¡Que la Historia me juzgue..!

Fue en la tertulia del pasado lunes. Don Tintoreto preguntaba acerca del juicio que contra los pésimos gobernantes habrá de emitir la Historia, y la contestación del maestro: «La propia Historia nos dará la respuesta. Escuchen».

Lo vi que abría su libreta de pastas negras: «Lo afirmó hace algún tiempo Guadalupe Díaz Borja, hija de alguno de los que anduvieron con las manos chorreantes de sangre: Yo puedo caminar por la calle con la cara alta. Puedo presentarme en los sitios públicos sin que me den la espalda los que fueron mis amigos. Yo y todos los Díaz Borja estamos libres de muchas cosas. ¿Y qué ocurre con los otros..?»

Oigan ahora esta nota fechada en Chihuahua, Chih. «La Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos pide formalmente al cabildo de esta ciudad cambiar el nombre del bulevar Gustavo Díaz Ordaz porque durante su gobierno se perpetró la matanza del Dos de Octubre. La petición es para honrar la memoria de cientos de jóvenes, niños y ciudadanos que murieron en esa fecha».

Años más tarde, el presidente López Portillo sería objeto de culto por parte de periodistas como un tal Montenegro, que así lo ensalzó en el matutino: «Usted, señor licenciado don José López Portillo, significa la tradición de lucha actuante. Usted, señor Presidente, va a conducir la nave de México a puerto seguro, metáfora que recuerda seguramente la reencarnación de Quetzalcóatl…»

La esposa de «Quetzalcóatl», Carmen Romano, habló en junio de 1998: «El gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari está resultando de veras estupendo. Mucho se asemejan este sexenio y el anterior. Sí existen muchos puntos de comparación entre ambos, pero lo más importante es que éste sí cuenta con la confianza del pueblo de México. Yo, por mi parte, como esposa del presidente López Portillo ya hice todas las actividades culturales y sociales que tenía que hacer». Condenó una omisión: que no se haya dado seguimiento a sus programas especiales para la niñez. «Eso le tocaba ya desde hace seis años a Paloma Cordero, pero por lo visto la esposa de Miguel de la Madrid nomás no hizo nada. Y si los programas no se continúan, si no se les da seguimiento pues se vienen abajo, ¿no?».

Vestida con elegancia, la exprimera dama de la nación reveló que estaba escribiendo dos libros: «Uno, de mis experiencias como esposa de un presidente, y otro, que yo llamo «mis primeras veces», que será no sólo para México, sino para el mundo entero…»

(Mis primeras veces). Acompañada por guardianes en el recinto del polifórum cultural Siqueiros, ataviada con un llamativo juego de aretes, gargantilla y anillo de Migraña en oro con diamantes y granates, la ex-esposa del ex-presidente señaló: «Yo soy quien soy, lo que soy y lo que hice; no me interesa que me reconozcan. Los ataques no me lastiman». Respecto a las numerosas acusaciones de que era objeto acerca del dispendio con que se manejó cuando fue «primera dama», respondió: «¿Cuál dispendio?» No hubo dispendio alguno, quienes así lo dicen es por desconocimiento, pero reconozco que como esposa del presidente no tuve limitaciones económicas, pero eso depende también de las personas, ¿no?»

– ¿Y los viajes que efectuó con la Filarmónica por todo el mundo?

– Esas eran invitaciones…

Carmen Romano murió; de una enfermedad mortal de necesidad, se dice; de una que se transmite por contagio sexual. López Portillo, garañón, tomó por esposa a la actriz Sasha Montenegro. Al paso del tiempo, ya casi al final de su vida quien ostentara la banda presidencial de México, se dolía:

– Sasha me maltrata, me cachetea, de pendejo no me baja…

¿La conclusión, contertulios? Lo dicho: el olvido es perdón tácito, y si las masas han olvidado a dañeros del calibre de Díaz Ordaz y sus hijos, a Echeverría y la sangre que derramó, a López Portillo, su Colina del Perro y su hermana Margarita, y más tarde al mediocre De la Madrid y su cuenta personal de millones de dólares (acusación del periodista Jack Anderson nunca desmentida), al dúo vende-patrias Salinas-Córdoba Montoya y a Zedillo el del Fobaproa (100 mil millones de dólares que estamos pagando todos los mexicanos), ¿por qué el resto iba a inquietarse, si ya ha sopesado a las masas?

– Pues sí (don Tintoreto), pero lo que yo pregunté es cómo recordarán los mexicanos a Fox, a su ex-esposa Lilián de la Concha, a su esposa de hoy, Marta Sahagún, y a los hijos de la… señora, comenzando por el Manolo Bribiesca, ellos que el primero de diciembre deberán cambiarse a su nuevo domicilio, y aquí, otra pregunta: ¿será San Cristóbal o el penal de La Palma..?

– Del mexicano ante sus predadores, don Tintoreto, ¿qué nos dice la Historia) (Pues…)

«Hijos de fruta…»

– Pero ésos no tienen por qué preocuparse, contertulios. Los saqueadores y vende-patrias conocen bien a las masas, las tienen bien sopesadas y saben hasta qué grado son de desmemoriadas. Por ellas no tienen qué sentir temor cual ninguno, y aquí tengo las pruebas.

Vimos que el maestro abría su libreta de pastas negras e intentaba iniciar la lectura, cuando en eso ¡friégale!, que de repente allá afuera, en plena calle, la insoportable escandalera de una jauría de perros callejeros le impidió hacerse oír. El maestro aguardó, y aguardamos nosotros. Yo, por aquello de que las denuncias de la libreta de pastas negra termina siempre por alterarme el sistema de nervios, pegué hondo y profundo amamantón a la de cuachalalá e ixtaflate. Desde allá afuera, mientras tanto, y hasta la estancia de mi depto., donde se celebraba la tertulia de anoche, el animalero de miércoles nos aturdía a ladridos, aullidos, bufidos, gruñidos rabiosos. Y ándenle, que ahí habló, casi a gritos, para hacerse oír, la Sra. viuda de Vélez, por mal nombre La Maconda, neo-panista que adora a Diego el barbón en la misma medida que detesta al Peje y anda en plena campaña proselitista a favor de Felipe Calderón (FeCal):

– Oigan nomás: la perrada de chuchos peleándose el hueso, exactamente como los otros chuchos se disputan el hueso con los amalios y los bejaranistas de Lola la Padierna, cáfila de indecorosos.

Los chuchos rijosos se apaciguaron. Mordidos, sangrantes, desorejados, de todas formas la lista de los plurinominales quedó tal cual. ¡Y semejantes chuchos y chuchas cuereras, dije entre mí: tales modelo de mediocridad, impericia y sinvergüenzadas, serán los senadores de la nación. Dios..!

Otro apalancón al de tila, cuasia y cuachalalá para amansar unos nervios encrespados, cuando en eso, mis valedores, escuché la voz de mi padre Juan; una voz queda, al oído, desde el más allá, donde se ha mudado a vivir:

«Pero no me almiro de los chuchos, ni de los amalios ni de los bejaranistas. No me almiro de que semejantes corruptos e ineptos -y la ineptitud es también una forma de corrupción- vayan a ventosear un escaño del Senado de la República. No me almiro de ellos, me almiro de ustedes, mi hijo, de unas masas que, sempiternas menores de edad, consienten a todos los chuchos. Me almiro de ustedes, a los que todo se les va en renegar, e-xi-gir y forjar mega-marchitas, sin nunca querer entender que para exigencias y mega-marchitas ya el propio Sistema creó el antídoto correspondiente. Cuánto miedo, cuánto respeto le puede inspirar la estrategia de las masas, que se da el lujo de revelarles el antídoto de marras: Ni los veo, ni los oigo, ni siquiera los siento, y háganle como quieran». ¿Qué dices a esto, mi hijo..?

Suspiré, agaché la cabeza, y entonces la voz del maestro:

– Usted preguntó, don Tintoreto, cuál pueda ser el temor de los depredadores de la nación. La respuesta está
no en el aire, como decía el compositor Bob Dilan, sino en la Historia. Vamos a consultarla. Saqueadores, bandidos y uno que otro asesino felón. Los que nos malgobernaron, ¿dónde están? ¿Dónde están sus familiares, que tanto y tan a lo cínico y descarado se aprovecharon del tráfico de influencias para su medro personal? Ellos están ahí nomás, a la vista de todos nosotros. Ahí permanecen, disfrutando en paz de sus buscas mal habidas. ¿Y? ¿Qué hay de las masas, cómo reaccionan a la injusticia y a la impunidad..?

El matancero intelectual de Tlatelolco y Rivera de San Cosme; el que deshizo el Comunista Mexicano cooptando a sus cupulares, hoy diputados, senadores, gobernadoras y muertos ilustres: ese dañero cuya biografía personal cabe en dos fechas, 1968 y 1971, y un par de charcos de sangre hasta hoy impune, ¿no sigue ahí, encuevado e su residencia de San Jerónimo? La Margarita López Portillo, ¿no sigue deshojándose de años y achaques físicos ahí nomás, tras lomita, en su mansión levantada en terrenos de Chapultepec? ¿Y nosotros? ¿Cuál es la reacción de las víctimas de su depredación, que somos todos nosotros? ¿Los predadores preocuparse? ¿De qué o por qué, contertulios?

El juguero observaba el techo. El Síquiri se removía en su sillón. Por cuanto a La Lichona -ese su rostro de arcángel del Renacimiento, esas sus redondeces, esos sus blancos maltones, esos sus esos… (ándale, machín)-, ella se contemplaba las uñas. Parecía contarse los dedos. Tenía los diez. A medias alcancé a oír la sentencia que a toda voz dictaba la tía Conchis: «Hijos de fruta todos ellos, desniéguenmelo». Afuera, solitario pero más amenazador que sus congéneres, otro de la jauría:

«¡Ese del volks. cremita, ¿qué no oye? Oríllese pa’la orilla…!»

Mostrando su libreta de pastas negras, el maestro: «Aquí, contertulios, se consignan los datos. En relación a los apellidos de expresidentes diversos…»

Si Latinoamérica se muere de hambre…

El productor insiste en tener el mundo como mercado. Por lo tanto, es necesario que la fuerza del estado derribe las puertas de aquellas naciones que se cierran para asegurar que no se olvide o desaproveche ningún rincón del mundo.

Esto lo estipuló Woodrow Wilson cuando presidente de Estados Unidos, y significaba que un estado cualquiera que, como vía de protección de su producto nacional, cerrara sus fronteras al capital y mercancías norteamericanas, estaría haciendo, por ello, una política inamistosa hacia Estados Unidos y, por lo tanto, se exponía al peligro de ser sancionado por la nación «agraviada». Dé ahí en adelante todo iba a ser abatir fronteras y derribar soberanías nacionales para imponer un modelo de «mercado abierto» que remataría en el modelo neoliberal decretado por un Nuevo Orden Mundial que, impuesto por el Imperio en 1944, se renueva según las circunstancias hasta imponer el mal denominado Neoliberalismo. Y así hasta hoy…

Pues sí, pero a fin de cuentas, ¿qué viene siendo ese neoliberalismo tan denostado por tantos analistas y jefes de estado como Fidel Castro, Hugo Chávez y Noam Chomsky, el norteamericano? Mis valedores: por calcular en esbozo su potencial destructivo para nuestras comunidades al sur del Bravo, ¿rastreamos las señas de identidad del neoliberalismo de marras? ¿Qué viene a representar para todos nosotros el modelo neoliberal?

Fue en la época de la pre-guerra cuando, a criterio de las élites norteamericanas, el imperativo de la «política de puertas abiertas» jugaba un papel decisivo para Estados Unidos, puesto que sólo la apertura de todos los mercados podía garantizar la prosperidad de la economía norteamericana y evitar así el peligro de la repetición de la crisis económica mundial en la década de los 30s. El presagio fatídico del modo de producción capitalista, el contraste entre el carácter social de la producción y su apropiación privada, requería, una de dos: o la conversión de estos modos de producción en el modelo socialista, o el cambio de todo el «mundo libre», doloroso contrasentido, en elemento funcional de la economía imperial.

