¡Puuuto!

Y es que la lucha del homosexual frente a la crispante historia de homofobia y agresión del macho muy macho exhibe tintes heroicos. Aquí, para ilustrar el fenómeno de la descalificación de la diferencia, copio un fragmento de Identidad latina, documento ilustrativo que me hace llegar un esforzado de los derechos del homosexual. Con sus arcaísmos:

El Tribunal de la Inquisición, lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna nos asesinaba de 1183 a 1834 en Francia, Alemania, Italia y España. Aún hoy se sigue perpetrando tal genocidio. ¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, escribe en su monumental obra de arte de la literatura universal denominada “Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz”:

“Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió”.

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades, la homosexualidad. El mismo Marqués del Valle, en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales:

“Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado”.(En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad.)

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy Méjico), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la Marquesa de Mancera primero, y más tarde también la Marquesa de la Laguna.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer, por ser libre y por ser lesbiana, la poetisa ganó el odio y la ira del poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas, que en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana, a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo; la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey Conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España para no tener que ver a la señora virreina porque era mujer.

La conclusión del estudioso: “Ni aun con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidamos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del globo mata homosexuales), no pueden liquidamos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran, y porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud así lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dicen que somos enfermos, no pueden probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas.

Lo absurdo, lo paradójico: la iglesia católica, que odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosos templos y palacios. El gran Miguel Ángel es un ejemplo”. (Esto sigue después.)

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