“Leo en El Comercio, el diario que superó todas las formas de la infamia en su campaña contra Ollanta Humala, un editorial escrito con gran moderación y, se diría, con entusiasmo, por la política económica que Humala se propone aplicar en Perú”. (M.Vargas Llosa.)
Y que ahora lo alaban también jerarcas diversos de la iniciativa privada. “¿Qué ha ocurrido para que todos se volvieran humalistas de pronto?” Mis valedores: tal la fascinación que en tantos colegas provoca el Poder. Yo, cuando me iniciaba en la radio, la TV y la prensa escrita, observé a los del oficio, y lo que vi me llevó a postular en ocho palabras el lema de mi actividad periodística: “Ni un ataque gratuito ni un elogio pagado”. Y hasta la fecha. A propósito:
De ese embeleco que apodan libertad de prensa recuerdo el material atroz que ante el estallido del 68 en Tlatelolco exudaban algunos medios de acondicionamiento social, como El Heraldo, hoy felizmente difunto, y que clamaba, a resultas de la masacre de Tlatelolco:
“Transformados en opulentos burgueses, algunos montaron una grotesca conspiración golpista para derribar al gobierno y montar la dictadura marxista. Se estrellaron contra el Presidente Díaz Ordaz, a quien apoyó el ejército. Sólo contaron con la militancia aborregada de la clase social más manipulable por su inexperiencia e inmadurez: algunos estudiantes de universidades dominadas por la caterva intelectualoide del marxismo.
Utilizaron a su santón y lamebotas castrista (sic): Lázaro Cárdenas, quien montado en el toldo de su auto, en el zócalo, arengó a una masa de gritones para ocupar Palacio Nacional. La respuesta de los motineros enemigos de México: ¡Revolución Sí, Olimpiada No! Pero obreros, campesinos, clases medias y la Nación entera les dieron la espalda.
El 2 de octubre los traidores lanzaron a las juventudes a su última trampa sangrienta. Su estrategia: provocar a nuestro Ejército, que no cayó en la trampa. Nuestros soldados fueron agredidos por los francotiradores terroristas que previamente se habían escondido en lo alto de los edificios. El Ejército protegió a los civiles que se vieron envueltos en la balacera. El complot traicionero de la antipatria roja fue aplastado y el Ejército salvó a nuestra nación. Si México es libre es gracias a la valerosa y fiel acción del Ejército Mexicano, que afrontó la guerrilla del golpismo extranjerizante, fundado en las férreas y patrióticas voluntades del Presidente Díaz Ordaz.
Al designársele embajador en España Díaz Ordaz recordó en una entrevista de prensa que si de algo se sentía orgulloso era de su conducta en los trágicos meses del 68, pero más de sus acciones el 2 de octubre. ‘Puse todo en la balanza, mi seguridad, mi nombre, mi honor, mi vida misma, pero al fin salvé a México de haber perdido nuestra libertad’.
La conjura comunista fue la gran derrotada. México y sus libertades los ganadores, gracias a la firmeza patriótica de Díaz Ordaz y nuestro Ejército Nacional.¡Y que sigan chillando los huérfanos del Kremlin!”
El periodismo, mi oficio. En 1999 Mario R. Méndez en la revista Por Esto: “Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Me tocó de qué? / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún. / Me empezó a sonar familiar la voz. / ¿Quién habla? Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio, y me entera que Carlitos M. Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo”.
El periodismo, mi oficio. (¡Uf!)