Sepulcros blanqueados

El SIDA y el condón. Que senadores del PRD intentan obligar públicamente a José Ángel Córdova, titular de Salud, a mantener la campaña que promueve el condón, y asi evitar que sus puntos de vista personales se conviertan en políticas públicas en materia sanitaria. Qué bien. Pero cuidado, que el director de Asuntos Jurídicos de la Sec. de Salud es un Bernardo Fernández, «defensor del derecho a la vida» y abogado del cardenal Norberto Rivera, y se encarga de revisar y supervisar las reformas a las leyes y reglamentos sobre asuntos de salud pública Mis valedores: peligroso.

Peligroso. Lo leí en REFORMA del pasado viernes: Con esa campaña «lo que hasta hoy se ha logrado es alentar la actividad sexual precoz, las prácticas promiscuas y las conductas de riesgo». Y escalofriante la nota que llega de Guadalajara en el albergue Beata María de Jesús las misioneras del «Corazón de Cristo Resucitado» maltrataban a los enfermos, porque «Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales». ¡Dios!

Esto me trae a recuerdo la indignación que exhibía el por entonces nuncio apostólico del Vaticano en nuestro país, aquel Jerónimo Prigione interlocutor de los narcotraficantes Arellano Félix: Me indignan las promociones que se han hecho para el uso del condón. Es darle medios a los jóvenes para que se sigan revolcando en el lodo…

Y los aspavientos de un José Melgoza, obispo emérito de Cd. Nezahualcóyotl: ¡Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública, y esto es lo que nuestro gobierno no quiere reconocer, y limita el problema al ámbito de salud, imagínese..!

Pues sí, pero no, que el SIDA, como lo afirma el filósofo Mark Platts, «no es un asunto de moral, sino de salud pública«. Y que más allá de lo que la Iglesia Católica diga de nuestra conducta privada, la del SIDA es una situación conflictiva que las autoridades de salud pública tienen obligación constitucional de atender de inmediato. ¿Y? ¿Qué hacen esas autoridades para detener la propagación del SIDA? Pero, sobre todas las cosas: ¿qué hacemos nosotros para no ir a dar de cabeza en la mortal pandemia? Hace unos años la Organización de Naciones Unidas solicitaba a la Iglesia Católica de nuestro país, dueña de un descomunal ascendiente sobre la mayoría de los mexicanos, que se sumara a la lucha contra del SIDA. La respuesta de El Vaticano:

«La espectacular ceremonia presidida por el cardenal Otunga que quemó preservativos en público, sigue siendo símbolo de la actitud general de la Iglesia Católica, hasta este método profiláctico, confirmada por el criterio de los obispos del mundo entero». En México, los obispos: «Contra el SIDA, castidad es el mejor remedio. ¿El condón? Mucha gente lo usa, ¿pero está permitido de acuerdo con la doctrina católica? definitivamente: el condón no es éticamente permisible. Para la Iglesia, bloquear artificialmente la transmisión de la vida no es moral. La vida producida en una relación sexual no pertenece al hombre, sino a Dios». Además, el condón no sirve de gran cosa La solución es la castidad en el matrimonio, aun si parece que va contra la corriente en una sociedad como la de hoy, que resulta pansexual«.

La propuesta de G.W. Bush, ese misticoide: «Yo estoy a favor de la abstinencia, de la castidad y, en el último caso, del condón». ¿El condón? «¿Para qué el condón? (obispos mexicanos) ¿Para seguir buscando el placer por el placer mismo? ¿No está fuera de las enseñanzas de Cristo? ¡La Iglesia rechaza el uso del condón, pues esto lo que hace es hundir en el fango a la juventud, en lugar de darle la mano a los jóvenes para que salgan del lodo! ¡Continencia! ¡Castidad! ¡Fidelidad matrimonial! ¡Estas tres virtudes propuestas por la Iglesia son el mejor remedio para el contagio, porque son las propuestas del Evangelio para combatir el SIDA! ¡La grave amenaza del SIDA viene del abuso de la sexualidad! ¡Es una equivocación buscar el placer por el placer. El recto camino debe ser el uso legítimo del placer! ¡El placer sexual no debe verse como un fin, sino sólo como un medio hacia la paternidad o la maternidad!».

«¡Usar preservativos y seguir haciendo el amor! Esto continúa siendo el método de nuestras autoridades. ¡Es una barbaridad! Intentan proteger la salud promoviendo el vicio. El amor, para ellos, es el gozo del placer, y no buscar el bien de la persona amada El abuso del sexo es el que ha convertido en un problema de moralidad pública no de salud! Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero crimen, y la Iglesia Católica rechaza a los homosexuales así como el uso del condón, fuente de prostitución.»

La Unión Nac. de Padres de Familia: «¿Dónde estarías tú si tu padre hubiese usado condón..?»

Ad Majorem Dei Gloria. Laus Deo. (¡Dios!)

Suspiré. Qué más…

De lo eficiente que es la PROFECO, esa Procuraduría del consumidor que, según su titular, «asumirá el liderazgo en la producción de los sectores más vulnerables de la población mexicana», me hablaba aquella tarde la Maritoña, mi vecina reciente. Un discreto mordisco a las partes pudendas de un burro de buen tamaño (con galletas de animalitos acompañaba la infusión):

– Un día, me acuerdo, se le descargó al Arcadio la batería.

– Es natural. Excesos, la edad, la falta de vitaminas. Pero un biagrazo…

– No a él, que a pujidos, pero seguía funcionando, sino a su volks. Entonces fuimos a que se la recargaran, o sea la batería, ahí donde meses antes los del Rock’s nos habían estafado con la leche adulterada ¿Y lo pasará a creer? Los del mentado Electrolito también nos transaron, vendiéndonos como nueva una batería de segundo cachete Yo, entonces, dije a mi marido: Oye, Gordolobo, ¿y si pusiéramos nuestra queja en la PROFECO..?

– Era lo indicado.

– Pues sí, señor bigotón, pero en esas que nos nace la Gladis Elizabeth, y qué mala pata, porque nos fue a resultar con su labio tencuachito, o sea leporino, qué mortificación. Ya para entonces mi viejo se me había vuelto un desobligado de miércoles porque al iris de emplear su tiempo libre como Dios manda, viendo en la tele su clásico pasecito a la red, el muy baquetón la agarraba primero con la cheve para rematar con la cacardiosidad, muy al estilo del licenciado Jerásimo (¿No nos estará oyendo? Tengo entendido que su pariente vive con usted.)

La tranquilicé. El tal andaba a esas horas como todos los de su calaña: grillando a ver si la Jackson o el Paredes, o al revés, que de todas maneras resulta lo mismo. La Maritoña, un lleguecito a los cuartos traseros de un dromedario de dos jorobas. Esos dientes. La lengüita -no la del dromedario-. Esas, esos…

Ella, memoriosa: «¿Y a dónde cree que se iba a chupetear el muy briagadales de mi barrigón? Al Haz por venir, botanas de chilacayote.

– ¿Sería donde antes estuvo el..?

– Exacto, donde antes estuvieron los abusivos mecánicos, que meses antes habían quebrado, gracias a Dios. Y ándele, que por esos días se nos vino la liberación femenina, y las leyes cantineras dieron entrada al «viejerío», ¿No le llamaba así el barbón Punta Diamante?, y entonces la cantina aquella se volvió un verdadero desgarriate (un verdadero desmadre, perdón); un desmadre disfrazado de burdel. ¿No lo estoy aburriendo con mis rollos?

Yo, un traguito a la de menta y azahar.

– Pues nada, que con una de esas pútridas que se las daba de muy trabajadora sexual se me huyó el móndrigo Arcadio. Las últimas noticias del perjuro fueron de que lo vislumbraron por Chinches Bravas, Alto Lucero, Saltabarranca o algún otro poblado de mi lindo Veracruz. Que por allá andaba dándole gusto a la vida con una prieta de nachas tamaño doble ancho, mire, que no es por dárselas a desear.

– Pues usted no anda muy escasa que digamos

– Es que a él siempre le han chiflado las nalgas. Las de las morras, digo. Yo entonces pensé: qué se me hace que ora sí voy y pongo otra queja esta vez contra el adúltero de Arcadio, y le meto una demanda al Haz por venir en la Procuraduría del consumidor. ¿No fue consumidor de la piquera mi viejo? Por alcahueta. Pero no, señor bigotón, preferí mejor encomendarme a Santa Rita de Casia, ella que es la abogada de las causas imposibles, y en este país imposible resultaría que las autoridades clausuraran una cantina. Primero clausurarían la cámara de los comunes (y corrientes), o sea la gallera de los diputados broncudos y las diputadas asesinas. Y ahora, de repente, vea.
Me mostró aquel cacho de papel. Leí: En relación a la queja le solicitamos indique el domicilio del proveedor con el fin de tramitar debidamente su reclamación. Y que atnte., y una pila de garabatos, y a la fecha.

– Bueno, sí, ¿pero cuál es su preocupación?

– ¿Cómo de que cual? ¿Todavía no la pesca? ¿Pos ora con qué cara voy a parármeles enfrente a los procuradores del consumidor, ellos que con tanta prontitud, eficacia y espíritu de servicio se viven protegiéndonos contra las malas entrañas de los comerciantes de la MASECA, la carne, la leche y los huevos, para ir a hacérselas de gas y salirles con aquello de que conmigo ya no se molesten? ¿Con qué cara decirles, sin que los tales se vayan a ruborizar, que allí donde me transaron con la leche adulterada ya no hay Rock’s cual ninguno, ni un taller eléctrico El electrolito, ni cantina Haz por venir, ni burdelito, porque ya el eje vial borró del mapa el cacho de calle donde se alzaban las sucesivas negociaciones? ¿Cómo decirlos sin irlos a apenar? Pobres, ¿no..?

La Profeco Suspiré (Qué más…)

Onanismo mental

«Asumiré el liderazgo en la protección de los sectores más vulnerables de la población mexicana». -Antonio Morales de la Peña, titular de la PROFECO-

Esta vez, mis valedores, los sucesos memoriosos, esos que de pronto nos vuelven de revés, que nos fuerzan a mirarnos de piel adentro y, el ánimo en posición fetal, tornarnos melancólicos porque en el recuerdo somos jóvenes otra vez, y otra vez adolescentes, y felices de nueva cuenta. «¿Te acuerdas..?’

Me acuerdo, sí, y a propósito: ¿qué fue lo que abrió la espita de la memoria a aquélla frutal sota moza, la María Antonia que nos acaba de llegar al edificio de Cádiz? Y a mí, ¿qué fue lo que me obligaba a contemplar a la recién llegada, madura mujer de formas todavía muchachas? ¿Fue su modo de mirar, su dejo en el habla? ¿Fue en mi lengua el regusto del agua de menta y azahar? Como si no lo supiera: fue esta intolerable soledad, y no más. Ahí, en mi ventana, la luz mortecina del último sol. Pero sí, mis valedores, me explico.

– ¿Ya vio esta mala noticia, señor bigotón?

Ella y yo, solos en mi humilde depto. de Cádiz. Recordé el letrero en la trasera del camión materialista; «Las goza quien las merece, porque yo con verlas descanso». Y aquel suspirillo…

– Que los líderes campesinos prevén un alza de hasta 30 por ciento en los alimentos básicos. Ellos, a su vez, amenazan al nuevo gobierno: «Si en el primer trimestre no hay resultado, habrá movilizaciones. Esta es la prueba de fuego de Calderón y el momento de propuestas serias para los campesinos afectados por la falta de empleo y salarios remunerados». Lea la noticia. Leí la noticia, y vaya que los campesinos tienen razón «¿Sabía que en el 2006 los productos básicos se elevaron de un 20 hasta un 100 por ciento?»

