Autocrítica, ¿nunca..?

La conmemoración del 2 de julio pasado, mis valedores. Lo afirmé en Radio Universidad alguno de estos domingos, y hoy digo a todos ustedes lo que el Predicador: Hay un tiempo para todo; un tiempo para la risa y otro para las lágrimas; un tiempo para el lamento y uno más para festejar; un tiempo para el despojo y otro para la imposición. Pues sí, pero hoy los dos tiempos se empalman, lo que quizá el Cohélet nunca previó. Hoy a lo simultáneo se recuerda la derrota del candidato popular, carismático, y la imposición de un hombre común que carga sobre sus lomos la conducción de un país que padece una crisis global endémica, y al que el hombre de los anteojos, con sus medidas y carencia de medidas de gobierno, ha terminado por agravar…

El domingo antepasado se hubiese podido probar la merma del apoyo popular al perdidoso, y que aun llegó a la extinción (se evidenció lo contrario), pero no nos dejemos engañar: este fenómeno en modo alguno iría a legitimar al que hace un año fue impuesto en Los Pinos. ?l, al modo de Caín luego del crimen, lleva la marca, y en la historia del país su imposición quedará aún más flagrante que la que en 1988 perpetró Washington a favor del pro-yanki Salinas para asegurar la continuidad de una política depredadora impuesta en el país cinco años antes: el modelo neoliberal del libre mercado, que es decir el capitalismo salvaje que persiste hasta el día de hoy, para beneplácito de los grandes capitales y desgracia del pobrerío y las clases medias. Y mientras…

La industria del condicionamiento de masas seguirá arropando al triunfador, disimulando su carencia de atributos como estadista y alabando el más insignificante de lo que hacen pasar por sus «logros»; pero ni la befa al perdidoso ni la complacencia al que ayudó a arrebatar la banda presidencial cambiarán la ecuación despojo ?? imposición, despojado-impuesto. Sin más.

Y que no mientan con que los resultados del dos de julio son flor y espejo de la democracia ¿Á cuál democracia aluden? La electoral, la única que en el país pudiera dar señales de vida, da señales de muerte, y muerte violenta, muerte fulminante, democracia electorera donde los votos fueron rudamente inducidos y no iban a ser, como no fueron, el factor determinante en los resultados de la maniobra electoral del IFE, instituto electoral, y del TRIFE, tribunal que sanciona tales resultados de acuerdo a intereses creados. El libre mercado tenía que continuarse de Salinas a Fox y de ahí al sucesor. Washington dijo la última palabra. El resto es silencio. Ni hablar.

¿Los beneficiados del proceso electorero? Los de siempre: el Sol Azteca perdió; perdió el candidato, pero los cupulares, agentes de la «cultura de la derrota«, salieron gananciosos una vez más, como siempre, que como siempre les interesa no la suerte del PRD, sino su propia suerte personal, y como siempre esos ex-comunistas, ex-talamanteros y tantas ex-céteras, lograron amarrar senadurías, diputaciones y demás canonjías que los instalan en la almendra del presupuesto, y la suerte que corra el PRD es lo de menos. Como siempre. Compruébenlo en la historia del país.

Así también el Revolucionario Ins., que con su tercer lugar en las preferencias electoreras ha logrado mantenerse en la cresta política chantajeando con su ración de representantes en el Congreso, y que lo mismo ofrece una alianza coyuntural con el albiceleste que, llegado el caso y según los beneficios, con el de la Revolución Democrática.

¿Acción Nacional? Como si renunciara al privilegio de partido en el poder se desgarra y desgaja a pugnas internas, y su corona de Espinas y Espinos parece tener de adversario mayor al de Los Pinos. Peor para ellos.

Y qué decir de la chiquillada, que sin representación alguna se ha posicionado en el Congreso para «representar» a quienes no votaron por ellos, y que a lo mejor (a lo peor) ni están enterados de que esos tales medran de un presupuesto que sale de nuestros impuestos. Como si impuestos no tuviésemos de sobra Ahí lo que apodan «democracia representativa..».

¿Y esas masas esperanzadas, desesperanzadas, que votaron por el hoy perdedor? Ellas, a negarse a pensar, a ejercer la autocrítica ellas, a aplicar, como siempre, la estrategia de la turbamulta que toma la calle para protestar, para exigir, para la estrepitosa demanda a un enemigo del cambio histórico que precisamos y que nadie llevará a cabo por nos; ellos que le ¡e-xi-gen! se suicide para con ello complacer a los demandantes. Mis valedores: ¿algo se ganó hace un año con un zócalo requemante de iracundos que maldecían contra el fraude electoral? ¿Qué se ganó con el bloqueo del Paseo de la Reforma? Si su respuesta es «nada o casi nada», ¿no es hora ya de revisar la estrategia de crear una con posibilidades de triunfo? La conciencia de enemigo de nuestro cambio, ¿nunca la mente de las masas la irá a procesar, y entonces asumir, no seguir delegando en imposiciones…? (Lóbrego).

¡Cuídamelo, virgencita..!.

Fue en otros tiempos, dije a ustedes ayer, cuando ocurrió el incidente de La Divina Infantita. Sucedió, mis valedores, que cierta mañana me fui a topar con el penitente que colocaba a los pies de Santa Rita de Casia, abogada de imposibles, aquel colorido ex-voto, espejo y flor de la artesanía popular; sí, el retrato mal hecho de un Hugo Sánchez por aquel entonces estrella del Real Madrid. «¿Tan fanático es del futbol?», le pregunté.

– Yo fanático madres. A mí el clásico pasecito a la red me caí en las alilayas. Pero es que soy mexicano que vive en México. ¿La pesca bigotón?

«Uno más de esos que viven lloriqueando contra los tecno-burócratas mirasoles de la Casa Blanca«, pensé.

– ¿Y cómo fregaos no? (Me adivinó el pensamiento.) «Y cómo tiznaos no, cuando cosa de 105 millones de jodidos andamos con el orgullo patrio a la altura del pichichi, si no es que tantito más abajo, o sea en los talones.

– Muy cierto: bocaabajeados por culpa de unos tecnoburócratas que..

– ¿Y qué otra cosa nos queda si los proyankis de miércoles (era domingo) se la pasan trincando a los paisas por orden del agio internacional?

– Pues sí, pero con que usted no se deje..

– Si no me dejo me pasa lo que a la Santa Santa Cecilia de ese retablo: como a ella le rebanaron sus hechos en el martirio, a mí me las cortan, las mías, esos vendepatrias castrados que han terminado por arruinarnos de las medias para abajo. No, qué pasó, no pensar mal; me refiero a las clases.

A lo desconfiadón miré en torno, no fuera a oírnos alguno; el sacristán, por ejemplo, posible oreja de Norberto Rivera, oreja segura de Gobernación. Pero no. El sacro recinto, como todos los de este bendito país de buenos católicos, vacío. «Bueno, sí, ¿pero el retablo de un futbolista al pie del altar?»

– ¿Se ha fijado en los turistas que nos visitan? Anchos, orondos, pisando recio, con el pichichi en todo lo alto, me refiero al orgullo patrio. Yo, mexicanito bocabajeado por todos Los Pinos, me avergüenzo de los saqueadores y de mí mismo, de mi aguante, mi sumisión y pasividad. Ah, recua de agachones, yo y los otros. Me cái que Santa Cecilia tenía más pichichis que los paisas de por acá, pa’ su morder.

– Pero el pichichi de Hugo en el altar…

– La última pizcacha de orgullo patrio para el fregadaje Sus hazañas futboleras: que si Hugo dribló, que su Hugo fintó, chanfleó, remató y… ¡gool del mexicano! Yo, entonces, a apuntalar con pichichis ajenos lo que no puedo apuntalar con los propios. Yo, a contemplar en la foto la machincuepa del goleador para seguir apuntalando las machincuepas de los que se culimpinan ante la Casa Blanca. Pero eso y más nos merecemos por agachones: puro pichichi, y a consolarnos solitos con el de Hugol. Héroes por delegación. ¿No son tiznaderas..?

– Bueno, sí, ¿pero el retablo al pie de Santa Rita de Casia?

– Pa que la santita tenga bajo su manto al goleador. Que le preserve sus meniscos, que le resguarde su pichichi. Que no nos lo vayan a lesionar. ¿Porque se ha puesto a pensar que no estamos zafos de que nos lesionen el único pichichi que nos queda a los mexicanos, el último orgullo que nos queda en el México de unos lics, corruptos y atrabiliarios que de los paisas hacen lo que sus reverendos pichichis les dictan? Nomás me quedé pensando…

Y mis valedores: fue entonces. ¡Válgame, pues cómo no lo pensé antes! Y que me doy el parón y caigo de hinojos, alzo la cara a los santos cielos, abro los brazos en cruz y clamo ante la presencia del Dios uno y trino:

– ¡Su pichichi, Señor! ¡Su pichichi y sus dos meniscos, los únicos que nos quedan a los mexicanos! ¡Y tú, Santa Rita de Casia, cuídamelo! ¡Protégemelo, y te traigo un exvoto del grandor de un pichichi..!

Y gimoteaba y aquellos golpes de pecho, qué pena En fin. Y aquí el incidente que apunté ayer al comenzar esta fabulilla- fue en la madrugada de anteayer; yo, sangre en hervor, a sofocos sufría el acoso sexual de la Guzmán cuando en el instante en que mi virtud comenzaba a Saquear, yo ya viendo estrellitas (las del Gran Canal), de súbito, el timbrazo del teléfono, y la voz bronca su dejo entrañable de Tepis Company.

– ¿No que no, bigotón? ¿No le dije que el pichichi de Hugo era nuestra salvación? ¡Seis cero a Paraguay! ¿No es un milagro de Santa Rita de Casia..?

Yo, aquel azoro, intentaba despertar. La Guzmán huyó sin acabar (de vestirse). Yo, entonces… Sí, formas hay más civilizadas de silenciar un teléfono inoportuno, pero esa explosión de nervios, de pichichis, de meniscos. Y ahora qué hacer, sino mandar el SOS al compa tepiteño: en la fayuca ¿no habrá modo? Un aparato telefónico, cables, fusibles, pichichi, todo. (Ojalá.)

Pichichi de Perra Brava

Lo sé muy bien. Por supuesto. Yo sé que existen recursos menos radicales de inutilizar un teléfono, pero cómo poder controlar un estallido de chinampinas (mi sistema nervioso). Lástima.

Todo se originó en tiempos idos. Fue un domingo, me acuerdo, por ahí de la media mañana, yo atejonado en un rincón de La Divina Infantita, a donde fui a rezar mis devociones: el triduo, el trisagio, mi novenario, un ramillete espiritual y una rogativa a San Antonio bendito para que me la hiciera, o sea la merced de conseguirme una mujer, porque yo, un inútil Después de la última rogativa rematé como mandan los cánones: con el oficio parvo y mi rosario de quince misterios. Después me la persigné y, alzándome, con trabajos, ejercitaba unas zancas acalambradas con aquellos pasitos entre el cepo de las limosnas y la pila bautismal. Y aquellos altares de La Divina Infantita, muestras espléndidas del churrigueresco tardío… (soterrada, en el coro, la salmodia de un órgano. Canto gregoriano.)

En eso estaba, escuchando el pajarito de gloria ante la gloria de oros y cardillos del altar mayor, cuando en eso: en el nicho del virgen y mártir san Mamerto de Porres, el penitente aquel, de tenis percudidos y chamarra parda (dodgers, entre pecho y espalda), que al pie de Santa Rita de Casia, la abogada de imposibles, colocaba un retablo y le encendía un ascua viva de veladoras, para enseguida arrodillarse, humillar la testa, entornar los párpados y orar, y orando remontarse al cielo. Ah, la devoción del creyente. Suspiré…

Y lo que es la curiosidad: pian pianito me fui acercando hasta quedar a unos metros de la santa de las causas perdidas, y entrevi entonces el retablo aquel, un cuajarón de rojos, verdes y anaranjados. «¿De qué santita se trata?», pensé. «Una chulada de rostro, con ese marco de rizos que se le encrespan a lo coquetón. ¿Quizá María Magdalena? ¿Santa María Egipciaca? Santa Cecilia, tal vez, si me atengo a ese pecho tan liso, que el despecho tirano mandó despechar y despachar directamente a la gloria de Dios cuando se convenció de que con esa doncellez no podría Santa Cecilia. Me la persigné.

