¿Prozac?

No estoy diciendo que Zedillo sea un enfermo mental. Utilicé la palabra mental para describir una situación.

Tal declaraba en septiembre de 1998 el gobernador de Guanajuato Vicente Fox, al acusar al presidente de autista porque «anda fuera de la realidad, fuera de lo que está pasando, y con una falta total de liderazgo». Ahora, el clero católico, de testigo, lo declaró el presidente Fox:

Hoy, gracias a nuestra democracia, dejamos atrás males como corrupción, inseguridad, injusticia, deshonestidad y discriminación…

El autista, ¿Zedillo? A propósito: sobre el cansancio, el fastidio y los reiterados dislate y contradicciones que se advierten en la conducta pública de Vicente Fox, varios especialistas añaden, al autismo, el trastorno bipolar, un achaque de mucho cuidado en cualquiera de nosotros, pero peligrosísimo en un dirigente político. Mis valedores: por si en Fox o en algún familiar de ustedes advierten los síntomas de la terrible bipolaridad, el especialista:

– Es un padecimiento provocado por cierta disfunción del cerebro que ocasiona cambios impredecibles en el estado de ánimo. Las personas con TBP (sus siglas) van de un «estado agitado», que denominamos la manía, auno de depresión. Hombre y mujer tienen las mismas probabilidades de padecerlo, y suele manifestarse entre los 20 y los 40 años de edad.

Las mujeres pasan más tiempo en la fase depresiva, y el nombre en la maníaca. El achaque interfiere con su trabajo y hace que las relaciones interpersonales sean muy difíciles.

El paciente, en estado maníaco, corre el riesgo de causar daño a otros o a sí mismo, porque actúa por impulso y sin conciencia de qué tan peligrosas pueden ser sus acciones, o pueden llevarlo a la depresión, aislándolo del medio ambiente que le rodea y haciéndolo retraído e infeliz. La situación afecta seriamente las relaciones familiares, de amigos y laborales del paciente, ya que suele tener problemas en su comportamiento.

Estudios diversos sugieren que la bipolaridad puede ubicarse en un desequilibrio de sustancias químicas en el cerebro, conocidas como norepinefrina y serotonina, principalmente. También puede ser hereditaria. Los síntomas se ubican en cualquiera de estos tres grupos: manía, depresión, una mezcla de ambos. Una persona en fase maníaca del trastorno bipolar puede presentar estos síntomas: estar de continuo en un estado de ánimo irritable o exaltado, presentar autoestima elevada, sentirse muy importante, grandioso, presentar falta de sueño, hablar muy rápido, tener pensamientos o ideas rápidas, distraerse con facilidad, presentar agitación y nerviosismo, realizar actividades a lo impulsivo, como en las relaciones sexuales y el abuso en el consumo de drogas y alcohol sin medir las consecuencias ni el peligro de sus acciones.

El paciente, en fase depresiva del trastorno bipolar, puede presentar estos síntomas: depresión, bajar o subir de peso continuamente, dificultad para dormir, falta de energía al realizar actividades cotidianas, sentirse sumamente cansado, ejecutar movimientos lentos, sentirse inútil y con baja autoestima, dificultad para concentrarse o mantener la atención, falta de interés en el trabajo o actividades cotidianas, deseos de terminar con su vida. Suicidarse.

Diagnóstico. Se requiere de un examen psiquiátrico completo, una entrevista con el médico general, un historial clínico detallado y entrevistar, con la autorización del paciente, a familiares y amigos. Esto es de gran ayuda, porque ofrece al médico un panorama más exacto de lo que ocurre.

Para determinar si el paciente ha sufrido sólo depresión o también manía es necesario evaluar cada uno de los síntomas. Autoayuda y apoyo. Es muy importante mantener las consultas médicas, aun cuando el paciente se sienta bien, ya que los medicamentos, para mantener su estado de ánimo, pueden sufrir ciertos ajustes en la dosis.

Existe, para el manejo del trastorno bipolar, el tratamiento médico que controla de manera efectiva sus síntomas. El más indicado para determinar un régimen adecuado para cada paciente es el especialista.
Aventuré la pregunta: «¿Prozac, doctor? ¿El Prozac es suficiente para mantener estable al enfermo de bipolaridad?»

Para un trastorno tan peligroso como la bipolaridad, ¿Prozac? Suposición tan descabellada sólo mereció de especialista un suave meneo de cabeza…

Y una última indicación, que transmito a los interesados: para identificar los cambios en el comportamiento del paciente y alertar al médico es muy valioso el auxilio de familiares y amigos. Su apoyo y comprensión son de gran ayuda para un mejor control del paciente. Mis valedores:

¿Autismo, tal vez? ¿Bipolaridad? ¿Algún padecimiento todavía más grave? ¿Qué puede ser? En fin, que de todas maneras, ¡todavía faltan 13 meses!
(Dios.)_

Buscarás con ardor a tu marido…

Y él te dominará y será tu dueño…

Tal clama Dios en el Génesis, y más adelante, en labios del profeta, a su pueblo elegido: » ¡Practicaste la prostitución con esos egipcios de gran potencia sexual (…) Te entregaste a la prostitución con los asirios, y ni aun así quedaste satisfecha (…) A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas (…) ¡Sólo en eso eres diferente alas demás prostitutas..!»

Pero la violencia contra la mujer no está sólo en la Biblia no es de hoy; es de siempre. A principio de los 20s. en nuestro país, el «viejerío» debía guardar silencio, hablar sólo cuando se le preguntase algo, limitarse al lavado de trastes y cocinar. «No les anden dando alas a las viejas, clamaba un funcionario de los conservadores; luego van a querer hasta votar a nivel nacional, meterse a la política y traer a otras bravuconas como ellas para que armen pleitos rancheros a diestra y siniestra. Mis valedores:

Fue el viernes pasado cuando nuestro machismo acordó celebrar a lo condescendiente, El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, título tan extenso como, en los hechos, vacío de significado, porque más allá de convenios y acuerdos internacionales firmados por el gobierno de México desde hace décadas, ¿se ha domesticado la violencia del macho contra la mujer? ¿Cuánto, en qué sentido se ha logrado domesticar..?

«Quedaron muy atrás los años en los cuales el ejercicio de la libertad de las mujeres capitalinas se expresaba en un tránsito seguro a cualquier hora por la Ciudad de México. ¿Quién de nosotras se atreve a ir a una fiesta sola y al salir pararse en una esquina a esperar un taxi? ¿Quién de nosotras está segura, bien o mal vestida, joven o madura, de día o de noche, en automóvil o a pie, en esta que es la ciudad más grande del mundo? Sobre nosotras se ejerce un poder opresivo que se manifiesta, en sus grados más extremos, en la violencia física y, más acentuadamente, en actos de violación sexual…»

Aquí, en lo que quede de espacio, algunas evidencias, en la modalidad de violación, de la sañuda violencia que el macho perpetra contra mujeres y niñas, ajenas y familiares, mayores y menores de edad:

Toluca, Méx., 1998. Sergio G. G. violó y asesinó a golpes a su hija de tan sólo cuatro años de edad. Y otra más: Cegado por los celos, un individuo de 37 años de edad marcó con un hierro candente en las nalgas de su esposa, desmayada por el dolor, las letras «p», «u» y «t». Al ser detenido por la policía, el marido celoso no logró marcarle la «a» al final en la piel de su esposa.

«Antes enviábamos a nuestras hijas por la leche de Liconsa, pero cuántas no fueron violadas en el microbús, se queja un ama de casa. Ahora hacemos el viaje nosotras mismas, al fin que ya no somos señoritas. Pero el terror está en que nos vayan a contagiar de SIDA…»

Patricia Espinosa, del Inst. Nal. de la Mujer: «En Michoacán, para poder trabajar, la mujer tiene que pedir permiso a su esposo. En México, el abuso sexual de menores no es considerado como delito grave. En la legislación de 24 Estados hay figuras discriminatorias y vejatorias de los derechos de la mujer, a grado tal que mucho más penado que una violación es el robo de ganado…»

«Yo luché contra ellos, se lo juro…» Imposible contener el llanto. «Al sentirme violada me abandoné… traté de no pensar… de que pasaran rápido aquellos minutos tan largos -languidece toda ella-. Tan largos…»

Aquí, para niñas y mujeres en México, una receta para evitar la violación: «No salgas a la calle desnuda, que eso motiva a los hombres /No salgas a la calle vestida, que algunos hombres se excitan con la ropa/ Evita verte demasiado joven, que algunos violadores enloquecen con las adolescentes / Evita la vejez: ciertos degenerados prefieren a las mujeres maduras/ No tengas padre, abuelo, tío o hermano. Son los parientes que más frecuentemente violan a las mujeres / No te cases. La violación es legal dentro del matrimonio / Para estar totalmente segura, mujer, es mejor que… ¡no existas!»

Y a manera de final, mis valedores, esto que ocurrió hace 8 años en Durango, Dgo. Luego de ser violada y al no soportar los malos tratos de judiciales y agentes del ministerio público, que se burlaban de ella, la encarcelaron y la golpearon, acusaron de loca y drogadicta, además de que sus victimarios gozaban de libertad. Yéssica Yadira Díaz, de apenas 17 años de edad, dijo a su hermana: «Estoy muy cansada, muy cansada». «Pues descansa en tu cama» «No, estoy muy cansada de que no haya justicia». Yéssica Yadira tomó la determinación: se suicidó…

Después de los funerales, los padres de la joven violada optaron por abandonar el país… (Seguiré con el tema.)

Esos reverendos…

No nos resignamos a ver la fe arrinconada en la esfera privada…

(Mons. G. Bertello, nuncio apostólico.) Y que «Arma la Iglesia su candidato, que defienda la vida desde su concepción, que no sea populista ni líder mesiánico». Que sea cualquiera, pues, menos López Obrador y Madrazo. A propósito del desbozalado protagonismo del clero político, mis valedores…

Fue a media tarde del domingo pasado. Después de horas de súplicas y pedimentos a mi confesor espiritual, el padre Compito, finalmente, accedió a permitirme presenciar, oculto estratégicamente en la sacristía, cierta reunión de trabajo pastoral que, convocados ad majorem Dei gloria por no sé qué nuncio apostólico y algún cardenal arzobispo primado, se llevaría a cabo al pie de La Divina Infantita (de su altar) para «armar su candidato». Laus Deo.

– Pero mucho cuidado con hacer algún ruido o dejar que Sus Reverendísimas te vayan a descubrir. Un pseudo-neo-comunistoide entre la jerarquía católica, ¿te imaginas? Pero sobre todo, hijo dilecto: mucho cuidado con ir a revelar por ahí el más mínimo detalle de lo que aquí se trate o se deje de tratar. Tú que abres la boca y yo que te la dejo ir per secula seculorum.

¡Ay, Dios! Sí, una excomunión fulminante. Le juré que cómo pasa a creer, cómo puede suponer que todo un hombre como yo, con las vergüenzas en su nidal, vaya a ser capaz de traicionar su confianza. «Besándola se lo juro». La cruz. Y que bueno, pues, pero que conste, y que ahí te lo haya, bigotón.

– Pero cómo reconocer a los reverendos, si nunca los he visto en persona.

– Fácil. Reconocerás a los Norberto Rivera, Onésimo Cepeda y demás dignatarios, tanto por su vestimenta de tela burda, por aquello de su pobreza, como por sus carnes enjutas a base de ayunos, cilicios y demás formas de penitencia. Unos seráficos nimbados por la santidad, según encuadran su vida al evangelio de Jesús el Cristo. Conste.

Y sí, el domingo en la tarde me tiré al ruedo, y ahí estábamos, mi confesor espiritual entre los jerarcas católicos y yo, desde mi escondite, tratando de reconocerlos, pero qué curioso: a los varones de virtudes no lograba ubicarlos por sitio alguno. Entre obispos, arzobispos y cardenales sumaban arrobas de vientres pero que bien graneados. Entre los vientres sólo pude distinguir unos rostros sanguíneos, unas panzas descomunales y tales sotanas como cortadas a la medida de Marta Sahagún para un glamoroso desfile de caridad, de esos que se perpetran en el México teletonero de la justicia social. ¿Cómo llegarían todas Sus Eminencias hasta los pies de La Divina Infantita? De Norberto Rivera conozco la forma en que lo trasladan para el ejercicio de su seráfico ministerio: en Mercedes Benz 500, blindado. El, sí, ¿pero los demás discípulos de Aquel que dijo una vez: «Bienaventurados los pobres»..?

