Fe de ratas

¿Cuándo y dónde, mis valedores? No lo sabría precisar. Yo de lo único que estoy seguro es de que alguna vez existió cierto avaro, codicia quintaesenciada, que en su habitación escondía monedas de oro a cántaros, y en la cocina una vil despensa: tres cachos de queso rancio y uno de pan. Avaricia pura. Pues sí, pero aun magras y despreciables, las provisiones mal podrían sobrevivir, siempre expuestas a la acción depredadora de unas ratas que, en hervidero, infestaban el tugurio del avaro aquel. Y qué hacer, pensaba el tacaño. Cómo remediar la situación…

Total, que a la vista del poco queso y el magro pan siempre ruñidos, mordisqueados siempre, el émulo de Arpagón, paradigma de avaros, se la jalaba no por urgencias de desbozalada libido sino de desesperación; la pelambre. «Mal rayo parta a los roedores agentes de mi perdición..!»

Y qué hacer, pensaba el avaricioso, porque vamos a ver: ¿trampas para ratas? ¿Trampas que tuviese que cebar con rajuelas de queso? ¡Nunca dispendio tal! ¿Un gato? ¡Menos que nunca, qué va! ¿Los míseros cachos de queso y los trozos del reseco pan exponerlos no sólo a las ratas, sino al gato también? ¡Nunca! ¿Custodiar en persona las provisiones, esto a costillas (a párpados, a pupilas) del sueño y las horas dedicadas al deleite onanista de cachondear, flor de tacto, sus oros? ¡Jamás! Pues sí, pero entonces qué hacer…

En su ansiedad, el avariento se devanaba los esos, y los sesos también, piensa que te piensa, trama que te planea, y nada, que no encontraba la solución. Y así pasábase los días de claro en claro y de turbio en turbio las noches, y de congoja en congoja su vida entera, penduleando del insomnio a la depresión y de ahí a la angustia. De subdito, aquel amanecer de miércoles:

– ¡A la miércoles el problema! ¡Ya di con la solución!

Y sí: con paciencia y salivita, como es fama se logra todo en el salivera mundo de ratas, avaros y humanos, el codicioso ejecutó la primera parte del plan, que fue armarse de mucha paciencia y de una escoba y cerca del agujero (el que daba al bajo mundo de los roedores, conste) esperar, vigilar, contener el aliento, hasta que de repente: ¡tíznale, el escobazo! «¡Bravo! ¡Atrapé la rata adecuada! ¡Gracias Dios mío». (¿No los estoy aburriendo? Va el gran final.)

El avaro prendió de la cola aquella orejona que se había arrimado al aroma del queso; una rata medianona, peluda, de medio pelo. Y la segunda parte del plan: una vez con la rata en la mano, el codicioso fue y la encerró en una jaula de alambre, y entonces: ándenle, que la dejó sin comer. Y así pasaban los días, y ocurrió que al paso y peso del tiempo, ese que todo lo cura y lo enferma, lo graba y lo grava, lo agrava y agravia, la dientona bufaba de necesidad y brincoteaba en si jaula y se acalambraba a espeluznos, y entonces…

Entonces el torturador me le fue echando pizcachas de carne fresca, con la que aplacó el hambre del roedor. (A ver, a ver si lo entiendo: ¿un avaro de ese calibre, derrochando en filetes sol?) Carne, sí, derrochaba el avaro, pero carne de rata pequeña, sin malicia todavía, que acababa de asesinar a escobazos. Carne de rata como la hambrienta y como el hambreador. ¿Pescan ustedes la idea?

Y así al día siguiente, y así al tercer día: dos, tres rajuelas de carne de rata le aliviaron el hambre, y entonces, entrañas de avaro: de repente a cerrar la despensa, y hasta el otro día. ¿La van pescando? Fue así, a ratas devoradas a ratos, ratos amargos sobrevivió la cautiva, pero ocurrió que le fue tomando sabor a la carne de rata, y le tomó el gusto. Entonces, de repente, ¡a retirarle, una vez más, la canasta básica, de modo tal que la roedora volvió a bufar por falta de carne. ¿Adivinan ustedes el gran final..?

Exacto: tal fue la etapa tercera del plan: el avaro arrimó la jaula, con la roedora en delirio por un ayuno de días, a la boca del agujero que hervía de congéneres, y entonces que deja escapar la hambrienta orejona. ¿Se imaginan ustedes? Lógico: la ratófaga inició, delirante, la devastación de la población ratonil. Así, de forma gratuita, el avaro se libró de la plaga, del gasto del queso como cebo de la ratonera y del gato que pusiese en peligro el queso. Y a esto quería yo llegar. Mis valedores:

Las procuradurías federal y del DF ya hicieron rabiar y bufar a ratas de varios calibres, desde una de peso completo, Raúl Salinas, hasta el poquitero René Bejarano y un Nahum Acosta casi tan inocente como el Chapito Guzmán o el arquitecto Romero Aparicio, tanto o más iracundos que el propio rata Salinas o el abogado, que no tarda en salir, de otra presunta rata: el Salinas difunto. Y yo digo: ¿si los Bátiz, Huerta y Santiago Vasconcelos les dieran placa de judiciales y los echaran al agujero que hierve de ratas y que ellos conocen a la perfección? Pudiera resultar, digo, porque de otra manera… (En fin.)

TV: terrorismo y barbarie

El cinescopio y los pobres de espíritu, mis valedores. Crispado ante la doble moral y el doble discurso del enemigo imperial (Inglaterra y EU, en este caso), que desde los medios de condicionamiento de masas prende en las tales una compasión mañosamente inducida por los cadáveres londinenses mientras así minimiza el cotidiano borbollón de sangre que cambia por petróleo en Irak, busqué la autoridad de los analistas que sopesan el papel del cinescopio en la campaña mundial de alineación de masas. Negativa al ciento por ciento, lógico, es la crítica del ciento por ciento de los estudiosos del siniestro fenómeno. Pero un momento; a ver: ¿Al ciento por ciento? No, que uno de ellos, articulista del matutino, se deshace en odas (no odas, loas) al cinescopio. ¡A Televisa! ¡Aquella, la que fue del Jacobo servil, incondicional del gobernante en turno. Es de ayer pero es actual. Mis valedores: vayan leyendo, traten de resistir la náusea y calculen el poder de cooptación del que fue y amenaza volver a ser, si entre todos no lo evitamos, el PRI-Gobierno. ¿O habrá entre ustedes alguno que salga de acuerdo con el lambiscón de Televisa? Con esa sintaxis, sus reflexiones:

«Observo con cierta extrañeza no exenta de curiosidad cómo algunos colegas arremeten despiadadamente contra la empresa Televisa. Hombre de cierta edad con años en estos menesteres del periodismo estudiado, leído y releído las críticas y, por más vueltas no hallo un fundamento real que justifique tantas culpas como se le atribuye a esta noble empresa. El firmante lleva decenas de años viendo televisión y ha captado cómo, este modelo, sí, he dicho este modelo, de empresa, ha ido escalando puestos ejemplificando con una línea que roza la perfección una organización excelente, un indudable acierto en la selección de sus participantes y sensata disciplina, madre de los éxitos en cualquier entidad que se precie de competente y seria.

Con el impactante nacimiento de Eco un maratónico programa, concienzudamente estudiado, magníficamente distribuido y fielmente desarrollado que impactó al mundo (…) el conjunto de esta gran empresa (…) ha merecido el calificativo de sobresaliente. Es más, ha supuesto para México un orgullo que cualquier mente sensata ha de reconocer como tal. Estos intelectualoides deben saber que una inmensa mayoría del pueblo mexicano está formado por gente sin preparación cuyo solaz esparcimiento degustan con algo que entiendan y nada mejor para ello que esas telenovelas con variedad de temas para todos los gustos que promueven su deleite. Además, estas telenovelas, algunas, son verdaderas obras de arte que aun en contra de recalcitrantes opositores han mantenido su categoría de estupendas. Esto tantas veces confirmado por intelectuales de verdad y gente de refinado gusto que, separando un tiempo del que dedican a Beethoven y Shakespeare, se recrean extasiados en la pequeña pantalla, apreciando complacidos la insuperable actuación de una María Rubio. ¿Verdad que sí? ¿Se debe seguir criticando a una empresa que ha contribuido tan directamente al engrandecimiento de su patria? Sí, dicho así, de su patria. Hay muchas formas de hacer patria, al margen de cuanto supone alardes malabaristas de demagogia. Hagamos un recuento y seamos honestos. Agradezcamos sin pleitesías y sin actos de sometimiento los favores que nos ayudan a todos, Hoy, Televisa es causante a través de su comunicación que el glorioso nombre de México, timbre de orgullo para todos los que vivimos en este país, suene en todo el continente de América, parte de Europa y Norte de África. Más o menos en todo el mundo. No es mala consecución, ¿verdad?

Con información veraz, valiente, auténtica y fielmente descriptiva las programaciones informativas han cubierto siempre los deseos del teleespectador (…) Eso se llama ambición empresarial, cualidad legítima que ennoblece al que la practica y beneficia a sus colaboradores y al ingente de lectores visuales que se recrean con sus enseñanzas. Esa creatividad ha dado últimamente como resultado, Eco, ¡Casi na! Pronunciado en andaluz. Y al frente de Eco designaron a un monstruo de reconocimiento mundial don Jacobo Zabludovsky. Otra vez ¡Casi na! Y ya han aparecido los que le encuentran defectos a Eco. Cómo no. El protagonismo y la notoriedad brotan como los cangrejos en las playas al calor del sol: nada más que este sol que alumbra a Televisa calienta y permanece para hacer verano duradero en todo lo que pretende el simpar (sic) consorcio. Nuestra felicitación, ¿a quién?

A los vértices centrales de Televisa, señores Alemán y Azcárraga o, Azcárraga y Alemán, y sugerirles seguir por el sendero marcado sin rebajar un ápice en el entusiasmo y la norma de trabajo que, heredaron de sus mentores, figuras ilustres que han dejado envidiable estela como muestra imitativa de un brillante hacer para el bien de nuestra nación». El resto es silencio. ¿O es..? (¡Televisa!)

¿A nosotros por qué..?

¡Asombro, estupor, escándalo! Con esta frase inicié mi colaboración de ayer, lunes, alusiva al plantío de víctimas que arrojó el atentado terrorista del pasado jueves en Londres. Escándalo, asombro, estupor, me provocaría semejante reacción de las masas si no conociera su debilidad ante la manipulación de los medios: del cinescopio, concretamente. Preguntaba ayer:

Los ataques de los grupos terroristas («terrorismo al por menor», le nombra el analista norteamericano Noam Chomsky), ¿son causa o son efecto del terrorismo de Estado que perpetran los perros de guerra, comenzando con Bush y Blair, o más propiamente, con los grupos de poder y toda la industria de guerra que los manipula? Transcribo la aseveración del analista:

Para gran parte del mundo, Estados Unidos es considerado ya como un estado criminal y el mayor peligro para su existencia…

¿Tiene o no tiene razón Samuel Huntington, comentarista de Foreign Affaires, cuando afirma lo anterior? Por cuanto a los medios de condicionamiento de masas, principalmente la televisión, ¿tiene o no tiene razón Noam Chomsky, especialista norteamericano en asuntos de su país?

¿La prensa de Estados Unidos? No contar la verdad, sino servir al sistema. Tal es la función de la prensa norteamericana.

Y el estudioso John Prados, citado por Chomsky: El esquema usado por Bush para convencer a Estados Unidos y al mundo de que la guerra contra Irak eran necesaria y urgente fue un modelo de deshonestidad.