Décadas después de la guerra, los tres elementos estructurales de la estrategia de solución de la crisis de los años 30 se han convertido en una parte normal del sistema mundial capitalista. En este sistema, los «pueblos de la periferia» producen la riqueza económica y la estabilidad del Primer Mundo, de los pueblos «jefes», bajo el látigo del Fondo Monetario Internacional y de los Programas de Contrainsurgencia de Estados Unidos.

El precio que las masas del Tercer Mundo pagan ha sido expresado por los nazis de forma explícita y adecuada. Ellos formularon con una franqueza social-darwinista brutal, lo que la retórica liberal, capitalista sólo insinúa de forma borrosa. Así, en el lenguaje de Himmler: «Si los otros pueblos viven con bienestar material o si revientan de hambre, sólo me interesa en un sólo sentido: que nos hacen falta a nosotros como esclavos… En otro sentido no me interesa este tema. Si diez o diez mil mujeres rusas se desmayan por agotamiento durante la construcción de un foso antitanque, sólo me interesa si se termina el foso antitanque alemán…»

Una pequeña reformulación de esta frase demuestra que apenas existe una descripción más precisa de la política del capital occidental con respecto a sus espacios vitales de la posguerra, el Tercer Mundo. «Si los pueblos del Tercer Mundo viven con bienestar material o si revientan de hambre, sólo me interesa en el sentido de que nos hacen falta a nosotros como esclavos asalariados… En otro sentido no me interesa este tema». O también: «Si 100,000 niños en Latinoamérica se mueren de hambre como consecuencia del aumento de los intereses de la deuda externa, sólo me interesa si se pagan estos intereses a nuestros bancos». Este principio depredador ha existido desde el comienzo de la sociedad de clases, tanto en su interior nacional como en las relaciones internacionales. Y sigue predominando hoy en la nueva forma de dominación neo-colonial que llamamos «globalización». Para mantener la explotación del Tercer Mundo y la escandalosa monopolización de la riqueza social producida por la humanidad, los principales beneficiarios del sistema neo-colonial -el Grupo de los Siete- tienen que controlar y moldear la identidad nacional de los pueblos sometidos. (Seguiré con el tema.)

Un fracaso brutal…

¿Pero cómo es posible? ¿Fracaso del voto en el exterior? Pues qué: ¿no somos los mexicanos tan adictos a sufragar a la menor provocación? ¿No nos han convencido de que nuestro voto es la llave de la «democracia», esa con la que Fox se hincha la boca un día sí y el otro también? ¿Entonces? ¿Fracaso del voto en el extranjero? Aquí debe haber una equivocación, aunque los reportes oficiales lo admiten: de un padrón de posibles votantes que abarca los cuatro millones, hasta ahora se han registrado no más de veinte mil. Y que en tales circunstancias cada voto nos va a costar a los contribuyentes -todos los mexicanos- más de veinte mil pesos. Al referirse al naufragio lo asegura Arturo Núñez, ex-funcionario del IFE, Instituto Federal Electoral:

– Para quienes tenían la expectativa de que habría un vuelco gigantesco de votantes, y que sufragarían cuatro millones de mexicanos, esto es, evidente, un brutal fracaso. De esto alguien es culpable y habrá que fincarle responsabilidades.

Ahí responde Luis Carlos Ugalde, consejero presidente del IFE: «Con un solo mexicano que vote en el exterior, eso ya constituye todo un éxito…»

¿Las causas del tal apatía de los compatriotas residentes en el extranjero? A ver. ¿existe en los mexicanos la cultura del voto? ¿A cuánto asciende el abstencionismo en cada proceso electoral? Elocuente es, a propósito, la encuesta que realizó el matutino apenas efectuada una reciente votación. El reportero entrevistó a diversas amas de casa de distintos rumbos de la ciudad:

– «Señora: ¿votó usted el pasado 6 de julio?»

– Bueno, no fui a votar, la verdad.

– ¿Por qué no fue a cumplir con un deber y un derecho cívico del ciudadano, señora?

– Porque el domingo me tocó lavada. Pero para el próximo domingo, primero Dios, no voy a fallarle a las elecciones. Me voy a dar un tiempito.

El reportero entrevistó a una vecina de por el Centro Histórico.» ¿Fue usted a sufragar en las pasadas elecciones?»

– ¿Yo? No, fíjese que no fui a votar, lástima. Es que vi que ya iba a ir mi marido, y entonces le dije: «yo le voy al que tú escojas, total, de todas maneras va a ganar el de siempre, ¿no? O sea el PRI».

El reportero entrevista a una vecina más: «Señora, ¿usted votó en las pasadas elecciones?»

– ¿Yo? No, no fui a votar. ¿O qué, traer todo el día mi pulgar amarillo?

-Señorita, ¿fue usted a votar? -el reportero.

– O sea-, ¿votar? No, yo no fui a votar. A mí me caía bien el del PRD, pero ni de chiste iba a votar por él. Estoy tan salada, dije, que voy, voto por el perredista, y lo más seguro es que pierde las elecciones o los del PRI le hacen tablas el triunfo. Ya sabe usted: urnas embarazadas y esas cosas. Entonces mejor seguí con mi quehacer.

El reportero se acercó a una señora que iba pasando, y…

– No, no fui a votar, respondió la interrogada. ¿Y sabe por qué no fui? Por consejo de mi confesor. A mí me dijo el padre de mi parroquia: «No votes, hija, mejor arrodíllate y pídele a Dios que mejor salve a este desdichados país».

Interrogada por el reportero, responde otra «ciudadana»:

– No, fíjese que ese día me fui de día de campo allá por el Desierto de los Leones, y encontré una casilla y quise votar, pero no me dejaron. Querían que fuera a votar ala casilla que me corresponde, y no, a poco me iba a regresar hasta San Juan de Aragón, donde vivo con mis suegros.

– ¿Por qué no se regresó a la casilla correspondiente y hubiese cumplido con un deber de todo ciudadano?

– ¿Y regresar con toda la comida ya preparada..?

Finalmente, la respuesta de una señora vecina de la Martin Carrera:

– Fui, pero no me dejaron votar.

– ¡Cómo! Hicieron mal. Así que no le permitieron emitir su voto.

-No, ¿usted cree?

– ¿Por qué no la dejaron votar?

– Porque no me admitieron mi credencial.

– No entiendo, ¿en la casilla correspondiente no le admitieron su credencial de elector?

– No, bueno, es que no era precisamente la credencial de elector, pero sí era mi credencial de LICONSA, para comprar la leche a precio especial.

Con semejante cultura electoral de algunos mexicanos, ¿es lógico que Luis Carlos Ugalde supusiera que en el exterior iban a inscribirse cuatro millones de paisas? Todo esto, mis valedores, encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál? (Piénsenlo.)

Humanísimo…

La humana compasión, mis valedores. En el alma me ardió el testimonio aquel de dolor, de desvalimiento y soledad, que un bandazo de viento nocturno puso en mis manos al venir rumbo a mi depto. de Cádiz, donde me aguardaban la calidez de mi única, el plato oloroso a especias, las pantunflas, el batón, Bach -la cantata- y más tarde la tibieza de una cama y la protección de un techo sobre mi testa. Y a dormir el sueño de los justos que no padezcan de insomnio. Pues sí, pero el infeliz que garrapateó aquel trozo de papel…

Ahí, en la banca del parquecillo frontero de Dulces Nombres me había sentado a contemplar la feria, ascua de colores vivos y luces, fuegos y juegos fatuos que a lo estridente (cumbias a todo volumen) venía a festejar a la santa patrona del manto estrellado con vendimias y serenatas, tufos de grasas y yerbas de olor. De repente, el bandazo de viento, que acarreó hasta mi mano aquella volandera hoja de papel que intenté desechar de inmediato; pero el texto manuscrito me impulsó a retenerlo, y lo que es la curiosidad morbosona…

A la luz del farol inicié la lectura, y algo acá adentro se me acalambró; la mente, según leía, se me llenaba de dolientes imágenes -desdicha y desesperación- del autor del mensaje que, recién llegado al hormiguero citadino descomunal, vivía un tiempo negro de hambre rabiosa, desvalimiento, humana soledad. El escrito sería de un día antes; de hoy mismo, tal vez, porque hacía referencia a esta feria, al clima frío, ventoso. El humanísimo testimonio:

«¿Mi nombre? ¿Y para qué? ¿dejaría de ser el anónimo individuo si dijese mi nombre? El nombre vulgar de un desgraciado y un par de apellidos más vulgares todavía, ¿algo significan para alguien? Si redacto, y sólo para mí, estos renglones, es para confesar ante alguno -ante mí mismo- el fingido milagro con que Dios acaba de burlarse de mi necesidad. Irónico.

Noches, días, he caminado, reseca mi boca y el estómago vacío, por rumbos desconocidos de la ciudad, que para mí lo son todos. He visto a mi paso calles interminables y edificios públicos; he tomado de refugio esos parques, abandono e incuria, donde la pena y la soledad erran sonámbulas, monologando entre dientes. Este parquecillo, sin ir más lejos (cómo, para qué ir más lejos). Aquí me he detenido a resistir la embestida del hambre rabiosa, de la desdicha y la nostalgia del terruño que, afanes de sobrevivencia, dejé hace ¿semanas, meses? Ah, candido, huir del hambre de mis derrumbaderos para enfrentar el hambre de la ciudad. Un éntenado más del gobierno y su ‘democracia’, cuyo anuncio machacón estoy oyendo en la radio. A todo volumen.’Democracia…’!

Dinero. Unas monedas que me aplacaran esta hambre, perra del mal, hornaza que requema por dentro, que te fuerza a engarruñarte mientras el vahído oscurece la mente. ¡Comida, Dios! Y ya que lo miento: a su templo llegué, rumoroso panal de antífonas y rogativas, y acudí al extremoso recurso de los desesperados: Dios, un milagro. Pero este Dios, el de los capitalinos, ¿escuchará al advenedizo, al arrimadizo que vino hasta sus terrenos nomás a morirse de hambre? Me arrodillé: hambre, Señor; frío; ni un miserable techo alquilón, ahijado que soy de la banca en el parque público. Y te asomaras a ver, Señor: allá afuera, una feria garapiñada de vendimias, y yo muriéndome de hambre. Pero me muero de veras. Dios. El corazón exprimía sus amargos jugos y por los ojos amenazaba con expulsarlos. Abandoné el recinto, y entonces…

¡La esperanza de los pobres: el milagro! Un paso fuera del templo y ahí, en un atrio que me aturdía a tonadas y anuncios (¡ ‘democracia’ !), el brillo de aquella moneda. Dios, que sabes escuchar al fuereño. Ansia, alivio. A lo solapado me acerqué al brillo embelecador, pero no, no una moneda con qué amansar mi hambre, sino… ¿una llave? Sí, una llave brillando a la luz del farol. La recogí. En el bajo vientre el calambre, mordiendo visceras. Dios…

Sentado en la banca observo el falso milagro de Dios. Qué puerta pudiese abrir con ella: la de un hogar, la de una despensa, la de una caja de caudales. Pero al menesteroso de qué le sirve la llave, si desconoce la puerta, la chapa a la que corresponde. En la Casa de la Risa terminó la tanda de cumbias y ahora el reclamo del anuncio reiterativo, machacón, repetido hasta la náusea: «Tu credencial de elector: la llave de la democracia’.

La llave, sí, de la «democracia». ¿Y la puerta? Sin ella, ¿de qué me sirve la llave? Mi credencial de elector, ‘la llave de la democracia’. ¿Y la ‘democracia’? ¿Dónde la localizan millones de mexicanos que, como yo mismo, se doblan de necesidad? Pero eso sí: con derecho a votar por un México que nunca harán realidad con su voto. El falso milagro y la aún más falsa ‘democracia’ que nos mienta el avieso reclamo de Fox y el IFE (dolo y perversidad), han sido para mí la puntilla. Y como no creo soportar una noche más, aquí tomo la drástica resolución que pondrá fin a…» El manuscrito, inconcluso. (Lástima.)