La carestía de la canasta básica, mis valedores, apenas al comienzo del sexenio de la imposición. Por fortuna ahí, en el matutino, la nota alentadora- que la Procuraduría Federal del Consumidor vigilará que no se alteren los precios. «Por más que lástima de las 70 mil tortillerías que existen en el país, la PROFECO apenas monitorea 206 establecimientos»

– ¿La PROFECO, dice usted? ¿La PROFECO va a velar por nosotros frente a los fementidos de la MASECA? No mechinglés, que por propia experiencia sé lo que vale la tal PROFECO…

Achis, achis. «De esa precisamente, qué coincidencia acabo de recibir este oficio, véalo».
Un documento pringado de sellos, matasellos, logotipos, anagramas, aguilitas tricolores y ringorrangos de rúbricas como orinadas de perro impaciente. «Dirección General de Quejas». Y el texto:

En relación a su queja, le solicitamos indique el domicilio del proveedor a fin de tramitar debidamente su declaración. Atnte.

Y unas siglas y la fecha de hace unos días.

Y más abajo: La leche la dan adulterada y a la compra de menos de un cuarto la venden a tanto más cuanto.

La Maritoña suspiró, dióle el amamantón a la de cuasia con ixtafiate y cuachalalá. Vi que entornaba sus párpados. Su voz se tornó memoriosa

– Parece que fue ayer. ¿Sabe? Este papel ha venido a acarrearme una pila de recuerdos y una gran preocupación. Parece que fue ayer…

Miré en silencio a la sota moza que, con su ausente voz:

– Sucede que el día de mi queja ante la PROFECO, Arcadio me había llevado dizque a merendar. Andábamos de novios, ¿sabe?

– Yo tenía entendido que se llamaba Ramón.

– El Moncho es otro; un plato de segunda mesa, como si dijéramos. Arcadio fue mi primero. Muy propio y formal, al principio anduvo saliendo conmigo como Dios manda, o sea en plan de noviazgo. Me acuerdo…

– Pero se casaron usted y el Arcadio, ¿no?

– Y cómo no íbamos a casarnos. Y de emergencia que el Arcadio chico ya se me había venido a acomodar en la puerta con perdón; y qué hacer, sino correr al registro civil antes de la cesárea y el vestido blanco. Qué tiempos…

Una mirada se le iba y otra se le venía Maritoña, frutal. Para no prolongárselas, mis valedores (la plática): el restaurante de la mala leche, a decir de la sota moza quebró de ahí a pocos meses.

– Porque tarde o temprano Dios castiga a los abusivos, dice creo que Confucio o Norberto Rivera, y que al que obra mal se le pudre el no le voy a decir cuál porque todavía no nos tenemos la suficiente confianza

– Entiendo que el incidente ocurrió hace ya algunos ayeres…

– Uh, una pila de ayeres, nomás échele cuentas: el restaurancillo, titulado Rock’s, se convirtió más tarde en taller eléctrico: El electrolito.

Un discreto mordizco a las partes pudendas de.. (Con las pudendas sigo mañana)

Racimo de horca…

Un genocida ajusticiado por un gobierno pelele al servicio del genocida mayor; parientes ahorcados, descabezados, regazón de civiles destrozados a estallidos de pólvora. ¿Cómo llegó a perpetrar el Imperio semejante carnicería? ¿Cómo llegó a tolerarla un mundo «civilizado», un mundo al que se le ha cegado su capacidad de asombro, de indignación? Bagdad.

¿Advertencias previas contra la guerra en Iraq? Muchas y de muchos países, incluyendo del país invasor. Advertencias que a su hora formularon humanistas como Noam Chomsky, el primero de tantos, él que negaba una razón objetiva por la cual Estados Unidos debería tener más miedo de Saddam Hussein que de los kuwaitíes, pongamos por caso. Pero sí, por supuesto que existía un motivo para la invasión al país de Saddam. Desde septiembre del 2001 se instrumentó una aviesa campaña en los medios de condicionamiento de masas que logró manipular a la comunidad acerca de un tema central:

Saddam no sólo era un personaje siniestro y terrible, sino que «mañana mismo va a venir por nosotros si no le detenemos hoy». Y eso llega a la gente. De modo que para comprender la oposición actual a la guerra en Estados Unidos «debemos extraer ese factor, el factor del miedo irracional creado por la propaganda masiva..»

Lo que esos «medios» ocultaron fue lo evidente: que en Estados Unidos había una oposición generalizada a la invasión de Iraq. No era sólo una oposición a la guerra, sino que existía, además, una falta de confianza en los líderes. «Quizá ustedes hayan visto un estudio publicado hace tiempo por el Foro Económico Mundial que analizaba la confianza en los dirigentes; la más baja es la que se refiere a los líderes de Estados Unidos. Sólo tenían y tienen la confianza de poco más que la cuarta parte de la población, y creo que eso refleja la preocupación por la temeridad, la violencia y las amenazas que se desprenden de las acciones y los planes de la actual administración.

Recordemos que quienes llevan ahora las riendas en Washington son en su mayor parte reaganianos reciclados que están reviviendo básicamente el guión de los años ochenta, cuando impusieron programas de política interna muy dañinos para la población en general, que fueron muy impopulares. La gente se opuso a la mayoría de sus programas internos, y la manera como consiguieron implantarlos fue manteniendo a la población en un continuo estado de pánico. Recordemos también que en 1981 esos mismos reaganianos declararon una guerra contra el terror que se iba a convertir en el núcleo central de la política exterior estadounidense enfocada básicamente en Centroamérica. En esa su guerra contra el terror acabaron matando a unos 200,000 civiles y dejaron cuatro países devastados. Desde 1990, esos pueblos se han hundido aún más en una pavorosa pobreza. Hoy, estos funcionarios están procediendo igual y por los mismos motivos: llevar a cabo programas de política interna en EE.UU. a los que la población se opone de manera contundente por tanto como la perjudican.

Y el vaticinio del analista, no del todo certero: «Es posible que ocurra lo que los halcones de Washington esperan o sea una victoria rápida, con una ausencia casi total de combates, la imposición de un nuevo régimen con fachada democrática, y la seguridad de que EEUU, va a contar con grandes bases militares en Iraq, y sobre todo el control efectivo del petróleo. Esto buscamos al invadir Iraq…

Pero eso de las aventuras internacionales y la invención de supuestos enemigos que están a punto de destruirnos no es algo nuevo; a los estadounidenses nos es familiar. Todos nuestros gobiernos lo han practicado a lo largo de la historia Lo que ocurre es que los de hoy se han convertido en maestros en el arte del engaño y las campañas del terror. Es lo que están haciendo ahora mismo para invadir Iraq sin costo político». (Volveré con el tema)

La andas regando, Felipín…

(A Jacqueline Orta, reitero, presunta autora intelectual del crimen, donde ella se encuentre a estas horas.)

Acapulco. Un policía proporcionó la pistola utilizada por los asesinos para matar al panista José Jorge Bajos. La autora intelectual del crimen serla la diputada suplente Jacqueline Orta Martínez, para ocupar la curul…

Mis valedores: ayer, miércoles, les conté que aquella noche de miércoles me entrevisté con la licenciada de miércoles para conocer su opinión sobre el papel de la mujer en esa descarga de miércoles que es la política nacional.

– Mire usted: la mujer invade cada día zonas de la política tradicionalmente reservadas a los licenciados. Con los pelos en la mano se lo puede demostrar. Los de la burra, sus pelos.

¡Pelos! Algo olió mal. «Y cómo carambas no, si ya el Felipito se nos zurró. Ay, . Felipín, qué feo apestas, qué feo la andas regando». Lo embrocó boca arriba en el sillón. Le abrió las zanquitas. Y aquella pestilencia..

– Así pues, la mujer en el ejercicio de la política..

– Al tú por tú con los licenciados. Y bueno, digo: por qué no podríamos nosotras brincar desde una jefatura de delegación política hasta treparnos a la mera punta o sea Los Pinos. Total, con robarse la base y hasta jon, y anotar la carrera del triunfo, ¿por qué no? Pero permítame, ¿sí? Ay, Felipín, qué batidillo el que andas haciendo con tu gobierno ilegítimo (no es cierto, no es cierto, eso no lo vaya a publicar). Caracso, que andas forrado de poposín ora sí que hasta los talones. Qué pestilencia Felipín, pa su…

Con evidente dificultad y una absoluta falta de destreza manipulaba pañales. «Por qué la andas regando, digo. Ya te embijastes hasta el ombligo y los sobaquitos. Hasta las nalguitas y el pipicín. Le decía señor: la mujer ya está preparada para cualquier puesto público: Secretaría de gobierno, gobernadora y si tantito me apura..»

– Por mí, no hay prisa señora Licenciada quise decir.

– Si tantito me apura hasta Los pinchis Pinos. Porque una ya encarrerada ¿verdá? O sea una ya picada..

¡Picada! Y aquel brusco movimiento. Un chillido. La vi sobresaltarse, llevarse a la boca el pulgar. Lo chupó, escupió sobre la alfombra con uno de los minusculitos (color mamey) se limpió la boca se sobó el pulgar, dudó, se inmovilizó, quedóse viendo al vacío. (El Felipín aquellos berridos y retorcimientos en el sillón, que hagan de cuenta perredista de la mafia de Nueva Izquierda sin hueso en el DDF). Y mis valedores: fue entonces…

Despacito, muy despacito, la licenciada partidaria y enemiga de la Gordillo, según, alzó sus dos manos, las observó tal como le quedaron tras el manoseo con el Felipín: forradas hasta los codos de aquello color mostaza con tafiletes verdiamarillos. Del dedo índice le escurría un lloraderillo de sangre. El imperdible, sí, que había pinchado, y no en hueso. Y semejante pestilencia La licenciada me miró a los ojos.

– Diga usté en su entrevista y que esto quede muy claro: en materia política las mujeres estamos al par con los licenciados. Categórico.

– ¿En qué sustenta su afirmación, señora o más propiamente licenciada?

– ¿Cómo de que en qué la sustento, bigotón? ¿Pues qué no lo está viendo, zingáu? Piénselo, o sea Deducción, digo.

– No doy. ¿Por qué están ustedes, las licenciadas, al par con sus colegas del ejercicio político?

– ¡Porque las mujeres metemos las manos donde ellos las meten.!

– Perdón, pero no…

– ¡Mírelas! ¡Las mujeres políticas traemos las manos atascadas de la misma caca que nuestros colegas! ¡Huélamelas! ¿No las traemos con la caca hasta los codos como cualquier político, sea del PRI, sea del PAN o sea de las cacas amarillas de Nueva Izquierda? ¡Míremelas! ¿Ve? ¡Caca con sangre, porque nosotras tampoco nos lo tentamos cuando se tenga que robustecer nuestro sacrosanto sistema político con una transfusión de sangre! ¿Tonces? ¡En el quehacer político ellos y nosotras ya andamos hasta la madre de caca y hemoglobina! ¡Huélamelas! ¿No apestan a lo que las manos de Jacqueline..?

Y me las aprontaba a la cara «¡Licenciada que me puede embarrar, y yo no! ¡Que de aquí puedo salir oliendo a político, licenciada.!»

Resollé de ladito, tal como de ladito leo los periódicos las noticias de los políticos. Guácala
Salí de ahí. Abordé el volks cremita Llegué a mi depto de Cádiz. En mis dos manos, el hedor. Me las refregué con lejía pero mis manos como las de lady Macbeth: en las de ella la sangre del crimen y en las mías la caca de Felipín resistían jabón, lejía piedra pómez. (¡Agh..!)

Coprófagos

(A doña Jacqueline, dondequiera que se esconda a estas horas, de la que da cuenta esta noticia: Ramiro Arteaga, secretario general del Partido Acción Nacional y Jacqueline Orta Martínez, diputada suplente del fallecido diputado local Jorge Bajos Valverde, a quien presuntamente mandó asesinar para ocupar su curul, se ampararon para evitar ser aprehendidos. Ambos siguen prófugos.)

Fue aquella noche de miércoles, mis valedores. Me acuerdo que anochecía cuando llamé a la puerta de aquel departamento de lujo. Un timbrazo, dos, y al tercer toque (de timbre), la puerta se abrió el tanto de los 10 centímetros que permitía la cadena de seguridad. De atrás de la puerta un ojo me inspeccionaba. Dije al ojo la frase de rigor: «Perdone, señorita».

