Televisión y primates

En Occidente, la gente piensa de manera visual.

Muy cierta la frase que acaba de expresar una Laura González en el matutino, como cierta también la de Samuel Palma César: «Sartori es un autor para releer». Esto digo yo, a pesar de que acaba de ser vejado con esa plaga inevitable del «premio», otorgado por no sé qué ni por quién. De Giovanni Sartori releo ahora mismo no su análisis en torno a asuntos de democracia y demás vericuetos de la ciencia política, sino sus reflexiones, tan actuales aquí y ahora, del «hombre simbólico» frente a la televisión. Porque, mis valedores…

Mucho conoce Sartori acerca de los medios de condicionamiento de masas, conocimiento que vació en un volumen centrado en el cinescopio en cuanto avance portentoso de la electrónica, pero frenazo, o más bien regresión, en lo que atañe a la marcha hasta entonces ascendente de una civilización que se inició con el lenguaje oral, el jeroglífico y la escritura cuneiforme, para avanzar con el papiro, el libro, el periódico, el telégrafo y el teléfono. La radio fue la culminación de un proceso que alejó al hombre de su ancestro el primate y lo convirtió en animal symbolicum y homo sapiens. Pero, se duele Sartori, llegó la televisión y lo degeneró en homo videns

¿Por qué la TV es regresión, si representa un avance descomunal en cuanto a medios electrónicos? ¿Por qué, si puede ser un soberbio auxiliar en la difusión de la cultura? Por esto, explica Sartori: del jeroglífico a la radio se emplearon signos, vale decir conceptos, abstracciones, un lenguaje de naturaleza simbólica, que fuerza al cerebro a decodificar sonidos y signos escritos. Este lenguaje simbólico nos elevó sobre el primate, sí, pero llegó la TV y nos cambió símbolos, conceptos, por imagen. Con (y en) el cinescopio nos «informamos» viendo, sin tener que involucrar el cerebro para la interpretación de símbolos. El lenguaje de la imagen se entiende aquí y en China, lo que no ocurre con el lenguaje simbólico, escrito u oral.

Ah, pero «una imagen vale por mil palabras», juran los publicistas. ¿Tanto vale? Mentira vil de los tales, afirma Sartori, y al decirlo en una entrevista de televisión su presencia tuvo sentido porque se expresó, es obvio, con un lenguaje oral. Una palabra, con su enorme fuerza y riqueza de evocación y significados, vale por mil imágenes, asegura. ¿La prueba? La propia televisión, que no puede bastarse con el puro lenguaje visual. Nos faltaría el necesario contexto, la explicación, que sólo la palabra proporciona, sea escrita u oral. El cinescopio…

Y aquí el motivo de que la TV haya significado un retroceso en la cultura y la civilización: captamos la imagen con sólo verla, sin necesidad de que las neuronas la decodifiquen, y ello nos acerca, una vez más, al primate. Para tantos de ustedes, adictos al cinescopio, ¿por qué no meditarlo en lo que pasa el desfile de los anuncios comerciales que trozan las peripecias de la telenovela, del talk-show, el clásico pasecito a la red o la apología de la nota roja en eso que apodan «noticiero»? Sí, todo lo indigesto y manipulador del cinescopio con que nutren su espíritu tantos de ustedes. Y aquí lo grave:

«La imagen no da, por sí misma, casi ninguna inteligibilidad. La imagen debe ser explicada; y la explicación que se da de ella en la televisión es insuficiente. Si en un futuro existiera una televisión que explicara mejor (mucho mejor), entonces sí, una integración positiva entre homo sapiens y homo videns se podrá reanudar. Pero por el momento, no hay integración. Por tanto, el acto de ver está atrofiando la capacidad de entender» ¿Más claro..?

Pero algo aún más grave en la metamorfosis del homo sapiens en el homo videns que genera la TV: ésta no es sólo instrumento de (des)información, sino también de (malformación del niño y el adolescente, los cuales cambian el libro por el cinescopio. Antes de ingresar a la «escuela aburrida» ya fueron (mal)formados por la «escuela divertida», a la que dedicaron y dedican ya cuando jóvenes y de adultos varias veces las horas que al aula y al libro. Y el niño es una esponja que «registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que ve, ya que aún no posee capacidad de discriminación». Así, el niño se va a convertir en un nuevo tipo de ser humano, «reblandecido por la TV que produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción, y con ella toda nuestra capacidad de entender». Ese pobre de espíritu nunca va a incorporar a sus costumbres el hábito de la lectura. Y aquí ese lugar común que repiten como loros políticos y mentores: «El niño representa el México del futuro».

Con tal generación de hijos de la TV, mis valedores, ¿qué futuro le aguarda al país? De internet, cibernavegación y validez de referendos y consultas ciudadanas escribiré un día de estos. ¿Les interesa? (Aguarden.)

Santo fast-track

Esto dicho a lo gringo, perdonando el colonialismo, porque he de aludir al beato de vía rápida y horno de microondas: Karol Wojtyla, el reaccionario más eficaz de los aliados de R. Reagan en su lucha contra la Unión Soviética. Leo, en el diario fechado ayer en El Vaticano:

En los próximos días se iniciará el proceso de beatificación del difunto Papa Juan Pablo II, «un gran don y una razón extraordinaria para agradecer al Señor…» (Mira, mira) Mis valedores:

Si un proceso al vapor salva requisitos como el del tiempo que debe transcurrir antes de que arranque el proceso de beatificación del presunto, no se anule el de los milagros divinos atribuidos a la intercesión del aspirante. Aquí, algunos que bien pudiesen acreditar la santidad de Wojtyla, y que habré de proclamar si el polaco muestra ser digno de los altares:

Primer prodigio: que yo, mexicano, nunca más tenga que avergonzarme frente a un espectáculo indigno e indecoroso: que en un estado laico como es el de mi país ningún titular del Ejecutivo se arrodille y le bese el anillo, nunca más, a ningún jerarca de la iglesia católica.

Otro más: que este gobierno no vuelvan a encaramarse gerentes de aguas negras y otras empresas transnacionales, reaccionarios que en las ceremonias públicas invoquen a Dios como misticoide maniobra que tanto ha de repugnar a la divinidad como repugna al Estado laico. Que Dios, por intercesión de Wojtyla, obre un milagro que se niega a realizar ese al que le corresponde, el paisanaje: que el Estado vuelva a su laicidad y a la libertad de conciencia, donde todas las religiones coexistan en paz, desde la de la Santa Muerte hasta la de la Santa Vida, la de amar al prójimo como a sí mismo. Con obras.

Que torne mi México a lo que era antes de los Salinas, Norbertos, Onésimos y el Wojtyla dogmático y reaccionario. Que los tonsurados no sigan dándole al César lo que sólo es de Dios. Que todos los símbolos religiosos tornen a su casa, el templo. Que ésos dejen ya de badajearlos en la plaza pública y en la calle real, y desde la catedral de la diócesis hasta la catedral del clásico pasecito a la red, con el Crucificado de carrilero de la media cancha al área penal. Que dejen ya de manipular a unas masas débiles y maleables que así se dejan enajenar por las religiones: la politiquera, la futbolera, la de los ritos y las procesiones en el Goloso de Santa ?rsula. Que ese deje de ser el destino de las masas: el de Perra Brava de todas las religiones.

Las masas: que Dios les de un poco luz para que se decidan al ejercicio de pensar, y de ahí a la autocrítica y, con el auxilio de la historia, desechen las estrategias obsoletas y creen una efectiva, provechosa para esas masas. ¿O vamos a seguir de megamarchitas per secula seculorum…?
Que las congregaciones religiosas dejen ya de saquear a las masas para apuntalar el erario de El Vaticano. Que El Vaticano deje de ser alcahuete, solapador y compinche de curas violadores,
los garañones curitas Maciel.

Que yo nunca vaya a morir, y que si me muero no muera sin confesión; que en mi agonía tenga a la cabecera el sacerdote, ¡y que ese sacerdote no vaya a ser Onésimo Cepeda!

Y el que sería un verdadero milagro: que al duopolio televisivo de mi país se le funda el bulbo, y si bulbos ya no se estilan, la resistencia, el condensador, en fin. ¿O con la televisión ni Dios Padre? Que si no se atreve a fundir un bulbo de la TV encienda, cuando menos, un bulbo en el cerebro de las masas mexicanas, y así dejen de ser tan débiles, vulnerables y dependientes, y tan pasivas, desprotegidas y dóciles frente a la manipulación del duopolio de Azcárraga y los Salinas, el que malbarató el Canal 13, el que prestó los dólares y el que los aprovechó para pagar el dañero consorcio.

Que nunca la dignidad eclesiástica, politiquera, emporque la dignidad de su investidura metiéndola a casamentera, divorciadora, alcahueta de primeras damas. Que por su intercesión el Altísimo se digne regresar a Martita a su cenicienta condición de encargada de una farmacia veterinaria donde a nadie lograba dañar que no fuese a esta mula o a aquel cabro mayor. Farmacia y Martita están hechas tal para cual. Ahí no cometería desmesuras a la medida de lo tropical, esperpéntico y surrealista, para vergüenza ajena y daño de tantos.

Que conceda el don del decoro a alguno que estoy pensando, que milagro mil veces más arduo sería dotarlo de inteligencia, sentido de la mesura, sensibilidad política y humana y vergüenza personal. Que Dios, en su infinita misericordia por las criaturas que modeló a su imagen y semejanza, vuelva el juicio y la salud mental a quien él ya sabe, o que, cuando menos, lo enmudezca de aquí a diciembre del 2006. Entonces sí, creeré que en el momento supremo Wojtyla se arrepintió de corazón y ya es digno de los altares. (Laus Deo.)

Olía a Titicaca

Mis valedores: el hedor.

Ayer les contaba que al irme a recoger (en la soledad de mi cama) me sorprendió un mal olor en el cuarto, y que a rastrear el origen de la pestilencia me ayudó mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. y promotor de todo lo que apeste a Madrazo. La crónica: Ya había examinado el 80 por ciento de la habitación: cama, zapatos, chonchines, ¡y hasta el sacro cendal del Cristo de mi cabecera, no fuera ser!, cuando le tocó el turno al reloj de cucú. Le abrí la tapa, metí las narices entre el pájaro y sus dos contrapesos, para que el dueño del cachivache, o sea el consanguíneo:

– ¡No te metas con mi cucu! Mejor te metieras con tu chinche computadora, chance y se le haya fundido un bulbo.

(Un bulbo, dijo.) Seguimos, podencos magníficos, olisqueando. Yo, los pelos de alfombra trenzados a los de las fosas nasales, cuando, de súbito, el consanguíneo: «¡Eureka, como dijo Empédocles! ¡Aquí está el jedor, huélele..!»

En el mapamundi, sí. Vetusto, ya muy pasado de moda. Como todos los construidos antes de los 80s., la reliquia familiar aún exhibe en Rojo los territorios que hoy son color aguachirle, y todavía blancos algunos que acaban de enrojecer Yugoslavia, todavía sin balcanizar. Checoeslovaquia, un nombre todavía enterizo, sin dividir. México, todavía con una frontera con el vecino imperial. Tenue, tímida, indecisa, pero frontera todavía. Se las arrimé a Europa, mis narices: «¡Cierto!

¡Algo está podrido en Dinamarca..!»

– Qué móndriga pestilencia, pa Sumatra. Huélete el estrecho, o sea el de Los Dardanelos.

Y no sólo el estrecho; el ancho también, todo el territorio de Irak, de Afganistán, de Palestina. A sangre inocente, sangre recién derramada por esa cáfila de Sharones, perros de guerra que en su carnicería invocan la democracia y el holocausto hitleriano. Sentí que se me aflojaba: porque, mis valedores, yo no soy de esos ingenuos que andan creyendo en fenómenos paranormales, qué voy a creer, ni de esos charlatanes ventajistas que se los hacen creer, pues no, pero ahí, en el mapamundi: ¿y ese olor a corrupción cuando mis narices rastrearon Rusia, Israel, Irak, Norteamérica, con su industria de guerra? ¿Y esos multicolores remiendos del Cono Sur? A muladar, a favelas, a miseria remojada con alcohol, una virgen en su marco dorado y un balón futbolero; pestilencia a toda la manipulación que ventosean todos los canales del desagüe, comenzando con el canal dos. El Jerásimo:

– Guácale, le di las tres a México, qué chinche jedor.

