He de morir…

Me gustaría vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: ¡Tanta vida y jamás! -Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre!

Porque, a querer o no, mis valedores: se impone hablar de la muerte; tenerla presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condición es la muerte nuestra segunda naturaleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de salud. Nada importa nada frente a la muerte que, dice el filósofo, es posible, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siempre, no importa a qué edad sobrevenga; y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este tiempo, el de nuestra vida. Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no somos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de principios de noviembre. Memento homo, memento mori…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida Aprende a morir y vivirás, porque nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, no te preocupes: la naturaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto…

Hoy, día de los «muertos chiquitos»,yo invito a ustedes a recordar a nuestros fieles difuntos (don Juan mi padre, mi madre Tula, mi hermana, Remedios, la inolvidable); los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desaforada carrera rumbo a ninguna parte, y meditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo, mis valedores: para morir sólo se necesita estar vivo, y sólo está vivo quien habrá de morir, y créanme: es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearíamos tantos.

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poesía- y de crímenes, y de odio, y rabia y lágrimas…

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre todo quienes ya andamos doblando el Cabo de Buena Esperanza Pues no, pero habrá que morir. Hay que morirse: -hay que irse muriendo a piedra y lodo. -A soledad, a gritos, a poemas: -hay que morirse. Nada más. A secas…

Y como Guardia el poeta Sabines también:

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. -A ella le dijeron: tendrá suerte. -Alguien me habló todos los días de mi vida -al oído, despacio, lentamente. -Me dijo: ¡vive, vive, vive! -Era la muerte…

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa y Octavio Paz: «Para el mexicano moderno la muerte carece de significación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indiferencia ante la vida».
Pero temerario y desaprensivo no sólo el mexicano; lo afirma el filósofo Sabater: «Tan obsesionados viven los hombres por la presencia pavorosa de la muerte, que apenas tienen tiempo para fijarse en la vida (…) Pasan el tiempo -lo matan- tratando de alejar de sí la muerte, previniéndola combatiéndola o viendo morir a los suyos, compadeciéndolos, enviándoles, calculando el tiempo que les falta para quedarse del todo sin tiempo…»
En el México prehispánico, mortecina voz, un melancólico y resignado Nezahualcóyotl:

«¿Acaso se vive con la raíz en la tierra? -No para siempre en la tierra sólo un poco aquí. -Aunque sea de jade se quiebra aunque sea de oro se quiebra -aunque sea plumaje de quetzal se desgarra -No para siempre en la tierra sólo un poco aquí…»

Pues sí, pero algo que desde los tiempos sin memoria obsesionan al hombre, mortal de necesidad: ¿qué es la muerte? ¿Cuál es el misterio sin fondo de la muerte? Sabiduría quintaesenciada la literatura oriental:

«Desearíais saber el secreto de la muerte, pero, ¿cómo saberlo si no buscáis en el corazón de la vida? Si en realidad queréis conocer el espíritu de la muerte, abrid bien vuestro corazón al cuerpo de la vida Porque la vida y la muerte son uno, como lo son el río y el mar…»

Pero arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, que ya lo afirma el Popol Vuh: «Nosotros somos los vengadores de la muerte. Nuestra estirpe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana».

Y entonces, mis valedores: porque muerte y lucero están ahí nomás, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos vivos todavía vivir hasta atragantarnos, cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el «siempre» sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. «Vivos. Porque habrá que morir. (Memento morí.)

Los embusteros de profesión

Que más pronto cae un hablador que un cojo, lo jura el dicharajo. Yo, que no creo en semejante «filosofía popular», acabo de comprobarlo con uno que apenas ayer proclamaba una forma de ser y tiempo después, en los hechos, contradecía sus palabras:
Este Presidente, servidor de ustedes, no es un represor y jamás lo va a ser. No ha faltado quién me sugiere que me equivoqué en la solución de Atenco y por liberar a los pescadores de Campeche que salieron a buscar el alimento de sus hijos y violar la veda camaronera No falta quién nos invite a reprimir y usar la violencia Jamás lo vamos a hacer. Somos un Gobierno democrático, gobernamos precisamente por la vía democrática, de la gobernabilidad democrática

Hoy, sus acciones: «Oaxaca Luego de siete horas de enfrentamientos, la Policía Federal Preventiva tomó el control del Zócalo de la comunidad. Para ingresar a la Ciudad, las tropas federales sortearon media docena de escaramuzas (sic) con un saldo de dos muertos de la APPO, cinco policías heridos, decenas de civiles lesionados y muchos detenidos». Y ahí, en primera plana, a todo color y en gran acercamiento: ¡las tanquetas del represor, esas Cobras que al final de su sexenio se agenció Carlos Salinas con el propósito de que le auxiliaran para imponer

a la pura ley del hovo su modelo neoliberal, de las cuales yo sólo conocía su retrato hablado: tanquetas antimotines, blindadas, llantas anti-bala cañones lanza-agua, cañoneras para desde su interior disparar tinta indeleble. Unidades de importación. Cobra y Textron, las marcas. Costo por unidad…

– Nada más 500 mil dólares, contertulios (en la tertulia de hace meses, el maestro), y aquí el enigma ¿a quién le endosaría la factura Carlos Salinas?)
Así que 500 mil por unidad, y fueron decenas, tal vez. Ahí la rabia de los contertulios, tan impotente como fuera de tiempo y lugar. Y las reflexiones en torno a las represoras Cobras y Textron:

– Me pregunto (se preguntó el Cosilión), ¿dónde las esconderán a estas horas? ¿Estarán bien cuidadas y listas para todo servicio? Si nosotros las pagamos con nuestros impuestos, todo el derecho tenemos de conocer el paradero de nuestras flamantes máquinas de represión popular. ¿Qué será de ellas, dónde las esconden, en qué bodega almacén, estacionamiento…?

– No, y ahora con las tormentas repentinas, ¿no habrá goteras en los depósitos donde las guarden? ¿Están al cuidado de los granaderos, de la Federal Preventiva, de la General de la República, de quién o quiénes, digo?

Y qué si el de sus operadores, sea un escuadrón especial, que se nombre los Cobras, los Cobrizos, los Cobrones, los qué. «Si las Cobras traen cañones lanza-agua, ¿por qué no les avientan a diario unas docenas de cañonazos a los sedientos de Iztapalapa y anexas? ¿Por qué no ayudan a los barrenderos de Encinas y les van rociando las calles? Que desquiten los 500 mil». Y la preocupación de los contertulios: «Quinientos mil nos costó cada Cobra, cada Textron. Tenemos derecho a saber dónde están, qué uso les han dado y si las mantienen en buenas condiciones». Mis valedores…

Aquí están las represoras, y en magníficas condiciones. Estoy mirando su vera efigie, y el Gobierno del «no represor» las mantuvo en óptimo estado de uso. Y cómo no, si las observó en plena acción, en la democrática tarea de rebajar el temperamento del descontento popular en Oaxaca Imponentes, robustas, blindaje de acero por todas partes, cuchilla acerada al frente, con un cañón en la torreta que se regodea arrojando a toda presión fortísimos chorros de un líquido anaranjado. El pie de foto en el matutino:

A presión… Las tanquetas de la PFP, por primera vez desde su compra en 1994, lanzaron agua y agentes químicos ??que producen irritación en los ojos y comezón?? a los manifestantes de la APPO en el enfrentamiento en la zona del Tecnológico de Oaxaca

Así pues, mis valedores, todos ustedes que, a querer o no, financiaron la compra de Cobras y Textron: no preocuparse más por el estado de conservación de unos instrumentos de represión popular que tan caros les costaron. Textron y Cobras están listas para todo servicio. Porque el descontento popular cunde, y por vía de ejemplo ahí tienen ustedes la nota que llega de Ayotzinapa, en Tixtla, Guerrero: arrecia protesta de normalistas. Ante un eventual operativo por parte de elementos de la Policía Preventiva, los estudiantes que apoyan a la APPO se atrincheraron con bombas molotov, piedras, palos, tubos y dos pipas de gas, que amenazan con hacer estallar. Son apoyados por estudiantes de seis normales del País.

¿Y? Tenemos Cobras y Textron. ¿No las compramos para eso? Quinientos mil por unidad pero, serán suficientes? Es México. (Nuestro País.)

Me repugna usted…

Náusea me provoca desde que la conozco, señora Por qué tuvo que salir de su discreta condición de ama de casa, digo yo. Por qué su marido y un bandazo de la adversa fortuna la vinieron a encaramar en la cresta de la ola política, donde usted exhibió el metal del que está forjada, de bajísima ley. Y páguelo todo el pueblo, páguelo la nación. Funesto.

Como ama de casa sólo por referencias la llegué a conocer. Por fortuna. Pero cuando se nos exhibió allá arriba, señora, más me valía no haberla conocido, que en usted vine a entender cabalmente lo que significa el arribismo de los logreros, el ventajismo de los oportunistas, de esos seres pequeñajos que, al no lograr ser, se obsesionan por tener. Y usted tuvo; todo lo efímero, lo ostentoso y superfluo. Me enfurece usted…

Porque una vez allá arriba, señora, se nos vino a revelar como lo que son todos los mediocres con un trozo de poder en sus dos manos: prepotente, soberbia, arbitraria que a lo estridente ejerció el mando y reafirmó el sentimiento de la propia insignificancia al someter a su arbitrio caprichoso a una corte de incondicionales que se vieron forzados a obedecerla Porque ah, que un mediocre con poder constituye una plaga para el mundo en que vive; y lo dicho: me repugna usted…

No sólo me indigna la forma en que se ha conducido, sino, asimismo, la avaricia que mostró durante los años que, con el poder, tuvo acceso a los grandes dineros, de los que se aprovechó hasta la náusea y páguelo el pueblo, páguelo la nación. Y es como para preguntarse: ¿un retazo de influencia tanto así llega a obnubilar al desdichado que no estaba preparado para ejercerlo? Y a su edad, señora..

Porque ya es usted una dama crepuscular a la que se supone que el tiempo le hubiese otorgado un adarme de buen sentido para el ejercicio de la autocrítica, y entonces intentar conducirse con el decoro que exigía su investidura Pero, no. Cuán cierto es que los dioses enloquecen a quien piensan perder. A usted, pongamos por caso. A usted, reina de opereta ama y señora del esperpento surrealista que se genera bajo el candente sol de los trópicos…

Y lo que más me enardece: que no entiende, al parecer, que su tiempo ya pasó, que ya va en pleno derrumbe rumbo al desván de la historia Que ya no es ni puede ser protagonista de la vida pública del país. Que ya su influencia se diluyó. Que al polvo sólo le queda volver al polvo de donde vino, y que usted debe dar gracias al cielo de que aún ande libre y no ya encerrada en una celda del reclusorio. Pero como logró que un pelele del poder político se las cuide, señora, me refiero a sus espaldas…

No, la prudencia no es cualidad de los insensatos. Como usted misma pobre reina de sololoy. Nadie puede agregar a su estatura un codo, dice la Biblia, y dice bien. Ni rodeándose de su corte de estridencia y bisutería señora que al pueblo le salió tan costosa Y lo que me exaspera aún más: que la veo desalada desbozalada, intentando todavía influir en el rumbo político del país, y yo aprovecho este espacio para exigirle: cálmese ya señora, enfríe esos excesos de adrenalina que su tiempo pasó, y que sus días de poder atrás han quedado, para nunca más.

Saque de donde pueda esa discreción de la que siempre ha prescindido desde que el chiripazo la tornó figura pública y no trate de seguir influyendo en los procesos electorales del país. Ya el trozo de poder que le dio un golpe de suerte -buena para unos, mala para los más- la llevó a la desmesura de alterar el rumbo de la nación cuando puso el poder al servicio de las causas y los sectores más dañinos de la comunidad: reaccionarios, antipatriotas y vendepatrias. Cálmese ya, señora.