Bueno, sí, ¿pero Santa Cecilia en puros calzones, con perdón de la benemérita? ¿Y unos calzones así de guangoches, que una mujer nunca vestiría, y menos para exhibirlos? Me acerqué un paso más, y entonces…

Cuál santa, cuál Cecilia, cuáles calzones, si se trata de un santo. San Esteban, sus partes pudendas arropadas no en el clásico cendal sino en… (esa artesanía popular. Esas muestras del arte naif. Esos retablos populares) no sus vergüenzas ocultas tras cendal, repito, sino en unos de esos denominados, a lo gringo de segunda, shorts, ya tirándole a bermudas. Pues sí, ¿pero San Esteban en short, en bermudas? Haya cosa…

Cuáles shorts, cuáles bermudas. Es un pantaloncillo, y no precisamente de mártir ni de confesor; no de beato, sino de bato, de… válgame: de futbolista ¿Un santo alquilón de la industria manipuladora de masas? ¿El santo de la seráfica Perra Brava? El artesano del pincel había tomado

al vuelo, como remontándose a las alturas, al santificado de los calzones. A ver. Pero, ¿sería posible? ¿Un santo mártir, y sobre todo virgen, tirándose una chilena? Y el balón, ya besando las redes. ¡Gool!

– ¡Pero si es nada menos que el tal Hugo Sánchez! -se me escapó la expresión, y entonces, bronca voz la del penitente:

– No sea usté penitente, o sea más respeto. Sí, Hugo Sánchez, ¿y qué? ¿Qué tiene usté contra nuestro Hugol? Quedó canelón en esa pintura, ¿no? Arte sacro de un pintor de ollita allá por la Villa. Me costó un güevo de la cara, los artistas cómo son de abusones. ¿Usté qué pinta aquí, digo?»

– Pero según la ortodoxia de la iglesia de Roma el retablo debería representar la advocación de alguna virgencita; de una mártir, ya de perdida

– No, de perdida no la trepan al altar. De perdida, la excomulgan.

-Pero Hugo -yo, como un eco-. ‘Pero Hugo…»

– Quedó de pelos, no me diga que no. fíjese en el uniforme: Rial Madrid. Mírele los botines, las medias, los chors. ¿Le distingue el pichichi entre las zancas? Se lo está sosteniendo con las dos manos mientras se tira el clásico pasecito a la red. Chido, ¿no?

– Y qué tamaño del pichichi, trofeo del campeón goleador…

– No, y debajo del catre tengo un altero de álbums de este grandor, mire. Fotos, crónicas, entrevistas, reportajes, comentarios y mamilas de esas. Todas echándole flores a nuestro crac nacional.

– Caramba ¿tan fanático es usted del futbol?

Nos habíamos sentado al socaire del confesionario, a los santos pies de la abogada de imposibles. «¿Es fanático del futboL?»

– ¿Fanático yo? ¡Fanático madres! (Mañana)

Alcahuetería

Ayer les hablaba, mis valedores, de esas obvias semejanzas que se advierten entre el hombre de Los Pinos, la selección futbolera y algunos periodistas y merolicronistas que les alcahuetean su juego llanero, ratonero irremediable, de una aplastante mediocridad. A propósito:

Hace un año y meses que el hoy presidente de México, cuando aún candidato, por atraerse votos y simpatías de unos aficionados con alma de Perra Brava se disfrazó con camiseta de colores, calzones guangos y botines de futbol 0os otros botines se los estará agenciando a estas horas acá bajita la manó. ¿O acaso él va a ser diferente a todos sus antecesores, de Miguel Alemán al segundo marido de Marta, que como pareja presidencial salió podrida también en dinero?) Yo, en aquella ocasión, a la cara del futbolista amateur arrojé este mensaje que hoy vale, juzguen ustedes, para el amateur presidente de México:

Señor candidato de Washington, los grandes capitales, la iglesia católica y la industria del periodismo: lo miro correr, acezante, tras de un ideal para usted cada vez más lejano a pesar de las toneladas de propaganda que expele desde los medios de condicionamiento de masas y esa descarada, interesada ayuda de Fox, quien busca que usted le cubra lomos, y espaldas y asentaderas a los Bribiesca y Sahagún. Ahora recurre usted a la mojiganga de disfrazarse con camiseta, botines y calzones guangos para habilitarse de futbolista. ¿Pues de cuando a acá, señor? Y si ni así logra la banda, ¿a qué otro artificio igualmente grotesco va usted a apelar? Pero cuidado, que lo imposible pudiese ocurrir, y usted pudiera terciarse entre pecho y espalda la banda presidencial. Qué milagros no pueda obrar la televisión, madre de tantos, ella sin madre…

Señor futbolista llanero: si fuerzas siniestras me lo encaraman hasta Los Pinos: ¿su estilo de juego será fino, técnico, o va a resultar lodero, como el de su antecesor, con todo y su carga de hombro, caballazo y patadón? ¿En cancha de pasto sintético se siente bien? ¿Pasto inglés? ¿Pasto gringo, del de La Casa Blanca, como ahora Fox? Aunque me parece que usted no pasa de ser un jugador de cascarita, de futbolito de salón. ítem más:

Si el partido de hace días (de acedías) se prolonga hasta Los Pinos, toco madera, ¿quién ira a ser el árbitro? ¿Abascal el cristero? ¿Espino y Espina, los abanderados? San Marcial Maciel, penitente impenitente, será el merolicronista? ¿De masajista el beato Rivera? Porque Onésimo es brusco, tiene la mano pesada Rasguña. Claro, sí, por supuesto, el dueño del equipo: Bush…

¿La sede de los encuentros? El Goloso de Santa ?rsula bendita, lógico. ¿Qué días para el clásico pasecito a la red y cuáles para esos rosarios, triduos y tedeums multitudinarios, con los que se intentase entrar al Libro de Records Guiness? Porristas, ¿contrataría? ¿Velasco Arzac, abogados católicos, Cecilia Soto, Serrano Limón, o Bustamante, el trinchón de la mafia de padres de familia? Antes de iniciar el encuentro, claro: encomendarse al opusdeísta beato José María Escribé. Laus Deo

Si en el tiempo reglamentario cero-cero el marcador, ¿tiempos extra? ¿Tiros penales? ¿Gol de oro, muerte súbita, extra-innings? O apoco de plano la reelección. Nosotros (las masas, el paisanaje), ¿seguiremos jugando el papel de porra, de espectadores, de vil «Perra Brava«? De premio a nuestros chiquitibunes, ¿jaculatorias? ¿Cien días de indulgencias? ¿Indulgencia plenaria? ¿Calcula usted que, con su equipo (su «gabinetazo») podremos mantenernos en la división de ascenso, o en picada a la tercera división, a las canchas llaneras? Señor: ¿seguiremos, como hasta hoy, jugando con el sol de frente, el marcador en contra y un arbitro vendido, concretamente a Bush..?

Que del encuentro futbolero salió usted raspado de las rodillas. ¿De dónde saldremos raspados los mexicanos, después de que Fox nos raspó hasta las criadillas, descriadas por la culpa suya? Usted, a curarse las mataduras de sus rodillas, que ya con la banda presidencial entre pecho y espalda se las va a volver a raspar en la cancha de Washington, en su visita a Bush

Eso, ayer, Hoy día, ya Calderón en Los Pinos, digo a ustedes: cuidado con él. Como futbolista de ocasión mostró ciertas cualidades; en Los Pinos la mínima cualidad de estadista jamás ha mostrado. Y qué conque, si al amateur del gobierno, como a los alquilones de la selección de fútbol, radio, TV y prensa escrita protegen y alcahuetean al ocultar sus calcetinazos, autogoles y patadones al aire (¡esa cloaca Ye Gon-Calderón!) y exaltar hasta la náusea ese detalle positivo que le puedan inventar. Ah, pero no sea el equipo contrario, de política o de futbol; no sean Ebrard o López Obrador. ¿Que es Hugo el «nuestro»? Bien. ¿Que es el de allá? ¡Fascista, traidor, réprobo! ¡A la yugular, y a encajarles las fauces! Calderón, mientras tanto…

Para raspones y mataduras del gobernante amateur, ¿Prózac o..? (Uf.)

Alma llanera

Entre las almas y entre las rosas – hay semejanzas maravillosas

Tal jura el cantar yucateco, mis valedores, y yo lo completo: tan maravillosas como esas que hermanan la presidencia de México y el clásico pasecito a la red. Y si no, ¿Alguno de ustedes se ha puesto a analizar la actuación del hombre de Los Pinos y la de los alquilones de la apodada Selección Mexicana de Futbol? ¿Y? ¿Cuál es su veredicto? Veamos.

Hace un año y algunos meses el de la banda tricolor, por entonces aún candidato, intervino como delantero en un encuentro de futbol. Yo ahora, mexicano de mí, con el ánima encogida me duelo y musito: ah, si las cualidades que exhibió como futbolista amateur las mostrase hoy como presidente improvisado. No ha sido así, lástima…
Aquí, algunas de las semejanzas que advierto entre la gestión del improvisado y los alquilones, ellos sí profesionales, de la denominada Selección Mexicana de Futbol: ellos y él, por sus hechos, exhiben una aplastante mediocridad; él y ellos juegan sin técnica ni estrategia, sin carácter ni temple, sin visión ni destreza; ellos y él al estilo llanero: el error, el patadón, los trompicones, el calcetinazo vil; ellos y él al juego sin ton ni son Ah, pero a la hora de cobrar… macabro, en aumentativo.

¿Más semejanzas? Tanto el simple amateur como los profesionales tienen de aliada y compinche a esa madre de mexicanos que es la televisión; y si no, ¿que Ebrard, que López Obrador, que gobiernos aliados del fregadaje (Bolivia Ecuador, Venezuela) o el equipo contrario en la cancha política o futbolera realizan jugadas creativas y anotan goles a su favor? Rápido, los cronistas, analistas y «conductores» de televisión, que para eso les pagan el gobierno y los grandes capitales (en moneda nacional mexicana, o sea en dólares): todos a minimizar esos logros de los adversarios políticos o futboleros y a manipular a las masas para que, colaboracionistas por ignorancia de su enemigo histórico, abominen del equipo futbolero de los gringos, «coco» de los hijos de Sánchez, como desacrediten también a Marcelo Ebrard. a López Obrador, al «fascista» Hugo Chavez, «asesino de la libertad de expresión». Pero no sólo en Venezuela que también en México. Mis valedores…

¿Cabrá mayor ignorancia en unas masas que así demandan a gritos que México garantice la «libertad de expresión» (¿sabrán lo que tal significa?) y regrese a la radio una voz que no son capaces de identificar como lo que fue siempre, la voz oficiosa de la iniciativa privada y el modelo neoliberal? «¡Esa voz somos todos!» Santa simplicidad; esa misma que llevó a 15 millones del fregadaje a dárselas al chaparrito; confianza y papeleta. A propósito…

Acerca del juego llanero que practicó ese que meses más tarde nos fuera impuesto por Washington en Los Pinos para que ahí practicara su estilo personal de gobernar (llanero, ratonero), leí la crónica del juego de marras, el futbolero, que se realizó meses antes de las elecciones del dos de julio; observé las fotos, moví la testa y del fondo del ánima mé brotaron aquellas reflexiones que hoy, ante el estilo personal del que a lo llanero «gobierna» (es un decir) desde Los Pinos, advertí una semejanza más con los verdes del clásico pasecito a la red: la descarada protección con que la industria del periodismo y los merolicronistas del cinescopio les alcahuetean su mediocridad aplastante, y esto para amacizar el negocio de sus patrones, que consiste en explotar a un pobrerío al que previamente convierten en Perra Brava de la política o el futbol. Y las masas ahí, pasivas, y enajenadas, y dependientes. Es México, el del hombre más rico entre los pobres más frego-tiznados del mundo…

Fue entonces: trepé a mi cuarto de trabajo, encendí esta ruina de carcacha con teclas, pantalla y ratón, y traté de encender las neuronas de mi sesera con el propósito de trenzar algunas reflexiones que remataron con un mensaje al llanero solitario que habrá de convertir mi país en la quinta potencia del mundo, con tan sólo que aguardemos al año del 2050, y que yo lo vea. Las reflexiones de marras:

Bien a bien, mis valedores, yo no calculaba lo que para algunos representa sentar sus reales en el sillón del águila, ni los desfiguras que para alcanzar ese sueño imposible (¡así dije, profeta de pacotilla!) está dispuesto a «perpetrar» un individuo hasta ayer sobrio y prudente en su mediocridad, como el ultraderechista aspirante a Los Pinos a quien me permito enviar el siguiente mensaje (me lo permití antes del pasado mes de julio). Señor:
Así que ahora recurre usted al esférico, al calcetinazo y al autogol Por lo visto, usted actúa a lo desesperado y con una irrefrenable compulsión de no quedarse muy rezagado de Patricia Mercado y Campa Cifrián (¡así dije, profeta de pacotilla! Sigo mañana.)