En fin. Desde la sacristía pude distinguir el macollo de santos varones émulos de Jesús el Nazareno y del poverello Francisco de Asís, que religiosamente se disponían a entregar al César todo lo que alguna vez fue
de Dios. Pastoreando la tandada de sotanas, Norberto Rivera, cardenal arzobispo primado; nalgatorios descomunales apoltronados en sillones de raso y nogal, Juan Sandoval íñiguez (agrio el semblante, caedizo el labio inferior), el obeso Sergio Obeso, y cuándo no: el gourmet pri-panista, empresario taurino, golfista y obispo en sus ratos perdidos Onésimo Cepeda. Entre efluvios de incienso y arpegios de órgano, los prelados producían, aquella santa boruca. Sotto voce. De repente un campanillazo, Norberto, vozarrón de gaznate panchovillista ebrio. Cruzado. Manejando un pirata. Un tolerado:

– Familia carísima, ¿ya estamos todos?

– ¡Todos, Su Ilustrísima! -se me escapó desde mi escondite. Ellos parpadearon. «¿Y esa voz..?»

– Sería San Mames -se turbó el padre Compito.

– No Mamés, padre, más bien ha de ser Sam Viguetas, el hermano sacristán. ¿0 acaso vos conocéis la lengua de Mamés?

Uf. Comenzó el conciliábulo. Su Eminencia: «Os he convocado, carísimos, para que asumamos nuestro papel de acuerdo con el Compendio de la Doctrina social que desde Roma, nuestra metrópoli, nos envía Su Santidad, y que se nos da como un instrumento para el discernimiento moral y pastoral de los complejos acontecimientos que caracterizan nuestro tiempo; como una gula para inspirar en el ámbito individual y colectivo, los comportamientos y opciones que permitan mirar al futuro con confianza y esperanza.

Vi que el padre Compito se puso de pie. Titubeaba: «Como que no alcanzo a comprender tan elevada fraseología…»

– Por Dios, padre, si está muy claro: ¡que desde hoy nosotros tenemos en nuestras manos la manija del juego político, ¿quedó claro?! (Seguiré con el tema.)

Esa foto obscena

El terruño esta vez que la vista de semejante foto me arrastró a la evocación de mi querencia y me predispuso a los recuerdos de la niñez. Tengo frente a mis niñas, las de los ojos, esa foto que me ha transportado a mis años tiernos en los derrumbaderos que muy de tarde visito. Pero no, que no reproduce el paisaje del caserío, de la arboleda, el cresterío de roca viva, no. Es una foto provocativa, retadora y por demás desafiante que mucho me ofende, como debería ofender a todos ustedes ahora que se las describa. Y sigo:

Jalpa Mineral, en el estado de Zacatecas. Hace algunos ayeres visité mi querencia, y me hundí en el goce del retorno después de media vida de ausencia, y al modo de Adán fui recorriendo cada flor, cada cerro, cada peñasco, y los fui nombrando por su nombre antañón, con los que hablaba con ellos en mi niñez. Jalpa Mineral, mi hontanar, manojo de floridas raíces, que una foto procaz me trajo a la memoria. Haya cosa…

La visité hace algunos ayeres, y un día de aquellos, muy de mañana, agarré el camino que va a La Cañada, serranía de mis andancias de payo, las de surco y coamil. De pronto, mis valedores, ahí estaba la serranía encandilada de abril, rayoneada a cigarras y reverberancias, que encela un sol como garañón desatado en auras, cuervos, zopilotes. Ahí, el brazo extendido rumbo a barbechos y roquedales, don Josefo, mi guía: ‘Allá, mira, fue la Cristera».

La revuelta cristera, qué tiempos. Se me vino de golpe aquella Cañada de hace tantísimos años y recordé los días en que detrás de cada roca, de cada troncón de mezquite, me hallaba los montones de casquillos: máuser, carabina 30-30, donde las fuerzas de Gorostieta, general cristero, emboscaron y dieron muerte a los «pelones» de Calles. «¡Viva Cristo Rey!» (Detrás de tal alarido se atejonaban los Jiménez y De la Mora, carniceros obispos no del cristianismo, sino de católicos de dogma, el fanatismo, la manipulación.»¡Dios lo quiere!»

Ese día, en La Cañada, medité en los jalones y marometas que han hecho pegar a la historia patria, desde la derrota de las sotanas con Juárez y sus beneméritos hasta las derrotas de La Cristera. Pero las machincuepas que hacen dar a la historia: hoy, en el hoy de los Fox, Marta Sahagún y Manolo, Abascal y yunqueros del calibre de Manuel Espino, Calderón y congéneres, los meros gallones son los monseñores, quién iba a decirlo; ellos son quienes marcan la pauta e imponen el rumbo y las condiciones y dictan las reglas del juego político. Lo que va de Juárez a El Yunque, pasando por La Cañada, Dios…

Y qué decir, qué hacer. A partir de esa cristera que, en apariencia, perdieron, las reverencias sotanas han venido recuperando terreno a marchas forzadas (para todos forzadas, comenzando por la propia Historia) y manejando la manivela como antes de Juárez, como antes de la Independencia de México, como desde el día malhadado en que un Constantino emperador, empujado por su Elena madre, asesinó al cristianismo, el del amor, para malparir la religión de estado, y con ella los Norberto Rivera y Onésimo Cepeda que masacraron las venerables palabras del Justo: «Ama a tu prójimo. Mi reino no es de este mundo. Al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios». Trágico.

El día que les cuento, mis valedores, yo, circundao de riscos y peñascales en la infinidad de la serranía sollamada de sol, medité en el clero ya descarado al que la ermita le quedó chica, y rabonas la basílica, la catedral y la plaza «de la constitución», y que ahora, para sus «rosarios tan concurridos que las cifras ingresen al Libro de Records», toma por asalto el Goloso de Santa ?rsula; reflexioné en declaraciones de cardenales, arzobispos y obispos, tan arriscadas que cachetean a lo impune lo muy poco que nos va quedando del 130 constitucional (y nosotros aguantando castigo y humillando la testa, Dios); calibré entonces los brincos históricos que han venido pegando, desde que toparon con hueso (Juárez) y luego con tepetate (con tata Cárdenas) hasta que agarraron blandito y, garrapatas políticas, se incrustaron en las zonas blandas de los Ávila Camacho y congéneres, y así hasta hoy, hoy, hoy. México.

Mis valedores, fueran a conocer La Cañada. Es el monumento natural, oloroso a vara amarilla y cenzontles, de los primeros triunfos del clero político en los tiempos recientes. ¿La qué, dicen alguno? ¿La foto? Ah, la foto: obscena en su insolencia, insolente en su obscenidad, altanería pura, puro cinismo e impunidad, tiene fecha de ayer y de fondo un letrero: «Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana», y en gran acercamiento esa fila de alzacuellos, sotanas y cruces en la barriga, y el pie de foto: «El nuncio apostólico Giuseppe Bertello; los cardenales Norberto Rivera y Renato Rafaele Martino, ¡el canciller Luis Ernesto Derbez! ¡Carlos Abascal, titular de Gobernación! ¡Vicente Fox, presidente de etc.!» ¡Y una bandera tricolor! ¡Y que «Beatifican a 13 mártires de la guerra cristera» ! Los signos de admiración, por mi cuenta.

(¡Dios!)

Ese hijo putativo…

El modelo neoliberal, mis valedores, ese engendro de la globalización malparida por el viejo Nuevo Orden Mundial que el capital-imperalismo impuso al mundo desde 1944 en Breton Woods, EU. Inicié ayer el estudio de un tema que en tantos sentidos nos afecta a todos y que hoy, retumbos de tormenta Chávez-Fox, acapara la atención internacional. Sigo aquí, porque reconozcamos al dañero, con las disertaciones de los estudiosos.

El neoliberalismo es un sistema de dominación y acumulación que no ofrece una salida al futuro latinoamericano. Su inherente tendencia hacia la polarización de la riqueza social y la exclusión de las mayorías define su ciclo de vida como de corto a mediano plazo. Los anteriores gobiernos de Menem en Argentina, del PRI y Salinas en México, de Cardoso en Brasil, de Alemán en Nicaragua y de Fujimori en el Perú, entre otros, ilustran este problema.

De hecho, la idea de que el éxito del modelo neoliberal en el principal país dominante del sistema mundial, EU, pudiera repetirse en los países neo-coloniales de AL, nunca fue más que una quimera propagandística de las élites dependientes criollas y sus mentores internacionales, porque el éxito en el norte se debe a una serie de factores particulares que no están presentes en la periferia latinoamericana. Entre ellos: un mercado abierto y unificado de más de 250 millones de personas, centrado en una amplia y rica clase media y extendido sobre un continente con abundantes recursos naturales; una moneda que juega un papel único global, incluyendo el hecho de que los precios del petróleo y otras materias primas claves se fijan en dólares; una fuerza de trabajo bien educada y preparada, abastecida constantemente con nuevas olas de inmigrantes (…) disfrute de los «terms of trade» y del proteccionismo y dominación de varias tecnologías de punta.

Terminadas las tareas sucias, los equipos neoliberales empiezan a repetir la trayectoria de Pinochet: ante los hechos consumados del neoliberalismo comienzan a ser sustituidos por gobernantes menos estigmatizados (más populares), que le pueden proporcionar a las oligarquías nacionales y a Washington una tregua de cinco a diez años en el campo de la gobernabilidad política neo-colonial.

Aparte de su función vende-patrias, el récord histórico del neoliberalismo ha sido desastroso. Si se juzga la eficacia de una economía en cuanto a su tasa de crecimiento económico, la distribución de la riqueza, la creación de empleos y la 4, la reducción de la deuda externa e interna, entonces el balance de cada uno de estos parámetros es desastroso.

Bajo el modelo keynesiano-cepalino de la Revolución mexicana y el contrato social de la constitución de 1917, el PIB del país creció 3.1 por ciento anual entre 1934 y 1982. Bajo el modelo neoliberal, el PIB per per se contrajo, entre 1983 y 1996, a una tasa del 0.8 por ciento anual; la inversión fija bruta decreció a una tasa del 2.2 por ciento anual y los salarios mínimos pierden el 68.2 por ciento de su poder adquisitivo.

En la distribución de la riqueza, América Latina tiene el triste honor de ser la región más desigual en todas las regiones del mundo: característica que se ha acrecentado bajo el terrorismo social de los liberales. Y en cuanto a la situación laboral, la región se encuentra sumergida en su peor crisis histórica, con alrededor del 65 por ciento de la población económicamente activa sumergida en el desempleo y subempleo y, en consecuencia, en la pobreza o extrema pobreza. Finalmente, la deuda externa criolla creció de 426 mil millones de dólares en 1987 a 611 mil millones de dólares en 1996, a pesar de haberse pagado hasta ese año, 648 mil millones de dólares, en una espiral sin fin. Tales son, para nuestros países al sur del Bravo, los efectos del modelo neoliberal.

Las mismas realidades creadas por el neoliberalismo demuestran que sus promesas de crecimiento y bienestar no pueden ser cumplidas a través de su aplicación, sino que, al contrario, ha hundido a la región en una crisis económica, social, cultural, política, sin par. Movimientos de capital anónimos, que incluyen dinero de las drogas y de la evasión de capital, suman de 600 a 800 billones de dólares. Esta gran hemorragia es parte de un complicado sistema mediante el cual bancos occidentales y sectores privilegiados de Latinoamérica se enriquecen a expensas de la población general de Latinoamérica, cargada con la «crisis de la deuda» que resulta de estas manipulaciones, y de los contribuyentes en los países occidentales quienes al final son instados a pagar parte de la deuda.

Todo esto, mis valedores, encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál? Algún día, porque aprovecha conocer al enemigo histórico, seguiré con el tema. (Aguarden.)

Desintegrar un átomo, ¿difícil…?