Me dolió tan ruda expresión, pero al olisquear la entrañable cornucopia, ájale, a puro sistema de poder, a Vicente Fox, a faldas (levantadas), a hijos de las faldas, a mofle de jet de los hijos de las faldas, a mujeres desgarradas en Ciudad Juárez, a Cartel de Juárez, al del Golfo, al del Tucom, al de la Gordillo, al de las faldas. En Guerrero aún no se extinguía la pestilencia a perro bulldog, y en yucatán, todavía perceptible, a vicioso bien pacheco cervera.

– Huélete el de Morelos, bigotón. A puro Estrada Cajigal.

– Y la pestilencia del gobierno chiapaneco, donde amenaza con volver el hediondo Roberto Albores, tal vez con su buen escritor y abyecto maromero de todo signo político, el Eraclio. ¿No te apesta a Zepeda, Jerásimo..?

Y así el resto de los amados parches del territorio: a descomposición global que se refinaba en el DF, todavía corrompido a puro Oscar Espinosa. Me vino la arcada. «¡No puedo creerlo! ¡Un fenómeno paranormal! ¡Este mapamundi es el vivo retrato, tamaño infantil y sin retoque, del original! ¡Esto hace trizas mi fe en el conocimiento científico y en la realidad objetiva! ¡Nadie va a creérmelo cuando lo cuente! Y no tener un testigo en quién apoyarme…

– Ma, ¿y luego yo? ¿Estoy pintado, o qué fregaos..?

– Tú no eres más que un priista. ¿Alguno le creería a un priista?

– ¡Acá está el jedor! ¡En el cráter del Titicaca!

¿Cráter? Ningún cráter: un agujero en la lámina. Encendí la de mano y la enfoqué hacia el interior de la esfera. Válgame, en plena cara el chicotazo de las pantconeras al escapar en frieguiza. Y fue así, mis valedores, como quedó al descubierto el carcaje, la carne podrida y la explicación racional del fenómeno. ¿Cómo entró aquella rata, cómo fue a entregar su alma al creador dentro del viejo mapamundi que le sirvió de ataúd? Misterio. Pero, mis valedores: a mí, que me río de los tales fenómenos paranormales, me volvió la fe en su condición de patrañas. Para mí, la Suave Patria es inaccesible al deshonor. A pesar de los Fox y las faldas arriscadas. Y qué pena, no pude reprimir el impulso. Volví el rostro hacia el zoológico de Chapultepec, alcé el brazo, tracé una como bendición de microbusero. ¡A las faldas, a los hijos, a..! (Fox.)

Un dulce olor a SEMEFO…

Las seis gavetas del «cuarto frío» del SEMEFO de Ecatepec fueron abiertas para que se ventilen, dado que son insoportables los olores de los cuerpos en avanzado estado de putrefacción.

El pie de foto de miércoles, me refiero al de la semana anterior, me revolvió mis huevitos, los que acababa de merendar cuando a hora tardía revisé el matutino, pero al entrar a mi habitación: ¿y esa pestilencia? ¿el SEMEFO en mi dormitorio? Y qué ambiente corrompido, qué insoportable hedor. El aire del cuarto olía, y no a ámbar. Haya cosa. Y rápido, que me arrojo ,a ventear el origen de la pudrición. A puro SEMEFO de Ecatepec…

Lo eché a retozar, el olfato. Las abrí de par en par, las ventanas (de la nariz) y empecé a jalar chiflones de aire pestilente, y pajareaba hacia todos los rumbos, tratando de ubicar el nauseabundo hedor. Pero la ubicación, andavete. Mientras tanto, el estómago, aquel amago de basca. Pero había que localizar el origen de la pestilencia. Para empezar, me fui sobre las pantuflas; rechinando de limpias. Caí sobre los botines: impolutos, qué diferencia con los botines de los Salinas y Cía., SA de CV, esos que con su aire de impunidad corrompen el ambiente de todo el país, mientras un paisanaje que vive, piensa y respira el clásico pasecito a la red, aun le da el golpe a la pestilencia como si fuese un tabaco. Es México. Pero la pestilencia en mi cuarto, que no cesaba…

Abrí el cesto y probé con la ropita de abajo que me acababa de quitar. Los calcetines, nada, por supuesto; los de color fiusha, cocoles morados y corazoncitos color de rosa (rosa mexicano), nada: la cosa esa de algodón, me refiero a la camiseta, nada, y así el de cuello de tortuga, y así el de mezclilla, y así el de pelos (el chaleco). Pues sí, pero la pestilencia en un ser, y la causa no lograba ubicarla. Y así seguí olfateando aquí, allá, acullá. Pero nada…

Al vaciar el buró se me vino de golpe toda mi vida sentimental. Rizos de mujer, cartas de amor, cintas que perdieron su color, flores marchitas. Y el olvidado nomeolvides, la muerta siempreviva y la foto diluida, por su envejecido color más daguerrotipo que foto, de aquella mi inolvidable que ya olvidé. Ah, los amados fantasmas de aquellos amores que de mí se fueron para nunca más, fantasma yo mismo para cada una de las que en su momento fueron mí único amor, y el primero. Aquí, el suspirillo. (¿No los estoy aburriendo? Sigo, pues, con mi pestilencia.)

Continué buscando la fuente de aquella hediondez, y entonces (que no me lo tomes a mal, Nazareno) fui y pegué las narices al santo cendal del Cristo de mi cabecera y, por aquello de las dudas, le di un pasón. Pero no, que mi crucificado yacía en la de ocote, en suavísimo olor de santidad y aroma de incienso. Ya a estas alturas el hedor me provocaba náusea, con los blanquillos a la altura de la epiglotis, donde tenga yo esa marinola. Y a seguir buscando. Mis valedores:

Qué me quedaba por hacer, sino perpetrar (¡yo también!) la maniobra de todo intelectual cuando se dispone a vender, alquilar o empeñar la conciencia por una beca, un premio, alguna canonjía o el chayote nuestro (suyo) de cada día: me culimpiné y púseme así, miren (indecoroso vil), o sea en cuatro, y en las cuatro y olisqueando como podenco de cazador recorrí la alfombra, las fosas nasales taponadas de pelusa y basurillas, hasta que tenté los zapatos. Y a olerlos y volverlos a oler, hasta que aquella voz:

– Con eso me basta, bigotón, ya puedes levantarte.

Miré hacia arriba: ¡los zapatos no eran mis zapatos, sino los de mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que llegaba de la piquera, me refiero a la de Violeta con Insurgentes, donde se encueva el Madrazo.

– Levántate. Los lengüetazos me los das otro día.

Qué pena. Me erguí, colorado, tantito por el esfuerzo y tantito por la mortificación. «Es que ando tras un mal olor, una pestilencia». «¿Tú también, bruto? ¿Tirándole tú también a Los Pinos..?»

Lo puse en antecedentes y sí: me dijo Pitágoras que dos narices huelen más que una: que cuatro agujeros huelen más que dos. Ahí andábamos el par, ya a pie firme y ya pecho a tierra (a alfombra), con las narices escoriadas de tanto olisquear. Pero del origen de la hedentina, ni sus luces.

El reloj de pared. Cachivache descompuesto, que alguna vez el Jerásimo dejó abandonado en mi habitación. Le abrí el ventanuco, pensando: viejo, su cuerda debilitada, el pajarraco podría haber hallado la muerte por inanición. Y olisqueaba entre el pájaro y sus dos contrapesos, cuando el vozarrón cacardioso: «¡No te metas con mi cucu..!»

Y que mejor me metiera con mi.. .
(Mañana.)

Dn. Adolfo Aguilar Zinser

(A su memoria.)
Todo se inició un día de noviembre del 2003, cuando el todavía embajador de nuestro país ante la Organización de las Naciones Unidas se atrevió a declarar (¡En México, ante las autoridades de México!):

Nuestra relación con Estados Unidos no pasa de ser un noviazgo de fin de semana. A Washington no le interesa establecer una asociación de igualdad, sino mantener vínculos de conveniencia y subordinación. Nunca ha visto a México como su socio, sino como su patio trasero. Nosotros, a tragar camote…
Nunca hubiese expresado semejante verdad. Ahí saltó el presidente Vicente Fox, ducho en armar camorra a la menor provocación:

¡Eso no corresponde a la realidad! ¡Yo descalifico las declaraciones de Aguilar Zinser! (Y lo que iba a agregar)

A continuación, fulminante, el cese. Eso, ayer, porque hoy, ya en su féretro el que cayera de la gracia de Fox, éste pega el reculón:

Aguilar Zinser fue un hombre que con visión clara aportó mucho al pensamiento mexicano. Fue un amigo con el que tuve una extraordinaria relación (¡así dijo!). Mi consideración al amigo, al compañero de trabajo que lo vamos a extrañar (extrañarlo con esa sintaxis).

Por cuanto al Senado de la República: ese, cuando menos, mantuvo una postura coherente con su rechazo al que ayer se atrevió a repetir una verdad que a los mexicanos se les enseña, con las vocales, en la escuela primaria. Hoy, los senadores desdeñan cualquier manifestación de duelo por el recién fallecido, tal como ayer generaron aquélla noticia; «Legisladores demandan a Fox que de inmediato destituya a su (sic) embajador ante la ONU:

¡Que se retire Aguilar Zinser! ¡Cómo puede seguir en su puesto un funcionario descalificado por el propio presidente de la República..!

Al coro se iba a agregar Colin powell, por aquel entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos:

México es un socio, vecino y gran amigo de EU. Nosotros jamás lo trataríamos como un patio trasero o nación de segunda. Estoy en desacuerdo con cualquiera que diga eso, porque es indignante.

Pero un iracundo presidente Fox no se iba a quedar con su inicial manifestación de disgusto. Volvió a abrir la boca, y ante cámaras y micrófonos clamó y dijo:

¡La de Aguilar Zinser es una declaración que no corresponde a la realidad! ¡México y Estados Unidos no sólo somos vecinos y países amigos (¿amigos?), sino socios! ¡Yo descalifico totalmente esa declaración de Aguilar Zinser..!

Fox la descalificaba, ¿Pero a Fox no lo descalifican la historia y la realidad objetiva? Para averiguarlo, mis valedores, ¿le echamos una mirada a las relaciones de los dos «países amigos»? («EU no tiene amigos, tiene intereses», dijo, de visita en guatemala, el entonces Secretario de Estado John Foster Dulles.)

Fulminante, y con las actuales evidencias que ya ustedes conocen, la realidad objetiva se niega a adecuarse a la versión de Fox: México padece una intolerable ingerencia del agrio internacional, trato leonino en el intercambio comercial, desestabilidad económica y financiera por la acción depredadora de los capitales especulativos, explotación de mano de obra barata, saqueo de los recursos naturales, racismo, discriminación, maltrato a indocumentados, crisis económicas recurrentes, empobrecimiento general, en fin. Mis valedores: ¿quién descalifica a quién..?

Por cuanto a la Historia, ¿descalifica a Fox o no lo descalifica? ¿Hacemos aquí mismo un somero recuento de la tropelías que México ha padecido por parte de su vecino imperial desde el siglo XIX, cuando inició la devastación de su «patio trasero», el del «país amigo» y socio comercial? Lo afirmaba The Times en 1808:

«Basta una hojeada al mapa de la América del norte para comprender que México forma parte geográficamente y por otros conceptos un todo con los Estados Unidos. Sus ferrocarriles, que enlazan todos los puertos y ciudades importantes, son en realidad una expansión de nuestra red ferroviaria. Sus costas, continuaciones no interrumpidas de las nuestras. La superficie es aproximadamente igual a las superficies combinadas de Inglaterra, Francia, Alemania y Austro-Hungría. ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros…»

La ominosa profecía del llustrated London News, en 1845… (El lunes.)

La rebelión de las masas

Ájale. La expresión del maestro, en la tertulia de anoche, me sobresaltó.
¿Cómo se atreve a afirmarque el Estado de México apesta..? – Apesta sí, pero sólo en lo que concierne al cercano proceso electorero. Por lo visto, la seña de identidad del PRI sigue siendo el Madrazo de la alquimia electoral. Pero si con ella asalta el gobierno el tal Peña, que después no se quejen si su fraude ocasiona conflictos sociales. Temoac, Tejupilco. ¿Tiene alguna vieja grabación de una alcaldía tomada, señor Valedor?

