El clásico pasecito a la red

Semejante negociazo de los dueños de los clubes de futbol nada me importa, que yo no soy Perra Brava ni estoy dispuesto a convertirme en «héroe por delegación» al sentir que las hazañas de los alquilones de la cancha son mis hazañas, pero por los matutinos me vengo a enterar de que algunos presidentes de diversos equipos se quejan de la actuación de los árbitros. Leí las notas, me quedé pensando, y ahora, mis valedores, envío este mensaje a los quejosos, comenzando con un José Guadalupe Cruz, técnico del Atlante.

Señor Cruz: ¿así que considera que el silbante Abramo Lira es parcial, y «me parece que le va a los felinos»? ¿Así que le extraña que el arbitro sea parcial? ¿Pues qué, no estamos en México? La forma en que se manejan los asuntos públicos, ¿es una para el gobierno y otra para los árbitros de futbol? Cuando se perpetró (sé lo que digo) el proceso de desafuero contra el por entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, ¿no pregonó un Mariano Azuela Güitrón, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lástima de titulillo tan rimbombante, que en el desafuero de marras procedía con total independencia de criterio, tal como corresponde a uno de los tres poderes de la Nación? ¿No sabíamos desde entonces, cosa que se ha certificado en fecha reciente, que Azuela y congéneres procedieron no a independencia de criterio, sino de acuerdo a consigna? Y ahora resulta que usted, don José Guadalupe, se duele de que algunos silbantes no son imparciales, honrados e independientes. ¿Pues qué, no estamos en México..?

Usted, por su parte, don Javier Pérez Teuffer, presidente del Necaxa, asegura que está sumamente molesto con el silbante Mauricio Morales, al tiempo que a Marco Antonio Rodríguez lo acusa de ser «soberbio y prepotente», que en apenas dos fechas le ha expulsado a cinco jugadores; «esto sin contar que ya tuvieron que cumplir con un partido de veto al estadio Victoria. Ya les gustamos para sus tarugos», reniega. Pero no paran ahí sus quejas; de un Hugo León Guajardo jura que marcó un penal inexistente y que les anuló un gol legítimo, y en una disparatada alusión al Antiguo Testamento que, por lo visto, nunca ha leído: «Ya nos agarraron de chivo expiatorio. Ya ni siquiera veo caso alguno en quejarme con Aarón Padilla, Presidente de la Comisión de Arbitraje. Ya hablé con él, y no sirvió de nada». O sea que ya se resignó usted a los malos arbitrajes, señor Pérez Teuffer...

Se encrespa, además, de los árbitros Rodríguez y Morales. ¡Más morales que ellos nos resultaron los consejeros del TRIFE, o sea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuando, aun admitiendo que en el proceso electoral del pasado dos de julio se registraron numerosas irregularidades, lo legitimaron imponernos en las alturas de Los Pinos a uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes..?

Señor Alberto Canedo, presidente del Santos: ¿Así que el silbante Roberto García Orozco es, dice usted, «un tarado mental»? ¿Con que hay consigna en el arbitraje para que su equipo pierda partidos y descienda a la segunda división, o sea la primera «A», feo eufemismo? ¿Pues qué,señor Canedo? Si con sus decisiones amañadas el arbitro García Orozco, para usted un inmoral, pasó a perjudicarle su equipo, ¿cuánto perjudicaron a cuántos las decisiones inmorales de silbantes de la calaña de Luis Carlos Ugalde y congéneres del IFE, Instituto Federal Electoral, que arbitraron unas elecciones inequitativas y tramposas, y forzaron el resultado final para terminar validando lo inválido y así quedar bien con los del Poder y poder contrariar los intereses de quienes no tienen, no quieren tener el poder, como los dueños que son de la soberanía del país? Señores jerarcas del jugoso negociazo de las patadas, incluyendo a ese jugador tan conflictivo y polémico de nombre Cuauhtémoc Blanco, que se queja tanto de los silbantes:

¿Pues qué, no estamos en México? La corrupción que denuncian por parte de algunos árbitros futboleros, ¿no es parte integrante de la corrupción nacional? Porque calculen el tamaño de la corrupción lucrativa e impune que campea entre los árbitros de cualquier disciplina, sea política, social, cultural, económica o religiosa (¡esos Rivera y Onésimos!), aquí va la confesión de uno que arbitró a desatinos los destinos de todos nosotros, dueños y jugadores de la cosa pública Ese arbitro deshonesto, bribón y desvergonzado, zafio ex-gerente de la Coca-Cola, lo acaba de confesar allá en Washington, ¡y se ufanaba el muy cínico!:

«Con el desafuero contra López Obrador tuve que retirarme y perdí. Pero 18 meses después me desquité cuando ganó mi candidato».

Y se desquitó con la mano de sus gatos: el Azuela de la Suprema Cort(a) y esos del IFE y el TRIFE. ¿Entonces? ¿Así pretendemos en el futbol árbitros honrados? No perderlo de vista es México. (Nuestro país.)

Barras y estrellas. ¡Cuidado!

Y algunos de nuestros soldados decían que aquello que venia si era entre sueños…

Tal cuenta, aspaventero, Bernal Díaz, sus pupilas aún encandiladas a la vista de una ciudad cuyas torres, cues, edificaciones de calicanto y pirámides se erguían sobre espejo de la laguna. México-Tenochtitlan. Cuatro signos y décadas más tarde, un cierto conquistador conquistado clamaría en un su poema que tituló México:

Que no eres – esa curva monótona y sin músculo – que por los anchos muros oficiales – Diego Rivera ofrece a los turistas…

El fue Rafael Albertini, mis valedores, poeta español que primero nos conoció por los ojos de Bernal Díaz y más tarde paso a paso por el país. El poeta tornaba de Argentina, Chile, Uruguay y de donde la bota del Franco dictador lo aventó a la trasterra. En 1935 reseñó su encuentro -su encontronazo- con este México que él miró aún con jota, y cuyos conceptos, a mi ver, adquieren renovada actualidad hoy día, cuando miro, exasperado, la presencia encimosa del Imperio del norte sobre nuestro país. Lóbrego.

Y qué intensas y viscerales las impresiones que le produjo el choque con la tierra que conquistó la tizona de un cascorvo al que auxiliaron el Tonatihú de la barba bermeja y, detrás, arroyos tlaxcaltecas salidos de madre. Aquí, retazos de poema y crónica:

No eres sólo el tema de una estrofa -ni el color del paisaje – ni ese perro furioso que se tumba – dócil, después de herir, al pie del amo…

«El Méjico de Bernal Díaz aún está vivo, como él; pero, naturalmente, dentro de un Méjico de hoy. Por eso mi encuentro con Bernal Díaz no es el tropiezo con un muerto, ni siquiera con un resucitado. Es más el encuentro con la realidad viva, palpitante, en movimiento…»

Así, del asombro al deslumbramiento, el poeta recorre Tenochtitlan, la vieja y la Nueva España y un Distrito Federal todavía a la medida de sus habitantes, y reconoce que no puede asimilar, de un solo golpe, el encontronazo con esa realidad mexicana que se ha topado tan de repente:

«Triste historia es mi aventura, comparada con la de Bernal. Yo no libré batallas con los mejicanos conquistadores, porque me rendí al primer día. Pero me incorporé enseguida con todo mi entusiasmo a la ebullición de su sangre, y mi aventura mejicana, como sucede en las más fabulosas y secretas, no la puedo contar todavía.»

Pero la cuenta; y se pone a discurrir, a lo apasionado, en derredor del nacimiento de nuestro mestizaje, y sobre la arquitectura nacional; y habla de Xochimilco, y hasta se permite especular con lo que más tarde ha venido a tomarse lugar común: que por conjurar su terror a la muerte, la hacemos calavera de azúcar y la engullimos entre carcajadas…

Eres México antiguo, horror de cumbres – que se asombran batidas por pirámides – trueno oscuro de selvas observadas -por cien mil ojos lentos de serpientes…

Por cuanto a nuestra vecindad con el Imperio vecino y distante, tomar nota, memorizarlo: «Los problemas actuales de Méjico no se presentan ya a punta de lanza. Son los problemas internos de soberanía e independencia económica. Su nacionalismo revolucionario no son palabras sin sentido, si los hechos las van cumpliendo como se espera…»

Contra los gachupines que alambican – residuos coloniales por sus venas – prepara tu fusil. Tú eres el indio – poblador de la sangre del criollo – Si él y tú sois México, ninguno – duerma, trabaje, llore y se despierte – sin saber que una mano lo estrangula…

En prosa nos pone sobre aviso el poeta (pues sí, ¿pero quién va a hacer caso de su advertencia en un México gobernado con criterio gerencial de la Coca Cola hace unos meses apenas, a penas, y ahora con un continuador de vocación pro-yanki? Es México.)

«En el exterior, Méjico es el único país americano capaz de oponerse a la gente del norte y reconquistarse definitivamente. Méjico, temible, hermético, violento, rencoroso, no ha perdonado a los conquistadores. Y este sentimiento lo padece el criollo, que es, sin embargo, descendien

escudo

te directo del encomendero; y lo padecen visitantes como Valle-lnclán, quien seguramente se hubiera batido contra Hernán Cortés hasta llegar a perder el otro brazo. Y lo padecí yo, y hoy quizá lo padecería el mismo Bernal Díaz, si advirtiera la invisible presencia de ese pabellón yanqui de los 48 estrellas y las 14 bandas…»

¡Contra el gringo que compra en tu retrato-tu parda belleza ya en escombros-prepara tu fusil. No te resignes..!

¿Con un gobernante como…? (En fin)

¡Este puño sí se ve…!

Al mismo tiempo que acentúa la desigualdad entre países desarrollados y subdesarrollados, el capitalista pretende convertir en mercancías los derechos sociales y apropiarse de los recursos naturales propiedad de la humanidad en general y de las naciones en particular…

En eso reflexionaba mi maestro de teoría política la semana anterior: en las semejanzas que se advierten entre el fin del gobierno de Miguel de la Madrid y el arranque del de Calderón respecto al encarecimiento de la canasta básica y la respuesta de las masas populares. «De la Madrid, por otra parte, supo barnizar el aumento de precios con la promesa de que sería transitorio. Su rubro rimbombante: Pacto de solidaridad. ¿La reacción de los sectores obrero, campesino y popular..?»

– Mega-marchas, dije yo. Lo recuerdo muy bien. Mega-marchas.

– ¿Y de algo sirvieron a los marchantes, señor valedor..?

Tuve que reconocer que no. Ni entonces, ni antes, ni tiempo después. De muy poco sirvieron antes, con las manifestaciones multitudinarias de médicos, maestros y ferrocarrileros; después de nada sirvieron la mega-marcha contra la inseguridad que en 1997 se organizó cuando el entonces presidente Zedillo, ni la «Marcha Blanca», ya en
el sexenio de Fox. La causa de las masas populares, claro está, no podría ser más justa

– De acuerdo, sí. Muy justa su causa, y muy oportuna la mega-marcha para crear conciencia del problema social. Pero una vez que se ha creado esa conciencia, ¿seguir con la marcha como fin, cuando sólo es un medio? Porque, señor valedor ¿con ese recurso se logró revertir semejantes medidas tan perjudiciales para el pobrerío? No, ¿verdad? ¿Y quién dice que no? ¿Quien afirma que con el recurso de la toma de calles y la explanada del Zócalo no se abatieron tales medidas injustas para los sectores pobres del país? Lo dice la historia, señor valedor. Cuestión de estudiarla

Y que los resultados que buscan tales manifestaciones populares son muy importantes, trascendentales para la vida de los mexicanos, situación que amerita, pero ya, la creación de esas estrategias con las que logremos el éxito y el alivio de las víctimas del deterioro de la calidad de vida de los llamados sectores populares.

– Ahí la razón de marchas como la del pasado 31 de enero -dije yo.

