¿Nuevo crimen político..?

Tal es el encabezado de la nota, estremecedora en su laconismo, donde el matutino manifestaba inquietud y temores en torno a la suerte que hubiese corrido el temerario legislador que desde la tribuna del Congreso y en un documento que circuló de manera clandestina se atrevió a cuestionar al presidente del país. La nota apareció en un periódico de esta ciudad con fecha 10 de octubre de 1913, el año del cuartelazo de los Blanquet, Mondragón, Félix Díaz y el macabro espadón Victoriano Huerta. Yo, por mi parte, la transcribí hace un año para conocimiento de algunos de ustedes, que ignoraran detalles de la atrocidad. Porque, mis valedores, en lo que atañe a la Historia, la letra con sangre entra, pero hoy mismo nos negamos a aprovechar sus lecciones. Aquí un texto que expone el clima ominoso (crimen, represión, sangre derramada) que se vivía en esta ciudad capital y el resto del patrio territorio hace 94 años, cuando la bota cuartelera y el espadón se habían apoderado del palacio de gobierno. A la viva fuerza. Hoy, se han desarrollado otras formas, peligrosas formas de tomar ese mismo gobierno. La historia:

«Ciudad de México, 10 de octubre de 1913. No hay noticia alguna sobre el paradero del senador chiapaneco Belisario Domínguez, que fue secuestrado antenoche por agentes de la policía reservada, en sus habitaciones del Hotel del Jardín, situado en las calles de Independencia. Se teme por la vida del legislador que enjuició duramente al general Huerta desde la tribuna del Congreso, y luego en un severo documento público. La Cámara de Diputados, en su sesión de ayer, acordó nombrar una comisión que investigue lo sucedido al doctor Domínguez. Muchos opinan ya que el asunto no se refiere sino a uno más de los crímenes políticos que, a partir del cuartelazo del nueve de febrero pasado, se han venido cometiendo en el país. Recordemos algunos.

El diputado Gustavo A. Madero y el intendente de Palacio, Adolfo Bassó, muertos en la Ciudadela; el presidente Madero y el vice-presidente Pino Suárez, asesinados en las afueras de la Penitenciaría; un número desconocido de personas ejecutadas en las demarcaciones de policía y en los cuarteles, durante lo que ya todo mundo llama decena trágica. Pero hay más casos: el depuesto gobernador de Chihuahua, Abraham González, fusilado en Mapula; el joven general maderista Gabriel Hernández, fusilado en la cárcel de Belén; el diputado suplente Néstor Monroy y diecisiete personas más, asesinados en Atzcapatzalco; el diputado Adolfo C. Guiñón, fusilado en San Jerónimo, Oax.; el diputado Serapio Renden, sacrificado en Tlalnepantla; el periodista y poeta nicaragüense Solón Arguello, asesinado en Lechería. Fuentes bien informadas aseguraron que en todos estos casos las órdenes de ejecución provenían de las más altas autoridades del gobierno huertista».

Así fue, por desgracia; a la hora en que apareció la nota de prensa ya el legislador chiapaneco había desaparecido, que cayó bajo los plomos de los sicarios del dictador, y todavía más grave: de la fecha infausta, 8 de octubre de 1913, al día de hoy, Belisario Domínguez ha sido sacrificado no una vez y no sólo por el «chacal» Victoriano, sino tres veces, cuéntenlas: su muerte física, el haber convertido a un varón de virtudes en «premio», y el haber otorgado tal «premio» a seres descalificados, de la catadura de aquel Fidel Velázquez, ¿lo recuerdan ustedes? ¿Lo habrán podido olvidar? Así se quejaba hace ocho años el Comité Chiapaneco para la Celebración del Aniversario número Ochenta y Tres de la Muerte de Belisario Domínguez, y yo lo transcribo tal cual:

«Desde 1953, el Senado mexicano otorga la presea más alta que concede el gobierno de México al ciudadano o ciudadana que se han distinguido por su conducta ética ejemplar y por la defensa de los mismos valores que defendió Don Belisario Domínguez, a saber: libertad de expresión, libertad de asociación, derecho de denuncia y la resistencia civil cuando el Gobierno rompe el pacto social. Durante dos décadas recibieron la presea precursores revolucionarios que en su juventud se opusieron al dictador Porfirio Díaz y al usurpador Huerta. Lamentablemente, el Senado hace mucho tiempo dejó de ser de la República, para ser un apéndice de la corrupta narcodictadura que oprime al pueblo de México, así, los ciudadanos, una mañana nos enteramos que el seudo-senado había otorgado la presea Belisario Domínguez nada más y nada menos que a ¡Fidel Velázquez! el sepulturero del movimiento obrero mexicano, el líder megamillonario del sindicalismo blanco, del nefasto charrismo, pues. A partir de esa fecha, la medalla fue otorgada incluso a políticos enriquecidos a la sombra de la gesta social de 1910. La presea fue devaluada por el mismo poder que debería ser encargado de velar por el respeto al ejemplo que nos dejó nuestro mártir». Mis valedores:

La presea Belisario Domínguez, ¿devaluada? ¿Por quién o quienes? ¿Esta vez a Castillo Peraza, ultraderechista? (Dios.)

Sangre y lodo, Tlatelolco…

Los periodistas al servicio del Poder, mis valedores. La espinosa relación de ciertos periodistas con algunos políticos, relación que a lo largo de los 70 años de PRI-Gobierno fluyó tersa y bien aceitada, y que ahora se tensa, se crispa y se torna conflictiva Hoy (presidentito nuevo, dónde te pondré), estos periodistas se aplican a buscarle carisma y estatura al de Los Pinos, mientras estos otros se dedican a atacar a «López», que así les contesta:

No quieran darse baños de pureza diciendo que son muy objetivos, muy profesionales, porque ya se empanizaron. Han enseñado el cobre muchos comunicadores e intelectuales. Se han quitado la máscara y han actuado como alcahuetes del régimen de la derecha.
Los reniegos de AMLO, sí. Yo, en mis oídos los retumbos de las masas que con la toma de calles y zócalo capitalino conmemoraron la masacre (que no genocidio) de Tlatelolco, reproduzco documentos periodísticos por demás elocuentes. Juzguen ustedes.

En la noche del PRI-Gobierno ciertos periodistas medraron con el ataque gratuito y el elogio pagado. Lo relató en 1999 Mario Renato Méndez, director general de la revista Por Esto: «Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Cuánto me tocó de qué? / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún / Me empezó a sonar familiar la voz, pero no la reconocía bien. / ¿Quién habla?, pregunté. Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio. Yo le decía así: Mulix, y él me decía El Grandote. Y empieza la plática y me voy enterando que Carlitos Menéndez Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio, silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo»

Por contras, el periodicazo contra el movimiento estudiantil de 1968:

«Transformados en opulentos burgueses, algunos montaron una grotesca conspiración golpista en Francia, Alemania y México, para derribar a sus respectivos gobiernos y montar la dictadura marxista Esto ocurrió en el verano-otoño de 1968. Se estrellaron contra De Gaulle y Gustavo Díaz Ordaz, a quienes apoyaron resueltamente sus ejércitos. Además, sólo contaron con la militancia aborregada de la clase social más fácilmente manipulable por su inexperiencia e inmadurez: algunos estudiantes de algunas universidades dominadas por la caterva intelectualoide del marxismo…

Utilizaron a su santón y lamebotas castrista: Lázaro Cárdenas, quien montado en el toldo de su auto, en el zócalo capitalino, arengó a una masa de gritones para ocupar Palacio Nacional. La respuesta de los motineros fue el lema favorito de los enemigos de México: «¡Revolución Sí, Olimpiada No..!»

Pero los obreros, los campesinos, las clases medias y la Nación entera les dieron la espalda, repudiando su intentona golpista (…) Los muchachitos ingenuos que siguieron a los intelectualoides apoltronados en sus despachos de la UNAM, fueron las víctimas de esa criminal conjura.

El 2 de octubre de 1968, los traidores lanzaron a las juventudes a su última trampa sangrienta (…) La estrategia sería provocar a nuestras Fuerzas Armadas (…) Nuestro Ejército Mexicano no cayó en la trampa. Nuestros soldados y su jefe en aquella tarde, Gral. José Hernández Toledo, fueron agredidos inicialmente por los francotiradores terroristas que previamente se habían escondido en lo alto de los edificios. La respuesta fue doble: el Ejército protegió primeramente a los civiles que se vieron envueltos en la balacera Y después dirigió el fuego contra los francotiradores. El complot traicionero de la antipatria roja fue aplastado y el Ejército Mexicano salvó a nuestra nación (…) Si México es libre actualmente es gracias a la valerosa y fiel acción del Ejército Mexicano, que afrontó la guerrilla del golpismo extranjerizante, fundado en las férreas y patrióticas voluntades del Presidente Gustavo Díaz Ordaz y del General Marcelino García Barragán, su secretario de la Defensa

Al ser designado embajador en España en 1977, ya como ex presidente, el licenciado Díaz Ordaz recordó en una tempestuosa entrevista de prensa, que si de algo se sentía orgulloso era de su conducta en esos trágicos meses del otoño del 68, pero de lo que más se sentía seguro y orgulloso era de sus acciones ese 2 de octubre, pues había puesto todo en la balanza ‘mi seguridad, mi nombre, mi honor, mi vida misma pero al fin salvé a México de haber perdido nuestra libertad. Eso lo estamos gozando todos, incluso usted, muchachito, pues si no hubiera ocurrido así, usted no estaría allí preguntando’.
Sí hubo ganadores y sí hubo derrotados. La conjura comunista del 68 fue la gran derrotada En cambio, México y sus libertades salieron ganando, gracias a la firmeza patriótica de Gustavo Díaz Ordaz y nuestro Ejército Nacional. ¡Y que sigan chillando su hecatombe los huérfanos del Kremlin..!»

El periodismo, mi oficio. (Dios.)

Ruiz Massieu, piedra de escándalo..

En política todos son traidores; la diferencia consiste en que unos no saben que lo son… (J. Francisco R.M)

En septiembre lo mataron. Un miércoles, día 28. De esto hace ya 13 años corridos. José Francisco Ruiz Massieu, piedra de escándalo en vida. En su muerte, el olvido. Y la paz. Leo referencias a Claudia Ruiz Massieu Salinas, hija del fallecido:

«Diputada federal Espera su tercer hijo. Algo o mucho tiene de José Francisco Ruiz Massieu, quizá su mirada, la sonrisa…»

O su fortuna, del tamaño de aquellas que la corrupción lucrativa e impune les permitía acumular. Eran los tiempos del PRI-Gobierno. Como los Ruiz Massieu, según todos los indicios. Memoriosa, Claudia: «La herida no cierra. Pesa, y mucho, su ausencia física, pero nos dejó su pensamiento».

¿Su pensamiento nada más? ¿Nada de la fortuna que José Francisco y honorable familia amasaron en muy pocos años, a lo demencial, a lo arrebatado, a lo impune? Porque una fortuna de tal cuantía, jura la lógica, nunca de los nuncas se hubiese acumulado con base en los puros salarios de la familia Pero, mis valedores, es México. Y como para probar nuestra capacidad de asombro e indignación o las infinitas reservas de indiferencia, desidia y pasividad de las masas, van extractos del reportaje que en torno a la repentina fortuna económica de los Ruiz Massieu publicó Gloria Leticia Díaz en el semanario de hace algunos ayeres:

«En 1953, cuando la familia Ruiz Massieu se instaló en Acapulco, su única propiedad era una casita en la popular colonia Vista Alegre. Hasta 1965, la familia era de clase media. En 1987 José Francisco llegó a la gubernatura de Guerrero. A apenas dos años de iniciada su gestión, Armando Ruiz Quintanilla (el padre) fundó Productos Acuícolas de Guerrero, para la comercialización y exportación de productos del campo. Arturo y su esposa, al propio tiempo, crearon Corporación Publicitaria del Pacífico. En 1990, Ruiz Quintanilla aparece como administrador de la compañía de bloques de cemento Prefabricados de Resistencia de Acapulco, que más tarde sería denunciada públicamente porque se descubrió que el cemento que utilizaba era el que distribuía Pronasol, y que había vendido al municipio de Acapulco material de construcción para el Bulevar López Portillo.