Vecinos distantes

México no hace su parte en lo que toca a generación de empleos. Las comparaciones entre el muro fronterizo y el de Berlín no sólo son engañosas e intelectualmente deshonestas, sino también una ofensa personal…

Y qué ruda, mis valedores, qué áspera la respuesta de «Tony» Garza, embajador de Estados Unidos en nuestro país, a los rezongos del gobierno mexicano en frente a la posible construcción de ese muro fronterizo que dificulte aún más el ingreso de ilegales al país del norte. Semejante contestación me parece tan ruda, o casi, como cínicas las declaraciones de Rubén Aguilar, vocero del presidente Fox, en el sentido que si el mexicano abandona su país y arriesga la vida «al cruzar por el desierto o ríos», según aclara el embajador Garza, no es precisamente por falta de empleos en México.

A Tacho y a Quetita los asaltaron en el desierto de Arizona. A él le dispararon y lo mataron y ella regresó a su pueblo para enterrarlo…

Muros y embajadores a los que se enfrenta el ilegal, y a grupos xenófobos como el denominado Grupo de Resistencia Aria Blanca (WAR), que ha llegado a azuzar de esta forma a los granjeros de Texas y California:

«¡Si no es blanco deséchalo! ¡Detener la avalancha de lodo o ahogarse! Necesitamos una frontera de verdad. Primero agarramos a los hispánicos, luego a los asiáticos y por último a los negros. Deportación. Todos se largarán a casa. ¡Violencia contra la avalancha de lodo que nos llega del sur..!»

¿Entenderá el gobierno foxista lo que hace desde hace un lustro viene reiterando G.W. Bush? «El pacto migratorio queda enterrado. La cuestión migratoria no podrá ser negociada en mucho tiempo. México debe entenderlo».

Sin gota de ironía, la nota de prensa: «Incluso Fox, el presidente mexicano dé la era moderna más abiertamente pro-yanqui, parece perder la paciencia». Y que su cercaníacon Washington sólo le ha reportado «enemigos políticos y el incremento en el número de agentes de migración en la frontera». En fin. Pero frente a un problema que se recrudece con Fox, a su estilo y al de los ultraderechistas yunqueros de su gobierno, se intentó la solución.

¡La Virgen y San Juan Diego van a cruzar la frontera! ¡Y sin papeles! ¡Arranca la carrera de la Antorcha Guadalupana! Corredores confamilias rotas por la frontera van a Nueva York, con una exigencia: la residencia legal de los 4.5 millones de mexicanos que viven en EU. ¡Buscamos ese milagro!, dijeron…

Pero el problema de los ilegales no es de hoy, ni la falta de una respuesta adecuada del presidente mexicano. Ya en la gestión de Pascual Ortiz Rubio, el primer «Nopalito» que ocupó la presidencia del país, y de esto hace tres cuartos de siglo, núcleos sociales diversos le exigían que mirase por los ilegales mexicanos que mal sobrevivían en el país del norte. Al «Nopalito» todo se le iba en hablar, y hablar sin que nadie escuchara sus embustes, mientras el flujo de indocumentados se incrementaba hasta la cifra de ¡2 millones..! Pero según el verborreico «Nopalito» no se fugaban de México por falta de empleo…

El líder de WAR defiende el genocidio de Hitler, aplaude el terrorismo y celebra que 10 millones de africanos hayan contraído el SIDA. Por cuanto a los mexicanos:

» ¡Logran reproducirse tan rápidamente porque sus mujeres ya nacen embarazadas! ¡A detener esos millones de animales color lodo que sólo saben reproducirse! Desafortunadamente, los hombres blancos se han convertido en cobardes. La salvación de la raza blanca depende de las mujeres. Quizá no tengan la fuerza para blandir un bat de béisbol, pero sí para comprar una lata de gas lacrimógeno para cuando vean un animal de color de lodo..!

Contemplo uno de tales libelos. Lo examino. Observo los toscos dibujos que ilustran el cliché del mexicano: gordo, seboso, apestoso, borracho. Junto a la imagen del indocumentado, unos versos que comienzan con esta imprecación: «Hispano, this is American..!» Los versos:

«Moreno y mañoso nos chupa hasta secarnos – como una garrapata – Cruza la frontera sin un centavo – los gringos le compran la comida y pagan su alquiler – No quiere aprender a leer – pero tienen los güevos – para garabatear nuestras paredes – Ruega a Dios noche y día – Pero roba todo lo que está a la vista – Su hedionda esposa – chaparra y cariñosa – escupirá bebés dos veces al año – los carga en su lomo para aumentar pandillas locales – Una basura de raza – una cultura de nacos. Sálvate de estos buitres come-frijoles…»

De tales «buitres» da cuenta la nota fechada en Laredo, Texas: La Patrulla Fronteriza de EU logró rescatar a tres mexicanas que agonizaban en pleno desierto, con temperaturas de hasta 44 grados centígrados. Trasladadas al hospital, se preguntó a las migrantes cómo lograron sobrevivir a la insolación. Contestó una de ellas: «Sobrevivimos bebiéndonos nuestros propios orines…»
México. (Este país.)

¿Qué dice tu horóscopo..?

Sórdido es el negocio de esos charlatanes que con argucias de mala ley esquilman a los más pobres de entre los pobres, que son los pobres de espíritu. Lo advierte al católico «Desde la fe», del Episcopado Mexicano:

Algunos medios de comunicación se encargan de reafirmar las prácticas supersticiosas, al incluir en sus programas a astrólogos: horóscopos, recetas mágicas, etc., asi como de comerciales donde se anuncian brujos y brujas que dicen solucionar problemas que van desde el trabajo hasta conyugales. Actualmente son muchas las personas que recurren a métodos supersticiosos para tratar de obtener favores celestiales. Y estas van desde poner veladoras de determinados colores, según el favor solicitado. ¡Esto es un fraude!

En cuanto a mí: rudo el insomnio de anoche. No de lunes; para mí fue de miércoles. La obsesión me espantó el sueño: en mi insomnio aguardaba el amanecer para levantarme y con la tía Conchis lanzarme hasta algún remoto consultorio de una tal hermana Máxima, experta en huevos (de gallina, para limpias). A deshoras de la noche repasaba las frases con que el Arzobispado de México, en su semanario Desde la fe, reprueba las prácticas de astrología, que es decir de idolatría: «Lo contrario de la fe no es la razón. Es la superchería. La superstición hace que el hombre tema a la razón». Y para ustedes,católicos de mi país: «El católico que se pone bajo la protección de los espíritus comete un pecado de idolatría perversa…» (Conste.)

El pecado que yo cometería dentro de unas horas iba a ser aún más grave: de estupidez. Todo por haberme comprometido con la tía Conchis, conserje del edificio. Y qué hacer. ¿No cumplir mi promesa? ¿Soy Fox? Y fue por su culpa…

Muy de mañana enfilé la trompa rumbo a La Villa (trompa del volks). Cuatro horas después de las mega-marchas (antorchistas) y peregrinaciones (penitentes), la tía Conchis y yo nos mosqueábamos en el consultorio de la hermana Máxima, doctora «en ciencias ocultas», imagínense. Ahí, en el cuartucho que la hace de sala de espera, tristeaba el almacigo doliente de pena(s) que aguardaban turno para limpiarse la salación y entrar a la disneylandia de la felicidad. Un ensalmo, unas ramas de pirul, un huevo (de gallina), y como malas escamas que se desprendieran de una piel que milagrosamente tornaba a la vida, atrás quedarían los tercos problemas: el mal de amores, los achaques de salud. Yo, quedo: «Usted, aunque de instintos perredistas, es más o menos católica. ¿Su religión le permite estos ritos?»

– Qué conque. Saliendo de aquí nos la echamos de rodillas, la basílica.

Qué replicar a la sinrazón. El cuartucho: motivos astrales; que si la estrella de Jerusalén, que si la cruz biomagnética, el macho cabrío, la virgen, el escorpión. Y en todo lo alto, caracteres en rojo sangre: «Se hacen limpias. Ojo de venado para el mal de ojo. Pata de conejo para retirar la salación. Para que no te agarren, si asaltas. Para el mal de amores la piedra imán. Vuélvete irresistible con el sexo puesto» (sin la o).

(El viaje fue en volks. hasta donde la mega-marcha lo permitió. De ahí, el microbús, el metro. En las cuatro esquinas, el ambulantaje, los payasitos, los rateritos, los limpiaparabrisas. En el metro vendedores, pedigüeños, raterillos, musiquillos. En todas partes la necesidad, la pobreza, el desánimo, el desencanto, la exasperación. En radios a todo volumen, en teles, en diarios a toda página: robos, asaltos, corrupción.) «Le toca a usté, seño. Por acá, si me hace el… cuidao con esa cortina, no se acabe de rasgar. ¿El bigotón también?»

La hermana Máxima. El consultorio en penumbra. Olor a sándalo y pies, a yerba macerada y sobacos, parafina, entrepierna sudada. «Hermana, ¿qué aflige tu corazón? ¿Cambiar tu destino? ¿Conocer tu pasado, tu porvenir? ¿Trais mal de amores? ¿Deseas sacártela, la lotería, el melate, el ráscale..?»

– Esta condenada salación, hermana. Una limpia, o sea…

– Orí ta te la retiran los astros. Te me vas a poner en suerte. Tu ropita…

-El salado es otro.

– Ah, el bigotón. Túmbese los pantalones y se me coloca en cuatro.

– No, otro. ¿Me puede hacer una limpia a control remoto?

– Puedo, hermana, sólo que los astros necesitan una foto de tu saladito.

Fue entonces. La tía Conchis abrió aquel bolsón de plástico y sacó un largo rollo de cartón. Como Juan Diego de chai y peinado permanente, lo fue desenrollando ante la «maga». «¿Le servirá esta foto..?»

¡Me asombré! La del diálogo con los astros observó el cartelón. Lo extendió sobre una mesita, le prendió cuatro veladoras. «Sí me sirve. Procedamos a proceder con la limpia…»

Mortecinas, las cuatro luces mal alumbraban al que entre Fox y todos nosotros hemos terminado por salar: un mapa de México. (Mi país.)

Lo dijo Simón Bolívar

Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción. La ambición y la intriga abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos a todo conocimiento político, económico o civil. Estos adoptan como realidades las que son puras ilusiones…

La industria de la superstición, que es decir la del hechizo y el ensalmo, la «limpia» y el talismán, el amuleto y el mensaje estrellero. A propósito: el sol, la luna y los planetas, ¿qué tanto pueden influir en lo que sucede en la Tierra, y en el destino de un determinado individuo según el momento de su nacimiento? La conclusión de los más recientes descubrimientos científicos:

«La ciencia de la genética nos dice que la base de lo que es nuestra personalidad no se coloca en el nacimiento, sino en la concepción, cuando uno de los millones de espermatozoides del padre se une con un solo óvulo de la madre. Sin embargo, la astrología fija el horóscopo por el momento en que uno nace. En términos astrológicos, esta diferencia de unos nueve meses debería dar a uno una estructura de personalidad completamente distinta».

Y esto, fundamental, que derriba de cuajo la veracidad del horóscopo: el tiempo del viaje del sol entre las constelaciones como hoy lo ve un observador en la Tierra está atrasado por aproximadamente un mes de lo que era hace 2 mil años, cuando se trazaron las tablas astrológicas. «Por eso, la astrología clasificaría como Cáncer (según el horóscopo, persona muy sensible, dada a cambios emotivos, reservada) a la persona que naciera a fines de junio o principios de julio. Sin embargo, en la realidad, por ese tiempo el Sol está en la constelación de Géminis, lo que haría que la persona fuera comunicativa, ingeniosa, etc., según el mencionado horóscopo».