Más difícil es desintegrar un prejuicio y un dogma…

Semejante aseveración de Albert Einstein me parece muy a la medida del empecinamiento presidencial en clamar y proclamar en todos los foros internacionales (que más perjuicios que ventajas reportan al país, a todos nosotros) las ventajas de los acuerdos comerciales concertados con el «socio» de Washington. El criterio del presidente Fox nada a contracorriente del que mantienen estadistas, economistas, investigadores y comunidades del mundo. ¿Ignorancia de Fox, mala fe, exceso de celo en complacer a su «socio comercial» ? Ya que a todos nos afecta, y en alto grado, el tema se impone. Mis valedores:, hoy, en vez de fabulilla de mi invención, les presento una síntesis del pensamiento internacional sobre los polvos de aquellos lodos que desparramó por el mundo el viejo Nuevo Orden Mundial de 1944 impuesto por Washington a los países del orbe. Los analistas: Chomsky, Fidel Castro, Petras y muchos más, incluyendo al propio «espinito que en la sabana florea» Hugo Chávez. El neoliberalismo en las reflexiones de los estudiosos:

Cada una de las potencias industriales ricas aboga, en general, por una mezcla de liberalismo y protección diseñada en función de los intereses de las fuerzas nacionales dominantes, las grandes empresas transnacionales que deben regir la economía mundial. Las consecuencias serian reducir a los gobiernos del Tercer Mundo a una función policial para controlar a sus clases trabajadoras y a la población superflua, mientras las transnacionales obtienen libre acceso a sus recursos, monopolizan la nueva tecnología y la inversión y la producción mundiales (…) El resultado puede calificarse de «libre comercio» o de «democracia» por razones doctrinales, pero se le ha descrito con más exactitud como un sistema de «mercantilismo corporativo».

Para que el club de los hombres ricos pueda gobernar el mundo con eficacia en función de los intereses de sus miembros, hay que mantener a las masas en el lugar que le corresponde:, en el Sur, hambrientas y reprimidas; en el propio país, aisladas y distraídas. El Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) es un caso ilustrativo. Ha sido un filón de oro para los inversores, que pueden trasladar la producción a zonas de bajos salarios, zonas donde elevados niveles de represión, controles dictatoriales y una inmensa fuerza laboral sobrante los mantendrán bajos.

Los efectos de este tratado de largo alcance, que invalida leyes estatales y federales, no pueden analizarse, en realidad, sobre bases seguras por una simple razón: las condiciones del mismo se han mantenido eficazmente en secreto. Es un acuerdo ejecutivo: se mantiene al pueblo en la ignorancia, conforme al principio de que los asuntos públicos no son de su incumbencia.

El neoliberalismo es una ofensiva contra todas las conquistas que aun dentro del capitalismo habían logrado las masas, la clase obrera, los trabajadores y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial. Han acabado hasta con los sindicatos. Ha agravado, asimismo, el fenómeno del intercambio desigual, puesto que está liquidando todas las medidas de protección y todos los acuerdos sobre productos básicos con los cuales trataron de defenderse los países del tercer mundo. Ellos han ido perdiendo todo: aranceles que protegían sus nacientes industrias y generaban ingresos; convenios de productos básicos:, asociaciones de productores; indización de precios; tratamientos preferenciales; cualquier instrumento para proteger el valor de sus exportaciones y contribuir a su desarrollo, ¿Qué se nos ofrece? ¿Por qué no se menciona el injusto intercambio desigual? ¿Por qué no se habla ya del peso insoportable de la deuda externa?

¿De qué vamos a vivir? ¿Qué bienes y servicios vamos a exportar? ¿Qué producciones industriales nos van a preservar? ¿Sólo aquellas de baja tecnología y elevado consumo de trabajo humano y las altamente contaminantes? ¿Se pretende acaso convertir a gran parte del tercer mundo en una inmensa zona franca llena de maquiladoras que ni siquiera pagan impuestos? América Latina ingresa al nuevo milenio arruinada por la dictadura del capital financiero, que bajo la etiqueta del «neoliberalismo» ha sufrido durante los últimos veinte años. En el caso de México, la tasa de crecimiento es mal parámetro para juzgar al futuro. Si se toma en cuenta los siguientes indicadores: endeudamiento interno; endeudamiento externo; balanza de cuenta corriente; déficit fiscal; composición de las exportaciones y competitividad en el mercado mundial, entre otros, queda claro que México, al igual que las otras dos economías grandes del sub-continente, está estructuralmente en quiebra; y que no hay posibilidad para salir de esta situación por la vía económica nacional. (Sigo mañana.)

Hoy recuerdo a los Flores Magón…

Francisco I. Madero, mis valedores, y cómo pudiera ser de otro modo. A 95 años y un par de días de la regazón de pólvora que incendió el territorio patrio, va aquí un esbozo de retrato hablado del controvertido vitivinicultor, espiritista y simpatizante entusiasta de Porfirio Díaz que terminaría encabezando el incendio de 1910. El, Maderito, y no quienes por derecho propio debieron ser: los Flores Magón. Es la historia.

Porque uno es el mártir y apóstol que consignan el bronce y los mármoles de la historia oficial y muy otro el de la imagen real y la real historia del gobernante con el que algunos desmesurados llegaron a comparar al presidente Fox, por aquello de que ambos, a su hora, arrojaron a Porfirio Díaz del gobierno. Y es que el Neo-PAN se proponía imitar la maniobra de un PRI-Gobierno que durante los 72 años de su permanencia en Los Pinos falseó, retorció y adulteró a su conveniencia la imagen de héroes y mártires de la lucha libertaria, para luego apropiárselos y erigirse en su heredero exclusivo. Van aquí estos tres bocetos del retrato hablado de Francisco I. Madero el vitivinicultor.

Coincidencias y discrepancias con el Fox del «cambio» que pretendían los neo-panistas, a tratar de encontrarlas:

lo.- De La sucesión presidencial, publicado a finales de 1908:

«Por el Sr. General Díaz siento una gran simpatía (…) Yo, que profeso culto por todos nuestros grandes hombres, quiero que en el altar de la patria y en el corazón de cada mexicano, ocupe un lugar preferente nuestro eximio gobernante (…) Para que corone su obra, ayudémosle todos los mexicanos, y al hacerlo grande, haremos igualmente grande a nuestra querida patria».

Del Plan de San Luis, emitido el 5 de octubre de 1910:

«Los pueblos en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de la libertad y justicia, se ven precisados, en determinados momentos históricos, a realizar los mayores sacrificios. Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos. Tanto el Poder Legislativo como el Judicial, están completamente supeditados al Ejecutivo: la división de los poderes, la soberanía de los estados, la libertad de los ayuntamientos y los derechos del ciudadano, sólo existen escritos en nuestra Carta Magna.

Conciudadanos: no vaciléis, pues, un momento; tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria, que no podemos mancillar, sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria. Sufragio Efectivo. No reelección».

Francisco I. Madero

3o.- ¿Gobierno de Francisco I. Madero? ¿De Vicente Fox? Aquí, la versión en la que coinciden los historiadores más objetivos:

«El cambio de poderes se efectuó en los primeros días de noviembre de 1911. Dentro del contexto de sus principios liberales propios del siglo XIX, el gobierno de Madero se caracterizó por las amplias libertades políticas y de expresión únicas en la historia del país. En el Congreso Federal, los diputados debatían y votaban libremente las diversas iniciativas; los periodistas, por su parte, podían escribir prácticamente lo que querían, libres de todo tipo de coacción, y los grupos políticos podían actuar libremente; no obstante, esta gama de libertades obstaculizaron la buena marcha de la administración, e impidieron los proyectos del gobierno. La libertad de prensa, por ejemplo, fue utilizada por sus enemigos políticos para atacarlo y ridiculizarlo, y así desprestigiar ante la sociedad la imagen presidencial.

La ofensiva contra la administración maderista estaba representada por los sectores sociales que habían sido favorecidos por el antiguo régimen porfirista, tales como los hacendados, banqueros, comerciantes, militares y periodistas. Inclusive dentro del propio grupo revolucionario que apoyó a Madero también hubo rebeliones, como la de los zapatistas, los cuales se distanciaron del gobierno por la negativa de Madero de cumplir con los postulados agrarios del Plan de San Luis.

Y es que en cuestión agraria y apenas subió al gobierno, Madero se apresuró a desconocer las promesas hechas, y declaró en varias ocasiones que su objetivo era el de crear la pequeña propiedad que coexistiría al lado de las grandes haciendas. Por otro lado, aseguró que el fraccionamiento de tierras debería de realizarse por los medios legales, buscando mecanismos que impidieran lesionar los intereses de los propietarios». (Para leer entre líneas…)

México, 20 de noviembre de 1910 – 20 de noviembre del 2005. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Es la memoria histórica. Es México. (Este país).

¡México tiene dignidad..!

El pueblo mexicano requiere una disculpa por el tipo de palabras y por los adjetivos que usó Hugo Chávez. Por eso yo defenderé al pueblo mexicano… ¡a capa y espada!

Así que el problema del venezolano, allá en Argentina, fue con el pueblo de México.

Siendo así, cuánto es de agradecer al presidente Fox que se apreste a defenderlo «a capa y espada», y que trate de enmendar una más de las tantas torpezas que acaba de cometer el pueblo de México, causante directo del doble conflicto con los presidentes Hugo Chávez y Néstor Kirchner. Porque yo digo, mis valedores: si tal fuese su decisión, el presidente Fox simplemente pudiera decir al pueblo mexicano, ese causante de tan graves conflictos:

– Tú, irremediable chivo en cristalería, fuiste como invitado a casa ajena nomás a encender fuegos que no pudiste apagar. Ahora a ver cómo logras salir del predicamento, porque yo me lavo las manos. Y a otra cosa, mariposa.

Pero no, y aquí lo admirable del presidente Fox: ahora mismo se apresta a defender «a capa y espada» a un pueblo de México tan rudamente agraviado, con justa razón, lo mismo por Néstor Kirchner, quien lo motejó de lacayo, que por Hugo Chávez, que lo viene forrando de vejaciones verbales y ya hasta le forjó su mega-marchita. Edificante la conducta de Fox, el defensor de un vulgar picapleitos como es el pueblo de México, cuya dignidad no permite le menoscaben. Espléndido.

Porque el pueblo de México tiene dignidad, y para quien ose dudarlo ahí están la capa y la espada de Fox. Pues sí, pero yo me pregunto: ¿ese pueblo mexicano, tan imprudente como atrabiliario, merece una tan apasionada defensa, que para cumplimentarla precise de la capa y la espada del presidente Fox? ¿Ustedes, mis valedores, qué opinan..?

Por otra parte, y si el pueblo de México nunca tolera insultos, ¿por qué entonces anda aquí y allá, en su tierra y en la ajena, de bocón mascafierros, de bravucón de toreo pulquero, nomás provocando pleitos, rencillas y algunas disputas a las que luego les hurte el cuerpo a lo cobardón, para que el presidente Fox se vea precisado a defenderlo al modo granguiñolesco del viejo teatro español: «a capa y espada»? Como si el estadista no tuviese un destino más elevado que andar lavando manchas ajenas, en este caso las de un vulgar tragaldabas como es el pueblo de México, cuya malhadada visita a Argentina, gastos pagados por todos nosotros, sólo disgustos nos reportó, y esta vergüenza ajena. Ah, pueblo de México, picapleitos vulgar…

Porque yo digo, mis valedores: Hugo Chávez ofendió gravemente la dignidad del pueblo mexicano, pero vamos a ver: ¿es la de Chávez violencia causa o violencia efecto? El venezolano ha sido hiriente, mordaz y ofensivo en sus expresiones contra el pueblo de México, pero a ver: ¿quién de los dos contrincantes inició la violencia verbal? ¿Hugo Chávez o el susodicho pueblo de México, por bocón? Los insultos que el venezolano le endilgó motejándolo de lacayo, servil y cachorro del imperio gringo (cacharro del Imperio, debió decir, que entonces estuviese mejor expresado), ¿son violencia causa o son violencia efecto, violencia reactiva? ¿Qué contestan ustedes..?

Los mexicanos no están dispuestos a tolerar un trato que ofende la dignidad del pueblo y las instituciones.