– Si vende, no compro; si compra, no vendo; dinero no presto; recomendaciones no doy. Es usté limosnero, ¿verdad?

– Soy el Valedor, señorita.

– Licenciada, aunque se le atragante ¿Y -qué con que sea el Valedor?

– ¿Recuerda mi llamada telefónica? Concertamos una cita para esta noche (vi que se le arrugó, el ceño). ‘La mujer en el ejercicio de la política», ¿lo recuerda? Me recomendó con usted mi primero el Jerásimo, licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins.
– ¿De lo que queda? Está usté pendejo, esto dicho con el debido respeto. ¿Sabe que está refiriéndose a mi partido? Uh… ta

Bueno, pues ya ni modo. Pásele, pues, pero antes se me limpia los choclos.

Quitó la cadena Abrió. Ella por delante y yo por detrás (qué feo se oyó), caminamos hasta el sillón de la estancia «Me agarró usté en camisón. ¿No será libidinoso, enfermito sexual? A su edad, ¿verdá?, ora sí que crepuscular. En fin».

Nos sentamos. Ella en el sillón. Yo en el taburete «Así que es usté el tal pseudo-neo-comunistoide Un catastrofista y un amarguetas, perdonando la sinceridad. Es que yo no tengo pelos, al menos en la lengua».

Yo, mirando aquellas formas a través de una tela tan sutil, y luego el tiradero aquel sobre los sillones, esas sedas color mamey, con esos calados, esos deshilados, esa tira bordada semejantes adminículos así de minusculitos, con su moñito a la altura del…

– ¡?itale, qué fisgonea! ¿No le da pena? Ahora voy a recoger, y es que me acabo de echar uno, o sea regaderazo. Porque venía, uh.. ta, toda sudada ¿usté pasa a creer? Con eso de que me zampé todo el santo día en pleno acelere detrás de Betty la Fea o sea Beatriz Paredes. Es que Jackson nos anda queriendo comer el mandado, y tampoco, ¿verdá? Pero siéntese. ¿Un mezcalito con todo y gusano, una cacardiosidad…?

Abstemio soy, tuve que confesarlo. Adentro, el llanto de una criatura ‘La mujer en la política», señorita Licenciada perdón. ¿Ya está plenamente capacitada a juicio de usted, para ocupar puestos públicos de primer nivel? ¿Podrá con su responsabilidad la Secretaria de la SEP, Vázquez Mota..?

– ?igame bien: ¡nosotras las licenciadas a pura praxis política le hemos demostrados a nuestros colegas machines, como ora ese pinchi Jackson, que histórica, biológica, mental, intelectual y hasta ética y moralmente, si esta antigualla cupiera en política, nosotras somos tan capaces como ellos para ejercer la política como Dios manda Paso a demostrarle mi tesis.

El llanto arreció. «Es mi nenecín. Le han de estar chillando de hambre las tripitas, pobre Todo el santo día sin probar más que media torta Y de barbacoa A lambidas, todavía no le brotan sus colmillitos. Péreme, voy por él».

Del interior del depto regresó con el mamón. «¿No es lindo mi Felipín? Hijo natural de licenciado legítimo. Priista aliado estratégicamente al PAN. ¿No es lindo mi Felipillo santo? ¿En honor de quién cree que le puse Felipe?

– Por cuanto a su tesis de la mujer, en el ejercicio de la política..

– Ah, sí. Mire: la mujer invade cada día zonas de la política tradicionalmente reservadas a los licenciados. Con los pelos en la mano se lo demuestro. Los de la burra sus pelos.
Pelos. Algo olió mal. «Y cómo carambas no, si ya el Felipito se nos zurró en el pañal. Ay, Felipín, qué feo que la andas regando a unos días de nacido».

Lo embrocó boca arriba y le abrió las zanquitas. «Qué mal te sentó la torta, de veras. Ay, bárbaro, qué batidillo el que andas haciendo, Felipín. ¿Me permite? Ahora procedo a cambiarle sus pañalitos».

– Que la mujer invade terrenos políticos antes reservados para el varón.

Al responder, ella intentaba cambiar el pañal a su criatura de meses. «¡Pues claro que estamos capacitadas! ¡Desde diputación hasta Secretaría de Estado, y de ahí a Los Pinos! Pregunte nomás a Elba Esther, maestra suprema de la polaca Que a ella le coman la torta ta cañón. Páseme esos pañalitos, mire.

– Así pues, la mujer, en el ejercicio de la política.. (Eso mañana)

Yo lo perdonaría, señor…

De corazón lo perdonaría. No las siete veces que los judíos preguntaban, sino las setenta veces siete que les respondiera Jesús. Setenta veces siete le perdonaría todo el mal que nos causó a tantos, comenzando con el fraude descarado que lo fue a encaramar a Los Pinos, sin merecerlo. Yo le perdonaría que para llegar a los susodichos se valiera de toda clase de tretas, alguna de ellas más o menos legítima Se lo perdonaría señor…

Que se valiera de la elección de estado; que empleara sumas exorbitantes para manipular aturdidos; que aceptara la ayuda interesada y convenenciera de los grandes capitales, nacionales y apartidas. Le perdonaría que hubiese manipulado padrón electoral e información privilegiada desde el Estado y con la ayuda de ese pariente suyo, señor. Sí, el tal Hildebrando, libre hoy todavía y su delito en la más abyecta impunidad. Le perdonaría, le perdono, que todo un sexenio vaya a continuar con una nefasta política ultraderechista, pariente mostrenca de Yunques, Norbertos Rivera, curas paidófilos, legionarios de Cristo y cristeros tardíos. Todo esto de corazón le perdono, señor…

Le perdono que sea su persona tan falta de personalidad como sobrada de mediocridad. (Esa su voz, ese su aspecto, su estatura, que toda la ropa le queda grande, y su desgarbo al caminar, su cortedad al expresarse, su cortedad de miras.Todo eso, tan impropio ya no de un estadista, pero ni siquiera de un presidente del país. Vaya ni siquiera de un buen gerente de la sucursal México de la matriz en Washington.) Yo, mexicano en México, se lo perdono, señor.

Le perdono que después de un proceso electoral turbio, dudoso y mostrenco, y una vez encaramado en Los Pinos, su primera medida de gobierno haya sido correr a Washington y, buen continuador del modelo neoliberal, se haya puesto a las órdenes de su jefe nato, el genocida de la Casa Blanca, aprontándole las dos, me refiero a las dos entidades mexicanas que más apetecen al imperialista: PEMEX y la energía eléctrica

Le perdono que su segunda medida de gobierno nos haya resultado tan lesiva para las universidades públicas de mi país, vale decir: para la educación, la investigación, la ciencia la cultura en general. Y la lucha contra el SIDA, señor.

Le perdono que su gobierno se estrene con un aumento promedio a los salarios mínimos de apenas un 3.9 por ciento, mientras que simultáneamente se elevan los productos de la canasta básica incluyendo ese alimento esencial del mexicano que es la tortilla que mantiene a estas horas crispado el ánimo del fregadaje del país. Yo le perdono que el más pobre entre nosotros vaya a tener que alimentarse con puros tacos de frijoles con chile, pero ya sin fríjoles. Ya sin tortilla. Me entiende, ¿no señor..?

Le perdono que a lo esperpéntico se haya disfrazado con un chaquetín de milite sobre una camisa de civil, y que se haya dejado encasquetar una gorra color verde olivo con cinco estrellas como cinco soles, atuendo que a usted le sentó como a la acémila un par de aretes. Yo se lo perdono. Como le perdono también que para su gobierno adopte tantas medidas que fueron las propuestas del que usted descalificó como «un peligro para México» y un aliado de Hugo Chávez, ese mismo al que usted acaba de caravanear en la tierra de Augusto César Sandino. como antes fue usted a contemporizar con un «gober precioso» al que tan rudamente descalificó cuando candidato a Los Pinos. Tantas chaquetas yo le perdono, señor. Eso y más le perdono con una sola condición, una que es de justicia, de justicia elemental, debidamente asentada en esa Carta Magna que usted, a pujidos porque lo atrinchilaban perredistas, panistas, sargentos y uno que otro coronel, juró que iba a defender, o que la patria se lo demandase. Esta es la condición:

Que usted, como si de pronto recibiera, al modo de los discípulos de Jesús, el carisma de algún espíritu santo, se sobreponga a su talante de apenitas y, con la primera medida de estadista y de hombre con los tamaños en su nidal, se atreva a dar el «quinazo». ¿Cómo? Mire ahí nomás, tras lomita: «Guanájuato. Con la ampliación de la carretera de dos a cuatro carriles y la transformación del centro de la comunidad rural de San Cristóbal, el ex-Presidente Fox, junto con Marta, pretende cumplir un anhelo: tener un pueblo mágico, con museo, restaurante, biblioteca, hotel de cinco estrellas, centro comercial y centro de estudios para la democracia».

Señor, ¿pueblo mágico? ¿Y las sospechas fundadas de corrupción? Esos, manga de corruptos, son una herida abierta en el ánimo colectivo mientras los miremos en completa libertad. ¿Pueblo mágico? ¿Ellos, los Bríbiesca-Sahagún-Fox? ¿Ellos como los Korrodi amigos de Fox, los Aldana y Romero Deschamps, los..? ¿Así, a lo cínico y descarado, los Fox-Bribiesca-Sahagún van a seguir pasándose la ley por los dos tompiates? ¿Esos? ¿Tan fuertes ellos como débil usted? No. Eso no se lo perdono. (De plano.)

Gendarmes y gendarmitos

La Doctrina Estrada, mis valedores. Sigo aquí con el tema de esa estrategia de política exterior que, delineada en 1930 por don Genaro Estrada, desde ese entonces y hasta el asalto de Vicente Fox a Los Pinos diera entorchados de prestigio a nuestro país. Hoy esa doctrina sobrevive sólo en los documentos de archivo, porque en su calidad de política exterior la hizo garras el gobierno anterior, proyanki y de vocación entreguista. Es México. Siguen aquí algunas señas de identidad de la Doctrina Estrada en añeja versión del analista que aboceta el México de 1987, cuando dicha doctrina tenía plena vigencia:

De esta manera y a tono con la Doctrina Estrada, el Gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar con su aceptación, también cuando lo crea procedente, a los agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades.

Y que llamada por su autor Doctrina de México, el impacto que causó en toda Iberoamérica fue tal que el 24 de octubre de 1930 el Instituto Latinoamericano de Derecho y Legislación Comparada, formado por ilustres tratadistas del continente, la bautizó como Doctrina Estrada, y desde entonces nos rige, dice el ensayista, «como un sustento vigente de la política exterior«. Porque calibremos la importancia que en nuestro trato con las demás naciones tenía la Doctrina Estrada todavía antes de que esa cáfila de vendedores de aguas negras, pro-yankis y gerentes generales de mentalidad entreguista, con el altero de votos de tantos de ustedes asaltara Los Pinos, el comentario del estudioso:

La importancia fundamental de dicha doctrina: «De no contar la política exterior mexicana con principios y sustentos como los de la Doctrina Estrada estaríamos expuestos a vaivenes y a caprichos. Afortunadamente hay en esa política la necesaria reciedumbre ante la amenaza de intervenciones abiertas del gran Estado donde nació otra doctrina, la de Monroe, dentro de la autoasignación del Destino Manifiesto, que vulgarmente dicho en un símil también históricamente usado, significa del Gendarme de América Latina, para decidir que está bien y cuánto y cuándo no en los demás países; o del Gran Garrote que se esgrime y descarga por el mismo gendarme. Intervenciones abiertas que ya están ocurriendo. Seguramente que, a pesar de la soberbia cegadora del Poder, la vigencia de la Doctrina Estrada ha sido un freno para que se llegue a esa repudiable intervención directa, la del Gran Gendarme y algunos de sus gendarmitos centroamericanos». El propio don Genaro Estrada rechazó en su momento la Doctrina Monroe:

«Que la declaración de Monroe dejara de ser limitativa para extenderse a una doctrina de todos los pueblos americanos y no de uno solo, es decir, en otras palabras, que en lugar de formularse sin la frase de América para los americanos, se planteara con la otra de América para todas las naciones americanas…»

Es justo el homenaje a don Genaro -concluye el investigador-, porque la política exterior mexicana no se inventó ayer, sino que tiene (tenía hasta antes de los pro-yankis, digo yo) sólida continuidad. En ella aparecen también nombres como los de Narciso Bassols. Luis Padilla Nervo, Jaime Torres Bodet y Carrillo Flores, para sólo mencionar algunos de los ausentes. Hoy, Santiago Roel y Bernardo Sepúlveda han mantenido esa línea que no corresponde alterar a una persona o coyuntura, porque muchas otras cosas se derrumbarían…»

«La develación de una estatua de Genaro Estrada en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde están sus restos desde 1977 -falleció en 1937- significa hoy en la política exterior mexicana algo más que un ritual y cumplido homenaje a la memoria de un ciudadano ilustre, diplomático y escritor. Su nombre está asociado a una tesis, a una declaración gubernamental, conducida a nivel de doctrina para la política exterior mexicana: la Doctrina Estrada…»

Con el homenaje a Genaro Estrada se está manteniendo la fidelidad a su Doctrina, porque hoy el peligro de intervencionismo está latente en áreas de nuestras proximidades, como es la centroamericana. Con la exhumación de los restos de Genaro Estrada, más tarde depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde ya está también en efigie, la política exterior mexicana ha querido algo más que poner otra estatua entre los ilustres: recordar lo que ese muerto representa… está vivo«.

