En tiempos de Don Porfirio

Mi don Joaquín de la Cantolla y Rico, globonauta de fines del XIX, que es decir el del plastrón y el miriñaque, la crinolina y el polisón. De aventurero tan hazañoso les hablé ayer aquí mismo, y tracé un esbozo de retrato hablado del audaz que con su armatoste rayoneó los primeros garabatos en los cielos de México para guía de los aguiluchos que vendrían después. Qué tiempos. «Tiempos en que era Dios omnipotente – y el señor don Porfirio presidente. – Tiempos ay, tan lejanos del presente», que dijo Leduc. Tiempos aquellos que se fueron para nunca más. Y aquí, el suspirillo. Pero sigo con mi don Joaquín, que con su globo ganó gloria y perdió uno de los ojos.

A resultas de alguno de los tantos accidentes en los que el globo lo aventó hasta el camastro de un sanatorio, el tuerto vejancón iba volviendo en sí, que por el traumatismo global estuvo a punto de volver en no. «¿En dónde estoy..?’

– En el sanatorio de las agustinas. A ver, abra la boca Su cucharada

– ¿Y mi globo? Déme razón. ¿Cómo quedó mi globo..?

Destrozado. El viejo suspiró. «Y cómo esperar otro resultado, si el mío era un globito pacotón. Ah, si yo tuviera el mejor globo de México…»

– Sólo importándolo de Francia, de Alemania. En nuestro México no se fabrican globos de calidad.

– ¿Que no? Oigan a la madre esta Y el mejor globo del mundo, el más resistente, el mejor inflado. Sebo, pellejos, carne de cogote, su materia prima pero el globo más vistoso que este, imposible. ¿Pues qué no ha oído hablar de la selección mexicana de futbol? Esa sí que es un globo, no un papalote como mi globito. Fuerte, resistente, perfectamente inflado por los merolicronistas al servicio de la industria que les paga por manipular aturdidos. Ah, esos Muros y Sarmientos, esa caterva de gritones, estridentes y alboroteros, que son los Protagonistas. Ah, esos Bermúdez perros. ¿Los ha oído usted, madre?

– Cálmese, son los que cuidan el sanatorio. Ladran de hambre, pero al rato les van a arrojar sus pellejos. Vuélvase de espaldas, que voy a aplicarle una cataplasma ¿Le duele este lado del costillar..?

– Yo me refiero a los otros, o sea los alquilones de la tele, profesionales del grito y el alarido teatrero, histrión y manipulador de candidas masas reducidas a la infrahumana condición de «Perra Brava». Hablo de esos que «analizan el carácter estético del juego como se analizaría una obra de arte, pero no nos engañemos: crean una pseudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de unas masas a las que no se les permite el acceso a la cultura, y a las que se manipula y se condiciona para la pasividad y la no acción; para hacerlas sentir, mañosamente, héroes por delegación»

– Todos traemos la camiseta de nuestra selección, la de Huguito. ¿O qué, no es usted mexicano? Ya ve, el doctorcito está viendo en la tele el México-Honduras. ¿Cuántos goles cree que le embombillemos a los catrachos? Yo a los bonites de Blanco los vengo encomendando a Dios en mis oraciones.

– ¿Camiseta de nuestra qué? ¡No me eche-inglés, madre! El sentimiento seudo-patriótico que depositamos en el seleccionado nacional sirve para ocultar la falta real de una auténtica unidad nacional capaz de enfrentar agresiones «nacionalistas» o del imperio del norte, y créame, no todos se dejan manipular por el futbol como simple espectáculo. Los ricos no son tarugos; ellos practican el deporte de su preferencia polo, esgrima tenis, natación, equitación, todo. Ellos juegan, pero a las masas explotadas, en cambio, las aplastan a dos carnazas en el estadio y las manipulan dándoles la ilusión de que son ellas las que juegan en la cancha «¡Ganamos!», «¡Casi empatamos!», «¡Casi metemos el gol!». «¡Casi!» ¿Ustedes? ¿Sentados a dos posas y entripándose de cheves, botanas y cacardí? Y a costa de las masas vengan las buscas del consumismo desaforado, y que en los hijos de Sánchez y en los Cabrito Arellano esas masas tomen desquite de los agravios que les infieren los Cabrotes Arellanos del Sistema de poder. ¿Entiende ahora madre? Porque el futbol, como espectáculo de masas «sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada regimentada y deprimida a tal punto que necesita cuando menos una participación por delegación en las hazañas donde se requiere fuerza y habilidad, a fin de que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida… Mire el vespertino.

Leyó en alta voz: «Duele la derrota, inquieta la realidad: no hay equipo; preocupa lo que ha sido némesis (¡sic!) en el futbol mexicano: la ausencia de gol. La gente, hoy más que nunca se pregunta ¿y el equipo? Por Dios, qué desaliento». Así manipulado, el fanático: «Por qué, Dios mío, por qué dejan que desgarren las telas del corazón teniendo que sufrir derrotas tan lacerantes. En entrenador, un inepto, y nosotros agonizando de dolor. Si en mi mano estuviera, él serla desollado vivo y después… ¡colgado! ¡Para que vea lo que duele la calda de nuestros muchachos..!» Snif. (Seguiré con el tema)

México de mis recuerdos

El México que vivió con un pie en el XIX y el otro en el XX, mis valedores, ese México que, memoriosos, los que vivimos hoy podemos mirar en la historia patria y leer en las películas, o al revés. El México de miriñaque, la crinolina y el polisón; el de los personajes reales e imaginarios tan vernáculos como aquel señor don Porfirio y otro señor don Nicolás Zúñiga y Miranda, su eterno rival en esa hoy apodada «fiesta cívica de las urnas». Cruza también la pantalla de las más viejas películas del cine nacional ese viejo rabo verde llamado don Susanito Peñafiel y Somellera, que en las tandas del Principal y vestido de marinerito entonaba, patiño de la triple principal: «Carlos Truchuela y Quiroz». Qué tiempos los de aquel México antañón de las señoritingas y los lagartijos. Ay, qué tiempos, señor don Simón…

Hubo por aquel entonces un personaje de nombre mi don Joaquín de la Cantolla y Rico, conquistador de los aires, que en ellos abrió veredas, y cuyas hazañas en globo aerostático mantenían arrobados tanto a la gente «decente» como al peladaje. En cada ascensión don Joaquín arriesgaba su vida, y ya su temeridad habíale costado uno de la cara, que suplía con una canica. Y en uno de tales accidentes, según crónicas de época, ocurrió lo que aquí se consigna:

Vuelto en sí, el De la Cantolla quejábase blandamente, y pasaba la lengua por

unos labios resecos. Intentó incorporarse. «¿En dónde estoy?»

– En el sanatorio de las agustinas. ¿Cómo se siente? -el doctor.

Debajo de las sábanas, el paciente se toqueteaba clavículas, esternón, costillares; luego bajaba ambas manos y tentaleábase las entrañables zonas abajeñas, donde los varones de pro sostenemos en su nidal esos que ya perdidos no hay canicas que los sustituyan. Reprimiendo en quejidillo:

– ¿Y mi globo aerostático, doctor?

El aludido se dio a mirar la gloria de azaleas y bugambilias del jardincillo. Porque el artefacto volador había quedado hecho garras en los llanos de Balbuena, muchas lenguas al este de la ciudad. «¿Y mi globo..?»

– No piense en globos, sino en reposar. Su cucharada.

Y es que horas antes, a media mañana y al son de dianas, marchas dragonas y vítores, el aguilucho se había alzado en su artefacto sobre los llanos de Balbuena, y sí, en un principio todo marchó viento en popa, dondequiera que un globo cargue la popa El artefacto mecíase sobre las corrientes del aire cuando el intrépido tuerto, aventurero corazón, enfiló rumbo al centro de la noble y vial. Abajo, ecos de hurras, aplausos y la banda de la gendarmería (banda de hacer música, no de perpetrar extorsiones, asaltos, secuestros, y violaciones). Chistera en mano, el intrépido saludaba con leves inclinaciones de testa. Qué bien. Pero de súbito, mis valedores…

De repente, el bandazo de viento atravesado, el descontrol, un crujido, un zigzag; y al suelo el globo aerostático. Mi don Joaquín fallaba una vez más en su propósito de surcar los aires encima de la plaza de armas, y entre un desgranar de cien bronces de exultante clamoreo desplegar en lo alto la bandera tricolor. Un viento cruzado había herido el flaco izquierdo del armatoste (flanco que en todos los armatostes es el más vulnerable); al chiflón, la estructura se zarandeó y agitóse la quilla mientras alá abajo, en el palacio de gobierno y con su banda de Lascuráins, tandas y Escandón y Ladrones de Guevara (Y, de poderse, de presupuestos), nuestro prócer (don Porfirio) seguía aguardando la hazaña náutica Ahora en su catre, el accidentado:

– Sea por Dios. ¿Pero cómo quedó mi globo, doctor?

– Bien, en lo que cabe. Dos, tres remiendillos, un costurón, engrudo…

– No engrudo, doctor: atole, y con el dedo, es lo que usted quiere dar, mexicano de mí. Mi globo ya felpó, me da la corazonada Ah, si pudiese agenciarme un globo; pero un globote, un globazo, un globón…

– Pues como no lo importe del extranjero: Francia, Alemania…

– Qué va Aquí mismo sabemos inflar los globos más canelones.

– Creería, de no verlo ecuánime, que desvaría ¿Globos en México?

– El mejor de los globos, doctor; el globo mejor inflado por Televisa y TV Azteca. La selección mexicana de fútbol, esa sí que es un globo. Sebo, pellejo y carne de cogote, pero que mantiene a millones de candidos así, mire: alejados, pasivos, enajenados y dependientes, todos herrados por una mediocridad y por una innata vocación de Perra Brava. La selección mexicana de futbol: esa sí que es un globo infladísimo, no mi pobre papalote de carrizo, papel y engrudo. ¿O no, doctor? ¡Doctor, dónde está! ¡No me deje hablando solo!..

Ahí, pomo de jarabe y cuchara al frente, la novicia rechoncha «Calle, hombre de Dios, que ya comienza con el partido. El doctorcito le va a Honduras, pobrín de él, porque yo ofrecí mis oraciones por México. ¡El México de Hugo! ¿Usted a cuál le va? Abra la boca Su cucharada». -¡Agh.!-(Sigo mañana)

La del perro y el lobo

Tal es la fábula que antenoche me vino a contar La Fontaine, fabulista del siglo XVII, acerca de cierto lobo feroz al que el hambre lo traía acezando, con toda de fuera (la lengua). La casualidad lo empujó hasta los terrenos de una casa grande, enclavada entre los pinos, y ándele, que se fue a topar con su primo carnal, aquel perro que le ofreció una dieta de pavos, perdices, capones. «Porque mira nomás: un muerto de hambre, un mendigo».

«¡Méndiga tu perra m…» Lo pensó nomás, porque el primo estaba bien criado y a él lo doblaba la avitaminosis. Aun intentó una sonrisa. El dogo:

– Vente conmigo a la casa grande, que ahí gozarás de retazo con hueso todos los días de tu perra (de tu loba) existencia. ¿Te apetecen los capones?

(«Y hasta sin capar») -Que me placen-y sonreía. Y allá van pian pianito, moviendo esas flacas y escurridas carnes, pero qué ritmo y salero al andar. «¿Y qué debo hacer, primito, para ganarme el capón?»

– Minucias; espantar pedigüeños, ladrar contra visitantes inoportunos, cuidar la finca Por cuanto al amo: con movérsela, o sea la cola, y lambérselas, o sea sus chanclas. Con eso. Ah, pero la recompensa..

¿La recompensa? «Pechugas de pavo, huacales de pollo, rabadillas de pata y pato, pichones, filetes mignón. ¿Conoces el mignón?»

– En las fotos: tamaño mignón.

Y así, trota que trota, el par de mamíferos se acercaba a la casa de los pinos. El famélico, a la perspectiva de los capones, discretamente babeaba «Ya se me paró la águila». Pues si, pero de repente: ¿y esas marcas en el pescuezo? «¿Os vais quedando calvo de vuestro cogote?»

– Nada de importancia -el mastín olisqueó el muro de la casa grande, alzó la de atrás y trazó fulgurante rúbrica-. «Nada serio, primo».