Si analizamos los antecedentes de los dos contrincantes: ¿es el mandatario de Venezuela o es el pueblo de México el rijoso que en cada viaje perpetra, sé lo que digo, barbaridades de esas que luego tiene que lamentar? ¿Cuántos dislates se le conocen a Chávez junto al catálogo de despropósitos que desde hace cinco penosísimos años viene cometiendo el pueblo de México? Si hacemos memoria, mis valedores: ¿fue alguna vez Hugo Chávez el aberrante que, como anfitrión, se atrevió a cometer la estupidez de decir a Fidel Castro «comes y te vas» ? ¿Fue Kirchner fue Hugo Chávez, quién fue, sino el atolondrado pueblo de México, el que viajó hasta Beijing con el sólo propósito de manosear alo zafio, vulgar y mediocre, la herencia preciada de un pasado milenario, esa reliquia que representan los soldados de terracota? De los dos adversarios, ¿fue Chávez el que después de un matrimonio incierto y un divorcio más incierto todavía (donde participaron las malas artes del alto clero católico, ese hijo putativo de Maquiavelo, por no decir de Satán), convocó a los fotógrafos para que lo retratasen besuqueándose con la segunda mujer en un sitio público y frente al Vaticano? ¡Vamos, México! En fin.

Para el multicitado pueblo mexicano nada hay perdido, mis valedores, porque (leche de pura bondad que del corazón le mana) el presidente Fox promete defender al malandrín «a capa y espada». ¿No les parece admirable? (Seguiré con el tema.)

Chanchos nada más

De mi viaje reciente a San Miguel de Allende les conté ayer, y que a este citadino, tan distante de Madre Natura, un sol como toro en brama me sancochó los sesos y me arrojó a la mortecina región de la fiebre y los delirios. Mi sanmigueleña: «En el balneario te sentirás bien».

Al balneario enfilamos por una carretera que, en pleno mediodía, hervía de reverberancias. Yo, con la fiebre, ¿comencé a delirar, a hablar solo? «El frescor de la granja te va a aliviar». La vi a lo lejos, alcancé a decir: «Allá no, parece casa de gringos» «Es de gringos y cochinos», dijo ella. «Cochinos y genocidas, que desparraman por el mundo sangre, miseria, dolor y lágrimas».

Que eran cochinos de los otros, de los que más allá de los cisticercos a nadie hacen mal, y que el gringo era amigo, y que alguna tisana me daría para retirarme el ardor de la sangre.
Y allá vamos. Como calabaza en tacha, mis sesos, a punto de estallar como conflicto Fox-Chávez, que no es de los sesos sino de los esos.
Y el solazo, y la resolana, la sofocación y el ahogo. Llegamos. Oí vagamente: «Los de la capital, mister Cheney, que no aguantan nada».

El frescor de la finca. Más allá de la malla ciclónica, la promiscuidad de cochinos graneados, unos cuinos y otros ovachones; añejones algunos, los hocicones y los güerejos
trompa rosada, los enteros, los capones, los de espinazo de erizadas cerdas, los gruñidores talachones, y el alboroto: «¡Oink, oink!» Mi cabeza, mis neuroncitas, que se me tateman en el horno…

En la oficina el gringo, pegado al teléfono. Larga distancia. Al hablar apapachaba en sus brazos a una cerdita. Enterado de mi dolencia, dijo al teléfono: «Un momento», y entró al otro cuarto, hizo ruido con la limadora, salió con un líquido espeso y me lo hizo beber para luego reanudar su comunicación: «Gracias, sí, tomo nota. Claro, le puedo surtir de inmediato los que necesite. Capones, enteros, media leche, leche entera, buen precio. ¿Cuántos le enviamos? Perfecto. Este fin de semana los tiene en el DF». Colgó.

¿DF? Y ándenle, que al oír DF, la cerdita acunada en las piernas gringas gruñó, pegó un reparo, y válgame; el hombre se destantea, observa a la muy cerda, mírase la ropa (aquella mancha asquerosa), se alza y mete un patadón a la cochina puerca, se limpia tal inmundicia. Y fue entonces: cojeando y sobándose contra la barda, la cerdita:» ¡ Gringo hijo de su perra madre, qué chinche patadón me acomodó de faul en las zonas blandas..!»

¿Que qué? ¡La entendí, entendí el diálogo de los cerdos! ¿Efectos de la pócima, que me producía náuseas, aunque no tan repulsivas como las que me provocaron las expresiones de los puercos, que luego escuché? «Tantito más y me aplica el control natal con la puntera de la bota texana, que hasta vi estrellas!» «¿De Televisa o de TVAzteca,tú?» «De cualquiera, tan colegas nuestras son las del canal de adelante como las del canal de allá atrás».» ¡Mujer, que yo entiendo lo que dicen!» (¿Lo dije o fue la pura intención?) «Pero no me hablen al tiro, que les traigo una noticia de poca. ¡Nos mandan al DF, muchachos! ¿Se imaginan?»

– ¿Te cai? ¡Chido, yo pido mano para embonarme a la campaña de mi colega Demetrio Sodi, a ver de aquí al fin de semana de cuál chichi mama..!

(«¡Entiendo a los puercos!») «Yo escojo ir al sol, pero el azteca! ¡Quiero ofrecerle mis servicios al Chucho Ortega, el del muy puerco pasado talamantero! Para ese Chucho… este puerco, ¿no?»

– ¡A mí que me la den de vocero presidencial y ya la hice, oink, oink!

– ¡Qué les pasa, yo voy a la segura con el brody Madrazo!

Ahí se encrespó la cerdita: «Tú que te acercas al Madrazo y no es madrazo el que les forjo con una campaña: ¿Tú le crees al Madrazo? Yo tampoco. Porque puercos somos ellosy nos, pero hay niveles». («¡Enloquecí, mujer, los entiendo!») Y así todos: que al PRI, que con el ex-presidiario Dante, el de Convergencia, y que nosotros vamos al «Vamos México» para que nos pongan en engorda, y que con Manolo, y… mis valedores: al DF volvimos. Ella: «Qué te daría a beber el mister, que a gritos te pusiste, todo ridículo, a cantar y bailotear un sonsonete absurdo, con una letra más absurda todavía. Lo grabé, óyelo». Espantable, y lo juro: ¡Era la primera vez que en mi vida la oía! La oí:

«Cuando al Zorro, que pasa por muy serio le encargaron formar el Ministerio, – naturalmente se sintió muy ancho, pero, queriendo aparentar modestia- convocó, una por una, a cada bestia. – Tan sólo se negó a llamar al chancho, – pues dijo el muy ladino: – No conviene llamarlo ¡Es tan cochino! – El Perro, que se hallaba ahí presente, – le dijo: ¡haces muy bien! ¡No es conveniente! ??A más de sucio, desastrado y terco, – tiene otro inconveniente todavía: – que si llevamos al Gobierno al Puerco, – va a estar siempre con él la mayoría». Mis valedores: esto encierra su buena moraleja, ¿pero cuál? (Piensen.)

Este horror delirante…

Las alucinaciones esta vez, mis valedores. Yo acabo de sufrir una de las más rudas, y no atino a dar con la causa de la repentina locura que me llevó a imaginar que entendía, al modo de Melampo el del mito, el lenguaje de los animales.. Boca arriba en mi cama, pienso y medito…

¿Sería el sol, sería el bebistrajo? ¿Fue mi conciencia, por haber aceptado la compañía clandestina de aquella mujer casada? ¿Ya estaré para el psiquiatra, de plano? Lástima grande sería, porque los tales suelen cobrar como damisela del parque Lira, por hora, pero mucho más caro, y eso que al cliente le proporcionan mucho menos placer. En fin.

Es de noche. A lo lejos, las campanas de Dulces Nombres. A lo lejos. A oscuras como permanezco, en mi mente se agolpan las imágenes deleitosas de aquél caserío de magia y encantamiento que se desparrama, se despatarra, en la ladera del cerro. Y el sueño, andavete…

Todo ocurrió el pasado fin de semana, en la azozobrante compañía de aquella hembra ajena de dulce voz, sota moza cantadora de las viejas canciones de la tierra vieja, que me llevó a reencontrarme con ciudad de Querétaro (cantera rosa, baldosas, cielo de color azul cielo) y que, tonadas y leguas más tarde, de súbito, al salir de un recodo: «San Miguel de Allende, mi amor…»

(¿Yo su amor, o san Miguel?) Quedé encandilado. Ah, vista magnífica de aquél caserío pespunteado de arcadas, follajes, mu-ros conventuales. Ahí, con un sol en derrumbe, que se estrellaba en el horizonte, la vista de un panorama cubista de luces, luciérnagas, rajuelas de plazas y calles y callejones, de follajes y hornacinas, nidal de nocturnas consejas. Esa calleja empedrada, esos arcos, el patio recoleto, una mansa manada de azoteas sesteando al amor de los flecos de un follaje rabiosamente verde, y el deambular de sombras pueblerinas y, de repente, en la gloria del crepúsculo, el collar que se desgrana: la reventazón de campanas y esquilas a voleo. San Miguel de Allende, bonitos son tus portales…

Ah, el entramado de calles que, al modo de mi Zacatecas la capital, resultan ser una broma pesada. Y ya trepar por el callejón, ya bajar calle adelante, detenerse en el manchón de eucaliptos y contemplar, desde esa eminencia, un caserío de lo real maravilloso que olía a poma, a raíz, a miel recién derramada, que diría Rulfo. Y ese aire diáfano que se me venía encima con el cuajarón azul de todo el firmamento. Yo, de repente, aquella corazonada. Cuándo iba a imaginarme lo que vendría después…

El viajero, de la mano de mi amorosa sonsacadora, aquel deambular de barrio en barrio, ella relatándome leyendas, consejas, díceres y tradiciones orales que hablan (susurran) de personajes hazañosos en olor de naftalina que poblaron, que fundaron San Miguel de Allende…

– En la casuca aquella, al final del callejón, se aparece el ánima de un caballero de alcurnia, libidinoso él, que mancilló a su propia hija, la cual, no pudiendo soportar el horror, ¿qué crees..?

Y que detrás de aquella barda barbona de yedras habitó La Malmirada, que al ser muerto su amante por el marido (ay, Dios) invocó al Maligno, y que el ánima del ajusticiado, y el arriero del camposanto, el monje abarraganado que al entrar en trance de muerte… Las almas de las fieles consejas…

Noche cerrada. San Miguel de Allende me llevó de la mano a deshilar el tejido de su vida nocturna. Salón por salón, peña por peña, antro y antro, yo, con mi agua de chía, mi café de olla, la tisana de manzanilla, viví aquella noche tibia y callada que parecía aguardar a un Flaco de Oro que le romanceara el bolero de mucho amor. (¿No los estaré aburriendo? Sigo, pues.)

Otro día, la gloria de viandas sápidas, aromáticas, cilantro y orégano, dulces dulcísimos, unas pirámides no de Keops sino de nieve chupeteadas al amor de las frondas de la plaza principal, yo cerrando los párpados y abriendo de par en par las papilas gustativas para mejor percibir los sabores: nuez, coco, cajeta envinada (¿no les hace agua?) Nieve con qué torear ese garañón de fulgores y reverberancias que partía plaza por medio cielo, o partía cielo por media plaza. Cuándo iba a imaginarme lo que vendría después…

Tocó turno al recorrido por las vetustas canteras, arte y abolengo, de la Casa de la Cultura: óleo, acuarela, música de cámara. En el corredor, murales, y en el aula el poema de pie quebrado, la endecha, el alejandrino, la octava real Y el sol, que se desplomaba en olas de lumbre.

– Para eso no hay como nadar en el balneario. Allá, a varios kilómetros.

Fue el final del paseo y el comienzo del dramón. Un sol en brama sollamábame el occipucio, y aquel ardor en las venas, las punzadas, él ahogo. «En la alberca te sentirás bien». Y allá vamos. Al dramón. (Ese, mañana.)

