Si yo nunca muriera…

De pronto salimos del sueno – sólo venimos a soñar – no es cierto, no es cierto -que venimos a vivir sobre la tierra…

Con la desalentada filosofía del rey poeta Nezahualcóyotl y reflexiones en torno a la fugacidad de la vida que a su hora han formulado poetas de la hondura y conceptos filosóficos de Omar Khayyam y Manrique, aquí entrego a todos ustedes, al igual que cada fin de año por estos días, este mi mensaje de fin de año que se nos torna tradición, y que procura interrumpirles el ritmo desalado de las fiestas decembrinas con la secreta esperanza de que a alguno sea de provecho con la meditación de lo efímero de tales festividades dentro de la fugacidad de una vida que se nos huye en estampida para nunca más. Y qué hacer. Reclama el poeta Khayyam:

Y si es Dios quien ha creado a los seres humanos – ¿por qué luego destruye lo que hicieron sus manos? – ¿Y si imperfectos, quien será responsable, – o por qué si son bellos los destruye implacable..?

Clama a su Hacedor un abatido Job: Tus manos me hicieron y me formaron – ¿y luego te vuelves y me deshaces? – Acuérdate que como a barro nos diste forma – ¿y en polvo me has de volver..?

¿De barro hablamos? Khayyam: Contemplé a un alfarero en su ruda labor – Maltratando la arcilla con visible rigor, – y en su lengua deshecha, asi el barro exclamó: – «Suavemente, oh hermano, ¡tú serás lo que yo!»

En fin El cuerpo todavía fatigado tras la celebración navideña, y el gaznate aún estragado por el regusto a festividad y derroche imprudente, y una vez que a regocijos y litros de alegría embotellada se habrán deseado felicidades y parabienes para el año que acecha ahí nomás, tras lomita, ¿me permiten, como cada año por estas fechas, que desentone del ánimo colectivo y los invite a frenarse el tanto de un suspirillo para reflexionar sobre el tiempo que pasa para nunca volver?

El hombre nacido de mujer – corto de días y hastiado de sinsabores -sale como una flor y es cortado – y huye como la sombra y no permanece…

Mis valedores: estamos a la vuelta de un año más, que en las matemáticas de la vida humana resulta que fue uno menos. Andamos, dos o tres de nosotros, doblando ya el Cabo de Buena Esperanza. Será por eso que al menos de forma inconsciente alienta en el cogollo de nuestro tiempo de vida la sentencia intemporal de Manrique:

Nuestras vidas son los ríos – que van a dar a la mar – que es el morir…

¿El por qué de mi ánimo ceniciento, cuando todo en derredor es el tiempo de júbilos, azucarillos y aguardiente? Será tal vez porque a algunos se nos quebranta el ánimo, se nos resfría con la certidumbre de que vivimos en el cogollo de lo fugaz, lo finito, lo perecedero; de que existimos en la sustancia misma de nuestra muerte propia y particular, intransferible, a la que vivimos alimentando día a día con el tiempo de nuestro cotidiano existir. Será por eso.

Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor – y fenecieron sin esperanza…

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? – No para siempre en la tierra – Sólo un poco aquí – Si yo nunca muriera – si nunca desapareciera…

¿No es verdad que tal sentimiento de lo transitorio, que semejante sensación de errabundaje y romería viene a depositar en el ánima del ánima, al cabo del año, un regustillo así como que a ceniza, a terral, a aliento de despedida apenas postergada? Pero bueno, qué hacer con esta tristura que se nos aposenta aquí, miren, en lo más blando de una corazonada, por cuestión de este otro año que se nos ha ido para nunca más. Y qué hacer. Mis valedores:

No por estropearles su gusto, sino porque los miro correr a lo desalado rumbo a ninguna parte, hoy invoco para ustedes la voz de algunos filósofos que, de repente, perciben el aletazo del tiempo que huye para nunca más retornar, voz que es sabiduría quintaesenciada que provoca serenidad y quebrando machihembrados, y un como regusto a lejanía y desprendimiento del ánimo al final de un año más, que fue un año menos. Tiempo que pasa, dije antes, pero qué equivocado. La décima anónima:

Si quiero, por las estrellas – saber, tiempo dónde estas-miro que con ellas vas – pero no vuelves con ellas – ¿En dónde imprimes tus huellas-que con tu rastro me doy? – Mas ay, qué engañado estoy – que giras, corres y vuelas – Tú eres, tiempo, el que te quedas – y yo soy el que me voy…

Es más tarde de lo que suponemos. A vivir. Qué más. (Qué mejor.)

¿Supersticioso..?

El ignorante vive en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos y temores y de vanas esperanzas. Es crédulo como el salvaje y el niño…

Y esas supersticiones, pústulas purulentosas, revientan en todo tiempo y lugar, pero es en estos días de fin de año cuando sueltan toda su virulencia Es ahora cuando el vividor, el embelecador y toda suerte de charlatanes se dan a medrar con la ignorancia la credulidad y la irracionalidad de esos pobres de espíritu que, en un intento de reforzar su desfalleciente sentido de la vida y una vez que les ha fallado la fe en su Dios, en los políticos y sobre todo en sí mismos, depositan toda la carga de su irracional esperanza en el licor, en la droga o en Saturno y Plutón. Y vengan sobre los lomos del crédulo el ensalmo y la limpia, el sortilegio y el talismán, y a echarle dinero bueno al malo, y a cebar los ahorros de los picaros de la engañifa y la estafa..

No, y los fementidos horóscopos. De Acuario afirma en la radio una Karen Lara, según esto «Bruja blanca»: Su tendencia a expresarse con aire autoritario puede provocar que las personas demasiado sensibles no actúen como usted espera que lo hagan… (¿Que qué..?)

La Arquidiócesis Primada de México advierte a sus fieles: La consulta de horóscopos y la lectura de cartas están prohibidas por la Iglesia Católica«.

Para el signo de Piscis, la «bruja blanca»: Hasta agosto predominan las ganas de divertirte. A ti ya te cuesta poner los pies sobre la tierra… (Válgame.)

El semanario católico «Desde la fe»: «La astrología, creencia antigua planteada en nuestros días como ciencia no es más que charlatanería Si fuera científica, si fuera cierta, si fuera ciencia arrojaría predicciones con cierto grado de precisión, como las ciencias naturales, para un mismo signo en un mismo día vemos que no es así».

«Un pueblo ignorante, afirmó Simón Bolívar, es un instrumento ciego de su propia destrucción. Los ignorantes adoptan como realidades lo que son puras ilusiones». Y La Biblia: «No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los consultéis ensuciándonos con ellos (…) No serás practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos, ni quien pregunte a pitón ni mágico, ni quien pregunte a los muertos. Es abominación a Jehová cualquiera que hace estas cosas…»

Walter Mercado, astrólogo, gana más de 250 mil dólares diarios con su compleja red de servicios telefónicos, en la que psíquicos predicen el futuro…

Desde la Fe: «El pretender conocer el futuro mediante los horóscopos, lo único que se consigue es poner la vida en manos de simples suposiciones».

Y esta verdad, para que la mediten esos «religiosos» practicantes de una fe meramente milagrera: «Ni siquiera Dios quebranta la libertad, mucho menos lo pueden hacer un planeta o una estrella..»

La «bruja blanca»: Cáncer La Luna entró en su signo a las 22 horas y eso ha exaltado tu tenacidad en el terreno profesional. (Bueno…)

¿La astrología una ciencia? El científico: «Según ella el sol, la luna, las estrellas y los planetas, pueden influir en lo que sucede en la tierra, pero las propiedades zodiacales de las diversas constelaciones son pura imaginación. Los astrólogos primitivos no sabían nada de Urano, Neptuno o Plutón, que fueron descubiertos cuando se inventó el telescopio. Entonces, ¿cómo se trató de sus influencias en las tablas astrológicas trazadas siglos antes? Además, ¿por qué debería ser buena o mala la influencia de planetas, cuando la ciencia sabe ahora que todos son básicamente acumulaciones de rocas o de gases inanimados en viaje por el espacio..?»

A propósito: ¿entre ustedes existen católicos? Porque «El cardenal Juan Sandoval alerta a la población sobre la proliferación de grupos que promueven el espiritismo y la astrología Condenó la superstición, la idolatría la magia y la quiromancia prácticas que en el católico suponen una aberración y una gran ignorancia religiosa que los lleva a experimentar con la hechicería y la lectura de las cartas, las manos o el café. La Iglesia Católica rechaza con firmeza toda clase de superstición, idolatría adivinación y magia».

La astrología y el científico: El tiempo del viaje del Sol entre la constelaciones como hoy lo ve un observador en la Tierra está atrasado por más de un mes de lo que era hace dos mil años, cuando se trazaron las tablas astrológicas. La astrología no tiene, no puede tener base racional ni científica…

La ciencia ¿Y con la ignorancia qué tiene que ver la ciencia? (¿Qué.)

Después de esto, ¿hablar del Holocausto?

Asqueado todavía, horrorizado, en la mente los cientos de cadáveres desgarrados por la vesania del «pueblo de Dios», me explico ahora las opiniones que de los palestinos han expresado los nazis genocidas de Oriente. La de Menahem Begin en sendos discursos (1982 y 1988):

– Los palestinos son bestias caminando sobre dos piernas (…) Podrían ser aplastados como animalejos (…) las cabezas aplastadas contra las paredes…

Macabro, mis valedores. Demencial. En el territorio mártir, los validos de Washington siguen desgarrando a sus víctimas. Mujeres y niños, entre sus preferencias. Se manifestaba en The Jerusalem Post (2001) Moshe Katsav, presidente de Israel:

– Existe una enorme distancia entre nosotros, los judíos, y nuestros enemigos. No sólo en habilidad, sino en moralidad, cultura, santidad de vida y conciencia Ellos son nuestros vecinos aquí, pero aunque parece una distancia de unos pocos metros, aquí existe gente que no pertenece a nuestro mundo, sino que en realidad pertenece a una galaxia diferente.

La opinión de Noam Chomsky, analista político norteamericano:

– En la prensa norteamericana y en la prensa mundial, se pinta a Israel como el símbolo de la decencia humana (New York Times), como un país con valores morales excepcionales. Es cierto que de vez en cuando se equivocan, dicen, pero fíjense en lo nobles que son. A ningún otro país que comete atrocidades se le trata así. Israel tiene una especie de carta blanca como ningún otro país en el mundo. Si los rusos hubieran tratado a los judíos como Israel trata a los palestinos, probablemente les habríamos atacado con bombas atómicas. A Israel se le permite que trate a los palestinos como no se le permite a nadie.

Israel atacó Líbano, mató mucha más gente que Hussein: mató como a unas 20 mil personas en ese ataque. Bombardeó con saña la capital frente a la televisión. Todavía ocupa el sur de Líbano. Como los Estados Unidos estaban a favor de la invasión, vetaron todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que trataban de poner fin a la agresión. Israel sigue aferrado a los territorios ocupados. Se ha anexionado una gran parte. Los Estados Unidos (dicen estar contra las agresiones) les apoyan.

Golda Meier, en junio de 1969:

– ¿Los palestinos? No existe tal cosa como los palestinos. Ellos, los palestinos, nunca han existido. (Y una vez que se convenció, o de que fue convencida por medio de la violencia de que los palestinos sí existen:) Lo malo es que no hay nadie a quién regresárselos.

