Figuras de arena

¿Y eso? ¿Qué ocurrió aquí? Asombro en sus ojos, el viajero observó el desastre en la explanada. Y qué de golpes, desgarros, descalabraduras, rosetones de sangranza. Los despernancados con dificultad se alzaba y, entre rezongos y altisonancias, se volvían a agrupar y, rictus de esfuerzo y dolor, se preparaban, lloraderas de sangre y sudor, para la nueva embestida contra sus verdugos. El viajero los encaró:

– ¿Golpeados otra vez? ¿Como hace un año por estas fechas?

– Madreados, qué les parece Gases, toletes, violación de compañeras. Ah, pero si los del Barrio Alto creen que nos han derrotado, todavía no conocen el temple de todos nosotros, los habitantes del Barrio Bajo. Si creen que por tres docenas de golpes abandonamos la lucha, están muy equivocados.

– Así que golpeados otra vez…

Como hace un año, cuando el viajero se los vino a topar en esta misma explanada y con estas mismas descalabraduras, estos huesos astillados, semejantes rostros tumefactos.

‘Pero golpeados por quiénes, golpeados por qué», les había preguntado, cuando en su viaje pasó por aquí «Quiénes, por qué».

– ?iganlo, cómo se ve que es fuereño.

¿Pues quiénes iban a ser, si no los aborrecibles vecinos del Barrio Alto, sobrones y prepotentes dejaran de ser.

– Pero no te la calientes, me refiero a la sangre. Hay una justicia allá arriba, mira.

– Allá arriba madres. La justicia nos la estamos haciendo nosotros, justicia de hombres enteros. Si ésos creen que toletes y gases nos van a hacer recular en nuestros derechos, están muy equivocados. Apenas nos reponemos de la madriza, pero ya estamos organizándoles otra mega-marcha multitudinaria, para que sepan de qué lado está el poder.

El viajero, hace un año, se había atrevido a preguntan «¿Cuál es el motivo de la marcha, si se puede saber?»

«¿Cómo de que cuál? ¿Pues qué, no le llega el hedor? Son las aguas negras del río, mire. Limpias y cristalinas desembocan en la acequia que cruza todo el Barrio Alto, pero sus habitantes desde hace qué tiempos las vienen contaminando con sus desechos. Ya en calidad de aguas negras vienen a desembocar en nuestra acequia del Barrio Bajo, ¿se imagina? Noche y día el hedor, y los virus, microbios, mosquero y enfermedades. Aquí a mi pariente apenas ayer se le amansó la cursera.

«Lástima, porque el primer toletazo me la volvió a encabritar».

El viajero, entonces, había protestado: «¡Pero eso de contaminar las aguas es grave!»
«Por eso mismo la mega-marchita. A los móndrigos del Barrio Alto fuimos a exigirles, a demandarles, porque ya no estamos dispuestos a seguir aguantando que nos emporquen el agua del río.

«¡Contaminar aguas vivas va contra la ley!» – protestó el viajero. Esto, hace un año por estos días.

«¿La ley? Cuál ley. La ley la hacen, y a su mera medida, los del Barrio Alto. ¿Por qué cree que nosotros nos la andamos haciendo con nuestra propia mano, me refiero a la justicia? Para eso los del Barrio Bajo organizamos año con año las mega-marchitas, para exigir el respeto a nuestros derechos».

«Mega-marchitas nada más?» -el viajero.

«Mega-marchitas nada más, pero qué mega-marchitas. Nuestros estrategas de lucha nos la organizan pero que bien canelonas. Mire nomás cuántos nos reunimos esta vez».

«¿Y desde cuándo se iniciaron las marchas contra los del Barrio Alto?»

«Desde que comenzó el hedor. Hedores y mega-marchitas, mega-marchitas y hedores. A los del Barrio Alto no los dejamos en paz».

«¿Con mega-marchitas han logrado que les purifiquen el río?»

«?iganlo. ¿Pues qué no lo está oliendo, señor?»

«Y aún así, ¿todavía creen en la eficacia de las mega-marchitas? ¿No las habrán tomado, de ser un medio, como un fin? ¿Aún tienen alguna eficacia?»

«¿Y cómo no la van a tener? ¿No fue a pura punta de mega-marchitas como conseguimos que nos echaran fuera del tambo a los compas que cayeron luego de la mega-marchita anterior? ¿No fue a puras mega-marchitas como conseguimos que los otros pueblos supieran de nuestra lucha y nos manifestaran su solidaridad..?»

El viajero, entonces, y esto ocurrió hace un año: ‘Pero a fin de cuentas la limpieza del río, propósito principal, ¿se ha logrado?»

‘Ya no le hagan caso al preguntón Y órale, a juntarnos todos, porque..
(Eso, mañana)

Me mostraba el trasero…

Los gatos del vecindario, que han convertido la azotea de mi habitación en lisa nocturnal de terrorismo, guerrilla, idilios, retozos, batallas de amor y batallas de muerte, con trepidantes orgías de sexo que se desfogan a bufidos, gemidos, pujidos, maullidos, mordiscos, rasguños y altisonancias en su idioma felino. Estremecedor, por humano. Yo, en el camastro, bilis desparramada y ardorosos los ojos. Así hasta el amanecer…

Al primero que apareció en la azotea, renegrido gatazo de pupilas fosforescentes, el Ariel y su padre (de Ariel, no de ustedes), lo desterramos. Y es que cada mañana qué naufragio de cocina: la alacena saqueada, hociqueados los guisos en ollas, cazuelas y cacerolas, y el territorio marcado a chisguetes de orina como lo marcan los cánones. En el pretil de la barda el depredador, ya en retirada estratégica. Lo miraba, me miraba, lo espantaba, me mostraba el trasero, y meneándolo se alejaba sin prisa. Yo, trémulo: «Hacer algo, y pronto, mi hijo. Llamar a los judiciales».

– Cómo crees. Cuánta orina puede almacenar la vejiga de un gato que ni es dipsómano ni cervecero. ¿Te imaginas al judicial, que en competencia con el felino delimite a chorros su territorio? No, tengo que atrapar al negro ese.

Lo atrapó. Mucha paciencia, pero lo capturó, enjauló, trepó al BMW (al volks. cremita, más bien), y hasta los muladares de TV Azteca, aquí cerca. Final feliz. Para festejar mi noche de paz, noche de amor -solitario-, me embroqué mi camisón color plumbago, corazones magenta y cocolitos fosforescentes y… no acababa de acomodarme en el catre cuando friégale, aquel maullido, tesitura de tenor (el prieto es bajo profundo). El nuevo faraón de la azotea convocaba a su corte de hampones, y al rato el hirviente caldero de mara salvatruchas en pleno hervor. Yo, helado: «¡Arieeel…!»

Qué noches. Todo era -es- depositar mi venérea cabeza en la almohada y ya andaba -ando- vagando por los hechizadas regiones donde los sueños florecen de genios propicios, hadas madrinas y encantadas princesas. Yo, encantado. (Tu ahí, entre todas única) Ah, mágico mundo. Y entonces: ¡tíznale! Trompeta del juicio final, el pregón del canelo me los pone de punta, y ya cuál felicidad, cuál hada Pura madrina «Arieeel…!»

Subimos a la azotea y en el pretil de la barda el animalazo que ante la runfla de malvivientes mirábame, y con los ojos me retaba «¿Qué? ¿Soy o me parezco? Me ves y sufres, güey». «Más vas a sufrir tú cuando te mande al exilio, felón». Allá lo mandamos y, noches después a sus sucesores. Esfuerzo inútil. «No entiendo. Uno, anulamos, pero otro ocupa su lugar. No entiendo».

– Porque no aplicas la teoría política (Lámpara en mano, a la azotea). Mira el gatazo que se asoma al pretil. Cara de rapaz, de ladrón de jocoque y de alacenas mal cerradas. ¿No lo reconoces?

– No, pero con qué ganas le acomodaría un buen madrazo.

– Madrazo, sí, lo reconociste. Y el güero dientón que no te despega la vista ¿Sabes qué te está diciendo? «¡Cállate, chachalaca!». ¿Lo identificas? Y el de los maullidos rispidos, ofensivos, fofo jetón, cara de tortuga guajolotera, bolillo relleno de tamal, mediocre irredento. Si, Fecal. Y esa gata..

– La reconozco. Graciosona, coqueta de lindo mirar. Patricia Mercado.

– No la confundas, ella es honrada Esa es la que nos viene robando la mantequilla de la despensa ?yele el maullido ridículo: «Vamoz, México». Los demás son todos los demás: los Bribiesca Sahagún, los Aldana y Romero Deschamps, los Salinas y Hank, la ralea de Montieles, el Gato Marín (no el portero, el «gober»). Con tales maullidos de los politiqueros, ¿cuándo calculas que podrías dormir en paz? Bajemos, no aguanto el hedor de sus meados.

Me tendí en el catre, intenté dormir. Insomnio. Y qué hacer. ¿Qué hacer? ¡Eureka! La solución. Otro día, el veterinario me vendió, carísimo, un gatazo con facha de mascafierros, 1.90 de alzada, botas vaqueras, bigotazos de toreo pulquero. Y ándenle, que esa noche, con un amago de remordimiento por la suerte que correrían los bergantes, a la azotea Abro la jaula sale el barcino, bufa, se esponja frente a la mafia, y el corredero. «Dios los haya perdonado», me santigüé imaginando lo que les iba a ocurrir. Y a dormir en paz. ¿Dormir? Cómo, si en la azotea, escándalo escalofriante, el vengador hacia trizas de mafiosos. Terminado el escarmiento, quejidos, pujidos y chillidos nos hicieron trepar y… «¡Rápido, mi hijo, llama al veterinario!»

El se hizo cargo de mi vengador, herido de aquí, rasguñado de allá, vaciado, de su entrepierna «Tiembla mucho, doctor». «Hasta usted temblaría ¿Ve acá? Sangre y heces. Cuántos serían los violadores». Algunas, por suerte, eran hembras, que nomás lo mearon, mordieron, escupieron, y entibiaron para la masiva violación. Quezque vengador. Y tan gallito que parecía Pero nomás con Chávez, al parecer. (Lástima)

La letra, ¿sólo con sangre..?

El Día del Maestro, mis valedores. Digo Día del Maestro y evoco personajes de la docencia como Elba Esther Gordillo y Misael Núñez Acosta ?l está muerto a estas horas. Rematado a balazos. ¿Los asesinos? Hoy, un cuarto de siglo después, el misterio persiste. Es México. Ella, personalidad turbia y polémica a la que algunos atribuyen la autoría intelectual del asesinato, está a estas horas vivita y grillando en contra de Roberto Madrazo y a favor de Vicente Fox.

La figura de la Gordillo, mis valedores, se advierte tiznada por el estigma de traidora Al gremio, al PRI, a todo. Pero no sólo traidora, no únicamente arribista y enriquecida a lo inexplicable: las manos de la «lideresa moral» del magisterio chorrean de toda la sangre que por intereses mostrencos se ha derramado en los campos del magisterio, como la del propio Núñez Acosta en enero de 1981. En la última intervención pública de aquel Carlos Jonguitud, que fue «líder moral» del sindicato de maestros y cabecilla de la que fue nefasta «Vanguardia Revolucionaria», así sintetizó su acusación contra la Gordillo:

– Yo vi a esa mujer en condiciones de miseria Eso de que su abuelo le dio millones son vaciladas como para Ripley. En la lucha, ésa es capaz de muchas cosas…

El, de inmediato, junto con la Gordillo, sobre la muerte de Núñez Acosta fue investigado por una Fiscalía Especial Para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado,título tan extenso como la impunidad que propicia ¿Y? Año con año, durante lustros, militantes de organizaciones como la Coalición de Colonos de Tulpetlac rendían homenaje al «caído en defensa de los pobres», y gritaban su repudio al entonces cacique magisterial Jonguitud, a quien señalaban como protector de los autores materiales e intelectuales de un crimen que hasta hoy permanece impune. ¿Y? Ya entonces se mentaba ese nombre que tanto sugiere de negativo y funesto: Elba Esther Gordillo, profesora mexicana.

