Hoy Francisco viajó por el Oriente y dejó y trajo la paz. Ayer Ratzinger cubrió la misma ruta, y tras de sí dejó una polvareda de ira, estupor y crispación porque se atrevió a befar a los islámicos con corrosivos vocablo como estos:
Mahoma impuso su religión a filo de espada, y trajo con ella lo malo y lo inhumano.
Horrorosa acusación que me recuerda el episodio que Santo Tomás Moro relata en su Utopía, sobre cierto bocón:
“No contento con anteponer nuestra religión a las demás, se alargó a condenarlas todas sin distinción, graduándolas a grandes gritos de profanas y calificando a sus secuaces de gente impía, sacrílega y merecedora del fuego eterno”.
Y al destierro el deslenguado por alborotador e indigno de pertenecer a la comunidad..
. A diferencia de Ratzinger, los conceptos de Emilio G. Aguilar, islamólogo y sacerdote católico:
– Me duele que hablen mal y con falsedad del cristianismo, pero cuando nos referimos a otras religiones, sobre todo al Islam, por qué olvidar el hermoso consejo evangélico: Trata a los demás, mira a los demás, encaríñate con los demás, como quieras que los demás te traten, te juzguen, se encariñen contigo.
Y el periodista judío:
Todos tenemos la suficiente religión para odiamos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.
La aparición del Islam (autor anónimo) fue una llamada a la reforma que la Iglesia, saturada de éxitos desde Constantino el Grande, no supo captar.
Y el sacerdote católico: “Yo no quiero hacer aquí una apología del Islam ni tampoco denigrar al cristianismo. El punto germinal, raíz y razón del Islam, está en esta experiencia de Dios de ese hombre nacido en La Meca en el 570, y sobre el que todos eran unánimes al afirmar que era un hombre piadoso, honesto y caritativo, a cuyo buen juicio recurría frecuentemente la comunidad. Se le conocía por el sobrenombre de el piadoso, el equitativo, el amigo del necesitado y defensor del oprimido. ¡El hombre de acuerdo con Dios!
El profeta y el Islam nos recuerdan dos cosas: Allí donde nuestra postura no es coherente con lo que proyectamos sobre Dios, no es coherente con Dios, no puede venir de Dios. El es amor y el amor no distingue y lo que no se parece en nada al Dios amor y al Dios que ama a todos los pueblos y a todos los seres humanos no viene de Dios, ¡y nunca se mata más impunemente que cuando se mata en nombre de Dios!
Pero el fundamentalismo que atribuimos al Islam es una palabra que no conocen ni el árabe ni los musulmanes. Se la hemos aplicado hasta el punto de que cuando se habla de fundamentalismo todo el mundo piensa en el Islam. Estos días se ha podido ver el fundamentalismo judío: 250.000 personas que gritan por las calles de Jerusalén que quieren volver a la Biblia. ¡Y nunca se puede ser fundamentalista en nombre de Dios!
Todo el Islam es un rendirse sin condiciones a Dios; rendición agradecida puesto que todo vino de Dios, rendición que es la esencia y la consecuencia del pacto que, según el Islam, hizo Dios con la creatura antes de que existiese.
Conceptos de Ibn Arabi, siglo XIII, puro cristianismo y humanismo puro: Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha tomado el receptáculo de todas las formas religiosas; es claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe.
Dios, Alá. (Vale.)