Y que tanto Bush como su aliado Tony Blair comenzaron su guerra contra Irak no en marzo de 2003, como se le hizo creer al mundo, sino desde seis meses antes de que el Congreso aprobase la acción militar contra Irak. Y que «para los planificadores de Estados Unidos y el Reino Unido invadir Irak fue una prioridad más alta que su pretexto: la guerra contra el terrorismo. Esto, revelado por sus propias agencias de inteligencia» Y ahora el mundo se escandaliza y se rasga los párpados contra la barbarie de los grupos terroristas. Ya desde el XVII, al advertir la vocación de perros de guerra de los gobiernos de su país, lo advertía el poeta cantor de la democracia y el humanismo Walt Whitman:

Adelante, estadounidenses. Sólo dejen provisiones a tiempo (viejos y nuevos estados) para construir algunos miles de manicomios. Porque estáis en el camino propicio para crear toda una nación de lunáticos…

En el preludio del desgarramiento de Irak por tropas inglesas y de EU, los estudiosos analizaban la situación. Noam Chomsky: «En Estados Unidos Saddam Hussein no sólo es criticado y despreciado, sin además, temido. La población piensa literalmente que Hussein representa un peligro inminente para su supervivencia…»

No hay razón objetiva por la cual Estados Unidos debería tener más miedo de Saddam que, digamos, lo kuwaitíes. Pero existe un motivo: que desde el 11 de septiembre (2001) se ha producido un incremento en la propaganda que hace creer a la gente que Saddam no sólo es una persona terrible, sino que, además, si no lo detenemos hoy, va a venir por nosotros mañana. Y eso llega a la gente. Ese es el miedo irracional creado por la propaganda masiva.

Recordemos que son ellos los mismos que en 1981 declararon una guerra contra el terror que se convertiría en el núcleo central de la política exterior estadounidense enfocada fundamentalmente en Centroamérica. Llevaron a cabo una guerra contra el terror en América Central, donde acabaron matando a unas 200 mil personas y dejando cuatro países devastados. Desde 1990, cuando Estados Unidos se hizo con ellos de nuevo, se han hundido aún más en una profunda pobreza…

Pero en sus aventuras internacionales, la invención de enemigos que están a punto de destruirnos, no son nuevas, nos son familiares. No lo inventaron ellos, otros han hecho lo mismo a lo largo de la historia. Pero estos se han convertidos en maestros de este arte y lo están volviendo a hacer ahora. Recordemos que las personas que llevan ahora las riendas en Washington son en su mayor parte reaganianos reciclados, que básicamente están reviviendo el guión de los años ochenta, cuando impusieron programas domésticos muy dañinos para la población en general y que fueron muy impopulares. La gente se opuso a la mayoría de sus programas domésticos, y la manera como consiguieron implantarlos fue manteniendo a la población en un continuo estado de pánico. Ejemplos: Panamá, Granada, Nicaragua, etc..

(Más de terrorismo, un día de estos.)

Perros de guerra

¡Asombro, estupor, conmoción mundial! ¿Por qué? ¿A nosotros por qué? ¿Por qué el terrorismo nos agrede a nosotros? ¿Por qué se nos toma (¡a nosotros!) como objetivos de semejante barbarie, si nosotros no hemos ido más allá de invadir países, culturas, sistemas políticos, sociales y financieros, y tradiciones y soberanías para supeditarlos al capitalismo imperial?

¿Sólo por eso la barbarie terrorista nos toma como sus víctimas? ¿Tan sólo porque nuestras invasiones se perpetran a sangre, fuego, mutilaciones, descuartizamientos, devastación, tortura, saqueos, empobrecimiento y dolor colectivo? ¿Y sólo por eso se nos ataca de forma brutal? ¿A nosotros? ¿Y a nosotros por qué? Con toda razón el dolor y la frase solidaria de un cierto Bertrand Delanoe, alcalde de París:

Hoy todos somos londineneses…

Y ante el reguero de cadáveres y sobrevivientes, mutilados algunos de ellos, que ha producido el atentado terrorista en la ciudad de Londres, la ministra de Defensa, Michelle Alliot-Marie:

Todos los países, como el nuestro, que encaran valores de libertad y respeto hacia los hombres, son objeto de los terroristas. Ningún país está al abrigo…

Pues sí, pero no, mis valedores, que eso de la libertad y el respeto hacia los hombres por parte del capitalismo imperial es una mentira vil, y esto lo proclaman la Historia y la realidad objetiva hoy día. Dígalo, si no, la lógica que nunca miente: ¿respeto a los hombres, por parte del Imperio? ¿Libertad? ¿No petróleo, no ganancias económicas? ¿Quiénes son los perversos que han iniciado las guerras de conquista, de saqueo y depredación en prácticamente todos los países del orbe? ¿Bin Laden, acaso? ¿Al Qaeda, tal vez? ¿La OLP, el IRA irlandés? ¿La ETA, vasca? ¿Fueron ellos, o han sido los imperios, en este caso Francia, Inglaterra y Estados Unidos?

A siglos de distancia clama el trágico: ¿quién es la víctima, quién es el verdugo? ¿Qué contestan la Historia, la lógica y la realidad objetiva? Y mientras esto redactaba, mis valedores, en La Jornada aparece un artículo de Noam Chomsky en donde cita al periodista británico Michael Smith, que alude a cierto memorando de Downing Street, donde el secretario de Defensa británico, Geoff Hoon, reveló que «Estados Unidos ha iniciado estímulos de actividad para presionar al régimen de Saddam Hussein». Para provocarlo, sí, y entonces justificar una guerra de agresión. Y entonces:

«Los cazas comenzaron a bombardear el sur de Iraq en mayo de 2002. Bush y Blair comenzaron su guerra no en marzo de 2003, como todos suponen, sino al final de agosto de 2002, seis meses antes de que el Congreso aprobara la acción militar contra Iraq«. ¿Por qué el terrorismo contra nosotros, por qué? Mis valedores…

Hoy nuestro mundo se cimbra a los estremecimientos de una compasión mañosamente inducida por el imperio y sus aliados y voceros fieles, los medios de condicionamiento de masas, cuando por culpa de tal manipulación el mundo se mantiene indiferente a la sangre, el horror, la devastación que tropas inglesas y norteamericanas causan un día sí y al siguiente también en un Iraq donde su población civil está siendo sañudamente ensangrentada por las tropas invasoras, y es como para preguntarse: ¿los de Londres son cadáveres humanos y los de Bagdad no lo son? ¿Hay diferencias entre un humano desgarrado en El Líbano y uno despedazado en Londres o en Madrid?

Pues qué: ¿no vivimos exigiendo justicia, no invocamos la justicia, no nos mostramos hambrientos de justicia? ¿Somos justos al dolernos por la víctima londinense mientras permanecemos impávidos al horror que producen los invasores londinenses vestidos de uniforma militar? ¿Es esto justicia..?

Y lóbrego: unas masas enajenadas se dan el lujo de escandalizarse porque el terrorismo «al por menor», como lo denomina el citado Noam Chomsky, responda al «terrorismo de Estado» que al pretexto de la libertad, la democracia y demás vocablos tan altisonantes cuanto embusteros porque el objetivo real se llama petróleo, perpetran los Bush y Blair en Líbano, en Irak, en Afganistán, en el mapamundi. ¿Por qué las torres gemelas, claman las masas: por qué el transporte público de Madrid, por qué el de Londres? ¿Por qué los Al Qaeda y Bin Laden? ¿Por qué..?

A mí otras preguntas me parecen mucho más importantes: ¿por qué de manera tan dócil y mansa nos dejamos manipular por la compasión inducida de los perros de guerra? Porque vamos a ver, y de nuevo convoco a la lógica: ese terrorismo que se perpetra en Washington. Madrid y Londres, ¿es terrorismo causa o es terrorismo efecto? (Sigo mañana.)

Diabólica santidad

Una santidad que exhala tufos de azufre la de esa sospechosa arribazón de santos recién sacados del horno, recién salidos del cascarón, santidad que por estos días se abarata, se da al por mayor y se torna pandemia. Por santos no vamos a parar, que por ahora se ensamblan a escala industrial. Santos tenemos, y beatos, para dar y prestar. ¿Los requisitos para la beatitud? Que cuenten los aspirantes con un historial sospechoso, cuando menos. Laus deo.

A ver: ¿que un Escrivá tiene fama de déspota, franquista y dueño de riqueza inexplicable? Trépesele a los altares. ¿Que quien se atrevió a encaramarlo es un pontífice reaccionario, socio de los Reagan, Tatcher y el polaco Lech Walesa: protector, por añadidura, de un padre Maciel sobre el que pesan graves acusaciones de pedofilia? Inicíese de inmediato su beatificación. Fast-track, como dicen los gringos. Es así como Juan Pablo II ya huele a beato, cuan el protomártir y primer santo mexicano, nuestro Felipe de Jesús, tardó 265 años en ser canonizado. Y un dato que para El Vaticano resulta asunto menor-, diez años después del martirio de Felipe de Jesús, un su hermano Juan, religioso agustino, también iba a morir en el martirio, asaeteado por paganos, en las Islas Filipinas. Hoy, mientras tanto, Escrivá, Juan Pablo II, el padrecito Maciel, pedófilo de vocación y de práctica constante, según sus acusadores…

Pero no, los legionarios de Cristo que ya alucinan con el padre Maciel trepado a
los altares no olviden ese pequeño obstáculo para su beatificación: el presunto violador de seminaristas anda a estas horas vivito y co(u)leando. Lástima, con los ríos de dinero que ha descargado en El Vaticano. Y qué hacer. ¿Qué? Casi nada: por vía de mientras y para ir calentando motores, propóngase para beata a su madre, la del susodicho padrecito Maciel. Por santos no vamos a parar. Faltaría más…

Milenio, 5 de julio: «Los Legionarios de Cristo inician una fuerte campaña para impulsar la beatificación de Mamá Maurita, la madre de Marcial Maciel. Tiene una página web donde se publica su oración, se invita a presentar nuevos milagros y se anexa una cuenta bancaria para depositar «a la causa’…»

¿Los méritos de Felipe de Jesús frente a los Escrivá, Juan Pablo y Mamá Maurita? En Manila, hasta donde viajó para a ejercer su apostolado, vivió «como novicio fervoroso: vida en común, pobreza, fortificación, pureza de alma, obediencia y espíritu de oración. De profeso, se distinguió por su vida de oración y por su caridad fraterna, ejercitada como enfermero de la comunidad».

Y que en 1596, en Japón, los soldados tomaron prisioneros a los jesuítas, dejando libre a Felipe de Jesús porque él pertenecía a otra orden, y la contestación del franciscano: «No permita Dios que mis hermanos estén presos y yo en libertad. Sea de mí lo que fuere de ellos«. Y todos a la cárcel de Meaco, y a todos la sentencia de muerte. Felipe de Jesús, protomártir…

A propósito: hoy hace 30 años y 10 días de que falleció, algún temerario asegura que en olor de santidad, José María Escrivá, el padre Balaguer, el padre Chemita, o San Josemaría, como ustedes prefieran. El fundador del Opus Dei fue exaltado el pasado lunes 4 de julio, en el diario Reforma por el opusdeísta Francisco Ugarte. Y qué profusión de ditirambos, qué juego de fuegos fatuos en los conceptos que copia a Joseph Ratzinger, hoy papa de Roma:

«Josemaría se supo toda su vida bajo el manto de la Virgen, que era su Madre. En su cuarto de trabajo, frente a la puerta, había un cuadro de Nuestra Señora de Guadalupe: esta imagen acogía su primera mirada cada vez que entraba. Recibió también su última mirada».