Del tema comentábamos en la tertulia de anoche. Después de la discreta celebración con que al él y a mí nos agasajaron los contertulios, y aún en el plato media tajada de pastel (chocolate, por supuesto), habló el maestro:

– Si los profesores disidentes quieren material para su denuncia ante la fiscalía, ahí está ese crimen perpetrado en el paraje Agua de Berros, Oaxaca, hace 11 años, cuando fue asesinado el campesino Esteban García Martínez, testigo clave en el homicidio de la profesora Concepción Ríos Casimiro, ocurrido 2 años antes. Fue también secuestrada Margarita, de 5 años de edad e hija del sacrificado, como represalia porque el susodicho colaboró con las autoridades para esclarecer el asesinato de la maestra Tiempo después, la niña seguía desaparecida.

(Silencio. Quedo, en el aparato, Bach.)

– Tenemos el caso del profesor Vicente Amaya Hernández, asesinado por 5 pistoleros en Pinotepa Nacional, Gro., horas antes del Día del Maestro, como habían dado muerte al Profr. Cenobio Fito López y secuestrado al mentor Modesto Patolzin. En Oaxaca también, y también caciques los victimarios, el crimen del Prof. Alejandro Martínez Delia fue perpetrado en 1990. Hoy continúa impune.

(La Beba, arrullándose en las piernas de la Lichona)

– El maestro Manuel García Spencer fue asesinado en Culiacán, Sin., en 1990, donde años más tarde y en sólo tres meses de 1996, se registraron los asesinatos de Fausto Quintero Becerra y tres maestros más.

La Beba, de súbito: «Mami, ¿y el maestro Carlos..?

– ¿Y qué me dicen del asesinato de Celso Wenceslao López Díaz, maestro disidente al que un profesor de los «vanguardistas» de Jonguitud asesinó a balazos en marzo de 1987, en Chiapas? Testigos principales relatan el crimen: «Fue un 30 de marzo, día de pago. Maestros vanguardistas provocaron a los disidentes en huelga exhibiendo sus cheques de sueldo, de que los paristas estaban privados. Se suscitó un pleito a golpes. El vanguardista sacó una pistola y la descargó contra el maestro López Díaz. El asesino, por supuesto, fue identificado. Se trata de Jaime Bermúdez Solórzano. alias El Tragabalas. Sigue en completa libertad…»

Silencio otra vez. Los contertulios, pendientes de tanta sangre derramada a lo impune y al conjuro de esos dos nombres: Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud Barrios. Ahí, a sus ocho años de edad, la Beba-

– ¿Y el maestro Carlos, mami? ¿Fue pobre y murió asesinado por disidente?

– Niña, que ni murió pobre ni asesinado, porque Carlos Jonguitud…

– No, mami, yo digo Carlos Hank, maestro rural… (Pues…)

Oh, y ahora quién…

Quién podrá defendernos. Tal es el clamor de unas masas inmaduras y dependientes que en estos tiempos de turbulencia y crispación andan azozobradas y pajareando por ver dónde esté el padre, el héroe, el mesías en quién delegar como criaturas la responsabilidad que como adultos tanto les pesa. Que si Calderón, que si Marcos, que si AMLO. Para esas masas, la buena noticia gracias, entre otros, a los entrañables valedores de Tepito, ya disponen de un santo más a quién encomendarse Porque tal es el poder de los símbolos, y él es uno más, ya inscrito en la mitología popular que pasó, creó y crió la imaginería de las masas, y que a contracorriente del tiempo permanece vivo en la memoria colectiva. El Santo, sí, el enmascarado de plata…

A propósito: fue hace dos décadas cuando el paisanaje amanecía huérfano porque se le fue el Santo al cielo. A mí, la noticia de que en Tepito acaban de develar su estatua me llenó mente y pupilas de remembranzas en derredor de la vera efigie de uno al que pocos identificaban como Rodolfo Guzmán Huerta, pero que todos conocíamos como El enmascarado de plata. Qué tiempos. Nosotros, los de El Santo, ya no somos los mismos, que no es lo mismo El Santo que 20 años después. Yo, al recuerdo del símbolo popular, entono una vez más mi elegía por El Santo y le digo mi oración, que propongo la oficialicen todos ustedes.

Santo, Santo, Santo, señor de los cuadriláteros. Santo enmascarado de plata, te rogamos, óyenos. Sanchopancesco quijote de máscara y capa: ahí donde ahora tomas resuello tras de caer vencido en la rigurosa lucha a una sola caída y sin límite de tiempo, escucha a tus devotos, los que acá quedamos.

Eso te lo digo por ser lo que eres, Santo tutelar de la fanaticada de todas las arenas del barrio, donde se creyó, -se cree- en ti y en ti se confía como nunca en ninguno de esos luchadores rudos, villanos del golpe bajo, la trampa y el costalazo, que han dejado memoria ingrata en esa arena que se nombra «México». Esto tenlo digo, Santo, por lo que en mi gente eres de ánima y estilo, de amalgama e identidad, contraseña y memoria común. Porque percibo que mueres al modo del purulentillo del panteón náhuatl, requemado en la honranza para revivir sol y símbolo, y Santo de la santería popular. Porque a tu advocación se arriman ésos a los que dejaste solos y mortecinos, huérfanos de algo porque se les fue el Santo al cielo. El Santo y seña, sí…

Desde aquel cuadrilátero al que hayas ido a parar mira por tus fanáticos; por la desfalleciente esperanza de esa fanaticada que acá se queda luchando todos los días en este encuentro desigual a cotidianas caídas que tiene sentenciado a perder con los rudos del costalazo por las malas artes de unos árbitros cuando no comprados, vendidos. Mira por tus fanáticos que, siempre perdidosos, de tus triunfos sacaban los suyos (héroes por delegación, pobrines), y el desquite contra los rudos, esos del necio de la política del negocio que me tienen al paisa con la espalda en la lona-Santo señor de la menesterosa esperanza en esa arena que nombramos
«México»: tu capa y tu máscara fueron (el olor de leyenda lo son) la materialización lentejuelera del heroísmo y la honestidad, y el valimiento de paisas y el triunfo del bien sobre el mal; fueron y serán el símbolo populachero de la Justicia acá donde Justicia no existe el respetable más que en el pregón de los anunciadores. No las nombras, sí; nos la cantan, nos la predican, nos la mientan. Ya sería mucho que también nos la cumplieran…

Santo: tú que en gallardas contiendas desenmascaraste a tantos: ¿y a ésos cuándo, Santo señor? ¿Cuándo? te rogamos, óyenos…

Aquí está, para todos sus fieles, esta memoria para tal surrealismo de tenis y calzón corro que se cría en el subdesarrollo, donde tantas esperanzas exhaustas hay que enderezar. Dejo aquí mi réquiem para ese Santo que de lucha en lucha se nos fue tornando sustancia y ánima del ánima popular, su argamasa y si estilo. El Santo se nos murió, y ahora quién irá a sacar la cara (la máscara) por la esperanza de los damnificados de siempre, de los debilitados, los sin rostro, los desdeñados, los ignorados entre los anónimos. Quién va a sostener, en los vuelos de una capa granguiñolesca que revolotea entre las cuerdas del cuadrilátero de barriada, esa desfalleciente esperanza y ese orgullo maltrecho de un paisanaje que se niega a asumir; que delega.

Delegar: lóbrego destino el de una fanaticada que por eso mismo, por delegar en el Sistema de poder, que es decir en su enemigo histórico, tiene siempre perdida su lucha contra los villanos del cuadrilátero. Y qué hacer, cuando el aficionado se niega a pensar, a actuar, a organizarse no en muchedumbres, sino en grupos de autogestión. En fin. ¡Santo, Santo…!

Santo de la santería popular, que hoy, en Tepito, se nos torna estatua (Qué bien.)

Vengo de ver a ese desgraciado

Lo dejé feliz. Loco de contento. Porque en realidad está loco, y loco de remate. Se trata de un enfermo mental muy peligroso, y tanto, que lo mantienen recluido en lo que pudiésemos llamar la prisión de la casa de salud. Aislado, solitario, lejos de los otros enfermos y en abandono total, es el olvido de los muertos en vida. Pero acabo de hacerlo infeliz…

Su nombre no lo conozco, pero sí su manía abominable, ese gusto morboso, un deleite necrofílico por la muerte y la destrucción, al grado de que mantiene los muros de su celda tapizados con todas las fotos que ha logrado coleccionar, desde restos humanos de los judíos exterminados en Auschwitz hasta la sangre, la muerte y el exterminio de iraquíes a manos de las tropas invasoras. Y ya hablando a escala doméstica: en los muros se exhiben, recortes de prensa, los restos sangrantes que arroja el ajuste de cuentas entre los capos del narcotráfico. Su trofeo más preciado: las cabezas sangrantes del par de policías en Acapulco: ‘Tara que aprendan a respetar». Macabro.

Tesón del necrofílico y colaboración de enfermeros condescendientes: tiene en el muro, de retablos, las fotos de Hitler, Truman, Stalin. En derredor, material gráfico de ruinas, muerte y devastación que las tropas invasoras han desperdigado en la mutilada geografía de Iraq. «Mi ídolo de ídolos», y el trascuerdo, sus pupilas dos brasas, tentaleaba la foto de Bush…

Otro de los personajes que mantienen en vilo su morbosa fijación es el israelí Ariel Sharón, «halcón» cuya carrera de muerte y destrucción han protegido y patrocinado los halcones de Washington; ese Sharón al que la Moira no se decide a arrojarlo a donde merece un alma de esa ralea Tal es el personaje admirado del sádico, del enfermo mental. Siniestro.

Es así, mis valedores, como desde hace tiempo y por mediación de enfermeros compadecidos, el necrofílico vive pendiente de las incursiones de Sharón en territorio palestino, y cómo se ha allegado toda la documentación disponible sobre las víctimas del «halcón». Masacre tras masacre, el enfermo mental repasa la crónica del descuartizamiento de civiles que en el territorio mártir de Palestina perpetran tanques, fusiles y los helicópteros del rapaz. Tanques contra resorteras. Ahí, circundando la foto del israelí, las del desgarramiento de cuerpos: niños, mujeres, el que iba pasando… El loco los mira, y al contemplar los jirones de carne palestina, él éxtasis. La masacre: tal es su razón de vida en su mundo fuera del mundo. Demencial.

La carnicería de Junín, en Cisjordania, fue para el sádico un momento de inigualable placer y un deleite supremo mientras iba leyendo las expresiones de Terje Roed-Larsen, enviado especial de la ONU:

«El campo de los refugiados fue escenario de horrores que superan el entendimiento humano. Vi gente en total conmoción, cuyas casas hablan sido destruidas. Vi familias tratando de desenterrar gente bajo montanas de piedras, pedazo a pedazo. Desde hace mucho no se había visto una destrucción masiva de esta dimensión. Es un infierno. Moralmente es repugnante…»

Para el loco la gloria a todo color. A todo dolor. A sangre total. Pero yo acabo de hacer feliz al desgraciado, dije antes. Se precisa tan poco. Y sí, que ayer, miércoles, llegué hasta la celda de miércoles con mi paquete de miércoles y lo entregué al enfermo. Dios, si la felicidad estuviese al alcance de todos; si la dicha se anidara en dos docenas de recortes periodísticos…
Los fue extendiendo en el jergón. Fue observando las fotos. Lo vi babear, cercano al orgasmo. Y cómo no, si frente a la fiebre de sus pupilas se desplegaban las fotos de miércoles que certificaban las acciones de miércoles perpetradas el jueves por los toletes de miércoles. Atenco. ¿Sopesan ustedes el deleite morboso del enfermo mental? Lo que al pornógrafo provocan tetas y nalgas, para el loco significaban el rostro tumefacto de San Salvador Atenco, sus huesos tronchados, sus pómulos desflorados. Ah, los restos de lo que había sido falda en esa mujer. Ah la joven a la que llevan a rastras, desgarrada la ropa interior. Ah de los cráneos que escurren lloraderos de sangre La gloria.