Envejecí…

Pero el proceso natural no lo advierto en la pérdida de mis facultades físicas y mentales; esas créanme: como relojito. De fayuca. Defectuoso. Adquirido en Tepis Company. No. Que mi barca ya dobla el Cabo de Buena Esperanza lo advierto en la manía en que me ha dado de evocar a Manrique:

«Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, comtemplando – cómo se pasa la vida -cómo se viene la muerte – tan callando…»

Y este calosfrío como aletazo admonitorio de la muerte, la mía propia y particular. Y el suspirar repentino, leer viejas cartas de amor, mirar antiguas fotografías y de ojos adentro verme en mis tiempos de adolescente y aun antes, cuando todavía mamón -sigo siéndolo-, y que todo era de embobarse con los cuentos de mi Nina, que en noches de luna, muy a la medida de trasgos, fantasmas y aparecidos, se encargó de encender fuegos fatuos en esta mi mente, por aquel entonces virgencita todavía. Leyendas, consejas de diablos y brujas y aparecidos que «aluzaron» mi oficio de fabulador. Hoy mismo recuerdo, al modo de la anti-historia, la conseja del niño que en el bosque recibe, como la niña del cuento infantil, una cornucopia de dones. Va así:

Helos, helos, por do vienen. La viva imagen del desconsuelo, los habitantes del bosque se congregan en derredor de esas carnes desgarradas, y las olisquean, y asordinan el rugido, el bufido, el aullido. Callan. No delatarse, no atraer al cazador. Participantes del duelo, los animales del colmillo, pico y garra, se tornan coro de duelo por los prejuicios que les ocasiona su enemigo, ese depredador. Porque los mata nomás por matar, tala los bosques y envenena los ríos. Pero cómo detener al dañero. Cómo…

Se hace el silencio. A lo lejos, disparos. El ambiente nocturno, electrizado. Allá, en lo alto, fría y luminosa, tersa y distante -como tú, mujer-, la luna. Cómo detener al hombre. Y fue entonces: ahí, en medio del duelo, el ojo de agua cercano se alza en un borbollón impetuoso. Rumorosa, la fuente:

-Soy el ánima de las aguas, que el hombre se empeña en contaminar. Ha envenenado mi fuente, y es hora de planear su castigo. Vengan, congregúense en derredor de mis aguas.

Con el lobo, el coyote y la zorra, y con ellos la liebre, el zorrillo y el gato montes. Todos, embebidos en el rumor de la fuente. «Ahí, en la caverna», le oyeron decir, y sí: el llanto de un recién nacido. «Los animales que yo iré señalando le han de otorgar sus dones». Pero no el canto del ruiseñor, no del gamo la carrera, ni la sapiencia del buho, la fortaleza del buey, la bravura del tigre, no; el don de la víbora prieta, en primer lugar. «Quede este niño en la historia como uno que supo arrastrarse y morder calcañares. Desde hoy tendrá de alimento el polvo del terregal». Del niño fue el don, y el temblor en las frondas. «Sigues tú». Y el perraco: «Sea fiel a su amo y le resguarde casa y demás propiedades. Ladre al que el amo designe, y sea su alimento las sobras del comelitón». Del niño fue el don. En lo alto, las nubecillas el estremecimiento. «Ahora tú, chango macaco».

«Sea, con sus instintos de mono, un exhibicionista desvergonzado, que se la viva besuqueando en público. Sean motivo de burla pública sus piruetas y carantoñas». Del macaco recibió el don. Se adelanta al topo: «Burriciego será, torpón, errático. Las pupilas del niño serán alérgicas a la luz». Fue llamado el murciélago, y el crío tuvo su don: «Vivirá y dormirá colgado de cabeza. El mundo, para él, se apreciará al revés. La catástrofe en todas sus formas, indicada en las gráficas, para él serán éxitos». Del crío el don. La gallina: «Qué sabrá cacarear hasta la náusea, y cuando intente volar, vuelos serán de gallina sus vuelos. Históricamente terminé rostizado». «Suyos sean mi valor y decisión», la liebre. Un retumbo, a lo lejos.

«Para eso, tenga mi voz (la cotorra), y tanto seso al hablar como yo lo tengo, y se haga oír, y padezca diarrea de disparates verbales». El armadillo: «Vituperios y burletas le van a llover; va a ser motejado de torpe, servil, hablantín y rastrero. Sea mi concha su protección». Fue del crío el don de la conchudez. Un repentino relámpago trizó las sombras. Desnudito y remolineándose entre los hierbajos del terreno, el chamaco sonreía, sonreía…

He ahí, mientras tanto, a las bestias, que bailan la ronda en derredor del crío y a rugidos, aullidos y cacareos lo proclaman su futuro vengador. Miren, oigan a la fuente, que en tanto esparce sus aguas parece cantar cuando dice: «Ese algún día gobernará a los dañeros, y será depredador de depredadores». Y alzó y esponjó sus aguas. Ahí, reflexivo, el búho:

«¿Y cómo saber que el engendrín será gobernante de los tales?» «Mírele su entrepierna», responde la fuente, y sí: el crío, como los que le darían su voto en el 2000, era capón. Sin testiculitos. Y a otra cosa, mariposa. (Tan tan.)

Este buey no era arisco…

Ella, la cautivadora, como a Ulises la sirena del mito, ya ha comenzado a cantarme. A lo lejos. Yo, como el héroe, con cera me tapono los oídos. Ella tiende sus redes. De carnada me aprontó una imagen hermosa, hermoseada, relujada con primor. Cerrando los ojos la dejé pasar; a ella que a la distancia me sonreía, me camelaba, guiñábame un ojo. A ella, la maga Circe de laque se me ha quedado la veraefigie en la foto. Y no más. Mis valedores…

Miro su foto en Reforma; la observo hasta bizquear. En ella observo la imagen de una sirena más bien madura, rostro no bello pero hermoso en lo enérgico de sus rasgos, en la apostura de su continente, en su presencia y en lo que el rostro evidencia del carácter de la mujer: firmeza, audacia, decisión, la pura mesura, la ponderación. Pues sí, pero no, que es mujer casada y, por lo que sé, de muy firme moral personal y arraigadas creencias religiosas. Como sea, tal parece que anda en agencias de ganarse mi voluntad, algo que no ha de lograr, de eso estoy muy seguro. Desconfio. Yes que este burro no era arisco…

Por ella misma conozco parte de su currículo, bellamente adornado de cualidades morales como mujer, hija, compañera de su varón. Que ha logrado integrar una muy unida familia; que ambiciosa no es y que, por contras, de modesta se precia, y de ser muy firme en amores y convicciones. La mujer firme de la parábola…

Pues sí, pero no, que mi voluntad nunca va a conquistar. No a mí, este perro viejo en el oficio de seducir y ser seducido. Digo entre mí: «Eso que a mí me dice, señora, se lo dice a tantos». Y en lugar de que me le brinde, me le blindo y me parapeto frente a las artes de mujer seductora que se exhibe ante las niñas, ellas tan candidas, me refiero a las de mis ojos. Al influjo de sus cantos de sirena me refugio tras la muralla y, como ocurrió con Ulises Odiseo, la cera de los oídos (de campeche, no cerilla por mi poca higiene), me evita el peligro de caer rendido al hechizo de su reclamo musical. Yo, de tenerla enfrente, diría a la señora del largo cabello, mirada firme y carácter roqueño: Señora mía (de su marido, mas bien):

Bellas cualidades humanas advierto en su buena persona, ¿pero qué tal si una vez que la declare mi soberana pega usted soberano cambiazo? ¿Qué si y al sentirse segura y firme y respirando otros aires (gracias a mí y a tantos más que cayeran al hechizo de sus cantos), aflora en usted ese pequeño Mr. Hyde que todos llevamos dentro y que, mal que bien, mantenemos encadenado? Porque usted bien conoce que los de allá arriba son aires enrarecidos, que marean y trastornan y absorben el seso, en ocasiones con todo y sexo. Señora:

No creo que usted diese ese cambio atroz; la percibo mujer de espíritu, que es decir de razón, imaginación, lógica, vida interior, sensibilidad y la suficiente cultura como para no caer en los excesos de la arribista; pero usted ha de perdonar mi suspicacia, que la burra -el buey, en mi caso- no era arisca…

Porque, señora, yo le pregunto: ¿se tantea usted con la suficiente autocrítica (sobre todo autocrítica) como para no ir a caer en los alardes baratos, carísimos para mí y los demás, de la nueva rica? ¿Quién me asegura que usted, ya logrado su intento, no perderá cordura y decoro, y entonces aflore en público toda su zafiedad, su ignorancia supina, su codicia desbozalada y una rampante vulgaridad? ¿Qué tal si ya en pleno deslumbramiento usted, por nunca haber sido, busca, por compensación, por no ser, tener? Sus derroches, señora, los pagaríamos yo y la multitud de aturdidos que hubiésemos caído en su hechizo. ¿Qué nueva catástrofe va a ocurrir si le brotan, salpullido de los mediocres, esos intentos rupestres, pedestres, de nueva rica, y entonces y a lo compulsivo le da por figurar, por atragantarse de protagonismo, y alumbrar su insignificante figurilla con todo el falso fulgor de todas las candilejas, y -a mis costillas- cae usted en rodearse de lujos, derroches y toda suerte de alardes de nueva rica? ¿Sería capaz, para fingirse caritativa, de regalar su ropita, que ya para entonces será de segundos cachetes: fondos, faldillas, y los chonchines que yo y los demás aturdidos le hubiésemos financiado? Señora:

Tiene padres, tal vez; tiene hijos, seguramente; toda una parentela. De ser así (los vellos de aquí, de allá y de acullá se me engrifan), ¿caerá en la abyección atascar de dinero ajeno a toda su parentela? ¿Dará mi dinero al padre, al hijo, al espíritu santo? Y lo catastrófico: ¿pretenderá, insensata, heredar el sillón de Los Pinos cuando termine el sexenio de su marido, el yunquero ultrareaccionario Felipe Calderón? ¿Usted, doña Margarita Zavala, buscando la trágica pantomima de «primera dama» ? ¿Como una malcasada cualquiera, usted también? ¿Como una trepadora, una arribista, una valida de la ocasión? No. Lo que es por mí, usted nunca, por la vía de mi voto, va a caer en el bataclán esperpéntico de «primera dama». Para eso, señora, usted vale mucho. (Y ya.)

Ni me las pidieron…

¡Ni tengo por qué darlas..! Explicaciones, sí, las que se niega a dar un Vladimir Villegas, embajador de Venezuela en nuestro país, al reclamarle la cancillería mexicana las rudas expresiones que contra el presidente Fox acaba de externar su homólogo venezolano Hugo Chávez, que lo motejó de entreguista y cachorro del imperio. Ahí, desplegados en la mesa de centro, diferentes periódicos que aluden al deferendo entre los dos países hermanos: «México, inconforme con la respuesta venezolana». «El conflicto no está resuelto». «Fallida conversación entre los cancilleres tensa más el ambiente». «¡Guerra, guerra, lavar con sangre la ofensa!», clamó La Maconda. Horror.

Del tema charlábamos en la tertulia la noche de ayer. «Pobre del libre comercio, con demagogos como el tal Chávez», clamó La Maconda (la Sra. viuda de Vélez, neopanista y adoradora de Diego el barbón).» ¡Demagogo, pero no arrastrado! Explosiva, la tía Conchis, (en su altarcito, veladoras prendidas ante la efigie de López Obrador.) La Maconda:» ¡ Guerra contra la lengua de víbora prieta! ¡ Que Fox le declare la guerra y lo aplaste! ¡Corra la sangre!»

Oí «guerra, sangre», y el escalofrío, y entonces el maestro. «No, esta vez la sangre mexicana y de Venezuela no llegará al río. Por más que los dos países han malgastado en armamento moderno, ¿tenemos la capacidad para un conflicto bélico? De los tanques que harían esa guerra cuénteles, joven juguero.

¿Tanques? ¿De guerra? La tertulia, alerta! yo. ávido, temía oír el relato dramático, traumático; habló el juguero, y la patochada que fui a escuchar:

– Yo chambiaba de recluta en la división de tanques, y aquel 16 de septiembre, el broncón con lo que mejor produce el DF, los embotellamientos. Muy temprano se habían sacado los tanques para el desfile. Se enfilaron por Ejército Nacional rumbo al Zócalo, pero apenas habían rebasado la cuadra y media cuando ¡tíznale, avanzar por el periférico! El tanquista que encabezaba el contingente sacaba la cabeza, movía sus luces direccionales, tocaba el claxon pidiendo cancha para avanzar o llegaríamos tarde al desfile; pero nada, los cábulas automovilistas pura madre que le abrían paso; y ni hablar, que empieza a meterse de las de acá, miren, pian pianito…

No, pero en una de esas que le da un llegoncito a la salpicadera de un volks, y que el del susodicho se baja hecho la madre, y todo carbonoso empieza a mentarle toda su parentela al tanquista, el cual se metió para adentro y cerró su escotilla diciendo: «¡La tuya, botellita de jerez…!»

Otra cuadrita, ¿y que creen? De repente, el motor del tanque número dos comienza a toser, a estornudar y a hacerla de fumarola; y que se echa tres explosiones falsas) y se para en seco. De atrás, un carguero de la Galgos Rojos comenzó a mandarle mensajes en clave, o sea puros trácatatracas, mientras el tanquista se bajaba solicitando unas pinzas, por plis. Sólo consiguió unas de cejas, que un travestí le facilitó. «Pero tienen vuelta. Luego los sardos resultan pero que bien mañosos, si lo sabré yo». Entonces que se arrima al tanquista una mujer policía: «Su tarjeta de circulación, mi estimado. Me va a tener que acompañar».