Deje ya su campaña delirante e irracional, contra el varón de virtudes cívicas, el hombre de trayectoria política y revolucionaria el conductor de ejércitos y dirigente de unas masas que lo reconocen de Adelantado y lo siguen porque confían en él como en nadie más en el plano político, y a quien usted ha tomado de enemigo personal porque llegando, si llega, a la presidencia del país, de inmediato le exigirá cuentas como también al grueso de su familia señora, y adiós la libertad de que ahora goza de forma inmerecida Por lo aquí dicho, entonces…

Déjese ya de politiquerías, que su tiempo ha pasado. Pare de infundir miedo a las masas con la sañuda satanización de candidatos a la presidencia del país. Deje de ventosear frases como aquella de que «en las urnas se elige un cambio para progresar en paz». Ya absténgase de obstaculizar al candidato de las mayorías a la presidencia de Nicaragua el sandinista Daniel Ortega, para impulsar al Edmundo Jarquín reaccionario, mediocre y neoliberal, uno chaparrito, peloncito, de lentes. Viva y muera en paz, Sra Violeta Chamorro, ex-presidenta de Nicaragua (Vale.)

Esta vez las medias…

Las clases medias. A comer mariscos a Toluca me había invitado el amigo doctor, pero ante los precios del restaurante, a su casa, a la comida casera Y ahí sopesé la situación de las clases medias. Al llegar a la casa, un tufo como a pata de mula, pero agrio, rancio: por la puerta de la calle entraba aquella figura enteca, de chal y trapos oscuros. Tensa una voz cascada «¿Y eso, Filiberto? No te esperaba tan pronto. Pues qué, ¿no ibas a derrochar la tarjeta de crédito gorreándole la tragazón a algún pseudo-neo-comunistoide? Tú sabes que esos terroristas ni un taco que les des te agradecen».

– Mira, Changuita, te presento aquí a nuestro huésped. Le prometí que iba a saborear tus artes culinarias. ¿No habrá modo, digo..?

La de los bifocales me la dejó tendida, mi diestra Ceño fruncido: «Yo, por si acaso, en la misa de doce te encomendé a San Ramón Nonato, no vaya a ser que te contagie de sus ideas y vayas a terminar tú también de terrorista, de secuestrador, una nunca sabe». (Tragué saliva una vez más.)

– Vieja linda, no seas malita Algo de picar, digo.

– ?chale, hasta con eso… Rumbo a la cocina se arrastraron aquellos dos pies, planos como el peinado, tintura rabiosamente renegrida; planos como la parte delantera de la mujer, como su zona trasera Por lo demás, todo naturalito, si exceptuamos la dentadura «A ver qué más se le ofrece al señor. Al fin que nadamos en la abundancia». Agrio el gesto, ceño fruncido, regresó con aquello en las manos. «¿Algo más se le antoja al rey de la casa para agasajar advenedizos?» – ironizó.

La lata pregonaba «Sardinas del Golgo». Mi anfitrión: ‘Pura vida Cero colesterol. Píquele su cebollita ¿Limón, perejil? Con confianza, sin vergüenza. Y tú, vieja linda, ¿le darías aquí a nuestro invitado una probadita? De tu crema digo, para que se la unte en el…»
La vieja (linda) me dio una probadita de su crema Agria, rancia, desabrida. El doctor «Chalco legítimo. Con masequitas del país. Para chupárselos. Mmm…»

La espátula malmodienta, con aquello todavía fruncido, aprontó el cacharro de plástico. Mi anfitrión: «Huele a Actopan todavía ¿O es Atocpan? Mole mundialmente reconocido. Patrimonio de la humanidad. Y en el agasajo Milpa Alta no podía faltar. Nopalitos. ¿Le apetece el jocoque? Con confianza, no sea pene» (así lo oí.)

Aspera, desapacible, la de formas lacias se alejó de nosotros. La vi subir de uno en uno los escalones rumbo a su habitación. Y mis valedores: fue entonces cuando conocí de fijo lo que el modelo neoliberal, el pago del FOBAPROA y la deuda externa y el voto al equipo gerencial de Fox («un gobierno de empresarios, por empresario y para empresarios») han repercutido en las clases medias mexicanas. Y me dio una lástima..

Porque ocurrió que el clasemediero doctor Pérez y Hernández, con el toluqueño afianzado entre índice, medio y pulgar, se había quedado observando aquellas formas enjutas, el escurrimiento del físico, el cansino andar. De súbito lo oí suspirar (oí suspirar a las clases medias de México, mi país), y a media voz expresar la definición más completa de eso en que han venido a degenerar luego de resistir impuestos y carteras vencidas:

– Qué pena En verdad, qué pena.. Lo vi observar el rumbo por el que desapareció la matrona «Qué desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo». Meneó la testa El chorizo se le resbalaba «Qué pena, de veras, que yo, todavía hace unos años, lo imperdonable. Mire usted que malgastar vida sentimental y ahorros…»

Suspiró. El toluqueño se le curvaba, se le volvía lacio, resbalaba, seboso, entre sus dedos. «Haberme desperdiciado con Xiomaras, Karlas y Gloriellas muy buenas de lengua (secretarias bilingües), pero que vaya uno a saber si lo que tienen de bilingües lo tenían de sidosas, toco madera (Tocó plástico vil. El toluqueño, como falto de la respectiva pastilla azul, al piso.)

– Porque después de todo yo, con aquella vida de irresponsable; que si Yesenia, que si Dennise, que si Manolo (no, ese fue mi chofer, qué gasto inútil). Yo tantas Irinas, Tanías, Genevives, qué horror. Frondosotas, rubiesotas, unas pechugas. No, y aquella planta..

– ¿Alta o baja? ¿Leonerita?

– Planta de hembras. Me acuerdo, y qué horror…

Suspiró. Suspiraron las clases medias. «Porque hoy, ya fijándose, pues caramba, para qué rubias y frondosotas, si mi señora esposa, ¿verdad? Ella todavía aguanta un piano. Qué digo un piano: un órgano de buen tamaño».

Silencio. Lo vi morderse uno. El de abajo. El labio. Suspiré. Y aquel nudo aquí mero, vean. Nudo gordiano. (Las medias.)

«Se van cayendo a pedazos…»

La noticia de hace unos días alude a las clases medias de este país, pero aquí la nota alentadora: jura Fox (¡a 60 días de caer al desván de la Historia!): Trabajo fuerte para extender la clase media y construir un futuro mejor para las siguientes generaciones». Y su homólogo brasileño, pepenando la reelección: «Voy a dar una atención muy especial a la clase media». Yo, ante el par de noticias, intenté el análisis de las clases medias, pero entonces recordé el incidente, y créanme: la mejor evaluación de lo que en nuestro país se han venido depreciando las clases medias la aprendí hace años, y no del economista no del experto en finanzas, sino de un médico con el que compartí cierta experiencia personal, escalofriante. Y si no, juzguen ustedes. Fue aquel domingo a media mañana El doctor Pérez y Hernández (como los políticos mediocres, el profesionista más fácilmente perdona una mentada de madre que su apellido de madre se omita) me invitó a comer

– Pero a comer como Dios manda no a lo que da el pago de sus fabulillas en el periódico, mi valedor. A ver, trépese.

Me trepé, y una vez ya instalado en la roja me refiero a la cucaracheta

– Directamente a las patas, mi valedor. Patas de mula ¿le gustan los mariscos? No, y más antes eran todavía mejor para el organismo. ¿Le gustan?

Se me hizo agua me refiero a la boca El doctor: «Conozco un restaurante en Toluca donde mmm, aquella gloria de camarones…»

Y a la gloria nos fuimos. La de los mariscos. Dizque por su virtud tonificante no estoy seguro si del cerebelo, el apéndice o no sé qué clase de bulbo, ha de ser el raquídeo. Ya en la carretera (carretera libre, para evitar el peaje) por boca del doctorcito se expresaron las clases medias de mi país:

– Mire nomás qué chulada de arboledas, mi valedor. De ensueño, ¿no? Lindo este mi México lindo y querido, se lo digo yo, que tengo medio mundo andado; yo, que todavía en pasados sexenios no perdonaba mi viaje semestral por las Europas, nomás gastando divisas a lo pentonto. ¿Sabe que aquí donde me ve yo he andado desde Sumatra hasta La Sutra?

Iba a contestarle el albur, pero me aguanté. Por una pata de mula a este mula doctor le aguanto cualquier patada de mula

– Mire: serranías pachonas de vegetación Abedules, algarrobos o chicozapotes, sepa la madre. ¿Qué le piden estos bosques a los de Viena? Esos pinos, ¿qué le piden a Los Pinos de Marta y su segundo marido? Para qué derrochar divisas en Europa ¿no le parece?

Lo miré de reojo. Me dieron una lástima las clases medias de mi país…

– Y es que en nuestro México tenemos de todo, como en botica.

Botica que no sea del Seguro Social, que ni aspirinas -pensé, pero mucho me cuidé de expresarlo. Por aquello de las patas de mula

Mediodía era por filo. Toluca Nos plantamos a la entrada del restaurante, y en el atascadero de coches y entre dos que dejaban un espacio que ni para carro de camotes, el doctor de los dos apellidos maniobró de forma tal que dejó la trompa a media banqueta mientras que la trasera la acomodaba sobre una alcantarilla La trasera del volks.

– ¿Se dio cuenta, mi valedor? El chicampiano lo meto en cualquier huequito, no aquel estorboso «seis cilindros» del que me tuve que deshacer…

Hasta acá comenzó a llegarme el olor de las patas. De mula Al rato ya el doctor y su gorrón estábamos de las de acá, miren, leyendo la carta pero leyéndola al estilo crisis de clases medias: de derecha a izquierda A ver: 50, una orden de mejillones; 35, jaibas rellenas de pulpos, o pulpos rellenos de jaibas, al gusto; callo de hacha en oferta Sonriendo como estreñido, el doctor:

– Precios razonables. Media de ostiones, tantos pesos.

– Son dólares, doctor. (Palidecido. Yo tragué saliva y fue lo único que tragué en el restaurante, porque el de los dos apellidos). «Se me ocurre una idea ¿Y si mejor nos regresamos al DF? A mi casa Porque después de todo qué mejor comida que la casera y si viera que mi señora uh, qué mano tiene. Limpieza sazón. ¿A mi casa, a la pura proteína pura mi valedor».

Y acá venimos, clasemedieros, a desandar el camino, rumbo a la casera Yo, aquella compasión; por mí, por el de los apellidos. Y ni cómo liberarlo del compromiso sin herir su susceptibilidad. Apechugué. Y a casita, la de él. Total, que un par de horas más tarde… ¡el antecomedor!

¿La casa? Clasemediera típica Mi anfitrión descorchó una de tinto. La olisqueó. «Mmmm, uva añejada en barricas de ayacahuite Tres larguísimas semanas en reposo antes de llegar al tianguis. Los vinos del país qué le piden a los del Rhin. Pruebe, Texmelucan legítimo, aspire su bouquet». Y que salucita Yo con agua que conmigo vino y licor toparon con hueso. Con tepetate Y válgame, que fue entonces… (Mañana)

Putos en Demasía

Los homosexuales del mundo, vale decir: mundo de los homosexuales, dificultoso en extremo. Dígalo, si no, el infortunado congresista norteamericano Mark Foley, homosexual violado, de niño, por un sacerdote católico. Leo el matutino que en la Asamblea Legislativa del DF se estudia de nueva cuenta la controvertida Ley de Convivencia, que intenta la unión jurídica de parejas del mismo sexo, donde las dos personas sean mayores de edad y con capacidad jurídica plena para establecer un hogar. Qué bien.