– Pero si la traéis toda pelada, me refiero a la cuera

– La argolla me la peló.

«Chance y le revire el albur». Se frenó. «¿A qué argolla os referís?»

– A la argolla con que me ata el big chif», aclaró Mr. Dogo.

– ¡¿Qué os atan?! Pero… ¿os dejáis atar?

– Requisito en la casa grande. Disciplina, tú sabes. Institucionalidad.

– ¿Y a qué más se os obliga si se puede saber?

– A minucias, si las comparas con los capones que nos arrojan a los capones: viáticos, dietas, becas del FONCA, viajes al extranjero, sobresueldos, la curul, el escaño, esta dependencia menor a oficialía mayor…

– O sea que a mí también me la van a pelar, la pelusera de mi cogote…

– ¿Y eso qué conque? Tienes garantizadas tu premio del gobierno, tus honras en vida y más tarde tus honras fúnebres. ¡Tuyo va a ser el gordo!

– Ese gordo, ¿no será Carstens? Arrobas de sebo. ¿Y si ronca o le jiede?

– Gordo, pero de la lotería nacional, un gordillo que te dará una Gordillo para tu beneficencia pública Te hace su yerno, y de ahí directo a la SEP, ¿te imaginas? O al PensiónISSTE, y quedas forrado per secula seculorum.

(«¿Le reviro el albur?») «¿Y a qué más os obliga en la casa grande?»

– A nada ladrarle hoy al que ayer le gruñías; a lamber hoy lo que ayer mordías; a aplaudir lo que criticabas, o a la visconversa A ocultar por igual, cuestión de justicia, tanto los logros de Ebrard, como los fracasos de Calderón. Por igual. Hay que ser parejos.

– Válgame, pues qué reculones.

– Para un chucho reculones y chaquetazos son su segunda naturaleza Pregúntale a los del viejo Comunista Mexicano cooptados por Echeverría: hoy, la curul, el escaño, el puesto diplomático. Pura vida Nomáaas.

– Estoy calculando, primo, que yo no podría chaquetear.

– Porque te estorban tus adherencias, pero allá adentro te las rebanan. Mírame a mí: livianito, sin pelotas para el chaqueteo, el reculón, la culimpinada Tú ya capón, los capones no te han de faltar. ¿Qué, te dejas?

– ¡¿Que qué?! ¡Me dejo madres! ¡Muérame de hambre mil veces, pero con la dignidad enteriza y bien afincada la varonía en su nidal! Quezque yo, todo un lobo, parar en chucho capón o en chucho de Nueva Izquierda. ¡Eso no lo verán tus ojos, pragmático-utilitarista de miércoles..!

(Era martes.) La Fontaine: «Y pegando aquel brinco soltó el lobo la carrera y se alejó de los pinos. Hambriento, sí, pero entero. Apréndetelo y…»

Ahí, mi primo el Jerásimo, licenciado de lo que queda del Revolucionario Ins., que escuchaba tras de la puerta

– ¡Echa de aquí al tal La Fontaine! Pues qué: ¿un fabulista trasnochado venir con sus antiguallas? ¿Uno, como político, no tiene derecho a progresar? ¿A los capones ningún capón? ¿Dignidad personal? ?iganlo. ¡?chalo fuera!

A empellones lo eché. Chance y yo una bequita.. (¡Agh..!)

Los reculones

La Fontaine. mis valedores. ¿Conocen al fabulista y poeta del siglo XVII? ¿Habrán leído su obra le han extraído la moraleja a sus fábulas? ¿La del lobo y el cordero, la del desdichado y la muerte, esa tan aleccionadora de aquella rana que, en el intento de crecer al tamaño de un toro, terminó reventando? Yo, la noche de ayer, me llevé a La Fontaine a la cama (me llevé sus fábulas), y ya más para allá que para acá, en plena duermevela, leía aquello de que el gato Rodilardo hacía tal matanza de ratones, que los sobrevivientes, sin atreverse a salir de su agujero, realizaron foros distintos (tesis, ponencias y conferencias, y que moción de orden, compañero, que ya llevamos encuevados cinco días en las discusiones, y es lo madre, porque hasta no llegar a los resolutivos no salimos de aquí. ¿O no, compañeros del CGH?) Más dormido que despierto, pensé:

«Pero los compas ratones ya conocen la solución; una mega-marchita para ¡e-xi-gir! a su enemigo histórico que deje la carne y por amo a sus enemigos se torne vegetariano. Así de fácil». En la penumbra de mi habitación una voz cadavérica: «Mi valedor». Tíznale. Yo, el espeluzno, el calambre, el sacón. ¿Y esa sombra, ese fantasma? ¿Ese aparecido de dónde salió, quién es?

– Soy yo, La Fontaine. ¿Puedo..? Pudo. Se sentó a la orilla de mi cama,donde yo dormitaba

– Quiero dictarte una fabulilla, bigotón, una que me inspiraron tus colegas, esos intelectuales mexicanos que, ahijados al Sistema de poder, por asegurar una buena pitanza (becas y prebendas, estrellitas en la frente, cargos honoríficos), se aplican sañudamente a quemarle copal al santón en turno, no importa que se trate de un carnicero como Díaz Hordas, de un frivolón López Portillo, o Fox el ignaro que no sabe lo que ignaro significa o uno «chaparrito, peloncito», etc.). Hoy, para mi fabulilla, tengo en la mente la cínica fecha de esos intelectuales orgánicos, inorgánicos, tartufos pragmático-utilitaristas que, huérfanos de moral personal, tras la masacre del 10 de junio de 1971 se pusieron a clamar que «¡Echeverría o el fascismo!» Quiénes son, tú bien los conoces, los reconoces, vivos o muertos. Escucha y trata de retener el sentido de la fabulilla «Erase que se era.»

Válgame con La Fontaine, pensé. ¿Pues cuánta vigencia pudiesen guardar todavía hoy los conceptos morales y las moralejas de un personaje con mentalidad de hace casi cuatro siglos? En fin. Le agradecí cortésmente su buena intención. Comenzó su fábula «Erase que se era un lobo feroz».

Friégale. A esta hora de la noche Los Tres Cochinitos…

Lobo Feroz cuando los tiempos de bonanza, porque ahora el pobre, mira el puro carcaje, la cuera embarrada a los costillares y con una hambre que ni la del indígena chiapaneco, o de Oaxaca y anexas; un hambre ya canosa de tan vieja Pobrín de él, ¿no te parece?

El bueno de La Fontaine. Reprimí uno como ese que alguno de ustedes intenta disimular (un bostezo.) El fabulista, aliento a queso Roquefort; o al menonita de mi Zacatecas, mejor todavía «¿Y sabes por qué andaba en buen lobo trasijado de necesidad? Por la espléndida jauría de perros que custodiaban la zona perrazos de

esta alzada con unas fauces que haz de cuenta patrulleros de la Cuauhtémoc».

Yo en la cama, volví a chiquitearme el negro que había dejado caliente. Ya se había enfriado, lástima Volví el café a la mesa de noche.

– Atormentado por una hambre feroz, el feroz lobo se atrevió a acercarse a la casa grande, con sus acogedoras cabañas entre Los Pinos, en cuyos apriscos, chiqueros y gallineros engordaban pavos, gansos, gallinas, cerdos cuinos y talachones, puro animalito capón para chorizo y jamones. Mmm…

Y ocurrió, mis valedores, según La Fontaine, que el famélico animal fue a toparse de súbito con aquel mastín que deambulaba por entre Los Pinos. Rápido de reflejos, el lobo se relamió: «Mas que sea de perro, pero yo lleno tripas, duodeno, vías alternas y segundos pisos». Pero el mastín era fuerte, estaba bien criado. Calculando fuerzas, y a querer o no, el mamífero carnicero dio el reculón y se vio precisado a echar manos del de Carreño, el manual:

– Buenas las tengáis, Mr. Dogo. Oh Dios, qué magnifico aspecto el vuestro, mi buen señor.

– Pues ahí nomás. ¿Qué te trae por la civilización, primo?

Pero qué extraño: a diferencia de los de casco, forifái, patrulla y botas hasta las… corvas, el dogo este era de buen corazón, y le dolió la suerte de su primo lejano, la oveja negra de la familia El lobo negro, más bien.

– En tus manos (tus garras) está el engordar tanto como aquí tu primo.

(Achis, achis.) «Sí, con solo que dejes montes y valles donde andas bramando de hambre, pobre mendigo» «Mendiga tu perra m…» (Mañana)

¡Alerta roja..!

Las pesadillas, mis valedores. El viernes pasado les conté que el domingo anterior en la noche, con los capítulos de Frankestein en las manos, me quedé dormido, y que en sueños me vi en aquel castillo sombrío donde un sirviente contrahecho me condujo hasta el laboratorio del científico creador del monstruo. El de la bata blanca, rostro mofletudo y vulgar, que alzaba la ceja derecha (La ultraderecha, más pesada que El Yunque) ordenó descorrer la sábana, y horror: ahí, atado a la plancha de acero con fuertes correas que le ceñían cuello, muñecas y tobillos, la espantable criatura. Y supremo artificio de la aberración: la cabeza había sido unida al tronco con hilo de cáñamo mal hilvanado, y el tórax a brazos y muslos por costurones malhechos. «¡Pero qué experimento diabólico es este!»

Diabólico, sí; el engendro que yacía inerte en la plancha era una abominable retacería de cadáveres que integraban uno solo entre todos, monstruoso y descomunal. Yo trataba de gritar, de huir, de despertar. El de la bata blanca: «Conectan- la corriente, Miquelángelo…»

Vi que el contrahecho alzó aquel cráneo, materia inerte, para luego acoplarle un casco de hierro unido con dos electrodos a la fuente de la electricidad. Vi que el científico, junto al cadáver de los costurones, graduaba manómetros, cuadrantes y reóstatos, accionaba botones y palanquetas, conectaba la energía eléctrica. Zumm, comenzó a fluir la de alta tensión, y luces azulencas y encarnadas brincotearon entre bornes, terminales y polos positivos y negativos. Zumm. ¡Dios, no es mucho lo que te imploro, sólo que no la tiznes, que me ayudes a despertar..!

Despertar, porque en mi pesadilla vi que las potentes descargas sacudían, estremecían, convulsionaban las carnes yertas, que la sangre comenzaba a colorear la amarilla pelleja, que el cadáver tomaba a la vida, una vida siniestra, monstruosa, antinatural. Vi las tasajeadas carnes vibrar, estremecerse mientras soterradas contracciones tensaban y acalambraban los músculos del cadáver. Ah las convulsiones de la carne muerta; ah de aquel como suspirar, resollar, removerse…

– ¡Mueve los dedos, las manos! ¡Abre los ojos! ¡Se me queda viendo, doctor! ¡Basta! ¡Desconecte la corriente! ¡Detenga el experimento..!

– Verr ahí mi obrra, rresultado de media vida de desvelos y esperrimentos fallidos. Parra mis colegas opusteídas y legionarios de Cristo parra todo el país, un loco, un infeliz. Burrlarrse, darrme por muerrto, perro…

– Más que perro: loco delirante.

– Dije perro, conjunción adversativa perro la horra sonó de mi venganza contrra todo Mecsicou. Mi crriaturra irr y aniquilarrlos…

– ¡Se tensa, se yergue! ¡Ya rompe las ataduras! ¡Se ha puesto de pie!

– Le prresento a Frrankestein. Y tú, Miquelángelo) Yunes, abrrirr la puerrta que el rresucitado ISSSTE-Frankestein tenerr sed de sangrre…

– ¡No dejen salir a esa fiera! ¡Su cabeza, la de un criminal!

– Serr de un bellaco dilapidadorr de los dinerros públicos. Erra la cabeza del PRRI cuando pendió la cabeza ¿Lo rreconoce usted?

¡Madrazo! ¡Por qué al pobre monstruo enjaretarle esa cabeza!

– La de Carrlitos Salinas le iba a ponen (en los electrodos, la corriente bufó), perro me dio lástima de Salinas le puse los puros tanates.