La tengo. En ella la voz del Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins.: «¿Aló, aló? ¿Bueno? ¡Caracso, respondan! Chinche teléfono». «No lo maltrates. ¿Te ayudo? ¿A dónde intentas comunicarte esta vez?» Logré el enlace con la alcaldía que los descontentos tienen tomada y amenazan con incendiar. El Jerásimo: ¿Aló? ¿Bueno? ¿Es el palacio municipal? De parte del partido. ¿Cómo de que cuál? Será el Republicano, señor. Oiga, ¿no anda por ahí el lic, o sea el alcalde electo por la voluntad popular? ¡Pónganmelo al tiro! Ah, es usté. No le reconocí la voz, compatriota. Temblorosona. Sí, claro, ha de ser la estática…

«Mire, licenciado, le hablo de parte del partido, ¿qué razón me da del delegado tricolor? ¿No se le quedó adentro? Sitiado con todo el cabildo, quiero decir. Ah, una chaqueta, qué momento fue a escoger. ¿Y cómo cuánto calcula que se irá a tardar? Ah, chintetes, fue chaqueta de chaquetear, o sea pasarse al enemigo. No, si yo ya lo había visto como que quién sabe cómo con el chinche Peje, jijodiún. ¿Y el subdelegado? ¿Atrincherado dónde? Ah, en La Flor de los tlaxcaltecas. Mejor, así se entretiene chupando; que caiga briago de cara al sol y no sobrio de cara al otro Sol, el Azteca. Ora que como contraproducente tiene el cuentón que habrá de cubrir la partida de Gastos Suntuarios. ¡Oiga, colega, dígale a esos carpinteros que dejen de martillar! Ah, son pedradas…

«Sí, mire: el partido, por mi conducto, le manda decir que no se desavalorine, que no rinda la plaza a las fuerzas reaccionarias, o sea: nosotros se la metimos, la bronca, y nosotros se la vamos a sacar, para que se reponga. ¡Reponga, de reponer, no de que se las ponga! Que reponga lo invertido en los gastos de la fiesta cívica. Ya van pa allá tres camiones hasta la madre de blue demon disfrazados de civiles, según instrucciones del licenciado Madrazo. ¡Madrazo de líder moral, no de que a usté me lo linchen a golpes! ¿Usté me oye bien? Los guaruras llevan instrucciones de repeler ??¡repeler, cuál albur, repegúeselo a la oreja!- repeler el ataque de los enemigos históricos. ¿Ah, son también del Tricolor? ¿Qué? Uh… ta. ¿cómo de que ya le están quemando el derecho? ¡Ya lo dejaron chiclán! Ah, el flanco derecho. Calma, compatriota, calmita, que ya van pa allá los refuerzos, surtido rico: granaderos, zorros, halcones, del UEDO. ¡No, no que se la estén haciendo de…! ¿Usté me oye bien? Mire; a los mamados ¡Mamados, masculino, no de primera dama! A esos habilítemelos de bomberos pa’ que sofoquen el fuego. Bueno, pues a cubetazos, si mangueras no existen. Que se miren, de perdida, desde la azotea. A los más aventados, a la línea de fuego, a repeler la piedriza. Va un orador, a ver si de algo le sirve. La facha es de tulatráis, pero es bien machín, no se equivoque.

«ítem más, licenciado. ¿Me acepta, digo, me está oyendo? Digo que item más. ¿Qué es item más? Olvídelo. Mire: ora que recupéremos pa la democracia el inmueble palaciego, a todos los revoltosos habrá que irles sacando boleto de terroristas. Eso es más que suficiente pa pasarlos a arder. Hombres, chamacos, mujeres: pa adentro. Me los sambute en el tambo per secula seculorum. Cuál albur, es sánscrito, arameo o madres de esas.

«¿Eh? Sí, ya supimos de los fregadazos. Que a la próxima a ver si lo agarran con mejores reflejos, dice el jefe Madrazo. ¿Que no es uno sino muchos? Madrazo es uno solo, señor. Ah, madrazos y ladrillazos, y en pleno occipucio. ¿Qué? ¿Su pura? ¿La pura de quién, compatriota? Ah, supura hemoglobina, o sea que todavía no cuaja, no hace costra todavía…

«Sí, ya se supo que hasta con la primera dama fue usté a perder. Oiga, ¿no se pasaría al enemigo por propio pie y propia voluntad? ¿Eh? ¿Pactar? No, colega, cómo de que pactar. Pactos, ya ni de solidaridad, no nos hagamos pactos. ¿Eh? ¿Qué? ¿Quién se dio? ¿Se dio a quién? Ah, fue el portón el que cedió- ¿Batirse? ¿En qué quiere batirse? ¿Otro batidero? ¿Se le hace poco el del Pemexgate? No, pos batirse en retirada está peor. ¡Licenciado, no enseñe lo zacatón! ¡Atórele a la chusma! ¿0 quiere que a usté también le pase lo que a su primera dama? A usté le ardería más, colega. A mentadas, cuando menos. ¡Y no me vaya a dejar el auricular descolgado, porque entonces otra alcaldía se queda sin auxilio espiritual, o sea telefónico! ¡Cuelgue, compatriota! ¡Y tú, seudo-neo-comu-nistoide, vuelve a intentar Tejupilco..!»

«Mi única, suspirando: ¿a cómo nos va a salir la democracia telefónica, amor? (Pues…)»

¿Esa mujer se merece el DF?

¿Esa mujer se merece el DF?

La globalización y el Consenso de Washington, ese que en los diez compromisos obsequiados al Imperio por su veintena de gerentes regionales iberoamericanos ubicados en las sedes del gobierno, dan plena vigencia al depredador de nuestros países al sur del Bravo mal llamado Neoliberalismo. En la España del siglo XVIII fue un conde Julián quien, por vengar la deshonra de su hija la Cava por el felón Rodrigo, abrió a la morería las puertas de España. Por cuanto a México, mis valedores, quien abrió de par en par las puertas de nuestro país (¿por vengar qué agravio personal de los mexicanos?), fue Carlos Salinas, que en 1982, desde Programación y Presupuesto y con la ayuda de Córdoba Montoya, enajenó el país al Imperio del norte. Ya como presidente, al de Gortari lo auxiliaría la legislatura priísta domesticada, donde se iba a señalar de servil una diputada: María de los Angeles Moreno, la misma que en 1992, en su respuesta al IV informe presidencial, así intentaba justificar el modelo neoliberal impuesto por Washington con la mano de Salinas, y así hasta Fox:

Los trascendentales cambios que a gran velocidad se suceden a escala mundial no nos son tan ajenos. Cada vez más se acortan los espacios para la actuación aislada de cada país (…) obligando a ajustar el ritmo de las decisiones en prácticamente todos los ámbitos del quehacer humano.

María de los Ángeles, hechura política del «compatriota» por (dicen) un favor recibido: que fue el padre de la susodicha, Dr. Manuel Moreno, quien se atrevió a extender en calidad de «muerte accidental» el acta de defunción de aquella niña Manuela, trabajadora doméstica de apenas 12 años, que al servicio de la familia Salinas Lozano fue «fusilada» por los hermanos, por aquel entonces menores de edad, Raúl y Carlos. Infancia es destino, dicen. Esta Moreno ha arrancado su campaña para jefa de gobierno de la ciudad.

En fin. Vigorosa es la presencia, y contundente el peso político de la mujer en el pantanoso terreno de la politiquería, y quien lo dude mire ahí a la Gordillo, pero mírela a lo disimulado, no se nos vaya a alebrestar. Ahora vean para allá, donde aquella otra dama pretende volar mucho más alto de lo que le dan sus faldas, por lo que se arrimó a un Dédalo que con cera de los pinos le pegue alas de cartón. Vean a la propia Ma. de los Angeles, aduladora por vocación, que intenta suceder en el cargo a López Obrador.

Pero no sólo al «compatriota» y no únicamente en 1992; también, y esto desde 1988, la Moreno exhibía su servilismo a un mediocre De la Madrid que remataba su sexenio. Ella, desde la subsecretaría de Programación y Presupuesto (¡siempre a la sombra de Salinas, su hacedor!) trató de dar color al gris rata del de las cejas alacranadas, y con estas palabras intentó justificar la gestión presidencial del desabrido:

«El no se siente frustrado ni defraudado por el hecho de que algunas metas no se hayan podido cumplir. No puede haber frustración porque muchos de los planteamientos iniciales se han superado, aunque en algunos otros las metas quedaron por debajo. Pero esto es algo que ocurre en cualquier sistema social vivo. SI, es como el fútbol americano: si tenemos diez yardas por avanzar y lo logramos, luego tenemos que avanzar más, ¿de acuerdo?

Claro, aún existe una deuda social con las mayorías (…) que implica desigualdades entre los grupos sociales, regiones y sectores, porque no todos tienen las mismas posibilidades. Yo, por ejemplo, he podido alimentarme, estudiar y viajar, tener un empleo a un nivel adecuado y todo un conjunto de prestaciones que han hecho de mi vida más que aceptable. No como algunos campesinos que difícilmente han salido de su localidad, y que están en un nivel de subsistencia…

¿El subempleo? Ese se da por diversos motivos: tiempo de trabajo, bajos ingresos o por realizar una actividad diferente para la cual se estudió. El indicador que se toma es el ingreso, y si éste es más bajo que el salario mínimo, se estima que hay subempleo, y en México hay una buena proporción afectada de esa manera.

Una de las principales características del Presidente De la Madrid ha sido su consistencia y veracidad. Desde un principio habló de una crisis muy severa y de la necesidad de afrontarla todos aun con un enorme sacrificio, aunque a muchos no les gustara. Así, se ha actuado con realismo al señalar que habrá metas que no se podrán alcanzar. Sin embargo, el esfuerzo y el empeño que se han puesto en esta administración son ejemplares, y por eso la firme voluntad de seguir adelante con el Pacto de Solidaridad Económica, que es un ejemplo de concertación, aunque algunos quieran desviarlo…»

Ese pacto horroroso, acuérdense. Ah, la Moreno. Ah, México. (Este país.)

Fue una noche de miércoles

De Toluca regresábamos en el compacto gris. Yo, con mi Nallieli, en el asiento de atrás; adelante, mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. y además (¡imagínense!) fanático de Madrazo, que dormitaba su cacardí (no Madrazo, el Jerásimo), y al volante el Chilillo, por mal nombre Germán, que amablemente se ofreció a transportarnos. «Total, que yo también tengo que ir a Toluca a refaccionarme de chorizo. ¿Le gusta el chorizo, bigotón?»

Ya nos acercábamos a la muy noble y vial cuando en eso, de repente, ¡Cristo Dios, el altoparlante! Primero un soplido, dos, y luego: «¡Ese del volks, ¿qué no oye? ¡Oríllese pa la orilla!»

– ¿Y ora qué, cuál es el UEDO? ¿O es la Policía de Caminos?

Y que el Chilillo mete el frenón, baja, se aleja unos pasos y se enfrenta al del de casco y forifai. Observé el elocuente lenguaje de manos que se alzan, se abaten, se empuñan; brazos que se abren, se cierran, sé cruzan, y testas que asientan, deniegan. Reunión en la cumbre y en pleno proceso de parlamentar. Diez, quince minutos más tarde, el volks. volvía a tragar asfalto. A pino fresco, el aroma de La Marquesa. Ahí nomás, tras lomita, las luces de la ciudad.

– Jijos de su repelona, con perdón aquí de la seño Nallieli. ¿Cuánto creen que me bajaron los jijos de la rechintola? Una buena lana que me bajaron. Ah, patrulleros, de veras que esos ni a madre llegan, y otra vez me la va a perdonar, señito. Pura transa, pura corrupción, y a fregar al que se deje, qué país…

– No, ¿y qué me dice de los burócratas, dije yo-. Meses yendo a Toluca a cobrar el costo de la conferencia que impartí sobre la honradez y el mexicano, y ya ven: volver con la frente marchita, como dice Cuco- ¿O Gardel?
Habló mi Nallieli: «¿Pero al cargar a burócratas y policías todo el peso de la corrupción del país no están siendo injustos?»

No, por supuesto. Ahí, dúo dinámico, el Chilillo y yo desgranamos todo el rosario de la corrupción. «Comenzando por el picapleitos de la lengua hiperkinética». «Y qué me dice de la prima dona, y los hijos de la susodicha, y de los amigos de Fox, el Fobaproa y el PEMEXGATE. Una pura corrupción».

Nallieli, en silencio mientras nosotros nos arrebatábamos la palabra: que si Madrazo y su derroche de fondos públicos cuando candidato a gobernador; que si la riqueza ilícita de humildes profesores rurales como Hank y Elba Esther, y que si los gobernadores salientes de Oaxaca, Guerrero, Quintana Roo, y Estrada Cajigal el de Moretes, y que Cabal Peniche, Isidoro el Divino y el aún más divino Oscar Espinosa Villarreal, y que si los hermanos de Fox, beneficiados del Fobaproa, y que si Ahumada, y que si Ponce, y que Bejarano en el reclusorio mientras que la Chayo Robles suelta todavía. «Un cochinero de politicastros, sea de la ganadería que resulten.» Mi única:

– ¿Pero corrupción sólo entre los burócratas, los policías y el gobierno? ¿No existen otras zonas del país donde se ubique la corrupción? ¿Cargarle todas las culpas a los asaltantes de camino real?