Político rico, pobre político, porque lo debilita su patrimonio…

Desde 1990, la familia comenzó a adquirir propiedades. Marisela compró una, y Arturo dos. Los Ruiz Massieu crearon Constructora e Inmobiliaria Ruma de Guerrero y Promotora y Administradora de Proyectos Turísticos, Comerciales, Industriales e Inmobiliarios. La otra empresa, encabezada por Arturo y Armando, se dedica, según folio 2708 del Registro Mercantil, a la venta de billetes de lotería instantánea y Lotería Nacional..»
Pero fue 1992 el año más próspero para la familia Ruiz Massieu, cuando a José Francisco ya sólo le quedaban dos años de gobierno; se compraron dos compañías y adquirieron siete propiedades. Armando Ruiz Quintanilla adquirió un terreno de veinte mil metros cuadrados en La Sabana; su hijo Arturo compró dos edificios en un predio en el que se creó un fideicomiso; su hermana Marisela aparece como fideicomisaria, él como fideicomitente, y Banamex como fiduciario…

Marisela recibió de su hermano José Francisco doscientos permisos de taxis que fue vendiendo a 150 mil pesos cada uno. Alguna nota periodística habla de 300 permisos. Arturo, mientras tanto, compró una casa en Las Brisas, otra más en Jardín de Los Amates (8,827.90 metros cuadrados, que en 1995 se extendieron a 10,004); la empresa Tropical Safari, dedicada a la administración de bares, restaurantes y discotecas, más otras propiedades a nombre de Mario Ruiz Massieu…

Armando Ruiz Quintanilla adquirió ocho propiedades: dos edificios con 54 departamentos en Carabalí, tres edificios en el ex-ejido Santa Cruz; una propiedad en Hornitos y Costera Miguel Alemán; un edificio de condominios en La Quebrada y un predio de 3,668.98 metros cuadrados en Zihuatanejo.

Las propiedades de José Francisco en Acapulco están registradas bajo el nombre de la compañía Basihuare, según declaraciones de su hermano Mario en la Corte del Distrito Sur de Texas, división Houston. Casas, residencias, empresas como la HYH. A principios de 1994, ante el levantamiento zapatista, José Francisco decide sacar del país gran parte de su riqueza…

Destino trágico el de esa familia, mis valedores, que incluye la violación de una joven por parte de alguno de los hermanos Ruiz Massieu, con un resultado fatal de suicidios y asesinatos, y yo me atrevo a decir: trágico, sí, pero muy merecido. (¿O no..?)

Qué nombres para un corrido…

Estoy mirando las fotos del matutino. Las observo e intento adivinar lo que el hombre y la mujer ahí retratados estén pensando a estas horas, ya en manos, crudelísimas manos, de los de uniforme. Reviso la vera efigie de «El Tigre», nada menos que «El Tigre», o sea un tal Juan Diego Espinosa Ramírez, narco segundo en la jerarquía de la banda colombiana de Valle del Norte, según la nota de prensa Contemplo la foto de la compañera sentimental de «El Tigre»: «La Reina del Pacífico», ni más ni menos, brazo derecho de capos de la alzada de El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán. Sandra Avila Beltrán, del cartel de Sinaloa «La Reina del Pacífico». Qué alias para un corrido…

Miro las fotos, las observo hasta bizquear, y válgame, que a tales delincuentes les advierto tamaños para la epopeya en la imaginería popular que ha erigido capillas y altares a Jesús; sí, pero a Jesús Malverde, delincuente que murió a manos de la ley. Las hazañas delictivas de La Reina y su Tigre dan la exacta medida del acordeón pespunteado con el bajo sexto que a los cuatro vientos desparramen las hazañas de esas vidas casadas con la violencia, y que en la contienda traicionan o son traicionados, y entonces la traición va a arrojar restos humanos, desgarrados restos, y cabezas sin cuerpo y cuerpos descabezados. En la venganza demencial hablaron el rifle de alto poder, la ráfaga de metralleta la granada de fragmentación. Y el rival, hecho garras, ¿reconocible. Y las A-K-47 a la guarida, otra vez…

Los capos del narcotráfico, mandones de los carteles del Golfo, de Juárez, de Sinaloa que malviven de traicionarse, vengarse, cobrarse afrentas, y masacrarse unos contra otros, todos contra todos, solos o con la ayuda de sus aliados de uniforme en su cotidiano pleitar contra los uniformados a los que aún no han podido o querido cooptar; en rudas batallas contra los agentes de la CÍA norteamericana que, encubiertos o a la descubierta, en el territorio nacional (los vende-patrias, una vez más) combaten a productores y distribuidores de droga Los capos del narcotráfico…

Vidas hazañosas: El Señor de los Cielos, El Chapo Guzmán, Osiel Cárdenas y el Güero Palma, los hermanos Arellano y Caro Quintero, el Mayo Zambada y tantos más. En la cárcel algunos, prófugos los más, o escondidos, cuando no bajo tierra o tantito peor: en las manos del gringo, donde los fueron a depositar los Judas entreguistas al servicio del vecino imperial. Los Pelones, los Zetas, los kaibiles de Guatemala, vidas dañeras, azarosas vidas, corazón bandolero de quienes se juegan su resto en el águila o sol de la cotidiana violencia Porque en la disputa de territorios su sino es la rociada de plomo a la vuelta de cualquier encrucijada del camino; que los narcos pelean en distintos frentes y, siempre contra la ley, imponen la ley de la selva, la del más fuerte, la del mejor armado, del mejor custodiado, por ganar mercados para la droga, y afianzarlos y expandirlos. «El Tigre…»

Así es el comercio de la droga en México. Con esta mano envenena el país y con esta otra le proporciona las divisas con las que, mano a mano con PEMEX y las remesas del indocumentado, equilibran su economía y le dan el qué comer. Y que a partir de la escuela primaria envenene a las nuevas generaciones, esas encargadas de rescatar el país del flagelo del narcotráfico…

Todo este comercio se perpetra en la impunidad. El Chapo Guzmán, por ejemplo, recién casado en luna de miel. Fue en la población de Canelas, Durango, donde se llevó a cabo la ceremonia, con todo y juez de lo civil y cura católico si también casorio por la iglesia La boda, rumbosa y alharaquienta fue del dominio público, y tuvo de invitados a algunos funcionarios encargados del combate al narcotráfico. Lo usual. Es México.

Una plaga purulentosa; una pústula en el organismo de la sociedad. Una matadura ya agusanada, esta del narcotráfico. ¿Por qué eligieron habitar en el corazón bandolero del peligro, arriesgando cada día la libertad y la vida? ¿Masoquistas? No, que el tráfico de drogas les reditúa millonadas, y en moneda nacional (dólares). ¿Y a esa cáfila de dañeros de miércoles, a esos Chapos, Tigres y reinas del Pacífico componerles su corrido? ¿A esos..?

Millonadas cosechan en los sembradíos de estupefacientes que ha de envenenar a gringos y a con-nacionales. Pero un consuelo me queda, y a esto quería yo llegan ellos se enriquecen hasta la náusea; ellos, que en materia de espíritu nada son, acumulan bienes materiales, y entonces se tornan exhibicionistas y alardean de su pésimo gusto en los bienes que adquieren con los dólares mal habidos. Porque los narcos tienen, pero no son. Pero en la empresa echan por delante la vida la familia la libertad. Ellos arriesgan la cuera ¿Y los políticos, mientras tanto? ¿Y Fox? ¿Y la Marta? ¿Y los hijos de toda su reverenda Marta, los Bribiesca Sahagún? ¿Esos qué tiznaos arriesgan?

La Reina, celda con celda de una rival, Cantalicia Qué nombres para un corrido. (En fin.)

Díaz Hordas…

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. ¿A dónde vamos? ¿Oh amigos! Luego, eso fue verdad. Ya abandonan la Ciudad de México. El humo se está levantando. La niebla se está extendiendo…

México, 2 de octubre, 1968 – 2 de octubre, 2007. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace 39 años, cuando la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, anocheció nublada de cadáveres, para que al siguiente día los habitantes de esta ciudad capital amanecieran con la agitación, la expectación y el ánimo enfebrecido, mientras que arcos olímpicos y banderas tricolores colgaban aquí y allá y tremolaban al viento de otoño como signos de confraternidad, al tiempo que el autócrata represor, el de las manos tintas en sangre, clamaba a todos los rumbos de la rosa de los vientos:

«¡Todo es posible en la paz..!»

Y cuán efectivas las estrategias del Poder después de la noche de Tlatelolco, otro día la Plaza de las Tres Culturas iba a amanecer pulcra, recién relujada, como si horas antes no hubiese anochecido erizada de cadáveres. ¿Cuántos civiles muertos? Doscientos, según documentos desclasificados en Washington, por más que muy otra es la historia oficial: fue en 1978 cuando los reporteros se acercaron al general José Hernández Toledo, jefe que fue del Batallón Olimpia la tarde infausta de Tlatelolco:

– General, ¿realmente falleció el número de personas que se afirma murieron el 2 de octubre del 68?

Rotunda, la respuesta del ameritado militar (¡por el honor de la patria!):

– No, miren, en Tlatelolco no falleció ninguno.

La historia oficial, ese oficial e interminable embuste; ese interesado manipuleo de la crónica que viene desde Tlacaélel (¿desde antes?) en una tradición que han mantenido los alquilones al servicio del Poder, como aquel nombrado Rafael Solana, hoy difunto y ya desde antes muerto en vida, esa que dedicó a quemar incienso a los premios literarios, al presidente en turno y a la «belleza» de la que fuese «primera dama». De la masacre (¡no genocidio, señor Carrillo Prieto, fiscal especial para los crímenes de la guerra sucia instrumentada por Echeverría desde 1968 hasta la década de los 70s!); de la masacre de Tlatelolco, repito, lo publicó en el semanario el Solana de marras:

– Ganas de exagerar que tiene la gente. El 2 de octubre fue una catástrofe de muchísimas menores proporciones que un accidente de aviación no muy grande, o que unas vacaciones de Semana Santa en las carreteras del país, mucho menor que el incendio de un teatro, ¿y a eso se le ha pretendido dar dimensiones de epopeya? ¿Y se ha llegado a la exageración ridicula de decir antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco? Pero cómo, ¿acaso, cuando el choque de trenes en Topilejo, se llegó a decir antes de Topilejo y después de Topilejo? Qué ganas de exagerar…

Que Tlatelolco nunca más. Ni el de la derrota de los meshicas ni el de la masacre de mestizos por parte de un Sistema de Poder autocrático y autoritario. Hoy, cuando aquí, allá y en todos los rumbos de la rosa se encienden los focos rojos; hoy, cuando las aguas bajan turbias y parece que el Poder intenta despertar al México bronco, es como para decir desde lo íntimo del cogollo del espíritu: que Tlatelolco nunca más. Nunca..

Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos; con esa lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados…

Bueno, sí, pero más allá de la historia oficial, ¿qué fue lo que realmente se perpetró en Tlatelolco? ¿Cuáles fueron sus antecedentes, y qué consecuencias produjo en nuestro país? Lo apuntaba hace un par de años The York Times: «Si la historia la escriben los ganadores, la de México podría estar a punto de sufrir una importante corrección». Sí, porque según el diario de EU., «cuando candidato, Vicente Fox prometió formalmente una Comisión de la Verdad«. Mis valedores…

¿El diario neoyorkino creyó la palabra del candidato Fox? ¿La creyó alguno de ustedes? ¿Le creyó a Fox? Y es que, a decir del dicho periódico, «la Comisión de la Verdad podría ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política De ser abierta, podría destruir al Revolucionario Institucional, que durante 71 años de dominio en México controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos…»

Por contras, mis valedores: algunos vislumbres de la verdad se columbran en ciertos documentos que el general Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio del matancero, reveló a Javier García Paniagua hijo suyo. (Sigo mañana)

La memoria histórica

¡Cristianismo sí, comunismo no! Y al pregón reaccionario el fanático de ultraderecha, cristero ayer y hoy de El Yunque, en Tlatelolco encendió la hornaza de una masacre descomunal. Hoy mismo, a estas horas, sigue imponiendo su ley. A como dé lugar. Y está a punto de convertir en llamarada el rescoldo del descontento popular atizado por las desmesuras del Poder. Y la memoria histórica..