Mis valedores: ¿Genaro Estrada está vivo? ¿Con Fox ayer, y hoy con el continuista Calderón? ¿Con la dependencia, la pasividad, la indiferencia de los mexicanos? (Mi país.)

Diplomacia de pacotilla

Yo soy como el espinito – que en la sabana florea – doy perfume al que me toca – y espino al que me menea.

Con la cuarteta del viejo cantar, y en la más reciente Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata, Arg., hace un par de años, respondió el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a su homólogo mexicano, un deslenguado, proyanqui y segundo marido de la madre de los Bribiesca Sahagún, mafia libre a estas horas y en la más abyecta impunidad. Es México.

Hoy, a propósito, el presidente mexicano manifiesta su voluntad de restañar las heridas que en los países hermanos Cuba y Venezuela causó la torpeza del antecesor en Los Pinos, y aquí la esperanza del candido: ¿esto significa que México regresa a los tiempos de su gallarda política exterior, la de la Doctrina Estrada? No, que los nuevos gobernantes no están a la altura del estadista que mantuvo relaciones con la Cuba de Fidel cuando el resto de Iberoamérica se plegaba a la imposición de Washington y dejaba sola y bloqueada la Isla No ilusionarse con Calderón, que al anunciar sus intenciones de suavizar las asperezas con Hugo Chávez, echa al frente el alarde machista:

?? ¡Pero no aceptaré ofensas de otros países..!

Y los yunqueros de su partido político, en boca de los voceros: «Nos abstendremos de alentar una política pugilística estéril frente a gobiernos populistas o el auto-llamado (sic) movimiento bolivariano. Existe la preocupación con respecto a que no haya una respuesta similar del otro lado.

Así: «del otro lado». En fin, que ahora pronto, a propósito, lo acaba de asegurar la canciller Patricia Espinosa: «La nueva política exterior será sin estridencias, sin afanes protagónicos ni promoción principal».

Y que ya se inician contactos para regularizar las relaciones diplomáticas entre México y Venezuela. Yo, en leyendo lo anterior, pienso y digo a todos ustedes: con que se regresara a la Doctrina Estrada que tan digno lugar en el concierto mundial mereció a nuestro país cuando el gobierno procedía con atisbos de soberanía y autodeterminación frente al Imperio.

Pues sí, ¿pero en qué consiste, bien a bien, la Doctrina Estrada? Tomo conceptos de los estudiosos: «Con frecuencia se menciona e invoca la Doctrina Estrada y más frecuentemente no se sabe bien qué es con precisión y cuándo y cómo se aplica o debe aplicarse. Se conoce, sí, que la Doctrina Estrada tiene que ver con la no intervención en los asuntos internos de otros estados y países, y por eso constituye actualmente también un pilar de la política exterior mexicana (esto en el México de hace dos décadas, no en el tiempo de los ultra-reaccionarios), pues se relaciona con el reconocimiento o mantenimiento de relaciones diplomáticas o de otro tipo con los gobiernos, cuando éstos cambian en otras naciones. Definitivamente lo segundo: no da México ni quita reconocimiento; deja a la entera soberanía de cada país establecer el régimen que quiera, pero eso sí; emplea su derecho de mantener o retirar sus representantes (o agentes diplomáticos)».

La historia de la Doctrina Estrada: El 27 de septiembre de 1930, la Cancillería Mexicana, con Dn. Genaro Estrada al frente -la dirigió con los presidentes Calles, Portes Gil y Ortiz Rubio– emitió un comunicado que decía:

«Con motivo de cambios de régimen ocurrido en algunos países de la América del Sur, el gobierno de México ha tenido necesidad, una vez más, de decidir la aplicación, por su parte, de la teoría llamada de reconocimiento de gobiernos». Se reconocía ahí el hecho, sigue el cronista, de que México mismo había sufrido, como pocos países, las consecuencias de esa doctrina que deja al arbitrio de gobiernos extranjeros el pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de otro régimen, produciéndose con este motivo situaciones en que la capacidad legal o el ascenso nacional de gobiernos o autoridades, parece supeditarse a la opinión de los extraños.

«Esta práctica se aplicaba en el Continente Americano, rara vez en la Europa, donde estaban las potencias, por lo que era, en realidad, un puñal para las decisiones de países latinoamericanos que fueran o no del grado de la potencia norteamericana o de las europeas. Para zafarse de ese ajeno arbitrio, el comunicado de don Genaro, redactado con la sencillez y claridad propias de quien conocía la política y las letras, informaba de haberse dado instrucción, por México, a sus Ministros o Encargados de Negocios en los países afectados por las recientes crisis políticas, haciéndoles conocer que México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de ser calificadas en cualquier sentido por otros Gobiernos, quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorable o desfavorablemente, sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. (Seguiré con el tema)

Perros de guerra

Bandazos que da la historia, mis valedores. Que a dos semanas de su asesinato la imagen pública de Saddam Hussein emerge, para la mayoría de su pueblo, como el héroe que lega a los suyos el temple, el valor, la entereza y la serenidad hasta el fin. Que la popularidad de su verdugo gringo, entretanto, se arrastra a estas horas por el albañal. G. W. Bush, ese mesiánico de pacotilla que a la manera de Pedro el Ermitaño al encender Occidente para que las cruzadas incendiasen el mundo oriental prendió la hornaza en Iraq al son de la misticoide proclama:

La nuestra es una guerra del bien contra el mal. Peleamos por nuestras libertades, porque Estados Unidos tiene arraigada vocación pacifista…

A la campaña de miedo del genocida y ex-socio de Hussein se agregarían industriales del periodismo y maestros de escuela que apuntalaron el embuste de las armas de exterminio masivo en Iraq. Y la psicosis del terror…

Pues sí, pero ciertos intelectuales de Estados Unidos no cayeron, no fingieron caer en la campaña manipuladora de los industriales de la guerra E. Weinberger, contra la locura genocida de Bush:

«El necesitaba una salida para la crisis de su gobierno, sobre todo ante la recesión económica Esa salida fue la guerra, primero en Afganistán y después en Iraq. ¿Qué sigue? ¿Una nueva guerra? No se puede subestimar la amnesia colectiva inducida por el sensacionalismo de los noticiarios que transmiten 24 horas, ni el talento de la junta de Bush para manipular esos medios de comunicación…»

Susan Sontag: «No es cierto que los norteamericanos estemos liberando a Iraq. En mi país ha habido una manipulación atroz; les han hecho creer que su país es un gigante herido, que siente pena de sí mismo, razón por lo que criticar al gobierno es antipatriótico. Que el estadounidense perdió el sentido crítico de la realidad por el dolor que sintió luego de los atentados terroristas que sufrió el 11 de septiembre. ¡Mentira! Los norteamericanos no están heridos, no sienten dolor por nada Hay un grupo de gente que hace 10 años se propuso cambiar de manera radical el orden mundial para que Estados Unidos pueda invadir cualquier país que desee…»

Noam Chomsky: «Es realmente chocante que la avalancha de propaganda que se iniciara en septiembre del 2001. Fue cuando comenzó la campaña para el congreso y estaba claro que dejando que sobresalieran los asuntos sociales y económicos, los republicanos no iban a ganar. Hubieran sido arrollados. Tenían que hacer exactamente lo mismo que hicieron en los 80s: sustituirlos por asuntos de seguridad, y en el caso de una amenaza a la seguridad, la gente tendría que cerrar filas en torno al presidente, una figura fuerte que nos protegería de horribles peligros…»

Eliot Weinberger No me cabe la menor duda de que en algún momento de septiembre de 2004, alrededor de seis semanas antes de la elección presidencial, se dará «una nueva y grave amenaza a la seguridad nacional» por parte de Irán, Corea del Norte, Al-Qaeda o, quizás, inclusive de Tijuana…

S. Sontag: «Estados Unidos es un claro ejemplo de que los hombres y las naciones se precipitan a realizar acciones que no logran comprender. Cómo se entiende, si no, que los americanos piensen que estamos liberando Iraq…»

Samuel Huntington: «Para gran parte del mundo, EU es considerado ya como un estado criminal y el mayor peligro para su existencia (del mundo)…»

Chomsky: Los enfrentamientos militares de EU se producen siempre contra enemigos mucho más débiles; estos son los únicos con los que estamos dispuestos a enfrentarnos, de modo tal que con ellos debemos ganar con decisión y rapidez, porque de otro modo el apoyo popular se erosionará (…) Recordemos que esta misma gente declaró en 1981 una guerra contra el terror que se convertía en el núcleo central de la policía exterior estadounidense enfocada fundamentalmente en Centroamérica. Ahí hicieron una guerra «contra el terror», y acabaron matando a unas 200 mil personas. Dejaron cuatro países devastados. Desde 1990, cuando Estados Unidos se hizo con ellos de nuevo, se han hundido aún más en una profunda pobreza…

G. W. Bush, genocida «Libertad y temor, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra, y sabemos que Dios no es neutral. Que El nos dé sabiduría y podamos velar por Estados Unidos de América…»

Chomsky: ¿Motivos para el control de Iraq? El mundo los conoce. Controlarlo pone a EU en una posición poderosa para extender su dominio sobre las mayores reservas estratégicas del mundo. Buena razón, ¿verdad?

La nota de ayer «El gobierno de Iraq está a punto de aprobar una ley que da a las compañías petroleras de Occidente el derecho de explotar sus reservas de crudo, las terceras más grandes del mundo». (¡Alá!)

¡Yo soy el alcohol!

Yo coloco un velo sobre los ojos y la conciencia de mis vasallos. Yo, el alcohol, hago que el crimen se minimice como «simple venganza», y como hermoso pasatiempo la abyección, y como entretenimiento el adulterio, y la inmoralidad, y el delirio, el horror, la locura, la muerte…

Mis valedores: este es el fin. Aquí terminan los tres artículos que les proporciono con ánimo de que sirvan a algunos de ustedes como parámetro para que se evalúen frente al alcohol, y midan las consecuencias. Iniciado anteayer, con el presente finaliza la serie de colaboraciones que ojalá todos ustedes, en vez de desecharlos tras de leídos, quieran conservarlos y a modo de medida preventiva los den a conocer a sus familiares, amigos, en fin. Porque esto del alcoholismo en nuestro país es todo un problemón que origina lo mismo cirrosis que accidentes de tránsito y aquí desavenencias familiares y allá hechos de sangre, de prisión, de muerte. Esto, claro, ya ustedes lo saben, y si hablo de manera tan extensa del licor es porque tal azote se agrava con «festividades» como las de pre-posadas, posadas, Navidad y fin de año, cuando se registra, según reportes del Seguro Social, «un consumo inmoderado de alcohol», sobre todo en los jóvenes. Funesto. Aquí finaliza la enumeración del proceso de deterioro paulatino y derrumbe final del enfermo, desde el momento del brindis primero, cuando se inicia en el licor, hasta que la botella termina con la vida del desdichado que no supo detenerse a tiempo. Para que sirva de parámetro a tantos, el paso del número 33 hasta el inevitable final:

33.- Disminución de las capacidades mentales. Las neuronas del cerebro, únicas del organismo sin capacidad de reproducción, mueren por millares, deteriorando así la capacidad mental del enfermo. 34.-Psicosis alcohólica. Enfermedad mental, angustia, ansiedad, inseguridad, miedos, alucinaciones. 35.- El enfermo bebe con personas socialmente inferiores. Con el afán de sentirse «superior», busca la compañía de personas que han caído del todo en la miseria moral y material. 36.-Consumo de productos industriales, altamente tóxicos: alcohol metílico, bario, etcétera. 37.- Disminución de la tolerancia al alcohol. El organismo se va minando, y ahora el enfermo se embriaga con poco alcohol que consuma El organismo sigue y sigue minándose hasta terminar en un desecho físico.