Quinteto de la muerte

Esta vez los suicidas frustrados. Cuál haya sido la suerte de los cuatro que sobrevivieron, que el quinto logró su intento; si alguno haya reincidido o a estas horas se afanen en el áspero oficio del diario vivir. Uno, al menos, gritaba aquella noche su amor por la vida, y fue en el momento en que los contertulios lo alzaron en vilo y amenazaban con arrojarlo con todo y silla de ruedas desde lo alto del cuarto piso de Cádiz. Gritaba el inválido a lo desaforado gritaba el inválido: «¡No quiero morir, no quiero, déjenme con la vida..!»
De no haber sido por la autoridad del maestro…

– ¡Vergüenza atestiguar el grado de salvajismo al que orillan dogmas, prejuicios y fundamentalismos! Y usted (me dijo), que no intentó evitarlo…

Yo agaché la cabeza Y ahí se disolvió la tertulia más accidentada de que tengo memoria Pero voy al principio con los suicidas frustrados, esos hermanos bagazos cuya vida, después del horror, ya nunca ha de ser vida, después del horror, ya nunca ha de ser vida entera que no parece sino que de allá se hubiesen traído consigo un retazo de muerte En eso pensaba hoy, en lo ocurrido aquella noche con los invitados del Cosilión. De reojo los observaba ¿Qué cargazón de qué los llevó al intento de aniquilar su instinto de conservación? Ahí, en la tertulia, tomaban su pocilio de infusión. Ávidos. En silencio. Uno de ellos miraba en derredor como algo echando de menos, como buscando su propio espacio, como buscándose a sí mismo sin poderse encontrar. Yo observaba al joven del sobrepeso, en silla de ruedas, al que el juguero, servicial, había trepado casi en vilo a lo largo de los cuatro tramos de la escalera que da a mi depto. Media hora después sería expulsado, en vilo también. Fue La Maconda quien lo ayudó a bajar. Accidentada, la tertulia Una tertulia de miércoles…

Los vi beber su infusión; silenciosos, circunspectos, pensativos. Don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor: «¿Cómo fue que se conocieron?» En el sanatorio; continuaron tratándose a lo largo de una penosa recuperación. Soga veneno, plomo, navaja «Cuéntales», dijo a la joven el Cosilión.

– Qué puedo contarles. Yo, sin imaginación para buscar una muerte menos vulgar, medio frasco de barbitúricos. La vida le debo a un vecino enamorado de mí que se pasaba la vida fisgoneándome por la ventana de mi habitación Yo nunca corría la cortina Me llevó a Urgencias, y la humillación del lavado de estómago. El enamorado me llevó a casa Con lo justo le pagué: 3 bofetadas y correr la cortina del cuarto. Me resigné a vivir. Si esto es vida..

Y un largo trago al pocilio. Luego, ida del mundo, se puso a observar la punta de sus zapatos. La tía Conchis fue a sentarse a su lado, y le oprimía los brazos. El moreno, una constelación de tics en el rostro:

– Para muerte vulgar mi frustrada muerte. Una rebanada de venas. (Sonrió). Buen disgusto se llevó mi madre: «Ora por tu culpa tendré que lavar yo misma estas sábanas. ¿O quieres que por la criada se vaya a enterar todo el vecindario?» Una santa, la señora que en el sorteo me tocó por madre…

Mal quiso referirnos su caso el de los lentes oscuros. Altivo, alzado, apenas aceptó aclarar: «Un balazo en la tetilla izquierda Me tembló el pulso. La bala se desvió». Silencio.

El tercero y su lento suicidio, que aún no cesaba la exasperación lo llevó a sufrir la primera embestida de la botella; la congestión alcohólica lo condujo a Urgencias. En ambulancia A sirena abierta Con la botella se aquerenció, «y así hasta hoy». Una historia vulgar, pero ¿olorosa; a pico de botella perdió el empleo, la esposa los hijos. «¿La esperanza?» Esa desde antes. Aquí éstos salvaron la vida Yo la pierdo día a día Cada mañana ajeno al muladar donde me agarró la amanecida me asombró de volver a despertar. Me espanto, y aquel desánimo: ¿tan grande es el ovillo de mi vida, que la madeja nunca llega a su fin? Aúllo por dentro. Salucita».

Con la de ixtafiate. Y entonces, de súbito: ¿para qué abrió la boca el inválido, joven y gordinflón? «Yo, al conocer la noticia, corrí a la azotea El cemento, cuatro pisos abajo. Cerré los ojos y al vacío. Basura macetas, un arbolillo. Sólo alcancé a romperme el espinazo. Y a la silla de ruedas…»

Y que hora su vida era la TV; su razón de vivir. Dos aparatos, uno en el del Gran Canal y el otro en el del desagüe. «Así no me pierdo Ventaneando, La Oreja, Laura en América, las telenovelas y las noticias, pero sobre todo los comentarios de los comunicadores. Sus opiniones me las sé de memoria». Nosotros, viéndolo de ganchete. Miradas como puñales de hoja damasquina

– La desesperación nos llevó a la demencia cuando supe que perdió el Peje. Yo cuándo iba a pensar que don Calderón resultaría todo un estadista que nos dio el cambio y nos va a hacer de México la quinta potencia mundial».

¿Que qué? ¡Y tíznale, sobre el manipulado! El juguero, el Síquirí, la tía Conchis. «¡Alto, fanáticos!» El suicida al maestro debe la vida.(¡TV!)

El Eclesiastés

La conmemoración del dos de julio pasado, mis valedores. Lo afirmé el domingo anterior en la radio, y hoy digo a todos ustedes lo que el Predicador: Hay un tiempo para todo; un tiempo para la risa y otro para las lágrimas; un tiempo para el lamento y uno más para festejar; un tiempo para el despojo y otro para la imposición. Pues sí, pero hoy los dos tiempos se empalman, lo que quizá el Cohélet nunca previo. Hoy a lo simultáneo se recuerda la derrota del candidato popular, carismático, y el «triunfo» de un hombre mediano y común que carga sobre sus lomos la suerte de todo un país que padece una crisis global endémica, y al que el hombre de los anteojos, con sus medidas y carencia de medidas de gobierno, ha terminado por agravar. México.

El domingo pasado se hubiese podido probar la merma del apoyo popular al perdidoso, y que aun llegó a la extinción (se evidenció lo contrario), pero no nos dejemos engañar: este fenómeno en modo alguno iría a legitimar al que hace un año fue instalado en Los Pinos. El, al modo de Caín tras su crimen, lleva la marca, y en la historia del país su imposición quedará aún más flagrante que la que en 1988 perpetró Washington a favor del pro-yanki Salinas para asegurar la continuidad de una política neoliberal impuesta en este país cinco años antes: el modelo neoliberal del libre mercado, que es decir el capitalismo salvaje, que persiste hasta el día de hoy, para beneplácito de los grandes capitales y desgracia del pobrerío y las clases medias. Y mientras…

La industria del condicionamiento de masas seguirá arropando al triunfador, disimulando su carencia de atributos como estadista y alabando el más insignificante de sus «logros»; pero ni la befa al perdidoso ni la complacencia al que ayudó a arrebatar la banda presidencial cambiarán la ecuación despojo -imposición, despojado-impuesto. Sin más.
Y que no me vengan con que los resultados del dos de julio son resultado de la democracia ¿A cuál democracia se remiten? La electoral, la única que en este país pudiera dar señales de vida, da señales de muerte, y muerte violenta, muerte fulminante, que de electoral se nos tornó electorera, y donde los votos fueron sañudamente inducidos y no iban a ser, como no fueron, el factor principal en los resultados del proceso electoral, el del IFE, instituto electoral, y del TRIFE, tribunal que sanciona los resultados de acuerdo a intereses creados. El continuismo del modelo neoliberal tenía que prolongarse de Salinas a Fox, y de ahí al hombre de la banda tricolor. Washington dijo la última palabra El resto es silencio. Ni hablar.

¿Los beneficiados del resultado electorero? Los de siempre: el partido perdió; perdió el candidato, pero los cupulares del Sol Azteca, protagonistas de la «cultura de la derrota», salieron gananciosos una vez más, como siempre, que como siempre les interesa no la suerte de su partido político sino su propia suerte personal, y como siempre lograron amarrar senadurías, diputaciones y demás canonjías que los instalan en la almendra, en el corazón del presupuesto, y la suerte que corra el partido político es lo de menos. Como siempre. Compruébenlo en la historia de este país.

Así también el Revolucionario Ins., que con su tercer lugar en las preferencias electoreras ha logrado mantenerse en la cresta política a base de chantajear con sus legisladores en el Congreso, y que lo mismo ofrece una alianza coyuntural con el partido albiceleste que, llegado el caso y según los beneficios, con el de la Revolución Democrática.

¿Acción Nacional? Como si rehusara usufructuar su posición de partido en el poder se desgarra a pugnas internas, y en su cúpula parece tener de adversario mayor al hombre de Los Pinos. Siniestro. Para los panistas…

Y qué decir de la chiquillada, que sin representación alguna se ha posicionado en el Congreso para «representar», estos entrecomillado, a unas masas que no votaron por sus candidatos, y mal tienen conocimiento de que medran puntualmente de un presupuesto que sale de nuestros impuestos. Ah, la «democracia representativa..»

¿Y esas masas esperanzadas, desesperanzadas, que votaron por el hoy perdedor? Ellas, a ejercitar la cultura de la derrota; ellas, a negarse a pensar, a rechazar la autocrítica ellas, a aplicar, como siempre, la estrategia de la turbamulta que toma la calle para protestar, para exigir, para la estrepitosa demanda a un enemigo histórico que, tan sólo por complacer a los demandantes, ¿va a suicidarse? Mis valedores: ¿hace un año algo se ganó con un zócalo requemante de paisas que maldecían contra el fraude electoral? ¿Qué se ganó con el bloqueo del Paseo de la Reforma? Si la respuesta de ustedes es: «nada o casi nada», ¿no es hora ya de revisar la estrategia de crear una con posibilidades de triunfo? La conciencia de enemigo de nuestro cambio, ¿nuestra mente nunca la irá a procesar..? (Lóbrego.)

«Los puedo ver a los ojos»

Pues sí, ¿pero qué fue eso, horroroso, que se perpetró hace un año en las urnas? Las reseñas abundan, al igual que las crónicas y las interpretaciones del controvertido proceso electoral. Yo, más allá del trabajo periodístico, prefiero incursionar en el libro y sus símbolos, que Shakespeare, Moliere y Mateo pareciera que columbraron los hechos del 2 de julio. Para leer entre líneas y extraer una moraleja, la tragedia de Macbeth, que así se inicia:

«Un llano desierto. Truenos, relámpagos. Bruja 1ª. ¿Cuándo volveremos a encontrarnos las tres en el trueno, los relámpagos o la lluvia? – Bruja 2ª. Cuando finalice el estruendo, cuando la batalla esté ganada y perdida. – Bruja 3ª. Eso será antes de ponerse el sol. -1ª. ¿En qué sitio? 2ª. Sobre el páramo. – 3ª. Ahí nos encontraremos con Macbeth.- Todas: Lo hermoso es feo, y lo feo es hermoso. ¡Revoloteemos por entre la niebla y el aire impuro..!»

(Salen de su cubil en la medianía del páramo y vuelan hasta las oficinas del Ins. Fed. Electoral, para de ahí recalar en el Tribunal Electoral. Sañudas, implacables, con los Ugalde y compinches del IFE y el TRIFE han concertado la destrucción del Peje y la imposición del impostor, uno chaparrito, etc. Y lo que tenía de feo, un periodismo cosmético lo ha tornado hermoso. Una bruja, por cierto, porta sotana; la otra se nombra Marta; la más espantable tiene un repulsivo aspecto de reptil; con esos ojillos, con ese rostro deformado por incontables operaciones de cirugía estética; un rostro abotagado, gordillo…)

Por cuanto a La Biblia: ¿conoce alguno de ustedes el pasaje sombrío que narra Mateo en el 27? «Y estando Pilato en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él. Mas los principes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase. Y viviendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacia más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: inocente soy yo de la sangre de este justo». Y agregó todavía:

– Yo no doy línea a jueces, magistrados ni legisladores. Quedó atrás el tiempo en que la impartición de la justicia se subordinaba a asuntos políticos. ¡Nada degrada más a una sociedad como observar que la ley es desobedecida por quienes deben ser los primeros en acatarla! ¡A mí no me espanta combatir la impunidad! ¡El dictamen del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación es inapelable! ¡Todos tenemos la obligación de respetarlo!»