¿Y qué? Frente a la ignorancia y la esperanza irracional, ¿qué vale el conocimiento científico? La voz de la ciencia qué vale para las ganas de creer que acalambran al dependiente, al débil y a quienes tienen de estrella polar el prejuicio y el dogma? Y «es más fácil desintegrar un átomo que un dogma», a decir de Albert Einstein, y casi imposible resulta resquebrajar la fe del ignorante en un horóscopo, en un «brujo mayor», en la bruja blanca de Radio ABC o en la Amira de Televisa, charlatanes de la engañifa y el fraude que al candido lo empujan a comprar, carísimas por inútiles, zarandajas según esto buenas para retirar la salación y propiciar la influencia positiva de los astros. El viernes pasado, mis valedores, aludí a las malas artes de tales embaucadores que medran con la ignorancia de malos católicos a quienes su religión prohibe esos actos idolátricos. En la tertulia del viernes, el maestro:

Esa industria, contertulios, que es la de la engañifa, la magia y el talismán que perpetran «videntes» santones y demás vividores, florece en épocas de crisis, qué contrasentido, y lo más doloroso y aleccionador es que industria tan sucia medra y engorda a costillas de un pobrerío que es, por añadidura, el de la ignorancia, el candor, la debilidad, la inseguridad y la desprotección. Esos seres, por carecer de valor y fe en sí mismos, depositan su fe y su esperanza irracional en fuerzas externas, sobrenaturales, que los han de sacar de la crisis, la angustia, la necesidad, todo con la pura «fuerza» del colguije y de prendedor, el amuleto, el talismán, el exvoto.

Yo, que en el microbús escuché de chiripa a la «bruja blanca», dije a los contertulios:

– Yo creía que en materia de ensalmos, hechizos y encantamientos ya lo había oído todo, ¿pero qué creen? Este mediodía escuché a una que en cierto programa de radio se hace llamar bruja blanca, y de no creer el nivel de religioso de algunos «católicos». ¿Saben qué clase de mensaje envió alguna radioescucha a la «bruja» de marras? «El microbús de mi marido, se descompone a cada rato, ¿qué hago?» Yo supuse que la «bruja» le iba a contestar: «Eso es asunto no de Venus o Júpiter, sino del maestro mecánico». Pues no. «Vas a colocar debajo del asiento de tu marido» (del microbús), y la retahila de aceites, esencias y veladoras que «están a tu disposición» en alguno de los locales comerciales en donde la «bruja» vende el producto de tales fraudes. Hasta dónde llegan la ignorancia, la superstición y el ventajismo de logreros faltos de escrúpulos…
Horas después, yo ya en mi catre de insomne, miraba y miraba la oscuridad en el techo, y aquellos suspiros, y el remolinear en un jergón que se me tornaba de espinas, y en mis devaneos pensaba, reflexionaba, y el pensamiento tornábaseme obsesión: yo, comprometido para mañana con la tía Conchís. Yo, prestarme al fraude del «rito mágico». Me removía en el jergón. Todo nomás porque Fox.. .(Mañana.)

Veo en tu futuro

Las supersticiones perpetúan el odio y la injusticia. Son residuos fósiles de creencias ya extinguidas; del remoto pasado, inmenso sepulcro, se levantan sus fantasmas para cruzar el paso a los que investigan la verdad. Son males que en el porvenir no tendrán remedio si es irreparable la mentira que esclaviza a los hombres y la ignorancia que los doméstica.
(J. Ingenieros.)

La industria de la superstición, mis valedores, esa plaga recurrente, esa grotesca superchería que vive su época de oro a principios de cada año, cuando florece y echa su fruto mostrenco. ¿Los logreros? Los de cada día y cada año.- brujas blancas, brujos «mayores» y las falsas pitonisas del cinescopio. ¿Sus víctimas? Los pobres de siempre, sobre todo de espíritu, que se niegan a crecer, a madurar y, criaturas irremediables, andan en busca de la teta materna y la protección del padre castigador. Son esos crédulos que, impotentes para enfrentar por sí mismos los coletazos del áspero oficio del diario vivir, buscan la protección de la «limpia», el tarot y demás zarandajas de las que medran los charlatanes. El amuleto y el talismán, el tarot y la lectura de la mano. Los mensajes «estrelleros…»

– Pero no me admiro de tales crédulos, dijo el maestro en la tertulia de anoche. Lo que me asombra es que las víctimas voluntarias de las Amiras y demás brujas blancas de radio y televisión se digan católicos. Cómo admitir que quienes se afirman católicos que guían su conducta por las enseñanzas de la Biblia puedan creer en semejantes supercherías. ¿No, acaso, se los prohibe la Biblia? ¿No se los prohiben el Papa y los cardenales ? ¿Qué clase de catolicismo es el de esos pobres de espíritu que así recurren a aberraciones tales como el ensalmo y los amuletos de brujos, videntes y demás charlatanes…?

Silencio. «La religiosidad del católico:¿creer en su Dios, confiar en él o en Venus cuando anda en la cuarta casa de Júpiter y demás embustes? ¿Qué dice, al respecto, la Biblia, señor Valedor?»

Yo, amador y adicto al Libro, me encaminé al librero donde guardo mi colección de biblias en tanto a la mente se me venía el caso patético de aquel Manasés aturdido, un ignorante de porquería, que con su afición al horóscopo y el talismán, irritó injustamente a Jehová (¡sí el católico quisiera entender!) Regresé con la antigua versión de Casiodoro de Reina. A la indicación del maestro leí, del Levítico, esto que continúa de advertencia para el católico:

«No os volváis a los encantadores y adivinos.- no los consultéis ensuciándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios». Y entonces, en Crónicas, el caso del crédulo, ignorante rey de los descendientes de Abraham:

«De 12 años era Manasés cuando comenzó a reinar, y 55 años reinó en Jerusalén. Mas hizo lo malo en ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las gentes que había echado Jehová delante de los hijos de Israel. Porque Manases (…) adoró a todo el ejército de los cielos, y a él sirvió (…) Y miraba en los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba pitones (pithones, estúpida computadora. No pitones, como tú te empeñas en corregirme. ¿Quién va a saber más de pithones, tú o Jehová?) Consultaba pithones y encantadores, y subió de punto en hacer lo malo en ojos de Jehová para irritarle».

Vi que el maestro desplegaba un añejo ejemplar de Desde la fe, vocero oficial del Episcopado Mexicano, que es decir de Norberto Rivera, político y cardenal de la Iglesia Católica. Lo oímos leer en voz alta:

El acudir a prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurarle su salud, además de ser gravemente contrarias a la virtud de la fe, son un fraude…

Un fraude, sí, contertulios, delito en el que caen esos charlatanes que desde la radio y el cinescopio inducen al pobre de espíritu a creer en los astros, someterse a «limpias» y, por salir del bache económico, hundirse más al echarle dinero bueno al malo. A ver, señor Valedor: así como tantos ejemplares de la Biblia, ¿tendrá también el Código penal?

Lo tengo. «Busque el delito de Fraude«. Lo busqué. En su artículo 386, lo advierte el Código.- «Comete el delito de fraude el que engañando a uno o aprovechándose del error en que éste se halla se hace ilícitamente de alguna cosa o alcanza un lucro indebido».

Y que el delito de fraude se castigará, según el monto de lo defraudado, con penas que van desde la multa en metálico a los días, meses o años de prisión, que pueden llegar a 12. La tía Conchis, su mirada incisiva; y es que al siguiente día, por culpa de Fox, yo tendría que involucrar el país en un rito mágico. (El tal, pronto.)

¡�ste es un asalto!

Exacto, la inseguridad pública, ese problemón y uno de los principales factores de desgaste que a los ciudadanos nos mantiene entre la zozobra, la angustia y el pánico, el sistema nervioso hecho trizas y en un permanente estado de crispación. Y cómo pudiésemos evitarlo si todos, o casi todos, alguna vez hemos sido víctimas de la delincuencia. Porque, mis valedores: ¿quién no pudiera referir un hecho violento perpetrado en su campo familiar, laboral o del vecindario? Horroroso. Pero entonces, a lo instintivo y visceral:

– ¡Joel Ortega y Bernardo, ineptos! Que renuncien, si tienen vergüenza!

A lo estéril e irreflexivo, sin más. Pero un momento: ¿nos hemos puesto a pensar en cuál puede ser la fuente, la ubre de esa violencia, y cómo hoy día es punto menos que imposible la solución? Mientras tanto, ¿no podríamos poner en práctica, nosotros, un plan defensivo contra las embestidas de la delincuencia? Uno como este que propone el especialista («si los asaltantes y los secuestradores tienen un plan, ¿nosotros por qué no tenerlo?»):

Para empezar, las zonas de más asaltos son, tomar nota: el Zócalo, la Zona Rosa, las colonias Del Valle y Polanco, Guerrero y Cuauhtémoc. El plan:

Precauciones generales.- Cuidarnos de los limpiavidrios y no permitirles que se trepen al cofre. Casi siempre es una maniobra para observar lo que traemos en el vehículo – Cargar con nosotros por lo menos mil pesos, para tener algo que entregar en caso de asalto. Portar una sola tarjeta de crédito. Tener en cuenta que por cada tarjeta se pueden retirar 4 mil pesos. Si se trae por lo menos 3, representa una pérdida de 12 mil pesos, que se pueden convertir en 24 mil si se retienen esas tarjetas hasta el siguiente día.

A menos de que se tenga que llevar a cabo algún trámite bancario o de índole semejante, donde sea indispensable, no traer consigo la credencial de elector – No portar tarjetas de presentación ni fotografías de familiares en la cartera – No mostrar en la calle el teléfono celular – Si suena y vamos caminando por la calle, pegamos a la pared, observar hacia ambos lados, contestar y pedir que quien llama que marque después – Observar siempre manos y ojos de cualquier extraño que camine hacia nosotros. Si oculta las manos en los bolsillos posiblemente traiga un arma.

Cuando se aborda un taxi.- verificar placas. Si corresponden a la Ciudad de México tienen una banda verde. No abordar aquellos taxis que tengan vidrios polarizados o los que no tienen placas. – Una vez en el taxi, verificar que la foto del tarjetón esté actualizado y coincida con la persona que conduce el vehículo. Enseguida llamar a casa por el celular, para decir el número de las placas y la descripción del vehículo, así como en cuánto tiempo se piensa llegar. De no haber nadie en casa, fingir la conversación. -No esperar taxi en la calle – De preferencia usar taxis de sitio.

Cajeros automáticos.- No acudir solos a retirar dinero – Evitar los cajeros que se ubican en rumbos solitarios o desconocidos – Cuando retiramos dinero pedir al cajero que cuente nueva-
mente en forma lenta el dinero. No es recomendable volverlo a contar frente a los demás.

En un restaurante.- Sentarse en un lugar que se encuentre cerca de una salida de emergencia y en donde simultáneamente tengamos a la vista la entrada principal. Estacionamos lo más cerca posible de los centros comerciales. – Al salir y abrir el vehículo, no apuntar con el control a más de 50 centímetros de distancia. Alguien puede estar observándonos y aprovecharse de que el vehículo queda abierto.

En la calle.-
Caminar lo más despegados posible de la pared. No transitar por calles oscuras. Cuando en la calle nos pidan la hora, seguirnos de frente. No sabemos cuáles pueden ser sus intenciones.

Factores de riesgo.-
Persistir en las mismas rutas – Viajar solo – Frecuentar áreas inseguras. Exhibir objetos de alto valor: joyas, laptops, celular, etc. En caso de ser asaltados mientras abrimos el auto.- Levantar las manos, nunca ver de frente al asaltante: mirar hacia abajo y escuchar lo que nos demande. Las alternativas en esta emergencia son: no permitir que nos suba al auto (98 por ciento de las personas que son levantadas mueren en el intento de escapar), sino tratar de negociar: «Llévate el auto, mi dinero, la cartera, etc.». Ser siempre claro en los movimientos y efectuarlos con lentitud. Facilitarle la maniobra. Por ejemplo, «Tranquilo, voy a hacer todo lo que me dices. Tengo mi cartera en la bolsa derecha y la voy a sacar. Tranquilo».

En caso de que insista en subir al auto a la víctima, fingir un desmayo o un ataque de asma. Tal vez se reciba un par de patadas, pero el asaltante podrá desistir de la maniobra y se retire. – Si el asaltante logró subir al auto a la víctima: no verlo. ¿Medidas preventivas contra secuestros «express»? (Pronto.)