Escrivá y su cauda de detractores que hoy, como ayer, forran de podre y descalificaciones al santo franquista: «Los opositores a la canonización de Escrivá denunciaron otros pecados del fundador del Opus Dei, aparte de la acumulación de riqueza como aquella de que «El Opus Dei es peor que una secta, son mercaderes del evangelio, que destrozan vidas humanas…»

Pero Escrivá fue canonizado. Por cuanto al martirio de Felipe de Jesús y sus compañeros: «Cada uno fue sujetado a una cruz con argollas y cuerdas; dos de aquéllas se colocaron en las muñecas, otras tantas en los pies y una en el cuello. Felipe de Jesús fue el primer crucificado: alanceado en tres partes, dos por los costados y una por el pecho, murió murmurando el nombre de Jesús». Fue canonizado, repito, 265 años después de su martirio…

¿El santo de los opusdeístas? «Una fuente del Vaticano, publicó el Newsweek, asegura que, en contra de los procedimientos establecidos, no se incluyó ningún escrito publicado, crítico, hacia Escrivá, en los documentos del proceso de beatificación. Tampoco se investigaron sus famosos conflictos con los jesuítas ni los informes sobre sus tendencias profascistas ni la implicación del Opus Dei con el gobierno de Franco». Dios.

(Más de Escrivá, el lunes.)

«Putos en demasía…»

Los homosexuales del mundo, vale decir mundo de los homosexuales. El sábado 25 de junio, por el orgullo gay, en demanda de respeto a sus derechos y el cese a las agresiones que en su agravio perpetra la homofobia, ellas y ellos tomaron la calle, una vez más, como una semana después se manifestaron en Mérida, Yuc. Y qué tintes heroicos los de la lucha del homosexual frente a una lóbrega historia de homofobia y agresión del macho muy macho, mis valedores. Aquí, para ilustrar tan fenómeno de descalificación de la diferencia, transcribo un fragmento de Identidad latina, documento tan sápido cuanto ilustrativo de don José Francisco Gilberto Escobedo Mena, homosexual:

«El Tribunal de la Inquisición lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España de 1183 al 1834. Este fenómeno no cesa: aún hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio. ¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de arte de la literatura Universal denominada «Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz»: «Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió».

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como los Clásicos de la homosexualidad, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales: «Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado». No es nuevo en Latinoamérica ver políticos homosexuales proferir diatribas histéricas contra la homosexualidad: eso nada tiene de nuevo.

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la castálida poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera, primero, y más tarde también la marquesa de la Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas (Aguilar y Seijas en español de hogaño). Este Su Ilustrísima es la otra personalidad a la que me refiero, a quien su delirante misoginia lo hace más homosexual que otra cosa. El protervo arzobispo Aguilar y Seijas «En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer». Lezamis cuenta que oyó decir al arzobispo «que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, había de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado (…) No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería».

Este señor en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana, a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo, la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España, para no tener que ver a la señora virreina, porque era mujer.

Conclusión del estudioso: «Ni aún con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidarnos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales), no pueden liquidarnos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran y, porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud así lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas.

Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica, que odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosísimos templos y palacios, el gran Miguel Ángel es un ejemplo. (Aberrante. Sigo un día de estos.)

¿Guerrilla buena y guerrilla mala..?

¿Bueno, el EZLN, Ejército Zapatista de Liberación Nacional? ¿Malos, el EPR, Ejército Popular Revolucionario, y el ERPI, Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente? ¿Cuántas guerrillas se calcula que operan en el país? Yo de algo estoy muy seguro: las causas que impelen a los rebeldes a tomar las armas, son, casi siempre, justas, y van desde la pobreza de los marginados hasta la corrupción lucrativa e impune de los Salinas, Sahagunes y demás compinches que transitoriamente detentan el poder. Pues sí, ¿pero es la guerrilla el factor que nos revierta una situación tan injusta? Los analistas afirman:

Nadie puede aportarnos una solución a nuestros problemas, por más que nos vivamos exigiendo el «cambio» a los del poder. Esto significaría su extinción, y ellos no tienen vocación de suicidas. La solución sólo puede venir de nosotros mismos, cuando las masas ejerciten el acto de pensar. Pero, por desdicha, «su ignorancia les lleva a prolongar el actual estado de explotación, opresión, represión». En ese momento, ¿tomar las armas? Fatídico: los gobiernos opresores se alegran de que sus adversarios recurran a la violencia armada, a la guerrilla. «Cuando los pobres, abrumados, decidan enfrentarse al poder con las armas del poder van a ser aplastados por un armamento muy superior. Se habrán ubicado en el terreno de lucha que favorece a los ricos, y al utilizar ellos también la violencia de los fusiles, los del poder tendrán una excelente justificación para arrojar contra ellos sus enormes armas de destrucción».

El sistema de poder manipula el dolor y la angustia de viudas y huérfanos de los soldados muertos por la guerrilla para lanzar sobre los pobres, a lo impune, el diluvio de fuego de su armamento; como si ellos mismos hubieran demandado su propia destrucción. Al recurrir a las armas, los oprimidos abandonan el terreno donde su causa era noble: la de la justicia, de la verdad, de la dignidad, para situarse en el terreno maldito de la ley del más fuerte, precisamente donde el opresor tiene las más grandes posibilidades de triunfar y, además, con la ley en la mano. Recurriendo al homicidio, los oprimidos justifican moralmente la represión en lo que tiene de más brutal, de más inhumano. La justicia y la diafanidad de su causa se diluyen a ojos de muchos. Así, no se ve mas que una serie de personas crueles que, de un lado y del otro, se van matando de modo salvaje. Sólo una minoría perspicaz, sensible a los problemas sociales, entiende que la causa de los débiles es, en esencia, buena.

Si al principio las armas mataban a los tiranos y a los explotadores, sirven ahora para matar a pobres, es decir, a los soldados, sus hermanos en la miseria, porque los soldados son también gentes humildes, que por necesidad económica para dar de comer a su familia, se vendieron al poder como mercenarios. El triunfo de los ricos consiste entonces en inducir a los pobres a matarse los unos a los otros. El círculo vicioso infernal de la violencia y del odio crea rápidamente una barrera infranqueable entre los pobres que se rebelan contra los ricos y los pobres manipulados por los ricos. Y como estos últimos tienen familiares y amigos en la masa de los pobres, entonces la clase obrera, por la sangre derramada por ambas partes, se divide tajantemente en dos bandos. Una mitad de los pobres sufre por los soldados y odia a los guerrilleros; la otra mitad de los pobres sufre por los partisanos y detesta a los soldados. Tal es el triunfo de los opresores: poner a esclavos en situación de matarse mutuamente, mientras que su dominación continúa, cruel e implacable.

El recurso de la guerrilla tiene el grave inconveniente de desviar a las masas del verdadero combate liberador, que se realiza en la desobediencia civil, en el rehusar la cooperación con el gobierno de los opresores, en la realización de la huelga general -cuando está bien preparada-, en el vacío creado alrededor del Estado opresor gracias a la general reprobación y al unánime rechazo de toda la población. La experiencia manifiesta que la verdadera fuerza de la revolución, la que es casi irresistible, reside en la resolución indómita de la población explotada que desde un momento determinado rechaza colaborar con el poder.

No hay que obedecer leyes injustas. Nadie debe obedecerlas. Hitler derramó fuego y sangre porque las Iglesias enseñan que es necesario obedecer a las autoridades, al Estado. No han predicado la enseñanza evangélica: «Obedecer a Dios antes que a los hombres» Los sacerdotes han proclamado la tesis: «La fuerza es necesaria al Estado», sin proclamar jamás la antítesis: «Desgraciadamente, el Estado abusa de la fuerza y comete crímenes». Si Iglesias y autoridades morales lo hubiesen enseñado, tales horrores no se cometieran.

¿Mi propuesta, ya en acción, contra la ineficacia de la guerrilla y las soluciones de corto plazo que, jura la historia, son dolorosas e inoperantes? Lo asenté en mi libro más reciente. Mis valedores al poder popular (Ed. Grijalbo): organización celular autogestionaria. (Más de guerrilla y organización, pronto.)

Vida nada me debes

Vida, estamos en santa paz. Esto querría recitarle,Marthita, si hubiese confianza entre nos, porque algo tengo que agradecerle; muchos volvemos a la armonía tras de la crispación que nos provocó su brete delirante de suceder al marido en el cargo. Tantos, ante la aberrante situación, clamábamos, alarmados: «¿Qué diablos ocurre con la pareja? ¿Dinastía real..?» Marthita:

Ahora, por fin calmó sus ansias de novillera, qué alivio para los tendidos de sol. Bien sé que complejos y represiones del ente humano son irrefrenables: el sentido de la propia insignificancia y el hambre de figurar a lo protagónico, de afianzarse a los tres pelos de la fortuna y pepenar fama, dinero, poder; de echarse encima cada día y todo el día toda la luz de todas las candilejas: radio, periódicos, televisión, revistas frivolas de papel couché. La gloria, el nirvana para quien, como usted, nunca ha sido, nunca fue, nunca va a poder ser. Nunca, que bien lo afirma la Biblia: «Nadie puede elevar a su estatura un codo».

¿Que las masas le hubiesen dado su voto? Sí. A su marido, señora, se lo otorgaron. Por desdicha, las masas son huérfanas de cultura política, y como niños de kinder se van con el sonsonete de las promesas, y venga más tarde la desilusión. ¿0 no es orfandad habérselo dado sin ponerse a sopesar las cualidades del candidato como posible estadista, político, gobernante? ¿Cómo fue que no se percataron de que su marido, Marthita, no es un político ni nunca lo ha sido, sino un empresario, vale decir un enemigo histórico de la clase social que votó por quien ahora, lógico, gobierna no para los votantes sino para los empresarios. Ah, si las masas se interesaran por la cultura política una décima parte de lo que les apasionan el clásico pasecito a la red y las aventuras púbicas de púbicas aventureras, pantaleta y recámara en vivo y a todo hedor…

A su marido, Marthita, una alianza de fuerzas logreras y ventajistas lo trepó hasta la punta, para que ya desde arriba traicionara a sus aliados de ocasión y defraudara a los gobernados, esto mil veces peor. Su obra exhibe que de estadista no tiene un pelo, ni aun de político regular, sino de lo que siempre ha sido, un gerente de aguas negras, cervezas, botanas, en fin. Un amago de político que hubiese en él, y aun de hombre de vergüenza, le hubiese impedido a tiempo continuar esa farsa (trágica farsa porque afecta a millones) que la pareja exhibió hace tiempo: «yo te lego el gobierno, cariñito azucarado, y te las cuido (las espaldas) porque tienes mucha cola (que te pisen; tenemos)».