Fue allá por septiembre de 1968, con un intervalo de días, cuando se escenificó una de las maniobras con las que se encenderían los ánimos de unas masas manipuladas que fácilmente cayeron hasta la bestialidad del linchamiento en San Miguel Canoa, allá por los rumbos de Puebla Septiembre de 1968; lo proclamaba el matutino, tono triunfal:

¡Manifestación Anticomunista en la Plaza México..! Cerca de 12 mil ciudadanos y jóvenes (sic) se congregaron ayer para realizar un acto de desagravio a nuestros símbolos nacionales, que derivó en una exacerbada manifestación anticomunista Gritando: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, comenzaron a llegar, desde las once y media de la mañana en compactos grupos que antes hablan participado en otra manifestación en la Basílica de Guadalupe.

A las 12 horas, 3 mil mujeres, jóvenes y ancianos, habían extendido numerosas mantas y exhibían pancartas: ¡Comunismo en México, jamás! Cristo Rey, tú reinaras, Contra los traidores, Muera la bandera rojinegra, Dios, patria, familia, libertad, Cristianismo si, comunismo no, Apartidas comunistas fuera de México, etc…

El principal organizador, desde un micrófono, dirigía las porras: ¡México nunca será comunista! ¡Viva México! ¡Mexicano! ¿Estás dispuesto a defender a tu patria? Los gritos, las porras: ¡México, México!, subrayadas por el rítmico chocar de las manos de los asistentes: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera Castro Ruz! Cuando ya habla allí cerca de 12 mil personas, los dirigentes de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales dieron la orden y un grupo de muchachos salió al ruedo con un monigote hecho de cartón que representaba a los guerrilleros: gorra cuartelera, camisa y pantalón verde, luengas barbas, en las manos un libro nefando: el diario del Che…

El vocerío creció: gritos exasperantes (sic) exigían: ¡Quémenlo, quémenlo, quémenlo!, y quienes tal pedían subrayaban su exigencia con enérgicos ademanes, con el pulgar tenso, apuntando hacia la arena Alfonso Aguerrebere, desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: ¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apartidas!, volvió a gritar, y la multitud respondía exaltada ¡Mueran! Alguien, en la arena junto a un camión en el que había unas mantas con las siglas del MURO, exigía nervioso: ¡Gasolina dónde hay gasolina! Otros acercaron cerillos al guerrillero y, segundos después, todo allí era fuego, gritos incontenibles, casi histeria Los presentes entonaron nuestro sagrado Himno Nacional Mexicano.

Mantas y pancartas: El comunismo destruye a la familia, Comunismo en México nunca, Muera el comunismo, Dios, patria, familia y libertad. ¡Viva México! ¡Muera el comunismo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe..!

De ahí al linchamiento, un solo paso: Puebla 18 de septiembre, 1968. «Un campesino y tres excursionistas fueron linchados por los habitantes del pueblo de San Miguel Canoa Personas desconocidas, instigadas por el cura católico Enrique Meza, azuzaron a los habitantes contra el grupo, diciéndoles que se trataba de un grupo de comunistas…
Los sucesos se iniciaron el sábado por la mañana cuando un grupo de excursionistas empleados de la Universidad Autónoma de Puebla y un amigo procedente del DF trataron de ascender al monte Malintzin a cuyas faldas se encuentra San Miguel Canoa Obligados por el mal tiempo regresaron al pueblo y por lo avanzado de la hora no les fue posible hallar transporte hasta esta ciudad. Iban a pernoctar en San Miguel Canoa, pueblito de 5 mil habitantes. Buscaron asilo. Se les negó. ¿Serían abigeos? El campesino Lucas García ofreció a los jóvenes su casa Al rato, las campanas de la capilla repicaban y por el micrófono del Zócalo se informó: había un grupo de comunistas, e iban a izar una bandera rojinegra Dos mil lugareños armados con rifles, cuchillos y pistolas, fueron a la casa de Lucas, exigiendo la entrega de los excursionistas. De nada valieron las explicaciones; él fue sacrificado a machetazos, y con él los empleados de la UAP. De milagro escaparon cuatro, uno fingiéndose muerto tras de recibir un machetazo en la cabeza.»

Las fuerzas de ultraderecha mis valedores, que así, para su provecho, manipulan a unas masas dogmáticas, ignorantes y atacadas – atascadas- de prejuicios. (Lóbrego.)

Ah, corazón solitario…

(¿Asi me pagas, mujer, que cada noche te sueñe..?)

El amor, mis valedores, ese espeluzno y ese fogonazo que es estado de gracia para el humano y tiro de gracia (plena) contra la humana soledad. En los albores del mito, dice Platón, hombre y mujer formábamos pareja soldada a los omóplatos, carne a carne, rostro y sexualidad enfrentados. Tanta era la fuerza de la pareja que Zeus, temeroso del golpe de estado, nos dividió y arrojó a deambular por los andurriales de la humana soledad. Desde entonces ellas y nosotros el tanto de nuestra vida la vivimos desalados, buscando a ciegas a quien se unía a nuestros lomos. «Si yo te hubiese encontrado / no fueran tantas mis penas / ni andaría por ahí, perdido /mirando caras ajenas…»

La humana soledad. Quien niegue tan ruda dolencia que a todos lastima o lastimó alguna vez, se engaña o nos quiere engañar. Y qué de afanes, ansias y desazones; qué de recursos despliega el solitario por tratar de enganchar a aquella que lo libere de la soledad. Todo el encanto y la capacidad de seducción, desde la mirada insinuante hasta las alocadas promesas que suelen desembocar en la nada. Todo, con tal de tener consigo a la única…

Y el último recurso para viejos, ineptos o acomplejados: el tercerón, el casamentero, el club de corazones solitarios que, cuota en metálico de por medio, facilita a ellas y ellos, durante un par de horas, la humana convivencia Conocerse, y tal vez…. Patético,
Yo, en mayo del 2006, a invitación de la dueña del club estuve en un sitio de esos. Una hora soporté aquel ambiente y huí sin despedirme de nadie. Solo llegué y solo creí desatar, pero no, que detrás se me vino alguno; nervioso él, tenso, ansioso. Pero un momento, no pensar mal; heterosexual, como yo, «por servir a México» me requería ¿Un alucinado? Bajo la llovizna nocharniega salí del club y me dirigía al BMW (el volks. cremita corrijo), cuando en eso, a mis espaldas: «Mi valedor». (¡Quise huir!)

– No se asuste, yo soy miembro activo. (¡Peor todavía!) «Miembro activo, pero del club». Me tranquilicé. Me detuve. «Por lo visto, dije, ni usted ni yo pescamos nada Solos entramos y solos nos vamos. Mala suerte».

– ¿Mala suerte? Mejor no pudo haber sido. ¿Me acepta un café para celebrar su buena fortuna? De vida o muerte lo que tengo que decirle

Válgame Y sí, ahí estábamos, yo chiquiteándome aquel negro bien caliente Un café. Y sí, que yo, con acceso a radio y periódico, intentase salvar a todos ustedes y salvar a México. Nada más. Válgame «No exagero, y aquí las pruebas: ¿captó la calidad de gente que asiste al club de los solitarios? ¿Notó la clase de candidatas con las que el desesperado puede ensartarse?»

Ah, misógino. «¿Y los varones? ¿Ellos sí son una ganga?»

– Aquí ellas son las que importan. ¿Captó usted a las candidatas? Todas con una vida ya hecha y un destino ya destrozado. Enteras cuando cayeron en el amor; y confiadas, ilusionadas, enamoradas hasta las telillas del corazón, a ojos cerrados se entregaron a su amor. Vidas hechas y deshechas son lo que ofrecen a la pareja potencial. Integras fueron cuando parejas primerizas; desnaturalizadas se ofrecen hoy, erosionadas tras de una convivencia de sufrimientos y pérdida de autoestima Agrias ahora tras el fracaso de su pareja inicial, han criado sentido, se han vuelto mañosas y esconden impulsos homofóbicos y revanchistas, Ahí el peligro del solitario: irse a enganchar con una masoquista tal vez, una amargada, una inescrupulosa ¿Capta el peligro?

– Yo no fui al club por buscar pareja

– Su obligación, por civismo y amor a los mexicanos, es advertir en Radio UNAM a la posible víctima «Cuidado, López Obrador, en su marcha a Los Pinos. Viudo como es, mucho cuidado con recurrir al club de corazones solitarios. No lo haga por usted sino por nosotros. ¡Que no me lo vaya a engatusar alguna aventurera vida hecha y destino deshecho, que vaya a ventear la oportunidad y pegar el salto hasta las alturas, y se pueda marear, y se enferme de una desbozalada ambición y por satisfacer impulsos púbicos robe los dineros públicos, y despilfarradora como nueva rica protagónica y exhibicionista vaya a poner en peligro el país! ¡Tome ejemplo de naufragios ajenos y destinos patéticos!» ¿O a usted le gustaría que el Peje repitiera el caso de Fox con la Marta.?

– ¿Que qué? ¡Eso nunca! ¡Jamás otra abominación! ¡Jamás! ¡Nunca.!

– Ahora que si al Peje le apetece una doncellita limpia y natural, nada maleada todavía hágale llegar esta tarjetita Tengo por ahí una sobrina que..

– ¡Y yo por qué! ¿Soy su alcahuete? -Me di el levantón, y fue entonces: sentí el negro quemándome la entrepierna «Es por México», al verme huir. Ájale «Eche pues la tarjetita». No lo dejaron llegar, pero al menos AMLO ya no está solo, suertudo él. Yo, en cambio… (En fin.)

El árbol de la horca

Tal puede nombrarse el «árbol blanco» (Jena, Luisiana, EU.) destinado para gente de raza blanca bajo el que varios estudiantes negros se atrevieron a sestear hace un año, lo que desbozaló un conflicto de racismo e injusticia que ahora culmina con una tumultuosa movilización de protesta que parece marcar el arranque de un nuevo movimiento nacional semejante al de los años 60, por cuestión de derechos civiles en los Estados Unidos. De la noticia, como de todas las que se generan en el Imperio, se hacen eco todas las colonias. Y el doble discurso, mis valedores. La doble moral de esos puritanos de fachada, racistas de entrañas y corazón. ¿Pues no se indignaron hace un par de años por la emisión de ciertos timbres postales en nuestro país?

Aunque asunto interno de México, los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen El gobierno mexicano tiene que tomar eso en cuenta…

Asperos, abrojudos estos conceptos de un Scott McClellan, vocero de la Casa Blanca, como también los de un Stephen Hardley, asesor de Seguridad Nacional, título impresionante, al condenar la emisión de los timbres postales con la imagen de un tal Memín Pirigüín, negrito típico mexicano, y yo digo: asqueante resulta ese doble discurso que manejan los puritanos del Norte al escandalizarse (moralina, cinismo, falso pudor) porque una cantante negra de apellido Jackson muestre ante el público un cacho de seno, cuando una de las más rentables industrias, en los Estados Unidos es la pornografía; y ahora el país que es flor y espejo del racismo en agravio de negros y extranjeros, concretamente de los mexicanos («grasientos frijoleros color de lodo»), se crispa, indignado, ante la figura de ese extraño espécimen de color negro que en México cae en el terreno del exotismo barato: Memín Pinguín, sin pronunciar la «u», o Pingüín, pronunciándola, que ni en eso hay consenso entre los pobres de espíritu que consumen bodrio tal. Qué país el del gringo; el nuestro, qué país. En fin.

Yo, por evidenciar ese doble discurso de los vecinos, me acerqué al estudio de Carlos Fontanellas sobre la dificultosa coexistencia del negro norteamericano con sus paisanos de piel blanca durante los tiempos de la guerra civil. Aquí, algunos apuntes:

En un principio fue la rivalidad entre los confederados esclavistas sureños y los estados del norte de Estados Unidos, que los llevó a la Guerra de Secesión de 1861-65. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por su libertad e igualdad mientras en el norte los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército. Lincoln los rechazó en 1861 y en los años siguientes.