En este pueblo sí hay ladrones

Un boquiflojo seré, y un imprudente, pero no un rencoroso. Ya perdoné a los contertulios. ¿El incidente? Anoche, cuando la tertulia degeneró hasta enlodarse en el tema (¡imagínense!) del residente de Los Pinos, nada menos que Fox, con todo y familia: sus pros, sus contras, sus asahagunes. Macabrón…

(La tertulia se inició con el tema humanísimo de cierta varona que en vida y muerte fue espejo y flor de virtudes cívicas, ella que con su pasamontañas y colorido huípil se nos quedó como seña de identidad de la lucha civil contra el Sistema de poder. La Lichona remató la apología de la Comandanta Ramona con la respuesta de la indígena al gobierno de Zedillo, que ofreció trasladarla desde su Chiapas hasta el DF para curarla de una enfermedad mortal de necesidad: «Nosotros nos levantamos en armas para que todos nuestros pueblos tengan salud, no para que ustedes me curen a mi…»

Silencio. Yo pensé en Leónidas, el espartano mientras moría por su patria frente a los guerreros persas de Jerjes.) Mozart en el aparato. El réquiem, a media voz. Cómo fue que, imprudente, salió ahí el joven juguero:

– Bueno, ¿y ora con quién fregaos va a dialogar Fox, si desde Bush el gringo hasta Evo el boliviano juran preferir una mentada de madre a hablar con él? ¿Qué se va a hacer con Fox ora que le zafen la banda presidencial?

– Ese, derechito a La Palma o al desván de la historia, dijo don Tintoreto, y La Maconda, neo-panista y adoradora de Diego el barbón: » ¡A reelegirlo! Yo coincido con El Chavo del Ocho: Vicente Fox es el mejor presidente que los mexicanos hemos tenido en los últimos cien años».

– Para mí (¡cómo fui a abrir la boca!), Fox es el indicado para presidir la Secretaria de Educación Pública. (¿Que qué? ¿Fox? ¡No lo hubiera dicho!)

Fue el maestro; el benemérito logró arrancarme de fauces y garras de la jauría. «Hablando de educación pública y la mega-biblioteca que tanto cacarea Fox, ¿sabe alguno cómo marchen los planes para fomentar la lectura en las masas? Ah, si las masas leyeran. Poema, cuento, novela. Sensibilidad, imaginación, vida interior. Oigan La oveja Negra, de ítalo Calvino, y adviertan lo que un relato puede ilustrarnos en torno a la realidad mexicana de hoy día.

La lectura amansó a mis verdugos-. «En aquel país todos eran ladrones. Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna sorda y saqueaba la casa del vecino. Al regresar, cargado, encontraba su casa desvalijada. Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro, y así hasta llegar al que robó al primero. El comercio sólo se practicaba en forma de fraude del que vendía y del que compraba. El gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de sus gobernados; éstos, por su lado, sólo pensaban en defraudar al gobierno. La vida transcurría sin tropiezos, y no había ricos no pobres. Pero apareció un hombre honrado».

Y que él, por la noche, en lugar de salir a robar, se quedaba en casa, leyendo. Llegaban los ladrones, veían luz y no subían. Esto duró un tiempo; después hubo que darle a entender que si él quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente. Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por la noche para regresar al alba, pero no iba a robar. Era honrado. Iba hasta el puente y se quedaba mirando pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.

En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un céntimo, sin tener qué comer, con la casa vacía. Pero lo malo era que su conducta provocaba un gran desorden-, él se dejaba robar todo y entre tanto no robaba a nadie; de modo que había siempre alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando. Y por otro lado, los que iban a robar a la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía; de modo que se volvían pobres. Así, los que se habían vuelto ricos se habituaron a ir también por las noches al puente, a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se hicieron pobres.

«Había ricos tan ricos que ya no tenían por qué robar o mandar a robar para seguir siendo ricos, pero si no robaban empobrecerían porque los pobres les robaban. Así, pagaron a los más pobres de los pobres para defender sus casas de los otros pobres, y así inventaron la policía y las cárceles. Pocos años después del arribo del honrado ya no se hablaba de robar o de ser robados, sólo de ser ricos o pobres, pero todos seguían siendo ladrones. El único honrado no tardó en morirse de hambre». ¿No resulta elocuente, ilustrativa, la ficción? ¿No valdría la pena que las masas leyeran? ¿Cuál sería el país, cuál la moraleja? (Pues…)

Zoología Fantástica

Los osos panda esta vez. De Chía-Chía me preguntaba hace hoy sus buenos diez años (aunque viéndolo bien, ¿qué de buenos han tenido, con animales de esta ralea en el zoológico de los pinos?) Qué habrá sido del panda Chía-Chía, me preguntaba. Qué habrá sido de él. Por qué lejas tierras arrastre a estas horas a su estigma de judío errante. Execrado, vilipendiado, expulsado no nomás de su jaula sino del zoológico, de los pinos, de Chapultepec, del país, ¿dónde le vino a amanecer el sol esta mañana? Mis valedores: es muy posible que en sus tiempos de honras, gloria y besamanos, algunos de ustedes lo hayan ido a visitar al zoológico, y que tras la visita de rigor (rigor mortis en Colosio, Ruiz Massieu y cientos de perredistas), el panda dijera la frase del ritual:

– Pase con Justo Ceja, compatriota.

El sobrecito, sí, y a administrar la abundancia, como prometía el panda Pepe-Pepe. ¿Yo? Nunca visité al Chía-Chía ni a alguno de sus pandeados congéneres. Yo a los tales ni verlos, menos unirme a su corto temporalero de cortesanos y ventajistas serviles. Yo, al tal Chía-Chía con más razón detestarlo, porque su pase al zoológico se dio a trasmano, al trascuerno, con los terrenos cambiados, a lo camandulero y de mala ley, pregúntenle a Cárdenas. A mí, desde que el bicho se apoderó de una jaula que no le pertenecía, y en las fotos lo miré instalado en terreno de ahuehuetes y pinos (pequeñajo él, tan sin gracia, sin merecimientos, tan sobrevaluado), me dio en el caracol del ombligo, que decía aquél. Chía-Chía, con su vocecita: «¡Compatriotas, política motherna!» Y todo lo acabó de mother-nizar, y páguenlo 100 millones de paisas. Ah.pandas.

Y aquí el homenaje a los artistas de la cámara, sea de fotos fijas, de cine o de televisión. Qué maestría la de estos esforzados, que el Chía-Chía les salió siempre gallardo, con su rostro de estadista, de visionario, como para quedarse en el mármol per secula seculorum. Pues sí, pero qué les ocurrió a los fotógrafos, que años más tarde hoy la foto del secula les sale con rostro de seculorum. ¿Las cámaras se les estropearon, la destreza menguó, faltó Justo Ceja? ¿Por qué a la distancia de años ya la vera efigie del panda inmortal se nos metamorfoseó en un rostrín ridiculillo que así afea y macula planas interiores del matutino al tiempo que el panda hijoesú vuelve a tomar en sus manos la manija del cilindro mientras que quien debiera oficiar de cilindren) se la pasa mendigando monedillas a cuando gringo le pasa enfrente.. ?

Por cuanto al colega: quién como tú, oficiante del periodismo, para tornar un gusanillo en crisálida, un fiambre en Adelantado Inmortal, un cerillo en relumbre de Quinto Sol. Quién como tú para crear y criar, como en el páramo rosas y fuentes de vivas aguas, carisma, personalidad, magia y encanto en el más mediocre de los osos panda, sólo para seis años después y regresar al polvo y la basura al redrojo que brotado de polvo y basura asaltó la efímera inmortalidad. Quién como tú, mago de computadora o cámara fotográfica, para pintar el retrato de Dorian Gray, para luego tornarlo a la escoria de donde vino. Tú, mago del periodismo. «Pase con Justo Ceja, compatriota…»

Pero, en justicia, no sólo tú: desde que Chía-Chía se enjauló en el zoológico, veterinarios y guardabosques agarraron por su cuenta imagen y fama pública del invasor y ándenle, a delinear en el engendrillo un halo de Divino Rostro, y arrodillándose después ante el milagrero de pacotilla. Fue así como el panda, fantasmón fachendoso, figurón de utilería, gesticulador del lenguaje, veneno dulzón, durante seis años justos (de Justo Ceja) se alzó en el zoológico sobre serpientes y cocodrilos, orangutanes y dinosaurios y jilguerillos cantores, y fue rey del bosque y reinó sobre garras y picos, uñas, colmillos y lenguas bífidas. Tiempos calamitosos, me acuerdo. ¿Y ustedes? Sí, que Chía-Chía tuvimos todos los días y en todas partes, menos en la sopa, que nos la escamoteó, el muy jijodiún. «¡Solidaridad, compatriotas. Pronasol..!»

En esto pensaba la tarde del sábado, que se me volvía penumbrosa y, ardilla hipnotizada, iba siendo engullida por la culebra pitón de la noche recién llegada. Reflexionaba en lo candido que soy, porque recuerdo que hace diez años, leyendo en el matutino la tocata y fuga hasta Dublín del «compatriota», me vino aquel a manera de orgasmo mental: «Ese panda dañero se fue para nunca más. Atrás ha dejado, entre tufos de azufre y ventosidad, un reguero de hambre, muerte, peste y pestes, guerras intestinas allá arriba y acá abajo puros intestinos vacíos. Pero muerto el panda se acabó la rabia, y el renegar y el crujir de dientes. Este de la foto se fue para nunca más». De repente leí la noticia y…

– ¡Friégale! Perdón, quise decir: ¡híngale! ¿Nunca más? ¿Pues qué? ¿No acaba de colocar todos sus peones para la nueva partida de ajedrez, una partida que será para todos nosotros, pero de madre? ¿No se anda posicionando por la vía del Madrazo? ¿Ese madrazo, no será para todos nosotros, el paisanaje? Más, un día de estos. (Fox.)

Pinos, pandas, zoológico

Tarde friolenta, con amagos de llovizna, que me contristó el ánima y la orilló al suspirillo, la laxitud y el oficio de los viejos (no «tercera edad», no «adultos en plenitud», no practiquemos el arte hipócrita del eufemismo); tarde, decía que me orilló al oficio de los viejos: recordar, entre pesadumbres. Tarde que fue la del sábado, pizarrosa y con amagos de viento chivero. A mi oído Bach; allá, por los rumbos de Chapultepec, aquellos vapores neblinosos que difuminan el verde y los ocres. En silencio contemplé los enhiestos, álamos, los ahuehuetes vetustos y unos pinos atacados ya de incurable mal, ya irremediablemente decrépitos, carcomidos de polilla. A la mente se me vino cierta evocación, al ánimo la tristura y al pecho el suspiro tengo ese don, el de los suspiros. Contemplé los piños ya cancerosos, y resfriado el espíritu dije entre mí, ensombrecido: «Así pasan las glorias de este mundo…»

Sí, que entremirando el zoológico y la ruina de los pinos, carcomidos de corrupción, depredación impune y descrédito total, a la mente se me vino la evocación de una familia, en un tiempo privilegiada hasta lo demencial, que la habita desde hace lustros: la de los panda, animalejos que en su momento han disfrutado la tumultuosa popularidad de un paisanaje manipulado, y una atención, unas honras, un protagonismo y unos gastos de mantenimiento que considero inmerecidos. Semejante familia de osos panda ha habitado entre los pinos a cuerpo de rey, de caudillo, de sátrapa, de dictador, de Quetzalcóatl y Quinto Sol, de diosecillo de pacotilla sometido a su Primera Panda (pareja de pandas que de quedar una migaja de Justicia en el mundo, de la jaula de oro que hasta hoy ocupa deberá ser cambiada a la que se han ganado en La Palma).

Uno es el primero de la runfla de pandas que se me viene a enjaular a la mente. El PepePepe mentado, ¿lo recuerdan ustedes? ¿Lo habrán podido olvidar? PepePepe, al que lo hicieron creer Quetzalcóatl. ¡Y se lo creyó!