– Grotesco. Y esas manazas a la medida para robar, saquear, depredar…

– Las de los Bribiesca Sahagún. ¡Anda, Frrankestein, ve y sacia mi furria vengativa! «Comienza porr el que me descrribió como «uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes». Destrruye a esos que me dierron por muerrto frrente al tal Peje. Un líderr nato, no un mediocrre como yo, perro con la ayuda de Azcárraga, el Salinas de la TV y los pulpitos, me peló trres rriales…

– ¡Deténganlo, no! -Brazos al frente, vacilantes pasos, el engendro tomaba la salida rumbo al plantío de luces allá abajo, en el valle donde todos dormían y siguen durmiendo, el valle de Anáhuac. «¡Deténgalo, tenga piedad! ¡Va a agarrarlos dormidos!» Bufando, amenazador, el engendro desapareció en la oscuridad. A la ruina A la catástrofe. Un trueno. Un relámpago.

A lo lejos. Macbeth clamaba por el sueño perdido; yo, por el despertar.

– Que su cerebro razone, que reflexione sobre el daño, el dolor, el duelo. Una luz de inteligencia en ese cerebro y estamos salvados…

– Le enjareté el cerrebro de Fox, eche cuentas…

¡Dios, que el corazón de esa bestia se duela del paisanaje..!

– Le embombillé el de la Gorrdillo, parra que al nuevo engendrro ISSSTE-Frankestein le maneje a su gusto el Pension-ISSSTE calcúlele.

¡Y ya el muy teutón soltó al monstruo! ¡Y ya Frankestein-Pension-ISSSTE se echa sobre un paisanaje que sigue durmiendo! (¡SOS!)

Gótica

Las leyendas de horror, mis valedores. Copio de una obra maestra del género: «El verano de 1816 fue en Suiza excepcionalmente lluvioso y desagradable. Lord Byron y Percy Bische Shelley, los dos mejores poetas jóvenes de Inglaterra estaban por entonces por Ginebra, y entretenían su tedio de las noches contándose cuentos de fantasmas. Byron propuso que cada uno de los asistentes a aquellas reuniones escribieran una historia de terror. Luego conversaron acerca del principio de la vida y la posibilidad de volver a infundírsela a un cadáver.

Mary, la joven esposa de Shelley, subió a acostarse, pero no pudo dormir. Con los ojos cerrados vio mentalmente las imágenes que más tarde iba a desarrollar en su novela Frankenstein, o el Prometeo moderno…»

Y sería la lluvia que se aplanaba afuera de mi ventana sería la novela de Mary Shelley que estuve leyendo, o tal vez una cena sobrecargada de grasas, especias y condimentos. Lo cierto es que la noche del pasado miércoles tanto me sumergí en la lectura de aquellas escenas de escalofrío, y tanto me impresionó la historia que tantos de ustedes conocen por el libro o el cine, que esa noche viví la aventura de la novela de terror, y la viví de la siguiente

manera que aquí paso a relatar:

En sueños me vi encerrado en aquel caserón sombrío. En la pesadilla me observaba caminando por un corredor penumbroso y a la luz del hachón que sostenía con su mano sana el engendro aquel, jorobado de torcido mirar que me conducía escalones abajo. «¿A dónde me lleva?» Me atreví a preguntarle.

– Al sótano – me contestó en un gruñido. El lo está esperando…

– ¿El? ¿Y quién es él? -el espanto me hacía tembloriquear.

Con un gemido me respondió, y al silencio volvimos, yo en seguimiento de los pasos cojitrancos del contrahecho. Intolerable me resultaba el tufo a humedad, a rancio, a corrupción, a orines de las ratas que infestaban el castillo. Y aquella taquicardia Intenté despertar. Todo inútil.

De repente y sin apenas darme cuenta de su presencia ¡el personaje aquel que se arropaba en la penumbra! Su voz, el sentido de sus palabras me hicieron estremecerme:

– El pseudo-neo-comunistoide, yo suponer.

– ¿Quién es usted? ¿Qué lugar es este? ¿Quién me trajo hasta acá? ¿Para qué me trajeron.?

Distinguir su rostro, imposible. Hundido en aquel sillón de alto respaldo, el personaje se oscurecía en la penumbra Su voz, su acento extranjero:

– Please, sentarse. Serr bienvenido.

– Sí, pues, ¿pero quién es usted? ¿Cuándo, dónde, de qué nos conocimos? ¿Dónde estamos? ¿En qué país..?

– Mi serr científico. Parra mis colegas yo serr un fool, un loco. Yo saberr que usted tenerr interrés (interrés, no me corrijas, computadora estúpida ¿no ves que era teutón?); interrés, decía en adelantos de la investigación científica Que usted querrer conocerr misterrios de la vida y la muerrte

Toqué madera mientras lo oía rreír así (reír, perdón) entre dientes. Me estremecí en sueños y miré en torno. Era aquel un laboratorio en penumbra con los muros tapizados de tableros y estructuras que hervían en matraces y retortas, tubos en serpentina e instrumentos de medir, todo punteado de luces intermitentes. Un suave ronroneo, que supuse de algún generador de energía eléctrica Intenté despertar, y aquellos latidos desaforados, y aquella arritmia y aquella voz… (¿No los estoy aburriendo? ¿No se me han asustado en demasía? Sigo, pues.) Aquella voz: «Así que venirr usted a conocerr a la crriatura Mostreársela tú, Miquelángelo…

¿Miquel qué? El cual, entre gruñidos guturales, me condujo hasta el otro extremo del laboratorio, y con aquel garfio, o sea su índice engarabatado, señaló hacia la cortina marrón. Lo vi dudar. El hombre de la penumbra

– Tú tenerr valorr. Tú jalarr la corrtina y descubrrir la sábana

El baldado obedeció. Recorrió la cortina y con gesto dubitativo fue descubriendo la sábana que cubría el camastro de hierro, monumental y entonces… ¡horror! Con la diestra contra los labios, muy al estilo expresionista de la dama del cine mudo, ahogué el grito de espanto.

¡Pero qué experimento diabólico es este! ¡Auxilio! ¡Quiero despertar!

Y fue entonces… (Después, el final.)

Si Ratzinger llega a venir…

¿Irá a atentar contra la Historia al soltar conceptos como esos que le escuchó la 5a. Conferencia Episcopal de la América Latina y el Caribe (CELAM), celebrada en Aparecida, Brasil, del 9 al 14 de mayo pasado? Que la religión católica no fue impuesta en las tierras de América, y que la utopía de volver a dar la vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado…

Ahí mismo, el escándalo. ¿Cómo se atrevía Ratzinger, Papa de Roma, con dichos de tan dudosa validez? La protesta del teólogo: «La Iglesia de América Latina ha ocultado el Evangelio. Tendría que ser autocrítica Eso es más importante que amenazar a los narcos con el infierno…»

Yo, mientras tanto, ofrezco a todos ustedes un par de retales del borbollón de sabiduría indígena que sobrevivió al exterminio a manos de los destructores Tata Vasco y Diego de Landa. Y qué altura de conceptos! ¡Cuánta belleza en la expresión! ¡Qué sabiduría y amorosas terneza, canto y flor, espiga madura de un legado aborigen que mal conocemos, y que nos sería de sustancial valimiento en nuestros tiempos, difíciles y anubarrados, del divorcio de la pareja, la droga, el licor y la delincuencia juvenil…

Como para abochornarnos, dije antes,

al apreciar todo el camino que hemos retrocedido desde nuestra indígena raíz en eso que atañe a los valores que conforman la conducta de una sociedad Como para enternecernos con el amoroso afán que resuman las reglas morales que regían a la familia indígena, que algunos califican de atrasada frente al flamante mundo «civilizado» que así produce las comaladas de jóvenes-problema Si se conociese, si rescatásemos la sabiduría del mundo que vino a hacer trizas la tizona del conquistador. En fin. Ahora, a leer a los hijos y la única los consejos que daba el padre a la niña que llegaba a la doncellez:

«Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor Nuestro, el dueño del Cerca y del Junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.

Ahora que ya miras por ti misma date cuenta Aquí no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surgen, crece el sufrimiento, la preocupación. Aquí en la tierra es el lugar de mucho llanto, lugar dónde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento. Un viento como de obsidiana sopla y se desliza sobré nosotros.

Dicen que en verdad nos molesta el ardor del sol y del viento. Es éste lugar donde casi padece uno de sed y de hambre. Así es aquí en la tierra.

Oye bien, hijita mía, niña mía: No es lugar de bienestar en la tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la tierra es el lugar de alegría penosa, de alegría que punza. Así andan diciendo los viejos: para que no siempre andemos gimiendo, para que no estemos llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dio a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes.

Pero ahora, mi muchachita, escucha bien, mira con calma he aquí a tu madre, tu señora; de su vientre, de su seno te desprendiste, brotaste. Como si fueras yerbita, una plantita, así brotaste. Como sale la hoja, así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado.

Mira, escucha, advierte, así es en la tierra: no seas vana, no andes como quiera, no andes sin rumbo. ¿Cómo vivirás? ¿Como seguirás aquí por poco tiempo? Dicen que es muy difícil vivir en la tierra, lugar de espantosos conflictos, mi muchachita, palomita, pequeñita…

He aquí otra cosa que quiera inculcarte, que quiero comunicarte, mi hechura humana, mi hijita sabe bien, no hagas quedar burlados a nuestros señores por quienes naciste. No les eches polvo y basura, no rocíes inmundicias sobre su historia su tinta negra y roja, su fama

No los afrentes con algo, no como quiera desees las cosas de la tierra, no como quiera pretendas gustarlas; lo que se llama las cosas sexuales, si no te apartas de ellas, ¿acaso serás divina? Mejor fuera que perecieras pronto…

No como si fuera en un mercado busques al que será tu compañero, no lo llames, no como en primavera lo estés ve y ve con apetito de él. Pero si tal vez tú desdeñas al que puede ser tu compañero, si lo desechas, no vaya a ser que de ti se burle, en verdad se burle y te conviertas en mujer pública..

Que tampoco te conozcan dos o tres más. Quien quiera que sea tu compañero, ustedes, juntos, tendrán que acabar la vida. ¡No lo dejes, agárrate de él, cuélgate de él, aunque sea un pobre hombre..! (Seguiré después.)

Cuidado, es Ratzinger

Yo, mientras tanto, en mala parodia de esos tan conocidos versos de Sor Juana digo de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, su sucesor en El Vaticano:

¿Y quién es más de culpar – aunque ninguno bien haga: – ¿el que peca por lo que haga – o el que peca por hablar..?

Porque uno de ellos, rabioso anticomunista y aliado de la Thatcher y Ronald Reagan, maniobró en la tenebra para alterar a favor del capital-imperialismo la historia mundial; el otro, brazo ultraderecho que fue del Papa proyanki, ya a estas horas ha provocado, por boquiflojo, varios conflictos de tamaño internacional, el primero con los pueblos islámicos y el más reciente con la población indígena de nuestra América Porque, mis valedores, muy ágil de lengua se precisa ser para atreverse a soltar los embustes que dejó ir en la quinta Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe (CELAM), realizada en la ciudad brasileña de Aparecida, del 9 al 14 de mayo del 2007.

El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña…

Así que el catolicismo en el «nuevo mundo» no fue una imposición a punta de cruz y espada Ustedes, que algo o mucho conocen de la historia de México, ¿qué opinan de tan audaz afirmación? Pero a propósito dé culturas precolombinas: al observar los progresos que en artes y letras manifestaban los naturales en el Colegio de Tlatelolco, fundado una década después de la conquista, el obispo Vasco de Quiroga (¡nada menos que el Tata Vasco!) solicitó a Pablo III que mandaste cerrar el centro de estudios, basándose en la tremenda acusación:

Los indios escriben en latín y en romance mejor que nuestros españoles.

El Colegio de Tlatelolco se cerró de inmediata Laus Deo.

