“Y la carretera está limpia”. Tal es la explicación que ofrece a los “medios” el Gral. Ramón M. Arriola Ibarra, que el pasado lunes ordenó disparar contra los estudiantes que bloqueaban la Autopista del Sol, dejando dos de ellos tendidos en sendos charcos de sangre. La Historia, mis valedores, cansada de crear, se repite. Ayer, Aguas Blancas; hoy, Autopista del Sol. El asesinato de hoy es tema recurrente en los “medios”. La matanza de 17 campesinos de la Sierra norte del Sur en junio de 1995 parece haberse olvidado. Aquí, porque no se nos muera la memoria histórica, lo que expresé apenas perpetrada la masacre de campesinos:
De los autores intelectuales de la masacre del dos de octubre de 1968, uno de ellos acaba de sentir todo el peso de la justicia, y esto a tan sólo 38 años de distancia del reguero de cadáveres desparramados en Tlatelolco. Por sentencia del juez respectivo, Luis Echeverría ya sufre arresto domiciliario. Es válido suponer, mis valedores, que a Rubén Figueroa Alcocer, ex gobernador de Guerrero y autor intelectual de la masacre de Aguas Blancas, Gro., perpetrada el 28 de junio de 1995, la justicia lo va a castigar, con arresto domiciliario, en el año 2033. Es México. Y para recordar la matanza de Aguas Blancas:
Fue en marzo de 1996, cuando el entonces secretario general de la ONU, Boutros Ghali, visitaba nuestro país. En nombre de las viudas y demás familiares de los campesinos asesinados en Aguas Blancas, Paulina Galeana Baltasar entregó una carta al de la ONU para solicitar su intervención ante el entonces presidente Zedillo con el propósito “de encontrar una solución y hacer justicia” ante la matanza del 28 de junio de 1995. Ghali escuchó a la viuda y no hizo comentario alguno al respecto. Hoy hace ya años y días de que el Vado Aguas Blancas, de Coyuca de Benítez, se engrifó de cadáveres masacrados; una masacre, la de Guerrero, que presagiaba la de Acteal, El Charco y El Bosque, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y tantos crímenes más, todos todavía impunes. Mis valedores:
Por que la memoria no se nos muera y por que sepamos a qué atenernos en relación al esclarecimiento de los tantos crímenes que por ahí deambulan clamando justicia: el entonces Zedillo prometió hacer pronta y expedita justicia. Sobre la testa de los asesinos iba a caer todo el peso de la ley y todo el rigor de la justicia. Once años pasaron, llegó Fox, ¿y? Lo publicó en su momento el periodista Carlos Ramírez:
El día de su destape, Ernesto Zedillo acudió a una fastuosa residencia y fue recibido por el propietario: el gobernador guerrerense Rubén Figueroa Alcocer, su compadre.
No mucho tiempo después iba a suceder que Anacleto Ahuehueteco, Simpliciano Martínez, Clímaco Martínez y una docena más de paisanos, militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, iban a ser minuciosamente masacrados a mansalva por las balas de una Policía Motorizada que (órdenes superiores) les disparó a discreción. Detrás, se asegura, estaba un personaje para tantos guerrerenses siniestro, hijo siniestro del siniestro de todo Guerrero: Rubén Figueroa Figueroa, el Figueroa Alcocer compadre del dicho Zedillo. De espectador, con las balas del gobierno sembrando el almácigo de muertos, Rodolfo Sotomayor Espino, sub-procurador de Justicia de Guerrero. Hoy, intocable e intocado, el compadre al que señalan como autor intelectual de la masacre sigue, en libertad, administrando sus negocios con PEMEX. (Sigo después.)