Musito ese nombre y me llega la evocación del berraco que en derredor congregaba torrentes y contingentes de Rosa, Luz, Alegría y muchedumbres de aturdidos que le aplaudían dichos, gracias y carantoñas de irracional. En el zoológico los Ratones Verdes no tendrían delanteros, pero sí el PepePepe en los pinos aquellos traseros que se tornaron andancia, con sus andares de gracia, salero y fiebre hormonal. Pompa(s) y circunstancias se nos volvió aquel zoológico; los visitantes, aquella fascinación. De repente, el panda se nos pandeó; la embolia le torció el hocico y le engarrotó los músculos que antes tuvieron movilidad, y le movilizó los que se vivían engarrotados, y entonces…

La jaula, entonces, vendría a ser ocupada no por otro oso panda, sino por un oso gris, y tanto, que en el zoológico mal se recuerda, y de malas, al que nos resultó gris, pero gris rata, que no se fue con las garras vacías, sino al contrario, cambió sus garritas de recién llegado por casimires gris Oxford. Un verdadero mátalas-callando, que nos trajeron de (la) Madrid. Jijodiún…

Después del gris rata, ¿se acuerdan ustedes? hasta la jaula mejor del zoológico nos acarrearon al más desagradable de ver, un panda pelón, orejón y cascorvo, como comprado en barata de saldos, mothernizador. Así anunció el matutino la llegada del nuevo plantígrado:

El gran movimiento en el aeropuerto fue motivado por el arribo del oso panda ChíaChía, que llegó en un vuelo comercial desde Chicago.

(Sabríamos después que de Chicago se acarreó la mafia y las mañas más perniciosas de los Al Capone y compinches. ¡Solidaridad, compatriotas..!)

«La comitiva de recepción del panda estuvo encabezada por la directora del zoológico de Chapultepec, quien comentó que Chía-Chía viene a México para contraer nupcias con Tohuí, la osa mexicana».

(¿A contraer nupcias? ¡A violarla, a vejarla, a saquearla el tanto de seis años, a ensombrecerla todavía más, padrotillo esperpéntico, valido de la ocasión! Discúlpenme, y sigo.) «Chía- Chía fue transportado inmediatamente al zoológico de Chapultepec, donde fue colocado en un albergue aislado en tanto se aclimata y se acostumbra a sus nuevos compañeros…»

(Los que no se pudieron aclimatar ni acostumbrarse al nuevo plantígrado fueron Colosio, Ruiz Massieu, 400 y tantos perredistas y cosa de 100 millones de mexicanos.) Al dañero, años más tarde, se lo llevarían a Dublín, y ahora mueve el pandero político desde su cubil de Dulce Oliva. No lloro, nomás me acuerdo. Leí la nota del matutino, suspiré un par de veces que tengo ese don, les dije antes, me puse a reflexionar, y meditando en el destino del hoy sucesor de osos panda y de color gris, ala memoria me llegó, lamentoso:

«Aprended, pandas, de mi -que en este ostracismo estoy- que ayer presidente fui y hoy sombra de mí no soy…»

Mañana, pandas rapaces como la Primera Panda. (Con todo y sus asahagunes.)

Pero tenemos «democracia»…

Las masas se niegan a escarmentar. Una «democracia» nos impone el Sistema de poder, costosísima, que en cinco minutos y con tan sólo cruzar una papeleta nos otorga la facultad de elegir un proyecto de gobierno, pero que nunca, en ninguna forma, nos faculta para hacer que ese proyecto se lleve a cabo. De ejemplos, los gobiernos priistas y los que más tarde llegaron a reemplazarlos. Hoy es el gobierno de Enrique Peña en el Edo. de México, del que da cuenta la nota que apareció en Reforma del pasado martes:

Peña Nieto presume obras fantasmas. Presenta como logros obras que apenas (se) inician o del gobierno anterior. No cumple sus promesas.

Y yo les digo, mis valedores: candidas estas y aquellos simuladores, las masas y los políticos se dan a engañados, y se lamentan y se asombran de que el gobernador del Edo. de México deseche por ya inservible la escalera de promesas con la que logró encaramarse al poder, y se generen entonces noticias de esta ralea: «Dirigentes del PAN y el PRD condenan que el gobierno de Peña reporte obras en proceso como ya terminadas». Clama el perredista:

«Los compromisos del señor gobernador han sido en general incumplidos, basó su campaña en un exceso de demagogia, a sabiendas de la imposibilidad material para poder resolver los problemas del estado».

Y que para ejercer algún procedimiento contra el gobernador no existe el procedimiento, y «los exhortos son como las llamadas a misa». Sí, que en eso consiste la «democracia» que Fox no se apea de los labios, «democracia» que con absoluta falte de pudor nos mienta a todas horas de todos los días y con cualquier pretexto, sin que nunca explique a las masas en qué consiste la tal «democracia» que produce gobernantes como él mismo y como Peña Nieto.

Y es aquí donde se advierte el papel protagónico que en todo proceso electoral (electorero, deberíamos decir] desempeñan los medios de condicionamiento de masas, que así fuerzan a los posibles votantes a la desmemoria de los anteriores fracasos y al efímero fervor por este o aquel candidato no de nosotros, sino del Sistema de poder. A propósito, aquí la opinión del historiador Montanelli, citado por el periodista Federico Arreola:

«Cuando se acercan las elecciones la política entra en celo y los políticos se animalizan. Nada atienden que no sea el orgasmo electoral».

Y con ellos las masas, prodigio de una industria del periodismo que así manipula hasta la exaltación a unos votantes crédulos, que ya en plena exaltación hormonal, claman su adhesión por este o aquel candidato para que todos, a madrazo limpio (sucio), «se disputen a la hembra electoral» en esa liza política que tornaron herradero y corral, potrerillo y chiquero para morderse, patearse, forrarse de miércoles y violar lo que agarraron descuidado, todo al desfogue, el orgasmo, la compulsión por el voto que les de acceso a los comederos y bebederos del presupuesto. Las destemplanzas de los Fox y Peña Nieto que, apuntalados por sus fanáticos manipulados, se desbozalan a la brama por la querencia gubernamental. Por cuanto a los «medios».

«Las élites de poder los monopolizan para formar la opinión pública y legalizan ante la comunidad el sistema político para que no estallen con violencia los antagonismos de clase. Por ese medio las élites del poder económico y político logran los votos de apoyo de la comunidad mientras la excluyen del poder directo empresas, instituciones, gobierno. Hacen creer al pueblo que con su voto es el sujeto de todo, pero lo es el Sistema, y asi la democracia prometida con palabras nos estará negada en los hechos».

Porque cuando un sistema socio-económico no le da más que el proceso electoral, esa comunidad a la que consulta por medio del voto pero no le permite autogobernarse, tiene que darle lasensación de que, porque vota, vive en un sistema democrático. Mentira: «En los hechos nunca se supera la autocracia. Para que el pueblo crea en el espejismo de la democracia y entregue pasivamente la plusvalía, las clases dirigentes inventan ideologías populistas que juran gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo, y mucho le prometen, pero nada le dan». Así nunca las mayorías oprimidas podrán liberarse de las minorías opresoras. ¿Democracia?

«Para que la democracia sea verdadera (¡no eso que mienta Fox!) tiene que serlo política, económica y socialmente; debe basarse en la libertad y en la igualdad; ha de rendir tributo a la dignidad del hombre; propagar la cultura, la ciencia, el arte y la educación, siempre al servicio de la colectividad y no en contra de ella bajo gobiernos que usan la prensa, la radio y la televisión para desinformar al pueblo para perpetuarse en el Poder». ¿La solución? Organizarnos en células auto-gestionarias. ¿Así de fácil? Así de fácil, así de casi imposible con unas masas que se niegan a crecer, a madurar… (Seguiré con el tema.)

Ese trágico esperpento…

Novelista soy, mis valedores. Por achaques del oficio me aplico al estudio del ser humano desde ángulos sociológicos, psicológicos, fisiológicos, etc. lector por oficio, intento bucear en aguas profundas de personajes como Hamlet, Macbeth, Lear y Ricardo III, o tan esperpénticos como El Lazarillo, El buscón, La celestina, el diablo cojuelo o La picara Justina. Trágicos unos, esperpénticos los más, por ellos me asomo al tamaño de reacciones, pasiones y sentimientos desmesurados: amor y celos, odio y crueldad, avaricia, terror y las desbozaladas venganzas junto a la farsa, el astracán, el ridículo. Tales vidas y milagros tomo de espejo (distorsionado) donde mirar mi humana estatua e intentar la hazaña de conocerme, reconocerme, según la clásica exhortación del oráculo de Delfos que Sócrates tomó de divisa: «Conócete a ti mismo».

Conócete y busca la salud mental, que has de conseguir con arraigo, identidad, vinculación y varios otros elementos, uno de ellos imperativo: la trascendencia-, si no por lo que construyes, sí por lo que logres destruir. De lahumana necesidad de «no morir del todo» sirva de ejemplo cierto individuo que en Efeso practicaba el oficio de borreguero y, según calculaba su aplastante mediocridad, poco margen tenía de conseguir la tan anhelada trascendencia. Pero sí, la logró cabalmente, ¿y saben ustedes cómo logró trascender? La misma noche en que nacía Alejandro Magno, el borreguero incendiaba una de las siete maravillas del mundo: el templo de Artemisa, la Diana Cazadora. ¿Que si el borreguero logró a trascender? Búsquenlo por su nombre en todos los diccionarios y en todas las enciclopedias: Eróstrato.

Pero el estudio de lo humano no se reduce a los entes literarios o a los de la antigüedad: comienzay termina con seres reales del diario vivir, donde se incluye la fauna que gesticula en ese submundo del surrealismo y el esperpento que es la política del país. Uno de ellos observo, de la vida real, que reputo ala medida de la ficción, así para el drama como para la farsa, y que con holgura pudiese hermanarse con entes de la picaresca como con los condenados del Dante. ¿Es un ser trágico? ¿Un conchudo y baquetón? ¿Un inconsciente, un irresponsable? Porque el varón de vergüenzas en su nidal trae el pudor, la vergüenza y el decoro a flor de conciencia, y tiene en tanto su imagen y fama pública, que mucho se cuida de mantener en recato como salvaguarda de la propia dignidad, o cómo lo van a recordar cuando fallezca si es que no consiguen olvidarse de él. Y a esto, mis valedores, quería yo llegar: el presidente de mi país, ese personaje de nombre Vicente Fox…

Sus limitaciones en cuanto al estadista que requiere (hoy, hoy, hoy) el país, como aquellas de que no cumplió sus promesas de campaña y ha arruinado la política exterior al enemistar su gobierno con los de tantos pueblos hermanos mientras que su vida pública, nada edificante, despide tufillos de descomposición dentro de la vida familiar. Por cuanto a su disparatario personal, ese lo conocemos todos, que anda en boca de todos y todas las bocas lo escupen, tanto como las reiteradas evidencias de su incultura y zafiedad. Y es como para preguntarse:

¿Cómo entender al Fox humano? ¿Tanta insensatez cabe en un individuo, que así aporta a las masas renovados motivos de queja, desánimo, frustración y burletas? ¿Tiene conciencia de que la comunidad lo ha erigido como rey de burlas? ¿Es él quien se burla de la comunidad? ¿Es inmune a los aletazos de la humillación? ¿Tiene un formidable sentido del humor? ¿Lo tiene del ridículo? ¿Es un conchudo de siete suelas? ¿Cómo resiste la cargazón de un ridículo que que así le desgarra su fama pública? ¿Fuerza de carácter? De ser este el caso, ¿de dónde saca tal fuerza? ¿De su pura enjundia? ¿Del Prozac y demás pastillas tranquilizantes? Uno que no fuera Foxy en tanto las comunidades de aquí y allá lo señalan de insensato, ¿dónde ocultaría lacabeza? ¿Es Vicente Fox personaje trágico, o no pasa de ser uno más de los hilarantes protagonistas de la picaresca de rompe y rasga de mi país? Mis valedores:

Aquí dejo de teclear, miro hacia el frente y la mirada se me extravía más allá de esos árboles, de la ermita, de un firmamento gris, pizarroso. Mirando sin ver (viendo sin mirar), pienso y medito: sea el caso que sea, yo tengo la requemante sospecha de que a uno de la alzada de Vicente Fox no lo merecían las masas, no lo merecía mi país, no lo merecía yo, que nunca de los nuncas, ni por mal pensamiento ni por aviesa intención, voté por el susodicho. Pero achaques de la democracia burguesa, la liberal, la del IFE y su embustera y costosísima «llave de la democracia»: pienso, medito y de algo estoy cierto-, esta noche va a ser de insomnio. Y qué hacer, si las masas se niegan a madurar, y como adolescentes siguen e-xi-gien-do y forjando mega-marchitas, en lugar de, como adultos, asumir, ante esto qué diablos hacer con los de la alzada de Fox. (En fin.)