En fin, que esta vez hablo a todos ustedes de la sabiduría de nuestros antepasados indígenas en la voz de los viejos sabios de nuestra raíz prehispánica una voz fresca siempre, siempre actual. Mis valedores…

Algo les pido esta vez: que teniendo ante sus ojos esto que leen, procedan a rescatar del televisor, así sea el tanto de lo que dure la lectura, a los hijos adolescentes, y convoquen a la amantísima, y congregada la familia lean en alta voz, despacio, lo que a continuación les ofrezco, y esto por una razón de peso: porque el tema toca en lo vivo del núcleo familiar, ese que hoy atraviesa por una rudísima crisis de toda suerte de valores: éticos y de moral, familiares y religiosos, cívicos, en fin; una crisis que orilla a la pareja al desgaste, la erosión y el final desgajamiento, y a los hijos a una desestabilización que suele en comportamientos negativos: licor y otras drogas casi igual de perniciosas, la delincuencia juvenil y ese problema de veras doledon que un día la jovencita, la adolescente, de repente amaneció a ser madrecita soltera, y eso sin saber porqué o de qué, ni qué hacer, ni… Inquietante Lo afirma el códice prehispánico

«Nuestros progenitores nos dieron -sus normas de vida. – Ellos tenían por verdaderos, – daban culto, honraban a los dioses. – Era doctrina de nuestros mayores…

Van aquí los consejos que madre y padre daban a la niña que ascendía a la adolescencia Conforme vayan leyendo soporten la pena el bochorno, la admiración que, si son ustedes sensibles, habrá de causarles el encuentro de este mundo deshumanizado con el humanismo de nuestros abuelos indígenas. Porque lo que leerán constituye la quintaesencia de la humana sabiduría en los consejos que el padre y la madre indígena daban al niño – ¡a la niña educación y poesía machihembradas!- ya que afloraban a la pubertad. Lean, para sus hijos, en alta voz, los consejos de la madre a la doncella

«Hija mía, tortolita, niñita pon y aguarda este discurso en el interior de tu corazón No se te olvide; que sea tu tea, tu luz, todo el tiempo que vivas aquí sobre la tierra. Mira así seguirás el camino de quienes te educaron, de las señoras, de las mujeres nobles, de las ancianas de cabello blanco que nos precedieron. ¿Acaso nos lo dejaron dicho? Tan sólo nos daban unas cuantas palabras, poco era lo que decían. Esto era todo su discurso:

Escucha es el tiempo de aprender aquí en la tierra, esta es la palabra atiende y de aquí tomarás lo que será tu vida, lo que será tu hechura

Por un lugar difícil caminamos, andamos aquí en la tierra Por una parte un abismo, por la otra un barranco. Si no vas por en medio caerás de un lado o del otro. Sólo en el medio se vive, sólo en el medio se anda..»

El sabio verdadero es cuidadoso – y guarda la tradición. – Suya es la sabiduría transmitida, – él es quien enseña, – sigue la verdad, – no deja de amonestar…

(Sigo mañana)

Violación Infantil

Semejante delito perpetran los de sotana y capa pluvial: violan en sus derechos a niños de escuelas al escamotearles ese, fundamental, de recibir en el aula el conocimiento científico para empacharlos de dogmas, milagros y pensamiento mágico. Y su trampa verbal, con la que hacen caer a los crédulos:

– ¡A los padres asiste el derecho a elegir la educación de sus hijos!

¿Y también a dragarlos? ¿A prostituirlos? ¿A azotarlos hasta que peligre su vida? ¿A educarlos en el dogma, el rezo, el milagro? No, que los derechos del niño, garantizados en los documentos básicos, abarcan esa educación científica que los padres no tienen derecho a violar. Para la educación religiosa el hogar, el templo, la catedral. Bonita se vería la basílica del bautisterio al altar mayo repletos de niños que estudian trigonometría Y lo escalofriante:

La jerarquía católica inicia una campaña para que el gobierno federal acepte introducir educación religiosa en las escuelas públicas…

La Unión Nacional de Padres de Familia (ese grupito, digo yo) exige modificar el 30. Constitucional para que se reconozca el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus principios y convicciones, según lo estipula la Declaración Universal de los Derechos Humanos».

¿Y los derechos de los niños? ¿Esos qué? ¿Tienen todos los padres conocimiento y criterio para sopesar diferencias entre la educación científica y la dogmática? De tenerlo, ¿preferirían viola tal derecho del niño supliendo la ciencias por el milagro y la revelación? Y es que como las sotanas agarran blandito, integrantes de un gobierno clerical y yunquero, legionario de Cristo, Pro-Vida y caballero de Colón, ahora se van contra la interrupción voluntaria del embarazo, la muerte asistida y, como siempre, el libro de texto gratuito, que enseña «inmoralidades» sexuales a unas inocentes criaturas, hijas putativas de la programación de la TV. Grotesco. Aquí, el texto de cierto líbelo que hace tiempo circuló con la marca del clero y algún grupillo de padres de familia:

«Mamita, ¿no te enojas? Yo quisiera decirte: – no quiero ir a la escuela; no quiero ya estudiar. – ¿Por qué? …No sé qué pasa Las cosas que me enseñan, – el profe que tenemos, los libros que nos dan… – Y es que… (tú ya lo sabes)… no sé cómo decirlo – las cosas de la escuela, yo creo que están muy mal…

Nos dicen, por ejemplo, que las revoluciones – en las que mueren tanto y roban a cuál más, -son siempre provechosas, que dan más libertades, – que buscan la justicia que la «fraternidad». – Y de los guerrilleros, nos dicen que son buenos, -que son «libertadores», que ven por los demás… – Por eso, mamacita, quisiera preguntarte: – ¿Es bueno ser ratero? ¿Es bueno secuestrar..?

El libro nos enseña la foto de un chinito, – que dizque fue un gran héroe, allá por el Viet Nam, -que «liberó» a su pueblo… mamacita, te pregunto: – ¿Son buenos los traidores? ¿Es bueno asesinar..? -Que China es un ejemplo; que Castro es bondadoso; – que Cuba, un paraíso, que en Rusia hay libertad – ¡Que todos son iguales..! Mamita ¿no te enojas? Quisiera yo

decirte: ¡No quiero ir a la escuela! ¡No quiero ya estudiar..!

Las cosas de la vida, las cosas del Amos, – que crecen con nosotros en nuestra pubertad, – las cosas que son buenas, las cosas que son santas, -que tú misma dijiste debemos cuidar, – que son como una flor que se abre cual capullo. -Y que después de un tiempo un fruto nos dará. -Y que por eso mismo, para que no marchite, – con un pudor sagrado debemos cuidar… De esas cosas, mamita nos dicen en la escuela, -conceptos tan extraños que hasta vergüenza dan…

Tú misma me dijiste que nuestro cuerpecito – es un caballo brioso que quiere relinchar, – pero como un jinete, yo puedo dominarlo – si pongo gran empeño, si pongo voluntad. – También tú me enseñaste que debo de guardarme, – que mi alma es un tesoro, que debo entregar – el día que yo me case, y mientras, con modestia, – con alma alegre y pura, guardar la castidad. – Que el cuerpo es bueno, es santo; que no debo mancharle, – que si estimo en algo, lo debo respetar. – Y sin embargo, mami, el texto nos enseña – ¿que las masturbaciones son algo natural! Mamita, ¿no te enojas? Quisiera ya decirte: – no quiero ir a la escuela, no quiero ya estudiar. – Nos dice nuestro libro que todo cuanto existe, -que todo fue formado por vil casualidad, -que no hay un Ser Supremo, que el mundo se hizo solo,, – que no hay Orden Perfecto, que no hay Eterno Plan. – ¿Es cierto, mamacita que de hoy en adelante, – los niños en el mundo tan huérfanos están? -¿Es cierto que los niños, al terminar el día, -se tienen que ir solitos y sin poder rezar? – ¿Es cierto que no existe mi Ángel de la guarda, – que cuida con ternura mi sueño angelical? – Mamita, ¿no te enojas? Quisiera yo decirte: – ¡No quiero ir a la escuela! ¡No quiero estudiar!» Ah curas, ah, gobierno clerical. (Ah, México.)

Descabezados y de cabeza…

– Lo que pretende el gobierno es una insensatez. Cómo desperdiciar en tal forma los recursos humanos. Es por estos derroches que el narcotráfico, quinto jinete del Apocalipsis, tiene a estas horas acorralado al Ejército.

No es el quinto jinete, sino todo el Apocalipsis, pensé al oír al maestro. El Apocalipsis mismo en todo su horror, con un narcotráfico que ha convertido al país en lodazal donde hozan, hermanados por el negocio de la droga, narcotraficantes, policías, políticos e industriales. ¿Quiénes han invadido actividades de quienes, mutuamente emporcándose? ¿El narcotráfico ensució la política o es la política la que ha terminado por ensuciar la industria del narcotráfico, que es decir uno de los tres pilares económicos del país, con PEMEX y las remesas de los indocumentados? Ah, México…

Tertulia de anoche. Junto a la jarra de infusión, media docena de periódicos y revistas, catálogos de nota roja decorados con fotos que chorrean sangraza y exhiben cuerpos sin cabeza y cabezas sin cuerpo, todos con sus mensajes recamados de «zetas». Ah este México sin cabeza en Los Pinos. Ah aquellos tiempos mexicanos, cuando los mensajes utilizaban el correo y el telégrafo, no restos humanos. El maestro, su libreta de las pastas negras:

– El que ha perdido la cabeza es «uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes». ¿Saben que ya se apresura a obedecer al vecino imperial y entregarle el elemento clave en la posible solución al problema del narco..?

Achis, achis. Lo vimos abrir la libreta; comenzó la lectura de la que reconocí como añeja fabulilla de mi invención:

– Existió en tiempos remotos cierto vejete que atesoraba en el arcón sus buenas monedas de oro, y en la despensa tres cachos de queso y uno de pan por todo alimento. Pero la mala fortuna de aquel avaro: cada día queso y pan encontraba mermados por la acción de las ratas. El se la jalaba, la greña, pero qué hacer. ¿Una ratonera? ¿Y tener que cebarla con un cacho de queso? ¡Nunca! ¿Un gato? ¿Y tener que mantenerlo, y aun cuidarse de él? ¡Menos! Pues sí, pero entonces, ¿cómo salvar su despensa raquítica? El ruincejo se puso a pensar, hasta que de repente: ¡Eureka, la solución! Y a ponerla en práctica…

Y fue que con paciencia y salivita el avaro se las ingenió para apresar una rata, y entonces procedió a meterla a la jaula y la dejó sin comer, y ya cuando la rata bufaba de hambre la alimente con carne, pero carne de ratas, que había matado a escobazos. Así día con día: dos, tres rajuelas de alimento que le atenuaban el hambre Carne de rata. ¿Van ustedes captando la idea.?

Y fue así como a trozos de rata sobrevivió la cautiva y les tomó el sabor, y les tomó el gusto, y cuando más gustosa a retirarle una vez más la canasta básica y la rata a bufar de hambre. El chaparrito de Los Pinos, ¿irá comprendiendo la estrategia del avaro aquel..?

Exacto. Tal fue la etapa tercera con la roedora en delirio por falta de carne, el ruincejo tomó la jauls, la arrimó a la boca del agujero de aquel submundo que hervía de roedores, y entonces que abre la reja y deja en libertad la rata famélica ¿Se imaginan ustedes? Sí, la ratófaga inició,

delirante, la devastación de las congéneres. Ingenioso, que de ahí en adelante la mortandad entre la roedora población devolvió la calma al avaro, cuyo ingenio le ahorraba el gasto del gato y la ratonera ¿Qué les pareció la estrategia del vejancón..?

Silencio. Reflexión. Bach, en el aparato. Quedo. Una cantata

– Y lo grave en verdad, contertulios. Lean la nota de ayer, de anteayer.

Leímos: «El narcotraficante mexicano Jesús Levario Sánchez, uno de los principales operadores del cartel de Juárez y uno de los capos más buscados por la DEA norteamericana, será extraditado en breve al vecino país».

– ¿Comprenden ustedes? Ratas de todos tamaños han sido encerradas en celdas de seguridad, roedores que a fondo conocen los escondrijos, las andaduras, los pasadizos del narcotráfico, de modo tal que con los ojos vendados pueden ventear los rastros de toda esa fauna roedora de criminales que traen a estas horas descabezado al Estado, que es decir a sus instituciones, que es decir al país. Contertulios…

A ratas del tamaño del Güero Palma y el Osiel Cárdenas pudiesen haberlas aprovechado, pero no; dóciles que no fueran, y serviles ante el vecino imperial, los de Los Pinos le regalaron tan valiosa yunta de roedores, qué insensatez. Pero resulta que hoy mismo tienen ahí nomás, a la mano, al tal José Levario, como lo conoce el mundo hamponil. En el penal del Altiplano cinco años de locura lo enloquecieron. Hoy, en lugar de obsequiarlo al Bush carnicero, ¿si le dieran el cargo de secretario de seguridad pública o procurador y lo soltaran frente a las ratas del narcotráfico? ¿A ustedes que les parece semejante estrategia? Peor que la que hoy aplica el de Los Pinos no podría ser. ¿O sí..?      

