Indestructible…

Benito Juárez engañó a los indígenas expropiándoles sus tierras, pero no sólo eso: yo considero que la personalidad del Benemérito de las Américas ha sido sobrevalorado por el sistema político mexicano. Sugiero la necesidad de un redimensionamiento de su verdadero papel histórico.

Tal aconsejaba en 1997 S. Abascal Carranza, militante de Acción Nacional respecto a la figura histórica de Benito Juárez. Y a propósito, mis valedores: que la memoria histórica no se nos muera del todo, porque al extraviar el pasado extraviamos, al propio tiempo, nuestro presente, cuanto más el porvenir. No olvidar que fue un día como hoy, pero de hace 199 años, cuando nació en la población de Guelatao el oaxaqueño que con el tiempo iba a ser testigo y actor principalísimo de una de las épocas más conflictivas, de las más decisivas en la historia de nuestro país. El benemérito.

Veintiuno de marzo de 1808-18 de julio de 1872. En estas dos fechas cabe toda su vida. Y no más. Sesenta y cuatro años fue el tiempo de vida de don Benito Juárez; pero que marcaron señas, rumbos, y derroteros en la historia del país, una historia de claroscuros: de lucha contra «soberanos» de pacotilla y de extrema crueldad para con los vencidos, y así unas luminosas Leyes de Reforma como también un Tratado McLane-Ocampo que, en apariencia, y sólo en apariencia (consulten la Historia), cedía parte del país a los Estados Unidos. De los males, el menor: Juárez y sus liberales instrumentaron el McLane-Ocampo para evitar que el gringo se quedase con Baja Califomiana, Chihuahua y varios otros estados del norte de nuestro país, desgracia nacional que evitaron ayudados de una circunstancia para nosotros afortunada: en guerra civil del norte contra el sur del país vecino, los yankis maniobraron para evitar que el sur se fortaleciese con el territorio mexicano. Qué bien, por más que lo estipulaba el propio Benito Juárez:

Todo lo que México no haga por si mismo para ser libre, no debe esperar ni conviene que espere que otros Gobiernos u otras naciones hagan por él. Auxilios negativos son los únicos que puede darnos Estados Unidos, como el que nos fusile por la espalda…

Y hablando de fusilamientos por la espalda: fue en abril de 1997. Legisladores del PRI, PRD y PT en la Cámara de Diputados condenaron y rechazaron las declaraciones del panista Noé Aguilar Tinajero, en las que besando la cruz juraba que Benito Juárez traicionó a México. Las tres fracciones advirtieron que no permitirán expresiones que pretendan dañar la imagen y el legado histórico del Benemérito. Lo afirmó el diputado oaxaqueño José Antonio Hernández Fraguas:

«Es criticable la postura del panista, que pretende desprestigiar a Juárez como pretexto para cambiar la nomenclatura de varias calles en el Edo. de México«. Y el diputado priísta José Carmen Soto Correa: Aguilar Tinajero es acólito del partido del campanario». Fueron priístas los que años atrás:

«¡Compañeros! ¡Don Alfonso Martínez Domínguez es el Benito Juárez de los burócratas! ¡Don Alfonso, como el Benemérito, surgió de la humildad! ¡Don Alfonso es nuestro Benito Juárez, el benemérito de los burócratas!»

Lo escribía Santiago F. Fuentes: ‘Los libros de historia se han convertido en los mejores aliados de los políticos mexicanos a la hora de explicar o justificar sus acciones. Santiago Oñate, Secretario de Trabajo, orador del PRI en la ceremonia juarista, aprovechó ayer el 189 aniversario del nacimiento del benemérito para, en un forzado paralelismo, comparar a Juárez con el presidente Zedillo: «Bien sabía Dn. Benito Juárez de los riesgos de la suspensión de pagos. Fidelidad a lo pactado en el exterior (…) El sacrificio del pueblo mexicano, necesario para salir de la crisis. No es permisible postergar el desarrollo en la justicia de millones, a cambio de transitorios alivios. Lo sabía el Presidente Juárez. Lo sabe el Presidente Zedillo…»

Dn. Benito frente al gobierno (neo)panista: ‘Cd. Camargo, Chih. «Una grave tensión política se suscitó el 12 de julio (de hace unos años), cuando la alcaldía panista realizó la demolición de una estatua de Dn. Benito Juárez para poner en su lugar la del fallecido panista Carlos Chavira..

Aguascalientes, Ags., marzo de 1997. El alcalde panista de esta ciudad, Alfredo Reyes Velázquez, decidió entrar en la posteridad e impuso su nombre a una calle que antes se llamó Benito Juárez. La vía pública que rendía tributo a Juárez tiene ahora una placa con el nombre del alcalde». El regidor Miguel Juárez. «No se conformó con nada más registrar su nombre para en la posteridad, sino que también puso el de los panistas Manuel Gómez Morín, Miguel Ángel Mérida y Efraín González, a calles de la misma colonia San Francisco».
«No se me oculta ni trataré de disimularlo: la situación actual es complicada, difícil y tal vez peligrosa». Benito Juárez. (A su memoria.)

Asombro e indignación

Aquí sigue el ejercicio masoquista que a la vista de una Merida sitiada por tropas norteamericanas realicé con la somera recopilación de agravios que en la historia común ha perpetrado el Imperio contra su «traspatio» del sur. Lo afirmaba en 1922 The New York American:

«La salvación del pueblo de México sólo podrá realizarse por una intervención decisiva, poderosa, armada, de EU«. Intervención con que en 1848 le iba a arrebatar la mitad del territorio, para que en 66 años más tarde perpetrase la invasión armada al puerto de Veracruz, que costó tanta sangre nativa. ¿El pretexto para la invasión? En el XIX, proteger los intereses de las compañías gringas y a los propios nacionales de un tirano feroz, un Pres. Paredes que, para el invasor, era el Saddam Hussein de por aquel entonces. Por cuanto al pretexto que esgrimió el Presidente Wilson para venir y entrar a sacrificar patriotas en Veracruz: que Carranza no le haya permitido investigar el fusilamiento de W.S. Benton, ciudadano inglés. La secuencia histórica:

«Chihuahua, Chi. 21 de feb. 1914. Sr. Presidente Venustiano Carranza; inglés William S. Benton trató de asesinarme en Cd. Juárez. Pude desarmarlo y lo entregué a un consejo de guerra, que lo condenó a muerte. Respetuosamente, Gral. Francisco Villa».

»Washington, 28 de feb. 1914. Sr. Carranza: mi gobierno exige pronta averiguación. De otra suerte se complicará gravemente la situación y obligará a este gobierno a tomar medidas sumamente serias. Estamos seguros de que usted obrará inmediatamente. W. H. Bryan, Secretario de Estado».

Opina la prensa de EU: «Carranza desafia la Doctrina Monroe y abofetea al presidente Wilson en pleno rostro, porque al negar el permiso a nuestro Departamento de estado para investigar el asesinato de Benson, Carranza no hace otra cosa que dar un bofetón en pleno rostro al presidente «Wilson. Ninguna de las más grandes potencias europeas ha hecho jamás lo que hace ahora el Jefe de los mexicanos que están fuera de la ley. Carranza no es un indio ignorante, iletrado, matón, como Villa, que durante toda su carrera ha sido un ladrón y un matoide como bestia salvaje. ¡Pero Carranza! Educado en la escuela gubernamental, entrenado en el servicio oficial, experimentado en asuntos americanos, versado en la relaciones internacionales, sabe exactamente lo que quiere decir cuando lo dice al Sr. Wilson que en México no son los Estados unidos sino la Gran Bretaña misma la que debe ocuparse de la suerte de los ingleses, cuando se les asesina.

Carranza sabe que al rehusar de manera insultante los esfuerzos indulgentes de Mr. Wilson para salvar al grupo de bandidos de la venganza directa, repudia y desafia la Doctrina Monroe. En el presente, según dicha doctrina, no les permitimos intervenir a las potencias europeas en los asuntos internacionales de cualquier soberanía americana, ya sea en plena paz, orden y justicia, o en el mayor caos. Así, nos obligamos nosotros solemnemente a hacer por Europa lo que nosotros mismos hemos resuelto que Europa no debe hacer aquí. Esta es la Doctrina Monroe, para la Gran Bretaña y para Europa«.

Washington, 15 de abril, 1914. El Presidente Wilson recibe a diputados y miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara y los entera de su decisión de invadir Veracruz a causa de que sus autoridades se niegan a saludar la bandera de las barras y las estrellas».

Ante esta situación de grave emergencia, el Senador por Chilton, Virginia Occidental, así se expresaba: «¡Yo obligaría a ésos a saludar la bandera asi tuviese que volar toda la ciudad!» El Senador W.Borah: «¡Yo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada! Este es el venturoso principio de la marcha de Estadios Unidos hasta el Canal de Panamá«.

Y fue entonces: la denominada Expedición Punitiva se internó en la frontera norte de nuestro país. El siguiente es el texto de cierto telegrama firmado por John J. Pershing, comandante de las fuerzas estadounidenses que tomaron parte en dicha expedición: «Sr. Jacinto B. Trevino: Usaré de mi criterio por lo que concierne a cuándo y en qué dirección del territorio mexicano deba mover mis tropas para perseguir bandidos o para obtener información tocante a bandidos. Si dentro de esta circunstancia tropas mexicanas atacan a mis columnas, la responsabilidad, con sus consecuencias, recaerá sobre el gobierno mexicano».

Y fue así como el 21 de abril de 1914, a las 11:20 de la mañana, soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Prairé y tomaban tierra en el muelle Porfirio Díaz. La fuerza yanqui marchó contra la ciudad. Se iniciaba la invasión de territorio mexicano por tropas gringas. Y así hasta hoy, con Merida sitiada. Es México. (Mi país.)

Me dio vergüenza ajena…

Tal iba a decir, pero no, que es vergüenza propia. Porque, mis valedores, todo lo bueno y todo lo malo que le ocurre a nuestro país es responsabilidad mía y de todos ustedes, y responsabilidad nuestra han sido la soberanía lastimada, el atropello a las garantías individuales y derechos humanos y las vejaciones de que nos hicieron víctimas las fuerzas extranjeras que vinieron a humillar la conciencia colectiva e imponer sus redaños de invasores ante la anuencia servil de una presidencia mexicana de malvavisco.

El imperio. Leí las noticias procedentes de un Mérida sitiada por fuerzas del norte cuyas órdenes eran acatadas por militares del país, y con el ánimo fruncido me puse a redactar, ejercicio de masoquismo, el presente y muy somero recuento de las tropelías que México ha padecido por parte de su vecino imperial desde el XIX, cuando el susodicho vecino inició la devastación de su «patio trasero» y socio comercial. En primer término, lo que en 1908 afirmaba The Times:

«Basta una ojeada al mapa de la América del norte para comprender que México forma parte geográficamente y por otros conceptos un todo con los Estados Unidos. Sus ferrocarriles, que enlazan todos los puertos y ciudades importantes, son en realidad una expansión de nuestra red ferroviaria. Sus costas, continuaciones no interrumpidas de las nuestras. La superficie es aproximadamente igual a las superficies combinadas de Inglaterra, Francia, Alemania y Austro-Hungría. ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquiriría para nosotros..!

La ominosa profecía del Ilustred London News, en 1845:

«A menos que Dios realice un milagro, dentro de medio siglo México formará parte de la Unión Americana«.