38.- Temores indefinibles, delirio de persecución. El bebedor sufre dudas, sobresaltos, miedos terribles a causa de su angustia, sentido de culpabilidad, remordimientos. 39.- Temblores persistentes. En su camino hacia la muerte, el sistema nervioso del bebedor depende de su bebida Cuando le falta, la demanda a gritos. Temblores persistentes. 40.- Inhibición psicomotora. Locura El enfermo ya no logra ejecutar una maniobra tan simple como darle cuerda a su reloj, si aún lo trae, y si aún es de cuerda No puede apretar una tuerca Aunque quisiera trabajar, ya no puede. 41.- El hecho de beber adquiere un carácter de obsesión. El alcohol se ha apoderado de la mente del enfermo. Para conseguirlo y seguir bebiendo es capaz de robar y aun sufrir las peores humillaciones. 42.- Vagas aspiraciones religiosas. Búsqueda de algún «oasis» espiritual. 43.- Todo el sistema de racionalizaciones fracasa Si se le llega a preguntar «¿Usted por qué bebe?» trataría de contestar con algún pretexto, pero finalmente tendría que responder: «No sé por qué bebo…»

44.- Hospitalización definitiva Si logra ser aceptado en un hospital, ahí pasará sus últimos días, abandonado por los suyos y totalmente desprestigiado. 45.- Pérdida de la vida en un hospital, o por accidente automovilístico, o a causa de algún delito que cometió en estado de embriaguez, en la cárcel. Lo afirma algún vago organismo que intenta enfrentar el problema del alcoholismo en nuestro país:

Gobierno, diputados y senadores tienen en el olvido este gran problema de salud que sufren millones de mexicanos, y no legislan sobre el alcoholismo como enfermedad con base en la creación de leyes que controlen y regulen la producción y distribución del licor para consumo humano…

A modo de conclusión, el Testamento del alcohólico: «Dejo a mis padres un dolor que no sé cómo podrán soportar en su vejez. Dejo a mis hermanos toda la vergüenza y el pesar que les causé con mi manera de beber. Dejo a mi esposa un corazón quebrantado y una vida de miseria, y a cada uno de mis hijos pobreza, ignorancia, embrutecimiento y el triste recuerdo de que su padre murió víctima del alcohol. Dejo a la comunidad un carácter detestable, un ejemplo funesto y una memoria odiosa».

Ustedes mis valedores, buenos católicos en su aplastante mayoría, ¿cómo festejaron la Navidad? ¿Cómo celebraron el nacimiento de Jesús el Cristo? Y el Año Nuevo, ¿cómo lo recibieron? ¿En su juicio cabal o…? En fin. Salucita (Ah, México…)

Ayer te pregunté: ¿me conoces?

Claro que me conoces, te lo juré ayer. ¿O acaso no celebraste la Navidad? ¿Cómo la celebraste? De ser parte integrante de una familia católica, ¿la festejaste según mandan los cánones de tu religión, o como religioso con la copa en la diestra no pasas de gesticulador..?

Conóceme: soy el alcohol. Yo acabo con la familia y causo los conflictos, los crímenes y las desgracias que estallan en los hogares. Yo hago nacer raquíticos a los niños, y retardados, e idiotas. A los jóvenes, a los adultos yo, el príncipe del alcohol, hago perder la vergüenza, la dignidad, el honor, la educación, la religión…

El alcoholismo, mis valedores. Inicié ayer aquí mismo una serie de artículos con la siguiente pregunta: de los millones de alcohólicos que registra el país, ¿cuántos con motivo de la fiesta religiosa de Navidad, abandonarían el licor? ¿Cuántos más, con ese mismo motivo navideño, se iniciarían formalmente en la botella? Hice una sugerencia que hoy voy a reiterar:

Una vez ya leídos no desechen estos artículos; es mejor y vale más conservarlos, y que nos sirvan como focos de alerta ante el riesgo de afición, de adicción al licor por parte de algún allegado. Ese riesgo existe hoy más que nunca, porque nada más a propósitos para incrementar el número de los incautos temerarios que le hallan el gusto al alcohol que las pasadas festividades de Navidad y Año Nuevo, con las que aún nos restan para este mes.

Apegados que somos a la tradición, y la tradición, para los mexicanos, tienen un nombre: licor. Aquí, el minucioso panorama de ese proceso lóbrego que abarca el primer alegrón del bisoño, la primera alegría embotellada del que se inicia en el gusto por la botella, al horror del tramo final que recorre el enfermo de alcoholismo. Los primeros doce pasos al abismo los apunté ayer.

Aquí finalizó el décimo-segundo: al llegar a este punto, el bebedor se torna «bravero», despreciativo. 13.- Remordimientos persistentes. El alcohólico se percata de que su conducta ha cambiado bastante si la compara con el pasado. Es, tal vez, su último examen de conciencia, porque más allá esa conciencia no le servirá de nada.

14.- Período de abstinencia total. Reacciona diciendo que va a demostrar que tiene fuerza de voluntad, pero tarde o temprano vuelve a beber. 15.- Modifica sus hábitos de beber. Al intentar dejar la bebida cambia de marca, o cerveza y vinos en lugar de licor. 16.- Alejamiento de las amistades. Su esfuerzo por dominar el hábito del licor aumenta su agresividad. 17- Dejar los empleos. Debido a su irresponsabilidad, renuncia o es despedido. 18.- Subordinación completa al alcohol. No imagina nada si no es con alcohol: fiestas, días de campo, futbol, reuniones con amigos, etc. 19.- Apatía hacia otros asuntos que antes le interesaban: practicar deporte, la actividad cultural, el trabajo en casa etc.

20.- Nueva interpretación de sus relaciones interpersonales. Ahora le desagradan las personas que no beben, tiene la percepción, aunque quizá errónea, de que es criticado. Es el síntoma inicial de un posterior divorcio con la comunidad. 21.- Conmiseración de sí mismo. Se siente un ser desgraciado que sufre humillaciones en su trabajo y en su familia, y por eso siente lástima de sí mismo. 22.- Fuga geográfica. Aparece en alguna otra ciudad o lugar cualquiera a donde se haya ido a seguir bebiendo. 23.- Cambio de costumbres familiares. Ates se llevaba bien con la familia, ahora, por su mal humor, provoca pleitos constantes con la familia En los niños, en lugar de respeto, provoca miedo o desprecio al alcohólico.

24- Resentimientos irrazonables. La autoconmiseración ha avanzado hasta convertirse en resentimiento contra quienes lo rodean 25.- Abastecimiento de alcohol. El enfermo se afana en que no le falte su dosis, para lo cual guarda provisiones de licor en sitios menos imaginables. 26.-Descuido de su alimentación. Pérdida del apetito. El enfermo como poco y mal. 27.- Primera hospitalización. Por el constante consumo de licor, el enfermo puede llegar a requerir los auxilios del médico.

28.- Mengua creciente y, en casos por demás frecuentes, pérdida total de todo impulso sexual. 29.- Celos del alcohólico. La constante desavenencia en el hogar predispone al enfermo a creer que su pareja le está siendo infiel, y entonces las escenas de violencia que pueden degenerar en hechos de sangre. 30.- Beber en ayunas. La «cruda» lleva al alcohólico a comenzar el día bebiendo licor. Este síntoma es el preludio de la denominada ‘Fase crónica». 31.- Períodos prolongados de embriaguez. Beber sin parar 8 o más días.

32.- Un marcado deterioro moral. El bebedor recurre a cualquier medio con tal de obtener dinero para seguir adquiriendo y bebiendo licor. Ya exhibe sin recato su miseria física y moral. (El final, mañana.)

¿Me conoces..?

Pues claro que me conoces. ¿O qué, acaso no acabas de «celebrar» la Navidad? Y si la celebraste al modo de los buenos católicos, ¿no me elegiste como la sangre, el oxigeno y el espíritu de la navideña festividad? ¿Pues qué jolgorio celebra este mundo sin mi presencia? Porque claro, sí, yo soy el licor, y he convertido el espíritu de la Navidad en el espíritu del vino. Del licor. De la fuente de toda humana alegría. De la raíz de todo goce mundano. Del generador de los pensamientos negros y criminales. Del artífice de la pasión, el adulterio, el derramamiento de sangre. Yo, el cómplice de la muerte, con la que gobierno este mundo que gracias a mí avanza a traspiés. Yo, el licor…

El alcohol. El alcoholismo. De los millones de alcohólicos que registra el país, ¿cuántos, por motivo de la fiesta religiosa de Navidad, se habrán retirado del licor? ¿Cuántos, con el mismo pretexto, se habrán iniciado formalmente en la botella? Las gravísimas consecuencias del alcoholismo de sobra las conocemos: en el país existen más de 6 millones de enfermos adictos, y cada año se suman otros 1.7 millones, muchos de ellos desde la adolescencia Y es asunto de todos que el bebedor provoca maltrato infantil, accidentes de tránsito y enfermedades como la cirrosis que los abstemios conocen de oídas, y los bebedores en hígado propio. Que el alcoholismo lleva a perder más de 175 mil horas-hombre de trabajo quincenalmente, y un ausentismo laboral de más del 15 por ciento. Además… el cuento de nunca acabar. Cuento macabro.

Yo soy el alcohol. A los jóvenes y adultos los hago inmorales, y me complace observar sus fechorías. Soy padre de la corrupción y de la desgracia. Yo enveneno la raza, yo mancho los hogares, yo traigo el envilecimiento y la depravación, el crimen, la locura, el suicidio. ¿Me conoces…?

Pues sí, pero puntualicemos: ¿qué es, en qué consiste propiamente la enfermedad del alcoholismo? El diagnóstico del Dr. J.M. Jellinek, citado por el Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos:

«El alcoholismo es una enfermedad. Alcohólico es todo aquél que se crea problemas cuando entra en contacto con el alcohol. Un alcohólico, para serlo, no precisa de beber diariamente, ni haber sufrido accidentes de tránsito, ni haber perdido el empleo, ni haber estado en la cárcel, ni destruido su hogar, ni a causa de una amnesia alcohólica, haber cometido un acto delictivo, ni haber sufrido delirium tremens ni haberse muerto por una cirrosis o una intoxicación alcohólica El alcohólico no es un vicioso, no es un degenerado. Es un enfermo». Sin más.

Y claro, que su enfermedad es incurable, progresiva y mortal, con las etapas sucesivas del enfermo: Pre-alcohólica (el futuro enfermo alcohólico comienza a beber) –Prodrórnica (la del malestar que se produce antes de una enfermedad) – Crítica (ya en desarrollo, la enfermedad produce sus síntomas), y Crónica (que marca el desarrollo final y más grave de la enfermedad).

