De pronto salimos del sueno – sólo venimos a soñar – no es cierto, no es cierto -que venimos a vivir sobre la tierra…
Con la desalentada filosofía del rey poeta Nezahualcóyotl y reflexiones en torno a la fugacidad de la vida que a su hora han formulado poetas de la hondura y conceptos filosóficos de Omar Khayyam y Manrique, aquí entrego a todos ustedes, al igual que cada fin de año por estos días, este mi mensaje de fin de año que se nos torna tradición, y que procura interrumpirles el ritmo desalado de las fiestas decembrinas con la secreta esperanza de que a alguno sea de provecho con la meditación de lo efímero de tales festividades dentro de la fugacidad de una vida que se nos huye en estampida para nunca más. Y qué hacer. Reclama el poeta Khayyam:
Y si es Dios quien ha creado a los seres humanos – ¿por qué luego destruye lo que hicieron sus manos? – ¿Y si imperfectos, quien será responsable, – o por qué si son bellos los destruye implacable..?
Clama a su Hacedor un abatido Job: Tus manos me hicieron y me formaron – ¿y luego te vuelves y me deshaces? – Acuérdate que como a barro nos diste forma – ¿y en polvo me has de volver..?
¿De barro hablamos? Khayyam: Contemplé a un alfarero en su ruda labor – Maltratando la arcilla con visible rigor, – y en su lengua deshecha, asi el barro exclamó: – «Suavemente, oh hermano, ¡tú serás lo que yo!»
En fin El cuerpo todavía fatigado tras la celebración navideña, y el gaznate aún estragado por el regusto a festividad y derroche imprudente, y una vez que a regocijos y litros de alegría embotellada se habrán deseado felicidades y parabienes para el año que acecha ahí nomás, tras lomita, ¿me permiten, como cada año por estas fechas, que desentone del ánimo colectivo y los invite a frenarse el tanto de un suspirillo para reflexionar sobre el tiempo que pasa para nunca volver?
El hombre nacido de mujer – corto de días y hastiado de sinsabores -sale como una flor y es cortado – y huye como la sombra y no permanece…
Mis valedores: estamos a la vuelta de un año más, que en las matemáticas de la vida humana resulta que fue uno menos. Andamos, dos o tres de nosotros, doblando ya el Cabo de Buena Esperanza. Será por eso que al menos de forma inconsciente alienta en el cogollo de nuestro tiempo de vida la sentencia intemporal de Manrique:
Nuestras vidas son los ríos – que van a dar a la mar – que es el morir…
¿El por qué de mi ánimo ceniciento, cuando todo en derredor es el tiempo de júbilos, azucarillos y aguardiente? Será tal vez porque a algunos se nos quebranta el ánimo, se nos resfría con la certidumbre de que vivimos en el cogollo de lo fugaz, lo finito, lo perecedero; de que existimos en la sustancia misma de nuestra muerte propia y particular, intransferible, a la que vivimos alimentando día a día con el tiempo de nuestro cotidiano existir. Será por eso.
Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor – y fenecieron sin esperanza…
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? – No para siempre en la tierra – Sólo un poco aquí – Si yo nunca muriera – si nunca desapareciera…
¿No es verdad que tal sentimiento de lo transitorio, que semejante sensación de errabundaje y romería viene a depositar en el ánima del ánima, al cabo del año, un regustillo así como que a ceniza, a terral, a aliento de despedida apenas postergada? Pero bueno, qué hacer con esta tristura que se nos aposenta aquí, miren, en lo más blando de una corazonada, por cuestión de este otro año que se nos ha ido para nunca más. Y qué hacer. Mis valedores:
No por estropearles su gusto, sino porque los miro correr a lo desalado rumbo a ninguna parte, hoy invoco para ustedes la voz de algunos filósofos que, de repente, perciben el aletazo del tiempo que huye para nunca más retornar, voz que es sabiduría quintaesenciada que provoca serenidad y quebrando machihembrados, y un como regusto a lejanía y desprendimiento del ánimo al final de un año más, que fue un año menos. Tiempo que pasa, dije antes, pero qué equivocado. La décima anónima:
Si quiero, por las estrellas – saber, tiempo dónde estas-miro que con ellas vas – pero no vuelves con ellas – ¿En dónde imprimes tus huellas-que con tu rastro me doy? – Mas ay, qué engañado estoy – que giras, corres y vuelas – Tú eres, tiempo, el que te quedas – y yo soy el que me voy…
Es más tarde de lo que suponemos. A vivir. Qué más. (Qué mejor.)