La presencia activa y la agitación de las masas negras preocupó al gobierno, que creó un Departamento de Colonización con el plan de retornarlos a África o a alguna una isla del Caribe. Fracasó tal política

El negro, por fin, logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que se negó a tomarlos prisioneros; los heridos eran asesinados; el
ejército los discriminaba se les cerraba la posibilidad de ascenso a cualquier rango militar y se les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros, ante el problema de la paga adoptaron la digna postura de no aceptarla Paulatinamente se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, quienes fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de enorme violencia

El ejercicio del sufragio lo ejercieron los negros bajo el terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlos alejados de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron atemorizantes amenazas, a lo subrepticio organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas con objeto de imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.

Entre tales sociedades hay que mencionar al Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes pertenecientes a familias prominentes que rápidamente se extendió por los estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868 para oponerse a «la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca..»
Otra organización terrorista de los terratenientes se nombró Caballeros de la Blanca Camelia (Lousiana 1867), que también se extendió con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros. Y el doble discurso y la doble moral: hoy, ante la estampilla postal con el dibujo del tal Memín Pinguín, los gringos se escandalizan y… (Seguiré con el tema)

Locatel, esa pesadilla…

Y cómo reprimir la aspaventera exclamación, si tal como les dije ayer aquí mismo, la empleada del susodicho, al ubicar telefónicamente el depósito al que hubiesen «arrastrado» mi volks, me envió en derechura al corralón de automóviles retenidos (delito federal sus propietarios, o del fuero común) por la PGR, la PGJDF o la UEDO. ¡Y lo que de UEDO me la fueron a hacer, que apenas entrando al corralón recibí, en calidad de sospechoso, la calentada del trío de Blue Demon! «¡Cuál de estas es tu unidá! ¿En cuál cometistes el crimen! ¡A ónde trasladastes al secuestrado! ¿Lo asesinastes, bato? ¿Le mochastes los dedos? ¿Onde cometistes la inhumación clandestina? ¡Confiesa, carbón..!»

Yo, temple de acero y bandolero corazón, desmorecido en un charco de lágrimas con la cesión de mi cartera logré convencerlos de mi inocencia «Uh…ta ya lo andábamos pasando ora sí que a perjudicar, mi estimado. ¿Por qué no va a la delegación pa’ que le informen de su nave.?» – Me soltaron bañado en sudor. Me sudaban ojos y cráneo, cóccix, boca y entrepierna, que todo yo exudé sólidos, líquidos y gaseosos. ‘Tero no hay fijón, ¿verdá?», el jetón. Un cacho de estopa: «Órale, mi estimado, una manita de gato». Me la di a lo apresurando, que me urgía resucitar de entre los muertos. El panzón del diente de oro y la mano pesada me acompañó hasta la salida Resoplaba El calor, pretextó. El ejercicio violento. «Y como me agarró frío, ¿verdá? Se imponen los chescos, ¿no, mi estimado..?»

Se impusieron. Yo entonces, despavorido, huí a campo traviesa y crucé lotes baldíos y terrenos alambrados, brinqué bardas con filos de vidrios y avancé pajareando en procura del barrio, la calle, la civilización, lo humano, la vida Iba haciendo pucheros. Rezando. Yo, el recién resucitado:

– ¡Libre! ¡Ese taxi! ¡Párese, por vida suya.!

Se paró, y a la delegación; a preguntar por el depósito donde hubiesen internado el desdichado carcachón. Y aquello fue deambular de departamento en departamento, de oficina en oficina de escritorio en escritorio, de burócrata en burócrata «¿Su qué, dice? ¿Vehículo? No, fíjese que no es mi ária y ya casi es hora de checar. Donde le informan es en Locatel«.

Me estremecí. Les expliqué. Les mostré mi lengua, que en la calentada me mordí. Les mostré un cacho de nalga, que me mordieron. ‘Pos sí, pero aquí no. Mire, chance y…¿ve al viejito del escritorio junto al archivero?»

Mis valedores: a Kafka muchos lo mientan sin conocerlo. Yo, acucioso lector de El Proceso, El Castillo y varias más, puedo decirles que esa mañana de miércoles fui el José K. del alucinante enredo donde nadie se reconocía como mi interlocutor. Y toqué fondo. Al fondo, el barbón: «No, aquí no. Sí, esta es área de carros, pero de camotes, de jodogs. Ora que si mete un escrito…»

Exploté. Yo, que sólo me atengo al convencimiento de la racionalidad y la lógica me exasperé y acudí al último de los recursos, el de los pobres de espíritu: que le encuero la de periodista «¡Y en Radio UNAM los voy a exhibir de ineptos, mediocres, burócratas..!»

Ájale. ¡Vade retro, Satán! Ante el fulgor charolado el de las barbas brinca acciona el radiotransmisor, y en clave, para mí indescifrable, el diálogo con el incógnito burócrata de algún ignoto corralón;

– Aquí pareja un N-64. Quezque no sé qué de un S-57, y anda apantallando con una Q-26, el muy R-56. Chéquemele si tenemos ahí un T-16. Sí, mire: que el miércoles se lo arrastraron, verdá. Chéquemelo, o sea..(La voz del otro, inaudible) Sí, pareja de volón, pero revise su B-25, no nos resulte el mono un 863, ¿ve? (Yo, de G-27, aguardando.) Sí, mire, voy a aplicarle un N-94, por si haiga cometido algún M-56 con agravantes, pero se ve que es gil, o sea un típico G-41, ya rucón, medio sub guey. ¿Eh? No, qué va Un pobre D-36. Ni pa los cigarros, pareja Pero usté revise su lista de los más buscados, o sea Luego resulta que uno con facha de vil R-69 nos va saliendo que es un Ch-36, y hasta extraditable Démele una checadita a su D-46, plis. No, manso, mensurrón, inofensivo. Un típico G-4L.

El G-41 típico (este servidor) ahí, aguardando de pie, la N-13 reseca (la boca), y de lija la J-69 (la lengua). ¿Y si aviento el N-28, o sea el arpa, y que se queden con mi Z-46? Pero no, que ahora se trataba de una cuestión de honor, pundonor, dignidad, y no iba a dar gusto a una punta de C-39. Mis valedores:

Ya en la cochera reposa mi Z-46. Sucio, desvencijado y con tales calambres de espanto que al querer arrancar se ahoga No, y su pobre U-64 (el sistema digestivo y el mofle): hedores con diarrea de aceitosa bilis. Lo estoy observando y… lástima Lástima, sí, ¡pero triunfamos sobre la burocracia de mi país! ¿Y ahora, mis valedores? ¿Ahora encarar todas las obligaciones del nuevo reglamento de tránsito? ¿Y mis derechos? ¿Esos qué? Cada vez que busque mi carcacha en algún corralón, ¿la pesadilla? (¡Locatel!)

¡Confiesa, carbón..!

El carbón era yo. Pero en fin, que la noche quedó atrás, dije a todos ustedes el pasado viernes. Que logré reintegrarme al hogar, y que de la alucinante experiencia sobreviven sólo algunas magulladuras y dos o tres moretones en el tórax, el cóccix y toda la rabadilla En el ánimo, principalmente. Mis valedores: si me tomo la libertad de ser tan explícito y minucioso en la crónica de la escalofriante odisea que viví en los afanes de dar con el paradero de mi cucaracheta (que por haberla estacionado en lugar prohibido fue «arrastrada» por la grúa de Tránsito), lo hago con el propósito de que alguno de ustedes experimente en cráneo ajeno y no estacione el BMW en lugar prohibido, porque es una falta cívica y porque aunque contamos ya con un flamante Reglamento de Tránsito (con todo y sus 12 puntos malos), grúa, corralones y agentes de tránsito siguen siendo los mismos. Cuidado. Pero si no escarmentasen, y la de Tránsito les «arrastró» el Mercedes Benz, y tratan de ubicar el corralón donde lo mantengan en calidad de detenido como sospechoso de ser sospechoso, un consejo sincero: cuidado y vayan a pedir el auxilio de Locatel, porque pueden sufrir la experiencia que aquí les cuento.

Y es que ese mal día de miércoles, la de Ebrard cargó con mi volks cremita Yo, todavía inseguro sobre el destino del carcachón, me hacía cruces (roja, verde, azul) sobre la estrategia que debía aplicar para dar con su paradero. Y la sugerencia de Mayahuel (ella mi hija tan bella que en ratos creo que lo hace a propósito): «Pa, ¿y si preguntaras a Locatel..?»

Buena fue su intención, pero funestos los resultados. Tomé el teléfono, y la cálida voz femenina «Sí, mire: el depósito correspondiente al área donde le arrastraron su vejestorio (yo que usted me desentendía de semejante montón de fierros viejos, pero en fin); el depósito, repito, se ubica en la calle tal, entre las calles tal y tal, colonia tal».

¡Locatel tal y tal! Porque ahí comenzó para mí una odisea que ni la del que dio nombre a una de las obras cumbres de la épica de todos los tiempos. Porque Odiseo mis valedores, sólo tuvo que enfrentarse a Scila, Caribdis, Polifemo y dos que tres amenazas más. Yo, por contras, tuve que enfrentarme a aquel corralón. El depósito. Y qué depósito…

Fue así como aquella mañana de miércoles, culpa de Locatel, me lancé a dar de vueltas y revueltas, ires y venires, avances y reculones por sitios cada vez más lóbregos, por unos caminos que se tornaban campo traviesa, hasta que logré dar con un corralón inhóspito que se repecha al socaire del cerro aquel y de aquellos zanjones, alambradas y tabicón agazapados entre perros, matorrales y terrenos baldíos. Ya cuando me acercaba a la reja alambrada aquella premonición. Sentí cómo se me fruncía me refiero al ánimo, cuando el uniformado entreabrió la reja «¿Sí, mi estimado? ¿Qué se le perdió? A ver, entre pa dentro».

Entré pa dentro. Perros que me ladran, botellas vacías, barrizal, matojos. Al fondo, corral de espantadas reses, el rebaño de automóviles de lóbrego aspecto: polvo, maltrato, abolladuras, desolación. «¿Alguna de ésas es su unidá, mi estimado?» Yo, caracoleando entre jettas, stratus y caribes, buscaba la figura familiar de mi cucaracha En eso, de súbito:

«¡Ya, carbón, ya no finjas..!» ¿Que qué? Ya eran tres, y sin apenas lograr hacer tierra con los botines, me «arrastraban» a remolque hasta la caseta de tabicón. Los alientos fétidos: «¡Confiesa, carbón, en cual de esos cometistes el delito que se te imputa, hijo de la misma!» Y uno me sujeta por los brazos, y otro me apergolla por el pescuezo superior, y el del diente de oro y tufo a droga en fermento me pepena de los meros vamos a decir entrepierna, y apretaba y a mí a cada apretón se me chispaban los tomates de arriba los abajeños, los colaterales. «¡Suelta la sopa hijo del delito que te imputa! ¿Atropellamiento, asesinato, daño en propiedá ajena?» «¡No te hagas ni nos la quieras ver de tus majes! ¡Una de esas es tu unidá! A ver, ¡cuál, jijo de Buda!» «¿Es robada, la usastes pa trasportar droga? ¡A alguno matastes y lo encajuelastes!. ¿Onde, carbón? Ah, ¿te niegas a colaborar? ¿Quieres que se te la apliquemos como Dios manda tu calentada del mediodía.?»

Yo, ya haciendo tierra, ya pataleando en el aire, intentaba rezar para que Dios guarde a Locatel. Cómo fue que un inocente volks. que nunca se ha enredado en una simple infracción de tránsito, que nunca ha dado vuelta prohibida a la izquierda, mucho menos hacia la Nueva Izquierda de los nuevos chuchos, había sido ubicado en un depósito de cadáveres (de coches involucrados en delitos federales) por culpa de la fementida voz femenina de Locatel, que me mandó al matadero, o sea al depósito de automóviles de la PGR, la PJDF, la SEDO o la UEDO, da igual, porque la que haya sido, me la hizo de UEDO. Yo, corazón de… (Mañana, el final.)