De Las guerras secretas de la CÍA: «El 7 de junio de 1981 se recibió aviso de que Israel, utilizando aviones de combate suministrados por los Estados Unidos, acababa de bombardear y destruir el reactor nuclear de Iraq (…) Israel disponía de acceso casi ilimitado a las fotografías por satélite obtenidas por los Estados Unidos y las había utilizado para preparar su ataque. Casey, director de la CÍA, había recibido la visita de Ariel Sharon, ex ministro de Defensa de Israel, un truculento ex general del bando de los halcones. Israel estaba facilitando apoyo paramilitar encubierto a la milicia cristiana más importante del Líbano, el derechista partido falangista dirigido por Gemayel, belicista implacable».

El jefe Heilbrun del Comité para la Reelección Gral. de Shobno Lahat, en oct, 1983: «¡Tenemos que matar a todos los palestinos, a menos que ellos mismos se resignen a vivir aquí como lo que deben ser: esclavos!»

(Y no, los palestinos no se resignan. Y como no se resignan…) Frente a la masacre de Junín, en Cisjordania, lo expresó Terje Roed-Larsen, enviado especial de la ONU:

El campo de refugiados fue escenario de horrores que superan el entendimiento humano. Vi gente en total conmoción, cuyas casas hablan sido destruidas. Vi familias tratando de desenterrar gente bajo montañas de piedras, pedazo a pedazo. Desde hace mucho no se había visto una destrucción masiva de esta dimensión. Es un infierno. Moralmente es repugnante…

¿Cómo habría reaccionado, qué hubiese expresado de haber presenciado la carnicería de Gaza, perpetrada a lo impune gracias a Bush y demás perros de guerra encuevados en el Pentágono..?

Dios, Alá, ¿quién es la víctima? ¿Quién es el verdugo? ¿Quién? (Alá. Dios.)

Alcohólicos

Y es como para preguntar al ama de casa que acaba de atravesar los excesos navideños: el marido y los comensales, que al uso católico celebraron a punta de brindis el nacimiento de Cristo, ¿superaron a estas horas el malestar físico? ¿Lo lograron a pujidos y volviendo el estómago o volviendo al gollete de la botella? Yo (conmigo el alcohol topó en hueso) alguna vez tuve una compañera que se quejaba del marido alcohólico. Sucedió que..

A la frutal sota moza la conocí hace algunos años, y al tanto de meses hicimos pareja, y aún andaríamos entreverados en recovecos de amor, de no haber mediado tres buches de una de a litro. La estoy recordando: joven ella, talento y sensibilidad, hambre de vida. Su abrupto desgajamiento me dejó marchito, vacío, fuera de mí y de este mundo. La separación de los amantes. Si sabré yo de esas mataduras…

Que, divorciada, los años de matrimonio con un alcohólico fueron de espanto, y qué tan dañada no quedaría, me dijo, que su vida penduleaba del sillón del analista a la sesión de alcohólicos anónimos:

Y aquellas sesiones, la moza y yo vulnerados por la catarsis de los fardos humanos (angustia, ansiedad) que a chupetones de café y cigarrito se daban a la jadeante maniobra de drenar el espíritu. Al final, ella (tan ansiosa, tan joven y vulnerable) me jalaba hasta la cafetería, y apenas entrando vamos afuera, y rematar en el parque público, y apenas llegar, a enfilar a cualquier carretera, y sin alcanzar resuello conducir el coche como buscando en el mundo un sitio que nunca pudo encontrar. Terribles, sí, las secuelas de su convivencia con un alcohólico. Yo, la zozobra por aquello de no lograrla entender…

Recuerdo la sesión que sería mi última y los fruncimientos de ánimo que me provocó el rito en que los humanos redrojos a pujidos vomitaban sus testimonios de horror y dolor. Ah, beneméritos, amarga y seca la boca y en tensión el aliento, pregonando a fuerza de tics y visajes su irreductible compulsión por el licor. Yo, apretado a la compañera que se apretaba a mi cuerpo, cómo no conmoverme…

– Me llamo Juan y soy un alcohólico. Me han internado en el manicomio. Choques insulinicos y electrochoques. Ustedes dos, bienvenidos.

Y ni cómo decirle que yo no soy más que un abstemio que acompaña a la víctima del alcoholismo. Ahora esa otra, tan joven y ya envejecida: «Mi nombre es María. Soy alcohólica Al amanecer entre la basura y el escupitajo clamaba a todas partes, a ninguna: ¿vivir todavía un día más? Quería aullar…

Inquieta, a lo compulsivo, mi compañera escuchaba, se abotonaba y desabotonaba una blusa sin botones, porque era un suéter azul. «Cálmate, mi niña». El del cigarrillo sin encender: «¿Vivir? ¿Seguir vivo? ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro! Exigía alcohol, ríos de alcohol! Y aquella soledad…»

Soledad del que en el licor ahogó empleo y amigos, hijos y mujer; todo, comenzando con la propia estima, el ajeno respeto, el decoro, la dignidad.

¡Dios, y así me juras que existes, y existes para qué, si de llevarte a mi chamaco sí te acordaste, y de mí no te acuerdas! Y a la botella..

Terminó la sesión, pero afuera, se rumoró con zozobra, un agente de cierta campaña alcoholera repartía licor a quienes iban saliendo. Cuidado, mucho cuidado. Lo comenté con mi compañera, y sin malicia la dejé separarse, y fue para nunca más. Dónde ande a estas horas…

«Afuera te espero, amor», fueron sus últimas palabras. Yo salí al rato, busqué a la compañera y… ¡Dios, cómo la fui a encontrar! Sorbiendo a lo compulsivo de una botella que con otros se arrebataba «Pero mujer, escúchame». Qué me iba a escuchar. «Niña», alcancé a decir. Ella, botella en mano, ya había trepado al coche, ya a lo violento daba el arrancón, la botella en la diestra y hasta hoy. Si viva o muera a estas horas, cuando conozco la verdad: era ella la alcohólica, no su marido. Fue él, abstemio, quien se divorció de la enferma Me encaré al que les repartió las botellas: «¡Perverso, sicópata, depravado!» Entonces él que abre la boca, que teoriza, razona, argumenta Yo, a gritos: «¡Oiga pues tiene razón! ¡Es por toda la humanidad! Preste acá esas botellas, que yo le ayudo a repartir».

¿Mal hecho, dicen ustedes? A ver, un momento: ¿y si en uno de esos alcohólicos arrepentidos se escondía alguno que por azar pudiera llegar a Los Pinos? ¿No es lo que le ocurrió al pueblo de EU con un Bush genocida y ex-alcohólico que desde La Casa Blanca ha dejado en ruinas a sus paisanos y al resto del mundo? ¿Un briago en Los Pinos? ¡Nunca! (Eso pensé.)

De bagres, robalos y huachinangos

Tarde de ayer. A la mesa, conmigo de invitado, el maestro y su jovencísima setentona de las zarcas pupilas, jubilados ambos y alojados en el cuarto de servicio que les renta el Cosilión. Yo había acudido al maestro para consultarlo sobre cierto problema que chicotea a buena parte de la comunidad. «¿Podría explicarme cómo se originó y cuál pudiese ser la solución?»

«Pero antes va usted a acompañarnos a comer». La maestra Águeda, su sonrisa, su manera de mirar. Suerte del maestro, convivir con ella en el mismo cuarto que, siendo «de servicio», ella lo revivió en taza de porcelana que retoña de flores, aromas, ese bebedero de color rojo donde aletean colibríes.

– No entiendo cómo fue que la gente se metió en el problema, y…

Ahí el entremés, y un platillo, y otro. Al final:

– ¿A nuestro invitado especial le gustó el pescado?

Por supuesto que me gustó, como también el caldo de habas y las tortillas recién hechas, pero el problema…

– A propósito de pescado, mi valedor: ¿conoce usted algunas de las tácticas que aplican ciertos pescadores para lograr una buena pesca?

Válgame, pues a dónde querría llegar el maestro. «Ninguna conozco. Pero el problema que le vengo a consultar…»

Luminosa sonrisa, la maestra Águeda y el platito de queso y miel. Como si no me escuchara, el maestro:

– Al irse de pesca llevan una buena ración de carne de desecho, y al localizar un cardumen, un banco de peces, por estimularles la voracidad les arrojan el pedacerío, que los animalitos devoran. Ya están cebados. Ya los cebó el pescador. Y requieren más. Y allá va la carne, sólo que ahora prendida al anzuelo. De regreso, la lancha viene cargada de buena pesca ¿Lo sabía?

– No, lo ignoraba, pero en cuanto al problema social…

Llegó el café; y aquel aroma, y este sabor (allá, abajo, esa sirena de ambulancia o de patrulla policial certifica a aullidos que estamos en México.)

– ¿No lo ha entendido, mi valedor? ¿No advierte la estrategia del pescador aplicada al problema que viene a plantearme?
– Es que pescador, huachinango, robalo y tarjetas de crédito. No encuentro la relación.

– A ven ¿cuál es aquí el cardumen de peces, si no el universo de los clientes potenciales de la tarjeta de plástico? ¿Qué factor explotó el pescador para atraer a sus víctimas, si no la codicia la voracidad. ¿Para qué, si no, esa aviesa publicidad que induce a los voraces a adquirir el engaño de la tarjeta? Para manipular a la víctima con el subterfugio de estimularle el ego: «Está en tu mano adquirir todo lo que quieras, todos esos productos que con dinero en efectivo te son inaccesibles, y que hoy, con tu tarjeta de plástico, tienes a tu alcance Con el poder de tu firma Tu tarjeta te ubica en la moda y te confiere status, categoría, nivel social». ¿Ahora sí va entendiendo?

Un bandazo de viento me trajo serenata «Son el cielo, la luna y el mar». No sé por qué lo relacioné con el banco de crédito y sus manipulados.

– Ya se cumplió el siguiente paso: crear en la víctima la adicción. Así enviciada, esa víctima ya cayó en la cultura de la irracionalidad, ya no razona, procede a lo irreflexivo, ya le despertaron el anhelo de adquirir lo que con sus ingresos le sería imposible, sin avizorar los riesgos del fementido plástico que trae entre manos. Ahora, con su poder de compra, al adquirir el producto y firmar la factura experimenta ese placer momentáneo que el fumador al tragar la bocanada de humo, o el adicto al licor cuando pega un trago a su copa. Ya mañana la indisposición estomacal; ya mañana el daño en los bronquios. Por ahora, el placer de adquirir, de «cosificarse». ¿Va entendiendo el proceso?

Vaya que lo iba entendiendo. Inquieto, en mi estómago, el huachinango.

– ¿Que a la víctima se le agotó el crédito? ¿Y? ¿Cuál es el problema? «¡Me dieron un crédito más!», ¿lo ha oído en el promocional de la radio? Y aun por el doble de la cantidad original. El pescador va soltando el hilo al que ya picó el anzuelo, la cuerda al que está a punto de ahorcarse. El insensato se va enredando cada vez más, va hundiéndose en las arenas movedizas, sin apenas percatarse del peligro, hasta que, de repente, el problema le estalla en el rostro: ¡la cartera vencida’ ¡El embargo del coche, los muebles, el departamento! Y el temor, el terror, el pánico. ¿El banco de crédito? Respaldado por el seguro contra riesgos, el banco nunca va a perder. Nunca

Pensé en los pescaditos que acababa de engullirme. Fatal, porque su suerte, mafiana mismo, como la de algunos tarjeta-habientes… (Lástima)

A su memoria…

Los hoy muertos y heridos se encontraban ayer aquí, a orillas de Acteal, rezando. Estaban rezando. Así, de rodillas, los balacearon por la espalda. Jesucristo Nuestro Señor, Principe de la Paz, el Verbo que vino a poner su morada entre nosotros, fue recibido • por algunos y rechazado por las tinieblas...