Las marchas, reitero, son necesarias. Por supuesto que son necesarias, pero ellas solas, como fin y no como simple medio, resultan insuficientes. Una marcha es necesaria en la medida en que sirve para crear conciencia en una comunidad, y aun a escala nacional e internacional, de .que las masas sociales están sufriendo un problema determinado que atañe resolver a las autoridades del país. Una vez que la marcha logró su propósito, cesa su efectividad. Que si lo que se pretende es un cambio efectivo en el gobierno del país desde sus estructuras y la soberanía popular no es ejercida a cabalidad por los órganos representativos, tal como lo establecen el 40 y 41 constitucionales, entonces
las masas deben pasar a la etapa de la acción comunitaria

– No veo cómo. No, al menos, en un país como el nuestro, donde las masas…

– Organizándolas. Para lograr un cambio histórico y darse el gobierno al que obedecer como sus mandantes, esa acción comienza por una verdadera organización ciudadana, no por cientos de miles de átomos congregados en multitudes que llenen el zócalo para que horas después esos átomos se disgreguen, y hasta la próxima Esa tarea, la del cambio histórico de estructuras nacionales, corresponde únicamente a la comunidad. ¿O exigir a la Super-estructura que nos entregue el poder, que se suicide por amor a todos nosotros..?»

– No, pues…

– Y aquí la enjundia de la lección que nos ofrecen la historia, la lógica y la realidad objetiva ¿a procedimientos iguales, resultados distintos? Repito: a procedimientos iguales, ¿resultados distintos..?

Ah, caray. A procedimientos iguales, ¿resultados distintos? Porque las marchas de los 50s, como las que se realizaron durante los siguientes regímenes gubernamentales, no remediaron una situación de injusticia para el pobrerío. Y sí, tras de las palabras de mi maestro, nomás me quedé pensando. Mis valedores: ¿qué le contesto al maestro? ¿A procedimientos iguales resultados distintos..?

No, la respuesta correcta contundente respuesta: a procedimientos iguales, resultados iguales. Sin más. Las marchas contra las medidas de gobierno de Miguel de la Madrid son las marchas contra el gobierno de Calderón, como las marchas contra la inseguridad pública que le forjaron las masas a Zedillo son las que más tarde le forjaron a Fox. ¿Y…?

Mega-marchas. Nomás me quedé pensando. (En fin.)

Catálogo de agravios

Todas las contra-reformas y medidas tienen su origen y sustento ideológico en las recomendaciones que hacen organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a nuestro gobierno y que éste acata sin reservas debido al compromiso que tiene con ellos luego de recibir cuantiosos préstamos que sólo endeudan más y más al país y lo orillan a la pérdida de su autonomía… (M.A. Ramírez Z.)

¿Cómo ven, mis valedores, cómo perciben ustedes el presente sexenio? El tal, para los observadores, ya se ha definido como el régimen de gobierno que habrá de prolongar seis años más el proyecto neoliberal implantado por Washington a partir de 1983 y que (la frase se toma lugar común), prolonga y acentúa la desigualdad social entre la riqueza y el poder, por una parte y, por otra, las masas empobrecidas cada vez más por la acción del susodicho modelo político, económico, cultural y social. Es así como el gobierno de Calderón, gobierno y funcionario de la ideología ultraderechista, arranca bajo signos ominosos para las masas sociales. Y como no, si se estrena con un fulminante encarecimiento de los productos de consumo popular. Tétrico.

– Es por esa grave situación que atraviesa el país, me decía hace días mi maestro de teoría política; es por ello que hoy, como nunca antes, a las masas sociales nos resulta imperativo y de vital importancia abocarnos ahora mismo al ejercicio de la autocrítica, única vía para que podamos avanzar a la siguiente etapa, que es la creación, urgente de veras, de esas estrategias con las que entre nosotros, verdadera y adecuadamente organizados, lograremos revertir una situación que tan desfavorable resulta a las grandes mayorías a las que el Poder obliga a pagar la factura del modelo neoliberal. Si no hoy, cuándo. Si nosotros no, quiénes. ¿O qué? ¿Ya nos resignamos a seguir delegando en el enemigo histórico de nuestro cambio, ese que habrá de ser obra de nosotros, o de nadie va a ser y no habrá cambio benéfico para nosotros..?

Nomás me quedé pensando. Luego se me ocurrió decir: «una megamarcha, posiblemente…»

Una mega-marcha Sí, exactamente como la mega-marcha de miércoles del 31 de enero del presente año. Escuché al maestro: «Esa manifestación tumultuaria quedó atrás, pero las enseñanzas que ofrece al estudioso siguen vigentes. Por supuesto que siguen vigentes, porque vamos a ver. ¿Es esta la primera alza de precios que registra la historia contra los sectores más desprotegidos del país?»

– No, por supuesto, ni creo que vaya a ser la última.

– Y sin necesidad de remontarnos hasta el medio siglo de distancia respecto a la respuesta que los mega-manifestantes han recibido como resultado de tal estrategia de protesta multitudinaria, ¿qué fue lo que aconteció en 1987, al término del sexenio de Miguel de la Madrid, en relación a la carestía y la respuesta popular?

Lo recordé: antes de dejar el gobierno y para proporcionar un margen de maniobra al sucesor impuesto, Carlos Salinas, De la Madrid encareció en un alto porcentaje la gasolina y productos diversos de consumo popular. «Con estas alzas, afirmó De la Madrid, se podrá abatir la inflación y beneficiar a los que menos tienen». Qué bien.

– Ni tan bien ¿Recuerda usted el eufemismo que De la Madrid inventó con ánimo de anestesiar a los afectados de semejante hachazo, me refiero a las clases más necesitadas? Le llamó Pacto de Solidaridad. Y nos juró que esa medida era estrictamente coyuntural, de tal manera que una vez cumplido su propósito de abatir la inflación iba a desaparecer para que los productos que ahora encarecían, abatieran su precio. ¿Resultó verdad el dicho de Miguel de la Madrid?

Tuve que contestarle que no, por supuesto, y que en la naturaleza del gobernante está el de mentir y engañar a los gobernadores para medro personal y de toda la denominada súper-estructura

– ¿Recuerda usted cuál fue la reacción de las agrupaciones obreras, del sector popular y el campesino ante las brutales alzas que dictaban los organismos del agio internacional?

– Lo recuerdo; tomaron la calle y con acciones multitudinarias exigieron que el gobierno anulara medidas tan lesivas para la economía popular. Miles, cientos de miles salieron a protestar. Su causa justa, justísima tanto como ahora mismo, ante la presente carestía de los productos de consumo generalizados.

– Justísima ¿Y? ¿Se abatieron maniobras tan impopulares?

Tuve que reconocer que no. Ni entonces, ni todavía antes, ni tiempo después.

Delirium tremens

Ya tengo en casa al Jerásimo, primo mío y licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins. Hace rato, a lo tartajoso, me lo hizo jurar por mi mamacita (y por la tuya, para que refuerce): «Que lo ocurrido se quede entre nos. Mi carrera política, tú sabes». Jurado quedó. Y yo sé estar a la altura de un juramento. Lo que ocurrió, ahora voy a contarlo. Mis valedores:

Nunca llegué a imaginarme que en este sexenio se perpetrase una tan retorcida alianza y un compinchaje tan macabrón entre el Blanquiazul y el Tricolor. Esto lo vine a calibrar cierta noche de miércoles en aquel saloncillo destartalado, tufo a humedad, donde un almacigo de redrojillos humanos, con voz resquebrajada, confesaba su arrastrado oficio del diario vivir.

– Me llamo Juan y soy alcohólico. Media vida me he pasado entre una celda penal y otra del manicomio. Choques insulínicos y electrochoques. Ustedes dos, los recién llegados, sean bienvenidos.

Y ni cómo decirle que soy abstemio, que conmigo el licor topó en tepetate, y que si acudí al domicilio de Alcohólicos Anónimos fue por forzar al Jerásimo a acompañarme, por que se mirase en el espejo de aquéllos que, de bagazos humanos en sus días cacardientos, hoy nacen cada mañana a pura fuerza de sus dos redaños. Azorado, pistojeando, el Jerásimo

– Mi nombre es María. Soy alcohólica. Al volver en mí entre el perraco y el vómito, ya perdida la noción de mi tiempo de vida me preguntaba: ¿tengo que vivir todavía un día más? Quería aullar…

El Jerásimo, inquieto. Observé que, a lo disimulado, metía la mano a la pretina de la camisa y se aferraba al ánfora como al asidero para no derrumbarse. Y qué de historias patéticas las de esa noche de miércoles; qué testimonios humanos que gañote y criadillas me anudaban y fruncían en la catarsis colectiva de las humanas miserias.

– ¡Mi nombre es Lázaro, y soy un..!

De repente el Jerásimo, estremecidas de tics sus facciones, se dio el levantón. Vi que de acá, miren, del cuadril, sacaba su anforita disimulada en una bolsa de hojaldras, y le dio un besito al gollete. Un rápido amamantón. Un súbito suspirillo. Ahora hablaba aquel muy pálido, de cotorina color mamey.

– ¿Vivir, seguro vivo? ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro, exigía alcohol, ríos de alcohol! Sobre mí toda la angustia de este mundo. Ven, muerte, clamaba yo en vano. Y aquella soledad…

-La soledad del que perdió a su amantísima, los chamacos, los amigos, todo. «¡Dios, . y así me juras que existes..!»

Y el gemidillo, y el lamento, y el… ¡Jerásimo! ¡Qué haces, insensato, cuando menos esconde el ánfora!

– ¡Licenciado es mi nombre, y soy un militante de ese carcaje que apodan Revolucionario Ins..!

Y ándele, que suelta su guácara de gemidos (prodigio de la catarsis colectiva), y que se cimbra, manotea, grita su compulsión:

– ¡Culpable soy yo! ¡Toda mi trayectoria política la he perpetrado en plan cacardioso! ¿Saben cuál es mi crimen mayor, que estoy perpetrando ahora mismo, y por el que respetuosamente les pido la pena de muerte.?

¡Jerásimo, cierra la boca! ¡Esconde esa botella! ¡Baja de ahí, vente a sentar, qué desfiguros los tuyos!

– ¿Saben cuál es, correligionarios? ¡Yo soy aquel! ¡Yo, en punto pedro, he dañado profundamente al país! ¡Yo, yo, mírenme bien, arrímense acá y castígueme, mándeme al penal de La Palma, que merezco esto y más! ¡Todo por culpa de esta, mírenla bien, correligionarios del pedro!

Y bandereaba la cacardiente Ah, los efectos de la catarsis.

A gritos: «Mea culpa, señores anónimos, colegas de la parranda! ¡Calculen el tamaño de mi delito, correligionarios! ¡Llevo dos meses y medio de asesor! ¡Culpable soy yo! ¡Yo, sí, yo soy el que ha venido aconsejando a Calderón cada una de sus medidas de gobierno! ¡Todas! ¡Esta, maldita sea.!»

Y que la alza y la arroja al suelo, donde formó un charquito apestoso. Entre seis, ocho anónimos lo redujeron. Ya desmadejado en el volks, me lo llevé enseguida a Urgencias. Y sí, ya el primo resucitó.

– ?l sí, ¿pero nuestra asociación qué?

Y don Gil Ch., de Alcohólicos Anónimos, me miraba sin parpadear. Qué pena Y es que la noche de autos, al derrame cardioso, media docena de anónimos se aventaron al piso, y lo olisqueaban, y se soltaron lengüeteando y arañando el cemento. «A dos ya los localizamos ahogados».

– Ah, en el Gran Canal del Desagüe, posiblemente.

– Ahogados, pero de alcohol. Del paradero de los otros cuatro…

Yo agaché la cabeza (Qué más.)

Humanismo

Los afectos del hombre, mis valedores. Ayer se los dije: yo, que detesto el culto a la personalidad y esa admiración bobalicona que los pobres de espíritu profesan al futbolista, al cantante o a la estrellita de gran canal del gran canal de desagüe que nombran «de las estrellas», tengo y mantengo una admiración si titubeos y un afecto entrañable por mi don Gabriel Vargas, varón de virtudes y creador, entre otras sagas y otros personajes, de ese mural vivo y palpitante del barrio bravo que es La familia Burrón.