(Pues…)

México, S.A.

Ese es el de la República: un gobierno compuesto de ambiciosos que especulan criminalmente y fustigan al pueblo, encabezado por el peor de ellos.

Y fue así, mis valedores, como amaneció Cananea, Sonora, aquel primero de junio de 1806: con la mina Oversigth convertida en un furioso avispero que entre Porfirio Díaz y W.C. Green, patrón del consorcio gringo, habían enfurecido. En el transcurso del día los mineros iban a pagar su rebeldía con la respectiva cuota de sangre, tal como ahora pronto en la mina Pasta de Conchos y la siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las truchas. Cananea.

Sigo la crónica de la masacre perpetrada en el México de Porfirio Díaz. Primero de junio de 1906. Al amanecer ese día se organiza la columna de huelguistas. Al frente, en la descubierta, tremolando la bandera nacional marchan cinco abanderados, tres de ellos con un gigantesco cartelón que sintetiza las demandas de los mineros en huelga:

«Cinco pesos y ocho horas de trabajo. ¡Viva México..!»

Documentos de época lo aseguran: «El espectáculo es grandioso, si tomamos en cuenta que se realiza en un rincón del territorio; porque Cananea no es una ciudad industrial sino sólo la colonia de un mineral…»

Al avance de la columna se van sumando contingentes de trabajadores, que a coro proclaman: «¡Viva la huelga! ¡Viva

México!» Asombro, júbilo y vítores de comerciantes cuando la interminable columna de manifestantes, que sobrepasa los dos mil, hace su entrada en Ronquillo y desfila frente a la tienda de raya y las oficinas generales de la Cananea Consolidated Copper Co. Llega la columna a la maderería, única planta que falta paralizar para que todas las actividades en el mineral queden suspendidas. Pues sí, pero entonces…

W.C. Green, presidente del mineral, prepara e instruye a los hermanos Metcalf, altos empleados del mineral, para que provoquen a los manifestantes y así justificar la violencia contra los huelguistas. Por lo pronto, las puertas de la maderería han sido cerradas para impedir que los obreros se sumen a la manifestacióa Y es entonces cuando la Cananea asesta su primer golpe:

A manguerazos de agua fría con el equipo de mangueras de alta presión, que se usan sólo para sofocar incendios, son recibidos los huelguistas. Accionadas por los hermanos Metcalf, las poderosas mangueras bañan a los manifestantes y vejan las banderas que empuñan los obreros de vanguardia Semejante provocación, tal agresión a los obreros y el atropellado a las banderas, enciende la ira de los mineros, que se lanzan como catapulta sobre la puerta de la maderería Espantados, los hermanos Metcalf sueltan las mangueras y vuelven con sendos rifles. Resuenan los primeros disparos. Caen muchos obreros. Uno, muerto; los demás, heridos…

Se violentan las puertas. Los obreros prenden fuego al refugio de los Metcalf. El incendio levanta grandes nubes de humo y fuego que se extienden a gran parte del edificio. Al saltar por una ventana, uno de los Metcalf es recibido a pedradas, y cuando rueda por tierra lo rematan con su propia arma Sigue el otro disparando sobre la multitud. Caen varios huelguistas, pero es acosado por los mineros, que con su misma arma lo rematan. Antes de caer ha herido y muerto a varios mineros. El fuego, entretanto…

El fuego sigue destruyendo los almacenes de madera, leña y forrajes, y el edificio de oficinas. W.C. Green, presidente de la Compañía, y Dwigth, su gerente, concentran armas y parque en un edificio cercano a las oficinas y al palacio municipal. Ahí mismo han acuartelado a su policía privada, que integran norteamericanos. Todos, arma gringa en mano, se parapetan en posiciones estratégicas. Los manifestantes se acercan al palacio municipal, desde donde los observa el munícipe. Es el México de Porfirio Díaz…

De repente las primeras descargas de fusilería A la vista de la autoridad mexicana seis trabajadores son asesinados. Indignación, impotencia para repeler la agresión por falta de armas. Los mineros se dispersan hacia las casas de empeño, las toman por asalto y se apoderan de pistolas, rifles y parque. Los pocos que lograron armarse regresan al edificio y contestan el fuego de los policías norteamericanos. Pero el parque se agota y los trabajadores se ven obligados a replegarse. Conclusión:

En Cananea han quedado 10 cadáveres y otros tantos heridos graves. Los gringos habían usado balas «Dun Dun», prohibidas en todo el mundo por los estragos que produce, que perforan y destrozan la carne y los huesos. Acá, en la ciudad capital y desde la silla presidencial, Porfirio Díaz observa..

Siderúrgica Lázaro Cárdenas, mina de carbón Pasta de Conchos, Cananea. Porfirio Díaz, Fox, Calderón. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar que este país es gobernado por los grandes capitales transnacionales, El Vaticano, la TV, en fin. Es México. (Este país.)

Memoria histórica

Cananea, mis valedores. Cananea ayer, como hoy Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas-Las Truchas. Otros tiempos, otras circunstancias, y para el asalariado una lección histórica: en su lucha permanente contra el explotador crear las estrategias adecuadas, o tendrá que seguir aportando su cuota de cadáveres. Cananea.

Primero de junio de 1806 – primero de junio del 2007. Muy distintos son los tiempos, muy distintas las circunstancias y el nombre de los aliados al interés extranjero que manejan la riqueza del país, pero desde la Cananea de Porfirio Díaz y gringos aliados hasta las minas de Coahuila y Michoacan en el tiempo de los Germán Larrea y gobernantes prestanombres de los capitales extranjeros, la sangre y el sudor derramados son los mismos, y proceden de los mismos asalariados. Sin más. Aquí, retazos de la epopeya que a plomo, fuego y sangre troquelaron en la historia de México los mineros de Cananea.

Documentos de la época lo asientan: fue la noche de aquel 31 de mayo de 1906 cuando los mayordomos de la mina «Oversigth», transcribo el nombre tal cual, congregaron a los obreros denominados carreros y rezagadores para notificarles que a partir del siguiente día la extracción del metal se haría bajo nuevas normas, y ello en virtud de la contratación que para

ese trabajo habían celebrado con The Cananea Consolidated Copper Co., contratación que les otorgaba amplias facultades para reducir el personal, seguir pagando los mismos salarios (3 pesos por 12 horas de trabajo) y exigir mayor rendimiento a los obreros que no fuesen despedidos. Con semejante contrato los mayordomos adquirían un ilimitado poder, y a los trabajadores se les regresaba a la era feudal…

Tan aviesa medida produce la más enardecida indignación entre los trabajadores. La chispa alcanza la sustancia inflamable. A la advocación de los Mártires de Chicago y en la mente los ideales magonistas, los mineros se lanzan a un movimiento impetuoso, violento, que sólo con plomo -extranjero- se iría a detener. Encrespados, enardecidos, los obreros comienzan a coordinar su rebeldía. Y llegó la mañana del día primero de junio, y estalla la huelga de Cananea. La consigna de los mineros:

¡Ocho horas de trabajo y cinco pesos de salario! ¡Viva México..!

De inmediato los agentes de la policía comunican la novedad a sus superiores, y el pánico se apodera de patrones extranjeros y funcionarios del gobierno local. A las ocho de la mañana representantes de la autoridad política,se entrevistan con los mineros, quienes les dan las razones que originan la huelga, sintetizadas en las 6 demandas que especifican, además de salario y horas de labor, el número de extranjeros que podrían ser contratados. A esa hora ya la muchedumbre que bloquea el edificio supera los dos mil huelguistas. Se reparten volantes que claman, en sus primeras líneas:

Obreros Mexicanos: un Gobierno electo por el pueblo, para que lo guie y satisfaga sus necesidades en lo que cabe: eso no tiene México. Por otra parte: un gobierno que se compone de ambiciosos que especulan criminalmente, fustigando al pueblo, electos por el peor de ellos, para que lo gobiernen, no para que se burlen y lo humillen, es la República.

Pueblo, levántate. Aprende lo que parece que olvidaste. Cada mexicano al que desprecian los extranjeros en el propio suelo mexicano vale tanto o más que ellos si se une a sus hermanos y hace valer sus derechos. La situación actual se debe al pésimo Gobierno que da las ventajas a (os aventureros, con menoscabo de los verdaderos dueños de esta desafortunada tierra, ¡mexicanos, despertad, unámonos. La patria y nuestra dignidad lo piden!

Este «pasquín» (razonable, a mi juicio; tan actual en los tiempos actuales) es rechazado y desautorizado por los mineros porque, aseguran, fue escrito e impreso como una maniobra de los altos jefes de la compañía con fines premeditados de acusar a los huelguistas de sedición. «Mal síntoma, alerta el cronista, pues ya apareció la mano perversa de la burguesía minera, que principia a proyectarse en sucias maniobras para desvirtuar el noble fin que persiguen los trabajadores al reclamar justicia». En fin

Ya para entonces una impresionante multitud de huelguistas se había situado frente al edificio de la comisaría, muchedumbre ansiosa de conocer al resultado de las conversaciones que encabezada, por el Comité de Huelga, Manuel M. Diéguez. Interminables horas de debate sólo iban a conducir a un mínimo acuerdo: los mineros deberán presentar por escrito sus peticiones. Ya decidiría la patronal, y esto de acuerdo a sus conveniencias. Los huelguistas habían acordado realizar una manifestación pública por toda la zona del mineral, y al arrancar su marcha de protesta arrancaron también las acciones que remataron en la masacre. Cananea. (Sigo mañana.)

La Acreditada

Tal es el mote de cierto personaje incidental de El Canillitas, novela de Valle-Arizpe, que cito de memoria: era esta La Acreditada una daifa primeriza que a la hora de la verdad procedía con lentitud, morosidad y cadencia que a algún cliente no satisfizo: «Con vigor, con enjundia, ¿para qué tan despacio?» «¿Cómo que para qué? ¡Para acreditarme!», contestó la tal, que de ahí en adelante se desbocaba. «Calma, mujer, hazlo suavecito. ¿Para qué esos arranques?» «¡Para acreditarme!» Y La Acreditada se le quedó de apodo a aquella ciudadana de Las Güilotas, Zac, que su vida toda la ha gastado -malgastado- en acreditarse.

Engendrada de un chiripazo, La Acreditada bien conoció a su padre, pero madre, de hecho, nunca llegó a tener. Con el padre, camandulero, conoció la vida del malviviente, y aprendió a malvivir de la transa, la trácala y la engañifa. Después de una renovada golpiza con su renovada violación, la adolescente le metió al padre un piquete entre cuero y carne, y huyó. Pero ya era autosuficiente; en mañas, en argucias, en engañifas. Y sobrevivió tirando al crédulo, robando al descuidado, mintiendo al de buena fe y al desconfiado traicionándolo, y en dondequiera haciéndose vivir la arrastrada vida del vividor malviviente. Por ahí va la historia…

Viajera de voluntad o a la huida, La Acreditada conoció medio país, pero fragmentado. De cada ciudad, de cada poblacho conoció el conga! y la cárcel. Salía

de ésta para entrar en aquél, y viceversa Quienes la conocieron de íntimo (la única manera en que se dejó conocer) dicen que en su pellejo se daban las contras tatuajes y costurones malhechos, pespunteados en clandestinas clínicas de urgencias. Que alguna vez una ánima caritativa se atrevió a dolerse de la putancona y le aconsejó que dejara la vida airada ‘Tara qué vivir al galope, a lo desbocado». «Cómo para qué. ¡Para acreditarme..!»

Que ahora pronto, ya rebasando la madurez, La Acreditada se metió a cierta actividad que le reditúa buenos dineros (moneda nacional mexicana dólares) y se habla de tú con el Chapo Guzmán. «Era yo bien muía y terminé en su burra». Pero ahí el vicio le sale gratis. Droga la que necesite, y de lo mejor. «Hasta vitaminada ¿tú crees? Antioxidante. Con su buena dosis de Omega tres. ¿En lo insaciable no me encuentras así como que rejuvenecida?»