Hoy recuerdo a los mártires de Acteal. Como cada año desde que el crimen descomunal fue perpetrado, hoy traigo a la memoria colectiva aquel 22 de diciembre de 1997, cuando la comunidad chiapaneca quedó regada de cadáveres. Aquí, por que no se nos muera la memoria histórica, las vivas palabras de monseñor Samuel Ruiz, que así lo expresaba en su Carta pastoral de la Navidad de 1997:

«A todo el pueblo de Dios que peregrina en nuestra sufrida Diócesis de San Cristóbal de las Casas. A todos nuestros hermanos. Agentes de pastoral:

Por si acaso hubiéramos olvidado que la verdadera Navidad se da en un contexto trágico de opresión y dominio, de inseguridad y puertas cerradas, de persecución y exilio y aun de verdadero genocidio, los acontecimientos de estos días en Chenalhó nos lo vienen a recordar. La dicha más grande que el mundo ha conocido: el nacimiento en nuestra carne del Verbo de Dios, aconteció en el marco doloroso del mayor sufrimiento. La luz verdadera irrumpe en medio de la más densa niebla La Navidad de este año es para el pueblo cristiano de nuestra Diócesis, de nuestro estado y del país entero, una Navidad luctuosa No sólo es ignominioso el número comprobado, hasta el día de hoy, de muertos (45) y de heridos (25), muchos de ellos menores de edad, sino sobre todo el clima de violencia creciente e impune denunciado acuciosamente a las autoridades que lo podían haber frenado, con anterioridad a este indignante desenlace.

Son tantas las circunstancias agravantes que hacen de este doloroso acontecimiento un verdadero crimen contra la humanidad. El hecho de que el ataque fuera perpetrado por hombres adultos, armados, contra un grupo mayoritariamente de mujeres y niños desarmados. El hecho de que ese grupo victimado –«Las Abejas»– sea precisamente uno que ha hecho profesión pública y desde hace tiempo de su opción por los medios civiles, pacíficos y no violentos para la consecución de sus demandas, aun cuando viven y trabajan en el corazón de una zona donde la violencia se ha enseñoreado. El hecho de que las víctimas fueran un grupo de personas recientemente hostigadas hasta el punto de ser obligadas a abandonar sus casas y poblaciones, pues en Acteal se encontraban ya en calidad de desplazados.

El hecho de que el ataque se haya verificado precisamente en un momento en que estaban reunidos en la ermita del poblado, orando por la paz; y seguramente orando por quienes les perseguían. Conocemos que tal es la calidad cristiana de esos hermanos y hermanas. ¡Qué horrible paradoja que el mismo día en que pudieron ser abiertas algunas ermitas que habían estado cerradas y ocupadas por grupos armados de civiles y de policías, en este mismo día, en una ermita de la zona de Los altos hayan sido masacrados todos estos cristianos! En el espacio de lo sagrado irrumpe la violencia ¡Y para este pueblo tan hondamente religioso! Toda la tradición judeo-cristiana, secular, de que los templos son Santuario para los perseguidos, ha sido aquí pisoteada

El hecho de que hoy, a muy temprana hora las autoridades del estado hayan ordenado recoger todos los cadáveres, quizás con argumentos jurídicos o sanitarios funcionales (podrán hablar de la necesidad de practicar autopsia o evitar una peste), viene a convertirse en un agravio más, y no menor, a los sobrevivientes de la masacre. Ellos han venido hasta nosotros, suplicantes:

– ¡Queremos enterrar a nuestros muertos! ¡No dejen que se los lleven..!

Quien conoce el alma indígena sabe hasta qué punto es existencialmente indispensable hacer el duelo, llorar a los muertos. ¿Será que hasta ese consuelo les va a ser arrebatado? Sólo por la fe y con ayuda de la revelación podemos comprender que así es la Navidad verdadera Esta, y no la de la sociedad de consumo, es la que permite entender a fondo el misterio de la Encarnación. Aquí, en Chiapas, algo nuevo está naciendo, y no concluirá el parto sin estas dosis estrujantes de dolor…

Cuánto trabajo nos cuesta, en este momento, decir: ¡Feliz Navidad! A nuestra sensibilidad humana nos parece que el Niño nace muerto…»

Chiapas, Chenalhó, Las Abejas. Los masacrados de Acteal viven. Y reclaman.

(Óiganlos.)

Que truene el cuete…

Católicos y cristianos, dos ríos que fluyen paralelos, aunque a veces, raras veces, se juntan, y aun llegan a mezclar sus aguas. Mis valedores:
Todos mis estudios, incluyendo algunos primarios, los realicé en el seminario, donde me preparaban para la carrera sacerdotal. A su hora salió a flote mi verdadera vocación, que era enredarse en las enaguas de una mujer. Con la bendición de mis preceptores me fui al mundo que alienta más allá de las bardas del seminario, y la paz. Pero no iba a salir con mis manos vacías…

No, que en el seminario me dieron a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal y me troquelaron los dos únicos colores de la conducta humana: el blanco y el negro; sin matices, sin medias tintas, sin más. Ya es asunto mío si conociendo su diferencia abismal encuadro mis actos a dicho conocimiento. Y algo más: en el seminario me enseñaron gramática. En tal encierro conocí, como animal loquax, mi instrumento de expresión: el lenguaje Desde entonces fui vacunado contra esa infame proclividad del comunicador (colaboracionista servil, ignorante e irresponsable) para importar del inglés vocablos y expresiones que, correctos en ese idioma, en el nuestro resultan disparates atroces:
«evento», «performance», «hoy inicia», «a la brevedad» ropa «casual», «luce divina», política «agresiva», etc. Yo no.

Y algo más: aprendí religión; su misterio, sus dogmas, su ceremonial. Supe de la oración, ese vínculo del creyente con su Creador, y a propósito: vivo cercado de católicos en su aplastante mayoría, que en su aplastante mayoría violan los 10 mandamientos de la ley mosaica Aquí y allá espinillas en la piel de un rostro lozano, coexisten la piquera, la mancebía y el antro nocturno que funciona todo el día Hay asaltantes y raterillos, y aquí el drogadicto y allá el violador, y dondequiera la pareja mal avenida o aún peor: juntos ella y él en la misma casa y durmiendo en el mismo catre, pero ya con el trato confianzudo, chato y vulgar, de dos conocidos que a lo rutinario y mediocre realizan su vida y su intimidad cuando ya han extraviado el amor, la ilusión, la magia horror.

Hay en mi vecindario violencia intra-familiar y borrachos y desobligados, y casadas que dan la espalda al marido y el frente al sancho. Fluye cada día un ancho río de necesidades: el baldado, el desempleado, el que sobrevive al día y apenas, a penas. La clínica del Seguro Social y la sala de Urgencias son el vivo, el mortecino y sufriente muestrario de la herida que sangra, la llaga infectada la purulentosa piel y la enfermedad incurable de los esperanzados que ya nada esperan más allá de lo angosto y raído de su esperanza el milagro de Dios. Garapiñando la zona, la parroquia la capilla la ermita la hornacina callejera y la salmodia de las campanas que convocan a misa al ángelus, al rosario. Qué de oraciones, de pedimentos y rogativas sugiere el río revenido de las necesidades que muestran los habitantes de mi colonia católicos la gran mayoría ¿Entonces..?

¿Por qué todo ritual religioso en templos, capillas y ermitas, a media mañana medio día o media noche, se resuelve en bombazos que despiertan arritmias y taquicardia cimbran los cristales de las ventanas y les chispan el mastique? ¿Por qué, siendo la oración un acto de conciencia que se cumple de piel adentro, un íntimo diálogo del alma con su Creador; por qué caraj…mbas, repito, toda manifestación de religiosidad la resuelve el católico con el retumbar de cohetones que ni los beneméritos judíos del «Holocausto» arrasando poblaciones de palestinos? ¿El fragor de la pólvora indica religiosidad? ¿A punta de estallidos se intenta atraer la atención del Altísimo, al que por distante se le llama a bombazos, o sólo se pretende espantarle el sueño? Yo pregunto a los reverendos pastores de la católica grey ¿es esa la forma de orar que han enseñado a sus feligreses? ¿A punta de explosiones de pólvora vamos a recuperar unos valores morales que esta católica sociedad parece haber perdido de forma irrecuperable? Sus reverencias y paternidades:

¿Por qué permiten, por qué fomentan que a bombazos y a nombre de Dios se violen leyes y el sosiego personal familiar, comunitario? ¿La potencia del estallido está en relación directa con el grado de dificultad del milagro que implora el pensamiento mágico? ¿Diez arrobas de dinamita para que Dios me saque de pobre y una chinampina para que lave el país del narco y la corrupción? Padre cura ¿cuántos megatones de cohetes necesito para sacarme la lotería? ¿Y para que mi vecina se decida a facilitármelo? El milagro, ¿a retumbos de pólvora? (Dios.)

¡Aquí nadie impone presidentes!

Managua, 15 de dic. La solidaridad internacional con el escritor Sergio Ramírez, censurado por el gobierno sandinista, ya supera una lista de 300.

Y que en Nicaragua sigue la turbulencia que provocaron las elecciones municipales de noviembre. Piedras, palos, morteros y plomos intentan sustituir el dictamen oficial del triunfo sandinista sobre los candidatos del Liberal Constitucionalista. y lo más grave en la acusación del presidente Ortega: «Nicaragua está desfinanciada por la decisión de EU y la Unión Europea de congelar la asistencia económica tras el ‘fraude’ en las urnas». A ver:

¿Pues qué, sólo con las muletas de Washington puede avanzar un país al sur del Río Bravo? Porque fue así como hace décadas alguien echó al sandinismo del palacio de gobierno. Fue nada menos que una mujer, y enfermita de sus piernas, que a paso cojitranco llegó al palacio de gobierno. La plaza principal, enfiestada, hervorosa de dianas, entorchados y trajes de gala Aquella mañana de pólvora, sol y voleo de campanas, se cambiaba la presidencia del país. El corazón de Managua, un ascua viva..