En 1836 lo declaraban voceros del Senado norteamericano: «El pabellón de las barras y las estrellas no tardará en flotar sobre las torres de México, y de allí seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconoce el yanqui para sus ambiciones…»

Y en 1847, The North American: «La anexión de México nos presenta la posibilidad más brillante. Sería muy más de desear que México viniera hasta nosotros voluntariamente, pero como no hemos de gozar de paz mientras que la anexión no se verifique, que venga pues, aunque al principio sea haciendo uso de la fuerza. Como doncellas sabinas, México aprenderá pronto a amar a su raptor.-«

Lo corregí el analista, tiempo después: «No anexión. Absorción es la palabra. Absorción, mas bien que la anexión. La historia nos da lecciones que permiten esperar confiadamente ese resultado: no anexión de México a Norteamérica, sino absorción. Esa es la palabra…»

En 1814 lo anunciaba el Charleston Courrier. «Cada batalla ocurrida en México y cada dólar gastado en aquel país nos dará seguridades de adquirir territorios que ensancharán los dominios americanos hacia el sur, y el final será que los Estados Unidos adquieran un gran poder en el continente…»

Tal opinión será ratificada por el Secretario de Estado E. Lansing, quien así aconsejaba al presidente de su país, T.W. Wilson:

«Sin disparar un tiro ni gastar un dólar. México es extraordinariamente fácil de dominar. Basta con controlar a un solo hombre, el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano. La solución necesita más tiempo. Habrá que atraer a nuestras universidades a jóvenes mexicanos y educarlos en el modo de vida americano. Ellos llegarán a ocupar cargos importantes, incluyendo la presidencia. Entonces, sin necesidad de que gastemos un centavo o disparemos un tiro, ellos harán lo que nosotros queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros…»

Porque, como en 1922 lo escribía The New York World, «la dificultad con los mexicanos estriba en que no entienden el espíritu de benevolencia que inspira la administración del Presidente Harding. Han adquirido nociones exageradas sobre la inviolabilidad de la soberanía de México. Esto es lo que ha provocado toda la confusión. Pero el Departamento de Estado no se preocupa en lo más mínimo por ese sentimiento, ya que opera en beneficio de las empresas americanas en aquel país…»

Por ese tiempo lo afirmaba The New York American: «Porque no habrá gobierno estable en México hasta que los Estados Unidos se decidan e impongan uno, y lo sostengan con valores y con bayonetas norteamericanas. No hay escape posible de la lógica de la situación. Debemos cumplir nuestro deber en México. De hecho, deberíamos haberlo cumplido ya desde hace mucho. La salvación del pueblo de México sólo podrá… (Mañana.)

Morir antes que pedir perdón

Perpetró, con otras instituciones, una conducta que trajo como consecuencia los hechos de 1968, pues por medio de la Dirección Federal de Seguridad se constituyó un grupo armado, denominado Batallón Olimpia…

¿A quién acaba de acusar el magistrado Ricardo Paredes en relación a la masacre del Dos de Octubre en Tlatelolco? Es a ese, precisamente, que en su momento soltó la frase retumbante:

Cualquier mexicano preferirla morir antes que pedir perdón y, en primer lugar, el Presidente de la República…

¿Identifican ustedes al autor de la frase? Por aquello de pedir perdón, ¿no les parece que hubiese podido ser Díaz Hordas después de la carnicería de la Plaza de las Tres Culturas? Otra más de sus frases características:

Nuestros logros siempre serán pequeños en contraste con nuestras ansias de plenitud y justicia…

Claro, sí, por supuesto, pues cuál otro pudiera ser, sino ese Luis Echeverría que para muchos analistas fue, es, el verdadero multi-asesino de Tlatelolco. Echeverría, personaje de extraño perfil psicológico, que anocheció mudo y discreto cuando titular de Gobernación para, de repente, ya como sucesor de Díaz Hordas, amanecer gárrulo, desatado, verborreico, hiperkinético, que después de sus seis años de gloria iba a tornar a ese silencio del que nadie ni nada lo puede sacar ni a chicotazos de la ley y de reglamentos. Echeverría, el artífice de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados que, documento oficial de la ONU (así lo soñaba el tercermundista), vendría a revolucionar el planeta. índice en alto lo declamaba el susodicho: A problemas de siglos, o problemas creados recientemente en México por el afán de justicia de muchos grupos, encontraremos soluciones estables y verdaderas sólo por el camino del Derecho…

Hace algunos ayeres fue requerido por las autoridades que investigaban los crímenes del pasado para que contestar un centenar de preguntas. No lo hicieron hablar. Yo, entonces, le envié el siguiente mensaje que hoy redondeo: Sr. Lic. Luis Echeverría Alvarez:

Así que se niega a hablar. Así que se negó, de plano, a acudir a la diligencia ministerial programada. ¿Pues qué, no le arden los oídos con las frases vituperosas que le lanzan integrantes de un cierto Comité del 68, como aquellas de que Los cobardes se escudan en el silencio, y El silencio es inmoral? ¿Se calla hoy ante quienes torturaba? ¿Qué tan cierto es, señor Echeverría, que el silencio en el que se escuda es una artimaña, porque usted supone que al callar será imposible probar de forma contundente su responsabilidad en los crímenes que se le imputan? Que no se va a librar, porque como ellos dicen: «Existen otros medios…»

¿Se referían a los que usted aplicó en la masacre indiscriminada del 68 y la selectiva, mucho más criminal, de 1971 y años subsiguientes? Usted, que desde el sillón de Los Pinos, así recitaba:

El Poder Ejecutivo, lejos de sentir que va de salida, considera de su deber hacer todo lo posible en todo momento, hasta el último día de su gobierno, para continuar en una obra de justicia transformadora…

Justicia transformadora. Señor Echeverría: ¿por qué ahora se niega a hablar? Allá por la década de los 70, ¿no fue su pasatiempo favorito? ¿Pues qué cambio es ese, tan radical? ¿Ya se le retiraron las ganas de lanzarse con aquellos monólogos de horas, por no decir de días, de años, de sexenio..?

Que por aquel entonces fue gárrulo; me consta; que lo sufrí cuando atragantaba de cámaras y micrófonos, en vivo y a todo color, de costra a costra y de frontera a frontera, ventoseando, a lo demagógico:

Pensemos que si hacemos bien, si hacemos cada dia mejor lo que sea nuestro quehacer, estaremos contribuyendo a ese bien colectivo, a que nuestra patria vaya hacia arriba y adelante, porque eso es lo que importa por sobre las circunstancias o los problemas o los sueños o las aspiraciones de cada quien…

¿Y ahora, de pronto, se acoge al dicharajo aquel de que en boca cerrada no entran víctimas? ¿Y antes? ¡Con la participación de los sectores más amplios de nuestra sociedad, con la práctica de una nueva moral revolucionaria, moral de congruencia entre las palabras y los hechos, entre los principios y la conducta, México continuará avanzando en el futuro, hacia una democracia social en la que la justicia se realice en libertad..!

Señor del Gran Silencio: Hoy, marzo del 2007, de nuevo se niega a hablar, mientras sus abogados presentan una demanda de garantías para obtener la protección de la justicia federal y así recupere la libertad que perdió en noviembre pasado, cuando le fue dado por cárcel su propio domicilio. Usted, cuando gárrulo, ¿qué decía de la Justicia en libertad..? (Ah,LEA.)

Ambulantaje y partes pudendas

Del tema les hablé ayer, y del incidente que protagonizó el joven juguero con vendedores de la estación Balderas del metro: «Y si Ebrard terquea con desalojarlos va a salir con el cicirisco como yo salí con el mío: ardiendo».

El Síquiri, vulgarzón que no fuera «Bueno, sí, pero yo todavía estoy esperando que se abra, o sea de capa. Cómo y por qué fue que salió con el aquellito ardoroso, y a cuál de los vendedores cabe la honra de arrebatarle la suya, y si fue a viva fuerza o de mutuo consentimiento».

Mosqueado, el de los jugos: «Fue al salir del metro, ora que por mis huevos fui al Centro Histórico«. (Que allá los consigue menos caros.)

– Y en eso que una maría me la arrima, su mercancía, y que se me cierra, y el rodillazo abajeño en el mero manchón de penalti. Yo, a gritos, porque el pirata de los discos pirata los forzaba a aullar a 10 mil decibeles: «¡Ese arbitro, enséñele la roja!» Por mis piernas logré salirme del clinch, avancé media yarda, hice el iris de barrerme en primera y avanzar rumbo a jom, cuando en eso el chamaco, desde la espalda de la maría, me da aquel pepenón de greña: «¡Balatas, balatas!» Ya., ¿refacciones para frenos de coche?

– ¡No se haga güey! Balatas, patlón, oflezca.

Y me bandejeaba en la cara cuatro paletas. Chocolate cacahuatoso. «De Colea, parlón». Al zafón le dejé un cadejo de greñas y me aventé en el tumulto de puesteros. Y el aliento a tlachique del de la cotorina, que me aprontaba unos huevos. ¿Verdes? «¡Aguacates sin semilla, cuánto ofrece por el huicolito!»

Dos pasos. Un puesto de cosméticos. A un lado, caldos de pollo. Una prieta, probándose la peluca tordilla La flaquita, entre empujones, tratando de pegarse unas postizas. Pestañas. De repente: «¡Ay, ay, mana qué furris caballazo! ¡Se me chisparon las dos!»
Pestañas. El de junto, que sorbía consomé: «Voy, qué par de cucas tan raritas. ¿O serán grillos? Chorral de patas, todas forradas de tizne Han de ser ciempieces que taban anidados en el carbón». Mis orejas, repapaloteando. Es que el pirata de los discos pirata le aumentó a 20 mil decibeles.

De repente, el de la cola de caballo y el aretito en la zurda que me los refriega por media cara y a gritos, por el aullar de la Sonora Santanera: «Globitos pal acostón, jovenazo. Estos no se pandean. Esponjaditos. Bien bara mi buen. ?rale, pa’ que sienta la vibra».
¡La sentí! Mi cuerpo todo se cimbró a la descarga Un cable de luz tirado en el suelo. Sentí que las anginas se me caían. ¿Anginas? Pero si ya ni tengo. Y ni modo, a driblar, avanzar burlando contrarios. Intenté marcar el touchdaoun, o de pisa y corre robarme la base y escapar del infierno. Ya iba yo con la camisa de fuera, toda embarrada de algo color mostaza La indígena del huípil: «Te llevarás quesillo de Oaxaca. Mezcal. Trai gusano. ¿O queres peyote, tú?»

Yo, todo sofocado, la empujé, avancé tres pasos, y entonces el bárbaro piquete en la zona ombligar. El indígena «¡Llevas flauta de carrizo, tú. Artesanía chiapaneca! O vas a querer pito».

De barro legítimo. «De Malacalchontepé«. Y me lo bandejeaba en las jetas. «¡Te llevas flauta, te llevas pito!» «¡Me llevo madres, déjese de pitos y flautas!» Y que le pego furis caballazo, y que el indígena me retacha un flautazo, y yo que le dejo ir un derechazo con la izquierda, que en la apretura la derecha ni cómo. El chiapaneco: «Ah, tú queres bronca..»
Y al asegundarle el trompón: «¡A ver, paisas, acá un P-32!» Media docena de chiapanecos legítimos me rodearon: «¡Nosotros te decimos: basta

Y órale: patadas, trompones, rodillazos abajo del cinturón. Yo: «¡Auxilio, mi general García Luna! ¡Acá unos escuadrones, tanquetas, helicópteros! ¡Unas pláticas de paz!» Y tíznale, el fregadazo en el nidal me hizo ver estrellitas de gran canal con todo y el gran canal de desagüe, el Canal Dos. El mundo se me borró. ¡Cácaro..!

(Condenado juguero tan mentiroso.) «Cuando volví a la vida miré frente a mí al de pasamontañas. Ay, mi subcomandante, si de rehén no le sirvió Absalón Castellanos acusado de tantos crímenes; yo, que ni he robado, depredado, torturado, asesinado como él…»

– Cuál subcomandante, cuál rehén. Soy el doctor de Urgencias. Este que ve es mi gorro de cirujano, y esta cuál capucha tapabocas. No se mueva

Yo, al instinto, alcé los brazos. «No se mueva de acá abajo, quiero decir».

– ¿Pues qué me pasó allá abajo, doctorcito? ¿Qué tengo..?

– Ya casi nada, cálmese. Como saldo de su bronca Con los vendedores, de la tráquea le extraje un¡ paquete de condones. Usados, nomás dos. De la oreja saqué un cacho de flauta Ya nomás falta que le extraiga el de barro legítimo. Malacalchontepé. A ver culimpinándose, poniéndose flojito. Pero no puje, que a cada pujido hace chiflar el pito. (¡Ay, Dios..!)

«¡A como dé lugar..!»

