Rebuznos

Una burra quiso rebuznar y no pudo porque nunca se aprendió la tonada.  (En su homilía dominical Norberto Rivera, cardenal de la Iglesia Católica.)

Don Pedro Jasso y la marcha-plantón, mis valedores. Digo marcha-plantón y a la mente se me viene la fina estampa de El Chaparro, benemérito mártir de esas marchas justicieras que  terminaron por arrancarle la vida; y cómo no se la iban a arrebatar, si tan sólo el plantón de 1997 duró un año, dos meses y 15 días.  Mucho plantón para un simple Chaparro que nunca pasó de  burro pedrero y que jamás conoció el lujo de unas herraduras. Víctima siempre de su mala vida, fue bestia de carga y a cada rato me lo hacían guey unciéndolo a la yunta por menesteres del sembradío. Burro en funciones de buey, llevó una vida de perro El Chaparro, válgame.

Siempre al servicio de un amo que fue a su vez víctima de una mala táctica de lucha por la justicia, El Chaparro tuvo que hacer un viaje desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital con un solo propósito: buscar aquí, con el señor de Los Pinos (¡imagínense!) una justicia que no encontró en las autoridades locales contra la acción arbitraria y depredadora de caciques que invaden tierras en la comunidad de San Juan de Guadalupe y anexas. Buscar justicia en el DF. Ilusos, El Chaparro y Jasso, en ese orden…

El burro hizo el viaje por carretera, arrastrado y penoso porque, además, vino cargando a don Pedro a cuestas, qué vida la de El Chaparro. La de algunos Chaparros. Ya de plantón en el zócalo, el asno tuvo que soportar soles, fríos, tormentas, desdén presidencial, amenazas de autoridades, la   fuerza pública y la curiosidad de turistas que me lo fotografiaban de frente, de perfil, de tras cuartos y ya por arriba, y ya por abajo (mexican curios), para regresar a su tierra con las manos (las pezuñas) vacías. Obvio, con esa estrategia obsoleta, ya rebasada.

Y de nuevo a sudar: ya de burro, ya de buey, burro y buey viejo y enfermo, pasmado del lomo y, cierto estoy, también del espíritu, donde cargó con la derrota, y reflexionando (si es que él sí haya logrado pensar) que de qué canacos sirvió sacrificio tan cruel, si los humanos no escarmentamos. Y fue así como le llegó la única bendición de su vida: perderla. Mis valedores:

¿Se parece o no a tantos de nosotros, dicho esto con el debido respeto (para El Chaparro)? Achaques, derrotas, mataduras, muy poca comida para tanto trabajo, y tan mal pagado, y  un futuro renegrido, con la muerte como liberación.

El Chaparro ya no lo acompañó. Fiebres, cólicos, una noche de agonía y un despertar en el otro mundo, el de los borricos. Y ya. ¿Y ya? No, que eso sería injusto para un luchador social. Yo, apenas supe su fallecimiento, me puse a entonar la presente endecha de ese que se nos torna símbolo de tantos mexicanos.

Pero anden, a seguir desdeñando el poder ciudadano que lograríamos con la organización celular autogestionaria, y poner futuro y esperanzas, individuos y comunidad, en la mega-marchita. Porque en manos de un estratega bien intencionado, pero ignorante, El Chaparro fue enviado a la guerra sin más fusil que el que le facilitó Madre Natura, con él tan pródiga. Hoy, ¿habrá símbolo más justo del ánima colectiva, siempre sufriente y delegando siempre nada menos que en su opresor?  El Chaparro, mexicano de lucha tan justa cuanto impotente y estéril como su muerte; ese benemérito irracional en el que me reconozco y reconozco a tantos Pedros Jasso y tantísimos borricos como yo. El Chaparro. A su memoria. (Qué más.)

Chaparros

El legendario comunero potosino Pedro Jasso, 91 años de edad, marcha una vez más rumbo al Distrito Federal.

Una de las tantas marchas, que se tornaron paradigmáticas, la realzó hace unos cuatro años. ¿Recuerdan ustedes las marchas-plantones de don Pedro Jasso? ¿Recuerdan aquellos plantones épicos que mantenía el potosino para exigir justicia de las autoridades correspondientes con la devolución de unos terrenos que atrabiliarios de la región le habían arrebatado en alguna ranchería de San Luis Potosí? Los antecedentes:

Por exigencias de justicia, repito,  don Pedro se desplazó desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital. Sus plantones en el zócalo causaron expectación, y lo más llamativo: que don Pedro se hacía acompañar de El Chaparro, no uno de los 112 y medio millones de chaparros que habitamos este país, sino un burro con ese nombre: El Chaparro. ¿Resultado de la gestión de don Pedro Jasso,  que acostumbraba mantenerse en plantón a lo largo de  meses, de años, en el zócalo capitalino? De justicia, nada consiguió,  pero sí la muerte del muy Chaparro, que no pudo sobrevivir al enésimo plantón. Lástima.

Lástima, sí, pero como ese fruto dulcísimo de la justicia no se lograba, ni la autocrítica funcionó en el protestante don Pedro Jasso, los plantones siguieron una y otra vez, meses y años, ahora con El Chaparro junior, y más tarde con el nieto de El Chaparro original. Muchos plantones, ¿y la justicia? De justicia, cuál, y al paso del tiempo, de los plantones y del propio don Pedro Jasso no se volvió a saber. Y a otra cosa.

Pues sí, pero yo, reflexionando en su frustrada táctica de la marcha-plantón, pensé: una buena herencia nos legaron don Pedro Jasso y El Chaparro, para quien quiera entender: esos que proyectaban su propio plantón ya escarmentaron en burro ajeno. Maestros, estudiantes del CGH, militantes de la APPO y del Mexicano de Electricistas, en fin,  ya se miraron en ese burro. En ese espejo, más bien. Saben ya, por la historia y la realidad objetiva, que no es con plantones ni marchas, en burro o a pie, como el agraviado va a conseguir la justicia. Ya pudieron comprobar que la marcha-mitin es sólo un medio de dar a conocer nuestro problema, y que de ahí hay que pasar a la siguiente etapa en las  formas de lucha contra el adversario histórico. Que la marcha-plantón es un medio, no un fin.

Pues sí, pero no, que una y otra vez, la noticia y las fotos: “Integrantes de organizaciones campesinas (u obreras, o estudiantiles) se manifiestan frente a la Secretaría correspondiente en demanda de justicia”. Válgame.

¿Y la moraleja de la marcha plantón de don Pedro Jasso nada les dice? ¿Y así intentamos salir del laberinto de Creta donde nos encerró un Sistema de poder que no es aliado histórico nuestro, y al que es inútil exigir? Nada nos dijo la lección de don Pedro y su Chaparro, porque un día sí y el otro también, debajo de la noticia, la foto, y en ella, ¿pasan ustedes a creer?, El Chaparro por delante, encabezando el plantón. Detrás, todos los Pedro Jasso de cerradas entendederas que se niegan a aprender. Y créanme…

En la lucha contra un Sistema que así nos oprime, y en su caso llega a reprimir, todos somos combatientes y todos somos aliados. En la estrategia estamos de acuerdo quienes buscamos el cambio histórico de Sistema. En la táctica disentimos, que para lograr ese cambio de nada nos van a servir cuantas marchas, plantones y exigencia llevemos a cabo contra un Sistema que “ni los veo, ni los oigo, y háganle como quieran”. (Sigo mañana.)