Fue en los 80s. Al triunfo de la revolución sandinista sus comandantes conocían el nivel máximo de popularidad entre sus coterráneos y gobernaban el país; eran los esforzados hermanos Humberto y Daniel Ortega, el monje y poeta Ernesto Cardenal, el novelista y luchador civil Sergio Ramírez, y los todavía por aquel entonces íntegros e ínclitos Tomás Borge y el Comandante Cero. Fueron ellos, los sandinistas, quienes en nombre de la democracia y como por no dejar, al término del gobierno de Daniel Ortega llevaron a cabo el proceso de las urnas. Unas elecciones de mero trámite. El Frente Sandinista de Liberación Nacional seguirá gobernando, se aseguraba Lógico…

Pero no, y aquí lo increíble: la Nicaragua que fue de los vencedores de gringos, los héroes Estrada, Umanzor y Augusto César Sandino; la Nicaragua de León y el barrio heroico de Monimbó, que terminaron con la abyecta dictadura de los Somoza, ahora repudiaba al sandinismo y aplaudía a sus nuevas autoridades, quién lo creyera Ahí, bastón en la diestra y paso cojitranco, una modesta ama de casa, doña Violeta Barrios, viuda de Chamorro, por media plaza se desplazaba rumbo al estrado donde la aguardaba la banda presidencial. De no creerse: los nicas habían dado la espalda a los sandinistas y el voto a la viuda de un periodista asesinado por la dictadura somocista Cansino el andar y en el bastón la diestra, la señora ama de casa partía plaza entre los aplausos de los asistentes a la ceremonia Yo, los ojos clavados en el cinescopio, pregunté a mi amantísima «¿Lo entiendes tú? ¿Puedes entender cómo esa señora que trastabillea rumbo a la primera magistratura de Nicaragua desplazó a los luchadores de la revolución libertaria, los del Cerro del Común? Yo no alcanzo a entender».

– No lo entiendes porque algunos detalles te pasan inadvertidos. Los bastones en los que se apoyó la señora, pongamos por caso.

– Uno le miro en la diestra, en el que aligera la pierna enfermita

– No es un solo bastón, son muchos. Mira ahí. ¿Qué ves, amor?

Los vi, los observé, y válgame, con razón: entre discretos aplausos a la nueva mandataria distinguí los bastones que la apoyaron en su camino rumbo al poder. En el palco de honor, sonriendo apenas, los representantes de Washington; a su lado, sonriendo beatíficamente, el cardenal Ovando y la alta jerarquía católica; más allá, los rostros circunspectos de los dirigentes de organismos empresariales de Estados Unidos. Más acá, los capitostes de radio, TV y prensa escrita; más allá, ojo avizor, los entorchados del uniforme militar. «¿Comprendes ahora, mi amor?»

Comprendí, y di gracias al cielo. Se las di (nomás las gracias) porque México no es Nicaragua, y hasta mi país no alcanza la mano rapaz e invasora de Washington, ni hay un gremio empresarial que desde periódicos, radio y TV enajene aturdidos a punta de lemas envenenados repetidos hasta la náusea («¡un peligro para México!»), para que esas masas terminen dándole el voto a quienes las perjudican, ni la maldición de un clero católico que desde el púlpito y al engaño de la religión manipule a sus ovejas para imponerles una ultraderecha reaccionaria, yunquera y opusdeísta de cristeros tardíos. De pie, brazo en alto este dedo parado, miren, lancé a los cuatro vientos el vaticinio:

– Aquí, por fortuna, si llega a surgir un carismático líder de masas ¡nunca será derrotado por cualquier chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes!

Eso profeticé. Acertado que es uno. (México)

Si Cristo bajara a la tierra…

Que hace años visité a La Morena, les contaba ayer, para implorarle el milagro de que volviese a mí mi morena, que se me fue para nunca más, y alma mía de mi ausente, y ojos que te vieron ir, mi única Para llegar hasta el pie de la tilma cometí la temeridad de abrírmelo (el paso) en la selva virgen, o casi, del ambulantaje invasor. Sigo la crónica de mi aventura, desventura mía

Que implorando el milagro de salir con vida de la turbamulta de tenderetes miré el retablo del Divino Rostro, pero el ingenio de los imagineros: al alterar el ángulo de visión y gracias al artificio de unas placas de vidrio, el Divino se transformó en La Morena. Al persignármela, un meneo del cogote y ¡tíznale!, ya era el rostro bobalicón de Juan Pablo II, y qué hacer; ante el bobalicón y presunto beato dibujaba la cruz, cuando, al mover el pescuezo, válgame, me la estaba persignando frente a un anuncio de Sabritas, patrocinador de la gira papal. Por último, apareció la imagen ¿de San Juan Diego, del Niño Fidencio, del Ánima de Sayula? ¡No, la de Fox! Sentí el amago de vómito. Dios, tú, ausente en toda esta industria del fervor inducido…

Di tres pasos de lado, y empujado por la multitud de penitentes como yo me fui sobre el tenderete de medallas milagrosas y juanpablos de yeso, producto chino (concesión y licencias vendidas en dólares por Norberto Rivera, fayuquero político y cardenal). De repente, entre santitos de yeso: ¿y eso? ¡Una taponadura total de la vía dolorosa (los 46 centímetros libres entre la jungla de tenderetes), generada por los peregrinos que venían en sentido contrario! «De San Ciríndanguillo el de Enmedio . me informó el de la cotorina Alientos acedos, ácidos alientos. «Y cómo fregaos no, si llevamos desde oscura la mañana bien taponiados» «Ah, estreñimiento. ¿Cenarían tunas?» «Taponiados, que ni pa atrás ni pa’lante, aguantándonos la hambre y las ganitas de desfogar», «¿vienen a dar gracias, a implorar algún milagro?» «Tovía en la mañana veníamos a rogarle a La Morenita que nos chispara al ratero que nos impuso el PRI. Más tarde le pedíamos el milagro de que esta cola avanzara Ora tan sólo y con toda el alma le suplicamos que nos ayude a salir de aquí»

Y ándenle, que de repente y a gritos, la ventrudita «¡Chencho, aquí el bigotón este se me trepó a la cola y me la está empuercando!»

– ¿Yo? ¿En semejante apretura?, protesté. ¿Podría yo propasarme sexualmente con usted? Ni cómo subir la mano y ponérsela allí.

– ¡La cola del vestido, no se haga que la Virgen le habla!

Blanco, nupcial. Uno de mis botines pisando la cola En la apretura logré alzar el pie el tanto de 4 cms. El Chencho «No se apene, mi señor, es que la Concha está muy sensible». Y con razón. Según esto, se casaron ayer, y se les ocurrió pasar el estreno cerca de La Patraña. «En un hotelito de allá enfrente». Y que llegaron al cuarto y se encerraron, y órale. «En los mameyazos, mi señor, ¿pues no sale del cuarto de baño el ambulantaje? Que viagra con sabor de grosella y que globitos de Taiwán, fayuca legítima, estos no se pandean con el trabajo sucio ni la obra negra». Y que el acto fallido lo fueron a rematar bajando las escaleras, en un recodo de la planta baja Al salir, aquello todo inundado. ‘Tero si no es tiempo de lluvias». «Inundado, pero de ambulantes, que ni cómo agarrar rumbo a la central camionera ¿No, Concha.?»

Y acá seguíamos la runfla de peregrinos, jadeos, tentaleos, pujidos y restregones. ¡Y aquella piel desnuda en mis manos! Suavecita, sin celulitis, pero lástima de machía «¡Y bien macho, sí señor! Mas que me vea en cueros no pensar mal». Resultó ser un prófugo de los baños públicos. «Allá enfrente. Yo entré a mi regaderazo semanal, y ya en cueros iba al vapor, cuando en eso sésgale, el chisguete frío en pleno lomo y partes retrógradas. Un limpiaparabrisas, intentando lavármelas. Y que me le escapo, y me salgo, y me agarra esta apretura». Y el panzón: «Yo peor, qué bochorno: ahí, en los sanitarios públicos, pagué, entré, y ya me disponía a hacerlo como Dios manda cuando ahí enfrente la chava «Productos higiénicos y otros rollos, patrón, pruébelos sin compromiso. Supositorios, oferta Qué bochorno». Mis valedores:

Cuatro horas más tarde lograba yo arrodillarme a los pies de La Morena Y ocurrió que al mirarla ¿pues qué? ¿No se alegraba con mi presencia? ¿Por qué tal dolor en su rostro? Miré en derredor: a gritos y manotazos, una turba le exigía el milagrito: «¡Que saquen del tambo, patrona a nuestra patrona.!» –

La Barrios, por aquel entonces enchiquerada en la cárcel. (Y el milagro se produjo, pero no por la intercesión de La Virgen, sino de muchos billetes y un picapleitos.) En las pupilas de La Morena una furtiva lágrima (Dios.)

Baile de máscaras

Porque tal es la especie de los políticos. Esos nacieron políticos y políticos van a morir. Pueden encontrarse desactivados o desenchufados, pero sólo permanecen en hibernación. El día menos deseado van a amanecer en activo. En la banca, en desgracia, en ese exilio dorado que es una embajada o en el otro, riguroso, que son las Islas Fidji; aquí, como allá, son políticos. Siguen siendo políticos. Sin más.

Ciertas épocas suelen producir comaladas de políticos donde, garbanzo de a libra (esterlina), surge el estadista que, carismático y arropado por funcionarios eficientes, hace historia en los anales del país. Pues sí, pero lástima: hoy qué ralea de políticos, mis valedores, qué manada de políticos. Piensen, si no, en ese que haiga sido como haiga sido permanece, todavía hoy, encaramado en Los Pinos. Con gente de esa ralea, ¿es extraño que políticos defenestrados en años pasados vuelvan hoy al primer plano de la grilla politiquera? Vean ahí nomás, con pujos de candidato presidencial, a Santiago Creel, a un Manuel Espino yunquista y a un lunático Fox que (quién lo dijera) vuelve a la tenebra dentro del partido Decepción Nacional. Y entonces…

¿Entonces podría ser extraño que un René Bejarano, a su hora linchado por los medios de condicionamiento de masas, vuelva al rejuego político en su primitivo cubil del Sol Azteca? ¿Quién pudiese suponer que el llamado «Señor de las ligas» fuese rehabilitado? Para calibrar la dimensión del prodigio recuerden la dimensión de la escandalera que culminó en el linchamiento donde participaron todos los medios de manipulación. Ya enajenada, la masa vociferaba: ¡Línchenlo..!

Tal rugía una chusma enardecida, en la mano el hachón y el capirote de ku-klux-klán velando un rostro encrespado, sudorosa la cuera y las fauces babeantes. ¡A público juicio, a la picota con el corrupto corruptor corrompido! ¡Alumbren la noche las cruces en llamas! ¡Aullen los capirotes de la hermandad, enervados con el dulce espectáculo de la chamusquina y el suave aroma de la carne en llamas! ¡A corretear por la calle en tenebra al Mr. Hyde bandido que huye por las azoteas del poblado! ¡Rujan y ululen las masas de crispados puños! ¡No haya piedad para el engendro execrable! ¡Que del prevaricador no quede hueso sobre hueso! ¡Sea el corrupto empalado, masacrado, descuartizado, quemado vivo en pública hornaza para el regodeo de unas masas salidas de madre y sedientas de sangre! ¡Linchamiento hasta las últimas cenizas! ¡Siga el espectáculo de la carpa, del circo de tres pistas, que es decir la simulación, la gesticulación y la hipocresía, deleite de masas cándidas! ¡Que los sumos sacerdotes y los fariseos, voz engolada e iracundia de utilería, gargajéen el anatema contra el rostro del réprobo! ¡Rasgadas sus túnicas y sus cabezas capeadas de ceniza, condenen los justos jueces al condenando! ¡Al pescuezo una rueda de molino, y al mar! ¡Al patíbulo con el criminal, mal ejemplo de una comunidad que es espejo, flor y frutilla madura de beatas costumbres y hábitos santos, y en la comarca brille la justicia!