Ájale. La afirmación del jefe de gobierno de la ciudad pescó en frío a los contertulios. «¡No puede haber vendedores en la vía pública! ¡Este mismo año tenemos que liberar las calles del primer cuadro!» Desafiante chicoteó la respuesta: «No saldremos del centro, y hágale como quiera! ¡La vendimia popular no se va a terminar por decreto!» «Peligroso, comentó don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, se angostan y enanchan corbatas. Ahora mismo, una riña de ambulantes causó una muerte». Nomás me quedé pensando, y sí…
El ambulantaje, mis valedores, incontrolable y creciente, y que a todos nos ha rebasado, comenzando con las autoridades encargadas de mantener el tránsito de las calles libre y expedito. Al fallar en esa obligación propician que un ambulantaje que se ha apoderado de calles y aceras nos viole un derecho legítimo, consagrado en el Once Constitucional, que asegura el libre tránsito por toda la ciudad. Otros que nos lesionan este legítimo derecho son los atrabiliarios vecinos, que con el pretexto de procurarse seguridad domiciliaria y con el alcahuetaje de las autoridades, cierran las calles con rejas y casetas policíacas. «De otra manera no tenemos seguridad», el pretexto. Yo, entonces, pregunto: ¿tiene derecho el violador cuando se justifica: «Es que no tengo pareja con quien desfogar mis urgencias
sexuales»? Estado de derecho. En fin.

El ambulante, ese hijo putativo de la pobreza creció torcido y se desarrolla como una más de las excrecencias del modelo neoliberal; que crece al parejo del desempleo, y que se va apoderando de calles y plazas, atrios y aceras, estaciones del metro, parques públicos, en fin. Y pásele, marchantito: fayuca legítima de Taiwán. Y que jovenazo, qué le vendo, y que tenemos en existencia radios y grabadoras, paraguas y discos, compactos, artesanías y videos, televisores y línea blanca, artefactos para la sexualidad y viagra legítimo. ¿Qué le vendo, señito? Y el tenderete, el puesto, el changarro, el canasto y el cajón de fritangas, y la invasión de aceras y estaciones del metro, y friéguese usuario, peatón y Once Constitucional, y háganle como quieran.

Y ahora resulta que Ebrard jura sacarlos del Centro Histórico a como dé lugar. Menos mal que más adelante matizó su afirmación: «Vamos a ofrecer soluciones, porque la mayoría de los ambulantes necesita en trabajo y realiza esa actividad de manera licita».

– Menos mal (en la tertulia de anoche, don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, se enanchas o angostan corbatas). Menos mal, porque el ambulantaje es un fenómeno que ha crecido en forma descomunal, hasta convertirse en un Estado dentro del Estado y un Poder dentro el Poder.

– Me cái que sí (Le cayó al joven juguero); porque si Ebrard se enfrenta a los ambulantes, a su cicirisco le va a ocurrir lo que al mío. Ya se me pasaron los ardores, pero por ahí se chorrió toda mi dignidad de macho, o sea.

Habló El Síquiri. «¿Y qué relación pecaminosa existe entre su aquellito y los ambulantes..?»
En silencio escuchamos la crónica del joven juguero: «Porque, o sea, ¿qué creen? Ayer al medio día fui por mis huevos al Centro Histórico«.

– Válgame (la tía Conchis), ¿por sus puras alilayas? ¿A puro valor mexicano se fue a meter a la boca de Carlos Slim? No me diga que el ciudadano ya no necesita visa, pasaporte o permiso del dueño del Centro Histórico para aventurarse por aquellos rumbos…

Ahí, pertinente, la aclaración: el juguero se desplazó hasta el Centro Histórico, sí, para surtirse de la materia prima de los licuados.

– En Balderas tiene su changarro el que me surte de huevos, ¿ven? Es cuate, y los cuates de yema cuata me los da más baras, o sea. No, y pues ai tienen que me bajé en Juárez, y salí a la calle, y chale, que se me deja venir aquella jicotera de vendedores ambulantes. ¡?rale..!

Y tantas peripecias le sucedieron con los beneméritos buscavidas del ambulantaje, que buena parte de la tertulia se llevó en describirlas, por más que muy acá entre nos, yo de su crónica le creí la mitad, y eso porque me paso de crédulo. Siguió el de los licuados con uno y dos huevos:

– Y nada, que apenas traté de avanzar por Balderas me asaltan los vendedores, y órale. ¿Banqueta por donde avanzar? ¡Banqueta madres! Y yo, por la prisa de sentir los huevos en la mano, intenté aventarme al arroyo.

Arroyo vehicular. Pero «aquella maría, con el chamaco en la espalda, se me va cerrando por la entreala derecha, y órale, la carga de hombro, el rodillazo de faul, el jalón de camiseta, y que me la apronta, su mercancía: ¡Clinis, chiclis! ¡Lléveselo, zurradito! «Me lo llevo, pero antes cambíele el pañal». No el chamaco; su radito de transistores. El pirata de los discos pirata tíznale, el caballazo abajeño. Yo, doblándome a la sofocación por el rodillazo en mi mero manchón de penalti: «Arbitro, enséñale la..! (Mañana.)

Cien días de gobierno

Del mar les hablaba ayer, y del barco en peligro de naufragar que los pasajeros privilegiados oportunamente evacuaron para abordar el yate de lujo: Marta, sus dos pilludos, su segundo segundón y el resto del Sistema, incluyendo a oficiales y contramaestres con todo y su capitán (uno chaparrito, peloncito, de etc.). Atrás quedó, solo y su alma, ese grumete, el fregado que friega el navio, cuando fueron los que se ponen a salvo quienes lo fregaron a él. Pero un momento: ¿y esos desfiguros? Nada, que el grumete, ayudante de cocina, mesero y chalán, al temor del naufragio y ya con el barco ladeándose, consiguió pepenarse del travesaño del palo mayor, palo que los viejos marinos nombran bauprés, creo, o pértiga, o tantito peor; pero mejor los remito al diccionario: «Sinónimo de palo mayor…»

El grumete alcanzó a colgarse de la pértiga aquella, y se le aferra con veintitantas uñas, dispuesto a sobrevivir al naufragio inminente. Y claro, por supuesto que sobrevivirá; con todo y buque va a sobrevivir, que el signo de buque y grumete que lo barre y friega, por más fregados que ambos estén, es la supervivencia No faltaba más. El yate y los Carlos Slim pasarán, pero el grumete no pasará, que sobrevivir es su sino. Faltaría más.

En fin. Ya el de lujo se disponía a alejarse del navio en desgracia, y ojos que te vieron ir, cuando, mis valedores, ¿y eso? ahí, encaramado en el puente del yate que inicia maniobras para alejarse del naufragio inminente, el capitán se alzó cuan chi-rritico es, requirió el micrófono, y tendiendo sus dos brazos en dirección del paisa que cuelga a estas horas de la mera punta del vamos a decir palo mayor, díjole de esta manera

¡Mexicano! ¡Sí, tú, el ayudante de cocina! ¡El pinche..!

(Pinche toda tu…) El cual, fieramente afianzado a la vamos a decir pértiga, jadea y resopla pataleando y con los ojos chispándose por el esfuerzo por no caer y romperse toda la suya El capitán, mediocre irredento:

¡En mis primeros 100 días de gobierno te lo comunico: ahora sí, la política llegó a Los Pinos! ¡Te prometo un sexenio pleno de desarrollo e infraestructura, capaz de generar empleos. Te prometo también iniciar una reprivatización carretera y llevar la productividad nacional a las grandes ligas, expresión típicamente mexicana! ¡Nomás calcúlale..!

Ya mero que va a calcular. El que cuelga del palo jadea, y qué sofocones, y qué hormigueos de unos músculos atirantados, y luego esa taquicardia, y los bofes a punto de reventar. El grumetito jala aire, badajea los zancajos, resopla y, pelos crispados, contempla allá, muchos metros abajo, el duro piso del barco. Para cálculos está el desdichado. Por el altoparlante, la voz de capitán, que con las ratas abandonó un barco en desgracia

– ?yelo bien, mexicano: ¡promoveré una legislación que permita a PEMEX realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas para la explotación de yacimientos de aguas profundas! ¿No se te descansa el ánimo?

Los brazos deberíanme descansar, porque de plano que ya dieron todo de sí, y ahora como que quieren dar de no.

– ¡Desarrollaré un exhaustivo plan de rescate, restauración y modernización de teatros y zonas arqueológicas! Y a las actuales se sumarán nueve en el 2010. ¡Este crecimiento es anual, mexicano..!

Y es anal, piensa éste, y no el crecimiento. Es anal el cuscús, el terror a la caída, el miedo pánico. Pero mi querido capitán sigue a tizne y tizne con sus anuncios promocionales ojos, oídos y paciencia del de la pértiga

– ¡Mi gobierno no se dejará intimidar por el crimen organizado! ¡No daré tregua ni cuartel! ¡Así seguiremos con esta tranquilidad con la que está avanzando y marchando el país! ¿Sientes esa tranquilidad, mexicano?

Los brazos quisiera sentir: agarrados al garrote ya se me agarrotaron.

– Mira tú, ayudante de cocina en Canadá hay hambre. Hay hambre en la Unión Europea, hay hambre en EU. Hambre, sí, pero de comerciar con México. ¡Y qué extraordinarios se prevén los resultados de mis próximas giras por aquellos países! Grandes pedidos de tequila y aguacates.

Los míos ya se me durmieron en mi nidal. Chance y les caiga sida si nadie me baja de aquí. Pero a quién pedir auxilio, quién me pueda ayudar con la crisis. Y en tanto que el aplauso revienta en el de lujo que Se va alejando del barco en desgracia ahí se alza Carstens el gordo y desde el puente del yate contempla al grumetito que puja, sus dos manos agarrotadas en el palo mayor, y desde el puente del yate, el reproche del gordo:

– ¿Y qué, ayudante de cocina mexicano? Después de tan excelentes noticias para ti y tu familia, ¿acaso no piensas aplaudirle aquí a tu capitán? ¿Pues qué? ¿Así agradeces el honor de tener en tu México al tercer hombre más rico del mundo..?

(¡Chíjoe…!)

Primero Marta y después virigua…

Mis valedores: el mar. El mar océano de los descomunales bajíos, de esos espíritus de la hecatombe que son los remolinos y de esas olas que embisten, miuras en brama, contra los farallones, banderilleros impávidos. El mar, insondable devorador de navios que tiempo después y en noches de plenilunio han de revivir en el embeleco de buques fantasmas que flotan, errando a lo lejos, entre brumas y el ulular de una sirena de fantasmagoría. (Acá, el viejo marino habrá de santiguarse y buscar el trago de ron. Literatura gótica, música wagneriana)

Hoy he de hablarles, mis valedores, de ese ignoto mar que de tarde en tarde se nutre, como de conejillos la boa, de embarcaciones imprudentes que se aventuraron más allá del astrolabio y las cartas de marear. Al tanteo habré de hablarles, que nunca en mi vida he visto morir un navio cuando, ya moribundo, se recuesta en su lecho marino, entre gemidos de la sirena y con el capitán enhiesto y aferrado al timón. Yo sólo he entremirado en sueños, mal recordados al amanecer, cuando un monstruo fluctuante, elefante añoso, ha arribado a su cementerio marino y se acuesta en las olas y con ellas se arropa, feto que torna al líquido de la entraña. El mar.

De uno hablaré con ustedes, que sobre los lomos sopesa un navio que, agónico, bracea por sobrevivir. La crónica:

Las cinco serían, las seis de la tarde en el ignoto mar. Arriba, altísimo, un cielo desapacible y forrado, al modo de los ataúdes, con unas nubes de color pizarra. Al socaire de ese viento gélido y de ese sabor a sal (a salación), el navio, entre jadeos, intenta el avance. Ciento cuatro millones de pasajeros, una tripulación de cientos de miles, cientos y cientos de contraalmirantes y un capitán en los mandos (uno chaparrito, peloncito, etc.) Lo clásico.

Ahí, medio ladeadón y en el filo ya del naufragio, entre el yodo y las algas marinas el navio se entremira hundido el tanto de media popa, ya con la lumbre llegándole a los aparejos (¿Aparejos? Cómo se ve que en temas de navegación eres un reverendo no te voy a decir qué para no avergonzarte en público). La salación le chacualea en las troneras, le humedece las chimeneas y le nubla los ojos de güey (los de los camarotes). Lóbrega, la sirena, el aullido: «¡Auxilio, me hundo, socorro, SOS!»