Sólo fanfarrias faltaron en la ceremonia celebrada en la celda de un manicomio. Sólo el himno nacional. Porque, mis valedores: una vez que hubo tapizado la pared con el material gráfico de Atenco, el enfermo mental irguió el pecho y, gesto enérgico, desprendió las estampas del Bush y Ariel Sharón, y el sitio de honor vino a ocuparlo el nuevo héroe del loco peligroso. Entonces, pecho inflado y posición de firmes, el de marras alzó el brazo y, la mano en la frente, saludó con el saludo militar. Yo observé que en la foto el rostro de Fox, flamante héroe del sádico, reflejaba en sus facciones todo eso, ruina y brutalidad, que a su mandato de miércoles unos toletes de miércoles fueron a perpetrar en Atenco. En la celda del manicomio dejé al par. Tal para cual. (La náusea.)

Con estos regalos…

Con ellos, ¡mamá va a aullar de alegría!

Así se anunció hace tiempo una tal: «Ferrioni Colection», que de regalo a la madrecita proponía pantimedias, sostenes y pantaletas. Y la fabulilla, sarcasmo y malicia, de Gíbran Jalil Gíbrán:

«Una mujer y su hija caminaban dormidas. Cierta noche, sonámbulas, se encontraron en su nebuloso jardín. Habló la madre, y dqo: «¡Al fin, al fin mi enemiga! ¡Tú que destruíste mi juventud y edificaste tu vida sobre las ruinas de la mía! ¡Ojalá pudiera matarte!» Y la hija habló: «¡Oh mujer odiosa, egoísta y vieja. ¡Estás entre mi y mi libertad! ¡Quisieras que mi vida fuese un eco de tu marchita vida! ¡Ojalá estuvieses muerta!»

En ese instante cantó un gallo, y ambas mujeres despertaron. La madre dijo dulcemente: «¿Eres tú, encanto?» Y la hija: «Si, madre querida».

Aquí, el siguiente juguetillo que ironiza sobre esa madre que los comerciantes ordenan festejar este día Quién me lo haya remitido, cuándo y cómo, no podría precisarlo, pero lo ofrezco a todos ustedes por que de alguna manera matice el nielcochoso lenguaje que impone la cultura popular cuando de la madrecita se trata, y que el comercio aprovecha para que ustedes, reblandecidas las más tiernas telillas del corazón, tropiecen y caigan en el consumismo feroz, y a su madrecita le testimonien todo su amor con el consabido regalo, uno al tamaño de nuestra veneración-Mis valedores…

¿Alguno de ustedes, en el desenfado de las líneas siguientes, podría reconocer, como yo mismo, el retrato hablado de aquellas nuestra madrecita de los viejos tiempos, qué tiempos aquellos, de nuestra niñez? Aquí, la jocunda versión, la traviesa visión de algún hijo de toda su madrecita

Lo que siempre necesité saber lo aprendí de mi madre:

Me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho: «¡Si se van a matar, háganlo afuera! ¿Acaso no ven que acabo de terminar de limpiar..?»

Me enseñó Religión: «¡Reza para que esta mancha salga de la alfombra!»

Me enseñó a predecir el futuro: «Asegúrate de que estés usando ropa interior limpia y completa para el caso de que tengas un accidente».

Me enseñó Ironía: «Sigue llorando y mira yo ahora mismo te voy a dar una razón verdadera para llorar».

Me enseñó a ser ahorrativo: «¡Guarda esas condenadas lágrimas para cuando me muera y me estés velando de cuerpo presente!»

Me enseñó lo que es el sentido común: «Cierra la boca y come!»

Me enseñó contorsionismo: «¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, sucio que no fueras! ¿Que cuál mugre? ¡Voltéate y , mírala, cochino!»

Me enseñó resistencia: «¡Te quedas sentado hasta que te comas todo!

Me enseñó meteorología: «¡Parece que un huracán pasó por tu cuarto!

Me enseñó el arte de la mesura:
«¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!»
Supo enseñarme el ciclo de la vida: «¡Yo te traje a este mundo, y como te traje, a la hora que me parezca te puedo sacar de él!»

Me enseñó a modificar patrones de comportamiento: «¡Deja de actuar como tu padre! ¿No tienes un tantito así de vergüenza..?»

Me inició en el orgullo: «¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!»

Me enseñó el arte de la ventriloquia: «¿Por qué lo hiciste, granuja? ¡No me rezongues! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?»

Me enseñó odontología: «Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!»

Me enseñó rectitud: «¡Te voy a enderezar de un fregadazo bien puesto!»

Pero, mis valedores, póngamonos serios para escuchar los conceptos que de la madre y a siglos de distancia expresa ese monumento de la cultura ancestral de la India que es el Mokshadharma del Mohabharata:

«La madre es una suerte para cada uno en su miseria El que tiene madre tiene protectora, y está sin protectora quien no tiene madre. Aun cuando uno tiene hijos y nietos, cuando se acerca a su madre llega a ella como un niño de dos años, aunque tuviese ciento. Ya sea apto o incapaz, ya sea enfermizo o sano, siempre es la madre quien cuida al hijo, el que no tiene otra protectora es el orden natural. Cuando ha perdido a la madre, entonces es cuando el hombre ha envejecido, cuando está en la miseria y se halla solo en el mundo. No iguala a la madre ninguna sombra refrescante, ningún refugio iguala a la madre, ningún ampara iguala a la madre, nada la iguala en amor». Ella, Tula (Mi madre)

Parábola del despreciado

En el filo de una daga – se anda paseando la muerte. – Anda y dile a tu marido – que a la noche vengo a verte…

Así, a lo fachendoso, el bravucón alardea de sus amores de trasputín, los únicos que conoce; los únicos que, a fin de cuentas, merece. Mis valedores: ¿saben ustedes de esos encuentros clandestinos, los de pisa y corre, de pica y huye, de rebotica y trastienda? Yo, perdón por lo descarado, tuve uno de tales amoríos subrepticios, y estoy por decir que lo tengo todavía, cínico que no fuera, qué caradura. Pero es que ah, mi apetecible mancornadorcilla. Aunque sí, por supuesto, la violencia no iba a tardar…

Casi delante de su marido, gigantón de 1.90, yo con el alma (con la libido) en un hilo, en las deleitosas fatigas aun tengo el pánico suficiente (flaqueza de ánimo) para encomendarme a la Purísima, qué herejía Ella (no La Purísima, sino mi amor de traspatio): «Calma, amor mío, que Valente y el Nachín tienen para rato en el parque. ¿No te peso demasiado?» Qué me va a pesar. Ella, mi liviana mancornadora…

Son tres: la sota moza, que se casó enamorada del que ahora desprecia; el tal, y Nachín, malcriado de 8 años cumplidos. Ella ayer, cubierta con el fondo de seda, y no más, se alzó de la cama, y del buró fue a sacar aquel álbum de fotos familiares. Y ándenle, al ejercicio de la nostalgia; al melancólico rescate (rescate imposible) del tiempo perdido:

– Aquí, mira: el día que Valente y yo nos casamos. Fue un domingo, me acuerdo, en la capilla de Dulces Nombres. Mi viejo estaba bien guapetón, ¿no te parece? Y acá, ¿ves? El que fue nuestro primer hogar. Aquí conocí la luna de miel. Fui muy feliz al principio, soñando en ese hijo que ese estéril no fue capaz de darme. Veo cada foto y qué tiempos, qué joven fui una vez…
Y el suspiro. Su refajo se le infla a la altura del pecho. Sigue el recuento de fotos, que es decir de memorias, añoranzas, tristuras. «Aquí, yo en el bautizo del Nachín, sobrinillo de mi viejo. Los dos son huérfanos». Nostalgia. Mi ánimo abatido: por qué con ella llegué a destiempo, y qué mortecina verdad la de la trova calentana Dos palomitas azules – paradas en un romero – la más chiquita decía – no hay amor como el primero. Y yo, con ella el segundón; yo, perito en encuentros y desencuentros…

Cerró el álbum, abrió la libido y se abalanzó, desbozalada «Amor, mi amor, qué feliz», con aquel aire de tristura y un climax que se resuelve en lágrimas. «Si un hijo pudiese tener…» Encendió un cigarro (nadie es perfecto). «A mi marido lo compadezco. Lástima que a él le falte lo que a ti te sobra…»

Carácter, dice ella (Se ha quedado silenciosa, mirando al techo. Yo, aquella corazonada) Vuelve el rostro y sonríe: «Gracias, amor», y torna a ausentarse, a errar sola y su alma, olvidada del pegote que se le ahija al cuadril. Pero ándenle, que de repente, en el pasillo, la escandalera gritos, regaños, rezongos. Yo me alzo, compongo resuello y trapos para enseguida hipocritón de miércoles, con mi amante caminar hasta el saloncito y ambos enzarzarnos en una charla intrascendente: que si Atenco, que si vacío de poder, que si exceso de fuerza del débil, del falto de autoridad. En el pasillo la escandalera, con los chillidos de un chamaco en pleno berrinche:

«¡Regrésame mi juguete!» Y un hombrón que regaña, amaga amenaza «¡Cállate ya, Nachín! ¡No es un juguete, es un bibelot! Si me colmas la paciencia., tú ya me conoces!»

Tanto lo conoce que ya le tomó la medida, y ahora el Nachín tirase al piso, patalea muerde la mano del gigantón, que suelta el chillido, la imprecación: «¡Pero qué falta de respeto! ¡Vas a ganarte una paliza! ¡Lo digo en serio!»

Se lo dice a la pared. Entrando al saloncillo, Nachín logra quitarle a Valente el cupido: «¡Te lo advierto! ¡Es la última que te aguanto, Nachín!»

El cual patalea la tele, desflora el florero y a berridos cimbra la casa ¿Valente, entretanto? Destino de seres débiles: Valente arruga la frente, tuerce los belfos, puja, resopla, qué mas. La sota moza a mi oído: «Con su carácter de jericalla inspira rabia al chamaco, pero no respeto. Cuando se atreve a cumplir sus amenazas sólo agrava el problema».

Enérgica voz y gesto de exasperación en el rostro: «¡Ya niño, no abuses!» Y que Nachín arroja al suelo el cupido, y el cupido vuela en pedazos. Y ándenle, la reacción de los débiles: vi que el hombre se va sobre el granujilla, y con todas sus fuerzas de gigantón lo derriba en el suelo, y se arroja sobre el indefenso y lo patea ya derribado, y con los restos del cupido le golpea el rostro, lo sangra, desgárralo. Yo, antes de escurrirme rumbo a la calle, alcancé a mirar al Nachín, redrojillo descoyuntado. Helo ahí, derribado en el suelo, sangrante, descoyuntado. La reacción de los débiles, de los faltos de autoridad. (Atenco.)

Del México bronco…

¡Que se cuiden las espaldas esos perros, porque mañana, y hoy mismo, el muerto será uno de su lado. El pueblo de San Salvador Atenco tiene licencia para machetear a cualquier militar, policía o granadero..!

Terrible la violencia verbal de América Valle, hija del líder del Frente de Pueblos en la Defensa de la Tierra hoy preso en el penal de La Palma. Mis valedores: estoy observando las fotos de todos los diarios, y el espeluzno: inflamados los rostros, bocas que chorrean sangre, casi tanta como las manos, los brazos, las cabezas resquebrajadas. Miro este cuerpo tronchado, y este otro que con rodillas, codos y frente se apoya en el pavimento, y uno al que cuatro de uniforme derriban a garrotazos, y uno más al que llevan a rastras, y me pongo a pensar: cuánto hace que las primeras planas no se ensangrentaban hasta tal grado. Sangre de civil. Caso paradigmático este de Atenco el día de hoy, tal como apenas ayer lo fue Tejupilco, también del Edo. de México:

Dos policías y un civil muertos y más de 60 lesionados fue el saldo del enfrentamiento suscitado entre miembros de seguridad pública del Estado y dirigentes militantes perredistas, quienes protestaban contra el fraude electoral y mantenían un plantón desde hace 30 días frente al palacio municipal…

San Salvador Atenco, Tejupilco. Miro la foto: un nativo con fondo de humo y llamas, destrucción y sangre derramada Lo observo: yo a este ya lo conozco, lo reconozco. Si no es mi paisa, pudiera serlo. Entre más miro la foto más me convenzo de que el cristiano pudo nacer en mi tierra, y aun ser de mi misma carnada la vestimenta de mis paisanos, el mismo gorro de palma, los huaraches, la chamarra y al hombro el morral. Como ranchero que acabara de bajar desde La Villita hasta mi Jalpa Mineral. Manso de corazón. Pacífico.