Porque la lucha del homosexual frente a la lóbrega historia de homofobia y agresión del macho muy macho exhibe tintes heroicos. Aquí, para ilustrar el fenómeno de la descalificación de la diferencia, transcribo un fragmento de Identidad latina, documento ilustrativo y sápido que me hace llegar un esforzado de los derechos humanos de los homosexuales. Dice, con sus arcaísmos:

«El Tribunal de la Inquisición lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España de 1183 al 1834. Este fenómeno no cesa; aún hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio. ¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de arte de la literatura Universal denominada «Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz»: «Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió».

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades, la homosexualidad. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales: ‘Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado». En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad.

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera primero, y más tarde también la marquesa de la Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas (Aguilar y Seijas en español de hogaño). Este Su Ilustrísima es la otra personalidad a la que me refiero, a quien su delirante misoginia lo hace más homosexual que otra cosa El protervo arzobispo Aguilar y Seijas «En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creia hallar en la mujer». Lezamis cuenta que oyó decir al arzobispo «que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, habla de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado (…) No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería».

Este señor en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo, la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España para no tener que ver a la señora virreina porque era mujer.

La conclusión del estudioso: «Ni aun con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidamos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales), no pueden liquidamos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran y, porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud asi lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas».

Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica que odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosos templos y palacios. El gran Miguel Ángel es un ejemplo. (Sigo un día de estos.)

¡Pinchi puto..!

Allá por mayo del 2005 se publicó la noticia: De uno a tres años de prisión, asi como de 50 a 200 días de salario mínimo, como multa, al que provoque o incite al odio o a la violencia, excluya a algún usuario, o niegue y restrinja los servicios a personas que se distingan por su orientación sexual…

Hoy, después de que hace más de 4 años el PAN envió a la «congeladora» la Ley de Sociedades en Convivencia (matrimonio entre seres del mismo sexo, que apodan «ley gay»), se actualiza y será ponderada en la Asamblea Legislativa del DF., y el reclamo cobra renovada actualidad:

– ¡Basta ya! ¡Respeto a la mujer y sus preferencias sexuales! ¡Venimos a gritar al gobierno y a la Iglesia, que tenemos ciudadanía! ¡Que el cuerpo, que mi propio cuerpo, no es de la Iglesia, no es del gobierno, no es de los partidos políticos! ¡Mi cuerpo es mío..!

Qué bien. Por encima de todo y de todos, las compañeras del lésbico amor demandan respeto incondicional para sus derechos de humanas y ciudadanas. ¡Alto a la discriminación de género! ¡Que cese la matanza de mujeres en Ciudad Juárez y se esclarezcan por fin, y que por fin se resuelvan los casos de nota roja de cientos y cientos de cadáveres violados, macerados, desgarrados a mordiscos en pechos y genitales, con las víctimas de los sicópatas, de los pervertidos sexuales, padeciendo inacabable muerte por asfixia, bala, arma blanca, con el más aberrante y atroz de los lujos, el de crueldad. ¡Alto a la siembra de cadáveres en Ciudad Juárez..!

Tales son los constantes reclamos de las compañeras lesbianas contra una comunidad que encubre sus vicios con la máscara de las «virtudes» públicas, moralina vil, mojigatería y tartufismo. ¡Basta ya!, claman las compañeras que enfrentan cara a cara los dogmas, prejuicios y sectarismos del Sistema y el individuo, del macho al que se han cansado de soportar. ¡Basta!

Pues sí, pero lástima, mis valedores, porque frieron mujeres (no lesbianas, por supuesto), las que hace algunos ayeres corrieron a denunciar a determinadas parejas de homosexuales que se manifestaban su amor en el Metro, para que de allí friesen arrojados por guardias que apelaron a la Ley de Seguridad Pública e ignoraron la fracción respectiva del Código Penal del DF que supuestamente garantiza sus derechos. El incidente, que debería avergonzarnos, pasó casi inadvertido, como también las «razones» de los de Seguridad, muy al modo de la moralina y la gazmoñería de las épocas rancias:

¡Los homosexuales deben respetar al público usuario y no mostrar sin pudor alguno sus desviaciones! No pueden tocarse como si fueran un hombre y una mujer. Provocan traumas a los pequeños y a los jóvenes. Esas cosas son degradantes. Nuestra obligación es pedirles que salgan de las instalaciones, y esto, a petición del público usuario.

Sobre tal modo de proceder del homosexualismo vergonzante (la atracción del abismo), mucho pudieran decir los especialistas en la humana conducta. Pero en fin, ¿que alguno de los presentes, avergonzado del medieval espectáculo, se hubiese opuesto (nadie se opuso) a la discriminación, a la persecución en contra de los homosexuales? ¿Que alguno se hubiese atrevido (nadie se atrevió) a protestar por el aberrante maltrato y la violación a los derechos de humanos del odio irracional y homofóbico contra los «gays»? Las «razones de los empleados del Metro:

– Los derechos humanos de los homosexuales terminan donde comienzan los de los niños y demás ciudadanos. Si a algunos no les gustó nuestra acción, ¿qué harían si viajan en el Metro con sus hijos, sus esposas o novias, y ven a dos hombres o a dos mujeres acariciándose? Ah, ¿verdad? Eso no se acepta en la idiosincrasia de mexicano.

¿La qué del qué, dicen ésos? Ah, la rampante ignorancia y la mediocridad de las masas, mediocridad e ignorancia malparidoras de engendros como el prejuicio y el dogma, la intolerancia y el sectarismo que pueden desembocar en el linchamiento de los «diferentes». Pero a ver: ¿semejante homofobia es lepra y cochambre sólo de mediocres como los tales guardias de seguridad en el Metro? No, que también en el vivo corazón de nuestra UNAM, donde, según lo denuncia el Grupo Universitario por la Diversidad Sexual-UNAM, operaba, ¿opera todavía? un grupo homofóbico denominado ¡MAP, Movimiento Anti-Putos! (textual, y qué vergüenza tener que transcribir semejante tufarada de aliento pestífero), «cuyos miembros extorsionan y agreden, incluso con bates, a los estudiantes de la comunidad gay. «A algunos les han llegado a romperles la nariz». Integrantes de Auxilio-UNAM, el equivalente a los guardias de seguridad en el Metro:

– Te cáis con 500 pesos o te quedas encerrado, pinchi puto…

¡Esto, en nuestro país! ¡En el corazón de la UNAM! (La náusea.)

¡Hija de puta, te tenemos bien ubicada.!

Y también ubicada tenían a Digna, que días después de la amenaza, un 19 de octubre como el pasado jueves, pero de 2001, fue encontrada sin vida, que se la arrancaron a balazos, como 10 años antes sacrificaron a una tan digna luchadora como ella: Norma Corona. Y qué paralelismos la vida y la muerte de las dos, hacía yo notar a ustedes hace algunos ayeres; qué paralelismo, digo hoy: Norma era abogada; Digna también; Norma hizo suya la defensa de los desprotegidos de la justicia; Digna también; la muerte violenta de Norma prefiguró la actividad humanística y el final trágico de Digna. Norma Corona Sapién fue asesinada el 21 de mayo de 1990; a Digna Ochoa le arrancaron la vida un 19 de octubre, 10 años después. A resultas del asesinato de Norma y bajo la presión de organismo internacionales, el entonces Pres. Salinas ideó ese embuste descomunal que conocemos por su alias: Comisión Nac. de Derechos Humanos, cuya ineficacia malintencionada alentó la labor de organismos como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, desde el que Digna sacaba la cara por los presos de conciencia encarcelados injustamente y por tantos que dañan elementos del Ejército Mexicano. Marcos del EZLN reclamaba al procurador del DF Bernardo Bátiz:

Sus funcionarios no sólo fueron torpes e ineficaces en el caso de la muerte de Digna Ochoa. También fueron deshonestos y ruines. Para fortalecer lo del suicidio se dedicaron a destrozar la reputación de Digna…

Digna. Norma En el momento de su muerte, Norma Corona investigaba las actividades delictivas de narcotraficantes como Héctor Luis «El Güero» Palma y Eduardo Clavel; ajustes de cuentas de una violencia aberrante: Clavel secuestró a la esposa y a los hijos de «El Güero» Palma y los arrojó al vacío para luego enviar una porción de los restos humanos al compinche rival, y venga la horrenda venganza En tan pantanoso terreno fue a donde se aventuró a incursionar Norma Corona, y donde perdió la vida A balazos. El asesino intelectual resultó ser el policía encargado del caso; a su hora otro de esa misma alzada presentó el caso como «resuelto». Salinas, a modo de premio, lo ascendió de grado. Hoy, el premiado purga una condena de 103 años. ¿Los asesinos de Digna Ochoa? Nada ¿Sospechosos? Los militares a los que inculpaba en delitos diversos, pero de ese tamaño es la justicia en este país: juez y parte en el caso ha sido el ejército. Ricardo Revelo, en Proceso:

«Como juez militar, a él le correspondió el caso de los militares procesados por la matanza de siete agentes de la Policía Judicial Federal en Tlalixcoyan, Ver., el 7 de noviembre de 1991 (¿recuerdan ustedes esa masacre?) La CNDH emitió la recomendación de que los militares que participaron en los hechos, entre ellos el general Luis Moran Acevedo, fueran castigados (…) El general Rafael Macedo de la Concha los absolvió…»

Digna Ochoa En febrero de 1995 agentes judiciales denunciaron ante el juez que «la monjita» los hostigaba durante los «interrogatorios». Digna les impedía inventar versiones distorsionadas para evadir su responsabilidad en la tortura de los presos «zapatistas» capturados en Yanga. ¿Recuerdan ustedes el caso y los aspavientos de Zedillo tratando de hacerlos aparecer como guerrilleros peligrosísimos? Digna asimismo, se involucró en los casos que incriminan al Ejército o la Policía Judicial: ejecuciones de Aguas Blancas, El Charco, Ejido Morelos, Ixtlahuacán de Madero, etc., y las aprehensiones e interrogatorios bajo tortura a presuntos zapatistas de Yanga y Cacalomacán y los campesinos ecologistas del Edo. de Guerrero. Y más aún, mis valedores…

De 1992 al 2000 (¿al 2001?) durante su permanencia en el Centro Pro, Digna Ochoa participó con el equipo en la defensa de presuntos zapatistas presos y presuntamente torturados en el Campo Militar No. 1; de los extranjeros expulsados de Chiapas por agente de Migración; de los activistas detenidos en el desmantelamiento del municipio autónomo de Taniperla; de integrantes del CGH durante la huelga de la UNAM y de los campesinos ecologistas torturados por soldados del Ejército; Digna llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos los casos de la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas, Gro., y las ejecuciones de tres indígenas del Ejido Morelos, Chis., casos en los que se señala al ejército como responsable directo. Y los otomíes de Ixtlahuacán de Madero, Veracruz, y…

¿No era suficiente para la paciencia de sus asesinos? Digna apoyaba a la abogada Pilar Noriega en la defensa de los hnos. Cerezo Contreras, acusados de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario, cuando aquel viernes, 19 de octubre, recibió junto a su cadáver la esquela de los asesinos dirigida a los continuadores de la labor de la benemérita: «Hijos de puta, si siguen también se los cargará su madre. Sobre aviso no hay engaño». México, el de los tan bien cantados derechos humanos. (Digna Ochoa)

Lo eclipsó el corpachón de Carstens

Nuestro sol se ha ocultado. Nuestro sol se perdió de vista y nos ha dejado en completa oscuridad…

Tal es el inicio del mensaje póstumo que Cuauhtémoc nos legó a todos los mexicanos. Escarnio de vendepatrias, así se alzó contra los malnacidos:

¿Qué dice este bellaco de Moctezuma, mujer de los españoles, que tal se puede llamar, pues con ánimo de mujer se entregó a ellos de puro miedo, y nos ha puesto a todos este trabajo? ¡No lo queremos obedecer, pues ya no es nuestro rey, y como a hombre vil le hemos de dar castigo y pago..!

