México y el subdesarrollo mental, el más grave de los subdesarrollos. La Encuesta Nac. de Lectura (22-IV-13) revela que en el 2006 el mexicano leía apenas 2.9 libros al año, básicamente de horóscopos, «superación personal» y «desarrollo humano», imagínense. Pero qué alentador: ya para el 2012 se anunciaba que al año ya leemos 2.94 libros. Tremendo avance que se mide en décimas. Y luego el por qué de nuestra aplastante mediocridad. Lo afirma el estudioso:
Un rasgo común entre un joven que ataca con bombas incendiarias y el muchacho que asalta y viola en un microbús: ambos son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Sin la oportunidad de leer, su imaginación y su sensibilidad quedaron muertas.
Ustedes, mis valedores, ¿cuántos libros leyeron el año anterior? ¿Cuántas horas dedicaron a la lectura? ¿Y a ver la televisión? ¿A cuál de los dos ejercicios (leer, ver la TV) favorece el balance? Entonces rindámonos a la evidencia: cada uno de nosotros es lo que su espíritu es, y su espíritu es eso que le damos por alimento. Y entonces la conclusión: por la lectura y la reflexión somos entes de ideales o somos mediocres. Sin vuelta de hoja. Sin más. Sin cambio de canal, para que algunos me entiendan.
Y luego por qué somos lo que somos y como somos. Por qué estamos como estamos. Por qué nos damos gobiernos como el del difunto beato del Verbo Encarnado (difunto político). Por qué permitimos que nos lo dieran. Por qué el tanto de seis penosísimos años pudimos soportar a semejante Tartufo que convirtió el patrio territorio en un delirante almácigo de cadáveres descuartizados. Todo porque la apatía frente al libro nos esteriliza para pensar y crear estrategias y tácticas que nos lleven a darnos un gobierno aliado al que obedecer como sus mandantes. ¿No está ahí la explicación del por qué nos hemos atornillado en el puro reniego y el redrojo histórico de la mega-marchita?
Pobre país el nuestro, que así exhibe tan siniestro balance entre el ejercicio de la lectura y el de las horas que permanecemos aplastados a dos nalgas frente a la pantalla de plasma, en una postura que remeda la de El Pensador de Rodin, pero que en materia de espíritu y de intelecto es la postura que se adopta a la hora y punto del lugar excusado. Lóbrego.
Y hablando de leer, mis valedores: ¿alguno de ustedes conoce la obra de Kafka, o lo citan como al Quijote, Fuenteovejuna o la Biblia, sólo de oídas? Que esta situación es kafkiana, y que si Kafka escribiese hoy día sobre asuntos de México su literatura sería costumbrista, y tonteras de ese calibre. Los mediocres son temerarios y no les arredra ponerse en evidencia como ignorantes que piensan con cabeza ajena y sólo repiten opiniones y conceptos que escuchan en los diversos medios de condicionamiento de masas. Dígalo, si no, un cierto mediocre e ignorante, ayuno del más elemental sentido de recato y autocrítica, individuo de triste memoria como presidente del país que hoy, tragicómica figura del esperpento y la picaresca política, sigue causando lástimas y verguenza ajena. Sí, ese cocacolero proyanki Vicente Fox que en su sexenio se permitía la desmesura de llenarse la boca con citas de “José Luis Borgues”, al igual que la “señora Marta”, tal para cual en zafiedad e ignorancia, convertía a Rabindranath Tagore en “La Gran Rabina Tagore, y aquí me parece válida la aclaración: tampoco el actual residente de Los Pinos se ha distinguido por su cultura y afición a los libros, ni mucho menos. Lástima.
(Sigo después.)