De abortos y píldoras

Frente al debate que produjo la iniciativa de permitir que la píldora del día siguiente se venda sin receta en las farmacias, la aprobación de otro compuesto con efectividad de cinco días pasa inadvertida.

El aborto y la píldora del día siguiente, mis valedores. Sigo aquí con el tema polémico, de requemante actualidad, atacado por la intolerancia de un clero que por sistema se opone a los métodos anticonceptivos implementados por la Secretaría de Salud. La «píldora de emergencia», afirman científicos y facultativos, no es abortiva, sino tan sólo un método para evitar embarazos, lo que anula toda posibilidad de un aborto; pero qué vale la ciencia contra el prejuicio y el dogma; desde lo alto de todos los pulpitos el clero y sus tufaradas de fuego infernal:

– ¡Claro que es un aborto! ¡Anatema, excomunión a los réprobos…!

Aborto. ¿Se practica en nuestro país? Qué pregunta. «En México, se afirmaba hace más de tres décadas; en México las mujeres abortan, pero queremos creer que no es cierto; el Estado cree castigar el aborto y por ello quiere creer que no existe. El número de juzgados y sentenciados es casi imperceptible frente a los millones de abortos con las leyes actuales. La sociedad cierra los ojos mientras aborta a escondidas, y el fenómeno sigue en aumento por la actitud puritana del Estado de mantener una norma legal impracticable. Es horroroso que las mujeres aborten en condiciones antihigiénicas, pero es peor que el Estado las sancione por abortar.

«La sociedad mexicana, durante toda la historia de su evolución, ha practicado y practica el aborto inducido ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que siempre lo ha sancionado. La clandestinidad en que se realiza, debido a la prohibición legal, repercute en creciente agravamiento en aspectos de la vida comunitaria».

Tal era el panorama allá por 1976. A más de tres décadas de distancia, ¿cambió la situación del aborto en México? Leo, me entero y voy de una a otra sorpresa: «El aborto lo practican mayormente mujeres casadas, con muchos hijos, católicas y en una edad promedio de 30 años. No es, como se dice, un problema de jóvenes, de solteras o de relaciones extra conyugales o ligeras. En el Distrito Federal los médicos practican sólo uno de los cada 12 abortos producidos, y las mujeres no sólo mueren por aborto, sino que, además, quedan lesionadas, en un porcentaje alto, en su capacidad reproductiva, sexual y de estado general».

Las opiniones de quienes conocen del tema, los especialistas en un problemón tan sensible, tan delicado: «Sólo un factor tiende a inhibir entre los pobres el número de abortos: el miedo. La paciente pobre no tiene los recursos económicos para acudir a un sanatorio de calidad, de modo que se resigna a parir un hijo no deseado o se arriesga y se somete a un aborto barato, burdamente practicado y, por lo mismo, sumamente peligroso. El único factor universal en torno al aborto es la determinación de mujeres desesperadas que, al enfrentarse a embarazos no deseados, intentan a cualquier costo que se les practique un aborto…»

Porque ocurre que en México coexisten dos países, uno ficticio y otro real. La contradicción entre estos dos niveles es enorme. Su consecuencia es el predominio de la mentira que a su vez, es una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. El problema del aborto es un ejemplo muy claro de esta situación. Las prohibiciones contra el aborto prolongan y fortifican el país irreal, el país de las frases, frente al país real, que es el país de los hechos. La legislación que condena la práctica del aborto debe suprimirse.

Objetivo, imparcial, tal expresaba el Informe de 1976. ¿Algo ha cambiado hoy día, en los beatíficos tiempos del gobierno arrimado a la advocación de San Felipe de Jesús y las beatas Verbo Encarnado?

México, 6 de oct., 2009. En un país garante de la libertad de conciencia, de la autonomía del Estado frente a lo religioso, la igualdad y la no discriminación, la alianza PRI-PAN ha propiciado que en 16 estados de la República se prohíba la despenalización del aborto y que la mujer, amenazada de cárcel y excomunión, pueda decidir sobre lo que ocurre en su propio cuerpo. Roberto Blancarte: «¿Dónde quedaron los argumentos científicos? ¿Dónde quedaron los derechos de las mujeres? ¿Dónde quedó el Estado laico, garante de la libertad de conciencia, de la autonomía del Estado frente a lo religioso y de la igualdad y la no discriminación? ¿Dónde?» México. (Qué país.)

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