¡El pueblo unido jamás será vencido!

¿Y acaso está unido el pueblo de México? ¿No lo integran 115 millones de átomos que de repente deciden congregarse en multitudes efímeras para tomar plazas, atrios y demás espacios abiertos de la vía pública, y nada más? ¿Esa frase del «pueblo unido», repetida hasta la náusea, no será sólo una invocación, un conjuro que en los terrenos del pensamiento mágico se convirtió en dogma incontrovertible? Porque la frase, ya vacía de sentido, es consigna de toda mega-marchita, esa «movilización» que de iniciarse como un medio para denunciar un problema y exponer una inconformidad han convertido en un fin en si mismo. Trágico, porque a lo largo de muchas décadas los movimientos sociales han caído en una trampa estratégica de la que derivan todas sus derrotas frente al Sistema de poder. Ya en los terrenos tácticos y estratégicos:

Consecuencias de una estrategia equivocada:- A lo largo de muchas décadas los movimientos sociales han caído en una trampa estratégica de la que  derivan gran parte de sus derrotas.

El razonamiento estratégico que se repite de manera consuetudinaria se sintetiza  en la siguiente fórmula:

Razón + legalidad + consenso popular = triunfo.

El planteamiento es así de sencillo: si tenemos la razón, la ley y el apoyo popular, el resultado inequívoco va a ser el triunfo. A tal estrategia el gobierno le ha opuesto una que así se sintetiza:

Poder político y económico armados = triunfo.

Hasta hoy, la razón desarmada no ha podido derrotar al irracionalismo del poder armado (no con armas de fuego.) (armado (armado no con armas de fuego.) sino creando sistemas de lucha pacífica superiores a las citadas armas de fuego). Pero durante décadas y décadas se han forjado “conjuros” que se pregonan a grito abierto en la calle y las plazas en la creencia de que para alcanzar el triunfo basta con gritar esas frases a lo estridente. Una frase “mágica” consiste en repetir la consigna de que “el pueblo unido – jamás será vencido”. No se entiende esto, elemental: para que el pueblo se una no basta un grito que convoque a la realización del milagro. El pueblo no se va a unir por sí solo ni con gritos, sino con tácticas y estrategias científicas respaldadas con un trabajo eficiente y constante.

La marcha-mitin.- A una y a otro se les ha cambiado su función objetiva, la de demostrar una conformidad y preparar a las bases combatientes para pasar a formas de lucha específicas en su área de operación. Se les ha asignado, en cambio, la capacidad de ser el todo de la lucha. Al sobredimensionar ambas tácticas y enraizar tal concepción a nivel de dogma incuestionable hemos quedado desarmados ante el enemigo histórico.

El dogma de la marcha-mitin no es cuestionado por sus practicantes, por más que una y otra vez ha demostrado sus limitaciones, su inoperatividad como arma contra las desmesuras del Poder. Cuántos luchadores bienintencionados no han caído en la trampa de semejante “canto de sirenas”. Y es que al convertir la marcha-mitin en el todo de la lucha se falseó su función práctica; se le dio carácter de liturgia secular, de peregrinación que enarbola conjuros que claman por el milagro que haga desaparecer el enemigo histórico, y por medio de esa magia lograr un paraíso terrenal donde ya no exista este perverso mundo, el de la explotación del hombre por el hombre. Con el tiempo, los marchistas-peregrinos se desencantan por al no ser escuchados por el gobernante y porque el conjuro mágico no logró el milagro, y entonces… (Esto sigue después.)

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