Miro la foto: éste se llama Juan, Pedro, o Ramiro, y se apellida Llamas o Muñoz. Lo conozco, lo calculo hombre de bien En sus terregales siembra maíz, frijol, calabazas. Los domingos baja a la misa de doce, y ya con la bendición encima se deshalaga por el Barrio Alto: sal, azúcar, cigarritos, baterías para el radio. Más tarde el trago para entonar el cuerpo, y arrendar para el rancho, ya al pardear, a aquello de entre dos luces. Y la paz…

Pero no. El de la foto en el morral no carga cigarros ni envoltorios de azúcar y sal, sino piedras. En la diestra no afianza el de transistores, sino una calibre 22 negra, cañón recortado, con el tambor retacado de plomos…

San Salvador Atenco, Tejupilco. Miro en la foto un edificio en desgracia puertas desencajadas, macetones quebrados, vidrios hechos pedazos y por el suelo semejante regazón de piedras, ladrillos, garrotes, cuajarones de sangre oreada Atenco, Tejupilco. Miro dos, tres fotos más, que certifican la violencia del choque entre granaderos y esas oleadas de gorrudos que arruinaron el inmueble municipal. El de la 22 en la diestra va caminando y se mira dispuesto a todo. Pueblerino que ha sido pacífico desde el estallido de 1910, yo intento calcular cuánto habrán tenido que irlo exasperando los de Los Pinos, desde el genocida del 2 de octubre del 68 hasta el día de hoy, para que un día, por fin, haya estallado en Atenco, en Tejupilco. Cuántos sexenios de corrupción lucrativa e impune, cuántas medidas gubernamentales adversas al paisanaje, qué de promesas siempre incumplidas, cuánta demagogia, qué de agravios no habrá tenido que cargar el paisano sobre los lomos para que, de repente, se haya decidido a afianzar esa 22 de cañón recortado y ande a estas horas con la sana intención de no dejar gobernante títere con cabeza..

Por lo pronto, lástima, ya sembró en el camino a ese de uniforme, polainas, casco y garrote de granadero. El de las fuerzas represivas ahí quedó, boca abajo, en un charco de sangre. Y qué coincidencia el victimado pudiera haber sido, él también (morenillo, lampiño, jetón, quizá un diente de oro) pariente cercano del victimario. Miro la foto. Entereza sombría, sobrecogedora, la del paisa de Tejupilco, la del atenquense. Pienso…

¿Durante cuánto tiempo podrán todavía los del gobierno mantener a raya la iracundia del de las fotos? Y caramba solo y por la calle, el morral al hombro, se advierte tan manso el paisano. Pero no, que cuando ya le colmaron la medida, cuidado. Y pensar que ahí, focos rojos en el mapa nacional, hacen guiños ominosos la guerra sucia contra este candidato presidencial y el apoyo descarado a este otro. Cuidado. Las armas nos dañan a todos y no son la vía de ese cambio que nos urge a los paisas. Cuidado. Mis valedores…

Miro la foto del granadero muerto en Tejupilco, en Atenco, y me quiere doler. Pero observo a aquel otro de las botas cuarteleras cuando descarga el brutal toletazo en los lomos de la mujer del rebozo. Ella, tan joven, tan delicada Y entonces, pues…

San Salvador Atenco, Tejupilco. La pradera está seca (¡Cuidado!)

Los siete magníficos

Pongo a ustedes por testigos, mis valedores, y queden muy claros los mensajes que mando a otros tantos magníficos. El primero:

Sr. Mario Marín, gobernador del Estado de Puebla: Mi «gober precioso», si me permite el tratamiento de confianzudez: para mí usted es un varón de virtudes y un funcionario ejemplar, cuya moral personal y de gobernante lo impele a encuadrar sus acciones en el marco más estricto de la ley. No es protector de pedófilos, ni como máxima autoridad del gobierno poblano podría permitir que intereses bastardos lo forzaran a violar los derechos humanos de ningún ciudadano, como afirma el rumor que malintencionados desparraman, vaya usted a saber con qué fines aviesos: que si un tal Succar Kuri, que si un Camel Nacif, que si unas niñas las víctimas, y que si., no, yo estoy cierto de que usted no acepta sobornos de ningún pederasta, ni le recibe botellas que dizque cuál pomos: ¡niñas que usted se dio el gusto de desflorar! Para mí, patrañas, «mi gober precioso». Sin más.

Sr. licenciado Roberto Madrazo ¿Usted un ladrón? Como funcionario público, ¿un depredador, que valido del puesto público y la complicidad de jueces, legisladores y magistrados, se ha enriquecido hasta la ignominia? Cómo suponer que apenas doce cajas repletas de documentos originales acreditan su derroche de hasta 241 millones de pesos en el camino a la gubernatura de Tabasco, cuando la ley le autorizaba cerca de cinco millones. ¿Motivo más que suficiente para motejarlo de sinvergüenza los bienes raíces que a su nombre aparecen aquí y en el extranjero? ¡No! Para mí es usted un funcionario honesto, y no digo más.

Sr. Manuel Espino, presidente de Acción Nacional. ¿Reaccionario usted, un cristero tardío, un hijo putativo de El Yunque y la Acción católica? No para mí, y al contrario: usted ha preservado y consolida la ideología de Acción Nacional, sus principios y praxis política Digno continuador de la obra de los padres fundadores, cuánto se enorgullecerían de su ética de dirigente figuras emblemáticas del PAN como Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna Enhorabuena

Sr. Felipe Calderón: ¡Yo sí creo en las encuestas que lo señalan de puntero en la carrera presidencial, y que se traguen su bilis esos incrédulos y suspicaces que nunca faltan y casi siempre salen sobrando! Cómo no creer en las cifras, señor, si basta tan sólo mirarle la cara para captar su don de gentes, carisma y empaque de líder, de visionario, de adelantado. Cómo las mentes retorcidas pueden imaginar que ese primerísimo lugar en las encuestas de opinión no sea producto de su proyecto de gobierno sino un puro embuste, una trampa de los intereses creados que con cifras embusteras y para el medro personal intentan manipular a las masas. Me hiere la mala entraña de los deslenguados que van por ahí propalando la especie de que el Sistema de poder, vale decir el gobierno y las cúpulas castrenses y clericales, la industria del periodismo y los grandes capitales de aquí y transnacionales, a como dé lugar lo quieren sembrar en Los Pinos porque precisan de un títere,de su marioneta particular que les proteja sus intereses. Falso de toda falsedad.

Sr. Manuel Bribiesca Sahagún:
Mentiras, viles calumnias. ¿Por qué iba querer usted un presidente «nopalito» que le cuide las espaldas? ¿Cuidárselas de qué o por qué? ¿Le saben algo, de algo lo pueden acusar? Para mí usted es un industrial que trabaja por México para crear empleos en beneficio de los y las mexicanos, según las palabras de una matrona por la que guardo un aprecio y una admiración sin límites. Me refiero a toda su madre, Manuel.

Señora madre de Manuel: Bueno, ¿y por qué iba a precisar usted de un Calderón que le sirva de cómplice, de alcahuete, tapadera y compinche? ¿Tapadera de qué o por qué? Que le busquen, señora; a usted de qué avergonzarse le van a encontrar. Cuál tráfico de influencias, cuál derroche de los dineros públicos, cuáles lujos de nueva rica, cuál protagonismo feroz. Católica practicante, digna rama es, y floreada y echando vaina, de sus troncos ilustres: curas, monjas, caballeros de Colón, Norberto Rivera, legionarios de Cristo, Marcial Maciel, soberbia galería de beatos y mártires de la alzada de Onésimo Cepeda ¡Vamos, México!

Sr. Vicente Fox: Bien haya usted, estadista de fuste y artífice del cambio que ha beneficiado al país. Para mí, cuando salga usted de Los Pinos no va a entrar a la celda del reclusorio porque nadie, por nada, pudiese abrirle ningún expediente. Ni por asuntos del Fobaproa ni de San Cristóbal, la Estancia o El Tamarindillo. Para usted y familia nada digno del penal de La Palma Nada.

Dicho lo cual yo, periodista en el México donde más periodistas asesina el poder, pienso dormir tranquilo esta noche, sin taquicardias ni pesadillas. Y la paz. (Vale.)

Carne de cañón

El absolutismo ante un pueblo ignorante no realizaba plebiscitos ni elecciones. La democracia, con monopolio estatal de la TV, respeta el sufragio universal, pero se reserva el Poder de formar la opinión, las conciencias, para que éstas permanezcan en una dulce pasividad y dependencia apolítica».

Y también, mis valedores, para enfervorizaras por este o aquel equipo futbolero, por este o aquel jugador, por este o aquel candidato que garantice medro y permanencia del propio Sistema de poder. Para ello, controlar a las masas. Controlarles hasta el pensamiento. Chomsky, analista norteamericano:

«Orwell antes de Orwell. primero el presidente Wilson, y el periodista Lippmann más tarde, hablan de que el arte de la democracia requiere lo que etiquetaron como fabricación del consenso, otro término orweliano que significa control del pensamiento: un gobierno que no puede controlar ala gente por la fuerza debe controlar sus pensamientos».

¿Cómo lograr ese control del pensamiento? Con la encuesta de opinión, modalidad usada ampliamente en los Estados Unidos que los mexicanos, gringos de cuarta dejáramos de ser, incorporamos, al igual que la práctica de los debates entre candidatos, al ejercicio político. Las encuestas de opinión: «Si hoy fuesen las elecciones, ¿usted por qué candidato votaría?»
Y la seriedad de los vividores de las tales encuestas, y la aparente base científica de sus embelecos: «Si consideramos que en este momento acudirían a las urnas los 40.7 millones de electores que resultan de la suma de los votos para presidente, existen aproximadamente 7 millones de lectores que..»

Previa y simultáneamente una ruda campaña de manipulación en los «medios», y el lógico resultado: todavía el mes anterior, en las preferencias de los mexicanos fue AMLO el puntero indiscutible Hoy, unas cuantas semanas después, en el ánimo del paisanaje se comienzan a sentir las consecuencias de la Ley Televisa: el puntero es nada menos que el candidato encargado de cuidar las espaldas de Marta y honorable familia, que incluye al segundo marido. Para quien pueda dudar del poder de la industria del periodismo, el estudioso de la ciencia política sabía lo que afirmaba: Es imposible que exista la democracia en un país donde no se controla la televisión.

O tampoco, digo yo, cuando la controla el Sistema de poder del que forma parte fundamental para situarse con los grandes capitales, por encima del gobierno y del propio Estado y sus instituciones. Giovanni Sartori, que de esto entendía, afirmó que los profesionales del oficio saben que la gran mayoría de los interpelados casi nada conocen de las cuestiones sobre las que se les pregunta Mañosamente los expertos en sondeos preguntan al entrevistado: ¿Qué opina sobre este tema?, sin averiguar antes lo que saben del tema de marras, si es que algo saben. Y que cuando las entrevistas tratan de problemas serios «son, en general, formidables multiplicadores de estupideces», y cuando se dicen en la pantalla de la televisión, esas estupideces crean opinión; las dice el «comunicador» (un ignorante), y al día siguiente las repiten miles de incautos como opiniones propias, y están convencidos de que son sus opiniones, sin percatarse de que sólo son el contagio que acaban de contraer en el cinescopio, con las tesis de conductores de programas que reproducen, en su gran mayoría, versiones no provechosas para el paisanaje sino para el Sistema, de las que esos comunicadores son simples voceros. Sartori:

«A la televisión le encanta dar la palabra a la gente de la calle. El resultado es que se presenta como verdadero lo que con frecuencia no es verdad. Las opiniones más necias y facciosas adquieren la densidad de una corriente de pensamiento. Este uso y abuso hace crecer a la gente que ahora ya puede tomarse cualquier decisión por aclamación popular».