Ahí, el chacuaco mayor. La columna de humo renegrido (espeso a derroche de petróleo malbaratado, a petroquímicos enajenados, a deuda externa, a corrupción lucrativa e impune), tizna, y qué manera de tiznar, no sólo al cielo canoso y al viento frío, sino a los 104 millones de pasajeros. La sirena del barco clamando rumbo a todos los rumbos, que es decir a los bancos de crédito: el Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Interamericano de Desarrollo y cuanta instancia agiotista codicia «nuestro» energético…

El navio avanza a bandazos en la historia patria como arrastrándose de popa (iba a decir de nalgas), con los contados pasajeros que viajan por placer, las numerosas clases medias que viajan a crédito, las clases bajas que pagan el viaje haciendo el aseo, el servicio doméstico, la cocina, vale decir: los ayudantes de cocina y los que ni a pinches llegan, porque son los indígenas indigentes que se colaron de polizontes. Allá avanza, rechinando desde sus suites de lujo, camarotes de primera, literas de segunda, vecindades de tercera, ciudades perdidas de cuarta y albergues de quinta: lámina, cartón corrugado y desechos industriales. Mírenlo, y qué manera de ladearse como ya a punto de naufragio. ¿Se salvará el navio? ¡Claro que se ha de salvar, porque en verdad os digo, mis valedores: su destino es la sobrevivencia!

Pero un momento. ¿Y eso? Ahí, en el costado de babor, la estructura está pariendo… ¿una ballena? ¿Algún mítico monstruo marino, un tiburón descomunal? Pero no, ningún tiburón; un cachalote. Cuál cachalote, es una tonina ¿Tonina? ¡Es un yate de superlujo, que hagan de cuenta el del vil Gates.! ¡Y esas a modo de ratas están evacuando el barco en peligro y proceden a abordar el de lujo! Y caramba, cuando yo esperaba escuchar el clásico: «¡Mujeres y niños primero!», escuché por el altavoz:

«¡Marta primero, con su segundo segundón y los dos pilluelos, Jorge y Manuel! ¡Detrás la Gordilo), que a madrazos acabó con pejes y madrazos! ¡Trépense los banqueros y concesionarios de las autopistas, los jubilosos jubilados Azuelas de la Suprema Cort(a) y trinqueteros Ugaldes del IFE y el TRIFE y los cupulares de los partidos paraestatales, con los Chuchos de «izquierda» talamantera, los concesionarios de radio y TV y los reverendos pederastas de capa pluvial!» Y sí, ahí se remece el de lujo bajo el borbollón de los del Sistema de poder. Qué bien. Temí que fuera insuficiente para acunar a los tales, pero albricias: ya todos los acomodaron en los asientos de su nueva embarcación. Laus Deo. (¿El destino del barco? Mañana)

Si aprendiéramos del burro…

El legendario comunero potosino Pedro Jasso, de 91 años de edad, marcha una vez más rumbo al Distrito Federal…

Los antecedentes: por exigencias de la justicia don Pedro Jasso se desplazó desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital. Sus plantones en el zócalo causaron expectación, y lo más llamativo: que el protestante se hacía acompañar de El Chaparro, no uno de los 103 millones que habitamos el país, sino un burro. El Chaparro. ¿Resultado? De justicia, nada, pero sí la muerte del burro, que no pudo sobrevivir al enésimo plantón. Lástima.

Lástima, sí, pero como justicia no se lograba, ni autocrítica en don Pedro Jasso, los plantones siguieron, ahora con El Chaparrito junior, y más tarde con el nietecillo de El Chaparro original. Muchos plantones, ¿y la justicia? De justicia, nada, y al paso del tiempo, de los plantones de don Pedro Jasso no se volvió a saber. Yo pensé: ante la frustrada estrategia, esos que proyectaban su propio plantón ya escarmentaron en burro ajeno. Maestros, estudiantes del CGH y militantes de la APPO ya se miraron en ese burro. En ese espejo, más bien. Saben ya, por la historia y la realidad objetiva, que no es con plantones ni marchas, en burro o a pie, como el agraviado va a conseguir la justicia. Pues sí, pero no, que el jueves pasado, en Reforma, válgame; foto y noticia:

Monterrey. Integrantes de organizaciones campesinas se manifestaron frente a delegaciones de la SEDESOL en demanda a mayores apoyos.

En la foto, ¿qué creen? El burro por delante, encabezando el plantón. Detrás, los Pedro Jasso de distintas edades y tan cerradas entendederas, que se niegan a aprender. A la mente se me vino la fina estampa de El Chaparro, benemérito mártir de las marchas justicieras, estrategia que le costó la vida: y cómo no le iba a costar, si el plantón de 1997 duró un año, dos meses y 15 días; mucho plantón para un simple pollino. Ya cuando en el 2003 el necio dos Pedro Jasso repitió la estrategia, ya El Chaparro no lo acompañó. Fiebres, cólicos, una noche de agonía y un despertar en el otro mundo, el de los borricos. Y ya. ¿Y ya? No, que eso sería injusto para un luchador social. Yo, apenas supe su fallecimiento, me puse a entonar la endecha de ese que se nos torna símbolo de tantos mexicanos. El Chaparro. A su memoria…

Allá, en su terruño, El Chaparro fue siempre burro pradera, que nunca conoció el lujo de unas herraduras. Víctima siempre de su mala vida, fue bestia de carga y a cada rato me lo hacía güey (buey) unciéndolo a la yunta por menesteres del sembradío. Burro en funciones de buey, llevó una vida de perro, Dios. Al servicio de don Pedro Jasso, víctima como fue de una mala estrategia de lucha contra el enemigo histórico, El Chaparro tuvo que hacer un viaje desde San Luis Potosi hasta esta ciudad capital con un sólo propósito: buscar aquí, con el señor de Los Pinos (¡imagínense!) una justicia que no encontró en las autoridades locales, frente a la acción arbitraria y depredadora de caciques que invaden tierras en la comunidad de San Juan de Guadalupe y anexas. Buscar justicia en el de ilusos, El Chaparro y Jasso, en ese orden…

El burro hizo viaje por carretera,arrastrado y penoso porque, además, vino cargando a don Pedro a cuestas, qué vida la del El Chaparro. La de algunos Chaparros. Ya de plantón en el zócalo, el asno tuvo que soportar soles, fríos, tormentas, desdén presidencial, amenazas de autoridades y fuerza pública y la curiosidad de turistas que me lo fotografiaban de frente, de perfil, de tras cuartos y ya por arriba, y ya por abajo (Mexican curios), para regresar a su tierra con las manos (las pezuñas) vacías. Obvio, con esa estrategia obsoleta, ya rebasada Y de nuevo a sudar: ya de burro, ya de buey, burro y buey viejo y enfermo, pasmado del lomo y cierto estoy, también del espíritu, donde cargó con la derrota, y reflexionando (si es que él sí haya logrado pensar) que de qué canacos sirvió sacrificio tan cruel, si los humanos no escarmentamos. Y fue así como le llegó la única bendición de su vida: perderla. Mis valedores: ¿se parece o no a tantos de nosotros, dicho esto con el debido respeto (para El Chaparro)? Achaques, derrotas, mataduras, muy poca comida pata tanto trabajo, y tan mal pagado, y un futuro renegrido, con la muerte como liberación. Pero anden, a seguir desdeñando el poder ciudadano que lograríamos con la organización celular, y poner futuro y esperanzas, individuos y comunidad, en la mega-marchita. Porque en manos de un estratega bien intencionado, pero ignorante, El Chaparro fue enviado a la guerra sin más fusil que el que le facilitó la Madre Natura, tan pródiga con él. Hoy, ¿habrá símbolo más justo del ánima colectiva, siempre sufriente y delegando siempre nada menos que en su opresor? El Chaparro, mexicano de lucha tan justa cuanto estéril, y muerte inútil; ése en el que me reconozco a una «sociedad civil» integrada por tantos Jasso y tantísimos Chaparros. Como yo. El Chaparro. A su memoria. (Qué más.)

De Ladito…

Del rito de los afeites hablé a ustedes ayer, y de que la tarde del pasado martes, desde mi cuarto de baño pude observar la escenilla doméstica de doña Queta, Kati o Kity, sesenta años corridos, que en su habitación del depto. 24 se maquillaba antes de irse al festejo de su cumpleaños. Don Evaristo, impaciente, repasando en el diario noticias del Revolucionario Ins. y su dirigente, Beatriz Paredes, aguardaba el final del maquillaje. ‘Ya nomás las postizas». Las pestañas. Y doña Queta, Kati o Kity ya agarraba la colaloca o algún otro pegamento, y ya pepenaba el gusanito peludo, y ya se lo colocaba en el filo del párpado (La boca así, miren, abierta y torcida para este lado), tomaba las pinzas (de rizar), y venga el Rommel. El rímel, más bien..

– ¿Cuál te gusta más, viejo? ¿El negro o el violeta?

El sombreado de los párpados. «Ay, condenada ceja, ya me quedó estilo Irma Tigresa. Ora tendré que tiznarme un como lunar…»

Y a empalmarse dos capas de rubor, dos manos de bilé y ojeras de tizne en las ojeras del pellejo. Y sácate las tijerillas. «Ya mero me prestas tu navaja de rasurar. Condenados pelos». Los de las verrugas. Cortado quedó el escobillón cerdoso; un poco de sombra y la verruga se convirtió en «ese lunar que tienes, cielito lindo…»

– Esta mini, mira: ¿al agacharme se me alcanzar a ver?

– Animas, mujer, hasta qué horas. Impaciente, Don Evaristo siguió leyendo el periódico, que a doble plana contenía apenas el volumen de una Beatriz Paredes que a 2 mil decibeles: «¡No caigamos en las suspicacias que pretenden congelar la política en polarizaciones enclaustradas sin posibilidad de hablar..!»

– Viejo, ¿soy hermosa todavía?

– Claro, mujer, sólo que ahora te lleva más tiempo…

(Asqueroso machín.) Y venga ese juego de anillos, y esos aretes. Unos golpecitos en el mentón para disimular la papada, y a parpadear para abrillantar la pupila. «Ay, condenadas patas…»
– Son los juanetes. Cambíate de zapatos.

– Las patas de gallo. Ya me puse sombras, pero sombras nada más.

Y ahí el pincel de labios, y la escobilla, el pankake, y fuera tubos, y a peinarse a lo juvenil. A sus años. Don Evaristo se quedó observándola, meneó la testa, se la rascó, suspiró. «¿Y los bifocales, mujer?»

– Ay, no, qué te pasa. Tengo vista de águila Viejo, ¿me las retocas?

– Te las acabaría de magullar.

– Mis cejas, porque la izquierda me quedó como de Calderón, qué asco. Viejo, tu mano en el corazón: ¿crees que todavía estoy de buen ver..?

Y fue ahí, mis valedores. Ahí fue. Don Evaristo contempló lo que la fragorosa batalla con cremas y polvos, pinzas y pinceles, había logrado en el rostro de la matrona. Luego, ironías y sarcasmos, se puso de pie, se alzó frente a los afanes de doña Kati por volverse medio siglo más joven.

– ¿Verdá que gordis y todo todavía puedo? Total, que para disimular las reumas y demás achaques todo es ponerme así, de ladito…

– Claro que puedes, mujer, con tan sólo ponerte de ladito. ¿No pudo la Chayo Robles con sólo ponerse de ladito, o sea el fleco, salir limpia de los desvíos de recursos públicos para la compra del departamento de lujo? ¿No pudo la Gordillo, con tan sólo ponerse de ladito, la ideología, poner de ladito el 3o. Constitucional? ¿No pudo Nuestra Señora de las Cabañas, (las de Los Pinos) salir forrada y forrar al segundo marido, y a los Bribiesca, los Sahagún y demás asahagunes? Si a enjarradas de maquillaje pueden los Montiel y demás bandidazos quedar como sonrosados bibelotes en tanto que Peña Nieto, su antiguo achichincle, se les pone de ladito mientras jura acabar con la corrupción, ¿por qué no ibas a poder tú con tan sólo ponerte así, de ladito? Los Azuela de la Suprema Cort(a) y los Ugalde del IFE y del TRIFE, ¿no impusieron al chaparrito, peloncito, etc., con tan sólo ponerse de ladito? Si Beatriz Paredes asegura que puede reestructurar al Revolucionario Ins., pero a fondo, ¿por qué tú no vas a poder? Oye cómo insinúa que se le va a poder de ladito al de Los Pinos y al resto del Sistema de Poder, pragmática utilitarista que no fuera:

Tengo disposición al diálogo con el gobierno federal, lo que implica declinación o entrega, sino civilidad política y certidumbre de integridad. Semejante cinismo encubierto, ¿no es ponérseles de ladito? ¿Tú qué opinas, mujer?