A mí, al verla a usted desatada, se me fruncía (¡el ánimo!): ¿pues qué? ¿Ni el empresario ni su Martha una pizca de recato, decoro, vergüenza, altivez, autocrítica? ¿Habrá en la pareja salud mental, que tan poco le importa la salud pública? En su tiempo, el marido, complaciente y bonachón, se justificaba: «Un enorme sector de paisanos muestran su preferencia por mi señora…»

Y en gran acercamiento permitía que la tele se las mostrara a las masas. Como una Galilea de esas, una Verónica más, una Chapoya cualquiera; que mostrase sus aspiraciones, sus ansias de figurar, las intimidades de su vida de recámara adentro. El no se engañaba, señora: a las masas el cinescopio me las tiene aturdidas, manipuladas; un picaro con audacia las haría votar por la Niurka o cualquiera otra aventurera de esas. Las masas se van a la propaganda y al falso carisma, al relumbrón. Las masas, señora, precisan de ídolos, no de estadistas. Quienes hubiesen votado por usted son los mismos que votaron por el marido empresario, y ahí el naufragio, las ruinas…

Cerró su boca, señora. El peligro, al menos por ahora, quedó conjurado. Renuncia a su pretensión delirante una mujer sin méritos, experiencia, preparación, aptitudes; una honesta ama de casa que de vil chiripazo llegó hasta el palacio de gobierno y, signo de la mediocridad, con la altura se mareó, perdió la dimensión y se despeñó en el boato, la exhibición, el derroche, el rastacuerismo vil. Pero de ahí a la aberración de pretenderse gobernante…

¿O qué, señora Marthita? Si fuese su esposo piloto aviador, ¿estaría usted capacitada para sucederlo en los controles de vuelo y tomar a su cargo el destino de los pasajeros? Ellos, ¿quedar a merced de una ama de casa sin otro currículo que el suyo propio, y este o aquel programita asistencial, teletonero, magnificado (intereses bastardos) por una industria del periodismo que exhibe a la matrona entregando al chamaco una bolsa de colaciones? Su marido, señora, solía decirlo: «Le gusta ayudar a la gente y la va a seguir ayudando».

Qué desfachatez. Un gobierno de «caridades», que no de justicia, ¿es como para presumir? Los recursos de sus «caridades» ante las cámaras de TV, ¿salían del propio bolsillo? Ahora que el marido tenga que abandonar el poder, ¿qué margen de maniobra tendrá usted para sus «caridades»? Vamos, Martha…

Felicidades, señora. Abandonó su chifladura de heredar la silla que en Nayarit deja vacante su esposo, el empresario Antonio Echevarría. (Perfecto.)

Ku-Klux-Klan…

Aunque esto es un asunto interno de México, los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen. El gobierno mexicano tiene que tomar eso en cuenta…

Asperos, abrojudos estos conceptos de un Scott McClellan, vocero de la Casa Blanca, como también los de un Stephen Hardley, asesor de Seguridad Nacional, título impresionante, al condenar la emisión de los timbres postales con la imagen de un tal Memín Pinguín, negrito típico mexicano. ¿Sí? ¿»Mexicano»? ¿»Negrito»? Negro o no negro, mexicano típico o no mexicano, lo cierto es que con los gringos no sólo nos llueve sobre mojado, sino que hasta nos relampaguea, con uno que otro rayo. En seco. Y yo les pregunto, mis valedores…

¿Es en el dibujo de ese «estereotipo» exótico y bobalicón donde debe centrarse la indignación de tantos? ¿No es la lengua de un boquiflojo imprudente e inoportuno (Vicente Fox) donde debería enfocarse? O tantito peor: ¿tanta indignación no debería concentrarse en la forma en que los miembros de la familia De la Parra han explotado sistemáticamente a Sixto Valencia y demás dibujantes de sus historietas..?

Pero ese es otro cantar. Por ahora, cinismo inaudito, asqueante resulta ese doble discurso que manejan los puritanos del Norte al escandalizarse (moralina y falso pudor) porque una cantante negra de apellido Jackson muestra ante el público un cacho de seno, cuando una de las más rentables industrias en los Estados Unidos es la pornografía, y ahora el país que es flor y espejo del racismo en agravio de negros y extranjeros, concretamente de los mexicanos («grasientos, frijoleros, color de lodo), se crispa, indignado, ante la figura de ese extraño espécimen de color negro que en México cae en el terreno del exotismo barato: Memín Pinguín, o Pinguín, que ni en eso hay consenso entre los pobres de espíritu que consumen tal bodrio. Qué país el del gringo, y el nuestro, qué país. En fin.

Yo, por evidenciar ese doble discurso de los vecinos, me acerqué al estudio de Carlos Fontanellas sobre la dificultosa coexistencia del negro norteamericano con sus paisanos de piel blanca durante los tiempos de la guerra civil. Aquí, algunos apuntes:

En un principio fue la rivalidad entre los confederados esclavistas sureños y los estados del norte de Estados Unidos, que los llevó a la Guerra de Secesión de 1861-65. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por la libertad y la igualdad mientras en el norte, los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía. El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército. Lincoln los rechazó en 1861 y en los años siguientes…

La presencia activa y la agitación de las masas negras preocupó al gobierno, que creó un Departamento de Colonización, destinado a retornarlos a Africa o a alguna isla del Caribe. Tal política fracasó…

El negro, por fin, logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que se negó a tomarlos prisioneros; los heridos eran asesinados; el ejército los discriminaba; se les cerraba la posibilidad de ascenso a cualquier rango militar y se les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros, ante el problema de la paga, adoptaron la digna postura de no aceptarla.

Paulatinamente se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, quienes fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de enorme violencia.

El ejercicio del sufragio lo ejercieron los negros bajo el terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlos alejados de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron atemorizantes amenazas, a lo subrepticio organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas con objeto de imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.

De entre ellas hay que mencionar al Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes pertenecientes a familias prominentes que rápidamente se extendió por los estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868, para oponerse a «la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca…»

Otra organización terrorista de los terratenientes se nombró Caballeros de la Blanca Camelia (Louisiana, 1867) que también se extendió con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros. (Seguiré con el tema.)
elvaledormx@yahoo.com.mx

Cartas marcadas

De la tertulia del miércoles les hablé ayer, y que transcurrió rispida, controvertida, donde a gritos se discutió el tema de actualidad sin que nadie con nadie lograse ponerse de acuerdo. Conciliador, don Tintoreto (lavado en seco y a todo vapor, se angostan y enanchan corbatas): «Que hable nuestro anfitrión. El tiene la respuesta correcta. ¿Qué pasó con su chino, valedor?»

– ¿Mi chino? ¿Cuál chino? Porque si se refiere al…

– Que no me lo alburién impunemente. Revíreselo, bigotón -el Síquiri.

Y que cuál albur, que al valedor puro respeto. «Un Chino, acuérdese, un bongosero, maraquero o algo así. ¿No recuerda el incidente del Chino».

Recordé al Chino. Veracruzano. Qué tiempos. Fue ahí mismo, en mi depto. de Cádiz, donde su paisano El Costeño, dos dientes de oro, me vino a reclamar «mi vileza de mal amigo». «Del Chino ya perdistes la amistad. Te odia con odio jarocho». Me dolió. Y es que virtuoso del arpa en aquello de las bambas, tarascar y buscapiés, a punto de casamiento con una sota moza que conoció en un caserío de aquellos (Carapan, Camécuaro, Chupícuaro o Tinguindín), por mediación del Costeño me solicitó tantos mil para los gastos del festejo.

– Y tú que te hicistes rosca, te fruncistes y pura madre que lo alivianastes; bien madriado lo dejastes, qué poca madre la tuya, de a madre me cái.

Me alebresté. Las apreté, fui a mi archivo personal (una caja de chaca-cha-ca), y regresé con aquel papel amarillento: «Lee en voz alta, si sabes leer».

Supo. A la velocidad que le daban sus tres años de primaria, que cursó en siete, lo escuché leer a trompicones aquel pliego de color amarillento:

Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Dir. Gral. de Telégrafos Nacionales. Giro número tantos, guión tantos, diagonal tantos, sucursal tantos, y que México Distrito Federal, y una fecha correspondiente a semanas atrás.

– ¿Qué? ¿Puse o no puse el giro? Ahora mira la hoja de papel que viene en este sobre. Es la copia de la carta en que notifiqué el envío del giro, con el ofrecimiento de una cantidad adicional, de ser necesaria para la boda de un amigo tan querido, con el que tantos me he echado, me refiero a los sones jarochos. ¿Eh? ¿Puse giro y carta, o traicioné vilmente tan valiosa amistad?

Esta vez fue el Costeño el que las apretó mientras arriba las abría de par en par (las quijadas). Parpadeó. Luego de un instante de estupor:

– Así que sí pudistes los tantos mil. Tonces el chinche correo y el telégrafo, jijos de su retiznada madre…

(Mis valedores: las providencias que tomé de inmediato para evitar que la burocracia me robara mis tantos mil, un día de estos se los cuento. Por ahora sólo les diré lo que ocurrió el pasado miércoles en la tertulia.) Don Tintoreto:

– Después de la mala pasada que le jugó al Chino, contertulios, ¿habrá registrado alguna mejoría el servicio postal? ¿Hasta qué grado..?

– Un compendio de atraso, rezagos e ineptitud era ese servicio público, dije a los contertulios; tan defectuoso que una empresa SEPOMEX se avocó a remediarlo, y así: «Tras haber alcanzado una capacitación de 840 millones de piezas postales el año anterior, el Servicio Postal Mexicano logrará incrementar dicha cifra a 900 millones de unidades, gracias a la confianza que el público usuario ha depositado en SEPOMEX, logrado por su modernización…»

Pues sí, pero no, según la queja de cierto vocero de cierta Coordinadora de Trabajadores Postales: «Las seis máquinas del Centro Postal Mecanizado se encuentran detenidas desde hace seis años. ¿Qué si las ponen a trabajar? Sí, cuando se reciben visitas de funcionarios». Válgame.

Y el denunciante muestra los paquetes de correspondencia rezagados hasta por un mes. Y aquí la médula del asunto que se debate, hoy también, en la tertulia de Cádiz:

El tema se refiere a ese engendro, ese contrahecho sietemesino que a pujidos y cuescos malparió el Legislativo y que a los mexicanos va a arrancarnos del bolsillo, también él, millones por cientos, por miles. Ese costosísimo esperpento se nos torna oficial, institucional, y los apodan «Voto de los mexicanos en el extranjero». Del monstruillo declaran voceros del Sindicato Nacional de Trabajadores del Servicio Postal Mexicano:

«Reafirmamos nuestro compromiso de garantizar la confiabilidad del voto vía correo».

Pues sí, pero mucho cuidado, todos alerta. Entre tantísimos que nos previenen contra los riesgos del malparido, los juristas Jorge Carpizo y Diego Valadés: «Permitir que voten los mexicanos en el extranjero significa dejar a esa comunidad expuesta a la manipulación extranjera y entregarle el poder de determinar el resultado de las elecciones presidenciales…»

De las objeciones de los contertulios hablaré un día de estos. (Vale.)
elvaledormx@yahoo.com.mx

De fugitivos y perseguidores

Polémica, discusión, controversia, pros y contras y opiniones contrapunteadas en torno a un tema en el que nadie se puso de acuerdo con nadie. Tertulia de anoche. Don Tintoreto:

– Usted, valedor, tiene esa historia que nos va a dar la respuesta acertada. ¿Qué le pasó a su chino?

¿Mi chino? ¿Cuál chino? Me cabreé al albur. ¿Pero alburero un hombre de pro como don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, se angostan y enanchan corbatas? Ah, vaya, el Chino Céspedes, amigo dilecto cuya amistad me dolió tanto perder, y todo por un malentendido. Qué tiempos aquellos. Desde el incidente ya han transcurrido algunos ayeres, por eso el olvido, y así hasta hoy, cuando don Tintoreto aludió al incidente del Chino. Qué sería de él…

Arpero fino aquel Chino Céspedes, virtuoso de bambas, y zapateados, y siquisirís. Arpero de los mejores, pero su drama personal forzó al Chino Céspedes a aventar el arpa junto con nuestra buena amistad. Lástima.

– Y todo por culpa tuya, bigotonzón -con índice de fuego, ligeramente mugrosón, me apuntaba el Costeño, pan de flor con la jarana-. Sepa Dios si el Chino viva o muera a estas horas, y todo por culpa tuya. Pero un difunto qué puede pesar sobre la conciencia de un pseudo-neo-comu-nistoide…

Atejonado en la silla, el Costeño se me quedó viendo así, miren, de ganchete, ya echando mano a sus fierros como queriendo etc. Mi Nallieli, sensible a tan comprometida situación, le aprontó el pocilio con café de olla endulzado con sus manos. Las jaraneras facciones se fueron amansando:

– Salucita, pues -y el eructillo- «Ay, perdón».