Y es que los sondeos no verifican la consistencia de las opiniones que recogen. La mayor parte del público casi nada sabe no sabe de los problemas públicos. «La base de información de las masas es de una pobreza alarmante, de una pobreza que nunca termina de sorprendernos». Mis valedores: yo no me sorprendo. Cómo, si veo que las masas se asesoran con los Cárdenas, Gutiérrez y Ferriz de la radio y el cinescopio, y así cuándo abandonar esa lóbrega condición de «masa» para convertirse en lo que deben ser: ciudadanos. Mientras llega ese día, ¡a seguir participando en las encuestas de opinión! ‘Tara calcular los votos por candidato y hasta abril utilizamos la lista nominal del Registro Federal de Electores de marzo con un poco más de 69 millones de registros. Ya tenemos el corte definitivo que resultó ser de..» (Mira, mira.)

Total, que ahí viene, requemante la pregunta del encuestador: «¿Si hoy fuesen las elecciones, usted por cuál…?» Y milagros de Marta, y la Ley Televisa:

AMLO 33 por ciento. ¡Calderón, 36..!

(jAgh..!)

¿Qué opina de…?

Vicente Fox y los medios de condicionamiento de masas, mis valedores. Y a propósito, ¿no creen ustedes que vale la pena plantearse la interrogante que propone el analista, así sea para calcular el tamaño de esa sañuda manipulación que hoy por hoy, a estas horas y a todas horas, aplican Fox y los candidatos a sucederlo en Los Pinos? Sí, esa campaña de enajenación que ventosean contra unas masas inermes, tan dependientes cuanto irreflexivas, a las que Televisa y TV Azteca enfervorizan a lo artificioso como carne de cañón lo mismo para forzarlas a consumir todo eso que anuncian en el cinescopio con el pretexto del próximo campeonato futbolero que para hacerlas votar por un mediocre irremediable como Felipe Calderón, candidato de Marta, el hermano y los hijos de Marta. Triunfan, una vez más, los intereses del duopolio televisivo: las masas, al parecer, van siendo «convencidas» para que entreguen su voto, irreflexivo e irracional, al modelo neoliberal que beneficia a los grandes capitales. Mis valedores…

¿Mentira, verdad, los conceptos del estudioso? Toca a ustedes el veredicto: A los gobiernos «democráticos, la televisión les permite difundir su política por todo el país, a fin de legitimar el gobierno ante el pueblo, desinformándolo sobre errores politicos, para que permanezcan en el Poder los mismos partidos o se alternen en él unos y otros. De esta manera, un gobierno malo puede pasar por bueno gracias al monopolio político de los medios de condicionamiento de masas. Esto no es democrático…

«¡Porque si seguimos como vamos, mañana México será mejor que ayer…!»

Extranjero como es, ¿podría el analista calcular el monto de esas cifras estratosféricas que cada uno de nosotros, sociedad empobrecida por la claque política que rige el país, tiene que aportar (a querer o no) para las embusteras campañas de Fox, instituto electoral y candidatos presidenciales? ¿Podría calcular que la nuestra es una democracia electorera de las más costosas del mundo? Democracia electorera, que no electoral, porque unos candidatos del Sistema de poder intentan convencernos de que son «nuestros» candidatos, y esto a base de una diarrea multimillonaria entregada a la industria del periodismo. Este país…

Por cuanto a Fox: un estadista no instrumenta campañas de autoencomio en los «medios» (a lo inmoral, por lo que significa de engaño y despilfarro feroz de nuestros dineros públicos) para exaltar logros imaginarios en su administración, que la realidad objetiva y los gobernados tachan de embustes viles. Todo esto Fox, un industrial.

Porque el estadista, a diferencia del vendedor de aguas negras, es un político de nacimiento, de temple y vocación, un varón enterizo que se alza por encima de pasiones mostrencas de los mediocres, del juego y rejuego ruincejo de la verdulería y las pulsiones de cintura abajo, de esa halitosis que surge de los respingos de criadillas y regüeldos de hígados, y del lavadero y «la ropa tendida en el palacio nacional». Gobernante de todos y en los disensos mediador, el estadista es inaccesible a la estridencia los aspavientes y el ruiderío como a las imputaciones sesgadas y las alusiones y acusaciones veladas. Un estadista da la cara, un estadista saca la cara a favor de todos, nunca en contra de ninguno. El tiene el corazón ardiente, pero la cabeza fría, a la inversa del vendedor de aguas negras que al principio de su gobierno se definió, y siguió tan campante:

«El mío es un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios…»

No. Un estadista evita la verborrea hueca y deshilvanada como también los errores prosódicos, de coherencia, de lógica elemental, de sintaxis, de todo. El estadista nunca de los nuncas va a arrastrar por el suelo la altísima investidura presidencial ni a castrar los símbolos patrios para luego usarlos de trapeador. El nunca va a derrumbarse en esa compulsión manipuladora que tanto beneficia la economía de Televisa como perjudica la de todos nosotros:

«Mañana México será mejor que ayer…»

Y es que con los impuestos que todos pagamos Fox y los candidatos presidenciales monopolizan los servicios del cinescopio del duopolio, del duopolio del cinescopio, para enajenar el voto de las masas al tiempo que las excluyen del poder. «Pareciera que con todos sus votos el pueblo es el sujeto de todo, pero mientras el Estado lo sea todo y la sociedad nada, mientras el patrón decida y el obrero no participe en su empresa, la democracia prometida con palabras estará negada al pueblo, en los actos, manipulando la información como instrumento de dominación política y social…»

Y caígannos encima las encuestas de opinión, esa plaga que… (Mañana.)

?igame, don Calderón…

¿Acostumbra en su dieta el garbanzo, el centeno, la coliflor? ¿Es adicto a los lácteos, las habas, las harinas refinadas? ¿O semejante cargazón, tal turbulencia de. gases que me lo traen así de inflado, son efecto directo de los frijoles con epazote? Y no parece, señor, sino que esos gases se le treparon a la cabeza, fenómeno que nada me iba a extrañar, y al contrario: así me podría explicar que de repente usted se nos haya puesto a ventosear por boca y demás orificios sus pestilencias de vientre en pleno rostro de los adversarios políticos y la inteligencia del paisanaje. Porque, don Calderón, no me imagino que esa repentina hinchazón de su mediocre persona y esa retreta de flatulencias (humo y fétidos gases) se deba tan sólo al agradecimiento de los medios de condicionamiento de masas por el regalo panista de la «Ley Televisa», que así me lo están infla que te infla en las «encuestas de opinión» hasta que (tal es el peligro) vayan a terminar reventándolo…

Pero no, mi señor; un discreto ejercicio de autocrítica puede llevarlo a la certidumbre: gases más, humos menos, la condición de usted es la de un mediocre total e irredento, como lo certifican su biografía personal y currículo político, una carencia total de carisma y semejante rostro fofo, jetón, ovachón, mofletudo, como la totalidad de su aspecto físico. Sigan Washington, la industria de los «medios» y los grandes capitales transnacionales inflándole el triperío, y usted podrá llegar a ser el próximo presidente de mi desgraciado país, toco madera. Pero su condición de mediocre, ni que lo vuelvan a parir. Don Calderón, homo politicus vulgar por antonomasia:

Su estrella comenzó a brillar, brillo de hojalata, con el valimiento compulsivo que le prestan (que le alquilan) Marta y Fox para que usted, titerillo y tinterillo en las manos del par, los libre de La Palma, donde ya tienen adentro medio zancajo, y por el apoyo convenenciero de los medios de condicionamiento de masas, que lo exhibieron de triunfador en dos juegos futboleros, dos cascaritas: una, la del debate de miércoles que se «perpetró» un martes, y la anterior, que le hicieron ganar con ayuda de futbolistas profesionales y que tuvo una favorable repercusión en unas masas que del clásico pasecito a la red saben mucho, como lo mucho que ignoran de teoría política. En fia Usted ganó aquel partido de futbol, y hoy que la industria de los medios lo proclama triunfador y próximo presidente de mi país, yo desde aquí le formulo dos o tres preguntillas:

En el partido que juegue como sucesor de Marta y Fox, ¿a quién piensa colocar de árbitro central? A uno a modo, supongo. ¿Al propio Fox? Yo le sugiero a Espino, señor. Ese, a la hora de marcar el penal a favor de usted, no le va a temblar la conciencia, y las manos menos; cómo, si tiene un Yunque en cada mano. De arbitros suplentes yo le aconsejo a uno de los Salinas, el orejón. ¿Vendedores de cheves? El otro Salinas, el anteojudo, para la selección popular, y para la de los palcos al chamaco Azcárraga, que para eso de vocear cervezas es un vendedor Modelo…

¿De jueces de línea qué les parece dos de sus más fervientes, de sus más decididos publicistas, los cardenales (no de Boston, del Vaticano) Norberto Rivera y Juan sandoval Iñiguez? Ya ve cómo lo han inflado con humo de incienso, don Calderón…

¿La porra, mi señor? Se la Vela Perpetua, la Acción Católica, la Adoración Nocturna, las Hijas de María y los hijos de Marta. Trompeta en mano y matraca en boca, o al revés, el coordinador de la Perra Brava Onésimo Cepeda, quién más. Claro, sí, por supuesto: Onésimo, el trompetero.
¿El cronista, señor? Algún canaco, concanaco o concamín. Tienen buen gaznate y han probado de ser gargantas profundas. Utilero, masajista, cubetero, acarreador de balones; ¿qué le parece ir pagando favores a los más entusiastas «comentaristas» de radio o del cinescopio, que se lo están inflando para Los Pinos, señor? Y ahora los equiperos de su «gabinetazo».

¿Entre ala izquierda? Desierta, naturalmente. Ah, pero por la derecha qué cargazón de cracs: del Opus Dei, Provida, Caballeros de Colón, el líder de los padres de familia, todos coordinados por el líbero Abascal.

Defensas: que esas se las dé el padrecito Maciel, pero cuidado, que puede usted acabar dándoselas a él. Puro legionario de Cristo, imagínese Por cuanto a los medios: ¿Cristeros tardíos? ¿Sinarquistas? Antes del partido, ¿una rogativa? A los asistentes, ¿jaculatorias? ¿Futbol de primera división? ¿Quiénes serán los abanderados? La publicidad en las camisetas, ¿Coca-Cola, o algún banco del Vaticano? De una cosa sí estoy cierto…

Con usted, un mediocre, México tiene seguro su sitio no en la segunda división, sino en pleno llano. Con unas polvaredas… En fin. Ad majorem Dei gloria (Laus Deo.)

De héroes y tumbas

México, primero de mayo de 1886- primero de mayo de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide todo eso que ya olvidó o nunca ha sabido la mayoría de los asalariados que hoy van a tomar plazas y calles para e-xi-gir, como ocurre a lo rutinario y puntual año con año, que el gobierno les respete sus conquistas laborales, exigencia que denota una absoluta falta de conciencia de enemigo histórico. Porque, mis valedores, los obreros van a clamar sus exigencias ¡al Fox empresario, que desde el inicio de su gestión declaró ser el suyo «un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios»! ¡A un Fox anti-obrerista que tiene y mantiene en puestos claves de su gobierno a Carlos Abascal y Francisco Javier Salazar! ¡A ese es al que apunta de mega-marchitas van a exigirle! Pero no me «almiro» de Fox, que diría mi padre don Juan. Me «almiro» de los aturdidos que se niegan a pensar, a la autocrítica, a aprender de la Historia…

Aquí, por revivir esa memoria histórica que se nos agosta y angosta, les traigo el recuerdo y el recuento de los momentos finales de aquellos héroes y mártires que la defensa de la jornada laboral de ocho horas y un salario menos injusto aventaron por delante la vida, esa misma que fueron a perder a manos de los Fox, Abascal y Salazar de aquel entonces. En México, por fortuna, su lucha sería retomada por los hermanos Flores Magón y los también mártires de Cananea y Río Blanco, antecedentes directos de los cadáveres de Pasta de Conchos y SICARTSA. Es México. ¿Los cinco ajusticiados en el Chicago de 1886? August Spies, George Engel, Albert R Parsons, Adolph Fisher y Louis Lingg. Así transcurrieron sus momentos finales:
Aquel primero de mayo amaneció caluroso. Muy temprano salió el sol, dorando los patios de la prisión. En su respectiva celda de condenados a muerte ocho cautivos aguardan el patíbulo. De repente, un ruido de cerraduras marca el final. August Spies detiene su ambular de león enjaulado. «¿Ya es hora?», pregunta. «Vamos afuera», dice uno de los celadores, mostacho hirsuto. Por cuanto a la celda de Parsons, el que comanda el grupo de celadores ordena:

«Vamos afuera».