– ¡Bravo, don Eva! Y aplaudí, pero válgame: para alcanzar el ventanuco me había tenido que trepar sobre una cubeta, un banco y mi nica azul, y me sostenía asido a dos manos al fierro (del travesaño). Así, al aplauso perdí el equilibrio y friégale, en el mero… (Sana, sana.)

Eva y su esposa

Esta vez la mujer y el rito de los afeites. Y a propósito, mis valedores-, ¿habrá presenciado alguno de ustedes esa liturgia del maquillaje que ofician cada día y el otro también tantas de las tantas matronas que se arropan en la penumbra de los sesenta, sesenta y cinco de su florida edad? Yo sí. Lo presencié ayer mismo. Fue al parpadear de la tarde, y ocurrió así:

El baño de mi depto. da al dormitorio de mis vecinos del 24, pared con pared, de tal modo que con facilidad pude presenciar la escenilla que ocurría entre don Evaristo Cervera o Corcuera y su estimable consorte, una doña Queta, Kati o Kity, que por ahí va el diminutivo. Esto pude lograrlo con sólo pegar conta el muro una cubeta y encima de ella colocar un taburetito, y como remate mi nica azul. Después; a lo equilibrista, treparme afianzándome de la cortina de plástico, y en el ventanuco del baño, una especie de ojo de buey, este güey abrir sus dos ojos, y ahí me tienen ustedes, fisgoneando el dormitorio de mis vecinos, el susodicho don Evaristo y su robusta consorte, sesenta años de edad. Corridos. Pero no, qué decepción, lástima de fatigas y riesgos para alcanzar el vantanillo: ninguna escena sicalíptica, sino…

A ver. Varón de sesenta y tantos ayeres con uno que otro anteayer, don Evaristo se advierte todavía enterizo, apretado de vigor y con una cierta ironía que le rebrinca, manada de chivos, en las pupilas. Doña Queta, Kati o Kity, sesentona también, acostumbra andar siempre muy relujada, emperifollada, luciendo mallones y esos trapos muy a la moda de Tepis Company, con galas y afeites que una sota moza de 25 ayeres menos que doña Kity luciría muy bien. Pero Kitis vemos… (Ándale, macho que no fueras.)

¿A dónde y a qué se dispondrían a salir don Evaristo y su señora consorte, la tarde de ayer? ¿A la partida de baraja? ¿A alguna recepción, un bautizo, unos quince años? ¿A alguna despedida de soltera, que los picados de pocho denominan shower, parando la jeta de mestizo tropical..?

– Apúrate, o tu cena de cumpleaños nos la merendamos en la madrugada.

Ah, cena de cumpleaños. Yo, desde la ventanuca del baño observaba a aquel cacho de habitación, donde doña Queta, Kati o Kity, frente a la luna (la del tocador) ponía sus dos (ojos) y luego ponía sus cinco (sentidos, con el sexto de toda mujer) en el ritual del maquillaje; un ritual que se prolongaba lento, moroso, con cuidado sumo y minuciosidad.

– Eva, ¿crees que esta me las alcance a disimular, o séase las lonjas?

¿Eva? ¿Doméstica nueva? ¡Que hayan despedido a mi Martina..!

– ¿Me las disimula, Eva? -Resoplaba al rigor de la faja, que resoplaba al rigor de unas lonjas que, pecando de sinceras, no se dejaban disimular a lo hipócrita.

«¿Cómo ves, se me ve de avispa? ¡Eva, que vengas a vérmela, Evaristo!

Ah, Eva era él, que ya con traje de gala y corbata de moño jo tenía abierto, el matutino, que abierto y todo, a doble plana y entre pujidos mal alcanzaba alojar a todo lo largo (¡a todo lo ancho!) a Beatriz Paredes.

– Creo que el chiquito negro no me favorece, ¿tú qué dices? ¿Cómo me lo ves desde ahí, viejo? ¿O me pongo el caladito color carne que me regaló El Valedor, quiero decir: que compré en San Antonio?

El cual viejo la alzó, la vista, la arrugó, la frente, lo frunció, el ceño, la meneó, la testa, y volvió al matutino, donde Beatriz, resoplando, clamaba: «Algunas voces me preguntan: ¿crees que el PRI de veras puede cambiar? ¡Claro que lo creo..!»

– Creo que me voy a poner este otro brasierito. Me deja el 60 por ciento de fuera, pero me levanta más, ¿no crees, Eva? Como que va más con mi personalidad, ¿no, viejo?

Una personalidad, pienso, total y definitivamente castigada por el padrecito Cronos, padre cruel que así nos (mal)trata a tantos. Y sí, por disimular lo fruncido de la piel, ahora se enjareta (doña Kity, no el padre Cronos) hasta docena y media de pulseras de oro y plata casados, imitación plástico, y en el pescuezo una mascada de colorines y ese suéter de cuello de tortuga al que se le había impuesto la misión imposible de disimular el cuello de tortuga de doña Kati. La cual, en plena labor de tlapalería (macho que no fueras), la arremetió contra la fachada, y aquellos polvos en pleno rostro.

– ¿Tú crees que dos manos de panquéic sean sufic?

– ¡Ándale, mujer, que es tardísimo! Voy a tener que rasurarme otra vez.

– Es que estas condenadas postizas… ¿Postizas? ¿Cuáles postizas? Ah, las pestañas. Y ya agarra la colaloca, o el colalés, o lo que sea que sirve para pegar postizas, y ya pepena el gusanito peludo, y ya se lo coloca en el filo del párpado (la noca así, abierta y medio torcida, miren), y ya se toma las pinzas de rizar, y venga el rommerl (el rimel, más propiamente, y a enjarrar de sombras los… (Mañana.)

Si Cristo bajara a la tierra…

?l, seguramente, volverla a empuñar el látigo para expulsar del templo a los mercaderes, esos vendedores ambulantes que se han apoderado del atrio de la basílica. (Dirigente del comercio establecido.)

Los ambulantes, mis valedores, esos beneméritos buscavidas de la vía pública, por más que se han convertido en toda una plaga para la ciudad, porque en su provecho y en perjuicio del resto de los que en ella vivimos han terminado por privatizar la vía pública Siniestro.

¡Esas mafias del ambulantaje, que se engullen la ciudad y de ella se mantienen mientras mantienen a raya las instancias legales, faltas éstas de unos «elementos» en su lugar con qué dar a valer la ley! El Centro Histórico, La Merced, las estaciones y vagones del metro. Que si le vale diez pesos porque le contiene, y que son-treinta éxitos del ayer, y que si…

Ah, los vociferantes del «le vale diez pesos». Ah, de las mafias y los torvos intereses que mueven a las tales mafias. Ah, esos dirigentes que desde los tiempos de Manuel Camacho el regente hasta los perredistas cupulares Padierna y congéneres manipulan las mafias de Alejandra Barrios, y la Sánchez Rico, Magdalena Acuña, Marisela Sánchez, El Cari, Roberto López, Edgar López Nájera y tantos más. A propósito, fue en la tertulia de anoche cuando tomó la palabra el maestro, y a la letra dijo: – Va aquí, contertulios, el retrato hablado de esos que desde hace décadas vienen mangoneando tales mafias; sus principios, valores, lealtades y perfil psicológico. Remontémonos al año de 1997. En Los Pinos, Zedillo, y en la regencia del DF el hoy profugo Espinosa Villarreal.

«A pesar del Programa de Reordenamiento del Comercio en Vía Pública, el gobierno capitalino reconoce que las negociaciones con los líderes de los ambulantes se estancaron y se dejó de pagar el derecho de vía. Espera lograrlo con este plan: por cada 200 ambulantes habrá un verificador, por cada 12 verificadores existirá un supervisor, y por encima de la pirámide un coordinador general. Asi quedará resuelto el problema de los vendedores ambulantes». Han pasado 10 años, y tres mediocres por Los Pinos, ¿y..? ¿Qué les parece? Y sigo. Enero de 1997.

«Son casi 20 mil los votos de otros tantos vendedores ambulantes de Alejandra Barrios, que se declara abiertamente priista y dispuesta a apoyar al candidato que postule el PRI al gobierno del DF. Silvia Sánchez Rico, que controla a más de 10 mil ambulantes, aparece en la lista de distinguidos priístas. Eso soy. La Merced es del PRI y sólo apoya a Del Mazo. Así como impedimos el acto panista de Castillo Peraza, obstaculizaremos lo que pretendan hacer los demás candidatos…»

Y la hoja volante: «Compañeros de la vía pública, esto es lo que nos ofrecen: Limpiaré la vía pública de los ambulantes y vendedores de la calle, Carlos Castillo (PAN). Terminaré con los ambulantes porque sólo venden lo que se roban de los tráilers, Cuauhtémoc Cárdenas (PRD). Prefiero cien mil comerciantes en la vía pública, que cien mil delincuentes en la calle, Alfredo Del Mazo (PRI). Nos decidimos por quien nos comprende». Y la Sánchez Rico: «Es inimaginable un triunfo del PRD. No va a ganar, no tiene caso pensar cómo trabajaríamos con Cárdenas en el gobierno, eso es imposible, tiene que ganar el PRI».

En eso, ¡Cárdenas, el favorito! Y entonces: «Reconoce la Barrios que sus afiliados dejan el PRI. La derrota de Del Mazo, afirma, ninguna pérdida para los ambulantes priístas: Cárdenas va a eliminar la represión y la persecución policíaca en contra de nosotros. El PRI, en cambio, tiene el vicio de repetir y repetir a los mismos que están, y a nosotros nunca nos tomó en cuenta. A las camionetas de la delegación les entregamos semanalmente 320 mil pesos, tanto como que damos a nuestro líder. Si es necesario cambiar de bandera, los ambulantes se van a otro partido…»

Julio de 1997: ¡Los ambulantes, todos con Cuauhtémoc! ‘Yo pongo a su disposición todos los míos», proclama la Barrios. Frente a las fotos de Oscar Espinosa, Manuel Camacho, Aguilera, Roberto Campa y Enrique Jackson, sus protectores del PRI, la Sánchez Rico: «Al son que nos toquen bailamos». Pútrido. Y llegaron las elecciones del 2 mil, y la Barrios, Chavarría y Hernández Rico ofrecieron su apoyo al priísta Silva Herzog: «Lució ésta en el evento rodeada de guaruras y jurando que trabajará para que el PRI recupere el gobierno del DF. A gritos llamaba al candidato: ¡Silva, amigo, Silvia está contigo!» ¿Cómo ven, contertulios?

Logreras y ventajistas. Ayer ¿a quién se las dieron? Mañana, ¿a quién se las andarán dando? Su lealtad y sus cuotas. (A saber.)

Canción de cuna

Esa canción que la madre modula a media voz en tanto se filtra, por la ventana entreabierta, la luna llena Allá, en los bajíos de la comba tenebra, de repente desflórase aquel silencioso desparramadero de estrellas errantes. La canción de cuna-Erase que se era, allá en tiempos y regiones de los sueños color de rosa -rosa mexicano- un reino feliz, y en el reino feliz un caserío más feliz todavía, al que solían llamar cariñosamente ciudad perdida Si, un caserío de magia y encantamiento, que en techos y muros cantaba a la chispa de la vida e invitaba a gozar del mundo de Marlboro. Qué bien.

Y ocurrió, mis valedores, que en uno dPais de las Maravillase aquellos hogares color de rosa rosa mexicano, cierta noche de principios de marzo dormitaba un tierno infante, querubín como trazado a la imaginación de Disney: vientre color de rosa, rebosante de esos bichitos color de rosa rosa mexicano, que se crían en el reino waldisneysiano del mundo cristiano, libre y occidental: amibas, lombrices, solitaria salmonelas, estafilococos. Poéticos nombres…

He aquí al querube, removiéndose en esa su cuna, adorable muestra de la artesanía popular: un huacal aguacatero forrado con páginas cuic, las de la gente bonita Y qué palidez marfilínea en la piel del querube, que a dos pulmones berrea «¡Cuña, cuña..!»

En eso, que entra al castillo el rey del hogar, y que al llanto del heredero -heredero de la deuda externa- se descarga del negocio que lo trajo de esquina a esquina durante el día una caja espumeante de chicles, clínex, aguacates sin semilla y ejemplares del Diario Oficial. En su huacal, desmorecido, el santo querube: «¡Cuñá, cuñá..!»

– Por qué llora el niño.

– ¡Cuñá, cuñá..!

– ¿Los cólicos, mi hijo? ¿Las pulgas, las chinches, la chinche hambre?