La literatura mexicana, con todo y provenir de un tronco tan vigoroso como la picaresca española, nunca se ha significado por haber creado personajes de altura de El lazarillo de Tormes, El diablo cojuelo. La celestina y toda aquella soberbia galería de picaros abarraganados con alcahuetas y mendicantes, curas rijosos y putanconas trotaconventos. Nuestra literatura no, que nunca ha delineado al verdadero picaro nacional. Un Periquillo Sarniento, cuando más, fatigante por el sermoneador de espesa moralina, un Canillitas hija no de arrabal sino de las lecturas de Valle Arizpe, y ese Pito Pérez plañidero, lastimero, auto-conmiserativo, que desprecia a la humanidad cuando nada de provecho le aportó en la vida, en fin. Andan por ahí, vivos actuantes, un Margarito Ledesma, el Poeta de Chamacuero, y mi primo el Jerásimo, licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins. Y ya.

Porque en este país de picaros, la picardía se vive, pero por vivirse parece no tener tiempo de novelar sus vivencias. Pues sí, pero el picaro del Siglo de Oro español ha venido a reencarnar en la picardía sabrosa creada por Don Gabriel Vargas, aderezada con todos los jugos, los zumos, la idiosincrasia y el «recovequisno» del ser nacional. El picaro, entre nosotros, se ha venido a perpetuar en aquel Jilemón Metralla truhán, modelo de sinvergüenzas, y en esa doña Borola que vive, que sobrevive al día y a puro valor, y arropada en las divisas del paisanaje hoy día:

El que no tranza no avanza -El que venga atrás que arreé -El que tiene más saliva traga más pinole, y a mi no me den, póngame en donde hay…

Pues sí, pero doña Borola es, en el fondo y por encima de todo, puro amor a los suyos, los de su familia, y pura solidaridad con el vecindario, que es decir con el fregadaje de siempre Una buena persona, doña Borola

La susodicha, a una vecina: «¿Ya esculcó a su viejo para ver si esconde la papeliza?» La interpelada:- «Yo pensé que mi viejo escondía el dinero en las chanclas, pos todas las noches se acostaba vestido y no se quitaba los cacles ni a la de cien…»

Ahora recuerdo a ese desdichado de, la vida arrastrada y el áspero oficio del diario vivir que es Ruperto Tacuche, delincuente arrepentido al que los policías, ávidos del cohecho (y ya se sabe: al cohecho, pecho) impiden volver a la senda que nombra del bien. En fin, que La Familia Burrón, como toda obra de arte, es el espejo, por más que distorsionado, donde se mire toda una sociedad, con virtudes y defectillo, en el entramado de nuestra realidad nacional. Mis valedores:

La obra de mi don Gabriel da a cada lector su fruto distinto, según. A mí, imaginero y fabulador, me abrió a golpes de hazañas y peripecias de lo campirano (Juanón Teporochas, El güen Caperuzo) y lo citadino (Jilemón Metralla, La Familia Burrón) la facultad de imaginar, sentir, evocar. A mí, payo de Zacatecas avecindado en Guadalajara durante mi primera y segunda juventudes -hoy vivo la tercera, pero a todo vivir. Ya mañana Dios dirá-, la visión agraria de mi don Gabriel me descubrió la saga de provincia, de los paredones de mi Jalpa Mineral y zacatecana La visión de la vecindad borolesca me llevó a imaginar la vida y milagros de una ciudad que era en mis sueños fascinación y ánimo de aprehenderla en sus tipos populares, y llevarla a las páginas de mis novelas, y reflejarla en mi periodismo de radio y prensa escrita. Hice míos los hallazgos de ese lenguaje sápido, sus giros apicarados, el caló barriobajero, su sabor de colonia brava, de arrabal. Un día, su lógica secuencia -consecuencia-, saqué a la luz la revista que fue prolongación de mi periodismo escrito y radiofónico: El Valedor, que arrimada a la advocación de La Familia Burrón tuvo a bien asesinarla un tal líder de una tal asociación de voceadores, apodado Gómez Corchado. Si alguno la leyó sabrá todo lo que en todo debo a doña Borola y su creador.

Me honro con su amistad, y si alguno de ustedes demanda que lo defina como persona, lo diré al modo del propio varón: no más que un simple vecino, uno que mira con simpatía todo lo que se haga en provecho de los demás. Eso es todo, dice él, pero esto, en nuestros tiempos de deshumanización y egoísmos feroces, es mucho, tanto como el propio mi don Gabriel Vargas, un ser humano, humanísimo. Y ya. Qué más. (Qué mejor.)

Ese varón de virtudes…

El hombre no sabe ni puede callarse. Cuando ama, quiere que lo sepan el viento y las nubes. Cuando adora, quiere que le acompañen todas las criaturas. Si sufre, lo ha de decir sus lagrimas; si goza, lo ha de proclamar su risa; si sueña, lo ha de insinuar su canto…- A. Mansferrer-

Y claro, cuando el hombre tiene y mantiene sus afectos, los proclama también; y yo, mis valedores, profeso amistad a un ser de excepción del que ahora, con el pretexto de uno más de sus copiosos cumpleaños, proporciono a ustedes un esbozo de retrato hablado. Porque, a propósito, suele ocurrir, de repente, en la plática

– Yo tuve la suerte de conocer a Pedro Infante. ¡En persona!

Alguno, débil de espíritu: ‘Yo conservo una camiseta de Pelé, y autografiada ¿No es como para envidiarme..?»

Y uno más, viejo nostálgico: «a mí me tocó la suerte de saludar de mano a mi general Cárdenas. Nunca hubiera querido lavarme esta mano, miren».

Y semejante orgullo y tan grande satisfacción. Pero alguno, de súbito, saca una foto, la observa, se torna nostálgico, y aquel suspirillo:

– El señorón que me está consolando en las ruinas de lo que fue mi vivienda en Tlatelolco es Plácido Domingo. Yo apenas podía soportar la ausencia de la mujer, del chamaco, de la criatura de meses. Pero en eso que aparece este hombre, y gracias a él… qué tiempos.
Muy cierto, sí.. Para tantos de ustedes proclives al culto a la personalidad el haber conocido al personaje carismático, al ídolo popular, al dirigente de multitudes, constituye una experiencia fuera de lo común. Quien lo dude, pregunte a los millones que mantienen como máxima esperanza, todavía hoy, a ese mesías tabasqueño de apellidos públicos. Yo, mientras tanto, me permito alardear, y ustedes han de perdonar la arrogancia Mis valedores:

Yo, que aborrezco el culto a la personalidad, tengo la suerte de conocer a un señor que lo es por sus obras, a uno de los talentos mayores que, en mi concepto, ha producido el México de nuestro tiempo; un varón de virtudes y un hombre de bien. De bienes. Conozco a ese hombre de excepción y ahora que les diga su nombre creo que ninguno estará en desacuerdo conmigo. No, por supuesto, no se trata de ningún deportista ninguna estrellita de esas de gran canal que regurgita el gran canal del desagüe que nombran «de las estrellas», y mucho menos algún político. No.

Al varón que admiro porque lo conozco y conozco sus obras; porque lo he tratado en persona y me honro con su amistad. Se trata sí por supuesto, de mi don Gabriel Vargas, señor que más allá de falsos prestigios que se arrogan el título, constituye el verdadero cronista de nuestra noble y leal, el visionario y amoroso observador de los fregados de siempre, y que con ellos hasta la esencia del tuétano, y por eso mismo universales. Yo soy amigo de mi don Gabriel Vargas, y han de perdonar la inmodestia..

Agraviado, un habitante de la vecindad, a doña Borola «Que forma tan mendiga de quitarle a uno el dinero, güereja patas de hilo…»

Don Gabriel Vargas. ¿Alguno de ustedes pudiese ignorar quién es este mi don Gabriel, creador y recreador de los tipos populares que hicieron, que hacen época en nuestra cultura popular, que ahí quedan? Vamos a ver: don Jilemón Metralla, de los primeros, y más tarde don Regino Burrón, y con él doña Borola, y Macuca, el güerejo, el Tractor, doña Cristeta la millonaria y el Susano Cantarranas, habitante del muladar, y Avelino Pilongano, poeta balín, y su madre (la de él), doña Gamucita. Ya en los terrenos del agro Juanjón y el Güen Caperuza, en fia Tantos como ese Ruperto Tacuche, ratero reformado al que una nata de sinvergüenzas policías, qué pleonasmo, lo induce a tornar al delito, por aquello de la extorsión. ¿Se acuerdan ustedes? ¿Conservan su colección de historietas..?

Aquí me arrimo a la advocación de los entrañables valedores del barrio bajo, personajes -corazón bandolero- de la vida airada y del áspero oficio del diario vivir que integran La Familia Burrón, individuos que son cachos de pueblo, todos ellos perfectamente bien delineados, todos ellos retratos fieles, pero recreados a nivel de metáfora, de ese original que habitó, que habita en la vecindad ribereña de la Plaza del Estudiante, corazón del barrio bajo que me dio cobijo cuando todo encandilado llegué hasta esta noble y vial. Mi don Gabriel Vargas y a propósito:

La literatura mexicana, desde Fernández de Lizardi hasta el día de hoy, nunca ha cultivado cabalmente el perfil del picaro. Siendo como es, nuestra literatura rama del tronco español, que es decir de La Celestina y El diablo cojueto El lazarillo de Tormes y El Buscón… (Mañana)

Yo soy muy macho

¡Anciano de 70 años violó a una joven de 15, y ahora el malvado no quiere casarse con ella..! – El tabloide…

La violencia intrafamiliar, mis valores, y más propiamente: la que un día sí y el otro también perpetra el macho, que no el varón, contra la desdichada que le tocó en suerte (muy mala suerte) para servirle (para servirlo) de compañera La violencia que es signo y símbolo de esta comunidad. Lóbrego.

Ante tal situación, de tanto en tanto mujeres y hombres, ellas por exasperación y nosotros por barnizar la coincidencia nos avocamos a la realización de planes que pongan término a la abyecta situación. Esto, en un catálogo de buenas intenciones que valen lo que el papel en que se redactan y duran el día y la víspera Así lo certifica el aletero de documentos que tengo sobre mi mesa leyes, proyectos, planes y reglamentos, «días internacionales» y campañas periódicas en favor de la mujer. Agua de borrajas. No más.

Aquí, en los catálogos de agravios y buenas intenciones, la exigencia que mujeres barzonistas publicaron hace unos años en el desplegado de prensa «Muchos de los casos que nos han estremecido, por la saña y forma en que han sido realizados, en donde niñas hasta ancianas (sic) han sido violadas y asesinadas, han quedado en la impunidad. Esta violencia es también física y emocional. Hacemos un llamado a todos los que nos gobiernan para que actúen en forma sensible y responsable frente a las víctimas de la violencia». ¿Y.?

Eso, ayer. Hoy, en los diarios: «Inicia -¡se inicia!- una campaña contra la violencia intrafamiliar». Una campaña, sí, que involucra organismos oficiales en apoyo a la mujer. «Inicia -¡se inicia, ignorantes!-maltrato (¡el maltrato!) desde (el) noviazgo. Revelan que el sesenta por ciento de los casos de violencia ocurre antes del matrimonio». Que, por lo mismo, se emprende una campaña (una más) contra la violencia intrafamiliar. Perfecto.

Perfecto, sí, pero tales campañas no nacieron hoy, ni ayer, sino ya hace muchos ayeres. En 1997, sin ir más lejos, los legisladores aprobaron una iniciativa de reformas que tipificaba esta violencia como delito y establecía las sanciones correspondientes. ¿Y? Aquí, algunas cláusulas de la tal iniciativa

«La violencia intrafamiliar en el matrimonio será causal de divorcio- Los jueces que conozcan de juicios de divorcio podrán ordenar, como medidas provisionales, prohibiciones a los agresores para cesar actos de violencia (¿?) -El agresor deberá pagar los tratamientos psicoterapéuticos que requiera la víctima- Se considera delito equiparable a violación a quien introduzca por vía anal o vaginal cualquier elementos o instrumento distintos al miembro viril en una persona menor de doce años de edad o que no tenga capacidad de comprender el significado del hecho». (Válgame, ¿hasta allá hemos llegado? ¿Con elementos o instrumentos distintos al..? Dios.)

