Granadas de boca

“Dondequiera que el hombre primitivo erigió una palabra, creyó que había hecho un descubrimiento. ¡Qué equivocado estaba! Había dado con un problema y, mientras suponía que lo había resuelto, había creado un obstáculo para su solución”.

Esta vez las palabras, mis valedores, que según quien las pronuncie, dan vida o matan. “Las palabras, dice el filósofo, simplemente violentan y vencen el entendimiento, y lanzan todo a la confusión y desvían a los hombres hacia inútiles fantasías”. Y que usamos las palabras y a la vez somos usados por ellas, y que las palabras ambiguas son como fuegos fatuos, y razonar por su conducto es deambular entre innumerables absurdos, y el resultado final es la confusión o el desprecio. «Una palabra corrompida destruye ciencia, razón y el beneficio de la humanidad».

Lógico. Materia prima de toda campaña electoral, los conceptos del discurso no denotan realidades; son  vocablos ostentosos que indican algo totalmente distinto, aun lo opuesto total de lo que significan en su acepción original. La palabra democracia, pongamos por caso.

Desde el Poder nos hablan de democracia, pero nunca nos explican a qué democracia se refieren. Saben bien que desde nuestra ignorancia no los vamos a tachar de embusteros. Democracia. Habría que desenmascarar a los simuladores que engañan con tan retumbante vocablo. Fox, por ejemplo, en su sexenio, desdichado aunque sin la sangre que ha derramado el devoto del Verbo Encarnado:

“Los mexicanos ya sabemos lo que es la democracia, sabemos lo que vale y sabemos lo que nos rinde en frutos y dividendos. Entonces, el concepto de democracia ya está muy afianzado en la gente y en la ciudadanía. En México cada voto cuenta, porque para eso tenemos una democracia”.

Así que los mexicanos tenemos ya democracia. ¿Y en qué consiste nuestra democracia? ¿Sabemos diferenciar la formal de la social y la participativa? ¿Qué clase de democracia es la que trajo Fox al país? Por cuanto al Verbo Encarnado, ¿aportó más democracia? ¿Qué clase de democracia?

Ustedes, mis valedores, que ya han logrado sobrevivir a varios sexenios, ¿recuerdan el México de la «revolución,» anterior a esa democracia que hoy pastorea un Leonardo Valdés?  Los sexenios  de López Portillo,  LEA y Díaz Ordaz, ¿los recuerdan? Antes de que los tecnoburócratas se apoderasen del Poder, ¿existía la democracia? ¿Encuentran ustedes alguna diferencia entre el México de la «revolución» y este país, el de la democracia? ¿Tal diferencia es prueba fehaciente de la acción positiva que sobre las masas sociales ha ejercido «nuestra» democracia? ¿En dónde se nota la mejoría? ¿En el empleo, el salario,  el respeto a los derechos humanos, la seguridad pública? ¿Se nota en la economía familiar, en el Seguro Social, en el ISSSTE, en las pensiones de los jubilados, o sólo y únicamente en una papeleta que nos aprontan cada tres y seis años, con candidatos que no son nuestros, sino del Sistema de poder?

Democracia significa poder popular, pero en «nuestra democracia» el Poder manda sin obedecer y el pueblo obedece sin mandar. ¿Entonces? Y aquí lo trágico: ¿por qué a estas horas andamos enfervorizados, calculando otorgar nuestro voto a este, a aquel o a aquella, si no son candidatos de nosotros, sino del monopolio de unos partidos que son parte del Sistema de poder? ¿Así somos de vulnerables ante la manipulación de los «medios»?

Pero vamos a votar. Yo, por supuesto, voy a votar. ¿Cómo? A saber, pero voy a cruzar la papeleta. ¿Pero democracia? Bah. Es México. (Este país.)

Democracia “vibrante” de vallas metálicas

La democracia asegura libertad y seguridad bajo el amparo de las leyes, El estado de derecho se contrapone al estado absoluto. Debe existir una total subordinación de los poderes públicos a leyes generales.
Uno de sus principios básicos es el de equidad, que compensa las desigualdades. Así, la democracia es principio organizador y principio de legitimidad; con ella el gobierno se sostiene en la voluntad de los ciudadanos, que de otra manera sólo podría sostenerse y llegar al término de su mandato, si es que lograse llegar,  a base de la imposición y con el auxilio de guardias y vallas metálicas (¡ojo!)
La democracia permite al gobierno llegar por voluntad mayoritaria y establece de qué manera ejercer el poder. Para ello requiere de elecciones periódicas, limpias, sin coacción, con igualdad de oportunidades. Las elecciones son la vía para formar gobiernos y suponen pluralismo, participación efectiva, información adecuada y control del proceso electoral.
Las elecciones, por sí solas, no vuelven democrática a una sociedad, pero sin ellas no hay democracia.  Los ciudadanos imponen que el poder se ejerza en intervalos periódicos y por la posibilidad de poder competir para obtenerlo. La sustancia democrática: que los electores puedan relevar a los elegidos en caso de que no respondan a los intereses mayoritarios.  (Esto, ¿posible en México?)
El espíritu democrático se opone a la simulación de una democracia encubridora y legitimadora de poderes que no se apoyan en la voluntad de la mayoría del electorado. Es democracia cuando los electores puedan vigilar a los que han elegido, y éstos no puedan eludir su responsabilidad ante los electores, a quienes tienen que rendir cuentas. (¿Prerrogativa de la “vibrante” democracia mexicana?)
Los electores conscientes se sublevan contra el despojo de la voluntad ciudadana (recordar julio del 2006), y se oponen al voto controlado. La compra, coacción e inducción del voto degrada lo electoral. Lo ideal: que sufragar no produjera nuevas frustraciones. (¿Qué ocurrió en julio del 2006?)
¿Una democracia sin adjetivos? Que  se le han detectado más de cien, y aún no hay acuerdo acerca de lo que sea la democracia. La que impone el imperialismo consta de tres grandes vertientes: la social, la formal y la participativa. Condición para la primera la ONU establece tres rubros: educación, ingreso per capita y esperanza de vida. El Banco Mundial integra desnutrición y mortalidad infantil, esperanza de vida, analfabetismo, acceso a servicios sanitarios, etc. Otras organizaciones agregan nivel de vida material, progreso, equidad, situación de la mujer y sus derechos políticos y al aborto, etc. ¿No es esta la parte más importante de la democracia liberal?
La democracia formal, con la Carta Magna y la división de poderes políticos, agrega el estado de derecho, medios de información privados,  protección a las minorías, libre acceso, usufructo y salvaguarda de la propiedad privada, con el Congreso como representante de la soberanía popular, además de un sistema formal-democrático de elección de los representantes políticos de la nación, desde el nivel municipal hasta el federal. (Este solo rubro nos venden por democracia.)
¿La participativa? La capacidad de las mayorías para decidir sobre los principales asuntos públicos de la nación por medio del referendo, el plebiscito y lo fundamental: el mandato revocatorio.  Mis valedores: este donde no existen tales derechos es el México, de la democracia “vibrante”. (¡Calderón!)