«¿Y para qué tanto sexo? «para acreditarme. No pares, papito lindo…»

Y a seguir espolvoreando en el rostro del país polvos, piedras y grapas, que Dios me protege mientras sardos y cuícos sigan recibiendo su comisión. Y a encomendarme a La Santa Muerte y mi santito milagroso, Jesús Malverde.

Se regeneró. En la droga se volvió mujer de conciencia Abandonó la práctica criminal de «gotera», o sea ya con el cliente ocasional en el cuarto de hotel, al gotearle en la bebida medicina con qué dormirlo y despojarlo de sus pertenencias, a veces el dormido jamás despertaba Ahora ya no. Hoy, drogas, como Dios manda Y ahí anduviese aún, de no ser porque en una de tantas…

– Lo que tenía que suceder, La Acreditada cayó a la cárcel. En la sección de «preferentes», suerte que ella y el mero trinchón del reclusorio chambean para el mismo patrón.

Ahí, frente a mí, una familia atribulada El abuelo, el padre, la tía una chamaquita de unos seis años, que no pierde detalles del diálogo. «Oigan», les dije en un momento en el que la niña realizó una escala técnica en el baño de mi depto. «¿No le perjudicará, no se escandalizará al escuchar semejantes historias?» «No se preocupe. Ella de estas cosas todavía nada entiende».

Que La Acreditada es una ruina humana ‘La vencieron el pomo, las drogas, los desordenados lujos recientes y los excesos en la tragazón La que vivió muerta de hambre, con su nueva chamba se desquitó, y a hartar la tripa en los mejores figones. En un poco tiempo quedó así de gorda mire. Panzona la pobre, con un tripiaje de este grandor. Ahora en el reclusorio, qué comerá…»

– Pobre mujer. Por esa vida sin freno moral ni temor de Dios, ante nosotros, ante toda su familia ante todas Las Güilotas nuestra pariente quedó tan desacreditada como…

La Tía no daba con la comparación. «Tan desacreditada como… como…»

Silencio. Reflexión. A lo lejos, parturienta en los desgarramientos, la sirena de una ambulancia «La pobre gorda tan desacreditada como…»

– ¡Como el pobre gordo Soberanes, el de derechos humanos, ¿no, tía?! Ese desacreditado títere de un gobierno ultraderechista andaba muerto de hambre cuando llegó a la Comisión. Ahoy, dicen, derrocha a lo bestia los dineros de todos, y le ha dado por tragar en los mejores comederos. Total, que a él no le cuesta ¿Por qué creen que ya anda cargando esa panza de nueve meses? La buena vida para el soberano Soberanes. ¿No, agüelito..?

Menos mal que la niña aún no entiende las pláticas de los adultos (Bien.)

Por ignorantes…

No. El ánimo de la tertulia de anoche no era de lo mejor cuando el maestro, porque los descontentos reflexionaran, citó aquel relato repleto de símbolos a cual más de aleccionadores y que hoy, con unas masas sociales que en materia política se mantienen en plan de adolescentes renuentes a madurar, resultan tremendamente actuales. Toda una lección de teoría política, el relato de marras. Con sólo que sepamos descifrar sus símbolos…

Todo se inició en la tertulia de anoche. Con la media docena de matutinos extendidos sobre la mesa, ya todos marcados, tijereteados y húmedo alguno por las salpicaduras del gordolobo con cuachalalá, la tertulia renegaba de las erráticas medidas que en su gobierno, y esto es un decir, viene aplicando ese al que en su momento describió Manuel Espino, presidente de Acción Nacional, como «uno chaparrito (jetoncito), peloncito, de lentes».

– No, y ese vacío de poder que se advierte en su gobierno -renegó don Tintoreto-. Oigan, ¿no les parece que esta condenada infusión está más aguada, desabrida y desangelada que la voz del impuesto en Los Pinos cuando suplica que entre todos le hagamos una tarea que sólo a él corresponde..?

El ánimo de la tertulia, agriado. Don Tintoreto, la tía Conchis, el joven juguero y la absoluta mayoría de los contertulios tronaban contra el gobierno del que,
decían, «gobierna al más puro estilo de El Nopalito, Ortiz Rubio«. Y que cómo va a ser posible que los narcos impongan la ley de sus aguacates y tengan al gobierno a la defensiva, y que por lo del embarazo interrumpido la PGR ande a la greña con la Asamblea Legislativa, y se permita el protagonismo desbozalado del gordo de la Comisión de derechos humanos, y que «lástima de esperanzas que despertó Calderón«. De repente, el maestro:

– ¿Conocen ustedes Los mensajeros? Achis, achis. ¿Los mensajeros de qué,
de dónde, de cuándo, o sea?

– El relato Los Mensajeros. Escrito por un autor alemán avecindado en Sudamérica, Los Mensajeros describe el episodio de enajenación, de manipulación que vivieron ciertos desdichados de alguna villa miseria obligados por el Sistema de poder a financiar un programa de vuelos espaciales. La televisión, al servicio de ese Sistema del que formaba parte integral, juraba a los lugareños que eran ellos mismos, por medio de los astronautas, los héroes conquistadores del cosmos. Los payos se la creían y, para financiar el proyecto, pagaban dobles contribuciones…

Así manipulados, los pobretes sobrellevaban miseria, avitaminosis, enfermedades y analfabetismo, y al sentirse héroes del cosmos copulaban con bríos renovados mientras sus mujeres imaginaban que un astronauta se las llevaba más allá de Venus y el hambre, la desesperanza, el sufrimiento…

Pues sí, pero de repente sucedió que la nave espacial (en la que habían puesto su esperanza irracional los desarrapados de la villa miseria), herida de presunción y arrogancia se desplomó entre las malolientes cabañas, desperdicios y cartón. «¡Cómo dimos de alaridos! ¡El sordo terremoto nos hizo llorar a millones de ilusos.

Fueron acres y tristes nuestras lágrimas de decepción. En pocos minutos, nuestro ángel de la esperanza se había reducido a un gusano herido de fierros retorcidos…»

Y que «chapoteando en el fango de la explosión nos fuimos acercando, rodeamos cadáveres y metales y fue horrible nuestra pena, amargo el llanto por el ángel destronado
y la promesa incumplida. No hablan sabido estar a la altura de nuestra dignidad. Nos acercamos en círculo. ¿Por qué caía entre nosotros, en vez de perderse en algún asteroide? ¿Por qué se insultaba nuestra fe en lo que hablamos delegado? Injusto. Decidimos saquear el templo de la esperanza frustrada, para que la ira divina cayese sobre nosotros, eternos pecadores. Con furiosa energía saqueamos todo. Al amanecer sólo quedaban cenizas de lo que fue nuestra nave espacial…

Ya no seguimos con la mirada a los héroes conquistadores. Hemos vuelto a la vida de antes: rebuscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente. Despreciamos a nuestros héroes. Les hemos perdido la fe. No han tenido nuestra dignidad. Y cada vez que sorprendemos a uno de nuestros niños mirando, inquietó, hacia el cielo, le pegamos duramente y sin misericordia». ¿La moraleja, contertulios? A ver…

El mexicano pasa su vida delegando siempre en sus astronautas, decidido a nunca crecer, madurar, asumir. Delegar en Echeverría, y venga la desilusión, y retoñe la irracional esperanza con López Portillo. Rotunda desilusión. Ah, pero con De la Madrid sí. ¿Que no? Ya el Sistema nos apronta a Salinas y Zedillo. ¿Tampoco? Y qué conque: con Fox, ¡al cambio! ¿La desilusión? Bueno, pero ahí nomás, tras lomita, tenemos a «uno chaparrito, jetoncito, etc». Contertulios: ¿La moraleja de Los visitantes? (Pues…)

Calderón y los derechos humanos

Los derechos del hombre están, me atrevo a afirmarlo, en la raíz de todos los problemas capitales de nuestro tiempo.

Eso a su hora puntualizó el jurista y académico Antonio Carrillo Flores, y lustros después un Francisco Paoli Bolio, neo-panista;

La democracia de un país se mide por el respeto a los derechos humanos.

Cierta como es la aseveración del panista, y a la vista el almácigo de cadáveres sembrados en Ciudad Juárez y el resto del estado, como asimismo en Michoacán, Guerrero, Nuevo León y prácticamente el resto del territorio nacional, ¿cuál es ese tan cacareado respeto a los derechos humanos que tanto nos mienta y exalta un neo-panista de apellido Calderón? En el documento titulado Estado de los Derechos Humanos en el Mundo, correspondiente al 2007, lo acaba de asegurar Amnistía Internacional:

Es decepcionante el trabajo de Calderón. Continúan violaciones, tortura, detenciones arbitrarias, uso excesivo de la fuerza y procedimientos judiciales sin garantía. La impunidad es el componente más arraigado en los casos de abuso.

El organismo internacional pone de ejemplo los operativos policiaco-militares ordenados por le presidente Calderón. Por cuanto al problema que se suscitó hace casi un año entre la APPO, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y el gobierno estatal, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos: Ulises Ruiz atentó seriamente contra los derechos humanos de que fueron víctimas más de mil 600 personas«. Pues sí, pero a un siglo de distancia lo afirmó don Emilio Rabasa, jurista experto en relaciones internacionales:

Lo malo es que no sabemos cuáles son los derechos naturales del hombre.

Y sí, para vislumbrar detalles de un tema que se nos torna de requemante actualidad, de la declaración de la UNESCO en 1947 transcribo para todos ustedes, quejosos de que no se respetan sus derechos de hombres y ciudadanos:

«Los derechos del hombre son valores: señalan lo que es natural y justo, pero además exigen; son aquellas condiciones de vida sin las cuales, en cualquier fase histórica dada de una sociedad, los hombres no pueden dar de sí lo mejor que hay en ellos como miembros activos de la comunidad, porque se ven privados de los medios para realizarse plenamente como seres humanos»..

Al propio tiempo, las declaraciones mundial e interamericana de 1948 estipulan cinco tipos diferentes de derechos humanos:

1- Los civiles. Son los que han sido bandera de lucha contra un poder injusto, y se refieren al respeto a la vida misma, a la libertad, a la seguridad personal y a la prohibición de los castigos crueles o degradantes, no sufrir discriminación alguna en razón de raza, color, sexo, lenguaje, origen nacional, etc., y proscribir la pena de muerte.

2.- Derechos políticos Se reconoce el del individuo a tomar parte en el gobierno de su país, así como el de tener acceso en condiciones de igualdad a las dignidades públicas. La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno -el voto, sí, pero respetado-; así, los pueblos tienen derecho a definir su status político y desarrollo económico, social y cultural, además de disponer, como lo estimen prudente, de su riqueza y recursos naturales.

3.- Derechos económicos, incluyen la libertad de trabajo, el tener condiciones favorables en las labores, la protección contra el desempleo, el derecho a recibir una retribución favorable que asegure al trabajador y su familia una existencia compatible con la dignidad humana y a un nivel de vida adecuado para su salud y de su familia, incluyendo alimentos, vestido, habitación, cuidados médicos y servicios sociales necesarios.

4- Derechos sociales. Incluyen el derecho al descanso y al ocio, al igual que el del objeto de asistencia y cuidado especial que deben garantizarse a la maternidad y los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio. Todos gozarán de la misma protección social

5.- Derechos culturales. La educación elemental será gratuita y obligatoria. La educación superior, al igual que la de índole técnica y profesional, se pondrá al alcance de todos. La educación estará dirigida al desarrollo completo de la personalidad humana y promoverá el entendimiento, la amistad y la tolerancia entre todos los grupos raciales y religiosos. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la vida cultural de la comunidad, de gozar las artes y de compartir el avance científico y sus beneficios. A esto se le nombra: «derechos del espíritu».

En la Declaración de Independencia de EU (1776) lo estipuló T. Jefferson: «Mantendremos que (…) todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador con derechos inherentes e inalienables; entre ellos la vida, la libertad y la persecución de la libertad». Tales conceptos no incluían a negros ni a indios, ni se pronunciaban contra la esclavitud. (Lástima.)

Estado, ejército, iglesias…

Así es, mis valedores: desde todos los rumbos de la rosa las aguas bajan turbias. Anubarrado se advierte el horizonte, y en la pradera soplan vientos electrizados. Tan ominosa turbulencia tiene su gestación en etapas de conflicto que desde tiempo añejos vive el país, y que entran en crisis por el vacío de poder que se origina en Los Pinos. Hoy, por ejemplo, el ejercicio de una política corrupta contamina la religión y un ejército corrupto de la religión contamina la política a un grado tal que entre ambas nulifican el ejercicio de la justicia y desacreditan la última institución que conserva cierto margen de prestigio y respeto de las masas sociales: el ejército.