Y sí: ningún paliativo, atenuante ninguno merecía su crimen: haber escandalizado al quinteto de la muerte, quinteto de Carlos: Salinas, Ahumada, Gelista, Cabal Peniche y Romero Deschamps, todos Carlos legítimos. Justicia, claman Marta y su lunático, Lino Korrodi y Arturo Montiel! Justicia, los Ricardo Aldana, Espinosa, Isidoro el Divino y otros divinos como el divino Hank Rhon. Al patíbulo con el penitente impenitente! A tatemarlo con leña verde, blanca y roja. Con leña blanquiazul, a sancocharlo. El ritual de la hornaza contémplenlo todos en el benemérito duopolio, en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera. ¡A la hoguera!

Ah, indecorosa danza de máscaras, carnaval del histrionismo, el protagonismo, el fingimiento y la simulación. Ah, dramatización del escándalo en un repleto jacalón de San Lázaro, donde monigotes esponjados, engrandecidos (el ojo del duopolio les aumenta el tamaño), índice en alto y engolada voz mentaron leyes y reglamentos y clamaron justicia Qué estatura moral de los alcahuetes del fingimiento que así manipularon a unas masas encandiladas. ¡A la hoguera! Todo en nombre de la Justicia, Dios…

En fin, que esperpéntico Fénix, el linchado Bejarano resurge de sus cenizas, regresa y afianza el timón de una de las mafias del Sol Azteca Una, eso sí, mil veces menos bellaca que la chuchería talamantera de Nueva Izquierda

Mis valedores: revivió Bejarano. Como Creel, como Espino, como Fox el lunático. (¡Puagh!)

De vocación carnicera

La pena de muerte, mis valedores. De repente, una vez más, como bocanada de un aliento podrido vuelve a aflorar en nosotros el instinto de los matanceros. Los linchadores de vocación se desbocan una vez más, exigiendo sangre. Yo, por pudor, hubiese querido hurtarle el cuerpo a un asunto indigno del humanismo, de la cultura y del denominado proceso civilizatorio de la humanidad, porque digo a ustedes aquí y ahora lo que en su momento expresé en el programa Domingo 6, nuestro espacio comunitario de Radio UNAM:

¿Habrá a estas alturas de la historia del orbe pretensión más grotesca que la de nadar a contracorriente de la historia, del humanismo y de los países civilizados que la de resucitar la pena de muerte para convertirnos en asesinos «legales»? Qué difícil resulta hacer entender a los de vocación carnicera los impedimentos (morales, legales, humanistas) que proscriben esa práctica demencial de castigar un crimen con otro crimen, y a una brutalidad perpetrada por un sicópata o en el trance de un arranque pasional, responder con una brutalidad perpetrada a sangre fría y al amparo de unas leyes cavernícolas que descienden del código del rey Hammurabi en la Babilonia de hace 37 siglos. Macabro.

Que aun la Biblia prescribe la pena capital, alegan algunos. Y sí, aquí un párrafo: «Mas si hubiere muerte, entonces pagaras vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe. Si un buey acorneare hombre o mujer, y de resultes muriese, el buey sera apedreado, y no se comerá su carne».

Más adelante señala de manera clara y categórica a quienes deberá aplicarse de inmediato la pena de muerte: al que mate, a la adúltera, al homosexual, a quien trabaje en sábado y a quien se querelle con sus padres. Entonces, si se trata de obedecer los ordenamientos de la Biblia, ¿no habrá por ahí alguno de estos cinco casos señalados por el denominado «libro sagrado»? ¿O qué? ¿Ahora salir nosotros con que pena de muerte en alguno de los casos que señala La Biblia, pero en otros no? A ver, un momento, que los filósofos moralistas y demás estudiosos lo afirman: quien acepta el todo acepta la parte. ¿Mató? Que lo maten. ¿Robó? Que lo roben. ¿Mutiló? Que lo mutilen. ¿Violó? Que lo violen. La barbarie, sin más. ¿Que se trata de un acto de estricta justicia, de justicia social, una acción que las masas reclaman? ¿Sí? ¿Y unas masas a las que el Sistema ha regateado estudios superiores tanto como la propia aplicación de la justicia, que mal conocen o, de plano, desconocen, están capacitadas para distinguir lo que es un clamor de justicia de lo que es una exigencia de venganza social, sin más..?

Pena de muerte Pero un momento, no dejarnos manipular.¿Habrá aquí y ahora cortina de humo más efectiva para desviar la atención de problemas que en verdad lastiman al paisanaje, como este de que la enorme mayoría de las familias mexicanas sobrevive con cuatro, seis salarios mínimos al día, y que su poder adquisitivo se deteriora día a día? Ah, pero para ocultar una realidad lacerante, la que se manifiesta a la hora de la comida, de la renta de la casa, de los gastos familiares, etc., el paisanaje ha sido manipulado con el miedo, el terror pánico que le administran los medios de condicionamiento de masas, donde se glorifica la nota roja con la exhibición del picadillo: cuerpos sin cabeza, cabezas sin cuerpo, droga, secuestros, policías delincuentes y delincuentes policías. El miedo, forma de manipulación con que Bush justificó la guerra en Iraq, que le dio tan buen resultado, es el recursos que aplica el Sistema de poder para desviar nuestra atención de una canasta básica ya inaccesible para el salario mínimo y el consiguiente empobrecimiento en la calidad de vida de las familias. Ahí, retumbantes: «¡Si no pueden renuncien!» «¡Lo que no tienen es madre!» Y México, las dos nalgas ante el cinescopio, qué atención va a aplicar en los aumentos a los productos básicos. Televisión. Exaltación de una nota roja que mantenga latente el temor social como formidable cortina de humo que nos oculte los reales problemas sociales. Y ahora, de súbito, espiga y fruta madura de la nota roja: ¡la pena de muerte!

Lo dicho, mis valedores: ya nos tomaron la medida Nos vencen por nuestra pura ignorancia, y como ironiza el cónsul de Gringo gallón, obra de teatro que tengo inédita y a disposición de grupos teatrales independientes: «Ah paisas, paisas, cuándo se nos quitará lo paisas…»

Gobernadores moreiras y priistas congéneres: ¡pena de muerte!

Seguiré con el tema. (Vale.)

Prisionero mar

La inmensidad esta vez; la potencia, la majestuosidad: la mar, hija magna de madre Natura y madre portentosa de civilizaciones. Mis valedores: ¿recuerdan ustedes cuando conocieron (su nombre de pila) el mar? Yo sí, y fue una vivencia imborrable. En algún recodo del monte me fue a dejar el transporte. Unos pasos, y entonces, de súbito, ahí nomás, a tiro de pupila, el mar. Todo el mar. Yo ahí, transfigurado, convertido en estatua de sal, de yodo, anonadado quedé ante el resollar de la inconmensurable presencia del leviatán en celo, del toro padre fecundador de trópicos. El mar.

Pues sí, pero al propio tiempo, mientras lo observaba, ¿por qué esa piedad, esa lástima soterrada? Y es que mirándolo sentí compasión por su refluir indefenso de enjaulado león, de Prometeo encadenado a su roca del Cáucaso. Cautivo en su prisión de sutiles muros (arenilla dorada) vi a un ciego Sansón reducido a la rueda de molino; a un Teseo temporalmente refundido en el Tártaro, al mítico Minotauro que a bramidos golpea los límites de su reducto en el laberinto o a su hermano el toro enceguecido ante el trapo que le planta por delante el ridículo figurín de colores que así, a la codicia de una henchida talega, arriesga la vida, este supremo don Ahí, tras los muros de deleznable arenilla, los topes del morueco, estertores de espumarajos, iban a fallecer entre picotazos de gaviotas y caracolas de mar. La playa.

Dos, tres, ¿cuántas inmensidades de tiempo transcurrieron antes de que yo volviese en mí? A lo impulsivo, sin definir el instinto que me empujaba al oscuro sentimiento de compasión, me vi de pronto abrazado de mar, abrasado de él (con zeta y con ese), y percibí en mí la fuerza telúrica que madre Natura me transmitía por mediación de aquel de sus elementos. El mar. (A lo lejos, palmeras. Serranías a lo lejos. Bandadas de aves marinas, alguna vela que se mece a los caprichos de unos vientos ahitos de esos afrodisíacos del trópico que son el yodo y la sal.) Y fue así, mis valedores: yo, hombre de tierra adentro, del altiplano, me sumergí en las ondas del mar tropical, del trópico marino. Y así pasé el tiempo (el tiempo me pasó a mí), y cohabité con las ondas del «nocturno mar amargo», que dijo el poeta. Me acuerdo, a propósito:
De ahí en adelante, mientras estuve en el trópico, cada amanecer acudía a saber del insomne, del que entre mis sueños oí que de punta a punta la noche se pasó golpeteando los barrotes de una jaula implacable de suavísima arena, tanto que parecía haberse sutilizado para no herir en demasía a su ánima en pena, a su loco lunático que en la casa de salud se pega de cabezazos contra los muros acolchonados. Ahora, al estímulo del primer sol, su lomo cabrilleaba como recién estrenado, pero sin un instante interrumpir su clamor, fuerza heracleana en su agonía de carnes ardidas. De cara al cielo, el mar…

Cierta noche de luna salí a visitarlo. En la playa me puse a reflexionar sobre la oscura correspondencia de aquella luna con ese mar, de la influencia de Hécate, maga maligna, sobre un garañón que es puro temperamento, al que Selene la fría logra alterar a lo cíclico, y encabritar, y cabrear y encrespar, y ya que lo irritó irlo amansando, y calmarlo, y pacificarlo, hasta dejarlo rendido, sosegado, rebrilloso su lomo después de las fatigas del desbordado amor. Así, a lo suave, la luna se le posaba en el lomo y sacábale rebrillosos espeluznos de reposado metal. Duerme, duerme, mi amante amador. Mis valedores…

En: la potencia del mar, en su poderosa presencia reducida a los muros de arena de una playa sembrada de tufos, aromas y caracoles como restos de viejos naufragios, percibí entonces la alegoría del otro gigante, cautivo también tras sus muros de arena: sumisión, mansedumbre, inmovilidad, dependencia, rutina, incapacidad de autocrítica y de acción. Lóbrego.

El paisanaje, sí, fuerza descomunal y erizada de agravios por la acción de esa influencia lunar agresiva que es el Sistema. A su influjo, el ciudadano se encrespa en flujos y reflujos de descontento colectivo que, con todo, lo mantienen inerte porque la fuerza de sus mareas no trasciende el motín, la algarada, la guerrilla ineficaz y la aún más estéril megamarchita «¡Este puño sí se ve!» ¿De veras? ¿Cuánto tiempo vienes clamando ese conjuro mágico que esperas te haga el milagro? Si contamos no más desde mediados de los años 50 hasta hoy día, ¿en cuántos conjuros se te ha ido la fuerza por la boca?

Pues sí, pero de repente el gigante llega a su límite, y se alza y descarga toda su fuerza contra los muros de arena ¡Basta! ¡Y el tsunami! De su potencia el gigante parece no percatarse, y quienes así lo maltratan parecen no querer entender, pero cuidado, mucho cuidado. (En fin.)

También las medias

Las clases medias. A comer mariscos a Toluca me había invitado el amigo doctor, pero ante los precios del restaurante, a su casa, a la comida casera Y ahí sopesé la situación de las clases medias. Al llegar a la casa, un tufo como a pata de mula, pero agrio, rancio: por la puerta de la calle entraba aquella figura enteca, de chal y trapos oscuros. Tensa una voz cascada: «¿Y eso, Filiberto? No te esperaba tan pronto. Pues qué, ¿no ibas a derrochar la tarjeta de crédito gorreándole la tragazón a alguna panza aventurera?

