Las aguas bajan turbias

La reforma energética, mis valedores, ¿un riesgo, una amenaza, una oportunidad? ¿La inminente reforma al 27 Constitucional significa privatización del petróleo? ¿Falsa alarma y temores infundados? ¿La industria petrolera no está, en los hechos, privatizada desde hace décadas?

Y cuánto se han polarizado las opiniones de algunos observadores que ven la reforma como un peligro inminente mientras otros la consideran una oportunidad de crecimiento para el país. En pocos momentos de la  historia reciente tales puntos de vista se había expresado tan divididos y polarizados, tan radicales y contrapunteados. Reforma energética sí, dicen los «reaccionarios de derecha» y los colaboracionistas de izquierda.  No a la solapada maniobra de privatización, claman los analistas allegados a la UNAM. Y aquí lo riesgoso: nunca antes en los años recientes se habían concentrado los temores y la repulsa de unas masas sociales para las que el energético es  santo y seña de identidad nacional. Es a ese descontento social   al que la mayoría de los «medios» se enfrentan en la tarea de apaciguar. Mis valedores:

¿En manos de quién o de quienes, quiénes salvaguardan a estas horas la riqueza petrolera y el 27 Constitucional? Priístas de la alzada de Pena Nieto, Beltrones y Osorio Chong, apuntalados por neo-panistas que encabeza Gustavo A. Madero y los chuchos colaboracionistas de «Nueva Izquierda«, imagínense.

Los riesgos del patrimonio petrolero en manos del neo-panismo: en su sexenio lo aseguraba Felipe Calderón:

La inversión privada en PEMEX, garantizará el desarrollo nacional para las próximas generaciones. PEMEX se fortalecerá, y así contaremos con recursos para vivir mejor: más escuelas, medicinas, hospitales, clínicas, caminos, carreteras, puentes, agua potable, drenaje, electricidad, vivienda».Sin más.

Para entender cabalmente la propuesta presidencial de reforma energética hay que acudir a la historia, porque esa maniobra se inscribe en un proceso histórico que se remonta al surgimiento y ascenso de la burguesía, al triunfo del estado liberal contra el estado social, al mercantilismo, el capitalismo, el nuevo orden mundial, El Consenso de Washington, el modelo neoliberal, etc.

La burguesía, desde la Revolución Industrial, forzó al Estado a adelgazarse, y que su papel se redujese a la creación de leyes favorables al  gran capital y ser el árbitro de las relaciones obrero-patronales. “Ante la ley todos somos iguales”, proclaman industrial, comerciante y banquero una vez que el Estado decretó unas leyes a la medida de ese gran capital. Por cuanto a nuestro país:

En México no se estableció de lleno la política neoliberal hasta el sexenio de Miguel de la Madrid. Hasta entonces los gobiernos del PRI declaraban atenerse a las conquistas sociales de la Revolución reflejadas en la Carta Fundamental. Con Salinas el país abrió sus fronteras a un neoliberalismo cuyos máximos oficiantes fueron Margaret Taatcher en Inglaterra, Ronald Reagan en EU y Juan Pablo II en El Vaticano. A propósito:

Al igual que el día de hoy, PEMEX fue hace algunos ayeres motivo de escándalo porque manipulaciones de funcionarios proyanquis  provocaron un clima ominoso que llevó a la movilización ciudadana encabezada por López Obrador. De inmediato respondió el clero católico:

La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados. AMLO qué sabe del tema. Calderón, en cambio, tiene argumentos, y son sustentables. ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles!”

Qué país. (Sigo mañana.)

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