– De autopista, querrá decir, señito.

– En el paisanaje, ¿no se detectan evidencias de corrupción?

Válgame, el doctorcito que me cargó una factura que hagan de cuenta supositorio, y el abogado que me transó, y el maestro albañil que, como el zapatero, me quedó mal, y el del merendero donde fuimos a comer. Todos. Yo, tú, él, ellos. En esta sociedad todos a la ventaja y al grito de «el que no transa no avanza, y a mí no me den, pónganme donde hay», y «el que tiene más saliva traga más pinole». Lo admití: «Todo en nuestra comunidad se torna ventaja, engañifa, impuntualidad, irresponsabilidad, y dar lo menos cobrando lo más».

– ¿Y esta comunidad descompuesta tiene cara de reclamar a gritos a Fox, a su «prima dona», a los sinvergüenzas del PRI? (Viene dormido el Jerásimo.) ¿Nuestra conducta sí se rige a moral personal, a moral pública?

– ¡Señito, que me ofende al compararme con los corruptos del gobierno!
Yo, por suavizar el ambiente: «Bueno, ¿y por qué fue la extorsión de los beneméritos de Caminos?»

– ¡Móndrigos quezque nomás porque los documentos del coche no están a mi nombre! ¿Cómo canacos van a estarlo, si la tartana no es mía?

– ¿No? ¿Entonces..?

– Es de un cliente. Me la trajo hace un par de meses pa que le arreglara las luces, y mire a qué horas le volvieron a fallar.

– Si el coche no es suyo, ¿cómo es que lo trae en servicio?

– Ando probándolo. Ya van dos veces que me lo llevo a Acapulco, y hasta orita me vino a fallar el chinche fusible; como le puse uno ya tronado, nomás forrado con papel de caja de cigarros, papel orito, pues…
Nomás me quedé pensando. Paisas. (Ah, paisas…)

El Cura Chifletas

El Cura Chifletas

Y ahí fue, mis valedores: en estampida y tragando bocanadas de polvo emprendimos la huida bajo un sol como toro en brama, la cucaracheta acezando cuesta arriba a todo lo que daba su decrépito motor. Atrás estallaban la pólvora, la polvareda, las amenazas de muerte. Macabrón. Todavía una hora antes (menos, tal vez, que ahí perdí la noción del tiempo), todo era jolgorio en el volks. cuando el juguero, brazo extendido hacia el frente y alharaquienta voz:

¡La Cieneguilla, vecinos! ¿Qué les parece mi tierra?

– Qué me parece se lo digo cuando la polvareda me la deje ver. Mucha tierra la suya, nomás que suelta en el aire, digo.
La respuesta de la tía Conchis lo cabreó. Yo, por amansarlo: «Algo de mágico se advierte en el velo que arropa el caserío». Y sí: bajo un terregal que simulaba el hervor vaporoso, el llano era un comal donde tostábase aquel hato de techumbres, paredes de adobe y tabicón sin encalar. La tierra prometida (por el juguero). La Lichona, mohín de desilusión: «Vengo muerta de sed, hambre, calor. ¿Habrá aquí donde conseguir agua?» «Y harta comida. Aquí los paisas mire, puro corazón, y más viniendo conmigo. ¿Les gusta la birria, el mixiote?

Bajo la hornaza del mediodía, en un costado de la plaza y frente a la ermita estacioné el volks., y a la advocación del mixiote salimos a desengarrotarnos las zancas. El juguero, al encuentro de las guaripas que se topaba: «¡Tanto gusto,paisanos!» Y abría los brazos. Los gorrudos: «¡Sáquese! ¿Qué buscan, qué quieren, qué se les perdió por acá?» «Soy yo, paisanos…»

Nada. Ellos hoscos, hostiles, amenazantes, brusquedad y rechazo. «Es mi tierra, no entiendo». Agresivos, al cruzarse con nosotros de ganchete nos miraban. «No entiendo». Y entonces: en la bocina del frontispicio de una ermita decrépita, el vozarrón estridente: «Chema Chío, ¿me estás oyendo? ¿Sabías que cuando tú sales a abrir el surco tu Lupe se las abre al Chaco Pinzón, las puertas? ¿Y tú, Lepe, quieres saber quién se robó tu chivito? Investiga quién es el chivón que cena birria esta noche». Después, el silencio.

– Ese altavoz, digo, más antes no estaba. Me cambiaron mi tierra…

– No, amigo, no tu tierra, sino a tus paisanos.

Y el abrazo efusivo de la camiseta de NY con la cotorina de un tal don Nico, profesor rural, «cesante desde que el Cura Chifletas clausuró la escuela para dar clases en la sacristía. De religión. Quisiera ofertarles algo de comer, pero ustedes entienden mi oficio. Un jarro de agua, tal vez…»

Explicó la metamorfosis de los lugareños, peor que la de Samsa, el de Kafka. Que aquel fue un poblado apacible hasta que Dios o Satanás les mandó al Cura Chifletas, que de paraíso lo tornó infierno. «Prohibió, bajo pena de excomunión, que en el mismo mecate se tiendan los chones del viejo con los de la gorda, y utilizar llaves y cerraduras, por aquello del acto carnal, el cual, entre los casados… imaginen,
yo y mi Cuca con una sábana de por medio. Agujereada. Aquí se vive y se muere en pecado mortal». Me estremecí.

Y que por apartar a su grey del pecado, desde el altoparlante mantiene de uñas a los payos mientras ermita y conciencias fallecen de incuria, abandono, resequedad. «Ese cura picapleitos es el anticristo. Para mí que sus chifletas las saca de los penitentes que se le arriman a confesar. Verán qué bien les cae ese jarro de agua».

Agua, aunque sea, pero de súbito, el vozarrón que cubrió, garañón, un caserío acezante de calor: «¡Los que no han pasado a pagar su cuota parroquial, teman las llamas eternas! ¡Quedan excomulgados Gabino Güemes y el Joaquillo, del tercer grado de catecismo, que fueron vistos encenagándose a mano con su carnalidad inmunda, y eso es contra natura, como también que se metieran a robar garambullos al corral de Polo Chacón, recién excomulgado por agiotista! ¡Velad, vigilad vecino a vecino! ¡Denunciad! ¡Dios lo quiere!»

– Más veneno hay en su lengua que en el colmillo de una cascabel. Una lengua nefasta; una lengua como, digamos… una lengua como…

Y el mentor no atinaba con la comparación. Ahí la Beba, con su inocencia de 9 años: «Como la lengua de Fox, ¿no?»

¡Cruz, cruz! A la pura mención, el rayo en seco. Pero no rayo sino cohetón, y otros más, y las campanas, y a todo volumen: «¡Cuidado! ¡Se han visto fuereños invadir nuestra casa, sepa Dios con qué aviesas intenciones! ¡Se sospecha que vienen armados! ¡A las mamas, que por sí o por no cierren puertas y ventanas y escondan a sus criaturas! ¡Cuidado!» Cohetones, campanas a rebato. «¡Rápido, a congregarse los fieles en la casa de Dios!»

¡Al volks! En el fragor de la huida, retazos de cacayacas: «¡Réprobos, jueces protectores de delincuentes! «‘¿Oí al mentar sostenes, oí pantaletas?». «No, dijo faldas. Cambio de faldas». De alguna excomulgada. Di el acelerón. (Cruz, cruz.)

Ah, buscavidas…

Del vendedor ambulante que atropellé con el volks. les contaba ayer aquí mismo, y que semanas más tarde mi única y un servidor lo localizamos en el camastro del hospital de barriada. Sigo la relación de los hechos:
A toda velocidad entraba yo en la glorieta, que tomé estilo Madrazo (estilo gángster). Acelerando el galope, el vendedor -que conmigo había fracasado con su variadísima mercancía de fayuca- frente a mis mostachos aprontó un manojo de fotos: pechos al vapor, glúteos al aire, la sonrisa vertical de los sexos. Ante semejantes alardes femeninos, doble ancho y tamaño caguama, enrojecí de iracundia. ¡Cómo se atreve! ¡A mí, enseñarme esa pornografía! ¡Suponer que yo fuese a adquirir mercadería tan rastrera! Caliente (por la iracundia), di un quebrón al volante, un rechinen a los frenos, un derrapen de las llantas y, mis valedores: el rechinido de las sellomáticas que percibí no fue por efecto de la velocidad; me había antellevado al vendedor entre las espuelas; entre las recién vulcanizadas, más bien. Grave.

Un brinco. Pie a tierra. Ya que había perjudicado al benemérito buscavidas, que su sacrificio no fuese en vano. Le aventé unos billetes, tomé el altero de glúteos y entrepiernas (depiladas, qué lástima) y, valiente que soy, huí a todo lo que daban los 2 mil caballos de fuerza del cuatro cilindros. Esto, hace semanas. Ahora, en el camastro del hospital, esa voz desmayada:

– Aquí donde me ven, yo no soy un cualquiera. Allá en mi Zacatecas tenía mi tierrita, pero en el México neoliberal nuestra madre tierra de madre se nos ha vuelto madrastra, y me aventó a la aventura, a buscar el qué comer para mis gentes, que allá se tuvieron que quedar. Pero ora resulta que pa los fregados el hambre es pareja como la muerte. Virgen del Patrocinio…

Nos mostraba una foto de la familia ausente; «Mi Toña, los chilpayates». Las pupilas de mi Nallieli resplandecieron, rasas de humana compasión. «Lindos de veras, señor» y sonreía, fulgurantes pupilas-. Dije:

– Quisiera en algo remediar el daño. Yo lo lastimé y…

– ¿Usté? No, mi señor, su tartana nomás me lo arrempujó, mi cuerpo.

– ¿Cómo? ¿Y entonces los huesos quebrados y ese quebranto general?
– No usted; los seráficos patrulleros, mi señor. Fueron los blue demos los que me madrificaron, con perdón aquí se la seño güerita.

– No entiendo. Yo recuerdo que al torcer el volante, al frenar…

– El rechinido de las vulcanizadas fue lo que despertó a los patrulleros. Ellos vieron cuando usté me daba una lana, y entonces los doberman, tolete al frente, que se me dejan venir, me echan montón y órale. Yo los apreté, mis billetes, con las dos manos, y lógico: ellos no tuvieron otro recurso que aplicarme la ley. ¿O qué? ¿No es el nuestro un estado de derecho? Y leyes vienen, y leyes van, y caigan donde cayeren, y a macerar carnes, descoyuntar articulaciones y astillar la osamenta hasta que yo, malhechor como cualquiera que le cái encima la legalidad,perdí el conocimiento, los billetes, la venta del día y la fayuca. La ley es la ley, ¿no?

Agaché la cabeza. Tragué saliva. Qué más.

– Pero no hablemos de los canes del mal, que después de todo, gracias al Santo Niñito de Atocha mírenme aquí: dando guerra todavía. ¿Me permiten ofertarles un trago de mi titán de grosella?

Mis valedores: fue entonces. «Una fortuna localizarlo, le dije, porque le traigo una noticia que va a estimularlo mejor que si se hubiera sacado el ráscale o el gordo de la lotería».

– O sea: ¿por fin renunció Martita? ¿Enchiquearon a los hijitos de su mamá? Apoco a los de la sagrada familia ya les dieron por el Tamarindillo…

– Mejor todavía. Usted, vendedor de las cuatro esquinas, es uno más del medio México que sobrevive vendiendo al otro medio México tarugaditas de plástico de la dinastía Chong, ¿no es cierto? Ah, pues entonces, alégrese (saqué mi recorte de prensa del pasado martes): Jura Fox que «desde Canadá hasta la Patagonia, México tiene la tasa de desempleo menor en toda América, y de toda Europa también». ¿Se imagina? Y que va a seguir trabajando «duro» para generar nuevos puestos dé trabajo. ¿Qué le parece?

Me vio, parpadeó, enterró la cabeza entre las sábanas. Lo oí sollozar, musitar una a modo de plegaria de acción de gracias, y se sacudía. «¿Ves, Nallieli? La noticia lo conmovió hasta las lágrimas, y agradece al buen Dios».

– Cuál Dios, cuáles gracias, cuáles lágrimas. Primero al hombre le ganó la rosa, y ahora está vomitando una sarta de malas razones, ¿qué no oyes?