«Así pues, llegó la hora de la verdad, vamos».

Louis Lingg, por su parte, en el momento en que lo conducían fuera de la celda, comenzó a decir: «No es por un crimen por lo que nos condenan. Es por…» Y guardó silencio.
Tiempo después, cinco de los ocho anarquistas condenados a la horca por la justicia de Illinois, habían sido concentrados en un saloncillo de la prisión federal, no lejos del portón de entrada (difícilmente pudiese decirse: portón de salida). Los cinco condenados a muerte se miraron, ligeramente pálidos, pero tranquilos. «Salud, compañeros», dijo uno de ellos. A la palabra «salud», los otros intentaron una sonrisa. «¿Listos?», preguntó el celador de los grandes mostachos. ‘Listos», contestó Spies.

«No es por un crimen por lo que nos condenan» repitió Lingg. «Nos condenan por nuestros principios. Pero yo desprecio su…» Guardó silencio. Afuera sonaban las 10 de una mañana caliente en Chicago, 1886. Ya ante el patíbulo, Lingg iba a completar su mensaje final: «no es por un crimen por lo que ustedes nos condenan; es por nuestros principios. Desprecio a todos ustedes; desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!»

Antes de morir habló George Engel: «Las leyes de ustedes están en oposición con las leyes de la naturaleza, y mediante ellas roban ustedes a las masas el derecho a la vida, a la: libertad y al bienestar. ¡Estoy listo…!»

«Pueden ustedes sentenciarme -August Spies-, Pero que al menos se sepa que en Illinois, ocho hombres fueron sentenciados a muerte por pensar en un bienestar futuro, por no perder la esperanza en el último triunfo de la libertad y la justicia…»

«Si la muerte es la pena correlativa a nuestra ardiente pasión por la libertad de la especie humana -Adolph Fisher-, entonces yo lo digo muy alta ¡Dispongan de mi vida!»

El mensaje final de Albert R Parson, al pie de la horca: «Sobre el veredicto de ustedes quedará el veredicto del pueblo, para demostrar las injusticias sociales de todos ustedes, que son las que nos llevan al cadalso. Pero quedará el veredicto popular para decir que la lucha social no ha terminado por tan poca cosa como es nuestra muerte…»

¿El veredicto popular? ¿Qué dice el veredicto hoy, Primero de Mayo, a 120 años del sacrificio de cinco héroes y mártires del obrerismo mundial? «Proletarios del mundo, unios», clamó hace más de un siglo el filósofo. ¿Y? ¿Los obreros están unidos para ejecutar ese cambio que urge al asalariado? «¡E-xi-gi-mos!» (Dios.)

Y en humanos degeneramos…

Del instinto les hablé ayer, mis valedores; de esa pulsión primigenia a la que la especie humana debe su sobrevivencia sobre el haz de la tierra, que acompaña la evolución del humano desde que era antropoide, y humanoide después, para que degeneráramos en lo que somos hoy. humanos. Al hablar del instinto inicié ayer la crónica de un hecho minúsculo en apariencia, sin mayor significación, pero que a través de seis años sigue rondándome, avispón mielero, y que hoy cobra un renovado interés y puede llevar a alguno de ustedes, que no esté intoxicado de cinescopio, a reflexionar sobre el incidente de la Bicha y el Rosco. Ellos son los mininos de la casa, amores de Ariel y de Mayahuel, gatos que a mí me han tomado de su gato; sólo en lo que toca a las croquetas, que para otros menesteres ni me necesitan ni aceptan mi cercanía.
Y ocurrió que al cumplirse el plazo para vacunar al par de mininos mandé llamar al veterinario, y aquí lo asombroso: aquel día la Bicha y el Rosco dormitaban acá arriba, en mi cuarto de estudio, desde donde no se ve la puerta de entrada. El veterinario no tuvo necesidad de tocar la puerta, que el Arieluco ya lo esperaba abierta la entrada, y ándenle, que en llegando el veterinario subieron Mayahuel y el güerejo y con la naturalidad de costumbre tomaron en sus brazos al par de mininos, y fue entonces.

Sí, porque apenas habían dado unos pasos y bajado un par de escalones rumbo a la planta baja, donde aguardaba el veterinario, los animalejos revuélvense entre los brazos, se encrespan y se acalambran, tirando arañazos, bufidos y tarascadas. Ma, ¿pos estos? Y en mala hora acudí en auxilio de la de las zarcas pupilas, que de la garita recibí generosa ración de arañazos, tatuajes de hemoglobina, y qué hacer. Se precisaron refuerzos: Aída (tú, la de todos los días), la señora Lupe, trabajadora doméstica, y un ayudante del veterinario, con experiencia previa (había sido policía preventivo experto en amansar antorchistas y panchovillistas, calcúlenle), que subieron la escalera para repartir con nosotros los arañazos y bajar con los rebeldes sin causa hasta la jeringa del veterinario y rápido, a jeringar con el arponazo y el estoconazo, y a descabellar, y a matar recibiendo. La Bicha y el Rosco quedaron inmunizados contra sida, cirrosis, cáncer de mama y papiloma humano. Y la paz. Doméstica. Y viendo lo que entonces vi me puse a reflexionar, subí a mi «estudio» y dije esto que años después digo a todos ustedes.

¿Cómo fue, cómo sería que el par de gatos presintió el peligro? ¿Qué intuición, qué corazonada, qué sexto sentido les encendió focos rojos en su cerebrín de mininos? ¿Cómo en el tal se mantenía viva la memoria genética? ¿O fue la memoria histórica? ¿Cómo fueron a intuir, alejados como estaban de la puerta, la mano que me los iba a jeringar, la del veterinario? ¿Cómo les dio la corazonada; «el pálpito», que allá decimos? ¿Cómo fue que la Bicha y el Rosco ventearon la agresión a su físico? ¿Qué instinto primitivo de los primitivos tiempos les dio aquella voz de alerta? Mis valedores…

¿Habrá en este mundo madre más sabia que Madre Natura, que así ha dotado a dos simples mininos del instinto de sobrevivencia capaz de captar el peligro en un trance que al humano pasaría inadvertido? Yo, estupefacto al prodigio, con trabajos volví a la lectura del matutino, que había suspendido para meterme de amansador. Leí entonces, hace 6 años (tomar nota): «En diez estados del país puntea Fox». Ájale. ¿Por qué el empresario de la Coca Cola? ¿El reaccionario, el yunquero, el cristero tardío puntea en diez estados? Seguí leyendo: «En otros diez puntea Labastida». ¿Cómo así? ¿Pancho el priísta, el que desgobernó Sinaloa el maromero que..? Leí: «Cárdenas, muy atrás en la calificación». Bueno, ¿y qué méritos ha hecho para merecer un puntaje mejor? Pregunté entonces: mis valedores: ¿habrá alguna diferencia en que llegue a Los Pinos este o aquél, coyotes todos de la misma loma, del mismo Sistema de poder, del que son candidatos, y no de las masas? No alternancia necesitamos, sino un cambio estructural del «Sistema», y esa tarea es nomás de nosotros, no de los candidatos (sus candidatos) que nos apronte el Sistema.

Pero Pancho puntea, culpa de las masas. Pero puntea Fox, culpa de las masas. Si ganara Fox, ¿culpa de quién iba a ser? Eso hace 6 años, y si ahora AMLO, Calderón o el Madrazo, ¿culpa de quién? Mis valedores: ¿por qué madrecita Natura no nos dotó a los humanos de una centésima parte de la capacidad para ventear el peligro con que equipó a la Bicha y al Rosco? ¿Por qué a los mininos sí y los humanos friéguense una y otra vez, cada 3,6 años? ¿Tanto así se nos ha caído la pulsión instintiva que tan a flor de pellejo cargábamos cuando antropoides y humanoides, degenerados hoy en una humana ralea que ha sido capaz de abortar y ha malparido a los Truman, Hitler, Bush, Sharón, Rice, Marta, Espino, Diego el barbón, yo, tú, él? Trágico. (¡Fox!)

Esta vez el instinto

Esta vez esa pulsión instintiva a la que debe la humana ralea su sobrevivencia sobre el haz de la tierra Salvaguarda esencial del antropoide, el instinto siguió protegiendo a la criatura humanoide, y se nos quedó aquí dentro, atento siempre y siempre vigilante Es así como dentro de nosotros cargamos un instinto esencial, primigenio, que en la situación de peligro, como rayo en seco salta con su chisguete de adrenalina y uf, por poquito. De no ser por el «instinto de conservación», decimos…

El instinto de conservación. Hace el tanto de seis años, en este mismo espacio me preguntaba e interrogaba a todos ustedes por nuestro instinto de conservación. Hoy, atenido a la historia y sus enseñanzas, de nueva cuenta vuelvo a preguntarles, preguntándome: ¿qué caraj…mbas ocurre con nuestro instinto de sobrevivencia, el de conservación? Para medir el tamaño de la pulsión instintiva puse de ejemplo un par de animalillos domésticos: la Bicha y el Rosco, los dos mininos que aceptan vivir en esta su casa (Ja de ellos), conmigo como el servidor de dos. Aquí, el episodio doméstico:

¿Habrá alguno más hogareño que eso nimio que acontece con los gatos caseros? Con la Bicha y el Rosco, pongamos por caso, ellos dos que habitan bajo mi techo y al amor de mi gente, tan amorosa con los mininos como ya quisiera yo que lo fuesen conmigo. Mansas de corazón, medio día se la pasan las dos bolas de estambre durmiendo entre ronroneos, y el otro medio día remoliendo croquetas, y todavía se dan tiempo para condescender, si traen el humor a modo, con arrumacos como esos con los que los incomodan al güerejo Ariel y mi jovencísima Mayahuel de las zarcas pupilas, ella tan hermosa que en ratos creo que lo hace a propósito. Luego de permitir a lo displicente que les soben los lomos, la Bicha y el Rosco tornan al sueño. Y la paz, Apenas oscurezca, los dos van a escabullirse por la azotehuela hasta las vecinas azoteas, y entonces sí, a participar en la zanfranza de orgías nocturnales con los congéneres del vecindario, y a convertir la azotea de mi habitación en campo de amor, guerra florida, torneo galante y territorio iraquí que invadieron gatazos dañeros y atrabiliarios, Bush cada uno de los tales, que al igual que el gringo ex-dipsómano producen una dolorosísima ración de sangre, cadáveres, llanto y desolación. Porque así aman los gatos de la azotea: de noche, a oscuras, validos de la sorpresa, el asalto, la viva fuerza y garras y colmillos, no sé de quiénes aprendieron ese humanísimo estilo de desfogar una pulsión sexual que los gatos tienen la decencia de no embombillarle el alias de «amor». Lo dijo el poeta:

«Los gatos erizan el ruido y forman una patria espeluznante…»

Y aquí lo asombroso, que me ha llenado de estupor y cavilaciones durante estos años: fue un lunes de aquel entonces. Solicitada telefónicamente la presencia del veterinario, el susodicho acudió a aplicar a los dos gatos su respectiva ración de vacunas: contra rabia, sida, moquillo, papiloma humano y cáncer de mama La Bicha y el Rosco, entretanto, dormían acá arriba, sobre la mesa donde redacto estos párrafos engarruñados entre alteros de carpetas, libros de consulta y mi libro de oraciones que, por pudor, había camuflado con fotos pornográficas en las carátulas. Desde mi estudio no se alcanza a ver la puerta de entrada y el veterinario no tuvo necesidad de tocar la campana que la entrada aguardaba abierta de par en par. ¿Van tomando nota? Y ocurrió, mis valedores…