(Sentí que volvía a la vida.) «Ya ni la friegas, valedor -ay, señito Nallieli, perdón por lo mal hablado, voy a rectificar-. Ya ni la tiznas, digo. Por tu culpa, a estas horas el Chino anda huyendo, y pisándole los talones cuatro agraviados de armas tomar. ¿Te imaginas al fugitivo..?

– ¿Por qué rumbo huyó el cuitado? -me atreví a preguntar.

– El cuitado no sé, pero el Chino jaló para Nueva Italia, para La Huacana, para sepa Dios qué regiones. Ya ni la tiznas -ay, perdón, señito, voy a ser más cuidadoso-. Ya ni la tingas, bigotón.

– Bueno, pero no entiendo cuál pueda ser mi culpa.

– Cómo de que cuál. ¿Pues qué no te mandé pedir tantosmil a nombre del Chino? ¿Y no te los pedí en calidad de urgencia, o sea de volada, de entrega inmediata, vale decir en tizniza? Atrévete a desmentírmela, bigotón.

Con un chofer de Flecha Amarilla me envió el pedimento, me acuerdo, par ala boda del Chino Céspedes que, ranchando con su arpa se fue a topar, suertudo él, con una tarasca delgadita de cintura y abultadita del pecho, y esto ocurrió en algún Tacámbaro, Cuamécuaro o Chupícuaro de esos. Yo, amigo de los amigos, apenas recibido el pedimento giré de inmediato los tantosmil.

– Le mandé un giro al siguiente día, rayando el sol.

– ¡Rayando madres, con perdón! ¡Madres de giro fue lo que recibimos, y madres las que nos refregaron los futuros suegros del Chino.

Porque en la fecha acordada para el casorio, con su fiesta de tarima calentana y la gloria de sones de arpa cachetada, el dinero andavete, que nunca llegó a manos del Chino. Y que se ciscan los suegros: «Ahí le cortamos con el casorio, porque los arperos de jarabe loco que a los muertos resucita puro jarabe de pico. Aquí, al casorio muerto, ningún jarabe lo va a resucitar».

Y que ante la situación de emergencia el Chino y su china toman la decisión, porque cuando haya amor lo hay todo, y tantito más. Que ya en plena huida, la de los amores dejó el papelito: «Tata, perdóneme. Ai le encargo a la Condoleza, que no se salga a la calle con la perrada y me la vayan a empreñar. Usté écheme su bendición».

– ¿Ah, sí? Orita te la echo, piruja de miércoles.

(Era domingo, sólo que el coraje, la mortificación.) Y que padre y hermanos.de la interfecta se fajan las fuscas (forifai y de las que queman treinta y dos), y que por ahí sale a relucir la AK-46 del compadre Vicencio, un honesto narcotraficante de la región. Y a ventear el rumbo de los huidos.

Aquí, en la estancia de Cádiz habló el Costeño, y a la letra dijo: «Todo aquel jaleo por tu culpa, bigotonzón. Si lo hubieras puesto, o sea el giro de que te pedí para cubrir los gastos del casamiento…»

Mis valedores: en oyendo al prieto Costeño del diente de oro las apreté (las quijadas), levánteme (en silencio), fui a mi archivo personal (una caja de chaca-chaca), y apretándolas (esta vez no las quijadas), se lo apronté al Costeño (aquel pedazo de papel): «Lee en voz alta, si es que sabes leer».

Supo. Leyó a la velocidad que daban sus tres… (Mañana.)

«A nosotros no nos asustan los muertos…»

La Historia, mis valedores. La memoria histórica. Ayer, 28 de junio, se cumplieron 10 años de que en el Vado Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, Gro., las metrallas de la Policía Motorizada destazaron las carnes (premeditación, alevosía y ventaja) de militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, a la que diezmaron a fuego, sangre y dolor. Fue aquel un tiradero de cadáveres y heridos que aventó al duelo a deudos, viudas y huérfanos. Presente en la carnicería, un a modo de representante oficioso del gobierno de Rubén Figueroa Alcocer: Sotomayor Espino, Rodolfo, sub-procurador del Estado. Es aquí donde vale decir: es México.

Días después de los matanceros lo declararía el tal sub-procurador:

– Si yo acudí a Aguas Blancas fue por órdenes del ahora ex procurador Antonio Alcocer Salazar. El que protegió al ex-gobernador Figueroa para que no fuera procesado como responsable de la matanza fue el propio «sistema».

Ese al que señalaron de autor intelectual de la masacre de Aguas Blancas, mis valedores, tenía un compadre en Los Pinos, uno de nombre Ernesto Zedillo, ¿lo recuerdan ustedes? Su seña de identidad: el FOBAPROA. Ante la acusación de su subalterno, se defendió en 1997 Alcocer Salazar:

– ¡Yo rechazo cualquier responsabilidad penal en la matanza de Aguas Blancas, ni tengo idea de cómo pueda ir el caso! Yo estoy alejado del asunto, no tengo ni la menor idea. Yo ahora soy comisionado del PRI en Chilapa… Y lo que va de ayer a hoy, y lo que el cheque quincenal del presupuesto ciega, sujeta la lengua e induce al «olvido»: en noviembre de 1995 y a nombre de algún organismo defensor de derechos humanos se encrespaba una Mariclaire Acosta que años después, desde su oficina del gobierno foxista, se nos tornaría mansa, callada, impávida, hasta que el que la subió la dejó caer:

– ¡Rubén Figueroa es un asesino! De alguna manera el compadrazgo entre Rubén Figueroa y Ernesto Zedillo representa un obstáculo para la aclaración y castigo de todos los hechos violentos registrado en Guerrero. A mí me parecería muy lamentable que un Presidente de la República apoyara a un asesino como Rubén Figueroa, y esto sólo porque es su compadre…

Todavía hoy, para defensores de los derechos humanos de aquí y el exterior, «lo sucedido en el Vado Aguas Blancas no es un hecho aislado. Desde que Rubén Figueroa, compadre de Ernesto Zedillo, asumió la gubernatura (lo. de abril de 1993, digo yo), han sido asesinados 70 miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y 21 integrantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur: han desaparecido decenas de opositores y tan sólo en uno de los municipios, el de Atoyac de Álvarez, se han registrado más de cien asesinatos y 23 secuestros en 22 meses..» Detrás de las cifras del oficio de tinieblas, la absoluta impunidad, la desidia del paisanaje, el olvido y la paz. De los sepulcros.

¿Lo dije antes? Es México.

Pero la lucha de deudos y víctimas continúa: México, marzo de 1996. En nombre de las viudas y familiares de los campesinos asesinados en Aguas Blancas, Paula Galeana Baltasar entregó una carta al Sec. Gral. de la ONU, Boutros Ghali, para solicitar su intervención ante el presidente Ernesto Zedillo con el propósito de hacer justicia ante la matanza de Aguas Blancas. ¿Y?

Y que se han documentado testimonios de despojos de tierras a favor de poderosas empresas constructoras, aparte de los incontables fraudes electorales cometidos en Guerrero. «Hay señales inequívocas de que Rubén Figueroa sigue apoderándose de las tierras y de las vidas de los guerrerenses. Pero es compadre de Ernesto Zedillo…»

Acapulco, Gro. Enero de 1996.- El fiscal especial para el caso Aguas Blancas, Alejandro Verela Vidales, declara a los medios:

– Se llamará a declarar a Rubén Figueroa. / – ¿Cuándo se va a llamar a Figueroa? / – Cuando esta fiscalía lo juzgue pertinente. (¿Y..?)

Mientras tanto, José Rubén Catalán, secretario Gral. del gobierno de Rubén Figueroa, sencillamente regresó a su notaría de Acapulco, donde sigue dando fe pública como notario, y desde donde escucharía que en noviembre de 1995 el entonces Fidel Velásquez acudió al palacio de gobierno para dar todo el apoyo de la también por entonces CTM al entonces Rubén Figueroa, todavía hoy en completa, en impune, en abyecta libertad:

– ¡Usted, señor gobernador, sabe que a nosotros los cetemistas no nos asustan los muertos! ¡Ojalá que los demás gobernadores hicieran lo mismo que hizo usted, caiga quien caiga..!

México, 28 de junio. Vado Aguas Blancas, ¿ya lo olvidamos? ¿Y Acteal, y El Charco, y El Bosque? Si los olvidamos, mis valedores, olvidaremos lo que venga después. Es México. (Este país.)

Aquel almácigo de cadáveres

Vado Aguas Blancas, Gro., 28 de junio, 1995. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace diez años, cuando el Vado Aguas Blancas, de Coyuca de Benítez, se engrifó de cadáveres masacrados; una masacre, la de Guerrero, que presagiaba la de Acteal, El Charco y El Bosque, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y tantos crímenes más, a cual más de impunes. Mis valedores: por que la memoria no se nos muera y por que sepamos a qué atenernos en relación al esclarecimiento de los tantos crímenes que por ahí andan clamando justicia: el entonces Zedillo prometió hacer pronta y expedita justicia. Sobre la testa de los asesinos iba a caer todo el peso de la ley y todo el rigor de la justicia. Diez años pasaron. ¿Y? Lo publicó en su momento el periodista Carlos Ramírez:

El día de su destape, Ernesto Zedillo acudió a una fastuosa residencia y fue recibido por el propietario: el gobernador guerrerense Rubén Figueroa Alcocer, su compadre.

No mucho tiempo después iba a suceder que Anacleto Ahuehueteco, Simpliciano Martínez, Clímaco Martínez, y una docena más de paisanos, militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, iban a ser minuciosamente masacrados a mansalva por las balas de una Policía Motorizada que (órdenes superiores) les disparó a discreción. Detrás, se rumora, estaba un personaje para tantos guerrerenses siniestro, hijo siniestro del siniestro de todo Guerrero: Rubén Figueroa Figueroa, el Figueroa Alcocer compadre del dicho Zedillo. De espectador, con las balas del gobierno sembrando el almácigo de muertos, Rodolfo Sotomayor Espino, subprocurador de Justicia de Guerrero. Hoy, intocable e intocado, el compadre que señalan como autor intelectual de la masacre sigue, en libertad, administrando el muy camión sus negocios camioneros, uno de ellos con PEMEX. ¿Lo dije antes? Es México.

Secretario general de gobierno cuando el gobernador camionero, priísta y compadre de Ernesto Zedillo, uno más, era José Rubén Robles Catalán, y un Antonio Alcocer Salazar el que fungía como Procurador de Justicia del Estado. A diez años justos (injustísimos por la impunidad de que disfrutan los presuntos responsables del sembradío de cadáveres), todos los nombrados continuar la dinastía de los oportunistas, los ventajista, los sinvergüenzas? ¿No teme «la rebelión de las masas», que dijera no «José Luis Borgues», sino Ortega y Gasset? Si su familia, señora, hasta ayer no contaba con más capital que su buena fama, ¿planea usted valerse del poder para otorgarles, de capital, el saqueo, el robo y, anexo, el odio, el desprecio, el aborrecimiento de un todo un país al así han depredado los familiares de la «primera dama»? ¿Cree usted que el poder y los grandes dineros vayan a compensar que a sus parientes, señora, la vox populi los moteje de cínicos y bandidos, y que mañana padres, hermanos e hijos se queden sin una astilla de fama pública y, por contras, emporcados como bergantes y baquetones, señora? Usted, ¿se tantea con la cachaza y la cara dura para que así le resbale el clamor de sus víctimas, los dueños de los dineros que usted y los suyos planean depredar? Pero sintiéndose el objeto del desprecio popular, ¿todavía tendrá el cinismo de presentarse día a día y noche por noche ante cámaras y micrófonos para desde ahí ventosear los discursos retóricos y populistas que le aderecen sus serviciales? ¿Y después? Así que pasen seis años, ¿cuál será la vida de usted, desacreditada por predadora de los dineros públicos? ¿Irse a atejonar al refugio de algún rancho amurallado por doberman de la guardia presidencial, a devorar las buscas de 6 años de saqueo y la jugosa jubilación de su desacreditadísima pareja presidencial y de alcoba?