– Mira, Chaguita, te presento aquí a nuestro huésped. Le prometí que iba a saborear tus artes culinarias. ¿No habrá modo, digo..?

La de los bifocales me la dejó tendida, mi diestra. Ceño fruncido: ‘Yo, por si acaso, en la misa de doce te encomendé a San Ramón Nonato, no vaya a ser que ese pseu-do-neo-comunistoide te contagie y vayas a terminar tú también en terrorista, una nunca sabe». (Tragué saliva una vez más.)

– Vieja linda, no seas malita. Algo de picar, digo.

– Úchale, hasta con eso…

Rumbo a la cocina se arrastraron aquellos dos pies, planos como el peinado (tintura rabiosamente renegrida); planos como la parte delantera de la mujer, como su zona trasera. Por lo demás, todo naturalito, si exceptuamos la dentadura «A ver qué más se le ofrece al señor. Al fin que nadamos en la abundancia». Agrio el gesto, ceño fruncido, regresó con aquello en las manos. «¿Algo más se le antoja al rey de la casa para agasajar advenedizos?» -ironizó.

La lata pregonaba: «Sardinas del Golfo«. Mi anfitrión: «Pura vida Cero colesterol. Píquele su cebollita ¿Limón, perejil? Con confianza, sin vergüenza. Y tú, vieja linda, ¿le darías aquí a nuestro invitado una probadita? De tu crema digo, para que se la unte en el…»

La vieja (linda) me dio una probadita de su crema Agria, rancia, desabrida Me la unté aquí, miren El doctor. «Chalco legítimo. Con masequitas del país. Para chupárselos. Mmm». La espátula malmodienta, con aquello todavía fruncido, aprontó el cacharro de plástico. Mi anfitrión: «Huele a Actopan todavía ¿O es Atocpan? Mole mundialmente reconocido. Patrimonio de la humanidad. Y en el agasajo Milpa Alta no podía faltar. Nopalitos. ¿Le apetece el jocoque? Con confianza, no sea pene» (así lo oí).

Áspera, desapacible, la de formas lacias se alejó de nosotros. La vi subir de uno en uno los escalones rumbo a su habitación. Y fue entonces cuando conocí de fijo lo que el modelo neoliberal, el pago del Fobaproa y la deuda externa han repercutido en las clases medias mexicanas. Me dio una lástima…

Porque ocurrió que el clasemediero doctor Pérez y Hernández, con el toluqueño afianzado entre índice, medio y pulgar, se había quedado observando aquellas formas enjutas, el escurrimiento del físico, el cansino andar. De súbito lo oí suspirar (oí suspirar a las clases medias de México, mi país), y a media voz expresar la definición más completa de eso en que han venido a degenerar luego de resistir impuestos y carteras vencidas:

– Qué pena En verdad, qué pena..

Lo vi observar el rumbo por el que desapareció la matrona «Qué desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo». Meneó la testa. El chorizo se le encorvaba «Qué pena, de veras, que yo, todavía hace unos años, lo imperdonable. Mire usted que malgastar vida sentimental y ahorros…»

Suspiró. El toluqueño se le curvaba, se le volvía lacio, resbalaba, seboso, entre sus dedos. «Haberme desperdiciado con Xiomaras, Karlas y Gloriellas muy buenas de lengua (secretarias bilingües), pero que vaya uno a saber si lo que tienen de bilingües lo tenían de sidosas, toco madera (Tocó plástico vil. El toluqueño, como falto de la respectiva pastilla azul, al piso.)

– Porque después de todo yo, con aquella vida de irresponsable; que si Yesenia, que si Dennise, que si Manolo (no, ese fue mi chofer, qué gasto inútil). Yo tantas Irinas, Tatianas, Genevives, qué horror. Frondosotas, rubiesotas, y unas pechugas. No, y aquella planta..

– ¿Alta o baja? ¿Leonerita?

– Planta de hembras. Plantosas. Me acuerdo, y qué horror…

Suspiró. Suspiraron las clases medias.

«Porque hoy, ya fijándose, pues caramba, para qué rubias y frondosotas, si mi señora esposa, ¿verdad? Ella todavía aguanta un piano. Qué digo un piano: un órgano de buen tamaño».

Silencio. Lo vi morderse uno. El de abajo. El labio. Suspiré. Y aquel nudo aquí mero, vean. Nudo gordiano. (Las medias.)

Hasta las medias…

«La clase media será prioridad. Para rescatarla aplicaré de inmediato el plan adecuado».

Pero un momento, mis valedores, no alegrarse antes de tiempo. Quien esto afirma es Barak Obama, y alude a la clase media de su país. El «mandatario» mexicano, por su parte, afirmó que «Nuestra clase media se está cayendo a pedazos, pero yo trabajo fuerte para extenderla y construir un futuro mejor para las siguientes generaciones».

Pero tampoco alegrarse, que quien esto juraba fue Fox, imagínense. Yo, entonces, relaté aquí mismo el incidente que me mostró con más elocuencia que cualquier análisis de economista la depreciación de una clase media que hoy, ante la crisis que la masacra, juzgo de renovada actualidad. La crónica;

Fue aquel domingo a media mañana El doctor Pérez y Hernández (como los políticos mediocres, el profesionista más fácilmente perdona una mentada de madre que su apellido de madre se omita) me invitó a comen «Pero como Díos manda, no a lo que da el pago de sus fabulillas. Trépese».

Me trepé a su volks. «Directamente a las patas, mi valedor. Patas de mula, ¿le gustan los mariscos? No, y más antes eran todavía mejor para el organismo. ¿Le gustan?» (Se me hizo agua, me refiero a la boca El doctor:) «Conozco un restaurante en Toluca donde mmm, una gloria de camarones…»

Y a la gloria nos fuimos; la de los mariscos. Dizque por su virtud tonificante no estoy seguro si del cerebelo, el apéndice o no sé qué clase de bulbo, ha de ser el raquídeo. Ya en la carretera (carretera libre, para evitar el peaje) por boca del doctorcito se expresaron las clases medias de mi país:

– Mire nomás qué chulada de arboledas. De ensueño, ¿no? Lindo mi México, se lo digo yo, que todavía en pasados sexenios no perdonaba mi viaje semestral a las Europas, nomás gastando divisas a lo pentonto. ¿Sabe que aquí donde me ve yo he andado desde Sumatra hasta La Sutra?

Iba a contestarle el albur, pero me aguanté. Por una pata de mula, a este mula doctor le aguanto cualquier patada. De mula.

– Mire: serranías pachonas de vegetación. Abedules, algarrobos o chicozapotes, sepa la madre. ¿Qué le piden estos bosques a los de Viena? Esos pinos, ¿qué le piden a Los Pinos, espurios? Para qué derrochar divisas en Europa, ¿no le parece?

Lo miré de reojo. Me dieron una lástima las clases medias de mi país…

– Y es que en nuestro México tenemos de todo, como en botica.

Botica que no sea del Seguro Social, que ni aspirinas -pensé, pero mucho me cuidé de expresarlo. Por aquello de las patas de mula

Mediodía Toluca. La entrada del restaurante. En el atascadero de coches y entre dos que dejaban un espacio que ni para carro de camotes, el de dos apellidos maniobró en forma tal que dejó la trompa a media banqueta y la trasera acomodada sobre una alcantarilla La trasera del volks.

– ¿Se dio cuenta, mi valedor? El chicampiano lo meto en cualquier huequito, no aquel estorboso «seis cilindros» del que me tuve que deshacer…

Hasta acá comenzó a llegarme el olor de las patas. De mula Al rato ya el doctor y su gorrón estábamos de las de acá, miren, leyendo la carta, pero leyéndola al estilo crisis de clases medias: de derecha a izquierda. A ven 50, una orden de mejillones; 65, jaibas rellenas de pulpos, o pulpos rellenos de jaibas, al gusto; callo de hacha, en oferta Sonriendo como estreñido, el doctor:

– Precios razonables. Media de ostiones, tantos pesos.

– Son dólares, doctor. (Palideció. Yo tragué saliva y fue lo único que tragué en el restaurante, porque el de los dos apellidos): «Se me ocurre una idea ¿Y si mejor nos regresamos al DF? A mi casa Porque después de todo qué mejor comida que la casera, y si viera que mi señora uh, qué mano tiene. Limpieza sazón. ¿A mi casa, a la pura proteína pura, mi valedor».

Y acá venimos, clasemedieros, a desandar el camino, rumbo a la casera Yo, aquella compasión; por mí, por el de los dos apellidos. Y ni cómo liberarlo del compromiso sin herir su susceptibilidad. Apechugué. Y a casita, la de él. Total, que un par de horas más tarde… el antecomedor.

¿La casa? Clasemediera típica Mi anfitrión descorchó una de tinto. La olisqueó. «Mmm, uva añejada en barricas de ayacahuite Tres larguísimas semanas en reposo antes de llegar al tianguis. Los vinos del país qué le piden a los del Rhin. Texmelucan legítimo, aspire su bouquet». Y que salucita Yo con agua, que conmigo vino y licor toparon en hueso. En tepetate Y válgame, que fue entonces… (Mañana)

Humanisímo…

Desde el día de hoy empezamos a colocar los programas de Humanísimo en MP3, por el momento el formato de publicación tipo “post” (acepto sinonimos en español) es temporal, los titulos y las fechas de transmisión son aproximadas y el tema principal del programa depende mucho del oyente.

Los programas fueron grabados originalmente de una forma casi artesanal y algunos tienen cortes comerciales sin editar pero lo que importa es que se oyen bastante bien

Por el momento contamos con cinco programas listos y veinticuatro en proceso que serán publicados cada domingo de acuerdo a la fecha original aproximada en que fueron transmitidos. La entrada o «post» incluira una lista de los autores de los textos que se usaron para ilustrar el tema principal del programa y cuando se pueda el texto completo del cuento, relato, novela o ensayo.

El primer programa está listo para su descarga en la entrada del día 3 de febrero de 1996.

Quiero expresar un agradecimiento al compañero Pedro Molina por hacernos el valimiento de copiar las cintas y a todos los compañeros que me ayudan en la elaboración de está página y le pido al compañero que proporciono los cassetes que se comunique conmigo para entregarle algo de su material.

La espera ha sido larga, he descuidado un poco la página pero ya estoy de regreso y espero subir pronto todo el material del maestro Mojarro que tengo

Les quiero recordar que todos los comentarios que ustedes escriben en la página los recibe el maestro Mojarro en su buzón de correo, y aunque su conocimiento del manejo de una computadora es limitado,los contesta siempre que puede asi que no se sientan ignorados o que nadie leyó sus comentarios si desean comunicarse de manera directa marquen su número telefónico, siempre contesta.

Por otra parte ayuden al Centro de acopio de El Valedor:

Centro de Acopio de El Valedor

Michoacán #34 , Col Héroes de Padierna.
Delegación Magdalena Contreras CP 10700
Teléfono y Fax : 56520026
México D.F.
Maestro Tomás Mojarro
elvaledormx@hotmail.com
Tel 56520026

Pablo
pablo@valedor.org
Tel 5516892682

Saludos

Este puño, ¿si se ve?

Maestros marchan de nuevo contra la alianza educativa y la Ley del ISSSTE.