En fin. Mi valedores: para ilustrar el tamaño de la violencia que ejerce el macho contra la mujer, van aquí botoncillos de muestra de la sangre que nutre la nota roja
«Comandante de la policía violador. Aguardaba en la oscuridad a que las parejas de novios estacionaran sus vehículos; luego se hacía presente, golpeaba al novio y violaba a la mujer. Confiesa ante las autoridades.

– Reconozco que violaba a las chamaconas.

– ¿Por qué, siendo autoridad, las violabas?

– Por eso, porque soy comandante, y si las violaba era para escarmentarlas y no siguieran cometiendo faltas a la moral…»

Nota roja. El tabloide, manchones de fotos a todo color: «Alcoholizado albañil asesinó a mazazos a su esposa y dejó gravemente heridas a sus dos hijas. Ya ante la autoridad, al autoviudo declara

– Es que María mi esposa no quiso plancharme una camisa

– Y a tus dos hijas, ¿por qué las dejaste medio muertas a mazazos?

– Es que ellas se pusieron a gritar pidiendo auxilio, y me sacaron de quicio cuando vi que intentaban defender a su madre…»

«Edo. de México. Asesinó a su esposa y al tratar de huir fue detenido por los propios vecinos, que lo presentaron ante las autoridades. En su declaración: «Sí, es cierto, maté de hachazos a mi esposa».

– ¿Por qué la privaste de la vida con tanta saña?

– Tengo una justificación válida, y es que llegando a nuestro hogar para celebrar la pasada Navidad como Dios manda, mi cónyuge me presentó el arma homicida mientras, sonriendo, me indicaba ¿y si antes vas a cortarme un poco de leña? Eso, dé plano, me molestó, ¿y qué podía hacer con el hacha que mi señora me ponía en las manos…?»
¿Quién es la víctima? La mujer.

¿Quién es el verdugo? (¿Quién..?)

A cuidar esa salud…

Mis valedores, los de mi camada, los que han llegado a la madurez, quienes ya doblan el Cabo de Buena Esperanza: yo los exhorto a cuidar su salud y visitar al médico. ISSSTE, Seguro Social, un médico particular. Lo importante es que el facultativo revise nuestra salud. El examen, para nosotros, fácil, según pruebas como estas:

El funcionario que nos ha sido impuesto en Los Pinos, el que aparece como responsable directo en la prolongación de ese modelo neoliberal tan lesivo para las mayorías, ¿se perfila como todo un estadista, un visionario carismático, un patriota dispuesto a defender la soberanía del país, lo que de soberanía viene quedando después de De la Madrid y congéneres? ¡Es, si nos atendemos a su currículo, el estadista de fuste que necesita un país enfangado en la crisis global? ¿Al recién llegado le miran estatura para enfrentar problemas y retos del país? Entonces, mis valedores, ¿por qué no ver por nuestra propia salud y ponernos en manos del médico..?

Otras más: el segundo marido de Marta, ese que en los años siniestros del sexenio anterior no se apeaba de la lengua la palabrita «democracia», ¿no es el mismo «demócrata» que después del pasado dos de julio alardeaba, a lo cínico, que: «Yo soy el único que he ganado dos elecciones presidenciales, la mía propia y la de mi continuador» ¿Entonces? A ver por nuestra propia salud, reitero. Yo, por lo pronto, ya tengo apalabrados un par de especialistas, uno de dos: la doctora Cortina o el doctor Medina. Y sigo.

El que hoy, desde Los Pinos, prolonga la aplicación del neoliberalismo contra las clases populares y a favor del gran capital, ¿no inicia su gobierno al estilo Zedillo, éste con el error de diciembre que, con excepción de la superestructura, tanto perjudicó a los mexicanos, y el otro con el error de enero, que ha encarecido los productos de la canasta básica? ¿Entonces? ¿No vale la pena cuidar nuestra salud y acudir a la visita del médico? ¿No es, acaso, una maniobra fácil, rutinaria, a la que ustedes y yo estamos acostumbrados? ¿Entonces..?

Y otra: con el recién llegado a Los Pinos han aumentado las exportaciones de indocumentados que más allá del Bravo a la brava se lanzan a la aventura, y al propio tiempo las importaciones de todo alimento que nos llevamos a la boca. ¿No se abate, con alimentos e indocumentados, la menoscabada soberanía del país? Soberanía: al violar nuestras leyes para entregar a la justicia de Estados Unidos a unos narcotraficantes que aquí no han terminado de purgar su condena, ¿no reconoce el Estado mexicano su propia impotencia frente al problema, por lo que decide delegar la aplicación de justicia en un Estado extranjero, más vigoroso que el nuestro..?

¿Entonces? Yo los exhorto. Vamos todos al consultorio del facultativo. Qué nos cuesta, aparte del precio de la consulta…

¿El nuevo gobierno no está encabezado por un representante de la ultraderecha entreguista que, mientras intenta rematar PEMEX y la energía eléctrica reniega de su origen iberoamericano y de estrella polar tiene la Casa Blanca? ¿No andamos, por causa suya, sufriendo ajenas vergüenzas? ¿Qué ocurrió, mal iniciado el sexenio, con su política internacional, esa que alguna vez, con la Doctrina Estrada, fue orgullo de nuestro país y ejemplo para gobiernos del resto de Iberoamérica, esos que en 1964, instigados por una OEA instigada, a su vez, por EU, cortaron relaciones diplomáticas con la Cuba de Fidel? Todos, ¡menos el de México! ¿Y hoy? Pero nosotros, los paisas, ¿cómo hemos reaccionado a las desmesuras del gobernante primerizo que se aloja en Los Pinos? Qué fácil nos resultaría visitar al facultativo…

México y su política exterior. Si así le fue al ex-gerente de la Coca-Cola cuando, temerario, se enfrentó al presidente Hugo Chávez, con cuyo gobierno la economía de Venezuela ha crecido más de 5 veces lo que la de México, ¿Alguno de ustedes iba a imaginar que recién llegado a Los Pinos caería en el mismo error? En su pleito con el venezolano, ¿Chávez fue el provocador? ¿Venezuela nos discrimina infamándonos de «frijoleros del sur con piel color lodo, cuyas mujeres paren dos veces al año»? Nosotros, manipulados por la industria del periodismo, a repetir como loros la versión de la Casa Blanca: «¡Chávez es un autócrata y un dictador!» Patético que, forjemos nuestro criterio no con la cultura del oprimido sino con la del opresor. ¿Entonces? A visitar al facultativo, sin más.

¿Facultativo para qué, dicen? A ver: ¿ante las medidas del Poder no nos concretamos a aguantar y renegar, a renegar y seguir aguantando? Si ese Poder ya nos tiene culimpinados, ¿por qué no aprovechar y ponernos ante el proctólogo? Su índice, en el tacto rectal, no lo sentiremos tan brusco como el del encarecedor. Y lo traicionera que es ella, la próstata. En fin. (Allá ustedes.)

¿Y qué, señor Presidente?

¿No escarmentamos? Apenas recién llegado a la máxima investidura del país y todavía sin que sus reales calienten el asiento del sillón, ¿ya caímos en el surrealismo de mandatarios anteriores? ¿Pues qué, nada nos dicen las lecciones que imparte la Historia? ¿No? Entonces, mucho cuidado y recuérdelo para bien suyo y el de la comunidad que gobierna: cuando no atendidas, las lecciones de la Historia con sangre entran, y en casos como el presente con daño y agravio para todo un país. Esto no hay que olvidarlo…

¿Que por qué la advertencia, pregunta usted? ¿Que a qué error suyo me refiero? Pues a cuál iba a ser, sino al de la entronización de su «primera dama», cursi mote copiado a los gringos, mente colonizada la nuestra Porque, señor Presidente, vamos a ven sacada de la honesta medianía cuando esposa del ciudadano común que fue usted no hace muchos ayeres, a la hoy «primera dama» la caracterizaban mesura, discreción y don de gentes. Pero ándele, que apenas se sintió encaramada al bataclán de «primera dama», la mujeruca se dio a liberar todos los frenos del decoro y la dignidad personal, y a reclamar para sí un protagonismo estridente, y a lucir y a figurar, a sobresalir y reclamar el fulgor de las candilejas e hinchar su vanidad de mediocre, y atragantarse de cámaras y micrófonos
de costra a costra y de frontera a frontera Malo, muy malo, señor Presidente…

Pues qué: ¿no ofrece la historia de mi país escarmiento más contundente de lo que es dejar suelta una mediocre, exhibicionista y ególatra «primera dama»? ¿No hubo bastante con una Marta Sahagún? Los mexicanos, a lo largo de seis penosísimos años, tuvimos que atragantarnos con la ajena vergüenza de presenciar en Los Pinos a un ex-gerente de la Coca-Cola, carácter de malvavisco, que más tarde arrastraría por los suelos una banda presidencial, él arrastrado por una su «primera dama» rapaz. Siniestro.

Semejante individuo, tan corto de carácter cuanto largo de estatura corporal, cayó cuan largo es en la trampa de esa mujeruca que en materia de estatura resultó lo contrario: una cosita de nada donde lo grande sólo se ubica en su codicia y vanidad, su avaricia y arribismo de zafia y vulgar nueva rica que en su terruño fue no la «casta pequeñez» que dice el poema de López Velarde, sino todo lo contrario, porque ella, con su falta de castidad y sobra de intimidades de cama y bidet que pregonó en algunos libracos amarillistas, fue sólo la pequeñez de una ama de casa que, hormiguita arriera, entre las trepidaciones de catre tiempo se daba para atender el negocio de la familia una botica veterinaria Y la paz. Pero caprichos de la fortuna..

La «primera dama» de Fox, inflada en su ego a lo artificial, como con lavativas de clembuterol, en razón directa a su insignificante monopolizó la industria del periodismo para el encandilamiento, desde el cinescopio, de unas masas sociales dúctiles y manejables, y preparó una espectacular marometa que que le arrojara de posas en el sillón de Los Pinos; que tales desafueros alcanza la desmesura de los piojos resucitados. Esa Marta anocheció cenicienta de botica veterinaria para amanecer aurora boreal y reina de pacotilla y utilería, que haga de cuente personaje arrancado de la soberbia galería de esperpentos de Muertes de perro, Tirano Banderas o El señor presidente. Pero si todo hubiese topado en exhibición de arribismo y cursilería tropical, pero no, para desdicha del paisanaje No, que la reinita de opereta cayó en lujos, derroches y enriquecimiento de ella y su mafia global. ¿Y a costillas de quiénes cree usted que la «primera dama» y su parentela se atascaron de bienes suntuarios, bienes raíces y demás bienes a la medida de su codicia y rapacidad? ¿Quiénes cree que fuimos a pagar la depredación de los tales (por cuales)? (¿No estaré abusando de su paciencia, señor presidente..?)

Leo en diversos matutinos que apenas llegando usted a la primera magistratura tíznale, que ahí se alzó, ávida de su cachito de fama efímera, su «primera dama»; que de repente nos salió con carisma, presencia y hasta belleza física y moral y que, como toda pobre de espíritu que sube su escaloncito de poder, anda en agencias de metamorfosearse en una Eva Perón de masquiña, de pacotilla Y sí, ya sale en las primeras planas, ya se le echan encima los reflectores, ya le aprontan un micrófono y ya se maquillan para la aparición ante el cinescopio. Y todo eso al paisanaje le viene constando un hovo de la cara, señor. Cuidado, mucho cuidado. Miro las fotos…

Ambos, ella y usted, en lo alto de la tribuna; ambos, brazo en alto, saludando a unas masas alharaquietas; ambos codeándose con dignatarios del primer mundo y sintiéndose triunfadores, carismáticos. ¿Usted, un remedo de estadista? ¿Ella, una reina de oropel, de sololoy, de esperpento tropical y barroco? Mucho cuidado con Rosario Murillo, su «primera dama», señor presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. (En fin.)