Y Fox se las lavó; las manos…

Por cuanto a Tartufo: personaje inmortal de Moliere que se nos queda como estereotipo de cinismo, doblez, hipocresía y perversidad, con su falsa devoción y su piedad embustera todo lo corrompe. Cierto mal día logra colarse en la familia de un candoroso Orgón, que desoye las advertencias de esposa e hijos y se enemista con ellos porque le atacan a su santón. Edelmira, la esposa recatada de Orgón, recurre a la estratagema: como el picaro fingidor la acosa sexualmente, invita al marido ingenuo a ocultarse, y cita a Tartufo con el engaño de que accede a sus deseos, pero al tenerlo presente:

«¡Es que el temor del Cielo es tan grande, señor!

Y Tartufo: «Verdad que el Cielo habla de ciertas prohibiciones – pero con ?l podemos entrar en transacciones – Estirar, adaptando los lazos de conciencia – a las necesidades, es, señora, una ciencia, – así como purgar el mal de las acciones – con la limpia pureza de nuestras intenciones…»

Pero ya en público: «¿Elección de Estado? Cuál. En democracia, un voto hace la diferencia. Los resultados del 2 de julio se ciñeron estrictamente a la ley. IFE y TRIFE los resolvieron con la ley en la mano». (Y guiñando un ojo a la que primero fue esposa de Orgón Bribiesca y ahora es la suya:) «Gané dos veces las elecciones: en el 2 mil y en el 2 mil seis». (Hijuesú…)

Mateo: «Herodes había prendido a Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe, su hermano. Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían como a profeta. Mas celebrándose el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes. Y prometió él con juramento de darle todo lo que pidiese. Y ella, instruida de su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista«.

De final recreo añeja caricatura de Naranjo en Proceso: ensangrentado el espadón y en alto la bandeja con la cabeza del bienamado del paisanaje, clama Foxus, emperador: «Marta Salomé, aquí te traigo lo que tanto pediste…»

Y todo el pueblo de Dios cayó en manos del que nos impuso el cocacolero dictador. Detrás, la eminencia gris, una Gordillo, sonreía, sonreía…

Ugalde, el del IFE: «A los votantes los puedo ver a los ojos«. Y fue así, mis valedores, como ese lodazal lo capté en los libros. (Y ya.)

¡Crucifícalo..!

Ayer les contaba, mis valedores, la entrevista que sostuvieron Pilato y Caifás, el sumo sacerdote, para decidir la suerte del loco que soliviantaba a los judíos vasallos de la Roma imperial. En la entrevista de marras se decidió el destino del mesías, uno tabasqueño. «Me preocupa ese santón», dijo Caifás, y Pilato: «Cálmate, ¿ya probaste el Prozac?»

– Conste. Ese demagogo populista es un peligro para Roma, yo sé lo que te digo. Llámalo a cuentas, convócalo, llégale al precio. ¿Pues qué, no acabas de culimpinar a cinco de sus discípulos, comenzando por Lázaro?

– Que el falso taumaturgo lo acaba de resucitar, ¿es cierto?

– Yo digo otro Lázaro. No el muerto, sino uno muy vivo, de apellido Cárdenas.

– El Peje no se deja

– Sí se deja Y si no se deja tú que lo trincas y lo pones en manos de un pelotón de sardos drogados. Escarmiéntalo, señor.

Displicente, recostado en el diván y con los guisos a su costado, el romano: «En Galilea el disidente es cero, pero a la izquierda Qué distintos los ceros colaboracionistas de la derecha Sabines, Amalia, Ceferino. Esos, a la diestra de dios. A los mesías tabasqueños ni los veo, ni los oigo, ni los siento. Perdona el bostezo, pero es hora de mi siesta ¿Me la perdonas, Caifás..?

Se fue el calor. Llegaron los fríos. El que se hacía llamar hijo del hombre, ante las multitudes alzaba la voz, los brazos, el entusiasmo de las muchedumbres que lo seguían:

– ¡A echar del palacio a neoliberalistas pro-yankis, fascistas mañosos, ultraderechistas yunqueros, legionarios de Cristo y Caballeros de Colón..!

Frenéticas, las muchedumbres alzan los brazos, agitan las manos, sueltan hurras y porras, vivas, y mueras, intentan tomar el palacio de Pilato, agarrar a tiznadazos a pro-vidas y comerciantes del templo. Eran días de esperanza Nueva, abrillantada como monedita acabada de salir del troquel. Y tan endeble. Esas ganas de creer. Caifás, a solas con el romano:

– Bueno, y yo me pregunto: ¿tú que canacos esperas para encerrar al demagogo? ¡Te está alborotando la caballada, Pilato! ¿Sabías que ya se permite la desmesura de sanar leprosos, dar vista a los ciegos, sacar demonios del cuerpo y resucitar cadáveres? Yo lo vi, nadie vino a chismearlo. A un torso descabezado se la atornilló en mi presencia, su cabeza, y aun corrigió las faltas de ortografía que le habían prendido los «Setas«. Peligramos todos, Pilato, que todos vamos en la misma canoa

Displicente, Pilato: «Su única fuerza reside en el prestigio del padre, uno desconocido, y de unas masas aún más desconocidas. Cálmate».

– ¿Sabías que ayer mismo agarró a tiznadazos a toda la mafia de la Cámara de Comercio que despachaba en el tianguis del templo como Dios manda? De canacos y concanacos no los bajaba mientras les cintarcaba lomos y anexas, que uno de ellos hasta se alzó la túnica y me mostró aquellos verdugones. ¿Sabías que se acaba de postular como guía moral de la judería? ¿Cuentas tú con algún gallo, sea romano o judío, con una pizca de carisma, prestigio y arrastre popular para enfrentarlo al «peligro para México«?

– Por ahí anda uno que no se raja Uno chaparrito, jetoncito, pelonc…

Silencio. Pilato se ha quedado pensativo, reflexionando. De repente: «¡Tíznale! ¿Ese, la salvación de Judea ¡Ay en la porca madona, qué va a decir Bush el de Roma! ¡Guardias..!»

Y sí: rápido, judiciales, a detener al revoltoso. Disolución social. Mis valedores: el resto ya ustedes lo conocen: baboseado a besos por cierto Judas de Nueva Izquierda, el taumaturgo fue enchiquerado en la cárcel clandestina de aquí a la vuelta Pero cómo hacer crecer al chaparrito…

– ¡Convóquese de inmediato a la industria del periodismo!

Y fue así como se desbocó una campaña de desprestigio contra el de Tabasco y de ditirambos a favor del de Michoacán «¡No al populista! ¡Es un peligro para Judea!» (Para Roma, en última instancia) ¿La judería, entretanto? Ella, entretanto, a dos nalgas frente al cinescopio, engulléndose el atole de aguas negras y espesas que brotaban del Gran Canal. El evangelio apócrifo:

Jerusalén, 2 de julio. Poncio Pilato, en el balcón central del palacio:

– ¡Judíos! ¡Tengo a mi derecha a este chaparrito! ¡Tengo a la izquierda un peligro para México! ¿Por cuál votan? Roma ya se permitió manifestarse…

Y fue entonces: yo, sugestionado por la grita alborotera de 15 millones de gargantas aceitadas, manipuladas por el Gran Canal, me sorprendí aullando frente a las urnas: «¡Queremos a Barrabás! ¡Al otro crucifícalo..!»

Fue entonces cuando oí cantar el gallo. Tres veces. (INRI.)

Del evangelio apócrifo

El voto de las masas, mis valedores, ese voto que marca los rumbos de la humanidad A propósito de aquella votación, histórica, que relata el evangelio apócrifo, aquí la fabulilla de mi invención, que tiene a Jerusalén de escenario, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galea y sumos sacerdotes del templo Anás y Caifás. Imperio de Tiberio César.

Cuenta el evangelio de marras que en aquellos tiempos Judea sobrevivía apenas -a penas-, asfixiándose bajo la más desbozalada corrupción. En los penosísimos tiempos del Imperio los judíos padecían en la viva pelleja las plagas innumerables que desde el palacio generaba el Imperio del Norte y desde el templo de Salomón una casta sobrona de sacerdotes, escribas y fariseos, sepulcros blanqueados que al socaire del sacro recinto daban al César lo que era del César y al propio tiempo lo que era de Dios, y perpetraban el lucro, el engaño y la depredación. Ellos, en compinchaje con el de Roma, justificaban a ojos de sus católicas ovejuelas una opresión del de Roma que, en su momento, se tornaba represión. Los ricos, en tanto, brincaban y rebrincaban en las planas de Forbes mientras los pobres brincaban y rebrincaban de hambre y necesidad. Ellos bien pudiesen clamar con Quevedo en su Memorial a Felipe IV:

«Ved que los pobretes, solos y escondidos – calando os invocan con mil alaridos…»

Mi, la codicia de Poncio Pilato en el manejo de las finanzas públicas; ah, la avaricia de los sacerdotes y unos latrocinios que despeñaron la que fuera tierra pro metida en tierra de la carestía, la inflación y una deuda interna y externa que despojó a la Judea de su soberanía nacional, hipotecó su petróleo y la estacó en la pobreza, la inmovilidad, la desesperanza Ah, raza de tonsurados de estola y capa pluvial, colaboracionistas del gobernante de la Roma Imperial

Pero, de repente, hacia todos los rumbos:

– ¡Al cambio, paisanos! ¡A quitarle el poder al de Roma! ¡Vamos a darnos ese gobierno que mande obedeciendo! Dadas están las condiciones en Judea, que el país atraviesa por una ruda crisis política una sañuda crisis económica y un descontento popular generalizado! ¡Las masas, organizadas, vamos al cambio! ¡A tornarnos verdaderos ciudadanos, con un gobierno al que obedecer como sus mandantes! ¡Vamos al cambio!

Alguno, al llegar a este punto, diría «¿Y la vanguardia que encauce toda la energía popular? ¿Y el conocimiento científico, para que los movimientos sociales de pro testa no se pasmen en el simple espontaneísmo según el modelo de la APPO y los maestros que desde hace ya más de medio siglo persisten en la patética condición de «marchantes» del gobierno imperial..?

Ahí el ungido -uno de Tabasco– aclaró la situación: «Yo no traigo la paz, sino la espada». ¿La qué? Esa no, que es la peor de todas las estrategias, que significa colocarse en los terrenos donde el romano nos rebasa a lo abrumador. No. A crear estrategias triunfadoras. A organizamos en comités autogestionarios. Sólo así. ¿O preferimos actuar a lo pragmático-utilitarista, y convertirnos en beneficiarios de la cultura de la derrota..?

En fin, que a lo largo de las tierras ribereñas del Jordán se dejó oír la voz del taumaturgo que decíase hijo del padre, aunque no hijo del Tata, que ese hijo nos resultó uno que por respeto a su pasado de líder moral no voy a calificar. Los judíos miraron al mesías tabasqueño aventarse a las plazas y los caminos, a las montañas y las calles de Jerusalén, arrastrando detrás de sí muchedumbres al son de la palabra nueva y la nueva esperanza:

– ¡A base de embustes se nos esclaviza! ¡La verdad nos hará libres..!

Y aquellas parábolas de estremecedora sencillez: «El reino de los cielos es semejanza de aquel grano de trigo que…»

Caifás, a la mesa de Poncio Pilato: «¿Acaso no te ha llegado el rumor del loco ese que dizque nos va a aniquilar a ti y a nosotros? Quezque por corruptos, ¿tú crees? Pásame el asado».

– Bueno, ¿y por qué preocuparle? ¿Las tanquetas antimotines son de la plástico, acaso? Sírvete esta rabadilla. Caifas. Doradita

Los vientos llegaron, y se fueron los vientos, y vino el calor, y sofocaba la ciudad. Caifás, en conciliábulo con Pilato y demás dignidades:

– Como que empieza a preocuparme el santón -y de los mofletes se limpiaba el sudor.

– El mismo está forjando su cruz. La corona que uno se labra es la que uno se pone, y la de él es de espinas.

(Mañana el final)

Cinco toques de claxon

(¿Quién dijo que los mediocres no tienen voz pública? ¿Y luego el claxon..?) Esto que me dispongo a contarles ocurrió ayer tarde al norte de la ciudad, no lejos del zócalo. Rumbo al metro me dirigía mis botines para viajar al sur, en mi valija el volumen de ensayos sobre la humana condición. Porque cómo viajar en el metro con la vista perdida, que eso significa perder neuronas y tiempo vital (Peor que eso, embeberse en la revista de deportes. Lóbrego.)