Dios. De Tula para arriba. (Tula es mi madre). Nos escurrimos rumbo a la calle. Sin ruido. Detrás de nosotros, aquél chorizo de altisonancias. Ah, las aberraciones de una lengua diarreica, me refiero a la del vendedor. (En fin.)

La humana soledad…

Ya he señalado con ustedes que estamos en el número más alto de empleos formales que hayamos tenido en toda la historia. ¿Por qué fue, mis valedores, que al oír las palabras de Fox se me acalambraron los intestinos mientras él seguía tan campante frente al micrófono? ¿Sería porque me tomó desprevenido, que de chiripada sintonicé «Fox contigo»? Que madre Natura fue dispareja con nuestro organismo, el mío y el de Fox, es evidente, y que fue parcial. ¿Pero a favor de él, de mí..?

Ya que logré reponerme, volver en mí y escupir de mi boca espumilla y altisonancias, pensé en la manera de vengar una afrenta que debió ser colectiva y que si no lo fue, ¿sería porque madre Natura dotó al paisaje con intestinos de la misma marca que a Fox? Pero cierta fabulilla que les conté hace algunos ayeres hoy me parece a la pura medida para conjurar las sabatinas expresiones del delirante optimista. Dice la susodicha:

Hospital de barriada. Traumatismo general con enfriamiento de tibias, que por poco enfría la existencia del infeliz. Aquel domingo, por fin, había logrado dar con el paradero del vendedor ambulante al que atropellé con el volks. Ahí estaba yo, con mi única, ante el camastro del hombre en desgracia: ñengo él, despernancado, solo y su alma en la tarde del domingo, mortecina imagen de la humana soledad. De ganchete miré a mi Nallieli, su discreto suspirar. Ella, humanísima…

– Aquí nomás, valedor y señito, viendo pasar la vida, aunque la única ventana da a ese muro de ladrillo. ¿Cómo fue que me localizaron?
– Le traje rosas – Nallieli.

– Y cigarros. Rubios. ¿Le gustan los rubios?

– Mota me hubiera traído, con perdón. No es que yo sea vicioso, qué va. Sólo quise guasiar, porque a estas alturas ya la yerba es más barata que los rubios y los morenos, así sean los del Big Brother, ¿no?

– Por favor, no pronuncie esos nombres; ni mota ni la otra droga, la de la tele, mil veces más perniciosa. Además, dónde conseguirle un vil guato.

– ¿Dónde? Pues con cualquier patrullero. Pacotona. Ellos la adulteran.

Mi única y yo nos dispusimos a hacer compañía al desvalido esa desvalida tarde tan melancólica como son todas las tardes de domingo, muy a propósito para el fruncimiento del ánimo de los viajeros y los solitarios, de los cautivos y los abandonados, de los desahuciados y los fatigados del áspero oficio del diario vivir, desde su catre, el despernancado nos sonrió con su desmolada sonrisa. «Ya no soporto el sentimiento de culpa» -le dije.

– No se culpe valedor. Culpe a mi mala estrella.

Mi única, en tanto, se ocupaba de cosas nimias, y tan humanas: que en la jarra haya agua fresca, que las revistas esté a la mano, que el cómodo no esté desacomodado. Nallieli, consuelo de los afligidos…

Y es que días antes iba yo por la avenida en el Lincoln Dorado (el volks. cremita), repitiendo entre mí el dicharajo: de lengua me como un plato mientras no sea la lengua de Fox, y se me venía a la mente su rabia y la de los suyos contra el tabasqueño, que ya no sabe qué parte de su humanidad protegerse de las tarascadas de la jauría: si las corvas o los talones, si las posas o la entrepierna: «¡Animalero de miércoles..!»

Calles adelante cavilaba yo en torno a la crisis global de mi economía doméstica (¿cómo solventarla?), cuando en eso, de repente, friégale, que a carrera tendida se me echa encima la vehemente faz de un vendedor ambulante, este que ahora lengüeteaba el titán de grosella que le arrimó mi Nallieli. Recuerdo el pregón del buscavidas:

– ¡Tapetes baratos, patrón! ¡Chinos de Taiwán, fayuca legítima!

Con la testa negué y metí el segundón al Mercedes Benz; a la cucaracheta, más propiamente; pero caramba, que al parejo del volks. corría el de los tapetes de la dinastía Chong, y vamonos: con esta mano se pepenó a la portezuela y con esta otra y ante los mostachos me aprontó sus aguacates:

– ¡Sin semilla, patrón, cuánto ofrece por el güicolito!

Su testa en el interior del vehículo, su boca soplándome en la oreja izquierda la operación comercial. Aceleré mientras alzaba el cristal de la portezuela, y así avancé unos metros, y entonces escuché el estertor: «¡Agh… agh…!» ¡En la Tula! (mi madre.) Y que meto el frenón, y que bajo el cristal, y que liberado del pescuezo, el vendedor tragaba smog a tarascadas.

– No se fije, patrón, ya estoy acostumbrado. Mire: relojes de plástico. Cartier legítimos, patroncito. Corianos. Vienen tres en cada bolsita.

Arranqué el poderoso, pero el hombre pegó un reparo y en el viento se detuvo, o más propiamente en el cofre del volks. Agua y… (Agua y lo demás, mañana.)

Viajero que aquí llegas…

Alto , no sigas adelante , por tu bien te lo pido . acompasa el resuello , toma un respiro , sestea y , mientras tanto , permite que te pregunte :

¿Tú también perteneces a la humana ralea de quienes cargamos sobre los lomos el fardo del áspero oficio del diario vivir una vida arrastrada , carga pesada de soportar ? ¿A estas alturas de tu vida arrastras tú también la tensión , la depresión , la neurosis generadas y generadoras del sentimiento de frustración , de indefensión , de minusvalía , desánimo y desencanto ? ¿te persigue la burla de las gentes , tal vez ? ¿Su mofa , vituperio , desprecio ? ¿Te hacen sentir , a ti también , un redrojillo humano ? ¿Te hieren tristuras como la de este poema ?

Organillo callejero que en el barrio y en tu vieja melodía – vas llorando una tristeza … – Tu tristeza… – Tu tristeza , por tan vieja , – se asemeja con la mía…

¿Zarandeado por el amor , por el abandono ? ¿ A lo mejor , – a lo peor – un amor imposible ? ¿Te acaba de llegar , tufarada de mal aliento , el chismarajo de que tu única anda enredada en los brazos de alguno más , o por contras : ella y tú , mutuamente , ya no se soportan ? ¿ ya dieron todo de sí y ahora dan todo de no ?

Caminante : ¿vives la muerte en vida que es el duelo porque la muerte te ha visitado y se enamoró de tu única ? ¿ La cautivó tu hijo ? ¿ Tu padre , tal vez , o la mamacita ? ¿Desmolada dejó a tu familia , y tú no encuentras la forma de suspender el suspiro y clamar a quién , a quién invocar , maldecir a quién , a quién solicitar que la muerte , compadecida , se acuerde de ti…?

¿Una limitación física ? ¿ Te persigue , tábano atroz , la discriminación que zahiere al grupo marginal ? ¿ Al parejo con la posición económica perdiste vivienda , amigos , a la compañera , que no soportó las estrecheces de la nueva situación ? Quizá la maledicencia se ensaño contigo . Te arrebataron tu fama pública , posiblemente. ¿Eres , tú también despreciado , el vituperado , el execrado al que despellejaron de la autoestima , dejándote en carne viva tu sentimiento de humano redrojo ? Eso habrán terminado por hacerte sentir : un inválido espiritual , un enfermo en fase terminal , caminante.

Si tal es tu estado de ánimo , si tu ánima se frunce y contrista ante la perspectiva del cotidiano vivir , cuando la vida se te ha tornado aborrecible de vivirla y abominable comprobar cada mañana . al abrir los ojos , que aún sigues vivo y que la Moira te impone sobrevivir un día más en el mundo ; tú , al que una fortuna burriciega ha tratado como entenado , como malquerido…

De ser así , viajero , detén tu marcha , que ahí nomás tras lomita , se columbra una nueva esperanza para los que estamos cortos de días y hartos de penas , que se duele aquél . Alto y repite conmigo el conjuro , la advocación :

Señor , te rogamos , óyenos . Escúchanos , señór . Tú que moras en lo más alto de la más alta eminencia , dígnate escuchar la voz de los que a ti te claman y todo lo esperan de ti , estos desdichados que en tus manos depositaron suerte y destino . Mira la carga de nuestras desgracias y viendo por nos , sírvete librarnos de la tribulación. Con una palabra , señor . Una sola. Una palabra de tus labios , y todos habremos de quedar confortados.

A ti se dirigen los despreciados de siempre , los desesperados , los cansados de arrastrar una vida arrastrada , Job, a alaridos , logró hacerse oír. Sea nuestro silencio , nuestra callada invocación , el clamor de los desesperados . Señor :tú , que más que nos , eres un desválido ; te sientes o deberías sentirte , un desgraciado , el más desgraciado de todos los desdichados que vivimos sobre el haz de la tierra. Tú , aborrecido , y despreciado más que aborrecido , y más que despreciado , befado como lo que terminaste por ser para todos : el rey de burlas . Sí, tú , señor , Y sin embargo…

Tú has sabido resistir el descenso , el deceso de tu familia pública . Frente a la befa , el desprecio , el deshonor , no falleces . No tu temple te mantiene , no tu entereza , no una mística ni un carácter de roca , de duro metal , que ni tus acciones ni tu carácter de malvavisco lo certifican. Entonces , señor , ¿qué droga misteriosa te mantiene con esa cachaza , esa conchudez , verborreico y desafiante , y retador ? Tú , síntesis de la insensatez que hasta a la realidad objetiva te enfrentas y te atreves a desmentirla en su cara : tú que has tocado el fondo del descrédito humano , ¿porqué no revelarnos qué droga , qué inyección , qué píldora te administran allá arriba ? ¿Quizá de supositorio?

Porque no vayas a salirnos , que esto sería para nosotros una burla más , con que tan sólo con la cotidiana ración de Prozac. A ti , a quien ( lo vemos a diario ) alguna droga torna inmune a todo asomo de autocrítica que te lleve al decoro personal , te demandamos : no nos vayas a salir con que algo tan suave como el Prozac te mantiene , a pesar de la muerte de tu fama pública , tan fresco como la clásica lechuga . ¿El nombre de esa droga , señor … ? (Es cuanto.)

elvaledormx@yahoo.com.mx y elvaledormx@hotmail.com

La señora Fox molesta a México

Tal es el encabezado de añeja edición de The Economist. Ahora , como para conjurar su mala fama pública y congraciarse con unas masa que un día la idolatran y tres días más la detestan por sus dispendios y derroches de los dinero de todos , que deberían destinarse al beneficio de todos , la señora Sahagún decide ??perpetrar? , a todo alarde y publicidad , una obra de caridad en este país , ?? la economía No. 14 del mundo? . Es así como la señora se desprende de cuatro vestidos y los pone a pública subasta , cuya venta , en conjunto , no superó los ocho mil pesos que para obra de caridad arrojó el uniforme del futbolista Cuauhtémoc Blanco , ese que , al parecer , también busca restar virulencia al aborrecimiento que le profesan tantas perras bravas del clásico pasecito a la red . Alarde , esperpento , iniquidad . Es México . Y yo digo , mis valedores…

Ala señora Sahagún ¿ Quién la encumbró ? ¿ Quién la encubrió ? Ah , las mudanzas que se le ocurren a la muy caprichosa fortuna , que así gusta poner a prueba al humano por ver si en la repentina bonanza , más que en la adversidad , se mantiene ecuánime o pierde la cabeza y estribos y se desempeña en la vorágine de protagonismos nefastos , ridículos , desbozalados. De esto mucho sabían Dostoievsky , Balzac , Shakespeare . Leánlos.

Pero aduladores nunca han de faltar y siempre han de salir sobrando , como una Cecilia Romero , legisladora , que en su momento ventoseara la melcochosa declaración:

«El papel de Martita es importante porque hay que romper el paradigma de las primeras damas que sólo eran acompañantes del Presidente o que se dedicaban a promover obras de beneficencia «. (Mira , mira.)

Pues sí pero por ahora ningún servir va a igualar la lambisconería de aquella vieja corte de los milagros que se congregaba al amor de las «primeras damas» , donde descolló un par de jilguerillos de enmielada lengua que yo , en su momento , puse en evidencia ; uno fue Luis G. Basurto , el de las loas a nuestra señora (Margarita López Pe.) y el cantor de cuanta «primera dama » se le ponía a tiro de odas; no odas , precisamente , sino romanzas: Rafael Solana.

