¿Están ustedes seguros de que su puño sí se ve? ¿Tan seguros están, señores marchantes? ¿Esa seguridad, que los lleva a aplicar una y otra vez la misma táctica para rendir a su interlocutor y arrancarle concesiones para ustedes benéficas, se basa en los buenos resultados para la causa, justa la más de las veces, que los impele a tomar la vía pública? Grupo, contingente, muchedumbre, ¿cómo, dónde, por qué, señores marchantes, a qué horas se les ve el puño? Ese del puño, como todo el repertorio de consignas, ¿no será para ustedes (pensamiento mágico) el conjuro que invoca y las danzas que ejecuta el chamán para atraer la lluvia? ¿Este puño sí se ve? ¿Es posible que les haya pasado inadvertido el antídoto que contra marchas y consignas alardeó hace años el recipendario de tales conjuros, Carlos Salinas? ¿Les pasó inadvertida su ironía?
– Ni los veo, ni los siento, y háganle como quieran.
La justeza de las causas que los arrojan a la vía pública, señores marchistas, ¿no merece mejores tácticas nuevas y novedosas, para las cuales los congéneres de Salinas aún no sinteticen el antídoto correspondiente? Pero no, que para crear esas tácticas se precisa el ejercicio de pensar, el de la autocrítica y el de la verdadera acción. No la costumbre de delegar que suponen la mega-marchita, sino el reto de asumir el propio compromiso histórico. A propósito y en materia de marchas, ¿de ayer a hoy ha cambiado la situación? ¿Cuánto ha cambiado? La noticia del cinco de diciembre del 2008:
Maestros marchan de nuevo contra la alianza educativa y la Ley del ISSSTE. (¿Y?)
Las marchas son necesarias, pero insuficientes, afirma mi maestro de teoría política, y explica la causa de que algunos sectores sociales las sigan utilizando frente al gobierno para exigirle a su enemigo histórico que les resuelva un problema que afectaría a la super-estructura. Hoy mismo se sigue utilizado esa táctica a contrapelo de la historia reciente del país, que lleva años, décadas, siglos, demostrando la ineficacia de las marchas cuando se toman como fin y no como medio. Lo afirma el maestro:
– Cuando se analizan científicamente la fortaleza y la debilidad de un enemigo cualquiera se logra localizar aquello que lo hace vulnerable a pesar de que cuente con elementos que mantengan su poder. Un principio fundamental consiste en entender que la fortaleza del enemigo es directamente proporcional a la debilidad nuestra. En este sentido tenemos que autoanalizarnos y detectar todo aquello que nos hace débiles ante el enemigo histórico de nuestro cambio, que no es coyuntural sino histórico.
Dogmas enajenantes.- El enemigo del cambio de estructuras con las que logremos darnos un gobierno al que obedecer como sus mandantes encontró una forma de control y dominio que le proporciona excelentes resultados: ha inoculado en los movimientos sociales concepciones y formas de lucha ineficaces y obsoletas.
Una vez que el gobierno ha inoculado tales formas obsoletas de lucha social y una vez que han sido introducidas en el imaginario colectivo se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual cobra vida propia esa forma inservible de concebir las cosas; los mismos luchadores sociales, con su falta de lucidez, se han encargado de reproducir las concepciones que pretenden combatir. Ya habiendo logrado este fenómeno enajenante, los agentes gubernamentales sólo necesitan darle “mantenimiento”.
Consecuencias de una estrategia equivocada:- A lo largo de décadas los movimientos sociales… (Sigo mañana.)