– ¡Cuñá, cuñá, cuñá..!, el serafín redobla sus lloros.

– Ya sé. Para que mi niño se duerma le voy a contar un cuento de cuna – bueno, de huacal.

Y ahí, en el silencio de la noche tercer-mundista, la voz abrojuda del paisa tartajea el cuento infantil. Y qué prodigios obra la magia de un buen cuento de hadas: el bibelot de viva carne comienza a acallar sus lloros, y amainando el hipar, a entrecerrar los párpados. La voz del paisa tórnase tenue, sutil, hasta que., lástima

Lástima sí, porque ahí entra al cuartucho la compañera del paisa, o sea la reina del castillo, en sus manos las ropas del lavadero, ropas ajenas.

– Pero viejo, qué le están contando a mi criatura Para eso están Perrault, Andersen, los relatos de la abuela pero tú, leyéndole ese cuento que acaba de ventosearnos uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes…

– Se durmió, ¿no?

– Pero ese cuento puede dañarlo. Las pesadillas, imagínate.

– Se durmió, ¿sí o no?

Sh… Y lo que tenía que ocurrir: a la voz destemplada del paisa, la criatura entreabrió los párpados y… «¡Cuñá, cuñá..!», con todo el desconsuelo del topetazo con la realidad, porque ha vuelto a darse el testerazo contra el hambre, el cólico, los bichos, la realidad de este raigón cariado del mundo cristiano, libre y occidental. «¿Ves, mujer, lo que hicieron tus escrúpulos?»

– Ese es un cuento para arrullar mediocres domesticados, no una pobre criatura que qué culpa tiene..

– Se había dormido, ¿no? Va otra vez, y a ver si no interrumpes. Oye el cuento, mi hijo: «Pase lo que pase en otras partes del mundo, México tiene las mejores condiciones para despegar en este siglo XXI. El país tiene orden en las finanzas públicas, en el sistema financiero, y por eso nuestra economía es una economía fuerte y segura. Hemos consolidado la estabilidad macroeconómica El fantasma de crisis o vulnerabilidad está fuera de radar. ¡México es la envidia de países emergentes..!»

– Síguele, viejo, que ya vas aturdiéndolo, y que Dios te perdone.Calderon

– Sigo, pues. «Niños jornaleros. Trabajan de sol a sol».

¿De sol a qué? Y ahí el chillido, el alarido de tierno querube ‘Miles de niños padecen abusos, desnutrición y analfabetismo».

– Viejo, pon más cuidado. Después del cuento de Calderón te seguiste de filo con la noticia de la realidad nacional.

– Válgame Es que como todo está en la misma página..

Es noche cerrada en el reino de magia y encantamiento que nombran ciudad perdida noche lacerada a los alaridos del querubín. Y qué hacer. ¡Calderón, otro cuento, que el angelito no cesa de llorar! (Cuñá…)

¡El profeta no debe callar..!

Ese fue el grito, arrogante y desmesurado, que en la misa dominical de hace tres años pegó Norberto Rivera,Norberto Rivera cardenal, como protesta contra una opinión pública que se encrespó con la amenaza de excomunión para fabricantes, promotores y consumidores de la pildora anticonceptiva «del siguiente día». En la tormenta que provocó el alto clero, el cardenal clamó al cielo: «¡El profeta no debe callar aunque su palabra sea desagradable..!»

– ¿Que qué? ¿Oyeron eso? -se escandalizó don Tintoreto-. Norberto Rivera, ¿profeta? ¿Al nivel de Isaías, Jeremías y Ezequiel? Qué poca…

«El profeta no debe callar» inflamó los hígados y encendió ánimos, fobias, pasiones y animadversiones en la tertulia de Cádiz. Oí (en mi mente se alzaba, majestad e iracundia, Isaías) que una rabiosa tía Conchis se desfondaba: «¡Ya ni las cuaja el tal reverendo! ¿Profeta él? Si ese es profeta yo soy Niurka, me cái.»

A cuántos de esos herejes, pensé, les estará cayendo fulminante excomunión de Rivera. Ahí la voz del maestro, en la diestra el volumen donde Erich Fromm marca la distancia, inconmensurable, que va de todo un profeta a un simple sacerdote de cualquier religión: «Las ideas sólo habrán de producir un verdadero efecto hasta llegar a transformarnos, contertulios, si son vividas por quien las predica, si las encarna. Que, siendo humilde, predique la humildad y la pobreza siendo pobre, como Jesús. La nula eficacia de la prédica sacerdotal se exhibe en la conducta individual y colectiva de los mexicanos. Obsérvenla: descomposición y ausencia de principios éticos y valores morales. ¿En dónde el origen de esta decadencia social? No, por cierto la escasez de sermones, fervorines y homilías; no porque falten las multitudinarias encerronas en estadios futboleros donde, de la media cancha al manchón de tiro penal, muchedumbres delirantes oficien, con sus sacerdotes, la misa, el rosario, el triduo, el Tedeum. Las visitas del papa, contertulios, ¿elevaron un milímetro los noveles ético y moral del México siempre fiel..

– No, y el fregadal de santos y beatos que milagrosamente, como rosas en el erial o espinillas en los cachetes del adolescente, rebrotan en el santoral cimarrón –La tía Conchis-, ¿de algo han servido para acercar a esta comunidad al amor de Dios y del prójimo? Con sus hechos, no sólo en el ceremonial.

– Y qué distancia abismal entre profetas de verdad y los Norbertos que arrogan tal título. Dice Fromm que muchos sacerdotes de la comunidad, pero ningún profeta. Estos (Cristo, Sócrates, Buda) predican el amor, la verdad, la justicia, la libertad; sus doctrinas transformaron el mundo, lo que no logran los sacerdotes con esas mismas doctrinas. ¿La razón? Porque el profeta predica con el ejemplo y el sacerdote toma las enseñanzas del profeta y las repite como fórmulas sin sustancia, y entonces en dónde el poder transformador de esas ideas. ¿Los creyentes de la doctrina católica serán impelidos a mejorar su conducta cuando un Rivera reaccionario y yunquero, cuyos intereses se contraponen a los de sus feligreses, les habla de la religión, o un Onésimo golfista y obispo en sus ratos perdidos predique bondades de la pobreza y la humildad, o hablen de castidad de los pedófilos padrecitos Maciel? Los resultados: una sociedad tan aquerenciada con el rito como divorciada de la esencia evangélica. Contertulios:

Los profetas vivieron lo que predicaban. No buscaron el poder; lo evitaron. ¡No buscaron ni siquiera el poder ser profetas! Los poderosos los impresionaban. Ellos dijeron la verdad aunque decirla los condujera a la cárcel, el ostracismo, la muerte. Enfrentados al riesgo, respondieron a la comunidad porque se sabían responsables; lo que a la comunidad le ocurría les ocurría a ellos, y dijeron y vivieron la verdad. No quisieron ser profetas. Fueron. Sólo los falsos profetas ambicionan el título de profetas. Buda vivió sus enseñanzas; Cristo se encarnó; Sócrates murió congruente con sus ideas, y dejaron una huella profunda en la especie humana porque su idea se encarnó en esos que aparecen de tarde en tarde en la historia de la humanidad y mueren dejando un mensaje en esos millones en quienes se torna entrañable.»

¿Los sacerdotes? Por afanes de dominio y control de las masas se aprovechan de las doctrinas de quienes con ellas transformaron su tiempo y su mundo. Los profetas viven sus ideas; los sacerdotes las administran a la gente, pero en su boca se perdieron la vitalidad y se tornaron formula muerta. Los sacerdotes confunden a la gente al proclamarse sucesores del profeta y afirmar que viven lo que predican. Cualquiera deberla advertir el embuste, ya que entre prédica y formas de vida hay una distancia abismal. Pero la «gran masa» ha sido sometida a un muy efectivo lavado de cerebro, y cree en la prédica de sus sacerdotes, tos mira congruentes con las ideas que predican. Es por eso que esta sociedad está tan, pero tan… (¿Dios!)

Piedra de escándalo

Eso es, a ojos de ateos y creyentes, el cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México, quien publica en su vocero oficial, Desde la fe:

Los acusadores de casos diversos de pederastía son apoyados por algunos medios informativos sin escrúpulos, que no pueden ocultar su odio a la Iglesia Católica…

Habló el maestro de la tertulia de anoche: «No, no, señor cardenal, un momento. Esa rampa verbal es obvia para el conocedor, y que se nombra «desubicación». Es usted, no la Iglesia Católica, quien ha colocado en el banquillo de acusados. No intente levantarse de tan incómodo asiento y colocar a la Iglesia en el banquillo que sólo a usted le corresponde».

Sí, ese Norberto Rivera, cardenal «provida», que hace tres años miraba la paja en el ojo de una Secretaría de Salud encabezada no por el reaccionario actual, sino por el benemérito doctor Julio Frenk. Recuerdo que en su sermón dominical Rivera chicoteó a punta de anatemas y excomuniones a productores, promotores y millares de mujeres que consumían, consumen y van a seguir consumiendo la pildora para un día después que, según el cardenal, «tiene la clara intención de matar a un ser humano y que el asesinato se consume». Piedra de escándalo el cardenal, cuya respuesta a la pildora anticonceptiva fue y ha sido motejada de, cuando menos, reaccionaria, medieval e inquisitorial. Contraatacó Norberto Rivera:

¡El profeta no debe callar aunque su palabra sea desagradable..!

La frase, leída por el maestro en la tertulia de la noche siguiente, escandalizó y levantó entre los vecinos de Cádiz, el edificio, pasiones e hinchazón de hígados: «¿Que qué? –La Maconda, neopanista y adoradora de Calderón-. Yo no hago ronda con réprobos». Y la viuda de Vélez huyó por esa puerta El joven juguero- «¿oyeron eso? El alto clero católico, ¿profeta? ¿Los Riveras, Godínez, y Onésimos al nivel de Isaías, Jeremías y Ezequiel? Que no frieguen Perdón por la palabrota, quise decir: que no zinguen».

Profetas y sacerdotes.. Ahí habló el maestro: «Patético estado el de la sociedad actual, huérfana de valores; tan carente de profetas cuanto sobrada de sacerdotes, homilías, ritos y ceremonias de cualquier religión, lo que no evita en las masas una falta absoluta de valores, principios y convicciones. México, contertulios, recibió el tanto de cinco veces, en éxtasis y en delirio, a Juan Pablo II. ¿Y? ¿Mejoró el tanto del filo de esta uña la moral personal de los mexicanos? La conducta social, ¿registró alguna mejoría? Concentraciones multitudinarias, horneadas de nuevos beatos y santos, celebraciones de rosarios y misas ante muchedumbres en éxtasis; ¿esos alardes de religiosidad se han reflejado en la moral pública, en valores de civilidad y caminos de . tolerancia, en amor al prójimo..?

– Don Tintoreto: «Bueno, ¿pero cuál es la diferencia entre el profeta y el sacerdote, sea miserito, de misa y olla, o sea cardenal?»

El maestro abrió el libro aquel cuyo autor resultó ser Erich Fromm, que ubica a profetas y sacerdotes. En silencio escuchamos al maestro glosar la tesis del psicólogo: En nuestro mundo nunca antes como hoy se había difundido el conocimiento de las grandes ideas generadas por el entendimiento del hombre, y de ejemplos apronta los nombres de los supremos: Cristo, Platón, Buda, Aristóteles, cuyas ideas transformaron su mundo y que en la actualidad son difundidas en sermones y cátedras, y conocidas por millones en todo el mundo. Qué bien

Qué mal, rectificó; qué mal, porque nunca como hoy tales ideas resultaron más infructuosas; porque las sociedades del mundo actual se manejan al puro egoísmo, y se predica la democracia mientras se empobrece a las mayorías, al tiempo que masacres como las de Irak y El Líbano podrían empalidecer ante la nota roja de este país: ¿Cómo explicar la discrepancia?

Fácil. Las ideas no influyen profundamente en el ente humano cuando sólo se las enseña en el púlpito o en la universidad como ideas, como teorías, como pensamientos. Así expuestas, las nuevas ideas suplen a las anteriores, los nuevos pensamientos a los predecesores, y a las viejas palabras, las nuevas y novedosas. Pero hasta ahí. Y es claro: cómo pudiera ser de otra forma, cuando es empresa casi imposible que un hombre sea movido, transformado, sólo por ideas; que a base de puras ideas llegue hasta la almendra de la verdad. Porque para que en ese humano, o en esa sociedad, se opere la pretendida transformación, es necesario que supere resistencias de inercia profundamente arraigadas; es preciso que venza el miedo al error «o el miedo a apartarse del rebaño». Ser un desplazado, pues. Y es esta una empresa difícil, porque sólo familiarizarse con otras ideas no es bastante, por más sólidas y correctas que sean (Sigo mañana.)