Mis valedores: con ánimo de que ustedes conserven estos mensajes, y porque honestamente se midan con ellos y por ellos evalúen su relación con el licor o al paciente que tienen en la familia, ahora especifico punto por punto, etapa por etapa las fases diversas de la enfermedad del alcoholismo en toda su gravedad. Lápiz y papel a la mano favor de ir tomando nota los interesados, que debiéramos serlo todos, abstemios para precavernos y enfermos para acudir de inmediato al auxilio médico:

1- Lagunas mentales. No acordarse de lo que ocurrió durante una borrachera 2- Beber «a escondidas». El bebedor trata de ocultar a los demás que bebe más de lo normal. 3.- Preocupación por el alcohol. Un ejemplo: en el próximo bautizo de su hijo compra mucho licor para celebrarlo «dignamente» 4- Beber con avidez. Tomarse de un solo trago su aperitivo o una cerveza lo más rápidamente posible 5.- Sentimiento de culpa por su manera de beber. Se da cuenta de que bebe más de lo normal y empieza a ver los primeros desarreglos en su hogar.

6.- Evita hablar del alcohol. No le gusta que lo llamen «borracho», «alcohólico», etc. 7- Frecuencia de las lagunas mentales. Hasta aquí, el enfermo todavía puede ser encauzado por una campaña contra el alcoholismo. 8.- Pérdida de control. Aquí se inicia la ‘Tase crítica», donde se desarrolla la enfermedad. Una vez ingerida la primera copa en el bebedor se despierta la necesidad de seguir bebiendo. Se trata del clásico: «ya me piqué…» 9.- Razona su comportamiento de bebedor, lo que significa que convierte todos los pretextos en razones para beber.

10.- Presiones sociales. Su conducta ya es objeto de recriminaciones en el hogar, en el trabajo, etc. 11.- Comportamiento prepotente y fanfarrón. El individuo se siente el mejor trabajador, aumenta sus capacidades económicas, etc. 12.- Conducta marcadamente agresiva (Sigo mañana)

Yo, el despreciable

Bueno, sí, pero esos aborrecidos de las masas populares, ¿cómo se las ingenian para resistir el repudio? Los Echeverría, Salinas, Bribiesca, Sahagún, Marta y su segundo marido, ¿qué caparazón de armadillo los amuralla, que han logrado sobrevivir a la vergüenza, las befas y las maldiciones, y a la chita callando y en la más abyecta impunidad devoran las buscas que lograron agenciarse en su paso depredador por los dineros de todos nosotros, que deberían haber servido para el beneficio de nosotros todos? Porque caramba: yo, con el repentino desprecio que provoqué en los no más de 30,35 mil habitantes de aquella población perdida entre el ramaje de un bosque oculto por árboles, me siento aniquilado. La crónica de la infamia:

Vacaciones de fin de año. Llegué al poblado un día de estos y recalé directamente en la casa de la cultura, donde, de acuerdo al programa de actividades, impartí mi conferencia. Discretos aplausos para enseguida, según la agenda, disfrutar del agasajo culinario y la velada literario-musical (durante una hora corrida, en sus rimas y piezas musicales me he anonadó el espíritu del XIX. Aquellos recitadores aspaventosos, semejantes valses que nacieron hace mundos de tiempos y nacieron ya vetustos. «En honor a nuestro distinguido visitante…» Yo aún no perpetraba la infamia…)

Otro día, a la primera llamada de la misa primera, entre la escoleta de burros y gallos, contracantos y síncopas, acercarme al ojo de agua y desde ahí contemplar cómo se enciendan las crestas de la serranía para de repente, estrépito silencioso (sé lo que digo), parir un sol tierno y juguetón, que a lo travieso descobija los bultos que embozaba la noche. Después, del puente a la alameda, pulsar el alma de unos provincianos que me saludaban a flor de sonrisa, más fragante que la flor de jalazúchil, ellos que aún rigen su existencia por el voleo de campanas y esquilones que convocan a jurar que al tercer día resucitó de entre los muertos. Sanas costumbres aromadas con efluvios decimonónicos. Hasta ahí, todo bien. Pues sí, pero más tarde, el caos.

A media mañana recorrí calles, jardines y plazoletas. Visité a un Nazareno que en su hornacina (barroco tardío, churriguera temprano) se moría de tedio. Y al paríán, a la artesanía regional. Calles, plazoletas y callejones rechinando de limpio. Qué bien, pero ájale, cómo fue que caminando sin rumbo de un rumbo a otro, me voy topando con aquel callejón. Era el punto del mediodía, un mediodía agredido por aquel sol en brama, que donde se topaba con lo que se topara, lo ponía a temblar y a la viva fuerza arrancaba un temblor de reverberancias. Y fue entonces. De repente…

De repente, la vista del callejón, algo como la mala conciencia del caserío, y entonces, friégale, la tufarada a carroña, a pudrición, a heces, a entraña infecta. Y cómo no, si en el tanto de una cuadra que iba a morir a la orilla del río, el nauseabundo muestrario de la carroña. La basura de la basura se amazacotaba con heces enfermas de enfermas entrañas que iban ahí a descargar su conciencia. Orillera de la tierra grifa de basura, la acequia de aguas negras, renegridas, casi tanto como las del imperialismo. Mi estómago, amagos de vómito. Nomás me quedé pensando, y ahí, en agraz, mi idea.

El por qué de la pestilencia me lo expliqué enseguida, no así su vecindad con la parroquia, el parían y el palacio municipal. La pudrición viene del rastro, de cuya barda trasera, en derrumbe, salen a diario vísceras, huesos, carcajes, cuya corrupción se reviene de hediondeces que compiten con la basura, los humanos desechos, el agua corrompida y la cargación de hortalizas y fruta podrida que llega desde el mercado, hociqueadas de perros ñengos y chanchos gordos, unos cuinos y otros talachones, que en santa paz se disputan las heces con cuervos, auras y zopilotes. Nauseabundo.

Cubiertas boca y nariz reculé hasta la plaza de armas, un par de cuadras apenas, y me encontré con los feriantes, y entre ellos las autoridades civiles y religiosas. Mal haya la idea que me llevó a formular el proyecto delante del grupo de lugareños. ‘Vengo del callejón. Un sitio mal aprovechado», les dije:

Que así estaba bien. Que ellos eran como eran, y así era su paz.

Al contrario. Mi idea es aprovechar suciedad y carroña, y solté mi propuesta. En silencio me oyeron. Después, el plebiscito, y nada, que no se ponía de acuerdo: unos, caparme, y otros que no, que nomás lincharme hasta que vomitara los hígados, para luego arrastrar mis despojos hasta el muladar, y olvidarse de que pasé por el pueblo. Yo, el imprudente: «Pero si sólo propongo que algún viejo santo de yeso, de los descontinuados por El Vaticano…» Que con el adecuado retoque, y en la mera esquina, a semejanza de lo que unos diputados de derecha proponen en Chile, clavar una tabla: «Calle Augusto Pinochet». Y su busto, presidiendo carroñas, pudriciones y vísceras. Ellos, entonces.. Logré salvarme. (¡UF!)

Alzo mi voz…

¿Cómo de que el mediocre no tiene voz pública? ¿Y luego el claxon? ¿Y luego los cohetones y las chinampinas..?

Ayer les conté que el domingo antepasado padecí en carne propia y en carne viva las penalidades de los civiles en los territorios mártires de Palestina e Iraq, aunque yo nomás en el fragor de los bombazos con los que los buenos católicos celebraron el nacimiento de Jesús el Niño en el pesebre de Belén. Los no celebrantes padecimos una noche de perros. Bravos. En broma Pero un momento: ¿a los buenos católicos de mi rumbo culpar de la escandalera? ¿Y a ellos por qué? Ellos, en primer término, no son responsables de sus acciones, porque andaban hasta la Tula (Tula es mi madre) de drogas y alcohol; y en segundo, ellos celebraron la Navidad en la forma en que los Riveras y Onésimos los han adoctrinado o se los permiten, embebidos como andan los muy reverendos en el ejercicio que bien conocen, mejor practican y muchos mejores dividendos les significan: la politiquería barata, que a los buenos católicos le sale tan cara, en fin. Ayer inicié la crónica de los estallidos de pólvora que cimbraron este raigón de Héroes de Padierna que los héroes habitamos (yo, en completa soledad). Intentando dormir ya me remuevo en el catre, ya me enrosco, ya me estiro, ya rezo, ya imploro, maldigo, me alzo, me asomo a la ventana, con los puros ojos intento fulminar a los drogadictos borrachos que como Dios manda celebran el misterio de la Natividad, y recibo en rostro y costillares el beso de la ventisca. Comienzo a estornudar. La hago de tos. Y los buches de bilis. Negra. Navidad. México…

La negra noche de mi mal intenté probar el sueño. Diez, quince minutos,. Imposible. Jaque mate. Bajo la guardia. No puedo dormir. Me rindo. Esta noche la he de pasar en vela, como en vela la pasaría José a la vera de la cuna de pajas. Pero José no rechinando sus santas muelas, José no a causa de unos bombazos que chispan el mastique en los vidrios de mi ventana, José no por la pólvora que hacen estallar unos buenos católicos atascados de droga y alcohol. Bueno, sí, ¿pero el Bando de Policía y Buen Gobierno, título original, que me garantiza mi derecho a que ningún ruidajo de vecinos alebreste mi sueño? Por ahí lo dije y lo repito: es México.

México mío. Navidad. Toso, tirito, estornudo, me levanto, arrojo en el baño una bocanada de bilis. Regreso al jergón. Mi cerebro, en vela, hueco y vacío como sesera de Marta-Fox. Las dos de la madrugada de este lunes, 25 de diciembre. Allá afuera, el tanto de toda la noche y con el vago pretexto de la Navidad, entre amamantones de beberecua y chupetones de mariguana ha retemblado en sus antros la tierra con el cohetón, la ristra, la chinampina, el bombazo estremecedor. En las pausas, a todo volumen, una vocezuca de castrado clama que «no soy el mismo que ayer», como ayer dijo que no era el mismo de anteayer, y anteayer, etc. Me sorprendo arrodillado en el catre, y los discretos golpes de pecho: «Un milagro, Santo Niñito de Atocha...

Y ahí, el milagro! (Mi Santo Niño no sabe fallar.) En la penumbra del alba, una silueta borrosa que yo de inmediato, perspicaz que soy, deduje que era de la tía Conchis, conserje del edificio. Quién más podía ser, con semejante nalgatorio. «Dios me la envía para que me baje la calentura». Con algún bebedizo. Allá afuera, uno, a aullidos: «Traigo negra la camisa!» Válgame. Y bombazo, el rebrinco. Navidad. El ladrido: «¡Traigo la negra!» Y la retreta de explosiones y el súbito cohetón que ni los de ese Satán apodado Israel. «¡La traigo negra!» Yo así, miren: quijadas trabadas y ojos clavados en la oscuridad; entre el humo de la pólvora la tuba, las tarólas y el narcotraficante que le canta a «mis enemigos». Santo niñito recién parido…

Y aquí el de la lógica formal, que me la interpela: «Mientes, valedor. En este país la compraventa de artefactos de pólvora está prohibida, y en cuanto al ruido, pues quéjate, que lo prohibe el Bando de Policla y Buen Gobierno en su nueva denominación. El estado de derecho, acuérdate, y que si algo tiene de maravilloso nuestro país es el respeto a las leyes«. Y esta fiebre, esta sudoración. El pescuezo, afiebrado. Clamé al cielo y no me oyó. Tomé el teléfono: ‘Ya véngase, tía Conchis, que estoy muy caliente». Fiebre. Y sí, al rato (¿delirios?) ahí, en la penumbra, ¿quién creen? Sí, la adorable Lichona, batón guinda con vivos fiusha. La infusión bien caliente. Yo, bien caliente. Y que acomodo mi cuerpo a lo sensual, este brazo en el cogote, y majo desnudo, encuerado cacho de zancarrón. «Siéntese aquí, en lo duro».