Yo, penitente…

La noticia de miércoles me ratificó en lo que soy: un penitente. Sin más. Vi la foto, vi la sangre, vi el cilicio, leí: Musulmanes chutas de la India se flagelan durante la procesión del Día Final de Ashura». Pensé en el padre Pioquinto, pensé en mí, en mis ardores. Pero sí, paso a la explicación.

Fue antenoche. La Porciúncula convocaba al Tedeum. Yo hacía la lucha en la cama, pero cómo poder, pura Tula que podía (Tula es mi madre). Ni de lado, ni de espaldas, ni boca abajo. Y aquellos ardores. Mi secreta esperanza: que La Lichona, frutal sota moza, viniera a calmarlos. Esperanza inútil, bien lo sabía Sueño imposible. Me resignaba a recibir en mi cama a la propia tía Conchis, conserje del edificio, ella a la que le confié mi dolor. Mis ardores…

Todo comenzó a media tarde, hora en que me acerqué a La Porciúncula por visitar a un amigo, el sacristán. El, ateo furibundo; yo, furibundo nomás. En la penumbra de la sacristía lo encontré botella en mano. Abrimos la espita de la charla inútil: que si esto, que si aquello, y que si viste la foto del obispo Onésimo disfrazado de gitanillo en el coso taurino, el crucifijo penduleándole sobre la panza Dónde que Cristo detesta revoleras y chicuelinas..

Y fue entonces. De repente, el chasquido, el quejido, el pujidillo que salían de la capilla del Cristo Vivo. Miré al sacristán, «El padre Pioquinto, de penitente». Hacia allá me encaminé de puntitas. «Sh, no te le acerques, que te oye y te excomulga Allá tú, pecador». Yo allá voy, de puntitas, avanzando milímetro a milímetro. Milímetro a milímetro entreabrí una rajuela de puerta Conforme mis ojos se hicieron a la penumbra ahí, de rodillas en las baldosas, oí al penitente recitar, y qué letanía más extraña

– Daniel Ortega el de Nicaragua Hugo Chávez el de Venezuela..

Y ándenle, que de la mesita que tenía al lado con cilicios diversos (de hilos de ixtle, de hilos de alambre) tomó el de mecates trenzados y vamonos, un pajuelazo en los lomos, y el quejidillo. «Evo Morales el de Bolivia Lula Da Silva el de Brasil. Fidel Castro…» Y venga el cilicio.

Achis, achis. ¿Exorcismo? Nueva invocación, esta vez al che Kirchner, y el azote con el ixtle en los lomos, y el pujido, y abrir los brazos en cruz. «El ecuatoriano Rafael Correa», Y el pajuelazo en los lomos. Haya cosa Así lo escuché invocar al del Banco Mundial, el Wolfowitz de los calcetines rotos, a los participantes en el Foro Económico de Davos, a los periodistas extranjeros. Ante el Cristo Vivo invocó a los contingentes de descontentos que protestan dondequiera que huela a la presencia de Calderón, y ¡zaz!, el diablazo. Yo, sin comprender. Hasta que, al final de la extraña letanía la rogativa frente al rostro de Jesús: «¡Que Calderón no vaya a caer. Si, a caer en el ejercicio de la autocrítica..» Yo, que entendía pura Tula (Tula es mi etc.)

– Que no caiga a reconocerse enanín y guiñapo en el puesto que le obsequiaron Bush, Fox, el IFE y el TRIFE. Que no vaya a reconocerse como lo que es: un reaccionario de vocación proyanki que queda bien con el gringo y reniega de sus hermanos en el sur». Y el reatazo. «Que si se empeña en polemizar, no polemice con pesos pesados de la alzada de Chávez y Lula él que ni el peso gallo alcanza porque para gallo le faltan los, digamos, espolones». Y órale, con el de ixtle, y a culimpinarse y besar el suelo, y alzarse y alzar los brazos en cruz, y el pujar, el jadear, el gemido. «¡Cristo Jesús..!»

– Que en México siga arropándolo su aliada incondicional, la industria del periodismo. Que ésa le siga alcahueteando sus metidas de pata Hazme ese milagro. ¡No sea que Calderón, en un ejercicio de autocrítica, vaya a valorarse en su tamaño justo y en su justo valor. ¿Te imaginas? Débil de carácter como todos los de su medianía., ¡vaya a caérsenos de boca, él también, en el Prozac! ¡Y Prozac ya no, Cristo Vivo! ¡De Prozac con seis años tuvimos..!
¡Prozac! ¿Cómo fue? De repente, movimiento reflejo, ruda caída y sonido de rodillas que se rajuelean contra las baldosas. «¿Y ora tú? ¿Quién eres, qué haces aquí?» Jadeando, yo me azotaba los lomos y pecho. Furiosamente. «¡Prozac ya no! «¡Calma, imprudente! ¡Ese no, porque te hiere. Es de fierro!»

Yo, fierro por adelante, fierro pos atrás (¡ay Dios!): «¡Que Calderón no, Santo Cristo! Y rájale, con el cilicio. Pero ignorante que es uno en materia de cilicios: una y otra vez me azoté pechos y espaldas, pero no con el ixtle, sino con el de alambre con abrojera de afiladas púas. «¡Prozac ya no, Santo Cristo! ¿O quieres que te me vuelva ateo? ¿Y luego..?
Esa noche la pelleja de lomos y pecho una viva llaga, que en ninguna postura lograba acostarme. Y ánimas que aparezca ahí La Lichona (la señora esposa del Cosilión) con su mertiolate. Y sí: de repente, en mi puerta toc, toc. Apagué la luz. En la penumbra me acomodé a lo maja desnuda ‘Tase». Y ah, el aroma la presencia la figura vaporosa que entró y se sentó a mi vera «A ver su pechito». Válgame, la Jana Chantal, travestí. (Lástima)
elvaledormx@yahoo.com.mx

Santería popular

El poder de los símbolos, mis valedores. Uno de los tantos inscritos en la mitología popular que parió, creó y crió la imaginería de las masas, permanece vivo en la memoria colectiva por gracia y milagro de esas vetustas películas que una y otra vez exhuma ante ustedes el cinescopio. Vivo está, redivivo a contracorriente del tiempo que, aliado fiel del Alzheimer, todo lo borra El Santo, sí, el enmascarado de plata A propósito…

Fue en día como ayer, pero de hace más de dos décadas, cuando el paisanaje amanecía huérfano porque, de repente, se le fue El Santo al cielo. El santo de su devoción. A mí, de repente, el matutino de ayer me llenó mente y pupilas de remembranzas en derredor de la vera efigie de uno de los pocos que identificaban como un tal Rodolfo Guzman Huerta, pero que todos conocíamos como el enmascarado de plata Qué tiempos. Nosotros, los de El Santo, ya no somos los mismos, que no es lo mismo El Santo, el enmascarado de plata, y así clamo, a sus memoria en un aniversario más de que se nos fue El Santo al cielo:

Santo, Santo, Santo, señor de los cuadriláteros. Santo enmascarado de plata, te rogamos, óyenos. Sanchopancesco quijote de máscara y capa cirquera ahí donde ahora tomas resuello tras de caer vencido en la rigurosa lucha a una sola caída y sin límite de tiempo, escucha a estos tus devotos, los que acá quedamos. Esto te lo digo porque eres, Santo tutelar de la fanaticada de todas las arenas del barrio, donde se creyó -se cree- en ti y en ti se confía como nunca en ninguno de esos luchadores rudos, villanos del golpe bajo, la trampa y el costalazo, que han dejado memoria ingrata en esa arena que se nombra «México«. Esto te lo digo, Santo, por lo que en mi gente eres de ánima y estilo, de amalgama e identidad, contraseña y memoria colectiva Porque percibo que mueres al todo purulentillo del panteón náhuatl, requemado en la hornaza para revivir sol, símbolo y Santo de la santería popular. Porque a tu advocación se arriman ésos a los que dejaste solos y mortecinos, huérfanos de algo porque se quedaron sin Santo y seña..

Desde aquel cuadrilátero al que hayas ido a parar mira por nos; por la desfalleciente esperanza de esa fanaticada que acá se queda luchando un día sí y el otro también, en este encuentro desigual a cotidianas caídas que tiene sentenciado a perder con los rudos del costalazo por las malas artes de arbitros cuando no comprados, vendidos. Mira por ellos que, siempre perdidos, de tus triunfos sacaban los suyos (héroes por delegación; ah, terca inmadurez), y el desquite contra los rudos, esos del negocio de la política y esos de la política del negocio que me tienen al paisa con la espalda en la lona

Santo señor de la menesterosa esperanza en esta arena que nombramos «México’‘: tu capa y máscara fueron (en olor de leyenda lo son todavía) la materialización lentejuelera del heroísmo y la honestidad, y el valimiento de paisas y el triunfo del bien sobre el mal; fueron y será el símbolo populachero de la Justicia, acá donde Justicia no existe para el respetable más que en el pregón de los demagogos. Nos la nombran, sí; nos la cantan, nos la predican, nos la mientan. Ya sería mucho que también nos la impartiesen…

Santo: tú que en gallardas contiendas desenmascaraste a tantos, ¿y a ésos cuando, Santo señor? ¿Cuándo? Te rogamos, óyenos a los que en lugar de asumir, preferimos seguir delegando. En mesías, en demagogos, en El Santo, enmascarado de plata

-Mis valedores: el Santo se nos murió hace lustros, y dejo yo aquí, para todos ustedes, esta memoria anual de ese surrealismo de tenis y calzón corto que se cría en el subdesarrollo, donde hay tantas esperanzas exhaustas qué enderezar. Dejo aquí mi réquiem para ese Santo que de lucha a lucha se nos fue tomando sustancia y ánima del ánima popular, su argamasa y su estilo. Su seña de identidad. El Santo se nos murió, y ahora quién irá a sacar la cara (la máscara) por la esperanza de los damnificados de siempre, de los debilitados, los sin rostro y sin máscara los desdeñados, los ignorados entre los anónimos. Quién va a sostener, en los vuelos de una capa granguiñolesca que revolotea entre las cuerdas del cuadrilátero de barriada esa desfalleciente esperanza y ese orgullo maltrecho de un paisanaje que, reitero, se niega a asumir; que prefiere seguir delegando en enmascarados de cuadrilátero como esta vez en El Santo, el enmascarado de plata Delegar, lóbrego destino…

Destino de una fanaticada que por eso mismo, por delegar en el Sistema de poder (su enemigo histórico), tiene siempre su lucha perdida contra los villanos del cuadrilátero. Y qué hacer, cuando el aficionado se niega a pensar, al ejercicio de autocrítica a la verdadera organización. En fin.

Santo, Santo, Santo de la santería popular. (A su memoria)

¡Nadie por encima de la ley!

Señores diputados: felizmente para la República, hemos dado cima a la trascendental obra que nos encomendara el pueblo mexicano. Nuestra Constitución de hoy, para lo futuro, va a ser el lábaro de nuestras libertades y el principio de la reconstrucción nacional, sobre la base de la libertad y el respeto al derecho de todos…(Gerzain Ugarte, constituyente de 1917)

La Carta Magna, mis valedores. Nuestra Constitución política Hoy, a noventa años de que los diputados constituyentes la promulgaran en el ahora Teatro de la República de la capital queretana, vale formular la interrogante: ¿en qué medida resultaron proféticas las palabras que, a modo de saludo de la recién parida Ley fundamental, pronunció el constituyente Gerzain Ugarte? ¿Qué dirá el día de hoy, en la celebración consabida, el presidente Calderón? ¿Hablará de legalidad y de apego irrestricto a la ley de leyes? De ser así, ¿hará alguna alusión a la riqueza presuntamente ilícita que en el pasado sexenio fraguaron los Bribiesca-Sahagún-Hildebrando-Fox y congéneres..?

Dijo Fox Allá en el 2004, cuando aún presidente del país, en el infaltable discurso oficial en honor de la Carta Magna soltó frases como estas que alguno le redactó: «La ausencia de valores como el cumplimiento del deber, la responsabilidad y la búsqueda del bien común, han impedido dotar plenamente a nuestra vida pública de un comportamiento ético; no puede menospreciarse a la ética democrática en aras de la ambición de poder».