Tenebra y horror…

Los monstruos que en los terrenos anchurosos y fértiles de la literatura universal ha concebido la corriente gótica mis valedores: El hombre lobo, Frankenstein, Drácula y tantas aberraciones más que por vía de ejemplo y por que nos miremos, conozcamos y reconozcamos en ese espejo distorsionado que es el del arte, ha logrado imaginar el fabulador para luego aprontarnos semejantes engendros de una madre Natura cuyas leyes se atrevieron a desafiar. Macabro.

Una de estas criaturas de la noche es la que describe R.L Stevenson en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. ¿Conocen ustedes la novela? ¿Vieron la película? Sí, la de aquel sabio humanista que logra sintetizar cierta pócima con la que, al ingerirla, se metamorfosea en el abominable Mr. Hyde, que al arropo de las sombras, de la niebla y de los callejones umbríos, se arroja a perpetrar crímenes abominables, hasta que a los clarores del alba regresa al hogar, cambia su indumentaria y torna a aparecer como el sabio humanista dedicado a hacer el bien. ¿Su simbología.?

Obvia para quien sabe desentrañar los símbolos: en todos nosotros conviven en pugna permanente dos hemisferios: el del luminoso doctor Jekyll y el del tenebroso Mr. Hyde; en nosotros está el estimular los naturales instintos hacia el bien o hacia su contraparte. Porque, mis valedores, según el moderno conocimiento del hombre, ningún humano nació bueno, ni malos algunos más. Es dentro de casa individuo, único e irrepetible, donde se incuban los instintos, los deseos, las pasiones y los sentimientos, materia prima para la bondad o el reverso, aún más de nosotros, poseedores del libre albedrío, depende que predominen estas o estas otras tendencias. El doctor Jekyll. Mr. Hyde.

Personaje del XVII, sabio estudioso de los campos del bien y del mal que integran y dividen la naturaleza, la investigación del doctor lo condujo a la percepción de sus dos personalidades en lucha «Digo dos porque el estado actual de mis conocimientos no va más allá». ¿Cuál habría de prevalecer? Y el horror: la pócima anulaba la personalidad humanista consagrado a aliviar la miseria y el sufrimiento de los demás, y desataba aquel monstruo aberrante, Mr. Hyde. (Tiempo después, a la certeza espantable de que iba siendo dominado por el «yo» criminal, el sabio apelaría a la autodestrucción. Trágico.)

Y allá va Mr. Hyde, calle adelante bajo las nieblas nocturnas, a saciar unos desatados instintos de sangre y destrucción. Horas más tarde ahí, en su consultorio, un exhausto, agónico Dr. Jekyll, va a comprobar, aterrado, que el monstruo surge a voluntad y que no hay pócima que lo detenga Aquí, con un parche que lo afea, (parche de mi invención), va un retazo de la carta en la que, después de muerto, confiesa a su amigo mister Utterson la doble personalidad y la doble vida que finalmente lo llevó a la muerte por propia mano:

«Cuando hube ingerido la pócima fui presa de los más terribles tormentos: un crujir de huesos, una náusea mortal y un horror de espíritu que no podría ser superado ni en la misma hora del nacimiento o la muerte. Esta agonía pronto comenzó a pasar y, como quien sale de una grave enfermedad, me fui recobrando. Los placeres que busqué, así disfrazado, fueron indignos; en manos de Hyde pronto comenzaron a derivar hacia lo monstruoso; cuando regresaba de mis excursiones me hundía en el asombro ante mi propia depravación. Yo, en mi personalidad de Mr. Hyde, era maligno y depravado; con bestial avidez libaba el placer de cualquier grado de tortura que infería a mi víctima Después volvía a mis buenas cualidades como el Dr. Jekyll...

Yo, aterrorizado, comprobaba la forma en que el horroroso Mr. Hyde se iba imponiendo al humanista Dr Jekyll. Espantado, en unas horas de lucidez hice el balance de la ya disminuida presencia del Dr. Jekyll frente al perverso Hyde. Ya no se trataba de simples ataques a los desvelados que tornaban a casa Ya no era sólo asesinar a bastonazos a Sir Danvers Carew, que tuvo la mala suerte de toparse conmigo, yo, como Mr. Hyde; ya no era sólo asaltar y violar doncellas, desgarrarlas con sádico placer. No.

Todo hubiera sido como eso, pero no. Esta madrugada, al volver de mis criminales correrías, logré calma bastante para reflexionar: ya no sólo asaltos; ya nomás derramar sangre de niños y ancianos y violar mujeres a las que luego asesinaba; no es por tales crímenes que he decidido arrancarme la vida Con las últimas reservas de vergüenza y dignidad que restan al Dr. Jekyll preparo el veneno que destruirá, con el humanista, al monstruoso Mr. Hyde. ¡Porque ahora descubro yo (¡sí, yo!), en mi nefanda personalidad, auxilié con toda eficacia a un cierto Mr. Hyde Fox, ex-gerente de la Coca-Cola (¡horror!) y 2o. marido de Marta (¡doble horror!), y al Hyde Azuela de la Suprema Cort(a), y a los arrastrados Hyde Ugaldes del IFE y del TRIFE, a dañar a millones embombillándoles en Los Pinos a uno chaparrito, peloncito, etc. (¡Agh!)

Retórico y embustero

Beatriz Paredes ganó sin haber depurado un padrón con cerca de 25 por ciento de abstencionismo priista y con alianzas que no van a durar el desdén para cumplir los acuerdos… (Marcela Gómez Zalee, Milenio, 23 de feb.)

Y que la nueva dirigente del partido de mi primo el Jerásimo, el (lo que queda del) Revolucionario Ins., «se va a convertir en un problema, porque «ella no tiene amigos… sino intereses». Y que «se acomoda» y a sus aliados los deja morir. Lóbrego. Mis valedores: ayer mismo inicié la crónica de aquella colorida cuanto retórica X Asamblea Ordinaria del Revolucionario Ins. que se llevó a cabo en octubre de 1979 en medio de porras y gritos, matracas y chirimías, y los consabidos, embusteros discursos. Lo usual. A todo micrófono frente a una claque enfebrecida, aquel Gustavo Carvajal:

– ¡Nuestro partido es un partido antiimperialista. Rechazamos todo intento de sumisión política, económica y cultural; cualquiera que sea su lema o procedencia; reprobamos toda manipulación, intromisión o sojuzgamiento hegemónicos, de signo imperial o neocolonialista, y luchamos contra el intervencionismo, la amenaza del uso de la fuerza y la imposición armada que avasallan hombres y naciones..! ¡Un Partido apoyado en los obreros, los campesinos, la clase media progresista, la juventud y por último, la mujer! ? ¡Un partido que habrá de preservar con acciones concretas la dignidad del hombre, la integridad de la familia y la soberanía de la nación..!

La locura, la claque: «¡Que siempre sea aceptada – como doctrina ideal – la ideología equilibrada – de nuestro PRI nacional..!»

Encarrerado, Carvajal: «¡Lo que el PRI quiere ser de aquí al año 2000, señoras y señores, es ser… un verdadero partido político! ¡El PRI quiere tener militantes reales, ser la avanzada de la sociedad mexicana, recoger y apoyar las causas fundamentales y las demandas efectivas de sus sectores, las mayorías del país! ¡El PRI quiere diferenciarse del Estado, ser su vanguardia y su impulsor, no su agencia electoral ni su gestoría politiquera..!»

¡El PRI quiere ser un partido revolucionario y de vanguardia, profundamente nacionalista, democrático, antiimperialista! ¡Un Partido moderno, a la altura de nuestros días, que entienda e impulse las tareas fundamentales, la militancia eficaz, consciente, y la lucha revolucionaria tenaz, al lado de los grupos mayoritarios de la nación! ¡Un Partido que desecha a los miembros vergonzantes, a los simuladores y a los claudicantes; políticos de máscara que se hacen presentes sólo en momentos electorales y de campaña con el atuendo de priistas, y que apenas ocupan una responsabilidad administrativa o de elección, cancelan su priismo..!

La Brigada Carvajal: «¡Y que viva día con día – con sus hermosos colores – esta digna trilogía- con su historia y sus colores..!»

Se publicaba en la edición correspondiente a mayo de 1989 de La República, órgano oficial del Revolucionario Ins.:

1.- En nuestro partido, democracia y justicia social se corresponden – 2- Porque los tiempos que corren exigen identificación en los hechos y las acciones de todos los días, con los desheredados y los humildes- 3.- El PRI es el abanderado de las causas sociales; de lo contrario, careceríamos de la razón histórica para seguir existiendo.- 4- El PRI quiere seguir siendo el partido de la legalidad.- 5.- A diferencia de otras corrientes políticas, el PRI sí tiene una clara definición internacional por la soberanía, la democracia y la equidad, y 6.-¡Somos el hoy, la raíz, el horizonte…»

En febrero de 1990 lo reveló la revista española Cambio 16:

«Al comienzo del septenato felipista, tras la victoria electoral de PSOE en octubre de 1982, un alto dirigente del partido, Guillermo Galeote, realizó un comentario ante este columnista, tan preocupante como revelador: «Vamos a montar el PRI en España. Vamos a estar veinte años en el poder». La afirmación fue, ciertamente, para poner los pelos de punta, porque como los lectores saben muy bien, el modelo de democracia a la mexicana no es otra cosa que una dictadura que mantiene en el poder, desde hace más de medio siglo, a la densa burocracia del Revolucionario Institucional, basada en el férreo control de la sociedad, las más descaradas trampas electorales, la corrupción desbocada y una cierta retórica institucional de izquierdas – que se intensifica en los gestos de su política exterior – como mero barniz justificador de unas supuestas senas de identidad progresistas. Nada, sin embargo, tan definitorio del estilo de gobernar del PRI, como la corrupción, que alcanza desde el mismísimo Presidente de la República hasta al más modesto de tos funcionarios de Estado. La prensa, casi toda comprada por el PRI, ha gozado de muy especial atención por parte de los gobernantes mexicanos». Así es el PRI: verborreico, retórico y embustero. (Lóbrego.)

Estas ruinas que ves…

En un año electoral como este no es fácil cambiarle toda la maquinaria a un vehículo que, como el PRI va en marcha… (Beatriz Paredes, nueva dirigente de tal partido político)

Callados. Casi en silencio. Sin alzar polvo. A lo subrepticio, o casi, se cambió la dirigencia del Tricolor. Con las mañas de siempre, los fraudes de siempre, las consabidas abstenciones. Con golpes bajos y los compinchajes y compromisos acostumbrados, pero con mundos de diferencia respecto a los tiempos aquellos en que el Revolucionario Ins. era el partido de Estado y el dueño absoluto del escenario político. Esta vez sin ruiderio de matracas ni sonsonete de chirimías, ni las porras que jaleaban las retumbantes piezas oratorias de aquellos tiempos, qué tiempos, que fueron los del partido político de mi primo el Jerásimo, el hoy casi agónico Revolucionario Ins. Qué tiempos. ¿Los recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlos..?

En fin, que la tlaxcalteca llegó al poder, y lógico: como primera medida de gobierno proclamó la «Operación Cicatriz», con la que intenta aplacar unas aguas no tanto revueltas cuanto lodosas, y esa soterrada inconformidad que se percibe dentro de las ruinas del edificio de Insurgentes y calle Violeta (me resisto a denominarla con el nombre postizo que le enjaretó el Tricolor, el del corrupto al que asesinó la corrupción del partido del que fue dirigente, tal para cual) Paredes ofrece, además, algo que me parece más problemático que la mítica limpieza de los establos de Augías. una reforma profunda en el menoscabado instituto político que aún hoy usufructúa los tres colores del símbolo patrio. En fin, que el poco ruido que alzó la pasada contienda electoral dentro del partido me lleva al ejercicio de la nostalgia, y el ánimo contrito digo, memorioso, a todos ustedes:

Qué tiempos aquellos del que fue el partido de la dictadura perfecta, el por aquellos tiempos reputadísimo Tricolor. Recuerdo, y aquí lo traigo de ejemplo para que miren ustedes lo que va de ayer a hoy, la escandalera que alzó una X Asamblea Ordinaria del partido de marras, que se perpetró (sé lo que digo) de la siguiente manera:

La fecha era octubre de 1979 y finalizaba la X Asamblea Ordinaria del Tricolor, que por aquel entonces tenía de presidente a un Gustavo Carvajal, veracruzano. Ahí, ante una claque enfebrecida, a todo micrófono gritó Carvajal:

– ¡Correligionarios! ¡Nuestro partido es un partido revolucionario y de vanguardia. Nuestro partido es profundamente nacionalista, democrático y antiimperialista! ¡Es un partido que como consecuencia de la Reforma Política ha sido elevado al rango constitucional de institución de interés público..!