Y en diciendo esto Cuauhtémoc, de edad de diez y ocho años, alzó el brazo enarcado hacia Moctezuma, que exhortaba a los mexicanos a someterse al español. Le disparó muchas flechas…

Y la de enseñanzas que nos ofrece la Historia por más que nosotros nos rehusamos a aprovecharlas y aun permitimos que la memoria histórica se nos diluya y nos la distorsionen. Según cronistas y códices, a Cuauhtémoc «cuando el sol se iba a poner ellos se clavaron al señor como perros al cuello» y lo martirizaron con fuego en la cabeza le echaron perros bravos, lo colgaron desnudo de cabeza durante trece días y terminaron ahorcándolo para finalmente, decapitarlo. Pesaroso, se lamentaba Bernal Díaz:

– Y esto pareció mal a todos los que íbamos…

«El emperador Carlos V reprendió duramente al conquistador de México por el asesinato de un hombre tan ilustre, que había llevado su amistad con Cortés hasta el extremo de que al recibir el bautismo y profesar la fe cristiana, había tomado por nombre el de remando Cortés Cuauhtémoc». La historia de hombres y pueblos, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia La Historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor…

Antes de morir, y ya bautizado con su nombre cristiano de Fernando Cortés, Cuauhtémoc fue confesado por fray Juan de Tecto, ¡a quien Cortés terminó ahorcando porque se negó a decirle lo que aquél le habla revelado en confesión poco antes de morir! Sí, todo lo referente al vagoroso tesoro de Moctezuma, y este fue el fin de la flor y el espejo de los emperadores meshicas. Aquí, el mensaje final de Cuauhtémoc a todos nosotros, los mexicanos:

Nuestro sol se ha ocultado, nuestro sol se perdió de vista y nos ha dejado en completa oscuridad. Pero sabemos que volverá; otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrara. Pero mientras permanezca en la mansión de la muerte, reunámonos violentamente, estrechémonos y ocultémonos en el centro del corazón de todo cuanto amamos y consideramos como un tesoro. Destruyamos nuestros recintos para pensar, nuestros templos, nuestras escuelas, nuestros campos de pelota, nuestras casas para jóvenes, nuestras casas de canto.

Queden desiertas las calles y encerrémonos en nuestros hogares; ahora no sabemos hasta cuándo saldrá nuestro nuevo sol. Los padres se encargarán de las enseñanza, el padre con sus hijos y la madre con sus hijas, mientras vivan, padre y madre que no olviden decirles o informarles a sus hijos cómo ha sido hasta hoy este nuestro querido Anáhuac, al amparo y protección de nuestros destinos y también por nuestro respeto y nuestro comportamiento que recibieron nuestros antepasados. Ahora nosotros ordenamos a nuestros hijos que no olviden informar también a su hijo. ¡Cómo se levantará y alcanzará fuerza! ¡Y cómo realizará su grandioso destino!

Año tres casa, mes del florecimiento, día nueve serpiente, ciudad de México Tenochtitlan.Sí, que mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan. Esto, a pesar y en contra de los invasores y sus colaboracionistas cimarrones al estilo de ese Carstens que al frente de la política económica del país se dispone a seguir atornillándonos los dictados del Fondo Monetario Internacional, a quien fielmente ha servido. Pero sobreviviremos a pesar de nosotros mismos, los millones de mexicanos que hoy mismo, de modo tan desidioso y pasivo, toleramos la acción sañuda de los entreguistas del país, por lo que hoy merecemos el reclamo que ayer lanzaba el abuelo Axayácatl a los guerreros águilas y guerreros ocelotes de nuestra raíz indígena:

Por eso me aflijo, yo vuestro abuelo Axayácatl/Por esto yo me río,/Yo, vuestro abuelo, / de vuestras armas de mujer / de vuestros escudos de mujer. / ¡Conquistadores de tiempos antiguos, / volved a vivir..!»

Porque ese es, mis valedores, nuestro glorioso destino como pueblo meshica mejicano y mexicano: la supervivencia. Sin más. Es México. (Nuestro país.)

¡Viva Cristo Rey!

¡Viva la Reacción! La Reacción es la única parte del sector mexicano que tiene derecho a la vida! ¡Más nos vale un solo Juan Diego que todos los Juárez de la historia,..!
-Pregón sinarquista-

Y de no creerse, mis valedores: cristeros y sinarquistas mal terminan de festejar la comalada de 24 cristeros que en mayo del año 2000 les beatificó Juan Pablo II, cuando ya andan ahora en plena celebración de ese nuevo santo que les parió la cristera, San Rafael Guízar y Valencia, tío, por cierto, del fundador de los Legionarios de Cristo, paidófilo y aspirante a santo, Marcial Maciel. Laus Deo.

Y de no creerse, una vez más: cuando uno podría suponer que en el México actual ese episodio negro de la historia patria que fue el movimiento cristero quedaba superado del todo, un día de aquellos me fui a topar con la noticia de que el fanatismo cristero mantiene en pie una contienda contra la Constitución de 1917 que sembró en el país un almácigo de 70 mil cadáveres. Quién lo creyera Pues sí, pero ahí, en el matutino, el soberbio reportaje de Lourdes Flores, con los viejos cristeros que celebraban el hecho providencial de
que Roma les beatificara 24 de sus cómplices de armas. Ni más ni menos…

«Con eso, el Papa le dice al mundo que este movimiento fue legítimo y sigue vigente.» Escalofriante, y tantito peor:

«Sigue vivo el proyecto de impulsar a través de los actuales gobiernos panistas la censura, la oposición a la educación sexual y laica, así como al aborto y a la igualdad de la mujer».

Y ahora su nuevo santito, tan involucrado con el movimiento cristero. Mis valedores:

Tengo en mi mesa libros diversos sobre el Estado, la Iglesia católica y el movimiento cristero de 1926-29, pero voy a referirme a la repercusión inmediata que la forja de beatos a escala industrial tuvo en la vida de movimientos medievales como la cristera y el sinarquismo. Porque apenas el Papa proclamaba la beatificación de los 24 belicosos, ocurrió que en plena plaza de armas de la ciudad de Querétaro, en la cercanía del Teatro de la República (donde en 1917 se promulgó la Constitución, qué simbolismo), los recién resucitados a punta de beatos, militantes todos ellos de la difunta Unión Nacional Sinarquista, se dieron a festejar la acción del obispo de Roma, y lo festejaron muy a su modo: con el ondear de viejas banderas todavía pringadas de sangre añeja, polvo de aquellos cristeros lodos, y el grito fanático y sinarquista:

– ¡Viva Cristo Rey! ¡A implantar un orden social-cristiano! ¡Vamos a imponer la contrarrevolución! ¡Viva la Virgen de Guadalupe…!

Como en las épocas negras, rojas de sangre recién derramada Nomás me quedé pensando, y a la mente se me vino. aquel retazo de mi juventud que viví en Guadalajara, la de aquellos tiempos, qué tiempos, la ciudad reaccionaria y devota; la de Orozco y Jiménez, cristero y obispo. Aquel león herido…

En fin. Mis valedores: muerto y sepultado suponía yo al sinarquismo, que a leguas olía a difunto como ya en vida apestaba. Pero cadáveres Vemos. De repente, en Querétaro, los Lázaros se levantan y andan, y claman, guiñando el ojo al de Roma para que más levantiscos les trepe al altar, como ahora Guízar y Valencia:

«¡El sinarquismo es el instrumento de lucha de las nuevas generaciones! ¡El anarquismo destruirá la Revolución y restaurará el orden cristiano! Porque hay dos ideas contrapunteadas: ser patriota y ser revolucionario.» Válgame.

Conclusión: gracias al Papa, su mazorca de beatos y su flamante San Rafael Guízar y Valencia, una vez más levanta cabeza ese sinarca que en su momento clamó: «¡Hitler es el gran azote de Dios, un genio militar. Cuando cumpla su misión, la destrucción de Rusia, se romperá en dos pedazos. Pero Franco es otra cosa. La salvación de México está en reafirmar su espíritu católico, su tradición católica, y como ésta la recibimos de España, nuestras ligas con España son las ligas con Franco, que restaurará la hispanidad…»

Cuenta J. Mayer de una María Cruz Arciga que al entregar su hijo a la Unión, lo juraba «Prefiero llorarlo muerto antes que verlo convertido en un convenenciero y en un traidor. ¡Ay, señores!, yo sí me siendo loca de cariño hacia todos ustedes. No tengo más que mis hijos, y con gusto los lego a la patria.» (Dios…)

¡Tierra a la vista!

Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo señas que el Almirante habla mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana…

Un aniversario más del descubrimiento del mundo nuevo se acaba de conmemorar. Yo preparé el ánimo para presenciar el sainete anual de esos zafios amantes del protagonismo barato que buscándole reversa a la historia tratan de befar el monumento a Cristóbal Colón. Ello no ocurrió, que la fecha transcurrió en la indiferencia de la comunidad. Y a propósito del encuentro o encontronazo de los dos mundos: estas nuestras (¿nuestras?) tierras de nuevo (¿nuevo?) mundo, que tantas ovejas iba a dar al redil de la iglesia de Roma y tantas arrobas de oro a sus Católicas Majestades, ya en Platón quieren insinuarse entre las nieblas de la fantasmagoría y el realismo mágico. Un sacerdote egipcio hace la revelación que recoge el filósofo griego:

«Los escritos dicen que una gran fuerza domeñó en cierta época vuestra ciudad de Atenas; esta fuerza se dirigía osada a toda Europa y Asia desde el mar Atlántico (…) Delante de su desembocadura, que vosotros llamáis Columnas de Hércules, había una isla mayor de Libia y Asia juntas, desde la que se abría a los navegantes el paso a las otras islas, y desde estas islas, a todo el continente de allende este verdadero mar…»

Y todavía más del realismo mágico en la alucinación del Almirante, cuyo perfil psicológico se insinúa en sus memorias: «Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí (…) Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, telas dio por tuyas (…) De los atamientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) que es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso…»

En eso que llega un fraile, Bartolomé de Las Casas, y su índice flamígero apuntando hacia el saqueador extranjero: ‘La causa porque han muerto y destruido tan infinito número de ánimas los cristianos, ha sido solamente por el oro y henchirse de riquezas en muy breves días…»

La pitañosa mirada de un Almirante insensible: «Ellos andan todos desnudos como su madre los parió (…) muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras (…) Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron mucho placer…»
Muy otra iba a ser la visión del teólogo, abogado, humanista y fraile de Santo Domingo: «Todas estas universales e infinitas gentes creó Dios sin maldades ni dobleces (…) sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas que hay en el mundo…»

La mirada de un rapaz Almirante, enclavándose en los tejos de oro con que los isleños se adornaban la nariz: «No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no les falle adonde nace este otro…»

El fraile dominico: «En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas (…) entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como lobos y tigres y leones crudelísimos, de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de 40 años a esta parte hasta hoy, y hoy en este día no hacen sino despedazallas, matallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y destruillas (…) que en la isla Española no quedan 200 personas…» :

Pero esclavista además, el dicho Almirante: «Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen serian mejores (…) que otros ningunos esclavos». (¿Le erró Don Cristóbal?) Dolorimiento e indignación, Las Casas: «Andaban los Españoles con perros bravos aporreando los indios, mugeres y hombres. Una india enferma viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como a los otros, tomó una soga, y atóse al pie un niño que tenía de un año, y ahorcóse de una viga; y no lo hizo tan presto que no llegasen los perros, y despedazaron al niño: aunque antes que acabase de morir lo bautizó un fraile».

