Para integrar a clases antagónicas en un sistema económico donde unos mandan y otros obedecen, es preciso que quienes detentan el poder político y económico traten de maquillarlo de «democracia» mediante campañas de propaganda para conseguir el consenso de las masas. De esta manera puede ser ocultada la crisis de un sistema económico y político contradictorio, con tal de que los medios de condicionamiento de esas masas lo adulteren «ante un pueblo desinformado» que no sabe a donde va ni lo que le depara un futuro incierto…
Tal afirma el estudioso del tema, y que los concesionarios de radio y televisión necesitan monopolizar las ideas, las noticias y la cultura, para que las masas acepten pasivamente su condición y otorguen su consenso, por desinformación a los partidos políticos que se turnan en el poder. Elocuente.
Y es debido a ese duopolio de la televisión manipuladora de masas, Televisa y TV Azteca, por lo que todos los valores de esta nuestra comunidad son trastocados, y todas las palabras vaciadas de su significado original para ponerlas al servicio de ideologías de dominación del Sistema de poder sobre esas masas desposeídas, enajenadas sañudamente por una industria del cinescopio que está al servicio de ese «Sistema» del que forma parte fundamental. Mis valedores:
Aturdido todavía por el mazazo, por ese marrazo, no por anunciado menos doledor que a mí, a ti, a todo el paisanaje de este país cada vez más ajeno acaban de asestar los Senadores con una reforma a la Ley de Radio y Televisión servilmente cortada a la medida tanto de Televisa como de TV Azteca, aquí aporto un somero esbozo de retrato hablado de la «industria de los medios», con lo que podremos tantear el tamaño de los perjuicios que el cinescopio causa en unas masas sin conciencia de los tamaños de su enemigo histórico. Lo afirman estudiosos diversos:
En tanto instrumentos, los medios de comunicación no jugarán otro papel que el que quieran asignarles sus dueños. Así, podrán ser instrumentos de cultura o instrumentos de incultura; medios de dominio o medios de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quienes ésta se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social.
Seleccionando las noticias que apoyan su propia política y omitiendo otras, o dando importancia a los sucesos y aspectos de los asuntos que siguen su tendencia a ser preferidos entre todos, en casos extremos, los «medios» producen entre las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, lo cual puede hacerse dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. El papel político del periodismo queda de manifiesto si analizamos la realidad objetiva: no existe la información por la información. Se informa para orientar en un determinado sentido a las diversas clases y capas de la sociedad, y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas, es decir: se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total…
En México, como en todo el mundo, la prensa tiene un doble carácter: industria y comercio. Una industria y un comercio tan costosos que su creación exige recursos económicos fuera del alcance del periodista. No hay uno, ni un grupo de periodistas, que sean los dueños de la industria, impresa o electrónica; de existir, su sobrevivencia dependería, a su vez, del Sistema. El periodista no es más que un asalariado al servicio del dueño del diario, la estación de radios o la de televisión, una industria con intereses comerciales.
El grueso de las ganancias de los «medios» no provienen de la «venta de noticias», sino de las ventas de espacios para la publicidad a las otras empresas del capitalismo, principalmente el gobierno. Ellos le darán o negarán la subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida en que el periódico, la radio o la televisión defiendan, claro, sus intereses. Así, en función del negocio económico, el dueño del diario, la radio o la televisión, lo abrirá a privilegiar el interés de los patrocinadores, en contra de las masas, y las va a atiborrar de crimen, sexo, deportes, telenovelas, escándalos de las «estrellas» del espectáculo y todo lo que alimenta al televidente del ombligo hacia abajo. Tal es la subcultura de la industria del periodismo…
Las potencias del poder económico intervienen en la «industria de la información» para controlar con ella la conciencia popular para dirigirla política e ideológicamente en el sentido deseado por los industriales, los banqueros, los grandes comerciantes. Sin más. Conque… (Seguiré
con el tema.)
Cuando los espectadores , gracias al control remoto, empezaron a cambiar de canal cada vez que empezaban los anuncios comerciales (zapping, ni modo en inglés sí hay una palabra para nombrar esa práctica), los dueños de las televisoras empezaron a incluir anuncios dentro de los programas.