¿El nivel de eficacia que alcanza hoy el quehacer político? Fácil empresa rastrearlo: con que calibremos los beneficios que ha producido en las mayorías y el grado de paz y orden social que prevalece en el territorio. La influencia del clero político se puede captar en la moral pública de unas masas que en su aplastante mayoría se declaran católicas. Por cuanto a la justicia…

La acción de la justicia en las masas resulta mucho más difícil de rastrear. Conocemos claramente la corrupción que se genera el «Estado«, y ahí donde existe la corrupción no hay cabida para la justicia, como ahí donde existe la justicia no cabe la corrupción. Pero por contras: entre nosotros un elemento coexiste, familiar para todos y que todos conocemos: la injusticia. Todos, o casi todos, podemos hablar de la injusticia porque de ella siempre hay un testigo, que es la víctima La injusticia a que inducen los medios de condicionamiento de masas, pongamos por caso. A diario los tales se regodean en los episodios de nota roja. En todos, o casi todos, existe, muy clara de identificar, la injusticia Un ejemplo: se produce una acción de guerra, con el resultado de un atroz reguero de cadáveres. ¿Están diseminados en en tierras de Palestina e Iraq, o en terreno de España o Estados Unidos? Cuando se trata de un español o un norteamericano el cadáver es de un ser humano como nosotros mismos, y cuánto pesa y lastima la comunidad, cuánto cala en el ánimo del mundo civilizado, qué profundo es nuestro duelo…

¿Pero no, que se trata de restos humanos de iraquíes o palestinos? Ah, siendo así, esa masacre no pasa de ser una más de las tantas noticias, de las cifras estadísticas que proceden de algún mundo lejano y ajeno al de los humanos. Impávidos nos deja; indiferentes. Y si no, ¿recuerdan ustedes que en el mismo día un sicópata asesinaba a una veintena de estudiantes en un colegio norteamericano, y en Iraq eran asesinados más del triple de esa cantidad? Los muertos en Iraq nos dejaron impávidos. Ah, pero los pobres estudiantes gringos…

Bagdad, 22 de mayo. Un iraquí retira el cuerpo de un menor que perdió la vida en un ataque con bomba en el mercado de Al Amel

¿Y? Iraquí o palestino, ¿a nosotros qué nos importa? Ah, pero si se trata de la niña Madelaine, extraviada en algún poblado de Portugal. ¡Ella sí, que es inglesa! Ah, nuestra propensión a la injusticia que incuban esos «medios», que condicionan e inducen a la indiferencia frente a este despojo humano y a la compasión plañidera por esta otra víctima Todo porque se trata de una visión, de dos versiones políticas. Y es que políticas diferentes arrojan diferentes víctimas y una sola injusticia en unas masas enajenadas…

Por cuanto a la justicia esa desconocida ella es, con la vida el supremo valor del humano y de la comunidad, es ella la clave para alcanzar el máximo de felicidad en el máximo de humanos. Como virtud social busca que las libertades y la repartición de bienes sean las adecuadas. Así se alcanzarían la felicidad y una vida digna para la comunidad. Aquí y ahora, no en otros mundos, tan improbables, ya que no existe un testimonio veraz, uno solo, que, más allá de la pura fe, certifique su existencia Mis valedores…

Siendo la justicia aspiración suprema del hombre, es la injusticia su segunda naturaleza La desigualdad está presente desde el nacimiento del humano y lo acompaña hasta que deja de ser. Sin la justicia en la comunidad afloran los peores instintos y se cae en la aberración y el linchamiento, esa patología que la ignorancia nombra «justicia por propia mano». Mediocres caídos en el más bajo nivel de bestialismo, los linchadores no distinguen entre justicia y venganza Si dijeran: «Es venganza, pero con todo conocimiento vamos a perpetrar el linchamiento», no sería tan terrible esa que constituye la más baja y salvaje manifestación de animalidad. A propósito:

¿En la turba de linchadores podríamos imaginar a un catedrático? ¿?l, rociando con gasolina a un humano agónico? ¿El, encendiendo el cerillo para que la carne humana arda hasta la muerte? Esa animalidad, ¿justicia? En el México de una política religiosa, una religión política y un ejército que se desacredita, ¿justicia? (Seguiré con el tema)

La Betina

¿Pero cómo irle a creer a la Betina, con su fama de patrañera, neurótica, paranoica? Y vaya que a sus 25 cumplidos se ve hermosa con sus lágrimas, moquis, naricita levemente enrojecida y un aliento joven que me roza los mostachos. «Cálmese, ¿quiere mi gordolobo?» «¡Ándele! ¿Gordolobo usted también? ¿Usted también violación multitudinaria, y a su edad?» «Infusión de gordolobo, para calmar sus nervios. Tranquilícese». «Tranquilícese. Cómo se ve que no fue a usted a quien pasaron a dar gordolobo. Y en frío. Míreme este hombro, mordidas y arañazos; y por acá, moretones. Los de allá abajo no se los quisiera enseñar porque soy una muchacha decente. Ora que si usted insiste…»

Yo, de acomedido: «Se confundió. Los atacantes que dice son incapaces de una indignidad. Sus moretitos, déjeme masajearlos». Yo, acomedido. «Sería violación de alguna de las pandillas que andan sin bozal y que por la noche salen de sus madrigueras a saciar sus corrompidos instintos. Ya, ya, deje limpiarle sus moquitos. Puje». Y como si mi mano en su naricita le diese cuerda, la Betina volvió al sollozo y a los detalles del asalto «con robo y violación tumultuaria». Yo, secándole sus lagrimitas, toqueteándole sus moretitos, todo en diminutivo. De su relación deshilacliada reconstruí la pesadilla que anoche vivió la Betina, funcionaría de la burocracia nacional.

Noche cerrada en la entraña del barrio bajo, corazón del arrabal. Farolillo que alumbras apenas mi calle desierta: cómo, en la lobreguez de la noche y el resfrío de la nocharniega llovizna, sollozas escurrimientos de lágrimas frías. A lo lejos, una sirena de ambulancia. A lo lejos. Aquí, en los bandazos de un vientecillo resfriado, la calidez del ánima arrabalera: «Ay, quiéreme / porque ya creo merecerte / porque ya logré ponerte...» Y el suspirar aguardentoso. Betina.

Cuajarón de sombras silenciosas, la calleja De repente, taconeos presurosos y, acercándose, la silueta de esa sota moza que viene rumbo al farol. ¡Pero si es la Betina, burócrata de Rezagos Varios, que se dirige al conjunto habitacional de aquí cerca! ¿La ven? Ya se le distingue su rostro; tenso, receloso, pajareando hacia el seto de arbustos. Y es que la joven de acusada vocación burocrática trae la mente congestionada con las imágenes que le ventoseó en plena cara el aparato de TV de la oficina: asaltos, secuestros, violaciones, ajustes de cuentas, rodar de cabezas sin cuerpo, de cuerpos sin cabeza, todos con el recado correspondiente, garapiñado de zetas. Y que la anciana violada por los sardos, y los sardos que viola a la menor de edad (sospechosa de ser sospechosa de algo sospechoso). Animas santas. Por arrojar de la mente las imágenes del asaltante, del violador, de los sardos en brama que le inoculó la TV, en su mente redacta un memo(randum): «A quien corresponda: por la presente pongo en su conocimiento que al llegar a mi depto., quitándome esta faja, dirijome a descargar una necesidad menor, póngome mis pantuflas y procedo a introducirme y agarrarme un huevín. A ver; introducirme a la cocina y freírme uno con doble ración de cebolla. Total, que nadie me lo va a oler (ay, San Juan Diego, si es que de chiripada exististe, qué soledad de callejón… Prosigo: seguidamente voyme a chupar (ah, ¿dipsómana?): a chuparme mi vasito de leche caliente con su cocoa, y prendo la tele y veo a la banda, pero no la del Recodo sino la que formó el Chapo (¡No es cierto, cruz, cruz, que se vaya el Chapo y venga el Niñito Jesús!) Corrijo: agárrome un libro con las fabulillas de El Valedor que, para el insomnio, santo-remedio. Luego a rezar mis devociones y acostarme, volverme para la pared y a soñar con el tarado de Chencho el archivista, que por más que aviéntomele por derecho y tírome al ruedo para que me haga rodar sin puntilla, el muy chencho no procede a proceder». Esta calle, solitaria, y el taxi tan caro, y luego te trepas a uno y te trepa, o tantito peor, te asalta y te..

Ya rebasó el farol. De repente, engendro de las sombras… ¡ay, Santa Muerte! Ahí, contra las costillas de la sota moza, las armas de alto poder y el aliento a pudrición: «¡Alto! ¡No se te ocurra oponer resistencia! ¡Álzalas!»

– ¿Alzarlas? ¿Qué alce qué, señores encapuchados? ¿Qué es esto..?»
– ¡En qué cartel operas! ¿Eres de los Zetas o de los Pelones?

– Ay, no, pelones no. ¡Auxilio..!
– ¡No te resistas! ¡Ábrelas por tu propio pie, pinche puta de los Zetas!

Ella, el terror. Clamó al cielo (y no la oyó): «¡Auxilio, fuerzas de la AFI, la PFP, los Zetas, los Pelones, los kaibiles! ¡Auxilio, sargentos y coroneles!»

Nos pasastes lista, morra. Grita tienes adentro un cabo, y de imaginaria está un Pelón. ¡Confiesa! ¡Nombres y alias de los asesinos de soldados! ¡Aquí se respeta la ley! ¿Ya mero, mi sargento primero? Yo voy en segundo.

Eso, anoche. Yo ahora, acomedido que soy: «Delirios, Betina. ¡Por el honor de la Patria! Ese es el lema de nuestro glorioso ejército. Recuéstese, voy a auscultarla. ¿No será una gastritis mal atendida?» Porque policías y soldados son incapaces de.. (En fin)

Cuba para España

Para España mientras no pueda ser para EEUU. Para los cubanos, nunca.

Tal afirmó a su hora un gringo, John Adams, al hablar de esa Cuba siempre amenazada por un vecino imperial que el domingo pasado la felicitó «por su independencia», asegurándole que «EU seguirá extendiendo las bendiciones de la libertad alrededor del mundo». Cuidado, compás cubanos. Pues sí, pero las desgracias de un pueblo que se mantiene erguido frente al Imperio no comenzaron ayer ni en el siglo pasado. Ya en 1783 lo afirmaba el John Adams de marras, presidente de EU:

Las islas del Caribe constituyen apéndices naturales del continente americano. Cómo resistir la convicción de que la anexión de Cuba será indispensable para la continuación de la Unión…»

Tal fue, desde el siglo XVIII, propósito de EU, y desde entonces ha actuado para lograr sus propósitos expansionistas. En 1812, «un mapa de los Estados Unidos levantado por el Gobierno norteamericano no sólo incluía los territorios mexicanos de Texas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de Nueva Vizcaya y Sonora, sino también la Isla de Cuba, como parte natural de la República». Cuba y el vecino rapaz.

1803. EU arrebató a Francia el territorio de Luisiana. En 1819, ya se había apoderado de Oregon y la Florida. Texas lo ocupó en 1836, y dos años serían desgajados California y Nuevo México. El total de las tierras hurtadas por EU a sus vecinos triplicó la extensión original de su territorio. Fue semejante rapacidad la que llevó a José Marti, nuestro genio de la América Mestiza, a advertir a los gobiernos al sur del Bravo:

Esos republicanos de cartón alegan la fuerza y el tamaño como derecho divino nuevo, y destino manifiesto e imperio natural e irresistible que les autorice a salir de bandidos por el mundo embolsándose pueblos como se embolsaban castillos ¡os condes feudales…

Y la política de la «fruta madura», proclamada por el presidente John Quincy Adams: «estas islas por su posición local son apéndices naturales del Continente Norteamericano (..) Cuba ha venido a ser, por una multitud de razones, de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión (…) Una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, Cuba es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana, a la cual le será imposible dejar de admitirla en su seno…»

En 1898, la flota de guerra de EU bloquea la Isla y a lo sorpresivo invade Santiago de Cuba y se apodera de la bahía de Guantánamo. Recordando el episodio, comentaría años más tarde Manuel Sanguily: «Dije entonces: ¡Los invasores ya han visto a Guantánamo: jamás renunciarán a su posesión! ¡Y la bahía de Guantánamo, señores senadores, ya es de los Estados Unidos..!»

