Zopilotera y hedor

Tal es la síntesis del Imperio gringo para las comunidades del orbe: hedor y zopilotera, y no más. Para nuestro país, por ejemplo. «Durante los 10 largos meses que en septiembre de 1847 el ejército invasor ocupó la capital, lo dejó asentado el historiador, muchos fueron los mexicanos azotados a cuerpo desnudo, tanto en la plaza principal como en los costados de la alameda. Pronto, los invasores se convencieron de que si hasta entonces habían tenido que habérselas con Santa Anna, ahora tendrían que luchar contra el pueblo”.
Los dichos y las acciones del Imperio. Mientras preparaba la invasión a nuestro país, el presidente Polk:  “Debemos buscar la paz. Debemos imponerla a nuestros enemigos, haciéndoles sufrir la maldición de la guerra”.
El historiador norteamericano: “Polk, al mismo tiempo que mantenía su guerra de devastación, manifestaba públicamente sus deseos por la paz”.
Como años más tarde G.W. Bush: «Nosotros somos una nación con vocación decididamente pacifista. (¡Los gringos!) De ser necesario, actuaremos nosotros solos. La ONU es prescindible. No permitiré que ningún terrorista o tirano amenace a la civilización con armas de destrucción masiva. Prometo una victoria sobre las pandillas fanáticas de la historia. Los hemos hecho a nosotros mismos y al mundo una promesa sagrada: no descansaremos hasta que se haya hecho justicia y nuestra nación esté segura. Lo que nuestros enemigos comenzaron, nosotros lo terminaremos».
Y el Dr. L. M. Wortzel, coronel del ejército de EU: “Si la única vía para atacar a una organización terrorista es unilateral, aunque sea de manera clandestina, tenemos que hacerlo”.
Bush, presidente imperial: “Yo estoy luchando para asegurar la paz. No para imponer mi voluntad, sino para defendernos y para extender las bendiciones de la libertad».
Hace 165 años, escudándose en el falso supuesto de que México había provocado la guerra, los partidarios de Polk “abogaban por el arrasamiento de las ciudades mexicanas y por la destrucción de vidas mexicanas”.
El historiador norteamericano: “Saqueos, carnicerías, crueldades, matar a los heridos en los campos de batalla y aun en muchos casos quemar hombres vivos, han sido anotados por parte de altas autoridades oficiales, como parte de la historia de la guerra con México”.
Lo publicaba un diario estadunidense: “Hasta que aplastemos a los mexicanos y llevemos la destrucción y la pérdida de vidas hasta el fondo mismo de sus hogares, y los hagamos crujir bajo el peso de nuestra mano de hierro, hasta entonces vamos a ser respetados por los mexicanos”.
Y otro más: “Destrúyase la ciudad de México a raíz de la tierra sobre la que se levanta. Hágase desaparecer Puebla, Querétaro, Jalapa, Saltillo, Monterrey, de la misma manera, y después auméntense nuestras demandas”.
“1847. Los cónsules extranjeros escribieron al general Scott sobre los terribles resultados del bombardeo a México. The New York Herald: «Han  convertido la ciudad en ruinas bajo las cuales han sido sepultados un gran número de no combatientes: hombres, mujeres y niños”.
Mr. Bagby, Senador: “Pero la vida de un solo ciudadano de EU es más valiosa que las vidas de cien mil mexicanos, hombres, mujeres y niños”.
¿Y ahora Torres Gemelas?»¡Hagámosles sufrir la maldición de la guerra!» Polk, y  Santiago Creel, cuando secretario de Gobernación: “El compromiso del gobierno mexicano: en el caso del terrorismo,  ser solidario particularmente con el pueblo y gobierno norteamericano”.
Mis valedores: esto es México. (Nuestro país.)

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