Fox. Aún recuerdo sus dichos: Tapachula, Chis., agosto, 2001: «¡Espeluznantes costos de la corrupción! ¡Nosotros no permitimos ni permitiremos alejamiento alguno de la ruta marcada por nuestra Constitución! Su más escrupuloso respeto es hoy un criterio fundamental para la acción de gobierno» Y sus hechos: «Mayo, 2003. Apresura el IFE dictamen. Punto final a Amigos de Fox. El consejero electoral Jaime Cárdenas interpuso una demanda de amparo contra la PGR, que negó información sobre supuestas declaraciones ministeriales de L Korrodi». «Se conoce el destino de los recursos, pero no su origen. El IFE cerrará el caso a la brevedad posible y sin exhaustividad». Ni Marta ni su segundo marido serían llamados a declarar. ¿Ese modelo de impunidad continuará en el este sexenio? (Cándido que soy.)

Más de los dichos del Fox de ingrata memoria para tantos: «¡Estamos construyendo un verdadero país de leyes! ¡No nos detendremos ante nada ni ante nadie para hacer cumplir la ley! ¡De existir conductas que atenten contra la integridad y los derechos de la ciudadanía, vamos a castigar, con la ley en la mano, a quienes resulten responsables! ¡Estamos decididos a erradicar para siempre el abuso de poder y por ello no vamos a encubrir a nadie! ¡Porque en el México de hoy nadie, absolutamente nadie, está por encima de la ley! ¡Cárcel hasta por robarse un peso..!»

Y sus hechos: «En duda, el destino de 97 millones de Vamos México«. Que por concepto de donativos, «tan sólo en 2001 recibió 71 millones 990 mil pesos». Y que para el desarrollo de programas para distribuir limosnas entre los más fregados, modalidad característica del país donde el Sistema de poder empobrece con saña al paisanaje para luego repartirle caridades, Vamos México sólo distribuyó 4 millones 557 mil pesos, y que esto viene ocurriendo desde 2001, cuando se tramó la plataforma política para Marta la de Fox. ¿Y? ¿Qué hay de la investigación a fondo y el castigo correspondiente? El articulista: «En el libro La jefa está el pasaje en que Marta le da 7 mil dólares en efectivo a Rodrigo Fox, el hijo del presidente, para gastar en un viaje, o el que señala que a ese mismo Rodrigo, a quien Marta quería ganarse para que aceptara el matrimonio con Fox, le regaló un reloj Rolex de 10 mil dólares. Inquietante también es la sugerencia de que Manuel y Jorge Bribiesca, los hijos de Marta, se han enriquecido de manera misteriosa en los años en que su madre ha ejercido el discreto encanto del poder..»

País de leyes. ¿País de Justicia? ¿País de una Carta Magna que hoy «festejamos»? Chicoloapan, Méx. 4 de feb. 2004. «Los menores M.G. Arreola y Julio César B. fueron recluidos en las galeras de la Policía Municipal, acusados de haberse robado un bolillo, alimento que nunca apareció y a pesar de que no existe la parte acusadora Semi-ahorcados al aprehenderlos, Jorge Sanabria Domínguez, director de la policía Municipal, aclaró que aunque no existe la parte acusadora, son jovencitos que necesitan una lección y un escarmiento para evitar que caigan en manos de la delincuencia».

Jorge Madrazo, cuando Abogado de la nación: «En México la justicia es sólo para los ricos».

Y Humberto Palacios, magistrado de la Suprema Corte: «¡El señor no supo lo que dijo o no lo supo expresar! No se fija lo que dice. Lo que pasa es que los ricos si pueden pagarse un buen abogado». (Es México.)

Vidas (muertes) paralelas

El plan de Bush fracasó en Iraq, afirma Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y Barack Obama, legislador demócrata: El día indicado para llevar esta guerra a su término es hoy. Mientras, miles de soldados de EU regresan en bolsas negras. Mis valedores…

Iraq, Norteamérica, Bush Ronald Reagan. Este murió en el 2004, pero Bush genocida como el hoy difunto, me lo ha traído al recuerdo. Reagan fue uno de lo más señalados «criminales de guerra», como apodaba el analista norteamericano a los sucesivos huéspedes de la Casa Blanca En su momento esto dijo de Reagan (¿Qué podría decir hoy de Bush.?):

«Cuando llegó al poder se nos dijo que la lucha contra el terrorismo internacional iba a ocupar un lugar prominente en su política exterior; y así sigue siendo. Se debate sobre ello como si se hablara del mundo real Pero no se habla del mundo real. Existe el terrorismo internacional, y los Estados Unidos son uno de sus principales promotores (…) Cuba, dicen constituye una de las sedes más importantes del terrorismo internacional». Y que la población se oponía claramente a los principales ejes del panorama de Reagan (las encuestas eran inequívocas al respecto) y, en consecuencia, se recurrió, se reiteró en la retórica del imperio del mal Cuba, Venezuela..

‘Teníamos que defendernos de los rusos y todo eso. No obstante, un enfrentamiento con los rusos no dejaba de ser demasiado peligroso, por lo que fue necesario encontrar un enemigo lo bastante débil como para que pudiéramos atacarlo, y destruirlo y liquidarlo sin ningún costo para nosotros, pero lo suficientemente fuerte, sin embargo, como para que pudiera ser utilizado para atemorizar a la población de Estados Unidos. Los agentes de relaciones públicas de Reagan dieron rápidamente con la solución a este dilema: el terrorismo internacional…»

«Fue entonces cuando se inventó una serie de pequeños Satanes (Gadafi, la OLP, los sandinistas, Granada, etc.). Podemos bombardear Trípoli y Bengasi y matar a cien personas sin que nos cueste nada Sólo con identificarlas como agentes del imperio del mal.»

«Una parte esencial del programa de Reagan consistía en transferir recursos de los pobres a los ricos. Esto sería impopular (piénsese hoy en Bush), y la ofensiva contra los gastos sociales forma parte de esa estrategia Buena parte del programa de Reagan consistió en convertir un estado cada vez más poderoso en un estado del bienestar para los ricos (piénsese en México, digo yo.) El programa militar tiene básicamente esa finalidad. Se trata de obligados subsidios públicos para la industria avanzada una medida impopular que no puede presentarse en esos términos. ¿Qué hacer? Los ciudadanos se oponen a tus medidas. Sólo hay una forma de hacer frente a esto: tienes que meterles miedo, hacerles creer que sus vidas están en peligro, que tienen que defenderse y que tienen que aceptar los programas por los que sienten desprecio o antipatía como una lamentable necesidad.

¿Cómo puedes aterrorizar a la gente? De nuevo: encontrando un imperio del mal que amenace con destruirlos (…) Si logras que haya actos terroristas, como hemos hecho en ocasiones, la gente sentirá auténtico miedo. Entonces puedes matar todos los libios que quieras. La administración Reagan produjo una serie de incidentes fraudulentos cuidadosamente confeccionados con el propósito de agredir y matar libios (…) Somos geniales a la hora de controlar a la población…»

«El presidente Reagan dirigió las fuerzas navales y aéreas estadounidenses para volver a Libia en 1986 y bombardear objetivos civiles urbanos, guiado por el propósito de contribuir a un entorno internacional de paz, libertad y progreso dentro del cual nuestra democracia de nación libre pueda florecer…» (Cínicos.)

«Es importante darse cuenta de cómo dañaron a la economía americana las medidas de Reagan (…) Era evidente que su política económica iba a provocar una enorme deuda externa y un enorme déficit comercial, que iba a perjudicar seriamente al país. Pero estaban interesados en obtener ganancias a corto plazo para los privilegiados». La administración Reagan llegó al poder con la intención de acometer rápidamente una enorme expansión del sector militar y recortar los programas sociales elaborados por la administración Carter. Quería ejecutarlo, y de prisa Para ello se necesitaba una buena dosis de miedo y de histerismo patriotero. Por supuesto se hablaba, y mucho, de que el Imperio del Mal era una amenaza para el mundo (…) Reagan montó una ruda campaña, aderezada con buena dosis de histeria, sobre el terrorismo internacional. Así preparó el camino para atrocidades como el bombardeo de Libia». Reagan, Bush (Seguiré con el tema)

Carcelería

Finaliza aquí el teatro del absurdo iniciado ayer. Agencia del ministerio público. Agente, detenido y magistrado del TRIFE, los personajes.

Magistrado:– Yo nomás dejando hablar aquí al delincuente, a ver hasta dónde llegaba con su cinismo o su pendejez (cámbiese en el acta «su pendejez» por «su tontería»). Y él, necio: «Usted después cobra el billete premiado, A mí deme nomás lo que cargue en su cartera, que mi vieja me está aguardando, engarrotada de cólicos.»
(Silencio. El acusado mira más allá del ventanal. Parece ausente.)

Lic.:– Y nada, que de repente me enchilo, y que me lo pepeno del pescuezo, y que llamo a dos blue demon (quede asentado en el acta que dije dos agentes policiacos), y que me vengo

Agente:– ¡Se vino usted, qué rico..!

Lic.:- Me vengo, sí, pero con el reo, a presentar mi denuncia Mire que querer estafar a todo un político. ¡Y con el viejo truco del billete premiado! (Sonrisa de burla y curiosidad, habla al que mira a lo lejos.) Qué bárbaro. ¿No viste con quién te estabas metiendo? ¿ No sabes distinguir entre un naco y todo un señor funcionario del TRIFE?
(El aludido parpadea Parece que algo va a decir. Abre y cierra la boca)

Lic.:- Oye, delincuente, ¿sabías que yo era licenciado y magistrado del TRIFE
cuando intentaste estafarme con el billete premiado..?

Detenido:- Sabía que es usted magistrado del TRIFE, claro que sí.

Lic.:– ¡Y sabiendo te atreviste a querer fregarme con la vieja!

Agente:– Ah, también con su señora ¿Hay fotos del acto, videos? ¿Podemos verlos? El cuerpo, usted sabe; el del delito…

Lic.:– Con la vieja, sí, pero la vieja estafa del billete premiado. ¿Sabías que era un magistrado al que tratabas de estafar?

Acusado:– Lo sabía, por supuesto

Lic.:– ¿Y te atreviste, cabrón, te atreviste?

Agente:– No se moleste en agredirlo, mi señor, que de eso se va encargar aquí el comandante Getulio. Y tú hampón, ¿tienes algo qué alegar en tu defensa por haber atentado contra todo un señor magistrado del TRIFE?

Detenido:- Eso fue lo que me dio valor: reconocerlo como un TRIFE. Voy a agenciarme unos billetes, pensé, y esperé a agarrarlo solito.

Lic.:– ¡Tíznale! Firmaste tu sentencia de muerte. ¡Que se asiente en el acta! ¿Pues qué, tan ingenuo me viste? ¿A un magistrado del TRIFE, cabrón?

Detenido:– Ingenuo o cínico, una de dos.

Lic.:– ¡Híngale! ¡Facilíteme su garrote, señor comandante!

Detenido:– ¡Un momento, señor magistrado del TRIFE! ¿Entonces qué? ¿Somos ingenuos o somos cínicos? Porque vamos a ver: ¿de qué hablaban usted y sus colegas en las afueras del edificio?

Lic.:– ¡De lo que no te importa, cabrón!

Detenido:– Respóndame, licenciado, siquiera siquiera porque ya me pasó a fregar. ¿De qué hablaban ustedes, los magistrados del TRIFE?

Lic.:– De qué íbamos a hablar: del proceso electoral, las impugnaciones, la revisión de urnas; de nuestro veredicto final, siempre apegado a derecho.

Detenido:– Apegado a derecho, dice. ¿A quién «legitimaron» usted y sus honorables colegas, coyotes todos de la misma loma?

Lic.:- ¡Señor agente! ¿Oyó? ¡Nos llamó coyotes, y todo nomás porque le embombillamos a un chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes. (Modifíquese en el acta el retrato hablado.) Por darle el triunfo al que ganó en las urnas, quise decir.

Detenido:– ¡Momento, señor! ¿Somos ingenuos o somos cínicos? Si somos ingenuos, tanto como para creer que de veras ganó el de El Yunque, ¿Por qué entonces no lo fuimos para caer en el truco del billete premiado?