Es usted, me dicen, una aventurera perfecta; como aventurera, aseguran, sabe moverse muy bien, que en la maniobra echa por delante y por detrás todos sus encantos personales. Pero de serlo como me informan, sea usted aventurera en ese bodrio a la medida de los aturdidos que pagan por verla en semejante remedo de obra teatral. Aventurera de bataclán, pero no de política. Una aventurera más, nunca. Nunca usted en Los Pinos, si es que de chiripada Santiago Creel gana la presidencia. Es cuanto, señora.

Pero si la vox populi se equivoca, y el que sea usted la pareja sentimental del «hombrecito» no pasa de ser un «sospechosismo», tenga lo mío por no dicho, y entonces sí: a usted todos mis respetos, señora Edith González. (Vale.)

¿No es parir a destiempo..?

Porque yo pregunto, mis valedores, a la señora: ¿ya desde ahora planea su futuro en Los Pinos para el 2006? ¿No es prematuro? ¿No es adelantarse a los tiempos politiqueros? ¿Tan segura percibe su lugar allá arriba? ¿Tan cierta está del poder del mediocre que la apoye en su delirio de aquerenciarse en Los Pinos? ¿No se percata de que él, tan poderoso político que se advertía hace más de 4 años, hoy arrastra el descrédito y es exhibido públicamente por sus malos manejos políticos, como aquel del exceso de los dineros cuando candidato al gobierno? ¿No ha pensado en todo esto, señora..?

Y si hacemos de lado al dicho mediocre a cuya sombra quiere usted, a lo arribista, trepar y sentarse en la mera punta de la pirámide y desde ahí atragantarse de poder, de los grandes dineros y la abyecta impunidad: ¿se cree usted con el temple, el carácter, la moral personal y la inteligencia para mantener la ponderación, la ecuanimidad que el pasado de usted no acreditan? ¿Honestidad, honradez, principios…usted? ¿usted con los méritos suficientes, señora? ¿O por frivola, tal vez, y de no muchas neuronas, carece de la capacidad para ejercer el sano ejercicio de la autocrítica y, juguete de los instintos, se anda meneando a los torzones de la avaricia, de la ambición, el protagonismo, las candilejas, el poder y los grandes dineros? ¿Compulsión de figurar, aparentar, permanecer, así sea efímeramente, en los primeros planos, ese achaque distintivo de todos los mediocres, y por mediocres ayunos de una autocrítica que les grite lo que son: nada de nada más allá de la apariencia y de la desmesura de su propia audacia y su temeridad, de su falta absoluta de escrúpulos? ¿Es usted algo más que esa pobre señora..?

Quiero decir: ¿ni una pizca de la necesaria humildad para reconocer que posee arrojo, pero no el oficio de la política, y que si llega a conquistar espacios de poder es por vil arribismo y los encantos personales que embaucaron al personaje hasta ayer influyente, con el cual va cimentando usted su trayectoria de trepadora? ¿O ya nos tomó la medida y está cierta de que los mexicanos vamos a aguantar seis años más de esperpentos y desfigures, rastacuerismo y una absoluta carencia de decoro personal, de suerte tal, mala suerte, que intenta prolongar la exhibición de quincalla y pacotería dentro de la casa presidencial tan sólo porque ha logrado enredar a un político tan mediocre, tan intrascendente, tan arribista, audaz e inescrupuloso, como usted misma..?

¿Así que Los Pinos, ni más ni menos? ¿Para qué? ¿Para que el país siga, atónito, el indecoroso espectáculo de los programas de caridad «para los que menos tienen», y que ellos resulten ser usted misma y sus familiares? A «justicias» andan en completa libertad. Como para apuntalar una memoria histórica que en el paisanaje es tan sutil, tan efímera y vulnerable, aquí algunos datos de lo que una vez rematada la labor de los matanceros ha ocurrido a nivel de justicia. México, enero de 1997:

«Hace ocho meses, la Procuraduría General de la República (PGR) informó que no investigaría la matanza de Aguas Blancas, porque después de estudiar el dictamen respectivo de la Suprema Corte de Justicia (que fincaba responsabilidades al gobernador Rubén Figueroa, compadre de quien les dije antes), determinó que no hubo delito federal alguno; sin embargo, ahora resulta que esa misma PGR no tiene en su poder el citado estudio de la Suprema Corte, porque éste nunca se manejó en esa institución…»

Pero eso no es todo: La PGR también reconoce que no tiene copia del expediente del caso Aguas Blancas, que en su momento le entregó la susodicha corte de justicia, porque toda la documentación se encuentra en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, debido a que la PGR ya había resuelto su incompetencia en el caso…

«Después de que el pleno de la Corte estableció que el ex gobernador Figueroa había incurrido en la violación grave de las garantías individuales, el máximo tribunal de justicia entregó al presidente Ernesto Zedillo, al Congreso de la Unión, a las PGR y a las autoridades guerrerenses, copia de su dictamen, así como el material aprobatorio, para que actuaran en consecuencia de acuerdo a sus facultades». ¿Y..?

Mientras tanto, las viudas de los campesinos asesinados, cuyo representante legal era Samuel del Villar, hoy difunto, interpusieron un amparo ante la Justicia Federal en contra de la PGR por negarse a investigar el caso. Ellas exigían todavía hace unos años (¿exigen todavía?) la presentación del estudio que hizo la multicitada PGR para determinar su incompetencia (¿nomás porque Figueroa es compadre de..?). La juez María de la Luz Núñez se vio obligada a requerir al «Abogado de la nación» para que remitiera las constancias solicitadas por Samuel del Villar, apercibiéndole que, de no hacerlo, «se le impondrá de inmediato una multa». Cuyo monto, mis valedores, ascendería a un mil pesos

Mientras, el ex procurador Rodolfo Sotomayor Espino declaró que el día de la masacre acudió a Aguas Blancas por… (Mañana, el final.)

Las enseñanzas de don Juan

(Don Juan mi padre, difunto. Fue un día como hoy, pero del 2004, cuando esbocé aquí mismo el retrato hablado de mi don Juan. Hoy, a la distancia de un año, ¿me ayudan ustedes a evocar su memoria?)

Cuatro días hace que festejaron a su padre, lo colmaron de regalos y le testimoniaron su amor, mientras que yo permanecía huérfano por los cuatro costados. Y ni aunque padre tuviera, que yo, para mis afectos, nunca me atengo al calendario de festejos que impone el comercio transnacional. Pero sucede que hoy es 24 de junio y es día de San Juan. Como don Juan mi padre…
Y por si en el hogar de alguno de ustedes sobrevive algún Juan (que ya a los nuevos me los adulteraron de John, Johann, Ivan, Johannes y Johnatan, aunque de todas maneras Juan te llamas), va, por si a alguno algo dijese, el recadillo que hace un año, en su ausencia definitiva, envié a Juan mi padre.

«A usted, que es como la patria: inaccesible al deshonor; a usted, de quien se aprende (con el ejemplo) valores de los que norman la humana conducta: justicia, verdad, libertad, amasijo que da sustancia a la varonía. Porque usted fue (es) decencia, dignidad y humanitarismo en todos sus actos de cada día. Porque tan comprensivo fue para con los demás como severo con usted mismo.

Porque valedor lo fue de todos, y generosidad y misericordia en el trance en que hay que abrirse las telas del corazón. Filósofo de lo fugaz, del fatalismo suave y sin estridencias, usted se mantuvo tan ajeno al ruiderío como aledaño de la sonrisa y el buen humor. El pudor y el decoro, la vergüenza y la dignidad, padre Juan.

Digo padre Juan, y miro de ojos adentro a tal varón de virtudes, pura reciedumbre y verticalidad, y una conciencia que en la humana conducta sólo un par de colores distingue: el blanco y el negro, sin más; el de la dignidad y el de su contraparte; sin medias tintas y sin matices, sin disculpas ni tartufismos.

Sin más. Miro esos ojos donde se columbran, machihembrados, mansedumbre y rebeldía, severidad y compresión, la tolerancia, la gravedad y el humor juguetón, como también una que otra lagrimilla de las enjundiosas, todo a su hora. Porque claro, usted tiene el don de las lágrimas, y ese don me enseñó a practicarlo con mesura; con decoro, aclaro; con claro decoro. Mis valedores:

Zapatero de nacimiento, o casi, don Juan fue cristiano en el mejor, en el único sentido del vocablo, el de la obra de amor a sus semejantes; religioso y creyente fue, pero sin fanatismos, sin sectarismos, sin dogmatismos, y tan respetuoso del ajeno derecho, la disensión y la disidencia, como de lo propio y natural.

Mi padre, filósofo sin tratados de filosofía (Mayahuel su nieta es filósofa, y tan bella que en ratos creo que lo hace a propósito), antes de echarme su bendición porque la vida nos separaba me dijo cosas: que si habrá de volar sobre el ruiderío y la estridencia, y volar tan alto como lo acepten las fuerzas; que apartar de sí la quincalla y moldear el espíritu; que, rebelde a toda mediocridad, «álzate, vuélvete pura ánima y después de encomendarte a Dios, el tuyo, sé siempre varón a los ojos de tu conciencia, tu único juez». Y me echó encima su bendición, y con ella (sé que alguno me va a entender) me tornó indestructible, invulnerable con la bendición de don Juan. Mi padre…

?igame, usted que me habla quedo y sonreía: frente a mi zozobra lo miro todo tiempo, y de tarde en tarde frente a mi paz interior, cuando emparejo mis hechos y mis proclamas. Lo tengo enfrente, donde quiera que esté, y sonríe, y sé entonces que para mí nada está perdido. Eso es todo, padre Juan. Con mi amor, el testimonio: usted es la sabiduría que encamina, el consejo que guía, la ponderación que sosiega, el ejemplo que incita, la ausente presencia que sanciona mis actos y el impulso para «poner la proa hacia esa estrella inasible». La conciencia de mi conciencia. Usted, padre…

Muy cierto, señor; ya lo veo, incómodo, menear la cabeza. Decirle esto que le digo salía sobrando, y en público, más; pero es que hablando de padres e hijos aún me ataca la náusea al recordar el servilismo de aquél que hace años acabó llevándose a una vecina de nuestro Jalpa Mineral.
¿Se acuerda, padre, de un tal Martínez Domínguez, él sí muerto, sin más? Ah, pues el adulón, por congraciarse y granjear favores del entonces López Portillo, clamó a los vientos, el muy lambiscón:

«Su corbata negra, que no se aparta de su pecho, es culto permanente a su origen: a su padre y amigo. México sabe que quien profesa esa cálida religión de la vida, puede llevar como lleva usted, en el mismo pecho, la corbata negra y la banda tricolor…»

Oiga eso, padre. Sonría, mueva su testa y luego póngase adusto. Ya le oigo esa voz callada, de filósofo de lo pasajero y fugaz: «Los políticos, mi hijo. Ah de los tales». Don Juan mi padre. (A su memoria.)

Sombras nada más..