¡Y que se da el sentón, y tíznale, la Jana Chantal, travestí. Me cubrí. Ella (él) fisgoneándome entre las sábanas: «Ese cohetón, ¿lo tronamos?» Me arropé. «A ver su piquito». ‘Tiquito o cohetón, el mío no». Que abriera el pico, la boca, que la cucharada. «Ay, bigotón, ¿y esas lagrimillas?» Yo pensaba: aún falta la noche de Año Nuevo. (Dios…)

La voz de México

Terminó el estrépito, mis valedores. Los retumbos que cimbraron las tierras mártires de Palestina e Iraq se extinguen poco a poco, y retorna la paz. En esto, es obvio, fue determinante el espíritu de la Navidad. Me acerco a la ventana y desde la eminencia de mi cuarto de labor contemplo el vecindario, y hasta parece la pura verdad, que sólo calle y banquetas exhiben los restos de la contienda bélica navideña: pomos vacíos, rotas botellas, orines, desechos humanos, vómitos y todos los restos de cohetes, cohetones y chinampinas que convirtieron este raigón de La Magdalena Contreras en los territorios mártires de Palestina e Iraq. ¿Por qué? Lógico y excusable: los buenos católicos celebraban el nacimiento de Jesús el Cristo, y lo celebraron como Dios manda. Leo, variaciones del mismo tema, la nota de Reforma del pasado martes, 26 de diciembre (Su reportero, Sergio Flores, corresponsal, lo publica sin pizca de ironía, de malicia):

Acapulco. Ocho lesionados dejó ayer el estallido de dos granadas de fragmentación arrojadas en un bar donde decenas de personas festejaban la Navidad. (La Navidad en este nuestro México, católico al 87 por ciento.)

Aquí, los mismo: los héroes que vivimos en Héroes de Padierna e intentábamos dormir aquella negra noche de mi mal (la del festejo religioso), a la viva fuerza que tuvimos que soportar en desvelos, insomnio y desparramadero de bilis (negra), las granadas de fragmentación que lanzaron unos buenos católicos a los que no podemos culpar: enloquecidos de alcohol y drogas, festejaban el arribo de Jesús Niño en la forma en que les han enseñado, o permitido que lo festejen Porque los reverendísimos políticos Onésimos y Riveras, entre tanto, ésos andan embebidos en sus propios asuntos de grilla politiquera. El Opus Dei, El Yunque, los legionarios de Cristo, Laus Deo…

En esto pensaba yo a las tres de la mañana, a medias del insomnio navideño: en la segunda naturaleza del mexicano. Ya de regreso en la Europa de 1843, las amigas preguntaban a la marquesa Calderón de la Barca, que residió en nuestro país y que vació sus experiencias al respecto en un libro que tituló La vida en México: «¿Qué estarán haciendo los mexicanos?» «Lanzando cohetes» -contestó la marquesa, y no se equivocaba: aquí, en Héroes de Padierna, como en todo el resto del país, el mexicano expresa a estallidos de pólvora todo el dolor que experimenta, su desesperanza, el sentido de abandono y el desdichado amor, y los duelos, el júbilo escaso, las expresiones de machismo, el sentimiento patriótico y el apego a la tradición, al igual que las «derrotas» electorales, dolorosas, y las derrotas futboleras, más dolorosas todavía. Todo. A bombazos de esas granadas de fragmentación que son los cohetones de la artesanía nacional. ¿Lo dije antes? Es México.

Diez, quince intentos por dormir diez, quince minutos. Ya me remuevo en el jergón, ya cuento borregas, ya invoco a Satán, pero nada. Allá afuera, el estrépito del sonsonete a 25 mil decibeles. «¡Traigo mi camisa negra!» Yo, goloso de sinfonías y cantatas, ya me los atasco de algodón, ya las aprieto (las quijadas), ya las aflojo (sólo las lágrimas). Nada. «¡Traigo mi camisa!» Una probada de sueño, no más. Ya me pongo boca-arriba, ya boca-abajo, ya me enrosco, me pliego, me desenrollo, adopto la posición fetal, me culimpino, copio todas las posturas del Kama Sutra, mi kama un terreno inhóspito. Dios…

Ustedes, en su barrio, en su colonia, ¿padecen también la plaga de los bombazos? ¿Alguno de ustedes, enfervorizado con el «Gloria a Dios en las alturas y paz a los…», se la pasó estremeciendo a bombazos los cristales del barrio? ¿No teme al furor del Increado, ese Dios al que en toda la santa noche no dejaron pegar los párpados? En fin, allá ustedes con su propia conciencia. Yo no he de rendir cuentas ajenas en el más allá…

Allá afuera, a chillidos, la altísima poesía: «¡Eres como mariposa -que vuela de rosa en rosa!» Ah, Televisa, con qué vas a pagar esa degeneración en el gusto de una paisanada a la que sañudamente retiras del libro, del ideal y el espíritu, para hundirlo en esa cretinización colectiva de teletones, big brothers y reality shows (así, en pocho, en gringo de segunda). Porque para los paisas tienes el embrujo de Circe, que con una copa transformaba en cerdos a los humanos, y aquí lo estremecedor: ya que Ulises-Odiseo salvó a sus marinos, transformados cerdos, uno de ellos, en viéndose a salvo del hechizo, pidió a la maga: «A mí, señito, ¿no habría modo? Digo, ¿no? O sea: que me regrese a la condición de puerco, la verdá. Es que ya probé esa vida y me cái que después de todo no se pasa tan mal..» Circe, por darle gusto, lo plantó frente al cinescopio y le sintonizó Laura en América, le sintonizó La oreja, le sintonizó Ventaneando, le sintonizó Televisa, le sintonizó Tv Azteca: «De aquí en adelante, tu deleite serán las heces». Y si: (Mañana)

Paz a Saddam

Saddam Hussein, mis valedores. Personaje contradictorio y hombre de claroscuros, fue aliado y rival de la familia Bush, y por órdenes del menor de los tales, George W, «ahorcado hasta la muerte» en Bagdad, el pasado viernes 29 de diciembre, a las 21:05, hora de México. El mejor comentario, a mi juicio, en Rayuela del siguiente día en La Jornada:

Los dos invadieron, los dos masacraron, uno en nombre de Alá y otro en nombre de la «democracia». Uno fue muerto en Irak y el otro vacaciona en Waco, Texas.

Aquí, algunos fragmentos de la biografía personal del que fuera hombre fuerte de Irak, para calificar al cual la periodista J. Miller tuvo que agotar, de esto hace ya varios lustros, toda la existencia de calificativos: «Saddam Hussein, personaje complejo y contradictorio, fue hábil, tramposo, pragmático, sanguinario y oportunista, maniobrero y visceral, y nacionalista y mesiánico, carismático y seductor».

Saddam Hussein: «el que confronta», que tal significa el nombre, nació el 28 de abril de 1937 en el hogar de una familia de campesinos sin tierra y de una pobreza extrema; que sus años primeros los vivió en una choza de cañas y adobe que carecía de servicios y donde el único combustible era el estiércol de vaca. Huérfano de padre y con un campesino analfabeto como padrastro, que no le tenía buena disposición y al que servía como pastor de ovejas, Hussein huyó de la casa y vivió en Bagdad con su tío maestro de escuela que le inculcó sentimientos anti-imperialistas y de un nacionalismo extremoso. No logró el ingreso a la academia militar. Muy pronto, sin embargo, logró ostentar el grado de mariscal, en una carrera política que lo iba a conducir directamente a la horca Hussein.
Y el precio de la sobrevivencia: robos, muertes, bandas callejeras. Años después, militancia en el partido Baath («renacimiento»). Y llegaron las tareas partidistas, la prisión, la escapatoria, el complot y el golpe de estado. Transcribo, del articulista H. Campa, hace algunos ayeres:

«Aduciendo que había descubierto un complot de baathistas sirios en el partido, Hussein eliminó a 500 miembros relevantes de Baath. En una reunión del partido separó a 22 hombres relevantes, a quienes acusó de traición. Fueron ejecutados de inmediato. El mismo se encargó, pistola en mano, de matar a algunos de ellos».

Y que con la misma sangre fría, Hussein ordenó el empleo de armas químicas contra poblaciones rebeldes kurdas, al norte de Irak. «Villas enteras fueron arrastradas», afirmaba H. Campa. Y aquí, claroscuro de una personalidad compleja, contradictoria, desmesurada: ‘Pero ante la madre que pide por su hijo preso no duda en dar el indulto; un niño que lo intercepta y le da un beso lo conmueve y hace llorar; cuando en su natal Takrit notó indiferencia a su paso, se echó a llorar en los brazos de su chofer…»

(Tal para cual: «el presidente George W. Bush dejó de beber hace veinte años, cuando en 1986 decidió abandonar el alcohol después de que en una fiesta para celebrar su 40 aniversario, se excedió con las copas en forma alarmante. No esconde nada de su coqueteo con los tragos, sobre todo por su gusto por la cerveza».) El discurso belicista del ex-alcohólico contra las autoridades de Irak:

– O el mundo está con nosotros o está contra nosotros – Ellos nos odian por nuestras libertades – Esta es una guerra del bien contra el mal, porque Estados Unidos tiene arraigada vocación pacifista – Libertad y temor, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra y sabemos que Dios no es neutral – Que ?l nos dé sabiduría y podamos velar por Estados Unidos de América

Y muy significativo: El conflicto del Pérsico reavivó la competencia entre las grandes compañías armamentistas dedicadas a la producción de equipo de reconocimiento táctico, desde los satélites espías hasta los equipos «para escuchar». En este terreno sobresalen Lockheed Corp., la Hughes Aircraft, Loral y E-Systems. Pero volviendo a Saddam Hussein, hoy difunto:

Cuando hombre fuerte de Irak Saddam se había embarcado en la tarea de reconstruir la antigua Babilonia. ?l mismo horneó miles de ladrillos, en muchos de los cuales está inscrita esta leyenda:

«La Babilonia de Nabucodonosor fue reconstruida en la era de Saddam Hussein». Y un detalle que tiene relación directa con todos nosotros, los mexicanos:

«?l mismo busca su lugar en la historia como un nacionalista. Precisamente por sus acciones nacionalizadoras, Saddam Hussein admira a Salvador Allende, de Chile, y Lázaro Cárdenas, el mexicano que nacionalizó la riqueza petrolera…» Saddam Hussein. (Hoy, su paz.)

Cenizas que el viento dispersa

Habrás de morir, no soñarás más, y los gusanos de la tumba se disputarán tus despojos…

Muy cierto, no importa tu mucha o tu poca edad. Reflexiona en tu tiempo de vida, en el grado de intensidad con que la vives hoy día y el provecho que día con día obtienes a nivel de espíritu. Para tan loable ejercicio qué tiempo mejor que el presente, cuando un año más, que se nos tornó uno menos, se nos fue de las manos para nunca más. ¿Me permites, a propósito, las reflexionsillas que te envío año con año por estos días? Porque hoy, a fines de un año y a comienzos del siguiente, es más tarde de los que piensas…

El escalofrío del tiempo que pasa El aletazo de un tiempo de vida que se nos fue para no volver, y que los espíritus sensibles provoca esas vagas tristuras en la medianía del comelitón y los brindis. Uno anda por estos días cargando vagas melancolías, con el ánimo encogido a la meditación del tiempo que nos enfrenta, a querer o no, con la Gran Interrogante. Yo, entonces, me di a leer al filósofo de la brevedad de la vida, el absurdo de los afanes terrenos y la fugacidad del placer. La amargura, sí, el fatalismo y la exhortación a vivir cada día en el cogollo de cada minuto. ¿El poeta? Ornar Khayyam…

El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, los animales y las flores: sombras. El resultado de tu perpetua meditación: nada…

La poesía del persa Khayyam, agridulce, se nos entrega desnuda de galas, directas, el puro hueso y el fatalismo, que para el filósofo del desencanto y la sensualidad machihembrados no existe más placer que el de los sentidos, ni más vida que la del instante; que, en derredor, la naturaleza sigue su curso, muy por encima de nuestros dramas personales, tan pequeñajos, y la angustia vital ante el tiempo que pasa; que es vano empeño la rebeldía ante el dolor y la muerte; que no nos resta más recurso, acá abajo, que exprimir el zumo de la vida y la sangre de la uva, y existir dentro de la almendra del instante, y no más; que a manera de las mejores voces del Siglo de Oro español, la existencia del hombre acá abajo no es más que un sueño, polvo, sombra, olvido. Nada, pues. Soñemos, alma, soñemos, dice Segismundo entre dientes, y el mexicano:

¿Para qué contar los horas? – no volverá lo que se fue, – y si lo que ha de ser ignoras, – ¡Para qué contar las horas! -¡Para qué..!