La ideología del Ripalda

Si no es ahora cuándo, mis valedores. Ya que este gobierno es de católicos convictos y confesos, el clero político se envalentona: «¡Libertad religiosa! ¡Educación religiosa en las escuelas públicas del país!» Oyéndolos, el analista Roberto Blancarte: «La enorme paradoja es que ahora enarbolan una libertad religiosa que negaron por sistema durante siglos». Y el jurista Carrancá y Rivas: «El 24 consagra la libertad de creencias en el más amplio sentido de la palabra. Intenta la Iglesia beneficiarse a la sombra de malsanos intereses políticos. ¡Hay que detenerla!» Y las paradojas que pare la historia..

A la distancia de 201 años de que naciera el visionario que con sus reformas de corte liberal enfiló el país en la ruta de lo científico y racional, el alto clero y sus aliados históricos instrumentan, a contracorriente del curso de la historia, esa tan ruda campaña contra uno de los mejores logros del Impasible y su grupo de liberales, el carácter laico de la educación escolar. ¿Pues no gesticulan y manotean con la pretensión (¡la exigencia!) de que se impartan clases de «religión» en las aulas del país? ¿De religión? ¿De cuál de las tantísimas con registro en el país? ¿Hinduismo, judaismo, budismo, cristianismo, catolicismo, islamismo, protestantismo y cientos de «ismos» que miedos, terrores, esperanzas e incertidumbres del hombre han forjado y que siguen vigentes hasta el día de hoy? Y si en las aulas se estudian las religiones, ¿caben todas? ¿Hay cupo, todavía, para gramática, geometría, ciencias naturales? En la catedral, mientras tanto, ¿clases de trigonometría..?

Alguna vez Ignacio Ramírez, liberal, escribió a un su correligionario Dn. Ignacio Altamirano un estudio sustancioso «Sobre la llamada enseñanza religiosa». De su vigencia juzguen ustedes según los siguientes párrafos:

«¿Formar una sociedad enteramente jerárquica, donde todos obedezcan y muy pocos piensen, donde el arte y la ciencia enmudezcan cuando habla el dogma? ¿Retroceder hasta los siglos de la barbarie? ¿Se quiere que el sacerdote nos acompañe en la cuna, en el lecho conyugal, en los placeres, en las desgracias y hasta en las puertas de la muerte? Las ciencias y las artes no florecen sino entre los rayos de la demostración y de la experiencia; la soberanía individual rechaza los dogmas, porque todo dogma es una voluntad ajena y toda soberanía quiere ser independiente Hoy, cuando los instrumentos más ingeniosos se multiplican para descubrir la verdad, ¿qué asiento pueden tener entre nosotros las revelaciones y los oráculos?

¿Cuál es el mínimo de los conocimientos que por ahora se exige a todo miembro de la familia humana? Lectura, escritura, aritmética, geografía, historia, un oficio o los principios de una profesión, y algunos rudimentos en las leyes y civismo, conocimientos bastantes para que la juventud aspire al título de padre o de madre de familia ¡Y para llenar tantas exigencias del siglo se nos propone un Ripalda! No se nos diga que ese catecismo es el compendio de lo que Dios ha dicho. ¿Cuándo autorizó Dios a unos oscuros frailes y clérigos para que le compendiaran sus palabras? ¿Por qué ustedes, ripaldistas, condenan a la multitud a tan completa ignorancia? ¡Ay! Es porque bajo la máscara de la religión se oculta el espíritu de dominio; con el catecismo no aumentáis el número de los cristianos, sino únicamente marcáis servidores.

Ese afán de mando se descubre cuando se acusa de ateos a los gobiernos que proclaman la libertad religiosa La religiosidad consiste en la creencia, que es puramente personal: así pueden los gobernantes ser mahometanos en una nación de católicos intolerantes, o en una federación, cada Estado podría proteger una religión diferente y el gobierno general no profesar ninguna El gobierno representa la ley civil; los clérigos quisieran que representara la ley religiosa para dominarlo y para realzar la pretensión moderna de que al Papa debemos entera obediencia. ¡El Napoleón del cesarismo cristiano!

El clero no demanda al gobierno fe, sino coacción; quiere que la autoridad amenace a los que no crean; para esto necesitaríamos inventar un cuarto poder: el creyente. No trastornará el mundo sus instituciones para volver a la teocracia Podemos felizmente comparar; entre un número igual de personas de la misma clase, tomada una mitad de una nación teocrática y otra en una nación tolerante, es probable que faltas y virtudes aparezcan en una misma proporción. Entre ustedes, ciegos creyentes, y nosotros, libres pensadores, no veo que el vicio se acompañe, de preferencia con los unos o con los otros, aunque podemos asegurar que todos poseemos algunas virtudes: sí, ustedes y nosotros enseñamos a nuestros hijos a respetar los bienes ajenos, a valorar la vida de nuestros hermanos, a no traspasar los límites de una justa defensa a obsequiar todas las exigencias sociales y a ser modestos y generosos; nosotros todavía les enseñamos más, y es a no condenar a ninguno a la ignorancia, obligándoles a creer lo que no les podemos probar. ¡Les enseñamos con voz y con el ejemplo a no hacer traición a la patria.!» A México. (Este país.)

Puntos malos

Para Aída. (Tú, la de todos los días…)

Todo derecho crea obligaciones, como toda obligación crea derechos. La obligación del automovilista es acatar el nuevo reglamente de tránsito, o se le vienen encima los puntos malos. Bueno, sí, ¿pero sus derechos? ¿Y las obligaciones de las autoridades? ¿Y el pestilente negociazo de las grúas? ¿Y la kafkiana situación (cito a Kafka porque yo sí lo he leído) que enfrenta el automovilista al tratar de rescatar su vehículo, que cayó al corralón. A propósito, mis valedores…

La noche quedó atrás. El incidente quedó superado, y en casa todo volvió a la normalidad. Fatigas y riesgos, susto y espanto, bilis y pesadillas, todo van diluyéndolo vasos, tazas y pocilios de tila con cuasia, borraja, cuachalalá y gordolobo para que agarre sabor. Y la paz. Ya oigo al impaciente: «barájamela más despacio». Allá voy.

Todo comenzó el día aquel en que estacioné el BMW (el volks. cremita, más propiamente), y de la librería me traje la Ciropedia de Jenofonte, edición de la UNAM. Una hora más tarde con todo y la crónica de las hazañas del conquistador llegaba yo a casa A pie «¿Y el Mercedes Benz, quiero decir la cucaracheta?», me preguntó Aída. Y al conocer lo ocurrido, consejo de familia.

– Cuidado y vayas a buscar tu carcacha en algún corralón», dijo Ariel ¿Qué tal si la encuentras? El destino te brinda la ocasión de que finjas que te olvidas de ella Aprovéchala, pa.

– Ahora que si fue robo -Mayahuel-, te aconsejo que no acudas al Ministerio Público a poner tu denuncia No olvides que estás en México.

Argumenté que mi vehículo tiene cosas rescatables. Las llantas…

– Recubiertas y vueltas a vulcanizar -Ariel-. Una de las delanteras, de volks.; dos repelos de tsuru y uno más de tractor, de los chicampeanos.

Que la caja de herramientas, el gato, los faros…

– La de herramientas, llena de estopa y una cacho de espejo retrovisor. ¿El gato? Nocturno. Al amanecer, una orinada en el asiento para delimitar territorios, y a la azotea ¿Faros, pa? Tu volks nunca pudo curar su complejo de Edipo. ¿No caminaba a tientas, con las cuencas vacías, como el de Tebas cuando se enteró de que él y su mamacita.?

Total, que abandonara el volks a su mala suerte y me hiciera de un Mercedes Benz blanco, blindado, con chofer, como el del poverello Norberto Rivera, ese santo discípulo de Cristo, al que imita en su edificante pobreza.

Ni hablar. Lo que es yo, a agenciarme otro volks de segundo cachete, que suburbans y gran marquises se quedan para el beato golfista, empresario taurino y bon vivant Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec. Yo no hice voto de pobreza ni desde el pulpito la ando predicando en misa mayor (y entre paréntesis: no hice tampoco voto de castidad, para andarme refocilando con monaguillos y demás criaturas de catecismo. Yo no.)

Y fue así, mis valedores, como defraudé la voluntad familiar, y ya dispuesto a
recuperar mi cucaracheta, la interrogante: ¿por dónde empezar? ¿En que sentido, en qué dirección dar el primer paso? ¿Dónde pudiera andar la oveja perdida? ¿En el corralón? ¿En cuál de tantos, en cuál de todos? ¿Ya lo tendrán en el deshuesadero? ¿Qué pueden sacarle de utilidad a las refacciones de un carcachón como tampoco de su propietario, al que a esta edad ya borrarón de la lista como donador de órganos? Tal vez, Dios no lo permita, a estas horas el relingo cargue a la desdichada víctima rumbo a la casa de seguridad de los secuestradores. En fin. Al rescate de mi volks di el primer paso, un paso más en falso que el de la doncella que cae con el traficante de blancas en la internet Yo caí en Locatel, ¿se imaginan? Locatel, válgame.

Que ahí me iban a informar, juró Mayahuel. Y sí: cálida voz la de la incógnita que contestó mi llamada de auxilio: «Tiene usted que acudir al depósito de automóviles que le corresponde al área de arrastre, ubicado en la calle tal, entre las calles tal y tal, colonia tal. Locatel tal por cual. ¿A qué corralón se imaginan que me envió el muy criminal? La crónica:

Viernes, 11:34 am. Por fin, tras de hora y media de consultas a la guía roji, preguntas a vecinos, sobornos a los patrulleros y zigzagueos de hormiga espantada, llegué al corralón extraviado al pie de un cerrillo y entre terrenos baldíos. Y aquel lóbrego paisaje. Yo, la corazonada Uno de azul entreabrió la reja alambrada

– ¿Sí, mi estimado? ¿Que se le perdió qué? ¿Alguna de estas unidades la reconoce como suya? A ver, entrando pa adentro. Écheles uno, o sea un ojito. Entre pa adentro. Luego ái pal chesco, ¿verdá? Entre pa dentro…

Entré pa dentro. Al rato, en la celda de tortura sentí que… (Lo que sentí, el lunes..)

¡Ulero! (con perdón)

Desde que se cruzaron, las vidas de Eddy y El Chapo Guzmán son una garantía de que la paz no volverá nunca, de que el horror no conocerá fin…

Y que con la promesa de capturar al Chapo Guzmán antes del 20 de noviembre, Hidalgo Eddy «ha desatado un completo terror (sic) en las familias de Sinaloa, violando la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y los derechos humanos de todos los sinaloenses (…) y extrayendo joyas y vehículos con el pretexto de buscar al citado Chapo…»

Y los mensajes amedrentadores que, erizados de faltas de ortografía, se acompañan con un cadáver destazado por la tortura, restos humanos sin cabeza y cabezas sin el resto del cuerpo. El horror en la pugna de capos contra capos, de capos contra policías, de policías contra militares, de militares contra zetas y de estos contra quien designe el que pagó la tarifa. Y que hablen la metralleta y el rifle de alto poder. Es México…

Yo, en terminando de leer el reportaje de Almazán (Milenio, 16 de septiembre), me di a la reflexión de esas vidas que no deben conocer el sosiego, que avanzan siempre en el consabido filo de la navaja y siempre en la mira de la AK-47. El Chapo Guzmán y compinches del narcotráfico…

Miré una foto, observé esta otra, leí el párrafo al pie: «Alcides Ramón Magaña fue detenido y señalado como uno de los guardaespaldas de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, luego de defender a su entonces jefe cuando gatilleros de los hermanos Arellano Félix intentaron asesinarlo…»

En la noticia, mis valedores, reconocí mi país: «El Ministerio Público Federal ‘olvidó’ acusarlo del asesinato de siete militares. Lo mismo ocurrió en el Juzgado IV de distrito en materia de procesos penales federales. Alcides fue jefe de grupo de la Policía Judicial Federal, y junto con su jefe, el comandante y subdelegado de la PGR en Sinaloa, brindaba protección al Grupo Control». El político y funcionario de la PGR le pidieron su apoyo para proteger embarques de droga…» Leí, suspiré y se me vino, una vez más, la certidumbre: es México. Pero semejante noticia no fue la única…

En el matutino del día siguiente una más, quintaesencia de la nota roja que alimenta el nivel de audiencia del duopolio te televisión y el espíritu de tantos de sus adictos: «Sujeto a exhaustivos interrogatorios (¿imaginan ustedes lo que «exhaustivos interrogatorios» signifique tratándose de policías de este país?), se encuentra en la SIEDO Fernando Cabrera Juárez, capo del cartel de Juárez, que fue sorprendido y capturado en su guarida..»