Ocurrió que apenas llegado el veterinario subió Mayahuel y con la naturalidad de costumbre tomó en brazos a la Bicha, y al Rosco el Ariel, conmigo en su seguimiento, que estaba entre los conjurados y era parte del compló. Pero ándenle, que fue entonces: dos, tres pasos, dos, tres escalones de la escalera que baja hasta el rincón del corredor donde aguardaba, invisible a nuestra vista, el veterinario, y de repente los animalejos revolviéronse entre los brazos, y que se encrespan y se acalambran, tirando arañazos, bufidos y tarascadas. Ma ¿pos estos? Y en mala hora acudí en auxilio de la de las zarcas pupilas, que de la garita recibí generosa ración de arañazos, tatuajes de hemoglobina y qué hacer. Se precisaron refuerzos: Aída (tú, la de todos los días), la auxiliar doméstica y un ayudante del veterinario con experiencia previa que había sido granadero y experto en amansar antorchistas y pancho-villistas, calcúlenle. Ellos acudieron para repartirse con nosotros los arañazos y bajar… (Eso, mañana)

Bush, Hussein, Ariel Sharon…

Que sin ésos el mundo sería mejor, juraba hace años el ayatola de Irán, y yo digo: un par de los tales, por más que aún respiran, ya no son de este mundo, y el tercero nunca debió haber nacido; no haber llegado a la Casa Blanca, al menos: «Al margen de la ONU emprenderé una campaña contra Irán, dice. Pero el que será sentenciado a muerte y el que lleva la muerte en su sino vidas son paralelas. Leo de Saddam en reportaje de H. Campa publicado no hoy (no soy leñador de árboles caídos) sino hace lustros:

«El que confronta, que tal significa Saddam, nació el 28 de abril de 1937, en el hogar de una familia de campesinos sin tierra y de una pobreza extrema; que sus años primeros los vivió en una choza de cañas y adobe que carecía de servicios, y donde el único combustible era el estiércol de vaca Huérfano de padre y con un campesino analfabeto como padrastro, el cual no le tenía buena disposición y al que servía como pastor de ovejas, Hussein huyó de la casa y vivió en Bagdad con un su tío, maestro de escuela que le inculcó sentimientos anti-imperialistas y de un nacionalismo extremoso. No logró el ingreso a la academia militar. Años más tarde ostentaría el grado de mariscal».

Leo que «el presidente G. W Bush dejó de beber hace 20 años, cuando en 1986, en una fiesta para celebrar su cumpleaños
No. 40, se excedió con las copas en forma alarmante. No esconde nada de su coqueteo con los tragos y su gusto por la cerveza». Ahora se duele el ex alcohólico: «No sé por qué nos odia todo el mundo. Estoy asombrado, porque sé lo buenos que somos». «No, señor Presidente (RM Bowman, ex director del programa Guerra de las Galaxias): no le dijo la verdad a los estadounidenses sobre por qué somos blanco del terrorismo. Dijo que era porque representamos la democracia, la libertad y los derechos humanos en el mundo. ¡Mentira! Somos blanco de los terroristas porque su gobierno, nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas…»

Leo, de Saddam, que su juventud en Bagdad fue de robos, muertes, bandas callejeras. Años después, militancia en el partido Baath («Renacimiento»), tareas partidistas, prisión, escapatoria, el complot y el golpe de estado. «Aduciendo que había descubierto un complot de baathistas sirios en el partido, Hussein eliminó a 500 miembros relevantes de Baath. En una reunión del partido acusó de traición a 22 más. Fueron ejecutados en el acto.

?l mismo se encargó de matar a algunos de ellos. Y que con la misma sangre fría, Hussein ordenó el empleo de armas químicas contra poblaciones rebeldes kurdas, al norte de Irak «Villas enteras fueron arrasadas». Y aquí el claroscuro de una personalidad compleja, contradictoria, desmesurada: «Pero ante la madre que pide por su hijo preso no duda en dar el indulto; un niño que lo intercepta y le da un beso lo conmueve y hace llorar; cuando en su pueblo natal notó indiferencia a su paso, se echó a llorar en los brazos de su chofer…»

Leo al ensayista de EU Eliot Weinberger: «Hace 2 años Bush necesitaba una salida para la crisis de su gobierno, sobre todo ante la recesión económica Esa salida fue la guerra en Afganistán y luego en Irak ¿Qué sigue? ¿Una nueva guerra? No se puede subestimar la amnesia colectiva inducida por el sensacionalismo de los noticiarios que transmiten las 24 horas, ni el talento de Bush y sus consejeros para manipular esos medios de comunicación…»

«¿La prensa de los Estados Unidos? (Noam Chomsky) No contar la verdad, sino servir al sistema Tal es la función de la prensa norteamericana El Pentágono no sólo ha desarrollado armas cada vez más complejas para los campos de batalla en el extranjero, sino que también ha perfeccionado su propaganda para granjearse la opinión pública en su propia casa y a escala mundial. Para eso la prensa norteamericana». Los maestros a sus alumnos en escuelas de EU: «Cuando pienses en talibán, piensa en los nazis. Cuando pienses en Bin Laden o Saddam Hussein, piensa en Hitler, y cuando pienses en Afganistán (ahora, en Iraq), piensen en los campos de concentración…»

Leo, de Saddam, que «El hombre fuerte de Iraq se ha embarcado en la tarea de reconstruir la antigua Babilonia El horneó miles de ladrillos, en muchos de los cuales está inscrita esta leyenda La Babilonia de Nabucodonosor fue reconstruida en la era de Saddam Hussein». Y un detalle que tiene relación directa con todos nosotros, los mexicanos: «Hussein busca su lugar en la historia como un nacionalista Por sus acciones nacionalizadoras, Hussein admira a Salvador Allende, de Chile, y Lázaro Cárdenas, el mexicano que nacionalizó la riqueza petrolera..»

Chomsky. «¿Motivos para el control de Irak? Controlar a Irak pone a EU en una posición muy poderosa para extender su dominio sobre las mayores reservas estratégicas de petróleo en el mundo. No es una razón pequeña.»

Saddam Sharon, Ariel Hussein, George W. Hitler: tal para cual. (Aberrante.)

La Historia se muerde la cola

La Historia circular. Hace un siglo fue Cananea; hoy, Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas-Las Truchas. El parrón ayer fue WC. Green; hoy es Germán Larrea El funcionario servil fue ayer Rafael Izábal, Gobernador; hoy es Francisco Salazar, del Trabajo. Ayer se llamó Porfirio Díaz; hoy se nombra Vicente Fox. Ayer, la sangré derramada fue la del minero mexicano; hoy…

Ese es el de la República: un gobierno compuesto de ambiciosos que especulan criminalmente y fustigan al pueblo, encabezado por el peor de ellos.

Tal afirmaba el volante que los huelguistas de Cananea repartieron entre los trabajadores de la transnacional. Sigo la crónica de la masacre perpetrada en el México de Porfirio Díaz. Primero de junio, 1906:

Al amanecer de ese día se organiza la columna de huelguistas. Al frente, en la descubierta, tremolando la bandera nacional marchan cinco abanderados, tres de ellos con un gigantesco cartelón que sintetiza las demandas de los mineros en huelga: «Cinco pesos y ocho horas de trabajo. ¡Viva México..!»

Documentos de época lo aseguran: «El espectáculo es grandioso, si tomamos en cuenta que se realiza en un rincón del territorio; porque Cananea no es una ciudad industrial sino sólo la colonia de un mineraL.»

Al avance de la columna se van sumando contingentes de trabajadores, que a coro proclaman: «¡Viva la huelga! ¡Viva México..!» Asombro, júbilo y vítores de comerciantes cuando la interminable columna de manifestantes, que sobrepasa los dos mil, hace su entrada en Ronquillo y desfila frente a la tienda de raya y las oficinas generales de la Cananea Consolidated Copper Co. Llega la columna a la maderería, única planta que falta paralizar para que todas las actividades en el mineral queden suspendidas. Pues sí, pero entonces…

WC. Green, presidente del mineral, prepara e instruye a los hermanos Metcalf altos empleados del mineral, para que provoquen a los manifestantes y así justificar la violencia contra los huelguistas. Por lo pronto, las puertas de la maderería han sido cerradas para impedir que los obreros se sumen a la manifestación. Y es entonces cuando la Cananea asesta su primer golpe:

A manguerazos de agua fría con el equipo de alta presión, que se usan sólo para sofocar incendios, son recibidos los huelguistas. Accionadas por los hermanos Metcalf, las poderosas mangueras bañan a los manifestantes y vejan las banderas que empuñan los obreros de vanguardia Semejante provocación, tal agresión a los obreros y el atropello a las banderas, enciende la ira de los mineros, que se alzan como catapulta sobre la puerta de la maderería Espantados, los hermanos Metcalf sueltan las mangueras y vuelven con sendos rifles, y se suceden entonces los primeros disparos. Cae muerto un obrero y muchos heridos.
Se violentan las puertas. Los obreros de la madera prenden fuego al refugio de los Metcalf y se produce un incendio que levanta grandes nubes de humo y fuego que se extienden a gran parte del edificio. Al saltar por una ventana, uno de los Metcalf es recibido a pedradas, y cuando rueda por tierra lo rematan con su propia arma Sigue el otro disparando sobre la multitud. Caen varios huelguistas, pero es acosado por los mineros, que con su misma arma lo rematan. Antes de caer ha herido y muerto a varios mineros. El fuego, entretanto…

El fuego sigue destruyendo los almacenes de madera, leña y forrajes, y el edificio de oficinas. WC. Green, presidente de la Compañía, y Dwigth, su gerente, concentran armas y parque en un edificio cercano a las oficinas y al palacio municipal. Ahí mismo han acuartelado a su policía privada, que integran norteamericanos. Todos, arma gringa en mano, se parapetan en posiciones estratégicas. Es el México de Porfirio Díaz. Los manifestantes se acercan al palacio municipal, desde donde los observa el munícipe. Entonces…

De repente las primeras descargas de fusilería A la vista de la autoridad mexicana seis trabajadores son asesinados. Indignación, impotencia para repeler la agresión por falta de armas. Los mineros se dispersan hacia las casas de empeño, las toman por asalto y se apoderan de pistolas, rifles y parque Los pocos que lograron armarse regresan al edificio y contestan el fuego de los policías norteamericanos. Pero el parque se agota y los trabajadores se ven obligados a replegarse. Conclusión:

En Cananea han quedado 21 cadáveres y otros tantos heridos graves. Los gringos habían usado balas «Dun Dun», prohibidas en todo el mundo por los estragos que produce, que perforan y destrozan la carne y los huesos. Acá, en la ciudad capital y desde la silla presidencial, Porfirio Díaz observa..

Siderúrgica Lázaro Cárdenas, Pasta de Conchos, Cananea Porfirio Díaz, Vicente Fox. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Es México. (Este país.)

Sangre: cuota y herencia…

Cananea, Pasta de Conchos, Siderúrgica Lázaro Cárdenas. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que los tiempos son muy distintos, como distintas las circunstancias y el nombre de los aliados al interés extranjero que manejaron y manejan la riqueza del país, pero que desde la Cananea de Porfirio Díaz y aliados gringos hasta las minas de Coahuila y Michoacán en el tiempo de un Fox prestanombre de los capitales extranjeros, la sangre derramada es la misma, la misma de siempre, sangre mexicana Sin más. ¿Y nosotros? ¿Y nuestra capacidad de asombro, de indignación, de acción concertada? Aquí, porque la memoria histórica no se nos muera (no se nos acabe de morir), van retazos de la epopeya que a plomo y fuego troquelaron en la Historia los mineros de Cananea.

Documentos de la época lo asientan: fue la noche de aquel 31 de mayo de 1906 cuando los mayordomos de la mina «Oversigth», transcribo el nombre tal cual, congregaron a los obreros denominados carreros y rezagadores para notificarles que a partir del siguiente día la extracción del metal se haría bajo nuevas normas, y ello en virtud de la contratación que para este trabajo habían celebrado con The Cananea Consolidated Copper Co., contratación que les otorgaba amplias facultades para reducir el personal, seguir pagando los mismos salarios (3 pesos por 12 horas de trabajo) y exigir mayor rendimiento a los obreros que no fuesen despedidos. Con semejante contrato los mayordomos adquirían un ilimitado poder, y a los trabajadores se les regresaba a la era feudal…

Tan aviesa medida produce la más enardecida indignación entre los trabajadores. La chispa alcanza la sustancia inflamable. A la advocación de los Mártires de Chicago y en la mente los ideales magonistas, los mineros se lanzan a un movimiento impetuoso, violento, que sólo con plomo -extranjero- se iría a detener. Encrespados, enardecidos, los obreros comienzan a coordinar su rebeldía Y llegó la mañana del día primero de junio, y estalla la huelga de Cananea La consigna de los mineros:

¡Ocho horas de trabajo y cinco pesos de salario! ¡Viva México..!