Y las expectativas del mundo nuevo en la visión de Marx y Engels: «El descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China la colonización de América el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general, imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido…» (Es la historia)

Mentira, cinismo, manipulación

Que si el presidente electo cumplirá las promesas sintetizadas en su plan de gobierno 20-30, me preguntó ayer al mediodía alguno de los pasajeros del Metro. Yo, a su pregunta, recordé aquella, idéntica, que me dirigió en 1994 otro pasajero, mientras me mostraba el cartel donde seis, ocho con aspecto de ingleses, viajaban en el vagón. Y la promesa: – Más rutas y mejor transporte. Zedillo. Para el bienestar de la familia. ?l sabe cómo hacerlo.

Bello aspecto el de los pasajeros del cartel. De repente, aquí y ahora: ¡Estación Centro Médico! ¡El aluvión de enfermitos al y del hospital! El de la camiseta del Heavy Metal me restregaba la nariz con el estropajo. El sobaco, sí. Agrio. Acedo. Corrompido. Yo, el amago de vómito. La anciana de junto: «¡Sésguese p’ otro lado, no me vaya a bañar! Chinches borrachales…»

Yo, por hurtarle el cuerpo a la realidad, volví a los pasajeros del zedillento cartel: ellos, casimir gris Oxford. Pachonas y gordas las italianas, me refiero a las corbatas. Y esos mocasines, espejeantes. Alguno, pipa humeante, hojea su Times. Sección financiera Por cuanto a las sota mozas…

Aquí, en la realidad (en el vagón en el que iba asfixiándome), el del labio leporino y el bolsón de yute, un aliento a hígado en agonía: «¿Va a bajar, oiga?» Y pues que
no, oiga, y pues que entonces por ái compermisito, y que cuidado, oiga, y al empujón fui a caer sobre las piernas del que divagaba con su revista de vedettes y alarmas. «¡Mañoso, levántese, ya me la aplastó!»

La revista Qué pena Me alcé. Y el ahogo, y las emanaciones, y las digestiones laboriosas, esforzadas, dificultosas. La sofocación. En las apreturas, la anciana aquella que forcejea con la bolsa de plástico contra las narices. Abuelita pensé, ¿usted, chema a su edad? Pero no. La bolsa, contra unas encías desmoladas, cachos de tortilla embijadas de frijoles. Su comida Y el sonecillo de la armónica de boca El ciego se me estacionó en mero enfrente, me aprontó el cacharro de las moneducas, y lo sonajeaba «Ai lo que guste, amable caballerito, no se haga».

El cual, amable caballerito, por hacerme el desentendido seguí examinando el cartel. Ah, la propaganda que le andaban haciendo al coordinador de campaña de un Luis Donaldo corrupto cuando vivía, y a su muerte, válgame, santito nuevo, dónde te pondré. Por cuanto a las pasajeras de la foto, pues qué: ¿exhibición de modas? Los guantes aquellos, aquellos sombreros, semejantes falditas, y debajo aquellas válgame, y todo tan real en cartel, puro papel couché de espléndida calidad, como todo lo que con nuestro dinero le financiamos al Sistema de poder. De escotes y falditas me llegaba aquel aroma de Chanel Tú, la trigueña, con una pierna cruzada tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida Y tú, la rubiales: peregrina de ojos claros y divinos. Y el aroma a esencia de París, y el aroma que… válgame con la ruda digestión de alguno de mis vecinos de caos. Y aquel mano-larga, los refregones a mis dos posas. Pujé, respingué, pandeé el cuerpo. «Perdone, mi señor, no fue mi intención pasteliármelo (el de la mano atrevida). Es que con este apretujadero, ni cómo practicar el dos de bastos como Dios manda».

Ah, carterista Y así que Más rutas y mejor transporte. Zedillo. Para el bienestar de la familia. ?l sabe cómo nacerlo. Vote asi el… Y este condenado Metro, Dios, que no avanza ¡Voy a llegar tarde al programa! ¡Me van a dejar sin empleo! Hazme una santa Rita de Casia Una merced. «Así que como la ve, mi valedor, ¿cumplirá Zedillo?» -el de los Dodgers.

– Mire usted: yo creo que ya todos, sociedad y Sistema, caímos a la categoría de cínicos y embusteros. Porque si analizamos el…

¡El frenón! El chamaco me estrelló el de pistache en la pana a la altura de la bragueta La adolescente de lentes se clava azorada, en el cucurucho que sobresale, horizontal, como nariz de Pinocho. Las esferas de nieve comienzan a escurrir. «¡Mami, mami, el güey ese me lo echó a perder! ¡Ya valió sorbete mi sorbete de chocolate y nuez!» Y me tiraba agarrones. Yo reculaba lo que podía Con todo y bolas. «¡?itale, mañosón!», el flaco de la cotorina Al frenón el cucurucho se estampó en el chemis del hare krishna o como se escriba ¡Y el Metro, tan lejos de la radiodifusora! ¡Y ya casi la hora de salir al aire! ¡Y estos nervios, y…! «Bueno, ¿ahora ya puede decirme cuánto habrá de verdad en la propaganda política? ¿Cree usted que si voy y se las doy a Zedillo, las papeletas, yo también podré viajar en el Metro como esos del cartel?»

– Le repito, compañero: cuando la mentira, el cinismo y la manipulación de unas masas que se niegan al cambio, llegan a extremos de…

Vi de reojo y válgame, ¿en qué estación estábamos? ¡Basílica!, ¡Juárez quedó muy atrás, qué sugerente! Y lo que son los reflejos condicionados: a caballazos gané la puerta, y a todo pulmón: «¡Esquina bajan, chofer!»

Los pasajeros, observándome en silencio. (Qué pena)

Metro Balderas

El tiempo circular, mis valedores. Fue ayer. Mediodía En el interior de un vagón sobrecargado, boca y nariz abiertos de par en par, me esforzaba en arrebatarle una rajuela de oxígeno a aquel ambiente tan viciado casi como compinchaje PRI-PAN. De repente, aliento a hígado en fase terminal, el de la camiseta percudida Che Guevara combados sobre la barriga «¿Cree usted, mi valedor, que el peloncito, jetoncito, chaparrito, de lentes, nos cumplirá las promesas sintetizadas en su plan de gobierno «Carabina 20-30«? ¿Cree que con su plan de gobierno en el 2030 los amolados ya no iremos a padecer esta pobreza extrema ni viajaremos en un metro tan diatiro como este..?»

Buscando aires menos corrompidos alcé la cara y trataba de resollar. En eso: ¡Estación Centro Médico! Por la repentina vaciada que se dio, me refiero al vagón, calculé lo enfermo que está el fregadaje El del hígado necrosado:

– Porque yo como que dudo que su plan vaya a alcanzar para 25 años…

Muy cierto, mis valedores: nada hay nuevo debajo del sol, dice el Eclesiastés. Porque la escena que ahora vivía ya la viví en la otra vida la de un sexenio pasado pluscuamperfecto, y en el Metro también, y también a esta hora del mediodía La recordé en todos sus detalles…

Mediodía de 1994. El Metro, amorcillado en Copilco, y se acercaba peligrosamente la hora de mi programa de radio. En el vagón, granada en punto de reventazón, hombro con hombro (y todo lo demás) nos atrinchilábamos aquella turba de sudorosos a punto de sofocación. Que esto camine, Dios. Pero nada En eso, de repente, la ventruda de los mallones color mostaza «¡Viejo ninfómano, vaya a tentárselas a la más venérea de su cantón, si es que todavía tiene!»

¿Venérea o cantón? -pensé. Y válgame, que me encaro a la iracunda aquella ‘Tero señora alcancé a resoplar, mire dónde van mis dos manos».

En el fierro. Aferradas al fiero del vagón. El horizontal. En eso, brusco arrancón, y ahí me voy sobre el de la gorra de los Dodgers. «?igame», dijo.

– ¡No me vaya a salir con que a usted también le voy tentando algo!

– No se me caliente, mi valedor. Porque es usté el valedor, ¿no? Lo reconocí por el de pelos, el chalequito.

– Sí, yo soy ese ¿Y..?

– Nada cálmese, yo sólo quiero que me aclare una duda ¿Para usted qué tan verídica es la propaganda que a matacaballo le está haciendo el presidente a ese chaparrito, peloncito, de lentes, o sea Zedillo?

No entendí. «¿Ya vio usté ese cartel?» -Me lo señaló con los belfos parados. El también las llevaba en el fierro, las dos. Señaló hacia el frente.

– ¿Cuánto de verdad cree que puede haber en todo lo que el Zedillo nos promete en ese cartel..?

Traté de examinar la cartulina pegada junto al letrero que rezaba «puto yo». El panzón de la chazarilla que desde hacía rato acunaba en mi cogote, comenzó a dormitar. La baba me escurrió espinazo abajo. En aquella apretura solté el lugar común: «Caramba no cabe ni un alfiler». En eso, el benemérito buscavidas: Tibia menos mal. El de la gorra de estambre:

«Mendigas apreturas». El benemérito buscavidas:

– ¡Mire, se lleva su paquete de alfileres! Tres pesos le vale, se lleva dos paquetes y le sale en siete, mire..!

Con alfileres y codos se abría camino, y al pasar a mi vera me aplicó un faul que merecía la roja Pujé.

– ¿Qué me dice de las promesas zedillentas? -el de los Dodgers.

Examiné el cartel, y entonces: qué poca (iba a decir madre, pero me contuve) vergüenza la del promotor de Zedillo, porque el cartel de marras (entre los viejos de la comarca ¿alguno lo recuerda entre los vagones del metro?) reproducía una foto con su leyenda churreteada con los tres colores, que hagan de cuenta anuncio futbolero:

Más rutas y mejor transporte. Ernesto Zedillo. Para el bienestar de la familia. El sabe cómo hacerlo. Vote así el 21 de agosto.

Y la foto, mama mía, o más bien mama de los licenciados Jerásimos del (de lo que queda del) Revolucionario Ins: la tal foto reproduce un…(¡híngale, el pisotón en el chiquito, el de mi pata izquierda qué mala pata para todo lo que apeste a izquierdas!); reproduce, digo, la vista de un vagón del Metro como este en que ahora seguía detenido, en un ser, pero en la foto un vagón confortablemente vacío, rechinando de limpio, con asientos vacíos, invitación para toda suerte de nalgatorios. Y hablando de esos: hasta cinco damitas y otros tantos caballeros descansaban, a lo displicente, mientras las llantas del metro en sus rieles tarateaban «Cantando bajo la lluvia«. Estimulante Y qué aspecto el de los pasajeros en aquel cartel… (Su aspecto, mañana)

Y esta depresión…

Y fue así, mis valedores, como volví a recuperar la fe en la razón humana, que andaba extraviando en aquella casa de locos. Sí, el manicomio que acabo de visitar. Ah, esos extraviados de su razón que, ausentes de este que es el mundo chato y prosaico de la realidad, a lo sonámbulo van y vienen de un rumbo a otro de su propio universo de lo irreal y distorsionado, tan real para ellos, y que ellos han forjado armónico, luminoso de magia, hechizo y encantamiento. Un mundo a la medida de un cerebro exaltado, distorsionado, feliz; el mundo de los privados de su razón. Gentil, comedido, mi guía me iba mostrando el jardín, el dispensario, los dormitorios, la población de internos, ellas y ellos. Yo, receloso, los observaba y… ah, desdichados de la enrevesada razón, soberanos de antros nebulosos donde conviven, cohabitan con su delirante ralea de alucinaciones, ellos gimientes y gesticulantes que ya a lo furtivo, ya a lo estentóreo y siempre a lo desatinado, con lo inexistente razonan sus incoherencias en el cautiverio perpetuo de la celda con barrotes de fierro, Ubre tan sólo la errante pupila que se posa en la cresta del árbol aquel, en el crestón del cerro, en la nube, el azul, la nada, el todo. Yo, aquella humana compasión. Mi guía inició la conversación… ¡sobre un tema político!