A buen paso, que ya amenazan las primeras gotas de lluvia, caminaba por la banqueta, cuando en eso: «Pst, pst..» Me hice el disimulado. «Yo no soy de esos», pensé, pero luego: «¿De los otros, entonces?» Lo apreté, el paso, y seis metros adelante: ‘Pst, pst». «Por quién me toma semejante atrevida», pensé, aunque «por cuánto me toma», hubiese querido decir. ‘Pst, pst». Y qué tal que me resulte travestí. Y qué tal que me resulte una mujer. Miré de reojo: un volks. «Venga, trépese, mi valedor». Ájale. Un macho; prieto, gordo, cejón, bigotón, mal encarado. «Lo va a agarrar el chaparrón, trépese».
Me trepé, le expliqué mi propósito de abordar el metro. «Grita lo dejo cerca». Y allá vamos, y avanzamos sin novedad varias cuadras, y entonces: al desembocar en algún cruce de calle con avenida, el embotellamiento feroz, el recalentar de motores, a todo volumen los aullidos de claxons y cornetas de aire. «Y yo con esta prisa», y dejó ir los cinco toques de rigor. El embotellamiento, en un ser y en un puro hervor.

Y es que cuadras adelante entre el flujo que se dirigía al sur, algunos autos torcían a lo indebido rumbo a la izquierda, topándose con el flujo que procedía del sur e inutilizando dos de los tres carriles, cuando no, de plano, los tres. Y las protestas de un avispero de claxons y cornetas de viento, por más que pura corneta que se deshacía el nudo vial. «Y yo con esta prisa por llegar al campo de acción», y pegaba la diestra al claxon, y la cucaracheta semejante escándalo que se sumaba a la escandalera general. «Y yo, que tengo una misión por cumplir de inmediato». Y sacaba la testa, y sacaba el brazo zurdo, y mentaba madres sin discriminar, y a ver cuántas y a quién le caían.

– Dígame una cosa, mi valedor: ¿de qué le sirve a esa chusma armar semejante escándalo? ¿A claxonazos van a hacer que avance este desmadre..?

Respiró gordo. Con la manga de la chamarra se limpió la frente garapiñada de sudor. «Yo soy un luchador social. Ando en el movimiento».

Ájale. ¿Guerrillero, tal vez? No me atreví a preguntárselo, pero observándolo de reojo calculé que pudiese pertenecer al Ejército Popular Revolucionario o al ERPI, rama desgajada del anterior. Desde aquí hasta allá, varias cuadras constipadas de vehículos desde donde taxistas, coches particulares y cornetas de aire seguían cambalachándose mentadas de madre. Con el semáforo en verde apenas uno, y otro más, y un tercer vehículo salían del atolladero en una avenida súbitamente atacada de estreñimiento feroz. «Y yo aquí hecho un pendejo. El deber me llama, y yo en este condenado tapón».

Por frases sueltas de los transeúntes entendí que el tan horroroso tapón era provocado por unos que marchaban en las riberas del zócalo. «Oiga, ¿por qué no se suma a la lucha?» Yo, zacatón que soy. «A ver si un día de estos». «Ahora mismo, mi valedor. ?chele ganas. ¿Se agrega a la lucha social?» Yo, entre mí, comencé a musitar La Magnifica. «Creo que aquí me bajo…»

Fue el otro fue el que se bajó. Lo miré quitarse la chamarra, saltar del volks y desparramar mentadas de madre tanto verbales como a dos brazos, tres docenas por minuto. Cerré los ojos: «Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor». Ah, iracundo magnífico, soberbia pinta de guerrillero: encaraba automovilistas, aspaba los brazos, pegaba un puntapié al carguero, del que uno de los macheteros le arrojó un tabicazo. Varios choferes, bajando de sus cargueros, amagaron con improvisado linchamiento. El luchador social corrió a la querencia del volks. Avanzamos el tanto de cuatro metros.

– ¿Pasa usté a creer que la chusma sea tan estúpida como para suponer que a claxonazos van a agilizar el tránsito? ¡A claxonazos! ¿Pasa usté a creer? Ah, raza de imbéciles. Pero cómo esperar que esos pobres, más allá de sus cornetas, sean capaces de crear estrategias triunfadoras. Y yo, que voy a llegar tarde a la lucha social.
«¿Terrorismo, tal vez?’ – me atreví.

– No mame, soy maestro de primaria. Una mega-marchita, la madre de todas las mega-marchas. ¡E-xi-gi-mos! Y nuestra estrategia no sabe fallar. Al gobierno, mire: lo tenemos agarrado de los puros destos. ¿Qué dice, se nos incorpora a la lucha..?

¡Basta! Abrí la puerta, pegué el brinco, driblé neones y tzurus, alcancé la banqueta, pero lástima: del torton salió el proyectil, una col que se me estampó en plena coliflor. Y estaba podrida No la mía, la col. (No, si les digo.)

Pique para los mexicanos

Por eso lo hago, mis valedores, y ojalá que alguno valore mi buena intención. Lo hago por prevenir a los que se niegan a asumir y siempre delegan; para que la nueva desilusión no me los vaya a acabar de desbarrancar en el desaliento. Porque es el destino del que no asume su propia responsabilidad, que delega ya sea en los políticos y sus promesas siempre embusteras, en los Onésimos y Norbertos que desde el Mercedes Benz (blanco, naturalmente) predican resignación ante el clamor del fregadaje, o en los once alquilones del clásico pasecito a la red que, con sus trotes por las canchas futboleras, mantienen en la Perra Brava nacional el desfalleciente sentido de una vida gris, plana, que transcurre a ras de pavimento. Para ellos completo aquí la glosa del editorial gráfico que, dividido en seis cuadros, publicó Palomo una vez que «nuestros muchachos» fueron descalificados del «México 86», torneo futbolero internacional para el cual, de logotipo, se eligió al Pique. Sí, un chile de este tamaño, miren, al que la agencia de publicidad vistió con el uniforme tricolor. ¡Y a golear! ¡Sí se puede! ¡Vamos México..!

El primer cuadro de la caricatura lo glosé ayer, y fue el del Pique, mexicanito que, de acuerdo al mentiroso lugar común, dormita sentado a dos nalgas, los lomos recargados en el pitayo y el gorro alón cubriéndole el rostro. En su sueño, según me lo han manipulado los alquilones del cinescopio, ya con sus uñas araña la Jules Rimet. A qué le tiras cuando sueñas mexicano…

Cuadro 2o. Lástima: frente a los alemanes «fallamos» el penal decisivo. De súbito, el estremecimiento: en los sueños color de rosa (rosa mexicano) de Juancho Pueblo, el globito de colores (verde, blanco, etc.), estalló en el aire de junio. La Esperanza Verde quedó fuera del Mundial. Pasmado de espanto, el Pique se ha quedado atónito, y sus sueños onanistas se le torna pesadilla De su vida, de repente, desaparece la chica chiquitibún, y con ella las Perras Bravas alucinadas, multitudinarias, efervorizadas, y con con ellas los alaridos de triunfo. Lástima no se generaron los dólares que se esperaba, pero sí semejantes montones de basura tricolor y ese reguero de botellas vacías. En el sueño del Pique Juancho Pueblo, solo y su alma como siempre ha estado, pela los ojos, el azoro en los de apipizca ¿Y lo que los merolicronistas me le prometieron a gritos y sombrerazos..?

Cuadro 3o. Todo he terminado. En la pesadilla el Pique se ha quedado en monigote grotesco, desencantado y más pobre que antes del «México 86«. ¿Y los aullidos de triunfo de los merolicronistas? ¿Y aquel estentóreo: «¡goool- de México!? Pa su…

Cuadro 4o. Ave María. No lo miren, disimulen el espectáculo indecoroso. Es que el Pique ha perdido camiseta y botines, balón y calzones. Todo, menos el honor. El «México 68″ me lo dejó encueradito, y sudando de bochorno se cubre sus muy pocas vergüenzas con el gorro alón. Qué facha: en pelotas, como cualquier panzón de los 400 pueblos...

Quinto 5o. En el Goloso de Santa ?rsula se lucen los chamorros que sí saben jugar, que sí tienen temple a la hora de los penales. Acá, afuera, Juancho Pueblo a pagar la factura del «México 68«: más pobreza más desempleo, mayor aumento de la canasta básica, de la depresión, de la opresión, de la represión de las protestas populares. México.

Cuadro final: Terminó el sueño guajiro y hay que despertar a la realidad. Y la realidad que mira enfrente hace al Pique pelar tamaños tomates, como chispándose de las cuencas, unos tomates que rebrillan, redondos, entre el ala del gorro y la bastilla del sarape. ¡Los puros ojillos, que rebrillan de frustración, desencanto, temor, espanto ante la realidad que ha de enfrentar después del «México 86» que, le juraron los merolicronistas, iba a ser de gloria para él, pobre Pique como Adán después de la caída encuerado! Y cómo no, si tras del fementido espejismo de ilusorios triunfos y galas y honras y benéficos que en trovas, baladas, romanzas, odas (no odas, loas) le cantaron los alquilones del espectáculo… el Pique se ha quedado sin balón, sin botines, sin rostro, sin brazos ni piernas, sin nada más que lo que ha sido y lo que le queda al mexicano: ¡puro chilacate! ¡Sin más! Mis valedores…

Al final de cada torneo futbolero o político, ¿para nosotros cuál ha sido el marcador? ¿Y con tanta goliza no aprendemos la lección de la Historia? ¿A seguir delegando en los manipuladores? Al final de las galas retóricas, ¿qué viene quedando a las masas, si no un Pique de este tamaño, grande y gordo y encoroso? ¿Pero qué otro destino aguardar al que que en esos delega? Un Pique al que la realidad objetiva despojó de uniforme, botines y gorro alón para que nos quede sólo un chile ancho, pasilla, cuaresmeño o pimiento morrón Ah, esas compulsivas ganas de creer en otros porque no se tiene fe en si mismo. ¿Y goool de «México«! Sí, autogol (Conste.)

El chile y la Perra Brava

Y el ánimo de la Perra, en el sótano. Pero no queremos entender que tal como ocurre en el terreno pantanoso de la politiquera y los asuntos «religiosos», en el clásico pasecito a la red nos vencen por ignorancia, por negarnos a pensar, a aprender, al ejercicio de la autocrítica; porque psicológicamente nos negamos a crecer, y a semejanza de Oskar, protagonista de El tambor de hojalata, nos hemos pasmado en la etapa de sempiternos adolescentes incapaces de ubicar la fuente de la enajenación, la dependencia, la pasividad. Y eso que aquí se ha advertido y prevenido contra la acción de semejantes alquilones de la manipulación de masas:

Esos, frente a las cámaras y los micrófonos, analizan el carácter estético del juego como se analizaría una obra de arte. Pero no nos dejemos engañar: tales alquilones crean una pseudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de unas masas a las que no se les permite el acceso a la cultura, y a las que se manipula y se condiciona para la pasividad, para la no acción, para hacerlas sentir, mañosamente, héroes por delegación…

Y esto más: que el fútbol, como espectáculo para las masas, sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada, regimentada y deprimida a tal punto que necesita cuando menos una participación por delegación en las «proezas» donde se requiere fuerza, destreza y habilidad, a fin de que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida…

Es así como la inmensa mayoría del pueblo rara vez toca una pelota, y se convierte en espectador pasivo que participa por delegación de los triunfos de su cuadro predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, que de esta manera adquiere la categoría de un ídolo…

Y es que el deporte por delegación es un fenómeno de la sociedad industrial de masas, pero es, antes que nada, una característica de la sociedad de clases. Las clases altas practican personalmente el deporte -golf tenis, equitación, polo, esgrima, etc.-. Sólo las clases bajas están reducidas al espectáculo pasivo del fútbol. Macabro.