En su guarida, dice, y esposado y tratando de cubrirse el rostro lo miré en la foto, y en la tertulia mostré las notas a los vecinos, y ahí los comentarios del maestro, La Tía Conchis y demás contertulios. La Lichona batallaba con La Beba, 6 años de edad que se resistía a retirarse a dormir. Dije:

– ¿Ven? Y que al momento de su captura y para enfrentar cualquier emergencia, el capo cargaba 350 mil dólares en un maletín. Triste destino el de estos infelices…

– Infelices que nada tienen en este mundo que no sea dinero mal conseguido y el odio, el temor, el desprecio de toda la población- El maestro.

Tiene razón. Lóbrega vida la del delincuente de corazón bandolero, del criminal que conoce como destino, tarde o temprano, la pérdida de la libertad cuando no la muerte violenta. Triste sino el de los tales malhechores que se saben repudiados de la comunidad, a la que inspiran un oscuro temor y un odio reconcentrado. Don Tintoreto:

– Son seres al margen de la ley, que anochecen y no saben si van a amanecer, si amanecen y pasan su día protegiéndose del mal encuentro y de la rociada de plomo que de qué rumbo y a qué horas puede llegar. Patético.

– Patético, sí (La Lichona), por más que esos delincuentes han sido templados para la lucha y son conocedores del terreno que pisan y los riesgos que corren un día sí y también el siguiente ¡Quieta, Beba! ¿Qué no entiendes? ¡Ya vete a dormir!

– Amurallados en verdaderos búnkers de acceso difícil en las estribaciones de la serranía, con gatilleros a su servicio y la complicidad de policías, militares, jueces y políticos. Tienen dinero, tienen poder, pero no son dueños del terreno que pisan. Un paso fuera del bunker, y el miedo, el temor, el pánico, el despliegue de metralletas que los protejan, o el odio de la población los masacra Pobres. Me recuerdan… ¿a quién me recuerdan?
No, pues a quien. «¡Beba a dormir!» Y ella, que de repente se pone a opinar: «Si esos delincuentes sólo rodeados de metralletas y vallas metálicas se atreven a salir, mami, ¿no se parecen a.?»

¡Bomba! Mis valedores: yo, celoso de la libertad de expresión, me reservo el nombre que soltó La Beba Si alguno lo adivina pues… (¡Ulero!)

Pobres de espíritu…

El cinescopio, mis valedores. Todavía satisfecho por esa reforma electoral ya aprobada por ambas cámaras legislativas, pero temeroso por la suerte que vaya a correr con unos congresos locales manipulados por la treintena de gobernadores con pujos presidenciales, me di a recorrer el borbollón de comentarios en contra y a favor que en la prensa escrita provoca la reforma de marras. Sólidos los argumentos a favor, los contrarios exhiben la consistencia de los urdidos por la señora Chapoy y Ferriz de Con. En busca de más referencias al tema acudí a mi archivo y hurgué en los diarios de fecha atrasada Nada Ya me daba por vencido cuando en eso, de repente..

Ahí, en el matutino, el articulista que se desbarata en odas (no odas, loas) al cinescopio. ¡A Televisa! ¡Aquella!, la que fue del Jacobo servil, incondicional del gobernante en turno! Yo los prevengo, mis valedores: según vayan leyendo traten de resistir la náusea al calcular el poder de cooptación del que fue y amenaza volver a ser, según las decenas de gobernadores de la divisa tricolor que aspiran a la candidatura presidencial, el PRI-Gobierno. ¿O habrá entre ustedes alguno que salga de acuerdo con el lambiscón que así quema copal en el altar, el cinescopio, de Televisa? Con esas sintaxis, sus reflexiones:

«Observo con cierta extrañeza no exenta de curiosidad cómo algunos colegas arremeten despiadadamente contra la empresa Televisa. Hombre de cierta edad con años en estos menesteres del periodismo he estudiado, leído y releído las críticas y, por más vueltas no hallo un fundamento real que justifique tantas culpas como se le atribuye a esta noble empresa El firmante lleva decenas de años viendo televisión y ha captado cómo, este modelo, sí, he dicho modelo, de empresa, ha ido escalando puestos ejemplificando con una línea que roza la perfección una organización excelente, un indudable acierto en la selección de sus participantes y sensata disciplina, madre de los éxitos en cualquier entidad que se precie de competente y seria

Con el impactante nacimiento de Eco un maratónico programa, concienzudamente estudiado, magníficamente distribuido y fielmente desarrollado que impactó al mundo (…) el conjunto de esta empresa (…) ha merecido el calificativo de sobresaliente. Es más, ha supuesto para México un orgullo que cualquier mente sensata ha de conocer como tal. Estos intelectualoides deben saber que una inmensa mayoría del pueblo mexicano está formado por gente sin gran preparación cuyo solaz esparcimiento degustan con algo que entiendan y nada mejor para ello que esas telenovelas con variedad de temas para todos los gustos que promueven su deleite. Además, estas telenovelas algunas, son verdaderas obras de arte que aun en contra de recalcitrantes opositores han mantenido su categoría de estupendas. Esto tantas veces confirmado por intelectuales de verdad y gente de refinado gusto que, separando un tiempo del que dedican a Beethoven y Shakespeare, se recrean extasiados en la pequeña pantalla, apreciando complacidos la insuperable actuación de una María Rubio. ¿Verdad que sí? ¿Se debe seguir criticando a una empresa que ha contribuido tan directamente al engrandecimiento e su patria? Sí, dicho así, de su patria Hay muchas formas de hacer patria al margen de cuanto supone alardes malabaristas de demagogia Hagamos un recuento y seamos honestos. Agradezcamos sin pleitesías y sin actos de sometimiento los favores que nos ayudan a todos. Hoy, Televisa es causante a través de su comunicación que el glorioso nombre de México, timbre de orgullo para todos los que vivimos en este país, suene en todo el continente de América, parte de Europa y Norte de África. Más o menos en todo el mundo. No es mala consecución, ¿verdad? Con información veraz y valiente…

Una información auténtica y fielmente descriptiva las programaciones informativas han cubierto siempre los deseos del teleespectador (…) Eso se llama ambición empresarial, cualidad legítima que ennoblece al que la practica y beneficia a sus colaboradores y al ingente de lectores visuales que se recrean con sus enseñanzas, esa creatividad ha dado últimamente como resultado, Eco. ¡Casi na! Pronunciado en andaluz. Y al frente de Eco designaron a un monstruo de reconocimiento mundial don Jacobo Zabludovsky. Otra vez ¡Casi na! Y ya han a parecido los que le encuentran defectos a Eco. Cómo no. El protagonismo y la notoriedad brotan como los cangrejos en las playas al calor del sol; nada más que este sol que alumbra a Televisa calienta y permanece para hacer verano duradero en todo lo que pretende el simpar (sic) consorcio. Nuestra felicitación, ¿a quién? A los vértices centrales de Televisa, señores Alemán y Azcárraga o, Azcárraga y Alemán, y sugerirles seguir por el sendero marcado sin rebajar un ápice en el entusiasmo y la norma de trabajo que, heredaron de sus mentores, figuras ilustres que han dejado envidiable estela como muestra imitativa de un brillante hacer para el bien de nuestra nación». (¡Agh.!)

Padre, perdónalos…

Aconseja la Iglesia no ir al Zócalo. «Esa mezquindad de los perredistas, lo afirma el vocero Valdemar, empaña una tradición que debe ser motivo para celebrar nuestra nacionalidad y no para dividirnos politicamente». Al siguiente día, el reculón: «A la Iglesia no le compete hacer llamados cívicos…»

– Pues sí, pero a mí me gusta aquí El Valedor para «Sacristán por un día», dijo el joven juguero. Total, que él sabe repicar y andar en la procesión. Pues qué, ¿no iba para papa y salió camote? ¿No lo chisparon del seminario?

– Ni se le ocurra, padre Pioquinto. ¿Se imagina un pseudo-neo-comunistoide en su templo? Eso sería poner la Iglesia en manos de Lutero.

– Del útero, tía Conchis, corrigió El Síquiri. Se pronuncia l’útero.

Mis valedores: ¿por qué se le ocurrió a mi confesor espiritual aceptar la sugerencia de los vecinos y habilitarme como sacristán de la capilla del Ajusticiado? («Mañana, cuando yo llegue a oficiar, ya todo debe estar a punto. Si algo falta lo sacas de la sacristía, allí hay de todo».) ¿Cómo y por qué ese anochecer me encontraba en aquel recinto en penumbra, cuyo silencio ninguna paloma en la cúpula venía a romper a aletazos..?

A la luz de esos tres míseros foquillos que más que vibrante luz generaban
sombras inmóviles examiné el altar mayor, donde al siguiente día, muy de madrugada, se oficiaría el santo sacrificio de la santa misa por el eterno descanso del alma de la inolvidable devota cuyo nombre he olvidado. Y qué altar: sin el crucifijo sobre el tabernáculo, sin el tabernáculo con su misal, ni las ceras, el incensario, las vinajeras, nada. Y semejante mundo de polvo, incuria, soledad, que en lo alto presidía, de tamaño natural, un Cristo crucificado. Y sea por Dios. A poner en orden su santa casa…

Entré a la sacristía, y esto fue abrir cómodas, examinar cajones, rebuscar entre viejos ornamentos, pero ni un mal crucifijo (¿mal?), ni un mísero misal, un hisopo, en fin. Y aquel hedor, semejante pestilencia que parecía emanar del rincón tras la percha donde pendía, racimo de ahorcados, esa promiscuidad de sotanas. Pero la pestilencia, ¿algún gato muerto? Removí el hábito negro con el nombre de su dueño en la percha: Norberto Rivera, Cardenal. Alcé el vuelo de la sotana y ájale, el tufo me azotó en pleno rostro. Nauseabundo. Y cuál gato muerto: la renegrida sotana (fino casimir) escondía en una bolsa secreta y a la altura del trasero cierto manojo de proclamas políticas y un plan de estudios para violar los derechos fundamentales de la niñez a base de una educación confesional que, contraria al conocimiento científico, se basa en el dogma, la secta y el pensamiento mágico. Sacudí con asco aquel trapo y miré de ganchete al Crucificado. Dios, ¿embeleco de las sombras? De sus pupilas en el rostro macerado le manaba el par de goterones cristalinos, y rojiespesos lloraderas de su cuerpo llagado. Cristo Dios…
En procura de aire limpio, los ventanucos. Conteniendo el aliento alcé la falda de una sotana más. No la hubiera alzado: ¿de ahí venía el hedor? ¿De la mancha como de engrudo que a la altura de la entrepierna plegaba la tele? ¿A esto apestan la pederastía, la paidofilia, la sodomía?

