Un fantasma recorre el país, mis valedores, y el del voto en blanco, del voto nulo, manifestación del disgusto popular que ahora enfrentan los partidos políticos. Semejante fenómeno, afirma la Comisión de Ética del Partido de la Revolución Democrática en cierto documento que me acaba de llegar, es más grave e importante de lo que a primera vista parece, porque de forma cada vez más peligrosa se está abriendo la brecha entre la sociedad y los partidos que deben representarla Y es que ese anhelado bien común, meta y finalidad de todo el sistema de gobierno, se ha perdido como idea romántica imposible de realizar. Asimismo, la democracia representativa hace mucho que dejó de representar, en los hechos, a la sociedad y a su vastísima pluralidad. Lóbrego.
Y que tales partidos políticos, asegura el documento, al igual que los medios de difusión masiva y el Instituto Federal Electoral, llaman a rechazar dicho fenómeno social que constituye, sin embargo, una expresión popular que «nuestro instituto político no debería desentender (sic) si es que conserva una de sus más acusadas vocaciones: ser oído de quienes están poco representados; ser la entidad que se preocupe, atienda y procure resolver, los más urgentes problemas de la ciudadanía; ser un órgano, en última instancia, que sirva de manera efectiva para legislar a favor de las mayorías».
Advierte la citada Comisión que si tales propósitos no se cumplen, el PRD y los demás partidos políticos correrán el peligro de verse rebasados por la organización popular. (¡Tal peligro, mis valedores, sería nuestra salvación!) «Si el partido, entonces, no se alía a la clase media y a la popular -sus electores naturales- se expondrá a quedarse como una estructura política formal, hueca, legitimada por el sistema, pero inservible para los fines que un día le dieron vida».
Siguen estos conceptos, mis valedores, que a escala de coyuntura me parecen fundamentales: «En la Comisión de Ética nos hacemos eco de las propuestas de uno de los dirigentes de nuestro instituto político cuando afirma que debe discutirse la posibilidad y viabilidad del referendo, el plebiscito, la revocación de mandato y la reelección como instrumentos de una democracia participativa sin dejar de ser representativa».
Aquí una moderada sorpresa: que la anulación del voto no es un invento nuevo ni tampoco una ocurrencia mexicana La experiencia internacional: que en Argentina -el ejemplo más reciente de elecciones en nuestro continente- se registró un fuerte movimiento a favor del voto nulo. Como prueba reproduce lo que la Asociación de Trabajadores del Estado afirma a propósito de las elecciones que se llevaron a cabo el pasado 28 de junio. Y como si estuviésemos leyendo las razones que aquí, en nuestro México, argumentan quienes propusieron la anulación de la boleta editorial:
Ante la vorágine publicitaria de la campana electoral, que nos vuelve a presentar a los mismos dirigentes partidarios que no pudimos sacar en el 2001, decidimos votar nuestro propio programa de gobierno. Aprenderemos de la historia y sabremos que ninguno de los partidos políticos de! país, junto con sus alianzas electorales, van a cambiar el modelo de país por uno más justo, democrático y custodio del patrimonio nacional. Mientras, continuarán gobernando el país para las grandes empresas nacionales e internacionales. Cambiar los títeres, pero no el titiritero.
Por eso nuestra propuesta para el 28 de junio es el voto programático (…) Este voto no favorece a ningún candidato ni a la mayoría, porque se lo considera nulo, y no voto en blanco, que es el que termina apoyando a las mayorías. No sigamos sosteniendo con nuestro voto el mismo modelo de país que nos oprime.
Por otra parte, en España también parece florecer la campaña del voto nulo. Así lo confirma la Coalición por las Repúblicas Soberanas en Europa. En la elección del 7 de junio pasado, estipula que «la actual Ley electoral no garantiza los derechos democráticos. El objetivo principal de la RSE es el de impulsar una coalición de partidos que entiende a Europa desde la diversidad basada en la soberanía de los pueblos, la justicia social y los derechos sociales de los ciudadanos, así como desde el reconocimiento del derecho a la libre autodeterminación de todos los pueblos y naciones sin Estado de Europa.
Por cuanto a la República Valenciana, las declaraciones de su presidente serán transcritas mañana.
(Aguárdenlas.)