En fin. El Rubaiyat constituye toda una sucesión de conceptos filosóficos hermosamente armados en el molde del poema donde Khayyam alude a esos elementos que desde siempre y hasta el último día será preocupación de los humano: el tiempo en cuanto demoledor de la vida y los goces de los sentidos que, aunque efímeros, son el único medio de lograr el espejismo de vencer al tiempo, a la muerte, a la eternidad.

Si yo nunca muriera – si nunca desapareciera…

El Rubaiyat poesía pura, que es decir la más alta expresión del espíritu; aportación a la cultura universal de un ser extraordinario, de una inteligencia viva y sutil, de un soterrado sentimiento y una exacerbada sensibilidad; de un poeta que se crea su poesía -filosofía del fatalismo, pagana religiosidad- en la entraña de una civilización de refinamiento y decadencia, la de la Persia de mediados del XII; de un poeta apasionado, visceralmente vivo, creador de una obra que es hoy en día nueva y deslumbrante, de acentos desesperados.

Que Ornar Khayyam era un sabio versado en matemáticas y astronomía, en ciencias filosóficas y otras disciplinas. Que para algunos el poeta no pasa de ser «un denegador de toda creencia moral, místico sólo en apariencia, disipado en la realidad, que mezcla a la blasfemia el himno místico». Válgame.

La vida no es más que un juego monótono en el que estás seguro de ganar dos cosas: el dolor y la muerte…

Esto leyendo, me da por pensar en Job, porque cuánta desesperanza se advierte en tales conceptos, cuántas ansias de permanecer, cuánta zozobra mal sofrenada por la serenidad que da la sabiduría; cuán desalentada búsqueda de la verdad y qué apasionado adquirir sobre el sentido de la vida que se nos escurre para nunca más. Esto, mis valedores, es el Rubaiyat: un tratado poético de moral y metafísica y filosófica en donde el Khayyam expresa su visión muy particular de la vida y la humanidad; de las exigencias del destino y de las humanas rebeldías, tan magníficas cuanto ociosas, a fin de cuentas…

Embébete bien de esto: un día tu alma caerá de tu cuerpo, y serás empujado tras el velo que flota entre el universo y lo cognoscible. Mientras tanto… ¡sé dichoso! No sabes de dónde vienes. No sabes a dónde vas.

Y este estremecimiento… Tú, yo, todos, a vivir. Qué más. Qué mejor. Vivir, que es más tarde de lo que supones. Y el aletazo del tiempo… (En fin.)

El «hubiera» no existe…

Suertudo usted, López Obrador, dondequiera que ahora se encuentre. ¿Pues qué hado padrino protege su imagen política y preserva su fama pública? Porque si en el proceso electoral el «Sistema» no hubiese aplicado tantas medidas ilegales e ilegítimas y, por contras, hubiera respetado el voto de las masas sociales, y si en México ese voto fuera el factor determinante para que un nuevo gerente de Washington llegase a Los Pinos, y ese hubiese sido usted: ¿cómo a usted, ya de «mandatario», lo tratarían a estas horas sus malquerientes en los medios de condicionamiento de masas, periodistas ahijados del Poder? Y al Poder sólo cámbiesele la Pe por una Jota y se le habrá dado se exacta definición. Señor López Obrador:

Si usted, cuando presidente electo, hubiese corrido a Washington a ponerse a las órdenes de Bush, ¿en qué sentido se hubiesen expresado sus malquerientes en el periodismo? De lame-zancajos para arriba (hasta alcanzar la entrepierna, señor). Si al regreso hubiese declarado la necesidad de que los capitales de aquí y del exterior se incorporen a PEMEX y la industria eléctrica, ¿entreguista, traidor, vendepatrias..?

Si usted, ya como titular del Ejecutivo, enviase al Congreso de la Unión la iniciativa para recortar el presupuesto a la educación superior, la cultura y el combate al SIDA?

Si en apenas 27 días de gestión presidencial hubiese decidido, como primera medida de gobierno, rebajarse el suelo ¡en apenas un 10 por ciento! ¿No hubiese sido, para la industria del periodismo, una aborrecible medida populista? Si antes de un mes en Los Pinos, los obreros del país hubieran amanecido un día de estos con la noticia de que el aumento salarial ascendió a ¡un peso con noventa centavos!, ¿cómo,en qué tono (mayor o menor) se hubiese renegado de usted, de su madre y del resto de su tabasqueña familia?

¿Si en apenas 27 días de que se acomodara usted en Los Pinos ya muchos artículos de la canasta básica incrementaran sus precios hasta límites prohibitivos para el dicho aumento salarial..?

¿Si usted, aún no caliente el sillón presidencial y como recurso extremo para afianzar sus posas en el susodicho (que no ganó en buena ley) hubiese recurrido a las fuerzas armadas, las hubiese halagado públicamente y aun otorgado de los dineros públicos, una hilacha de aumento salarial que no rebasara el nivel simbólico..?

Si usted, al frente de un gobierno que apenas se inicia, y a tropezones, ya hubiera continuado a estas horas con la aborrecible estrategia del antecesor, emporcando los «medios» con una propaganda embustera de autoelogios, ¿qué dirían sus malquerientes, hijos putativos de la Oficina de Comunicación, de la Presidencia.?

Si usted integrase un gabinete de gobierno donde a leguas se notara el tufo a pago de facturas por servicios prestados en el proceso electoral, ¿qué hubiesen comentado de la colocación en una secretaría fundamental para el país como es Educación Pública a una señora que lo mismo hubiese servido para conserje de la puerta principal de Los Pinos..?

Del nombramiento del yerno de la Gordillo, que produce en tantos vergüenza ajena, y del ahijado que la de marras logró colocar en la Lotería Nacional (¡ese pago de facturas!), ¿qué hubiesen dicho de usted? ¿No estaría su persona hecha garras, destazada a estas horas? ¿No se lanzaría en la industria del periodismo un clamoreo general por que se decretase su destitución, a la buena, a la malo o a la peor..?

Si usted hubiese anunciado que el diez del próximo enero andará en la Nicaragua de Augusto César Sandino, él tan contrario a todo eso que apeste a yunqueros ultraderechistas y legionarios de Cristo aliados de Norbertos y Onésimos, ¡para asistir a la toma de poder del gobierno sandinista de Daniel Ortega! ¿Excomunión, anatema? «¡Ahijado de Chávez, compadre de Evo Morales! ¡Un peligro para México!» Y a consultar a Salinas, capo de todos los capos, sobre la estrategia indicada para desembarazarse de indeseables: Colosio, los Ruiz Massieu, en fin.

¿Qué hubiese hecho usted, señor López Obrador? Suertudo. Pues sí, pero ya lo veo sonreír con sus ojillos relumbrosos de malicia, y con su irónica sonrisilla:

– Cuál peligro, cuáles protestas, de qué estás hablando con tal exceso de «hubieses». Ah, qué bigotón tan ingenuo, cuándo se te quitará la cándido. ¿Pues qué no recuerdas ese fenómeno que se da en tu gremio, y que tú mismo bautizaste con el nombrecito aquel, medio exoticón..?

Mis valedores: ¡lo recordé! Se trata del «Síndrome del dardo». ¿Lo han oído mentar? (Ese, en breve.)

Panamá, Nueva York…

Se iniciaron las obras para construir el memorial de las victimas del 11/9 en la zona cero, Nueva York.

Y como todo lo que cada día expelen las tripas del imperio, la noticia acapara espacios en todos los medios de condicionamiento de unas colonias siempre pendientes de su metrópoli. Y a propósito, mis valedores: ¿qué memorial, qué monumento alusivo, qué atención pública merecieron en los «medios» mexicanos y del resto del mundo los miles de civiles que asesinó el Pentágono cuando, en diciembre de 1989, invadió al pueblo hermano de Panamá? Nuestra mente colonial…

De esa invasión del imperio a la comunidad panameña hablé a ustedes ayer, y comparé su destino con el de Afganistán e Irak, masacrados con un pretexto semejante e igualmente trivial, que fue atrapar a un par de aliados del imperio: en Panamá, a Manuel Antonio Noriega, y a Osama Bin Laden, en Afganistán é Irak. ¿El costo de la triple invasión? Miles y miles de cadáveres regados en la geografía de esos desdichados países. De lo ocurrido en Panamá:

El coronel retirado David Hackworth, ex-comandante de combate: «La operación fue técnicamente eficiente, pero a mi juicio cien muchachos de las Fuerzas Especiales hubieran sido suficientes para capturar a Noriega. Esta operación descomunal fue un intento del Pentágono por impresionar al Congreso justo cuando está comenzando a efectuar recortes en el ramo militar».

Diversas declaraciones públicas añaden credibilidad a tales reflexiones del militar, incluyendo El Informe Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca presentado al Congreso en marzo de 1990. El recuento final de la masacre de civiles inermes deja un reguero de hasta siete mil muertos y desaparecidos y más de 600 fosas comunes. Pero el objetivo de la intervención armada de los diez mil infantes de marina contra la comunidad panameña se cumplió cabalmente al capturar a Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA, aliado de los E.U. y principal traficante de estupefacientes, situación que el gobierno de la Casa Blanca conocía desde 1972. «No obstante, lo mantuvo en su nómina mientras le fue útil», señala el historiador…

Ahora tocó el turno a la población inerme de Irak, y el pretexto fue paralelo al de Panamá: capturar a un antiguo aliado de Washington al que la CIA entrenó para enfrentarlo, con sus fuerzas de Al Qaeda, contra la extinta Unión Soviética. Hoy, derrumbada la tal, Osama Bin Laden, como Noriega años antes, ya no es de utilidad para los intereses de Estados Unidos. Material desechable, Washington hace intentos desesperados para deshacerse de él. Lástima que el precio de la maniobra sea otro reguero de sangre derramada Sangre inocente. Es la historia de los imperios, esos depredadores…

Pero en fin, porque frente a miles de muertes no se nos muera, con ellos, la memoria histórica, a la distancia de tres años de reiterada invasión a Irak y a 17 de la masacre perpetrada por Washington contra el pueblo de Panamá, aquí y ahora asiento retazos de la crónica respectiva El testimonio del averno denunciado por Olga Mejía, defensora de los Derechos Humanos en Panamá:

«Ellos convirtieron este país en un laboratorio de horror. Aquí, primero experimentaron con métodos de estrangulación económica, después utilizaron con gran éxito una campaña de desinformación a nivel internacional. Pero fue en la aplicación de la más moderna tecnología de guerra donde demostraron maestría infernal. Los refugiados de El Chorrillo fueron victimas de un baño de sangre durante y después de la invasión. Ellos vieron a los tanques norteamericanos pasar sobre los muertos, por lo menos. Condenaron el control de hierro del ejército de EU, que no permite acceso a ninguna institución panameña para descubrir el número exacto de víctimas, que pudiese ascender a 7 mil…»

En carta pastoral en donde condenaban la interferencia de EU en los asuntos internos del país, obispos católicos denunciaron la invasión como «una verdadera tragedia en los anales de la historia panameña». Su protesta no fue escuchada en Washington. En los meses siguientes el genocidio se borró de la atención del gobierno de EU, que proclamaba la libertad y la democracia panameñas. Los obispos estimaron en 7 mil los muertos de la invasión. Y Vicky Peláez, defensora de derechos humanos: «El mundo continúa en la ignorancia sobre cómo murieron miles de víctimas de la invasión de EU a Panamá y del tipo de armas que usó, ya que el Fiscal-General del país deniega el permitir la investigación de los cuerpos enterrados en las fosas comunes».

Panamá, Irak, Afganistán, Líbano. A miles de cadáveres que el predador imperial ha sembrado en las naciones víctimas, ¿un memorial? ¡Nomás al 11/9? Los ojos de las colonias dóciles, manipuladas, ¿tan sólo en Nueva York? ¿Justicia? Los masacrados de Panamá. (A su memoria.)