Las marchas son necesarias, pero insuficientes, afirma mi maestro de teoría política, y explica la causa de que algunos sectores sociales las sigan utilizando frente al gobierno para «exigirle» que les resuelva un problema determinado. Hoy mismo se sigue utilizado esa táctica a contrapelo de la historia reciente del país, que lleva más de 60 años demostrando la ineficacia de las marchas cuando se toman como fin y no como medio. El maestro:

– Cuando se analizan científicamente la fortaleza y la debilidad de un enemigo cualquiera se logra localizar aquello que lo hace vulnerable a pesar de que cuente con elementos que mantengan su poder. Un principio fundamental consiste en entender que la fortaleza del enemigo es directamente proporcional a la debilidad nuestra. En este sentido tenemos que autoanalizarnos y detectar todo aquello que nos hace débiles ante el enemigo histórico de nuestro cambio, que no es coyuntural sino histórico.

Dogmas enajenantes.- El enemigo del cambio de estructuras con las que logremos darnos un gobierno al que obedecer como sus mandantes encontró una forma de control y dominio que le proporciona excelentes resultados: ha inoculado en los movimientos sociales concepciones y formas de lucha ineficaces y obsoletas.

Una vez que el gobierno ha inoculado tales formas obsoletas de lucha social y una vez que han sido introducidas en el imaginario colectivo, se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual cobra vida propia esa forma inservible de concebir las cosas: los mismos luchadores sociales, con su falta de lucidez, se han encargado de reproducir las concepciones que pretenden combatir. Ya habiendo logrado este fenómeno enajenante, los agentes gubernamentales sólo necesitan darle «mantenimiento».

Consecuencias de una estrategia equivocada; A lo largo de muchas décadas los movimientos sociales han caído en una trampa estratégica de la que derivan gran parte de sus derrotas. El razonamiento estratégico que se repite de manera consuetudinaria se sintetiza en la siguiente fórmula:

Razón + legalidad + consenso popular = triunfo.

El planteamiento es así de sencillo: si tenemos la razón, la ley y el apoyo popular, el resultado inequívoco va a ser el triunfo. A tal estrategia el gobierno le ha opuesto una que así se sintetiza:

Poder político y económico armados = triunfo.

Hasta hoy, la razón desarmada no ha podido derrotar al irracionalismo del poder armado (armado no con armas de fuego, sino creando sistemas de lucha pacífica superiores a las citadas armas de fuego). Pero durante décadas y décadas se han forjado «conjuros» que se pregonan a grito abierto en la calle y las plazas en la creencia de que para alcanzar el triunfo basta con gritar esas frases a lo estridente. Una frase «mágica» consiste en repetir la consigna de que «el pueblo unido – jamás será vencido». No se entiende esto, elemental: para que el pueblo se una no basta un grito que convoque a la realización del milagro. El pueblo no se va a unir por sí solo ni con gritos, sino con tácticas y estrategias científicas respaldadas con un trabajo eficiente y constante.

La marcha-mitin.- A una y a otro se les ha cambiado su función objetiva, la de demostrar una conformidad y preparar a las bases combatientes para pasar a formas de lucha específicas en su área de operación. Se les ha asignado, en cambio, la capacidad de ser el todo de la lucha. Al sobredimensionar ambas tácticas y enraizar tal concepción a nivel de dogma incuestionable hemos quedado desarmados ante el enemigo histórico.

El dogma de la marcha-mitin no se cuestiona, por más que una y otra vez ha demostrado sus limitaciones, su inoperatividad como arma contra la injusticia Cuántos luchadores bienintencionados no han caído en la trampa de semejante «canto de sirenas». Y es que al convertir la marcha-mitin en el todo de la lucha se falseó su función práctica; se le dio carácter de liturgia secular, de peregrinación que enarbola conjuros que claman por el milagro que haga desaparecer el enemigo histórico, y por medio de esa magia lograr un paraíso terrenal donde ya no exista este perverso mundo, el de la explotación del hombre por el hombre. Con el tiempo, los marchistas-peregrinos se desencantan al no ser escuchados por el gobernante, y porque el conjuro mágico no logró el milagro, y entonces… (Sigo después.)

No, y los maestros…

Es una lástima que en este país haya que echar madres para ver si asi las autoridades se deciden a actuar. (Rayuela, de La Jornada.)

¿Qué dicen sobre esto la historia y la realidad objetiva? Que tal aseveración es mentira, y que detrás del insulto y de la exigencia no hay fuerza ninguna contra el Sistema. Apenas ayer previne a todos ustedes respecto a esa trampa que un Estado opresivo y represivo tiende a las masas sociales con ánimo de mantenerlas domesticadas y en la mansedumbre, la pasividad y la dependencia. ¿La trampa? Cabe en un solo verbo, les dije: exigir. Cada vez que sientan el rigor de una medida gubernamental injusta o dañina para su economía familiar, exijan. ¿Que el Poder no les hace justicia? ¿Que se deprecia la capacidad adquisitiva del salario? ¿Que padecen desempleo, carestía, devaluaciones? La solución, en sus manos: exíjannos. No nos dejen de exigir. Es su derecho.

Bueno, sí, nosotros exigimos. Uno por uno o en muchedumbre exigimos. ¿Y? A modo de ejemplo que ilustrase la trampa del exigir me referí al caso del mega-rico que sufrió el secuestro de su hijo, al que los captores sacrificaron una vez que no fue cubierto cabalmente el precio fijado para el rescate. «Si no pueden, renuncien»,exigió el agraviado a las autoridades que de inmediato, histriónicas, redactaron un Acuerdo para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, con 75 medidas de gobierno y se dieron un plazo de 100 días para cumplir. Los 100 días transcurrieron, ¿y? Para medir el candor «Cada mando debe evaluar su dimisión», afirma ahora el de la exigencia.

Aludí también al caso de otro individuo; dolido ante el plagio de su hija y la nulidad de las autoridades para aclarar el secuestro les estampo en el rostro conceptos de este calibre: «Ya pedí, ya supliqué, ya imploré, ya lloré, ¡ahora exijo! La propia autoridad nos ha dicho que no tenemos nada que nos lleve a encontrar a… (su hija.) ¿Esto es nada? Un hombre que trabajó cerca de dos años con mi familia, y que sabemos que sus hermanos son de una banda que ya ha hecho secuestros. ¿Eso es no tener nada? ¡Eso es no tener madre!»

Semejante reclamo, y sobre todo el tono empleado por el agraviado, han acaparado la atención de casi todos los medios de condicionamiento de masas, donde se alaba y pondera, además del valor civil, la táctica que utilizaron ambos agraviados: exigir a las autoridades correspondientes. Los dos exigieron justicia y resultados positivos para remediar su drama familiar. ¿Y? ¿Dio resultado la pura exigencia? ¿Qué contestan ustedes? ¿Tan aturdidos seremos que vamos a acatar la táctica del Sistema y exigir y seguir exigiendo? Lo afirma, por su parte, López Obrador:

– Sólo mediante presiones, movilizaciones y protesta en las calles se logrará que quienes usurpan la Presidencia., ¡volteen a ver al pueblo!

Volteen a verlo, válgame. Como si le implorásemos esa caridad. Y la «eficacia» de la protesta en la noticia de hace unos días: «Enviaré un telegrama a Calderón para exigirle que de inmediato suspenda la aplicación del aumento número 27 al precio de las gasolinas». ¿Y? Telegrama o no telegrama, ¿El de Los Pinos suspendió el susodicho aumento? ¿Que contestan ustedes..?

Y es que ahí está el engaño que nos forja el Estado por boca de sus voceros en el periodismo, que alaban, ponderan y sobrevaloran esa engañifa Así, mexicanos, exíjanle al gobierno que les solucione sus justas demandas. Así una y otra vez, en coro de porristas que exaltan esa forma estéril de lucha, vale decir: no asuman como ciudadanos su tarea histórica Ustedes, como niños o subditos que nos entregaron su libertad y de nosotros todo lo esperan porque los hemos condicionado tomarnos por sus aliados, sigan delegando en nosotros, y a ver cuánta fuerza hay detrás de todos ustedes, 106 millones de átomos que repiten el estribillo de marras.

Cuidado, mis valedores, mucho cuidado; nosotros acudir al ejercicio de pensar y al de la autocrítica La historia y la realidad objetiva muestran y demuestran que el exigir al Poder ningún resultado positivo aportará para nuestra causa, porque detrás de la exigencia no hay en las masas fuerza ninguna; no hay poder ciudadano. ¿Por qué, entonces, en los medios de condicionamiento de masas tanto se ensalza la táctica de la exigencia popular? Porque con ella de forma alguna menoscabamos los intereses políticos, económicos, financieros, etc., de una Super-estructura de la que los «medios» son parte fundamental.

Y contra el exigir de las masas, el antídoto:

«Ni los veo, ni los oigo, ni los siento».

Total. (Volveré al tema)

¡E-xi-gi-mos!

Cuidado con esa trampa, mis valedores: la de la exigencia. Mucho cuidado con la engañifa del Sistema de poder, que medra y se beneficia con la necesidad de las masas integrantes de esta comunidad enferma de tantos males, pero que también se previene contra una latente rebelión de ese paisanaje (oprimido, deprimido y en ocasiones reprimido) con el recurso de hacerle tragar calmantes y antidepresivos que, a manera del Prozac, los mantienen mansos, pasivos y dependientes. Mucha y a todas horas televisión, que es decir telenovelas al por mayor, choricera de clásico pasecito a la red, chismarajos inmundos de actricitas del gran canal dos que se hacen del dos en leyes, reglamentos y el decoro más elemental para aprontar a jóvenes seniles y viejos impotentes su gran canal del desagüe en un delirante aquelarre de procacidad y en la glorificación de la pantaleta y el nalgatorio, todo esto aderezado con un tsunami de anuncios comerciales que me los tienen así, miren, en la posición de vaciar intestinos, e hipnotizados bajo el efecto de los opiáceos que les administra el Sistema. A propósito:

Lean ustedes Un mundo feliz, de Huxley, donde la dictadura de aquel país, para mantener a la gente domesticada y en calidad de zombi, le administra cada día su ración de cierto bebistrajo que nombra soma. Y entonces sí, todos contentos. Ustedes mismos, ¿cuántas horas al día dedican a la lectura? ¿Cuántas a su ración de soma-televisión? Por eso mismo, mis valedores; por eso es que ya nos tomaron la medida…

Pero no todo es pasividad. De repente se alzan voces discordantes que expresan a gritos su descontento contra un Sistema que así nos mantiene en situación en tantas formas intolerable. ¿Que qué? ¿Motín a bordo? Para esos descontentos el Sistema ha creado el antídoto, que cabe en un verbo: exigir. Ustedes exijan. Descarguen su exasperación exigiéndonos. Es su derecho y es su obligación. Faltaría más. No dejen de exigimos. Exíjannos. ¿Nosotros? Nosotros ni los vemos, ni los oímos, ni los sentimos. Pero ustedes Exíjannos

Pues sí, pero vamos a ver: ¿para los descontentos es esa la táctica conveniente? Para saberlo remitámonos a las enseñanzas que ofrece la historia, esa estrella polar del estudioso que quiera entender cabalmente los problemas de la comunidad y sus posibles soluciones. A ver qué dicen a esto la historia y la realidad objetiva.