Y que a donde, y que aquí nomás, a la cárcel clandestina de aquí a la vuelta, y que después del calentamiento de rigor (mortis), lo vamos a pasar al Centro Nacional de Arraigo. «Ora que si llegamos a algún acuerdo, ¿verdá..?»

Para esto, ya el embotellamiento alcanzaba el kilómetro corrido. Entre varios se acomidieron a empujar el tanque y órale: «¡Sáquele el cloch, mi sargento!» «¡Pero que esos de adelante abran cancha!» A empujones lograron echarlo a andar. En la catedral se oyeron los primeros repiques. Tardísimo.

En eso, válgame, que el tanque número tres descubre un huequito entre dos lebarones, y que se avienta como el Borras, pasándose una preventiva. Rápido, el altoparlante de una patrulla que a saber dónde estaba agazapada, cazando marchantes: «Ese del carcachón despintado, ¿qué no oye? Oríllese pa’ la orilla!» Y pues que sus papeles, y que a ver el tarjetón que acredita la propiedad de la cucaracha, y que no le veo el holograma de la verificación, y que va usté a tener que acompañarnos al corralón, y que caray, mi agente, usté pórtese cuatito, por qué no lo arreglamos acá bajita la mano.

Para esto, varios volks se brincaban el camellón o trataban de escapar por la puerta falsa, o sea el sentido contrario. El embotellamiento, seis kilómetros fíat, y entonces: » ¡Eitale, que con una araña le inmovilizaron una oruga de las ruedas!» El tanque, engarrotado. Total, que en pleno desfile, desde el balcón central de Palacio, el general de brigada observó el paso del glorioso escuadrón de tanques, y muy discretamente se puso a contar con los dedos, y que le da un codacito al comandante en jefe: «Para mí que ahí faltan tres tanques…»

Y sí: cuatro días más tarde los fuimos a localizar en el corralón, pero ya todos desmantelados. No creo, Sra. Maconda, que estemos para una guerra, ¿o sí? (Pues…)

Fosa séptica

De los oficios del hombre que he conocido más humillantes me dispongo a hablar, según los exhumo de mi niñez. El primero que viene a mi mente:

A un fulano conocí, proxeneta de profesión, que en el ambiente pacato de mi Jalpa Mineral actuaba parapetado tras de su fachada de sacristán. Para las doncellas era un temor; para las beatas, la atracción del abismo; cuántas casadas tornó malcasadas, y cuántos maridos mancillados no lo retaron a pleito de cuchillo cachicuerno. El del alcahuete, oficio nefando…

Mucho menos abyecto el caso de aquel varón, gallero de pro y hombría cabal, que me inició en los misterios del sexo y mi nacimiento (en plan de teoría, no de práctica). Yo, inocentón a mis 18 años corridos, rechacé su teoría y difícilmente contuve la náusea. Cómo de que una noche mi padre y mi madre… Inaudito. Y entonces un mío tío Raudel, que iba pasando; «¡Jorobado de miércoles, cómo te pones a escandalizar a esta pobre criatura!»

Jorobado. El espinazo de alcayata: «Mejor me infamaran en mi propia madre, menos me ardería que el apodo de jorobado». Pobrín.

De repente el tal desapareció del terruño y durante años me olvidé de él. Pero las vueltas que da la vida, las que damos nosotros: cierto anochecer, yo en Guadalajara y en mero mercado de San Juan de Dios, aquella pizpireta sota moza, chongo, escote y labios de bermellón:

– Llevará sus garnachas, oiga.

La vi, me vio, la reconocí, me reconoció. Yo, mis niñas desorbitadas, las de los ojos. Ella, que a la vergüenza mordisqueaba el rebozo. De bolita. De Santa María legítimo. Yo, estupefacto: «Pero usted, el famoso jorobado, convertido en mujer. Un varón de los calados, hoy todo un travestí!» «¡Travestí, sí, pero calado nunca, que soy virgencito; y miénteme la madre, pero no ese apodo que me sabe a lumbre en ayunas y es el que me tiene con corsé y un chichero color mamey que me está calando el pellejo. Por vida suya, dígame joto como todos, pero no jorobado. Si me ve ejerciendo de pozolera es porque mil veces prefiero que me motejen de Bugambilia, mi nombre de guerra, y no de jorobado». Válgame. Dejé maniobrando entre sopes y tortas ahogadas al jorobado; a la señorita Buga, quise decir. Ah, el ente humano, esa incógnita…
Peor todavía resultó el adolescente aquel, condiscípulo mío de primeras letras en la vieja escuela oficial, cabecita dura y refractaria a misterios como aquel de que acento si la palabra es esdrújula, y oriente donde sale el sol y poniente donde se oculta. ¿0 era el norte? Quien impartía la clase era un ente improvisado de profesor, zafio él, insensible, golpeador e ignorante, que ofreció el pase automático a quien aceptara un oficio que me repugna describir:

Cualquier día de aquellos, a media mañana y en plena clase, entre los 25,30 palurdos que componíamos el grupo escolar, se producía un mal olor. Frijoles, guache, guamúchiles, ¿se imaginan? Ahí el requerimiento del profesor, y ahí el oficiante, gustoso de ganarse el pase automático: convertido en sabueso y en cuatro patas, el Zurrapas, su apodo, husmeaba detrás de cada uno de los payos sentados en su mesa-banco. Lento, reconcentrado en su labor, de repente: «¡Fue este, este, el Juancho Llamas, profesor!»

El cual maloliente, jalado pos los cabellos y a coscorrones con un anillo de este grosor, a lo vergonzoso era expulsado del salón, y cero en la papeleta, «por marrano». El sabueso tenía asegurado el siguiente año escolar.

Y como marcados por el destino: el papá del Zurrapas, el Zurrapas mayor, ejercía un oficio que nadie más: en mi pueblo no existía el drenaje, y la propia escuela, el colegio de niñas, el salón de catecismo y diversos domicilios particulares, se valían para los desechos orgánicos de una caja cubierta con un tablón horadado para satisfacer la cotidiana necesidad. Y como de tanto en tanto las cajas se copeteaban, había que vaciarlas, y ahí estaba el Zurrapas, que de eso sacaba su manutención, y a esto quería yo llegar. Mis valedores:

El oficio del alcahuete ahí sigue, pero el de los Zurrapas ha muerto, y el del gallero precisa de una joroba y un rechazo enfermizo al apodo, y yo digo: lástima; lástima grande que ya no pueda recomendar al casi colega de los Zurrapas que dedique talento, vocación y carácter a vaciar excusados. ¿No sería oficio más digno, más honrado y menos innoble del que ahora ejerce a la vista de todos? ¿La de acondicionar excusados no sería actividad menos degradante que la que hoy ejerce Rubén Aguilar? Y a su edad. Todavía tuviera la cachaza y la desvergüenza de un Luis Ernesto Derbez. Pero Rubén Aguilar, tan decente él cuando vocero de guerrilleros salvadoreños. Mis valedores: ¿tanto se puede descender en la escala de la humana dignidad? ¿Tanto acogotan el hambre y la necesidad, que obliguen al varón a terminar aquerenciándose con la fosa séptica? ¡Vocero presidencial! ¡En el presente sexenio! ¡Dios! En fin. (Allá él.)

Y cuan dulcemente me vengo…

Y si la presente fabulilla siempre me ha parecido oportuna, nunca como hoy cobra, a mi juicio, su estatura cabal. Y si no, juzguen ustedes:

Han de saber sus buenas mercedes que en luengos ayeres y en la imaginación anchurosa de Rabelais existió un reino de encantamiento, que regían Gargantúa y Pantagruel y poblada una sarnienta galería de curas rijosos, picaros de la enfañifa, hembras del toma-y-daca carnal y toda suerte, mala suerte, de vagamundos de esos que en legión van y vienen a contracorriente de leyes y reglamentos. La picardía en pleno, pues…

Pero ándenle, que entre todos ellos andaba el mas bigardón: Panurgo. El tal era un hombre bueno; bueno para nada y bueno de tramposo y camandulero que hagan de cuenta licenciado del Revolucionario Ins. Y nada, que cierto día, navegando este Panurgo en algún navio cargado de carneros que un cierto comerciante llevaba a la central de abasto de la ciudad, de repente ambos trabaron agria disputa por cierto tema teológico que plantearon así: que si Dios, siendo uno, era trino también. ¿Uno y trino? No me choreéis. La disputa terminó en una zanfranza a estacazos. De súbito:

-¡Alto, los valientes no asesinan! – clamó el clérigo de a bordo, un tal hermano Juan. Juan a secas, sin el Pablo, sin el II y sin el feroz anticomunismo pro-yanqui del otro, no me vayan a canonizar a ese Juan que hizo cesar la contienda y a los dos rijosos fumar la mota de la paz. Pero, mis valedores…

Ahí tenéis que el Panurgo de marras era de muy mala condición, mala entraña y corazón bandolero. El bellaco no quedó conforme con la ración de estacazos, y muchos menos con la tesis aquella de que Dios, siendo uno, es trino también. Rencoroso como era el rufián, en un rincón del navio cavilaba buscando el desquite, pero uno que no lo fuese a enfrentar con la justicia; un desquite que no lo llevase, como el veneno o la puñalada trapera, a tener que pagar en galeras. ¿Qué desquite sería el adecuado, Dios según esto uno y trino?

Panurgo, como todo baquetón, era ingenioso, de modo tal que de súbito… helas, eureka, ya estuvo! El perfecto plan. Ya con él en la mente, Panurgo se fue en derechura hasta cubierta, donde deambulaba el comerciante en carneros, y entonces:

– Vengo en son de paz, por que mire su buena merced que no le guardo rencor por aquello de que Dios, de ser uno, es trino también, quiero tratar con vos un asunto de carneros.
Vendedme uno de ellos, mi señor.
– Hombre, todo fuera como eso. ¿Por cuál os interesáis?
– Por aquél que está olisqueándole las verijas a la borrega. ¿Cuánto?
– El más gordo requerís; el más caro también.

Ahí se inició la maniobra del regateo. Que os ofrezco tanto por el carnero, pagadero en tres monedas de oro que son tres odas, y que no odas, que mi animalito no me robé, y que yo no voy a malbaratarlo como si fuera Fox, y mi animalito PEMEX, y vos el gringo. Y que momento, que el que os ofrezco es el precio oficial, y que no maméis, quién carajos va a hacer el aprecio del precio oficial, y que doblad la oferta, ya que se trata del carnero mejor. Se cerró el trato. «Aquí tenéis las monedas, dadme mi animal. Y sí, dando y dando y el pajarito jugando, vos perdonaréis el albur.
Y el remate del plan. Cuenta rabelais que Panurgo, con el carnero pataleándole entre los brazos, de repente inició su plan de venganza, que fue así: el bergante arrimó el animal a la borda y… friégale, que a la vista de la manada arrojó al carnero recién comprado, que cayó de panza en las olas del glauco mar. Y, mis valedores, ¿qué creen..?
Exacto: siendo como es el carnero, y esto lo sabía Panurgo, el animal estúpido por excelencia, que a lo acrítico reacciona al lema de que «lo que hace la mano hace la tras», el animalero de miércoles – de jueves- comenzó a saltar en fila india detrás del que le precedió en el salto a las olas de mar, carneros dejaran de ser, borregada. ¿El mercader, entre tanto? Ese, chillando y jalándosela ??la greña-, en vano intentaba detener a las bestias. En vano. ¿Y Panurgo? El tal, pepenado del palo mayor, se pandeaba de risa:
– Caro me costó el carnero, pero qué sabroso me vengo, por Dios uno y trino. Cómo me vengo, que hasta me estremezco al sabor de la dulce venganza.