Sí, que en la nefasta (para Cuba) Enmienda Platt lo asentó el invasor: ‘Para poner en condiciones a Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los Estados Unidos…» Carboneras, dijo.

Guantánamo y la protesta popular. Cierta noche de marzo de 1901, en La Habana, 30 mil manifestantes se echaron a la calle Antorchas, banderas, estandartes, proclamas: «¡Nada de carboneras! ¡Nada de mutilar el territorio nacional! ¡Viva Cuba libre, nada de carboneras!» Y la respuesta de Platt, el autor de la Enmienda: «O aceptan todos y cada uno de sus artículos, o de inmediato y hasta que los acepten ocupamos la Isla…»

El analista Tosté Ballart: ‘La base naval norteamericana en la bahía de Guantánamo, hija de la Enmienda Platt, ha desempeñado un importante papel en la política agresiva imperialista; su estratégica posición geográfica facilita la rápida movilización táctica de tropas intervencionistas hasta diferentes puntos de Las Antillas y Centroamérica, como en la invasión de Santo Domingo, en 1965, para aplastar el levantamiento constitucionalista. Parte de las tropas de EU movilizadas para dicha operación procedían de la base de Guantánamo».

Cuba ayer, hoy, siempre. La nota fechada en Estrasburgo, Francia: «El Consejo de Europa dijo ayer que EU emplea la tortura en el centro de detenciones de presuntos terroristas en la base naval de Guantánamo. Las circunstancias que rodean las detenciones de EU en Guantánamo no respetan la ley en aspectos como la tortura y el trato cruel, inhumano o degradante de los 520 detenidos procedentes de más de 40 países».

Líbano, Iraq. Cuba y su cercenado Guantánamo. Zopilotera y hedor, el imperio. (Bush.)

¡A invadir Norteamérica..!

La Ley para la Seguridad de los Caminos, con la que los congresistas de EU pretenden impedir la entrada de transportistas mexicanos a su territorio, viola el Tratado de Libre Comercio. Es una violación al acuerdo comercial.

Válgame con el problema, mis valedores, que de tan añejo ya empieza a apestar. Leí las declaraciones de Eduardo Sojo, secretario de Economía, y de inmediato se me vino aquella declaración del matancero norteamericano:

«Bush anunció en 2001 que cumpliría con las reglas de apertura de la frontera -puestas en suspenso por su antecesor, W. Clinton en 1995- tras un fallo a favor de México de un panel del TLC .

¿Y? ¿Así cumple Washington a quienes, por no llamarse Hugo Chávez, saben culimpinarse ante el Imperio? Leí la noticia del pasado jueves, y de inmediato recordé el incidente: fue una tarde de aquellas. A tres cuadras del edificio de Cada, un trailer con el motor haciéndola de fumarola. Trailero y machetero, cubeta en mano, buscaban un grifo (de los de agua, tan escasos, que los de yerba mala abundan) con qué apagar la humareda. Yo, obsequioso que no fuera: ‘Jálense aquí a la vuelta, que yo les doy su agua. ¿Traen herramienta para reparar el motor?’

Frente a Cádiz se estacionaron. Mientras machetero y chofer, con la trompa levantada (la del cofre del motor), desarmaban eso con aspecto de bomba (unipersonal) yo, por hacerla de plática, mostré al trailero el matutino:

– ¿Ya vio? Apresúrese a dejar como nuevo su trailer, porque En el marco del TLC, la Junta Mac. de Seguridad del Transporte de EU realizará audiencias públicas para analizar la entrada de transportistas mexicanos a territorio de EU. Ya lo veo partiendo plaza por Texas y Califomia.

– Hágamela, mi señor. Buena, quiero decir. Porque el problemón entre Meneo y los gringos lleva ya vario tiempo. Así que en vías de arreglo…

– Es ya un hecho, porque el único que se opone es el presidente. Que los transportistas mexicanos no cubren las normas mínimas.

– ¿No las cubrimos? ¿Pos qué son chivas, y nosotros moruecos, pa’ cubrirlas y que paran chivitos? Ese es racismo vil, discriminación Norma que nos pongan enfrente, norma que les cubrimos, ¿no, tú, Champoton?

Obsequioso que es uno. De parte mía, el recalentado se los fue a aprontar la Macarena, trabajadora doméstica. Recalentado del mediodía. «Los traileros son mi especialidad», dijo tomando ollas y platos. Se recompuso, se relujó, y allá va, con los sudados todos olorosos. Tacos sudados. Obsequioso que es uno.

Pues sí, pero lástima; la noche entera la pasé en vela, y conmigo gran parte de la colonia Mixcoac música a todo volumen dedicada al Señor. Pero no, cuál religiosidad; al Señor de tos Cielos y al Chapo Guzmán, y cumbias cimarronas, música grupera, la quebradita, redova y acordeón a 20 mil decibeles. Allá, en el trailer, los albures a gritos, las risotadas, los recordatorios de Tula (un recordatorio: Tula es mi madre). Las tres de la mañana. ¿Escuché quejidos? ¿Sollozos

de mujer? El sueño, andavete…

Serían las dos, serían las tres, las cuatro, cinco o seis de la mañana, cuando el súbito traqueteo del motor, la retreta con las de aire (las cornetas), y ojos que te vieron ir. Luego, el silencio. Amanecía. Traté de dormir. Chupándome este, el de en medio. Pero entonces; ájale, la tía Conchis.

– ¡Baje pa’ abajo, bigotonzón! ¡Córrale!

Allá voy, escaleras abajo, que el camisón me repapaloteaba (guinda, corazones magenta). De repente, ya en la banqueta, friégale, el resbalón. Vi estrellas. La tía: ‘Y dése de santos que fue en el charco de aceite ¿Ve acá?»

Igual de resbaladizas, pero infinitamente más asquerosas, las descargas corporales junto a rosetones de humedad en un muro que amaneció pintarrajeado con grotescas figuras, pelos y señales. ‘Y qué tal si el changazo lo da en esos, mire» Vidrios rotos. Botellas vacías. Vómito. Restos de cigarros hechizos. Mota en greña. ¿Ya supo lo de la pobre Macarena?»

– ¡La habrán violado!

– Pero nomás ellos dos. En el cajón del trailer. Está en su cuarto, desmorecida del llanto. No, y lo más pior. le bajaron relojito, medallón, pulseras. Hasta con el de oro andaba perdiendo, el diente. Con unas alicatas. De no haber sido porque Dios me lo tentó, el corazón, y me dio valor pa’ bajar a ayudar a la pobre violada, ¿sabe que por un pelo me escapé del machetero?

Válgame. En el muro: «Puto yo». «La Macarena ya». ‘Y qué hacer, dije, sólo lamentarlo». «Ah, ¿sólo eso? ¿Y el cochinero quién lo va a limpiar? ¿Yo, acaso? Del santo desmadre, ¿quién tuvo la culpa? ¡Ora, a limpiar!»

Asco, cepillo, balde, jabón. Obsequioso que soy con los transportistas que se disponen a invadir Norteamérica No, si les digo_(En fin.)

Las buenas conciencias

Qué más incentivo a la lujuria que ver a las mujeres con una zaya toda abierta por delante, para que por la abertura se vea la otra zaya, o ver a los hombres con unos calzones tan ajustados, que en la misma estrechez manifiestan la forma del muslo, y algo más que por la decencia conviene callar…

Válganos Dios. Pues qué, ¿en México la historia se ha estacionado? Más propiamente, ¿pegó el reculón? Con la llegada de los ultraderechistas de El Yunque, Los Legionarios de Cristo y los Caballeros de Colón, ¿vuelve el país al año de gracia de 1691? Con la ralea impuesta en Los Pinos desde hace 7 años, ¿tornan la moda, la moralina y las buenas costumbres de hace 316 años? Porque, según leo en el documento de época, el Norberto Ratzinger de aquel entonces se nombraba Fray Antonio de Ezcaray, obispo de Querétaro que en predicas incendiarias a lo Serrano Limón anatematizaba la relajación de las costumbres de una sociedad relajada, escándalo de las buenas conciencias. Allí, en Querétaro, el fanático De Ezcaray «procuraba que la mujer se vista de manera apropiada y no con la inmoral minifalda. En la Universidad, a los alumnos queremos formarlos y decirles cómo deben vestirse». Pero no, mis valedores, que esto no ocurrió hace tres siglos y una década, sino hace apenas dos años. La historia, que se atascó en el lodazal de la moralina…

Moralina. En Monterrey, mientras tanto, indignados vecinos protestaban porque algunos anuncios panorámicos anunciaban sostenes. La empresa productora tuvo que «vestir» el torso de la modelo, mientras que la autoridad fue obligada por los vecinos a retirar los anuncios en los que se promovía el uso del preservativo para evitar el Sida«.

En 1691, Fray Antonio de Ezcaray:

Qué más incentivo a la lujuria que ver a una mujer agarrotada por la cintura y tan pomposa de lo restante que con la zaya que traen puesta pudieran vestirse cuatro pobres doncellas. Qué más culpables que ponerse un manto, tan transparente, tan pernicioso, que descubre a la mujer de pies a cabeza, añadiendo a este manto una red infernal de puntas, para que por ellas les vean el pelo rizado, las rosas, el chiqueador, la toca, un diluvio de cintas, botones y otras superficilalidades…

Villahermosa, Tab
enero, 2005. El ayuntamiento de Centro acaba de emitir el Bando de Policía y Buen Gobierno, uno de cuyos artículos lo estipula: «Habrá sanciones para los ciudadanos que anden desnudos en sus casas (…) Será sancionada la exhibición pública de figuras que sean obscenas o atonten contra la moral y las buenas costumbres». Esto, en una ciudad donde proliferan las esculturas que recrean, desnuda, la figura humana. México.

Y esto, de Mérida, Yuc.: Enero, 2005: «Las instalaciones de la Unidad de Atención Psicológica, Sexual y Reproductiva, que aboga por el derecho al aborto y al sexo con responsabilidad, fueron apedreadas, presuntamente por militantes de grupos religiosos radicales. Hace casi 4 años, miembros de Provida se manifestaron frente a la clínica y profirieron insultos contra la dirigente de la mencionada clínica…»

Y sigue la aspaventera visión del fraile Predicador de Su Majestad, y apostólico del Colegio, y Misión de Propaganda Fide de las Indias Occidentales, Fray Antonio de Ezcaray, de la Ciudad de Santiago de Querétaro: Innumerables pecados se cometen por los trajes profanos, afeites escotados y culpables ornatos, que en estos miserables tiempos y en tos antecedentes ha inducido el infernal Dragón para destruir, y acabar con las almas, que con su preciosísima Sangre redimió nuestro amantísimo Jesús. Tal visión de Apocalipsis abarca Querétaro y ciudades españolas…

También en Querétaro, la capital, pero 314 años más tarde, «El Reglamento del Buen Decir tuvo que ser cancelado por la polémica que levantó la inclusión de sanciones a las personas que utilizaran un lenguaje soez en la vía pública».

Fray Antonio de Ezcaray: Que más provocación que la diversidad y multiplicad de formas y figuras en los vestidos. Hoy son de un modo y mañana de otro: ya acuchillados, ya más estrechos, ya abiertos, ya con muchos pliegues, y con otras hechuras (…) Hay vestidos Mandos, suaves, provocativos a la lujuria como las camisas de olán, cambray, bretaña, holanda o las camisas bordadas con las mujeres por seda…

Mis valedores: En la descripción que de los vestidos femeninos (ya abiertos, ya estrechos o acuchillados) formula el fraile, ¿no perciben ustedes un a modo de regüeldo de lujuria mal reprimida? ¿No se advierten amagos de represión sexual en el mensaje que el tonsurado (¿entre ahogos? ¿con el pulso alterado?) lanza contra unas hembras a las que amenaza con la excomunión? Ah, los fanáticos De Escaray, Rivera Carrera, Ratzinger… (Cruz, cruz.)