Hace unos meses cierto comerciante que acababa de vender su negocio en más de 500 millones de nuestra moneda nacional, o sea dólares (información de los matutinos), fue objeto del secuestro de su hijo. Regateó el precio con los plagiarios y, según comunicado prendido a los restos mortales de la víctima, no satisfizo a cabalidad sus pretensiones económicas. Bien conocido es el resultado: el menor fue asesinado por sus captores (asesinado también fue su chofer, pero ante el Poder y la industria del periodismo del que forma parte qué canacos puede valer la vida de un simple trabajador de salario mínimo). Y ocurrió entonces: en una reunión histórica y frente a la cúpula del gobierno, el padre agraviado expresó su dolor, acusó a las autoridades correspondientes de falta de resultados positivos, y exigió justicia a las autoridades de marras, lanzándoles la requisitoria que hoy se torna punto de referencia: «Si no pueden, renuncien».

Los del poder pusieron rostros adustos, rostros de circunstancias, y de inmediato se pusieron a redactar un documento al que enjaretaron un título rimbombante: Acuerdo para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, con setenta y cinco medidas de gobierno que se comprometieron a cumplir en un plazo perentorio de cien días a partir de la fecha, veintiuno de agosto del año en curso. Y el plazo comenzó a correr, día a día. «Si no pueden, renuncien». Mis valedores…

El sábado anterior se cumplieron los cien días del plazo. ¿Y? ¿Cuáles fueron los resultados? Claro, sí, los consabidos: nulos, sin más, al tiempo que todos y cada uno de los firmantes se deslindan de posible responsabilidad. Es el presente gobierno. Es el Sistema de poder. Es México. Y la coincidencia:

Casi al término del tal plazo un individuo más, dolido ante el plagio de su hija y la nulidad de las autoridades, emuló al anterior, y con todo y su porción de protagonismo estampó los siguientes párrafos en plena cara de los policías de alto rango, cuya actuación frente al dramático problema familiar no le satisfizo:

«Ya pedí, ya supliqué, ya imploré, ya lloré, ahora exijo«.

(Sigo mañana)

Esta vez el espurio

El mostrenco esta vez, mis valedores, ese chaparrito, peloncito, impuesto a la ley del hovo que «haiga sido como haiga sido» se enquistó entre nosotros, y al que tenemos que soportar con todo y su facha desagradable, su aplastante mediocridad, una voz ingrata a los tímpanos y su morbosa manía de colarse de culipronto en todas las «cumbres», en donde acude a engolosinarse de protagonismo (la droga del inferior), a exhibir su enanismo mental y a hacer el ridículo. Lamentable. Habló El Cosilión:

– La semana pasada se la pasó de gira en dos que tres «cumbres».

(«Cumbres». Lo que es la moda, pensé; ahora a toda reunioncilla de dos o tres pelaperros, insignificante y sin trascendencia ninguna, le plantan el título rimbombante de «cumbre».)

– Yo acompañé al espurio a las de la semana pasada.

¿Que qué? La confesión explotó en la tertulia como granada de fragmentación. ¿El Cosilión de acompañante del peloncito de lentes? ¿Un honesto vecino de Cádiz? ¿Un integrante de la tertulia? Silencio. Momento de reflexión Luego la voz compungida del aludido, marido de La Lichona,frutal sota moza enjarrada en unos pantalones blancos tres tallas más abajo de lo que piden, demandan, exigen sus formas:

– Yo lo acompañé. Caracho, cómo fue que me dejé convencer. Qué vergüenza, de plano.

– ¿Usted, Cosilión? De no creerse. ¿Pues cómo fue que hizo ronda con semejante mediocre? ¿Qué ganancia le fue a reportar?

– Puras vergüenzas (ahí, juicio oral frente a los contertulios, El Cosilión meneaba la testa, meneaba el pocilio, daba el amamantón a la de ixtafiate.) ‘Yo mismo me pregunto cómo y por qué fui a aceptar acompañarlo, aturdido de mí, y no a una ‘cumbre’, sino a tres. Tres dizque ‘cumbres’, a las que el espurio fue de entrometido nomás a estafar infelices y a ventosearles en plena cara un choricero de discursos que si ustedes lo hubieran oído. A ese mediocre madre Natura no le otorgó el don de la elocuencia.

(Pensé: no, indiscutiblemente. No le dio ese don. Tampoco ese.)

– Aborrecí el día en que nos enjaretaron al peloncito de lentes…

Uno al que cierto dos de julio nos lo fueron a embombillar con calzador. Recuerdo la negra noche en que lo vi entrar por esa puerta, invitado a nuestra tertulia de Cádiz. «Compatriotas, me tomé esa libertad», y mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., hizo la presentación. «Aquí El Chilillo), alias Lepe Madroño, michoacano de origen, viene nomás a conocer el ambiente y a ver si hay modo de forjarles alguna «cumbre». De política El Chilillo no sabe ni madre.

– Y pur madr que me interés. (Así, tragándose las vocales, habló el espurio, y esa fue su presentación oficial en nuestra tertulia de Cádiz). «A mí la polític me peg aquí, mim, en ls mers dests».

Y se jurguneaba los destos, y así fue como entró a formar parte de la tertulia el chaparrito, jetoncito, al que desde ese momento calificamos de espurio. Y ante unos contertulios recelosos siguió expresándose con esa su voz horrorosa, su sonsonete al hablar, su demagogia plagada de lugares comunes y ese defecto de tragarse las vocales:

«¡Ms amigs, ls asgur qu ant la criss internacionl nuestr economí est perfecta-ment blindad para resistr tods ls embaís del exterir!

Horroroso. La Maconda, la Lichona, la Jana Chantal y el resto de los contertulios contemplamos al recién llegado, le oímos su modo de hablar, observamos su comportamiento y de inmediato nos percatamos de que aquel zafio, semejante inculto y vulgar no congeniaba con los vecinos de la tertulia El aliento ardoroso de la tía Conchis, perejil y epazote en fermento, me sollamó el oído izquierdo:

– ¿Qué le parece el güey ese? Puro albur y expresiones de toreo pulquero. Si hasta parece hijo putativo del Chucho de Nueva Izquierda, el carbón. Quién le dio permiso al chinche Jerásimo, primo de usted, para embombillarnos a semejante chaparrito, jetoncito, peloncito, de…

Traté de calmarla: «Es sólo por hoy. Y le suplico un poco de compasión para el recién llegado. Inculto, sí, vulgarzón y mediocre, de aspecto zafio y vulgar, pero aun así, no creo que merezca la ofensa de emparentarlo con Chucho el talamantero».

¡Pero sí, que nos van resultando cómplices! Por cuanto a la crónica de sus «cumbres», muy pronto. (Aguárdenla)

Sea por Dios uno y trino

Y va de fábula, mis valedores. Han de saber sus mercedes que en luengos ayeres y en la anchurosa imaginación de Rabelais, humanista y escritor benedictino, existió un reino de encantamiento que regían Gargantúa y Pantagmel y poblaba una sarnienta galería de curas verracos, picaros de la engañifa, hembras del trato carnal y demás excrecencias humanas que vagan a contrapelo de leyes y reglamentos. Entre todos ellos cabuleaba Panurgo, tramposo bigardón y camandulero, tan bueno para nada bueno como perito en trapacerías. Un picaro.

Y ocurrió que aquel día, navegando el Panurgo de marras en un navio cargado de carneros, con el dueño de los tales se trenzó en agria disputa sobre un tema de altísima teología: si Dios, siendo uno, era trino. El final, químicamente teológico: a garrotazos. De repente, el clérigo Juan:

– ¡Alto, los valientes no asesinan!

Los hizo fumar la mota de la paz y todo volvió al orden. Perfecto, sí pero ni tanto: Panurgo era mala entraña, renegrida bilis, hígados entrañudos y corazón bandolero, y no quedó conforme con la peregrina tesis de que Dios, siendo uno, es trino también, y mucho menos con la ración de fregadazos que le vinieron tocando. Rencoroso como era, en un rincón del navio cavilaba rastreando el desquite; no puñal, no veneno, no pistoletazo que le llevara a galeras. ¿Qué desquite sería, Dios mío según esto uno y trino? Y ello fue cavilar, discurrir y echar tanteadas, pero la solución, andavete. En eso, de súbito: helas, ya está! Plan perfecto. Panurgo se fue en derechura a cubierta, donde deambulaba el borreguero, y entonces:

– Señor mío…

– ¿Qué? ¿No os bastó la ración de jodazos? ¿Venís por más?

– Calmantes. Vengo en son de paz. Y por que mire vuecencia que no le guardo rencor por aquello de que Dios, de ser uno, trino es también, quiero tratar con vos de carneros. Vendedme uno de estos, mi señor.

– Todo fuera como eso. ¿Por cuál os interesáis?

– Por aquél que se lo está olisqueando a la borrega. ¿Cuánto?

– El más gordo requerís, y el más caro. ¿Traes los oros suficientes, o vais a salirme como aquel esclavo de gringos, el Zedillo vendepatrias de los viejos tiempos, con aquello de que «no traigo cash»?

Ahí arrancó el regateo. Que os ofrezco dos oros como dos odas, y que no odas, el carnero no me lo robé, y que tres os doy, y que dobládmela, y que os la doble vuestra porca madonna, y que yo me refiero a la oferta, y que…

Se cerró el trato. Dando y dando, y el pajarito jugando. Cuenta Rabelais que Panurgo, ya con el carnero pataleándole entre los brazos, de repente echó a andar su torvo plan de venganza: arrimando a la borda al recién comprado tíznale, que a la vista de la manada ¡zaz!, lo arrojó de panza y criadillas a las olas del mar. «¡Nada de muertito, chivón!»

¿Captan ustedes la moraleja? Siendo este animal por excelencia estúpido y que procede a la divisa de lo que hace la mano hace la tras, a la vista del carnero caído en las aguas en fila india fue saltando la borregada, válgame Dios uno y trino. ¿El mercader, mientras tanto? Ese, chillando y jalándosela, su greña, hacía vanos esfuerzos por detener la deserción de borregos que, uno por uno y uno tras otro, seguían echándose al mar. ¡Deténmelos, Dios uno y trino..!

¿Panurgo? Abrazado al palo mayor y pandeándose de risa, el bigardón bailoteaba, manoteaba, cimbrándose a carcajadas: «¡Ay, ay, ay, que me vengo! ¡Caro me costó el borrego, pero qué dulce me vengo, por Dios uno y trino! ¡Que me vengo de venganza, placer de los dioses que no presumen de unos y trinos! ¡Ay, ay, ay, pero qué bonita es la venganza cuando Dios uno y trino nos la concede..!»

Hasta aquí la fábula, y a esto quería yo llegar. Mis valedores: ¿tiene alguno de ustedes la desgracia de tratar personalmente al Chucho mayor de la borregada de Nueva Izquierda? ¿Mantiene comunicación con el pastor de chuchos borregos? De ser así, advertirle: cuidado con el hato, mucho cuidado. Cuando un borrego se lanza a la mar los chuchos de Ortega reaccionan como los chuchos de Pavlov: uno tras otro se avientan al mar, que es morir, o de plano al infierno de Dante, que es Convergencia. Cuidado; mucho cuidado con las borregas, por más que una de ellas lo juraba anteayer prefiero el infierno de Dante a la perrada talamantera a las órdenes de Los Pinos. (Bee…)