– ¿Y qué opina usted del proyecto de nuestro presidente electo para construir el México del futuro? A mí me ha encendido tan grande esperanza..

Ahí el rechinar de dientes. Con asco y rabia intenté mandarlo al canaco ahí mismo, pero el temor a perderme en el edificio y no dar con la puerta de salida me llevó a aguantar el castigo. ‘Tero que no repita semejante estupidez», pedí al cielo, y seguimos explorando los entresijos del edificio. Obsequioso, el guía me llevaba por celdas, jardín, corredores de un infierno donde deambulaba aquel hato de desventuras, racimo de desatinos dispersos o aborregados, distantes todos de todo. Fuera del mundo; como aquel que con desvaída sonrisa y pupilas errantes sobrelleva su locura pacífica y el que malvive sacudido por visiones de terror y el que alza su enclenque figura cimbrada de grandilocuentes delirios (que aun parece que ese no hubiese perdido la razón, sino los estribos, al modo de tantos «cuerdos » que a grandezas imaginarias intenta compensar una íntima pequeñez). De la mano de mi guía observé al que exuda, jadeante, sus miedos nocturnos; al que adorna su cuerpo con estrambóticas galas junto al que deambula desnudo, y al risible en su solemnidad, que parecía imitar y satirizar a los cuerdos, y al que entreteje un interminable soliloquio (sugerente el vocablo) con seres inexistentes, o casi; y al que experimenta repentinos ataques de lloriqueante hilaridad o llanto a carcajadas que terminan por traicionar sus esfínteres; al de la sagrada enfermedad, la epilepsia, vecino del que dialoga con el más alias (porque, cuando cuerdo, el más acá le negó todo diálogo), y al que mira llorar a los muertos y gime con ellos. ¡Y mi guía volvió a abrir la boca.!

– Porque su proyecto transexenal 20-30 abarca el 2 mil 30, cuando la pobreza quede erradicada con ese proyecto. Chido, ¿no..?

Loco fuese y no estúpido, pensé, y seguí contemplando a los privados de su razón, y se me iban o con más fuerza pegábanme estas ganas de vivir. «Mire a esos». Observé a aquélla sin dientes que arrulla a su criatura de hilacho, deshilachada y tan real que parece de embuste cuando le da de mamar, y a la que aguarda, canturreando bajito, el retorno de aquel bienamado que se le huyó a la mitad de una noche de amorosa locura, cordura suprema; al de las lujurias furiosas, babeantes siempre y nunca atenuadas; al loco que se sabe Napoleón y al Napoleón que se sabe loco, y al místico de las cavernosas postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria, él carente de juicio, sin gloria ninguna, habitante de su infierno particular y muerto sin sepultura. Los locos…

Me topé con el que reza desatinos de cara al muro contra el que ese otro solloza por sus ausentes, y al de la risas convulsas, compulsivas. Ah del loco que aúlla porque se siente al borde de la locura Ah, vidas errantes siempre en cautiverio, que pastorean sueños demenciales, ellos pastoreados por beneméritas batas blancas. Ah, mentes desacordadas, la mirada ausente y presente la babilla en los labios, y en la nariz la mucosidad, y acá la legaña verdosa, y allá la incontinencia del cuerpo. Lástima del zafio, mi guía:

– Estado de derecho, seguridad pública y generación de empleos. No, y esa igualdad de oportunidades. Esperanzador el proyecto 20-30 con el que se nos va a construir el México del futuro.

Su tiz… Como ya habíamos salido a la calle traté de zafarme de él, cuando en eso el corredero de celadores que se nos dejan venir, pepenan a mi guía y azozobrados lo regresan al manicomio. «Se nos andaban fugando». «Pero si es mi guía». Y que cuál guía, loco de remate. Yo, mis valedores, volví a creer en la razón, la congruencia, la lógica. Quezque esperanza el 20-30. (Pa su.)

¿Y qué hacemos con los pobres?

El Bagdad de Las mil y una noches. Sherezada relata al sultán el relato del bandido Sanín, que a filo de cimitarra tomó el reino del sátrapa Boabdal:

– Y fue así, mi señor, como un amañado consejo de elecciones adicto a Sanín lo proclamó tramposamente triunfador, benemérito y conductor de la pública res, que es decir de unas reses manipuladas.

– Pues sí, Sherezada ¿pero con qué tesoros lograr la recuperación?

– Con los que contaba el país, y que el consejero Chira echó a andar. De las mazmorras fueron liberados los cultivadores de droga, y a todos se les dotó de las tierras mejores. «A elevar productividad y calidad de la mercancía». Convenios secretos y no tan secretos con los reinos vecinos abrieron de par en par las fronteras al narcotráfico. Pronto sintióse la arribazón de dinero franco. Y fue entonces cuando las mafias comenzaron a disputarse zonas y territorios, y a teñir de sangre la droga, y rodaban cabezas, y el dinero fluía y Salín, Chira y los del dinero hinchaban sus arcas. ¿Tomas nota, mi señor?

Pero el que a la patria sirve de la patria come. Sanín, convenientemente asesorado por Chira decretó la inmediata privatización de todos los bienes forjados con los dineros del pobrerío con el propósito de evitar especulación y monopolios en el mercado de miel, granos y dátiles. Y a malbaratar lo privatizado con ventas de cochera con remates de saldos, con baratas de quemazón. ¿El producto de la venta de paraestatales? ¿A dónde crees que fueron a parar los dineros de la venta de paraestatales? Los dineros manaban, los dineros fluían a la sombra de Sanín…

Pero su gobierno resultó un nuevo fracaso para el pobrerío, y al nuevo desencanto se empalmó una nueva desilusión, porque de todas sus promesas de cuando candidato, Sanín no les había cumplido ninguna y resultó que el pobre se tornaba más fregado cada día Con Sanín la calidad de vida de las masas se abatía año con año, día con día Y un soterrado rumor regurgitaban las multitudes, y se echaba de menos el reinado de Boabdal, y en la chusma se encendían focos rojos. Y por ahí andaba suelto, el demagogo. Y qué hacer.

¿Qué? Lo que no lograse Chira, Maquiavelo de turbante y babuchas doradas: de las mazmorras fueron libertados delincuentes diversos, la flor y nata de la picaresca «Ustedes son, desde ahora los encargados de amansar a las masas a punta de entretenimiento. Denles diversión, mucha diversión». «Pues sí, ¿pero el dinero para levantar esta industria?» «Abundará para repartir entre todos nosotros. Las propias masas lo habrán de aportar». Y que desde hoy son ustedes los nuevos concesionarios de la industria de la diversión. «Una especie de secretaría de la educación pública Son los nuevos concesionarios, pero claro, bajo ciertas condiciones».

Y palmeaba los lomos de las carpetas donde se asentaban delitos y sentencias de los flamantes propietarios. «Ea, a divertir a las masas, que tanto necesitan de esparcimiento». Sanín sonreía..

Pues sí, pero allá afuera en las goteras de Bagdad, las masas, famélicas: «¡Tenemos hambre! ¡Basta de dátiles! ¡Carne! ¡Queremos carne para comer!» Unas masas alentadas por el santón, «un peligro para la democracia». Y qué hacer. «La diversión no dio resultado. La chusma quiere carne», se lamentó Sanín, y Chira «¿No tienes, acaso, el más extenso serrallo de todo el Oriente? ¡A darle carne a la chusma! ¡En tacos! De ojo…»

Y sí: en las nalgas opulentas del serrallo recayó la tarea de dar carne a la plebe. Miss mundo oriental, miss tanga miss Oportunidades; todas las hetairas fueron inventariadas de estrellas, y todas las estrellas mostraron su canal -sus canales- en el canal de las estrellas, y la que más agitaba las nalgas más prestigio ganaba de costra a costra y de frontera a frontera Fueron las nalgas, mi señor Shariar, las que lograron el milagro de amansar a una chusma ignorante y manipulada Hambrienta seguía cada vez más, pero feliz con «sus» estrellas, con las que cohabitaba mentalmente al aparearse con la mujer de la propia pareja desmedro por avitaminosis, descuido por mal comer. Y el país de Sanín fue dichoso y feliz en la democracia Y colorín colorado.

– ¿Colorín? ¿Cuál colorado? Un momento, embustera adorable. ¿Quieres hacerme creer que las masas con puras nalgas se dejan amansar..?

– No, claro. Para rematar la faena de la enajenación, y que la chusma pensara con cabeza ajena, Chila habilitó una cáfila de «comunicadores».

– ¿Sacados de qué escuela?

– De ninguna escuela ¿Te olvidas de los eunucos? Comenzando con El Valedor, Sanín reclutó a todos ellos en plan de comunicadores, y anden, a manipular masas. Claro, ni todos los eunucos se metieron a manipuladores no todos los que hoy loan a algún chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes, son eunucos. No. (Y sin embargo…)

Alá es grande

Mis valedores: Bagdad. No el Bagdad que hoy sangra por todas las venas de todos sus defensores frente a la invasión genocida del terrorista mayor, sino el mítico Bagdad de Las mil y una noches. Como la noche de hoy.

Una luna bermeja se alza sobre ese horizonte de techos, columnas, mezquitas y minaretes donde cada día se pregona en falsete que Alá es grande y Mahoma su profeta. Acá, tras de cortinas y celosías, una parlanchína Sherezada y un Shariar embelecado engendran uno más de los relatos de Las mil y una noches. Bagdad.

– Grande es Alá. Mi señor: esta vez has de escuchar, para que te cuides de levantiscos y reformadores, un relato más o menos apócrifo, el del reino que se convirtió en democracia

– Achis, achis. Cuenta, mujer, y que la muerte que te he asignado se aplace una noche más.

Ahí la fabulosa fabulista «Has de saber, mi señor, que hubo un reino de encantamiento extraviado entre saharas, oasis, camellos y caravanas que a lo sonámbulo cruzan dunas y espejismos; un país cuyos habitantes padecían la opresión y represión del corrompido Boabdal el execrado por sus subditos. Pero Alá es grande. Cierto día repentino simún del desierto, un Sanín de oficio ladrón, atraído al aroma de los reales tesoros, cimitarra en alto penetró con los suyos en la entraña de la ciudad, rastrillando con su acero clamores de fuego y sangre. Los facinerosos derribaron el portón del palacio, sometieron a la guardia real y violaron, por principio de cuentas, las arcas reales. Unas arcas que resultaron vacías. ¿No te estará resultando enfadoso mi relato? Sigo, pues.