¿Infancia es destino..?

Corazón del barrio bajo, vivienda de vecindad. Hambre, incuria, abandono, promiscuidad. Y aquella corazonada…
No fue más que eso, mis valedores, un presentimiento, pero ya desde entonces supe que aquel adolescente iba a terminar mal, como en tiempos recientes lo he comprobado. Yo lo observaba hace décadas y meneaba la testa: «Ese desdichado va a rematar mal: en secuestrador, narcotraficante, policía». Resultó peor. No me equivoqué, lástima. Peor de lo que temía resultó ahora que ya es un viejo entrado en años, kilos, decrepitud, flacidez, desvergüenza, impudor; uno que ni la gracia ha mostrado de envejecer con dignidad.

¿Culparlo de su actual degradación? No soy tan drástico, tan radical, si considero cómo ha transcurrido la vida del infeliz, de la cual es la hechura lógica, y su degeneración un resultado previsible. Porque vamos a ver: su vida de adolescente: un cuarto de vecindad. Desamparo. Orfandad descobijada de un padre, una madre o algún familiar que viera por él en materia de afecto, ternura, amor, guía, consejo. Nada. Valimiento de padres no conoció, pero sí, en cambio, los rostros desencajados del hambre, la necesidad, y aquellos amaneceres del fogón apagado, y aquellas noches del estómago vacíos, y el jergón inhóspito frente a cualquier amago de sueño, de sueños…

Suyos fueron la soledad, la desesperanza, la falta de un futuro, de una esperanza, así fuese en cuarto menguante. Como animalito mostrenco transcurrieron sus años primeros en aquella vecindad, en la vecindad de seres tan negativos (por zafios, agresivos, egoístas) que más acentuaron los tintes oscuros de su existencia de solitario. Porque esos fueron los habitantes de la vecindad: palurdos todos, agresivos por insensibilidad, síntesis de la mediocridad, la incomprensión y la incapacidad de valimiento. Con los tales convivió a todas horas, y de todos recibió sólo violencia, rechazo, burletas y zafiedad. ¿No iba a terminar como terminó, en cortesano y servil? Pero no, que lo dice el filósofo: el hombre se prueba con el obstáculo, del cual sale aniquilado o robustecido. Cuestión de temple.

¿Qué llevó al de marras a envilecerse de viejo, cuando el humano se pone a reflexionar en asuntos del espíritu, en la trascendencia y la Gran Interrogante? ¿Sería una educación deficiente, que impartía un profesor tan bonachón cuanto ineficiente? ¿Los condiscípulos, cabezas de piedra que rechazaban todo lo que oliese a instrucción, guía, principios morales y de cualquier otra índole? ¿Serían los tantísimos golpes en la cabeza que le asestaba la frustración de un vecino ruin, pequeñajo, y sobrón? ¿Tantos golpes me lo atontarían? ¿La falta de alimento, la sobra de soledad? ¿El desamparo? ¿El haberse criado como falderillo sin dueño, al que cualquiera se cree con derecho a propinar puntapiés? ¿Una absoluta carencia de valores, de principios, de convicciones? Su orfandad, ¿también en el plano de la ciencia política? Su destreza para culimpinarse y besar los zancajos del de más arriba, ¿resultado de su patética niñez? Misterio. El indigente de ayer es hoy el ahijado de la fama,el dinero, la posición social. ¿Tenía la necesidad de arrastrarse a lo servil y lamer las botas del prepotente? Ah, los misterios del ser humano…

Del tal observo en la foto (Reforma) su aspecto para mi levemente repugnantón: tan grueso de vientre como ñengo de zancas, en su ejercicio de servilismo aún se atreve a sonreír, aún tiene el descaro de mirar de frente a la cámara que captó su efigie de lambiscón, y antes de ventosear el lugar común del «granito de arena» dibuja el cuché de la Ve de la Victoria (índice y medio) mientras, sentado a dos nalgas, mira la cámara a lo desfachatado para luego ventosear por la boca unos desatinos que, al leerlos, me produjeron la pestilencia de un cuesco muchas horas atorado en el grueso, el intestino. A ustedes, mis valedores, ¿qué efecto les producen las declaraciones que el pasado jueves arrojó, diarrea nauseabunda, este tal Roberto Gómez Bolaños? Sí, por supuesto, el mismo que comenzó exitosa carrera de cómico y escritor en la serie de televisión como el personaje de El chavo del 8.

«Ha tenido fallas, pero no se comparan con las de los anteriores. Estoy orgullosísimo de haber ayudado con un granito de arena a la campaña, es el mejor Presidente de México en los últimos cien años».

¡Esto, porca miseria, en alusión a Vicente Fox! ¡A Fox, nada menos! ¡Nada menos que a Fox! ¡Los últimos cien años! ¿Conocerá el menguado chavo la historia de este país? Porque en su boca de lambiscón Fox nos resultó mejor estadista que Lázaro Cárdenas; ese Fox cuya gestión presidencial corre en desventaja frente a la del Nopalito Ortiz Rubio. Ah, los serviles…

¡Y no te doy otra nomás porque…! Y la vocesita mensa, fingida, del futuro lambiscón: «Es que no me tienen paciencia». (Dios.)

¡Abominación..!

Tras 10 años de noviazgo, Elton John y su novio David Furnish se casan en el mismo lugar que Camila y Carlos. – Reforma, 21 de dic. 2005.-

Con este documento intentamos iluminar a los políticos católicos y darles líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana.

– El Vaticano, contra la legalización del matrimonio homosexual-.
El Vaticano, mis valedores, ese demoledor: «La condena papal ha aumentado las críticas a la decisión de Ottawa de autorizar las bodas gay y amenaza el futuro de la ley respectiva». Del tema muchos y en muchos «medios» han opinado, pero qué comentario mejor que este de un homosexual que por añadidura reside en Canadá: José Francisco Gilberto Escobedo:

«Este país presenta el problema intestino de si se nos confiere el derecho de casarnos en matrimonio o no a los homosexuales y a las lesbianas, asunto de importantes consecuencias para nosotros, nuestros hijos y la sociedad en general, pues ponernos en igualdad no gusta a las iglesias ni a las religiones y a las sectas quienes se encargan de ponernos en calidad de parias.

Hoy en el Canadá hay la probabilidad que se nos confiera el matrimonio a los homosexuales, yo creo que se nos da pues es ya una institución que está en franca decadencia esto es que pierde importancia, al menos
en los países boreales debido a que, cada vez es menor el número de la gente que se casa y, por contrapartida, cada vez es mayor el número de las parejas que se unen en concubinato o amasiato. Así y todo el matrimonio sigue siendo importante por su poder de reconocimiento legal, político y social.

Son ya algunos milenios que las religiones monoteístas, milenarista y mesiánicas nos condenan y tildan de anormales y enfermos; por ello se nos odia y se nos persigue (en general a los enfermos no se les persigue para matarlos ni se les odia); el origen de este odio llamado homofobia son mitos, ideas y creencias de las religiones monoteístas, milenaristas y mesiánicas, las que finalmente no tienen base científica alguna pero que el ochenta por cien de las culturas del mundo validan como genuinas y verdaderas.

En un país pobre no es visto igual un hombre soltero(n) que un hombre casado, el hombre casado evidencia su virilidad, su potencia sexual la que como en toda especie animal lo presenta en preeminencia, lo posiciona en superioridad de los enfermos, los jóvenes, los viejos y los menos fuertes de su misma especie.

A la mujer casada se le presenta como virtuosa pues es la paridora de robustos bebés que van a nutrir las sociedades, las que por cierto hoy están sobrepobladas a niveles delirantes al grado de ya haberse perdido el control en muchos casos dicho sea de paso.

El matrimonio es una institución sagrada entre un hombre y una mujer y no transigirá en la cuestión del matrimonio entre homosexuales

(Scott McClellan, de la Casa Blanca)
En la realidad en la antigüedad se concibió la homosexualidad como una práctica sexual más, hoy se le considera como fuente de debilitamiento de las sociedades y el inicio del fin de éstas, la causa es muy elemental: el ser pasivo se cree que siempre es la mujer y como físicamente en general la mujer es menos fuerte que muchos hombres y de menor tamaño hablando de estatura en sistema métrico decimal y, además que su miembro viril está atrofiado pues sus erecciones son flebes pues, se cree que si el hombre juega el rol de pasivo se deviene flebe y por ende pierde valor, pues pierde la erección y como consecuencia lógica ya impotente no engendrará bebés tan aparentemente necesarios para nutrir los países, en la realidad el matrimonio nació en el tiempo pasado como una estrategia política para poblar y controlar los reinos.

El argumento es poblar y con el matrimonio se fomentaba antes la reproducción pues, con las infinitas guerras era necesario engendrar guerreros que reemplazaran los padre y abuelos muertos en campañas militares; hoy siguen siendo fuertes China e Iberoamérica por su enorme población que invade los EEUU y otros países, pero si antes era una fuerza la población hoy es un galimatías que nadie puede parar y por ello la gente de esos países emigra por no decir huye. Hoy se sigue temiendo a la homosexualidad, se sigue creyendo que es la decadencia de las sociedades por el temor de que baje el ritmo de producción: en la realidad ya no es tan cierto eso pues si bien la mitad de los homosexuales se siguen casando y teniendo hijos, también lo es que las parejas homosexuales y lésbicas también los tienen o los adoptan, con la explosión demográfica ahora venimos a resultar más benéficos a las sociedades que maléficos. A eso obedece que los gobiernos ya no ven con tan malos ojos el matrimonio homosexual». (Seguiré con el tema.)

Yo, que esto escribo…

Aquí y ahora declaro: para mí, Vicente Fox es el estadista que requiere el País. Recio defensor de la soberanía nacional, enfrenta las medidas lesivas de la Casa Blanca para el indocumentado y, cumplidor de sus promesas de campaña, ha hecho efectivo ese «cambio» que en su campaña prometió a los mexicanos.

A su conducta personal no se le pudiese enderezar reproche alguno. De él no sé que continúe casado legalmente con la señora Lilián de la Concha. Cuando se desposó con su cónyuge actual nada le impedía ni legal, ni moral, ni religiosamente el casamiento en segundas nupcias. Que se le tachase de bigamo me repugna. Tocante a su patrimonio personal: para mí nada existe de turbio en Tamarindillos ni prestanombres, ni hay bienes raíces ocultos ni remodelaciones de ranchos con financiamiento de dineros públicos.

Por cuanto a la honorable Marta Sahagún: hasta donde yo sé, la señora es una excelente católica. De dicho y obras. Cuando contrajo matrimonio con Vicente Fox no existía impedimento religioso de ningún tipo. Rechazo que la señora pudiese sacar ventaja de una circunstancial y efímera posición de poder para enganchar la complicidad de unos representantes del clero católico para mí integérrimos como lo son Norberto Rivera, Onésimo Cepeda y Marcial Maciel, esos profetas del evangelio que viven cada día de la doctrina que predican, sobre todo en lo que se refiere al buen ejemplo («dejad que los niños», al César lo que es de Dios) y a habitar, como su maestro jesús, en la almendra de la pobreza. Para mí Su Ilustrísima Cepeda es parigual del «poverello» Francisco de Asís. Con reverendos de ese calibre en calidad de valedores, el matrimonio de doña Marta Sahagún y Vicente Fox es impoluto en lo moral, lo civil y lo religioso. Bien aplicado, a fe mía, el tratamiento que en los Estados Unidos (mexicanos) se le confiere, de «Primera Dama».