(¡Solana , Basurto ! Mi primera reacción , al pensar sus nombres : a modo de esputos intenté escupirlos . Pero mi alfombra…)

Basurto , Solana; tales genios de la adulación a la «primera dama» merecería , para equilibrar los dicterios de la tal Wornat , la protagónica Marta Sahagún . El Solana aquel que a las esposas presidenciales tuvo el tino de loarlas en unas columnas de prensa diabéticas , que chorreaban miel en penca rellena de piloncillo y azúcar cande. La cortesanía de Solana en el sexenio del mothernizador:- «La más bella de las primeras damas había sido , sin duda , hasta hoy , hasta antes de la actual Primera Dama , doña Cecilia Occelli de Salinas de Gortari , doña Alma Viderique de Rodríguez , casi tan hermosa como nuestra actual y dignísima Doña Cecilia «. Desverguenza vil . Incansable , el maestro del servilismo.

«Traté varias veces a doña Guadalupe Borja de Díaz Ordaz y también doña Beatriz Velasco de Alemán , ambas damas dignísimas . Quien inauguró el nuevo concepto de primera dama como servidora de la nación , y principalmente de la niñez mexicana fue doña Carmen García de Portes Gil».
«La otra más ilustre esposa de presidente , en mis recuerdos , es doña María Esther Zuno de Echeverría , en cuyo honor se tocó , la mañana en que su ilustre esposo leía su último informe , la mayor ovación que se haya escuchado en la Cámara de Diputados . Enorme actividad desarrolló para casar parejas que hubieran descuidado ese detalle , y para difundir , aun en el extranjero , el folklore nacional . Se ganó el respeto y cariño de todos lo mexicanos».

«Una inspiración tuvo doña Soledad Orozco de Ávila Camacho que le ganó las simpatías de la grey católica : encabezar una peregrinación a Zapopan . Doña Eva Sámano de López Mateos, maestra , fue muy querida y respetada , pero la separaba del guadalupano pueblo el hecho de pertenecer a una religión diferente a la católica.

Traté varias veces a doña Guadalupe Borja de Díaz Ordaz y también a doña Beatriz Velasco de Alemán , ambas damas dignísimas . La más artista , e impulsora excelsa no sólo del arte popular , sino sobre todo de la buena música , fue doña Carmen Romano de López Portillo . Eso sí : la que nunca dio color , ni se dejó ver , fue Amalia Solórzano de Cárdenas . Ella no».

Mis valedores : ¿ no merece uno de ese calibre la «primera dama » del sexenio actual , o una meliflua y azucarada Piri Gay ?

«Antes que nada queremos felicitar a la Dignísima Primera Dama de nuestra Patria , cuyas frases cálidas y envolventes ascendían como voces de violas y violoncellos en su magnifico informe de gobierno del DIF» (agh…!)

elvaledormx@yahoo.com.mx y el valedormx@hotmail.com

¿Democracia , derechos humanos ?

Los derechos del hombre están , me atrevo a afirmarlo , en la raíz de todos los problemas capitales de nuestro tiempo.

Eso a su hora puntualizó el jurista y académico Antonio Carrillo Flores , y lustros después un Francisco Paoli Bolio , neopanista:

La democracia de un país se mide por el respeto a los derechos humanos.

Y yo digo , mis valedores : de resultar cierta la aseveración del neo-panista y de cara a la discriminación de los grupos marginales y al almácigo de cadáveres que se siembra en Ciudad Juárez y el resto del territorio nacional , ¿cuál es , con el parámetro del respeto a los derechos humanos , la democracia que tanto y tanto nos mienta y exalta otro neo-panista , de apellido Fox … ?

Pero un momento , que aquí se encubre una trampa verbal. ¿O es que sólo fenómenos de aberrante irracionalidad como las muertas de Juárez son violaciones a los derechos humanos ? No , que a semejanza de lo que ocurre con el vocablo «democracia» , sin aclarar su compleja significación e implicaciones , así sucede también con el tema de los derechos humanos : el Sistema de poder ha llevado a las masas a creer que Ciudad Juárez , los luchadores civiles muertos y desaparecidos y la discriminación y el maltrato a los internos del reclusorio son violaciones a los derechos humanos . Pero no , que de esta manera nos restringen el área de los derechos del hombre .

A propósito:

Asiento aquí , la rotunda verdad que a un siglo de distancia dejó escrita don Emilio Rabasa , jurista experto en relaciones internacionales

Lo malo es que no sabemos cuáles son los derechos naturales del hombre.

Y sí , para vislumbrar detalles de un tema que se nos torna de requemante actualidad , de la declaración de la UNESCO en 1947 transcribo : «Los derechos del hombre son valores : señalan lo que es natural y justo , pero además exigen ; son aquellas condiciones de vida sin las cuales , en cualquier fase histórica dada de una sociedad , los hombre no pueden dar de sí lo mejor que hay en ellos como miembros activos de la comunidad , porque se ven privados de los medios para realizarse plenamente como seres humanos «.

Al propio tiempo , las declaraciones mundial e interamericana de 1948 estipulan cinco tipos diferentes de derechos humanos:

1.-Los civiles. Son los que han sido bandera de lucha contra un poder injusto , y se refieren al respeto a la vida misma , a la libertad , a la seguridad personal y a la prohibición de los castigos crueles o degradantes , no sufrir discriminación alguna en razón de raza , color , sexo , lenguaje , origen nacional , etc., y proscribir la pena de muerte.

2.- Derechos Políticos . Se reconoce el del individuo a tomar parte en el gobierno de su país en condiciones de igualdad a las dignidades públicas . La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno -el voto , sí, pero respetado – ; así , los pueblos tienen derecho a definir su status político y desarrollo económico , social y cultural , además de disponer , como lo estimen prudente , de su riqueza y recursos naturales.

3.- Derechos económicos . incluyen la libertad de trabajo , el tener condiciones favorables en las labores , la protección contra el desempleo , el derecho a recibir una retribución favorable que asegure al trabajador y su familia una existencia compatible con la dignidad humana y a un nivel adecuado para la salud y de su familia , incluyendo alimentos , vestido , habitación , cuidados médicos y servicios sociales necesarios».

4.- Derechos sociales. Incluyen el derecho al descanso y al ocio , al igual que el del objeto de asistencia y cuidado especial que deben garantizarse a la maternidad y los niños , nacidos dentro o fuera del matrimonio . Todos gozarán de la misma protección social.

5.- Derechos culturales . La educación elemental será gratuita y obligatoria. La educación superior , al igual que la de índole técnica y profesional , se pondrá al alcance de todos . La educación estará dirigida al desarrollo completo de la personalidad humana y promoverá el entendimiento , la amista y la tolerancia entre todos los grupos raciales y religiosos . Todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la vida cultural de la comunidad , de gozar las artes y de compartir el avance científico y sus beneficios . A esto se le nombra : «Derechos del espíritu »

En la Declaración de Independencia de EU . (1776) lo dejó estipulado T. Jefferson : «Mantendremos que (…) todos los hombres son creados iguales ; que están dotados por su Creador con derechos Inherentes e inalienables ; entre ellos la vida , la libertad y la persecución de la libertad » .

Sublimes conceptos , mis valedores , que no se referían a negros ni a indios , ni se pronunciaban contra la esclavitud . Seguiré con el tema. (Algún día.)

elvaledormx@yahoo.com.mx y elvaledormx@hotmail.com

Marta, Fox, el Ave Fénix…

Erase que se era, contaba a ustedes ayer, un cierto zoológico con el que Poldero, su propietario, se enriquecía. En el intento de acrecentar las ganancias viajó por muchos países hasta dar con el Ave Fénix e incluirla entre las atracciones del zoológico, pero fue rotundo el fracaso. Demasiado tranquilo para un público que admira leones, orangutanes y al cocodrilo que se tragó a una mujer. Guapetona. Pero el Ave Fénix…

– A cambiar ese pajarraco por alguno cuya fama de sangre y muerte atraiga a los visitantes. Un Fénix que sea rudo, fiero, espectacular.

– Imposible, lo desengañó el administrador. Este es el único ejemplar que existe en el mundo. El Fénix no tiene pareja ni descendencia. El mismo, al llegar a viejo, se prende fuego para emerger renacido.

– ¿Y si al incinerarse renace como ave guerrera? A envejecerlo, pues.

Entonces (fijaros bien) Poldero le disminuyó a la mitad su ración de carne, y después a la cuarta parte, pero el ave no envejecía. Le suprimió la calefacción, sin resultado. Le atascó la jaula con pájaros belicosos, que a lo sañudo lo agredieron a picotazos. Nada. Impaciente, Poldero le introdujo en la jaula una runfla de gatos de callejón. El Fénix voló sobre sus cabezas y sacudía sus alas doradas. Dio en colocársele enfrente, y lo vituperaba. El Fénix, impávido. Investigó que gusta del clima seco. «¡Aja!» Y a confinarlo en una pequeña jaula provista de una regadera en el techo. Todas las noches la ponían a funcionar. El Fénix comenzó a toser…

– ¡Eureka, lo he envejecido! ¡No tardará en prenderse fuego! – Y Poldero emprendió una campaña de publicidad: «El viejo favorito del público se acerca a su fin». Para que el ave acelerase el proceso y forjara su nido, atiborró la jaula de malolientes haces de paja y mohosos alambres de púas.

Por fin. Cierto día (¿van tomando nota?), el Fénix comenzó a revolver la paja. La hora había sonado. Poldero se apresuró a firmar un contrato por los derechos de radio, cine y televisión. Y comenzaron los preparativos…

Era una tarde de sábado. A la ganancia económica Poldero había estado excitando la curiosidad y el morbo de público, y ahora anunciaba que el Fénix iba a renacer un día de estos. Y ese día llegó. El gigantesco auditorio donde se montó el espectáculo, atiborrado. En la jaula del Félix luces, cámaras, micrófonos. Desde un altavoz el anuncio del espectáculo que estaba por ocurrir frente a aquel público morboso e interesado:

– ¡El Fénix, distinguidos visitantes, es el aristócrata de las aves! ¡Solamente las más raras y costosas maderas orientales, impregnadas de perfumes exóticos, lo tientan a construir su extraño nido de amor..!

Ahora se introducía en la jaula un manojo de ramas y una nueva dotación de virutas densamente perfumadas. «¡El Fénix es como un aire de salvaje música gitana. Toda la pompa fantástica y la pasión
de Oriente, su lánguida magia, sus crueldades sutiles…»

Un estremecimiento sacudió el opaco plumaje. El Fénix movió la cabeza. Tambaleante, descendió de su percha. Con movimientos cansinos congregó virutas y ramas. ¡Las cámaras de cine y televisión se activaron! ¡Estallantes, las luces alumbraron la jaula! Poldero, a todo volumen: «¡Este es el momento que el mundo ha esperado con ansiedad! ¡La leyenda de siglos se materializa ante nuestros ojos! ¡El Ave Fénix..!»

Anidado en su pira pareció caer dormido, provocando la desilusión de un público vicioso del morbo, la nota roja y lo espectacular. Y fue entonces. De súbito, el Fénix se irguió, miró hacia la muchedumbre y… ¡en ese momento Fénix y pira estallaron en llamas! ¡Las llamas abrasaron el descomunal auditorio! ¡En dos minutos todo quedó reducido a cenizas! ¡Miles y miles, con todo y Poldero, perecieron en el incendio!

¿Moraleja? Poldero, ¿quién viene siendo? ¿Quién el Ave Fénix? Mis valedores: vive nuestro país un clima de tensión, electrizado. ¿Sus focos rojos? El agro, el obrero, la burocracia, los desempleados y un manejo del erario público que desemboca en una pobreza general siempre en aumento. Y es aquí, frente al Fénix, donde los depredadores Polderos de la familia presidencial y tantos más del aparato público, cinismo e insensatez, exhiben el botín y el lujo, el dispendio y el mal gusto de los nuevos ricos. Así maltratado y envejecido, al Fénix lo orillan a incendiar el país. Cuando ocurra la hornaza, si es que llega a ocurrir, ¿a quiénes va a incinerar? No al Ave Fénix, que por morir renace porque su destino es sobrevivir a Polderos y gatos de callejón. Es la Historia. ¿Pero los Fox y Sahagunes? ¿Quiénes son los que se habrán de requemar si la exasperación ciudadana se descontrola? «Los campesinos ponen un ultimátum a Fox», el encabezado de prensa. Y este escalofrío… (Mi país.)

Sari , Fox , el zoológico

Tantas idas y venidas -tantas vueltas y revueltas – quiero, amiga, que me digas, – ¿son de alguna utilidad?

