Los políticos manosean la democracia para hacer y deshacer (M. A. Vázquez Mota, del gabinete presidencial.)
Y quien más la manosea es el presidente del país, que nunca se la apea de los mostachos, por más que nunca, tampoco, nos ha explicado qué pueda ser esa democracia que así nos refriega. ¿Llama democracia a la rutina que lleva alas masas avotar ciertos domingos de su vida? ¿A un régimen de vida que nos ha dado justicia plena y un nivel de vida cada vez mejor? Porque, mis valedores, el mexicano, en la era reciente del país, viene ejerciendo su derecho de votar desde 1930, cuando se perpetró el fraude electoral contra el candidato José Vasconcelos, presunto ganador de las elecciones, para que se le asignara el triunfo al primer Nopalito de nuestra historia moderna, Pascual Ortiz Rubio. Setenta y cinco penosísimos años de ejercer el derecho a la papeleta, ¿nos han proporcionado justicia social? ¿Justicia, a secas? ¿En eso consiste la reputadísima democracia que Fox nunca se apea de los mostachos, en ir a votar? Por lo que atañe ala encerrona del pasado jueves:
Ese día, el discurso de los 3 catálogos (el gobierno es malo, malo, malo, el gobierno debe ser bueno, bueno, bueno, exijámosle) inició el incendio de la verborrea con un cauteloso eficiente de Convergencia, creo que
social, popular, democrática o revolucionaria, lo mismo da y para el caso es lo mismo: » ¡Nunca será tardío recuperar los sueños que por ahora hemos dejado de concretar!» La apoteosis de los tres catálogos se siguió de frente con el del Trabajo-.» ¡Construyamos un nuevo proyecto popular y democrático!» El apodado Verde Ecologista:» ¡Estamos llamados a la cita de la historia ¡Cimentemos un sendero más amplio!» Y que muchas gracias. Pero «No, ciudadano presidente: es hora de ir a la búsqueda de un programa democrático y social!» clamó y dijo el histrión, el protagónico Pablo Gómez, de cuestionable pasado comunista y dialoguista echeverraco. ¿El de Acción Nacional?» ¡El presidente de la república puede presumir logros muy importantes..!» Finalmente, la atenta invitación del hombre de baja estatura (física), Enrique Burgos, del Revolucionario Ins.: «¡Fortalezcamos las instituciones que nos hemos dado, respetándonos todos. Prestigiemos nuestra democracia, muchas gracias!»
De ahí en adelante la mojiganga se desempeñaba en pleno anticlímax, que reafirmó un Vicente Fox añudado, como allá decimos, de todos sus músculos. Y mis valedores, lo que va de ayer a hoy: ¿recuerdan ustedes al Vicente Fox juguetón y sonriente, carismático y confianzudo que, en el pecho terciada la banda tricolor y en la mano el crucifijo que le acababa de entregar alguna de sus hijas (de Fox, no del crucifijo), asaltaba la tribuna del Congreso para saludar alas y los chiquillas y chiquillos de todo México? Hoy, ante el decrépito Fox, a la mente se me vino la cuartela del Siglo de Oro español:
«Aprended, flores, de mi -lo que va de ayer a hoy- que ayer maravilla fui -y hoy sombra de mi no soy…» Asi pasan las glorias de este mundo…
¿Propuestas de solución en boca de los 8 que se encaramaron en la tribuna? Una sola propusieron a las masas los 8 magníficos, sintetizada en un verbo, dos exigir, demandar. Exijan. Exigen, exigirán. Demandan, demanden es la demanda. Mis valedores, ¿demandamos? ¿Vamos a demandar? ¿Y quién se beneficia con esa propuesta de solución que nos propone nuestro adversario histórico, la exigencia, la demanda, además, por supuesto, del consabido reniego, esa especie de derecho de pataleo que tienen los ahorcados..?
Mis valedores: ya nos tomaron la medida. Ya nos perdieron el respeto. Ya nos pesaron y nos midieron y saben hasta dónde podemos llegar, no más allá del movimiento de rebeldía espontaneísta. Saben que somos menores de edad que nos acogemos al pecho materno de una madre celestial que todo nos lo va a solucionar: Guadalupe Tonantzin, mientras que en nuestra vida de todos los días tenemos un padre rudo en su trato para con nosotros, padre autoritario que nos inspira temor y del que sólo exigimos, a lo consciente y a gritos, seguridad, y de modo inconsciente, castigo; un castigo que se sintetiza, hoy mismo, en el aumento en el precio del gas, con todas sus repercusiones. Renegamos (todos, a todas horas), pero nada hacemos por remediar una situación que siempre nos perjudica; esto porque, me atengo a lo que afirman los analistas, en la relación sadomasoquista de la sociedad civil con el Sistema de poder ya hemos creado esa adicción y necesitamos, como la droga el enfermo, nuestra cotidiana ración de castigo. Y ese castigo somos capaces de soportarlo mientras no nos priven de dos derechos fundamentales del menor de edad: el reniego y la exigencia. Ni a una ni a otra nos hace el menor caso, pero así queda consolidada esa relación del sádico y el masoquista. Es México. Somos nosotros, los hijos de la manoseada democracia. Hijos menores. (Este país…)