Rabioso, desencantado, Sanín trepó a lo alto del palacio, y maldecía al sultán. «Qué botín, decíase; un palacio que se cae de vetusto, unas arcas exhaustas, y en la plaza una chusma famélica y a punto de la revuelta popular. Más hubiese ganado con haber perdido». Ordenó prender fuego al palacio con todo y Boabdal, ministros y cientos de concubinas, y tornar al desierto. Pero quién pudiese columbrar los designios de Alá…

Que un vocerío lo inquietó, cuenta el relato apócrifo, y fue que, cercado de cimitarras, cierto sombrío personaje fue conducido ante Sanín. Sí, un tal Chira, el gran visir, el poder tras el trono y verdadero causante de la ruina del reino, al que infectó e infestó de su propia corrupción en el manejo de los negocios públicos. ¿Vas tomando nota, mi señor?

Habiéndolo reconocido, Sanín ordenó que, como acto previo a la muerte, fuese minuciosamente torturado. Este personaje, como todo corrupto, era histrión, ladino y de gran poder de convencimiento. Pidió hablar con Sanín a solas, y ya frente a él le imploró la gracia de la vida A cambio, prometió enriquecer al facineroso en el tanto de pocos meses.

– ¿Con un reino así de empobrecido? Imposible. Prepárate a morir.

Chira le habló a media voz. Ya con el sol en declive los vieron volver con los rostros risueños. ¿Quieres que suspenda mi relato, señor..?

Shariar, intrigado, la instó a continuar. Y sí, según las susodicha Sanín el nómada, ya con el corrupto de consejero, mandó abrir las puertas palaciegas a los famélicos de la plaza, con una única prohibición: que no se tocaran los comercios ni el patrimonio de los dueños del dinero. Ahí mismo, entretanto, a medio patio y a la vista de la chusma se escenificó un juicio popular contra Boabdal el tirano, el corrompido Boabdal. La sentencia no había delito qué perseguir. Ni para él ni para hijos, concubinas y validos que a balidos habían constituido su corte de aduladores. Boabdal y los suyos, libres. Pero más allá del juicio popular, las trojes del palacio seguían abiertas para la chusma «Promete elecciones libres, y que el pueblo elija a su gobernante», aconsejó Chira «Nunca ¿Entregar el poder al demagogo?» «No vas a entregárselo, que el imperio vecino y los del dinero te apoyan».

El demagogo: era ese el mesías de las masas, su bienamado santón, la esperanza que ahora sí, el turno sería de los desprotegidos de siempre. Chira trazó la estrategia de la campaña «¡Seremos respetuosos con el orden establecido!» Pues sí, pero en calles y plazas públicas, las masas: «El poder al pueblo! ¡El pueblo al poder! ¡Viva nuestro libertador!» Malo. Chira entonces: «Las dádivas doblegan voluntades». Y rápido, a improvisar limosnas que ora se apodaban «Solidaridad» y ora aparecían con el mote de «Oportunidades«. Todo con tal de opacar la popularidad del santón. Y así, restos de miel, grano y dátiles fueron a dar a las manos extendidas del pobrerío. Chira complementó la estrategia «Satanizar al mesías de populista, demagogo, desestabilizador y un peligro par la democracia». Pero la chusma de los vivas, las hurras, los chiquitibunes. «¡Viva nuestro libertador!» ¿Vas tomando nota? (Esto, mi señor, sigue mañana)_

¿Nuevo crimen político..?

Tal es el encabezado de la nota, estremecedora en su laconismo, donde el matutino manifestaba inquietud y temores en torno a la suerte que hubiese corrido el temerario legislador que desde la tribuna del Congreso y en un documento que circuló de manera clandestina se atrevió a cuestionar al presidente del país. Eran aquellas otras formas de gobernar, por más que la esencia era la de hoy, que en los sistemas de poder nada hay nuevo debajo del sol. La nota apareció en un periódico de esta ciudad con fecha 10 de octubre de 1913, el año del cuartelazo de los Mondragón, Blanquet, Félix Díaz y el macabro espadón Victoriano Huerta. Mis valedores: en lo que atañe a la Historia, la letra con sangre entra, pero hoy mismo nos negamos a aprovechar sus lecciones. Aquí un texto, que expone el clima ominoso (crimen, represión, sangre derramada) que se vivía en esta ciudad capital y el resto del patrio territorio hace 93 años, cuando la bota cuartelera y el espadón a la viva fuerza se habían apoderado del palacio de gobierno. Hoy, se han desarrollado otras formas, peligrosas formas de tomar ese mismo gobierno. Lean:

«Ciudad de México, 10 de octubre de 1913. No hay noticia alguna sobre el paradero del senador chiapaneco Belisario Domínguez, que fue secuestrado antenoche
por agentes de la policía reservada, en sus habitaciones del Hotel del Jardín, situado en las calles de Independencia. Se teme por la vida del legislador que enjuició duramente al general Huerta desde la tribuna del Congreso, y luego en un severo documento público. La Cámara de Diputados, en su sesión de ayer, acordó nombrar una comisión que investigue lo sucedido al doctor Domínguez. Muchos opinan ya que el asunto no se refiere sino a uno más de los crímenes políticos que, a partir del cuartelazo del nueve de febrero pasado, se han venido cometiendo en el país. Recordemos algunos.

El diputado Gustavo A. Madero y el intendente de Palacio, Adolfo Bassó, muertos en la Ciudadela el presidente Madero y el vice-presidente Pino Suárez, asesinados en las afueras de la Penitenciaría; un número desconocido de personas ejecutadas en las demarcaciones de policía y en los cuarteles, durante lo que ya todo mundo llama decena trágica Pero hay más casos: el depuesto gobernador de Chihuahua, Abraham González, fusilado en Mapula; el joven general maderista Gabriel Hernández, fusilado en la cárcel de Belén; el diputado suplente Néstor Monroy y diecisiete personas más, asesinados en Azcapotzalco; el diputado Adolfo C. Gurrión, fusilado en San Jerónimo, Oax.; el diputado Serapio Rendón, sacrificado en Tlalnepantla; el periodista y poeta nicaragüense Solón Argüello, asesinado en Lechería Fuentes bien informadas aseguraron que en todos estos casos las órdenes de ejecución provenían de las más altas autoridades del gobierno huertista».

Así fue, por desgracia; a la hora en que apareció la nota de prensa ya el legislador chiapaneco había desaparecido, que cayó bajo los plomos de los sicarios del dictador, y todavía más grave: de la fecha infausta, 8 de octubre de 1913, al día de hoy, Belisario Domínguez ha sido sacrificado no una vez y no sólo por el «chacal» Victoriano, sino tres veces, cuéntenlas: su muerte física, el haber convertido a un varón de virtudes en «premio», y el haber otorgado tal «premio» a seres descalificados, de la catadura de aquel Fidel Velázquez, ¿lo recuerdan ustedes? ¿Lo habrán podido olvidar? Así se quejaba hace ocho años el Comité Chiapaneco para la Celebración del Aniversario número Ochenta y Tres de la Muerte de Belisario Domínguez, y yo lo transcribo tal cual:

«Desde 1953, el Senado mexicano otorga la presea más alta que concede el gobierno de México al ciudadano o ciudadana que se han distinguido por su conducta ética ejemplar y por la defensa de los mismos valores que defendió Don Belisario Domínguez, a saben libertad de expresión, libertad de asociación, derecho de denuncia y la resistencia civil cuando el Gobierno rompe el pacto social.

Durante dos décadas recibieron la presea precursores revolucionarios que en su juventud se opusieron al dictador Porfirio Díaz y al usurpador Huerta. Lamentablemente, el Senado hace mucho tiempo dejó de ser de la República para ser un apéndice de la corrupta narcodictadura que oprime al pueblo de México, así, los ciudadanos, una mañana nos enteramos que el seudosenado había otorgado la presea Belisario Domínguez nada más y nada menos que a ¡Fidel Velázquez! el sepulturero del movimiento obrero mexicano, el líder megamillonario del sindicalismo blanco, del nefasto charrismo, pues. A partir de esa fecha, la medalla fue otorgada incluso a políticos enriquecidos a la sombra de la gesta social de 1910. La presea fue devaluada por el mismo poder que debería ser encargado de velar por el respeto al ejemplo que nos dejó nuestro mártir de…» Etc. La presea Belisario Domínguez, ¿devaluada? ¿Por quién o quiénes? (En fin.)

Matar la gallina de los huevos…

La recuperación de Cozumel, recién azotado por el huracán Vilma, podría verse frenada. «Carnival Corporation», de las principales navieras del mundo y que controla el 70 por ciento del turismo que llega aquí por vía cruceros, canceló sus atraques en los muelles de la Isla porque uno de ellos le aumentó de 2 a 2.50 dólares la tarifa que paga por cada pasajero en tierra.

¿Qué opinan ustedes de la noticia? ¿Qué opinaría Elizondo, el titular de Turismo? Yo, a propósito, recordé el episodio que viví con mi prenda amada en pleno revolcadero. En El Revolcadero de Acapulco. Pero no, mi amada prenda no es una dama, qué diera yo, solitario de mí, sino mi bikini. Este, miren: color magenta, con vivos solferinos, tres cocolitos al frente y en la trasera su buen corazón circundado con rayos dorados. Fosforecentes. Y la es-cenilla que aquel mediodía presencié a la orilla del mar. Me acuerdo y…

La estampa, patética, no excluía su pizcacha de poesía levemente homérica: el glauco mar sollamado en la fragua de un sol de trópico, sol garañón, y un oleaje que, sierpe de espuma, alcanza la playa y se enrosca en las zancas de un licenciado del Revolucionario Ins. que, en tanto, aumenta la inmensidad del océano con esa furtiva lágrima, lo ensucia con aquellas tirlangas del papel que rasga lentamente y va soltando, palomas al viento que se internan en el oleaje del mar. Mi primo el Jerásimo, sí…

Un rato antes, parapetados detrás de sendas mojarras en la palapa Aquí es Chilpancingo, cercana a la playa, comía yo con el consanguíneo, que a tarascadas y ama-mantones de cacardiosidad festejaba el feliz término de cierta tesis que había forjado con la sana intención de ofrecerla al Ceferino Torreblanca («No es priista, qué lamentable, pero es gobernador», dijo), y ahijársele al presupuesto. Como aviador, de perdida Su plan falló, lástima

Un poco antes, en Aquí es Chilpancingo, la excitación de la aviaduría lo forzaba a agitar aquella resma de cuartillas y manotear, espolvoreando al hablar rebabas de mojarrita. Y tan grande era su júbilo….

– Que ya van cuatro espinas que me trago vivas, aparte de dos huesos de limón y una cosa así como que prietita. Acida, ¿tú crees..?

Y así seguía con sus entusiasmos, jurando que al Ceferino las niñas se le iban a humedecer de gusto (las de los ojos) al tener en sus manos tan valioso auxiliar para incrementar el revolcadero de Acapulco. De repente, mis valedores, ¿y eso? La güereja de la mesa vecina, que se querellaba con el cambujo, un mesero clavadamente nativo de la Costa Grande:

– My God, muchos pesos en esta cuenta…
– Son dólares, miss…

– Por dos guachinanguitos al mojo de ajo, my God! Yo conoce los mejores réstorans de New York, Paris, London, y más baratos…

Gacha la testa el marido, toro sanguíneo, farfullaba: arf, arf, arf…!

– My God, tantos y tantos dollars…

– Con 45 cents, missita.

– Por dos pescados subdesarrollados,con tres rodajas de cebolla, medio limón y una ruedita de jitomate.

– Sí, miss, pero es que el guachinango es ora sí que importado. De Catemaco. Brujos, ¿ve? Guitches. Y con eso de que con los fletes ya subieron los filetes. No, y el peaje, ¿ve?. No Peje, peaje. ¿Comprender? El láimon nos llega de fayuca, en barco ruso con bandera iraquí. Y luego el WA, y los derechos de importación del coco con giniebra, que nos viene costando un huevo de la cara El jitomate lo tenemos que acamar desde Pinotepa, un tiznadal de leguas pa allá, mire, onde se mete el sol. ¿Va a liquidar con tárjet?