¡El nuestro es un Partido revolucionario, porque habiendo surgido del movimiento social de 1910, sostiene la voluntad de cambio y transformación de la sociedad, que alienta en el pueblo de Meneo y en sus instituciones! ¡Es un Partido de vanguardia, porque saliendo al encuentro de las aspiraciones y exigencias del pueblo, abandera y guía sus luchas reivindicadoras!

Gritaban las porras de la Brigada Carvajal: ¡Hoy surge para la Historia -de nuestro PRI nacional- luz de esperanza y de gloria – en el hombre probo y leal..!

Y allá, en el presidium, Gustavo Carvajal:

– ¡Nuestro Partido es un Partido nacionalista, porque somos nosotros, sus integrantes, los que resolvimos crear con nuestras propias ideas, recursos y experiencias, el instrumento de lucha para al: canzar y acrecentar la emancipación política y académica del país, entendiendo el poder como herramienta para servir los intereses exclusivos de la Nación..!

¡Un Partido democrático, porque entendemos y practicamos la democracia como un sistema de vida igualitario económica, social y culturalmente, y porque siendo sus integrantes políticamente iguales y con derechos y responsabilidades semejantes, estamos convencidos de alcanzar el consenso y tomar decisiones por mayoría de votos y mayoría de razón, uniendo así valores de cuantía y calidad que a todos nos obligan..!

La Porra Carvajal, alaridos-. «¡Es imperativo actual- para México integrado -que Gustavo Carvajal-llegue a ser hoy confirmado’-

¡En este evaluación tan importante-hoy se afirma la lealtad -que el trabajo de dicha palpitante – siga avante con Gustavo Carvajal..!

– ¡Nuestro Partido es un partido antiimperialista, porque habiendo el pueblo mexicano pagado tan alto costo por su independencia y por su derecho a tener patria, rechazamos todo intento de sumisión política, económica y cultural; cualquiera que sea… (Mañana.)

«La ciudadanía, ¿tonta, tarada?»

Mañana, mis valedores, de acuerdo al calendario oficial de las fiestas cívicas, se celebra el Día de la Bandera, fecha que miro muy a propósito para aludir al uso que el Revolucionario Ins. hizo de los tres colores patrios. A ver:

¿Por qué cambió Fox nuestro escudo nacional? ¿Por qué tratar de, incluso, en los símbolos patrios, utilizarlos como forma de propaganda política? No me convence ninguna de las explicaciones que da la señora Marta Sahagún, de que el águila está en posición de ir hacia delante. ¿Cómo puede caminar un águila hacia delante si no tiene alas..?

Así protestaba al comienzo del sexenio el diputado priísta Jaime Veloz. Y el tartufismo contra el «águila mocha», según la mutiló Fox en llegando a Los Pinos: a coro chillaron y a coro se las rasgaron, cuando los del PRI ya llevan años, sexenios, decenios, con los patrios colores embarrados a su logotipo, y como si nada. Amenazaban en diciembre del 2000:

«La fracción del PRI en la Cámara de diputados presentó un punto de acuerdo acuerdo para que ese órgano legislativo exhorte a la Secretarla de Gobernación para que disponga que todas las dependencias del Ejecutivo Federal utilicen legal y correctamente los símbolos patrios».

Otro punto de acuerdo presentó la oposición para que el Senado prohibiese al PRI el uso de los tres colores. «¡Eso nunca!», clamó Lanz Cárdenas. «¡La propuesta no tiene por qué ser aprobada por el Senado y ni siquiera por el Congreso, toda vez que es un asunto interno del PRI! Si nosotros decidimos cambiar siglas y logotipo, es un asunto que sólo toca a nosotros. No tiene por qué tratar de imponérsenos con camisa de fuerza La propuesta, sin duda, tiene un fondo electorero…»

La primera «exhortación» para que los priístas liberaran los patrios colores vino de Ernesto Rufo cuando gobernador. Fulgurante fue la respuesta de unos jóvenes «revolucionarios»: «Para el Frente juvenil Revolucionario del PRI, la propuesta es una tontería que debe ser rechazada Cada partido tiene derecho a utilizar los colores con los que se identifica El PAN utiliza el azul y el blanco porque se identifica con la bandera gringa El PRI ha utilizado siempre los colores nacionales… ¡porque siempre se identifica con México

Años más tarde, el de la Revolución Democrática, PRD: «Impugnaremos ante la autoridad electoral la utilización de los colores de la Bandera nacional en el escudo del PRI. No es sólo un reclamo nuestro; en las encuestas que hemos realizado a lo largo del país, millones de mexicanos perciben el mismo sentir. O todos utilizamos los colores nacionales, o ninguno».

Mientras, «diversas organizaciones civiles y ciudadanas pidieron al Congreso que tome medidas para establecer una prohibición para que cualquier partido político use los colores nacionales para manipular al electorado y hacerle creer que ellos son México y que México es de ellos…»

«¿Que qué?», se encrespó un Amador Rodríguez: «¿Despojar de sus colores a mi partido? Esa es sólo una cortina de humo de la oposición. Tal parece que se considera a la ciudadanía como tonta o tarada, que no sabe por quién votar, y entonces lo que hace es decir: Voy a votar por la bandera. Eso es totalmente ingenuo…»

Y Campa Cifrián, por aquel entonces priísta y hoy, como tantos más, chaquetero: «No hay marcha atrás ni titubeos que obliguen al PRI a cambiar los colores de su logotipo. Ellos le dan la identidad y es un derecho que tiene desde su creación, Los priístas no pierden el tiempo en criticar los colores azul y blanco del PAN, y el amarillo del PRD. ¿O sí…?»

Esteban Moctezuma: «Ese debate quedó atrás hace muchos años. Hoy lo revive la oposición con fines electorales y nada más. Por el momento lo más importante es impulsar dentro de mi partido el acercamiento con la gente, dejando de lado intereses propios o de grupo».

López Obrador «El PRI no debe utilizar los símbolos patrios. El Himno Nacional y la Bandera pertenecen a los mexicanos; son símbolos de los mexicanos, no sólo de un partido, y México no es el PRI ni el PRI es México«.

Ayer priísta, hoy partidario de López Obrador, Arturo Núñez: «A los colores patrios tenemos un derecho histórico. Con ese tema recurrente y obsesivo pretende la oposición justificar sus derrotas electorales, argumentando que pierde porque el PRI tiene esos colores en su emblema El PRI hará valer su mayoría para defender sus colores patrios. El intentar quitárselos es una actitud hostil que atenta contra el ambiente de civilidad necesario para el perfeccionamiento de la vida democrática ¡Nosotros iniciaremos una cruzada en defensa de la identidad de nuestro partido..!»

El Día de la Bandera, mis valedores. ¿Lo van ustedes a festejar? Porque el Revolucionario Ins., ahora con Paredes al frente… (En fin.)

¿Simbología patriótica?

Esta vez la bandera, mis valedores, que a decir del matutino, une a todos los mexicanos y reafirma la identidad nacional. «Ideada por Agustín de Iturbide, informa Nuevo Aztlán, Iturbidevaya titulito, la bandera que simbolizó el Plan de Iguala, firmado por él y otros jefes en esa villa el 24 de febrero de 1821, era tricolor, Bandera Trigarantecon franjas diagonales el color rojo, verde y blanco; una estrella en cada franja y en la central una corona imperial dorada, con el fondo encarnado y orlanda con palabras Religión, Independencia, Unión. Por ello se llamó Las tres Garantías».

Bandera e identidad nacional. El reportero interroga a Roger Bartra, sociólogo y antropólogo: «¿Símbolos patrios y nacionalismo han estado unidos siempre?» El analista:

Prácticamente surgieron juntos, pero creo que una nación puede sobrevivir sin nacionalismo. Porque el tal se convierte en algo dañino para los habitantes que viven en un territorio, una enfermedad y no un factor de desarrollo. Desde hace varios sexenios el nacionalismo le ha hecho mucho daño a país. Se ha vuelto institucional y está actuando en contra de la nación misma Está en clara y franca crisis. Hay muchos que se han propuesto como salvadores del nacionalismo. Lo mejor sería que no hubiese salvadores, que los mexicanos pudiésemos vivir en una sociedad democrática Exaltar los símbolos patrios es presagio de guerra Donde existe la democracia la importancia de los símbolos patrios decrece y empiezan a tener importancia otra clase de símbolos. En ese sentido, es una mala señal que en México se recurra tanto a la simbología patriótica Cuando hay tanto uso de las banderas es que hay evidentes señales de conflicto.

Gabriel Zaid, escritor:- «Las banderas y los himnos como símbolos sacros del estado son decimonónicos. La declaración de que esos emblemas son nacionales es un engendro político del siglo XIX (…) Han cambiado las misas y las devociones, pero no el santoral político ni las devociones oficiales, ni las misas de gallo del 15 de septiembre que inventó el general Porfirio Díaz para celebrar su cumpleaños (…)Porfirio Diaz El patriotismo que hoy se extiende por el planeta es más pacífico, más abierto y local. Requerimos de unos símbolos patrios más tranquilos, menos aparatosos».

Bartra:– «Esa tremenda insistencia en la formalidad del símbolo proviene de un intento de vestir el cuerpo desnudo. El cuerpo del nacionalismo tradicional revolucionario está desnudo, pero el Gobierno quiere cubrir esta desnudez a como dé lugar. Es como si literalmente se cubriera con el paño de la bandera con el símbolo más vacío de contenido, sin acudir a ninguna tradición Por eso son símbolos completamente vacíos, manipulados».

Bandera y nota roja Puebla, Pue., 1995. «Agustín sólo pretendía decorar el frente de su domicilio con el símbolo patrio. Lo ató en un cable de alta tensión. A la clínica local aún logró llegar vivo…»

La bandera, befada según acusa un anónimo diputado mexicano: «Se imputa al Prof. Luis Gárate, de El Palmito, Sinaloa, el haber ultrajado la bandera nacional, misma que usó para limpiar los cristales de la ventana de su casa Como este hecho afrenta gravemente los sentimientos patrióticos del pueblo mexicano, considero que se investiguen los hechos y se proceda a la consignación e inmediata destitución del dicho Prof, por ser indigno de desempeñar el noble cargo de maestro de la niñez mexicana». Peor el agravio a la bandera que se perpetró en Salamanca, Gto. Nov. de 1999.- Empleados de parques y jardines de la presidencia municipal utilizaron esta mañana una bandera nacional para recoger la basura de la vía pública Los jóvenes colocaban sobre el suelo el lábaro patrio echando sobre él lo mismo todo tipo de basura que excremento de perros. Luego de echar la basura en la caja del vehículo, lanzado con fuerza y como catapulta la bandera la sacudían para repetir la acción. Argumenta que: La encontramos por ahí en un basurero, y nos ha servido mucho para recoger la basura.

bandera

Finalmente, la tufarada de halitosis que arrojó en el 2001 cierto ¿poeta? campechano que, ansioso de impresionar y enfermo de protagonismo, me recuerda al Eróstrato de Efeso (véanlo en el diccionario):

«Yo – Me seco el orín en la bandera -De mi país – Ese trapo – Sobre el que se acuestan los perros – Y que nada representa – Salvo tres colores – Y un águila – Que me producen – Un vómito nacionalista – O tal vez un verso – Lopezvelardiano – De cuya influencia estoy lejos, – Yo, natural de esta tierra, – Me limpio el culo – Con la bandera y los invito a hacer lo mismo – Verán a la patria entre la mierda de un poeta. (¿Poeta? ¿De veras?)

vota priPor cuanto al Revolucionario Ins, y los patrios colores… (Eso, mañana)