El reclamo que el fabulista pone en boca -en pico, en hocico- del animal preguntón, bien pudiese estampársele en plena cara a una cierta titular de una cierta CONACULTA, una cierta «Sari» Bermúdez, ex-locutora de televisión que, según denuncia de la Comisión respectiva de la Cámara de Diputados, tan sólo en el 2003 y al pretexto de fomentar la cultura de los mexicanos, perpetró (sé lo que digo) 28 viajes de fronteras adentro y al exterior. Que las susodichas visitas abarcaron de Berlín a Quebec, de La Haya a Madrid y Bilbao, y desde Londres hasta Nuevo México, Nueva York y puntos circunvecinos, con lo que la titular de CONACULTA derrochó nada menos que dos millones, 285 mil 730 pesos. De nuestros impuestos, claro está. Y la rectificación de CONACULTA:

Que no fue tan elevada cantidad sino tan sólo la bicoca de 846 mil 413 pesos los que el año antepasado y en su labor de cultura despilfarró «Sari» Bermúdez. Millones o miles, yo pregunto a la ex-locutora de televisión; a todos ustedes, más propiamente:
¿Esos 28 viajes en qué medida beneficiaron, de qué modo fomentaron la cultura de nuestro país? Sean miles o millones, peso a peso fueron roídos de los salarios mínimos. ¿Después de los viajes de «Sari» ha ocurrido el prodigio de que el mexicano se estupidice dos minutos menos frente al aparato televisor para con dos minutos más de lectura alimentar un espíritu anémico, desfalleciente e incapaz de generar, nutrir y mantener enhiestos valores tales como la justicia, la verdad, la libertad, la paz interior y el sentimiento sobrehumano, por humanísimo, del amor? ¿Cuánto de verdadero amor, no de parejas sado-masoquistas, será capaz de generar un espíritu en ruinas? Por lo que atañe a los programas de fomento a la lectura entre los mexicanos, ¿cuánto, con ese pretexto, no ha derrochado en lo que va del sexenio el dúo dinámico Sari-Fox? ¿Con qué resultados hasta el día de hoy, hoy, hoy? Mis valedores:

Yo, un solo varón, con mis talleres de lectura de más de 20 años he persistido en el intento, fructífero según todas las evidencias, de fomentar el gusto por el libro, la música culta, el espíritu. Yo, para mi labor, nunca he precisado de miles y de millones que sustraiga de los bolsillos de ustedes para despilfarrarlos en viajes ni CONACULTAs. Por cuánto a «Sari», que en cachondeos culturales anda desalada, desatada, de Berlín a Nueva York, ¿habrá leído, recomendación de Fox, a José Luis Borgues? ¿Lo «tradució» a algún otro idioma? ¿Por qué en sus manos, manos libres a la hora de los dineros, descansa la cultura oficial..?

En fin, que el sexenio está a punto de fenecer, por más que los optimistas afirman que feneció hasta cuatro años y meses, y que ya apesta a lo que el cadáver tres días después. Cuando los depredadores de los dineros públicos ya no cuenten con la protección oficial que los arrope contra una exasperación ciudadana crispada tras la engañita del «cambio» y el empobrecimiento en que no empantanó el gobierno de Fox, ¿los que saquearon los dineros que son de todos para beneficios de todos, a dónde habrán de huir en tropel, en desbandada, en estampida? ¿Cuál irá a ser el Dublín de esos a los que hoy arropan unos señores justicias así de alcahuetes?

En fin, que si hablamos del libro como alimento del espíritu (no el bodrio, no las heces de la programación televisiva con que tantos atiborran e indigestan un espíritu que desfallece por avitaminosis), va aquí una apretada síntesis de cierto relato que a los mexicanos refleja a cabalidad hoy día. Y si no, juzguen ustedes:

Aconteció que cierto empresario de nombre Poldero negociaba con un zoológico que exhibía ante los visitantes, a tanto más cuanto la entrada, ejemplares del reino animal procedente de todos los puntos de la rosa, y donde ninguno, por más exótico que fuese, parecía faltar. Pero uno se echaba de menos, y así se dolía el empresario: «El zoológico no cuenta con el Ave Fénix. Tengo que conseguirlo. Me propongo viajar hasta donde habita y traerlo, y exhibirlo con el resto de los animales».

Y sí, tanto y tanto rastreó las ignotas regiones donde el Félix hace su nido, que un buen día, finalmente, ahí, en una jaula especial y con un módico sobreprecio, Poldero exhibía al Ave Fénix. Ahora, por fin, el zoológico estaba completo, qué bien.

Qué bien, sí, pero eso sólo al principio, porque los visitantes terminaron por aburrirse de un pajarraco apacible, que nada tenía de… (El desenlace, mañana. Vale la pena, créanme.)

Día de San Valentín

Chicago esta vez, mis valedores, el burbujeante Chicago de la Ley Seca, la Cosa Nostra y la Depresión. Aquel de los alegres 20s., con sus insomnes noches de flappers que brincotean a la psicosis descoyuntante del charleston. El Chicago de la despreocupación que se arrulla en la promesa del destino manifiesto. El Chicago de Al Capone aquella madrugada del 27 de diciembre, cuando el gángster asesinó al que apodaban estado de derecho. La crónica:

Encuevado se encontraba el susodicho Al Capone en el rincón más recóndito de su bunker, en cuyos muros resonaban, apagados, los acordes de la tonada napolitana. De súbito, aquel secuaz de sombrero de fieltro y cara cortada, qué horrible lugar común:

– Usted dirá qué hacemos con su competidor del lado norte de la ciudad. Crece su negocio, pero él se niega a pagar la cuota y compartir las ganancias.

¿Que qué? ¡Porca miseria! Suelta el hampón terrible manotazo sobre base de la vitrola, que hace pujar y soltar rechinidos a O solé mió, y quitándose de encima el asunto que traía entre manos (corista ella, pelirroja, encimosa y querendona), remuele el cigarro puro que no se apeaba de la boca:

– Pronto, juntar a los muchachos! ¡Hay acción!

Y rápido: siniestras siluetas en la madrugada, varios vehículos, erizados de gángsters, enfilan rumbo al norte de la ciudad. Hay acción.

Madrugada. Tras de cruzar la ciudad y con los faros apagados, los Ford T han frenado a lo sigiloso frente al jacalón en penumbra. Zona norte. Chicago. Al arropo de las sombras esas sombras sigilosas a señas se comunican y van rodeando a la edificación. ¿Destilería clandestina? ¿Policías en un operativo contra una banda de hampones? ¿Detectives antinarcóticos? ¿Los intocables de Eliot Ness? Su atuendo es de simples paisanos, ¿pero paisanos con estuches de violín en las manos? ¿Músicos, tal vez? A lo lejos, ¿lo escuchan?, el silbato de la fábrica de asbestos cancerígenos. Por ahí, amortiguado en el aparato de radio, el zangoloteo del fox-trot. De repente, enérgicos ademanes y el cigarro puro en los belfos, Al Capone: «¿Contra ellos! ¡A tomar las instalaciones, caiga quien caiga, caiga lo que caiga y caiga como caiga..!»

Cayó el inexistente pero re-puta-dísimo estado de derecho. Cayó en medio de una escandalera de fusiles, revólveres y ametralladoras que apestaron los vientos. A los golpes caen las puertas, las ventanas son derribadas, y se impone la contundencia de las de alto poder: equipos acribillados, instalaciones destruidas, al suelo el aparato de radio donde terminaba el foxtrot y se escuchaba una ronca voz, bronca voz masculina. Entre el fragor de las balas y la hedentina a pólvora, la pandilla de facinerosos se ha posesionado del jacalón, los vigilantes son alineados contra la pared y… Chicago, Día de San Valentín, que esta vez cayó en la madrugada de un 27 de diciembre. Mis valedores:

Misión cumplida. La acción del comando armado fue todo un éxito para Al Capone. A punta de ametralladora, con la justicia y la ley en la mera punta de una antena metálica, ley, códigos, y reglamentos son habilitados como papel sanitario para aseo del Chiquihuite (un cerro ubicado en el norte de Chicago). Los de la banda silencian armas, regresan las ametralladoras a sus fundas de violín y se congregan en torno a un Al Capone que, sonriente, se encara a los reporteros que acudieron al estrépito de las balas. De cara a Chicago y a la nación, el de la masacre del Día de San Valentín decembrino, lo aclara:

-¡Hemos tomado las instalaciones de Canal 40 para preservar el Estado de Derecho, con mayúsculas. TV Azteca seguirá actuando en el marco de la ley, con la certeza de que sus demandas encontrarán una respuesta rápida, justa y favorable de parte de la justicia de nuestro país..!

¡Hubo aplausos! Mientras, el aparato de radio, resquebrajado en el suelo, transmite aún el bronco vozarrón del payo san-cristobaleño: «¡Mi gobierno asegura para los ciudadanos un orden social con plena vigencia de la…»

Al Capone mira hacia el piso y descubre el aparato parlante: «¡Vigencia de la ley..!» En un rápido movimiento toma vuelo y rájale, el patadón contra la caja de madera, cuadrantes y agujas indicadoras, que se resquebrajó, pestilencia de cables quemados y bulbos en fundición. Y heroico: antes de expirar, el aparato todavía alcanzó a eructar la frase postrera del discurso foxista: «…y la legalidad». Una vez más, ¡hubo aplausos! Este país.

Hoy leo, azozobrado: Tronaron la transmisión de CNI-Canal 40. Esta vez no el hampón del 13, sino trabajadores en huelga a los que asiste la razón. Yo, que no desperdicio mi tiempo vital con la tele, me azoro: ¿sobrevivirá el Canal 40? De su programación, 10 minutos valen más que toda la bazofia que ventosea y excreta ese Al Capone que una mala madrugada lo tomó a la viva fuerza para que el estado de derecho no se lesione. ¿Lo asesinarán? (Que sobreviva.) elvaledormx@yahoo.com.mx

Esa tierra de machos…

De uno a tres años de prisión, así como de cincuenta a doscientos días de salario mínimo, como multa, al que provoque o incite al odio o a la violencia, excluya a algún usuario, o niegue y restrinja los servicios a personas que se distingan por su orientación sexual…

– ¡Basta ya! ¡Respeto a la mujer y sus preferencias sexuales! ¡Venimos a gritar al gobierno y a la Iglesia que tenemos ciudadanía! ¡Que el cuerpo, que mi propio cuerpo, no es de la Iglesia, no es del gobierno, no es de los partidos políticos! ¡Mi cuerpo es mío..!

Qué bien. Por encima de todo y de todos, las compañeras del lésbico amor demandan respeto incondicional para sus derechos de humanas y ciudadanas. ¡Alto a la discriminación de género! Que cese la matanza de mujeres en Ciudad Juárez y se esclarezcan, por fin, y que por fin se resuelvan los casos de nota roja de cientos y cientos de cadáveres violados, macerados* desgarrados a mordiscos en pechos y genitales, con las víctimas de los sicópatas, de los pervertidos sexuales, padeciendo inacabable muerte por asfixia, bala, arma blanca, con el más aberrante y atroz de los lujos, el de crueldad. ¡Alto a la siembra de cadáveres en Ciudad Juárez..!

Tales son las constantes exigencias que las compañeras lesbianas suelen escupir al rostro de una comunidad que disfraza sus vicios encubiertos con la máscara de las «virtudes» públicas que nunca pasan de moralina vil, mojigatería y tartufismo. ¡Basta ya!, claman las compañeras que enfrentan cara a cara los dogmas, prejuicios y sectarismos del Sistema y el individuo, del macho al que se han cansado de soportar. ¡Basta..!

Pues sí, pero lástima, mis valedores, porque fueron mujeres (no lesbianas, por supuesto), las que hace algunos ayeres corrieron a denunciar a determinadas parejas de homosexuales que se manifestaban su amor en el Metro, para que de allí fuesen arrojados por guardias que apelaron a la Ley de Seguridad Pública e ignoraron la fracción del Código Penal del D.F., citada al principio y que supuestamente garantiza sus derechos. El incidente, que debería avergonzarnos, pasó casi inadvertido, como también las «razones» de los de Seguridad, muy al modo de la moralina y la gazmoñería de las épocas rancias:

-¡Los homosexuales deben respetar al público usuario y no mostrar sin pudor alguno sus desviaciones! No pueden tocarse como si fueran un hombre y una mujer. Provocan traumas a los pequeños y a los jóvenes. Esas cosas son degradantes. Nuestra obligación es pedirles que salgan de las instalaciones, y esto a petición del público usuario.

