Libertad de expresión

El día de la libertad de expresión y de prensa, una celebración hoy totalmente obsoleta, apestosa a formol y a cadaverina. En el matutino:

La monotonía de la adulación y el invariable optimismo de los diarios serviles acabaron por hacer que sus opiniones sean rechazadas, sus palabras desconocidas, sus mismas informaciones tenidas por falsas o adulteradas. Está unánimemente condenado por su opinión, que al condenarlo condena naturalmente al gobierno que la inspira. En vez de amigos, el periódico de esta categoría sólo concita malas voluntades al Poder Público. Sólo en defensa de las leyes y al amparo de ellas un periódico se hará respetable y hará, por lo tanto, sus opiniones dignas de respeto.

Hermosos conceptos, y tan actuales; pues sí, pero lástima: se publicaron en el Excélsior  de 1917, un matutino que ha venido a caer en el elogio de “la sonrisa de Calderón”. Aquí opiniones diversas sobre la industria del periodismo, tema polémico, controvertido, que inicio con la visión de Roberto Zamarripa:

Los medios de comunicación están atravesados por la corrupción. Es un problema general que va de los “chayos” entregados a los reporteros hasta las componendas entre los empresarios de la prensa y el poder político.

La compra-venta de conciencias, mis valedores, ahí donde los “medios” son industria y comercio; una industria y un comercio tan costosos que su creación exige recursos económicos fuera del alcance  del periodista. No hay uno, ni un grupo de periodistas, que sean los dueños de una industria, impresa o electrónica; de existir, su sobrevivencia dependería, a su vez, del Sistema de poder. El periodista no es más que un asalariado al servicio del dueño del diario o  la estación de radio o de televisión, una industria, con intereses comerciales.

En tanto instrumentos, los “medios” no juegan otro papel que el que le asignen sus dueños. Así, podrán ser instrumentos de cultura o instrumentos de incultura; medios de dominio o medios de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para elevarlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quienes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social.

No existe la información por la información. Se informa para orientar en determinado sentido a las diversas clases y capas de la sociedad, y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas. Es decir: se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total. El grueso de las ganancias de los “medios” no proviene de la “venta de noticias”, sino de las ventas de espacio para la publicidad a las otras empresas, principalmente al gobierno. Ellos le darán o negarán subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida que prensa escrita, radio y TV. defiendan los intereses de los anunciantes. Sin más.

Al seleccionar las noticias que apoyan su propia política y omitir otras, los tales “medios” producen en la mente de las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, lo cual se realiza dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. El dueño del “medio”, por interés económico, para privilegiar el de los patrocinadores  y someter al usuario,  lo atiborra de nota roja y escándalos,  el clásico pasecito a la red, sexo, telenovelas y todo lo que alimentan a las masas del ombligo para abajo.

¿Libertad de expresión y de prensa? ¿En México? (Bah.)