Sombras de sombras. Carne de cañón. Las masas.

Terminé de leer el análisis del estudioso, lo guardé en mi biblioteca, me senté a meditar en su contenido, y aquella desazón. Descorazonado al pensar en las masas de mi país columbré el origen de unas crisis recurrentes tan virulentas que así nos sacuden en los terrenos políticos y de inseguridad pública, de economía familiar y violencia intrafamiliar. ¿La razón por la que en la virulencia de la crisis actual no se rebelan las masas? El incremento de los opiáceos qué, por mantener a esas masas mansas y domesticadas, el Sistema de poder le apronta como «diversiones»: escándalos de entrepierna y pantaleta de las estrellitas del Gran Canal y el fomento al rock, el licor y otras drogas casi tan perniciosas, como la cocaína y ese clásico pasecito a la red que tiene y mantiene a las masas en su animalada condición de Perra Brava. Mis valedores:

Contemplé el México de hoy, y este amago de depresioncilla. Frente a un paisanaje que se niega a abandonar la mediocridad de la masa qué hacer…

En fin; para que la experiencia rebase el ámbito personal y alcance a todos ustedes, aquí selecciono algunas de las consideraciones del estudioso, por si lográsemos el ejercicio de pensar, difícil para las masas pero no para el individuo, de tal suerte -buena suerte- que a alguno logre aprovechar. Dice:

Los sistemas fascistas, los gobiernos autocráticos, los partidos políticos y los organismos sociales y religiosos, todos giran alrededor de un solo eje: las masas, esas masas que, dice Antonio Machado, pueden ser ametralladas impunemente: masas que para el socialismo utópico sólo sirven para gobernar, y sólo para ser gobernadas, según el capitalismo real. Pero eso sí: todos se viven ensalzándolas. Por asunto de ventaja personal y de grupo, los sistemas de poder han hecho del elogio de las masas un lucro y una profesión. Ente muy distinto es el individuo, mis valedores:

El individuo es único, irrepetible e impredecible. Rebelde a la mediocridad, rehúsa la vocación de esclavo que de cada nuevo amo espera, con esperanza irracional, dos metros más de cadena. El individuo no. Carácter, inteligencia, personalidad, es varón de ideales capaz de crear, de avanzar solo y a acierto y error, por caminos que abre al andar, y aquí, una vez más, Machado. Pero cuando el individuo decide integrarse a la masa…

Es entonces cuando desciende varios peldaños en la escala de la civilización porque su alma individual se diluye y es anulada por el ama colectiva; porque los pensamientos del individuo se tornan los pensamientos de la multitud con todo y sus reacciones tornadizas, impulsivas, irreflexivas. Ya integrado a la masa, el individuo se torna bárbaro y es contagiado por la espontaneidad, la violencia, la ferocidad, y el entusiasmo y heroísmo de los seres primitivos. Su actividad intelectual se amengua y se contagia de necedad. Ah de las masas, esas tan bien trovadas por los demagogos. El analista:

En cuanto el individuo se integra a la masa lo heterogéneo se convierta en lo homogéneo. Dentro de una multitud todo sentimiento y toda acción son contagiosos. Ya en su nueva calidad de «masa», el individuo sacrifica fácilmente su interés personal al interés colectivo. Pierde su personalidad consciente y sólo obedece a las sugestiones del individuo al que la masa buscó para acatar su liderazgo de manera visceral, irracional. Ese es su santón, su mesías, su iluminado (¿su Creel, su Peje, su buen Madrazo?), y esto porque la multitud es simplista, y procede de acuerdo a la psicología del niño, y como él vive dando preferencia a lo fantástico sobre lo real, y quiere ser sometida por la fuerza, por la violencia; necesita ser dominada, subyugada, tener y mantener a su amo. Ahí el éxito del caudillo, de los fascismos, de los falsos profetas, los Onésimo y Cía…

Cuando las pasiones más primitivas, exacerbadas hasta el paroxismo, se congregan en multitud, la masa se vuelve versátil, impulsiva; guiada sólo por lo inconsciente y visceral, obedece a impulsos del más vario valor moral, nobles o bajos, valientes o cobardes. «Una muchedumbre de cobardes es una muchedumbre valiente», el analista: y que integrada por individuos tímidos o cobardes, la multitud es capaz de realizar las acciones más valientes o más reprobables, porque pensamientos y actos del individuo son los de la multitud, pero una multitud que no sabe pensar por cuenta propia, de modo tal que es fácil llevarla ejecutar acciones contrarias a su propio interés y hasta a su instinto de conservación. Porque a las multitudes, crédulas como son, les impresionan las palabras de gran afecto, el vociferante clamor: «¡Peje, Peje..!» Vociferación que fácilmente se desbarranca en el linchamiento. «¡A desgarrarlos vivos! ¡Mátenlos! ¡Quémenlos vivos..!»

El individuo, la masa, el linchamiento, Tláhuac. (Es México.)

¡Mátenlos, quémenlos vivos…!

¡Mátenlos, quémenlos vivos…!

Salimos ilesos, bendito sea el Nazareno. Los caballos de fuerza del volks. se impusieron a los caballos matalotes de unos lugareños alebrestados que atrás se quedaban gritándonos vituperios, lástima de corretizas, imprecaciones, garrotes y piedras y latas de gasolina. Lástima para los payos…

¿Que si en Las Güilotas, Zac., no hay mejor medio de transporte que cuacos y burros? Válgame, pues por supuesto que sí los hay. Allá, miren, pura camioneta blindada, y de armamento AK-47 y bazukas antitanques, cohetes antimisiles y misiles Scud. Lo que nos salvó fue que todas las fuerzas vivas de la región son aliadas de los pasajeros que ahora ocupaban el asiento trasero del volks., o sea mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., y su hermana Tencha chica, hija de mi tía Tencha grande y prima mía, que ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal. Ella, que a gritos y sombrerazos y desde la ventanilla del volks. seguía intercambiando con los linchadores frustrados su ardorosas mentadas de madre. Yo, el acelerador hasta el fondo y aquella plegaria al Santo Niñito de Atocha…

¿El Jerásimo, mientras tanto? Ese, cucaracheta de miércoles, en mi cucaracheta se atejonaba el muy cobardón, pegando aquellos amamantones al ánfora cacardiosa. Y la voz rajueleada por el espanto:

– ¡Acelera, por tu madre! ¿No da más la tiznadera esta, bigotón?

Y fue así, lástima grande, como se fue atronchar, flor de un día, la buena intención de mis primos carnales, después de que él a base de labia y ella a punta de lengua lograron que este pentonto aceptase llevarlos en el volks. hasta los derrumbaderos de su solar natal. Qué de imposibles no logre lengua como esa húmeda, roja, traviesa viborilla de La Princesa Tamal.

Las Güilotas: un poblacho todavía ayer pardo de toloaches, huizapoles, terregal; uno que hace unos ayeres se asfixiaba de calor y resequedad en la medianía de una geografía ingrata, y que hoy (dólares y visión progresista) cierto gremio que nombran «cartel» realizó el milagro de que el erial floreciera de vida, verdor, flores: amapolas y matas de yerba de lozano color. Yo, todo adentro (el acelerador): «Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor».

¿Que mis consanguíneos qué fueron a hacer sus bebederos? ¿Que por qué el intento de linchamiento? Fue así, tomen nota:

Borracho, rastrero, servil, baquetón (priísta, en otras palabras), mi primo el Jerásimo es licenciado del Revolucionario Ins., fanático ayer de cualquier Salinas y fanático hoy de cualquier Madrazo. El Jerásimo: su disciplinada carrera de lambiscón le ha reportado un solo merecimiento, y esto en algún sexenio del pasado pluscuamperfecto: jefe de manzana. Suplente. Por cuanto a mi prima Tencha chica…

Ella, adicta a la Gordillo, formóse un currículo a base del puro currículo, vale decir: a quiebres de nalgas y caderazos, como jefa de animación del Revolucionario Ins. en uno de sus sectores: el popular, ese hoy difunto UNE, Ciudadanos en Movimiento, hoy la difunta CNOP. En la entrepierna una tanguita color de rosa, rosa mexicano, y pendiente de las caderas una cola que le pisen, cola de rumbera, puro olanes y colorines, ahí, sobre el triplay del presidium o encima de la mesa del comelitón, cencerro y matraca en las manos, y los gritos de apoyo al «distinguido priísta» en turno:

– ¡Chíquitibún-a-la-bím-bón-bán! ¡El lic, el lic!»

Cayó Zedillo. Labastida calló. Calló y cayó la Gordillo. Caída con ellos, La Princesa Tamal cayó hasta la ficha (un caldero), y fue así como cedió y se dio a la distinguida clientela de El Burro de Oro hasta que su buena fortuna le aprontó a aquel al que pepenó Las Güilotas (Zac), y esa fue su salvación: ese parroquiano ocasional la conectó con el cartel de aquella región casi tan virgen como la propia Tencha, y de ahí pal rial…

Ahora yo, a salvo ya del linchamiento, por la carretera discurría sobre las acciones de mi prima y su consanguíneo en Las Güilotas: control de toda la droga, venta al menudeo, lavado de dinero, prostitución, pornografía infantil, situación que a los payos dejaba indiferentes. Pero la ambición de la Tencha la desbordó: un banco de ahorro popular (el Jerásimo, gerente general) que de un día para otro se declaró en quiebra, dejando sin sus ahorros a los lugareños. ¡Y el gerente les pedía cooperación voluntaria para el rescate bancario! Restalló la ira popular. Yo, ahora, todavía trémulo tras el sofocón:

– Pero ustedes, aborrecidos por todo un pueblo, ¿por qué fueron a cometer la locura de regresar a la escena del crimen? ¿Para qué? No entiendo.

– ¿Cómo de qué para qué? Oilo. Pues para limpiar nuestra imagen nosotros también. ¿O ese derecho sólo lo tiene otro hampón, Raúl Salinas..?

Pensé en ese cínico: en todo ese cínico cartel de predadores Salinas. Dios. (¡Línchalos!)

Vota por el candidato que…

Por el que menos prometa. Asi saldrás menos decepcionado…

«Soy un desempleado brasileño, sí, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios», clamaba a finales del 2002 un S. Amaral, cuando la estrella de Lula Da Silva refulgía sobre toda la extensa tierra del Amazonas, y vale la pena la interrogante: años y meses más tarde, ¿seguirá incólume la fe del brasileño que por su falta absoluta de memoria histórica mostró padecer, desgracias del trabajador, la blasfemia de ser desempleado, y como creyente en Dios, la desgracia de ser un blasfemo? O, por contras, ¿se habrá derrumbado la fe en su mesías, como acá en nuestro México se volvió lodo biológico la fe de los 17 millones de creyentes que un histórico 2 de julio del 2000 se lo dieron al Lula guanajua, su voto «útil», y hoy se concretan a lamentarse y lamentársela?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier. Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

De éxtasis, clamó a lo aspaventero el cabeza caliente en el matutino. Un éxtasis que fue, ¿lo recuerdan ustedes? hermano de leche del éxtasis mexicano. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Angel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Que quedó del fervor que logró provocar el marido de Marta? Tras el delirio y la psicosis colectiva, ¿qué? Ya asesinado -fue un ajuste de cuentas- el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amarales meshicas a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un «cambio» que es sólo tarea de los paisas, ¿qué? Siete por ciento de crecimiento anual, un millón 300 mil empleos anuales, combate a la pobreza de las y los, etc. ¿Saliva, y no más? El comentarista: «La toma de poder de Lula ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la Presidencia de Fox ha generado decepción después de tan sólo 2 años, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años».