Por otra parte, y hasta donde yo sé, la señora Marta nunca ha caído en descrédito alguno ni por delito alguno debería responder ante la Justicia, esa que (honor a magistrados del fuste de Azuela Guitrón) se aplica fielmente en México. La señora Marta mantiene incólume su buena fama de persona intachable, nunca involucrada en la corrupción lucrativa e impune porque nunca ha recurrido a su posición familiar para beneficiarse económicamente ni enriquecer el patrimonio familiar de toda su parentela. ¡Vamos, México, que la señora nunca ha generado escándalo ni el desprecio popular porque su figura pública se hubiese encenagado aquí y de fronteras afuera! Yo rechazo, además, que se haya visto involucrada en escándalos donde salgan a relucir lujos, joyas, derroches de nueva rica que serían vejatorios para un pueblo ya empobrecido por toda la corrupción impune de sus operadores públicos. No me consta que ella padezca el desbozalado protagonismo de los mediocres, esos que sabiéndose insignificantes, al impredecible coletazo de la fortuna utilizan su retazo de poder para, a lo oportunista, atraer todas las candilejas en el lucimiento personal. La señora Marta es prudencia, ponderación, decoro personal y recato, como cuadra a una «Primera Dama». ítem más:

Yo a los hermanos Fernando y Manuel Bribiesca Sahagún no les reconozco negocios ilícitos, ni en modo alguno me consta que se hayan beneficiado con el tráfico de influencias de su madre (que entonces no la tendrían) para redondear con PEMEX, INFONAVIT y otros organismos públicos una riqueza ilícita fincada en contratos ventajosos, que serían ventajistas. ¿Que a Manolo su fortuna le alcanza para avión propio? ¡Mentira! Una comunidad adulta como es la de México no lo permitiría. ¿Que en este país las leyes han sido emasculadas para beneficio de sinvergüenzas de la talla de los Sahagún? ¿Que unos jueces aún más emasculados permitan la impunidad a esa cáfila de predadores? ¡Imposible! De permitirlo, el pueblo de México sería su alcahuete. Pero no, imposible; yo conozco a los mexicanos, y tan orgulloso estoy de ellos como del propio Manuel Bribiesca Sahagún…

¿Paidófilos en mi país? ¿ Cuáles paidófilos? ¿Pederastas? ¿En dónde? ¿Proxenetas? ¿Para qué proxenetas? En este país los maquiladoras no precisan de sus servicios, ni la conducta personal de los industriales de la mezclilla merece reproche ninguno de ningún periodista como de ningún escritor. Entre los jerarcas de (la) mezclilla no existen sicópatas ni desviados sexuales, ni explotan a sus empleadas, y menos a las menores de edad. Varones de pro son los de la mezclilla. Lo afirmo y firmo para constancia. Mis valedores:

Después de la presente declaración de fe estoy bien seguro de que yo, a diferencia de Lidia Cacho, colega mía, sí dormiré esta noche el sueño de los justos (de los justos que no padezcan insomnio). De aquí en adelante, con tan sólo mantener amansada a la jauría de bribiescas y sus ashagunes, noche por noche, descansaré a gusto, sin el temor de descansar en paz. (Vale.)

Si yo nunca muriera

De pronto salimos del sueño – sólo venimos a soñar – no es cierto, no es cierto – que venimos a vivir sobre la tierra…

Con la desalentada filosofía del rey poeta Nezahualcóyotl y reflexiones en torno a la fugacidad de la vida que a su hora han formulado poetas de la hondura y reflexión de Ornar Khayyam y Manrique, aquí entrego a todos ustedes, al igual que cada fin de año por estos días, este mi mensaje de fin de año que se nos torna tradición, y que procura interrumpirles el ritmo desalado de las fiestas decembrinas con la secreta esperanza de que a alguno sea de provecho con la meditación de lo efímero de tales festividades dentro de la fugacidad de una vida que se nos huye en estampida para nunca más. Y qué hacer. Clama, a su Hacedor, un abatido Job:

Tus manos me hicieron y me formaron – ¿y luego te vuelves y me deshaces? – Acuérdate que como a barro nos diste forma – ¿Y en polvo me has de volver..?

Mis valedores: el cuerpo todavía fatigado después de la celebración navideña, y estragado todavía el gaznate por el regusto a festividad y derroche imprudente, y una vez que a regocijos y litros de alegría embotellada se habrán deseado felicidades y parabienes para el año que está ahí nomás, acechando tras lomita, ¿me permiten, como cada año por estas fechas, que desentone del ánimo colectivo y los invite a frenarnos el tanto de un suspirólo para reflexionar sobre el tiempo que pasa para nunca volver? Por desdicha…

El hombre nacido de mujer – corto de días y hastiado de sinsabores – sale como una flor y es cortado – y huye como la sombra y no permanece…

Mis valedores: estamos a la vuelta de un año más, que a la hora de hacer las cuentas resulta que fue uno menos. Contradictoria, la aritmética de nuestro humano existir. Andamos, dos o tres de nosotros, doblando ya el Cabo de Buena Esperanza, o casi. Será por eso que, al menos de forma inconsciente, alienta dentro de nosotros la sentencia inmortal de Manrique:

Nuestras vidas son los ríos – que van a dar a la mar – que es el morir…

¿El por qué de mi ánimo ceniciento, cuando todo en derredor es el tiempo de júbilos, azucarillos y aguardiente? Será, tal vez, porque a algunos se nos quebranta el ánimo, se nos resfría con la certidumbre de que vivimos en el cogollo de lo fugaz, lo finito, lo perecedero; de que existimos en la sustancia misma de nuestra muerte propia y particular, intransferible, a la que vivimos alimentando día a día con el tiempo de nuestro cotidiano existir. Será por eso. Job, su clamor dolorido:

Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor – y fenecieron sin esperanza…

Acá, en el otro polo del mundo, Nezahualcóyotl : ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? – No para siempre en la tierra – Sólo un poco aquí – Si yo nunca muriera – Si nunca desapareciera…

¿No es verdad, mis lectores de METRO, que tal sentimiento de lo finito y lo transitorio; que semejante sensación de errabundaje y romería, viene a depositar al cabo del año y a principios del nuevo, en el ánima del ánima, un regustillo así como que a ceniza, a terral, a aliento de despedida apenas postergada? Pero bueno, qué hacer con esta tristura que se nos aposenta aquí, miren, en lo más blando de una corazonada, por cuestión de este otro año que se nos ha ido para nunca más. Y qué hacer. Mis valedores:

No por estropearles su gusto, sino porque lo miro correr a lo desalado rumbo a ninguna parte, hoy invoco para ustedes la voz de algunos poetas filósofos que, de repente, perciben el aletazo del tiempo que pasa para nunca más retornar; voz que es sabiduría quintaesenciada que provoca serenidad y quebranto machihembrados, y un como regustillo a lejanía y desprendimiento del ánimo bien dispuesto en el final de un año más, que afín de cuentas vino a ser uno menos. Tiempo que pasa dije antes, y por tacharme de equivocado, de siglos atrás me llega la décima anónima:

Si quiero, por las estrellas – saber, tiempo, dónde estás – miro que con ellas vas – pero no vuelves con ellas – ¿En dónde imprimes tus huellas – que con tu rastro me doy? – Mas ay, qué engañado estoy – que giras, corres y vuelas – Tú eres, tiempo, el que te quedas – y yo soy el que me voy…

O aquel sabor de amargura en el villancico que entonamos apenas la medianoche del pasado sábado:

La Nochebuena se viene – La Nochebuena se va – y nosotros nos iremos – y no volveremos más…

Dije a ustedes ayer: es más tarde de lo que suponemos, créanme. A vivir. Qué más. (Qué mejor.)

Cenizas que el viento dispersa

Habrás de morir, no soñarás más, y los gusanos de la tumba se disputarán tus despojos…

Muy cierto, y como defensa no utilices tu mucha o tu poca edad. Reflexiona, mejor, en tu tiempo de vida, en el grado de intensidad con la que vives hoy día y el provecho que día con día obtienes a nivel de espíritu. Para tan loable ejercicio qué tiempo mejor que el presente, cuando se nos fue de las manos, para nunca más, un año más, que se nos tornó uno menos. ¿Me permites, a propósito, las siguientes reflexioncillas? Porque hoy, a fines de un año y a comienzos del siguiente, es más tarde de lo que piensas, créemelo…

El calosfrío del tiempo que pasa. El aletazo de un tiempo de vida que se nos fue para no volver, y que en los espíritus sensibles provoca esas vagas tristuras en la medianía del comelitón y los brindis. Uno anda por estos días cargado de vagas melancolías, con el ánimo encogido a la meditación del tiempo que nos enfrenta, a querer o no, con la Gran Interrogante. Yo, entonces, me di a leer al filósofo de la brevedad de la vida, el absurdo de los afanes terrenos y la fugacidad del placer. La amargura, sí, el fatalismo y la exhortación a vivir cada día en el cogollo de cada minuto. ¿El poeta? Omar Khayyam…

El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, los animales y las flores: sombras. El resultado de tu perpetua meditación: nada…

La poesía del persa Khayyam, agridulce, se nos entrega desnuda de galas, directa, el puro hueso y el fatalismo, que para el filósofo del desencanto y la sensualidad machihembrados no existe más placer que el de los sentidos, ni más vida que la del instante: que, en derredor, la naturaleza sigue su curso, muy por encima de nuestros dramas personales, tan pequeñajos, y la angustia vital ante el tiempo que pasa: que es vano empeño la rebeldía ante el dolor y la muerte; que no nos resta más recurso, acá abajo, que exprimir el zumo de la vida y la sangre de la uva, y existir dentro de la almendra del instante, y no más; que a manera de las mejores voces del Siglo de Oro español, la existencia del hombre acá abajo no es más que sueño, polvo, sombra, olvido. Nada, pues. Soñemos, alma, soñemos, dice Segismundo entre dientes, y el mexicano:

¿Para qué contar las horas? – No volverá lo que se fue, y si lo que ha de ser ignoras, -¡Para qué contar las horas! – ¡Para qué..!

En fin. El Rubaiyat constituye toda una sucesión de conceptos filosóficos hermosamente armados en el molde del poema donde Khayyam alude a esos elementos que desde siempre y hasta el último día serán preocupación de lo humano: el tiempo en cuanto demoledor de la vida y los goces de los sentidos que, aunque efímeros, son el único medio de lograr el espejismo de
vencer al tiempo, a la muerte, a la eternidad.

Si yo nunca muriera si nunca desapareciera…

El Rubaiyat: poesía pura, que es decir la más alta expresión del espíritu; aportación a la cultura universal de un ser extraordinario, de una inteligencia viva y sutil, de un soterrado sentimiento y una exacerbada sensibilidad; de un poeta que crea su poesía -filosofía del fatalismo, pagana religiosidad en la entraña de una civilización de refinamiento y decadencia, la de Persia de mediados del XII; de un poeta apasionada, visceralmente vivo, creador de una obra que es hoy día nueva y deslumbrante, de acentos desesperados.

Que Omar Khayyam era un sabio versado en matemáticas y astronomía en ciencias filosóficas y otras disciplinas. Que para algunos el poeta no pasa de ser «un degenerador de toda creencia moral, místico sólo en apariencia, disipado en realidad, que mezcla a la blasfemia el himno místico». Válgame.

La vida no es más que un juego monótono en el que estás seguro de ganar dos cosas: el dolor y la muerte…

Esto leyendo me da por pensar en Job, porque cuánta desesperanza se advierte en tales conceptos, cuántas ansias de permanecer, cuánta zozobra mal sofrenada por la se renidad que da la sabiduría: cuan desalentada búsqueda de la verdad y qué apasionado inquirir sobre el sentido de la vida que se nos escurre para nunca más. Esto, mis valedores, es el Rubaiyat: un tratado poético de moral y metafísica y filosofía en donde Khayyam expresa su visión muy particular de la vida y la humanidad; de las exigencias del destino y de las humanas rebeldías, tan magníficas cuanto ociosas, a fin de cuentas…

Embébete bien de esto: un día tu alma caerá de tu cuerpo, y serás empujado tras el velo que flota entre el universo y lo cognoscible. Mientras tanto…¡sé dichoso! No sabes de dónde vienes. No sabes a dónde vas.

Y este estremecimiento… Tú, yo, todos, a vivir. Qué más. Qué mejor. Vivir, que es más tarde de lo que supones. Y el aletazo del tiempo… (En fin.)