Yo dije: «Señora, su esposo», y ella, confusa: ‘Perdónelo. Mi Dick no lloraba así desde que perdimos El Chamizal y Vietnam, y cuando fuimos a dárselas a Bin Laden, las Torres Gemelas. Vamos, Dick, entrégale el botín al gangster aborigen. Pero qué robo. Ustedes matar gallina de los huevos…»

– Retorciéndole el pescuezo, más bien. Así, mire.

Los vi alejarse playa adelante. Me dieron una lástima..

Y fue entonces: el Jerásimo, espectador del conflicto internacional, se alzó, tomó su altero de cuartillas y a la orilla del mar las fue rasgando minuciosamente. No poemas, no odas; su anteproyecto basado en 4 capítulos, 16 cláusulas y 7 apéndices (ver anexos) con un exordio, un colofón y su fe de erratas, bajo el siguiente rubro: «De cómo incrementar el turismo internacional en Guerrero, anteproyecto del lic. Jerásimo con destino al Sr. Gobernador del Estado, licenciado Zeferino Torreblanca«. Y que respetuosamente, y la firma al calce. Y oh dolor: las iba rasgando sobre unas olas que vienen y van. Porque con tales prestadores de servicios al turismo… Me dio una lástima Y qué hacer. (En fin.)

Cárdenas, ¿lamebotas..?

La espinosa relación de ciertos periodistas con algunos políticos, mis valedores, esa que a lo largo de los 70 años de PRI-Gobierno fluyó tersa y bien aceitada, y que ahora, de repente, se tensa se crispa y se torna conflictiva Hoy (presidentito nuevo, dónde te pondré), estos periodistas se aplican a buscarle carisma y estatura de estadista a algún chaparrito, peloncito, de lentes, mientras estos otros se dedican a atacar sañudamente a «López».

No quieran darse baños de pureza diciendo que son muy objetivos, muy profesionales, porque ya se empanizaron. Han ensenado el cobre muchos comunicadores e intelectuales. Se han quitado la máscara y han actuado como alcahuetes del régimen de la derecha. Los reniegos de AMLO. Mis valedores:

Tal llegó a ser el periodismo durante la larga noche del Pri-gobiernismo, con ciertos periodistas empeñados en el ataque gratuito y el elogio pagado. Lo relató en 1999 Mario Renato Méndez, director general de la revista Por Esto:

«Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Cuánto me tocó de qué? / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún. / En ese momento me empezó a sonar familiar la voz, pero no la reconocía bien. / ¿Quién habla?, pregunté. Era El Mulixto. o sea Luis Donaldo Colosio.

Yo le decía así: Mulix, y él me decía El Grandote. Y empieza la plática y me voy enterando que Carlitos Menéndez Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio, silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo…»

Y el ataque gratuito a los «López» de aquel entonces, en un matutino que así ventoseaba lodos de aquellos polvos de Tlatelolco (tergiverso a propósito el dicharajo): «Transformados en opulentos burgueses, algunos montaron una grotesca conspiración golpista en Francia, Alemania y México, para derribar a sus respectivos gobiernos y montar la dictadura marxista Esto ocurrió en el verano-otoño de 1968. Se estrellaron contra De Gaulle y Gustavo Díaz Ordaz, a quienes apoyaron resueltamente sus ejércitos. Además, sólo contaron con la militancia aborregada de la clase social más fácilmente manipulable por su inexperiencia e inmadurez: algunos estudiantes de algunas universidades dominadas por la caterva intelectualoide del marxismo…

Utilizaron a su santón y lamebotas castrista: Lázaro Cárdenas del Rio, quien montado en el toldo de su auto, en el zócalo capitalino, arengó a una masa de gritones para ocupar Palacio Nacional a su tiempo. La respuesta de los motineros fue el lema favorito de los enemigos de México:

¡Revolución Sí, Olimpiada No!

Pero los obreros, los campesinos, las clases medias y la Nación entera les dieron la espalda repudiando su intentona golpista (…) Los muchachitos ingenuos que siguieron a los intelectualoides apoltronados en sus despachos de la UNAM, fueron las víctimas de esa criminal conjura

El 2 de octubre de 1968, los traidores lanzaron a las juventudes a su última trampa sangrienta (…) La estrategia sería provocar a nuestras Fuerzas Armadas (…)
Pues bien, nuestro Ejército Mexicano no cayó en la trampa Nuestros soldados y su jefe en aquella tarde, Gral. José Hernández Toledo, fueron agredidos inicialmente por los francotiradores terroristas que previamente se habían escondido en lo alto de los edificios.

La respuesta fue doble: el Ejército protegió primeramente a los civiles que se vieron envueltos en la balacera. Y después dirigió el fuego contra los francotiradores. El complot traicionero de la antipatria roja fue aplastado y el Ejército Mexicano salvó a nuestra nación (…) Si México es libre actualmente es gracias a la valerosa y fiel acción del Ejército Mexicano, que afrontó la guerrilla del golpismo extranjerizante, fundado en las férreas y patrióticas voluntades del Presidente Gustavo Díaz Ordaz y del General Marcelino García Barragán, su secretario de la Defensa

Al ser designado embajador en España en 1977, ya como ex presidente, el licenciado Díaz Ordaz recordó en una tempestuosa entrevista de prensa que si de algo se sentía orgulloso era de su conducta en esos trágicos meses del otoño del 68, pero de lo que más se sentía seguro y orgulloso era de sus acciones ese 2 de octubre, pues había puesto todo en la balanza ‘mi seguridad, mi nombre, mi honor, mi vida misma, pero al fin salvé a México de haber perdido nuestra libertad. Eso lo estamos gozando todos, incluso usted, muchachito, pues si no hubiera ocurrido así, usted no estaría allí preguntando’.

Sí hubo ganadores y sí hubo derrotados. La conjura comunista del 68 fue la gran derrotada En cambio, México y sus libertades salieron ganando, gracias a la firmeza patriótica de Gustavo Díaz Ordaz y nuestro Ejército Nacional. ¡Y que sigan chillando su hecatombe los huérfanos del Kremlin..!» El periodismo, mi oficio. (Dios.)

Macabrón

La inseguridad pública en el DF, mis valedores. El viernes pasado inicié la crónica de la escalofriante aventura en que acompañé al Cosilión rumbo al taller mecánico donde reparaban su Jetta. Nunca me hubiese atrevido a salir a las calles de la noble vial, pero me lo pedía el marido de La Lichona (ella, sus blancos mallones tres tallas por debajo de lo que piden, exigen, demandan sus vamos a decir formas.) Yo, por congraciarme con ella, ahí voy, insensato, a arriesgar mi existencia a lo largo de las 10 cuadras que nos separaban del Jetta. Antes de salir oré, me la persigné, y allá vamos, a la aventura…

Y ándenle que ahí, cuadras adelante, observé que dos de la Preventiva intentaban desvalijar un BMW ya en los puros huesos. «Los de la Judicial se nos adelantaron». Al forzar la cajuela y desenvolver una bolsa de plástico: «Chale, carnes frías. ¿De qué cristianos serían estas tres choyas, Bruslí?» Vi que enganchaban a la grúa (una de Tránsito) lo que quedaba del BMW Yo, a lo instintivo traté de apuntar las placas, pero de allá arriba me apuntaron a mí. La voz del Altísimo: «¡Avance, avance el ruco, no se exponga a una rociada!»

Miré a lo alto: «Soy yo, padre Dios», traté de decir, pero cuál padre, cuál Dios: el helicóptero con la insignia de la PGR: una cabeza de vaca

– ¡No voltié pa arriba! ¿Qué? ¿Semos o nos parecemos? ¡Indentifíquese!

Bajé la vista y lo apreté, el paso; lo apreté, mi rosario; lo apreté del susto. Un apretadero. De súbito: «?sos…»

El instinto: alcé los brazos. «¡No disparen. Tengo un hijo de pecho!»

– Cuál pecho, cuál disparen, bájelos. Yo y éstos sólo queremos que nos digan qué camino nos lleva de retache al penal de Puente Grande.

¿El penal? Los observé. «Oiga, ¿el de la gorra tejana no es un evadido?»

– Es el Chapo Guzmán, y nosotros de la Federal Preventiva en comisión de servicio para protegerlo de Osiel Cárdenas.

– No entiendo. Si usted, don Chapo, logró evadirse del penal…

– Es que la jerramos. ¿Pues no cometimos la bandejada de venir a refugiarnos al horror del DF? Y no, así de machos no somos. Nos rajueleamos. Preferimos el penal. Más seguro. Y ora no hayamos cómo retacharnos.

– Bueno, miren: ¿distinguen aquel como muladar lleno de moscas, basura, perros y policías entre esa multitud que hace cola? Paradero de micros. Ahí toman una combi y…

Habló el Chapo: «¿Una qué? Sáquese, yo a una de esas ni amarrado me trepan. A éste, en el Metro, lo acaban de robar. Al Muelas lo asaltaron en la otra esquina, y aquí al Kaibil, intento de secuestro. Nos trepamos a una combi y seguro que a mí, violación. Y a saber con quién me toque emparentar…

Los miré alejarse mientras el helicóptero de Medina Mora (¿o era el del Cabeza de Vaca?) descendió tanto, y tanto se aceleró, que a turbulencias levantó la faldita de la morenaza Le vi sus muslos, le vi sus chonines, le vi sus… ay, Dios. Travestí. Un brinco, y al arroyo vehicular. Y es que el paso estaba obstruido por el cajero y cómplices, que junto al cajero automático a lo automático despojaban a la ancianita Suspiré. Faltaban aún 7 cuadras, y en la bocacalle marchistas y granaderos intercambiaban gases lacrimógenos. El Cosilión: «No friegue, valedor. Con semejante mostachón y llorando…»
– Es el gas, que me entró a las niñas…

Ya no la haga de gas y ánimo, que ya casi llegamos.

Me las limpié. Unos pasos adelante, y de repente el Cosilión: «Válgame, mire eso, qué idea tan trinchona se me acaba de ocurrir. ¿Ve allá enfrente? Vamos allá».

Y allá vamos. Lo vi escoger uno de los machotes (de telegrama), y escribir, con la fecha, un texto de escalofrío, que logré leer de ganchete y, mis valedores: los alcances de la humana maldad, las reservas de perversidad que se empozan en la renegrida sangre del corazón. Supe, con sólo leer el mensaje, que de aquí en adelante debo disimular al máximo las torvas pasiones de mediodía para abajo que me despierta la Lichona, porque el marido, su perversidad… Lo miré tomar el telegrama y… «Urgente. Entrega inmediata ¿Cuánto se debe?»

Y a la calle otra vez, donde 3 del cartel de Ixtapaluca, que descargaban cocaína en esa escuela de pre-primaria, se trenzaron a balazos con el cartel de franeleros que comanda uno de la Anti-secuestros. Yo, aquel temor de caminar con el delincuente, autor intelectual de un telegrama asesino que a esas horas ya volaría fatalmente, cohete Patriot o Scud, rumbo al blanco definitivo, una anónima ciudadana de Ciudad Juárez (¡otra futura víctima!):

«Querida suegrita, dos puntos, acá familia échala de menos, véngase a vivir con nosotros al DF». Punto y firma para constancia Dios, ¿tanto odio a un ser humano, por más que suegra? Ah, los violentos. Como los Zetas. Como los Maras. Como el Cosilión. (Macabro…)