Al sacudir la sotana del curita Aguilar. el amago de vómito…

Me apresuré: antes de que raye el sol, este cochinero debe quedar rechinando de limpio. En otra sotana: ¿y eso? No puede ser. ¿Puede así corromper toda la iglesia eso que a la altura de la entrepierna esconde el renegrido espantajo? ¡Un palo bien tieso con un par de bolas, Nazareno! De Onésimo Cepeda, sí; el equipo de juego del obispo golfista y amigo del alma, si no de Dios, sí, cuando menos del César. Una sacudida y conteniendo el aliento di unos pasos, me apoyé en el horcón hincado en el piso e intenté controlar un estómago que se me encabritaba; qué a tiempo descubrí que el horcón hincado en el suelo era, hincado en oración, San Expedito milagroso. Me le santigüé enfrente, y a enfrentar la pestilencia de tantísimos expeditos…

La hedentina de esta otra sotana: pólvora, alcohol, sangre recién derramada Levanté el vuelo de una tela pegoteada de hemoglobina y licor: ahí, encuevado a la altura del cuadril, el pistolón. Sí, la sotana de Lorenzo Cuéllar Vázquez, sacerdote dipsómano y asesino avecindado en Acapulco. Miré hacia Aquel que, suspendido sobre el ara del altar, agonizaba en el leño de la cruz, y… ¿ilusión de óptica? ¿Advertí en el pecho divino aquel suspirillo? Mis valedores: ahí se me prendió la requemante necesidad de arrimarme al Ajusticiado, doblemente Ajusticiado por los pastores Rivera, Onésimo y Valdemar. Me le acerqué, y dándole el tratamiento de «usted» le hablé quedo para no irlo a sobresaltar; que me sintiera real y no una aparición o un espejismo de su propia soledad. «Aquí le apronto una brizna de consuelo, un retazo de compañía. Ha de perdonar si no me atrevo ni alcanzo a secarle sus pupilas rasas. Ya, mi Señor. No llore…» Lástima. El Ajusticiado. (Dios…)

Cuando enferma el cuerpo social…

Lo primero que se gangrena es el lenguaje, y un pueblo desinformado y resignado bajo un poder omnímodo puede caer y cae en la servidumbre, la degradación política y moral, hasta el grado de un animal doméstico…

A aprovecharla, mis valedores. A aprovechar esa elocuente lección de gramática que acabamos de recibir. De sinónimos y eufemismos, concretamente, combinada con toda una cátedra de moral a la manera de Tartufo, personaje inmortal de Moliere. A aprovechar unas enseñanzas que, en apariencia, nos resultan gratuitas, y que van más o menos así:

Monopolio, sinónimo de pluralidad. Duopolio, sinónimo de justicia Mediocracia, eufemismo por interés público. Uso, equivalencia de abuso. La verdad, eufemismo de la patraña, la componenda, la manipulación. El eufemismo de recibir «línea» es independencia, y propiedad privada es equivalencia de espectro radioeléctrico, patrimonio de todos los mexicanos. A la recuperación de esa propiedad pública se le nombra expropiación. A la manipulación del duopolio, opinión pública. Al servicio del poder, servicio público. Etica a la guerra de lodo, y al chantaje, moral El sinónimo de una sañuda manipulación de masas sociales es ética profesional, mientras que la degradación espiritual de esas masas tiene el sinónimo de moralidad…

Defensa de los intereses populares es equivalente a mantener a las masas en la ignorancia, en el consumismo, en el cretinismo, en la degradación. Mentiras, calumnias, ataques gratuitos y elogios pagados a muy alto precio con los dineros ajenos tiene como eufemismo libertad de expresión A las verdades a medias, que son mentiras completas, se les designa con el eufemismo de ética profesional Intereses oligopólicos equivalen a defensa de los derechos sociales. ¿Rapiña económica.?

Esa pronuncíese «libertad». La desaforada facturación de billetes, muchos billetes, y miles de millones, tiene como sinónimo interés social Transparencia y apertura son equivalencia de compinchaje y maniobras de tenebra que se implementan como armas de resultado letal para destruir adversarios políticos. Por ahí va la lección de gramática..

Las utilidades económicas del negocio se expresan, a lo eufemístico, como servicio de voz pública al servicio de quienes carecen de toda tribuna y a enriquecerse a lo descomunal se le nombra «bien público». La aprobación de la reforma a la Ley de Radio y Televisión, alias Ley Televisa, en la que se invirtieron siete minutos, fue reforma bien meditada La aprobación de la reforma electoral fue «fast track» , dicho a lo gringo de cuarta..

A la defensa del negociazo: ¡que se organice una consulta pública.!
A propósito: «En tanto instrumentos, los medios de condicionamiento de masas no jugarán otro papel que el que sus dueños quieran asignarles. Así podrán ser instrumentos de cultura o de incultura vil; podrán ser medios de dominio como de liberación, e instrumentos para unir a un pueblo o para dividirlo, para hundirlo o enaltecerlo, todo a criterio de los concesionarios. Es la propiedad sobre el «medio»
la que determina al servicio de quienes va a funcionar, a favor de qué causa de qué valores, de qué clase social.»

Por otra parte, el papel político del periodismo queda de manifiesto si analizamos la realidad objetiva no existe la información por la información. Se informa para orientar a las masas en determinado sentido y con objeto de que semejante orientación llegue a traducirse en acciones determinadas. Se informa para dirigir, y en ese sentido el mimetismo entre política y periodismo llega a ser total. Sin más.

Otra más: «Seleccionando las noticias que apoyan su propia política y omitiendo otras, o dando más importancia a los sucesos y aspectos de su conveniencia los medios de condicionamiento de masas les dan una realidad del todo alejada de la verdad, lo que hacen dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos…»

Por cuanto a la cátedra de moral: a los Azcárraga y los Salinas hay que ubicarlos en la pelleja del picaro redomado, del hipócrita fingidor, del Tartufo que emboza sus intereses bastardos con la máscara de la honorabilidad y el bien público. Tartufos. ¿Cómo pudo ocurrir, de no ser por la aviesa manipulación del duopolio de marras, que catorce millones de fregados votaran el pasado 2 de julio del 2006 por el candidato que, continuismo del modelo neoliberal, iba a fregarlos todavía tantito más? Ah, la «libertad de expresión» en la versión de Salinas y Azcárraga

Y de repente ¡zas, el gasolinazo! Y la TV a seguir mangoneando a unas masas que se resisten a entender cómo en manos del duopolio sólo juegan el papel de aquellos ratones a los que Hamelin, con su flauta (Televisa, TV Azteca), precipita al mar.

Es México. (Seguiré con el tema)

Memorial

Se iniciaron las obras para construir el memorial de las víctimas del 11/9 en la zona cero. Nueva York.

Y como todo lo que cada día expelen las tripas del imperio del norte, la noticia acaparó los espacios en todos los medios de condicionamiento de unas colonias siempre pendientes de su metrópoli imperial. Y a propósito, mis valedores: ¿qué memorial, qué monumento alusivo, qué atención pública merecieron en los «medios» mexicanos y del resto del mundo los miles de civiles que asesinó el Pentágono cuando, en diciembre de 1989. invadió al pueblo hermano de Panamá? Nuestro, complejo de colonia del vecino imperial…

De esa invasión de Estados Unidos a la comunidad panameña hablé a ustedes ayer, y comparé su destino con el de Iraq y Afganistán, masacrados con un pretexto semejante e igualmente trivial, que fue atrapar a un par de aliados del imperio: en Panamá, a Manuel Antonio Noriega, y a Osama Bin Laden, en Afganistán e Iraq. ¿El costo de la triple invasión? Miles y miles de cadáveres regados en la geografía de esos desdichados países.De lo ocurrido en Panamá:

El coronel retirado David Hackworth, ex-comandante de combate: «La operación fue técnicamente eficiente, pero a mi juicio cien muchachos de las Fuerzas Especiales hubieran sido suficientes para capturar a Noriega. Esta operación descomunal fue un intento del Pentágono por impresionar al Congreso justo cuando está comenzando a efectuar recortes en el ramo militar».

Diversas declaraciones públicas añaden credibilidad a tales reflexiones del militar, incluyendo El Informe Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca presentado al Congreso en marzo de 1990. El recuento final de la masacre de civiles inermes deja un reguero de hasta siete mil muertos y desaparecidos y más de 600 fosas comunes. Pero el objetivo de la intervención armada de los diez mil infantes de marina contra la comunidad panameña se cumplió cabalmente al capturar a Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA, aliado de la Casa Blanca y principal traficante de estupefacientes, situación que el gobierno conocida desde 1972. «No obstante, lo mantuvo en su nómina mientras le fue útil», señala el historiador…

Ahora tocó el turno a la población inerme de Iraq, y el pretexto fue paralelo al de Panamá: capturar a un antiguo aliado de Washington al que la CIA entrenó para enfrentarlo, con sus fuerzas de Al Qaeda, a la extinta Unión Soviética. Hoy, derrumbada la tal, Osama Bin Laden, como Noriega, años antes, ya no es de utilidad para los intereses de Estados Unidos. Material desechable, Washington hace que hace intentos desesperados para deshacerse de él. Lástima que el precio de la maniobra sea otro reguero de sangre derramada Sangre inocente. Es la historia de los imperios, esos depredadores…

Pero en fin, por que frente a miles de muertes no se nos muera, con ellos, la memoria histórica, a la distancia de 4 años de la reiterada invasión a Iraq y a 18 de la masacre perpetrada por Washington contra el pueblo de Panamá, aquí y ahora asiento retazos de la crónica respectiva. El testimonio de la atrocidad, que denuncia Olga Mejla. defensora de derechos humanos en Panamá:

«Ellos convirtieron este país en un laboratorio del horror. Aquí, primero experimentaron con métodos de estrangulación económica; después utilizaron con gran éxito una campaña de desinformación a nivel internacional. Pero fue en la aplicación de la más moderna de las tecnologías de guerra donde demostraron maestría infernal. Los refugiados de El Chorrillo fueron víctimas de un baño de sangre durante y después de la invasión. Ellos vieron a los tanques norteamericanos pasar sobre los muerto. Fuentes de la Universidad de Panamá calculan 5 mil muertos, por lo menos. Condenaron el control de hierro del ejército de EU, que no permite el acceso a ninguna institución panameña para descubrir el número exacto de víctimas, que pudiese ascender a 7 mil…»


En carta pastoral en donde condenaban la interferencia de EU en los asuntos internos del país, obispos católicos denunciaron la invasión como «una verdadera tragedia en los anales de la historia panameña». Su protesta no fue escuchada en Washingtoa En los meses siguientes el genocidio se borró de la atención del gobierno de EU, que proclamaba la libertad y la democracia panameñas. Los obispos estimaron en 7 mil los muertos de la invasión. Y Vicky Peláez, defensora de derechos humanos: ‘El mundo continúa en la ignorancia sobre cómo murieron miles de víctimas de la invasión de EU a Panamá y del tipo de armas que usó, ya que el Fiscal General del país deniega el permitir la investigación de los cuerpos enterrados en las fosas comunes».

Panamá, Iraq, Afganistán, Líbano. A los miles de cadáveres que el predador imperial ha sembrado en las naciones víctimas, ¿un memorial? ¿Nomás al 11/9? Los ojos de unas colonias dóciles, manipuladas, ¿tan sólo en Nueva York? ¿Justicia? Los masacrados de Panamá. (A su memoria)

Imperio, masacre, manipulación…

La fuerza de la justicia en manos del Imperio, mis valedores. En manos imperiales, la fuerza de la manipulación. Atentado terrorista o auto-atentado el del 11 de septiembre del 2001, la Casa Blanca hizo llorar al mundo, lo hace llorar año con año, ante los 5 mil cadáveres que arrojó el siniestro de las Torres Gemelas. Nueva York.

Una justicia enclenque, una monstruosa manipulación. El pasado 20 de diciembre Panamá lloraba a sus muertos, víctimas inermes de la carnicería que perpetró el Imperio cuando, ¡por capturar a un solo hombre!, asesinó a seis, siete mil panameños. Población civil. De la matanza muy poco se habló en su momento. Quién, de los plañideros del 11 de septiembre, lamenta hoy (cuando menos recuerda) aquella masacre del 20 de diciembre de 1989. Es la humana condición. Es el Imperio. La noticia:

«Activistas de derechos humanos y familiares de víctimas de la invasión estadounidense -demandan que el 20 de diciembre sea declarado duelo nacional-, desatada a sangre y fuego hace 18 años por fuerzas de Estados Unidos, con el pretexto de derrocar y apresar al general Manuel Antonio Noriega, exigieron al gobierno de Martin Torrijos que se cree una comisión de la verdad. En la fotografía, una panameña lleva flores a la tumba de su padre…»

Leí la noticia, me quedé pensando y me acordé de Plutarco y sus Vidas paralelas. Porque vidas paralelas son las víctimas del Pentágono: Panamá, Afganistán, Irak, Líbano, en fin. ¿El pretexto? Combatir a los «enemigos» de EU. ¿El resultado? Miles, decenas de miles de cadáveres sembrados en Panamá, en Afganistán, en Irak, en Palestina, la mártir. Es el imperio…

Apenas anteayer fue un Manuel Antonio Noriega, compinche de Estados Unidos y presidente de Panamá. Hoy es Osama Bin Laden, antiguo aliado de Washington y entrenado por la CÍA. En Panamá, el genocidio fue conocido con el alias de Causa Justa-, ayer, en Afganistán, con el de Libertad Duradera. Hoy, en Irak el genocidio no tiene nombre. En Panamá, el Pentágono desfogó toda su furia con 10 mil invasores contra la población civil. Más tarde iba a descargar una fuerza descomunal, desproporcionada, sobre la población civil de Afganistán. Ahora tocó el turno a Irak. ¿El pretexto? ¿Cuál..?