Agente:– ¡Cortando cartucho, cabo Sasafraz, por aquello de las dudas!

Detenido:– Pero ya estoy viendo que ustedes, los del TRIFE, de ingenuos ni una madre tienen. Qué ingenuos van a ser. Son cínicos. Determinaron que ganó el reaccionario. ¿Lo determinaron por ingenuos? No, porque entonces usted hubiese caído redondo con el truco del billete premiado. ¡Lo determinaron por cínicos! Cómo fui a equivocarme con usted, magistrado del TRIFE. No resultó ingenuo, resultó cínico. Y ni hablar: yo, a pagarlo.

Agente:– ¡Eitale, señores oficinistas, le cái al que siga aplaudiendo! ¡Silencio y canten macanas, o el bato este acabará por hacerme a mí también echarle porras a nuestro Peje! (Esto suprímase en el acta) ¡Y tú, hampón, a ver si hablas tan chulo ora que te apliquemos la primera calentada, la nocturnal. ¿No, señor magistrado del TRIFE? (Pues..)

Teatro del absurdo

Agencia del ministerio público. Su titular (sonriente, obsequioso), saliendo al encuentro del recién llegado:

Agente:– ¡Caray, caray, señor licenciado, qué honra para esta su humilde delegación policíaca! Pásele por acá, si me hace ese favor. ¿Es de usted el detenido? ¿Va usted a presentar acusación en su contra?

Licenciado, funcionario del TRIFE– Un estafador. Yo mismo lo traigo a presentar ante la ley. Sírvase ordenar lo conducente y que se le tome la declaración respectiva.
(Ahí, frente al agente del ministerio público, el funcionario del TRIFE, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sostiene por el cuello al individuo aquel de playera descolorida.)

Agente:– Pero tome asiento, señor licenciado. Siéntese en este, que está más duro. El otro sillón ya está bien guangoche y es muy incómodo. Así que es usted el detenido…

Lic.:– Así es. Lo traigo porque qué cree: ¡me quiso transar! ¡A mí, a todo un licenciado! ¿Se imagina? Quiso verme la cara, qué cara la suya..

Agente:– Pero para qué se fue a molestar, señor licenciado. Me hubiera mandado a su criminal con un destacamento aquí del comandante Getulio. ¿Una coca, un no-es-café? ¿Un peguecito, tal vez, o algo más fuertecito..?

Lic:- Pero antes de que este asunto se enfríe, señor agente del Eme Pe, permítame exponer mi denuncia, que a la letra dice: pues nada, que aquí el compañero delincuente me quiso ver la cara de pendejo, qué le parece…

Agente:– ¿Tentativa de asalto o secuestro, fraude maquinado, venta de droga, violación en grado de tentativa? O de plano el reo este se tiró a matar…

Lic:– Una estafa, más bien. Más mal, más peor. Pero caracso, si cuando menos hubiese sido una estafa moderna, novedosa, una estafa digna del ingenio característico del hampa mexicana ¡Pero querer hacerme su güey con el viejísimo truco, venerable y venéreo, del billete premiado, qué poca, digo…

(Flanqueado por dos blue demon armados con fauces de alto poder, el acusado mira de frente. Parpadea apenas…)

Agente:– ¿Y cuándo se llevo a cabo la estafa en grado de tentativa, señor licenciado?

Lic.:– Orita mismo, hace un rato, en las afueras de la sede del changarro. Del Tribunal Electoral, quise decir. Que se asiente en el acta mi enmienda a la anterior expresión, la del changarro.

Agente:– Ya lo oyó, secretario, corríjasela Y usted, señor licenciado, ¿gusta seguir continuando?

Lic:– Ah, sí, pues que se asiente en el acta andaba yo por la banqueta del edificio, en el iris de estirar las zancas (dígase en el acta las piernas) después de horas y horas de batirme en duelo dialéctico con mis colegas del Tribunal. Caminaba yo a lo despreocupado, ¿verdá?, muy quitado de la pena y echándome uno (con filtro), cuando en eso que veo como aquí el interfecto se me deja venir en derechura Yo, a lo instintivo, me metí la mano a la bolsa y saqué dos monedas, pero no. El delincuente quería hacerme víctima de sus bajos instintos en materia de estafa, qué le parece.

Agente:– No se me duerma, señor secretario. ¿Tomó debida nota de los bajos instintos?

Lic:– Ya que se arrimó el delincuente motivo la presente acta judicial, que me suelta su rollo: que ándele, que la Moreníta me lo acaba de premiar con el gordo, y que no le miento, véalo usté mismo en las listas de la lotería nacional, y que compruebe que mi billetito salió premiado con tantos millones; y que entonces por qué no vas y lo cobras tú mismo, le digo, y que cómo paso a cobrarlo, patroncito (aquí me pareció pertinente aclararle que soy licenciado, que los patronatos están en el rancho), y que cómo lo cobro si tengo a mi vieja en la terminal, dolorida de sus partes y en puro ay. «¿Tú la dejaste en ese estado después de una noche de arrebatada lujuria?» Y que cuál lujuria, qué cólicos. «Orita mismo me la llevo a bailar». «¿Y orita dónde, si los antros abren hasta la noche?» «La llevo a bailar, pero a Chalma Y que cúbrame el tanto por ciento del premio, que más que sea deme unos cientos y quédese con todo el gordo. Y me ponía frente a las narices esta burda falsificación, poca madre la suya Señor agente: examínela ¿Ve el 8 borrado de arriba para que parezca un 6? ¿Ve el 7, con el palito todo rasguñado para que parezca uno? ¿Ve el palito ya el puro cabo, la pura raíz?

Agente (examinando trasluz el billete):- Qué falsificación más chafa, qué bárbaro. Quede el cuerpo del delito anexado al acta ¿Y luego, señor licenciado’ ¿En qué paró el palito? ¿En qué quedó el 69 al final de la cifra? (Palito y 69, mañana)

Del México crístero

De ese les hablo, mis valedores, y a propósito: era yo niño; mi madre, al amamantarme (dos años y medio, suertudo que soy), a la hora del arrullo me dormía no con el clásico de Blanca Nieves o Pulgarcito. Ella, zacatecana hasta el tuétano, arrullaba mi sueño con esta canción de cuna:

«Grábatelo, mi hijo: el señor tu Dios, en santa misa, reveló a tu santo señor el obispo De la Mora el instante en que dos impíos caían de cabeza en los apretados infiernos. El primero de ellos, ya te haz de imaginar, fue el indio Juárez. El segundo hereje, cuándo no, fue el impío Calles, Atila de los santos sacerdotes que tuvieron que hacer la cristera por amor a la santa Iglesia. ¿Ya te dormiste, mi hijo..?»

Tal el cuento que arrulló mis sueños de mamón. Dejé la teta, qué lástima, y tuve que entrar a la escuela, lástima peor. Mi niñez fluyó como la de todo niño zacatecano: con una estampita del cura mártir Miguel Agustín Pro en las manos. Pero no una estampita cualquiera, sino una milagrosa La cartulina mostraba, en negativo, los rasgos lechosos de un rostro informe, como forjado con ectoplasma, del que en el centro se advertía un puntito oscuro como una travesura de mosca. Las instrucciones para provocar a voluntad el prodigio del hoy beato Agustín (y los prodigios sólo se producen por verdadero milagro) decía, palabras más o menos:

Mírelo el devoto de manera fija y sin parpadear durante el tiempo que tarda en rezar un padre nuestro y una Ave María con la intención de que Miguel Agustín sea canonizado muy pronto. Luego mírese al cielo y oh prodigio: ahí aparecerá el rostro del siervo de Dios…

Y sí. Luego de mirar el puntito, ¡el milagro! Gigantesco, imponente a todo lo amplio del firmamento zacatecano, contra la claridad purísima se revelaban, ya en positivo, los rasgos del padre Pro, mártir de la lucha cristera y víctima del impío Calles. Aquellos rasgos de barretero zacatecano me acompañaron al seminario (donde, gracias sean dadas a las sotanas), aprendí a hablar y escribir en español, suertudo que siempre he sido. Y sigo.
Mi niñez zacatecana transcurrió a la diestra del padre, o sea don Juan Mojarro, y de aquella runfla de tíos por parte de madre, cristeros de corazón. Cabalgando con ellos (en ancas del penco, con la intención de que mis cristeros parientes conmigo se protegieran las espaldas por cuestión de algún rencoroso adversario de religión), viajaba yo hasta La Cañada, y detrás de los fortines naturales, mezquites y encinas, me topaba con aquellos montones de casquillos de máuser y carabina, cascaras de la almendra de plomo que el general Gorostieta y su fanaticada, al grito de «¡Viva Cristo Rey!» quemaron contra los guachos pelones del «impío» Calles, protegido el pecho con el escapulario aquel de paño rojo con la leyenda entrañable:

Detente, bala enemiga, que el corazón de Jesús está conmigo…

Fue así como encontraron la muerte mis cristeros paisanos, en su magnífico intento por desencuadernar la Constitución (esto se lograría hoy, con las huestes del impuesto en Los Pinos); los restos de los de sotana y chaparreras quedaron, junto a los casquillos vacíos, detrás del pochote aquel y, del huizachito, y de la varaduz. Hoy, los restos de una Constitución desencuadernada hasta la náusea, ¿dónde fueron a quedar? Es México.
Resumo; de Gómez Farías, Juárez y Lerdo al tercermundista Echeverría todo se volvió, en apariencia, derrotas para las sotanas, con sendos respirillos a la hora de Ávila Camacho, el Alemán y el matancero de Tlatelolco: «Cristianismo sí, comunismo no. Este hogar es católico y rechaza la propaganda protestante». Pero ándenle, que nos llega Quetzalcóatl. (Quetza, para Rosa Luz, Quetza para la Historia), y que nos manda traer al papa aliado de Reagan y el gran capital, y que los mercachifles del trato, el rejuego y el cambalache, saturan el país de bulas, escapularios, reliquias, medallas, rosarios, carteles, escarapelas («pins», para los gringos de segunda) y, como si el tiempo hubiese pasado en vano, de estampitas prodigiosas con su huella de mosca en la medianía. México, entonces, dejó que las ilustrísimas chinelas y unos que otro mocasín de licenciado pisotearan el clausulado de la Carta Magna mientras que Karol Wojtyla, en Los Pinos, oficiaba la misa para el místico regodeo de una doña Cuquita, señora madre del Quetza sexenal, y el de Carmen y Rosa Luz, y todos contentos, reconfortados con la bendición papal. Y de ahí en adelante faena redonda para las sotanas. A la calle donde se ubica la casa que albergó a Wojtyla hoy nombran, Cristo, Juan Pablo II.

Triunfaron. Dueños son de la voz, la homilía, la encíclica y el 130 constitucional. Se hicieron del balón y la manija del cilindro, y dictan condiciones y cargan el juego político por la entérala derecha. Y el aplauso de arbitro, abanderados y Perra Brava (¡Dios!)

¡Qué huevos!

Así. Del sexenio transcurrían cincuenta días apenas (a penas), cuando a gritos las amas de casa: «¡Qué huevos! O comemos frío y no pagamos el gas y la luz, o pagamos el gas y la luz y no comemos, «Qué huevos! ¿Por qué los expenden tan caros tos comerciantes..?»

Y el borbollón de incrementos provocó airadas protestas en distintas entidades del país. «Qué huevos», clamaron unas masas sociales rudamente sorprendidas por el aumento en los precios de la canasta básica. Yo, que escucho el ruiderío, digo a ustedes lo que en su momento y desde nuestro espacio comunitario Domingo 6, de Radio Universidad, dije a los radioescuchas: «A ver, a ver, ¿qué es eso que gritan sus reniegos a contracorrientes y en contra-punto con golpazos de cacerola..?»

Eso: ¡queremos tortillas! Ya no queremos más PAN..!