A propósito: fue hace ya veinte años corridos cuando se escenificó en este país un torneo futbolero internacional que titularon «México 86«. Sometido a concurso el que sería su logotipo, qué coincidencia: la triunfadora resultó ser alguna sobrina o algo semejante de uno de los dueños del Goloso de Santa ?rsula o algo semejante también. El logotipo propuesto por la sobrina fue un chile; pero un señor chile, vale decir un chilazo; si morrón, si serrano o cuaresmeño yo, que de chiles apenas conozco alguno, mal pudiese aclarar tal incógnita. Un chile, y no más, uno al que los «creativos» de alguna agencia de publicidad vistieron de futbolista mexicano: chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes, rostrín mofletudo, chata nariz, de api-pizca unos ojillos donde anida la socarronería y el consabido gorro alón en la testa¿El resto? El sagrado uniforme de la selección «nacional», la de «nuestros muchachos»: camiseta verde, blancos los calzones (reprimí el albur), medias rojas y en las patucas unos botines de cuero imitación plástico y procedencia china, botines de este tamañito, miren; qué diferencia de los botines tamaño familiar de los Arturo Montiel y su honesta familia, o de unos hijos de toda su reverenda Marta. Botines de futbolista. Y ya está el delicado símbolo de todos los mexicanos: un chile de este tamaño; serrano, guajillo, piquín, a saber…

Y llegó junio de 1986, y en un Goloso de Santa ?rsula que hervía vivas, Méxicos, «patriotismos» y banderolas, se dio el patadón oficial de salida A balón seguido, y más allá de la escandalera y la bien pagada manipulación de cámaras y micrófonos (en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera), se sucedieron los encuentros, y el torneo llegó a su fin. El «México 86» dio el cerrojazo. Y ya

¿Las consecuencias? Mejor, a mi juicio, nadie pudiese expresarlo que el editorial gráfico publicado en el matutino y que Palomo, el autor, dividió en seis cuadros. Mis valedores: porque tras el dramón de impotencia que acaban de vivir «nuestros muchachos» frente a su mero padre, uno gringo, como anillo al Pique viene la glosa del susodicho editorial gráfico. Juzguen ustedes.

Cuadro primero: Estereotipo del mexicano haragán: es mediodía y Juancho Pueblo (el chile futbolista arropado en su gorro alón) dormita acuclillado de lomos contra un pitayó. Y qué imágenes hierven en su cerebro, intoxicado con la escandalosa campaña de patriotería triunfalista que le embombillaron los medios de condicionamiento de masas. ¡México pasó a cuartos de final! En el sueño, Juancho Pueblo ya araña la Jules Rimet. ¡Mé-xi-co! Y la frase que, altiva animaba al cambio de Poder,/y que me piratearon para arrastrarla por las canchas de fútbol: ¡Sí se puede! (Sigo mañana)

Y el Madrazo…

La traición de Roberto Madrazo, mis valedores, libro que el «distinguido priista» regaló a mi primo el Jerásimo, licenciado del redivivo Revolucionario Ins., y que el viernes pasado provocó en el maestro la crónica de los derroches que el «traicionado» perpetró en 1994, con el pretexto de su campaña a la gubernatura de Tabasco (241 millones) y ya cuando gobernador (300 millones):

Mientras, en marzo de 1999 la Presidencia ordena investigar a Madrazo por evasión El desvío llegaría a 200 millones, según denuncia del ex-director general de gobierno de Tabasco Emmanuel Ruiz Subiatur. El texto presentado ante la oficina de la Presidencia y de la Sec. de Gobernación acusa:

«La Sección de Finanzas de Tabasco también evade al fisco al no gravar compensaciones de los empleados estatales, las nóminas secretas y al declarar cantidades menores a las retenidas a los burócratas. La evasión podría llegar a los 300 millones de pesos desde 1997, dinero que Madrazo ha utilizado para sus aspiraciones políticas. Señor Presidente: no enterar a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sobre el dinero producto de la retención de impuestos al salario es un delito grave. Pero aún más si dicho dinero retenido es jineteado por trimestres y semestres, y mil veces más grave si es reiterada la práctica nociva de evadir al fisco».

Villahermosa, Tab., junio de 1997. «El juzgado 2o. de distrito difirió una audiencia constitucional que se realizaría sobre el amparo que el Partido de la Revolución Democrática interpuso ante las autoridades federales para que sea reabierto el Tabascogate (esa nuestra mente voluntariamente colonizada). La audiencia no se realizó porque la procuradora general de justicia de Tabasco, Patricia Pedrero Iduarte, no envió toda la documentación correspondiente…»

Villahermosa, Tab. A los señalamientos sobre el cierre del expediente del «Tabascogate» así contestó Andrés Madrigal Sánchez, titular de la Procuraduría Gral. de Justicia del Estado: «La actuación de esta Procuraduría no responde a caprichos ni es arbitraria El dictamen de la Procuraduría Gral. de la República respecto al presunto exceso en el gasto de campaña del gobernador Madrazo Pintado es una apreciación bastante errónea de esa PGR (sic), y en caso de que hubiese ocurrido, no constituye delito alguno…»

Y una más: Villahermosa, Tab., junio de 1996. El líder del Congreso local, Pedro Jiménez de León, rechazó la creación de una fiscalía especial que investigue los gastos de campaña del gobernador Roberto Madrazo: «La gestión del señor gobernador está muy bien y las acusaciones del Procurador General de la República es (sic) algo que no nos preocupa, que no nos quita el sueño, no hay delito que perseguir. Por eso vienen las cajas para Tabasco, porque no hay delito que perseguir».

«Pero los documentos del fraude son originales», el reportero. «¿No teme por la suerte de Madrazo?» Y la respuesta del diputado local: Calcúlelo usted: el gobernador Madrazo tiene el apoyo del presidente Zedillo«.

Mientras, según noticia fechada en 1996, «la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tabasco dio por concluidas las diligencias relacionadas con la denuncia que por supuestos excesos en los gastos de campaña presentó el perredista López Obrador en contra del gobernador Roberto Madrazo, pues determinó que los hechos asentados en ésta no son constitutivos de delito alguno, y por lo tanto decidió no ejercitar acción penal contra el mandatario estatal. Dado el carácter atipico de los hechos denunciados, se desprende la inexistencia de los delitos de peculado de recaudación fiscal y uso indebido de atribuciones y facultades…»

Al propio tiempo y en la misma ciudad lo aseguraba el hoy «traicionado» Madrazo: ‘Yo soy el más interesado en que la averiguación se resuelva conforme a la ley y con la mayor agilidad posible. Tabasco ha hecho un compromiso: nada ni nadie por encima de la ley. Todo nuestro esfuerzo de levantar una muralla de legalidad ante la acechanza, ante el rumor, el engaño, la mentira, que tratan de debilitar la vida de las instituciones de la República, en nuestro estado».

A ese «traicionado» se interrogó en 1999 sobre el fraude que perpetró 5 años antes: «El caso está cerrado desde 1996. Esos ya son casos muy viejos».

Monterrey, N.L
, agosto de 1998. Lo declaró Roberto Madrazo, gobernador de Tabasco «Sí, miren: yo demando castigo para quienes utilizaron ilícitamente los recursos del Fobaproa. Quienes merezcan una sanción deben ser castigados conforme a le ley». México, 1998. «En la segunda lista del Fobaproa queda de manifiesto que uno de los políticos que más se beneficiaron fue Roberto Madrazo«. En la tertulia, el maestro:

– ¿Y? Madrazo, ¿traicionado o traidor? ¿Qué responden ustedes? (Pues…)

A Madrazos…

Tertulia del pasado viernes, donde se comentaban asuntillos sin mayor importancia: la Ley Televisa, la miscelánea fiscal apodada «reforma», el nuevo milagro de Norberto Rivera, conseguir que El Vaticano de Ratzinger descansara a la hoy madrecita soltera y a su marido el de San Cristóbal, y que otra pareja, en ese mismo centro cultural, contrajera matrimonio: de novio el Partido Popular español, y de noviecilla la Acción Nacional del yunquero Espino, con Fox de padrino para levantarle la cola a la novia De esta manera los cristeros y legionarios de El Yunque convierten a San Cristóbal en el centro neurálgico de la ultraderecha internacional, bendito sean Escrivá Balaguer y el padrecito Maciel; y aquí no hay pedófilo. Laus Deo.

En esas estábamos cuando fuimos viendo que por esa puerta va entrando mi primo el Jerásimo. licenciado del Revolucionario Ins., redivivo por acción de Los Pinos. Y badajeaba aquel objeto en la diestra:

– ¡Ciento sesenta y nueve pesos en el mercado negro, y a mí me lo acaba de obsequiar su mismísimo autor. ¡Y autografiado, échenle uno, o sea un ojo!

Lo miramos: La traición, obra flamante del «distinguido priista», hoy «traicionado», Roberto Madrazo Frente a mi nariz el fétido aliento a cacardí fermentado: «Léelo, bigotonzón, y luego me cuentas de qué tiznaos se trata». Yo, al tenerlo en mis manos y observar en la portada el rostro del «traicionado» bigardón, experimenté aquel amago de vómito y una especie de vergüenza de mí mismo como escritor de novelas, ensayos, relatos y estas fabulillas. Porque en el tiempo actual, calamitoso, la novedad radica en que alguno de los tantos mediocres de la política y el bataclán aún no haya zurrado su propio libraco. Arrojé la papa caliente -radiactiva- en manos del maestro, que la hojeó a lo minucioso para luego ir y depositar el volumen allí, miren, no lejos del lavabo y la tina de baño. Al regresan «Ahí se lo dejo a la mano, señor valedor. ¿Cuándo comienza a leerlo?»

Esta la sentí roja y caliente mientras la otra se me fruncía. El maestro:

– Conque «La traición». Cómo se ve que esta clase de Madrazos conocen, para apoyar sus audacias, la flaca memoria del paisanaje y su fácil extravío de la memoria histórica. ¿Recuerdan ustedes la campaña del susodicho Madrazo a la gubernatura de Tabasco, allá por 1994? (Lo vimos abrir su libreta de las pastas negras.) «Fue un aberrante derroche de fondos públicos, que a todos pertenecían y deberían haberse destinado al beneficio de todos, el que perpetró ese que ahora se queja de traicionado’. En su momento se habló de un peculado de más de 135 millones de pesos, cifra que algunos calculan en más de 241 millones. ¿Quién de ustedes recuerda las 12 cajas repletas de documentos auténticos que certificaron el peculado que Madrazo perpetró en 1994? Para que calculemos el tamaño de nuestra desidia ante asuntos que nos incumben, oigan detalles del caso PRI-Madrazo en el proceso electoral del dicho 94 El necesario contexto de Lorenzo Meyer, catedrático de El Colegio de México:

«El sistema de partido de Estado en que hemos vivido por setenta años ha obligado a la sociedad mexicana a desempeñar el indigno papel de sostén político y fuente inagotable de recursos para una clase política corrupta, irresponsable y prepotente. La verdadera dimensión de la crisis política y económica de México se refleja en el plano moral. Cuando a esta dimensión se le pueden poner cifras -como es el caso de Tabasco- el resultado es sencillamente escalofriante…»

– Escalofriante como su cinismo: En 1994, el PRI estatal presentó ante el Instituto Federal Estatal información oficial sobre los gastos de campaña de Roberto Madrazo para la gubernatura de Tabasco: tres millones 718 mil 443 pesos con 87 centavos; 281 mil 556 pesos con 13 centavos menos que el tope establecido por ley: 4 millones. Con documentos se demostró que PRI y Madrazo ‘el traicionado’ gastaron más de 237 millones. La Procuraduría General de la República dio por buenos los documentos que tal demostraban. ¿De dónde salieron? Aquí, la noticia fechada en Villahermosa, Tabasco, en noviembre de 1995:

«Los archivos del PRI con los que se acusó al gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, de excederse en su campaña electoral en más de 235 millones de nuevos pesos, provinieron de la casa de Ana Berta López Aguilar, que durante los comicios se desempeñó en la Sección de Finanzas del partido oficial como su directora de contabilidad. La mayoría de las facturas tienen su firma y la de Oscar Sáenz Jurado, quien era titular de la Sección de Finanzas del PRI». Reitero: la PGR dio por buenos los documentos de las 12 cajas. Pero el tamaño del cinismo del propio «traicionado» se advierte en su declaración ya como gobernador de Tabasco. (Esa, mañana)

Pueblerina

Repetir un Plan Colombia con México, realmente sí nos han pedido asistencia a ese nivel – Silvestre Reyes, congresista de Estados Unidos-

Ocurrió, mis valedores, en mis derrumbaderos zacatecanos, a esa hora de entre dos luces, ya al pardear, en que el poniente estalla en llamaradas mientras mezquites y venadillas se engrifan de alboroteros aleteos que se disponen a dormir. Iba yo rumbo a la plaza cuando observé al par de individuos, uno mozo garrido y el otro un vejacón de paso cojitranco, que avanza por la banqueta. Lo que les escuché me intrigó. Los seguí a lo discreto, y fue entonces: en el viejo reconocí a don Tereso Flemate, ranchero de por los rumbos de Las Güilotas. Cascorvo él, traje de gamuza untado a las zancas de jinete viejo que nació, creció y estoy por decir que se reprodujo a lomos de cuaco cerrero. El charrito viejo caminaba a lo dificultoso y apalancándose en el antebrazo del que reconocí como su hijo mayor. Los oí:

– Usté con sus fanatismos. Recapacite, bien sabe que hay ocasiones en que es más provechoso rendir la plaza, apá.