Decepción, muro final del callejón sin salida para los pobres de espíritu. Decepción. Y a todo esto, ¿cuáles son las promesas del Fox brasileño, que me trae a los hermanos del PAN (¿y aún ofenderlos haciéndolos militantes de los Espinos yunqueros?); del Pan de Azúcar al filo del éxtasis, el delirio, el orgasmo politiquero? 1.- «Transformaré Brasil en la nación que soñamos todos». Lo mismo que por acá prometió el Lula que con toda razón se reconoce «más empresario que político». Y a la distancia de cuatro y medio penosísimos años, ¿qué? Desánimo, desencanto, desilusión; y vuelta a empezar, que ahí nomás, tras lomita, tenemos al que sí nos va a cumplir. El que de esperanzas vive, su esperanza lo mantiene, jura el cantar. 2.- «Voy a convocar a una gran movilización nacional para acabar con el hambre en Brasil». Copia al cabr… (a ver:)

Copia al carbón de lo que por acá anduvo prometiendo el ponderador de las faldas y la Coca Cola. Copia de un carbón que no dio chispa, ni fuego, ni calor. Cenizas nada más. Pavesas. 3.- «Ante el agotamiento del modelo que produjo la recesión, el desempleo, el hambre y la precariedad de la seguridad nacional, la sociedad escogió el cambio«. Estoy oyendo a Fox. 4.- «Vamos a combatir la corrupción». Lo sigo oyendo. Por cuanto a Lula: Escándalo de corrupción. Renuncia su jefe de gabinete. 5.- «Brasil luchará por una democratización de las relaciones internacionales sin hegemonías de un país sobre otro». Contesta, de Fox, un político resentido: «Cómo creerle si tantas veces ha traicionado sus promesas; cómo, cuando promueve acciones antipatrióticas para entregar la soberanía nacional, privatizando y extranjerizando la industria eléctrica». 6.- «No soy el resultado de una elección. Soy el resultado de una historia. Llegó la hora de que Brasil se reencuentre a sí mismo». Cuidado, mucho cuidado con las frases de alta tensión; las prodigó Fox, y ahora se desfoga el resentido: «Cómo aceptar sus charlatanes discursos de pretendida democracia, cuando se confronta con los grupos políticos y sociales que tienen visiones diferentes…»

México, Brasil, hermanos de leche (la mala leche de sus demagogos): «En.la explanada todo era fiesta, escribe José Valdés; banderas, fotos de Lula, más como una estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula los saludó. Es su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades; la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo (¡!). La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente». El cándido: «El pueblo asume el poder!» Y las masas ingenuas. «Hoy, 18 de junio, Lula más popular que nunca». Lula, Fox. (Lóbrego.)

Genocidio..

Tocará al Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal determinar la culpabilidad o no del ex Presidente Echeverría y del Secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, para lo cual deberá establecer si el 10 de junio de 1971 hubo o no genocidio. (Doce personas muertas, agrega la nota.)
Y que la responsabilidad penal de LEA «está total, absoluta e indubitablemente acreditada» según Ignacio Carrillo Prieto, titular de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado. Y yo digo, mis valedores: ¿culpable Echeverría? Claro que sí, por supuesto. ¿Genocidio? Claro que no, por supuesto, y esto a contracorriente del criterio de deudos y víctimas que sobrevivieron al «halconazo», como David Vega, que en 2001, y agitando ante la TV las fotos de Proceso y El Universal recién publicadas (cadáveres descuartizados, tirlangas de civiles, baños de sangre), el líder estudiantil del 68 se encrespó, creo que con toda justicia:

¿Más pruebas del genocidio? ¡Esta es una muestra clara de genocidio..!

Yo, siempre atenido no a mis redaños ni a la cabeza caliente sino al conocimiento científico, caí sobre mi biblioteca y di con la exacta definición de genocidio, que asiento aquí una vez más, por si hoy que nos avivan esa herida abierta en la conciencia ciudadana que es la «guerra sucia», alguno de quienes mientan el genocidio quisiera citarlo con conocimiento de causa:

Genocidio (del griego genos, raza, y del latín caedere, matar, exterminar), término adoptado en el Derecho Internacional al término de la II Guerra Mundial; creado por el jurista polaco R. Lemkin, que en 1933 presentó a la comunidad internacional un memorial en el que pedía la elaboración de una convención de países que prohibiera las ejecuciones en masa.

En la Segunda Guerra Mundial, con motivo del criminal exterminio por los hitlerianos de la población en los terrenos ocupados, Lemkin hacía una campaña en Suecia y, desde 1941, en Estados Unidos en pro de una convención contra el genocidio. La primera vez que los crímenes de barbarie y vandalismo fueron calificados en un documento internacional, ocurrió en el Sumario Contra los Principales Criminales de Guerra del Tercer Reich en el proceso de Nuremberg de 1945, como «genocidio deliberado y metódico, es decir, el exterminio de grupos raciales y nacionales de la población civil de ciertos terrenos ocupados, con el fin de aniquilar determinadas razas y partes de naciones judíos, polacos, gitanos, entre otros» y pueblos, grupos raciales y religiosos, en particular. El ejemplo iberoamericano:

«En 1974 la Comisión Internacional de Investigaciones de los Crímenes de la Junta Militar de Chile hizo constar que desde 1973 se perpetraba una acción de exterminio entre los indios araucanos y los gitanos».

Genocidio. En 1946, la Asamblea general de las Naciones Unidas inició los trabajos sobre el proyecto de Convención, aprobado por unanimidad en 1948 y que entró en vigor en 1951 no siendo ratificada hasta 1972. Sólo Estados Unidos y el Reino Unido no la ratificaron, hecho explicable si se piensa en todos los Irak víctimas del Imperio. Aquí, en lo sustancial, el texto de la Convención sobre Prevención y Castigo de Delitos de Genocidio:

Las partes contratantes, considerando que la Asamblea Gral. de la ONU ha declarado que el genocidio es un delito de Derecho Internacional contrario al espíritu y a los fines de la ONU y que el mundo civilizado condena; reconociendo que en todos los períodos de la Historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad; convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, conviene en lo siguiente: En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Serán castigados: a) el genocidio; b) la asociación para cometer genocidio; c) la instigación directa y pública a cometer genocidio; d) la tentativa de genocidio; e) la complicidad en el genocidio. Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los actos aquí enumerados, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.

El término genocidio, ¿quedaría claro? ¿Ni así? (Lástima.)

Autocrítica, señor…

Acabo de visitar Los Tüxtlas, tierra de brujos y jaraneros. Cuatro días los pasé alucinado, bebiendo (¡cuidado, no pensar mal, que conmigo el licor topó en hueso!); bebiendo, digo, sorbiéndome la gloria de aquellos sones jarochos, rasgueos de jaranas en contracanto de pespuntes arperos y mudanceos. Miel en penca, señor, miel veracruzana…

De Santiago me traje una. Chula ella, si la viniera a ver; doncellita todavía, morena de fina estampa, delgadita de cintura y de muy buena madera, madera en flor, con su corazón de cendro y su encordadura todavía virgencita. Ahí traje mi jarana abrazada y abrasada como a niña de mis ojos, todavía olorosilla a tajadas de madera en flor. ¿Se la imagina?

Y ándenle, que ya en mi depto. de Cádiz convoqué a jaraneros del rumbo, y de entonces a la fecha ahí nos tiene usted en los tiempos muertos (los vivos, a fin de cuentas) ejecutándonos la tarasca, el zapateado con décimas y ese buscapiés que es fama hasta el Pingo incita, excita y pone a bailar. Sones agridulces de amores y desamor, tiempo y destiempo, de encuentros y desencuentros y algún apicaramiento. La malicia del son:

Una iguana subió al palo – más alto de la Nación – y desde arriba decía: – ¡Esto si que está ca…ñón! (Muy cierto, ¿no le parece?)
Fue entonces, señor, cuando empezaron las dificultades; aquella mi bienamada no entonaba a cabalidad, y mi corazón de músico tardío se me cayó a los talones, el de Aquiles y el otro. Y qué hacer…

– No pases a preocuparte – me consoló el Síquiri-. Es que tu jarana es señorita todavía. Cambíale la encordadura.

La encordadura le cambié. Fui al expendio, me agencié la prima y con ella la familia completa. Las remudé, las afiné, y venga de ahí el jarabe loco, y venga un nuevo fracaso, y empálmese otra desilusión. Don Arcadio, pontífice del zapateado: «Tu instrumento lo tiene mal apuntado, o sea el diapasón».

Y de inmediato al laudero, que le apuntó el susodicho, y a rasguñar otra vez, y otra vez a desilusionarme, lástima de buscapiés en tono de sol. «El defecto está en la tapa -díjome El Bagre-. Se la cambias, y listo».

Listo madres, con perdón. Pero para no hacérselo largo (¡el cuento!): del día de la compra a los meses siguientes mi instrumento (no el de frotar, el de rascar) padeció cambios, recambios, implantes, transplantes e injertos en caja, tapa, diapasón y cuatro de las clavijas. Pues sí, mucha cirugía plástica, pero la ancheta cada vez más envejecida y sonando peor cada vez, y no tanto en el rasgueo de los sones en tono mayor cuanto en la delicadeza de los menores, cuando la hora sonaba de las tristuras y las lloroncitas en tono menor. Mi jarana, por llorar, chillaba, qué mortificación. Y fue entonces: ahí habló mi amantísima, sabiduría y comprensión machihembradas. Gracias a su consejo, santo remedio. Hoy, mi instrumento, espumeante de fandangueros arpegios.

Señor: usted se conchavó un México flamante, corazón de cedro vivo, ya listo para arpegiar al son que usted quisiera tocarle. Pues sí, pero a la hora de la escoleta, de entonar, ni sus luces, y lástima, porque más fino instrumento dónde lo iba a encontrar. Sus consejeros: «¿Y si le cambia las cuerdas? ¿Y si le injerta una reforma fiscal? ¿Y si le privatiza desde las Afores hasta el Seguro Social, PEMEX y la energía eléctrica? ¿Un México Seguro? O de plano, señor, ¿por qué no lo acaba de malbaratar a los gringos..?»

Usted, mi señor, a puros palos, me refiero a los de ciego, y los fregadazos apárelos el fregadaje. México, cedro vivo en la flor de la edad, a rechinidos y disonancias, y a pagarlo las masas. Señor: ¿quiere saber qué consejo me dio mi niña, la de mis ojos? Ella, lastimada por mis fatigas:

– Tu jarana sí suena, mi amor, vaya si suena. Quizá sea tu mano la que está un poco… torpe, digamos; novatona todavía. ¿Si dejaras tal cual tu jarana y te buscas un profesor que te enseñe a tocarla..?

Así lo hice, señor, y santo remedio. El corazón de cedro, la madera en flor, a estas alturas se ha tornado, en mi mano, un puro regocijamiento de sones en tono de sol. Ah, si viniera a escuchar qué de trinos, qué de arpegios, qué de armonía en contrapunto cuando suelto el llanero son de la trova:

Con el corazón de cedro – yo soy como mi jarana – Por eso nunca me quiebro – Y es mi pecho una campana… La gloria, señor.

Y yo digo: ¿si usted, en lo poco que le resta de vida (en Los Pinos) dejara de estarle echando la culpa al Congreso, a la situación internacional, a los medios, al pasado pluscuamperfecto, a la Wornat, y fuese capaz de un ejercicio de autocrítica? Entonces caería en la cuenta, señor, aunque tarde para todos, de que su diagnóstico Fidel Castro tuvo absoluta razón: ¿cómo un gerente de la Coca Cola sabría tocar la entrañable jarana? ¿Cuándo, cómo, señor? (En fin.)