguna prisión chiapaneca bajo acusación de un crimen del que presuntamente es inocente, y que ya ha levantado voces en España y otras naciones en demanda de su pronta libertad. Justicia basura.

Pero basura cara, mis valedores. Los ingresos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación han sido hasta hoy de 714 mil 576 pesos mensuales, pero ahora se aumentan en 30 mil  y se les agrega una compensación garantizada, prima vacacional, aguinaldo (24 mil 211 de aumento) y otros tantos por seguro de separación individualizado y 14 mil 286 como «estímulo» por antiguedad. Así cobra la justicia basura de nuestro país. Es México.

La justicia no es, en ningún modo, obra de la ley. (P.J. Proudhon).

Semejante valor es la suprema aspiración del humano, la máxima virtud de toda comunidad, su elemento vitad, que es decir su sangre, su savia, su oxígeno. Cuando en esa comunidad existe la justicia las masas sociales coexisten ordenas y son, por lo mismo, justas, armónicas y  equilibradas. Cuando los miembros de esa comunidad perciben que esa justicia  existe son capaces de la epopeya. La larga marcha de Mao, el corte de caña y la campaña alfabetizadora en Cuba, y en México la expropiación petrolera, con la gente poniendo en manos de don Lázaro las joyas de la familia. Cuando percibe que no existe la justicia, esa comunidad se agosta, se erosiona, se resquebraja y termina en cínica tal como ocurre el día de hoy. Sin más. Mírenlo ustedes en derredor.

Yo, declaro, que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte. (Platón).

Tan escasa resulta entre los humanos, y tan apreciada, que la imaginación le ha ideado mundos ideales, utopías imaginadas en razón directa de nuestra imperfección como entes humanos. Semejante aspiración es un hecho fehaciente en tales mundos imaginarios, donde existe una justicia perfecta:  El Edén, La Antártida y La República,  La Edad de oro, la Ciudad del Sol, La ciudad de Dios, La Utopía, El Falansterio y el socialismo ideal. Lástima que no sea verdad tanta belleza…

(De la justicia los mexicanos muy poco sabemos, pero con la injusticia sí estamos familiarizados, que de ella existen entre nosotros al menos un par de testigos: la víctima y el victimario.)

Hay en la vida una justicia inmanente, que se cumple con lentitud, pero sin fallar; en ella dejo toda mi esperanza. (Rilke).

Sin  justicia la comunidad habita en el miedo y el rencor, carente de un mañana que le dé confianza, seguridad, certidumbre. ¿Y siendo así qué no ocurre, qué no puede ocurrir en una sociedad como la nuestra, que de forma simultánea padece una falta total de justicia, una nota roja que crispa los noticiarios y proyecta en la comunidad un miedo y una zozobra generalizadas,  y el flagelo de la más desaforada corrupción lucrativa e impune? Porque cuando carece de justicia y sobrevive en la inseguridad y la incertidumbre esa comunidad ha perdido la fe en sus valores establecidos y en las instituciones del Estado. Tal es el retrato hablado (escrito) de México, nuestro país.

Hacer depender la justicia de las convenciones humanas, es destruir toda moral». (Cicerón)

Y como la injusticia y la desigualdad son elementos presentes en el ente humano desde su nacimiento hasta que deja de ser, mis valedores: ¿más justicia basura para el maestro Alberto Patishtán? Ah, México.      (Este país.)

Un comentario en “Patishtán y justicia basura”

  1. En este país, el ciudadano concibe la justicia entorpecida, selectiva, despiadada, y que sólo aplica al que tiene los medios para hacerla valer: ahi estan los Salinas, los Lankenau, los Cabal Peniche, los narcocarteles, los Granier, los gober «preciosos», en fin. Como usted dice: «México, mi país».

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