Mis valedores: primero fue Arturo Núñez; tras él pegó el brinco Tomás Ruiz, y más tarde Enrique Ibarra, y después el millón y medio de borregos que en el tanto de un mes retiraron la intención del voto al tricolor. Ahora es Roberto Campa, y lo que de veras tendrá que preocupar a Madrazo: quien ya prepara el brinco para abandonar un barco que se hunde es nada menos que otro borrego; Genaro Borrego, ¿se imaginan ustedes? Detrás del Borrego, la borregada, y Madrazo, nomás jalándosela. No si les digo. En fin, (Que los muertos…)

Como México …no hay tos

Y aquellos jaloneos de los patrulleros . Uno ya la había desnudado ( su fusca reglamentaria) cuando habló a la tía Conchis , que accedió a acompañarme en la escalofriante aventura de enfrentarme a la burocracia: ??Pobre hombre , mire cómo lo maltratan . Aviénteles algo pa que lo suelten? . De no muy buena gana les pasé el de acien bajo la visera . ??Sí , mi estimado , pero aquí no vemos brillar el IVA? . Les dejé ir el de cincuenta, y si , abrieron las fauces , soltaron su presa y en la patrulla se alejaron a seguir cumpliendo con su deber.

-Pobre , se ve tan asustado . Una infusión de tila , tal vez …

(Caray con usted , siempre doliéndose de los derrotados.) Lo trepe al Mercedes 500 , blindado ( al volks. cremita , perdón . El Mercedes es el vehículo en que suelen transportar de su residencia a la catedral al reverendísimo Norberto Rivera , él tan pobre como su maestro Jesús). Al rato ya estábamos chupeteando el de tila , cuasia , cuachalalá y gordolobo.
-Dios se los pague . De no ser por ustedes ya estuviera en la cárcel clandestina o nadando de a muertito en el río Tula , como cuando Durazo.

-Pero armar tal escándalo en la Procuraduría del Consumidor ?? dije.

-Es que el de ??Quejas ?? me tiró a loco , el muy jijo de su repelona…

-Y cómo no , con esa reclamación tan extraña , tan fuera de lugar…

-¡Fuera de lugar madres , con perdón! ¡ Al reclamar un derecho no hay fuera de lugar , si no estamos en un Chivas-América! Yo soy un contribuyente , señor , y conozco mis derechos . ¿ O acaso a la runfla de tecnoburócratas , gerentes de Washington , no les estoy pagando Fobaproas y otras madres , con perdón de la señito? Yo llegué muy correcto a la ventanilla : ??Vengo a quejarme porque México me salió defectuoso? , le dije al burócrata.

-¿Ve? Una reclamación muy sui generis…
-Sui generis mis no le voy a decir cuáles por respeto a la seño , pero mi reclamación es muy justa , señor . Mire: cuando se me entregó Mexico , en el discurso se me juró que era a prueba de caudillos , autócratas , licenciados y vende-patrias . Yo tomé mi Mexico todo ilusionado , pero ájale , que al paso del tiempo , tíznale , día con día se me desconchifla cada vez más .Cómo lo habrán dejado los dictadores , que México se me dio una vez más , flamante , y era la gran promesa del pobrerío , que a fin de cuentas fue el que sopló el fuelle de la fragua , y resistió las llamas de la quemazón , y pegó los fregadazos en el yunque, y soportó los del marro , y aportó la cuota de cadáveres . Pero en eso que nos cae el chahuixtle del primer licenciado de los licenciados Montieles: bandido , depredador , corrupto . Y de ahí pal rial…

La moneda , mi señor: cuando recién forjado , mi México minero sonaba con tintineos de pesos 0.720 , una gloria de música . Pesos aquellos que en la mano eran la vida: nos daban el maíz , nos aseguraban el frijol , nos afianzaban los huevos . ¿Y hoy? ¿Huevos hoy día, con una moneda que se derrumbó en el coproníquel vil y degeneró en plástico? Mi México sabía exportar; que si algodón , que el azúcar , el café , la carne , el tabaco . Vaya , hasta huevos , que entonces teníamos hasta pa aventar pa arriba, pal Norte. ¿Y hoy? Exportar crudos pa cubrir intereres de la deuda y 400 mil indocumentados al año , pa no morirnos de hambre los que aquí quedamos.

-Me parece que exagera con su catastrofismo…

-Solo que los catastrofistas somos 106 millones . ¿No tendrá algo por ahí que raspe? Sí , gracias . Pero oiga , cómo raspar el gañote con el rallador de queso . En fin . Mire : México se me dio con garantía , una tal Carta Magna. Flamante , visionaria , humanismo puro: Estado laico , salario justo , derechos humanos , propiedad de las riquezas del subsuelo , clérigos en su lugar. Y Justicia , mi señor . Sobre todo Justicia , esa que es vida , sangre , y oxígeno del paisanaje , sin la cual se erosiona , se vuelve descreído y acaba en cínico. ¡Y resultó ser un muestrario de letra muerta que ya parece apestar! ¡Respóndame!

-Respondan los ??gerentes? de Washington en Los Pinos , no yo ; cálmese.

-Me calmo , pues . ¿Y ustedes? ¿Cuál fue su queja en la del Consumidor?

-Nada , nada de importancia , de veras ?? me azoré- . Para qué acordarse.

-Cuando nos asiste el derecho todo tiene importancia, mi señor .

-Aquí el bigotón (¡cállese , tía Conchis , no abra la boca!) tenía que meterse un chunche por el transputín , y ándele , que a la hora de los mameyes salió defectuoso y se le desfloró los dedos . Y fuimos a reclamar.

-¡Reclamación justificadísima! ¡Ya va a siendo la hora de rebelarnos contra la cargazón de supositorios caducos y defectuosos que nos embombillan , a lo impune , los Foxes y sus honorables familias!

Pensé: pero sigamos , por no asumir , delegando en esos, y… puros supositorios.

(¡Ouch!)

Perra Brava…

La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca un balón. En el estadio se convierte en espectador pasivo que participa «por delegación» de los triunfos de su equipo predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenandose en el jugador profesional, que adquiere de ese modo categoría de ídolo. Pero ay de su ídolo, si es vencido en la cancha…

Así es, mis valedores: el pasado viernes, tras el escándalo de los derrotados Pumas, traté el tema de la enajenación de los hinchas, esa «perra brava» atacada y atascada de rabia después de que «su» equipo perdió el encuentro, reacción frecuente en nuestro país. Ahora fui a mi archivo y para certificar que nada hay nuevo debajo del sol, rescaté esta nota que tiene, nada más, 20 años de vigencia: «Zacatepec, Mor. Riñas colectivas, con docenas de heridos contusos. Dos horas de destrucción y quema de patrullas policiacas. Una lluvia de botellas, piedras y palos, destruyó las ventanas de los vestidores donde se refugiaban los futbolistas». Lo usual.

Entonces, desde el graderío del estadio rompen a rodar las pasiones crispadas, las imaginaciones de fuerza de los insultos, los frustrados deseos semanales, y la multitud de los partidarios de un equipo determinado sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente…

Repito la opinión del estudioso: «Tienden los comentaristas a centuar el carácter estético del juego (…), pero no nos engañemos: se trata de crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura…»
Recuerdo, a propósito, las declaraciones del gritón Ángel Fernández, que así clamaba ante el micrófono: «¡Yo les he dicho a mis hijos: hagan a un lado los libros, olvídense de las ciencias y la literatura! ¡Olvídense de las ciencias y la literatura! ¡Olvídense del tal Einstein y péguenle duro y tupido a la pelotita! ¡Porque en el futbol está el verdadero porvenir de la juventud mexicana…!» (Uno de los hijos del tal, Alí de nombre Alí, heredó su histrionismo y el gritar destemplado frente al micrófono.)

Y por si algo nos faltaba: «A casi 195 años del movimiento encabezado por Miguel Hidalgo, con el estandarte de la virgen de Guadalupe por delante, los cruzazulinos siguen su ejemplo para vencer a sus rivales. La unidad, la fe y la solidaridad se debió en gran parte al catolicismo que practican y su creencia en la Virgen Morena. Como todos los mexicanos, nosotros somos guadalupanos. El gol regresó desde que la Guadalupana está formada entre ellos al entonar el Himno Nacional. ¡Cruz Azul llega a la final gracias a la virgen de Guadalupe…!» «Intercesión divina». «El niño de los Milagros de la Iglesia de San Gabriel Arcángel, en Tacuba, es el jugador número 12 de la Selección Mexicana de Futbol. Una playera verde, short blanco, calcetas rojas y tenis fueron confeccionados para vestirlo de seleccionado…» En el ESTO: «¡Esperamos que Dios sea atlantista …» Pero ganó el equipo de Santos, y clamó su director técnico : «Dios existe, y Dios está con nosotros..!»

Aspaventero, el de Ovaciones: «Los dramáticos perfiles del futbol ‘triunfo y derrota, sudor y lágrima, pletitud y sufrimiento’ se sucedieron ayer en la Copa, como el deshojar de los árboles en el pálido otoño. Crepitación de anhelos y angustias, clamores rotos por la emoción, sentimientos tan claros como el agua y profundos como el abismo; voces argentinas y cascadas en un mismo orfeón: el penaltie, verdugo implacable; el gesto del vencedor, el visaje del derrotado; la tristeza, mohín insoslayable: el gol, ese martillo que hecho grito penetra en el cielo. En los jugadores distinguí la lágrima…»

Anima y estilo del manipulador de Ovaciones: «Huyó el grito. Pasó la euforia, desapareció el aplauso y el interés se hizo anciano y falleció de tristeza … Antes todo era euforia. Saliva hecha luz. Y ambos, mil noches, terminaron ebrios bebiendo tanta confianza… El conjunto mexicano apesadumbró, y con sus tres caídas produjo muchas lágrimas. Todas de coraje, todas de rabia, todas de dolor…» (Mira, mira.)
Acuciado (cuchileado) por la retórica barata -carísima- del merolicronista, la pública protesta del aficionado «perdedor»:
«¿Por qué, pregunto, por qué? ¿Por qué? ¡Sí, por qué! Por qué dejan que las telas de nuestro corazón se desgarren de desesperación y de tristeza a la vez (sic), al permitir que un señor inepto baraje nuestros ases del balompié! ¿Por qué? Nosotros, mientras tanto, a palidecer y a esperar el milagro. Señores: si en mi mano estuviera, toda esa escoria del balompié sería desollada, arrastrada, y después … colgada! ¡colgada, sí, colgada, comenzando por el entrenador..!» Y entonces vámonos, la trifulca de la «perra brava», perra de los Pumas.
Ah, paisas. (Ah, México.)

«¡ALCA. ALCA…rajo!»

Y que el ALCA truena en la «Cumbre», y que los pueblos de América la sepultaron, y que… mis valedores: aquí, porque terminemos de entender esa rebelión contra Bush que acaba de explotar en Mar de la Plata, Argentina, les dejo aquí, y en las voces diversas de Soros, Thurow, Chomsky y Dietrich, este muy somero retrato escrito, descrio, de eso que han desde siempre y hasta hoy las relaciones de nuestro pueblos del Sur con el imperio del Norte:
«El neoliberalismo es un sistema de dominación y acumulación que no ofrece una salida al futuro latinoamericano. Su inherente tendencia hacia la polarización de la riqueza social y la exclusión de las mayorías define su ciclo de vida como de corto y mediano plazo. Bajo el modelo keysiano-cepalino de la Revolución Mexicana y el contrato social de la constitución de 1917, el PIB per capita del país creció 3.1 por ciento entre 1934 y 1982; la inversión fija bruta per capita se expandió con una tasa media anual del 6.5 por ciento entre 1940 y 1982.. Bajo el modelo neoliberal, el PIB per capita se contrajo, entre 1983 y 1996, a una tasa del 0.8 por ciento anual. Los salarios mínimos pierden el 68.2 por ciento de su poder adquisitivo…»

En febrero de 1945, EU convocó a una conferencia continental para imponer lo que llamó la Carta Económica de las Américas, que fue una de las piedras angulares del mundo de la posquerra, pidiendo «el fin de todas las formas de soberanía en todos los pueblos latinoamericanos», aun si para ello se requerían «Estados policiales». ¿La necesidad de la Carta? Que los latinoamericanos estaban haciendo elecciones equivocadas y exigiendo «políticas diseñadas para lograr una distribución más amplia de la riqueza y elevar la calidad de vida de las masas». ¿Desplazar a los inversores de EU? Inaceptable; no podía permitirse la soberanía. Tenían libertad, «pero libertad para hacer nuestras decisiones». A los intereses de EU. Alguien
tiene que controlar al Tercer Mundo y garantizar que no levante cabeza, que no intente ser independiente. Nosotros lo hacemos; tenemos el monopolio de la fuerza…»

Las mismas preocupaciones subyacen en acuerdos como el TLC, del que la propaganda afirmaba que iba a ser una bendición y una marvilla para los trabajadores de México. La idea se abandonó calladamente cuando los hechos mostraban lo obvio, que al fin se admitió públicamente. El objetivo era «atar a México a las reformas » de los 80s que habían reducido considerablemente los salarios y enriquecido a un pequeño sector de la población y a los inversores extranjeros. Se advertía que «una apertura democrática en Mexico podría poner a prueba la relación especial, si llevara al poder a un gobierno más interesado en desafiar a E.U. por razones económicas nacionalistas». A México se le ató con obligaciones contractuales. México fue lasudado como un triunfo del libre mercado y un modelo para otros hasta que su economía se colapsó en 1994. Los vítores resuenan de nueva cuenta, mientras que los salarios han caído más de un 25 por ciento desde
el primer año del TLC.