Sobre tal modo de proceder, de homosexualismo vergonzante (la atracción del abismo), mucho pudieran decir los especialistas en la humana conducta. Pero en fin, ¿que alguno de los presentes, avergonzado del medieval espectáculo, se hubiese opuesto (nadie se opuso) a la discriminación, a la persecución en contra de los homosexuales? ¿Que alguno se hubiese atrevido (nadie se atrevió) a protestar por el aberrante maltrato y la violación a los derechos de humanos y ciudadanos del odio irracional y homofóbico contra los «gays»? Las «razones» de los empleados del Metro:

– ¡Los derechos humanos de los homosexuales terminan donde comienzan los de los niños y demás ciudadanos! Si a algunos no les gustó nuestra acción, ¿qué . harían si viajan en el Metro con sus hijos, sus esposas o sus novias, y ven a dos hombres o a dos mujeres acariciándose? Ah, ¿verdad? ¡Eso no se acepta en la idiosincrasia del mexicano..!

¿La qué de quién, dicen esos? Válganos Dios con la rampante ignorancia y la mediocridad de las masas, mediocridad e ignorancia malparidoras de sietemesinos engendros como el prejuicio y el dogma, la intolerancia y el sectarismo que pueden desembocar en el linchamiento de los «diferentes». Pero un momento, mis valedores: ¿semejante homofobia es lepra y cochambre sólo de mediocres como los tales guardias de seguridad en el Metro? No, que también en el vivo corazón de nuestra UNAM, donde, según lo denuncia el Grupo Universitario por la Diversidad Sexual-UNAM, operaba (¿opera todavía?) un grupo homofóbico denominado, Cristo Dios, MAP, Movimiento Anti-Putos (textual, y qué vergüenza tener que transcribir semejante tufarada de aliento pestífero), «cuyos miembros extorsionan y agreden, incluso con bates, a los estudiantes de la comunidad gay. A algunos les han llegado a romper la nariz». Integrantes de Auxilio-UNAM, el equivalente a los guardias de seguridad en el Metro:

– Te cáis con 500 pesos o te quedas encerrado, pinchi puto…

¡Esto, en nuestro país! ¡Esto, nada menos que esto, en el corazón de nuestra UNAM! La náusea. Mis valedores: he de seguir con el tema. (Vale.)

¿Quién se las hizo de UEDO..?

Que si ninguno de ustedes se ha muerto de miedo frente a la inseguridad pública que padecemos en esta ciudad, les pregunté ayer, y que si no andan pensando huir a Miami como las estrellitas del Gran Canal, que pronuncian Mayami. Inicié, al propio tiempo, el dramático relato de la familia Tolentino, Julio Julián y su Chagua, que al regresar de Agua Hedionda se encontraron con el depto. patas arriba. Se lamentaban y discutían si fue robo o cateo.

– ¡Fue robo, Julio Julián! ¡Mis videos sólo para mujeres! ¡Mi vibrador! ¡Qué van a pensar de mí los rateros!

– ¡Te digo que fue cateo! A ver si los vecinos notaron si fueron los de la PFP o si fueron preventivos o judiciales los que nos la vinieron a hacer de UEDO.

De pronto, frente al portón derribado de la cocina:

– Gordo, ¿ya viste? Todo el refri saquearon, y se cargaron también el refri, y todo lo de la alacena con todo y alacena. ¡La estufa, la lavadora, mi licuadora automática de cuatro velocidades y full inyección!

– ¿Y el teléfono, Chagua? El interfono lo arrancaron de la pared. De puro milagro la pared nomás mordida. Rasguñada.

– Fue robo, Julio Julián. ¿Y si dieras parte a la policía?

– Ellos son los que deberían darme parte, o sea del botín. Y luego con qué teléfono reporto el cateo, si puros pelones, o sea los cables. Todo esto apesta a droga con
cacardí. Tú y yo nos la prolongamos, la estancia en Agua Hedionda, y de eso dáselas a los santos, las gracias.

– ¿A cuál se las doy, si santos y santas y Cristo de Animas nos los trincaron, y hasta la Morena. Pero a ver, pérate: ¿las gracias por qué o de qué?

– Porque no estuvimos aquí cuando la invasión de los marines, del ejército o la policía. ¿No ves todo el resto del edificio? Se los han de haber cargado por sospechosos de ser sospechosos de alguna sospecha no confirmada. ¿No lo haría la PGR casa de retención, de seguridad..?

– Gordis, gordito, ven a ver al Bush. Acá, en el cuarto de baño…
Al entrar Julio Julián, la Chagua, gimoteando:

– Ahí, viejo, ¿no te lo parte, o sea el corazón..?

Ahí, el pobre Bush, perraco mestizo, madre callejera y padres indefinidos de ambiguas razas, tembloriqueaba en aquel rincón, entre excusado y lavabo, con delanteras y traseras esposadas, las patas, y encapuchada la cabeza con esa bolsa de plástico inflándose y desinflándose ruidosa, rasposa, trabajosamente.

– ¡Bush, mi pobrín, pero por qué no ladraste..!

Le copina el plástico y claro, cómo iba a ladrar, con ese esparadrapo que le sella el hocico. «Mi pobre Bush, pobrecito…»

El cual, manojo de carnes trémulas, apenas libre ese hocico desflorado a cachazos, lo abría de par en par, y a pujidos clamaba:

– ¡Ya lo confesé, jefecitos, ya me sacaron toda la sopa, ya no sé más, por mi perra madre lo juro! ¡Por la de ustedes, besando la cruz! ¡Ya les confesé que fui yo, con el perico loro de cómplice! ¡Yo recibía los envíos de Cali y los distribuía en todo Tepis Company! ¡El loro, mi cómplice, me las lavaba, las utilidades, y las remitíamos al Chapo Guzmán! ¡Yo fui, jefecitos pero ya no me madrifiquen! ¡Ya no me sigan madriando, por su perra madrecita! ¡Ya no…!

– ¡Acá, viejo! – la Chagua-. ¡Loro lorito, pues qué te pasó!

Atejonado en la taza del excusado y como todos los mexicanos: con el agua al cuello. La Chagua se le acercó: «Lorito, daca la pata».

– ¡Pero mis jefecitos, si me la quebraron cuando les firmé mi confesión! ¡Con la chueca les sigo firmando las confesiones que quieran, pero pocito ya no! ¡Ya no me cotorrién! ¡Ya no más sambutidas en el excusado! ¡Toques en mis aquellitos ya no, que ya los traigo en sancocho! ¡Que el prieto del diente de oro ya no me vuelva a violar, que ya me chilla mi próstata..!

Horror. De repente, frente al objeto aquel que brillaba a la tenue luz de la azotehuela: «Chagua, mi jefecita santa. Ahí, su silla de ruedas…»

Silla de ruedas sin jefa santa. «¡San Juan Diego Nonato..!»

El Julio Julián se abalanza sobre la silla, la examina: desmantelada, Ponchadas las llantas. Le falta la de refacción, el estéreo. «¡Rotas sus calaveras! ¿No andará por ahí la de mi santa madrecita..?»

Sin madre y en tal mortandad, sólo la incógnita permanece viva: ¿fue robo, saqueo? ¿Quién a los Tolentino se la hizo de UEDO? He ahí a los susodichos, sentados (derrumbados) en el cemento de la azotehuela: Bush, Chagua, Julio Julián, el perico loco, gacha la testa y los brazos entre las zancas. Suspiraban. Lloriqueaban. Tembloriqueaban. Al unísono. Ah, el callado dolor de los desprotegidos de la justicia. ¡Pero en eso, de repente, en la puerta resquebrajadas, aquellos golpazos! ¡Serán los ? (Cruz, cruz.)

Y ustedes, tan vaginales…

Decíamos ayer: con el pretexto de una cierta Camila, que por la vía del matrimonio logró incrustarse en la familia real, mostraba yo a los británicos mi extrañeza porque así permitirían a la trepadora exhibir su rastacuerismo ante un pueblo de por sí pobre que ella, sus tres retoños y la familia completa, con sus despilfarras empobrecía aún más. El recado finalizaba con una pregunta, que ahora me permito completar. Ciudadanos británicos: ¿No serán ustedes los que han permitido a Camila, con la fachada de su «Let’s go England!» y «Transform England!» el saqueo y la depredación de la que ha convertido en su caja chica, su cochinito y su cochinero, la National Lottery for the public assistance, si es que así se escriba en el lenguaje de Shakespeare? Súbditos de Camila:

Ustedes, que en los comercios se dejan arrebatar los centavitos del cambio en la nota de remisión, ¿están enterados de qué manos recogen penique a penique hasta formar miles de libras esterlinas con qué satisfacer la voracidad de la nueva rica, la devoradora marabunta doña Diabla Camila? ¿Conocen ustedes, pero a cabalidad, el pasado de la arribista? Tan claro resulta, o tan turbio, cochambroso, que el círculo de la señora ha parido, abortado y amamantado, toda una literatura de baja estofa, de regüeldo y albañal, donde se lanzan acusaciones contra una trepadora que asalta el cochinito de los públicos dineros hasta degenerarlo en un público cochinero, tan pestilente como el cochinero del catre que se nombra en las malditas crónicas, ya sea nupcial, matrimonial o de hotelito de camino. Un pasado de escándalo, nada virginal y sí del todo vaginal, como el que de compañera merece un barón (no varón) no virginal sino vaginal, tanto como ustedes mismos, que así permiten que a todos embije con sus vaginales flujos y esencias. Todo esto, británicos, del dominio público…

Del dominio público, por más que el dominio es sólo de la soberana voluntad de una oportunista ya a estas horas soberana del país, todo por culpa de débiles, castrados y mandilones, como evidencian ser todos ustedes, los de vocación de súbditos. La tal Camila, entretanto, como buena trepadora (que de buena sólo eso se le conoce), se ha apoderado, en perjuicio de todos, de las riendas del país, y de silla, espuelas, albardón y retranca; y reitero: ¿lo permiten ustedes? ¿Tan mansitos me tos tornó la Camila, tan pasivos y dependientes? ¿A ustedes también, como al princesito, les ha cautivado hasta el punto de que la tienen en la mera punta de la popularidad? Y si de retrancas hablamos…

¿Con cuántos retoños llegó Camila al palacio? ¿Con tres, y no más? ¿Aún con dientecitos de leche, o ya con colmillos de depredador? Los entenados, ¿cómo le fueron a salir al padre postizo? Por ahí leí que Carlos viaja en yates prestados. Pero en cuanto a los hijos políticos (lo único de político que se le conoce al princesito), así vajerón como el de en medio y el de hasta abajo, ¿ellos cómo se desplazan dentro y fuera de la Gran Bretaña? Hoy fortunosos en lo económico, ¿son ricos de nacimiento, o la madrecita fortuna los comenzó a apapachar hace apenas cuatro, cinco años? ¿Avión propio en la mitad de un sexenio? ¿Pues cuántos salarios mínimos perciben los hijos de la señora que despacha en las cabañas de Buckingham..?

El trío de suertudos, de cometer algún fraudecillo con un chocolate en el super, ¿disponen de una corte celestial que los exonere, desde el Duque de Edimburgo hasta el Estado Mayor Presidencial? Ellos, ¿andan libres a estas horas? ¿Lo permiten ustedes? ¿Tan agachones serían, en tal caso..?

Tienen ustedes unos jueces dignísimos, por más que para juzgar se disfracen con pelucas ridiculas que oculten lo que ellos son: calvos y pelones. ¿Para juzgar a Camila y su trío de rapaces aplican estrictamente la ley o por contras: la ley, la moral personal y opinión pública les dan dos que tres pelones? Tienen una cámara de lores que antes de Camila actuaban como la cámara de los comunes, y una cámara de los comunes que solían actuar como lores. A partir de la trepadora, todos los legisladores se sienten lores por más que son comunes, y por sus actos, más que comunes, corrientes.

A ustedes, en el pasado pluscuamperfecto, cierto primer ministro les prometió sangre, sudor y lágrimas, pero en los hechos les dio bienestar, seguridad y progreso. Hoy, el principito consorte les prometió progreso, seguridad y bienestar. A cambio les ha dado sangre, sudor y lágrimas. Si tal es su situación, súbditos de Camila: ¿piensan ponerle remedio? ¿Organizándose en células autogestionarias para darse, con el poder popular organizado, un gobierno al que obedecer como sus mandantes? ¿Con la cartulinita famosa, la «llave de la democracia», enjaretar a Camila la corona de reina? ¿God save de Queen? ¿Y el princesito a dónde? ¿Al DIF? (God…)