De inmediato los agentes de la policía comunican la novedad a sus superiores, y el pánico se apodera de patrones extranjeros y funcionarios del gobierno local. A las ocho de la mañana representantes de la autoridad política se entrevistan con los mineros, quienes les dan las razones que originan la huelga, sintetizadas en las 6 demandas que especifican, además de salario y horas de labor, el número de extranjeros que podrían ser contratados. A esa hora ya la muchedumbre que bloquea el edificio supera los dos mil huelguistas. Se reparten volantes que claman, en sus primeras líneas:

Obreros Mexicanos: un Gobierno electo por el pueblo, para que lo guie y satisfaga sus necesidades en lo que cabe: eso no tiene México. Por otra parte: un gobierno que se compone de ambiciosos que especulan criminalmente, fustigando al pueblo, electos por el peor de ellos, para que lo gobiernen, no para que se burlen y lo humillen, es la República.

Pueblo, levántate. Aprende lo que parece que olvidaste. Cada mexicano al que desprecian los extranjeros en el propio suelo mexicano vale tanto o más que ellos si se une a sus hermanos y hace valer sus derechos. La situación actual se debe al pésimo Gobierno que da las ventajas a los aventureros, con menoscabo de los verdaderos dueños de esta desafortunada tierra. ¡Mexicanos, despertad, unámonos. La patria y nuestra dignidad lo piden!

Este «pasquín» (razonable, a mi juicio; tan actual en los tiempos de Fox) es rechazado y desautorizado por los mineros porque, aseguran, fue escrito e impreso como una maniobra de los altos jefes de la compañía con fines premeditados de acusar a los huelguistas de sedición. «Mal síntoma, alerta el cronista, pues ya apareció la mano perversa de la burguesía minera, que principia a proyectarse en sucias maniobras para desvirtuar el noble fin que persiguen los trabajadores al reclamar justicia». En fin.

Ya para entonces, mis valedores, una impresionante multitud de huelguistas se había situado frente al edificio de la comisaria, ansiosa de conocer el resultado de las conversaciones que encabezaba, por el Comité de Huelga, Manuel M. Diéguez.

Interminables horas de debate sólo iban a conducir a un mínimo acuerdo: los mineros deberán presentar por escrito sus peticiones. Ya vería la patronal cómo resolver lo conducente. Los huelguistas habían acordado realizar una manifestación pública por toda la zona del mineral, y al arrancar su marcha de protesta arrancaron también las acciones que habrían de rematar en una masacre que preludia la de Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas. (Sigo mañana)

«Impunidad e Iniquidad, S.A.»

México, 21 de abril de 1992 – 21 de abril de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide la memoria histórica, esa generadora de cambios. Que los alcances de la impunidad en que se gesta la pública corrupción productiva e impune del Sistema de poder no se les diluya en la memoria. Mis valedores: como para probar nuestra capacidad de asombro, de indignación y de respuesta organizada, está ahí nomás el caso impune (hoy todavía, 14 años después, que se cumplen mañana) de las explosiones de Guadalajara Aquí, para que lo recuerden los olvidadizos, las voces diversas y diversas instantáneas de aquello, atroz, ocurrido aquel 22 de abril de 1992 en el Sector Reforma de Guadalajara, Jalisco.

De cara a la nación y con las ruinas humeantes a sus espaldas, frente a cámaras y micrófonos clamó, vocezuca de pito de calabaza, el entonces presidente del país y hoy redivivo Carlos Salinas:

– ¡Compatriotas! ¡He dado instrucciones al Sr. Procurador de la república, lic. Ignacio Morales Lechuga, para que en 72 horas me entregue un informe completo, donde se deslinden responsabiidades! ¡Este hecho no va a quedar impune, compatriotas! ¡Es mi compromiso…!

A cuatro horas del estallido, esto afirmaba el comunicado de PEMEX, que resultó, a fin de cuentas, el responsable oficial del siniestro: ??En la fabrica de aceites La Central, ubicada en el Sector Reforma, se presentó una fuga de hexano que se filtró al drenaje municipal, lo que provocó 6 explosiones. Nuestro personal especializado se encuentra en dicho sector colaborando con las autoridades estatales y municipales en el centro de la emergencia». Así que La Central. Días después, en mayo, lo declaraba un Guillermo Estrada, gerente de mantenimiento de PEMEX:

– La fuga de gasolina no tiene relación alguna con los estallidos que ocurrieron, ya que en cuanto fue descubierta se ha procedido a su reparación.

Un mes después, «para determinar el grado de culpabilidad de PEMEX y la SEDUE en el siniestro, la PGR cuenta con el estudio denominado: Para proteger y restaurar el ambiente de los efectos producidos por la industria petrolera, que firman los susodichos PEMEX y SEDUE

Lo estipulaban, al respecto, diputados del PRI en la cámara, gesticuladores tartufos:

– Nosotros no hacemos juicios a priori sobre los hechos de Guadalajara. Los partidos de oposición no deben manipular políticamente el problema. Por el contrario, en lugar de hacer culpables, ayuden al país a evitar desastres de ese tipo…

En mayo se había publicado la siguiente noticia: «Extraña junta de Francisco Rojas, director de PEMEX, con 45 diputados. Durante más de 6 horas se encerró con ellos en el piso 45 de la Torre de PEMEX. A la salida, Fernando Ortiz Arana, líder de la mayoría priista, se negó a hablar y salió casi corriendo por el estacionamiento del edificio…»

Tiempo después, el comunicado de prensa: «No habrá juicio político a los funcionarios denunciados en la Cámara de Diputados como responsables de la explosiones de Guadalajara Determina Ignacio Morales Lechuga, ex procurador: PEMEX fue culpable, pero no responsable (¡Sic!)

Mientras tanto, y según la Academia Jalisciense de Derechos Humanos, «el ejército y las autoridades civiles habrán estado quemando setenta cuerpos diarios, en promedio, sin descanso y durante veintisiete días…»

México, 11 de abril del 2 mil. «Claman justicia en Guadalajara A ocho años de la explosión, más de 500 afectados reclaman justicia y están dispuestos a reabrir el asunto penalmente».
Se impacientaba Alberto Orozco Romero, ex gobernador de Jalisco:

– ¡Por favor! Hablar del 22 de abril del 92 es insano. Da ocasión a otros intereses, se repite e insiste en ello con otros fines. Yo, personalmente, aborrezco ocuparme de eso, me aflige el asunto. ¿0 qué? Porque no vamos a pasar el resto de la vida hincados, llorando por lo ocurrido, ¿verdad? Caramba, que una tragedia ocurre en cualquier país; las guerras cobran miles de muertos, y no por eso la gente se pasa el resto de su vida llorando por los caldos. Definitivamente no podemos vivir sólo de llorar. Los familiares verán con más simpatía que estemos reconstruyendo y a ellos si desde el cielo nos vieran, les gustaría más que estuviéramos laborando, y no a llore y llore junto a su tumba, ¿no creen..?

Guadalajara Impunidad antes, impunidad después. Impunidad siempre. Impunidad del Sistema de poder, alimentada por la desidia, la pasividad y la falta de memoria de unas masas vencidas por la ignorancia Es México. (Mi país.)

Temor y temblor

Tertulia de anoche en mi depto. de Cádiz, en la Mixcoac-Insurgentes. Habló el maestro: «A propósito, contertulios: ¿conocen la leyenda del bosque de Nemi? De ganchete nos miramos.

«Sí, la del monarca aquel que por medio del asesinato llegó al poder, y al que asesinándolo va el sucesor a ocupar el trono, para que el asesino, a su vez, corra la suerte de su víctima». Vi en sus manos aquel ejemplar de La rama dorada, de Frazer. «Aquí, para no adulterarlo, transcribo la parte medular de la leyenda, que tiene de escenario las colinas albanas». Comenzó la transcripción:

«En la Antigüedad este paisaje selvático file el escenario de una tragedia extraña y repetida En una orilla del lago, inmediatamente debajo de un precipicio, estaba situado un bosquecillo sagrado, y en él cierto árbol que todo el día y probablemente hasta altas horas de la noche rondaba una figura siniestra: en la mano blandía una espada desnuda y vigilaba cautelosamente en torno, cual si esperase a cada instante ser atacado por un enemigo.

El vigilante era rey y homicida a la vez; tarde o temprano habría de llegar quien le matase para reemplazarle. Tal era la regla: el puesto sólo podía ocuparse matando al rey y sustituyéndole en su lugar hasta ser a su vez muerto por otro más fuerte o más hábil. El oficio mantenido tan a lo precario le confería el título de rey, pero seguramente ningún monarca descansó peor que éste, ni fue visitado por pesadillas más atroces. Año tras año, en verano o en invierno, con buen o mal tiempo, había de mantener su guardia solitaria, y siempre que se rindiera con inquietud al sueño, lo haría con riesgo de su vida La menor relajación de su vigilancia, el más pequeño abatimiento de sus fuerzas o de su destreza le ponían en peligro. Las primeras canas sellarían su sentencia de muerte. Su figura ensombrecería el hermoso paisaje. El ensueño azul de los cielos, el claroscuro de los bosques veraniegos y el rielar de las aguas del lago al sol, concordarían mal con aquella figura torva y siniestra..

Mejor aún nos imaginamos este cuadro como lo podría haber visto un caminante retrasado en una de esas lúgubres noches otoñales en que las hojas caen incesantemente y el viento parece cantar un responso al año que muere. Es una escena sombría con música melancólica en el fondo la silueta del bosque negro recordada contra un cielo tormentoso, el viento silbando entre las ramas, el crujido de las hojas secas bajo el pie, y yendo y viniendo, ya en el crepúsculo, ya en la oscuridad, la figura oscura, insomne, la espada desnuda en la diestra..»

– ¿Y qué, contertulios? ¿Qué pueden decir del rey del bosque de Nemi?

«O sea: como qué…» Luego, el silencio. Algún trago a la infusión. Habló el maestro: «Un varón enterizo, ¿no les parece? Por eso, porque el protagonista de la leyenda del bosque de Nemi era un rey.

Y que nació para rey, actuó como rey y como rey encuentra la muerte. ¿Que llegado el momento, el legendario monarca experimentaba el temor ante su próximo derrocamiento y la muerte? Por supuesto que sí, ¿no era humano como todos nosotros? ?l conoció la angustia, el temor; pero tales sentimientos no tuercen su conducta ni lo fuerzan a trapear por los suelos la capa real. «Su condición de rey, su educación de rey y su temple y mística de soberano lo llevaban a comportarse en toda su vida con decoro, altivez, dignidad, ¿no les parece? Contertulios: ¿no representa el de Nemi la viva metáfora de la sucesión presidencial en nuestro país?»

– ¡Muy cierto! -saltó don Tintoreto-. LEA da muerte a Díaz Ordaz, López Portillo asesina a LEA, y éste al siguiente, y al siguiente y al que sería el próximo los mata Salinas, y así hasta hoy. Pero eso sí: por aquel entonces aún se guardaban las formas, ¿no?

– Pero ellos eran políticos, si no es que reyes, -el maestro-. Explíquense ahora la diferencia del rey y el político con alguno que ni era político ni nació para rey, sino para vendedor de la Coca-Cola, y no más.

– ¡Cierto! Entiendo ahora que un coca-colero defienda a gruñidos, retobos y altisonancias de baja estofa un trono al que llegó asesinando al rey anterior, con todo y partido político, para mostrarse ahora ayuno de toda dignidad, varonía decoro. Con razón…

– Con razón el indigno espectáculo: al defender cetro y corona que perdió desde el día en que en el trono sentara sus reales, trono y vida defiende no como político ni como monarca; no con la espada desnuda, sino a lengua bífida y a rociadas de saliva- a lo rastrero, en vil pleito de vecindad y toreo pulquero: a chillidos y rezongos, a chifletas y ofensas, a rabietas y descalificaciones.

De lo que se habló en la tertulia, mis valedores, seguiré muy pronto. (Aguarden.)