Oficio de tinieblas

México y la justicia, mis valedores. De los autores intelectuales de la masacre del dos de octubre de 1968 uno de ellos, el principal, siente todo el peso de la justicia, y esto a tan sólo 43 años de distancia del reguero de cadáveres desparramados en Tlatelolco. Por sentencia del juez respectivo, Luis Echeverría sufre arresto domiciliario. Cabría suponer que a Rubén Figueroa Alcocer,  ex gobernador de Guerrero y autor intelectual de la masacre de Aguas Blancas, Gro., perpetrada el 28 de junio de 1995, semejante “justicia” lo iría a castigar con arresto domiciliario, pero ni eso. A la distancia de 16 años,  la memoria de Aguas Blancas y Figueroa Alcocer.
Fue en marzo de 1996, cuando el entonces Sec. Gral. de la ONU, Boutros Ghali, visitaba nuestro país. En nombre de las viudas y demás familiares de los campesinos asesinados en Aguas Blancas, Paulina Galeana entregó una carta al de la ONU para solicitar su intervención ante el entonces  presidente Zedillo con el propósito “de encontrar una solución y hacer justicia” ante la matanza del 28 de junio de 1995. Ghali  escuchó a la viuda y no hizo comentario alguno al respecto.
Hoy hace ya 16 años y algunos días de que  el Vado Aguas Blancas, de Coyuca de Benítez, se engrifó de cadáveres masacrados; una masacre que presagiaba la de Acteal, El Charco y El Bosque, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y el Edo. de México así como tantos crímenes más, todos  impunes. Mis valedores:
Por que la memoria no se nos muera y por que sepamos a qué atenernos en relación al esclarecimiento de los tantos crímenes que por ahí andan clamando justicia: el entonces Ernesto Zedillo prometió hacer pronta y expedita justicia. Sobre la testa de los asesinos iba a caer todo el peso de la ley y todo el rigor de la justicia. Los años pasaron, llegó Fox, ¿y? Llegó el gobierno del Verbo Encarnado, ¿y? El periodista Carlos Ramírez:
El día de su destape Zedillo acudió a una fastuosa residencia y fue recibido por el propietario: el gobernador guerrerense Rubén Figueroa Alcocer, su compadre.
No mucho tiempo después iba a suceder que Anacleto Ahuehueteco, Simpliciano Martínez, Clímaco Martínez (qué nombres para un corrido), y una docena más de paisanos, militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur,  iban a ser minuciosamente masacrados a mansalva por las balas de una Policía motorizada que (órdenes superiores) les disparó a discreción. Detrás estaba un personaje para tantos guerrerenses siniestro, hijo siniestro del siniestro de todo Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa, el Figueroa Alcocer compadre del dicho Zedillo. De espectador, con las balas del gobierno sembrando el almácigo de muertos, el sub-procurador de Justicia de Guerrero, Rodolfo Sotomayor Espino.  Hoy, intocable e intocado, el compadre que señalan como autor intelectual de la masacre sigue, en libertad, administrando sus negocios camioneros. Es México.
Secretario general de gobierno con Rubén Figueroa era un J. Rubén Robles Catalán, y un Antonio Alcocer Salazar el Procurador de Justicia estatal. A 16 años justos (injustísimos por la impunidad de que disfrutan los presuntos responsables del sembradío de cadáveres), todos los nombrados andaban (¿andan?) en completa libertad. Como para apuntalar una memoria histórica que en el paisanaje es tan sutil, tan efímera y vulnerable, aquí algunos datos de lo que una vez rematada la labor de los matanceros ha ocurrido a nivel de justicia.
Días después de los matanceros el sub-procurador…  (Eso, mañana.)

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