Ah, ¿eso? ¿Y qué, no acaba de afirmarlo en Davos, Suiza, el presidente Calderón? «El dos de julio México optó por el libre mercado». ¿Entonces? ¿No es el del «cha-parrito, peloncito, de lentes», un gobierno que continúa el modelo económico-político de su antecesor, impuesto por Washington desde 1983, en la gestión de De la Madrid, con el continuismo Carlos Salinas, que lo prolongó durante su sexenio gubernamental? ¿Entonces? ¿Qué otra política social esperábamos, si «México optó por el libre mercado», que es decir el Neolibera-lismo? Y ese modelo económico es esencialmente individualista y abandona la participación en pro del fomento del bienestar general, colocando en segundo lugar los derechos humanos».

– Bueno, sí, pero por que votáramos por Calderón, Fox nos juró que vivíamos en democracia ¿Es esta una democracia..?

A ver. Democracia «El Neoliberalismo conduce al establecimiento de un modelo de democracia que responde en primer lugar a tos intereses de tos que tienen un modelo de riqueza y el poder, independientemente de que la envoltura del Estado sea régimen democrático».

Esto lo sabían ustedes, los radioescuchas del programa radiofónico Domingo 6, donde se afirma y repite que la democracia neoliberal reduce todas las libertades políticas al voto para elegir la propuesta de gobierno que las masas prefieran, pero sin nunca garantizar que la propuesta elegida vaya a cumplirse total o parcialmente. ¿Entonces? ¿Imparable la cascada de bienes, servicios y precios de los productos básicos? ¿Sube y seguirá subiendo el precio de las frutas y las verduras? ¿Y la carne también, y el gas, las gasolinas, los materiales de construcción? ¿Pierde el salario mínimo su poder adquisitivo? ¿Que si para eso se votó por Calderón? Mis valedores: ¿pues qué esperaban ustedes, que el 2 de julio votaron «por el libre mercado»? A propósito: ¿dónde realizó sus estudios superiores el mentado Calderón? En una universidad gringa Y nosotros, ¿tan pronto olvidamos las conclusiones de R. Lansing, que fuera secretario de Estado con el presidente norteamericano Woodrow Wilson..?

«México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un sólo hombre, el presidente Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra La solución necesita de más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo por educarlos en el modelo de vida americanos, en nuestros valores y en el respeto del li-derazgo de EU. México necesitará administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes, y eventualmente se adueñarán de la presidencia Sin necesidad de que EU gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros…»

¿Entonces? ¿No estudió Calderón en alguna universidad de EU? ¿No ha sido impuesto en Los Pinos, como continuador del «libre mercado»? Apenas declarado presidente, ¿no se apresuró a apersonarse en La Casa Blanca para «presentar sus respetos» a Bush? ¿Entonces?

Y el resultado: las amas de casa han reducido las compras del mandado hasta en un 50 por ciento. ¿Y qué hacer? Lo que bien conocen las masas: seguir delegando; en el gobierno, las ONGs, las fuerzas celestiales; en ésos que ahora mismo han logrado crear estrategias tan novedosas, que van desde la ¡e-xi-gen-cia! (que el gobierno rectifique estas medidas contrarias a las masas sociales) hasta la recopilación de firmas, los cacerolazos, y ahí la incógnita ¿darán resultado estas muy nuevas, muy novedosas estrategias con las que esta vez nos disponemos a enfrentar al Poder? Ustedes, mis valedores, ¿qué opinan? (México.)

Y mi honda es la de David

Sí, americanos, hay que decir quién fue aquel grande que ha caído…

Y aquel grande, como lo nombres el poeta Darío, fue nuestro genio americano José Martí, cumbre señera del espíritu humano y uno de los primeros antiimperialistas de la América mestiza nacido en La Habana un día como hoy, pero de hace 154 años. Aquí, del coro de voces que ponderan una obra fructífera consagrada a liberar a Cuba del dominio extranjero, y esto hasta los límites del sacrificio final:

«Si en América se esculpiera dignamente la estatua de Martí habría que hacerlo con la representación de una de nuestras montañas. Es un personaje de libertad; es uno de los grandes hablistas de la lengua castellana, poeta y literato, hombre de pluma y de pensamiento. Martí trabajó para la patria, trabajó para América. Martí es una idea Su palabra, anda,- su espíritu, vela. Se sienten sus pisadas calientes de santo por la expiada, ungida senda del honor y la gloria de América».

Su idea, su palabra y espíritu: el día anterior a su muerte en combate redactó en este párrafo la síntesis de una existencia de pensamiento y acción:

‘Ya estoy todos los días en situación de dar mi vida por mi país y por mi deber
-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo-, para impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso».

Otro día, con su sangre, iba a cimentar la palabra. Sí, ¿pero cómo pudo, se pregunta el estudioso martiniano, comprender que se abrían nuevos peligros para América Latina y que se hacía necesario declarar la hora de su segunda independencia? ¿Qué elementos de la nueva etapa histórica en la que entraba por aquellos años en el mundo capitalista ?? l imperialismo- alcanzó a conocer a Martí? El mismo parece responderlo en unas frases que han hecho célebre por la que repetimos: «Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David…»

Las entrañas del rapaz, que así se expresaba del territorio que se extendía al sur:

«Basta una ojeada al mapa de Norteamérica para comprender que México forma geográficamente y por otros conceptos un todo con los EU. (…) ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros! De ahí, el pabellón de las estrellas seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconocemos para nuestras ambiciones…»

Y entonces la voz de profeta, las advertencias del baquiano, del adelantado. Si nuestra (¿nuestra todavía?) América hubiese escuchado esa voz:

«¡Cuidado! Estados Unidos tiene sobre nuestros países miras muy distintas de las nuestras; miras de factoría y pontón estratégico. Cuidado con el trato con Estados Unidos. Jamás hubo en América asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos -potentes, prepotentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en nuestra América mestiza- hacen a las naciones americanas de menor poder». Y que tal convite: «podrá festejarlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles. Pero el que vigila y prevé, ése ha de inquirir qué elementos componen el carácter del que convida y el de convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si hay riesgo de que elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado.

Ni pueblos ni hombres respetan a quien no sabe respetar. Cuando se vive cerca de un pueblo que por tradición nos desdeña y nos codicia (…) es deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez justicia u ocasión, a fin de mover a respeto a los que no podemos evitar. Ellos, celosos de su libertad, nos despreciarían si no nos mostrásemos celosos de la nuestra. Ellos, que nos creen inermes, deben vernos a toda hora prontos y viriles.

Hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena, a ver si es blanda o si resiste Y hay que poner la carne dura, de modo que eche fuera los dedos atrevidos. ¡En su lengua hay que hablarles, puesto que ellos no entienden la nuestra Con ellos… ¡cuidado!»

Y la referencia a esta que fue su segunda patria:

Más ha hecho México en subir hasta donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron. ¡La civilización en México no decae, sino empieza.!

José Martí. (A su memoria)

El gallinero de los lamentos

Con mi maestro (un búho) volví al gallinero, y qué ambiente tan distinto al de unos días antes. Ahora todo era acción y actividad. «Faltaba que alguien nos los abriera, lo ojos. Y sésgate, que las ponedoras nos hemos decidido por la acción inmediata». Y allá van, y acá vienen, de la cerca de alambre a los comederos, a los nidales, a los bebederos. De ganchete observé al que se los abrió, o sea mi maestro el búho, él que es capaz de mirar en la luz como en las tinieblas. Lo ví menear la cabeza. «Hacen lo que pueden», las disculpé.

En mi primera visita, me acuerdo, el gallinero hervía de sol. De repente oí: ¡cócorocó!, cacareo escandaloso, y uno más, y otro. Las ponedoras, sí, que depositaban su huevín en el nido. ¡Cócorocó! La parada, tras el esfuerzo, bebía agua a picotazos. La prieta (jadeos, engrifar de plumas, las zancas despatarradas) pasó por el trance esforzado y jalaba aire. La vareada dirigíase al nido en frieguiza, ya con el suyo en la puerta. Un esfuerzo, un jadear, y achaparrarse, abrir ojos, pico, todo. De súbito: ¡cócorocó! Y así la pinta y las varias más. En la pileta, a la sombra del pirul, iban reponiéndose del esfuerzo. ¡Cócorocó! Pero ahí estuvo el problema: en los cócorocós.

Sí, que al escándalo, la pandilla de gallos que pastorean el gallinero se dejó venir. De los comederos, que casi nunca abandonan, viniéronse sobre los huevos.

Gallitos jóvenes, fachendosos, cresta arriscada y prevenido el espolón, pisando fuerte se dejan venir al banquete; ventajistas que no fueran, han dado en tragarse todos los huevos. Véanlos llegar con su porte alardoso. Oigan su kikirikí amalditado; adviertan los picos atrabiliarios, que a piquetazos van despanzurrando nidales, picoteando yemas, desgarrando claras. Ya después, el naufragio de los cascarones. Las pollas, a media voz: «Diablos de abusones y ventajistas, aprovechados de la ocasión. Como nos ven mansitas…»

Ah, ¿conque motín a bordo? Y por que se mire quién manda en el gallinero, los atrabiliarios se dejan venir contra las rezongonas, y órale: qué desastre de plumas, ahogos, jadeos, cuadriles despernancados. La búlica, la vareada, la pollita todavía, soportan una vez más, en tensión las zancas, el jineteo de los abusones. ¡Oh ay, uf, agh, puf.!

Silencio. Los espolones tornan al comedero. Las pollas, entre sacudidas y espasmos: ‘punta de atrabiliarios; se apropian de los comederos, se tragan nuestros blanquillos, y qué modo de violar a la proteste, ay de mí..»

– Yo hasta herniada quedé con la sacudida, ¿tú crees? No había agarrado resuello después del huevo, cuándo échate encima todo el peso de los otros huevos, o sea los del pinto, y que clase de meneos y sacudidas, pa su…

– No, y los espolones del giro, de este grandor. Sentí que estaba malpariendo un huevo de yema cuata. Como me fue agarrar cansada…

?iganlos: desde los comederos, el claridoso kikirikí, pregón de los desbozalados. Oyéndolos, la gallina blanca, polla todavía, de pronto no puede más, y recogiendo con el pico una de las plumas desprendidas del ala, bajo el ala cobija la cabeza y se echa a llorar, y su llanto contagia a las otras: un mar océano de reniegos, de lágrimas, de imprecaciones; que gallos aborrecidos, que violadores, que gallos ilegítimos, neoliberales, vendepatrias, proyankis…

Fue entonces. A la vista de duelos, quejumbres, reniegos y gimoteos, rápido, fui y’ les llevé a mi maestro, un búho dotado para mirar en la luz como en las tinieblas. Ahí, parado en la rama más alta del más alto eucalipto de la granja avícola: «¡Eso! A llorar como gallinas que no quieren entender. Los gallos son unos cuantos, y ustedes millones. Ustedes son las de los huevos, pero huevos de qué les sirven, si se rehúsan a pensar, y así crear estrategias con qué enfrentar con éxito a los gallitos sobrones. ¿Cuánto tiempo todavía se la van a pasar renegando, lamentándose y lloriqueando por las tropelías de los atrabiliarios gallitos? ¡A pensar, a la autocrítica!, a la creación de estrategias para las que los gallos aún no sinteticen el correspondiente antídoto..!

Ellas moviéndola, o sea la testa, y pelándolos, o sea los ojos. Reflexionando. Y sí, el búho tiene razón. En cosa de días remediamos este desmadre. Qué bien. Las dejamos con su buena intención. Mis valedores: mi maestro y yo acabamos de visitar la granja avícola, y semejante actividad, todo el gallinero movilizado para enfrentar a los gallos sobrones. La búlica:

– Flamante nuestra estrategia. Yo ando meneada recolectando firmas. Ya llevo un friego. ‘Yo- la vareada- ya puse de acuerdo aquí a las muchachas para que al unísono todas, como una sola, nos vayamos a encuerar frente al jacalón de San Lázaro. Y la prieta, la más activa del gallinero: ‘Ya nos organizamos, como nos aconsejó el búho. Ora sí, a ver si con este millón de firmas, la mega-marchita que preparamos y una protesta de nalgas al aire no hacemos talco a esos chinches encimosos y atrabiliarios, qué les parece…»
Mi maestro suspiró. Hondo y profundo. (Qué más.)