Aquí una somera reseña de la carnicería que Estados Unidos, en su papel de gendarme universal, perpetró contra la población civil de Panamá poco antes de la media noche del 19 de diciembre de 1989, y esto con el pretexto de capturar (muerto o vivo, un millón de dólares por él) al Bin Laden panameño, el tal general Noriega, presidente de Panamá y narcotraficante al servicio de Estados Unidos.

La crónica:

1989. Con el antedicho pretexto de capturar a Manuel Antonio Noriega, ex agente de la CIA y acusado de tráfico de drogas, Estados Unidos invadió Panamá. El gobierno norteamericano tenía conocimiento desde 1972, cuando menos, de las actividades ilícitas de Noriega, pero mientras le fue útil lo mantuvo en su nómina. La invasión dejó un saldo de siete mil muertos y desaparecidos, así como pérdidas millonarias en la economía del país.

Actores y testigos del genocidio dan su testimonio:La Comisión de Derechos Humanos de Panamá, en colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica, con sede en Costa Rica, lo expresa en su informe del 20-30 de marzo de 1990:

«Los costos humanos de la invasión son substancialmente más elevados que las cifras oficiales de los Estados Unidos, de 202 civiles asesinados, alcanzando de 2 a 3 mil, de acuerdo con estimaciones conservadoras. Testigos presenciales señalan que helicópteros de los Estados Unidos lanzaron su fuego a edificios ocupados solamente por civiles; que un tanque de los Estados Unidos destrozó un autobús público matando a 26 personas; que residencias civiles fueron quemadas, y que esto resultó en la destrucción de muchos apartamentos y la muerte de muchas personas; que tropas norteamericanas negaron el acceso a la Cruz Roja, dispararon a ambulancias y mataron a heridos, a algunos con bayonetas».

Las iglesias Católica y Episcopal consideraron las estimaciones de la invasión en más de tres mil muertos, según cifras conservadoras, porque Washington impuso una rigurosa censura. Y el título del Informe:

«Panamá. Más que una invasión… una masacre«, una más del Pentágono, desproporcionada y descomunal como la que años más tarde iba a perpetrar en Afganistán e Irak, y al pretexto del terrorismo («un terrorismo al por menor, contestatario, contra el terrorismo de Estado que ejerce Washington, como afirma el norteamericano Noam Chomsky) lanzar toda su fuerza contra los pueblos inermes de Afganistán e Irak, y a probar contra ellos las nuevas armas de guerra. (Más del tema, mañana)

A primera sangre…

El Síquiri, mis valedores. Bravucón y endenciero de mecha corta, nunca me agradó como contertulio de Cádiz. Si se integró a la reunión de vecinos fue por casualidad, luego de aquella inicial invitación del juguero. Y ahí se quedó, y ahí sigue. El Síquri. Ahora, derribado en el sillón, lo veo humillar la testa, suspirar, y una vez más, monótono y reiterativo.

– Que nadie vaya a enterarse de lo ocurrido, bigotón. ¿Me lo juras?

Se lo juré. «¿Por tu madre Tula?» Por mi Tula se lo juré, y por supuesto que el incidente a nadie lo he de revelar, que di mi palabra y soy hombre de honor. Nunca diré que este Síquri mentado, ante los vecinos imagen del matasiete, del tragabalas y mascafierros, a la hora de la sangre resultó ser un perfecto zacatón. El Síquri, quién lo iba a decir; ese que salpimienta su plática con alusiones personales a riñas carcelarias y duelos de cantina, cuchilladas con maridos ofendidos y contiendas donde en la pelleja y con daga y puñal se firma el honor del macho muy macho. Ese mismo, nada menos que el valentón, vi cómo se desmayaba a la primera sangre. Haya cosa…

Ahora hemos regresado de consultar a cierto médico especialista en enfermedades venéreas, pero que manipuló la sangre del macho de mi corazón bandolero.

Al revisar los resultados: «Hombre de izquierda, ¿verdad? Militante de una ONG, sin duda. No de los Chuchos, espero, porque entonces me lo agarro de los Chuchos, lo duermo, y va a despertar con vasectomía y cincurcisión, luego de que lo haya capado como Dios manda. Y gratis».

– Perredista, sí, pero de los otros. Movilización y resistencia pacífica

– De izquierda a la mexicana. Lo acusan sus exámenes clínicos.

Achis, achis. Yo, intrigada «Cómo supo, doctor, que el paciente es hombre de izquierda y militante de una ONG?» Y válgame con la explicación del de las venéreas: «Infecciones diversas en las partes blandas, donde son más virulientas. Aquí, mire». Miré la cartulina garapiñada de cifras. «Ahora la radiografía». Alarmado, El Síquri:

– Yo no entiendo ni madre. ¿Estoy en peligro de muerte, doctor? Prefiero que me lo niegue, mas que sea una mentira, porque estoy mortificadón. Ya hasta diarreíta. Y de esa madre ni entiendo nada

– A ver si lo hago entender. Imagine que la radiografía representa el país. Aquí, a la altura del pecho, se ubica el DF; Puebla, enquistada en esta carnosidad, y Oaxaca en la región posterior. ¿Ve estas manchitas blancas? Eso quiere decir que en Oaxaca su organismo acusa un lobanillo que supura..

– Su pura madre, o sea la de Ulises Ruiz…

– Puebla acá, por atrás. Pedófilos, Sukar Kuri, Nacif, el gober precioso. Pero lo peor, aquí, en el mero corazón de su organismo, a la altura de Los Pinos, un quiste chaparrito, jetoncito, lleva nueve meses provocando metástasis en todas las zonas del país: Plan México, entreguismo de soberanía al gringo Bush, reformas laboral y del Seguro, aumento de los básicos, gasolinazo y lo que nos espera..

Al Síquri uno se le iba otro se le venía y otro más le quedaba entripado. «Bueno, sí, dije, pero rodo organismo tiene defensas, anticuerpos, glóbulos blancos. ¿Y los leucocitos? ¿Para qué están en el organismo, si no es para defenderlo de agentes nocivos?» Y válgame, que fue entonces: «Mire usted: los análisis del paciente, hombre de izquierda a la mexicana, revelan un aumento desmesurado de glóbulos blancos que sí, por supuesto, ya se movilizaron. Miles de ellos andan acá, en la zona del riñon, como quien va rumbo al cóccis, haciéndola de fumarola Ya lograron tomar la radiodifusora y están por asaltar el palacio de gobierno: «¡Fuera Ulises Ruiz!» Pero el tumor maligno ya se las hizo de pedofilia, ¿ve? Les pepenó a los más gritones y alharaquientos y los enchiqueró abajito del cóccis.

Cierto. En derredor del corazón los leucocitos ya tomaron calles, plazas y el zócalo, y por aquello de la ceremonia del Grito ya van contra el palacio de gobierno. «En eso conocí que el paciente es de izquierda cimarrona Sus leucocitos atacan, sí, pero con plantones y mega-marchita, y recabando firmas para que renuncie el de Los Pinos, hágame el plis…

Y ya Mis valedores: al Síquri, por mi madre le juré que nunca he de revelar que el muy valentón el piquetito en la vena se desmayó, ni que para la defensa del organismo enfermo y urgido de curación sus leucocitos adoptaron defensa la estrategia de cualquier ONG. Tampoco revelaré que muy leal a sus convicciones, pero que al igual que Pedro el apóstol, El Síquri rajueleó de su militancia en la mafia, digo en la tribu, digo en la corriente Nueva Izquierda.

– N’hombre, se lo confieso al doctor, y orita andaría yo sin mis alilayas.

A nadie, nunca revelaré que El Síquri negó ser un chucho más de los Chuchos socialdemócratas. Yo, chitón. Por mi Tula empeñé la de honor. (Shss.)

Septiembre fatídico

Los aviones iban directo al blanco. Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Luego las calles vacías, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que, hasta cierto punto, se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

No olvidar, mis valedores, aquel 11 de septiembre, cuando hizo explosión aquella tragedia, que preparada y perpetrada por el terrorismo internacional, vino a lastimar la conciencia de todo un pueblo. La fecha corresponde al 11 de septiembre de 1973, y tuvo como escenario el palacio en llamas de La Moneda, en Santiago de Chile, con el gobierno de Washington como victimario; de victima, con todo el pueblo chileno, Don Salvador Allende, presidente constitucional de la república de Chile. El magnicidio se tramó en La Casa Blanca como una orden personal de Richard Nixon, con la CIA, y cuándo no, como cerebro de la maniobra terrorista. De brazo ejecutor, Augusto Pinochet, ese que antes de fallecer , viejo, achacoso, corrompido hasta el tuétano y con la fama pública de asesino, dijo con vocecita tartajosa de vahído y desguanzo: “Pido perdón si en aquel entonces cometí algún error…”

Ya en 1972 lo denunciaba don Salvador: “Dije siempre que la victoria popular chilena era la derrota más dura de las fuerzas imperialistas y pro-imperialistas. La historia nos lo enseña: los grupos que saben que sus intereses van a ser heridos reaccionan tratando de impedirlo. América Latina tiene una dolorosa y vivida experiencia, que ha significado presión, coerción, y aun desembarco de fuerzas armadas…”

Al complot se refiere el cronista norteamericano de la CIA: “R.M. Helms, entonces director de la Central de Inteligencia, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970, reunión en la que el presidente le ordenó directamente la operación encubierta en Chile. Nixon había insistido: tenía que evitarse que el marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿ Cuánta gente había visto a un presidente de los EEUU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar las órdenes. Textual, la orden de Nixon:

“Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile! Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario, pero …¡ haz chillar la economía…

“Helms recordaba haber comentado:” Me están ordenando algo casi imposible. Era una operación condenada al fracaso: demasiado localizada, demasiado tardía, y con una preparación inadecuada”. Helms, claro, sabía que la clave de esa orden era la relación personal de Nixon con Donald Kendall, director ejecutivo y presidente de PepsiCo, que tenía una planta embotelladora de Pepsi-Cola en Chile. El había confiado la contabilidad de la firma a Nixon cuando éste empezaba a ejercer su carrera de leyes en Nueva York. La operación anti-Allende era, en esencia, una decisión de negocios: Kennedy y otras compañías americanas no querían un dirigente marxista en Chile. Al no prevenir la operación clandestina de Bahía de Cochinos, Nixon había quebrantado su propía ley: “Las operaciones encubiertas son como una buena droga. Funcionan, pero si abusas de ellas, te matan …”

Estaban también otros intereses económicos: “Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de Estados Unidos que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno, los militares quebraran el régimen democrático e impusieran la dictadura”.

Ahí intervino la manipulación de las masas: “¿Quiénes son nuestros enemigos? Tu enemigo, soldado, yo te lo voy a presentar. Es aquel que sigue ideologías extranjeras. Tu enemigo, soldado, es aquel extranjero cubano, brasileño y todo aquel mal chileno que hundidos en la clandestinidad de su país o en el nuestro han encontrado la forma de vida en las ideologías que no tienen Dios ni patria, y trataban de llevar a tu padres, esposa, hijos y amigos a la esclavitud en vida que es el marxismo-Leninismo”.

Y el entonces senado democristiano Juan de Dios Carmona: “Uno de mis orgullos es que, siendo ministro de la defensa de Frei, autoricé la adquisición de los Hawker Hunter que bombardearon La Moneda”, El Gral. César Mendoza: “Aquí, el primero que diga compañero o haga comentarios de cualquier índole será fusilado delante de los demás”. Y ya consumado el cuartelazo, Augusto Pinochet: “Somos autoritarios y no aceptamos nada. Mi poder político es de origen divino…”

Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973-11 de septiembre de 2007. Don Salvador Allende. (A su memoria.)