El SIDA y el condón. Que senadores del PRD intentan obligar públicamente a José Ángel Córdova, titular de Salud, a mantener la campaña que promueve el condón, y asi evitar que sus puntos de vista personales se conviertan en políticas públicas en materia sanitaria. Qué bien. Pero cuidado, que el director de Asuntos Jurídicos de la Sec. de Salud es un Bernardo Fernández, «defensor del derecho a la vida» y abogado del cardenal Norberto Rivera, y se encarga de revisar y supervisar las reformas a las leyes y reglamentos sobre asuntos de salud pública Mis valedores: peligroso.
Peligroso. Lo leí en REFORMA del pasado viernes: Con esa campaña «lo que hasta hoy se ha logrado es alentar la actividad sexual precoz, las prácticas promiscuas y las conductas de riesgo». Y escalofriante la nota que llega de Guadalajara en el albergue Beata María de Jesús las misioneras del «Corazón de Cristo Resucitado» maltrataban a los enfermos, porque «Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales». ¡Dios!
Esto me trae a recuerdo la indignación que exhibía el por entonces nuncio apostólico del Vaticano en nuestro país, aquel Jerónimo Prigione interlocutor de los narcotraficantes Arellano Félix: Me indignan las promociones que se han hecho para el uso del condón. Es darle medios a los jóvenes para que se sigan revolcando en el lodo…
Y los aspavientos de un José Melgoza, obispo emérito de Cd. Nezahualcóyotl: ¡Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública, y esto es lo que nuestro gobierno no quiere reconocer, y limita el problema al ámbito de salud, imagínese..!
Pues sí, pero no, que el SIDA, como lo afirma el filósofo Mark Platts, «no es un asunto de moral, sino de salud pública«. Y que más allá de lo que la Iglesia Católica diga de nuestra conducta privada, la del SIDA es una situación conflictiva que las autoridades de salud pública tienen obligación constitucional de atender de inmediato. ¿Y? ¿Qué hacen esas autoridades para detener la propagación del SIDA? Pero, sobre todas las cosas: ¿qué hacemos nosotros para no ir a dar de cabeza en la mortal pandemia? Hace unos años la Organización de Naciones Unidas solicitaba a la Iglesia Católica de nuestro país, dueña de un descomunal ascendiente sobre la mayoría de los mexicanos, que se sumara a la lucha contra del SIDA. La respuesta de El Vaticano:
«La espectacular ceremonia presidida por el cardenal Otunga que quemó preservativos en público, sigue siendo símbolo de la actitud general de la Iglesia Católica, hasta este método profiláctico, confirmada por el criterio de los obispos del mundo entero». En México, los obispos: «Contra el SIDA, castidad es el mejor remedio. ¿El condón? Mucha gente lo usa, ¿pero está permitido de acuerdo con la doctrina católica? definitivamente: el condón no es éticamente permisible. Para la Iglesia, bloquear artificialmente la transmisión de la vida no es moral. La vida producida en una relación sexual no pertenece al hombre, sino a Dios». Además, el condón no sirve de gran cosa La solución es la castidad en el matrimonio, aun si parece que va contra la corriente en una sociedad como la de hoy, que resulta pansexual«.
La propuesta de G.W. Bush, ese misticoide: «Yo estoy a favor de la abstinencia, de la castidad y, en el último caso, del condón». ¿El condón? «¿Para qué el condón? (obispos mexicanos) ¿Para seguir buscando el placer por el placer mismo? ¿No está fuera de las enseñanzas de Cristo? ¡La Iglesia rechaza el uso del condón, pues esto lo que hace es hundir en el fango a la juventud, en lugar de darle la mano a los jóvenes para que salgan del lodo! ¡Continencia! ¡Castidad! ¡Fidelidad matrimonial! ¡Estas tres virtudes propuestas por la Iglesia son el mejor remedio para el contagio, porque son las propuestas del Evangelio para combatir el SIDA! ¡La grave amenaza del SIDA viene del abuso de la sexualidad! ¡Es una equivocación buscar el placer por el placer. El recto camino debe ser el uso legítimo del placer! ¡El placer sexual no debe verse como un fin, sino sólo como un medio hacia la paternidad o la maternidad!».
«¡Usar preservativos y seguir haciendo el amor! Esto continúa siendo el método de nuestras autoridades. ¡Es una barbaridad! Intentan proteger la salud promoviendo el vicio. El amor, para ellos, es el gozo del placer, y no buscar el bien de la persona amada El abuso del sexo es el que ha convertido en un problema de moralidad pública no de salud! Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero crimen, y la Iglesia Católica rechaza a los homosexuales así como el uso del condón, fuente de prostitución.»
La Unión Nac. de Padres de Familia: «¿Dónde estarías tú si tu padre hubiese usado condón..?»
Ad Majorem Dei Gloria. Laus Deo. (¡Dios!)