– Rinda la suya, si quiere, pero deje la mía en paz, m??hijo. ¿Ha visto, acaso, que alguna vez su padre se haya dejado bocabajear? ¿Ha visto que su padre haya permitido que le invadan su tierra, sus sembrados, su hogar, sin defenderlos? No, ¿verdá? ¿Por qué, entonces, ora me viene fregando con que me deje invadir en lo que es mío, en lo
que me pertenece? ¡Y luego que el que me venga a invadir sea un desgraciado gringo, Dios de los santos cielos..!

– Yo lo digo por su bien, y todavía usté se pone exigente, intransigente. Ora verá llegando a la casa cómo mi amá va a reclamarle su necedad. ¿No es acaso un hombre de razón? Y luego a su edá. ¿Por qué es asina, apa..?

– ¿Por qué? Porque el puño de vida que me quede quiero poder seguir mirando a su madre a la cara, y a usted, y a todo el que sea hombre de bien y cristiano cabal. Que nadie le diga, mi hijo, que su padre fue un agachón y un poca-vergüenza capaz de una cochinada como es esa de dejar que los gringos le invadan terrenos privados. La dignidad y la cabal varonía tiene su precio, por más que nos salga caro, m??hijo.

Yo, detrás, intentando encontrarle sentido a una averiguata para mí incoherente. ¿Invasión gringa en el modesto caserío? Mientras eucaliptos y naranjos se engrifaban con erisipela de alas y piar de volátiles, la llamada al rosario en la capilla de Animas. A lo lejos, balidos, mugidos, ladridos, cencerros rumbo al establo. Y aquellos aromas a yerba quemada, a caña de azúcar, a tierra que el sol nomás calentó para que el vientecillo venga a enfriar. Por allá, la tambora: ??De la pila nace lagua – de lagua caracolitos??

La petición la hizo el gobierno mexicano. Hay conversaciones para incrementar nuestra cooperación contra el narcotráfico y la violencia?

– Sean Mc. Cormack, vocero del Depto. de Edo. de EU. – (Qué se comprometería a dar a cambio el gobierno de México, mi país ¿Mi país..?)

Uno con firme andar y el otro a paso cojitranco, allá van rumbo al Barrio Alto. La polémica, en pleno hervon ??Tiene usté qué reconocer que a veces la invasión de los gringos resulta de provecho, apa?.

– ¿Cuándo, a ver? ¿Cuándo han entrado con buena intención a lo que nos pertenece, m??hijo? Mejor lo dejamos de ese tamaño, y no camine tan recio, que las zancas se me descuajaringan, imagine un trompezón..

Y que del gringo, nada, y que mejor cabiemos de plática, y que hay que tener confianza en Dios porque él todo lo puede, y que?

Patricia Espinosa, Sec. de Relaciones Exteriores de México, también reconoció que hay planes para incrementar la colaboración con EU?

Y mis valedores, fue entonces. El mozo arrojó por delante su argumento de más contundencia ??Mire, apá: ¿no fue el propio presidente de México el que desde el extranjero pidió ayuda a los gringos para que le solucionen el problema de la violencia y el narcotráfico? ¡Fue el propio Calderón, apá, fue Calderón, porque calcula que él solo con ese tercio no se levanta! ¡Fue Calderón el que pidió que vengan los gringos! Y usté, necio y porfiado con esto de que con los gringos ni agua ¡Aprenda del chaparrito, apá..!?

– Ah, bueno, si el chaparrito quiere que le invadan un terreno que no es suyo, ¿por qué no va usté y le consigue ese con qué le invadan un terreno que no es suyo, sí le pertenece? Esa medicina gringa que usté me quiere comprar porque en la chinche botica no tienen una del país, vaya y cómpresela a él, porque lo que es yo, mis interioridades seguirán virgencitas de todo lo gringo. Ande, vaya y que el supositorio extranjero se lo embombillen al de Los Pinos?

Lo oí, inflé el pecho, me cuadré. Saludo militar a uno que no nació para supositorios de gringos. Pues sí, pero de repente el joven viró la testa me observó de reojo y: ??Sh, tráimos atrás una oreja del gobierno?? (Válgame.)

Gringos de segunda

Fue hace un par de años. En La Argentina, se celebró un congreso sobre el idioma español, en el que escritores y periodistas ponderaron un lenguaje que a muletillas y trompicones maltratamos España y la veintena de países que «aún rezan a Jesucristo y aún hablan en español», que dijo Darío. Y ocurrió que al final del congreso algún argentino anónimo me envió un mensaje zumbón donde dio cuenta del español que se habla en su tierra. El mensaje:

«Desde que los repartos de cine son castings y los fines de semana weekends, Argentina ya es distinta. Ahora es mucho más moderna. Durante muchos años, los ciudadanos estuvimos hablando en prosa sin enterarnos. Apenas hoy comenzamos a darnos cuenta de lo atrasados que estábamos. Imagine: los niños leían revistas; hoy, por fortuna, ya leen comics; los jóvenes hacían fiestas, qué aburrida juventud; hoy, puros parties. Los estudiantes y demás jóvenes pegaban posters creyendo que eran carteles. ¿Los empresarios? Ellos, los pobres, hacían negocios; hoy se emancipan: hacen business…

Antes, nosotros manipulábamos el aparato de televisión o afinábamos la sintonía de la radio. Nunca más; hoy ajustamos el tracking o el tunning. ¿Sabe? Yo, en la primaria, hice aerobics, pero en mi ignorancia creía estar haciendo gimnasia, y me ponía a caminar en la perfecta ignorancia de que estaba haciendo nada menos que footing. Hoy todo ha cambiado, El nuestro es un país moderno, y a los ciudadanos progre’s se nos nota el cambio cuando hablamos, lo cual es muy importante, you know, porque no es lo mismo comer bacon que un vil tocino, aunque tenga la grasa igual, ni decir vestíbulo que hall, ni terraza que deck, como ahora decimos. Antes solíamos jugar al polo con ventaja; ahora jugamos con handicap…

Los argentinos estamos ya del todo modernizados. Perdón, estamos re-fashion. ¿Dónde quedaron los llamábamos centros comerciales? Desconocíamos lo que realmente son: shoppings, y stands los que en nuestra ignorancia llamábamos puestos de venta, y a los yuppies, ejecutivos. Ese pobre escritor de novelas, que exige derechos de autor. ¿No se habrá percatado de su nombre correcto, royalties? Tú, si no quieres pasar por ignorante, por un old-man, old-fashion, no vaya a olvidarlo: el autoservicio es self service, el escalafón ranking, la carne steak, y manager el representante. ¿Una entrega a domicilio? habla bien, es delivery…

¿Buscas carteles que anuncian rebajas? Nunca los vas a encontrar, busca Sale Off, y vete de shopping a un mall. Y si products tan cheap te producen iba a decir sentimientos, cuando son feelings, y sí estos feelings te conmueven, usa Kleenex, y luego consuélate con un sandwich. Me avergüenza el error en que caí tantos años, que sacaba mi ticket y le llamaba boleto, y a los compacts, discos. ¿Acampar un fin de semana? ¡No, hacer camping un Weekend! Y no olvides tu loción after shave, y cuidado con tu vecino, no te vaya a ver los slips y los tome por calzoncillos…

¿Ves los shows en la televisión? ¿Ves los reality shows? Son la zafiedad de lo idiota y pornográfico, pero así se le quita al castellano la parte podrida…

Aquel al que llamabas jefe, o sea el manager, siempre anda en meetings, con su mejor public-relation, o de bussines junto con su personal assistant, o en todas las del jet, que vienen de hacerse el último lifting, todas amantes del body-fitness y del yogurt light. Porque Argentina ya se modernizó, qué orgullo, aunque ya modernizado no me siento con menos angustia por estar en off, como dicen mis amigos yuppies, y no con un pe..dro bárbaro por más que me pongo a escuchar a los N’Sync, West Life, Back Street’s y Robbie Williams, porque en mi casa mis Cd’s de La Flor de la Canela, los de La negra Sosa, Los Chachaleros o Los Panchos y los de Gardel, los de mi familia, que están a la moda, me los tiraron a la mier… ¿Qué le parece, mi valedor? ¿Me podría decir cómo hablan el español ustedes, los mexicanos..?»

Se lo prometí a la brevedad (sin el necesario posible), pero mis valedores: ¿saben qué? Lo que pasa es que (frase chatarra) tiene tiempo (no: hace, como se debe decir) que lo he venido postergando. Hoy inicia (sin el se) la respuesta, y aunque no se puede tapar el sol con un dedo, no es cosa de rasgarse las vestiduras, que no todo lo que brilla es oro, pero tampoco es cosa de echar las campanas al vuelo porque hoy puedo contestarle. En fin que con indicarle (en lugar de revelarle) algunos atroces lugares comunes que ensucian el habla popular, con una política agresiva voy a poner mi granito de arena y los puntos sobre las Ies, y sin quitar el dedo del renglón, a tomar el toro por los cuernos para que a la brevedad (¿sin el posible?) el argentino tome cartas en el asunto y con todo y ropa casual le eche ganas para salir adelante, o con su pan se lo coma. Claro, no esta dicha la última palabra. Va aquí mi correo electrónico. Ah, perdón. Mail, quise decir. (México colonial.)

En esta hora aciaga…

México, al borde de una crisis fiscal. Para prevenir el colapso, abrir PEMEX al capital extranjero…

Y la recomendación de Alan Greenspan, ex-funcionario del gobierno de EU, la receta casera del chaparrito de Los Pinos: Próximas alzas en carne, leche, huevo, gasolinas… Es México. Yo, mientras tanto…

Estremecido te nombro y te invoco, payaso del arrabal; te honro en el espanto de esta hora aciaga; en los días del desánimo yo te saludo, payaso de la boca-calle. Mis valedores: fue ayer tarde, a esa hora mortecina en que, acosada por las farolas municipales, huye la tarde. Con un mi amigo yo, en la banca del parque, rumiaba asuntos del sentimiento, de los amores idos, del tiempo que pasa para nunca más, de las cosas que en el camino se quedan, de que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismo. Y suspirábamos…

Más allá, la vida que pasa a frenazos, acelerones, altisonancias. De coche a coche, cuando el semáforo en rojo, un rumoroso panal beneméritos buscavidas: chicles, flores, tapetes para auto y esas fregaderitas de plástico y artesanía con las que medio México sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. Y entonces, oh dolor, pobre payaso que malabareaba sus pelotas (de goma); y de mano en mano se le cuatrapeaban los malabares, y allá va la pelota verde, y acá le rebrinca la roja, y allá le rebota la azul, y tiene que alagartarse bajo la panza del Neón en procura de la amarilla, que hasta allá fue a dar. El ridículo.

– Pobrín, dije Tú y yo aquí tristeando, cuando ese pobre payaso…

Mi amigo se le quedó viendo. «A ese yo lo conozco. A ver. Claro, si es el Boquerones. Vamos a verlo de cerca». Y sí, joven de cuerpo, moreno claro, pintarrajeado el semblante, en la testa greñuda una peluca ya medio calva Mi amigo se le acercó: «¿Qué no es usted tragafuegos?»

– El mejor del rumbo, me cái. ¿Por qué la pregunta, digo?

– Como veo que cambió de giro y anda haciéndole a la payasada..

– Es que el hambre es carbona, y a puras pelotas hay que aplacarla

– ¿Podría hacer para nosotros la suerte del lanzallamas?

– Los lanzallamas los ando haciendo sobre pedido. ¿Por qué no se cotizan los dos y me llegan al precio?

Cerrado el trato entró en aquella caseta de velador, abrió en la puerta un par de cansados y sacó, con el cuidado con que se maneja nitroglicerina que se pudiese escurrir, una latita de gasolina «¿Listos, caballeros..?»

Y que yo no soy caballero -protesté, y que ah, puñal. Que no, que el «caballero» es término burgués. «¿Listos? Sésguense, que ái les voy».

Y de repente, mis valedores, allá troza el aire la primera columna de fuego, con la lata alcoholera sujeta entre dos brazos. Y allá va la segunda llamarada, y la tercera, y ya «Servidos, mis estimados».