«Las privatizaciones y el desempleo causados por las reformas del mercado ofrecen a las empresas occidentales una mano de obra barata, educada y fácil de explotar. A los obreros oeste-europeos que insiden en sueldos, prestaciones y vacaciones se les amenaza: si demandan salarios altos nos nos vamos a México».
«Hay muchos recursos para llevarse, y muchos trabajadores baratos para las plantas de montaje, pero primero les impusimos el sistema capitalista. No lo aceptamos para nosotros mismos, pero sí para el Tercer Mundo. Ese es el sistema del FMI. Al conseguir que lo acepten, podremos explotarlos fácilmente, y procederemos como con Brasil o México…»
«Siempre hemos dado por hecho que Latinoamérica nos pertenece por derecho. Esta es nuestra pequeña región cercana que nunca molestó a nadie. A cambio de sus préstamos, el FMI impone la «liberalización», una economía abierta a la penetración y control de E.U., recortes agudos en los servicios a la población, etc. Estas medidas afirman aún más el poder en manos de las clases opulentas y los inversionistas extranjeros, y refuerzan las sociedades de dos niveles clásicos del Tercer Mundo: los super-ricos y una clase relativamente cómoda que los sirve, y una masa enorme de gente empobrecida, sufridora…»

«La privatización de la educación (su conversión en mercancía); su sumisión bajo los dictados del Banco Mundial (cabeza de lanza del Estado global en la imposición de la nueva identidad afín a los intereses transnacionales), y su creciente subordinación a los intereses particulares, sobre todo del clero católico y del capital privado, son las tres grandes tendencias retrógradas observables actualmente en la transición de la identidad nacionalista-latinoamericana, hacia la nueva indentidad del adaptable worker, cuyo norte es Estados Unidos». En este espejo, mis valedores, ¿no, acaso, se mira
México? (Mi país).

Pero a la TV, ¿quiénes la enriquecen?

Los fregados de siempre . Ellos la enriquecen , según afirma la periodista Elvira García: ??Abandonados , desatendidos por el gobierno , los pobres han caído en manos de la televisión?. Y Leo Zuckermann : ??La TV ha convertido el futbol en una gran telenovela. Cada equipo es una telenovela . Es una historia interminable sin final feliz o triste. Hay momentos de alegría eufórica y de angustia depresiva . La historia de siempre continúa…?

Para lograr tan sañuda cuanto a productiva enajenación de las masas , las televisoras han integrado un equipo de meroli-cronistas histriones de la prosopopeya , el aullido y la vociferación , que a gritos y con un lenguaje de ditirambos ( ??héroes? , ??sublimes? , ??la gloria? , ??la excelsitud?) , han logrado manipular a unas masas aturdidas que terminan por desbarrancarse en el insulto , la agresión , la nota roja . Leo en Reforma del pasado lunes en torno al encuentro que sostuvieron Pumas y América:

??La burla llegó a un nivel máximo cuando desde la cabecera amarilla se comenzó a escuchar: ??¡Cómo yo te voy a querer , cómo yo te voy a querer , ni que fuera yo pendejo , pinche equipo feo . Siempre te odiaré?.

El futbol , como espectáculo para las masas , sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada , reglamentada y deprimida a tal punto que necesita cuando menos una participación POR DELEGACI?N en las proezas donde se requiere fuerza , habilidad y destreza a fin de que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida…

El resultado: desmanes en CU , daños en propiedad ajena , 318 detenidos y tres lesionados . Y es que si en ese cuerpo enorme y febril , la masa , se inyecta la pasión futbolística , la razón se tambalea. En ese organismo en estado de baja resistencia , el cáncer del clásico pasecito a la red ataca uno tras otro todos los órganos y los roe ferozmente . Porque , puntualicemos:

??El futbol es rey , emperador , dictador , dios , enfermedad , moral , negocio y política.
Todo , menos un deporte…?

¿El hincha , la perra brava , el porrista de la barra , fanático amador y odiador irredento? ??El hincha es , generalmente , un sujeto de cara encendida , mejillas como inflamadas por el sol , bocaza perrara o mastinesca , pelo crecido , ojos canallas y léxico bravosos . Es decir , carne de cañon , que cae a los estadios como langosta , se instala en las zonas populares y desde ahí vocifera palabrotas que hacen rechinar sus mandibulas; con tanto entusiasmo las vomita al frente…?

Pero , mis valedores , la manipulación de los meroli-cronistas no se reduce al par de horas de juego y de transmisión televisiva . No , que a diario y a diversas horas del día , una chorcha de ??analistas? del clásico pasecito a la red se aplica a analizar incidentes nimios del juego . Ah , todo lo que un humano nacido con su dotación de voluntad , razón , imaginación y carácter para las grandes empresas , es capaz de hacer , hasta volverse un mediocre , por la soldada que le apronta Tlevisa o TV Azteca . El estudioso del futbol:

??Tienden los comentaristas a acentuar el carácter estético del juego; se habla del estilo de los jugadores del mismo modo que se puede hablar de una obra pictórica: Pero no debemos engañarnos: se trata de crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura . Se simula un serio estudio de algo de lo que no hay nada que aprender , enseñar o comentar más allá de algunas elementales reglas de juego…?

Y que la historia , cansada de crear , se repite . Fue al final de un encuentro entre los Pumas de la UNAM y su ??odiado rival? , el América , que se jugaban en el campeonato futbolero. Al término del encuentro se esponjaba , iracundo , el cronista de Ovaciones:

??Repetimos , para definir lo que fue el juego, en un editorial de 4 palabras : el América , cobarde; los Pumas , impotentes . ¡Que no blasfeme el director técnico contra el arbitraje! ¡Un cobarde no tiene derecho a exigir premios del silbato! ¡Que nadie se enoje tampoco de que la gente esté trinando contra el sistema definitorio del campeonato , y las sospechas comerciales se agudice… ¡por culpa de los cobardes y los impotentes…!?

El Gráfico: ??Esto ya no sirve? , exclamó Félix T.H., de 28 años de edad , y se suicidó arrojándose al paso del pesado autobús . Ya ante las autoridades , los familiares del hoy occsiso , que lo acompañaban en el momento fatal , declaran : ??Felix no resistió el dos a uno que los Pumas le metieron al América…?

Todo esto , mis valedores , encierra su muy buena moraleja , ¿ pero cuál? Piensenlo . Y como el tema da para tantas más reflexiones… (Seguire el lunes.)

Ese la va a pagar caro…

Y cuán reveladores resultan algunos documentos de época . Según consigna la historia , para el siglo V antes de nuestra era no había ciudad italiana , de Sicilia o Asia Menor , por pequeña que fuese , que no tuviera su recinto teatral . En Atenas , por ejemplo , 15 mil espectadores se emocianaban hasta alcanzar la catarsis con Prometeo Encadenado , Las Traquinias o Edipo Rey. Yo , a propósito , hace algunos ayeres envié a un tal Carlos Jonguitud , por aquel entonces ??Vanguardia revolucionaria? del magisterio , el siguiente recado:

Un teatro con cupo para 15 mil asistentes , ¿ se imagina , ??profesor?? El poder y la gloria que hubiese significado para usted atascarlo con realadas y más realadas de militantes del SNTE , sindicato de trabajadores de la educación . Qué lucimiento personal , qué autopromoción con semejante mitin de apoyo en lo que fue el nidal , la simiente de la cultura occidental…

Pero no , ??profesor? , que en un pueblo como el de Grecia no hubiese soportado faramallas vanguardistas . para los de Grecia , la educación ciudadana era sagrada sobre toda otra herramienta cultural , y los hacedores de aquella portentosa cultura no iban a dejar que así como así , por ventaja personal y politiquería , a la pura ley del ovo y la imposición , sse pisotearan los requerimientos educativos de todo un pueblo . ??Esto sería caer en el más aborrecible de los subdesarrollos , que es el mental? , dirían los paisanos de Homero , con toda razón.

El coliseo romano , ??profesor?; yo lo conozco nomás en tarjetas postales , pero así , a ojo de buen cubero , tanteo que le caben sus buenos miles de romanos por aquel entonces absortos en el bárbaro juego de gladiadores , centuriones , leones africanos y mártires critianos. Pero no, ??profesor? ; los romanos hubiesen rechazado el jueguito manipulador , ventajista y politiquero de las adhesiones multitudinarias con el que usted quiere forjarse su equipan en la Sec. De Educación Pública. Lo hubiesen rechazado por circense , teatral y faramallero . Ya oigo a Nerón : ??Antes le prendo fuego a la City que permitir se lesione la educación de nuestros chamacos?. Perfecto.

Pero hablando de estadios , que son su especialidad : Maracaná , por ejemplo . ¿ Se imagina , ??profesor?? ¿No le hace agua , me refiero la boca? Una gloria de estadio : no 150 mil fanáticos del clásico pasecito a la red, si no otros tantos vociferantes maestros ( de la irresponsabilidad , sobre todo ) enfebrecidos de alabíos, alabaos y hurra , hurra , hip , hips . La gloria , ¿ no , mi señor? El nirvana , el onanismo mental . Pero , que los brasileños del fuchebol , y no consienten otro espectáculo . Y qué hacer.

El Astrodome de Houston , con su techo de quita y pon , una de las maravillas del mundo , dicen . Pero tampoco . Cierto que cada que se le hinchasen los ganglios usted lo podría llenar de mentores , sobre todo de madre; pero el pueblo gringo es consiente y civilizado como para evitar actos vandálicos , quintaesencia del subdesarrollo . ??No evitarlos sería volvernos tropicales , bananeros y surrealistas como esos pueblo que se desatienden de la educación para andar de adhesivos y vanguarderos…?

Pues no , pero ahí está el Azteca , que no se raja . Ahí está el Goloso de Santa ?rsula , para el que quiera algo de él y pueda alquilarlo . Ahí está , siempre listo para arropar no sólo a fanáticos velaperpetuos de Norberto Carrera, sino también a esa abyección qu supone pasarse el día en plena hueva ?? con perdón ?? a estadio lleno de profesores , y que las aulas de mi país permanezcan siniestra y lóbregamente vacias , como esta vez ha sido el Cuauhtémoc , de Puebla: 100 mil delirantes de la hueva y el acarrero , vomitando alabíos matraqueros? a nuestro candidato?. Y dígame , ??profesor?: después de retacar de acarreados el Cuauhtémoc a base Dios qué presupuesto gubernamental, ¿dónde va a ser el siguiente acarreo? ¿En algún otro estadio de ??provincia?? ¿ En el Azteca , de plano , con cupo para 107mil cómodamente acarreados con matraca , cencerro , pancarta y todo el instrumental requerido para las malas artes del acarreo , la adulación y la vil lambisconería..?

Tal dije ayer a Jonguitud. Hoy digo al panista Calderón : desengáñese , que esta vez no tendrá estadios repletos de mentores que se lo hagan gordo , el caldo. Los acarreos del ??lidér moral? son tiempo pasado pluscuamperfecto . El monolítico bloque de la borregada magisterial se ha resquebrajado y hace agua , y la Gordillo no es ni la sombra de Jonguitud , su hacedor y al que ella traicionó . No ilusionarse . Usted , para ganarle al Peje , sólo tiene de su parte a los ultra-reaccionarios de El Yunque , la iniciativa privada ,la claque católica de Riveras y Onésimos y Washington . No más . Y créanme : hoy , una alianza con la Gordillo es casi tan perniciosa como una con Fox , ¿se imagina? En fin , allá usted. (Vale.)