¿Ya? ¿Fue todo? Pagamos. Dos, tres billetes. Y allá va el traga-fuego insigne, a seguir haciendo el ridículo con sus pelotas (de goma) que hizo pasar de mano en mano, a lo chambón. La tristeza, en vez de írsenos, se enconó.

Bueno, ¿Y por qué el Boquerones cambiaría de profesión?/

– Por qué ha de ser: por el costo de las gasolinas. ¿Te fijaste en las llamas que produjo en su acto espectacular?

– El chispoteo, dirás. Caramba antes del modelito neoliberal, qué columnas de fuego las que encendían la vía pública, que sollamaban a los viandantes y aun chamuscaban cejas y pestañas del automovilista.

Y que muy cierto. «Qué horrísono el zumbar de aquellas llamas de apocalipsis, de infierno de Dante. Ah, aquel órgano de fuego, descomunal, como de mancebo dotado». Y que muy cierto. «¿Y lo de hace rato? No un órgano: un organillo de viejo, de impotente, pija de chamaco, soplidillo de monja moco de guajolote Para mí tales llamas fueron como el sol de invierno y las amantes frígidas: calientan, sí, pero no satisfacen». Y que muy cierto.

– Pues sí, pero el Boquerones qué culpa tiene Harto hace él. ¿No ves que para cubrir los costos la gasolina la campechanea con agua al 85 por ciento? Por eso fue que de fuego salía nomás el chisguete y un rociadón de agua y baba y gargajos que hasta acá me alcanzaron a salpicar. El rugido del fuego ¿no lo notaste? Con la garganta, estilo ventrílocuo: ¡fuzzz…fuzzz..!

Y que pobre y que ya nomás se echó tres. No que antes, los del oficio, columnas de fuego para iluminar el mundo. «¿Por qué en mi México todo se va degradando? Estado, políticos, sociedad. Como en los chorros de lumbre del Boquerones, todo en nosotros ya es más la saliva que las llamas…»

– ¿Y qué querías, ya a la vista los aumentos a los productos básicos que nos va a embombillar uno chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes..?

Callamos. Nos fuimos yendo por la penumbra de un ensayo de noche todavía sin amacizar. Más melancólicos que antes. (México…)

Si el «hubiera» existiese…

Otra cosa hubiera sido de existir el hubiera, mis valedores, pero si yo hubiera tenido ocasión de hablar uno de estos días con López Obrador, le hubiera formulado la aclaración: me duele no tanto por el perdidoso, cuanto por el que ganó, por más que «ganó» es un decir. Le hubiera dicho, además: como perdidoso ha corrido con suerte, por la cantidad de problemas que hubiera enfrentado, además de la suerte que significa que el impuesto está trabajado activamente, a base de errores, omisiones y concesiones, para la causa de usted en el 2012. Todo esto le hubiera dicho de existir el hubiera, y aun le hubiera preguntado, como al desgaire: mi señor don Peje:

Ya usted en Los Pinos, ¿mostraría tamaños de estadista, o con una mediocridad aplastante propiciaría en el país un vacío de poder que se habrían apresurado a llenar esas fuerzas tradicionalmente nefastas para todos nosotros, el paisanaje, comenzando con la ultraderecha yunquera, las sotanas, los grandes capitales y los medios de condicionamiento de masas, que propiciaron el «triunfo» del «chaparrito, peloncito», etc.? ¿Sería usted el pelele de tantos cotos de poder político, financiero, religioso, social, económico, «cultural», esto entre comillas? Con usted en Los Pinos, ¿andarían los pro-vidas y Norbertos Rivera en brama, sobrones y

protagónicos, y desbozalados?

¿Ya se hubiese apresurado a acudir a El Vaticano, a rendirle cuentas a Ratzinger? ¿Continuaría usted con la aplicación minuciosa del atroz neoliberalismo que el imperio impone a los países con gobiernos peleles? ¿Tendría sus ojos puestos en Washington, o en los pueblos hermanos del sur?

¿Debería demasiados favores por haber sido impuesto en Los Pinos, que me lo tendrían a estas horas liquidando facturas con la entrega de parcelas de poder y la impunidad a delitos, saqueos, depredaciones y toda suerte de sinvergüenzadas? ¿Tendría que dar carpetazo a la averiguación en torno al bandidaje de Arturo Montiel y toda su raza de esposas, madrastras e hijastros? Y hablando de hijastros: ¿hubiese usted propiciado la impunidad en torno a las averiguaciones sobre los peculeos (¿o se dice peculados?) de Marta con sus dos maridos, y de los hijos de toda su reverenda Marta, los Bribiesca Sahagún..?

Para usted y su honorable familia, ¿hubiera apartado la dirección nacional del PRD, con la esposa de usted como consejera, y la dirección regional para alguna primita de la esposa de usted? ¿Para el pariente Hildrebrando la más aplastante impunidad..?

¿Plaza «de la Constitución» y estadios futboleros seguirán utilizándose para la celebración de misas y rosarios con la concurrencia de los miles de ovejas suficientes para alcanzar esa meta piadosa que es agenciarse un rinconcito en el Libro de Records Guinnes?

¿Permitiría usted que narcos, grandes capitales, cardenales, arzobispos políticos y el duopolio de la televisión fueran un estado dentro del estado y un poder dentro del poder? Los medios de condicionamiento de masas estarían enfilando por la decisión soberana del gobierno venezolano de no renovar más la concesión a la RCTV, golpista y reaccionaria? ¿Hubiese comenzado su gobierno a lo deslenguado, y sin medir fuerzas se hubiese enfrentado a todo un Hugo Chávez, que tiene los suyos en su nidal? ¿Anunciaría con fanfarrias el proyecto Puebla-Panamá, vil petardo, para que Hugo Chávez anunciara que va a dar a los hermanos de Centroamérica esa obra que usted les prometió?

¿Seguirán a estas horas Zetas y Pelones utilizando de correo y recaderas cabezas humanas? ¿Estaría militarizando el país, con el ejército victorioso no con la captura del Chapo Guzmán vivo, sino con criaturas muertas, dos y cuatro años de edad, rifles de asalto con sospechas de gastritis mal atendida?

¿Guiarían su gobierno las doctrinas libertarias de Martí, Juárez y Cárdenas, o nos hubiese salido vendepatrias entreguista y proyanki? Para combatir el crimen organizado, ¿andaría usted pidiendo ayuda (chichi, iba a decir) a la Casa Blanca, para que a la CIA, la DEA, el FBI y varios más organismos gringos enquistados en nuestro territorio, se sumaran los marines del Tío Sam, que usted en plan de López de Santa Anna, propiciara el remate de lo que se inició allá por 1847?

¿Se dejaría mangonear de la Gordillo? ¿Así, a lo escandaloso, a lo impúdico y estrepitoso, y a ojos de todos? ¿No le daría un tantito así de vergüenza? Porque vergüenza sí tiene. ¿O nos iba a resultar que es usted un cínico y un banquetón..?

Si el hubiera existiese, señor López Obrador, ¿hubiera intentado trascender en la historia de México o se hubiera conformado con ser un pobrecillo mediocre del montón? ¿Se mediría usted con la estatua del Tata Cárdenas o con la del Nopalito Ortiz Rubio, si alguna existiese? Si hubiera. Pero no hay. Lástima. (En fin.)

Bienaventurados los mansos…

El hincha, mis valedores. La Perra Brava del clásico pasecito a la red. A la hora del domingo en que redacto esto que más tarde leerán ustedes anticipo mi pregunta: ¿Qué? ¿Amaneció de luto el país? ¿Las banderas a media asta? ¿Ceniza en la cabeza y desgarradas las vestiduras, o muy al contrario, a toda asta el orgullo tricolor, a banderas desplegadas, la perrada brava pegando ávidos amamantones al pomo y bailando al son que le toca la televisión? Mis valedores: ¿triunfamos sobre Costa Rica? ¿Anotamos? ¿Logramos escribir la epopeya nacional? ¿Nosotros? ¿Ustedes, sentados a dos nalgas frente al televisor? ¿Metimos el esférico o nos lo metieron con todo y pito, el del arbitro? Ah, del hincha de la Perra Brava, héroe por delegación Patético…

Patético, sí, tanto como resulta, a mi parecer, el relato de El Hincha, personaje al que su autor trata con admiración y respeto, y que yo leo con esa lástima que me produce cualquier mediocre infeliz. Revelador, el epígrafe:

El 29 de diciembre de 1968, el Club Atlético Vélez Sarsfield se clasificaba campeón nacional de fútbol. A la memoria de mi padre, que murió sin ver campeón a Vélez Sarsfield.

Y el inicio del cuento, espejo que apronto para que se miren tantos, del que transcribo los párrafos que creo sustanciales:

«Goooooool de Vélesársfiiiiiiiiiiellllllddd! -gritaba Fioravanti (el merolicronista, aclaro.)

– ¡Gol! ¡Golazo, carajo! -saltó Amaro Fuentes frente al receptor. (Nostálgico de su Buenos Aires, residía en Asunción. Y su historia personal:) «A medida que fueron pasando los años, se convirtió en un perfecto solitario, aferrado a una sola ilusión. La vejez pareció caérsele encima con el creciente malhumor, la debilidad de su vista, la pérdida de los dientes, la artritis. Como nunca había ahorrado dinero, ni había sentido jamás sensualidad alguna que no fuese su amor por Vélez Sarsfield (válgame), su vida continuó plena de carencias ) Su cuerpo lleno de arrugas, su pasividad, su estoicismo, su mirada lánguida y esa pasión velezana que se manifestaba en el escudito siempre prendido en la solapa del saco». (Dios…)

Y que el campeonato era el único sobresalto que esperaba de la vida monótona, «que parecía que sólo se justificaría si Vélez salía campeón». Y el bloque final del relato, del que copio lo que juzgo esencial:

«- ¡Gooooooooool de Vélsársfíiiiiiiiilllld!»

La voz de Fioravanti estiraba las vocales en el aparato y Amaro, llorando, sintió que jamás nadie habla interpretado tan maravillosamente la emoción de un gol. Vélez se clasificaba, por fin, campeón nacional de fútbol.

Pocos segundos después de ese cuarto gol, cuando Fioravanti anunció la finalización del partido, Amaro estaba de pie, lanzando trompadas al aire, dando saltitos y emitiendo discretos alaridos (sic.) Dio la tan jurada vuelta olímpica alrededor de la mesa, corrió hacia el ropero, eligió la corbata con los colores de Vélez y su mejor traje y salió a la calle (:) Caminó resueltamente hacia la plaza En el crepúsculo y frente a la iglesia se acercó a la parada de taxis, eligió el mejor coche, y subió a él

con la suficiencia de un ejecutivo.

– A recorrer la ciudad, y tocando la bocina ¡Vélez salió campeón..!

Bajó los cristales de las ventanillas y empezó a agitar el banderín al viento, con una sonrisa emocionada y el corazón galopándole en el pecho, sin importarle que la solitaria bocina desentonara casi afónica con el atardecer, y sin reparar siquiera en el reloj que marcaba lo que le costaría pero carajo, se justificó, el campeonato me ha costado una espera de toda la vida y los muchachos de Vélez se merecen este homenaje a mil kilómetros de distancia».

En la esquina Amaro vio que alineados en la banqueta, los de la barra aplaudían. «Más despacio, pero sin detenernos», dijo Amato mientras se esforzaba por contener esas lágrimas que resbalaban por sus mejillas, libremente, como gotas de lluvia Al oír en la barra algún «viva Vélez», ya no pudo contenerse y pidió al chofer que lo llevara a su casa

«Entró en silencio. Hacía unos minutos que su corazón se agitaba desasusadamente (sic). Un cierto dolor parecía golpearle el pecho. Amaro supo que necesitaba acostarse. Lo hizo, sin desvestirse, y encendió la radio a todo volumen. Un equipo de periodistas, desde Buenos Aires, relataba las alternativas de los festejos en las calles. Amaro suspiró y enseguida sintió ese golpe seco en el medio del pecho. Abrió los ojos, mientras intentaba aspirar el aire que se le acababa, pero sólo alcanzó a ver que los muebles se esfumaban, justo en el momento en que el mundo entero se llamaba Vélez Sarsfield…».

Un humano episodio altamente dramático, quiere su autor. A mí, con sus puntos de melodrama ridiculillo, me resulta patético Alguno de ustedes, héroe por delegación, si se mirase en Fuentes? Ah, Perra Brava (En fin.)